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El psicólogo educativo tiene como misión el estudio del comportamiento humano en el contexto
educativo, en su sentido más amplio. Centra su intervención profesional en el desarrollo de las
capacidades de las personas, las instituciones y grupos.
Su campo profesional también está asociado con los procesos cognitivos presentes en el
aprendizaje, abarcando el nivel personal, social, biológico, entre otros.
No obstante, se tiende a confundir el ámbito “disciplinar” del psicólogo educativo con otras
profesionales que actúan en el área educativa, como pedagogos, orientadores o psicólogos clínicos
infantiles.
Interviene ante los requerimientos educativos de los alumnos: Se encarga de detectar, con
antelación, las necesidades educativas de cada alumno, para diseñar un plan de acción
que mejore la experiencia formativa de los mismos, así como otras habilidades
psicológicas cómo la de aprender a estar sólos.
Puede orientar y brindar asesoraría profesional: Identifica las capacidades, talentos y
vocaciones de los alumnos o las personas, para potenciar asertivamente el alcance de los
objetivos profesionales y la toma de decisiones.
Prevé medidas para evitar posibles problemas: Conoce el contexto familiar e institucional
en el que se desenvuelve el alumno, para elaborar un diagnóstico sobre la actuación de los
entes que participan, con el fin de evitar problemas en la experiencia educativa.
Intervención socio educativa: Estudia cómo el ámbito social extra escolar influye en la
vida académica del estudiante e interviene en aquellos que puedan mejorar la educación.
Propone modelos educativos: Asesora a la familia y crea modelos educativos familiares
para aumentar la calidad de vida.
Asesora a padres de niños no escolarizados: Atiende a los padres de los niños
escolarizados, a fin de crear estrategias integrales o terapias de primer nivel con la familia.
Ejerce funciones de investigación y docencia: Investiga sobre teorías educativas y del
ámbito de la psicología en general, para explicar el comportamiento educativo particular,
así como apoyar las orientaciones y procedimientos a seguir en casos complejos.
2- Es necesario delimitar las funciones con base en sus competencias profesionales. Es inadmisible
que las administraciones públicas reconozcan a este profesional como orientadores o
psicopedagogos.
3- El psicólogo educativo debe estar presente en todas las instituciones educativas con avales de
postgrado en esa materia y con una praxis en la región europea.
5- Existe un escaso apoyo de recursos para el desarrollo de esta rama científica, por lo que los
aportes teóricos en materia educativa son cada vez menores.
En conclusión, por una parte, se trata de un profesional con funciones bien específicas, capaz de
intervenir eficientemente en los procesos de mejoramiento de la calidad educativa de todos los
estudiantes y, por otra parte, es un profesional poco reconocido por la comunidad.
La intervención psicopedagógica ayuda a los niños y a los adolescentes a potenciar sus fortalezas y
a desarrollar sus áreas de mejora. Tiene la finalidad de obtener un mejor rendimiento tanto
académico como personal.