Bienvenidos hermanos a la Santa Eucaristía. La palabra de Dios no siempre
encuentra una audiencia dispuesta a acoger el mensaje de la vida y a reconocer al Señor en unos signos tan sencillos como son el pan y el vino.
Es por ello que los que acogemos la Palabra con fe y amor estamos llamados a predicarla con nuestras vidas.
Les invito a ponerse de pie para iniciar nuestra celebración cantando.
Primera lectura (Ezequiel 2, 2-5)
El mandato de Dios al profeta es claro. Ezequiel recibe su misión con alegría, a pesar de que tiene que enfrentarse a un pueblo de duro corazón y de oídos sordos. Escuchemos con atención.
Salmo responsorial (Salmo 122)
El al salmo respondemos diciendo: “Misericordia, Señor, misericordia”
Segunda lectura (Corintios 12, 7b-10)
Pablo confiesa a los Corintios las "debilidades" que experimenta en su vida, fortalecido siempre por la esperanza en la ayuda de Dios. Escuchemos.
Evangelio (Marcos 6, 1-6)
Después de resucitar a la hija de Jairo, en Cafarnaún, Jesús va a su pueblo, Nazaret. Allí se encuentra con una acogida fría de un pueblo incrédulo. Les invito a ponerse de pie para escuchar la proclamación del Santo Evangelio.