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Acodado Sobre La Mesa Del Vagón Comedor
Acodado Sobre La Mesa Del Vagón Comedor
Acodado sobre la mesa del vagón comedor, veía pasar sin más los
Ni que, ni por que; ni esto, ni aquello; nada por agregar, o por decir; y sin
embargo; algo, mientras todo parecía irse hacia atrás como el tiempo; como
huía…. Pero sin que nadie me lo pregunte, sentía este nuevo moverme,
Esa sensación que nadie podía percibir, y que sin embargo tanto me
molestaba, era ya como un huésped bien conocido. Una visita azarosa y sin
En esta época del año, San José parecía explotar en infinitos tonos de
Para estas horas, Dorinda estaría hundiendo sus manos en el amasijo tibio.
Cuantas veces la había visto... como quien en silencio, admira una pintura
Cruzados los brazos tras la nuca, callado, para que no se diese cuenta que
la contemplaba; casi sin hacer ruido al respirar, para que nada alterara el
cocina, cada día, asistía a aquel humilde banquete con que mi estima se
justificarme.
Si, probablemente no se permitiese derramar ni una lagrima. Lo cierto, era
costado, (aunque me sabia aún, lejos de un punto neutral) digo… todo ese
una culpa.
sentía que yo igualmente, (tal vez por primera vez)… me alejaba de mí.
El largo y repetido sonido de la bocina del tren, me saco por unos instantes
II
Como todos, tenía mis referentes. Indico… “referente”, algo que por
abarcar ese “todo” con el que comencé este segmento del relato, en el cual
traslado (para presentarles) personas, que de alguna mera han dejado una
fuerte impronta en mí, y que hoy puedo denominar “referentes”, y entre los
para ello; diría para ser fiel a su estilo, que ostentaba la gracia de una
persona común.
No solo la lucía; la enarbolaba, la hacía brillar (aun cuando la mayoría,
escapaba de esa región habitual) como quien hace brillar ante sus
el café del barrio (o el bar) era el foro puntual donde se reunían diferentes
tres grandes clases que nucleaban a todas las otras sub clases posibles a
serían las mismas, que las de un café en Palermo, sin embargo si estas tres
conformaban aquel coro, y que eran tres; la barra chica, que era aquella
que oscilaba entre los dieciséis y los dieciocho años y en donde sus
caso) y que solían encontrarse sobre todo, cerca de los fines de semana, es
decir los viernes o sábados, generalmente por la tarde, y que servía para
ponerse de acuerdo en que se iba a hacer por ejemplo a la noche, o en los
Y la última, que era la barra mayor, la barra de los mayores del barrio,
un poco el hilo que nos trajo hasta aquí) tener un referente como fue Pico.
simples y claras, con las que construía sus puentes, hasta con sujetos como
yo, a quien con algunos años menos, trataba con el respeto de un par,
Digo de escucharlo, porque como dije antes había una diferencia de edad y
Hoy entiendo que él, seguro deducía el momento de transición por el que
sucesivamente.
Hoy puedo recordar con sonrisa cada una, o alguna de aquellas cosas, un
cualquier mesa vacía, sin que esto sin entrar en reflexiones misteriosas, ya
que el mismo era un lugar público; pero…. (¿Siempre hay un pero no?)
mesa doble del fondo, aquella que casi se pega a la vasera , casi cerca de la
posible .
Entender este secreto que nadie te diría, era fundamental para el comienzo
de un rango básico.
Para que comenzaran a mirarte, como a alguien que acepta y respeta una
Con esta idea perfectamente clara; mi consigna era, que no tardasen mucho
en darse cuenta de ello, y para eso intentaba cosas como llegar temprano,
con detenimiento.
Más allá de quien sería; esperaba verlo atravesar la pesada doble puerta de
le cedería mi lugar.
ocupar esa mesa, que yo, ya habría levantado mi posillo vacío y el diario
Tal vez, justo en ese giro, hasta descubriese una incipiente mueca de
Y fue precisamente con Pico con quien se cristalizo aquel propósito para el