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Coordenadas Antropológicas para Abordar La Violencia de Género
Coordenadas Antropológicas para Abordar La Violencia de Género
La complejidad de los contextos en los que se producen las violencias, en este caso por
razones de género, y el punto de vista feminista que se le puede otorgar a su estudio, hacen
pertinente el fomento de compromisos interdisciplinarios tanto para la fase de elaboración
de proyectos, como durante el desarrollo de la propia investigación y en la búsqueda de
espacios para socializar el conocimiento producido.
Por tanto, el investigador durante el trabajo de campo debe tener claro su posición
científica-militante, los aspectos éticos de la investigación, las decisiones metodológicas al
momento de trabajar con víctimas de la violencia y la priorización de la recogida
participante de datos sobre prácticas e imaginarios y representaciones de la violencia.
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epistemológica, respectivamente; donde todas las partes: perpetradores, víctimas y
etnógrafos experimentan e interpretan el proceso.
Desde su visión antropológica, Ferrandiz y Feixa (2004) también señalan que para
contribuir significativamente al entendimiento comparativo de la violencia en el mundo es
necesario hacer énfasis en analizar las causas de los aspectos materiales e históricos de los
hechos estudiados, por encima de las subjetividades de las experiencias cotidianas y los
testimonios de los actores.
Sin embargo, para construir y resignificar sentidos alternativos a las narrativas hegemónicas
que solapan la violencia en los medios de comunicación y en los discursos políticos
dominantes de la sociedad, es necesario contar con la visión del “otro” y visibilizar el rol
desempeñado por los actores en un proceso que permita enfrentar las nuevas preguntas y
producir estudios relevantes para la transformación social.
Así, las experiencias de vida y las percepciones que tienen de la realidad estos actores
forman parte de las “cargas” que lleva consigo el etnógrafo como sujeto que es, por lo cual
debe considerar su lugar en el mundo social que está estudiando. Asimismo, una
antropología de las emociones permitiría comprender cómo los sujetos experimentan y
sienten la violencia, más allá de las razones del sistema que las crea y reproduce.
Así, y según Pujadas (2010), la etnografía forma parte del llamado triángulo antropológico,
junto con la comparación y la contextualización, empleada esta última para encuadrar la
unidad de análisis en espacio y tiempo con el fin de comprender los procesos históricos
locales y regionales; así como los flujos y las constricciones de orden económico,
político, social o ideológico que enmarcan las relaciones de nuestra unidad de análisis con
el contexto más amplio que lo rodea.
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Otro de los aspectos para tener en cuenta cuando realizamos un estudio de la violencia es
reconocer su carácter sistémico, producido y reproducido por la aparente homogeneidad de
los sistemas económicos y políticos que afectan a todas las sociedades sin importar la
región, el país o la cultura. Sin embargo, en sus diferencias surgen, se encuentran y
reproducen las violencias todas, agravadas por el neoliberalismo y la globalización
imperante.
Desde América Latina, las luchas feministas y demandas vinculadas con el género denotan
que necesariamente debemos pensar y construir conocimientos situados desde experiencias
personales, colectivas, políticas y culturales. En los estudios comparados hay que
considerar las potencialidades del trabajo de campo y la etnografía en sí para comprender
con perspectiva de género dinámicas localizadas capaces de promover el intercambio entre
los distintos tipos de feminismos y activismos sociales.
Siguiendo los distintos niveles de abstracción identificados por Sartori (1984) para la
elaboración del contexto conceptual, en la investigación se emplearán desde el nivel alto,
que remite a categorías universales que presentan una máxima extensión (violencia de
género); el nivel medio, que remite a categorías generales que presentan un equilibrio
entre la extensión y la intensidad (feminismo, sororidad, ciberactivismo) y nivel bajo
que son categorías específicas que se desarrollan en contextos determinados y que
presentan una intensidad máxima y una extensión mínima (leyes básicas con respecto a la
violencia de género en el caso de la República de Cuba).
A través de estos temas y conceptos se construirán lo que Tonon (2011) señala como los
ejes de análisis de la investigación, que serán: las características de las comunidades
digitales, la condición jurídica de la violencia de género en el país seleccionado, la
situación de la violencia de género por los territorios y regiones, el reconocimiento al
ciberactivismo feminista, la relación entre violencia de género y masculinidades y la
sororidad desde los espacios físicos y virtuales.
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Durante el desarrollo de la investigación se empleará, con la finalidad de evaluar un
conjunto de hipótesis, el método de estudio de casos que, según Collier (1992), permite con
tiempo y recursos limitados el examen intensivo de casos y la potencialidad de generar
información útil sobre casos particulares. Los casos seleccionados (Cimarronas,
Evoluciona. Campaña Cubana por la NO Violencia hacia las mujeres, YoSíTeCreo en
Cuba, Revista Alas Tensas) constituyen un conjunto de páginas cubanas de la red social
Facebook, donde se hace ciberactivismo feminista en contra de la violencia de género,
delimitado en ese espacio y en tiempo por la etapa pos pandemia, del año 2020 hasta el
2022.
En el caso específico de esta investigación, la cual analizará dentro de su marco espacial los
entornos virtuales, es preciso hacer referencia a los estudios meta-cartográficos de la
geografía humana desde la coyuntura digital. En esa área, Jiménez (2021), señala que
ocurre un proceso de democratización de la cartografía con nuevas oportunidades y riesgos,
en el cual es tan importante el resultado final como la forma de construirlo, el modo de
publicarlo, el tipo de acceso y las características, origen y número de sus productores y
usuarios. Precisamente, uno de los aportes de la investigación será cartografiar las
comunidades digitales cubanas de la red social Facebook que enfrentan la violencia de
género y establecen relaciones de sororidad y ciberactivismo.
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En ese sentido, según Vázquez y Delgado (2010), la ciencia geográfica es proclive a
la explicación de fenómenos específicos a partir de la comprensión de la realidad
sociocultural e histórica, fundamentada en un riguroso encadenamiento causal de los
hechos, opuesto a la búsqueda de leyes generales.
Así, si identificamos como objeto de estudio las relaciones sociales vinculadas con
procesos de violencia de género en Cuba, habría que ubicarlo en un contexto determinado
por diferencias geográficas, culturales, históricas, urbanísticas y también las dinámicas
sociales de su población.
Con respecto a este grupo de indicadores, Palacio et al (2004) señalan que el rubro genérico
de lo social de un territorio tiene presente los aspectos estructurales de la sociedad y las
condiciones materiales en la que esta se desenvuelve, con respecto a las relaciones humanas
y los procesos naturales, teniendo en cuenta las condiciones históricas, el contexto
sociopolítico y el comportamiento impredecible de las personas.
La estructura por edad y sexo, los procesos migratorios, la distribución de la población por
categoría urbana, mixta y/o rural, la determinación del nivel de pobreza de los hogares, la
penetración de acceso a Internet, el color de la piel y el nivel educacional constituyen
algunos de los indicadores e índices que podríamos tener en cuenta, aunque se tomen de
datos estadísticos publicados anteriormente.
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Dentro de la conformación de estos cuerpos-territorios-sociedades, más allá de la
perspectiva de género, se da un fuerte componente ideológico y una constante interacción y
lucha entre dominación y resistencia; desde las cuales se interpela la apropiación
hegemónica, se cuestiona la organización dominante y se definen nuevas territorialidades
contingentes de supervivencia.
Ese propósito solo será posible mediante una perspectiva de investigación comprometida
con el cambio y el desarrollo a partir de lo comunitario, creadora de una reflexión inclusiva
que tenga en cuenta lo singular y no sea homogeneizadora.
Referencias
Collier, D. (1992). Método comparativo. Revista Uruguaya de Ciencia Política, v. 5, pp.
21-46.
Ferrandiz, F. y Feixa, C. (2004). Una mirada antropológica sobre las violencias.
Alteridades, enero-julio, Vol. 14, 027, pp. 159-174 Universidad Autónoma
Metropolitana – Iztapalapa Distrito Federal, México.
Jiménez, V. (2021). Cartografía digital disidente: El caso de Santiago de Chile durante el
estallido social de 2019. Vegueta: Anuario de la Facultad de Geografía e
Historia.
Palacio et al. (2004). Indicadores para la caracterización y ordenamiento del territorio.
UNAM, SEDESOL, SEMARNAT e INE.
Pujadas, J. J. (2010). La etnografía como mirada a la diversidad social y cultural.
Universitat Oberta de Catalunya.
Sánchez, I. (2004). Urbanismo con perspectiva de género. Sevilla: Instituto Andaluz de la
Mujer, Junta de Andalucía, Consejería para la igualdad y el bienestar Social.
Sartori, G. (1984) La política, lógica y método en las ciencias sociales. México. Fondo de
Cultura Económico.
Tonon, G. (2011). La utilización del método comparativo en estudios cualitativos en
ciencia política y ciencias sociales: diseño y desarrollo de una tesis doctoral.
Kairos: Revista de temas sociales, (27), 7.
Vázquez, V. y Delgado, E. (2010). La dinámica temporal y regional en la conformación del
estado de Guerrero, México. GeoTropico, NS 6: pp. 1-18.