Está en la página 1de 1

RICARDO III

Acto 1 Escena 2

ANA
Dejad, dejad en el suelo la honorable carga,
Si el honor queda en un féretro guardado,
Mientras lloro doliente y afligida
La temprana muerte del virtuoso Lancaster.
Pobre, yerta efigie de un sagrado rey,
Pálidas cenizas de la Casa de Lancaster,
Exangüe restos de tan regia sangre,
Séame dado que yo invoque tu espíritu
Para que oiga los lamentos de la pobre Ana,
Esposa que fue de tu Eduardo, de tu hijo,
Acuchillado por quien te hizo estas heridas.
Mira, vierto el bálsamo inerte de mis ojos
En estas ventanas por las que huyó tu vida.
¡Ah, maldita sea la mano que te abrió estas brechas,
Maldita el alma que tuvo alma para hacerlo,
Maldita la sangre que hizo correr tu sangre!
¡Peor haya ese odiado miserable,
Que tan míseros nos deja con tu muerte,
De lo que yo desee a lobos, arañas, sapos
O a todo ser venenoso que se arrastre!
Si algún día tiene un hijo, que sea monstruoso,
Un aborto, nacido antes de tiempo,
Cuyo espanto y fealdad horroricen
No más verlo a la madre esperanzada,
Y que sea heredero de su mal!
Si alguna día tiene esposa, ¡qué llegue
A ser más desgraciada cuando él muera
Que yo por mi joven esposo y por ti!
Dirigíos con vuestra santa carga a Cherstsey
Llevada desde San Pablo a ser allí enterrada.
Y, cada vez que estéis cansado por el peso,
Descansad, mientras lloro su cadáver.

También podría gustarte