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Apuntes de cátedra sobre la base de las voces "Ética", "Moral", “Deontología”, "Juicio

moral", "Razonamiento moral", en Cortés, J. y Martínez Riu, A.; Diccionario de Filosofía


(versión CD-ROM), Barcelona, Herder, 1996.

A) ÉTICA Y MORAL

El término «ética» proviene del griego etiké, derivado, a su vez, de éthos, que
significa carácter o costumbre. El término «moral», por su parte, proviene del latín moralis,
relativo a las costumbres, mores. De manera que, ética y moral, tienen en su origen
etimológico una raíz común que se refiere a las costumbres. Sin embargo, no son términos
intercambiables, aunque a menudo se los utilice indistintamente.
La ética es una rama de la filosofía, una disciplina filosófica cuyo objeto de estudio
es la moral. Por moral nos referimos al conjunto de normas o costumbres (mores) que rigen
la conducta de una persona para que pueda considerarse buena, nos referimos al conjunto
de normas, usos y leyes que el ser humano percibe como obligatorias en su conciencia. Las
morales, puesto que forman parte de la vida humana concreta y tienen su fundamento en las
costumbres, son muchas y variadas (la cristiana, la musulmana, la moral de los indios hopi,
etc.) y se aceptan tal como son.
La ética, por su parte, es la reflexión racional sobre qué se entiende por conducta
buena y en qué se fundamentan los denominados juicios morales. La ética, que se apoya en
un análisis racional de la conducta moral, tiende a cierta universalidad de conceptos y
principios y, aunque admita diversidad de sistemas éticos, o maneras concretas de
reflexionar sobre la moral, exige su fundamentación y admite su crítica, igual como han de
fundamentarse y pueden criticarse las opiniones. En resumen, la ética es a la moral lo que la
teoría es a la práctica; la moral es un tipo de conducta, la ética es una reflexión filosófica.

Según Sánchez Vázquez:

"De la misma manera que, estando estrechamente vinculados, no se identifican los


problemas teóricos morales con los problemas prácticos, tampoco pueden confundirse la
ética y la moral. La ética no crea la moral. Aunque es cierto que toda moral efectiva supone
ciertos principios, normas o reglas de conducta, no es la ética la que, en una comunidad
dada, establece esos principios y normas. La ética se encuentra con una experiencia
histórico-social en el terreno de la moral, o sea, con una serie de morales efectivas ya
dadas, y partiendo de ellas trata de establecer la esencia de la moral, su origen, las
condiciones objetivas y subjetivas del acto moral, las fuentes de la valoración moral, la
naturaleza y función de los juicios morales, los criterios de justificación de dichos juicios, y
el principio que rige el cambio y sucesión de diferentes sistemas morales".
"La ética es la teoría o ciencia del comportamiento moral de los hombres en
sociedad. O sea, es ciencia de una forma específica de conducta humana"1.

Tanto la moral como la ética, términos que en la práctica suelen identificarse, tienen
una función práctica: se refieren, aunque no exclusivamente, a situaciones conflictivas de la
vida de las personas. Desde el punto de vista de la moral, hay que tomar una decisión
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SÁNCHEZ VÁZQUEZ, A., Ética, Crítica, Barcelona 1979, 2ª ed., p. 24-25.

1
práctica; desde el punto de vista de la ética, ha de formarse la conciencia en el hábito de
saber decidir moralmente. En ambos casos, se trata de una tarea de fundamentación moral.

B) DEONTOLOGÍA

El término "deontología" proviene del griego deontos, lo necesario, lo que debe hacerse,
y de logos, tratado, lo que vendría a significar tratado sobre lo obligatorio, lo normativo, o
tratado sobre los deberes de una profesión. En sentido amplio, derivado de su etimología,
significa la ética o la moral. Pero, en sentido más restringido, es la ética propia de una profesión
liberal. En la fundamentación de este concepto participaron la tradición religiosa, sostenida
sobre todo por el calvinismo, según el cual el cumplimiento en el trabajo o en la profesión son
signos externos de la predestinación divina; la tradición romántica del idealismo, que concibe el
trabajo como desarrollo de la persona humana, de donde cobra dignidad, y la mentalidad
moderna, en buena parte desacralizada, que contempla la necesidad de regular los derechos y
deberes de aquellas profesiones basadas en relaciones humanas no regidas por códigos
generales. Estas profesiones regulan su actuación mediante códigos deontológicos propios,
códigos que son éticos y legales a la vez. Estos códigos recogen las normas morales y legales
que rigen una profesión.

C) JUICIO MORAL

Los juicios2 morales son los juicios que se emiten desde un punto de vista moral, o
con los que se expresa el dictamen moral, o la valoración moral, acerca de las personas, sus
acciones, omisiones, motivaciones, etc. Emitimos juicios morales cuando juzgamos si una
persona ha actuado conforme a su deber, o no, o si una acción es o no es moralmente
correcta, o si los motivos para actuar son o no correctos.
Se distingue entre juicios de obligación moral o juicios deónticos, y juicios morales
de valor. Los primeros tienen por objeto acciones y omisiones, mientras que los segundos
tienen por objeto personas, decisiones, motivos, etc. Los fundamentales son, al parecer, los
juicios que expresan obligaciones morales, o juicios deónticos, los enunciados que expresan
obligaciones o deberes, o que tratan acerca de lo obligatorio y lo permitido, por ejemplo el
enunciado "no matarás". El contenido de estos diferentes enunciados constituye el conjunto
de «deberes» concretos a los que el ser humano se siente moralmente obligado. Ahora bien,
también la persona que actúa moralmente es objeto de valoración moral: de ella hacemos
juicios morales. «Debe o no debe» se refiere, ante todo, a la actuación; en consecuencia, la
actuación que es conforme a deber, es «buena» y la que no lo es, es «mala». Valoramos si

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Por "juicio" (del latín, iudicium, acción judicial, proceso) entendemos el acto mental por el que el
entendimiento afirma que el sujeto pertenece o no al predicado en la frase capaz de ser verdadera o falsa. Es
un enunciado en el que se afirma o niega la identidad entre conceptos. La lógica tradicional lo define como
forma del pensamiento que expresa una relación entre dos o más o conceptos, o una atribución de algo a algo.
Un juicio se expresa mediante un enunciado o proposición, mientras que un concepto se expresa con el
término. A los dos términos del juicio, del enunciado o de la proposición, ya Aristóteles los llama sujeto y
predicado. Entre ellos se afirma o niega una relación de identidad, por medio de la cópula «es». Afirmar o
negar el sujeto del predicado es incluir el concepto del sujeto en el del predicado. Al decir «Platón es un
filósofo griego», se dice que Platón es «uno de los filósofos griegos», o que al sujeto «Platón» le conviene el
predicado «ser filósofo griego», puesto que las características del sujeto son características de un conjunto de
cosas más amplio representado por el predicado.

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una actuación es buena o mala mediante juicios morales y, a su vez, éstos deben fundarse
en criterios morales, o teorías éticas.

D) RAZONAMIENTO MORAL

Un razonamiento moral es un razonamiento por el cual el sujeto llega a la


conclusión de que está moralmente obligado a hacer o a no hacer algo. Se trata de una
reflexión práctica por la que, a partir de un principio moral universal, uno se pregunta qué
debe hacer en una situación determinada: a partir del principio y vista la situación concreta,
se llega a una decisión o a un juicio moral; se trata, pues, de justificar la afirmación «debo
hacer x». Aristóteles denomina a esta reflexión práctica silogismo práctico. Por ejemplo:

Hay que cumplir las promesas que se han hecho.


Le prometí a Sol ayudarla a estudiar italiano.
Por lo tanto, debo ayudar a Sol a estudiar italiano.

En un segundo sentido, un argumento moral es un razonamiento con el que se dan


razones para sostener que una cosa o una acción es buena o mala. Esto es, para justificar el
enunciado «x es bueno».
Tanto para un caso como para el otro, subyace la idea de que es posible una
justificación ética de la conducta humana de tipo objetivo, y no meramente relativista o
subjetivista, y que la acción moral no es ajena a la racionalidad.

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