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Hechos Históricos Descripción
200 a.c Galeano cataloga a las personas por tipos de
temperamentos: sanguíneo, melancólico,
Colérico. (Aragón L.E 2015)
1200-1300 Se desarrollan los primeros test para evaluar
las
consecuencias del daño cerebral. (Aragón
L.E
2015).
Prueba de Inteligencia Psicométrica A principios del siglo XX. Así, en
Binet-Simon (Francia) 1905 colaboración
con Simon, Binet elaboró su primera prueba
de
inteligencia en 1905 en 1911 fue su última
revisión y definitiva, Es la primera prueba
realmente psicométrica en la historia de la
psicología
Robert S. Woodworth Desarrollo un nuevo tipo
(Primera Guerra Mundial) de prueba que permitiera evaluar la
1914 - 1918 estabilidad
emocional de los soldados. Este
test, su Personal Data Sheet, introdujo un
conjunto de preguntas con respuesta
positiva o
negativa, en este trabajo asentó las bases
para el
desarrollo de los test de evaluación de la
personalidades posteriores. Meneses, J
Wechsler - Presenta la primera edición Esta prueba consta de cuatro puntuaciones
de su prueba de inteligencia para precisas (Comprensión Verbal,
adultos (WAIS) 1939 Razonamiento
Perceptivo, Memoria de Trabajo y
Velocidad de
Procesamiento), y una quinta que se
denomina
Cociente Intelectual Total que ha sido
introducida
con el paso del tiempo para complementar
esta
prueba. Aragón, L. E. (2015)
Actitudes Psicoambientales
El proceso de formación de actitudes ambientales se asume como un proceso formativo e
integrador y dimensión del proceso docente educativo en el que se conjugan la concientización
ambiental, la valoración proambiental y la elaboración constructiva, que determinan una
actuación proambiental
Dentro de los aspectos que la Psicología Ambiental aborda, las actitudes ambientales se
constituyeron desde un inicio en un objeto de estudio privilegiado (Aragonés & Amérigo, 1991).
Las actitudes ambientales son definidas como sentimientos favorables o desfavorables que las
personas poseen hacia alguna particularidad del medio físico o hacia problemáticas relacionadas
con este (de Castro, 2000). En esa línea, de acuerdo con Corral Verdugo (2000) este tipo de
actitudes remite a disposiciones valorativas que resultan imprescindibles para comprender cómo
y por qué las personas actúan de una forma pro o anti-ambiental.
Por su parte, Pol et al. (1999) sostienen que el estudio de las actitudes ambientale parte de la
comprobación de que el entorno físico y las representaciones del mismo son objetos sobre los
cuales las personas poseen determinadas creencias y valoraciones, tanto positivas como
negativas, y que esto en su conjunto influye en la manera en que las personas se comportan y
relacionan con su entorno. Existe una controversia respecto al hecho de si las actitudes pueden, o
no, predecir la conducta proambiental. Así, algunos indican que actitudes proambientales tales
como la preocupación ambiental no son buenos predictores de conductas de cuidado ambiental
(Aragonés, 1990; Murga Menoyo, 2008). Respecto de esta supuesta falta de correlación entre
ambas variables, Berenguer, Corraliza, Moreno & Rodríguez (2002) afirman que puede deberse a
motivos de naturaleza metodológica vinculados con la generalidad a través de la cual es evaluada
la actitud y la especificidad que revisten las conductas.