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Talía Benedicto
LITERATURA Y ANÁLISIS DE TEXTOS
Frankenstein o el moderno Prometeo es una obra de Mary Shelley publicada en
1818, donde Víctor Frankenstein, un científico ginebrino consigue crear dar vida a un
monstruo a partir de partes humanas y lo abandona debido a su arrepentimiento. Tras
haber leído y analizado los primeros cuatro capítulos podemos afirmar que el protagonista
de la historia se enmarca dentro del antihéroe social, sin embargo, encaja en más de un
héroe romántico.
Es por ello que se puede decir que Víctor Frankenstein es también un mad doctor,
un científico que pone en práctica una serie de experimentos que traspasan la línea de la
ética, esto se puede observar cuando dice: «Yo me preguntaba, sin embargo, cuántas cosas
no habríamos llegado a conocer si la cobardía o la negligencia no hubieran limitado
nuestras investigaciones» (Shelley, 2006, p.117).
Trabajaba con fibras, músculos y venas, hurgaba entre las tumbas y torturaba
animales vivos, rebuscaba huesos en los osarios y profanaba cuerpos humanos, todo para
llegar al fin de su experimento: otorgar vida. Él definía su forma de actuar como «un
impulso infatigable y casi frenético me impelía a seguir adelante; parecía que mi espíritu
y mis sentidos solo existieran para aquel único propósito» (Shelley, 2006, p.121), y aquel
propósito le hacía sentir como un dios, hasta llegar a afirmar que la nueva especie que
creara estaría en deuda con él por haberles concedido la vida. Es por ello que la obra
también se identifica con Prometeo, el titán que le robó el fuego a los dioses para dárselo
a los hombres, excediéndose y teniendo cierto poder. La obsesión con su experimento le
llevó a un sumo aislamiento de dos años en los que encerrado en su «taller de creación
macabra» se olvidaba de sus amigos y familiares. Además, su estudio le estaba volviendo
loco, su entusiasmo se volvió ansiedad, se veía condenado a trabajar en el proyecto y se
convirtió «en un hombre nervioso hasta extremos dolorosos» (Shelley, 2006, p.123)
Una vez creado el monstruo Víctor se arrepiente, es por eso que, aunque se vuelve
macabro y sus actos no son del todo correctos, podemos observar que no es del todo un
héroe romántico como genio demoníaco ya que no ha nacido con el mal dentro, sino que
es fruto de una locura temporal producida por el afán por la ciencia y el conocimiento y,
además, podemos ver en el atisbos de culpa y remordimientos. Él afirma que de recordar
lo sucedido, le tiemblan las piernas y se le nubla la mirada, que al terminar su obra se
embriagó de terror y repulsión y enloqueció de tal forma que era incapaz de controlarse.
«El exceso de sensaciones me provocaba un hormigueo en la piel y el pulso se me
aceleraba. Era incapaz de permanecer quieto en el mismo lugar más de un minuto. Saltaba
de silla en silla, daba palmadas y reía a carcajadas» (Shelley, 2006, p.130).
Los tipos de héroes anteriormente nombrados son de los que más rasgos tiene
Víctor Frankenstein, sin embargo, se pueden rescatar rasgos de otros tipos de héroes.
Víctor tiene rasgos de héroe romántico enamorado ya que siente la pasión de forma plena
y siente preocupación y cariño por sus seres queridos. Ama a Elizabeth hasta tal punto
que su mayor pesadilla es perderla como perdió a su madre por la cual también sentía un
gran amor. Por otro lado, encaja en el héroe romántico sonámbulo en cuanto a que tiene
dificultad para discernir entre sueño y realidad cuando cree ver a su amor mientras
dormía, tiene falta de percepción de la realidad ya que no notaba el paso de las estaciones
ni se fijaba en las flores y las hojas que habrían brotado y no comprende como ha sido
capaz de hacer todo lo que hizo para terminar su proyecto.
Por último, Víctor encaja con algunos rasgos del héroe romántico suicida, ya que
es un individuo que se siente incomprendido, y se culpa a sí mismo por su monstruosa
creación, sin embargo, nunca llega a suicidarse, siempre saca fuerzas para seguir adelante,
pese a la soledad, el rechazo y el arrepentimiento que siente.