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EXCAVANDO aia) Dee cy Cee Coa) Deena) Pca y Dee mrt a See TMC) Peet et Ce OTe a ee eo ead (eee ee DeLee) eee et See PCR ey Coco mucha emocién. Es como abrir un Cer Ro tessecreConr cee OSS one neem} PSone Cornea Crees ie Peeper ete tea toe) EMC oma cece tenet Peron sce ese Rete if Cee t eect ty. | Pero, la arqueologia va mas alld de EEN oe Recreate d OSes ences) Ponies ep roe e Meenas | de excavaciones y por medio del estudio Coenen Ue roa em itT COR sok ea aCe Ee PERC R UCL MTS Len) OO TUOk SSS Or ba Tenia) muchas historias reunidas en ella. Soon as ee eer Menge CO aiebe ccm eR cren an ODEN oa ue Cotes | BSS OD Moose Recker oa) de este libro una lectura tanto placentera Conn nT nty ees bao S01) La arqueologia y las increibles Rien MRI) wy nD Propiedad de la BIBLIOTECA INSTITUTO ADVENTISTA JUAN B. ALBERDI 1001 LN. Alem - Misiones. S.5f1 EXACAVANDO *VERDAD ASOCIACION CASA EDITORA SUDAMERICANA. Av. San Martin 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina Excavando la verdad Rodrigo P. Silva Titulo del original: Escavando a verdade. A arqueoiogia e as incriveis histérias da Biblia, Casa Publicadora Brasileira, Tatui, S30 Paulo, Brasil (2007). Direcci6n y traduccién: Walter E. Steger Disefio de la tapa: Nancy Reinhardt Disefo del interior: Veronica Leaniz lustracion de la tapa: Shutterstock Libro de edicion argentina IMPRESO EN LAARGENTINA - Printed in Argentina Primera edicion MMXil~ 444 Es propiedad. © 2007 Casa Publicadora Brasileira, © 2011 Asociacién Casa Editora Sudamericana. ‘Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723. ISBN 978-987-567-887-3, ‘ive, RoaioP ‘Cxcavando a verdad / Rode P. Siva / Dd po War E. Sieger “Panda Asoo Cata Eatera Sudamericana, 2012 W781: 21x Hon. Tratucio por: Wale Stager I9@N 979-067-567.887:3 | arguetogia tn Steger, Water Et I Stoner Waller E, Yad TAU, 00500: Se terminé de imprimir el 12 de enero de 2012 en talleres propios (Av. San Martin 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires). Prohibida la reproduccién total o parcial de esta publicacién (texto, imagenes y disefio), su manipulacion informatica y transmisién ya sea ‘lectinica, mecénica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo det editor. soerss. Indice Introduccién. 1. Historia de la arqueologia DIbLICA ....ccssnesncnennenne 7 2. sPodemos creer todavia en la Biblia? 3. Nociones bésicas de arqueologia. 4, Cémo son datados los hallazgos... 5. Las huellas de Adén... 6. 7 8, 9. . Historias importantes... - Testimonios del diluvio . Babel y los patriarcas .. . José en Egipto... 10. Moisés y el éxodo. 11. La conquista de Canaén 12. Las vietorias de Josué... oars roe eves HO 13. Reyes para Israel. , a seen 19 14, Portavoces de Dios. 130 15. Descubriendo el caUutivetio....csscsessessesneseeneseenes 136 16. gPodemos confiar en el texto BADIICO? .....--- 146 17. La arqueologta y Jestis..escscscsstenotnnennieetenetesees 156 18. En los pasos del Maestro 165 CGICHBLSE, parses eartnessvmsesqacesercemeaeet ever tetcncan LYS. Macedonia ‘Tegsalonica Galicia aia Menor. Chine? Mar Mediterraneo Introduccion iParticipar de una excavacién arqueolégica es una experiencia que produce mucha emocién! Es como abrir un antiguo batil y encontrar fotografias y objetos de alguien a quien amas, pero que hace mucho tiempo no ves. Monedas, lamparas y trozos de cerd- mica son solamente algunos de esos recuerdos que nos traen a la memoria la historia bfblica y nos hacen sentir que todo lo que esta en ella es real Fue justamente para compartir con el lector un poco de esa ‘emocion arqueolégica” que escribf las paginas que siguen. No se trata de un libro técnico, mucho menos exhaustivo. Aqui hablare- mos sobre las evidencias del Antiguo Testamento y de la vida de Jestis en el Nuevo Testamento. Tal vez el lector se sorprenda con el uso repetido de expresio- nes como “posiblemente”, “puede ser que” y otras similares, utili- zadas con frecuencia en este libro. Pero, no te asustes, el lenguaje académico es asf, no gusta de muchos dogmatismos. Y, al tratarse de una obra de divulgacién, debe optar por el uso comedido de los conceptos y de las interpretaciones La arqueologia, como sabrés, es una rama de la ciencia que intenta recuperar el ambiente histérico y la cultura de los pueblos antiguos, a través de excavaciones y por medio del estudio de docu- menios dejados por ellos. En términos disciplinarios, es importante diferenciar la arqueologia historica (y, especialmente, la “biblica”) de aquella llamada por algunos arqueologia prehistorica, cuya desig- nacién més apropiada serfa paleologia o paleontolog{a. La primera tiene que ver con el conocimiento cientffico acerca de las antiguas ci- vilizaciones, mientras que la otra se interesa més por aquellas formas de vida llamadas “primitivas”, que desde otra perspectiva podrfan llamarse “precatastr6ficas” 0 “prediluvianas”, pues vivieron antes del gran diluvio que cubrié toda la Tierra. Su itinerario, por lo tanto, es marcado por el estudio de rocas, fésiles y evidencias que apuntan un catastrofismo universal, responsable, incluso, por la extineién de los 6 EXCAVANDOLA VERDAD Este, por lo tanto, no es un libro de paleontologfa. No discute el tema de los hominidos, ni entra en el debate entre el Creacionismo y el Evolucionismo de las especies. El objetivo es mostrar cémo la arqueologia de Medio Oriente ha contribuido al estudio de la Santa Biblia y a la confirmaci6n de muchas historias encontradas en ella. Wayne Jackson ya habia sistematizado muy bien las cinco princi pales contribuciones de la arqueologia en relacién con la Biblia, ent sus mis de dos siglos de existencia, Jackson afirma: “La ciencia de la arqueologia es una gran benefactora para los estudiosos de la Biblia. La arqueologia ha: (1) ayudado en la identi- ficaciGn de los lugares y el establecimiento de fechas, (2) contribui- do para mejorar el conocimiento de las antiguas costumbres y los, idiomas oscuros, (3) arrojado luz sobre el significado de numero- sas palabras biblicas, (4) aumentado nuestro entendimiento sobre iertos puntos doctrinarios del Nuevo Testamento, (5) silenciado progresivamente a ciertos criticos que no aceptan la inspiracién de la Palabra de Dios”! Al leer este libro, podrés ver con detalle vada uno de esos ele- ‘mentos y, principalmente, como ayudan a confirmar la veracidad del texto profético. Es claro que no se puede, a través de la arqueologia, determinar conceptos doctrinarios como la divinidad de Cristo 0 la futura resurreccién de los muertos. Esos son elementos que requie- ren fe. Tampoco se trata de decir que la arqueologia “confirma” la Biblia, en el sentido de ser superior a la Revelaci6n. A fin de cuentas, la mayor confirmacién debe provenir de Dios, que es el verdadero autor de las Escrituras, y no de cualquier estudio humano. Pero la arqueologia contribuye a nuestro intelecto y nos ayuda a encontrar evidencias que demuestran aquello que creemos. El raciocinio aqui es muy simple: si la historia que presenta la Biblia ¢s real, jla teologia que esta detrés de ella también lo sera! Ms importante, entonces, que descubrir la historia de Dios, es descubrir al “Dios de la historia” y verificar que él es tan real, que casi se lo puede tocar. Referencias * Wayne Jackson, Biblical Studies in the Light of Archacology (Montgomery: Apologe- ties Press, 1982), pp. 4 5. Historia de la arqueologia biblica CAP LOW Decir exactamente cudndo comenzé la arqueologia biblica no es tarea facil. En realidad, desde los primeros siglos de la Era Cris tiana ya habia varias personas que se aventuraban en el arte de sacar de la tierra tesoros relacionados con la historia de la Biblia. ‘Sus métodos, sin embargo, eran un tanto cuestionables. No posefan una técnica formal y el fervor eclesidstico les hacia ver cosas que no existian, Helena, la madre del emperador Constantino, fue una de esas “pioneras” (si es que podemos considerarla asi). Ansiosa por “redescubrir” los lugares por donde Jestis anduvo cuando es- tuvo en esta Tierra, Helena partid, a los 78 afios de edad, rumbo a Palestina. Pero, los relatos de su viaje estén repletos de leyendas y episodios que confieren poca o ninguna credibilidad a sus supues- tos hallazgos. No se sabe con certeza cual fue su participacién real en la iden- tificacién de ciertos lugares biblicos, pero el hecho es que algunas iglesias fueron construidas por orden de ella para marcar, por ejem- plo, el lugar del nacimiento de Cristo en Belén y el de su agonfa en el Monte de los Olivos. Los textos de Eusebio de Cesarea,’ historiador oficial de Cons- tantino, cuentan parte de ese emprendimiento de excavaciones. Sin embargo, fue sobre la base de sus narrativas que posteriormente surgié una tradicién medieval que ligaba el descubrimiento de los. lugares santos con la presencia de Helena en Jerusalén. Seguin de- cfan, una revelacién divina la hizo encontrar el lugar del Calvario. ‘A medida que quitaban los escombros, las marcas de la crucifixién y la cueva del Santo Sepulcro iban surgiendo a la vista de todos. Entonces, subitamente, alguien descubrié un pozo maloliente en el que habia tres cruces. El obispo Macario, que acompafiaba el proceso por mandato de Constantino, oré a Dios para que revelara cual de esas cruces era la cruz de Cristo. Entonces, trajeron a una mujer enferma y Ja hicieron recostar sobre cada una de las piezas de madera. Cuando su cuerpo tocé la tercera, ella fue sanada y, asf, entendieron que se trataba de la legitima cruz de Cristo. 8 EXCAVANDO LA VERDAD La Piedra Roseta Fue recién a partir de finales del siglo XVIII que la arqueologia de las tierras biblicas pas6 a tener criterios de mayor rigor cien- tifico. Todo comenz6 con lo que parecia ser el mayor fracaso de las conquistas napoleénicas: su derrota en la campafia de Egipto (1798-1799). Con el propésito de interceptar la ruta comercial de Inglaterra con el Oriente (India), Napoleén planeaba invadir Egipto y convertirlo en colonia francesa, desde donde pudiera atacar a los ingleses. A pesar de no haber tenido mucho éxito en sus planes, Napo- leén llevo de vuelta a Paris una gran coleccién de piezas antiguas que sus hombres habjan encontrado, y eso provocé una eferves- cencia académica en torno al Antiguo Egipto. Es que en medio del ejército francés habia un verdadero “batallén” de 175 cientificos e historiadores que tenfan a su cargo la tarea de mapear y describir el territorio egipcio, tanto para fines académicos como militarcs. Sus anotaciones y disefios fueron compilados y se transformaron en una enciclopedia de 24 tomos, titulada Déscription de U'Egypte [Descripcién de Egipto] (1809-1813). Esa obra sirvid de “trampo: lin” para toda la arqueologia moderna, incluso la egiptologia. En medio del vasto tesoro de antigiiedades que los solda dos de Napoleén desenterra- ron, estaba una placa de basal- to trilingiie con inscripciones cn jeroglifico (solo se preser- varon 14 lineas), demético (32 Iineas) y griego (52 Ifneas). El extrafio objeto fue encontrado por un oficial francés en la ciu- dad de Rachid (Roseta), que estd ubicada al oeste del Delta del Nilo, y fue entregado pos- teriormente al ejército inglés como despojo de guerra. En virtud de esto, el famoso des- cubrimiento, que seria cono- cido como la “Piedra Roseta”, fue transferido a Inglaterra y hoy puede ser visitado, n Pedra Rosca, descubierta en Bgipto por "YP een soldados de Napotedn, en 1798 HISTORIA DE LA ARQUEOLOGIA BIBLICA 9 Francia, sino en el Museo Briténico, en Londres. Lo irdnico, sin embargo, es que termind siendo un francés, Jean-Francois Champollion, el responsable de la interpretacién y traducci6n del hallazgo. Partiendo como base del griego, que ya era conocido y facilmente traducible, Champollion entendié que se tra- taba de la misma inscripcién en tres idiomas y, de ese modo, cre6 la clave que permitié descifrar a antigua lengua de los cgipcios (Geroglifica y demética). Moisés seguramente aprendié a hablar en egipcio y a escribir en jeroglificos, dado que, segtin el testimonio de Hechos 7:22, “fue ensefiado [...] en toda la sabiduria de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras”. Esta fluidez para hablar en egipcio, cla- ramente, fue perdida luego de los cuarenta afos que pasé en el desierto de Madin, pues, segtin las Escrituras, Moisés lleg6 a ser “torpe de lengua” y necesité la ayuda de su hermano como intér- prete delante de Fara6n (Exo. 4:10-17). El jeroglifico que aparece en la piedra era la forma més antigua de escritura en egipcio, utilizada antes de la primera dinastia.* En- tonces llegé el demstico, una forma més simple de escribir, popu- larizada cerca del afio 700 a.C.* Después de eso, ambos sistemas de escritura caerfan en desuso y su significado quedé completamente perdido hasta los dias de Champollion. Gracias al trabajo de ese fildlogo, se supo que el texto era un decreto de los sacerdotes de Menfis en el que conferian honras di- vinas a Tolomeo V, Epifanes (195 a.C.). Esto sucedié poco tiempo después de que Egipto habia perdido el control de las tierras de Palestina. Para los que se interesaban en las historias biblicas como el éxudo y la petegrinacién de los hebreos rumbo a la Tierra Prome- tida, tal descubrimiento significaba la clave de acceso a un pasado remoto que, gracias a las excavaciones arqueoldgicas, podria llegar a ser accesible y comprensible a los que vivian cronolégicamente distantes de aquellos fantdsticos acontecimientos. Asi, el hallazgo de la Piedra Roseta puede ser considerado como el inicio hist6rico de la arqueologia biblica moderna. ‘Un despertar religioso El descubrimiento realizado por los oficiales de Napoledn oct 1rié en medio de un clima de bastante entusiasmo en relacién con el estudio de las Escrituras cristianas. Con el aprisionamiento y el destierro del papa Pio VI (ocurridos justamente en 1798), eruditos de toda Europa se sintieron libres para estudiar y predicar las doc- 10 EXCAVANDO LA VERDAD trinas biblicas sin el riesgo de ser perseguidos como herejes por el Santo Oficio. De ese modo, el final del siglo XVIII se caracteriz6 por un gran despertar religioso que invadié toda Europa y los Esta- dos Unidos. Las iglesias protestantes, sintiéndose compelidas a la actividad misionera, fundaron escuelas y sociedades biblicas, para sustentar las misiones y distribuir ejemplares de la Biblia en todo el mundo. El escepticismo, aunque defendido ardorosamente desde la lle- gada de las corrientes iluministas, ya enfrentaba el cuestionamiento de otros intelectuales que, aunque reconocian las exageraciones de la eclesiologfa medieval, continuaban creyendo en un Dios creador y en la confiabilidad historica de las Sagradas Escrituras. Galileo, Copérnico, Leibnitz y Cuvier son solamente algunos de los muchos académicos que se declaraban fervorosos cristianos, a despecho de Jas eriticas racionalistas de su tiempo. Un hecho curioso, que ilustra el clima de aquella época, suce- dié con Voltaire, un defsta que, aunque no se proclamaba ateo, era anticristiano y critico absoluto de la historicidad biblica, Enemigo intelectual de Isaac Newton y Blaise Pascal (que también habian defendido la fe cristiana), Voltaire llegé a definir 1a Biblia como una creencia anticuada, que desaparecerfa en menos de un siglo. Por ironfa de la historia, 25 afios después de su muerte, ocurrida en 1791, jsu casa fue comprada por la Sociedad Biblica de Ginebra y transformada en un depdsito de Biblias! Con el avance de las diversas actividades misioneras, crecié la demanda por nuevas traducciones que alcanzaran a pueblos dis tantes, y eso provocé un retorno al estudio de las lenguas biblicas originales. Una consecuencia de eso fue la busqueda de una mayor interaccidn con el ambiente geografico en el que todo sucedié. De ese modo, la arqueologia fue una ciencia que llegé justo para aten- der la demanda de los nuevos tiempos. Corrida arqueolégica El despertar provocado por los hallazgos egipcios hizo que muchos eruditos y aventureros se embarcaran en una verdadera corrida por el “oro arqueolégico”, que tal vez no traerfa riqueza material, pero revelarfa un inestimable tesoro: Ia comprensién mas clara de las Escrituras judeocristianas El mundo respiraba una atmésiera de grandes revoluciones en la ciencia, la industria, la sociologia y los estudios de la historia humana, El tiempo parecia acelerado y los eventos ocurrian répida- mente, cambiando, en un corto plazo, los rumbos de la civilizacién HISTORIA DELA ARQUEOLOGIA BIBLICA. 4 occidental. Era como si la Providencia divina estuviera cociendo a trama y la urdimbre de los acontecimientos, a fin de dar al mundo un redescubrimiento de las verdades biblicas. En ese afén, las demds tiertas de Medio Oriente serfan el proxi- mo destino de los que estaban dvidos por nuevos descubrimientos. Y la Providencia no los dejé sin recompensa. En ese tiempo no ha bia sistema de pasaportes, visas 0 demasiadas burocracias guberna- mentales. Oriente vivia en relativa paz y era précticamente un de- sierto, sin grandes metrépolis o edificios que ofrecieran obstaculo fisico para las excavaciones. El pueblo era, en su mayoria, formado por némades (beduinos) y su tradicién oral ayudaba bastante en la biisqueda de las antiguas localidades. El paisaje, modificado sola- mente por las gigantescas dunas, permanecié intacto a lo largo de los tiempos, de modo que 1a respuesta para las antiguas preguntas parecia finalmente estar por todas partes. Bastaba con excavar un poco, y milenios de historia surgian majestuosos a la vista de todos. Pero, no todo era color de rosas. Ladrones de sepulturas y co- merciantes de antigiiedades se transformaron en los primeros ene- inigos de la arqueotogia biblica. Su falta de escrpulos e interés me- ramente comercial hizo que muchos de los hallazgos se perdieran © fueran destruidos para siempre. Después llegaron los conflictos armados y la comprensible desconfianza de los pueblos orienta les en relacién con Occidente, que no siempre represent6 bien el cristianismo que profesaba. El resultado fue que, a pesar del gran aporte que atin presta la arqueologia al estudio de la Biblia, lo que se descubrid hasta hoy no llega al cinco por ciento de lo que podria haber sido descubierto. La avaricia, los prejuicios, la ignorancia y la deshonestidad fueron, y contintian siendo, los peores enemigos de este tipo de investigacién. Finalmente, a Palestina De todos los territorios que comprenden el mundo biblico, la regién de Israel (que en esa época era totalmente denominada Pa- lestina) fue el centro de mayor atencién, tanto para los arabes como para los judfos y los cristianos. Es que alli esté la ciudad de Jerusa- én, reconocida mundialmente como el centro de las tres grandes religiones monotefstas de la humanidad: el islamismo, el judafsmo y el cristianismo. Para los musuilmanes, allf fue el punta de partida de la peregri- nacién del profeta Mahoma rumbo al Parafso; para los judios, fue la ciudad del rey David y el lugar donde Isaac casi fue sacrificado; y, finalmente, para los cristianos, es el territorio sagrado de la muerte y la resurrecci6n de Jestis. Desde el periodo de las Cruzadas, Jerusalén ya era blanco de 12 EXCAVANDO LA VERDAD_ militares y peregrinos que, aunque no tuvieran un propésito “ar- queolégico”, revolvian la tierra en busca de reliquias que pudie- sen ser vendidas como objetos sagrados, Muchos nobles de Europa compraban estos artefactos, pues se crefa que eran “mégicos”, que tenfan el poder para curar y, ademés, le conferian al propietario el perdén por centenares de pecados. La disputa por objetos provenientes de Tierra Santa era incon- trolable. Solamente la coleccién de Federico el sabio, principe de Sajonia (1486-1525), contaba con més de 19 mil piezas, entre las, cuales se destacaban: una rama de la zarza ardiente, cenizas del horno de fuego donde estuvieron los amigos de Daniel, leche del seno de Maria, una pluma de la paloma del Espiritu Santo y trozos de la cuna de Cristo,* por citar algunos ejemplos. Una exposicién piiblica de esos artefactos en 1516 garantizaba, a quien pagara el ingreso, una reduccién de la pena en el purgatorio que pasaria de 1.902.207 afios a solamente 270 dias. Oponiéndose a ese sistema, Lutero lleg6 a ironizar ante sus alumnos en Wittenberg, segiin un didlogo sugerido por Bric Till,® que los coleccionistas habian traido tantos huesos de santos a Europa que, “solamente en Espaiia, ;pue- den set vistos los cuerpos de 18 de los 12 apéstoles! Con todo, a pesar de los excesos, no se puede negar que hubo también casos excepcionales de viajantes que les dieron mas impor- tancia a los aspectos geogrdficos y cientificos que a la efervescencia contemplativa de los peregrinos y de los cazadores de reliquias. Por ejemplo, podemos mencionar relatos como los del médico Leonard Rauchwolf (1575), o del investigador Jean Zuallart (1586), que fue ron, sin duda, valiosas contribuciones para los estudios posterio: res. Al finalizar la Edad Media, con la progresiva declinacion de las reliquias y las peregrinaciones, un vigor més cientifico comen- 26 a set visto gradualmente en los relatos de viajes realizados a Palestina. El resultado fue la produccién de importantes tratados utilizados hasta hoy para comprender, por ejemplo, la topografia de la regién. Un marco significativo de esa nueva etapa fue la obra de Hadrian Reland, titulada Palestina ex monumentis veteribus iltustrata [Iluminados por las tumbas de los antiguos palestinos], publicada en 1709.7 Pero fue solamente en 1838 que el explorador estadounidense Edward Robinson revolucion6 la exploracién de Palestina, inaugu- rando propiamente la investigacién arqueoldgica en ese lugar. Cono- ciendo bien varias lenguas semiticas, principalmente el arabe, Robin- son y un amigo recorrieron varias veces toda la regidn, identificando lugares histéricos (principalmente en Jerusalén) y desenterrando im- portantes estructuras. Fruto de su trabajo fueron los descubrimientos HISTORIA DELA ARQUEOLOGIA BIBLICA, 13 de los muros que rodeaban Jerusalén en el siglo 1d.C., y el arco que hoy lleva su nombre y que, en los dias de Cristo, se encontraba sobre el acceso al atrio del Santuario. En los afios siguientes, se fundaron organizaciones cientificas importantes, patrocinadas por europeos y estadounidenses, cuyo objetivo era profundizar al maximo el conocimiento arqueol6gico de la region. Entre las entidades inauguradas, se encuentran: la Pa~ lestine Exploration Fund [Fondo para la Exploracién de Palestina] (1865), la American Palestine Exploration Society (Sociedad Esta- dounidense de Exploracién Palestina] (1870) y la Ecole Biblique de St. Etienne (Escuela Biblica de St. Etienne} (1892), que se constitui- rian como la base de importantes escuelas que todavia existen en Ia actualidad. Los resultados, al principio, fueron mas modestos de lo que se esperaba. Sin embargo, el carécter pionero de esos emprendedo- res debe ser felicitado, pues sus investigaciones abrieron el camino para importantes es: udios posteriores, Por iitimo, este historial no podria dejar de citar la figu- ra ilustre de William Foxwell Albright (1891-1972), uno de los mayores arqued- logos de todos los tiempos. A pesar de que adherfa a una corriente humanista, Albright era un pro- fundo defensor de la historicidad biblica. Se transformé en el semwnesr EI Arco de Robinson fue una de las pocas cosas que fundador de una im- ‘quedaron del antiguo Templo judo. Esa es una re portante escuela de consruccén de. tal coma era en los das de Cristo. historiogratia y en el padre de los orienta- listas modernos. Hoy, lamentablemente, con el creciente aumento de autores que niegan la accién directa de Dios en la historia, al- gunos lo catalogan como un “académico obsoleto”. Sin embargo, muchos de sus descubrimientos e interpretaciones continian in superadas en nuestro tiempo. En tiltima instancia, se trata de un hombre que recibié nada menos que treinta titulos de doctorado honoris causa y trabajé durante sesenta afios en el departamento 14 EXCAVANDOLA VERDAD de Asiriologia de la famosa Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos. De todas sus contribuciones, ninguna fue mayor que Ia de mostrar a Jun mundo escéptico la confirmacién de la historia biblica que vemos a través de los hallazgos de la arqueologia. Wiliam Foxwelt Albright, uno de tos mayores arquedtogos del siglo Xx. * Busebi ‘and Post-Nicene Fathers of the Christian Church, Henry Wace y Philip Schaff, eds, (Oxford y Nueva York: Parker and Company, 1890), t. 1, pp. 527, $30, 531 * Convencionalmente, la primera dinastia se fecha en el ao 3100 a.C., pero hay autores que ponen en duda esta cronologia. Ver: F. Manfred Bietak, “Problems of Middle Bronze Age Chronology: New Evidence from Egypt", American Journal of Vida de Constantino 3.26, 42-47, en A Select Library of Nicene Archaeology, 4 (1984), pp. 471-485. + Aunque el demético esté debajo del ieroglifico en la Piedra Roseta, es impor- tante declarar que uno no siguié inmediatamente al otro, Entre ambos estuvo la forma hierdtica, que florecié en la 12* dinastia, Allan Gardner, Egyptian Grammar: Being an Introduction to the Study of Hieroglyphs (Oxford: Grtfith Insitute, 2005), pp. 9-11 “Sam Storms, A Vida de Lutero, disponible en: http://www.estanabiblia.com, bbr/index2.php?option = com_content&do_pdf= 1&id_385, consultado et 11 de enero de 2006. * Director de la pelicula Lutero. Comentarios de Joe Isenhower Jr. en The Cana dian Lutheran (octubre de 2004), p. 9. " Armando Rolla, La Bibblia di fronte alle ultime scoperte (Roma: Edizione 1961), p. 10, id, * Su vida ests muy bien documentada en el libro de Leona G, Running y Da- vid Noel Freedman, William Foxwell Albright: A Twentieth-Century Genius (Nueva York: Morgan Press, 1975}. Paol éPodemos creer todavia en la Biblia? CAPITULO 2 Hasta mediados de la década de 1970, habfa un razonable con- senso entre los especialistas en Medio Oriente de que la Biblia era una fuente histérica confiable, especialmente en cuanto a los ori genes del pueblo hebreo. Se sabfa que la arqueologia proporcio- naba confirmaciones indiscutibles del relato de las Escrituras y la oposicisn de algunos académicos, generalmente sin conocimiento arqueolégico, no pasaba de alguna voz aislada.' Albright, el ya mencionado principe de los arquedlogos moder: nos, escribid en 1949 que, gracias a los hallazgos arqueolégicos, “Jas informaciones hist6ricas de la Biblia se muestran tan confirma- das que superan mucho las ideas de cualquier moderno estudioso de la critica, que tiende constantemente a equivocarse hacia el lado de la Alta Critica”? Mas recientemente, sin embargo, ese escenario de optimismo fen relacién con la Biblia parece haber cambiado. Basta con ver algunas declaraciones como la del historiador Stephen Strauss, en 1988: “Los arquedlogos, ahora, generalmente estén de acuerdo en que sus descubrimientos |...] han producido un nuevo consenso acerca de la formacién del antiguo Israel, lo cual contradice partes significativas de la versién biblica”.’ iQué habré sido lo que provocé ese cambio de entendimiento en relaci6n con las Escrituras? Deberfan los cristianos temer de- claraciones como esas, que parecen desautorizar el relato biblico? jExiste un “consenso” arqueolégico actual que desmiente la Biblia? Muchos autores incrédulos insisten en pregonar el fin de la era Al- bright, en la cual la arqueologia, de hecho, confirmaba las Escritu- ras. Pero, si analizamos las bases del debate en las tltimas décadas, veremos que las cosas no son tan asf ‘A pesar de la escasez de bibliograffa existente en lengua espa- fiola, podemos citar una importante obra de los afios 1970, el libro La historia de Israel, escrito por John Bright,‘ un conocido profesor del Union Theological Seminary [Seminario Teol6gico Unién], de 16 EXCAVANDO LA VERDAD Richmond, Virginia, Estados Unidos. En el prefacio de la tercera edicién en inglés (1981), el autor ya lamentaba la creciente existencia de controversias donde antes, habfa consenso.‘ Su desahogo se referia a una serie de cuestiona- mientos 2 la arqueologfa biblica que provenfan especialmente de las escuelas alemanas. Era, como minimo, irdnico que el mismo pafs que albergé a Lutero y sus ideas de Sola Scriptura se bubiera transformado en el mayor productor de corrientes liberales y cues- tionadoras del relato biblico. Después de la muerte de John Bright, una cuarta edicién fue lanzada, con un apéndice afiadido escrito por William Brown, que pretendia presentar una actualizacién de la investigacién de la his- toria de Israel. En sintonfa con lo que ya habia observado Bright, Brown también escribié que: “Los trabajos arqueolégicos actuales sobre el llamado perfodo “biblico’ sirio-palestino han sufrido una transformacién dramética por divorciarse genéricamente de la preocupacién por demostrar la historicidad de las tradiciones biblicas”.* Desde entonces hasta hoy, el grupo de cuestionadores de la historicidad biblica ha aumentado y organizado encuentros acadé- micos, siempre apuntando a una propuesta “revisionista” que pre- tende volver a presentar los hechos antiguos, corrigiendo o desmin- tiendo la narrativa de las Escrituras. En los Estados Unidos, existe el Jesus Seminar [Seminario Jestis], que se reine periddicamente para cuestionar la autenticidad de los evangelios; y en Europa est el European Seminar for Historical Methodology (Seminario Euro- peo para la Metodologia Histérica], cuyo propésito es reescribir la historia de Israel, descartando la Biblia como fuente confiable. Maximalismo versus minimalismo Esta controversia generé dos posturas conocidas en el medio académico como maximalista y minimalista. Por la primera s entiende aquella visién tradicional que se siente suficientemente satisfecha con las evidencias ya desenterradas y no cuestiona la Biblia con solamente basarse en lo que todavia no fue encontrado. La segunda, minimalista, tiende a suponer que todo lo que no esta minuciosamente corroborado por evidencias contemporéneas a los eventos relatados debe ser corregido 0 abandonado. En otras palabras, no basta con que la Biblia diga que hubo un profeta llamado Isafas. Si no hallamos nada de aquella época (fuera del texto bfblico) que mencione explicitamente el nombre de ese personaje, su historicidad debe ser automticamente cuestio- LOG NT GaN T I £22 LAGAIE Giseyons 1A ENLABIBLIA? 47 { nada. Es ids coherente suponer que se Wala deUN mito. Imagine ahora que ese mismo razonamiento fuera aplicado a los libros de la historia general que poseemos en nuestras bibliotecas. Es muy probable que el noventa por ciento de lo que conocemos tenga que ser revisado 0 cuestionado por los criticos minimalistas. A fin de cuentas, nadie, hasta hoy, ha encontrado un testimonio arqueolé- gico contempordnco que confirme, por ejemplo, la historicidad de Sécrates. Fuera de los escritos griegos de sus discipulos (Platén, Arist6fanes y Jenofonte), nada hay que pruebe su existencia y su martirio. ;Seria, por lo tanto, un mito la historia de ese fil6sofo? Por cierto, jsabfas que hasta las fuentes histéricas més famosas acerca de Alejandro Magno estén basadas en documentos bastante tardfos? No hay registros del siglo IV a.C. que confirmen su presen- cia o la de su ejército en Ja India o, siquiera, que mencione su exis- tencia y sus hechos. Las fuentes més antiguas sobre la vida de Ale- jandro que conocemos datan de entre 300 y 800 afios después de su muerte.’ Ademés, muchas de esas fuentes son reconocidamente mitolégicas y no estan preservadas en los manuscritos originales, sino en copias tardfas posteriores al siglo II d.C. Por qué, entonces, decir que Alejandro es histérico pero Abraham es un mito? No pensemos, sin embargo, que este debate sea algo nuevo. Basta con mirar un poco la historia, después del Iluminismo ale- man del siglo XVII, y revisar las tesis de la Alta Critica® presentadas en Tabingen por Ferdinand C. Baur (1792-1860) y en Gottingen por Julius Wellhausen (1844-1918). Influenciados por la filosofia dialéctica de Hegel,” estos autores insinuaban, entre otras cosas, que Pablo no fue el autor de la mayorfa de las epistolas que llevan su nombre, que el Evangelio de Juan seria un seudoepigratico del glo II d.C., que el Pentateuco no pasa de una compilacién tardia de textos hecha a partir del siglo VI a.C. y, finalmente, que la narra: tiva de los evangelios no es una fuente histérica confiable acerca de Jesucristo. En ese tiempo, Europa pasaba por una tremenda sobrevalora- cién del racionalismo aplicado a cualquier forma de comprensién sobrenatural de la historia. Un concepto muy difundido era: No existe un control divino de los acontecimientos; todo esta en las manos de los hombres y el destino del mundo es decidido por go- bernantes comunes. La tazén humana se tornd, entonces, en el pa-~ tr6n definitivo y la fuente de conocimiento, mientras que la Biblia, Tegistro infalible de la revelacién divina en la historia, pas6 a ser considerada una coleccién de mitos, sin ningin valor histérico. Lo extraiio es que todo ese intelectualismo arrogante de los pensadores europeos no pudo librar a su continente de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. El “superhombre” de Nietzsche idea-

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