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El objeto a, el objeto perdido y el objeto a encontrar.

Los objetos de la pulsión son objetos


contingentes, no como en la naturaleza que hay un objeto predeterminado. Es un objeto que
puede ser cualquier cosa. Las pulsiones no existirían si no fuera por el lenguaje.

La búsqueda del objeto y el objeto que buscamos depende de los discursos que tengamos
internalizados. Por eso es que todos somos singulares. Esto se visualiza de mejor manera con
la seualidad.

“no existe relación sexual” no quiere decir que no haya relaciones sexuales. Existe una
disyunción con el otro a la hora de lo sexual y es un encuentro desencontrado, cada cual busca
satisfacer su propia pulsión.

Las maneras de definir el objeto a son bastante diversas:

“lo que queda por decir”. Para Lacan no hacemos nada, ni tenemos nada, ni pensamos nada, ni
sentimos nada por afuera del lenguaje. Estamos capturados en la estructura del lenguaje y no
salimos de ahí. Es una manera medio poética de decir que nosotros buscamos ese objeto a
futuro, y el hecho de que nosotros sigamos hablando es una forma de ver esa búsqueda en
términos discursivos. Lo que queda por decir, siempre va a dejar al sujeto en falta. Si
homologamos la vivencia con un discurso, vamos a ver que donde termina la vivencia termina
el discurso. Todo lo que vivimos es discursible, la vida es un discurso, una narrativa.

“es causa de deseo”. El objeto a, aquí se asocia con el objeto perdido. Nosotros hemos perdido
dos paraísos, la vida intrauterina y la completitud bebe mamá. Es causa de deseo porque es el
objeto perdido, cuando uno pierde el principal objeto queda en falta, y la falta es el motor del
sujeto. La falta genera deseo. Si no hay prohibición o algo que falte, no habrá deseo. El deseo
tiene dos condiciones para existir primero es su instalación, (función materna) y luego se
mantiene a partir de la prohibición (función paterna)

“es atractor de la transferencia”. Hay un imaginario inconsciente de que el objeto a lo tiene el


analista. Esto se manifiesta a partir de la adjudicación de valores sobre el analista, con la
atribución de un saber, de un prestigio, de una experiencia, por el consultante cual se va a
“curar.” Cada vez que logramos conseguir un objeto, el objeto cae y buscamos nuevos objetos
de interés.

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