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XVI. GLOBALIZACION Y REFORMA: VISION DE CONJUNTO =x La Urtima pecapa del siglo xx América Latina habfa alcanzado el final de “=a era, Los paises que tenfan las economfas mas avanzadas habfan experi- =entado una revolucién industrial, y muchos de los demas habian tendido a sezuir su ejemplo. El impulso de esta revolucién fue el deseo de independen- ©: se afirmaba que la economfa internacional estaba basada en una forma = “neocolonialismo” porque se intercambiaban materias primas y produc- s agricolas basicos por costosas importaciones industriales, y se pensaba =e tal intercambio suponia una subordinacién a los intereses del mundo Ssarrollado. Los pafses latinoamericanos debian, pues, industrializarse para ~eerarse de esta dependencia. Sin embargo, sdlo el Estado pedis disponer = pos re recursos necesarios para dirigir esta 0 fa competencia de es s=portaciones por elevados aranceles aduaneros (véase el capitulo 1%, pp. *99-367). Esta era de nacionalismo econémico orientado al interior terminé = los afios ochenta, cuando el proceso de desarrollo dirigido por el Estado * vino abajo y dejé una deuda exterior inmanejable y una violencia inédita. La causa fundamental de este desastre fue que los gobiernos habian in- “eatado proteger a sus cambiantes sociedades contra los impactos de la in- “sstrializacién rapida aumentando el gasto puiblico, pero con el tiempo este ==sto acabé por superar la produccién hasta el punto de que la tnica mane- == de sostener el crecimiento econ6mico era contrayendo deudas crecientes =en bancos extranjeros. Aunque este problema ya era evidente a mediados los afios sesenta, ningtin gobierno adquirié suficiente autoridad para re- ediar la inflacién desorbitada y los inmensos déficit ptiblicos. Asi, en un ==is tras otro las fuerzas armadas intervinieron para restablecer la disciplina al y reducir la inflacién, pero lo hicieron en un momento en que la Revo- “scién cubana habfa motivado a la izquierda radical a adherirse a la lucha =mada, y el consiguiente choque ideolégico condujo a la guerra civil en mu- os paises y a una grave intranquilidad en la mayoria de ellos. No obstante, ese a haber vencido a los guerrilleros marxistas, las dictaduras militares y ss “regimenes autoritarios burocraticos” no pudieron estabilizar la econo- ~ a. por Jo que también recurrieron al endeudamiento y el gasto para con- “ervar cierto grado de aceptacién publica. El resultado fue una inflacién des- Secada y, con el tiempo, la ruina financiera (véase el capitulo x). A principios de los aiios ochenta casi todos los paises se atrasaron en el 557 558 HACIA UNA NUEVA ERA. pago de intereses sobre sus inmensas deudas externas, lo que practicamente paraliz6 el crecimiento econémico en los afios que siguieron. (Se llegé a lla- mar a los afios ochenta “la década perdida”.) La situacién empezé a cambiar en los aiios noventa, después de que el gobierno estadunidense patrociné una serie de acuerdos que culminaron en 1989 con el Plan Brady, que permi- tfa la cancelaci6n de una parte de la deuda y la consolidacion del resto me- diante nuevos préstamos y la emision de obligaciones con de ros recortes del gasto ptiblico, la privatizacién de las industrias del Estado, la adopcién de tipos de cambio competitivos y la apertura del mercado inter- no a la competencia extranjera reduciendo los aranceles aduaneros y los sub- sidios a los productores nacionales, Este programa reflejaba un acuerdo en- tre los encargados de la elaboracién de politicas piiblicas en América Latina sobre la necesidad de liberalizar y estabilizar la economia (el “Consenso de Washington”), también habia acuerdo sobre las reformas institucionales ne- cesarias para promover la rendicién de cuentas democritica, y sobre la im- portancia de dirigir el gasto social con mas eficacia a los pobres. El proble- ma consistfa en lograr el equilibrio entre liberalizacion econémica, reforma de las instituciones y reduccién de la pobreza y, como ocurria siempre en un continente tan grande y diverso, no todos los paises pudieron alcanzar las tres metas con éxito: los gobiernos centraron sus esfuerzos principalmente en la estabilizacién econémica aplicando lo mejor que pudieron el programa de “ajuste” del Fondo Monetario Internacional. La receta del rat no tardé en dar resultados en los afios noventa: las tasas inflacionarias bajaron a cifras de un solo digito, se redujeron los déficit pti- blicos y los aranceles y subsidios desaparecieron gradualmente. La nueva apertura a la economia mundial atrajo inversiones de multinacionales que compraron las sobrecrecidas empresas estatales, racionalizaron su funcio- namiento y las hicieron mas productivas, mientras que bancos de inversion extranjera inyectaron capital privado muy necesario en los mercados finan- cieros “emergentes” de la regién. De hecho, las reformas del ear contribuye- ron al proceso de “globalizacién” —la reduccién de la regulacién estatal en todo el mundo para permitir un comercio més abierto y una circulacién mas libre de capitales entre los paises—, cuyo efecto general fue devolver a Amé- rica Latina el lugar que habia ocupado en la economia mundial entre las dé- cadas de 1870 y 1940, la época de liberalismo econémico anterior a la 1st. De nuevo habia que buscar el desarrollo haciendo crecer las exportaciones me- diante el aprovechamiento de la ventaja comparativa de los pafses latinoame- ricanos sobre los competidores; por ejemplo, la mano de obra barata o recur- sos naturales como productos agricolas, petréleo, gas, minerales e incluso, en algunos casos, productos industriales. Sin embargo, ademas de beneficios la globalizacién trajo problemas. La liberalizacién de la politica cambiaria GLOBALIZACION Y REFORMA: VISION DE CONJUNTO 559 facilité en una medida sin precedente la entrada y salida de capitales de los mercados, y la revolucién informatica de los noventa permiti6 a los corredo- res de bolsa de Londres, Nueva York 0 Tokio negociar en monedas, valores 0 productos en cuestién de minutos. En consecuencia, los gobiernos perdieron gran parte de su capacidad para gestionar la economia, y los paises se volvie- ron mas vulnerables que nunca a las fluctuaciones de lejanos mercados de valores. En 1994, por ejemplo, los inversionistas extranjeros reaccionaron a la agitacion politica en México retirando capitales, lo que hundio al pais en una recesi6n inesperada. Esta volatilidad era motivo de preocupaci6n particular en América Lati- na, donde desde los aiios sesenta la inflacién habia causado tanto dafio. Mu- chos paises trataron de estabilizar sus monedas fijando de diversas maneras la paridad con respecto al délar estadunidense. Argentina consagré en la ley la convertibilidad a la par del peso con el délar; Ecuador, Panama y mas tar- de El Salvador adoptaron el délar como moneda propia, mientras que otros paises permitieron las operaciones financieras en délares en sus mercados internos. Sin embargo, la “dolarizacién” también entrafiaba peligros porque la flexibilidad cambiaria era importante para hacer frente a las fluctuaciones internacionales, como descubrié Brasil en 1998 tras haber retrasado dema- siado la devaluacién de su moneda sujeta al délar, y Argentina tres afios des- pués, al seguir ateniéndose al délar hasta que fue demasiado tarde para pre- venir un desastre financiero que practicamente arruin6 la economia. La busqueda de desarrollo estable alenté la creacién en los afios noventa de zonas de libre comercio destinadas a estimular el crecimiento general. En 1994 México se unié a los Estados Unidos y a Canada en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (rLcan), avance que promovié otras alianzas, como el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay), la Comunidad An- dina (Colombia, Peri, Ecuador y Bolivia), y el Mercado Comin Centroame- ricano (Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala). E] mo- delo citado con frecuencia para este tipo de asociaciones fue el de la Unién Europea (ve), pero ningtin pais latinoamericano era lo bastante rico para destinar recursos a la inversi6n en infraestructura y proyectos sociales de socios mds pobres, a diferencia de lo que ocurria en la ur, y tampoco era pro- able que surgieran instituciones comunes en el futuro inmediato, dada la persistencia de las rivalidades econémicas entre los Estados miembros. En diciembre de 1994 la administracién estadunidense auspicié en Miami la primera Cumbre de las Américas, en la que los participantes acordaron negociar un Area de Libre Comercio de las Américas (atca), pero ésta no se materializ6 en 2005 como se habia previsto. En cuanto al Mercosur, tras un comienzo favorable, las crisis financieras sufridas entre 1998 y 2002 por Bra- sily Argentina lo frustraron: el comercio en el grupo cay6 a la mitad y ya nun-

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