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La Jurisprudencia está integrada por las decisiones de los tribunales, que se

conforman, sea en las denominadas “constantes” cuando se hacen repetitivas


sobre un asunto, caso o materia específica; o de “principio” cuando establece
por su importancia “doctrina judicial” en ese solo caso. La función de la
jurisprudencia como fuente de derecho depende de las diferentes épocas, de
las materias objeto de regulación, de los hechos, de la antigüedad de los
textos, de los métodos de interpretación, entre otros factores; por lo tanto, la
noción de jurisprudencia es indeterminada y aleatoria.
La jurisprudencia y la ley son complementarias entre sí y tienen elementos
comunes porque la primera llena los vacíos normativos de la última en el caso
del procedimiento de control de constitucionalidad de las omisiones legislativas;
en este procedimiento se suple la ausencia de regulación con dos clases de
fuentes jurisprudenciales de derecho: los principios constitucionales y la
interpretación que garantice el juez constitucional para que las leyes puedan
tener eficacia concreta, se sometan a la constitución y se fortalezca de este
modo la protección de los derechos.
Por jurisprudencia entendemos los antecedentes judiciales, es decir, la manera
como los tribunales de la República han venido aplicando, a casos
individualizados, las normas jurídicas. En este caso el aporte es particularmente
significativo por cuanto podemos, considerando principios como el de la
uniformidad de la jurisprudencia y el de la expectativa legítima, esperar que los
tribunales apliquen a nuestro caso, de la misma forma como lo han venido
haciendo en otros casos, una determinada norma jurídica.

La supremacía normativa de la Constitución determina la obligación de los


Jueces de considerar en los análisis de cualquier disputa contractual las
cuestiones constitucionales que se vinculen a la misma

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