Está en la página 1de 218

Universidad de Buenos Aires Instituto de Estudios de

Facultad de Ciencias Sociales América Latina y el Caribe

ISSN 1853-2713

OBSERVATORIO LATINOAMERICANO 7

DOSSIER ECUADOR
Buenos Aires, junio 2011
Autoridades Facultad de Ciencias Sociales

Decano
Sergio Caletti
Vicedecana
Adriana Clementi
Secretaria Académica
Stella Martini
Secretaria de Estudios Avanzados
Carolina Mera
Secretaria de Gestión Institucional
Mercedes Depino
Secretario de Cultura y Extensión
Alejandro Enrique
Secretaria de Hacienda
Cristina Abraham
Secretaria de Proyección Institucional
Diego de Charras
Instituto de Investigaciones Gino Germani
Director: Julián Rebón
Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe:
Director: Waldo Ansaldi
Biblioteca Norberto Rodríguez Bustamante
Director: Daniel Comande

Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe


Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires
Marcelo T. de Alvear 2230, C1122AAJ Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
www.iealc.sociales.uba.ar - iealc@mail.sociales.uba.ar

Director: Waldo Ansaldi


Comité Académico: Hugo Calello, Rubén Dri, Eduardo Grüner, Mario Toer (titulares)
Héctor Angélico, Atilio Borón (suplentes)
Secretaría: Mgr. Silvia Demirdjian
Web master: Mgr. Juan Diez

ISSN 1853-271
2
OBSERVATORIO LATINOAMERICANO
Observatorio Latinoamericano es una colección de trabajos que, bajo la forma de dossier,
publica el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC), de la Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad de Buenos Aires, con el objetivo de ofrecer a todos los interesados en
conocer más y mejor a América Latina, información y opiniones sobre la región y cada uno de
sus países, sea para fines docentes, de investigación o de mero deseo de ampliar la capacidad
de comprensión de realidades complejas, usualmente no tratadas o insuficientemente tratadas
por los medios de comunicación comerciales.

Observatorio Latinoamericano reproduce material generado por académicos y periodistas


latinoamericanistas de distintos países y orientaciones. Iniciamos la colección con textos
publicados en medios de comunicación alternativos, que cubren lo que la prensa comercial
suele ocultar, aunque aspiramos a ir incorporando progresivamente los trabajos de nuestros
propios investigadores e investigadoras. En todos los casos se consignan los créditos y
reconocimientos correspondientes. Crecientemente iremos incorporando producción propia, es
decir, de los investigadores del IEALC y de los tesistas y becarios que investigan sobre América
Latina con sede en él.

Observatorio Latinoamericano es una publicación electrónica, de acceso, distribución y


descarga gratuitos. Los textos pueden reproducirse libremente, pero en todos los casos se
indicará la fuente, particularmente la original en los casos en que así corresponda, es decir, en el
de textos publicados inicialmente en otra publicación, sea ella en soporte digital o papel.

El Dossier Ecuador ha sido realizado bajo la coordinación de los doctorandos Juan


Proaño Salgado y Natalia Marcos Ruíz.

Números publicados

1. Haití, febrero 2010


2. Paraguay, mayo 2010
3. Guatemala, agosto 2010
4. Bolivia, octubre 2010
5. Colombia, diciembre 2010
6. México, abril 2011

3
JUAN C. PROAÑO SALGADO Ecuatoriano. Licenciado en
Sociología por la Universidad de Buenos Aires. Magíster en Estudios
Latinoamericanos por la Universidad Andina Simón Bolívar, sede
Ecuador. Su tesis de maestría fue galardonada con distinción y
seleccionada para su publicación. Se ha desempeñado como
investigador social y analista socio-político en diversos ámbitos.
Actualmente, se encuentra culminando sus estudios doctorales en
Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires.

NATALIA C. MARCOS RUIZ Argentina residente en Ecuador.


Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires.
Magíster en Estudios de la Cultura por la Universidad Andina Simón
Bolívar, sede Ecuador. Su tesis de maestría fue galardonada con
distinción y recomendada para su publicación. Se ha desempeñado
como investigadora social en las áreas de género, Derechos
Humanos y como analista socio-política. Actualmente, se encuentra
culminando sus estudios doctorales en Ciencias Sociales en la
Universidad de Buenos Aires.

4
CONTENIDO

Escudo, Bandera, Datos y Mapa Político del Ecuador….……………………………………... 6


Mapa de Nacionalidades y Pueblos, personalidades ilustres del Ecuador……………………… 7
Introducción, Natalia Marcos Ruíz y Juan Proaño Salgado……………………………………….... 9

Causas y consecuencias de la tentativa de golpe de Estado en Ecuador

El 30-S: intento de golpe de Estado en Ecuador, Juan J. Paz y Miño Cepeda…………………...... 14


Ecuador: la alianza de la derecha y el corporativismo en el ―putch‖ del 30 de septiembre del
2010, Rafael Quintero López y Érika Silva Charvet...................................................................................... 26
Certezas y dudas sobre el 30-S, Francisco Hidalgo Flor…………………………………………... 41

Perspectivas de la nueva Constitución ecuatoriana y el Sumak Kawsay (Buen Vivir)

Postsocialismo del Sumak Kawsay, René Ramírez Gallegos………………………………………... 52


El Buen Vivir en la Constitución del Ecuador, Ana María Larrea Maldonado…………………… 63

Estado y movimientos sociales en Ecuador hoy

Ecuador: celebrando la interculturalidad con los temores a la plurinacionalidad, Patricio Noboa


Viñan……………………………………………………………………………………….…. 82
El desarrollo nacional y la plurinacionalidad ¿procesos antagónicos?, Natalia Catalina León
Galarza………………………………………………………………………………………… 97
Reconocimiento y negación. La azarosa relación entre el gobierno de Correa y los movimientos
sociales, Mario Unda…………………………………………………………………………… 112
Ecuador: la participación ciudadana en el proyecto de Estado de Rafael Correa, Pablo Ospina
Peralta………………………………………………………………………………………….. 124
Protesta social, posneoliberalismo y Sumak Kawsay en Ecuador: algunas claves para su análisis,
Juan Proaño Salgado……………………………………………………………………………... 146

Transformaciones recientes de la política exterior ecuatoriana

La nueva arquitectura de integración regional en la Revolución Ciudadana, Natalia Marcos Ruíz.. 158
Ecuador en su política exterior: el caso de la UNASUR, Daniel Kersffeld………………………... 166

Dilemas sobre la construcción actual del Socialismo en Ecuador

Apuntes sobre el socialismo latinoamericano, Germán Rodas Chaves……………………………. 176


Del neoliberalismo al ―Socialismo del Siglo XXI‖, Enrique Ayala Mora………………………… 192

Medios de comunicación y democracia en Ecuador

Arriesgar lo imposible para una comunicación del siglo XXI, Orlando Pérez……………………. 212

5
ESCUDO Y BANDERA DEL ECUADOR

Capital: Quito
Población total: 14.306.876
Superficie total: 283.561 km2
Idioma oficial: Castellano
Idiomas oficiales de relación
intercultural: Kichwa y Shuar
Moneda: Dólar estadounidense
Forma de gobierno: República
unitaria democrática
Presidente: Rafael Correa Delgado
Vicepresidente: Lenin Moreno

MAPA POLÍTICO DEL ECUADOR

6
MAPA DE NACIONALIDADES Y PUEBLOS DEL ECUADOR

MUJERES Y HOMBRES ILUSTRES DEL ECUADOR 1

De izquierda a derecha:
Rumiñahui, Antonio. J. de Sucre, Manuela Sáenz, Eugenio Espejo, Dolores Cacuango y Eloy Alfaro

1 Aquí se presentan sólo algunas de las personalidades sobresalientes de la historia política, social y
cultural del Ecuador.

7
De izquierda a derecha y de arriba abajo:
Tránsito Amaguaña, Jorge Carrera Andrade, Jorge Icaza, José Velasco Ibarra, Pedro Jorge Vera, Nela
Martínez, Benjamín Carrión, Mons. Leónidas Proaño, Agustín Cueva, Bolívar Echeverría, Jorge
Enrique Adoum y Oswaldo Guayasamín

PRESIDENTE DEL ECUADOR


ECON. RAFAEL CORREA DELGADO

8
INTRODUCCIÓN

NATALIA MARCOS RUÍZ Y JUAN PROAÑO SALGADO

Es necesario ir acercando
lo que ha de acabar por estar junto.
José Martí

Nos gustaría iniciar esta breve introducción preguntándonos: ¿por qué es importante un Dossier
específico sobre Ecuador hoy? Una posible respuesta sería por la imperiosa necesidad de ampliar y
actualizar el conocimiento sobre la rica y compleja dinámica sociopolítica ecuatoriana, en un
momento histórico en donde se estarían prefigurando sustanciales cambios en distintos niveles y
ámbitos. Así, el objetivo del Dossier Ecuador es dar cuenta, a partir del ejercicio del pensamiento
crítico, de los retos y perspectivas que transita actualmente dicho país en términos políticos y
sociales.
Asimismo, podríamos agregar dos motivaciones que originaron la presente publicación: la
primera, coincidente con el estimulante interés y preocupación del IEALC por aportar, desde la
universidad pública, a una mayor comprensión de las diversas realidades que integran Nuestra América
que, a nuestro parecer, precisan de una más atenta investigación y constante difusión en distintos
espacios académicos y sociales, como es el caso del Ecuador. La segunda, el sugerente proceso
político de la Revolución Ciudadana que, desde el año 2007, se inscribe en un movimiento más extenso
de importantes transformaciones sociopolíticas generadas en la última década en casi toda la región.
De esta manera, el Dossier Ecuador pretende plasmarse como una herramienta de consulta que
permita acercar el devenir de la historia reciente ecuatoriana a través de diversas miradas y en relación
con el proceso político en desarrollo. En este sentido, consideramos que los trabajos que componen
el Dossier se interrelacionan en pos de auscultar una parte de las tensiones y/o contradicciones que
subsisten en torno de la forma, el contenido y la dirección que asume el proyecto político de la
Revolución Ciudadana, así como también las que emanan de sus críticos; pero, a la vez, exponen los
aciertos, logros, propuestas e innovaciones del cambio social e institucional presente.
En otras palabras, el Dossier Ecuador intenta presentar la complejidad del momento histórico-
político a partir del abierto debate y diálogo entre múltiples análisis sobre el mismo, en aras de
dilucidar más diáfanamente el conflicto y/o la adhesión de las fuerzas sociales que configuran el
proceso y el proyecto sociopolítico más general. Por esta razón, recalcamos nuestro deseo de que
este trabajo sea un instrumento que invite a ejercitar el pensamiento crítico e incentive la curiosidad
en profundizar algunos de los argumentos enunciados en él.
Ahora bien, el Dossier se organizó alrededor de varios ejes temáticos que, pensamos, delimitan
algunos de los debates que consideramos más significativos actualmente en el Ecuador. Sin embargo,
dichos ejes se superponen e interactúan a lo largo de los artículos, por lo que la rotulación en temas
resulta de carácter meramente orientativo.
El primero de ellos aborda las Causas y consecuencias de la tentativa de golpe de Estado
en Ecuador. Allí, tres artículos procuran establecer los hechos y actores relevantes que configuraron
el intento de golpe acaecido en dicho país el 30 de Septiembre de 2010 (30-S). Juan Paz y Miño abre
el tópico realizando una detallada descripción de los sucesos del 30-S, enmarcando el acontecimiento

9
en las raíces históricas del golpismo en América Latina, y enfatizando la acción coordinada de
rechazo al intento de golpe por parte de los gobiernos de la región como señal fuertemente distintiva
a la de otros tiempos. Por su parte, Érika Sylva y Rafael Quintero exploran el entramado existente
entre la derecha y el corporativismo en la tentativa de golpe de Estado, a partir de una historización
de los orígenes del corporativismo y la resistencia a las reformas promovidas por el gobierno de
Correa, poniendo en cuestión el posicionamiento frente al putch de una parte de los movimientos y
organizaciones político-sociales más representativos de las últimas décadas en Ecuador. Por último,
el artículo de Francisco Hidalgo Flor se pregunta por el lugar que diversos actores tomaron ante la
intentona y las posibles tendencias o consecuencias que el 30-S tendría, a corto y mediano plazo, para
la dinámica del proceso político ecuatoriano.
El segundo bloque se titula Perspectivas de la nueva Constitución ecuatoriana y el Sumak
Kawsay (Buen Vivir) En el mismo, dos son los trabajos que despliegan sus reflexiones en torno de
las innovaciones y desafíos que el último proceso Constituyente trajo consigo para la sociedad
ecuatoriana. En el primero, René Ramírez discurre sobre dicha problemática a partir de una gran
pregunta: ¿cómo inventar un nuevo socialismo orientado por el Sumak Kawsay, el Buen Vivir? La
respuesta ensayada por él moviliza a generar una discusión ampliada, en el actual contexto histórico,
sobre el crucial propósito de la construcción del Socialismo en el siglo XXI, tanto para Ecuador
como para América Latina. Por su parte, Ana María Larrea aborda detalladamente algunas de las
discusiones y dimensiones sobresalientes del proceso Constituyente y de la nueva Constitución
(2008), y reflexiona sobre los retos posneoliberales, aún en ciernes, que ésta ha definido para el
presente y futuro de la sociedad ecuatoriana.
El tercer apartado se compone de cinco artículos destinados a analizar la compleja relación
entre el Estado y los movimientos sociales en Ecuador hoy. Aquí se destacan, en un franco
diálogo y debate, las diferentes entradas que puede tener una de las cuestiones decisivas para
sociedades abigarradas como la ecuatoriana, tal como lo enunciara René Zavaleta. No caben dudas
que esta problemática ha sido una de las más complejas (en conjunto con la discusión sobre los
grandes medios de comunicación y su rol político) de abordar para la Revolución Ciudadana. Es por
ello que los trabajos expuestos en esta unidad traslucen más abiertamente las tensiones, diferendos y
matices en cuanto a los sujetos que la componen y sus propuestas y, asimismo, el posicionamiento
que los autores toman frente a ella.
En primer lugar, Patricio Noboa centra su artículo en la contraposición de dos enfoques sobre
la interculturalidad y la plurinacionalidad, en el contexto de la prosecución del Sumak Kawsay (Buen
Vivir) en Ecuador: el del Estado-nación y el de las nacionalidades y pueblos indígenas y
afroecuatorianos. En segundo lugar, Natalia Catalina León indaga la relación conflictiva entre el
gobierno del Presidente Rafael Correa y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador
(CONAIE), y se pregunta sobre los obstáculos que impiden el diálogo entre ambos. Su argumento se
desenvuelve alrededor de la tensión entre sus proyectos, analizando parte de sus trayectorias políticas
y cómo ellas han delineado su antagonismo. El tercer artículo corresponde a Mario Unda, quien
también se explaya sobre la ―azarosa relación‖ entre el actual gobierno y los movimientos sociales,
describiendo los que para el autor han sido los momentos más representativos del reconocimiento y
negación entre ellos, tal como reza el título de su trabajo. Seguidamente, el ensayo de Pablo Ospina
examina cómo la noción de ―corporativismo‖ emanada, según su perspectiva, desde el gobierno, ha
significado el enfrentamiento con organizaciones sociales y de qué manera ello ha afectado a la
participación ciudadana. Finalmente, Juan Proaño Salgado aborda la protesta social en el marco del
posneoliberalismo ecuatoriano y expone los dilemas y desafíos de la primera en la actual coyuntura
sociopolítica.

10
En la cuarta unidad contamos con la contribución de Natalia Marcos Ruíz y Daniel Kersffeld,
quienes realizan un acercamiento a las Transformaciones recientes de la política exterior
ecuatoriana. La primera se enfoca en los cambios producidos en este país en torno a la nueva
política de integración latinoamericana y analiza, en particular, la relación existente entre ésta y la
política interna definida a partir de los instrumentos programáticos y de planificación del Estado. Por
su parte, el segundo reflexiona sobre la correspondencia existente entre la política exterior
ecuatoriana y la emergencia de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), examinando las
potencialidades y limitaciones de la UNASUR en la nueva estrategia de integración sudamericana.
El quinto acápite, denominado Dilemas sobre la construcción actual del Socialismo,
cuenta con el aporte de dos historiadores ecuatorianos: Germán Rodas y Enrique Ayala Mora. El
primero realiza un ejercicio de historización del socialismo latinoamericano en aras de repensar los
actuales desafíos de la izquierda latinoamericana; mientras que el segundo enmarca su análisis
histórico en el tránsito del neoliberalismo a la propuesta del ―Socialismo del Siglo XXI‖ en Ecuador.
Finalmente, el último capítulo versa sobre la temática de Medios de comunicación y
democracia en Ecuador. Allí, Orlando Pérez discurre en torno de las nuevas formas de
comunicación y los actuales desafíos de la misma en el siglo XXI. Para el autor, uno de los puntos
más importantes de la democratización de la comunicación e información en las sociedades radica en
el replanteo del rol de los grandes medios de comunicación y su relación con la construcción de la
democracia: ―Si no contribuyen a la construcción de sujetos críticos, su rol democrático pierde
sentido‖, advierte.
Es pertinente mencionar que para la realización del Dossier se convocó a personalidades
relevantes de diversos ámbitos académicos, políticos, sociales e institucionales del Ecuador. Nuestro
agradecimiento a todas y todos ellos por responder a nuestra invitación y colaborar generosamente
con esta publicación.
No podemos finalizar esta introducción sin dejar de expresar nuestra gratitud a nuestras
familias por su apoyo durante estos largos meses de trabajo, en especial a María Eugenia Salgado,
Alfredo Proaño, Gustavo Marcos y Patricia Ruiz, a quien agradecemos, igualmente, por su
colaboración en parte de la edición del Dossier Ecuador.

11
Vistas de la ciudad de Quito

Vistas de la ciudad de Guayaquil

Playas de Ecuador

12
C AUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA
TENTATIVA DE GOLPE DE ESTADO EN ECUADOR

13
EL 30-S: INTENTO DE GOLPE DE ESTADO EN ECUADOR

JUAN J. PAZ Y MIÑO CEPEDA

El presente texto se basa en varios artículos escritos sobre los acontecimientos del 30 de
septiembre de 2010 en Ecuador, cuando se produjo un intento de golpe de Estado, estuvo en riesgo
la vida del Presidente Rafael Correa y la ciudadanía en todo el país se vio desprotegida por la
insubordinación de un sector de elementos de la policía, que desestabilizaron la institucionalidad
nacional.1
Enfoca, de modo particular, la reacción solidaria de América Latina, que fue uno de los
factores determinantes para disuadir el intento por acabar con el gobierno ecuatoriano.
Los hechos
Alrededor de las 8 de la mañana del jueves 30 de septiembre de 2010 se conoció que los
policías del Regimiento Quito No. 1 de la ciudad capital del Ecuador se concentraban en su cuartel y
se negaban a salir para dar los servicios de seguridad ciudadana. En poco tiempo, se supo que
llegaban al regimiento más policías (hombres y mujeres), incluyendo los motorizados y de patrullaje.
Quito se quedaba sin protección, sin vigilancia ni organización para su tráfico.
Progresivamente, otros cuarteles en el país se unían a los policías quiteños. Los medios
reportaron que también Cuenca quedó desguarnecida. En Guayaquil los policías habían bloqueado el
puente de la Unidad Nacional. Al mismo tiempo, el aeropuerto de Quito cerró su funcionamiento
pues fue bloqueado por elementos de tropa de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE). En las siguientes
horas estuvo claro que en todo el país la insubordinación policial nacida en la capital, tenía amplia
difusión.
¿Cuál era el motivo del reclamo? La aprobación de la nueva Ley Orgánica de Servicio Público. Con
ella se pretendía unificar los procedimientos remunerativos y ascensos en la burocracia; pero al
mismo tiempo quedaban restringidos bonos, condecoraciones, medallas, anillos y botones de oro que
antes fueran usuales para la Fuerza Pública. Los sublevados querían que se conserven esos ―derechos
adquiridos‖ y exigían que no se apruebe la nueva Ley, pues creían que ésta les perjudicaba. Desde
luego, los policías no sólo habían sido desinformados, sino que desconocían los beneficios que para
ellos y, en general, para la fuerza armada, creaba la Ley, que incluso por primera vez reconocía el
pago de ―horas extras‖ de trabajo, en atención precisamente al singular régimen de turnos que tiene
que cumplir todo miembro de las instituciones armadas.
Asombró ver a través de los canales de televisión que en Quito grupos de policías cerraban
vías, quemaban llantas, levantaban sus manos y gritaban en señal de triunfo, muchos cubrían sus
rostros con pañuelos, usaban cascos y otros vestían trajes especiales, de aquellos que utilizan para


Ecuatoriano. Doctor en Historia. Profesor de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Vicepresidente de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC). Individuo de
Número de la Academia Nacional de Historia.
1 Un análisis ampliado en: Juan J. Paz y Miño Cepeda, ―El ‗30-S‘ en Ecuador: insurrección vs.
democracia. Un episodio de Historia Inmediata‖, Boletín del Taller de Historia Económica (THE), Quito,
septiembre de 2010, No. 06, en www.puce.the.pazymino.com

14
reprimir manifestaciones callejeras. Hacia el mediodía en Guayaquil cerraban sus puertas numerosos
comercios y empresas, en tanto se reportaba el asalto a algunos locales, incluso sucursales bancarias.
En todo el país hubo propietarios que cerraron sus negocios. Por disposición de las autoridades
competentes se suspendieron las clases en escuelas, colegios y universidades. Buena parte del
transporte interprovincial se paralizó. En Quito, el municipio debió suspender el funcionamiento del
transporte público del ―Trolebus‖ y la ―Ecovía‖. En todo el país se generalizó la incertidumbre ante
los acontecimientos. Resulta admirable que, por sobre los casos de delincuencia que se reportaron, la
población ecuatoriana pudo manejarse por sí sola, en ausencia de la policía.
En medio de semejantes circunstancias, a través de los canales de televisión (y de las noticias
difundidas con urgencia por todos los medios de comunicación escrita, radial y por Internet) se dio
cuenta directa de la llegada del Presidente Rafael Correa al cuartel de la policía donde se hallaban los
sublevados, a eso de las 9h30 de la mañana. Fue acompañado por el Ministro del Interior Gustavo
Jalkh y otros funcionarios de su despacho. Por las informaciones que después de los sucesos se
conoce mejor, hoy sabemos que apenas llegó el Presidente al regimiento, fue recibido con insultos e
intentos de agresión, en tanto parte de su escolta de seguridad fue impedida de ingresar y atacada con
gas lacrimógeno, al igual que los funcionarios acompañantes.
Desde una ventana que da al patio del cuartel, el Presidente Correa se dirigió a los policías. Su
intención fue convencerles que el régimen había mejorado sustancialmente las remuneraciones, las
edificaciones, el equipamiento técnico incluidas sus armas y la calidad de su institución; que no había
razones para protestar; y que la nueva Ley de Servicio Público incluso les beneficiaba. Nada se quería
escuchar. Y en medio del griterío contra el Mandatario, se escucharon las voces ―Eso lo hizo Lucio‖
en alusión al ex presidente Lucio Gutiérrez (2003-2005), a través de las cuales se quería dar a
entender que las mejoras en la policía habían sido obra de este ex coronel del Ejército.
Ante esas reacciones, el Presidente Correa, colmado por la irrespetuosa actitud policial, se
abrió la corbata y su camisa, al mismo tiempo que gritó a los sublevados: ―¡Señores, si quieren matar
al Presidente, aquí está. Mátenme si les da la gana. Mátenme si tienen valor. Yo no voy a ceder!‖.
Con el propósito de retirarse, el Presidente caminó con dificultad (diez días atrás había sido
operado en una de sus rodillas), apoyado en sus muletas y apenas custodiado por un disminuido
puñado de miembros de su guardia, que prácticamente nada lograron hacer ante la avalancha de
policías que les rodearon tratando de impedir su marcha. En el trayecto hacia su automóvil, recibió
más insultos, fue golpeado y se lanzaron contra él varias bombas lacrimógenas. Cuenta el Presidente
que al momento de llegar al automóvil blindado, resolvió regresar; al fin y al cabo él era el
Comandante General de la institución y el Presidente de la República; no era él quien debía retirarse
sino que los policías tenían que deponer su levantamiento.
Esta actitud (que la oposición anticorreísta juzga como ―imprudente‖ y ―causante‖ de todo)
enfureció a la tropa y la agresión subió de tono. Entonces el Presidente, apoyado ahora sólo en un
par de personas, recibió una máscara antigases y, con su caminar dificultado por los bombazos, fue
ayudado a llegar hasta el Hospital de la Policía, que está ubicado a otro lado del cuartel. Nuevamente
cuenta el Presidente que perdió en algo el conocimiento y que en el hospital lograron atenderle con
oxígeno y suero. Correa quedó atrapado.
El drama apenas había comenzado. Sabemos hoy que a la habitación donde se hallaba
quisieron irrumpir varias veces policías agresivos, que también pudieron llegar a ella unos cuantos
miembros del GOE, un grupo especializado pero diferente de la rama policial sublevada, que no
plegó a la insurrección sino que quiso proteger al Presidente. Desde la habitación el Mandatario pudo
comunicarse con personas de su despacho y contar con alguna noticia de los acontecimientos
externos. Como se le exigía derogar la Ley causante de la protesta, se le conminaba y se le retenía, el

15
Presidente cuenta que volvió a decir a sus captores que si querían podían matarlo, pero que él no
cedería en nada ante el chantaje, añadiendo: ―De aquí salgo como Presidente o como cadáver‖.
En medio de estos sucesos, la policía que resguardaba el Palacio Legislativo se sublevó, se
enfrentó con los asambleístas, desalojó el edificio e impidió todo ingreso. En los hechos, la Asamblea
Nacional ya no podía funcionar. También se retiró la Policía Judicial. Y un grupo de militares se
tomó los exteriores del Ministerio de Defensa, sin hacer caso al llamado del Ministro Javier Ponce
para que depusieran su actitud.
Por tanto, no deja de llamar la atención que en las primeras horas el propio Palacio de
Gobierno (conocido también como Palacio de Carondelet) haya quedado indefenso, sólo custodiado
por la escolta presidencial y los funcionarios de la presidencia. Además, en tan cruciales momentos,
tampoco se tenía conocimiento claro de lo que ocurría en las Fuerzas Armadas (FFAA). Su Jefe del
Comando Conjunto, general Ernesto González, había declarado en Cuenca, ciudad en la que se
hallaba a eso de las 10 de la mañana, que las FFAA apoyaban la democracia y al gobierno, si bien
solicitaban revisar la Ley de Servicio Público. Pero el pronunciamiento abierto y directo ante la
ciudadanía, a través de la televisión, sólo se produjo a eso de las 15h00, por intermedio del mismo
Jefe del Comando Conjunto. Estos desajustes de horas han servido para especular sobre si hubo
división en las FFAA y si, por tanto, existió allí alguna fracción ―golpista‖.
Paulatinamente se conocieron las reacciones de rechazo a los policías insurrectos y de apoyo de
la población al Presidente Correa en diversas ciudades y regiones del país. Ante centenares de
personas congregadas en la Plaza Grande o de la Independencia y desde uno de los balcones del
Palacio de Gobierno, Ricardo Patiño, Ministro de Relaciones Exteriores y brazo derecho del
Presidente, arengó a los quiteños y pidió que una parte de los pobladores le acompañen a él y a otros
funcionarios de la presidencia, a rescatar al Primer Mandatario, secuestrado en el hospital policial.
Al llegar al hospital, el Ministro Patiño fue agredido. Y las personas que intentaban acercarse
fueron golpeadas y vejadas. Los centenares de partidarios correístas y también de los defensores de la
democracia que estuvieron a las puertas del hospital recibían de continuo bombas lacrimógenas, con
la amenaza de que los francotiradores ubicados en la azotea del hospital bien podían haber disparado
en cualquier momento, según fueron los comentarios en el mismo lugar. Los policías agredieron a los
periodistas, camarógrafos, funcionarios y personas que se acercaban al hospital e incluso en sus
alrededores, según lo testimoniaron los mismos reporteros.
Nada amedrentó a la población de Quito que respaldó al Presidente. En todo el país había
crecido la indignación contra la policía, contra el ―golpe‖ y en defensa de la democracia y de la vida
del Presidente Correa. Existen los reportes desde todas las regiones que dan cuenta de las
movilizaciones populares. En medio de las circunstancias el Presidente había alcanzado a decretar el
―estado de emergencia‖ nacional, que colocó la seguridad interna en manos de las FFAA y concentró
la información en la televisión y la radio públicas, que hicieron de matriz. Esto produjo otra reacción:
al edificio de estos medios llegó un grupo de opositores a Correa, que ingresó rompiendo las puertas
y arremetiendo contra los periodistas. Reclamaron ante las cámaras que ―sólo‖ se pasaba la versión
―oficial‖ y que no se daba lugar a las opiniones ―diferentes‖, algo que resultaba inexacto, pues Radio
Pública transmitía todo el día con apertura de sus micrófonos a toda persona que quisiera opinar, lo
cual incluyó las palabras, a veces altisonantes y hasta insultantes de individuos anticorreístas. En
auxilio de los medios públicos llegó después otro grupo de manifestantes defensores del régimen,
con lo cual los opositores tuvieron que retirarse. Entre los que incursionaron en las oficinas de
EcuadorTV quedó grabada y difundida la figura de Pablo Guerrero, quien hizo ante las cámaras un
pedido especial: que renuncie el Presidente de la República.
La tarde y primeras horas de la noche de ese jueves transcurrieron entre sobresaltos, imágenes
televisivas transmitidas al mundo, movilización ciudadana para la defensa de la institucionalidad y

16
noticias sobre las primeras reacciones de la oposición que progresivamente descubría sus intenciones.
Ecuador Inmediato, ágil y objetivo periódico electrónico, dio cuenta de algunos de los
pronunciamientos: el silencio de los partidos de oposición; el ex dirigente preso de la FEUE
(Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador) llamó a las universidades a sumarse a la
sublevación de policías y militares; el ex presidente Lucio Gutiérrez pidió la disolución del
Parlamento, culpando a Correa como el único responsable de la situación por llevar un gobierno
―abusivo, corrupto y prepotente‖; el activista Carlos Vera, quien desde hace semanas encabezaba la
recolección de firmas para intentar la revocatoria del mandato de Correa de acuerdo con la
Constitución, llamó a que el país se sume a la sublevación de la policía, argumentando que ésta era
una ―revocatoria de hecho‖; Cléver Jiménez, jefe del bloque de Pachakutik, convocó al movimiento
indígena, a los movimientos sociales y otras organizaciones, a constituir un ―frente nacional‖ para
exigir la salida de Correa; la asambleísta indígena Lourdes Tibán aplaudió la insurrección señalando:
―¡Bien señores policías y militares, mil veces bien. Ya era hora que dejen de ser simple tropas!‖.
También Nelson Erazo, Presidente de la Unión General de Trabajadores del Ecuador asumiendo
hablar a nombre de los trabajadores y las Centrales Sindicales del país, expresó su respaldo a la
sublevación policial. Dirigentes del Movimiento Popular Democrático, como Luis Villacís,
claramente se pronunciaron a favor de los policías y en contra del Presidente Correa.
Anticipándose a cualquier desenlace y con el propósito de guardar las espaldas de los
comprometidos con la insurrección policial, a las 16h50 un grupo de asambleístas de oposición
planteó ante la prensa un texto para la Asamblea, solicitando la amnistía en estos términos:
Para ser tratado en el segundo punto del orden del día: la amnistía, que no exista cambios
administrativos, cambios de plazas, ni sanciones de ninguna clase a los señores Policías, Militares y
demás Funcionarios Públicos que se movilizaron el día de hoy 30 de septiembre de 2010, que
demostraron su inconformidad con el Veto Presidencial de la Ley de Servicio Público.
El pedido fue expuesto por Enrique Herrería, asambleísta de ―Madera de Guerrero‖,
acompañado por el asambleísta Gilmar Gutiérrez, de ―Sociedad Patriótica‖. Llama la atención este
pedido que, en medio de las bombas, las agresiones y el secuestro, se abstrae del peligro ciudadano
por la actuación de los insubordinados, de los riesgos para la democracia y de las horas más severas
para la vida del propio Presidente de la República.
A eso de las 19h00 horas se evidenció la maniobra para liberar al Presidente. Conocemos
mejor que llegaron hasta el hospital policial 700 militares expertos del comando de elite GIR, boinas
rojas y tres unidades de Quito, junto con policías del GOE, con visores nocturnos, fusiles M16,
pistolas Glock, radio-transmisores, chalecos antibalas, escudos protectores, máscaras antigases y
otros instrumentos técnicos para el asalto. Eran las 21h00. Fueron recibidos con fuego de fusiles y
metrallas por parte de los policías apostados y los francotiradores. Pero las fuerzas militares lograron
entrar al edificio en el que también se hallaban numerosos periodistas y reporteros (hombres y
mujeres) cubriendo de algún modo lo que estuvo sucediendo.
Al interior del hospital se logró preparar la salida del Presidente Correa, quien, imposibilitado
de caminar, fue trasladado mediante una silla de ruedas por los pasillos, hasta lograr acceso a uno de
los vehículos que esperaban en las afueras. Fue embarcado, mientras era cubierto por las tropas
rescatistas. En el auto, tres hombres decidieron cubrirlo con sus propios cuerpos. En la calle por la
que se alejaba, el automóvil blindado recibió varios impactos de bala y un hombre del GIR (el policía
Froilán Jiménez) cayó abatido por algún francotirador. Las escenas, transmitidas por la televisión
pública, impactaron en todo el mundo. También se conoce hoy la grabación de unas comunicaciones
de radio-patrulla en la que se escucha a policías sublevados que, con gruesas palabras, llaman
abiertamente a que ―Maten a Correa‖.

17
El enfrentamiento armado continuó al menos media hora más. Después de 13 horas de
mantenerse un país bajo riesgo, hubo un resultado humano doloroso: nueve muertos y 274 personas
heridas.
¿Ni golpe de Estado, ni secuestro?
Desde que en 1979 se inició la fase constitucional más larga en la historia del Ecuador, el
entonces presidente León Febres-Cordero (1984-1988) fue el primero en afrontar una insurrección
de los comandos de Taura (1987), liderados por el general Frank Vargas. Los captores exigieron que
el Presidente firmara un documento para atender sus demandas y comprometerse a no juzgarlos.
―¿Dónde más tengo que firmar?‖, preguntó Febres-Cordero. Concluidos los acontecimientos, los
comandos fueron apresados, torturados y dados de baja.
Una década más tarde, la inestabilidad estalló. El 6 de febrero de 1997 Abdalá Bucaram (1996-
1997) fue derrocado y en el Congreso se rebuscó la causal de ‗incapacidad mental‘, para legitimar los
hechos.
El 21 de enero del 2000, a consecuencia del levantamiento indígena respaldado por un sector
de coroneles del Ejército liderados por Lucio Gutiérrez, fue desconocido el gobierno de Jamil
Mahuad (1998-2000) y se formó un triunvirato con el general Carlos Mendoza, el líder indígena
Antonio Vargas y el político Carlos Solórzano. Pero a la mañana siguiente asumió la Presidencia
Gustavo Noboa, en tanto el Congreso justificaba la salida de Mahuad por ―abandono del cargo‖.
Y el 20 de abril del 2005, cayó Lucio Gutiérrez (2003-2005). El Congreso también justificó en
el ―abandono del cargo‖ la sucesión del vicepresidente Alfredo Palacio.
En 1987 hubo cierta movilización social en respaldo del ―taurazo‖. Pero los derrocamientos de
Bucaram, Mahuad y Gutiérrez tuvieron por base crecientes procesos de rebelión nacional-popular.
Fueron las reacciones acumuladas contra la consolidación de un modelo empresarial de desarrollo
(inspirado en el neoliberalismo), auspiciado por el dominio de la clase política en el Estado (Estado
de Partidos) y acompañado con la desinstitucionalización del Estado y de sus funciones. En una
década (1996-2006) hubo siete gobiernos, un intento dictatorial y los únicos tres presidentes electos
fueron derrocados a consecuencia de las rebeliones ciudadanas.
Los golpes de Estado, en los tres casos, vinieron de la clase política, que aprovechó de la
legítima rebelión social. Así, en la caída de Bucaram, las componendas políticas resolvieron que
Rosalía Arteaga, la vicepresidenta, se encargara del poder un fin de semana hasta cuando el Congreso
decidió la sucesión ―constitucional‖ a favor del habilísimo Fabián Alarcón. Al golpe de Estado contra
Mahuad, siguió el ―contragolpe‖ de la cúpula de las FF.AA., la autoproclamación de Noboa y horas
más tarde la ―legitimación‖ de lo actuado por el Congreso. Y al retiro del respaldo institucional de las
FF.AA. para Gutiérrez, siguió la actuación del Congreso.
El 30 de septiembre del 2010 no hubo una rebelión nacional-popular. El descontento de la
tropa policial condujo a un acto de insubordinación en las calles y cuarteles. En todo el país se
experimentaron los riesgos para la democracia y para la vida del Presidente Rafael Correa, quien no
cedió, preservando así la dignidad del Ejecutivo y del país. La insurrección despertó una amplia
movilización social en su contra y el repudio nacional e internacional.
Sin embargo, al siguiente día de la rebelión policial-militar del 30 de septiembre de 2010, la
oposición tenía lista su interpretación: todo es culpa del Presidente Correa, nunca hubo golpe de
Estado, jamás existió un intento para matar al Mandatario y el asunto se redujo a la ―protesta‖
policial. Hasta las muertes de aquel día fueron atribuidas a la ―prepotencia‖ del Presidente. Y el inicio
de una serie de procesos judiciales sirvió para hablar de ―cacería de brujas‖.

18
Además, comenzó un interminable debate a través de los medios de comunicación enfocados a
discutir si en los acontecimientos del 30-S hubo ―golpe‖ o ―secuestro‖, lo cual constituía una
evidente trampa, pues se pretendía transformar los hechos históricos en un abstracto debate jurídico,
produciéndose así una típica negación de las evidencias.
Con semejantes argumentos se trató de minimizar lo ocurrido, desviar el problema para
proseguir el ataque al Presidente, justificar los hechos y desvirtuar las responsabilidades, contra la
misma realidad empírica existente. En palabras de Gilmar Gutiérrez (hermano de Lucio):
No hubo un solo disparo en la mañana, sí hubieron confusiones, sí hubieron gases, sí hubo falta de
respeto al Presidente de la República, y eso tampoco es justificable, ¿pero quién era el responsable? El
Presidente de los ecuatorianos, querer ir a solucionar un problema a golpes y patadas e insultos [...];
segundo, no fue ni siquiera a solucionar, o sea, no les fue a decir ni a darles una esperanza, les fue a
provocar, les fue a desafiar […]. Eso no fue responsabilidad de los Gutiérrez, eso es decisión exclusiva
de Rafael Correa.
O en las palabras de Ciro Guzmán, director del ultraizquierdista Movimiento Popular
Democrático (MPD), que apoyó la insurrección policial: ―Hizo el show, se desanudó la corbata, pidió
que le disparen, pidió que le maten, pidió que le conviertan en víctima, pidió que el mundo se entere
de que querían asesinar a su presidente, pero qué decepción, nadie lo asesinó, nadie lo mató‖.
Y en las de Luis Villacís, otro dirigente del MPD: ―No ha habido ningún golpe de Estado ni
intento de golpe de Estado, como tampoco hubo secuestro…‖
Pero, desde una estricta perspectiva histórica, el 30 de septiembre debe ser visto como un ―día-
proceso‖ que evolucionó en distintas ―fases‖.
La primera fue de preparativos: ciertos medios de comunicación tempranamente presentes en
el Regimiento Quito, familiares de policías, civiles ―infiltrados‖ o curiosos, panfletos en circulación.
En la segunda fase, la insubordinación se puso en marcha: bloqueo de calles, rechazo a las jerarquías,
agresión al propio Comandante General de Policía, primeros atropellos a periodistas y civiles,
paralización de actividades policiales en todo el país. En tiempos sucesivos: toma del aeropuerto de
Quito e insubordinación en el Ministerio de Defensa. Comenzaron los reportes de saqueos y asaltos
en diversas ciudades.
Bajo esos hechos en desarrollo, llegó el Presidente Rafael Correa al Regimiento, junto con
otros funcionarios. No le dejaron entrar y sobre la comitiva cayeron las primeras bombas
lacrimógenas. En un segundo intento logró ingresar el Mandatario. Pero parte de su comitiva y de la
seguridad, fueron impedidos de hacerlo y atacados.
Las agresiones prosiguieron aún antes de que el Presidente Correa llegara a una ventana del
edificio, donde intentó explicar la Ley que los insubordinados cuestionaban. Los gritos agresivos
provocaron al Presidente, que sólo entonces explosionó desafiante. Desde una oficina, todavía
recibió a delegados policiales que luego nada pudieron aplacar. Al intentar retirarse, el Mandatario fue
agredido, impidiéndosele la salida. Fue dramática su marcha hasta el Hospital de la Policía, que fue
cercado por los insurrectos. El Presidente Correa quedó secuestrado. Pocas horas después, se
decretó el Estado de Excepción y una cadena con matriz en la televisión pública.
Comenzó una tercera fase, con las reacciones ciudadanas y, simultáneamente, el despertar de la
confabulación golpista. Brotaron en el país los pronunciamientos a favor de la democracia. En Quito,
miles de personas coparon la Plaza Grande y las inmediaciones del hospital policial, en respaldo a
Correa. Aquí explosionaron los enfrentamientos. La ciudadanía fue permanentemente atropellada y
bombardeada con gas lacrimógeno.
Surgieron los otros escenarios. El edificio de la Asamblea Nacional fue tomado por la escolta
legislativa. Prendió la mecha de la confabulación y del activismo ―pescador a río revuelto‖:

19
instigaciones en el Regimiento, saludos a la rebelión policial, pronunciamientos anticorreístas,
movilización en la avenida de los Shyris (Quito), manifestaciones antigubernamentales al frente del
Legislativo, anticipado pedido de amnistía por un grupo de asambleístas, incursión en el edificio de
EC-TV, pedidos de renuncia.
Durante la fase final, apareció el intento de asesinato, evidenciado no sólo en las
comunicaciones radiales interceptadas, sino durante el operativo de rescate. La intervención de los
grupos especializados del Ejército, GOE y GIR debió enfrentar una balacera permanente.
El 30-S estuvieron cercadas las funciones institucionales del Estado. En peligro la vida del
Presidente y de otros funcionarios de gobierno. La ciudadanía atropellada y desprotegida. Todo el
Ecuador bajo riesgo. La dignidad nacional pisoteada. América Latina conmovida. Numerosos
heridos y el dolor de varias muertes.
El 30 de septiembre actuaron, en forma directa, policías y militares insurrectos. Fueron actores
―activos‖, una serie de personajes ligados a Sociedad Patriótica (SP); los dirigentes y manifestantes
del Movimiento Popular Democrático (MPD) y sus grupos aliados (un sector de la FEUE, la UNE y
la UGTE); varios dirigentes de Pachakutik, la CONAIE y ciertos sindicatos; un núcleo de activistas
políticos ―independientes‖ o ligados a partidos de la oposición; los asambleístas identificados con la
misma SP, el Partido Social Cristiano, Madera de Guerreo y otros aliados. Entre los actores
―pasivos‖ contó la extrema derecha; sectores del alto empresariado con intereses oligárquicos; el
núcleo hegemónico de medios de comunicación privados anticorreístas; y una más amplia y difusa
esfera de clases altas y medias, todos interesados en aprovechar del momento, en que ―algo pase‖ y,
sin duda, con el abierto propósito de que ―caiga‖ el Presidente.
Las evidencias demuestran que, conforme transcurrió el día 30 de septiembre, se evolucionó
del ―cuartelazo‖, al intento de golpe de Estado y finalmente al intento de matar al Presidente Correa.
No debe perderse la consideración sobre la progresiva violencia, ni sobre la evolución de las posturas
de la oposición en aquel día.
En un contexto histórico aun más amplio, tampoco caben dudas de que hay sectores y fuerzas
no sólo nacionales sino extranjeras, interesadas en derrumbar los proyectos políticos –y sobre todo
económicos- de los gobiernos de la ―nueva izquierda‖ latinoamericana y particularmente los que va
encarnando el ALBA. Por supuesto, allí se introducen los intereses del capital transnacional y de las
estrategias geopolíticas y de seguridad de las potencias ―imperialistas‖.
Los individuos y sectores comprometidos en forma activa o pasiva, y los que estratégicamente
ubicaron sus intereses en torno a la posibilidad de la crisis gubernamental en Ecuador, exigen
―pruebas‖ y ―nombres‖. Aquí está la trampa de su juego de palabras. Porque en ciencias sociales
claramente se diferencian las responsabilidades jurídicas de las de tipo histórico y político. De manera
que, mientras a los jueces corresponderá determinar las responsabilidades legales, los responsables
político-históricos del intento de golpe de Estado y de intento de muerte del Presidente, quedaron
perfectamente identificados para la historia contemporánea del Ecuador.
Raíces históricas del golpismo
¿Por qué América Latina es una región en la cual todavía algunos gobiernos están bajo el riesgo
de un golpe de Estado?
Al menos existen tres causas históricas. Primera: la democracia institucional fue el resultado de
un largo camino, en el que hubo que vencer las viejas prácticas de los sistemas oligárquico-
terratenientes del pasado y de la vigencia de los caudillismos, bajo cuya hegemonía las
confrontaciones políticas podían solucionarse ―normalmente‖ a través de golpes de Estado. Esa
democracia a veces resulta frágil para evitar las arremetidas de los grupos tradicionales del poder. En
Ecuador las fases de gobiernos institucionales sólo son tres: entre 1916-1924; entre 1948-1960 y, la

20
más larga, entre 1979-hoy, con dos momentos: entre 1979-1996 cinco gobiernos y entre 1996-2006
siete gobiernos y un intento de golpe de Estado.
Segunda: porque a los intereses de las grandes potencias capitalistas no les ha convenido la
existencia de regímenes políticos capaces de llevar adelante programas nacionalistas y de reforma
social. La historia de América Latina está plagada de intervencionismos, particularmente
norteamericanos, para interrumpir e impedir gobiernos reformistas, radicales o de ―izquierda‖. La
CIA operó en Chile contra el gobierno de Salvador Allende (1970-1973). Es sólo uno de los ejemplos
que pueden citarse.
Tercero: porque en la actualidad las desigualdades sociales y económicas internas son de tal
magnitud que cualquier gobierno que intenta modificar la pirámide existente, agudiza la
conflictividad política y polariza la ―lucha de clases‖.
Si los países latinoamericanos gozaran de sociedades con mejor calidad de vida para sus
sectores populares, hace tiempo habrían evitado las confrontaciones políticas agudas que hoy dividen
a varios de los Estados en la región. No es extraño que en Venezuela, Bolivia y ahora Ecuador ronde
el ―golpismo‖. La polarización se radicalizó en estos países durante las décadas de los ochenta y
noventa del pasado siglo por la reconcentración de la riqueza y el poder en minorías sociales. Y son
los gobiernos de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa los que más disgustan a los actores de
aquellos tres factores históricos que han provocado los golpes de Estado en la región: las viejas
oligarquías, los países ―imperialistas‖ y las derechas económicas y sociales de la actualidad, resistentes
a todo cambio en el que pierden sus privilegios. Sólo que los instrumentos del ―golpismo‖ siempre
aparecen en otras manos.
Con la independencia, concluida a inicios de la década de 1820, nacieron las diversas repúblicas
latinoamericanas. Prácticamente todas adoptaron el sistema presidencialista, dictaron constituciones y
proclamaron la democracia, las libertades y los derechos individuales. Sin embargo, exceptuando
países como Chile, Argentina o Costa Rica, donde las instituciones constitucionales se afirmaron
desde mediados del siglo XIX, en los otros el mismo proceso tardó hasta fines de ese siglo e incluso
hasta bien entrado el siglo XX. Todos los países tuvieron prolongadas épocas de conflictos entre
caudillos, confrontaciones entre liberales y conservadores, luchas de sectores medios y populares,
―golpes de Estado‖ y dictaduras.
Ecuador, nacido en 1830 al separarse de la Gran Colombia, ha tenido una larga historia de
precaria construcción de sus instituciones democráticas. Ha sido lenta la superación del régimen
oligárquico-terrateniente, pero también la edificación de su propio capitalismo. De allí deriva la
matriz histórica que hace débiles a las funciones e instituciones del Estado.
Sobre esa raíz histórica, desde mediados de la década de los 80 del pasado siglo, los sucesivos
gobiernos apuntalaron un modelo económico claramente identificado con los intereses de las
cámaras de la producción, el capital financiero transnacional, las orientaciones del FMI y los
postulados provenientes del ―neoliberalismo‖. En lugar de que ese modelo sirviera para fortalecer las
instituciones del Estado y de la vida republicana, las debilitaron.
De manera que al progreso económico capitalista y al bienestar empresarial de la época,
acompañó el sistemático derrumbe de los servicios públicos, la pérdida de la institucionalidad estatal
y finalmente la crisis de la gobernabilidad, evidenciada en la sucesión de rebeliones populares
aprovechadas por la clase política para derrocar ―constitucionalmente‖ a Abdalá Bucaram (1997),
Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2005).
No hay duda que desde 2007 el modelo económico cambió. Desde las filas de la ultraizquierda
y del intelectualismo revisionista, tal cambio no se ha dado, puesto que ha continuado la
consolidación del ―neoliberalismo‖ al que ahora también se lo juzga como ―extractivista‖.

21
Pero ese no es el sentir de aquellos sectores empresariales privados y politizados que en los
pasados veinticinco años se sintieron amparados por el Estado, veían sus intereses directos reflejados
en él y consideraban que sus buenos negocios, a costa del retroceso y hasta ruina de la ―cuestión
social‖, se enrumbaban a un soñado paraíso capitalista.
El nuevo modelo económico, y peor si lograra encaminarse al ―socialismo del siglo XXI‖,
disgusta a los grupos del más alto poder económico en Ecuador. Y entre ellos, existe un sector que
fomenta la idea de que salir del actual gobierno es lo más conveniente para revertir un camino futuro
en el que sólo perderían sus intereses. Eso les ha conducido a ser actores políticos que no piensan en
respetar ni fortalecer las instituciones de la democracia republicana.
Reacción y solidaridad latinoamericanistas
Los acontecimientos del 30 de septiembre despertaron múltiples reacciones internacionales.
Ante todo se convirtieron en noticia de primer orden, por lo que en distintas cadenas informativas
internacionales y otros medios de comunicación se dio a conocer lo que estaba sucediendo en
Ecuador. Hubo coberturas especiales en los informativos de países europeos como España,
Alemania, Francia e Italia y también en Norteamérica (Canadá y los EE.UU.).
En América Latina las noticias volaron. La región conoce bien, por las experiencias históricas
de cada país, que acontecimientos como los que se producían ese día en Ecuador siempre llevan un
tinte de peligro para la democracia. Además, los sucesos en Ecuador también recordaban de
inmediato los intentos de golpes de Estado contra los Presidentes Hugo Chávez, en Venezuela
(2000) y Evo Morales, en Bolivia (2008), el ocurrido en Haití (2004) e incluso el primer intento de
golpe de Estado que se realizó contra el presidente Salvador Allende en Chile, el 29 de junio de 1973
(―tanquezazo‖), que estuvo planificado como parte de la estrategia militar para determinar las
reacciones, ubicar a los sectores e individuos de la izquierda y realizar, con esa ―preparación‖, el
golpe definitivo ejecutado por Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973, con el apoyo directo
de la CIA, empresas norteamericanas y el propio gobierno estadounidense presidido entonces por
Richard Nixon (1969-1974).
En toda Latinoamérica se rechazó el intento de golpe de Estado que ocurría en Ecuador. Un
papel fundamental en la actividad periodística del momento, con perspectiva latinoamericana, fue el
que cumplió ―TeleSUR‖ de Venezuela, que todo el día transmitió informaciones directas sobre
Ecuador. Al siguiente día retransmitió una larga entrevista al Presidente Correa y toda la reunión de
Cancilleres de UNASUR en Quito.
Además de las noticias, durante el 30-S hubo sucesivos pronunciamientos de presidentes o
jefes de gobierno de distintos países del mundo en apoyo a la democracia en Ecuador, condenando la
insubordinación policial y rechazando cualquier intento de ―golpe de Estado‖. Las dos reacciones
diplomáticas más importantes el mismo 30 de septiembre fueron: la convocatoria urgente para una
reunión extraordinaria de jefes de gobierno de UNASUR y otra para una reunión similar de
cancilleres en Ecuador.
Sin perder tiempo y salvando inmediatamente las distancias, la noche del 30-S comenzó la
Reunión Extraordinaria del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión de
Naciones Suramericanas (UNASUR) en el Palacio San Martín, en Buenos Aires, República
Argentina, que duró hasta la madrugada del siguiente día, cuando se acordó emitir una Declaración.
En ella se reafirma el compromiso para preservar ―la institucionalidad democrática, el estado de
derecho, el orden constitucional, la paz social y el irrestricto respeto a los derechos humanos‖; se
condena ―enérgicamente el intento de Golpe de Estado y el posterior secuestro del Presidente Rafael
Correa Delgado registrado en la hermana República del Ecuador el 30 de septiembre‖; se celebra ―la
liberación del Presidente Correa Delgado así como la pronta vuelta a la normalidad institucional y

22
democrática‖; se expresa ―la necesidad de que los responsables de la asonada golpista sean juzgados y
condenados‖; y, de manera especial, se acordó lo siguiente:
4.- Afirman que sus respectivos Gobiernos rechazan enérgicamente y no tolerarán, bajo ningún
concepto, cualquier nuevo desafío a la autoridad institucional ni intento de golpe al poder civil
legítimamente elegido y advierten que en caso de nuevos quiebres del orden constitucional adoptarán
medidas concretas e inmediatas tales como cierres de fronteras, suspensión del comercio, del tráfico
aéreo y de la provisión de energía, servicios y otros suministros.

6.- Acuerdan adoptar, en la IV Reunión Cumbre Ordinaria de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno
de la Unión de Naciones Suramericanas, a celebrarse el 26 de noviembre en Guyana, un Protocolo
Adicional al Tratado Constitutivo de la UNASUR que establezca la Cláusula Democrática (UNASUR,
2010).

La contundente Declaración de Buenos Aires contrastó con las inexistentes posiciones de una
serie de visibles líderes políticos y partidistas del Ecuador, con las ambiguas declaraciones efectuadas
el 30-S en el país por distintos sectores y dirigentes sociales, y frente a las que expresaron los
asambleístas de oposición, los políticos anticorreístas e incluso algunos líderes de movimientos
sociales y también ciertas personalidades indígenas.
Es aún más alarmante que mientras América condenara el intento de golpe de Estado en
Ecuador, como lo señala una investigación (preparada para el THE) sobre las visiones del 30-S en
cuatro periódicos nacionales:
Al menos una decena de artículos critican, censuran y hasta se burlan del respaldo que recibió el país,
la democracia, por parte de la comunidad internacional y de organismos como la OEA y la UNASUR.
Se argumenta que se dejaron utilizar, que fueron engañados por la propaganda oficial, que esos países
y organismos internacionales deben también defender la democracia y los derechos humanos, que
Pérez Esquivel debió demandar que el Presidente también respete la institucionalidad democrática,
que José Miguel Insulsa (tras burlas a su apellido) es un obeso que confunde la democracia con la
estabilidad de los gobiernos autoritarios, o que gobiernos de países amigos apresuradamente
subastaron su independencia política…
¿Cabe imaginar a todos los países latinoamericanos y a otros en el mundo engañados por una
imaginaria ―propaganda oficial‖? ¿Es que la prensa comercial ―independiente‖ del Ecuador es la que
tenía la ―verdad‖ sobre los sucesos?
La reunión de Cancilleres de UNASUR se realizó en Quito, el 1 de octubre. Fueron recibidos
por el Presidente Rafael Correa y por el Ministro de Relaciones Exteriores Ricardo Patiño, en el
Salón Amarillo del Palacio de Gobierno. Las intervenciones de todos los cancilleres y vicecancilleres
presentes coincidieron en la defensa de la democracia en Ecuador. Una de las intervenciones más
representativas fue la del Canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, quien dijo:
Bueno Presidente Correa, nos da una gran alegría poder verlo, saludarlo, a nombre del Comandante
Hugo Chávez, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, de nuestro pueblo queremos
trasmitirle esa alegría y nuestra confianza y nuestra admiración en el esfuerzo que usted hace, en los
gestos que usted ayer tuvo de valentía y el pueblo del Ecuador. Nuestro pueblo siguió igual que decía
el canciller del Perú atentamente a través de TeleSUR y de otras emisoras, las emisoras públicas de
Ecuador cada uno de los eventos que se sucedieron y en la calle se volcó por miles frente a la
Embajada del Ecuador. Allí llegaron los jefes de las fuerzas militares también a expresar su solidaridad
en la noche, casi coincidente con la operación de rescate exitosa que hubo. Nosotros íbamos
viajando, el Presidente Chávez me llamó en varias oportunidades en el avión muy angustiado por la
situación. Y efectivamente esto es resultado de todo un proceso que América del Sur y América Latina
tiene que discutir. Una conspiración permanente contra los procesos progresistas. Realmente
nosotros vimos la prensa hoy aquí y uno queda abismado, sorprendido como continúa la
conspiración, nosotros hemos vivido, no sólo un golpe, varios golpes, una conspiración permanente y

23
un golpe continuado. Pareciera que los sectores del poder del pasado no aceptan los cambios
democráticos que viven nuestros pueblos y la batalla que ustedes han dado no sólo la dieron por
Ecuador, la dieron también por la América nuestra, la dieron por cada uno de nosotros, y cuente
usted, así nos lo ha hecho saber el Comandante Hugo Chávez antes de entrar a esta reunión, que
nuestro pueblo, nuestro gobierno está a sus órdenes, para el apoyo, restablecimiento pleno, que
deseamos de toda la institucionalidad, la vida democrática del pueblo ecuatoriano. Y lo que ha hecho
UNASUR realmente es también construir historia. Esta jornada de ayer, esta jornada de hoy y
estamos seguros que de estas batallas vamos a seguir cada vez más fortalecidos. Muchas gracias y
suerte Presidente.
Al final de las intervenciones habló el Presidente Correa, quien agradeció a los diplomáticos
presentes y narró lo que había ocurrido en Ecuador, así como sus propias vivencias en medio de los
acontecimientos. Transcribo algunos párrafos significativos de su exposición:
Qué les puedo decir hermanas y hermanos latinoamericanas, latinoamericanos, sino de lo más
profundo de mi corazón, muchísimas gracias. Nunca nos sentimos solos. Por supuesto, siempre
acompañados de todo el pueblo ecuatoriano y de toda esa patria grande: nuestra América Latina.

Bienvenidas, bienvenidos, señoras ministras de relaciones exteriores, señores ministros, señoras y


señores embajadores. Todos sus presidentes también nos llamaron, incluso mientras estábamos en
cautiverio, para expresarnos la solidaridad y muchos durante varias ocasiones. Qué bien que tengan
tan claro que lo que sucedió el día de ayer no fue una reivindicación salarial, ni nada por el estilo sino
una verdadera conspiración. Y como dice el canciller de Venezuela, los gobiernos que queremos el
cambio vivimos permanentes conspiraciones. Aquí cada paso que se quiere dar cierta prensa
corrupta, ciertos grupos opositores que no nos pueden ganar en las urnas y quieren de cualquier
forma parar los cambios que están ocurriendo en Ecuador, distorsionan, tergiversan.
………………..
Cuando el pueblo ecuatoriano se entera de esto es impresionante la movilización que tenemos y yo le
agradezco profundamente a ese pueblo, ellos son los que han defendido la democracia, ellos son los
héroes, los valientes. Decenas de miles de personas en la Plaza Grande, pero también decenas de
miles, cerca de unas seis mil personas yendo a rescatar al presidente al hospital policial. Fue
impresionante, yo lo pude ver desde la ventana, cómo reprimieron a ciudadanos indefensos.
……………….
Cuando esta situación se volvió intolerable, cuando ya no se podría permitir que el presidente esté
secuestrado, y yo no iba a ceder, yo no iba a firmar absolutamente nada, yo dije claramente, ―aquí
salgo como presidente o salgo como cadáver, no pierdan el tiempo‖, nuestras fuerzas especiales
fueron al rescate y las recibieron a pura bala, estos supuestos policías. Muchos son infiltrados, no son
policías, y algunos sí malos policías, rezagos de viejas épocas y uno de los peligros y desafíos que
tenemos que enfrenar. Éstos son potenciales grupos paramilitares que se pueden formar, que creen
que les pueden disparar a sus conciudadanos desarmados, que pueden asesinar al Presidente, que por
supuestas reivindicaciones salariales pueden secuestrar al Jefe de Estado, como si estuviéramos en el
lejano oeste, ¡qué sé yo! Entonces es una de las tareas que nos queda por delante y la vamos a cumplir,
y esperamos el apoyo de toda América Latina. Les aseguro que cuando se empiecen a descubrir los
cabecillas de esta conspiración, dirán persecución política, calumnias, etc. Pero vamos a depurar, aquí
no habrá perdón ni olvido. Perdón y olvido a nivel social se llama impunidad, señores.

Ustedes se han congratulado que la democracia salió fortalecida, seguramente. Hemos demostrado
que no vamos a claudicar, no vamos a llegar a esas prácticas de que por medio de las armas se
lograban conquistas salariales y esas cosas. No han logrado quebrar el orden constitucional, han
movilizado a todo un pueblo. Pero quiero decirles que en lo personal yo estoy destrozado y que la
patria está de luto, la aventura de estos desquiciados criminales nos ha costado cuatro vidas humanas.
Un civil, joven estudiante de 24 años que iba en marcha a rescatar a su presidente y le vaciaron el
cráneo con dos balazos de fusil; ese policía escolta mío que cayó cuidando al presidente, y dos
militares más de los que fueron a rescatar al presidente y los recibieron a punta de bala con
francotiradores en las terrazas etc. Tenemos más de 40 heridos de las fuerzas armadas, de las fuerzas

24
de rescate, algunos de ellos en estado muy grave, uno de ellos ya descerebrado y prácticamente
muerto, un capitán de 34 años que ha quedado parapléjico para toda la vida. Ese es el costo de estos
desquiciados de la ambición de unos cuantos, de esta conspiración permanente.

Lo que quiero decirles es que el asunto era tan coordinado, que ciertos voceros de la oposición ya
tenían listo el acuerdo, que para liberar al presidente tenía que declarar la amnistía de todos los
involucrados en esto, derogar la ley que querían que derogue, derogar otra ley que buscaba derogar la
derecha de este país, ya lo tenían listo todo. Se habían armado grupos supuestamente de apoyo
ciudadano a la policía, porque esperaban que todo el pueblo se levante. Les falló. Nadie se levantó, ni
los perros los acompañaron. Pero de conocidos partidos políticos. Todo esto fue coordinado, les
insisto, fue una acción coordinada para crear el caos, una guerra civil, matanza y desestabilizar al
gobierno, no lo han logrado.

Pero no es momento de júbilo al menos en lo personal, es momento de profunda tristeza, como les
decía, esta aventura desquiciada de estos ambiciosos, de los conspiradores permanentes, de los que
no nos pueden vencer en las urnas y quieren vencernos de cualquier manera, incluso quitándonos la
vida, que en lo personal es lo menos que me pueden quitar; yo estaría muerto si perdiera mis ideales y
no los perdimos los ratificamos. En todo caso esta aventura desquiciada, les insisto y esta banda de
criminales que tanto han ofendido a la institución policial, nos ha costado cuatro vidas humanas y más
de cuarenta heridos de gravedad, algunos de ellos de gravedad. Yo estoy destrozado, en lo personal,
estoy profundamente triste, pero habrá que salir adelante.

En todo caso a todos ustedes les agradezco profundamente, su solidaridad y a seguir unidos
compañeros, para que estas cosas que creí que nunca iban a suceder en Ecuador y peor en mi
gobierno y sucedieron al menos nunca vuelvan a suceder en nuestra América. Muchas gracias.
Con la intervención del Presidente se cerró la reunión de Cancilleres.
Esa reacción latinoamericanista, junto con la del pueblo ecuatoriano el día 30 de septiembre,
fueron los poderosos elementos que evitaron que en Ecuador se consumara un golpe de Estado que
seguramente habría retrocedido al país a las décadas pasadas que precisamente se han intentado
superar. Y el contraste ha quedado para la historia: mientras en Ecuador actuaron políticos y sectores
conspiradores, flaquearon líderes sociales y dirigentes gremiales, y tomaron posición los medios de
comunicación privados, en el mundo despertaron las acciones de gobiernos y países que tuvieron
muy en claro que la democracia ecuatoriana debía estar por encima de cualquier reclamación y de
toda insubordinación.
El 30 de septiembre de 2010 todo el país estuvo en jaque. Y con una oposición agresiva, lista
para la confabulación inmediata. Ningún país en el mundo justificaría esta situación. A ningún
Estado es admisible la retención de un Presidente y el peligro de su vida. ¿Es posible imaginar algo
parecido en los EE.UU., por ejemplo?
Siguiendo los hechos, el cuartelazo no fue ―espontáneo‖ sino preparado y coordinado con
anticipación. Estaba en marcha cuando el Presidente Correa llegó al regimiento. La intención de la
tropa insurrecta, conforme lo prueban sus exigencias, fue la de obtener un documento firmado por el
Mandatario con el que posiblemente se creían seguras sus reivindicaciones. La retención del
Presidente a fin de que no salga mientras no firme, fue la medida que siguió a la negativa presidencial.
La presencia de Correa y su decisión desarmaron a los rebeldes.
Aprovechar de la insubordinación fue la estrategia del sector más radical del anticorreísmo.
Tumbar al gobierno y desembarazarse de Correa posiblemente era el camino más apetecido. De allí
la naturaleza tan sui géneris del ―golpismo‖ de aquellos momentos, porque no existía ni la figura capaz
de encabezar una toma del poder, ni el sector en el cual podía respaldarse una ruptura institucional.
Era inútil pensar en un ―vacío del poder‖, la ciudadanía salió a respaldar al Presidente y a la
democracia, el caos no se produjo y el ―golpe‖ quedó en medio de las ilusiones.
25
ECUADOR: LA ALIANZA DE LA DERECHA Y EL
1
CORPORATIVISMO EN EL “PUTCH” DEL 30 DE
SEPTIEMBRE DEL 2010

RAFAEL QUINTERO LÓPEZ 


ÉRIKA SYLVA CHARVET 

El origen de la coyuntura desestabilizadora


Si bien la derecha conspiró contra el gobierno de Rafael Correa Delgado desde su instalación 2,
paradójicamente el golpe como un proceso orientado a derrocarlo y derrotar el proceso constituyente
por él liderado, se originó con la movilización de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador
(CONAIE)3, a fines de septiembre del 2009, en rechazo a la ―Ley de Recursos Hídricos‖ y para
retener su manejo de las instituciones públicas orientadas al sector indígena en educación, salud y
desarrollo, abriendo la coyuntura desestabilizadora que tendría su hito un año más tarde, el 30 de
septiembre del 2010, con la insubordinación de sectores de la Policía 4 y el secuestro e intento de
asesinato del Presidente de la República.

1 Se denomina así a un golpe de Estado fallido o abortado. El término proviene de la palabra alemana
putsch que significa ―empujón‖ y tiene un significado muy cercano al de ―golpe de Estado‖. Se popularizó
como término para denominar un golpe fallido a raíz del protagonizado por Hitler en Munich el 8 y 9 de
noviembre de 1923 al que se denominó ―Putsch de Munich‖ o ―Putsch de la Cervecería‖.

Rafael Quintero López, cientista social, docente universitario, autor de decenas de artículos y libros.
Actualmente es Subsecretario de Asia, África y Oceanía del Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador.

Érika Sylva Charvet, cientista social, docente universitaria y escritora. Desde abril del 2010 es
Ministra de Cultura del Gobierno del Ecuador.
2 Véase al respecto el artículo de Roger Burbach, 2010, ―Ecuador's President Correa Faces off with
Indigenous and Social Movements‖, en www.nacla.org
3 Las movilizaciones de esta organización indígena sin duda alguna tienen financiamiento externo, lo

cual es necesario evaluar, para sopesar hasta qué punto no se ha prestado a ser objeto de lo que Pablo
González Casanova llamara acciones paralelas de aparatos para-estatales del extranjero. Según la analista
estadounidense Eva Golinger ―(o)rganizaciones en Ecuador como Participación Ciudadana y Pro-Justicia ha
dispuesto de financiamiento de United States Agency for Internacional Development (USAID) y la National Endowment
for Democracy (NED), tanto como miembros y sectores del Consejo de Desarrollo de Nacionalidades y Pueblos
del Ecuador (CODENPE), EL Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik-Nuevo País (referido
comúnmente como Pachakutik), la CONAIE, la Corporación Empresarial Indígena del Ecuador y la
Fundación Qellka‖. La misma analista indica que la USAID y la NED financian actividades contrarias a los
gobiernos en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Véase su análisis ―Ecuador: otro golpe Made in USA‖. Mensaje en
Internet, del 5 de octubre de 2010.
4 Esta fuerza pública tiene en todo el país unos 42,000 efectivos de los cuales se insubordinaron
alrededor de 1,000 a 1,500 en todo el país. El epicentro de dicha sublevación estuvo en Quito, la capital del
Ecuador.

26
En efecto, hace exactamente un año, se fue gestando un acercamiento entre la CONAIE, el
Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCMLE) – Movimiento Popular Democrático (MPD)5 y el
gremio de la Unión Nacional de Educadores (UNE), declarado en huelga el 15 de septiembre con apoyo
de sectores estudiantiles controlados por el MPD, en rechazo a la evaluación de los docentes, así
como una aproximación a sectores de empleados públicos inconformes con las regulaciones de la
contratación colectiva. Con todos estos sectores, la derecha tradicional, y la nueva derecha del Partido
Sociedad Patriótica (PSP)6, ha mantenido alianzas durante todo este proceso. El punto emblemático de
arranque de la coyuntura está marcado por la muerte del profesor shuara Bosco Wizuma el 30 de
septiembre del 2009, en Macas (capital de la provincia de Morona Santiago) –en el marco de la
movilización de la CONAIE— a causa de perdigones disparados inadvertidamente -según las
investigaciones forenses- por algún miembro de su propia comunidad, muerte en torno a la cual la
CONAIE, Pachakutik y el MPD articularon un discurso de oposición, caracterizando al gobierno
como represivo, autoritario y hasta ―fascista‖, al acusarle de la muerte del docente. Todo esto
orquestado por los grandes medios de comunicación privados, convertidos en el Partido Medial de
Derecha.
Ese conjunto de acontecimientos rubricaron la política de ―distanciamiento‖ creciente de
varias organizaciones, sectores de intelectuales7 y de movimientos sociales respecto al gobierno de la
Revolución Ciudadana, liderado por el Movimiento Patria Altiva y Soberana (PAIS), incluyendo el
―distanciamiento‖ de la Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN),
un aliado del gobierno que, a mediados de año, se sumó también a esa política, influyendo, cual juego
de dominó, en un grupo de asambleístas del Partido Socialista-Frente Amplio (PSFA), lo cual
profundizaría el debate interno en ese partido en torno a la continuidad del apoyo al gobierno,
impulsado por la tendencia unitaria, y aquella que propugnaban los autodenominados ―históricos‖, de
declararle la oposición, de cara a su Congreso Nacional ―Sócrates Ponce‖ del 10-12 de septiembre en
Portoviejo, Manabí.8
Es decir, la coyuntura se abría con una crisis de legitimación del régimen, porque de su alianza
original de apoyo se desgajaban fuerzas identificadas con la izquierda que el gobierno decía

5 El PCMLE o Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador fue fundado en 1964, por medio de una
división del tradicional Partido Comunista del Ecuador (PCE). Sobre esta división, curiosamente, actuaron dos
poderes externos: la Central Intelligence Agency (CIA), como ha sido documentado por la obra de Philip Agee, en
la que se narra cómo los agentes asalariados de la CIA fueron infiltrados en el Comité Central del PCE y luego
propiciaron su escisión. Y, por otra parte, operó sobre esa división la Agencia de Noticias de la República Popular
China en Quito, en esos años, según le fue revelado a uno de los autores de este artículo, por un funcionario del
Partido Comunista Chino, en su visita a Beijín en 1994. El MPD, o Movimiento Popular Democrático apareció en
1978 y no es sino el brazo electoral de aquél.
6 Formado por el Coronel de inteligencia del Ejército, Lucio Gutiérrez Borbúa.
7 Una expresión de este distanciamiento fue la salida de la mayoría de editorialistas del primer diario
público del Ecuador, el nuevo El Telégrafo (relanzado en marzo del 2008 por el gobierno de Correa), por
contradicciones en torno a los cambios en la política de comunicación del gobierno (salida del director del
diario por discrepancias con su manejo administrativo, decisión gubernamental de crear un nuevo diario
público de alcance masivo y popular), situación que se produjo en marzo del 2010.
8 En 2006 se fraguó una alianza programática entre el Movimiento Patria Altiva y Soberana (PAIS) y el
PS-FA que inscribieron el binomio entonces ganador bajo sus respectivos números 35-17, y acordaron una
alianza electoral que no se cumplió, al haber adoptado el primero una estrategia de no presentar candidaturas
para el Congreso Nacional, lo cual resintió y erosionó la alianza. Dentro del PS-FA se discutirá por tres años
(2007-2010) los costos de esa alianza, sus beneficios, y su propiedad, mientras otros enfatizaron el debate en el
sentido de robustecer esa alianza para apuntalar los cambios estructurales que veían representados en el
gobierno del Presidente Correa.

27
representar, especialmente el emblemático ―movimiento indígena‖ encarnado en la CONAIE y la
FENOCIN, entre otras organizaciones. Dado que el gobierno del Presidente Rafael Correa no se
sustenta en una alianza orgánica de clase, sino en una alianza multiclasista inorgánica, es decir, sin
una base y hegemonía de clase definida9, la oposición de la CONAIE, Pachakutik y el MPD, y el
distanciamiento potencial de la FENOCIN y el PS-FA, que movilizan a sectores medios y populares
definidos, constituyó un debilitamiento conspicuo de la base de sustentación del gobierno, y, por
ende, de su proyecto de reforma económica, social y política.
Este hecho prolongaba su carácter de gobierno en disputa10 en torno a su orientación estratégica: o
promover los cambios en el marco del modelo corporativo-neoliberal de sociedad y su tipo de
régimen político, o rebasarlo e impulsar un tránsito hacia un nuevo modelo alternativo de sociedad y
de Estado. La respuesta del gobierno a ese nudo crítico fue la de balancear mejor su gabinete en el
primer cuatrimestre del 2010, con la incorporación de técnicos/as e intelectuales identificados con
tendencias progresistas y de izquierda. Esta respuesta, circunscrita al terreno estatal, era insuficiente,
sin embargo, para resolver una crisis en la alianza social de sustentación del régimen que implicaba,
adicionalmente, orientar su acción hacia la recomposición de las relaciones con los actores de la
sociedad civil.
El momento evidenciaba la complejidad del gobierno y del proceso constituyente y mostraba que el
proyecto no afectaba sólo a los intereses de la oligarquía. Paradójicamente, la política mercantilista,
privatizadora y debilitante del Estado que caracterizó al neoliberalismo, había ido creando nichos
funcionales de poder en las instituciones controladas por estos sectores medios, que, articulados por
conceptos y prácticas corporativos, habían sido beneficiarios del prebendalismo propio del sistema
oligárquico, y ahora resistían tenazmente las reformas de fondo en sus respectivos espacios,
abrazando la disyuntiva del gatopardismo, es decir, ―reformar‖ para que todo siga igual. 11
El corporativismo ha sido un rasgo típico del sistema político ecuatoriano a lo largo del siglo XX.
Constituye un mecanismo de representación de los intereses económicos de los grupos sociales
organizados caracterizado por: a) suplantar, o al menos, hacer prevalecer la esfera de los intereses
privados por encima de los intereses públicos o colectivos, lo que significa negar la democracia
general del pueblo como posibilidad histórica; b) expandir/conservar las ―conquistas‖ gremiales de
sus ―grupos de interés‖ ya obtenidas, conceptuadas como derecho irrenunciable; c) eludir el

9 Esta alianza está compuesta por una heterogeneidad de sectores que apoyaron su candidatura en la
primera y segunda vueltas: trabajadores del campo y la ciudad, semiproletariado, sectores sociales intermedios
y pequeño burguesía pueblerina, intelectuales, sectores empresariales no monopólicos y un conjunto de
movimientos sociales.
10 Para una caracterización del gobierno del Presidente Correa como uno ―en disputa‖, véase Rafael

Quintero, ―Conflictos y significados en torno a la Asamblea Nacional Constituyente en Ecuador 2007‖. En


Enrique Ayala y Rafael Quintero (Editores) (2007). Asamblea Constituyente: Retos y Posibilidades. Quito,
Ediciones La Tierra pp. 49-80; y, para una caracterización de la oposición al proceso constituyente Rafael
Quintero (2008). La Constitución del 2008: Un análisis político. Quito, Ediciones Abya-Yala.
11 Es el caso de la oposición a la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES), promovida por el gobierno,

que busca mejorar la calidad de la educación superior como eje de un nuevo modelo de desarrollo orientado –
a mediano plazo- a la exportación de servicios y bioconocimientos, al que se ha opuesto férreamente una
alianza entre la derecha (empresarios de universidades privadas), autoridades de universidades públicas,
gremios docentes, estudiantiles y de trabajadores controlados por el MPD y otras fuerzas de la izquierda
corporativa. El gatopardismo en esta alianza ha sido conspicuo y se ha expresado en la elaboración de un
proyecto de LOES que es una reproducción de la ley aprobada en 2000, ley que mantuvo la ambigüedad, los
conceptos y prácticas contradictorias entre la universidad pública y privada y, especialmente, el vacío de
políticas públicas en el campo de la educación superior. Véase CONEA (2009). ―Mandato 14. Informe de
evaluación de las universidades y escuelas politécnicas‖. Quito, 4 de noviembre.

28
reconocimiento de los derechos y obligaciones de cada ciudadano como una condición universal (de
todos), por encima de sus intereses, logros y conquistas gremiales; d) hacer prevalecer la
representación de los gremios, sindicatos y corporaciones en general, por encima de los partidos
políticos (es antipartidario). El corporativismo ha bloqueado el desarrollo democrático del país al
debilitar a los partidos políticos, convirtiéndolos en entidades corporativas o constituyéndolos en
apéndices de los gremios.12
Ha sido justamente durante este ciclo cuando se han exacerbado en la sociedad los intereses
corporativos, en el marco del debate de catorce proyectos de leyes fundacionales, y a medida que se
ha acentuado la influencia ideológica de una elite empresarial y gerencial -pública y privada- con gran
capacidad de gestión y con fuertes lazos con la pequeña burguesía universitaria, sobre el movimiento
de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y otros movimientos sociales como el sindical,
incidiendo en su alejamiento del gobierno. Esto se evidenció el 1 de mayo del 2010, cuando el Frente
Unitario de Trabajadores (FUT) ya no acompañó oficialmente al desfile del gobierno por el Día
Internacional del Trabajo en Quito, marcando la distancia de los gremios del proyecto político.
A esto debe añadirse que, por la misma época, pretendían constituirse liderazgos de derecha no
partidistas y construidos en torno al nuevo discurso ciudadano -como el del periodista Carlos Vera-
que ya por entonces lanzó su propuesta de revocatoria del mandato del Presidente Correa.
Por otro lado, el inicio de la presente coyuntura estuvo marcado también por una decisión
proveniente del Estado: la postergación de la aprobación de aquellas leyes que, según mandato de la
nueva Constitución, debían aprobarse hasta noviembre del 2009. Sin embargo, se pospuso su
procesamiento hasta el 14 de febrero del 2010, y se las seguiría postergando, lo que debilitaría el tiempo
político favorable a la reforma, en el marco de un cambio en la correlación de fuerzas que iba reclutando,
en torno a la oposición de derecha, a nuevos aliados de una izquierda corporativa, funcional al
neoliberalismo. Las respuestas dadas por parte del gobierno fueron en la misma dirección ya
señalada: la de contraer el músculo estatal. Es decir, se siguió respondiendo sólo desde el Estado y no
desde el movimiento, las alianzas, las políticas de concertación, porque se pensaba que los problemas
en torno a las leyes debían ser manejados por la Legislatura, y aquélla debía recuperar protagonismo
frente a los sectores sociales.
Esta crisis también se expresó en las fallas de la comunicación simbólica gubernamental y la
subutilización de los medios públicos como espacios de interlocución con los grupos sociales. Así, se
careció de una ―pedagogía‖ de presentación de las leyes (Aguas, Educación Superior, Comunicación,
etc.) y de vocerías e interlocutores que explicasen sus beneficios y pudiesen contrarrestar las
versiones negativas, magnificadas por la caja de resonancia de los grandes medios de comunicación
privados.
En ese contexto, se fijó en el imaginario de la oposición, incluidos esos sectores que desertaban
del proyecto, la imagen de que el Presidente estaba cercado y que su popularidad ―estaba a la baja‖.
La concentración en la emblemática Plaza de San Francisco en Quito, convocada por el gobierno a
principios de octubre del 2009, si bien fue multitudinaria, expresaba la movilización de sectores
sociales de origen popular y rural, así como de grupos sociales semiproletarios y proletarios no
organizados sindicalmente. Pero, la clase media urbana, inserta en la administración pública de la
capital, en una ciudad burocrática como Quito, brilló por su ausencia, evidenciando que el

12 El concepto del Movimiento Patria Altiva y Soberana (PAIS) sobre la Revolución Ciudadana donde
la representación política no puede ser suplantada por la representación corporativa, chocó frontalmente con
los ―intereses‖ percibidos por algunos grupos, entre ellos, los grupos de policías.

29
―forajidismo‖13 quiteño, que inicialmente apoyó, aparentemente había abandonado al gobierno, y que
a octubre del 2009 se había desgajado de dicha alianza.
Los meses siguientes atestiguaron la radicalización de esa oposición sin tregua (la del ―todo o
nada‖) respecto a los proyectos de leyes fundacionales, mientras se continuaba fraguando la coalición
entre fuerzas antes encontradas que impúdicamente se unían en contra del proceso constituyente.
Como ejemplo de esta sinrazón, recordemos la reunión entre la dirigencia de la CONAIE con la
ultraderechista Junta Cívica de Guayaquil en marzo del 2010, que evidenciaba el acercamiento de una
organización que había sido la fuerza hegemónica de la izquierda en los años 1990, con el núcleo duro,
orgánico, de una conspiración en ciernes denunciada por el Presidente Correa en enero del 2010, 14
reunión que no sorprende cuando nos enteramos que altos dirigentes indígenas (como Lourdes
Tibán), pertenecen a organizaciones financiadas por organismos estadounidenses creadas para
promover la desestabilización de los gobiernos de izquierda latinoamericanos. 15
Mientras tanto, dentro del partido aliado del gobierno (el PSFA), este momento se
caracterizaría por la intensificación de la lucha político-ideológica hacia un desenlace que podría
llevar a su potencial fractura y al debilitamiento político-simbólico del régimen. Sin embargo, el
desenlace de la lucha entre la ―tendencia unitaria socialista‖ y la corporativa (los ―históricos‖) a favor
de la primera, en el Congreso de septiembre, decidiría la continuidad del apoyo al gobierno por parte
de esa tienda política, lo cual resultaría clave en la movilización social16 y, ciertamente, en la definición
de la identidad política de la respuesta gubernamental frente a la alianza golpista.
Factores estructurales que acompañaron la presente coyuntura (2009-2010)
Lo duradero, lo permanente, lo relativamente más estable y que expresa un ritmo más lento de
cambios, ya que apunta a cristalizarse en la larga duración, es decir, lo estructural, se expresó en los
siguientes factores de incidencia en la coyuntura.

13 Llamase así en Ecuador a un movimiento de acción y protesta contra el Gobierno de Lucio


Gutiérrez, compuesto por sectores urbanos de Quito algunos de los cuales apoyaron el ascenso del Presidente
Correa al poder.
14 Véase Erika Sylva Charvet (2010). ―¿Tropezón o extravío?‖, El Telégrafo, sábado 27 de marzo.
15 Tales como la National Endowment for Democracy (NED) ya citada en la nota 3 de este artículo. En su
reciente artículo ―Veterano de la CIA detrás del golpe en Ecuador‖, la analista estadounidense Eva Golinger
proporciona información impactante de los nexos entre la dirigencia indígena y esta organización. Ella indica
que en el año 2005 se creó la Corporación Empresarial Indígena del Ecuador (CEIE) con financiamiento de la NED
y USAID. Sus fundadores fueron Ángel Medina (también Presidente de la Fundación Q‘ellokaj, financiada por
USAID y NED ―que intenta penetrar y captar fuerzas dentro de la gran comunidad indígena ecuatoriana‖),
Mariano Curicama, Lourdes Tibán (dirigente de la CONAIE y de Pachakutik), Fernando Navarro (Presidente
de la Cámara de Comercio del Ecuador) entre otros, lo cual, para Golinger, ―evidencia la profunda
penetración de Estados Unidos en la política ecuatoriana‖. Sin embargo, lo más grave de todo esto es que uno
de los miembros honorarios de esta corporación es Norman Bailey ―agente de inteligencia de Estados Unidos
y experto en operaciones clandestinas‖ que en el 2006 fue nombrado por John Negroponte, Director de
Inteligencia de los EEUU, durante el gobierno de George W. Bush, jefe de la misión especial de inteligencia
para Venezuela y Cuba. Véase su artículo en
http://es.me282.mail.yahoo.com/mc/showMessage?sMid=3&fid=%2540S%2540S, visitada el 11 de octubre
del 2010.
16En las provincias, especialmente, la decidida movilización de la militancia del PSFA en defensa del
gobierno fue muy importante y contrastó con la actitud de algunos funcionarios gubernamentales que no se
integraron a la movilización durante la mañana, haciéndose presentes recién durante la tarde, luego de los
pronunciamientos de las FFAA, cuando las señales del desenlace parecían favorables al gobierno.
(Testimonios de personas entrevistadas personalmente y por teléfono por los autores, octubre 2010).

30
Por una parte, en el proceso de reforma del modelo económico con la finalidad de dejar como cosa del
pasado al neoliberalismo. El gobierno de Correa continuó fortaleciendo al sector público de la
economía que, durante tres décadas de los gobiernos seguidores del Consenso de Washington, lo habían
desmantelado, incluidas las áreas estratégicas. Con este gobierno se genera un capital social
sostenedor tanto de la movilidad de la fuerza de trabajo, como de mercancías, en aras de la creación
de un ampliado mercado interno, por medio de la construcción de extensas redes de vías, carreteras,
aeropuertos,17 puentes y la ampliación de las comunicaciones en las tres regiones continentales del
país, a la par que se estimula la producción de medianas y pequeñas unidades para el mercado interno
y de exportación.
Concomitantemente, se expanden los servicios públicos de salud y educación en un
movimiento de desprivatización de los mismos. Esta inversión estatal ha permitido también, de
manera significativa, enfrentar en condiciones favorables la crisis que agobia al sistema capitalista
mundial, sostener unas tasas, aunque moderadas, de crecimiento económico, y rebajar los niveles de
pobreza y desempleo en el país.18 El continuado apoyo popular al régimen se afinca en parte en esta
realidad y se expresaría coyunturalmente en la movilización de respaldo al Presidente secuestrado el
30 de septiembre.
Relacionado con ello, un segundo factor tiene que ver con el crecimiento de la inversión
pública directamente productiva, que, además, deja fuera del juego de cabildeos por contratos a
intereses privados y que está generada por la creación de grandes obras de infraestructura industrial
que le dotan al capitalismo de Estado en ciernes, de una plataforma para su desarrollo en importantes
sectores como la petroquímica y la hidroelectricidad para la generación de energía más barata. 19 A
esto debe añadirse la política de renegociación con las compañías petroleras que debe consumarse,
precisamente, en el mes de octubre de 2010, de acuerdo con la disposición transitoria de la Ley de
Hidrocarburos reformada, y que está orientada a la modificación de las formas de contratación
petrolera (de contratos de participación a contratos de prestación de servicios) lo cual redundará en
una rendición mayor de beneficios para el Estado ecuatoriano y una respuesta soberana frente a
potenciales reclamaciones y conflictos.

17 Durante el año 2006, ingresaron al país 1.156.575 pasajeros, por los aeropuertos de Quito,

Guayaquil y Tulcán, de los cuales, más de la mitad, 57%, lo hicieron por Quito, el 42%, por Guayaquil y el
resto 1%, por el aeropuerto de Tulcán. En este mismo año, salieron 1.146.350 pasajeros del país, de los cuales
el 56%, lo hizo por el aeropuerto de Quito, el 43%, por el de Guayaquil y apenas el 1%, por el aeropuerto de
Tulcán. Para el 2010 se había construido ya un nuevo aeropuerto internacional en Santa Rosa, provincia de El
Oro, con gran potencialidad dada la expansión del comercio con los países del Cono Sur y Perú.
18 Según datos obtenidos del Ministerio de Coordinación de Desarrollo Social, del Documento

―Cerrando Brechas Construyendo Equidad‖, de septiembre de 2010, los niveles de pobreza pasaron de 61% al
53% entre 2006 - 2009, en zonas rurales, a consecuencia de la inversión social, que fue de 15,000 millones de
dólares, es decir, el doble que en los últimos 7 años anteriores, y que como porcentaje del PIB en el 2010
representa ya el 8.3%.
19 En el 2008 el Ecuador tenía 14 empresas generadoras, 20 empresas de distribución y 1 empresa de

transporte de energía. En el 2006, el Ministerio de Electricidad y Energía Renovable, generaba un 43% de


energía hidráulica, el 47% de energía térmica. Y para cubrir las necesidades del país, se importaba el
10%.(datos 2006). Esta energía era distribuida de la siguiente manera: comercial 22%, industrial 19%,
alumbrado público 8%, residencial 41%, otros 10%. A tres años y medio del Gobierno de Rafael Correa, la
situación ha cambiado para bien: 10 centrales hidroeléctricas, 22 centrales hidroeléctricas distribuidoras, 11
centrales termoeléctricas generadoras, 27 centrales termoeléctricas distribuidoras. Sobre la estructura de la
demanda actual de energía para el 2010 tenemos: un 35.39% en residencial, 19.49% en el sector comercial, un
30.16 % destinado a la industria, y un 6.19% para alumbrado público, mientras un restante 8.77% se registra
como destinado a ―otros‖. Fuente: http://sisgesi.conelec.gov.ec/estatisticas/indicadores

31
Este nuevo elemento que se va instalando en la estructura productiva nacional avizora, desde
ya, un cambio radical en la estructura de inversiones internacionales en la economía ecuatoriana, con
la concreción de inversiones de la República Popular China en más de dos mil millones de dólares,
de Corea del Sur por la mitad de ese monto y la búsqueda de inversiones en los países árabes y en
Irán,20 entre otros del Sur del Mundo. Esta diversificación de las alianzas económicas internacionales,
debilita un factor estructural: el tradicional vínculo de subordinación de la economía con los EE.UU. Esta
política inédita, además, ha ido acompañada de una respuesta política soberana frente a ese mismo
país, que se tradujo en la recuperación de la Base de Manta en septiembre de 2009, es decir, por la
misma época en la que se abría la coyuntura de desestabilización del proceso constituyente.
A todo ello se suma un tercer elemento que también desafía el vínculo de subordinación
imperialista: la conversión del Ecuador, durante la Presidencia de Rafael Correa, en actor emergente en la
escena internacional, al menos dentro de la región, en la cual ha incidido, influido y adquirido un peso
relativo de significación, tanto en el proceso de integración de los países de América Latina, como en
la presentación de iniciativas bajo su liderazgo (al interior de Unión de Naciones Sudamericanas -
UNASUR-, presidida por Ecuador en el último año; la iniciativa Yasuní –Ishpinku Tambukucha -
Tiputini— Yasuni-ITT; la presta e importante solidaridad con el pueblo y Gobierno de Haití; la
promulgación de una política a favor de una Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
sin Estados Unidos ni Canadá; y el impulso a la ALBA-TCP entre muchas otras de relieve
internacional), y, ciertamente, por su coherente política soberana, de rescate de los valores
internacionales aplicada desde la Cancillería dirigida por Ricardo Patiño.
Un cuarto elemento de índole estructural, se refiere a la reforma del Estado que busca romper
con el orden oligárquico, funcional al neoliberalismo de los últimos treinta años. Al convertirlo en un
aparato subsidiario del capital financiero internacional, el modelo neoliberal debilitó absolutamente el
rol rector del Estado en las políticas públicas y su capacidad de integración y cohesión nacionales,
favoreciendo el fortalecimiento de los grupos oligárquicos regionales y sus tesis ―autonomistas‖, así
como el de aquellos micropoderes fácticos que se consolidaron en las instituciones públicas ante la
desbandada del Estado (burocracia civil, policial y militar, aparato escolar y universitario, sindicatos
públicos, etc.) y que también se constituyen en defensores de sus ―autonomías‖, a fin de mantener la
cultura del prebendalismo, corporativismo, clientelismo y la mediación imperante de la corrupción
(caso paradigmático ha sido el de la Policía Nacional harto conocida por sus altísimos niveles de
corrupción). Cabe señalar que esta estructura estatal y su cultura institucional reproducen las
condiciones seculares de bloqueo a la democracia social y política que exhibe el Ecuador desde la
fase de fundación democrática (1979 en adelante), en la medida en que garantizan la concentración
de poder y riqueza en pocas manos, y, por ende, mantienen las históricas asimetrías (social, de
género, étnicas) propias del orden oligárquico.
La reforma del Estado, justamente busca su nacionalización, democratización y
modernización, erradicando esa estructura y cultura institucionales propia del modelo oligárquico -
neoliberal, debilitando los núcleos autoritarios del Estado (v. gr., el rol ―garante‖ de la democracia
por parte de las FF.AA.); desmantelando el control de la CIA de los aparatos policiales y militares;
recuperando la rectoría del Estado en las políticas públicas para dotar de coherencia, eficiencia y
eficacia a la acción estatal y cumplir objetivos y metas estratégicos para el país; desarrollando
institucionalidad en el territorio para lograr la integración y cohesión nacionales, acompañada,
además, de un nuevo discurso público que desplaza el discurso separatista, regionalista, clientelista y
degradante de la oligarquía, funcional a la geopolítica imperial; construyendo ciudadanía, al

20 Precisamente uno de las consecuencias inmediatas derivadas del intento del golpe del 30 de
septiembre resultó ser la suspensión del viaje del Canciller a cuatro países árabes y a Irán. Ello debido a que se
consideró no conjurada la crisis, que ameritaba la atención de todos los actores nacionales, en presencia.

32
generalizar derechos y obligaciones universales y cortar privilegios, en una sociedad y Estado
acostumbrados a considerar la política como la reproducción y/o ampliación de privilegios;
redistribuyendo recursos para disminuir las inequidades.
Este proceso se inició con la aprobación de la Constitución de Montecristi en el referéndum
del 29 de septiembre del 2008, abriéndose una fase de transición institucional en el marco de la cual
debían aprobarse -hasta noviembre del 2009- un conjunto de leyes orientadas a materializar la
reforma del Estado, a darle el carácter de irreversible y, por ende, a definir el rumbo ascendente del
proceso constituyente iniciado en el 2007. La fase de transición institucional, sin embargo, no ha
concluido. Por el contrario, se ha extendido hasta el momento actual, en el marco de la ya referida
dilatación, por cierto no voluntaria de la mayoría parlamentaria, en la elaboración y aprobación de las
leyes, en medio del laberinto de presiones, consultas y existencia de una mayoría inestable, que ha
generado -muy a pesar de su dirección- un espacio de negociación con la derecha y el corporativismo en la
Asamblea, contrario al espíritu constituyente, otorgándoles más tiempo a las fuerzas pasadistas para
preparar su arremetida contra el gobierno.21 No sorprende que sectores de ella hayan estado
acompañando a los golpistas. Así, el ciclo verifica una agudización de las contradicciones entre el
gobierno y la oposición de esa derecha híbrida ampliada, que el 30 de septiembre demostró una voluntad
política coaligada para frenar el proceso de cambios estructurales, por la vía del golpe de Estado.
El intento de golpe de Estado del 30 de septiembre del 2010
El 30 de septiembre del 2010, exactamente un año después de iniciada la coyuntura actual,
sincronizadamente grupos de policías se negaron a trabajar en todo el país, a excepción de las
provincias de Sucumbíos y Galápagos, en protesta por la promulgación de la Ley Orgánica de Servicio
Público orientada a establecer una relación ciudadana entre el Estado y los servidores públicos,
incluidos militares y policías. Es evidente que la universalización de derechos y deberes irritó a la
burocracia en general, particularmente, a la burocracia policial y militar, que gozó de un tratamiento
privilegiado durante décadas por varios gobiernos, desatando una violenta insubordinación: ese día,
decenas de policías se ―tomaron‖ los cuarteles o se concentraron en éstos negándose a salir a las
calles y hasta manifestaron con gritos y quema de llantas. 22 De modo preocupante, entre los
sublevados se contaron varios encapuchados uniformados y vestidos de civil.
El plan de acciones combinadas incluyó la toma efectiva del aeropuerto de la Base Militar y el
aeropuerto Mariscal Sucre de la capital por miembros de la Fuerza Aérea que, poco después,
entregaron su operativo a la Unidad Antidrogas del mismo aeropuerto, un equipo tradicionalmente
entrenado por la Drug Enforcement Administration (DEA) estadounidense. Concomitante a estos

21 Por ejemplo, aspectos como el carácter vinculante de las conclusiones y recomendaciones del

Mandato 14 hechas por el equipo evaluador del CONEA (noviembre, 2009) -liderado por Arturo Villavicencio,
entonces Presidente de dicho organismo-, al proyecto de Ley Orgánica de Educación Superior, fueron resistidas
por algunos asambleístas del movimiento de gobierno, que, en este caso, más bien se alinearon con las y los
asambleístas de oposición. Esta dilatación, por otro lado, ha posibilitado que el Pleno del CONEA, sin Arturo
Villavicencio, haya acreditado (es decir, otorgado un certificado de calidad) en el 2010 a universidades que el
informe del Mandato 14 del propio CONEA, las clasificó en categorías B, C y hasta D, es decir, como centros
de educación superior de dudosa calidad. Por otra parte, el amplio veto presidencial al proyecto de ley
remitido por la Asamblea también evidencia lo planteado.
22 Las ―demandas‖ de los sublevados aparentemente se circunscribían a la supresión de
condecoraciones y pagos extras. Sin embargo, varios analistas señalan que hay otras razones para sublevación
policial: el informe de la Comisión de la Verdad, orientado a sancionar a los implicados en violaciones de los
derechos humanos durante varios gobiernos, especialmente durante el febrescorderato (1984-1988), la
eliminación del monopolio del manejo del tránsito y la tramitación de licencias de conducción y la
reorganización institucional.

33
sucesos, se desarrollaba una ―protesta‖ de algunas decenas de militares en el Ministerio de Defensa
que salieron del edificio principal a tomarse la plazoleta de La Recoleta en Quito, mientras se daban
mítines de protesta contra el gobierno por parte de varios grupos de policías directamente inspirados
en el discurso gutierrista en diversos sitios de la capital y en la gran mayoría de provincias del país.
Todo ello ocurría el preciso día en que el Vicepresidente de la República, Lenin Moreno –el
primero en la línea de sucesión presidencial— arribaría a Guayaquil desde Nueva York luego de
asistir al sexagésimo quinto periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas y,
aislado, no podría venir a Quito, como quiso, en un gesto de lealtad que le honra, a solidarizarse con
el Presidente herido, y a quien –según su testimonio— se le insinuó asumir la Presidencia.23 Y
―coincidencialmente‖, acontecía también el preciso día en que las y los gobernadores provinciales -es
decir, los representantes del Ejecutivo en cada una de esas jurisdicciones regionales y directos Jefes
Civiles de la fuerza pública acantonada en ellas- habían sido convocados a Quito a una reunión de
trabajo. Una vez desatado el operativo golpista, ellas y ellos salieron precipitadamente hacia sus
localidades y comprobaron que en algunas se planeaba ―la toma‖ de sus Gobernaciones! Ya para
media mañana, se había consumado el secuestro del Presidente. Su aislamiento en el hospital de la
Policía estaba en marcha, aparentemente justificado por el agravamiento de su rodilla, recientemente
operada.
Sin embargo, esta ―sublevación‖ no fue sólo una respuesta corporativa de un aparato del
Estado a una política pública. En realidad, se enmarca en un proceso inserto en el desenlace de una
coyuntura conspirativa, desatada en 2009, hacia un golpe de Estado, definido como ―un mecanismo
forzado de transmisión del mando, preparado y realizado con el uso o la amenaza de la violencia
armada, consistente en la penetración de un pequeño pero crítico segmento del aparato estatal, que
se usa luego para desplazar al gobierno del control del resto del Estado‖ (Luttwark, 1969: 12). Tal
como precisamente se intentó que ocurra. El golpe de Estado, además, constituye un hito dentro de
un proceso que evidencia señales del mismo a lo largo de un ciclo determinado. El del 30 de
septiembre en Ecuador ya fue anunciado por el Presidente Correa en enero del 2010, cuando
denunció una conspiración para desestabilizar su gobierno por parte de militares influidos por el
Partido Sociedad Patriótica, denuncia que debe haber retrasado su ejecución.24
Pero, ¿por qué un golpe de Estado este momento? Y, ¿por qué el protagonismo de la policía?
Porque la agenda programática de la reforma se encuentra en un punto de inflexión ante la inminencia
de la aprobación de leyes, por parte de la Asamblea,25 que cerrarán la transición institucional y
definirán el rumbo del proceso constituyente. Se vienen, además, medidas como la venta de los medios de
comunicación por parte de banqueros y empresarios ordenada también por la Constitución y cuyo
plazo de ejecución es, justamente, este octubre del 2010, 26 medidas que, indudablemente, mermarían
su poder político si consideramos que hoy los medios de comunicación han reemplazado a los
partidos políticos como vehículos de representación de intereses de los grandes grupos económicos,

23 Según Clarín, Buenos Aires, Argentina, del 6 de octubre de 2010.


24 Véase el artículo de Érika Sylva Charvet (2010). ―Anillo de conspiraciones‖, en El Telégrafo, 9 de
enero.
Tales como la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES), el Código Orgánico de Ordenamiento Territorial,
25

Autonomías y descentralización (COOTAD), la Ley del Servicio Público y la de Comunicación.


26La decisión de la Junta Bancaria de permitir la propiedad por parte de banqueros y empresarios de
menos del 25% de las acciones, yéndose en contra de la Constitución, evidencia las presiones que sobre el
Estado están ejerciendo estos poderosos grupos en el momento actual y la falta de firmeza de las/os
funcionarios estatales para cumplir con lo estipulado por la Carta Magna. El 14 de octubre del 2010, ante la
amenaza de la Asamblea de enjuiciarle políticamente a sus miembros, la Junta Bancaria retrocedió y dejó
insubsistente dicha medida. Véase la prensa del 15 de octubre del 2010.

34
en la escena. En su desesperación por torcer el proceso, los poderes fácticos nacionales e
internacionales aliados a los micropoderes instalados en el viejo Estado oligárquico que se busca
reformar, desencadenaron lo que a la postre devino en un putch, sin reparar en la gran legitimidad y
apoyo ciudadano al Presidente Correa y su gobierno.27
Testimonios y constataciones han evidenciado la participación y adhesión a la ―sublevación‖ de
dirigentes y militantes de partidos y movimientos de derecha (PSP, Partido Socialcristiano (PSC),
Madera de Guerrero), especialmente el PSP, ya implicado en proyectos desestabilizadores meses
atrás. Durante la asonada, este partido registró mediaciones con los ―sublevados‖, así como
pronunciamientos de algunos dirigentes que revelaban su conocimiento y anuencia con el complot.28
A medida que avanzan las investigaciones, aumentan las evidencias del alcance siniestro de su
participación como mentalizador del magnicidio.29 El intento de golpe también contó con el apoyo
activo y sincronizado del Movimiento Popular Democrático (MPD), en todas las provincias en las
que ejerce control y ascendencia sobre el movimiento estudiantil. La sincronización entre policías y
MPD fue evidentemente planeada: se registró en Quito, en donde estudiantes de varios colegios se
movilizaron en contra del gobierno, cerrando calles, quemando llantas y lanzando consignas contra el
gobierno; en la provincia de Cotopaxi, 400 estudiantes de la Universidad Técnica se ―tomaron‖ el
edificio de la Gobernación y maltrataron a 40 personas del gobierno que estaban concentradas ahí,
sacándolas del edificio; en la provincia del Azuay, también se movilizaron en apoyo a la policía; en
Morona Santiago, se aliaron a un sector de Shuaras y se tomaron la Dirección de Educación Bilingüe;
en Esmeraldas, quisieron tomarse la Gobernación; también en la provincia de Cañar pretendieron
tomarse la Gobernación junto con la Policía; en Santo Domingo de los Tsáchilas, unas decenas de
simpatizantes del MPD marcharon contra el gobierno mientras en la provincia del Guayas la
dirigente de la UNE, Mary Zamora, movilizó a estudiantes del Colegio Aguirre Abad en respaldo de
la ―sublevación policial‖ y en contra del gobierno.30 Por otro lado, se registró un apoyo pasivo de la
CONAIE y sus filiales a la sublevación, traducido en su inmovilismo frente a la crisis, también en sus
zonas de influencia, así como en las declaraciones de adhesión a la ―sublevación‖ policial por parte
de la dirigencia del MUPP-NP (Pachakutik).
En cuanto al rol protagónico de la Policía en el intento de golpe, no sería fortuito. 31 Una de las
ideas fuerzas del discurso mediático de la derecha, orientada a deslegitimar al gobierno desde su
instalación (2007), ha sido, justamente, la de la ―falta de seguridad ciudadana‖, por el ―aumento de la
delincuencia‖, idea que se recalca cotidianamente en los noticieros de radio, televisión y en las

27 El apoyo al Presidente llegaba al 68% hacia el 30 de septiembre.


28 Por ejemplo, la Escolta Policial de la Asamblea Nacional que estaba amotinada, dejaba pasar a las

instalaciones a dirigentes del PSP, mientras impedía el ingreso de asambleístas del movimiento de gobierno.
Asimismo, un alto dirigente del PSP estuvo en el epicentro del motín (los alrededores del Regimiento Quito)
en el preciso instante en que el Presidente Correa era agredido y luego retenido. Ni durante, ni luego de los
acontecimientos el PSP se ha pronunciado censurando el hecho. Más bien, expeditamente, y antes de que se
libere al Presidente, el asambleísta Gilmar Gutiérrez (del PSP) planteaba la ―amnistía‖ a los sublevados.
29 Según declaraciones del Presidente Correa a la prensa internacional, habría un testigo de la

contratación de un sicario para asesinarlo por parte de Fidel Araujo, alto dirigente del PSP. Véase la prensa del
15 de octubre del 2010.
30 Testimonio de personas entrevistadas personalmente y por teléfono. Octubre del 2010.
31 Y frente a la cual habría ciertas contradicciones. Si bien es cierto que se ordenó la eliminación del
vínculo de subordinación que los aparatos de inteligencia policial tenían con respecto a la CIA y a la DEA, y si
bien es también cierto que se ordenó, por otra parte, eliminar los aspectos corporativistas en su
funcionamiento, se ha procedido a hipertrofiar, a su vez, a dicho aparato que hoy llega a los 42,000 efectivos,
sin haber comprobado el cambio de su orientación y permeabilidad a las nuevas ideas del Gobierno.

35
páginas de los periódicos. La ausencia de policías en las calles generalizaría el ―caos‖ (en Guayaquil,
por ejemplo, hubo robos y saqueos, expeditamente cubiertos por los medios) lo cual proporcionaría
un pretexto justificado para el golpe. De hecho, los titulares de la prensa del 1 de octubre,
enfatizaban en el ―caos‖ vivido, pese a que una evaluación objetiva del comportamiento de la gente,
en ausencia de gendarmes en las calles, podría llevar a una conclusión contraria. La cobertura
nacional de los medios de comunicación públicos posibilitó que el discurso en torno al ―caos‖ de los
medios empresariales, fuese neutralizado el 30 de septiembre, estrategia que los enfureció, dejando en
evidencia su complicidad con el golpe y su frustración por el desenlace favorable al gobierno.
Para ocultar su complicidad y reducir su desprestigio ante la< población, los medios de
comunicación privados fabricaron un discurso cínico y alucinatorio, ya evidenciado en otras
coyunturas,32 orientado a minimizar la realidad, a trivializarla y hasta a ocultarla, discurso en torno al
cual se han alineado todas las fuerzas conspiradoras y opositoras (incluidos CONAIE, Pachakutik y
MPD). Ahora resulta que no hay hechos sino ―versiones‖ de los mismos. 33 Se desnuda la ideología
como falso discurso con fuerza material, algo que la derecha mediática lo sabe y lo utiliza. De hecho,
se ha desenmascarado su voluntad política para crear realidad o velarla a partir de la manipulación
ideológica.34
Empero, la represión generalizada por parte del sector sublevado de la Policía que incluyó
armas de fuego, el cerco inmovilizador del Presidente por once horas en un hospital de la Policía, las
escalofriantes órdenes cruzadas entre policías de asesinarlo, incluyendo la fatídica orden de llevarlo a
Nono35 y, finalmente, su liberación a cargo de un operativo combinado del ejército y grupos
policiales, vistas y escuchadas por toda la ciudadanía a través de la señal de la televisión pública, no
son interpretaciones, sino hechos históricos. El saldo de 8 muertos y 275 heridos, incluidos el mismo
Presidente de la República y su Canciller, tampoco constituye una realidad virtual, como quieren

32 Por ejemplo, cuando Rafael Correa triunfó en la primera vuelta en las elecciones de abril del 2009,

cuestión inédita en la historia de las elecciones con dos vueltas (desde 1979), en un panel de televisión el
periodista Carlos Vera afirmaba, contra toda evidencia, que, por el contrario, él había sido el ―gran perdedor‖
de dichas elecciones.
33 El discurso se sustenta en tres ideas fuerza: 1) no hubo intento de golpe de Estado sino una

rebelión provocada por la ―prepotencia del Presidente‖; 2) no hubo secuestro: el Presidente estuvo
voluntariamente en el hospital de la Policía y podía salir en cualquier momento; 3) no hubo intento de
magnicidio: es una invención, una ―show mediático‖, un ―reality show‖ forjado por el gobierno.
34 Como lo ha hecho también con la masiva respuesta verificada el 15 de octubre del 2010 en Quito, a
dos semanas del ―putch‖, en la que alrededor de 50.000 personas respaldaron al gobierno. El Comercio, por
ejemplo, minimizó el evento presentando la información en la página 3 A, (mientras colocaba en portada a las
candidatas a reina de Quito). Su contenido es claramente favorable a la Policía, a quien presenta como víctima,
mientras pone en duda el carácter democrático del gobierno. Es despectivo con relación a las y los marchistas
(se refiere a ―su gente‖, los ―gritos destemplados de una mujer‖, ―grupo variopinto‖) y a la propia marcha que
dice ―caotizó‖ la ciudad. Asimismo, distorsiona el número de asistentes focalizándose en los que recién se
estaban congregando en el parque El Arbolito (a las 3 p.m.) y no en los que efectivamente se congregaron en la
plaza de San Francisco (a las 5 p.m.), dando a entender que ese fue el número total de participantes, cifra
inferior, por cierto, a la que esperaba el gobierno (20.000 de 40.000). Véase ―El Régimen movilizó a su gente
en Quito‖, El Comercio, 16 de octubre del 2010, 3 A.
35 Nono es una pequeña parroquia rural del cantón Quito. Entre las demenciales órdenes dadas
respecto al Presidente secuestrado, escuchadas por todo el país, y originadas en una red de las Patrullas
Policiacas, y entre las cuales se pude escuchar la de ―mátenlo‖, hubo una fatídica: ―¡Llévenlo a Nono!‖. Ahí, en
ese lugar, se acostumbraba a ―desaparecer‖, a discreción de los ajusticiadores, a los delincuentes apresados
por policías o por paramilitares. Claro está, sin juicio alguno y en un país donde, legalmente, no hay pena de
muerte.

36
hacerlo creer ciertos medios, la derecha y sus fuerzas auxiliares. Por el contrario, constituyen evidencias
de un abierto intento desestabilizador del régimen político democrático respaldado por potentes
factores de poder que se mueven en las sombras, agazapados en sus partidos, gremios y
corporaciones. Pero, ¡claro!, si los medios, la derecha y sus fuerzas auxiliares reconocieran que hubo
golpe, tendrían que condenarlo y apoyar al gobierno: un contrasentido en su política conspirativa.
Por cierto, ese discurso debe leerse como una advertencia de que la conspiración continuará.
Los acontecimientos del 30 de septiembre demuestran que la democracia ecuatoriana continúa
siendo una democracia sitiada, es decir, una democracia intervenida por el aparato represivo, autoritario
del Estado, en tanto es éste el que dirime en torno a los conflictos políticos en curso en la sociedad
civil y no ha sido convertido en una fuerza de apoyo al proceso de cambio. Nuevamente, la
continuidad democrática estuvo en manos del Comando Conjunto de las FF.AA., de quien la
sociedad esperó -una vez más- su respuesta como actor dirimente. De ahí que no pueda descartarse
que sectores influyentes de las FF.AA. no hayan estado involucrados en la conspiración. De hecho
hubo conatos de sublevación militar que fueron sofocados, aparentemente, vía negociación de
demandas corporativas en medio del golpe en proceso, lo que retrata de cuerpo entero el grado
relativo de lealtad institucional de los sectores de la fuerza pública. Esto implicaría que el proceso
constituyente y sus discursos y prácticas en torno a la democracia, no han mediado, o han mediado
muy débilmente, en los aparatos policiales y militares, y, por ende, conceptos como el de
―subordinación al poder civil‖, no están encarnados en dichas instituciones. Pero, más allá, delata que
el Estado ecuatoriano esencialmente no ha cambiado su carácter orgánico de clase. El odio con el
que los policías respondieron frente a las personas que se movilizaron para defender al Presidente
secuestrado, es revelador de ello.
Conclusiones
1. El momento actual del fallido golpe de Estado en Ecuador, el quinto en América Latina en
esta década,36 se originó un año antes a partir de la gestación de una coalición de fuerzas sociales y
políticas provenientes de distintos y aparentemente contradictorios confines del espectro político. Es
un momento en el que se condensan contradicciones en torno a políticas públicas tendientes, por
una parte, a desarticular las mediaciones oligárquicas e imperialistas en el Estado, fortaleciendo su rol
rector en la política económica que así, deja de ser palanca de acumulación exclusiva de poderosos
intereses privados, locales e internacionales. Por otra parte, estas políticas también se orientan a
erradicar la sobredeterminación del corporativismo (de distintos signos políticos) del espacio público
en aras a crear un Estado Nacional moderno.
En contrarresto a este proyecto político alternativo, ese año se evidenció la existencia de
movimientos conspirativos y diversas denuncias de intentos de magnicidio. Cabe señalar que,
concomitantemente, se iba profundizando la influencia del Partido Sociedad Patriótica (PSP),
organización identificada como la principal responsable del intento del golpe, con fuertes
mediaciones de intereses de grandes grupos económicos conectados al capital monopólico y
entregada a la oligarquía, que apostó por ella en la última campaña electoral presidencial.
Precisamente, durante este año el PSP se había volcado a organizar su campaña de recolección de

36 Nos referimos el fallido golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez en Venezuela (2002), al
golpe militar contra el Presidente Jean Bertrand Aristide en Haití en 2004, el fallido golpe contra el Presidente
Evo Morales en Bolivia en 2008, al golpe militar contra el Presidente Manuel Zelaya en Honduras (2009), y el
intento pero fallido golpe de estado que estudiamos aquí, en Ecuador (2010). De estos 5 golpes, 4 se dieron en
países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP).

37
firmas para habilitarse como partido legalmente constituido, precisamente con el apoyo de sectores
policiales y militares,37 sectores luego comprometidos en la asonada.
2. Cuando algunas organizaciones políticas y sociales tradicionalmente consideradas de
izquierda se declaraban en oposición y se distanciaban del gobierno, coaligándose en una postura
golpista, se generaba una crisis de legitimación del régimen, pues disminuía la representación político-
ideológica de sectores antes afines, crisis orquestada por los medios de comunicación privados cuyos
intereses se han afincado en detener y frustrar el proceso de cambios estructurales a ser viabilizado
por las catorce leyes orgánicas fundacionales de un nuevo orden político.
De lo anterior se colige que el terreno político-ideológico de la izquierda se desdibuja en esta
coyuntura de definiciones del rumbo del proceso constituyente, al escindir el campo entre los proyectos
corporativos -que dominaron la tendencia durante el siglo XX- y un proyecto político que emerge como
su acumulado histórico en el 2006, pero desde fuera de la militancia orgánica. 38 Así, ciertos partidos y
movimientos sociales identificados antes como de ―izquierda‖, dominados por la corporativización
de sus demandas, se estancaron en las reclamaciones gremiales inmediatas y cosificaron sus intereses
a los logros del pasado, desvinculándose de un proyecto radical reformador, universalizador de las
demandas sociales y orientado a incorporar a todas y todos a la participación política. En ese sentido,
la reforma del Estado complejizó el proceso constituyente y mostró sus efectos sobre ciertos nichos
funcionales al orden oligárquico-neoliberal en las instituciones controladas por estos sectores medios
y populares sindicalizados, que por su corporativismo se aliaron con el sistema oligárquico,
convirtiéndose en esta coyuntura en fuerzas auxiliares de la derecha. En ese sentido, el punto de
inflexión en la reforma del Estado tiene su correlato en la sociedad civil, pues esta coyuntura marca
también un punto de inflexión en los conceptos y prácticas de la izquierda, posibilitando dar el
anhelado salto de una plataforma típicamente reivindicativa y economicista, a una ampliamente política, es decir,
con un proyecto pensado desde lo público, incluyente de todos los sectores sociales del país y
volcado a la construcción permanente del cambio anhelado en una democracia general del pueblo
como posibilidad histórica siempre ascendente. Se plantea, así, la necesidad de elaborar conceptos
que definan políticamente a estos actores y que escindan campos de éstos con una Nueva Izquierda.
Se trata de identificar ―quiénes son los amigos del pueblo‖, los aliados reales del proyecto de cambio
en este proceso constituyente y plantear una clara política de alianzas con ellos.
3. Cabría entonces preguntarse: ¿Qué pasa con el gobierno en disputa luego del desenlace?
Frente al intento de golpe, la respuesta política del gobierno ha sido la de ―radicalizar el proceso‖, es
decir, de empoderar a su tendencia de izquierda, planteándose, además, la urgente necesidad de
trabajar en la organización política del pueblo, en la construcción y comunicación de redes, en la
elaboración de estrategias preventivas y de acción frente a la desestabilización, en la eficiencia de la
movilización. La estrategia organizativa es vital si se parte de la premisa de que mientras se mantenga
la agenda de cambio, la conspiración en ciernes y los intentos de golpe de Estado continuarán. El
golpe se torna una función latente. La crisis política, por lo tanto, está lejos de superarse en la medida
en que la incandescencia de la coyuntura se acentuará frente a la aprobación de leyes que seguirán
confrontando a esos poderes y micropoderes. Incluso los gremios populares corporativistas y
conservadores ya están activos, a este respecto. Sin embargo, la ―radicalización‖ y ―organización

37 Recuérdese que la Constitución de 2008 les dio el derecho al sufragio a los miembros de la fuerza
pública.
38En efecto, el proyecto político de la Revolución Ciudadana recoge la plataforma fundamental de la
izquierda histórica. Pero, Rafael Correa, líder indiscutible de ella y del proceso constituyente, no proviene de
las filas de los partidos históricos de izquierda (lo cual explica su crítica frontal al corporativismo), aun cuando,
dentro de PAIS se cuentan dirigentes provenientes de esas filas, entre quienes hubo críticos del
corporativismo de la izquierda desde la década de 1970 del siglo pasado.

38
política‖ de las masas, para ser exitosa, debe articularse a la construcción orgánica del proyecto, es decir, a la
definición de una hegemonía de clases que le dote de alcance estratégico y lo enraíce con los sectores
sociales que lo puedan defender frente a la alianza golpista.
4. La persistencia de una democracia sitiada es, indudablemente, una amenaza para el avance
del proceso constituyente. El ―putch‖ evidenció que la inteligencia policial y militar tiene eficientes
canales informales, seguramente con fuertes nexos con los poderes conspirativos, pues, de otro modo
no se explica la desinformación sobre la conspiración en curso por parte de los canales formales del
gobierno. Más aún, la presencia de parapolicías y paramilitares en la asonada del 30 de septiembre,
permitiría presumir la continuada presencia de la CIA dentro de la fuerza pública ecuatoriana, a pesar
de los esfuerzos del gobierno por depurar su control de los aparatos de inteligencia del Estado.
5. Pero, por otra parte, la ausencia de una posición unánime por parte de las FF.AA. e incluso
de la Policía frente al golpe de Estado, evidenciaría la existencia de tendencias encontradas en torno
al proceso constituyente (v.gr, reformistas, corporativistas, derechistas), cuyo peso e influencia habría
que determinar en la perspectiva de diseñar una estrategia para neutralizar la conspiración en curso y
ganar a los sectores nacionalistas y reformistas al apoyo al proyecto.
6. La crisis del 30 de septiembre arrojó algo inédito: la movilización ciudadana en apoyo al
Presidente y su gobierno, casi a los cuatro años de ejercicio del poder, en un país en el que la
sociedad se ha movilizado históricamente para ―tumbar‖ presidentes, lo cual indica que el gobierno
dispone de un consenso activo de la población y demuestra que la oposición partió de una premisa
equivocada en su proyecto golpista: su pérdida de apoyo popular. El fervor y la decisión con el que el
pueblo de Quito fue a rescatar a Correa de manos de sus secuestradores fueron demostrativos de la
adhesión de esos sectores al proyecto político de la Revolución Ciudadana. Ese mismo fervor y
decisión se evidenció en todas las provincias del país en las que la ciudadanía se movilizó en marchas,
se mantuvo en vigilia, se trasladó de lugares rurales lejanos hasta los ámbitos urbanos para expresar
su solidaridad y se declaró en alerta.39 Es de presumir que la decisión de las FF.AA. de ―apoyar la
democracia‖, se basó en dicha movilización popular. No obstante, hay que señalar que ésta no tuvo
una magnitud equivalente a la aceptación masiva del Presidente que arrojan las encuestas, superior al
80% de respaldo a principios de octubre, lo cual evidencia una desorganización de la base social de
apoyo al proyecto, así como una débil conciencia política de la ciudadanía que apoya al mismo. Si no
cambia esto, ¡el próximo intento no será un ―putch‖!
Quito, a 17 de octubre de 2010.

39Según testimonios proporcionados por personas de casi todas las provincias del país, a quienes
hemos tenido la ocasión de entrevistar, personalmente o por teléfono.

39
BIBLIOGRAFÍA
 AGEE, Philip (1975). Inside the Company: CIA Diary. Great Britain Penguin Books, Ltd.
 BURBACH, Robert (2010).―Ecuador's President Correa Faces off with Indigenous and Social
Movements‖, en http://www.nacla.org
 CONEA (2009). ―Mandato 14. Informe de evaluación de las universidades y escuelas politécnicas‖. Quito,
4 de noviembre.
 CONELEC. http://www.sisgesi.conelec.gov.ec/estatisticas/indicadores
 GOLINGER, Eva (2010). ―Ecuador: otro golpe Made in USA‖. Mensaje en Internet, del 5 de octubre de
2010.
 _______ (2010). ―Veterano de la CIA detrás del golpe en Ecuador‖. En http:
//es.me282.mail.yahoo.com/mc/showMessage?sMid=3&fid=%2540S%2540S, visitada el 11 de octubre
del 2010.
 LUTTWARK, Edward (1969). Coup d’Etat. Greenwich, Conn: Fawcett Premier Book.
 MINISTERIO DE COORDINACIÓN DEL DESARROLLO SOCIAL, (2010). ―Cerrando brechas
Construyendo equidad‖. Quito: MCDS, septiembre.
 QUINTERO LOPEZ, Rafael (2007). ―Conflictos y significados en torno a la Asamblea Nacional
Constituyente en Ecuador 2007‖. En Enrique Ayala y Rafael Quintero (Editores) (2007). Asamblea
Constituyente: Retos y Posibilidades, Quito, Ediciones La Tierra ps. 49-80.
 SYLVA CHARVET, Erika (2010). ―¿Tropezón o extravío?‖. Editorial de El Telégrafo, 27 de marzo.
 ________ (2010). ―Anillo de conspiraciones‖. Editorial de El Telégrafo, 9 de enero.
 Entrevistas personales y por teléfono a varias personas de provincias, octubre de 2010.
 Varias fuentes de prensa nacional y regional.

40
CERTEZAS Y DUDAS SOBRE EL 30 – S
FRANCISCO HIDALGO FLOR

Este artículo analiza los acontecimientos del 30 de septiembre del 2010 (en adelante 30-S)
desde una perspectiva que integra los hechos propios de ese día, los posicionamientos de diversos
actores, las tendencias que conforman el equipo de gobierno, el rol del Presidente Rafael Correa y las
consecuencias en plazo inmediato y mediato que provocaron los hechos.
Los hechos del 30-S se desenvolvieron aceleradamente, entre las 7h00, momentos iniciales de
la sublevación de las fuerzas policiales, y las 23h00, momento del retorno del Presidente Correa a la
sede del gobierno, y evidencian las fortalezas y debilidades, tensiones y contradicciones, del gobierno
y el proceso político ecuatoriano posneoliberal.
Interrogante inicial
Como punto de arranque para el análisis, tomamos uno de los tantos pronunciamientos
públicos dados en el transcurso de la fecha, en momentos que se tornaba evidente la situación de
riesgo para la estabilidad del gobierno. Uno de los líderes y parlamentario del partido oficial, Alianza
País, en una alocución radial arengaba a la población a salir a las calles ―para defender los cambios
profundos realizados por el gobierno‖, y un periodista le pregunta: ―¿cuáles son esos cambios
profundos por los cuales debería movilizarse la población?‖.
La cuestión está por ahí: ¿cuáles son los cambios profundos que ha dado la ―revolución
ciudadana‖? En ese momento, ¿cuáles son los que estaban en disputa? Y ¿cuál es la perspectiva? La
magnitud del acontecimiento plantea otra inquietud: ¿era sólo una sublevación policial?, los
detentadores del poder real ¿qué estrategia jugaban?
La verdad es que entre el mediodía y la noche fue creciendo la movilización de la población,
especialmente en la ciudad de Quito, proveniente de capas medias y populares a favor del gobierno
respaldando al Presidente Correa, hasta alcanzar en horas vespertinas niveles importantes, mientras
que las pretensiones de quienes estaban con las fuerzas policiales sublevadas, de que sectores sociales
salieran a respaldar, fueron esporádicas, para quedar reducidas a pequeños grupos de ultraderecha.
La respuesta a la pregunta del periodista mencionado la dio una mujer que provenía desde
sectores populares y estaba en las movilizaciones de respaldo al Presidente: ―Hoy somos menos
pobres, tenemos los bonos, mis hijos pueden ir a la escuela, reciben los uniformes y útiles escolares,
podemos acceder a una vivienda‖.
Esto muestra uno de los lados de la problemática; las otras aristas presentan una evidente
fragilidad entre la institucionalidad democrática y las Fuerzas Armadas, y los círculos de poder que se
mueven detrás de unos y otros.
La fragilidad del proceso político: ¿dónde está el poder?
La alarma fue la fragilidad del proceso político, porque pese a que el partido de gobierno tiene
bajo su control la función legislativa, nombrada ―Asamblea Nacional‖, e influencia fuerte en la


Profesor de la Escuela de Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad Central del Ecuador,
miembro del Centro de Investigaciones para el Desarrollo – CINDES.

41
función judicial, sin embargo una sublevación en la policía, con ramificaciones en sectores militares,
puso en grave riesgo su estabilidad y en cierto momento la vida del Presidente.
Pendía de un hilo la continuidad gubernamental y constitucional, con el pretexto de una
reivindicación por salarios y ascensos profesionales; de hecho, hubiera bastado un respaldo desde el
Ejército, para que el fiel de la balanza se hubiera inclinado en contra de la estabilidad constitucional.
Las horas iniciales de la jornada hacían presagiar lo peor: el principal centro policial desconocía
el mando presidencial; en casi todas las provincias los destacamentos locales respaldaban la
sublevación; el propio Presidente estaba retenido en el hospital de la policía, aledaño al centro de la
revuelta; el aeropuerto de la capital de la república estaba tomado por fuerzas aliadas a la sublevación,
e igual acontecía con la sede del parlamento nacional.
Los principales medios de comunicación masiva, principalmente televisivos, transmitían en
vivo los acontecimientos, con una interpretación distanciada del gobierno, promoviendo en la
opinión pública una actitud de fría imparcialidad.
El segundo hecho de alarma es que el propio Presidente de la República actuó de tal manera
que precipitó la situación al punto de colocar en riesgo su vida, pues apenas conocida la sublevación,
Rafael Correa decide, por su cuenta y riesgo, dirigirse hacia el centro de la revuelta para demandar la
sujeción a su mando presidencial. Los acontecimientos siguientes son bastante conocidos: su
presencia es abucheada e incluso es desalojado del Regimiento Quito, conducido al hospital de la
policía, aledaño al centro de los acontecimientos, en una situación de asfixia, y allí permanece
retenido durante varias horas bajo un entorno amenazante.
El tercer hecho de alarma es que había sectores sindicales, indígenas y de la izquierda
tradicional que tuvieron acciones no sólo respaldando a la policía sublevada, sino intentando que
sectores populares se movilizaran a favor de la acción golpista, con una incapacidad de diferenciar
entre oposición popular a un gobierno electo y avalar una intentona golpista que ponía en peligro los
avances constitucionales y democráticos.
En un país como el Ecuador, con una persistente inestabilidad política, en una región como la
sudamericana, plagada de golpes de Estado derechistas e incluso fascistas, con un antecedente
cercano, como el golpe en Honduras, una sublevación policial de alcance nacional era un llamado a
derrocar el gobierno: así lo entendió la mayoría de la población y también quienes entre bastidores
esperaban la caída de Correa. Durante esas horas queda claro que el centro del poder no estaba en las
esferas de gobierno, se trasladó hacia las fuerzas militares, el alto mando del ejército y en el trasfondo
los grandes grupos económicos, que actuaban por intermedio de los canales de televisión, y la prensa.
Las fuerzas gubernamentales lograron poco a poco recuperar la iniciativa y sofocar la revuelta,
entre el mediodía y las horas vespertinas, gracias a tres acciones: i) la movilización social de rechazo a
la intentona golpista; ii) las negociaciones internas del gobierno con las Fuerzas Armadas, para dejar
aislados a los sublevados; y, iii) la condena internacional casi unánime y la agilidad de la diplomacia
sudamericana con sus instrumentos: Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
¿Qué cambios? ¿Qué proceso?
¿Cuál fue la diferencia entre este intento de golpe de Estado (2010) y aquellos que provocaron
los derrocamientos de Bucaram (1996), Mahuad (2001) y Gutiérrez (2005)? Pues que éste no tuvo un
eco social y rápidamente tuvo condena internacional. Mientras que los anteriores tuvieron como
actores claves a la sociedad civil y la movilización popular –aunque también desempeñaron un rol
decisor las Fuerzas Armadas— y había acuerdos claros y públicos entre partidos políticos.

42
En el 2010, la sociedad civil está alineada con el gobierno, existe un consenso social favorable,
se está viviendo un ciclo de reformas, aunque este muestre signos de agotamiento y empiecen a
expresarse disidencias y movimientos políticos de izquierda declaran la oposición, pero carentes de
una propuesta estratégica. Las demandas sociales y políticas de un proceso político de más de una
década, que es recogido por Correa y Alianza País, se orientan en varios niveles: canales de
participación y expresión política directa, asumidos desde el concepto de ―ciudadanía‖; nuevo
modelo de desarrollo que supere las estructuras económicas y políticas oligárquicas y neoliberales,
formulado como ―economía social y solidaria‖; la refundación del país y una propuesta de
transformación integral, recogida en la Constitución de Montecristi.
El proceso político ecuatoriano contiene dos elementos fuertes: por un lado, la necesidad de
ingresar a una etapa posneoliberal, ante el fracaso del modelo neoliberal oligárquico; y, por otro, la
demanda de un proceso constituyente levantado desde los pueblos y nacionalidades indígenas, así
como el conjunto de clases y capas populares con demandas de reformas sociales profundas. A ellos
se suman sectores empresariales y estratos de intelectuales jóvenes que no ven porvenir en la ―vieja
patria‖, con una propuesta de modernización y recuperación del rol interventor del Estado en la
economía. Tenemos actos de gobierno que se configuran dentro de esa perspectiva de cambio:
informe contra la deuda externa; informe contra la etapa de represión1; eliminación de la
tercerización y la flexibilización laboral; exigencia de la tributación a las grandes empresas; elevación
del salario básico e incremento de la seguridad social, medidas concretas de subvención económica
hacia los más pobres. Las iniciativas de mayor alcance: la propuesta Yasuní; esto es, dejar de explotar
reservas de petróleo para preservar una de las principales regiones de biodiversidad de la amazonía
ecuatoriana, sobre la base de un apoyo internacional; y la propuesta del Sistema Único de
Compensación Regional (SUCRE) para el intercambio en la ALBA.
La tendencia de cambio incluso lleva a sobrepasar el horizonte de la fuerza política en el
gobierno, cuando formula en el texto constitucional planteamientos contrahegemónicos como
plurinacionalidad, interculturalidad, buen vivir o sumak kawsay, soberanía alimentaria, derechos de la
naturaleza. Es lo que configura el ciclo reformista del gobierno, que va desde la posesión del primer
período presidencial (enero 2007) hasta la intentona golpista (septiembre 2010), que es posible, entre
otros elementos, por una condición de dualidad en las correlaciones de fuerza de las fracciones que
componen internamente Alianza País, el gabinete ministerial, el grupo parlamentario oficial y sus
alianzas sociales.
Para el análisis recupero el siguiente concepto de dualidad política: ―el complejo y variable
conjunto de relaciones, que se reparten dos divisiones de una misma comunidad, que mantienen
entre sí situaciones que van desde la hostilidad declarada hasta la cercanía estrecha, combinando
diversas formas de rivalidad y cooperación, cuyo sentido último es la detentación del poder y
mantener posiciones de privilegio‖ (Zarazaga: 1998), y lo aplico para reconocer el juego de fuerzas y
proyectos políticos al interior del gobierno de Alianza País. El autor citado está analizando la
transición española y, guardando las distancias, me parece que calza, con limitaciones, para presentar
el cuadro de relaciones entre las tendencias del gobierno, que conduce un proceso político, que
también se da en un contexto de transición.

1 N. del E.: Dicho informe alude a la investigación realizada por la Comisión de la Verdad de
Ecuador, que fuera creada el 3 de mayo de 2007 por Decreto Ejecutivo para investigar, esclarecer e impedir la
impunidad en los hechos violentos y violaciones a los Derechos Humanos atribuidos a agentes del Estado,
ocurridos entre 1984 y 1988, y otros períodos.

43
Dualidad: tendencias “desde arriba” y “desde abajo”
La fuerza política en el gobierno se constituye sobre la base de una alianza de varias tendencias,
de distinta procedencia y distinto proyecto social, lo que le hace permeable a diverso tipo de
demandas y presiones, por lo cual se puede distinguir entre ―tendencias desde arriba‖ y ―tendencias
desde abajo‖. Rafael Correa juega un rol oscilante entre ellas, pero no autónomo en sí.
Con la expresión ―tendencias desde arriba‖ represento la alianza entre grupos de poder
económico y sectores del aparato político en el gobierno, que se expresan sobre todo en los
Ministerios Coordinadores de la Producción y de la Política Económica. La visión de esta tendencia
es que los cambios que se pueden provocar sólo pueden venir ―desde arriba‖, desde los círculos de
poder y las élites tecnocráticas, bajo un férreo control vertical, y que no puede poner en riesgo las
bases del sistema. Para este sector, el posneoliberalismo no significa ruptura con el patrón de
acumulación de primarización exportadora. La prioridad está en el asocio entre inversiones estatales
y de capitalistas, estatales o privados, en las áreas de minería, petróleo, agrocombustibles, forestación,
farmacéutica, así como la expansión de la contratación pública en vialidad, vivienda, servicios en
asociación directa con las grandes empresas; el rol legislativo es otorgar la ―seguridad jurídica‖ en el
nuevo cuadro de relaciones Estado-inversión privada. En las semanas previas al 30 de septiembre, la
principal estrategia en movimiento fue el denominado ―Código de la Producción‖, en pleno debate
entre septiembre y octubre, cuyo objetivo es concretar en políticas claras la alianza entre sectores
empresariales modernos y el gobierno para despegar un proceso desarrollista de sustitución de
importaciones.
Con la expresión ―tendencias desde abajo‖ represento los flujos de comunicación y
coordinación entre movimientos populares y sectores del aparato político en el gobierno. La visión
de esta tendencia es que los procesos económicos y sociales a impulsar deben contar con la
participación de los sectores sociales que están comprometidos y participando en el proceso, a la par
que sintetizar las demandas principales de los movimientos populares. Esta tendencia hizo suyo lo
que se denominó como ―proceso constituyente‖, que debía ir más allá de la redacción de la nueva
Constitución, y llevarlo hacia la consolidación de un modelo posneoliberal basado en una patrón de
acumulación que rompa con la matriz primario-exportadora, y asuma una modalidad endógena.
Lamentablemente, desde la fase final de la Asamblea Constituyente (julio 2008) ya Rafael Correa no
sólo se sentía incómodo, sino que empezó a presionar por diluir esta tendencia.
En las semanas previas al 30 de septiembre, los principales esfuerzos se reflejaban en los
contenidos del Plan Nacional de Desarrollo (―Plan Nacional del Buen Vivir 2009-2013‖) y en lo
concreto se orientaban a sacar del limbo a la Ley de Recursos Hídricos, impulsar el Código de
Organización Territorial y Autonomías, como un esfuerzo por concretar procesos de
descentralización y desconcentración, y generar condiciones para iniciativas de acumulación a nivel
de provincia y región; además, se barajaban propuestas legislativas que pudieran abrir las puertas
hacia procesos de redistribución de los recursos naturales, como una nueva ley de tierras y territorios.
Rafael Correa asume cada vez más el rol de árbitro y decisor en última instancia, oscilando, de
acuerdo a las coyunturas, entre las diversas tendencias; a su vez, las fracciones internas guardaban
cierta paridad en las dinámicas internas del poder, pero todos presionaban o cedían, donde ―las
posiciones de privilegio‖ cada vez se juegan más en los ámbitos palaciegos.
Ese fiel de la balanza parece inclinarse definitivamente a favor de la tendencia ―desde arriba‖,
al acercarse el cuarto año en el gobierno, el 10 de agosto del 2010, seis semanas antes de la intentona
golpista, en el discurso ―Rendición de Cuentas a la Asamblea Nacional‖, en el cual Correa convocó a
asumir una línea pragmática y dejar atrás ―la ideología y mitos de una izquierda del pasado‖
(Vanguardia, 2010).

44
Otros actores políticos
Otros actores políticos importantes son tanto la derecha como la izquierda que están en la
oposición, por razones distintas, pero a veces se coaligan, generando iniciativas muy confusas.
La derecha en la oposición ha perdido capacidad de convocatoria a través de sus partidos
políticos (Socialcristiano, Democracia Popular, Sociedad Patriótica), y si bien los mantiene en la
palestra, no son los principales canales de expresión; éstos se han traslado hacia los grandes medios
de comunicación, cuyas estrategias son controladas desde fundaciones privadas, que trabajan bajo el
formato de think tanks, directamente financiados desde el exterior. El discurso de crítica de la derecha
en la oposición proviene desde el anti-estatismo propio de la ideología neoliberal, que mira
horrorizada el retorno del Estado, con un claro intervencionismo, como lo proclama Correa; y
económicamente proviene desde los sectores oligárquicos, cuyas fortunas se construyeron sobre
formas atrasadas y extensivas de explotación.
Por su parte, la izquierda tradicional y el movimiento indígena actúan a través de sus partidos
(Pachakutik, MPD) y ciertos movimientos sociales, como el magisterio, estudiantes universitarios,
sindicatos de empresas públicas y frecuentemente enfrentan las arremetidas del gobierno, incluyendo
la penalización de los dirigentes populares de oposición. El discurso de crítica de la izquierda en la
oposición proviene desde el sindicalismo y las formas agremiadas de clase, y también desde los
sectores indígenas con un fuerte discurso étnico y de control territorial de los recursos naturales,
como eje para las propuestas de plurinacionalidad.
Durante el 30 de septiembre estos sectores creyeron ver la ocasión para sacar a Correa del
gobierno, pero no fueron los actores fundamentales: ellos se encontraban a lo interno de las fuerzas
militares y policiales y los ex miembros de los servicios de inteligencia, desmantelados por el
gobierno.
¿De dónde vino la sublevación policial?
Las fuerzas militares, sean policiales o militares, han sido actores políticos de primer orden en
el sistema político ecuatoriano, de hecho sólo en la nueva Constitución se eliminó el rol de garante
del orden democrático que se otorgaba oficialmente a esta institución.
Especialmente la fuerza policial había ganado protagonismo en la última década, con
desempeños cada vez más decisivos en las estrategias dictadas desde Washington en sus estrategias
denominadas de combate al narcotráfico y al terrorismo. El gobierno de Correa, en su empeño por
recuperar el rol del aparato estatal, tomó medidas para relegar y luego eliminar los viejos sistemas de
inteligencia y, con ellos, el rol de los asesores norteamericanos en los aparatos de seguridad interna y
externa. También implementó iniciativas como la Comisión de la Verdad, encargada de elaborar un
informe respecto de las violaciones de los derechos humanos, torturas y asesinatos cometidos
durante la etapa de la represión a los grupos guerrilleros urbanos de Alfaro Vive y Montoneras Patria
Libre en los años ochenta y noventa.
Sin embargo, el detonante para la sublevación fue la aprobación de normas legales, en el marco
de la Ley Orgánica del Servicio Público, que eliminaban bonificaciones en los sueldos de oficiales y
tropa de la policía, así como regulaban las normas referidas a ascensos y promociones dentro de las
filas militares y policiales. Coincidía con que la misma ley eliminaba normas en el conjunto de los
servidores públicos, entre ellos de garantía a la organización sindical en las instituciones
gubernamentales.
Era un secreto a voces que estaba creciendo el descontento en filas de estas instituciones
armadas, claramente azuzadas por elementos de los ex servicios de inteligencia y movimientos
políticos conformados por ex militares y policías, como el partido Sociedad Patriótica del ex

45
presidente Lucio Gutiérrez. Sin lugar a dudas, se trata de un acto político reaccionario y muy
peligroso.
Intento de golpe sin sustento
Lo del 30 de septiembre fue una sublevación ultraderechista, apuntaba a generar el ambiente de
caos e incertidumbre, en el marco del cual se pudiera provocar un pronunciamiento de fuerzas
militares desconociendo el gobierno de Correa. Los acontecimientos que se desencadenan toman a
los actores políticos y a la población en general por sorpresa, hay poco tiempo para la meditación, es
asumir una posición y actuar, el proceso político de cambio se muestra débil, está amenazado y, si
bien se evidencia una opinión pública que condena la posibilidad de un golpe de Estado, también
salta a la vista una enorme fragilidad institucional, el control del poder político sobre las Fuerzas
Armadas es casi nulo y las funciones legislativa y judicial no tienen capacidad de respuesta.
Paradójicamente, esta debilidad da sentido a la reacción del Presidente Correa de acelerar los
acontecimientos con su presencia directa en el centro de la sublevación y luego su rescate por
comandos armados. Es una respuesta desde el liderazgo mesiánico y el verticalismo: allí no hay un
procesamiento colectivo, sea desde un ―gabinete de crisis‖ o un ―buró político‖; es el caudillo que
arremete ante el desafío y actúa, desde allí apela a la adhesión de los suyos y de su pueblo, poniendo
en riesgo su propia vida, como ejemplo de sacrificio y demostración de heroísmo. En las
intervenciones que Correa da desde el hospital de la policía insiste en que primero saldrá de allí
muerto, antes que firmar o suscribir algún tipo de acuerdo con los sublevados.
Cabe mencionar otras iniciativas que se desplegaron desde el equipo de gobierno, con el
Ministro de Defensa negociando con los mandos de las fuerzas militares que no se pasen a las filas
de la sublevación, con el Canciller que incentivaba los respaldos internacionales y a la par convertido
en portavoz oficial.
En las acciones de este día no tienen protagonismo los/as ministros/as de la tendencia ―desde
arriba‖, que durante la jornada guardan un perfil secundario, prefieren mantenerse a la sombra, a
excepción de su allegado, el abogado de la presidencia. En los círculos del poder se planteaba la
disyuntiva: ¿desde qué opción política y social responder a la conspiración?; ¿apostar hacia la
movilización social?; ¿cuidar sobre todo los nexos con el Ejército y las élites del poder real?; ¿cambio
o estabilidad?
El apoyo en las calles del conjunto de la población, especialmente de la ciudad de Quito,
desempeñó un rol importante, lento respecto de la vertiginosidad de los acontecimientos, pero
decisivo para obligar a una toma de posición desde la conciencia colectiva del peligro no sólo
respecto del gobierno, sino del proceso constituyente, y aislar a las fuerzas complotadas.
Un hecho fuerte fue la decisión del gobierno, hacia las primeras horas de la tarde, de obligar a
las cadenas de televisión privada a suspender sus transmisiones y sólo retransmitir la señal del canal
estatal y, de esta manera, controlar el flujo de la información hacia la opinión pública; esta actuación
fue decisiva para arrinconar los sectores pro-golpistas y cortar capacidad de dirección de la derecha.
Impacto del respaldo regional
El rápido y contunde accionar de la UNASUR y de la ALBA, respaldando al gobierno de
Correa y condenando la intentona golpista, no sólo fue decisivo para el desenlace de los
acontecimientos en Ecuador, sino que mostró una distinta correlación de fuerzas en las esferas
gubernamentales de la América del Sur. Los esfuerzos por construir mecanismos por fuera del
control directo de Washington daban un fruto muy concreto, con una respuesta política coordinada y
eficaz; el departamento de Estado de los Estados Unidos de América demoró bastante más en dar a
conocer su pronunciamiento.

46
Un cambio importante es que en la región los sectores de ultraderecha y golpistas están
bastante aislados, y que hay consensos fuertes por una democracia institucional, legal y constitucional
respetuosa de los derechos humanos y los convenios internacionales.
Cabe mencionar también la incidencia de medios de comunicación internacional, como CNN y
TELESUR, que colocaron de inmediato la noticia y establecieron transmisiones directas desde los
lugares de los acontecimientos en la ciudad de Quito; con ese acceso global a la información se
facilitó una reacción internacional ya no sólo de las esferas gubernamentales, sino desde la sociedad
civil y opinión pública.
Desenlace de los acontecimientos
En horas de la tarde, los acontecimientos estaban bajo control y el centro de operaciones se
trasladaba hacia los alrededores del Regimiento Quito y el Hospital de la Policía Nacional. En ese
momento ganó protagonismo la movilización social que respaldaba al gobierno, proveniente de
diversos sectores, especialmente capas medias de la ciudad y juventud, que multitudinariamente se
iban agrupando y rodeando estos lugares. La respuesta desde las fuerzas policiales sublevadas de
sacar carros antimotines, lanzar bombas lacrimógenas e incluso disparos de arma de fuego, que
provocaron varios heridos e incluso un estudiante universitario fallecido, evidenciaba ya una
situación de desesperación y falta de control.
Para la noche la sublevación policial estaba ahogada, no alcanzó respaldos sociales ni en las
Fuerzas Armadas y tenía la condena de la opinión pública nacional e internacional; sin embargo, el
gobierno apeló a un operativo militar como la vía para rescatar al Presidente del edificio del hospital
de la policía.
Los enfrentamientos directos entre policías y militares, que habían sido esporádicos durante la
jornada, se volvieron frecuentes en la noche, alrededor del centro de la revuelta, provocando el
fallecimiento de ocho personas.
Rafael Correa retornó al palacio presidencial, en la capital de la república, y casi a la
medianoche se dirigió al país y a los/as manifestantes presentes con palabras a favor de ―radicalizar
el proceso‖ y sanciones a los golpistas y las fuerzas conspirativas.
La consecuencia principal del 30-S fue la derrota de la vía golpista, la consolidación del
gobierno sobre la base del liderazgo presidencial y la apertura de un nuevo momento en las
correlaciones de fuerza dentro del gobierno y en el escenario nacional, adelantado las tomas de
decisiones.
Las Fuerzas Armadas ganan protagonismo y afirman capacidad de poder, reflejado en el
ingreso al control directo de los nuevos aparatos de inteligencia y seguridad del Estado y la pérdida
de poder de la institución policial, que volvió a un rango supeditado al Ministerio de Seguridad
Interna.
En la estructura del partido de gobierno y su bloque parlamentario ganan mayor espacio los
sectores de incondicionales al equipo presidencial y se limitaron los espacios para posturas de
izquierda, algo autónomas y críticas.
Se afirman las alianzas con los grupos de poder económico, acentuando la vía de
modernización, bajo un esquema neo-keynesiano reflejado en el Código de la Producción, y una
mayor limitación hacia los sectores de banqueros y propietarios de medios de comunicación.
En el plano discursivo se combina este pragmatismo con planteamientos de ―radicalización del
proceso‖, allí se amplía la relación con las organizaciones y movimientos sociales que tienen una
posición de alineamiento irrestricto, pero también se golpea a aquellas colocadas en la oposición,
como los movimientos indígenas.

47
En definitiva, una mixtura de vías de control político, sobre la base de afirmar alianzas con
poderes fácticos (militares, empresarios, caudillos locales), en detrimento de una vía de alianzas
sociales programáticas.
Vía cesarista y ruptura de la dualidad
El criterio que planteamos en este artículo es que las respuestas dadas en las medidas concretas
de gobierno para enfrentar las secuelas de la intentona golpista, implicó una consolidación de la
estrategia de modernización capitalista, articulado al acentuamiento por vía cesarista de dirección del
proceso político posneoliberal, en detrimento de una estrategia de reforma social profunda,
reconocida como proceso constituyente.
La consolidación de la vía cesarista de dirección del proceso político fractura la condición de
dualidad entre las tendencias que componen la estructura gubernamental, se expresa en el
debilitamiento del poder que podría devenir de las formas colectivas de dirección en el partido de
gobierno, sea buró político de ―Alianza País‖, o incluso en el gabinete ministerial, y la ausencia de
formas de participación extra-gubernamentales para las bases sociales del movimiento; un ejemplo de
ello son, por un lado, las disensiones dentro del equipo de dirección original, con las salidas, por
presiones de Correa, del ex presidente de la Asamblea Constituyente, Alberto Acosta, del ex
Canciller, Fander Falconí; y, por otro lado, los mecanismos de control y presión que desde el
Ministerio Coordinador de la Política se ejercen sobre las organizaciones sociales y populares aliadas
al gobierno.
Al hablar de vía cesarista recuerdo la definición que Gramsci da a este término: ―solución
arbitral, confiada a una personalidad ‗heroica‘ y representativa, en una situación histórico-política de
equilibrio de fuerzas […] puede haber un cesarismo progresivo o regresivo‖ (Gramsci, 2000: 102).
Nos parece pertinente adoptar esta definición, pues lo que acontece después del 30 de
septiembre es la consolidación de un liderazgo caudillista de Correa, que en medio de los hechos
muestra formas de actuación en las cuales sus seguidores miran elementos de ―heroicidad‖ que
afirman las adhesiones sociales y políticas, y eso es utilizado para acentuar mecanismos
instrumentales de relación con las bases sociales.
Un ejemplo para esta afirmación es el proceso que rodeó la decisión política sobre la
convocatoria a consulta popular y los puntos a ser sometidos a dicha consulta, pues para las bases
sociales de ―País‖, las organizaciones sociales aliadas, e incluso algunos miembros del equipo de
gobierno como el bloque parlamentario, fue una sorpresa, no fueron consultados, sino colocados
frente a una situación dada: el presidente Correa y su entorno cercano adoptó la estrategia de que el
Ejecutivo asuma el control del proceso de renovación de la función judicial, en detrimento del
Consejo de Participación Ciudadana y la recuperación para sí del discurso sobre la seguridad interna
como eje de las políticas públicas.
Otro ejemplo, de menor dimensión pero decidor, es la elección de la dirección del partido de
gobierno en la Primera Convención de Alianza País, efectuado en el mes de noviembre del 2010,
cuando varias candidaturas se movían tras la designación de Secretario Ejecutivo, entre otros el
Ministro de Relaciones Exteriores, la Ministra de la Política y la ausencia de candidato de la tendencia
―desde arriba‖, el criterio decisivo lo tuvo Rafael Correa, que promovió como máximo directivo a su
secretario particular .
En conclusión, la intentona golpista del 30-S precipitó un nuevo momento en el proceso
político abierto a fines del 2006, con una clara derrota a la vía golpista reaccionaria, pero a la par en el
gobierno acentuó una estrategia desarrollista articulada con una dirección caudillista. Se profundizó la
brecha entre la dirección de gobierno, sus intentos por marcar los límites del movimiento político y
el sentido profundo del proceso constituyente.

48
BIBLIOGRAFÍA
 ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE (2008). ―Constitución de la República del Ecuador‖.
Publicación Oficial de la Asamblea Constituyente. Montecristi.
 ACOSTA y MARTÍNEZ (2009). El Buen Vivir: una vía para el desarrollo, Quito, Edic. Abya Yala.
 ACOSTA y MARTÍNEZ (2009). Plurinacionalidad: democracia en la diversidad, Quito, Edic. Abya Yala.
 BORON, Atilio (2006). ―La izquierda latinoamericana a comienzos del siglo XXI‖. En Teoría y Acción
Política en el Capitalismo actual, Colombia, Edic. Universidad Nacional de Colombia.
 CORREA, Rafael (2011). Pedí una pistola para defenderme: entrevista por Ignacio Ramonet, Edic. Le Monde
Diplomatic, enero.
 CORREA, Rafael (2010). Discurso en la Asamblea Nacional, 10 de agosto del 2010. En
www.presidencia.gov.ec
 FALCONÍ y OLEAS (2011). ―Reforma institucional y las secuelas del 30 S‖. En Revista Íconos, No. 39.
 GRAMSCI, Antonio (1984): Notas sobre Maquiavelo, la política y el Estado Moderno, Buenos Aires, Edic.
Nueva Visión.
 GRAMSCI, Antonio (2000). Cuadernos de la Cárcel, México, Ediciones ERA.
 HIDALGO, Francisco (2009). Encrucijada: procesos políticos y movimientos populares en el Ecuador actual, Quito,
Edit. CINDES y CETRI.
 HIDALGO, Francisco (2011). ―Constitucionalidad, sí; cambios profundos, ahora‖. En
www.rebanadasderealidad.org . Argentina.
 MACHADO, Decio (2010): ―Redes de financiamiento y apoyo político extranjero a los Think Tanks
neoliberales en el Ecuador‖. En Rebelión, 09-10-2010.
 ORTIZ, Santiago (2011). ―La vulnerabilidad de liderazgo de la revolución ciudadana y de la
institucionalidad en Ecuador‖. En Revista Íconos, No. 39.
 SENPLADES (2009). Plan Nacional para el Buen Vivir: 2009 – 2013: construyendo un estado plurinacional e
intercultural, Edic. Secretaría Nacional de Planificación. Quito.
 STOLOWICZ, Beatriz (2006). ―El posneoliberalismo y la izquierda en América Latina‖. En Teoría y Acción
Política en el Capitalismo actual, Colombia, Edic. Universidad Nacional de Colombia
 VARIOS AUTORES (2011). El 30 – S, la contra – revolución, Quito, Edit. Ministerio Coordinador de la
Política.
 VARIOS AUTORES (2010). 30 – S el golpe que no fue: análisis crítico desde la izquierda, Quito, Ediciones
Opción, octubre.
 VARIOS AUTORES (2010). ―Crisis política en Ecuador de 2010‖. En Wikipedia español,
www.wikipediaes.wikipedia.org/wiki/crisis_politica_en_ecuador_de_2010
 VANGUARDIA (2010). Número 253.
 ZARAZAGA, José (1998). ―Dualidad política‖. En www.sanlucardigital.es

49
Volcán Cotopaxi

Vista de la ciudad de Cuenca

Mercado Indígena de Otavalo

Volcán Chimborazo

Monolito de la Mitad del Mundo

Vista de la ciudad de Manta


Vista de la ciudad de Esmeraldas

50
P ERSPECTIVAS DE LA NUEVA
CONSTITUCIÓN ECUATORIANA Y EL SUMAK KAWSAY
(BUEN VIVIR)

51
POSTSOCIALISMO DEL SUMAK KAWSAY
RENÉ RAMÍREZ GALLEGOS

Ecuador, en el cuadro de una América Latina en transición radical, se encuentra en un


momento de cambio histórico que nos ha conducido a cuestionar los modelos políticos heredados.
Este cuestionamiento se puede indagar en una pregunta que, en cada intento por avanzar, nos sale al
paso en nuestra práctica política cotidiana: ¿cómo inventar un nuevo socialismo, orientado por el
sumak kawsay, el Buen Vivir?
Voy a considerar esta pregunta desde la perspectiva de la filosófica política, principalmente de
la teoría de la justicia. También propongo ubicar esta discusión en un contexto histórico específico,
de largo alcance. A la vez, voy a debatir cuáles son las aristas de este postsocialismo del sumak kawsay;
y qué está en disputa en esta búsqueda por renovar el socialismo. Para desembocar, finalmente, en
cuáles son las estrategias para avanzar hacia el sumak kawsay. Y para terminar, plantearé una crítica
político-económica del momento actual.
Desde el campo de la filosofía política, es importante discutir qué son las Constituciones. En
las Constituciones se inscribe para quiénes se diseñan los principios constitucionales. Leyendo entre
las líneas constitucionales, podemos ver cuáles son los compromisos, los pre-compromisos, las
restricciones y a quiénes se va a beneficiar en la sociedad. Es lo que yo denomino los ―pactos de
convivencia‖ dentro de la sociedad. Si analizamos las Constituciones del Ecuador, podemos ver que,
en términos generales, se han construido sociedades excluyentes a través del estado civil, la edad, el
género, la religión, la capacidad de leer y escribir. Por citar un ejemplo, el artículo 12 de la
Constitución ecuatoriana de 1830 dice: ―Art. 12.- Para entrar en el goce de los derechos de
ciudadanía, se requiere: 1. Ser casado, o mayor de veintidós años; 2. Tener una propiedad raíz, valor
libre de 300 pesos, o ejercer alguna profesión, o industria útil, sin sujeción a otro, como sirviente
doméstico, o jornalero; 3. Saber leer y escribir‖. Con este artículo se excluyó entonces al 90% de la
población de la ciudadanía. Posteriormente, en el curso de la historia, las movilizaciones populares
instaron a retirar muchas de estas restricciones. No obstante, hasta bien entrado el siglo XX aún se
mantenían ciertas condiciones para ser ciudadano, como la obligación de saber leer y escribir. En
1950 esta condición dejaba fuera de la ciudadanía alrededor del 44% de la población; y en 1980,
cuando se retira esta restricción, el 25% de la población era analfabeta. Leer entre las líneas
constitucionales nos permite ver para quiénes están diseñadas las reglas que condicionan la
distribución del poder.
Un análisis constitucional comparativo sería necesario y urgente para esclarecer la trayectoria
histórica del poder político en Ecuador. Aquí no podemos extendernos en esta tarea; pero lo que sí
podemos es iniciar este trazo contrastando, a grandes rasgos, nuestro pasado inmediato con nuestro
presente: la Constitución de 1998 versus la Constitución de 2008. Confrontar estas dos Constituciones
nos permitirá realmente ver cuáles son las líneas de fisura por donde atraviesan los cambios de la
sociedad ecuatoriana.
Desde la perspectiva de la filosofía política, podemos considerar cuatro dimensiones analíticas:


Secretario Nacional de Planificación y Desarrollo del Ecuador. Correo electrónico:
rramirez@senplades.gob.ec

52
1. La ―base de información‖, que es el espacio en blanco en el postulado básico de la justicia
distributiva: ―a cada quien según sus…‖. Dependiendo de qué base de información utilicemos, de
cómo ―llenemos‖ el espacio en blanco, damos preeminencia a cierta intervención política. Es decir, la
base de información comprende aquellas variables que permiten ubicar el punto focal para distribuir,
y así priorizar acciones, porque se distribuyen bienes limitados. Y esta decisión implica elegir qué
queda incluido en el bien, qué queda excluido y dónde enfocamos la atención. Así podemos
investigar dónde se enfoca la atención política en 1998 y en 2008.
2. La ―pauta distributiva‖, que se refiere a las formas de distribución que la sociedad elige para
asignar los bienes, de acuerdo con la base de información que haya priorizado.
3. La ―unidad de análisis‖, que alude a quién se beneficia (individuo, colectivos, territorios,
sociedad) con esa forma de distribución (2) y con ese bien a ser distribuido.
4. Finalmente, la ―elección social‖, que es el procedimiento para tomar las decisiones
colectivas.
En el caso de la Constitución de 1998 podemos ver la sustancia de lo que políticamente se
denomina ―neoliberalismo‖. El neoliberalismo en la Constitución de 1998 se refleja en una mezcla de
principios utilitarios y liberales. La base de información constitucional de 1998 es el ingreso y el
consumo, y en el aspecto social son las garantías mínimas sociales de supervivencia. La forma de
distribución se establece, principalmente, a través del mercado y de la política social asistencial, que
sería la política focalizada para asegurar mínimos de supervivencia. La unidad de análisis es el
individuo atómico, solitario, que se satisface por sí mismo y por sus propias fuerzas. Y la forma de
elección social es la democracia representativa y la agregación de preferencias, que se concretan en la
compra en el mercado.
¿Adónde nos conduce una perspectiva comparativa con la Constitución de 2008? Yo lo he
denominado ―socialismo del sumak kawsay‖, o ―biosocialismo republicano‖ (Ramírez, 2010: 55-76).
En este nuevo socialismo la base de información es el sumak kawsay, el Buen Vivir; ya no es el
ingreso, el consumo, ni el PIB per cápita. ¿Cuál es la forma de distribución? La forma de
distribución, desde un punto de vista económico, es la composición de una economía social y
solidaria, que apuntalen una sociedad articulada mediante diferentes formas de producción y de
organización. En estricto rigor, estamos hablando de una pauta distributiva mucho más igualitaria.
¿Cuál es la unidad de análisis? Deja de ser el individuo y pasa a ser la sociedad, los colectivos, los
territorios. Cambia la perspectiva de considerar al individuo como un ser aislado, un ser
―robinsoniano‖. Y, ¿cómo se realiza la elección social? La elección social se realiza por medio de una
democracia más ―democrática‖, pues la democracia representativa empieza a ser complementada por
una democracia participativa y deliberativa.
Lo que se puede entrever con este contraste, a grandes rasgos, es que el cambio pasa por la
disputa de un nuevo pacto de convivencia, una nueva forma de relacionarnos entre ciudadanos y
ciudadanas, una nueva forma de articular qué es lo importante y qué no lo es en la sociedad. Esto
implica, justamente, destruir una forma de conocimiento que se refiere al modelo heredado, y que
está profundamente arraigado en nuestras mentes. Uno de los mayores impactos de la ideología
neoliberal, en este sentido, fue la construcción del pensamiento único. A veces pareciera que la
izquierda no puede o, lo que es peor, no se arriesga a abandonar los moldes prefabricados;
incluso pareciera que a veces, aunque en apariencia transitamos distintos caminos, llegamos
prácticamente a las mismas conclusiones. Se plantean preguntas que terminan convergiendo bajo
respuestas similares.
Para iniciar la crítica del modelo heredado es necesario observar en qué momento histórico nos
encontramos como país. Este es un proceso largo, de amplias dimensiones; no se restringe a un solo
país ni se plantea sólo metas a corto plazo. América Latina se encuentra en el posneoliberalismo, y en
53
Ecuador también estamos intentando salir del neoliberalismo. De allí que es necesario, dentro del
análisis realizado, transitar hacia un tercer momento, al que denomino ―capitalismo popular‖ o
―socialismo de mercado‖; el momento siguiente sería el postsocialismo del sumak kawsay. Es
importante ubicar estos mojones en un camino largo, para que nuestras aspiraciones políticas
permanezcan ancladas en la realidad. Porque a veces queremos dar saltos demasiado grandes, como
si fuera sencillo cambiar el curso de la corriente histórica.
Por eso necesitamos empezar por situar las dimensiones del cambio. Con este propósito, voy a
tratar sobre el modelo productivo, el modelo económico, y luego la forma de Estado y poder político
que se configuran en estas cuatro fases históricas que tenemos que impulsar para poder transitar
hacia el postsocialismo del sumak kawsay.
En el caso ecuatoriano, durante el neoliberalismo el modelo productivo era primario-
exportador y el modelo económico era la liberalización económica, mientras que el poder político se
basaba en un Estado mínimo. En el posneoliberalismo, el modelo productivo debe ser la
construcción de la revolución industriosa ―sin desposesión‖; la cual no es intensiva en capital ni
energía, sino que es abundante en mano de obra, economizadora de energía y que no compromete el
patrimonio (capital) natural de las siguientes generaciones.
En esta economía en transición hay varios momentos de desfase entre lo nuevo y lo viejo: no
se posible abandonar un modelo primario-exportador de inmediato, aunque sí empezar a construir
un círculo industrioso virtuoso. El modelo económico en Ecuador se está reconfigurando a través de
la sustitución selectiva de importaciones, con cierto tipo de acumulaciones que se dan en el Estado,
principalmente en los sectores estratégicos. De manera concomitante, el sistema político ha abierto
sus esclusas a la participación, cuestionando la oposición típicamente liberal entre Estado burgués y
sociedad civil, para así recuperar el Estado para el bien común. Es necesario reconstruir una nueva
forma de Estado, más allá de los vicios del gradualismo reformista, si deseamos transitar hacia el
postsocialismo del sumak kawsay.
Más adelante, proyectándonos hacia el futuro, en el capitalismo popular o socialismo de
mercado se buscará cimentar un desarrollo más endógeno: ya no sólo sustituir importaciones sino
también exportaciones. El modelo económico se orientará a través de la diversificación de las formas
de propiedad y de organización; junto con la construcción, en paralelo, de un Estado mucho más
descentralizado y desconcentrado, plurinacional e intercultural.
Finalmente, en el postsocialismo del sumak kawsay se apuntará, en el modelo económico, a
construir una biópolis. Es decir, superar la economía del viejo conocimiento y dar el paso de la
manufactura a la mentefactura, así como empezar a considerar la producción de bienes relacionales.
El nuevo modelo será, en lo económico, biosocialista; y, en lo político, se sustentará en el poder
popular. Pero estos cambios no se hacen de la noche a la mañana. Y también es preciso puntualizar
que el hecho de que el análisis se organice en cuatro momentos no quiere decir que se trata de una
construcción rígidamente sucesiva, lineal ni unidireccional. Dentro de cada momento existen
intersecciones o saltos: podemos estar, por ejemplo, en el socialismo de mercado y todavía tener
rezagos del neoliberalismo, porque realmente existen cuestiones estructurales en las que difícilmente
se pueden realizar cambios en el corto plazo.
Podemos, con esta precaución, empezar a trazar las aristas del postsocialismo del sumak kawsay,
para luego considerar las estrategias que nos permitirán alcanzarlo. El postsocialismo del sumak
kawsay tiene cinco aristas, que se refieren a la justicia: la justicia socioeconómica, la justicia histórica,
la justicia intergeneracional, la justicia política y la justicia de la naturaleza. En este marco, se puede
enfocar el Buen Vivir desde tres cuestiones principales: una sociedad biocéntrica, y no
antropocéntrica; el tema del igualitarismo; y la mirada republicana (por eso caracterizo al
postsocialismo del sumak kawsay también como biosocialismo republicano).

54
¿A qué me refiero con el biocentrismo? Es un salto cualitativo que tiene que dar un proyecto
político para renovar el socialismo. Y en este caso, en Ecuador estamos dando este salto al otorgar
derechos a la naturaleza. Es preciso recordar que desde la mirada liberal únicamente el que es capaz
de tener obligaciones, puede tener derechos; así quedan excluidas las generaciones futuras y también
la naturaleza. En la Constitución de 2008 se incorpora a la naturaleza y a las generaciones futuras y
pasadas en la perspectiva de los derechos.
Esta mirada biocéntrica también implica ver a la economía no como un circuito cerrado de
mercancías y consumidores, sino como un flujo entrópico de energía y materiales, que consume
recursos agotables y que genera residuos que deben tomarse en cuenta. Esto implica algo que
también es fundamental, pues se trata de un pacto de convivencia posantropocéntrico. ¿Por qué esto
es importante? Porque el socialismo —y es necesario enfatizar esto— tiene que ser un
postsocialismo, en ese sentido.
Algo que vale la pena mencionar además es que esta mirada biocéntrica atiende especialmente
a la justicia intergeneracional, la remediación, la protección y el ―legado vital‖ para las generaciones
futuras. Para tomar en cuenta estas generaciones futuras es necesario pensar algo que en una
perspectiva liberal no hubiésemos pensado. A la vez, tiene que quedar muy claro que el objetivo de
esta mirada biocéntrica es garantizar la reproducción de la vida. En este biocentrismo la vida no sólo
se refiere a la del ser humano, sino también de las demás especies de la naturaleza que, a su vez,
garantizan la propia vida del ser humano.
Con respecto a la arista más igualitaria de este nuevo socialismo, el primer punto es que tienen
que ser reconocidas las desigualdades históricas. ¿Y esto por qué es muy importante? Porque, como
señalaba en un primer momento, las manera en que se diseñan las Constituciones y se establecen los
principios condiciona las posibilidades para quienes han sido beneficiados y quienes han sido
excluidos. Y sistemáticamente, a lo largo de la historia del Ecuador, hemos tenido muchos grupos
excluidos. El postsocialismo del sumak kawsay recupera una mirada reparadora de las desigualdades
históricas que hubo en el país. Tiene que ver con una igualdad política que alude no únicamente a la
perspectiva de la elección, de ―un ciudadano-un voto‖, sino también a la perspectiva desde la que
deben tomarse en cuenta las voces de los diferentes ciudadanos colectivos del país.
A la vez, es una perspectiva igualitaria, en el sentido de que es igual con toda la diversidad.
Aquí es importante, por ejemplo, que la Constitución señala que el kichwa y el shuar son idiomas
oficiales; y que los territorios tienen formas de gobierno a través de las circunscripciones territoriales
indígenas; y también el reconocimiento a la justicia indígena. Se toman las diversidades como parte
de una mirada igualitaria. Todos los diversos somos iguales, en estos marcos.
La perspectiva igualitaria también toma en cuenta lo que son los equilibrios territoriales.
Nosotros somos un proyecto en ciernes, como describieron Rafael Quintero y Érika Sylva (1998).
Somos un proyecto nacional inconcluso, en parte porque no se han superado ni siquiera los
impedimentos geográficos que se han tenido como país. ¿A qué me refiero? A la oposición entre
Costa, Sierra y Amazonía que ha conducido a cierto tipo de regionalismos. En la Constitución
también se plantea una perspectiva para buscar un tipo de integración de los territorios, a través de
un tipo de regionalización mucho más equilibrada, horizontal, y no desequilibrada, como se ha dado
hasta el momento.
Esta mirada igualitaria también alude a la recuperación de lo público y la recuperación de lo
universal, y esto es importante. Porque el neoliberalismo fue precisamente una privatización del
espacio público, una expropiación de lo público, con políticas focalizadas direccionadas a tantos
grupos como se pudiera imaginar la mente, o a tantos grupos como se podían distinguir de acuerdo a
sus influencias de poder. Aquellos que no tenían estas influencias, quedaban excluidos. Aquí hay que
recuperar el sentido de lo público y de lo universal.

55
También se nos presenta una cuestión que es fundamental en un proyecto que, siendo nuevo,
se inspira también en las reivindicaciones históricas del socialismo, como es el tema de la igualdad
material, la igualdad socioeconómica. Un proyecto socialista debe tener como base mínima la
satisfacción de las necesidades básicas. Esta cuestión es fundamental para avanzar en el tipo de
proyecto político que nos hemos propuesto, y eso es primordial. Y respecto a la justicia
transnacional, simplemente como ejemplo se puede señalar que la Constitución avanza hacia la
construcción de la ciudadanía universal. Estos son conceptos que ponen la postura política del sumak
kawsay en el marco de un gran pacto que debe trascender las fronteras nacionales.
Ahora bien, ¿por qué es importante considerar una perspectiva más republicana? Porque lo
que está en juego dentro de este debate tiene que ver con la crítica de la perspectiva utilitaria-liberal.
La perspectiva republicana del proyecto se refiere a una cuestión que es fundamental y que debemos
hacer desde la izquierda: resignificar, volver a poner en el debate público sustantivos críticos, e
inclusive aquellos en que parece que estamos de acuerdo con la derecha, para discutir su significado.
¿A qué me refiero? A conceptos como la democracia, la libertad, la justicia. Conceptos en que tanto
la izquierda como la derecha estarían, formalmente, de acuerdo.
Podemos mencionar precisamente un concepto importante: la libertad. La libertad no está en
peligro; nadie dudaría de esto en el proyecto que estamos auspiciando. Pero el punto es cómo
estamos definiendo esa libertad. Esa libertad, en este caso, requiere saltar desde la perspectiva liberal
que ve a la libertad como no interferencia, a la libertad como no dominación o no esclavitud. Es
completamente diferente. De acuerdo al neoliberalismo, una persona que elige entre dos trabajos de
miseria aún es libre de elegir; pero de acuerdo a una perspectiva mucho más republicana, se evidencia
un problema porque hay dominación, no hay opciones, aunque no hubiera ninguna interferencia
directa en la elección. En el caso de una mujer que no puede dar a luz en un hospital, y tiene que
hacerlo en su casa, tampoco hay ninguna interferencia: es ―libre‖ de acuerdo a una visión liberal. Sin
embargo, esto es distinto dentro de una mirada más republicana. Por eso, en esta discusión sobre las
definiciones es fundamental que no dejemos conceptos que no hayan sido disputados políticamente
ni en su sentido histórico.
Un segundo punto tiene que ver con lo republicano entendido como la construcción de
espacios de participación y deliberación. Esto no existía en el neoliberalismo, en donde la política
empieza y termina prácticamente en las elecciones, y luego las decisiones colectivas se delegan al
gobierno. En cambio, lo que se busca con la perspectiva republicana es crear espacios para la
deliberación y la participación colectiva.
Un tercer punto es el tema de la unidad, o sea, la posibilidad de construir proyectos
compartidos como sociedad. No sólo me refiero al Ecuador, sino a territorios de integración
latinoamericana. En un artículo escrito junto a Analía Minteguiaga, nos preguntamos si en el
proyecto neoliberal queremos y podemos vivir juntos; la respuesta es que no (Ramírez y Minteguiaga,
2010: 345-372). En cambio, en el proyecto del sumak kawsay a esta pregunta tenemos que decir que sí
queremos construir ese proyecto compartido; pero esto no puede ser viable si no nos dedicamos a la
recuperación de las esferas públicas.
Esta recuperación se refiere a la construcción social y colectiva de lo que implica el bien
común, la posibilidad de edificar un porvenir compartido, suprimir la idea del espacio de deliberación
como algo oculto, y publicitar todas las acciones y los espacios de encuentro. Es necesario recuperar
el espacio público y ver el porvenir que queremos como sociedad. Y por eso el nuevo socialismo
tiene que sustentarse en la virtud cívica. Tenemos que ser conscientes de que no sólo debemos
reclamar derechos, sino sobre todo tener obligaciones, tener responsabilidades públicas y sociales.
Porque cada derecho implica una obligación.

56
Ahora, quisiera volver sobre una cuestión que antes había mencionado. En el período
neoliberal la izquierda dejó que la derecha se encargue de poner en agenda la construcción de
sustantivos críticos. Y eso es algo que la izquierda debe recuperar. Conceptos que venían antes de la
izquierda fueron prácticamente dejados a un lado: por ejemplo emancipación, dependencia,
alienación; pues nos impusieron la agenda desde la derecha. ¿Qué hizo la izquierda? Únicamente
adjetivar estos sustantivos. Entonces a la democracia se le puso el adjetivo de participativa; al
desarrollo, sostenible; a los derechos sociales, derechos colectivos e interculturales…
Desde la izquierda, además de disputar el significado de los conceptos, debemos disputar la
construcción de nuevos sustantivos. Uno de ellos es el del sumak kawsay. Porque partiendo de esta
construcción ―sustantiva‖, podremos entender que la alternativa no es al concepto de desarrollo (un
concepto al que el socialismo nunca le puso nuevas alternativas); la alternativa es al desarrollo y al
progreso como conceptos. En Ecuador se está hablando claramente de conceptos que critican las
definiciones ortodoxas de progreso y desarrollo; no se habla de alternativas de desarrollo, sino de
alternativas al desarrollo. Aquí se ubica el sumak kawsay o Buen Vivir. No se trata de un adjetivo, sino
de un sustantivo crítico.
Recordemos que el desarrollo sostenible es un concepto pro-capitalista y no anticapitalista, en
el sentido de que su postulado principal es: ―hay que hacer sostenible la acumulación del capital y hay
que buscar cuál es la forma verde de hacerlo sostenible‖. Lo que tenemos que buscar es cómo
construir sustantivos críticos desde la izquierda para ponerle agenda a la derecha. En el caso del
Ecuador, muchos de estos conceptos se están construyendo y se está logrando este cambio.
Lo que está en disputa entonces es un modelo civilizatorio. De lo que he narrado hasta el
momento, el nuevo modelo del sumak kawsay es posutilitario, posliberal, trasciende a la idea del uso,
del consumo y del PIB; es un modelo en el que se da a los que menos tienen, pero sin renunciar al
principio de igualdad (es una parte, pero no puede ser la única parte); es posantropocéntrico; es
posindividual; es pospatriarcal; es posnacional-estatal; es poscapitalista; es poscolonialista; y,
potencialmente, debe ser hasta postsocialista.
¿Y cuáles son las estrategias para construir el sumak kawsay? Una de las alternativas es
democratizar la democracia. Esto es fundamental e incluye todos los espacios que se deben
democratizar. Lo que nosotros tenemos que buscar no es únicamente descentralizar el poder, sino
más aun descentrar el poder. Para eso hemos avanzado en la construcción del sistema
descentralizado y participativo de la planificación. Pero el primer reto para el caso ecuatoriano es que
participe más gente, pues la participación política ha sido completamente sesgada, homogénea y
mínima. Lo primero que tenemos que buscar son espacios de encuentro común para que se dé esta
articulación de las decisiones, buscar espacios de veeduría, rendir cuentas y multiplicar los espacios
de participación de la sociedad civil.
El segundo punto de la estrategia es descolonizar las relaciones sociales. Esto implica eliminar
el racismo y la xenofobia, que cada vez avanzan de una manera preocupante. Aquí tienen un papel
importante los migrantes en el mundo. Habría que proponerse no sólo convocar organizaciones de
trabajadores del mundo unidos, sino también organizaciones de migrantes del mundo unidos. La población
migrante podría cumplir un doble rol emancipador: frente al colonialismo y al capitalismo. A través
de un movimiento mundial de migrantes buscaríamos construir un verdadero mundo plurinacional y
descolonizado. Promoviendo sindicatos de migrantes a nivel mundial estaríamos enfrentando al
capitalismo globalizado xenófobo y deshumanizante. Porque, a fin de cuentas, la lucha es por la
ciudadanía universal.
El tercer punto es hacer sostenible la vida, lo que guarda un vínculo estrecho con las relaciones
sociales. No nos interesa sólo hacer sostenibles las relaciones sociales, sino también hacer sostenible

57
la relación del ser humano con la naturaleza. Siempre tenemos que ver la relación naturaleza-sociedad
desde el pago de la deuda social.
El otro punto que tenemos como estrategia para la construcción del postsocialismo del sumak
kawsay es continuar esta revolución que estamos haciendo pacíficamente; y ahí vamos a tener a cada
momento impedimentos, como pasó el 30 de septiembre de 2010. La derecha quiere generar
contextos para que nuestra revolución no sea pacífica, lo cual rechazamos completamente.
Un cuarto punto para la construcción del postsocialismo del sumak kawsay es construir
sociedades y territorios soberanos, y esto es fundamental. Es realmente imprescindible la
construcción de la soberanía de los territorios; pero la soberanía de nuestros territorios no pasa
únicamente por el espacio físico, sino que también requiere construir una soberanía económica,
financiera, energética, alimentaria. Y parte de esto tiene que ver con la siguiente estrategia: la
construcción de la Patria Grande, la integración latinoamericana. Nosotros no podemos construir
desde Ecuador, solos, esta sociedad de la que hablamos. Necesitamos construir esta Patria Grande a
partir de la integración latinoamericana, y desde ahí sí empezar a disputar el poder económico. Aquí
cabe tomar en cuenta el tema de la nueva arquitectura financiera. También la soberanía del
conocimiento es fundamental en este marco: no podemos dar saltos cualitativos mientras Suramérica
o los países del Sur dependan del conocimiento del Norte (centro). Estamos condicionados por
dónde se produce el conocimiento, cómo se consume, y cómo cada vez que existe una nueva
innovación se convierte en una nueva patente desde la perspectiva capitalista.
Dentro de este marco debemos recordar los graves problemas que tenemos con las
―enfermedades olvidadas‖. ―Olvidadas‖ porque no son funcionales para las grandes empresas
farmacéuticas, a quienes no les interesa el perfil epidemiológico de los países latinoamericanos. No
les interesa y nosotros tampoco tenemos la capacidad de contrarrestar este desinterés si no tenemos
soberanía en el conocimiento. Entonces es fundamental buscar en todas las dimensiones esta
soberanía, y para eso es necesaria la integración.
Otro punto es la refundación del Estado plurinacional e intercultural. Tenemos que tomar en
cuenta que el proceso de la descolonización parte de que teníamos un Estado completamente blanco
y mestizo que no consideraba las diversidades. La estrategia fundamental en este proceso de
refundación sería la desmercantilización de la economía, y aquí tenemos algunos desafíos: el primer
reto de la desmercantilización de la economía pasa por su desmonopolización.
¿Cuáles son los desafíos que además trascienden las fronteras que es necesario
desmonopolizar? Uno es la desmonopolización de la economía de los poderes económicos, y
principalmente del poder financiero, que es uno de los más peligrosos; otro es la desmonopolización
de la producción armamentista de la guerra; un desafío más es la desmonopolización de la palabra,
que es fundamental, y aquí está en disputa también como parte del nuevo modelo civilizatorio la
construcción de un sentido contrahegemónico de qué es la sociedad. Ésta no es una cuestión menor.
Porque aquí hubo monopolios de la palabra y es necesario entrar a disputar esos monopolios de la
palabra. A la vez, como parte de la estrategia de desmercantilización de la economía, nosotros
tenemos que avanzar hacia procesos de diversificación de las formas de organización y de propiedad,
y también en este caso hay que auspiciar estos procesos desde la sociedad y el Estado.
Cuando hablamos de diversificar las formas de organización y de propiedad nos referimos a
que en la sociedad ecuatoriana y en su economía el sector más pequeño es la economía formal o
economía moderna, pero además tenemos diferentes formas de producción. Obviamente está la
parte más empresarial, pero tenemos también formas de producción comunitaria, cooperativa,
pública, privada, asociativa, familiar, doméstica, autónoma y mixta, que es necesario reconocer y
auspiciar.

58
Otro punto tiene que ver con diversificar las formas de propiedad; y no únicamente la pública
y la privada, sino que también es necesario avanzar hacia lo comunitario, lo estatal, lo asociativo, lo
cooperativo, y también tipos de propiedad gran nacional como parte del proceso de integración
latinoamericana. Es fundamental lo que estamos haciendo con Cuba para la construcción de
Enfarma, una empresa farmacéutica; también podemos mencionar la petroquímica con Venezuela.
Es necesario avanzar hacia la diversificación de diferentes tipos de propiedad.
Finalmente, es imprescindible la superación de la perspectiva economicista y productivista, en
la que muchas veces el socialismo también cayó, y que se limita a tomar en cuenta la producción
simplemente de bienes materiales.
No es suficiente el eslogan: ―el trabajo sobre el capital‖. Creo que es necesario avanzar en el
proyecto político. Y en este sentido, avanzar en el proyecto político es señalar que también está ―la
vida sobre el trabajo‖. Aquí nos estamos planteando, más que el simple canje de los términos, la
disputa de un modelo civilizatorio. En el capitalismo el mundo ideal es aquel en donde cada persona
es asalariada, se realizan comidas fuera de casa, se contratan servicios de lavado, de planchado, de
limpieza del hogar, etc.; es decir, el requerimiento de trabajo doméstico parece igual a cero (porque se
explota a otras personas para realizarlo), y se postula la ilusión de que se necesita únicamente tiempo
para trabajar y consumir. La mayoría de propuestas socialistas también se quedaron únicamente en la
perspectiva material del trabajo y del consumo. Pero yo creo que en el postsocialismo del sumak
kawsay debemos empezar a considerar también, junto con la construcción de sustantivos críticos, la
producción de otro tipo de bienes.
La economía ha avanzado en su análisis en tres tipos de bienes: los bienes privados,
obviamente; los bienes públicos; y los bienes comunes —acordémonos de que por fin se dio el
primer Premio Nobel de economía a alguien que no es economista y es mujer, Elinor Ostrom, quien
realizó investigaciones relacionadas con la producción de bienes comunes—. Pero algo en lo que no
ha avanzado la economía y creo yo que es necesario avanzar es el estudio y la propuesta de
acciones concretas para la ―producción/consumo‖ de bienes relacionales.
Cuando Marx analizó el capitalismo, se refirió a tres tipos de tiempo: el tiempo necesario para
la reproducción de la vida, el tiempo excedente del trabajo y el tiempo social. El tiempo necesario
para la reproducción de la vida es aquel tiempo que yo necesito, por ejemplo si no estoy en relación
de dependencia, para producir mis alimentos y así poder vivir; también el tiempo para dormir, etc.
Luego viene el tiempo excedente del trabajo, que se relaciona con el plusvalor, y que el
capitalismo busca maximizar para acumular más capital. Éste es el objetivo del capitalismo, y en esto
hemos avanzado a una celeridad asombrosa, porque también la ciencia y la tecnología son las que
permiten esa esclavitud para poder chupar la sangre del trabajador y acumular el excedente. Pero
también la ciencia y la tecnología pueden tener un potencial crítico; ya me referiré más adelante a esta
posibilidad.
Además existe, si queremos avanzar más allá del trabajo y el capital, una tercera dimensión que
tiene que ver en el análisis de Marx con el intento de colocar a la vida sobre el trabajo: es decir, la
maximización del tiempo social. Y esta maximización implica tener una estrategia, una estrategia
completamente material: implica minimizar el tiempo excedente que se apropia el capitalista, incluido
el tiempo de la cooperación que se da en el trabajo, que es un tema muy interesante pero que a veces
no se suele tomar en cuenta. No se trata únicamente de la usurpación de ese tiempo del trabajador,
sino también del tiempo que implica el trabajo cooperativo. De este tiempo también es necesario
apropiarse.
¿Y cómo nos apropiamos de este tiempo de trabajo cooperativo? A través de una perspectiva
para distribuir formas de propiedad o formas de organización. Es decir, ganar espacio al capital, con

59
el objetivo último de distribuir esos bienes para maximizar el tiempo social para la producción de
―bienes relacionales‖. ¿Qué significan estos bienes relacionales?
El concepto de bienes relacionales proviene de Aristóteles, quien parte del reconocimiento de
que el ser humano es un ser gregario por naturaleza. Entonces estamos criticando la mirada
―robinsoniana‖ del utilitarismo-liberal a la que nos referíamos antes, y estamos viendo la real
socialidad del ser humano. La producción de bienes relacionales justamente tiene que ver con las
relaciones interpersonales, y ahí se refiere Aristóteles a tres: el amor, la amistad y la participación
pública. A esto añade Aristóteles que realmente no puede darse una relación, una producción de
bienes relacionales de calidad, si es que no se da lo que él denomina la contemplación: es decir, tener
ese tiempo libre para la autorrealización del conocimiento. A lo que yo le sumaría una cuarta arista,
que es justamente la relación del ser humano con la naturaleza.
¿Cuáles son las características de estos bienes relacionales? Primero, que son consumidos y
coproducidos a la vez: en el mismo momento en que yo lo produzco lo estoy consumiendo. Sólo
pueden ser poseídos por mutuo acuerdo, y dependen por lo tanto de la interacción con otro ser; en
ese sentido, son apreciados en la medida en que generan reciprocidad. Simplemente para dar un
ejemplo: mientras que, desde una perspectiva más liberal y utilitaria, cuando dos enamorados van a
tomar un café el que realmente está produciendo riqueza es el dueño de la cafetería; desde la
perspectiva que les propongo lo importante justamente es que se dé ese encuentro.
Esto implica saltos cualitativos y hasta metodológicos. Porque hay que tener claro que cómo se
hacen los diagnósticos, cómo se identifican los problemas, cómo se plantean posibles soluciones, nos
conduce al final a decidir cómo intervenimos. Y si no tenemos marcos conceptuales, marcos
metodológicos, marcos de mediciones diferentes, vamos a seguir reproduciendo un modelo de
injusticia social. No es posible llegar muy lejos si nos conformamos con el Producto Interno Bruto
(PIB) como indicador de bienestar, y no probamos mediciones diferentes. Frente a eso, en la
Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo del Ecuador (SENPLADES) estamos construyendo
alternativas de unidad de análisis que se refieran al Buen Vivir; que no se queda sólo en lo monetario,
sino contempla también, por ejemplo, lo biofísico. Ahora estamos construyendo el PIB verde, que
no tiene nada que ver con el tema monetario; y además otros indicadores que se están diseñando se
relacionan con la producción de estos bienes relacionales.
Siempre he tenido la teoría de que quien se lleva tu tiempo se lleva tu vida. Y pienso que la
opresión no proviene únicamente de la relación de dependencia en términos económicos materiales
del ingreso, sino por la capacidad que tenemos los seres humanos de relacionarnos dentro de la
sociedad. Simplemente voy a dar algunas cifras, que procesé de la Encuesta de Empleo 1 para que se
pueda ver cómo se da una nueva forma de esclavitud al no producir estos bienes relacionales dentro
de la economía ecuatoriana. Por ejemplo, dentro de las categorías de ocupación, una persona
empleada privada tiene 8 horas más en tiempo relacional —y aquí me refiero tanto al tiempo libre, al
tiempo social y al tiempo público—, que una persona que es trabajador/a del hogar no remunerado.
O, por ejemplo, una persona que tiene nombramiento tiene 7 horas más de tiempo relacional que
una persona que trabaja por jornal; una persona que pertenece al sector formal tiene alrededor de 5
horas más que una persona que trabaja en el servicio doméstico; una persona que se autodefine
como blanca tiene 10 horas más que una persona que se autodefine como indígena; una persona que
tiene nivel universitario tiene 10 horas más que un analfabeto. En estas comparaciones no se está
analizando la parte monetaria, sino que se construye y empieza a visualizar cómo se puede maximizar
el tiempo relacional, y eso implica otro tipo de políticas, que ya no se reducen solamente con la
distribución del ingreso, sino a la distribución del tiempo. Podríamos plantear modificar el eslogan de

1ENEMDUR, encuesta anual nacional del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos del Ecuador
(INEC) que incluye, entre otros, un módulo sobre uso del tiempo.

60
la izquierda y los sindicatos europeos: trabajar menos (no sólo) para que trabajen todos, sino para que tengamos
más tiempo relacional dentro de la sociedad; es decir, trabajar menos para producir/consumir más bienes
relacionales.2
Esta perspectiva es completamente opuesta a la economía monetarista e incluso al socialismo
del siglo XX. La desigualdad no es monetaria únicamente sino de vida, de tiempo. Así, por ejemplo,
un millonario de tiempo (decil más rico en términos temporales) tiene disponibles 65 horas
semanales más de tiempo para la producción/consumo de bienes relacionales que un pobre de
tiempo (10% más pobre según el tiempo). Hay una desigualdad, hay una opresión, una forma de
esclavitud que ―casualmente‖ la economía neoclásica se ha olvidado. Y también el socialismo ha
pasado por alto esta cuestión, porque cuando nosotros hablamos de la parte productiva y la parte del
consumo dentro de la economía centro de análisis no sólo de la economía neoliberal, sino incluso
del socialismo del siglo XX estamos hablando de apenas 12 horas, y nos olvidamos de las otras 12
horas restantes, que son cuando se produce sociedad, cuando florece la vida. La disciplina que
emergería desde esta perspectiva es la economía del sumak kawsay (Buen Vivir); o, para ser más precisos,
la socioecología política del Buen Vivir. Dentro de este marco, la generación de conocimiento, la ciencia y
la tecnología tendrían otra finalidad distinta de la acumulación sin fin, pues estarían encaminadas
hacia la liberación del tiempo para el florecimiento social y de la vida en todas sus expresiones.
Es fundamental dentro de este marco de análisis justamente empezar a disputar los sentidos,
desde las cuestiones más simples. Como: ¿qué entendemos por Buen Vivir? El Buen Vivir ya no
tiene que ver únicamente con el PIB per cápita. O también: ¿qué entendemos por pobreza? Una
pregunta principal, porque cuando se habla de pobreza se suele hacer referencia a la pobreza de
ingresos o de consumo, que no toma en cuenta cosas adicionales como, por ejemplo, el tema de la
educación, la atención de salud, etc. Entonces es necesario empezar a disputar estos sentidos.
El ―Estado de las venas cerradas de América Latina‖, como dice Boaventura de Sousa Santos
(2010: 69), va a seguir oscilando entre elevadas expectativas populares. Es lo que denomina el
Presidente Rafael Correa la ―tragedia de la proximidad‖; porque llegaron proyectos progresistas a una
sociedad con altas expectativas, que demanda mucho más de lo que demandaría de proyectos más
reaccionarios o de derecha.
Hay que tener muy claro que la disputa política por la hegemonía es durísima, porque hay
quienes se resisten al cambio. El proyecto que estamos construyendo en América Latina supone la
producción de un sentido contrahegemónico, que busca construir otra civilización, basada en la vida
y no en la ambición individual de la acumulación. Mientras nosotros buscamos otros tiempos, el
tiempo de la derecha es el tiempo impaciente del golpismo —ya lo vimos el 30 de septiembre—, y el
hecho de que no estemos unidos puede llevar al peor de los mundos, que sería regresar a ese
capitalismo salvaje, a ese colonialismo y a esa esclavitud.
En este marco creemos que el ―Sur‖ ya no el ―Norte‖ está claro para orientar nuestro
Ecuador, y la reinvención de la izquierda tiene que ver justamente con la construcción del
postsocialismo del sumak kawsay, defendiendo realmente la Constitución, que es la principal arma con
la que contamos hoy en día.

2 Para profundizar en el análisis sobre producción/consumo de bienes relacionales, ver Ramírez


(2011).

61
BIBLIOGRAFÍA
 QUINTERO, Rafael y SILVA, Érika (1998). Ecuador: Una nación en ciernes, 2 vols., 3ª ed., Quito, Editorial
Abya-Yala.
 RAMÍREZ GALLEGOS, René (2010). ―Socialismo del sumak kawsay o biosocialismo republicano‖, en
Socialismo y sumak kawsay. Los nuevos retos de América Latina, Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo
(SENPLADES), Quito, pp. 55-76. Disponible en formato electrónico en
www.senplades.gob.ec/web/senplades-portal/publicaciones.
 RAMÍREZ GALLEGOS (2011). El tiempo como Buen Vivir (riqueza) de las naciones. Secretaría Nacional de
Planificación y Desarrollo (SENPLADES), Quito. Disponible en formato electrónico en
www.senplades.gob.ec/web/senplades-portal/publicaciones.
 RAMÍREZ, René y MINTEGUIAGA, Analía (2010). ―¿Queremos vivir juntos? La igualdad y la búsqueda
de un lugar común‖, en René Ramírez, Igualmente pobres, desigualmente ricos, Quito, Ariel-PNUD, pp. 345-372.
Disponible en formato electrónico en www.senplades.gob.ec/web/senplades-portal/publicaciones.
 SANTOS, Boaventura de Sousa (2010), Refundación del Estado en América Latina. Perspectivas desde una
epistemología del Sur, Lima, Programa Democracia y Transformación Global.

62
EL BUEN VIVIR EN LA CONSTITUCIÓN DEL ECUADOR

ANA MARÍA LARREA MALDONADO

Introducción
Cada período histórico se configura por una serie de relaciones sociales que reflejan unos
imaginarios, unos modos de vida, unos valores y unas formas de organización de la vida en sociedad.
El Ecuador, durante sus casi dos siglos de vida republicana, ha transitado por distintos procesos
económicos y políticos intentando configurarse como una Nación. Con una larga herencia colonial,
en este transitar se han impulsado diversas estrategias de acumulación y diversos tipos de
organización del Estado.
Sin embargo, en términos económicos, pese a la existencia de distintas formaciones
económico–sociales durante la historia republicana, la constante ha sido el patrón primario
exportador de la economía ecuatoriana, la que se ha caracterizado por estar basada en productos
primarios, como el cacao, el banano, el petróleo y, más recientemente, las flores, los camarones, etc.
Hasta la actualidad el desarrollo industrial en el país es incipiente. En la década de 1970, con el
descubrimiento del petróleo en la Amazonía, el Ecuador asume un modelo rentista, basado en la
explotación petrolera como principal producto de exportación. El presupuesto del Estado se
multiplica por diez y el país empieza a dar los primeros pasos en la construcción de un Estado
desarrollista, que impulsa inversiones viales, intenta integrar el país y promueve procesos de
desarrollo rural. Las oligarquías y los sectores dominantes recurren al Estado como proveedor y
salvador en los momentos de crisis, y empiezan a dotar al Estado de un carácter patrimonialista, que
se conserva hasta la actualidad.
En las últimas décadas en el Ecuador, como todos los países de América Latina, se empieza a
aplicar el recetario liberal. De este modo termina de articularse la tríada entre neo-colonialismo,
rentismo y neoliberalismo que ha traído nefastas consecuencias para el país.
El crecimiento económico en los años 90 fue menor en un 5% que en la década de 1970 y
apenas unas décimas mayor que en la década perdida de los 80 (SENPLADES, 2009: 79). Pero,
además, fue un crecimiento concentrador, que no generó empleo y mantuvo a más de la mitad de la
población ecuatoriana subempleada. Se trata de un crecimiento basado en el petróleo, que ha
destruido gran parte de la Amazonía ecuatoriana y de un modelo de desarrollo basado en la
exportación de bienes primarios, que ha agudizado la crisis ambiental. Pese a ser un país exportador
de petróleo, el Ecuador no produce derivados, por lo que importa combustibles. La dependencia del
petróleo ha aumentado en los últimos años, llegando a representar en el 2006 el 60% de las
exportaciones.
El neoliberalismo, al igual que en toda América Latina, en el Ecuador provocó el aumento de
la desigualdad. Desigualdad que tiene expresiones territoriales y sociales muy concretas: las
poblaciones más perjudicadas por el modelo de desarrollo vigente han sido, sin duda, los pueblos
indígenas y afroecuatorianos, quienes muestran los mayores niveles de pobreza, acceso a servicios
públicos como educación o salud y además han sufrido históricamente procesos de discriminación y

* Subsecretaria General de Democratización del Estado. Secretaría Nacional de Planificación y


Desarrollo (SENPLADES). Correo electrónico: alarrea@senplades.gob.ec

63
exclusión social. Territorialmente, la región más relegada es la Amazonía y algunas provincias de la
Sierra Central, también habitadas por poblaciones indígenas. Paradójicamente, la Amazonía es la
región de donde se extrae el petróleo, que constituye el principal rubro de exportación del país. Las
áreas rurales presentan niveles de pobreza muy superiores a las áreas urbanas.
Por otra parte, el esquema de acumulación privada se ha basado en la transferencia de recursos
públicos. Dos casos son ilustradores: durante el gobierno de Osvaldo Hurtado en la década de los 80,
se sucretizó la deuda privada, lo que significó una pérdida de aproximadamente 3 mil millones de
dólares para el Estado ecuatoriano. Durante el gobierno de Jamil Mahuad, el salvataje bancario
significó una pérdida de cerca de 8 mil millones de dólares para el Estado. Mientras que la inversión
en educación entre 1980 y el 2004 se redujo del 30 al 12% y el servicio de la deuda se incrementó del
16% del presupuesto general del Estado en 1980 a más del 40% en los primeros años de la década
del 2000.
El Estado ecuatoriano fue desmantelado, las oficinas de planificación desmontadas, se
perdieron las posibilidades de regulación, se privatizó al propio Estado y la política social se
transformó en un paliativo de la arrasadora política económica.
El triunfo electoral de Rafael Correa en el Ecuador en 2006, ha creado grandes esperanzas para
el campo popular en el país y en América Latina. El gobierno de la Revolución Ciudadana se plantea
un programa que revierta los planteamientos del ―Consenso de Washington‖ y permita al país iniciar
una era post - neoliberal, cuyo centro constituye la ―redistribución de la riqueza como un conjunto
de medidas que tienen fuertes implicaciones democratizadoras‖ (SENPLADES, 2009: 7). Por otra
parte, la agenda programática de la Revolución Ciudadana se plantea enfrentar las estructuras
oligárquicas de poder.
Desarrollo y Buen Vivir
No. No aceptes lo habitual como cosa natural.
Porque en tiempos de desorden,
de confusión organizada,
de humanidad deshumanizada,
nada debe parecer natural.
Nada debe parecer imposible de cambiar.
Bertolt Brech

La Constitución del Ecuador supera la visión reduccionista del desarrollo como crecimiento
económico y establece una nueva visión en la que el centro del desarrollo es el ser humano y el
objetivo final es el alcanzar el sumak kawsay o buen vivir. Frente a la falsa dicotomía entre Estado y
mercado, impulsada por el pensamiento neoliberal, la Constitución ecuatoriana formula una relación
entre Estado, mercado, sociedad y naturaleza. El mercado deja de ser el motor que impulsa el
desarrollo y comparte una serie de interacciones con el Estado, la sociedad y la naturaleza. Por
primera vez, en la historia de la humanidad una Constitución reconoce los derechos de la naturaleza
y ésta pasa a ser uno de los elementos constitutivos del Buen Vivir.
El pensador boliviano René Zavaleta propone el concepto de ―forma primordial‖ para pensar
las formas de relación y articulación entre el Estado y la sociedad civil. Distingue una ―forma
primordial vigorosa‖ de una ―débil‖. Una forma primordial vigorosa se caracteriza por relaciones de
integración y comunicación más continuas entre estado y sociedad civil, generando un proceso de
producción de poder social y político de manera ascendente, que tiene la capacidad de resistir
dominaciones externas. Por el contrario, una forma primordial débil se caracteriza por la generación
de relaciones de exclusión y discriminación, que tiende a usar la represión para paliar la mala relación

64
entre Estado y sociedad civil y es altamente vulnerable a las determinaciones externas (Tapia, 2006:
54-57).
Al superar la visión mercadocéntrica de la vida social y concebir al desarrollo como un flujo de
relaciones entre mercado, sociedad, naturaleza y Estado, la nueva Constitución ecuatoriana estaría
apuntando hacia la construcción de una forma primordial vigorosa, que permita la construcción de
una sociedad más justa y equitativa y simultáneamente se inserte en el contexto internacional desde
una perspectiva soberana.
Frente al desmantelamiento del Estado impulsado por el neoliberalismo, se hace fundamental
recuperar el Estado para la ciudadanía, en el marco de la recuperación de lo público, entendido en un
sentido más abarcativo, que rebasa el ámbito netamente estatal. De ahí que la Carta Magna fortalece
el Estado recuperando sus roles en la planificación, redistribución, regulación y control. Sin embargo,
no se trata de una visión estatizante, en la que el antiguo rol del mercado es sustituido acríticamente
por el Estado. Por el contrario, al fortalecer y ampliar los derechos y al reconocer a la participación
como elemento fundamental en la construcción de la nueva sociedad, la nueva Constitución busca el
fortalecimiento de la sociedad como condición necesaria para el buen vivir en comunidad. De este
modo se impulsa la construcción de un verdadero poder social y ciudadano.
La participación social y ciudadana es un eje transversal en la nueva carta magna del Ecuador.
En toda la historia republicana del país no ha existido una Constitución que le dé un peso tan
importante a la participación como la actual; esta afirmación es válida también si comparamos con
otras constituciones de los países latinoamericanos. Se reconocen las diversas formas de democracia
y, por primera vez, se incorpora a la democracia comunitaria.
Promover la participación en el Estado implica dotarla de grados de institucionalización, favorecer la
capacidad de organizaciones colectiva de la sociedad y aumentar los márgenes de poder de la
ciudadanía para […] asegurar el cumplimiento pleno del derecho a la participación (SENPLADES,
2009: 54-55).
Para Bobbio (1990), la democracia es el gobierno del poder público en público (Barrera et al.
1999:19). El correlato de un Estado vigoroso es una sociedad civil capaz de ejercer sus derechos,
exigir al Estado que cumpla con su deber y que constantemente pida cuentas a sus representantes. El
fortalecimiento del tejido social, de los mecanismos organizativos de la sociedad, de su autonomía
frente al Estado, de su capacidad deliberativa, contribuyen a generar condiciones para la construcción
de un verdadero poder social que sea capaz de configurar un nuevo orden social, con un nuevo
Estado y con nuevas relaciones con el mercado. Y desde este poder social se visualiza la democracia.
Una democracia participativa y radical, que sea el producto y a su vez genere las condiciones para una
mayor justicia e igualdad. Estamos entonces hablando de dos dimensiones de la democracia: por un
lado, la democracia como construcción de un poder social, lo que conlleva una nueva visión de
igualdad política; y, por otro, la democracia como expresión de la igualdad económica, es decir la
democratización de la riqueza, que se hace posible a través de la democratización de los medios de
producción.
Para la nueva Constitución, el sumak kawsay implica mejorar la calidad de vida de la población,
desarrollar sus capacidades y potencialidades; contar con un sistema económico que promueva la
igualdad a través de la redistribución social y territorial de los beneficios del desarrollo; impulsar la
participación efectiva de la ciudadanía en todos los ámbitos de interés público; establecer una
convivencia armónica con la naturaleza; garantizar la soberanía nacional; promover la integración
latinoamericana; y proteger y promover la diversidad cultural (Art. 276).
La nueva carta constitucional propone como condición sine qua non del buen vivir la eliminación de
desigualdades opresoras y la construcción de igualdades que viabilicen la cooperación, la solidaridad

65
(no caridad), el mutuo reconocimiento y el deseo de querer construir un porvenir compartido
(Ramírez, 2008: 23).
La importancia que se da a la diversidad en la Carta Magna del Ecuador no se restringe al plano
cultural, sino que se expresa también en el sistema económico. La Constitución ecuatoriana reconoce
al sistema económico como social y solidario, incorporando la perspectiva de la diversidad en la
concepción del sistema económico y superando la visión mercadocéntrica que lo definía como social
de mercado.
Para la economía social el ser humano es el centro de la actividad económica y, por lo tanto, la
economía debe estar al servicio de la vida y no la vida en función de la economía. Esto supone
revertir la lógica perversa del capitalismo, para el que la acumulación del capital constituye el motor
de la vida. La economía social, por el contrario, plantea la generación de una economía plural en
donde las lógicas de acumulación del capital y del poder estén subordinadas a la lógica de la
reproducción ampliada de la vida. Para ello, el trabajo es una noción central. Se trata entonces de
apoyar las iniciativas económicas de la población desde la perspectiva del trabajo y no desde la
perspectiva del empleo, con el fin de garantizar que la riqueza quede directamente en manos de los
trabajadores (Coraggio, 2007: 68; Coraggio, 2004).
Lo que se busca es cambiar el monopolio de la forma de derechos de propiedad que tiene la actual
sociedad de mercado en donde los propietarios tienen el control de los procesos de trabajo y de la
producción e impiden que los trabajadores ejerciten libremente sus virtudes, los aliena de sus
capacidades y de lo que es el producto de su trabajo (Ramírez, 2008: 22).
La economía social es ―una propuesta política que se apoya en una teoría crítica, afirma otros
valores y plantea otra racionalidad para orientar las prácticas de transformación desde la periferia
latinoamericana‖ (Coraggio, 2007: 41).
Es importante resaltar el carácter eminentemente político y transformador de la propuesta y su
visión histórica de los sistemas económicos. Para la economía social, no existen sistemas económicos
ahistóricos; todo sistema económico es una construcción social, por lo tanto es contingente (Karl,
2007:19). Contrariamente a lo que nos ha pretendido hacer creer el pensamiento neoliberal que
pregona el fin de la historia y el triunfo de un capitalismo sin límites, como la única vía para el
desarrollo de la humanidad, la economía social plantea que los modelos económicos son el resultado
de unas relaciones sociales concretas y que la economía tiene un sentido político, pues es el producto
de los conflictos y las luchas sociales. La distribución y uso de los recursos de una sociedad es un
tema político. Para que nadie sufra por necesidades que son posibles de satisfacer se requiere sobre
todo voluntad política (Ibíd.: 19).
Frente a la economía del capital y la economía pública, la economía del trabajo se constituye
como una alternativa utópica. La economía social como programa de acción colectiva promueve una
organización económica autónoma del capital y del poder como dominio y se compromete con un
proceso de transformación social (Ibíd.: 19-20).
Hacer economía social ―implica contribuir conscientemente a desarticular las estructuras de
reproducción del capital y a construir un sector orgánico que provea a las necesidades de todos con
otros valores, institucionalizando nuevas prácticas en medio de una lucha contra hegemónica contra
la civilización capitalista, que afirme otro concepto de justicia social (Coraggio, 2007: 39).
Frente a la economía de mercado que separa la economía de la vida social, la economía social,
como su nombre lo indica, subraya el carácter social de toda economía.
Toda economía es, de hecho, social. Lo es en tanto […] codetermina qué clase de sociedad soporta y
contribuye a reproducir. Lo es también porque la sociedad codetermina la economía, directamente y a
través de procesos políticos […] es también ―social‖ en tanto una parte muy significativa de ella opera

66
por fuera de los mecanismos de mercado y, por tanto, no termina de constituirse en una esfera
separada con tendencias de autorregulación‖ (Ibíd.: 33).
Al recoger el carácter esencialmente social y político de los procesos económicos, la economía
social subraya las interrelaciones entre economía y sociedad, abarcando múltiples formas que
tradicionalmente no son consideradas como económicas. Le da al sujeto un carácter central en la
propuesta, pues plantea el retorno al sujeto, asegurando no solamente su sustento inmediato, sino
sobre todo su autonomía del capital y de una clase política separada de su pueblo. De esta manera, el
programa de economía social, que persigue alcanzar una vida mejor para todos y todas, conlleva una
lucha cultural contra el pensamiento neoliberal que ha sido incorporado como sentido común (Ibíd.:
40, 42, 51).
El reconocimiento del sistema económico como social y solidario en la Constitución del
Ecuador no se queda en una mera declaración, sino que se expresa en la incorporación de la noción
de diversidad en la composición del sistema financiero, en la organización de la producción, en los
tipos de propiedad, en las formas de trabajo, en la democratización de los medios de producción y en
la visión de soberanía alimentaria como objetivo estratégico del Estado.
Las principales disposiciones constitucionales que sustentan la nueva concepción de economía
son: la eliminación de la tercerización y la intermediación laboral; la remuneración justa con un
salario digno; la protección al trabajo autónomo; el reconocimiento al trabajo de autosustento y
cuidado humano como labor productiva; el impulso al comercio justo; la prioridad de los productos
y servicios de la economía social y solidaria para las compras públicas; la política tributaria que
promueve la redistribución; el reconocimiento de las actividades financieras como servicio de orden
público; la prohibición a las entidades financieras de participar en empresas ajenas a su actividad y de
contar con acciones en medios de comunicación; la recuperación de los sectores estratégicos para la
administración del Estado; la priorización de la inversión social frente al pago de la deuda externa; la
prohibición de estatizar deudas privadas; y el establecimiento de auditorías ciudadanas para la deuda
pública.
La dimensión social del Buen Vivir en la Constitución ecuatoriana busca la universalización de
los servicios sociales de calidad para garantizar y hacer efectivos los derechos. De este modo, se deja
atrás la concepción de educación, salud o seguridad social como mercancías.
En este marco, la Constitución garantiza la gratuidad de la educación hasta el tercer nivel y
reafirma el carácter laico de la misma; también garantiza la gratuidad de la atención de salud; se
extiende la seguridad social a toda la población, independientemente de su condición laboral; se
prohíbe la privatización de la seguridad social. Por primera vez, se incorpora en la Constitución una
sección sobre la cultura física y el tiempo libre, como elementos del Buen Vivir.
En la dimensión ambiental del Buen Vivir, como ya se dijo, por primera vez en la historia de la
humanidad una constitución reconoce los derechos de la naturaleza, pasando de este modo de una
visión de la naturaleza como recurso, a otra concepción totalmente distinta, en la que ésta es ―el
espacio donde se reproduce y realiza la vida‖. Desde esta concepción la naturaleza tiene ―derecho a
que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales,
estructura, funciones y procesos evolutivos‖, así como el derecho a la restauración (Art. 71 y 72). Los
servicios ambientales no son susceptibles de apropiación (Art. 74).
Se garantiza el principio de precaución y se establece que en aquellos casos de duda sobre los
impactos ambientales de una actividad, aunque no exista evidencia científica del daño, el Estado
adoptará medidas protectoras oportunas. (Art. 73, 396).
Se reconoce el derecho de las comunidades a ser consultadas previa a la aprobación de
cualquier decisión que pudiera afectar el ambiente. También se reconoce el derecho de los pueblos

67
ancestrales de mantener, proteger y desarrollar sus conocimientos colectivos, ciencias, tecnologías y
saberes y se prohíbe toda forma de apropiación de los mismos (Art. 57, numeral 12).
Se prohíbe la realización de actividades extractivas en áreas protegidas (Art. 407). La
producción de bienes de alto valor agregado deberá tomar en cuenta los límites biofísicos de la
naturaleza y el respeto a la vida y a las culturas (Art. 284, numeral 4).
El Buen Vivir en diversidad: Plurinacionalidad e interculturalidad
Como se ha visto, uno de los aspectos centrales en la concepción del Buen Vivir es su
dimensión colectiva, que incorpora la relación armónica entre los seres humanos, y con la naturaleza.
Sin embargo, en sociedades marcadas por la historia colonial y la dominación, las posibilidades de
vivir juntos en comunidad pasan primero por poder construir esa comunidad de todos y todas. De
ahí la necesidad de reconocer la diversidad como parte sustancial de la sociedad y como elemento
que coadyuva al Buen Vivir a través del aprendizaje intercultural, la generación de sinergias y las
posibilidades abiertas para nutrirnos de saberes, epistemologías, cosmovisiones y prácticas culturales
distintas.
El debate social previo a la Asamblea Constituyente impulsado por la Confederación de
Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y la Federación Nacional de Organizaciones
Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN) en sus respectivos ámbitos de influencia mostró las
dificultades en la definición de los alcances concretos de la plurinacionalidad. Una serie de sentidos
contrapuestos y convergentes se presentaron. Quizá el más importante y en el que más tela hay que
cortar, es el debate sobre el rol del Estado frente a los pueblos indígenas, afroecuatorianos y
montubios y, concomitantemente, el grado de autonomía que implicaría la plurinacionalidad.
En el campo de las organizaciones sociales existe una diversidad de concepciones y
expectativas respecto a la plurinacionalidad. En las visiones más radicales provenientes sobre todo de
las organizaciones amazónicas pertenecientes a la CONAIE se plantea un desplazamiento del Estado
en los territorios indígenas, asumiendo por parte de los pueblos y las nacionalidades el control
incluso de los recursos estratégicos. Mientras que en organizaciones como la ECUARUNARI, el
fortalecimiento del rol del Estado en el control de los recursos estratégicos es importante. De ahí que
muchos indígenas de la ECUARUNARI hayan planteado con fuerza la reivindicación de la
―nacionalización‖ de los recursos estratégicos frente a las políticas neoliberales de privatización de
los mismos.
En el fondo, se entrecruzan las demandas étnicas con las demandas clasistas; la lucha contra el
neoliberalismo y la lucha por la autodeterminación. Estas dos visiones están presentes dentro de la
CONAIE y suponen un profundo proceso de deliberación y construcción de acuerdos políticos
entre sus filiales.
Por otra parte, desde organizaciones como la FENOCIN la interculturalidad pasó a
convertirse en el centro de su propuesta sobre el carácter del Estado, entrando en una disputa abierta
con la CONAIE al oponerse a la plurinacionalidad. El argumento principal era que la
plurinacionalidad implicaba el aislamiento de los pueblos indígenas del resto de la sociedad, mientras
la interculturalidad posibilitaba los encuentros entre los diferentes grupos étnicos. Algunos dirigentes
de los pueblos afroecuatorianos también se alinearon con este planteamiento de la FENOCIN.
Detrás de estos planteamientos estaba toda la historia de disputa y confrontación entre las dos
principales organizaciones indígenas nacionales por espacios dentro del Estado y construcción de
hegemonía al interior del propio movimiento étnico en el país.
Estas disputas llevaron a que, durante el proceso constituyente, el Ecuador viva un falso debate
entre plurinacionalidad e interculturalidad; debate en el que se trataba a los dos términos como
contrapuestos, cuando en realidad la interculturalidad es una dimensión de la plurinacionalidad. Sin

68
plurinacionalidad no puede haber interculturalidad. La relación intercultural supone el
reconocimiento del otro; si no nos reconocemos en nuestra diversidad, difícilmente podemos
mantener relaciones interculturales. Un Estado monocultural no reconoce la diversidad de las
sociedades. Reconoce a una sola cultura, la dominante, como la única cultura oficial; las otras culturas
no cuentan, son invisibilizadas y se pretende ―integrarlas‖ en el marco de una perspectiva
homogeneizadora.
Las organizaciones indígenas, campesinas, afroecuatorianas y montubias llegaron a la Asamblea
Constituyente sin una agenda común. Frente al debate colocado entre plurinacionalidad e
interculturalidad, la Asamblea Constituyente optó por reconocer al Estado ecuatoriano como
intercultural y plurinacional.
Es así como la nueva Constitución de la República del Ecuador incorpora un cambio de gran
trascendencia para la vida del país: se pasa del Estado pluricultural y multiétnico de la Constitución
de 1998, al Estado intercultural y plurinacional. De este modo, se recoge una de las reivindicaciones
más profundas e importantes de los movimientos indígenas y afroecuatorianos del país para la
construcción de la sociedad del Buen Vivir.
Sin embargo, en sociedades marcadas por la desigualdad, no se puede pensar la
interculturalidad sin tomar en cuenta los procesos de dominación. El diálogo intercultural parte de la
premisa del diálogo entre iguales. Éste no es posible cuando unas culturas están subordinadas a otras.
De esta manera, el tema de las relaciones interculturales, más que un aspecto antropológico, se
convierte en un aspecto fundamentalmente político. La desigualdad económica está acompañada de
profundos procesos de exclusión social, discriminación y desconocimiento de todo otro cultural. De
ahí que al hablar de inclusión e integración social se haga imprescindible generar estrategias claras de
reconocimiento a la diferencia y a la diversidad, que a la larga conduzcan a generar cambios en las
estructuras de poder.
Las políticas encaminadas a alcanzar mayor justicia e igualdad, como garantía para el ejercicio
pleno de los derechos de los seres humanos, guardan una estrecha articulación con aquellas políticas
encaminadas a generar cambios socio-culturales para establecer el reconocimiento de la diferencia y
la erradicación de todo tipo de discriminación, exclusión o subordinación por opción sexual, género,
raza, edad, discapacidad o creencias. No existe una verdadera disyuntiva entre las políticas que
promueven la igualdad en términos redistributivos y aquellas que promueven el reconocimiento a las
diferencias y las particularidades culturales. Igualdad y diferencia no son dos nociones contrapuestas;
por el contrario, constituyen dos dimensiones de la justicia social. Este es el sentido de la unidad en
la diversidad. De ahí que para construir una sociedad democrática y pluralista la orientación
estratégica busque la transformación en tres planos articulados entre sí: el socio-económico para
asegurar la igualdad; el político que permita cambios en las estructuras de poder, de manera que la
diferencia deje de ser un elemento de dominación y opresión; y el socio -cultural, encaminado al
reconocimiento de la diferencia y a abrir las posibilidades para un aprendizaje entre culturas (Díaz
Polanco, 2005: 61-63). La plurinacionalidad promueve la justicia económica y pregona la igualdad. La
lucha por la igualdad es también la lucha por el reconocimiento de la diferencia. Igualdad no es
sinónimo de homogenización. Ni diferencia sinónimo de desigualdad.
En el plano de la democracia, el Estado Plurinacional supone la construcción de un Estado
radicalmente democrático: recupera y fortalece el Estado y la sociedad para garantizar el ejercicio
pleno de la soberanía popular.
El Estado monocultural fundó sus instituciones desde la lógica de la cultura dominante.
Confluyeron, entonces, los profundos rezagos coloniales con una visión liberal del Estado y las
relaciones sociales. El resultado es que tenemos formatos institucionales de corte liberal, asentados
sobre el ideal de ciudadanía individual, derechos civiles y políticos y democracia procedimental, sobre

69
la base de un conjunto de relaciones sociales y políticas modernas y premodernas (Tapia, 2006: 16-
17). Éstas últimas fueron invisibilizadas y homogenizadas en el formato liberal. De este modo, la
plurinacionalidad, a más de la igualdad económica y la justicia social, promueve la igualdad política,
desde una perspectiva que va más allá de la visión liberal que la limita al derecho al sufragio. La
igualdad política desde la visión plurinacional del Estado conlleva un cambio institucional en el
Estado de tal magnitud que genere ―instituciones que permitan producir igualdad política y ejercer
igualdad política para el conjunto de los ciudadanos y los pueblos existentes en estos territorios‖
(Tapia, 2006: 53).
―En sociedades multiculturales, el demos de la democracia tiene que ser culturalmente plural
porque de otro modo deja en pie los mecanismos de exclusión política mediante la imposición de un
solo parámetro de demos que jamás será imparcial ni universal‖ (García, s/f.: 58). La plurinacionalidad
supone el reconocimiento a las autoridades de los pueblos y nacionalidades, elegidas de acuerdo a sus
usos y costumbres, dentro del Estado unitario, en igualdad de condiciones con los demás sectores de
la sociedad. De ahí que la plurinacionalidad reconoce y valora las distintas formas de democracia
existentes en el país: la democracia comunitaria, la democracia deliberativa y la democracia
participativa, nutren y complementan a la democracia representativa, promoviendo un verdadero
ejercicio democrático intercultural.
Todo demos es también un etnos, en el sentido que los valores democráticos responden a una
visión cultural particular por encima de otras identidades: una lengua para la educación pública, unos
códigos para el acceso al Estado y a los servicios públicos, una narrativa histórica, unos héroes, unas
festividades, etc. Ningún Estado es neutro,
siempre ha sido resultado de imposiciones culturales, de dominaciones y exclusiones étnicas. Lo que el
debate de la democracia plurinacional busca es trabajar un demos, no como ―nación política‖, sino
como ―comunidad política‖, por lo tanto susceptible de ser producida como articulación multicultural
o plurinacional de una sociedad culturalmente plural. Cuando se confunde demos con ―nación
política‖, lo que tenemos es un tipo de etnocentrismo que atribuye valores universales a los que
simplemente son valores, saberes y prácticas particulares de una cultura dominante resultante de la
colonización y la guerra (García, s/f.: 65-66).
En este sentido, la plurinacionalización del Estado no etnifica a un Estado ya etnificado, sino
que desmonopoliza la etnicidad del Estado, permitiendo a los distintos grupos étnicos que lo
conforman compartir las estructuras de reconocimiento social y poder político; solamente así se
puede hablar de igualdad política, es decir, de prácticas políticas, de instituciones políticas y sistemas
de autoridad diferentes, que coexisten en la sociedad (Ibíd.: 66, 83).
La construcción de un Estado radicalmente democrático es también la construcción de un
Estado policéntrico. De ahí que la plurinacionalidad va de la mano con la descentralización y no con
el debilitamiento del Estado. Podemos tener un Estado fuerte y descentralizado, con una sociedad
fuerte.
La plurinacionalidad implica una ruptura con la noción liberal de la nación, aquella según la
cual a cada Estado le corresponde una nación. El reconocer que un Estado no deja de ser unitario
por estar constituido por múltiples naciones es sin duda un avance democrático, pero también un
avance teórico-político, basado en la concepción de la diversidad. La existencia de múltiples naciones
conlleva además al reconocimiento de múltiples adscripciones identitarias. De este modo, el
planteamiento de la plurinacionalidad exige nuevas formas de pensar al Estado, ―es asumir que se
puede pensar, actuar y plasmar institucionalmente otros modos de ser‖ (Vega, 2007: 14).
La formación de los Estados nacionales modernos está íntimamente relacionada con el
proceso de surgimiento de la sociedad capitalista. En América Latina, es con la independencia
cuando se empieza la ―historia nacional‖ y ―la ruptura con la coerción extraeconómica precapitalista

70
para inaugurar una fase de transición al capitalismo‖ (Beluche, 2007: 77). La construcción de los
Estados Nacionales da entonces lugar a la generación del espacio para el desarrollo desigual y
combinado del modo de producción capitalista (Ibíd.:78).
En los países andinos, los Estados fueron los principales fabricantes de ―naciones‖. La
construcción de la Nación fue implementada desde arriba en el proceso de ruptura con los vínculos
coloniales. Como lo afirma Anderson, las Naciones son comunidades políticas imaginadas y sus
procesos de construcción descansan sobre ―ejercicios de ingeniería social que con frecuencia son
deliberados y siempre innovadores, así sea sólo porque la novedad histórica implica innovación‖
(Hosbawm, 1991: 106, citado por Barrera, Ramírez y Rodríguez, 1999: 202). Este proceso de
―ingeniería social‖ implica la construcción de sentidos de pertenencia e identidades compartidas que
están sujetos a las relaciones de poder existentes en una sociedad determinada. ―La recreación de los
imaginarios, sus desajustes y reacomodos se elaboran en función de elementos que históricamente
han ido dotando de sentido la sensación de pertenencia de los individuos a determinada comunidad‖
(Barrera, Ramírez y Rodríguez, 1999: 204).
Inicialmente, las formaciones nacionales son discursos performativos que producen,
desentierran o inventan una hermandad extendida. En este sentido, no necesitan previamente de una
comunidad étnica para consolidarse, aunque su existencia puede ayudar notablemente en la
construcción de una nación. Por lo general, las naciones resultan de la agregación política de muchas
etnicidades y dan lugar a la creación de una nueva etnicidad real o ficticia. Las naciones, en este
sentido, son también una forma de construir ―lo común‖ (García, s/f.: 37-38).
Por lo tanto, la construcción del carácter de la nación es un proceso histórico que responde a
los imaginarios, identidades y demandas de una sociedad. En el caso ecuatoriano, la construcción de
la nación estuvo ligada a un proceso de homogenización y desconocimiento de las diferencias. Tras la
noción de ―mestizaje‖ subyace un proceso de ―blanqueamiento‖ en términos de incorporar los
valores e imaginarios de los sectores dominantes en la vida de la sociedad en su conjunto. Este
proceso de blanqueamiento y homogenización ha ido generando un racismo institucionalizado,
sostenido en una etnicidad híbrida dominante que excluye a amplios sectores de la población
(Barrera, Ramírez y Rodríguez, 1999: 213). Se produce, de este modo, un desencuentro entre la vida
estatal y la composición social y cultural del país. Para superarlo es indispensable ―dejar de simular
modernidad política y homogeneidad cultural en una sociedad predominantemente premoderna,
multicivilizatoria y pluricultural‖ (García, s/f.: 55).
El fuerte cuestionamiento al carácter excluyente de construcción del Estado Nacional por parte
de aquellos grupos identitarios que quedaron fuera de ese proceso y que luchaban por el
reconocimiento de sus identidades diferenciadas hace posible un re-planteamiento del carácter del
Estado, reconociendo la existencia y el aporte de las distintas nacionalidades que lo conforman como
―sujetos políticos y territoriales decisivos para la conformación y consagración de cualquier orden
duradero en el país‖ (Ibíd.). De este modo, el planteamiento de la plurinacionalidad supone una
reconciliación entre Estado y sociedad capaz de poner fin a la histórica exclusión cultural (Ibíd.: 58).
En este sentido, el Estado Plurinacional implica pensar a la nación, en su sentido sociológico y
cultural, antes que estatal. La nación pasa a identificarse con una comunidad histórica, asentada en un
territorio y cuyos miembros comparten una lengua, una cultura y un pasado común (Vizcaíno, 2007:
37). ―Las naciones son fronteras sociales, territoriales y culturales que existen previamente en las
cabezas de los connacionales y que tienen la fuerza de objetivarse en estructuras materiales e
institucionales‖ (García, s/f.: 36).
Por último, la plurinacionalidad conlleva la construcción de una sociedad post-colonial. La
República ecuatoriana se constituye como tal a partir del orden colonial, el que, pese al proceso de
independencia, se mantiene a través de nuevas formas. Las poblaciones colonizadas (indígenas,

71
afroecuatorianos) con la independencia no alcanzan la categoría de ciudadanos plenos y el proceso de
exclusión y discriminación hacia estos sectores sociales se mantiene en menor grado hasta hoy en día.
Los avances más significativos para superar la exclusión de los pueblos indígenas y afroecuatorianos
se dan apenas en las últimas décadas y como resultado de importantes procesos de lucha y
emancipación liderados por estos pueblos, particularmente por la población indígena.
En el siglo XIX, las élites de todo el mundo crearon mitos y condiciones para fundar los
Estados nacionales. Al contrario de lo que sucedió en Francia, donde el republicanismo tuvo que ver
con una oposición de clase, en América Latina significó la oposición al régimen colonial. Así, la
República enfatizó el aspecto unitario más que los conflictos internos, ignorando la diversidad.
Los criollos utilizaron la idea de ―república‖ como un mito fundador y como utopía para unificar a la
nación. Como mito fundador, la república se refirió a la revolución independentista como un hecho
anticolonial ... Como utopía, la república postuló un imaginario político, legal y social, basado en los
principios de libertad e igualdad. La función de este imaginario fue de inspirar y guiar la construcción
de un nuevo orden social que con el tiempo reemplazaría al orden jerárquico de la colonia
(Maiguashca, 1994: 372-373, citado por Ramón, 2004: 130).
Durante este proceso, subyace la idea de la construcción de la República como forma de
integración. Las diversidades étnicas, culturales, regionales, clasistas no fueron reconocidas como un
problema social y político. Las élites dominantes asumieron que los sectores subalternos, portadores
de tales diferencias, debían ser uniformizados puesto que no tenían ningún potencial político para
plantear o constituir una alternativa para pensar el país.
El proceso de constitución de la República ecuatoriana fue impulsado desde arriba por las
élites ilustradas del siglo XIX, y en muchos casos resistido o tomado con indiferencia por la
población. Existió un divorcio entre los ideales republicanos y el funcionamiento real de un sistema
político que arrastraba elementos coloniales. La idea de emancipación del pueblo, con la que se
rompió los lazos coloniales, chocó con los hábitos políticos coloniales profundamente arraigados en
las sociedades latinoamericanas. Emancipar empieza a adquirir el significado de ―civilizar‖ al pueblo
de su atraso y anarquía (Villavicencio, 2003: 85-86).
Se dio lugar al mito de que la potencialidad histórica residía en el pensamiento de las élites y
que el Ecuador era una ―nación uniforme‖. La cultura indígena fue considerada inculta y salvaje.
Desde la perspectiva criolla, el pensamiento indio fue considerado ―prepolítico‖, parcial, reactivo,
anclado en el pasado. Al denigrar y desvalorizar lo indio se esperaba como efecto uniformizar al país
(Ramón, 2004: 131-132).
La práctica social del siglo XIX excluyó a las mayorías, a los subalternos de la construcción
nacional. La actitud dominante de desvalorización de los indios, negros y cholos, se combinó con la
idea de la integración por la vía de la homogeneización de la sociedad.
Las diversidades fueron consideradas como un obstáculo para el ―progreso‖ y, por
consiguiente, las élites impulsaron un proceso de homogenización de los sectores subalternos,
caracterizados como carentes de potencial político para plantear o constituir una alternativa para
pensar el país. De este modo, el nacimiento de la República ecuatoriana está signado por la exclusión
de las mayorías de la construcción nacional (Ramón, 2004: 31-132). Se crea un Estado Republicano
previo a la construcción de una nación, como una continuidad del hecho colonial.
El hiato histórico entre soberanía de la razón y soberanía del pueblo explica en alguna medida
los diagnósticos actuales de ―déficit de ciudadanía‖. En el siglo XIX imperaba la idea de que el
pueblo no estaba preparado para regirse por un sistema republicano superior a su capacidad. De ahí
el intento de fundar la República ―desde arriba‖ (Villavicencio, 2003: 81-82).

72
Estamos entonces hablando de largos procesos de dominación11 y resistencia y de una nación
que aún no termina de constituirse como tal, signada por un Estado neo-colonial. El orden colonial
dejó dos legados a la nueva república: el primero, la exclusión de los pueblos indígenas,
afroecuatorianos y de los sectores populares del proceso de construcción de la nueva nación. Se
constituye entonces una República neo-colonial y un orden democrático, sin pueblo y con una
ciudadanía restringida a los grupos de poder, que excluía también a las mujeres. En segundo lugar,
nace un país signado por profundas diferencias regionales, las que no fueron procesadas e intentaron
ser disueltas, pues cuando se constituye la República del Ecuador se enfatizó el aspecto unitario más
que los conflictos internos (Ramón, 2004: 131). La exclusión de las poblaciones indígenas,
afroecuatorianas y de los sectores subalternos y la fragmentación regional son dos características que
están presentes durante toda la historia republicana.
Las estructuras de dominación colonial durante gran parte de la historia republicana se
mantuvieron y, con ello, la racialización de las diferencias sociales, a través de la invención estatal del
―indio‖ no sólo como categoría tributaria y fiscal, sino como ordenador de los esquemas simbólicos
con que las personas daban sentido al mundo. De este modo, se estableció ―una división del trabajo,
una jerarquización de saberes y vías de acceso a oficios, dando lugar a una compleja estructura de
enclasamiento social‖ (García, s/f.: 21 - 22). Se identificó al indio con el ―que no está capacitado, con
el que debe ser mandado, educado, adoctrinado, guiado, gobernado y aplacado‖ (Ibíd.: 22),
naturalizando prácticas de exclusión económica y ayudando a generar objetivamente esas
diferenciaciones sociales y económicas. Así, ―la exclusión étnica se convertirá en el eje articulador de
la cohesión social‖ (Ibíd.: 23).
En el Ecuador, hasta 1861 los indígenas ―como clase inocente, abyecta y miserable‖ debían ser
tutoreados por los ―honorables curas párrocos‖ (Constitución de 1830, Artículo 68). Este artículo se
mantiene hasta la Constitución de 1861, cuando se lo elimina, pero se establece que para ser
ciudadano se requiere saber leer y escribir (Constitución de 1861, Artículo 8), requisito que solamente
desaparece con la Constitución de 1979 (Constitución de 1979, Artículo 12), cuando el Ecuador
retorna a la democracia. En ese año, el 25% de la población no gozaba de derechos de ciudadanía
por ser analfabeta. En 1950, el 44% de la población era analfabeta, lo que significa que, en pleno
siglo XX, entre la mitad y la cuarta parte de la población no gozaba de derechos de ciudadanía
(Ramírez, 2008: 3). Es importante resaltar que la población analfabeta hasta la actualidad es
mayoritariamente indígena y afroecuatoriana.
El tardío acceso a los derechos de ciudadanía tampoco dio fin a los largos procesos de
exclusión económica, social y cultural. La adquisición de conocimientos quedó constreñida a la
transición obligatoria a usar un idioma ajeno, el castellano. Es así como
…de una manera aparentemente natural, los puestos jerárquicos en el aparato estatal, en la gestión de la
cultura y en la economía están ocupados por los grupos de larga tradición hispano hablante […
………………..
Se trata de una reetnificación modernizada de la división social del trabajo, de los oficios, de los poderes
y las jerarquías políticas. Lo ―modernista‖ aquí radica en el empleo del camuflaje de la igualdad para
reproducir desigualdades (García, s/f.: 27).
El mantenimiento del colonialismo interno, que ha generado profundos procesos de exclusión,
requiere de acciones afirmativas hacia los grupos excluidos que permitan superar la discriminación en
una perspectiva de justicia histórica.

1 ―La dominación no es la violencia directa desencadenada… sino que es violencia diferida, a través de
estructuras, instituciones y órdenes simbólicos establecidos. La dominación supone … la sumisión, la
aceptación del vencedor, aunque sea de manera circunstancial‖ (Prada, s/f.: 247).

73
Pero ¿cuáles son los alcances que da la Constitución del Ecuador a la plurinacionalidad? El
proyecto de nueva Constitución perfila la plurinacionalidad en los siguientes ámbitos: 1) El
reconocimiento de territorios indígenas, afroecuatorianos o de pueblos montubios que pasarán a
asumir las mismas competencias del gobierno seccional de la escala correspondiente. 2) Se establece
el Sumak Kawsay o Buen Vivir como el objetivo a alcanzar en el proceso de desarrollo. 3) La
ampliación de los derechos colectivos. 4) El reconocimiento a la justicia indígena, en el marco del
respeto a los derechos humanos, como una jurisdicción especial. 5) El reconocimiento a las
nacionalidades y pueblos como sujetos de derechos. 6) El fortalecimiento de la Educación
Intercultural Bilingüe, bajo la rectoría del Estado, y el fortalecimiento de la interculturalidad en el
sistema ―hispano‖ de educación, a través de la enseñanza de los idiomas ancestrales. 7) El
reconocimiento de la nacionalidad ecuatoriana por nacimiento para las personas que pertenecen a
una nacionalidad indígena reconocida en el país y que nacieron en las zonas de frontera. 8) El
reconocimiento del Castellano, Kichwa y el Shuar como idiomas oficiales de relación intercultural y
de los demás idiomas como oficiales en las zonas en las que habitan las nacionalidades respectivas.
Pese a que el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado es por sí mismo un gran
avance en la construcción de una sociedad post-colonial, más democrática e inclusiva, que reconoce
la diversidad de su composición, existen algunos límites en el alcance que se dio a la
plurinacionalidad en el texto constitucional.
El primer límite importante es el de restringir la posibilidad de crear circunscripciones
indígenas, afroecuatorianas o montubias a los límites territoriales establecidos en la actual división
política administrativa del Estado. Esta división política administrativa es el resultado del proceso
colonial que dividió a varios pueblos con fronteras total y absolutamente artificiales. Una de las
dimensiones más importantes del planteamiento del Estado Plurinacional es la descolonización de
nuestras sociedades. Poner como condición para la creación de las circunscripciones territoriales
indígenas acoplarse a la actual división política administrativa del Estado perpetúa el neo-
colonialismo y no brinda condiciones para superarlo. Si realizamos un análisis sobre la ubicación
territorial de los pueblos y nacionalidades indígenas en el país, lo primero que salta a la vista es la
existencia de varios pueblos que no están ubicados dentro de los límites parroquiales, cantonales o
provinciales actualmente existentes. Sin pretender ser exhaustivos, se puede mencionar los casos del
pueblo Cayambi, que se encuentra ubicado en tres provincias (Imbabura, Pichincha, Napo); el pueblo
Awá se encuentra en tres provincias (Imbabura, Esmeraldas y Carchi); el pueblo Kañari en tres
provincias (Azuay, Cañar y Chimborazo); el pueblo Saraguro en dos provincias (Loja y Zamora); el
pueblo kichwa de la Amazonía en cuatro provincias (Napo, Pastaza, Sucumbíos y Orellana); y la
nacionalidad Shuar en cuatro provincias (Morona Santiago, Pastaza, Orellana).
Sin embargo, dejar abierta la posibilidad de conformar circunscripciones con una nueva
demarcación territorial despertó el temor, bastante presente en la Asamblea, de generar altos
conflictos locales y procesos de división territorial y étnica. Llama la atención, no obstante, que un
tema de tanta importancia para los pueblos y nacionalidades no haya despertado mayor debate por
parte de las organizaciones indígenas, afroecuatorianas y montubias, ni por sus representantes en la
Asamblea Nacional Constituyente, lo que da cuenta del alto grado de dispersión de estos colectivos y
de una débil capacidad de propuesta.
El no reconocimiento al kichwa como idioma oficial del país fue el segundo límite del debate
constituyente. Como se ha visto, los procesos de exclusión y de generación de jerarquías sociales
establecen unos valores, unas formas de sociabilización, unos regímenes de verdad que configuran lo
socialmente aceptable. El idioma juega un rol preponderante en este sentido, pues su uso y
aceptación permite o inhibe las posibilidades de reconocimiento de las alteridades. Si bien se
reconoce la educación bilingüe para todas las nacionalidades, y se reconocen los distintos idiomas
indígenas como oficiales en sus territorios, en el momento de optar por puestos de trabajo, de

74
relacionarse con el Estado o de comunicarse socialmente más allá de sus comarcas, la población
indígena de habla kichwa, que es la mayor en el país necesariamente, tendrá que recurrir al castellano.
Por lo general, las demandas de autonomía históricamente han tenido como punto culminante en sus
luchas el reconocimiento del idioma; en el caso ecuatoriano no fue así. Este tema fue objeto de un
profundo debate al interior del bloque oficialista de asambleístas. El principal argumento en contra
del reconocimiento del idioma kichwa como lengua oficial vino desde los asambleístas de la costa,
quienes se opusieron a la enseñanza de esta lengua ancestral en el sistema educativo. Este
planteamiento tuvo un apoyo mayoritario en la población de esta región del país y constituyó uno de
los puntos de ruptura entre los asambleístas de Pachakutik y el gobierno hacia el final del proceso
constituyente.
Un tercer límite fue no considerar una representación específica de los pueblos y
nacionalidades en el Legislativo. El argumento principal fue que esta representación de alguna
manera ya se ha alcanzado en el sistema general de elección y que no hacía falta un mecanismo de
acción afirmativa que podía ser extremadamente complejo. Este punto tampoco fue defendido ni
enarbolado con fuerza por las organizaciones étnicas del país.
Un punto importante de disputa entre el bloque Alianza País y Pachakutik en la Asamblea, a
más del reconocimiento del kichwa como idioma oficial, fue el tema del consentimiento informado
previo. La Asamblea Constituyente reconoció la consulta previa para todas las actividades que
pudiesen afectar la vida de los pueblos indígenas, afroecuatorianas y montubias y de las poblaciones
del país en general. Sin embargo, desde las organizaciones indígenas se defendió el carácter
vinculante que dicha consulta debiese tener. Los avances en torno al tema de la consulta previa en la
nueva Carta Magna son significativos, ya que por una parte se establece su obligatoriedad, se amplía
su ámbito incluyendo, a más de las propuestas del gobierno central y de los gobiernos subnacionales,
a las propuestas legislativas que pudiesen afectar la vida de los pueblos y nacionalidades y, por otra,
se establece que es el Estado quien realiza la consulta, evitando la injerencia de las empresas en este
campo.
Para implementar los avances constitucionales en el tema de la plurinacionalidad, será
importante trabajar en cuatro ejes:
a. Generar políticas públicas diferenciadas, que permitan superar los procesos históricos de
exclusión de las nacionalidades y pueblos del Ecuador, y que incorporen procesos de reparación hacia
la justicia histórica.
b. Incorporar los planteamientos de interculturalidad y plurinacionalidad en la nueva arquitectura
institucional del Estado.
c. Apoyar los procesos de creación de las circunscripciones territoriales indígenas, afroecuatorianas
y montubias.
d. Impulsar mecanismos que permitan la efectiva participación de las nacionalidades y pueblos en la
gestión pública, así como propuestas de representación en las distintas instancias sociales, políticas y
estatales.
Los derechos como pilares del Buen Vivir
Las innovaciones fundamentales en el campo de los derechos, desde la perspectiva del Buen
Vivir en la nueva Constitución del Ecuador, parten del reconocimiento del Estado como
―constitucional de derechos y justicia‖ (Art. 1), frente a la noción tradicional de Estado social de
derechos. Este cambio implica el establecimiento de garantías constitucionales que permiten aplicar
directa e inmediatamente los derechos, sin necesidad de que exista una legislación secundaria. La
Constitución ecuatoriana amplía además las garantías, sin restringirlas a lo judicial. Existen tres tipos
de garantías: normativas, políticas públicas y jurisdiccionales (Ávila, 2008: 3-4). De este modo, la
política pública pasa a garantizar los derechos.
75
Uno de los elementos claves en la concepción del Buen Vivir es la integralidad, la vida
concebida como un todo indivisible. La noción de integralidad se hace efectiva en la nueva carta
magna del Ecuador al no establecer jerarquías entre los derechos, superando aquella visión que los
tipologizaba en: fundamentales (primera generación), económicos, sociales y culturales (segunda
generación) y colectivos (tercera generación).
Al separar y jerarquizar los derechos, el pensamiento liberal apuntala un sesgo individualista y
deshace el eje social que los cruza. Esto lleva en la práctica a la existencia de derechos fundamentales
y secundarios; bajo esta concepción, los únicos derechos verdaderos son los civiles y políticos, y los
otros son sólo enunciados, deseos poco realistas. Detrás de esta concepción está la vieja distinción
del liberalismo entre la libertad (concebida fundamentalmente como libertad negativa) y la igualdad.
La libertad tiene prioridad sobre la igualdad. Entonces, ―existen derechos sustantivos (que son
inalienables) y adjetivos (que pueden pasarse por alto, al menos hasta que se realicen plenamente los
primeros)‖ (Díaz Polanco, 2005: 58). Esta arbitraria jerarquía ha sido un obstáculo para que la
mayoría de la humanidad disfrute una vida plena. Esta visión se ha concretado en una defensa de la
libertad (léase ciertos derechos civiles entendidos desde los valores dominantes) en detrimento de la
justicia entendida como igualdad, que fue la médula de la declaración de los derechos humanos de
1948 (Ibíd: 57-60).
La Constitución del Ecuador rompe con esta concepción, enfatiza el carácter integral de los
derechos, al reconocerlos como interdependientes y de igual jerarquía (Art. 11, numeral 6) y los
organiza en: derechos del Buen Vivir; derechos de las personas y grupos de atención prioritaria;
derechos de las comunidades, pueblos y nacionalidades; derechos de participación; derechos de
libertad; derechos de la naturaleza; y derechos de protección.
Los derechos civiles pasan a ser considerados derechos de libertad, planteando una nueva
noción de libertad como no dominación, que se divorcia de la visión liberal, en la que
…la realización de las potencialidades (florecimiento) de cada individuo […] es una consecuencia de
la realización de las potencialidades (florecimiento) de los demás […] la libertad de todos es la
condición de posibilidad de la libertad de cada uno y viceversa. Por tal razón, no podemos sostener el
principio de libertad que supone un individuo que se piensa aislado de sus vínculos con la sociedad.
Tenemos que pensar la libertad en términos de las garantías sociales universales (Ramírez, 2008: 24).
No existe libertad sin mayor igualdad entre las personas, las comunidades, los pueblos y las
nacionalidades. La libertad social de ninguna manera puede ser entendida como la suma de las
libertades individuales, pues la libertad de una persona siempre está condicionada a sus propias
circunstancias, por ejemplo, para una persona pobre la libertad de escoger entre trabajar o estudiar,
su elección de hecho, no implica una elección libre. De ahí que la lucha por la libertad es también la
lucha por la igualdad (Ibíd.: 25).
A más de las personas, se considera sujetos de derechos a las comunidades, pueblos,
nacionalidades, colectivos y a la naturaleza, incorporando lo colectivo, social y a la naturaleza, frente
a la visión fragmentada de los derechos centrados en el individuo. La Constitución sustituye la
noción de grupos vulnerables por grupos de atención prioritaria, desestigmatizando a las personas y
generando un horizonte de igualdad en la diversidad.
Por primera vez se reconocen derechos específicos para los jóvenes; los migrantes,
desplazados y refugiados; las personas privadas de la libertad; y personas portadoras de VIH. Se
reconoce también, por primera vez, al agua, a la alimentación y al hábitat como derechos humanos.
Reflexiones finales
Una constitución es la expresión de una correlación de fuerzas en un momento histórico
definido. De ahí la importancia de indagar los sentidos que se expresan en la Carta Magna, como un

76
producto histórico que conjuga un proceso de cambio. Incluso la selección de temas sobre los que
trata una constitución responden a las preocupaciones de una sociedad sobre determinados aspectos.
Mal puede una sociedad regular algo que no le preocupa o no es importante para la vida colectiva.
En este sentido, las constituciones estructuran también los regímenes de verdad de una sociedad en
un momento histórico.
Muchos de los aspectos sobre los que trata la Constitución de 2008 son regulaciones muy
particulares que bien podrían ser objeto de legislación secundaria. Sin embargo, el solo hecho de que
hayan sido mencionados da cuenta de las preocupaciones sociales de una época, que conjugan las
esperanzas de cambio sobre temas que para la sociedad son fundamentales. En un momento de
quiebre, en el que la sociedad veía la necesidad de plantearse nuevas formas de relacionamiento, de
dejar atrás los supuestos del pensamiento único, con una altísima dosis de creatividad surgen toda
una serie de planteamientos que aún inacabados van haciendo camino y abriendo nuevos horizontes
de sentido.
En este sentido, la Constitución de 2008 plantea de diversas formas y desde múltiples entradas
los aspectos fundamentales que permiten una ruptura con el modo de acumulación instalado por el
programa neoliberal en el país. La nueva carta magna es profundamente antineoliberal y brinda el
marco para impulsar importantes procesos de redistribución en el país, en el marco del capitalismo y
la democracia, conjugando la democracia representativa con mecanismos de democracia directa y
participación popular. Desde esta perspectiva, la Constitución también es un mecanismo de
producción de poder (Tapia, 2006: 29).
Las constituciones son producto de procesos más o menos largos de luchas políticas que han ido
modificando relaciones de fuerzas, relaciones políticas y estructuras de poder. En este sentido, una
constitución, en parte, es una síntesis del pasado y en parte también es un proyecto de futuro (Tapia,
2006: 35).
En el caso ecuatoriano, la Constitución de 2008 plantea utopías de futuro, que en los
momentos actuales incluso exceden las posibilidades presentes. Desde esta perspectiva, se trata de
planteamientos profundamente experimentales, búsquedas de posibilidades de la sociedad para
configurar un futuro compartido incierto y siempre utópico. Sus posibilidades de concreción
dependerán siempre de la acción social y colectiva, de la capacidad de la propia sociedad de defender
la utopía e impulsar procesos de cambio con las enormes posibilidades que ha dejado abiertas la
propia constitución.
Al ser la Carta Magna un producto histórico, fruto de una correlación de fuerzas, expresa
también las profundas contradicciones que vive una sociedad, las tensiones que la atraviesan y los
imaginarios que la configuran.
La redistribución mejora la situación de los más pobres,
…pero no cambia las relaciones de poder ni la estructura productiva y en pocos casos disminuye
distancias sociales. En este sentido la pregunta que debemos hacernos es si la nueva Constitución abre
las puertas para tener otro tipo de acumulación y de distribución diferente a la promesa de
liberalización económica. En efecto, mientras la apuesta de la Constitución de 1998 es crecer y luego
distribuir (goteo), la nueva carta magna invita a ―desarrollarnos (crecer) distribuyendo‖ y ―distribuir
para desarrollarnos (creciendo)‖; es decir que en el propio proceso de generación de desarrollo
(riqueza) se produzca la distribución (Ramírez, 2008: 21).
En este sentido, la nueva Carta Magna ubica el debate regional, la descentralización y la
plurinacionalidad en el horizonte del tipo de sociedad, democracia y Estado que se aspira a construir
y genera cambios sustanciales en el modo de desarrollo al estructurarlo alrededor del Buen vivir y al
pasar de una economía social de mercado a un sistema económico social y solidario. Rompe de esta
manera el mercadocentrismo característico de la economía neoliberal, aunque no llega a superar la

77
dinámica capitalista. Por esta razón, la nueva Constitución es post-neoliberal, pero no post-
capitalista. Sin embargo, abre condiciones de posibilidades para un profundo proceso de
transformación social, que dependiendo de las futuras correlaciones de fuerzas podrá abrir nuevos
horizontes.
Se plantea, entonces, un nuevo sistema económico, se amplían y profundizan los derechos
desde una perspectiva de universalización y se fortalece la participación en todos los ámbitos de la
vida colectiva. Al reconocer derechos a la naturaleza se empieza a esbozar un esquema hacia la
construcción de una economía post-petrolera, menos extractivista.
El Estado es imaginado desde la diversidad paralelamente con la construcción de aquel núcleo
común que nos identifica y construye sentidos, expresando siempre las tensiones ―entre un polo
establecido, estático y definido, y otro polo demandado y requerido, dinámico y no establecido,
indefinido e inconcluso‖ (Vega, 2007: 10). Esta tensión marca y establece las formas de responder y
actuar con una sociedad dinámica, cambiante y en movimiento. ―El estado es confrontado,
demandado y constituido por una vida social en marcha, en movimiento‖ (Ibíd: 11).
A través del reconocimiento del carácter plurinacional del Estado ecuatoriano, por primera
vez se articula las propuestas descentralizadoras con un programa descolonizador, articulando la
lucha por alcanzar la igualdad en un horizonte político que tiene a la diversidad y al reconocimiento
de las diferencias como uno de sus ejes y apuesta por el desmantelamiento de las relaciones de
dominación étnica. Al estar siempre presente el fantasma de la secesión y la fragmentación, se
apuesta por la plurinacionalidad con el fin de profundizar la cohesión social. Unidad nacional, sin
estandarización cultural. Unidad en la diversidad, con el reconocimiento de la diferencia.
Las posibilidades reales de construcción de un país verdaderamente plurinacional dependen en
gran medida de las características que los pueblos y las nacionalidades del país vayan imprimiendo a
sus procesos territoriales. En este sentido, será fundamental la revitalización de las comunas y el
resurgimiento potente de los gobiernos comunitarios, desde una perspectiva de construcción de
poder social y comunitario que pueda ser capaz de plantear otras formas de organización del mundo,
más solidarias y sostenibles. La construcción del Estado plurinacional recién inicia y será sin duda un
proceso gradual en que la propia sociedad pueda ir reconociéndose y transformándose en su
diversidad, de modo que las relaciones interculturales puedan ser efectivamente simétricas y no estén
atravesadas por relaciones de poder, dominación y estigmatización del otro cultural. El principal
riesgo contra el que habrá que luchar es que la plurinacionalidad quede confinada a lo local y se
construyan gobiernos territoriales que no articulen lógicas de transformación del Estado en su
conjunto y de incidencia y relación con el Estado central.
Una de las tareas más importantes que queda abierta después del proceso constituyente es la
lucha contra el racismo y la discriminación, que supone un verdadero cambio cultural de largo plazo.
El debate constituyente sobre los temas étnicos reveló el altísimo grado de racismo aún presente en
la sociedad ecuatoriana. También hizo evidente que la superposición de mentalidades, ideologías e
imaginarios presentes en el país tienen unos clivajes territoriales concretos. El regionalismo construye
formas de relacionarse con los otros que van modelando también los aspectos estructurales en las
localidades y el país y van configurando también los territorios.

78
BIBLIOGRAFÍA
 ÁVILA, Ramiro (2008). ―Las garantías: herramientas imprescindibles para el cumplimiento de los
derechos‖, Quito, Mimeo.
 BARRERA, Augusto; Ramírez, Franklin; y Rodríguez, Lourdes (1999). Ecuador: Un modelo para des armar,
Quito, Grupo Democracia y Desarrollo Local, CIUDAD.
 BELUCHE, Olmedo (2007). ―El problema nacional: Hispanoamérica, Colombia y Panamá‖. En Jorge
Enrique González, Nación y nacionalismo en América Latina, Bogotá, CLACSO, Universidad Nacional de
Colombia.
 CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR (1830).
 CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR (1861).
 CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR (1979).
 CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR (2008).
 CORAGGIO, José Luis (2007). Economía social, acción pública y política (Hay vida después del neoliberalismo),
Buenos Aires: Fundación Centro Integral Comunicación, Cultura y Sociedad.
 ________ (2004). La gente o el capital, Quito: Abya Yala, CIUDAD.
 DÍAZ POLANCO, Héctor (2005). ―Los dilemas del pluralismo‖. En Pablo Dávalos (comp.), Pueblos
indígenas, estado y democracia, Buenos Aires, CLACSO.
 GARCÍA LINERA, Álvaro (s/f). ―Estado Plurinacional. Una propuesta democrática y pluralista para la
extinción de la exclusión de las naciones indígenas‖. En Álvaro García Linera, Luis Tapia y Raúl Prada, La
transformación pluralista del Estado, Bolivia: Muela del Diablo Editores, Comuna.
 KARL, Itsván (2007). ―Prólogo‖. En José Luis Coraggio, Economía social, acción pública y política (Hay vida
después del neoliberalismo), Buenos Aires: Fundación Centro Integral Comunicación, Cultura y Sociedad.
 RAMÍREZ, René (2008). ―El nuevo pacto de convivencia para Ecuador (2008): Vivir como iguales,
queriendo vivir juntos‖, Quito, Mimeo.
 RAMÓN, Galo (2004). ―Estado, región y localidades en el Ecuador (1808 – 2000)‖. En Sara Báez, Pablo
Ospina y Galo Ramón, Una breve historia del espacio ecuatoriano, Quito, CAMAREN – IEE.
 SENPLADES (2009). Recuperación del Estado Nacional para alcanzar el Buen Vivir, Quito.
 TAPIA, Luis (2006). Gobierno multicultural y Democracia directa nacional, La Paz, Estrategia.
 VEGA, Oscar (2007). ―Reflexiones sobre la transformación pluralista‖. En Álvaro García, Luis Tapia y
Raúl Prada, La transformación pluralista del Estado, Bolivia, Muela del Diablo Editores, Comuna.
 VILLAVICENCIO, Susana (2003). ―La (im) posible república‖. En Atilio Borón (comp.), Filosofía Política
Contemporánea: Controversias sobre civilización, imperio y ciudadanía, Buenos Aires: CLACSO.
 VIZCAÍNO, Fernando (2007). ―Estado multinacional y globalización‖. En Jorge Enrique González,
Nación y nacionalismo en América Latina, Bogotá, CLACSO, Universidad Nacional de Colombia.

79
80
E
ECUADOR HOY
STADO Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN

81
ECUADOR: CELEBRANDO LA INTERCULTURALIDAD CON
LOS TEMORES A LA PLURINACIONALIDAD

PATRICIO NOBOA VIÑÁN 


Ecuador es un país pequeño, lleno de diversidad
[…] es la tierra del Sol y de la Pacha Mama […]
de las decenas de culturas ancestrales…
Mitur, 2010

Este trabajo se centra en el análisis y argumentación de dos enfoques de la interculturalidad y la


plurinacionalidad en el Ecuador. Uno, que hace referencia a la visión del Estado-nación, que
reconociendo la diversidad cultural, celebra la interculturalidad como modo de relación y
funcionamiento de una sociedad, que por la vía de la inclusión/exclusión, ha anclado estas relaciones
en estructuras de poder. Representa un ―entre culturas‖ que ha hecho de la diversidad el mecanismo
de diferencia-ción justificatorio de la clasificación social, racial, económica y epistémica, desde la
conquista, la colonia y aún hasta la actualidad en la configuración del Estado-nación moderno. El
segundo, sustentado, no únicamente, pero especialmente, por las nacionalidades y pueblos indígenas
y afroecuatorianos, quienes, desde una perspectiva no sólo de diversidad cultural, sino, desde la
diferencia cultural, promueven la plurinacionalidad como condición para el encuentro cultural en
equidad, generando temores en la sociedad blanco-mestiza ecuatoriana, pues implica la trasformación
de los patrones de poder como condición para la construcción de nuevas relaciones sociales,
económicas, políticas y epistémicas, que promuevan la convivencialidad en equidad para el logro del
Sumak Kawsay (buen vivir) colectivo.
La diversidad hecha diferencia-ción y la (des)memoria del Estado-Nación
La nueva ―marca país‖ del Ecuador se sostiene en la diversidad, tanto en el ámbito geográfico
y natural como en el ámbito social y cultural. Y es que en este pequeño país conviven cuatro mundos
diferentes, los Andes, la verde Costa del Pacífico, la Amazonía y las islas Galápagos, espacios en los
cuales habitan pueblos de milenaria tradición indígena, mezclada con la tradición ibérica y
afrodescendiente. Al igual que los cuatro mundos geográficos que dividen y diferencian
geográficamente al Ecuador, también la sociedad blanco-mestiza, las nacionalidades y pueblos
indígenas, y los pueblos afroecuatorianos, son mundos divididos y diferenciados por los patrones de
poder y los imaginarios que en la larga historia de la colonialidad se han construido.
Desde la llegada de los europeos, la formación de la sociedad andina estuvo marcada por la
violencia explícita e implícita de la invasión de un grupo minoritario y la necesidad de asentar un


Ecuatoriano, docente principal de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, Riobamba,
Ecuador. Enseña Antropología y Gestión del Patrimonio Cultural. Es profesor invitado de la Universidad
Andina Simón Bolívar–Sede Quito. Ha publicado artículos sobre
cultura/interculturalidad/naturaleza/turismo, desde la perspectiva de la modernidad/colonialidad. Acompaña
en los procesos de reconstitución de los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador y en el
fortalecimiento organizativo de la Federación Plurinacional de Turismo Comunitario del Ecuador. Correo
electrónico: noboagp@gmail.com

82
proyecto de dominación y ordenamiento de la sociedad. 1 Este proyecto de captura del poder, impuso
la adopción de un conjunto de formas de poder, de saber y de ser, fundamentadas en ideologías
maestras de diferenciación y subalternización, así como de igualdad y asimilación,2 que han
sustentado todo el discurso de la conquista, la colonización europea, y más tarde, la vida de los
Estados-nación. Las actuales relaciones entre las culturas han sido producidas dentro de las formas
teóricas de una modernidad, que ha utilizado estrategias que progresivamente han buscado resolver
el problema de las diferencias, por medio de las ideas del progreso y de la razón. Los discursos
colonizadores, coloniales y republicanos han configurado al ―Otro‖ desde una exterioridad,
construida en medio de las narrativas de un poder que ha creado sentido, vaciando a los otros de
todo significado, a la vez que, negándole toda posibilidad de participación histórica propia. La
negación del ―Otro‖, del indio, del negro, de su cultura y de su humanidad, fue el fundamento del
dominio europeo y de la opresión y explotación de lo indígena y afro hasta el presente.
Históricamente, han sido los indios y negros los que han debido asimilar todos los elementos
del proyecto civilizatorio. Las áreas colonizadas y marginadas de los paradigmas insuperables de la
modernidad, presentan de forma permanente las carencias discursivas propias de sus
representaciones, pues éstas se hallan delimitadas dentro de las enunciaciones y representaciones del
poder y del conocimiento imperial del colonizador. Europa se convierte así en el lugar de
enunciación privilegiado por la modernidad, que históricamente ha sido sostenido por los macro-
relato cristiano, macro-relato liberal y macro-relato marxista, que han definido una relación de poder
marcada por esta diferencia colonial:
La ―diferencia colonial‖, es, básicamente, la que el discurso imperial construyó, desde el siglo XVI,
para describir la diferencia e inferioridad de los pueblos sucesivamente colonizados por España,
Inglaterra, Francia y EEUU. La ―colonialidad‖ no consiste tanto en la posesión de tierras, creación de
monasterios, el control económico, etc., sino más que nada en el discurso que justificaba, mediante la
desvalorización, la ‗diferencia‘ que justificaba la colonización. [...] La matriz de la desvalorización se
afincó en la diferencia religiosa impuesta por la cristiandad, la diferencia lingüística y cognitiva
atribuida a los indios y a los africanos, la diferencia del color de la piel con la re-articulación de la
diferencia religiosa y lingüística en la expresión decimonónica del racismo (Mignolo, 2002: 221).
La diferenciación colonial3 da lugar a la construcción de un ―imaginario‖ a partir de la
diferencia de lengua, diferencia religiosa, que equivale a decir: inexistencia de lenguas y religiones por
la misma diferenciación, ya que el lugar no es un territorio, sino un espacio de poder, o mejor, redes
desde donde se ejerce la colonialidad del poder (Mignolo, 2002: 33), el poder de las lenguas
coloniales en el campo del conocimiento, la producción intelectual y las culturas de conocimiento
académico se resume básicamente en la negación de la contemporaneidad, que ubica a pueblos en

1 ―Este horizonte colonial ha respondido históricamente asociado a un sistema de violencia


estructural, sea como mecanismo de homogenización o como medida de contrainsurgencia, de tal suerte que
se evidencian sucesivas formas de opresión, que introducen renovados mecanismos de represión y despojo
material y cultural, desde un orden colonial en permanente consolidación, que responde a un ―eje colonial‖,
que funciona en cadena y tiene su base en la negación, exclusión y disciplinamiento cultural, amparadas en la
eficacia de estos renovados mecanismos de violencia‖ (Noboa, 2005: 81).
2 Todorov argumenta que ―hay dos formas elementales de la experiencia del otro dentro del proceso
colonizador: una parte de la diferencia que luego se traduce en términos de superioridad/inferioridad, la otra
parte de la igualdad que pronto se transforma en identidad y asimilación. Las dos actitudes descansan sobre el
egocentrismo y la identificación de los valores del poder colonial con los valores universales que deben
prevalecer‖ (Todorov, 1987: 50).
3 Uso el término ―diferenciación colonial‖ en coincidencia con Fernando Garcés, quien advierte que
esta categoría permite con mayor precisión, dar cuenta del proceso de clasificación socio-racial instaurado por
la colonia. (Garcés, 2005: 145).

83
una jerarquía cronológica y no espacial (reubicación de lenguas, culturas y pueblos en el
tiempo/atrasadas), principio estratégico de las tres etapas previas de la globalización, bajo las
banderas de la cristianización (imperio español), la misión civilizadora (imperio británico y
colonización francesa) y el desarrollo/modernización (imperialismo norteamericano) (Mignolo, 1999:
58-59).
En el marco de este modelo civilizatorio iniciado con la conquista, se instituyeron las actuales
formas de ordenamiento de la vida, de producción del conocimiento, de organización y relación
social, comportamientos, creencias, así como la religión y normativas impuestas por el grupo
conquistador, que se profundizaron y arraigaron en la colonia y se mantienen aún en la república
como una marca de la colonialidad. Se trata de una matriz de poder que permitió la instalación del
proyecto colonial y su consolidación como un molde de homogenización, que justificó la reducción,4
la asimilación y la posterior integración de la población nativa al proyecto civilizatorio occidental.
Esta estructura de autoridad colectiva y de dominación política a la que denominamos Matriz
Colonial, es el resultado de la articulación de los siguientes elementos: a) la colonialidad de la
subjetividad en tanto construcción y justificación de un modelo referencial de ser humano; b) la
colonialidad de la naturaleza y el capitalismo en cuanto modelo universal de producción-distribución
y consumo basado en la explotación destructiva de la naturaleza; c) la colonialidad del poder
teniendo al Estado-nación como estructura naturalizada de organización social por excelencia
autosustentada en la legalidad de su constitución jurídico-normativa; y, d) la colonialidad del saber,
teniendo al eurocentrismo fundamentado en el uso instrumental de la razón occidental y su concepto
de ciencia como único modo de explicación-comprensión de la vida (Quijano 2000b: 1-2). Mediante
el análisis de estos elementos de la colonialidad del poder voy a poner en evidencia las históricas
relaciones de poder instauradas en la colonia y asumidas enteramente por la república y el Estado-
nación hasta la actualidad.
Uno: el uso del término ―indio‖ y ―negro‖ es un claro concepto de la ―situación colonial‖,
mediante el cual se redujo la especificidad y la enorme variedad de pueblos originarios a una sola
masa indiferenciada de indígenas y negros explotables y convertibles a la fe. Así se legitimó la
aplicación de la doctrina aristotélica de la servidumbre natural de los bárbaros. Debido a que
consideraban la inferioridad y la rudeza natural del indio y del negro, la guerra en su contra y su
sumisión se asumieron como obligación moral. Es el patrón de la colonialidad en su máxima
expresión, donde todo lo diferente es negado, invisibilizado y, cuando más, categorizado, y como tal
subvalorado. La colonialidad impone un modelo ―universal‖ y ―verdadero‖ que hay que seguir en el
camino de la civilización: éste incluye los productos materiales y tecnológicos, pero también la
configuración propia del ser humano en cuanto cuerpo, materia viviente y en cuanto a los sentidos
del ser, de tal modo que aquellos sentidos que no coinciden con el patrón de poder, deben ser
extirpados como ya se hizo con la aplicación de la Ley de Extirpación de Idolatrías de 1517.
La experiencia histórica de la formación de la colonialidad en América implicó la destrucción
de las sociedades y culturas aborígenes y su integración (sujeción) a este molde de poder, organizado
y establecido principalmente sobre la idea de raza como un factor de clasificación social:
Fue impuesto así un patrón de poder cuyos ejes específicos eran: la existencia y la reproducción
continua de esas nuevas identidades históricas, así como la relación jerarquizada entre tales
identidades en cada instancia de poder: económica, social, cultural, intersubjetiva, política. Debido a
eso las instituciones y los mecanismos de dominación social, los subjetivos y los políticos en primer

4 ―Para nombrar esta operación, en toda América se usa, desde los tiempos coloniales, el verbo
reducir. El indio salvado es el indio reducido. Se reduce hasta desaparecer; vaciado de sí mismo, es un no-
indio, y es nadie‖ (Galeano, 1996: 12).

84
lugar, tenían que ser diseñados y destinados ante todo, para la preservación de ese nuevo fundamento
de clasificación social (Quijano, 1999: 102).
La sociedad colonial no fue una estructura rígida que tenía en la cabeza de la pirámide social la
presencia de una aristocracia del dinero y del poder, y de una multitud de indios y negros,
subordinados y pobres en la base. Ésta fue más compleja, ya que se estratificó en función del color
de la piel y de la fisonomía. En el siglo XVIII, un género pictórico, las pinturas de castas, proliferó
debido al afán ilustrado de catalogar a cada uno según su color de piel. En la parte superior se
encontraban siempre los europeos y los criollos blancos nacidos en tierras americanas. En la base
aparecían el indio y el negro. Entre estos dos extremos, una variedad de mestizajes cuidadosamente
descritos, componían las castas, cada una con su designación específica. El orden racial legitimó el
estatus social, y por lo mismo, el acceso a las rentas y al poder a favor de los blancos y a expensas de
los negros y de los amerindios.
Dos: la naturalización y legitimación del proyecto civilizatorio global se ha sostenido en el
desarrollo del capitalismo, que entiende a la naturaleza y a las personas como recursos que se pueden
explotar. Detrás del control del trabajo, de sus recursos y de sus productos, está la visión y la
empresa capitalista. Durante la época colonial los dominios españoles tuvieron como estructura de su
desarrollo un sistema económico y productivo basado en la explotación de la población indígena y
afrodescendiente, por medio de instituciones como las mitas, encomiendas y obrajes, y por el sistema
de tributos a la corona.5 Con la independencia, las nuevas repúblicas se integraron al comercio
internacional en calidad de proveedoras de materias primas, lo cual determinó la condición primario-
exportadora de sus economías. El saber eurocéntrico disciplinar, en esta historia lineal, unidireccional
y acumulativo de la sociedad liberal global, manifestada hoy en la globalización,6 tiene actualmente a
la economía como ciencia objetiva del mercado y el comercio mundial, donde las nuevas formas de
colonización de las culturas y la naturaleza adquieren carácter de ―propiedad intelectual‖ 7 y un
recurso más del comercio mundial:
La experiencia histórica particular de la sociedad liberal capitalista y la cosmovisión liberal se
ontologizan como el estado ―natural‖, ―normal‖, de la sociedad, una vez que se han superado las fases
históricas ―primitivas‖ o ―atrasadas‖ anteriores. De esta manera, el individualismo posesivo [...], las
separaciones entre los ámbitos de la vida colectiva (lo político, lo social, lo cultural, lo económico), y
una concepción de la riqueza y de la buena vida asociada unilateralmente a la acumulación de bienes

5Varias otras formas de explotación del trabajo indígena se fueron desarrollando durante la Colonia.
Entre ellas, los indígenas eran obligados a proporcionar trabajadores para las minas, los obrajes y las obras
públicas, para el Estado y para la Iglesia, y a veces para los particulares.
6 Castro Gómez sostiene que la globalización propiamente dicha empieza cuando el Estado-nación

pierde la capacidad de organizar la vida social y material de las personas, ―cuando lo social empieza a ser
configurado por otras fuerzas -corporaciones que no conocen territorios ni fronteras- que escapan al control del Estado-
nación‖, lo cual implica la configuración de un nuevo marco de legalidad y por tanto una nueva forma de
ejercicio del poder y la autoridad, así como de la producción de nuevos mecanismos punitivos que garanticen
la acumulación de capital y la resolución de conflictos (Castro-Gómez, 2000: 155).
7Los derechos de propiedad intelectual están teóricamente orientados a reconocer los derechos sobre
todo lo producido por la mente humana, tales como invenciones, música o libros. Sin embargo, la reciente ola
de acuerdos comerciales ha establecido disposiciones en materia de derechos de propiedad intelectual que
favorecen, protegen y compensan preferentemente las actividades auspiciadas por las corporaciones. Uno de
los puntos que causa mayores preocupaciones ha sido el surgimiento de derechos de propiedad intelectual
sobre los productos derivados de la biodiversidad. Bajo estas medidas, las corporaciones transnacionales
asumen el derecho de patentar productos que tradicionalmente han sido considerados de propiedad común de
comunidades locales.

85
materiales propias de la sociedad liberal, se convierten en molde colonial para juzgar las carencias o
deficiencias, atrasos o pobrezas de los demás pueblos y culturas del planeta (Lander, 2002a: 2).
En este contexto, es importante recuperar la importancia de la naturaleza, como la base que
posibilita la generación de la riqueza por su transformación a partir del trabajo y no sólo como un
factor de producción. Para poder apreciar este proceso histórico hay que ver a las colonias y más
tarde los Estados-nación del Tercer Mundo, como fuente principal de riquezas naturales y mano de
obra baratas (gratuitas), lo cual implica, a su vez, conceptualizar la división internacional del trabajo
como una división simultánea de la naturaleza. Conforme las olas sucesivas de colonizadores
demandaron las tierras de mayor productividad, el uso de la tierra evolucionó de su vocación
histórica (productora de los recursos básicos para la supervivencia humana y social), al énfasis actual
en la producción de cultivos o extracción de minerales, que aseguran ganancia a los propietarios.
El no considerar a la naturaleza en el análisis del proceso de producción como fuente de
riqueza para el desarrollo del capital, implica dejar fuera la parte física de la naturaleza: el territorio.
Es considerar que el desarrollo de Europa se produce gracias a sí misma y que las periferias-colonias
no aportan para nada en su proceso de desarrollo y enriquecimiento. En el discurso de los países
desarrollados sería Europa la que permite el enriquecimiento y crecimiento de las zonas menos
desarrolladas: ―Al hacer abstracción de la naturaleza, de los recursos, del espacio y de los territorios,
el desarrollo histórico de la sociedad moderna y del capitalismo aparece como un proceso interno,
autogenerado, de la sociedad europea, que posteriormente se expande hacia regiones atrasadas‖
(Lander, 1999: 35), llevando la buena nueva del progreso, que significa hacer negocios y aumentar los
capitales, convirtiendo en mercancía a todo lo que pueda ser vendido. Con el desarrollo de las nuevas
tecnologías, ningún espacio queda al margen del comercio; ahora el comercio es global, la
disponibilidad y control de tecnologías altamente sofisticadas, permite a las corporaciones
transnacionales intensificar la conversión de la naturaleza en mercancía y capturar para el mercado
nuevos elementos, como es el caso de la compra de oxigeno en áreas naturales boscosas en países
―subdesarrollados‖, mientras las industrias de países ―desarrollados‖ siguen elevando las emisiones
de carbono, o también, con la moda del turismo sostenible que tiene como mercancías al paisaje, la
naturaleza intocada, paradisíaca o el exotismo cultural de pueblos primitivos.
Tres: la estructura funcional y operativa de la colonialidad del poder se encarna en el Estado-
nación, como mecanismo regulador que jerarquiza la diferenciación, que justifica tanto la visión
homogeneizadora como la misión civilizatoria, sustentando su legitimidad a través de la normatividad
jurídica, con lo cual se diseñan y operan las estructuras del poder colonial. En esta estructura de
organización política de la sociedad resaltan los mecanismos de violencia estructural para la
homogenización, el Estado-Nación cumple una función legitimadora de la colonialidad y actúa como
mecanismo de asimilación, dominación y neutralización a la vez que como mecanismo de
totalización y homogenización:
Cabe destacar entre los hechos generadores de violencia, el que una minoría criolla de origen
occidental monopolice desde hace siglos el poder del Estado y la capacidad rectora y ordenadora
sobre el conjunto de la sociedad, al ser dueña privilegiada de dispositivos estatales y espacios de poder
social que le permiten dictar unilateralmente normas de convivencia que adquieren fuerza compulsiva
para el conjunto de la sociedad (Rivera, 1993: 35).
La colonización ha debido desarrollarse en un entramado juego de oposiciones y adaptaciones
y, en este sentido, el Estado-nación ha jugado un papel determinante, ya que las estructuras estatales
han estado destinadas a cooptar y controlar a los sectores que se oponen a la colonización y más
permanentemente a la colonialización, los indios y afrodescendientes por ejemplo, y a neutralizar sus
conflictos incorporando sus demandas en ese mismo horizonte colonial. La plasticidad del Estado-
nación para encontrar y adecuar los modos de reciclaje y renovación de los sistemas de dominación

86
entre el horizonte colonial profundo y los ciclos de oposición que debe enfrentar es una de sus
características:
…opera, en forma subyacente, un modo de dominación sustentado en un horizonte colonial de larga
duración, al cual se han articulado -pero sin superarlo ni modificarlo completamente- los ciclos más
recientes del liberalismo y el populismo. Estos horizontes recientes han conseguido tan sólo re-
funcionalizar las estructuras coloniales de larga duración, convirtiéndolas en modalidades de
colonialismo interno que continúan siendo cruciales a la hora de explicar la estratificación interna de la
sociedad […], sus contradicciones sociales fundamentales y los mecanismos específicos de exclusión-
segregación que caracteriza la estructura política estatal […] y que está en la base de las formas de
violencia estructural más profundas y latentes [...] las acciones camaleónicas estatales sirven como
instrumento para ―cambiar sin que nada cambie‖ (Rivera, 1993: 30-34).
Cuatro: el eurocentrismo entendido como ―geopolítica del conocimiento‖, es decir Europa
como El lugar de producción de conocimiento y, en consecuencia, el posicionamiento del
conocimiento europeo como el verdadero y único, junto con sus formas de producción, ha
subalternizado y dejado de lado otros lugares, sus conocimientos y sus formas de producción. Esto
significó también una nueva manera de legitimar las ideas y prácticas de relaciones de
superioridad/inferioridad entre europeos, andinos y afrodescendientes, marcando la diferencia y
desigualdad entre ―letrados y no letrados‖, es decir, fundamentando la colonialidad del saber. En este
contexto, las poblaciones colonizadas fueron sometidas a la hegemonía del eurocentrismo como
manera de conocer, basado en una racionalidad instrumental y más tarde tecnocrática:
…expropiaron a las poblaciones colonizadas –entre sus descubrimientos culturales— aquellos que
resultaban más aptos para el desarrollo del capitalismo y en beneficio del centro europeo. [...]
reprimieron tanto como pudieron, es decir en variables medidas según los casos, las formas de
producción de conocimiento de los colonizados, sus patrones de producción de sentidos, su
universo simbólico, sus patrones de expresión y de objetivación de la subjetividad. La represión en
este campo fue conocidamente más violenta, profunda y duradera entre los indios de América
ibérica, a los que condenaron a ser una subcultura campesina iletrada, despojándolos de su herencia
intelectual objetivada (Quijano, 2000a: 210).
Este modelo hegemónico, sustento del proyecto civilizatorio, en este momento: global,
imperial, sigue considerando al saber científico occidental como la única modalidad del saber, como
conocimiento verdadero, universal y objetivo, dejando de lado la existencia de otras lógicas de
conocimiento y de sus modos de producción es, por tanto, estructura homogenizante del
conocimiento. Desde esta perspectiva el orden liberal aparece como una modalidad natural, la más
avanzada y legítima de la experiencia humana, la misión civilizatoria del sistema colonial imperial
sigue su proceso de colonización de la realidad por el discurso del desarrollo 8 y la institucionalización
global de capital, enfoque desarrollista que se sustenta en la idea unilineal de tránsito de lo tradicional
a lo moderno, del primitivismo al progreso, otra razón más para el sometimiento, la asimilación y la
civilización del bárbaro:
…existe una visón común de que la cultura indígena es un obstáculo para el desarrollo y progreso
social, por lo tanto los derechos humanos del indio se reconocen sólo cuando deja de ser indio y
asume los rasgos del ciudadano occidental: propietario, escolarizado, mestizo, productor y
consumidor mercantil, etc. Todo extremo de violencia y de negación es tolerable en el espacio pre-

8 Al final de la II Guerra Mundial y con el establecimiento del patrón de desarrollo occidental como
modelo, se produce la invención del desarrollo. ―La premisa básica era la creencia del papel de la modernización
como única fuerza capaz de destruir supersticiones y relaciones arcaicas, sin importar el costo social, cultural y
político. La industrialización y la urbanización eran consideradas rutas progresivas e inevitables hacia la
modernización‖. (Escobar, 1996: 86).

87
social del mundo indio, mientras no se cumpla este proceso de ciudadanía forzada como imposición
del modelo civilizatorio occidental (Rivera, 1993: 50).
El ocaso colonial que da paso a los procesos de independencia y la constitución de las
nacientes repúblicas sólo significa mayor desprotección para los pueblos indígenas, pues las primeras
constituciones políticas de los nuevos Estados ratifican el conjunto de la normatividad jurídica
colonial que mantiene las prácticas esclavistas y excluyentes de la colonia. Escenario renovado para el
mismo imaginario sobre ese ―Otro‖ que ahora debe vérselas ya no con representantes de un poder
extranjero, sino con sus ―connacionales‖.
Durante una primera etapa que se inicia con el Descubrimiento de América (1492) y termina
con la Constitución de la República (1830), en el Ecuador ha predominado la idea del indio y del
negro como seres de naturaleza inferior al hombre blanco y al hombre blanco-mestizo. Esta
condición natural atribuida al indio y al negro por el pensamiento de la época fue suficiente para
justificar el despojo de sus bienes y la explotación de su trabajo. Los ideales de la Revolución
Francesa: libertad, igualdad y fraternidad, presentes en la independencia de los pueblos hispano-
americanos respecto del imperio español y presentes en la Constitución de la República del Ecuador
(1830), permitieron el surgimiento de una nueva actitud en las relaciones entre la cultura dominante
(blanco-mestiza) y la cultura dominada: la cultura indígena y la cultura afrodescendiente. Desde 1830
y hasta 1980, aproximadamente, la idea de la cultura inferior viene a sustituir a la idea del hombre
inferior. La política estatal denominada ―integracionismo‖ se propone despojar al indio de sus
costumbres y de su primitivismo para integrarlo a la sociedad nacional ―blanco-mestiza‖, portadora
de la modernidad y del progreso:
Raza diferente, lengua diferente. Mentalidad primitiva; sentimiento antagónico al del blanco. He aquí
los factores sicológicos que hacen en resumen de nuestros indígenas un pueblo diferente dentro del
pueblo ecuatoriano, porque no ha logrado asimilar su civilización e incorporarse a su nacionalidad. Las
lenguas disímiles, son sin duda el factor más desfavorable para el entendimiento espiritual de los
pueblos (Iñiguez y Guerrero, 1993: 20).
Hasta ese entonces las élites, a través del Estado, han activado una serie de políticas9 para
atacar el ―problema indígena‖: políticas de invisibilización por la condición de inferioridad indígena,
de caridad frente a la posición de obediencia y sumisión de los indios conciertos, de paternalismo por
la marginación material, de imposición pública (educación y salud) para la asimilación al proyecto
civilizatorio, de redención buscando superar la marginación y exclusión e integrarlos a la vida
productiva de la nación, todas éstas ancladas en los imaginarios y representaciones construidos sobre
lo indio10 y lo negro, sobre lo diferente, diferencia cultural transformada en diferencia colonial que
implica y aplica capacidades diferenciales disminuidas para el desarrollo intelectual y la participación
política y económica.
Las décadas de los sesenta y setenta vieron surgir y fortalecerse al movimiento indígena
organizado y luchando por romper con las precarias formas de trabajo sin salario y el acceso a la
tenencia de la tierra. En la década de los ochenta, de vuelta a la democracia, más que por una
reivindicación propia del movimiento indígena cuanto por la necesidad de ganar el voto de los
analfabetos11 (en su gran mayoría indígenas), se produce una visibilización del sujeto: los analfabetos,

9 Un compendio sobre las políticas indigenistas del IEE, ver: Orbe, Gonzalo. Los indios ecuatorianos:
evolución histórica y políticas indigenistas, Corporación Editora Nacional, Quito, 1987.
10 Ver: Cervone, Enma; Rivera, Fredy, Editores. Imágenes e identidades, FLACSO, Quito, 1999; Prieto,

Mercedes, Liberalismo y temor: imaginando los sujetos indígenas en el Ecuador postcolonial 1895-1950, FLACSO, Quito,
2004.
11 Debe entenderse como analfabeto no a la persona que acusa de ignorancia sino a la que no ―sabe
leer y escribir la letra del conquistador‖.

88
como por arte de magia, son ahora ciudadanos con derecho político que se expresará únicamente en
el ejercicio del sufragio.
La reducción del Estado dispuesta por el programa neoliberal, se percibe también como un
debilitamiento del aparato integracionista utilizado por la cultura dominante; y, permite un
proporcional re-descubrimiento y visibilización de la cultura y de la resistencia cultural, sobre todo de
los pueblos indígenas. En 1992, el Movimiento Indígena lanza una consigna: ―en 1992 ni una
hacienda más en el Ecuador‖, anclada al proceso continental de reivindicar los 500 años de
resistencia indígena. Con el acompañamiento de muchos sectores sociales apoyando esta
convocatoria, se genera un gran proceso organizativo y de politización de las comunidades,
principalmente de la Sierra; en la Costa el movimiento campesino recupera su dinámica y en la
Amazonía también se logra una activa participación de las comunidades indígenas. 12 Es durante el
gobierno de Durán Ballén (1992-1996) que se expide la Ley de Modernización, que constituye el
intento más serio y más profundo por imponer la lógica neoliberal en el país. Y es, asimismo, durante
este gobierno que el proyecto neoliberal sufre su revés más significativo frente a la decisión popular
de oponerse a todo intento de privatización del sector público, en especial, de la seguridad social y
una nueva ley agraria retardataria.13
El levantamiento Indígena Nacional de 1990 y la protesta en contra de la Nueva Ley de
Desarrollo Agrario (1994), exigen desterrar la idea de la ―cultura inferior‖ que animó al plan
integracionista y asumir la noción de ―la cultura diferente‖, de la pluriculturalidad, contenida de
manera timorata y como una gran concesión por parte de las élites políticas en la Constituyente de
1998. Hasta entonces, la interculturalidad en la práctica consistía en la relación entre grupos
humanos que, por su diferencia, han sido diferenciados estableciéndose, para unos, todos los
derechos, y para otros, las obligaciones como: la educación hispana con la consecuente imposición
del español como idioma epistémico y la subvaloración de las lenguas propias y, de paso, la
uniformización de sus rasgos identitarios expresados en su vestimenta tradicional; la proscripción y
persecución de las prácticas de salud ancestrales y a los sabios comunitarios encargados de su
pervivencia, con el doble efecto de contribuir en la erosión de sus saberes, el uso de productos y
procesos y, como consecuencia, la desprotección de poblaciones enteras a un sinnúmero de
enfermedades que no son cubiertas por el sistema de atención primaria de salud estatal; la
categorización de las oportunidades de empleo ―dedicadas‖ a los diferenciados como peón

12 Entre 1991 y 1992 diversos actos muestran esta continuidad de afirmación y presencia pública. El
23 de Abril de 1991, se produce una impactante marcha de las organizaciones amazónicas que recorre gran
parte de la región central del país, llegando a Quito para exigir la legalización de sus territorios. Dado que su
participación en el levantamiento de 1990 fue indirecto y más bien simbólico, de este modo se convertía en
actor de la protesta con la importancia de los anteriores participantes, constituyéndose en el levantamiento o
acto colectivo de protesta de las poblaciones amazónicas.
13 El presidente Duran Ballén pretendió eliminar las reformas agrarias de los años 1964 y 1973, las

cuales habían terminado con las grandes haciendas y habían entregado por primera vez tierras a los indígenas y
pequeños campesinos. Con Durán Ballén se afirmaron las líneas fundamentales para la reducción del Estado,
las privatizaciones, el papel central de la empresa privada, el capital transnacional y el pago de la deuda externa.
En Ecuador se consolidó un modelo empresarial de desarrollo inspirado en los postulados del neoliberalismo
y del Consenso de Washington, pero aplicado bajo las criollas y provincianas visiones de los clanes
económicos dominantes del país. Ese modelo empresarial no cambió con los nuevos gobernantes sucesores,
sino que se afirmó, en medio del caos institucional y gubernamental, pues en apenas una década se sucedieron
los gobiernos de Abdalá Bucaram (1996-1997), Rosalía Arteaga, un fin de semana (1997), Fabián Alarcón
(1997-1998), Jamil Mahuad (1998-2000), un efímero triunvirato golpista de unas cuantas horas (2000),
Gustavo Noboa (2000-2003), Lucio Gutiérrez (2003-2005) y Alfredo Palacio (2005-2007).

89
asalariado, comerciante informal, artesano primario, empleo doméstico; así como la restricción
solapada de los espacios de representación política, a pesar de ser altamente numerosa su población.
De la interculturalidad a la Plurinacionalidad: los temores del fin de los privilegios y
del Estado-nación
Las nuevas formas de resistencia se manifiestan dentro de una dialogicidad contemporánea,
que remarca la existencia de distintos espacios culturales y que inician la apertura a una discursividad
múltiple. Si la ―diferenciación colonial‖ resultó ser el mecanismo de dominación más efectivo de este
entramado de poder, en este momento se convierte en ―diferenciación cultural‖; de este modo, los
pueblos indígenas y afroecuatorianos, situados en la exterioridad de la razón occidental, contraponen
este pensamiento fronterizo como propuesta decolonial, para la re-existencia, categoría elaborada por
Adolfo Albán, pensador afro-colombiano, quien la concibe como:
…las formas de re-elaborar la vida auto-reconociéndose como sujetos de la historia, que es
interpelada en su horizonte de colonialidad como el lado oscuro de la modernidad occidental y
reafirmando lo propio sin que esto genere extrañeza; revalorando lo que nos pertenece desde una
perspectiva crítica frente a todo aquello que ha propiciado la renuncia y el auto-desconocimiento. Con
esta categoría igualmente me refiero específicamente a la necesidad de analizar desde otra óptica los
procesos de emancipación y la lucha de los pueblos afro desde el mismo momento en que fueron
esclavizados y traídos a América hasta nuestros días. […] Los negros lucharon por la libertad y en esa
lucha desarrollaron formas de existir, es decir, de estar en el mundo en condición de sujetos, y no
solamente de resistir en condiciones de esclavizados, libertos o cimarrones. […] La re-existencia
implica entonces vivir en condiciones ―otras‖, es decir en procesos de adaptación a un medio hostil
en diversos sentidos y a un poder colonial que intentaba a toda costa reducirlos y mantenerlos en
condición de ―cosas‖ y/o mercancías (Albán, 2007: 23).
La historia del movimiento indígena ecuatoriano nos muestra que la acción colonial ha venido
acompañada de oposiciones y resistencia permanentes, así como de estrategias de re-existencia con
raíz ancestral andina. Las luchas de resistencia de los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador
han tenido un carácter reivindicativo coyuntural (frenar los abusos, reclamo sobre la propiedad de la
tierra, educación, mejorar la situación económica, acceso a espacios de poder, etc.). Las acciones de
re-existencia han estado marcadas por una profunda práctica de la filosofía andina, que en oposición
y alternativa a la acción colonial, han permitido mantener y actualizar proyectos de-coloniales,
fundamentados en discursos, representaciones y prácticas de diferencia cultural.
La intelectualidad ―colectiva‖14 del Movimiento Indígena Ecuatoriano ha transformado el
espacio intelectual del país mediante la construcción de discursos y prácticas oposicionales desde un
―nuevo locus de enunciación‖ (locus de enunciación diferencial 15): la recuperación de su voz, para
desde ―el dolor‖ de la herencia colonial, recoger la tradición y la filosofía andina en oposición y
crítica a la modernidad16 y su racionalidad científica; y elevar propuestas de alternativas para el
conjunto de la sociedad ecuatoriana.

14 Frente a la forma de producción colonial del saber colonial, que tiene como característica la
propiedad individual de ese saber, el Movimiento Indígena Ecuatoriano construye su saber de manera
colectiva, participativa, de tal suerte que la propiedad es también colectiva o comunitaria.
15Para Mignolo, ―diferencial‖ significa un desplazamiento de los conceptos y las prácticas de las
nociones del conocimiento y también de las formas de entendimiento articuladas durante el período moderno.
16 Retomamos los contenidos semánticos de la palabra ―modernidad‖ que propone Dussel: 1.
Contenido primario y positivo conceptual, ―modernidad‖ como emancipación racional, y, 2. Contenido
secundario negativo y mítico, ―modernidad‖ como justificación de una praxis irracional de violencia. Estas dos
acepciones se aplican a la situación de vida de los pueblos indígenas del Ecuador durante la conquista, la
colonia y la república. (Dussel, 2002:49)
90
Desde la perspectiva social se propone la visión de la comunidad o el Ayllu como elemento
sustancial de la estructura social andina, donde la familia extendida teje una red de parentescos
rituales como estrategia para ampliar la espacialidad y la relación política y económica. La comunidad
como organización de las familias en el territorio es un primer grado organizativo y de control social
y político, el mismo que se amplía en la asociatividad territorial de las comunidades para conformar
organizaciones de segundo y tercer grado, llegando incluso a conformar organizaciones provinciales,
regionales y nacionales.
Frente a las representaciones de la naturaleza reificada como mercancía desde una visión
economicista, se vivencia la visión milenaria de la relación integral, integradora, integrada del ser
humano y la naturaleza en la categoría de Pacha. En esta visión totalizadora-integradora del mundo
andino se percibe una integridad en el medio ambiente, los seres y el desarrollo de la vida como un
Todo, el cual evoluciona, manteniendo un equilibrio constante a partir de una fuente existencial de
todo lo viviente denominada PachaMama, término que deriva de Pacha, que significa fuerza
totalizadora y plena en el tiempo y el espacio, y Mama, que simboliza maternidad, fecundidad y
grandeza que cobija a todos los seres vivientes y los provee de alimento. La relación con la
PachaMama es viva, vital, vitalizadora, íntima, por eso decimos que somos parte de Ella. 17 Producto
del equilibrio Runa-Pachamama la civilización Andina ha continuado desarrollando un equilibrio socio-
cultural, sustentado en la comunidad y respeto natural y social, transmitiendo su sabiduría ―escrita‖
en el simbolismo de sus objetos culturales. Sus sociedades agrícolas han seguido construyendo una
relación armónica con la naturaleza sin depredarla, desarrollando el cultivo de plantas alimenticias y
medicinales, la crianza de animales y la ingeniería de terrenos en los diversos ecosistemas que
integran, aportando a la humanidad con la más amplia gama de productos naturales que haya
desarrollado una cultura.
Frente al proyecto civilizatorio moderno occidental que se sustenta en la linealidad del
progreso de menos a más, se experimenta una visión complementaria a la Pacha, en cuanto
integración espacio-tiempo, y Kutik, como elemento central de una dinámica no-lineal de la vida, sino
cíclica, en una especie de espiral de crecimiento y expansión, que significa ―vuelco‖, transformación
permanente del todo, Pachakutik como nuevo tiempo siempre en construcción igual que el ser. Ni
siquiera el re-encauche del desarrollo sostenible occidental alcanza esta mirada que privilegia el
―tener‖ por el ―ser‖. Frente a la racionalidad científica de carácter mecanicista, que ha logrado poner
en riesgo la vida del planeta gracias a su afán de acumulación de riqueza material, se sustenta una
visión del bien vivir, el Sumak Kawsay. La traducción literal de esta expresión kichwa es ―buena vida‖
o ―bienestar‖; sin embargo, en el contexto filosófico andino se resignifica como ―vida en plenitud‖,
que implica la pervivencia de relaciones armónicas, de equidad y solidaridad entre todas las
comunidades de vida, humana y no-humana, a partir de la imprescindible convivencia entre grupos
humanos que comparten sus saberes, lógicas de vida y racionalidades activas.
En la última década del s. XX y la primera del s. XXI, la lucha de los pueblos indígenas pasa del
plano de las reivindicaciones a la propuesta de transformación del Estado-nación, teniendo como
base el reconocimiento de las diferencias culturales y la interculturalidad como alternativa de vida:
Los pueblos indígenas somos herederos de una cultura milenaria. Nuestros sólidos cimientos han
permitido mantener y desarrollar la identidad, así como los sistemas de organización y administración
comunitarios. Los sistemas de opresión de hecho, de derecho e inclusive de aquellos métodos de

17―PACHAMAMA es el centro vital de la existencia del Puruwa-kichwa […] Pacha es a la vez espacio
y tiempo, en su dimensión espacial es una fuerza vital de la naturaleza, benigna, es entendida como un gran
seno materno fecundo, que cobija todos los seres vivientes y da el alimento necesario a todos […] y es la
PachaMama también la que les da sus medicinas‖ (Testimonio de un indígena de Puruwá) (Acero, 1989:5).

91
violencia que el Estado ha utilizado en contra de las nacionalidades Indígenas 18, no han sido
suficientes para destruir los principales elementos que dan cuerpo a nuestra identidad como pueblos,
como son: el idioma, el territorio, la cultura, la ciencia, la religión, la economía, nuestras formas de
administración, organización y las relaciones entre nuestros pueblos, dan fe de nuestra presencia en las
diferentes etapas históricas en las que junto a los otros sectores de la sociedad hemos sido
protagonistas permanentes y activos (CONAIE, 1992: 1). 19
Si bien a partir de 1998 la constitución política reconoce al Estado ecuatoriano como
pluricultural y multiétnico, lo que implica el reconocimiento de la diversidad cultural y de los
derechos colectivos para las nacionalidades y pueblos indígenas y afroecuatorianos, luego de una
década de trámites y cumplimiento de requisitos obligatorios, en el 2004, el Estado pluricultural
reconoce a la Universidad Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas-UINPI como una
―institución particular autofinanciada, de derecho privado‖. Del mismo modo, el Sistema de
Educación Intercultural Bilingüe funciona bajo los indicadores de gestión hispana. Igual cosa sucede
con la Medicina Indígena, que es incorporada dentro de la estructura administrativa de la salud del
Estado. Estos casos vienen a modo de ejemplo, en la intención de demostrar que el Estado
pluricultural, que reconoce la diversidad cultural y el derecho colectivo de los pueblos y
nacionalidades indígenas y afroecuatorianas, no puede efectivizarlos pues sus estructuras de poder
monoculturales siguen intactas.
En el 2008, la lucha del movimiento indígena y los movimientos sociales del Ecuador ha dado
sus frutos al hacer una transformación de la norma constitucional, que se sustenta en el
reconocimiento de las raíces milenarias, celebra la Pachamama, apela a la sabiduría de todas las
culturas, y hereda las luchas sociales de liberación frente a las formas de dominación y el
colonialismo, para emprender ―Una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía
con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay‖(Constitución de la República del
Ecuador, 2008). De este modo el Ecuador, el viejo Estado uninacional y monocultural, pasa a ser
intercultural y plurinacional. Al parecer la incorporación de las categorías conceptuales de la
plurinacionalidad e interculturalidad, así como de las bases filosóficas de la Pachamama y el Sumak
Kawsay propias de la nacionalidad Kichwa (de algún modo compartidas por las 12 nacionalidades
restantes), y con la reafirmación de los derechos colectivos que atañen también a los pueblos
afreoecuatoriano y montubio, significaría el desmontaje del patrón colonial de dominación, sin
embargo no ha sido suficiente.
La tesis del movimiento indígena de interculturalizar la sociedad está latente, pues sigue intacta
la base estructural-colonial del Estado, la cual se expresa en: a) la matriz política acostumbrada desde

18 Uno de los argumentos centrales del Movimiento Indígena Ecuatoriano en esta propuesta de

superar la modernidad es la de la ―negación del mito de la Modernidad‖. Tal como lo sostiene Dussel: ―la otra-
cara‖ negada y victimada de la ―Modernidad‖ debe primeramente descubrirse como ―inocente‖: es la ―víctima
inocente‖ del sacrificio ritual, que al descubrirse como inocente juzga a la ―Modernidad‖ como culpable de la
violencia sacrificadora, conquistadora originaria, constitutiva, esencial. Al negar la inocencia de la
―Modernidad‖ y al afirmar la Alteridad de ―El Otro‖, negado antes como víctima culpable, permite ―des-
cubrir‖ por primera vez la ―otra-cara‖ oculta y esencial a la ―Modernidad‖: el mundo periférico colonial, el
indio sacrificado, el negro esclavizado, la mujer oprimida, el niño y la cultura popular alienadas...‖ (Dussel,
1992: 69-81).
19 En este discurso podemos ver que el Movimiento Indígena Ecuatoriano exige que el Estado
reconozca que los pueblos indios han sido históricamente dejados afuera de las decisiones de su conformación
y desarrollo, y, esta misma situación es aprovechada para, ―desde afuera‖, desde la ―diferencia colonial‖,
posicionarse produciendo un pensamiento diferencial border thinking, es decir, una nueva lógica desde una
perspectiva subalterna, que mediante la apropiación de la diferencia colonial, opera como un proyecto
decolonial.

92
el derecho público a regular el derecho privado y que ahora confunde el derecho colectivo como un
―ilegal‖ doble derecho –de individuos (derecho privado)— en cuanto ciudadanos y de comunidad
(derecho colectivo) en tanto colectivos de nacionalidades y pueblos; b) la matriz social de
clasificación socio racial-lingüístico-religiosa con el discurso de la pobreza, la evangelización y el
desarrollo20; c) la matriz productiva basada en la explotación abusiva de la naturaleza en función de
una economía de mercado, en detrimento de la soberanía territorial y alimentaria y de una economía
de solidaridad autogestionaria; y, d) la matriz epistémica que sigue privilegiando el eurocentrismo al
negar otras formas de pensar y producir y transmitir el conocimiento.21 Con esto, sigue presente la
subjetividad colectiva del mestizaje, de considerar al indígena y al negro como subalternos y, por
tanto, sigue vigente también el proyecto civilizatorio moderno colonial global.
La situación socio-política del Ecuador exige, a todos quienes hacemos la sociedad ecuatoriana,
repensar los enfoques y las categorías sobre las cuales se fundamenta la acción de-colonial: la
diferencia cultural no puede seguir sosteniéndose desde la mismidad, pues ésta es constituyente de la
homogeneidad cultural, que a su vez es el fundamento de la construcción y el pensamiento del
Estado uninacional. La propuesta intercultural del movimiento indígena y afro se sostiene en la
alteridad como constituyente de la heterogeneidad cultural y fundamento para pensar la construcción
del Estado plurinacional.
Se hace necesario, también, dejar atrás los discursos de la multiculturalidad como categoría
descriptiva de la realidad existencial de los distintos grupos que se ubican en un espacio dado, en su
mismidad, y que ha servido para el ocultamiento de las desigualdades e inequidades sociales,
funcionales y justificatorios del proyecto neoliberal. Del mismo modo, hay que repensar la
pluriculturalidad que, desde la generalidad de la sociedad blanco-mestiza, se reduce a descriptor de
una realidad en la que se resalta la convivencia, para nada armónica o equitativa, entre dichos grupos.
Por ello, la interculturalidad y la acción de interculturalizar se presenta como una categoría actual de
reflexión, pues si bien es cierto que implica complejos de relaciones entre grupos humanos con
conocimientos, prácticas, valores, tradiciones, permite reconocer también las asimetrías sociales
económicas y políticas (Walsh, 2009). El poder de la colonialidad ha usurpado el concepto de la
interculturalidad propuesto inicialmente por el movimiento indígena ecuatoriano, para desde una
lógica del desarrollo humano ―remediar‖ las asimetrías sociales, buscando mantener las estructuras de

20 El gobierno ecuatoriano, en junio del 2009, mediante decreto 1780 faculta al Ministerio de
Gobierno y Policía a celebrar contratos con las misiones católicas que operan en las provincias amazónicas
(Sucumbíos, Orellana, Napo, Pastaza, Morona y Zamora), en la provincia costera de Esmeraldas y en la
provincia insular de Galápagos, para financiar el trabajo de estas congregaciones "en pro del desarrollo,
fortalecimiento de las culturas, evangelización e incorporación a la vida socioeconómica del país, de todos los
grupos humanos que habitan o habitaren dentro de la jurisdicción territorial encomendada a su cuidado,
exaltando los valores de la nacionalidad ecuatoriana". De este modo la Iglesia Católica mantiene la supremacía
colonial en sus tareas de educación y evangelización de los pueblos indígenas amazónicos y otros sectores
sociales marginados, convirtiéndola, en pleno siglo XXI, nuevamente en tutora del desarrollo de estos
pueblos.
21 La nueva Ley Orgánica de Educación Superior a pesar de que en los fines y principios prevé que
―las ciudadanas y los ciudadanos en forma individual y colectiva, las comunidades, pueblos y nacionalidades
tienen el derecho y la responsabilidad de participar en el proceso educativo superior‖, así como ―Promover y
fortalecer el desarrollo de las lenguas. culturas y sabidurías ancestrales de los pueblos y nacionalidades del
Ecuador en el marco de la interculturalidad‖, reconoce como instituciones del sistema de educación superior
únicamente a ―las universidades [y] escuelas politécnicas públicas y particulares‖, dejando de lado la
posibilidad de ejercer el derecho constitucional de ―Mantener, proteger y desarrollar los conocimientos
colectivos; sus ciencias, tecnologías y saberes ancestrales‖ (Constitución de la República del Ecuador, 2008).

93
poder intactas, incorporando las demandas de los grupos excluidos y procesándolas en su agenda
colonial.
Por ello, la ―re-existencia‖ practicada por el movimiento indígena ecuatoriano, afroecuatoriano
y los movimientos sociales que comparten esta visión, así como las propuestas planteadas para hacer
efectivo el Estado plurinacional a través de la interculturalización de la sociedad, se fundamentan en
una ―interculturalidad rebelde‖, pues parte de su propia experiencia de negación y exclusión, de
sometimiento y subalternización, tiene el propósito de eliminar las asimetrías sociales y la
diferenciación colonial, a través de la lucha por la transformación estructural de la sociedad, como
contrapropuesta a la geopolítica hegemónica monocultural.
¿Y cuáles son los miedos que actúan como barreras que impiden la construcción del Estado
Plurinacional? Uno de los temores planteados desde los grupos de poder y compartidos por varios
sectores de la sociedad ecuatoriana es la posibilidad de que el Estado-Nación se des-estructure y
caigamos en un desgobierno que nos lleve al caos social, político y económico. 22 Otro temor es que
el Ecuador deje de ser unitario y se produzca una ―balcanización‖ que nos lleve al enfrentamiento
entre mestizos, indígenas y negros, a pesar de que reiteradamente el movimiento indígena ha negado
argumentadamente que lo que se busca es la ―unidad en la diversidad‖ y no el separatismo, que sí ha
sido formulado por los grupos de poder económico de Guayaquil a través de su propuesta de
―régimen autonómico‖.
Otro de los miedos es el supuesto riesgo de perderse del tren de la modernidad y el progreso
que significaría un retraso para el país, pues según sus postulantes sería un volver al pasado como
signo de deterioro, como lo señala el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot: ―Si usted quiere ir al
Tahuantinsuyo ¡vaya señor, buen viaje! Quiere ir usted a los albores del siglo XX, vaya señor, buen
viaje. Nosotros queremos ir al siglo XXI del progreso, al siglo XXI de la justicia, de la tecnología, del
bienestar y del empleo‖ (Foro Internacional de las Autonomías, 2006).
Más allá de estos pretextos, el miedo real de la sociedad blanco-mestiza está fundamentado en
la posibilidad de la pérdida de los históricos privilegios, en la probable desarticulación de las
estructuras de poder que le han permitido gobernar en su provecho, en la posible pérdida de los
privilegios raciales y sociales, en la amenaza de contaminarse de otros modos no capitalistas de
pensar la vida y la naturaleza, y, en la irrupción de alter-nativos modos de concebir el mundo y la
vida, epistemes diferenciales que podrían cambiar los valores individualistas por unos más colectivos
y solidarios.

22 El Estado-nación ecuatoriano, por el entreguismo servil de la clase política dominante, durante las
tres últimas décadas ha estado sometido al designio de las políticas de organismos financieros internacionales
como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, así como
a los intereses de las corporaciones transnacionales, perdiendo la capacidad de gobierno y autonomía en sus
decisiones y llevando al país al caos social político y económico. Frente a esto, los detractores de la
plurinacionalidad nunca alzaron su voz para defender la estructura del Estado.

94
BIBLIOGRAFÍA
 ACERO, G.; DALLE, M. (1989). Medicina indígena, Cacha Chimborazo, Editorial, Quito, Abya Yala.
 ALBÁN A. (2007). Tiempos de zango y de guampín: transformaciones gastronómicas, territorialidad y re-existencia socio-
cultural en comunidades Afro-descendientes de los valles interandinos del Patía (sur de Colombia) y Chota (norte del
Ecuador), siglo XX, Tesis Doctoral, Biblioteca UASB, Quito.
 CASTRO-GÓMEZ, S. (2000). ―Ciencias sociales, violencia epistémica y el problema de la invención del
otro‖ en: Edgardo, Lander (Compilador). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, perspectivas
latinoamericanas., CLACSO, Buenos Aires.
 CERVONE, E. ; RIVERA, F. ( Editores) (1999). Imágenes e identidades, Quito, FLACSO
 CONAIE (1994). Proyecto Político, Consejo de Gobierno, Quito.
 ________ (1992). Proyecto de reformas a la Constitución Política del Ecuador, Quito.
 Constitución de la República del Ecuador (2008), Quito.
 DUSSEL, E. (1992). El encubrimiento del Otro, La Paz, Plural editores.
 _________(2002). ―Europa, Modernidad y Eurocentrismo‖. En La colonialidad del saber. Eurocentrismo y
ciencias sociales, Caracas, CLACSO.
 ESCOBAR, A. (1996). La invención del tercer mundo, Construcción y deconstrucción del desarrollo, Bogotá, Grupo
Editorial Norma.
 GALEANO, E. (1996). Cinco siglos de prohibición del arco iris en el cielo americano, Cajamarca, AckuQuinde
 GARCÉS, F. (2005). ―Las políticas del conocimiento y la colonialidad lingüística y epistémico‖. En Walsh,
Catherine, Pensamiento crítico y matriz colonial. Reflexiones Latinoamericanas, Quito, UASB.
 IÑÍGUEZ, S.; GUERRERO, G. (1993). ―Rasgos históricos de la educación indígena quichua en el
Ecuador‖. En Küper, W., Pedagogía intercultural bilingüe: experiencias de la región andina, Quito, AbyaYala.
 LANDER, E. (1999). ―Eurocentrismo y colonialismo en el pensamiento social latinoamericano‖. En
Castro-Gómez S., Guardiola-Rivera, et. al. (Editores), Pensar (en) los intersticios. Teoría y práctica de la crítica
poscolonial, Bogotá, Colección Pensar/Pontificia Universidad Javeriana.
 LANDER, E. (comp.) (2000). ―Ciencias sociales; saberes coloniales y eurocéntricos‖. En La colonialidad del
saber: eurocentrismo y ciencias sociales‖, Buenos Aires, CLACSO.
 LEY ORGÁNICA DE EDUCACIÓN SUPERIOR (2010), Registro Oficial N°. 298
 MIGNOLO, W. (1999). ―Globalización, procesos civilizatorios y la reubicación de las lenguas y culturas‖.
En Castro-Gómez S., Guardiola-Rivera, et. al. (Editores), Pensar (en) los intersticios. Teoría y práctica de la crítica
poscolonial, Bogotá, Colección Pensar/Pontificia Universidad Javeriana.
 ________ (2002). ―Colonialidad Global, Capitalismo y Hegemonía Epistémico‖. En Walsh, C.; Castro-
Gómez, S. & Schiwiy F., Indisciplinar las ciencias sociales. Geopolíticas del conocimiento y colonialidad del poder.
Perspectivas desde lo andino, Quito, UASB - Abya Yala.
 MITUR (2010). Ecuador, Ama la vida. La marca país, Quito.
 NOBOA, P. (2005). ―La matriz colonial y los silencios de la modernidad‖. En Walsh C., (editora),
Pensamiento crítico y matriz (de)colonial, reflexiones latinoamericanas, Quito, UASB - Abya-Yala.
 ORBE, G. (1987). Los indios ecuatorianos: evolución histórica y políticas indigenistas, Quito, Corporación Editora
Nacional.
 PRIETO, M. (2004). Liberalismo y temor: imaginando los sujetos indígenas en el Ecuador postcolonial 1895-1950,
Quito, FLACSO.
 QUIJANO, A. (1999). ―Colonialidad del Poder, cultura y conocimiento en América Latina‖. En Castro-
Gómez S., Guardiola-Rivera, et. al. (editores), Pensar (en) los intersticios. Teoría y práctica de la crítica poscolonial,
Bogotá, Colección Pensar/Pontificia Universidad Javeriana.
 ________ (2000a). ―Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina‖. En Lander, Edgardo
(compilador), La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales, Perspectivas Latinoamericanas, Buenos
Aires, CLACSO.

95
 QUIJANO, A. (2000b). Colonialidad del Poder, Globalización y Democracia, Caracas, Escuela de Estudios
Internacionales y Diplomáticos "Pedro Gual".
 RIVERA, S. (1993). ―Violencias encubiertas en Bolivia‖. En Albó, Xavier; y Barros, Javier (coords.),
Cultura y política, La Paz, CIPCA – ARUWIYIRI.
 TODOROV, T. (1987). La conquista de América: el problema del otro, Madrid, Siglo Veintiuno.
 WALSH, C. (2002) Interculturalidad, reformas constitucionales y pluralismo jurídico, Boletín ICCI-RIMAY, Año 4,
N° 36, Quito.
 ________ (2009). Interculturalidad, Estado y Sociedad. Luchas (de) coloniales de nuestra época, Quito, Universidad
Andina Simón Bolívar-Ediciones Abya-Yala.

96
EL DESARROLLO NACIONAL Y LA PLURINACIONALIDAD
¿PROCESOS ANTAGÓNICOS?

NATALIA CATALINA LEÓN G.

Introducción
La insurgencia de los pueblos del Ecuador duró casi treinta años durante las dos últimas
décadas del siglo XX y los primeros años del XXI, con cortos períodos de receso. Las centrales de
trabajadores, durante los ochenta, los campesinos e indígenas durante la última década del siglo XX y
el estudiantado, siempre. Esta jornada, de mediana duración, de protesta y construcción de la justicia
social, fue el proceso que creó la oportunidad y las condiciones sociales y políticas, para que, a inicios
del siglo XXI, triunfase el candidato a la Presidencia de la República Rafael Correa, carismático e
iconoclasta. Su interpelación sedujo a las mayorías, eclipsando la incidencia de otras opciones de la
centro-izquierda, con un discurso de radical cuestionamiento al orden establecido a fines de los
setenta e inicio de los ochenta: lo que él bautizó como ―partidocracia‖. Para su triunfo, no menos
importantes fueron la agilidad y contundencia en el manejo del lenguaje y el elaborado simbolismo.
Ya en la primera ronda electoral, este outsider cautivó a la mayoría del electorado, y en la segunda
ronda capitalizó las adhesiones de otras candidaturas, conjurando el peligro del triunfo del populista
de derecha, el archimillonario bananero Álvaro Noboa.
El desenlace electoral del año 2006 cerraba el ciclo de luchas que animaron la vida política
ecuatoriana, desde el retorno constitucional de 1979-1980. Se recuperó entonces la democracia de las
urnas y de manera simultánea y tempranamente fueron introducidos elementos del modelo neoliberal
manejado a través de soluciones monetarias (devaluaciones de toda magnitud) hasta los primeros
años noventas, defraudando severamente las expectativas de la gente, tras el hundimiento de las
dictaduras desarrollistas y el arraigo de la ficción de una economía petrolera. Y cuando la crisis
económica amenazaba con tocar fondo, a mediados de la última década del siglo pasado, se optó por
salidas francamente plutocráticas que, escandalosamente, salvaron a varios eslabones del quebrado
sistema financiero. Después del inmoral y multimillonario salvataje bancario, el golpe final nos fue
asestado con el feriado bancario de 1999, que arrasara con los ahorros y las esperanzas de mucha
gente. El ajuste estructural que había iniciado Osvaldo Hurtado, a inicios de los ochenta, se aceleró
durante la presidencia del derechista extremo Sixto Durán Ballén, pues la agenda neoliberal estaba
―retrasada‖ en el Ecuador, y urgía la reversión del proceso de reforma agraria, la privatización de las
empresas públicas y de los recursos estatales declarados estratégicos, tales como el petróleo, el sector
eléctrico y las telecomunicaciones El maridaje de apariencias entre la democracia electoral y el ajuste
estructural fue evidenciando, cada vez con mayor profundidad, su inviabilidad. Así fue como en los
años 1997 (impugnación contra Abdalá Bucaram), 2000 (derrocamiento de Jamil Mahuad) y 2005
(expulsión de Lucio Gutiérrez), la contestación y objeción del modelo social y económico alcanzó su
clímax, pues la crisis no era apenas económica, sino también de moralidad pública, institucional y de
representación. Durante el período de agudización de la crisis, la inestabilidad era mitigada por la vía
electoral; mas las victorias obtenidas por las fuerzas políticas, generalmente de derechas, en tales


Docente investigadora de la Universidad de Cuenca, Ecuador, Facultad de Filosofía, Letras y
Ciencias de la Educación. Maestra en Historia por la FLACSO, Ecuador y Doctora en Sociología por la
Universidad de Brasilia, Brasil.

97
contextos fueron pírricas y de corta duración. Los cortos ciclos políticos desde 1997 hasta el 2005,
una y otra vez, se cerraron con la expulsión del mesías de turno. Y es ésta la coyuntura de la inflexión
histórica que llevaría al poder a Rafael Correa.
Tras esta secuencia de ensayo-y-error en materia electoral, el candidato presidencial Rafael
Correa se presentó prometiendo replantear las reglas del juego socio-político, nacional e
internacional, incluida la oferta de hacer ―¡que se vayan todos!‖, refiriéndose a la reestructuración de
los poderes del Estado secuestrados por mafias y corporaciones. Correa cumplió ese deseo de mucha
gente, al poco tiempo de su llegada al poder, mediante la disolución del Congreso. La proclama de la
Revolución Ciudadana sobre la redistribución de la riqueza fue refrendada con el recorte de la
remuneración presidencial a la mitad, en el Decreto Presidencial No. 1. Más adelante, al hacerse
efectivo el combate a la corrupción y la transparencia tributaria, la confianza de amplios sectores
sociales ganó un largo aliento, que permitiría a la coalición oficialista Alianza Patria Altiva i Soberana
(PAIS) triunfar en seis elecciones consecutivas.
La Constitución de Montecristi, aprobada en referéndum en el 2008, pautó un nuevo escenario
político institucional y modificó las reglas del juego político y económico, lo que terminó afectando
los intereses de los usufructuarios de los poderes constituidos durante el último cuarto de siglo
(banqueros, empresarios, incluidos varios sectores de la burocracia sindical). Éste fue el detonante de
la conflictividad política, ahora reconfigurada bajo un nuevo patrón. No obstante, existe otra
vertiente de la agitación social y política, pues el Presidente se abrió nuevos frentes de confrontación
con los llamados ―movimientos sociales‖, varios de los cuales contribuyeron decididamente al triunfo
de PAIS; el ambiente entonces se deteriora rápidamente debido ―a las tensas relaciones entre la
fuerza gobernante y las más importantes dinámicas de acción colectiva en la sociedad ecuatoriana‖ y
a las dificultades del mandatario para reconocerlas en su autonomía (Véase Ramírez, 2010: 227).
El gobierno de Rafael Correa se caracterizó, desde el inicio, por una publicidad cargada de
simbolismo izquierdista y popular. Es así que su investidura presidencial fue realizada primeramente
en Zumbahua, en la provincia del Cotopaxi, la cuna de un segmento importantísimo del movimiento
indígena-campesino y también la zona donde Correa en su juventud realizó activismo social junto a
la misión salesiana. El ceremonial de investidura fue aderezado con un mensaje en lengua quichua,
junto a los presidentes Hugo Chávez y Evo Morales y representantes de los gobiernos
latinoamericanos, ataviados todos con ponchos, y frente a cientos de indígenas que agitaban sus
wipalas. Meses después, el Presidente Correa desfilaba a la cabeza de los trabajadores el Primero de
Mayo. El simbolismo, en política, es un poderoso mecanismo de interpelación, porque incorpora una
promesa implícita, activa emociones y asociaciones y despierta los mecanismos de identificación. De
manera que la interpelación política, con su promesa implícita, fue lanzada a los movimientos
sociales, aunque varios de sus dirigentes desconfiaron de Rafael Correa desde el inicio mismo del
período presidencial.
Testigos de tal estrategia de persuasión, a más de un ecuatoriano o ecuatoriana ha provocado
extrañeza y preocupación la confrontación del Presidente con los llamados ―movimientos sociales‖.
La confrontación a veces alcanza niveles dramáticos. Genera inquietud, en particular, la
desavenencia con un segmento importante del movimiento indígena, aglutinado en torno a la
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), el agente más importante de
la política contestataria durante los años noventa. Desde el año 2009, la discrepancia crecía cada
momento que en la Asamblea Nacional se discutían nuevos proyectos de ley: el de aguas, de minería,
de educación bilingüe, entre otros.
La conflictividad del movimiento indígena con el gobierno se ha expresado en marchas, tomas
de carreteras, uno que otro levantamiento sin la contundencia y la adhesión de antaño, en la medida
que la alianza con el Partido Sociedad Patriótica y su dirigente el ex coronel Lucio Gutiérrez,
desarticuló y dividió la organización en el lapso que duró su mandato presidencial. En una
98
manifestación de extremosidad, la dirigencia de la CONAIE llegó a entablar conversaciones con la
Junta Cívica de Guayaquil, refugio de la extrema derecha y de la crema y nata de banqueros,
exportadores, grandes comerciantes costeños, adalides de la autonomía política regional con tintes
separatistas. Por fin, a propósito del intento de golpe de Estado del 30 de septiembre de 2010, la
dirigente nacional y asambleísta Lourdes Tibán, lideresa indígena cotopaxense1, respaldó
incondicionalmente a los insurrectos. Hay muchas más evidencias de que la CONAIE está una
oposición inconciliable frente al gobierno de Rafael Correa. El mandatario, por su parte, ha
respondido en un tono de similar animadversión, objetando, entre otras, la demanda de indígenas y
ecologistas de que la prospección y explotación de minerales se realice bajo consulta previa y
consentimiento de los pueblos y comunidades en cuyo territorio se encuentre el recurso. La
divergencia de perspectivas entre ex aliados, con frecuencia poco tolerantes, ha recibido una
amplísima cobertura mediática. En una inédita apertura hacia la dirigencia indígena y sindical, los
grandes medios de comunicación han dado gran visibilidad a estos actores políticos, otrora
malqueridos por los medios ―independientes‖.
¿Cuál sería el trasfondo de los obstáculos, hasta ahora invencibles, para el diálogo? Me
propongo, aquí, comprender las razones de tan azarosa relación, entre dos agentes políticos que
dicen luchar por el Buen Vivir y la democratización de la sociedad. Considero, sin embargo, que las
hostilidades entre Correa y los indígenas es solamente el síntoma de discrepancias mayores y de
fondo, cuyo origen serían las perspectivas y proyectos de sociedad y de país que abriga cada uno de
los actores del desacuerdo. Divergencias que, por otro lado, son expresiones de las heridas legadas
por el colonialismo interno de los siglos XIX y XX y jamás suturadas.
La tesis que articula esta reflexión es que la profundidad del diferendo está motivada, por un
lado, por la posición del movimiento indígena, en el segmento articulado en torno a la CONAIE, que
ha priorizado una agenda política basada en la demanda étnico-nacional que supone la autonomía
político-territorial, incluyendo la administración de los territorios reivindicados al margen del Estado,
aun en las decisiones de carácter internacional y la explotación de las riquezas del subsuelo. Por otro
lado, el gobierno de Rafael Correa, como nunca en la historia ecuatoriana, busca consolidar un
proyecto nacional-desarrollista que contempla, como reza el Objetivo 1 del Plan Nacional para el
Buen Vivir, ―la cohesión y la integración social y territorial en la diversidad‖; el enunciado desde
luego es utópico, pues habiendo apetencias autonomistas manifiestas, existen también los intereses
corporativos de las elites indígenas, desde cuya perspectiva la territorialidad es un soporte político
axial. De la misma manera, el tratamiento de la diferencia, desde el gobierno, se ve insuficiente.
El texto que presento contiene un análisis del cambio político de la CONAIE, sobre todo,
acerca de cómo se fue disociando la demanda por la reestructuración de las relaciones agrarias de la
reivindicación de la etnicidad que, como veremos, marcharon juntas al inicio por varias décadas. A
continuación exploraremos el trasfondo de la intervención estatal después de 1994, en los impactos
políticos sobre la Confederación, para culminar con el examen del desencuentro de la política
nacional-desarrollista del gobierno de la Revolución Ciudadana con las aspiraciones de la
Plurinacionalidad, en la versión de la dirigencia de la CONAIE.2

1 La doctora Tibán ha sido permanentemente funcionaria de las agencias de desarrollo, a nivel

nacional e internacional, para las políticas indigenistas.


2 Otras organizaciones, tales como la FENOCIN, Federación Nacional de Organizaciones Indígenas
y Negras o la FEI, Federación Ecuatoriana de Indios que ha recuperado su dinámica política, se mantienen
afines a la tesis original sobre la Plurinacionalidad, en especial en lo concerniente a la reestructuración de las
relaciones capitalistas en el agro.

99
Pensamiento y praxis de la CONAIE en la mediana duración (desde los años
ochenta hasta nuestros días)
En el Ecuador y América Latina, la gestación de la indianidad o identidad-discurso de los
indígenas tiene en el siglo XX una historia anterior a la creación de las organizaciones por la reforma
agraria y más aun de la eclosión de la diferencia étnica en las décadas de los ochenta y los noventa.
Curiosamente, este proceso de etnogénesis transcurre a instancias de la intervención de indigenistas,
es decir de agentes externos, sean estos independientes o vinculados al Estado, el indigenismo oficial
(Véase Landa, 2006). Por citar un ejemplo, la actividad de la maestra comunista María Luisa Gómez
de la Torre en el caso ecuatoriano, fue orientada a la organización en el cantón Cayambe, provincia
de Pichincha, de sindicatos de indígenas en contra del trabajo servil y la explotación de los
latifundistas. Este tipo de intervención ha sido vista desde ópticas distintas. Andrés Guerrero (1995),
por ejemplo, tiende a ver, en tales casos, una mediación o representación ventrílocua, una especie de
toma de la palabra para expresar demandas en nombre de los indígenas (1995), mientras que Marc
Becker la concibe como parte de una alianza interétnica por una misma causa: la lucha
antilatifundista y anticapitalista. Por otro lado, décadas más tarde el indigenismo oficial por
delegación del Estado, encarnado en la obra de alfabetizadores o de instituciones como la Central
Ecuatoriana de Servicios Agrícolas, CESA, ha significado búsquedas, en un espectro que va desde la
asimilación cultural o igualación, hasta la promoción y el desarrollo agrario. Luego, es importante
también la presencia de la Iglesia con sus catequistas y misioneros, hasta la época de intervención de
la Iglesia Popular, inspirada en la Teología de la Liberación.
Es interesante el análisis de Bretón Solo de Saldívar, en lo que se refiere al efecto de estas
presencias ―indigenistas‖ externas que no buscaron desatar procesos identitarios. Dice el autor que
las mismas, lejos de disolver a los indígenas en la comunidad imaginada, contribuyeron reforzando
las identidades indias basadas en la dicotomía indígenas versus blanco-mestizos, que aportaron para
su reinvención (Bretón, 2009). Considero que tal efecto es extensivo a la intervención estatal a través
de los procesos inconclusos de reforma agraria de 1964 y 1973, que aparentemente satisfarían una
demanda ―de clase‖, en respuesta a una reivindicación que despertó de la mano con la militancia
comunista y socialista, durante las décadas de los cincuenta y sesenta, así como a la formación de
promotores indígenas. De tal manera, los procesos de organización de la década de los ochenta no
serían sino la continuidad de la formación de identidades étnicas y campesinas. Lo que ocurrió con la
entrada en escena de la Confederación de Nacionalidades Indígenas, desde 1986, intentaremos
sintetizar a través de una periodización.
Primer período. En 1990-1994, la CONAIE realiza su aparición triunfal en el escenario
político, con una gran presencia de las bases y simpatía de los ―hispano-ecuatorianos‖ (como sus
intelectuales llaman a quienes generalmente nos autodenominamos ―mestizos‖). Entre mayo-junio
de 1990 tuvo lugar el Primer Gran Levantamiento de las nacionalidades y pueblos indígenas, el
―Levantamiento del Inti Raymi‖, que re-significó un antiguo repertorio de movilización que se
convertirá en una poderosa herramienta de resistencia durante la última década del siglo XX. El gran
motivo de la movilización era la demanda de la ―plurinacionalidad‖ vinculada a un proceso de
reforma agraria profunda, señalando que la problemática indígena, en su especificidad, es una parte
de lo que tiene que ser globalmente resuelto, para favorecer a los sectores postergados de la sociedad.
Se trataría, pues, de una lucha independiente, aunque junto con otros sectores sociales (en ―alianza
interétnica‖, como diría el historiador Becker) por la construcción de la ―nación plurinacional‖, desde
un proyecto anticapitalista.
Segundo período. 1994 mayo-2001 enero. La CONAIE salió a la palestra en su Segundo
Levantamiento, como punta de lanza en contra de las privatizaciones y del neoliberalismo. No
obstante, se deja entrever la existencia de facciones, una de las cuales defenderá la territorialidad, en
desmedro de la solución de la problemática agraria, limitando el concepto de la Plurinacionalidad,

100
mutilando la proclama del Levantamiento del Inti Raymi en 1990. El desenlace político de este
Levantamiento confirmó el desencuentro de perspectivas al interior del movimiento, pues el
gobierno y los representantes de la CONAIE llegaron a consensuar el tenor de la Ley de Desarrollo
Agrario, sustituta de la antigua Ley de Reforma Agraria; aun más el consenso involucró el acuerdo
para el cese de la reivindicación de la reestructuración agraria. Más adelante la CONAIE será
penetrada por la inteligencia militar, como mostró la asonada del 21 de enero del 2000 que derrocó a
Jamil Mahuad, catapultando la figura de Lucio Gutiérrez. El Levantamiento de enero del 2001, en el
gobierno de Gustavo Noboa, fue sobre todo un acto de rebeldía de las bases de la CONAIE, en un
intento por salvaguardar las condiciones de vida para el pueblo plurinacional con el eslogan ―Nada
sólo para los indios‖. Considero a este levantamiento de la CONAIE su momento, un ejercicio real
de liderazgo nacional, como nunca antes lo habría logrado ninguna fuerza política. En realidad, ese
fue el canto del cisne (Véase León, 2009).
Tercer período. 2002-2006. La política de la CONAIE en este momento se vuelve a entretejer
con los designios del Partido Sociedad Patriótica, cuyo candidato a la Presidencia de la República,
Lucio Gutiérrez, triunfó electoralmente. El apoyo fue reciprocado con el nombramiento a varios
indígenas, a militantes del MPD y Pachakutik para altos puestos de gobierno. La organización se
expuso a la crisis y a la desmovilización, puesto que al cabo de pocos meses, Gutiérrez rompió la
alianza con dichas organizaciones. La CONAIE se sumió en un estado de aturdimiento mientras sus
bases campesinas de la Sierra y el Oriente sufrieron intentos de cooptación clientelar por parte de ese
gobierno.
Cuarto período. 2006-2008. En el año 2006, la candidatura presidencial de Rafael Correa recibe
el respaldo parcial del movimiento indígena en la primera ronda; en la segunda ronda electoral, el
candidato de Patria Altiva i Soberana gozó del apoyo de ese sector ciudadano; además, se clarificó
que tal respaldo fortalecería las opciones para las candidaturas locales. Durante 2007-2008, se dejan
entrever nuevas discrepancias internas, pues la Constitución de Montecristi no fue saludada con igual
entusiasmo por todos los sectores de la CONAIE.
Quinto período. Desde el 2009 hasta hoy la CONAIE se opone decididamente al gobierno de
la Revolución Ciudadana, pues ha sido imposible consensuar en torno a los proyectos de ley sobre
Minería, Recursos Hídricos, Ordenamiento Territorial, entre otros. Por otro lado, se acentúan las
contradicciones y los procesos de dispersión y disidencia en el seno de la organización, en el contexto
de extrañas actuaciones de la dirigencia indígena, tales como las nombradas conversaciones con la
Junta Cívica de Guayaquil. Las conversaciones entre el gobierno y la CONAIE, a propósito de las
leyes de Minería, Aguas y otras, están suspendidas desde los primeros meses del 2010.
El proyecto político: variaciones, continuidades y disonancias
En la década de 1980, las organizaciones indígenas inician deliberaciones en torno a la
naturaleza del Estado y la sociedad ecuatorianos, se debate sobre las tareas políticas colectivas, así
como sobre las orientaciones de las luchas políticas. Un interesante balance del proceso histórico del
movimiento indígena, desde la invasión ibérica hasta 1988, representa la obra colectiva Las
nacionalidades indígenas en el Ecuador (CONAIE, 1988). Veamos cómo en ese entonces los indígenas
evaluaban su lucha. Durante la década de 1960, mencionan los autores, aparecen las organizaciones
indígenas para la lucha por la reforma agraria, el acceso a prestaciones sociales y la mejora de los
salarios, con el apoyo de ―mediadores‖ [izquierdistas orgánicos] de las demandas ante el Estado, bajo
cuya influencia el movimiento habría ganado organicidad, materializada en los sindicatos campesinos
que unieron a los trabajadores precarizados de las haciendas; la Federación Ecuatoriana de Indios
(FEI) fue la matriz nacional de esta causa. La FEI, se dice, no recogía plenamente las búsquedas del
movimiento indígena, porque priorizaba lo económico, dejando fuera de su ámbito a la
reivindicación cultural-identitaria, y porque tampoco pudo constituirse en referente de los indígenas
que no estaban vinculados a la hacienda; las luchas de aquellos años nunca perdieron su contenido
101
étnico, a pesar de expresarse mediante repertorios clasistas, tales como las huelgas 3. Durante la
década de 1980, se consolidarían las organizaciones indígenas de nuevo tipo, actuantes sin
intermediarios, y es entonces cuando en el seno del movimiento se teoriza:

…adoptamos el concepto de nacionalidad indígena entendida como una comunidad de historia, lengua,
cultura y territorio; luchamos porque se reconozca el carácter plurinacional, pluriétnico y plurilingüe de
la sociedad ecuatoriana; por el reconocimiento de los territorios nativos‖ (CONAIE, 1988: 161).

El estudio en mención se refiere a la disyuntiva política de la organización a finales de los 80 y


que marcará la tónica de los disensos internos por muchos años. El dilema se cristalizó en torno a
dos posiciones: una, referida a la orientación clasista y otra, adscrita a las definiciones étnicas. Los
autores señalan las limitaciones de una y otra: la primera ha sido circunscrita a una praxis campesino-
sindicalista, la segunda estaría teñida ―de caracteres racistas en la medida que se propugna una lucha
de indígenas contra mestizos, y en donde, la posición más extrema plantea la expulsión del invasor y
el retomo al Tahuantinsuyo‖ (CONAIE, 1988: 161). En todo caso, la posición oficial de la CONAIE
a finales de los años 80 del siglo fenecido, sería definida por una doble dimensión de la lucha
indígena ―de clase y étnica‖, así como por alianzas con sectores organizados ―para luchar por la
transformación de la sociedad‖, en circunstancias de independencia de la organización indígena
(CONAIE, 1988: 161).

Dicho texto es una suerte de preludio programático para la entrada en acción a inicios de años
90, siendo el Primer Levantamiento de las Nacionalidades Indígenas de 1990 la experiencia que puso
a prueba la validez de los postulados. Después del Levantamiento, se tornó necesaria una nueva
síntesis programática, que fue presentada a la sociedad ecuatoriana en 1994 y que marcaría la acción
política de la Confederación, aunque no sin disensos entre los alineados a las posiciones clasista y
etnicista. Las definiciones más relevantes de aquel Proyecto Político fueron las siguientes: a) en torno
al llamado ―problema del indio‖, cuya resolución atañe a la sociedad ecuatoriana en su conjunto, por
tratarse de un problema político-estructural y no ―pedagógico‖ (CONAIE, 1994: 6); b)sobre el
carácter de la lucha del movimiento concebida como la lucha por la conquista del poder –y no
apenas como un conjunto de reivindicaciones—, en aras de ―la transformación de la naturaleza del
actual poder del Estado Uninacional hegemónico, excluyente, antidemocrático y represivo; y
construir la Nueva Sociedad Humanista Plurinacional‖; c) la necesidad de resolver de manera
definitiva del problema de la tierra y de la territorialidad para las nacionalidades indígenas; d) por la
solución definitiva del ―desempleo y subempleo, de la vivienda, de la educación, de la salud, y la
terrible lacra social y humana de la discriminación y segregación racial‖; y, e) un espíritu desarrollista
concebía la industrialización como una de las metas nacionales incumplidas. El Proyecto de 1994
otorga una relevancia cardinal al cumplimiento de la Ley de Reforma Agraria y Colonización vigente
a la sazón ―en sus postulados más progresistas‖ (CONAIE, 1994: 31).
En términos políticos, el Proyecto de la CONAIE se refiere a la construcción del pluralismo,
de la autonomía, del no sometimiento ―al Estado Uninacional burgués‖. De la misma manera, se
identifica al haz de fuerzas que trabajarían la Nueva Nación Plurinacional, por la igualdad de
derechos, la paz y la armonía entre nacionalidades, nada menos que ―la diversidad de Pueblos y

3 ―… la reivindicación de la tierra tuvo un doble significado […] como base de nuestra subsistencia,
pero también como la Pacha Mama, nuestra fuente cultural. Cuando pedíamos mejores condiciones de vida
no era simplemente mejoras salariales, sino que exigíamos que se acabe el discrimen, los maltratos, los abusos,
etc., a los que habíamos estado sometidos durante siglos por el hecho de ser indígenas‖ (CONAIE, 1988:
158).

102
Nacionalidades Indígenas, del pueblo Afro-ecuatoriano e Hispano-ecuatoriano‖, señalando que las
mismas deben mantenerse unidas en el campo económico, social, cultural y político. La convocatoria,
como vemos, es universal y está dirigida a tres grandes conglomerados etno-nacionales. Diríamos
que se trata de un programa etno-socialista, que prevé las formas de propiedad familiar-personal,
comunitaria autogestionaria, estatal y mixta.
Este ambicioso proyecto cultural, socio-económico y político fue presentado a la sociedad
ecuatoriana, mientras las Cámaras de Agricultura y Ganadería, junto con sus ―intelectuales‖ y
políticos cocinaban una ley que anularía toda posibilidad de un reparto equitativo de la tierra,
iniciando el llamado proceso de ―contrarreforma agraria‖, la Ley de Desarrollo Agrario. Y si el
proyecto de la CONAIE de 1994 entrañaba el deseo sincero de sus autores y autoras de construir un
Estado Plurinacional con justicia social y sin discriminación, ¿cómo no temer el avance y
fortalecimiento de un sujeto que había incorporado y superado los aprendizajes de la izquierda,
agregando a sus acciones una nueva sabiduría política y que, para colmo, tenía una enorme capacidad
de convocatoria? A ese sujeto, indudablemente, había que cortarle las alas, intentar corromperlo,
cooptarlo y confundirlo. Y hubo receptores sensibles a estos designios. Esto analizaremos más
adelante.
Escrutemos, ahora, la versión del proyecto político de la CONAIE vigente hasta la actualidad.
La primera sorpresa nos llevamos cuando, aparentemente, encontramos casi los mismos contenidos
que los del Proyecto de 1994. Sin embargo, un cuidadoso cotejo de la versión original, la de 1994,
con la que hoy podemos descargar de la página electrónica de la CONAIE, nos muestra que hay dos
o tres cambios que podrían hasta pasar desapercibidos, si no fuera porque le dan un giro de 180
grados a la hoja de ruta de la Confederación. Llama la atención, primero, una cierta reiteración del
concepto ―blanco-mestizo‖, término que se aplica a la caracterización del Estado, a la dominación,
etc. Lo que interpreto como una racialización del enfoque, aunque moderada en honor a la verdad.
Luego, en lugar de la añeja demanda de cumplimiento de ―lo mejor de la Ley de Reforma Agraria‖, lo
que hoy se reclama es la obediencia a la ―Ley de Desarrollo Agrario vigente, con el propósito de
promover el desarrollo económico integral de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas‖ (CONAIE,
s.f.: 20). ¿Cuáles son las implicaciones de la reivindicación actual de la CONAIE?
La Ley de Desarrollo Agrario puesta en vigencia en 1994, que deja sin efecto la Ley de
Reforma Agraria de 1973, cancela, de manera definitiva, el proceso de redistribución de la tierra. Por
ejemplo, entre las causales para la expropiación, el inciso que abriría la posibilidad de expropiación
asegura la no expropiación, mediante múltiples ―candados‖; esto es, la enajenación se prohíbe
cuando ―las tierras aptas para la explotación agraria se hayan mantenido inexplotadas por más de dos
años consecutivos‖, y por otra parte, ―siempre que no estuvieran en áreas protegidas, de reserva
ecológica, constituyan bosques protectores o sufran inundaciones u otros casos fortuitos que hicieran
imposible su cultivo o aprovechamiento‖ (Viteri, 2007: 24). Esta formulación, que en su segunda
parte parece ―ambientalista‖, nos muestra su verdadero rostro cuando abre la puerta para la
expropiación, siempre y cuando las tierras no hayan sufrido por los desastres climáticos inundación,
sequía u otro ―caso fortuito‖. Me pregunto: ¿cuántas de las propiedades agrícolas en nuestro país
alguna vez no experimentó algún daño y más todavía en el contexto del cambio climático que lo
venimos sintiendo desde hace varios años, están al abrigo de la protección divina, sin resultar
afectadas por los consabidos ―casos fortuitos‖?
Ahora bien, a mediano plazo la aplicación de la ley ha dado sus frutos, y el Censo
Agropecuario de 2000 nos muestra varios elocuentes ejemplos de impactos sociales: a) la
concentración de tierras, el 42,5%, en pocas manos: el 2.3% de los propietarios, aquellos que poseen
más de 100 hectáreas (proporciones que son similares a las de los años 1954 y 1974); b) el paisaje de
la desigualdad se completa si vemos que, como contrapartida, el 63,5% de las unidades productivas,
aquellas que son menores a 5 hectáreas, poseen apenas el 6.3% de las tierras; c) por fin, son los

103
grandes propietarios quienes en estas condiciones han podido prosperar, puesto que en sus unidades
el suelo se destina a beneficiar las actividades rentables, tales como la ganadería (con pastos naturales
y pastos cultivados) y a los cultivos permanentes (para la agroindustria y exportación); mientras que
los pequeños propietarios deben conformarse con la poco rentable producción de alimentos para el
mercado interno (Cfr. Viteri, 2007: 37). La actual dirigencia de la CONAIE no se ha pronunciado
sobre los efectos del giro etnicista de antaño, sus reivindicaciones continúan girando en torno a la
identidad, la territorialidad y actualmente a la ecología.
Dos levantamientos y un giro político
Pasemos a observar las concreciones político-programáticas en la acción de la CONAIE,
organización que, a las puertas de la última década del siglo XX, capitaliza y rebasa ampliamente el
liderazgo de una izquierda político-partidaria aturdida por el colapso del socialismo en Europa y
disminuida orgánicamente. Recordemos que la CONAIE, buscando irradiar su diferencia, acude al
remozamiento de un antiguo repertorio de lucha, el levantamiento que, a decir de Andrés Guerrero,
perseguía de manera expresa ―implantar un demarcador étnico en el campo de los actos y el discurso
político, consecuentes con nuestras costumbres y culturas de rebeldía […] el objetivo fue tallar […]
una distinción inconfundible con respecto a las huelgas nacionales convocadas por los sindicatos‖
(Guerrero, 2000: 124).
Con todo, el Primer Levantamiento de los Pueblos y Nacionalidades indígenas del Ecuador,
realizado entre el 28 de mayo al 11 de junio de 1990, se inspiró indudablemente en las proyecciones
teórico-doctrinarias de los años ochenta, que ya hemos revisado. La organización actuó acatando el
―Mandato por la defensa de la vida y los derechos de las nacionalidades indígenas‖ que sintetizó en
dieciséis las demandas de los pueblos originarios. El Mandato define líneas de acción para la
demanda de la tierra, en una doble perspectiva: primera, la solución de los conflictos de tierras y
aguas para consumo y regadío, mediante la legalización y entrega a las comunidades (es decir, una
reforma agraria efectiva que debería garantizar también la no contaminación del ambiente), y
segunda, la restitución de territorios a las nacionalidades indígenas. En el plano de lo económico, se
reivindica la condonación de las deudas contraídas con organismos nacionales de crédito, el Instituto
Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (IERAC), con el Fondo Ecuatoriano Populorum
Progressio (FEPP), Banco de Fomento; se exige, asimismo, el congelamiento de precios de
productos de la industria y un precio justo para la producción campesina; se reclama igualmente la
creación de partidas presupuestarias para la educación intercultural bilingüe. En el campo de la
política cultural, los indígenas emplazan a toda la sociedad y a los poderes constituidos, en especial la
trascendental Reforma de la Constitución entonces vigente, con la declaratoria del Estado
Plurinacional (conquistada años después); además, exigen ordenanzas que declaren el control,
protección y desarrollo de los sitios arqueológicos por parte de la CONAIE y sus organizaciones
filiales; al igual que la legalización y el financiamiento estatal de la práctica de la medicina indígena. Es
inútil reducir el Mandato a la dicotomía etnia/clase, como solían hacer los académicos y los políticos
de izquierda hace algunos años Las reivindicaciones de mayo-junio de 1990 son mucho más que
étnicas y de clase, y apuntan a la transformación de la sociedad ecuatoriana con equidad, igualdad y
respeto a la diferencia, integridad de la Pachamama y no contaminación. En aquel momento,
realmente se trataba de la punta del ovillo de un nuevo paradigma civilizatorio, una síntesis
interesante de la tríada: redistribución de la riqueza social-reconocimiento de la diferencia
cultural/territorialidad-defensa de la naturaleza. La tríada en su integridad probablemente sea la más
lograda utopía planteada, su mutilación convertiría en fetiche la causa de la transformación social,
abriendo intersticios para los dobles discursos.
En los días y meses del Segundo Levantamiento de las Nacionalidades, en mayo-junio de 1994,
el tema agrario e indígena-campesino se dirimía en dos escenarios paralelos. En uno de ellos, como
vimos, se defendía la posibilidad de un cambio positivo para la mayoría de ―pueblos y nacionalidades

104
indígenas‖, ―afro-ecuatorianos‖ e ―hispano-ecuatorianos‖. En el otro, el gobierno y las Cámaras de
Agricultura y Ganadería desbrozaban el terreno legal e institucional para la anulación de los
escuálidos resultados y efectos de las políticas y reformas agrarias de gobiernos anteriores,
elaborando la nueva Ley de Desarrollo Agrario, de corte neoliberal; bajo presión de los indígenas
movilizados, el Presidente Durán Ballén invitó a representantes de la CONAIE a negociar y
consensuar el contenido de la Ley, y los representantes acudieron al convite del gobierno. No
obstante, en el primer escenario, se preparaba una medida de insurgencia más que de simple protesta;
el objetivo explícito del Levantamiento fue justamente el rechazo a la Ley de Desarrollo Agrario. La
ley, eufemísticamente retocada, de todos modos entraría en vigencia en poco tiempo, increíblemente
bajo el ―consenso‖ de todos los actores: el gobierno, las Cámaras, los representantes indígenas. En
todo caso, los días del Levantamiento fueron inéditos en la historia contemporánea del Ecuador,
pues las carreteras permanecieron bloqueadas durante varios días, y los productos de primera
necesidad comenzaron a escasear.
Andrés Guerrero ha hecho el balance del levantamiento y de las negociaciones de 1994. Sin
desconocer el magro resultado de las negociaciones en lo que concierne a la transformación agraria,
Guerrero tiende a mirar de manera optimista el desenlace y sugiere que, en el contexto de los
diálogos con el gobierno, la negociadora indígena Nina Pacari habría logrado imponer su estrategia,
llevando la marcha del evento al ritmo de la CONAIE, haciendo escuchar y logrando que el gobierno
y el país entero escuchen la demanda étnica, desarrollada como discurso propio. Según Guerrero, el
saldo de las negociaciones fue favorable al movimiento, puesto que ―el objetivo de largo alcance de la
CONAIE‖ era ―legitimar su discurso y demostrar su capacidad de representación de los indígenas y,
de esta manera, ubicarse en el plexo de la esfera pública‖ (Guerrero, 2000: 147). Pero el propósito
inicial superaba, recordemos, el mero reparto de tierras, ya que lo que se pretendía, en palabras de la
propia CONAIE, era una transformación que arrase con el acaparamiento de tierras, con la injusticia
social en el agro y con la discriminación.
Una anécdota personal me permitió comprender las aspiraciones de los diferentes sectores de
la CONAIE, así como su mirada política sobre la situación del país. En el año 2002 visité Tigua,
parroquia de Zumbahua (localidad antes mencionada) para realizar unas entrevistas a los dirigentes
locales en torno a sus perspectivas sobre las políticas del gobierno. En la academia era muy común
oír que la diferencia y la identidad son las reivindicaciones estelares del movimiento indígena; lo
reiteraban casi todos los políticos y técnicos del desarrollo, funcionarios de ONGs. Por tal motivo,
pensaba que las entrevistas a mis interlocutores culturales confirmarían la apología de la diferencia.
Enorme fue la gran sorpresa, porque las personas entrevistadas respondieron que su prioridad era
garantizar la sobrevivencia de las familias y de la comunidad, la educación, la atención de salud, que
sus desvelos eran causados por la angustia del futuro si las comercializadoras de energía eléctrica se
privatizaban; dijeron también que, en efecto, tenían las escrituras de sus tierras, ―librecitos andamos‖,
señalaron, pero que las tierras no producen. Y lo que es más interesante es que los entrevistados
vinculaban el origen de la desigualdad social, la pobreza y la discriminación a la condición étnica; y
desde esa condición aspiraban a la igualdad social, a la dignidad y al goce de los derechos económicos
y sociales4 (León, 2009).
Ahora bien, comparto el criterio de que el movimiento indígena obtuvo un triunfo a nivel de lo
público, y en el ámbito de lo simbólico se hacía realidad la posibilidad de desestructurar el imaginario
discriminador del poder. No obstante, una evaluación fría de los acontecimientos de 1994 nos

4 El material aludido alimentó la investigación que sustentó el libro de mi autoría La cara oculta de la
crisis (2009). El trabajo se realizó gracias al financiamiento de CLACSO-ASDI, al que accedí como triunfadora
del Concurso para Becas de Investigación 2001, ―Fragmentación Política y Social en América Latina y el
Caribe‖

105
afianza en la idea de que los negociadores indígenas sencillamente capitularon; así, se desvanecían los
avances históricos en materia de la organización, de la concienciación y de los compromisos
arrancados a la mala gana de los gobiernos de turno, en materia de reparto de la tierra y respeto del
derecho al agua. Dolorosamente, también se había arrasado con las esperanzas de indígenas y
campesinos de mejorar su condición social como trabajadores del campo: la salida era pues migrar a
las ciudades y acrecentar los cinturones de miseria De tal manera que, en el trabajo que realizaba en
aquella época, no tuve alternativa a la honradez intelectual y debí hacer la defensa ―políticamente
incorrecta‖ – hasta hace poco – de una redistribución de la tierra y de la solución de la problemática
agraria, para que sea posible la dignidad del campesinado en general (León, 2009).
Revisemos otros criterios en torno al tema. Fernando Larrea Maldonado sitúa el contexto del
Segundo Levantamiento en una coyuntura de implantación de políticas neoliberales en la agricultura,
cuyos actores centrales serían los empresarios agrícolas, en especial los exportadores (Véase Larrea,
2010: 44).
Las negociaciones en el Palacio de Carondelet y la conquista de la dirigencia de la CONAIE de
la esfera pública, además, fueron dolorosamente simultáneas a una campaña de desprestigio de las
demandas de los indígenas en torno a la estructura agraria. Larrea sugiere que ―una revisión de las
notas de prensa de la época muestra el amplio despliegue mediático con el que contaron las
posiciones y planteamientos esgrimidos por las Cámaras de Agricultura‖ (Larrea, 2010: 43). La
contraofensiva de los terratenientes, generosamente apoyada por los grandes medios de
comunicación, tenía como meta crear un clima propicio para el nuevo marco legal que enraíce el
modelo neoliberal en el campo ecuatoriano. La estrategia había sido trazada ya en años anteriores y
contemplaba la realización de estudios socio-económicos –financiados por la USAID– que
sustentasen la necesidad histórica de la ―contrarreforma‖5 (Cfr. Larrea, 2010: 42)). Sobre esta base los
medios difundieron argumentos tendenciosos, tales como:
…que con la Reforma agraria, al eliminarse las formas de trabajo precario y el huasipungo, se dejó de
producir alimentos para los mercados y se perdió una fuente de empleo para los indígenas que
quedaron abandonados a su suerte; que los verdaderos terratenientes eran los indios, pues con la
reforma agraria habían llegado a concentrar el 75% de las propiedades mayores a 100 Has., tierras que
habían salido de la producción y que habían llevado a la necesidad de importar alimentos (trigo, cebada,
maíz), situación que iba a provocar dentro de poco un problema alimentario‖ (Larrea, 2010: 43).
Por añadidura, para las Cámaras la nueva legislación agraria sería beneficiosa para el sector
agropecuario, pues se garantizaría ―la seguridad en la tenencia de la tierra y el agua y liberalizar el
comercio de los productos agropecuarios‖, además avizoraban que se iba a ―terminar con una etapa
de pobreza, violencia, especulación e inmoralidad en el uso de la tierra‖ (Larrea, 2010: 43; énfasis
mío). El único resultado palpable fue el desmontaje del discurso contestatario y la desactivación de
…las demandas específicamente agrarias del movimiento, dejando el campo abierto para la expansión
de los agro-negocios y la agricultura capitalista, desplazando la lucha por la tierra o por la re-
distribución de las concesiones de agua al terreno de lo impensable o lo innombrable en el campo
político, a lo que ―está fuera de discusión‖ (Larrea, 2010: 47).
Desprestigiada y abandonada la demanda por la tierra, el discurso del sector visible de la
CONAIE se concentraría, por largos años, apenas en la identidad y en la territorialidad. Entones, se
había consumado la mutilación de la tríada eminente redistribución de la riqueza social-
reconocimiento de la diferencia cultural y derecho al territorio-defensa de la naturaleza. Luego fue

5 Las obras a las que alude Fernando Larrea son de Carlos Camacho y Mónica Navas (1992).
Evaluación del proceso de cambio en la tenencia y mercado de la tierra en la Sierra Norte y Central (1964-1991) Vol. II.
Quito: IDEA. Documento técnico 41; así como el trabajo editado por Morris Whitaker (edit.) (1996).
Evaluación de las reformas a la política agrícola en el Ecuador. Quito: IDEA. Ambas financiadas por la USAID.

106
recuperado otro pilar de la tríada: la ecología. Sabemos, sin embargo que, a la manera de una
superficie plana que geométricamente se puede sostener en no menos de tres puntos, una mesa de
negociaciones, una tarima política o una plataforma de lucha por la justicia social y la dignidad de los
indígenas y campesinos, en nuestro contexto, solamente puede ser sostenida por los pilares de la
tríada. Un triste augurio y un equilibrismo precario: el caldo de cultivo de la actual debilidad y crisis
de la CONAIE es justamente la reivindicación parcial, que discrimina negativamente a una enorme
cantidad de indígenas y campesinos pobres, que han debido buscar otras formas, no todas dignas,
para sobrevivir. No basta con desear y preconizar la existencia de la propiedad comunitaria, como
base del Estado Plurinacional. ¿Cómo llegar allá sin un camino trazado de antemano, sin un
programa para la desconcentración de la propiedad agraria? ¿Cómo garantizar que, bajo el régimen
de autonomía en los términos planteados por la CONAIE, no tarden en aparecer latifundistas
indígenas e indígenas sin tierra?
Seducción multicultural
A lo largo de estas páginas nos hemos concentrado, primero, en una caracterización breve del
régimen de la Revolución Ciudadana y, luego, en la génesis de la corriente etnicista en el seno del
movimiento indígena y específicamente en la CONAIE, dos actores fundamentales de la política
ecuatoriana de esta era de cuestionamiento severo a los legados coloniales y a las injusticias de la
modernidad. Las desavenencias entre estas fuerzas tienen un lugar central en la agenda de la
discusión académica y política, pues se trata, como hemos dicho, de dos sujetos que se reclaman
como izquierdistas. No nos interesa, aquí, dirimir quién es de izquierda o quién no lo es o, en su,
defecto, sin son reformistas, socialdemócratas o algo así, lo que parece obsesionar a ciertos
académicos. Lo que queremos ahora es completar el cuadro que nos permitirá comprender la
interacción de estos dos sujetos políticos.
Hay dos elementos más que deben ser considerados, para visualizar mejor el panorama
ideológico-político y la estrategia que alientan la acción de la CONAIE. Según Larrea, el momento de
los acuerdos entre el gobierno de Durán Ballén y la CONAIE, a mediados de 1994, sería la
encrucijada donde podemos situar ―un primer giro significativo en la política estatal hacia los
indígenas‖ (Larrea, 2010: 41). Y la política de Estado hacia los indígenas provino del recetario del
Banco Mundial hacia América Latina, para paliar los dolores sociales cuando se instale a cabalidad el
neoliberalismo agrario. Se trata del ―proyectismo‖, todo un estilo de vida. La desregulación de la
economía y el crecimiento del mercado de tierras traerían, más temprano que tarde, sus impactos
negativos: la pauperización (aun mayor) y la sed de tierras; en tal virtud, y como sustituto de la
reforma agraria, fue presentado el programa de Desarrollo Rural Integral (DRI), que se concretaría
más bien en apuestas al desarrollo local (Cfr. Bretón, 2009), o, en buen romance, una suerte de
―bomberismo‖ diseminado por los Andes y concentrado en apagar pequeños incendios, mientas el
bosque se consume en las llamas. Una serie de organizaciones no gubernamentales, ONGs y
Fundaciones de diverso tipo se prestaron para canalizar hacia el campo microinversiones productivas
y de comercialización concedidas por la Cooperación Internacional, como paliativos de la extrema
pobreza. Es así que las aldeas andinas, las comunidades, sobre todo las más pobres, se llenaron de
funcionarios de ONGs que aparecen intermitentemente a monitorear los resultados del ―proyecto‖ y,
sobre todo, la efectividad de la inversión: una puchuela, como decimos en Ecuador, enviada desde
los países ricos. No fue la solución a la precarización de la vida en el campo. En cambio, el paliativo
resultó mucho más interesante para cierta gente de izquierda que logró sublimar el desempleo
trabajando en ―el desarrollo‖. Probablemente, como parte de la cooptación ideológico-política, a los
técnicos en desarrollo se suelen ofrecer remuneraciones más atractivas que los salarios del sector
público; además la acción era relativamente más simple, sin la exigencia de pensar, había que
aprender esquemas instrumentales y aplicar las guías o los ―formatos‖ enviados por las agencias
financieras. De esa manera, el entrenamiento y la capacitación para el desarrollo colonizaron también

107
las universidades, tornando inviable una verdadera formación académica; floreció el negocio de las
―maestrías en desarrollo local‖, con todos los aderezos posibles: liderazgo, fortalecimiento
institucional, género y así sucesivamente.
De la mano con el ―proyectismo‖, con su ilusión del bienestar y ciudadanía desde desarrollo
local, vino también la estrategia y el discurso multiculturalistas. La perspectiva liberal del
multiculturalismo conlleva el auspicio a la política de la identidad y del reconocimiento cultural, el
fomento del respeto al diferente, junto con una serie de mecanismos de compensación histórica ―a
los menos favorecidos‖ (Taylor, 1993; Kimlycka, 1996). Todo un acierto para lavar la conciencia de
las élites y las clases dominantes. Lo que la alquimia multicultural requiere es que, bajo ningún punto
de vista, se proyecten transformaciones estructurales; pues las políticas multiculturales se basan en la
premisa epistémica de la separación y/o aislamiento de los aspectos culturales con respecto a los
factores económicos y sociales. Según Larrea ―las identidades étnicas resultantes [del
multicultualismo] pierden los contenidos vinculantes con la condición de campesinos, como si se
tratara de dos realidades contrapuestas‖ (Larrea, 2010:35).
Los regímenes neoliberales recibieron con los brazos abiertos al multiculturalismo, ese
dispositivo de seguridad que permite sublimar las demandas clasistas, controlar el cauce y la potencia
de la disidencia. Las funciones de los gobiernos, en ese sentido, fueron la de promover reajustes
institucionales adaptados a las políticas de la identidad y, eventualmente, retoques de la legislación
vigente; es por eso que la Carta Magna del Ecuador puesta en vigencia en 1998 se estrenó con la
declaratoria del Estado Plurinacional, mientras se proscribía el concepto de áreas estratégicas y se
facilitaban las reglas del juego para la privatización y la prosperidad del mercado.
¿Cómo opera la seducción multicultural? Su modus operandi recurre casi exclusivamente a la
cultura, con lo que llega a las profundidades de la identidad; su efecto incide en las subjetividades,
socavando la memoria de las luchas de otros tiempos, disciplinando las conciencias y vaciándolas de
contenidos clasistas. El multiculturalismo entonces logró penetrar
…en las percepciones del movimiento indígena […] enmarcando sus expectativas y reivindicaciones
en el terreno de lo ―políticamente correcto‖, lo posible y aceptable por el propio Estado, provocando
una discriminación entre sujetos reconocidos y peligrosos e imponiendo una regulación moral sobre
los mismos (Larrea, 2010: 36).
Una parte importante de la dirigencia indígena se forjó en el crisol del multiculturalismo. Tal
estrategia, por lo visto, satisfizo las apetencias de poder, imagen y representación pública de las élites
indígenas adictas al etnicismo que, manipulan a su conveniencia y de manera esencialista la dicotomía
―indio‖/―blanco mestizo‖. Por una parte, entonces, se constituyó la élite indígena, políticamente
confiable; y, por otra, se fomentó un racismo sui géneris que atribuye a las culturas indígenas una
presunta superioridad moral sobre los mestizos (¿a manera de una compensación histórica?), que
estaría definida por la práctica de la reciprocidad o un ecologismo inmanente. El corolario fue la
incorporación y cooptación activa de los representantes indígenas en la gestión de diversos espacios
del aparato estatal, de las entidades para indígenas y de proyectos de desarrollo a ellos destinados
(Véase Larrea, 2010: 39).
En fin, la capacidad de seducir hace del multiculturalismo un potente dispositivo neocolonial que,
junto al ―proyectismo‖, ha contribuido a modelar los intereses, el accionar y los estilos de vida de las
actuales dirigencias de la CONAIE, exorcizando el peligro clasista.
Reflexiones finales
A lo largo de estas páginas, me he esforzado por comprender las circunstancias históricas de la
configuración de los líderes de la CONAIE, como un segmento que ha perdido la perspectiva del
interés colectivo de los indígenas y campesinos por la justicia social y la dignidad. La distorsión del

108
enfoque de la problemática étnica y nacional no hace mella a la necesidad imperiosa de resolver la
cuestión a nivel del Estado y la sociedad.
Ahora bien, retornando a la pregunta inicial por el origen del conflicto del gobierno con la
CONAIE, me pregunto: ¿cómo está constituida ideológica y políticamente la contraparte
gubernamental?
Primeramente, es necesario recalcar el despliegue inédito de políticas de desarrollo nacional:
desde la vialidad, antaño destrozada, pasando por las políticas para la mejora de la Universidad
ecuatoriana, hasta llegar a su interés por buscar nuevos destinos para la producción ecuatoriana, con
el propósito de minimizar la dependencia de los mercados norteamericano y europeo. Sin embargo,
los visionarios proyectos de desarrollo y de modernización inclusiva que impulsa el gobierno de la
Revolución Ciudadana contrastan con el débil manejo de la problemática de la diferencia. Como
ejemplo, podemos referir la prematura supresión de la Oficina de la Mujer que fuera dependencia del
Ministerio de Bienestar Social, encargada de las políticas públicas en materia del género. Un acierto
del gobierno es la campaña nacional contra la violencia a la mujer. Y es verdad que en su gabinete
ministerial hay paridad de género. ¿Pero qué pasa con las mujeres pobres, con las indígenas o negras,
es decir con la diferencia dentro de la diferencia, con sus posibilidades reales de ganar ciudadanía?
Parece que en el gobierno se ha apostado a la creación de un Consejo de Igualdad, ¿pero puede una
lacra social suprimirse por decreto mediante la acción de un Consejo, cuando lo que se requiere es la
mayor cobertura de ciertas políticas orientadas hacia la diferencia para ganar la igualdad?
Hay que recordar, por otro lado, la enorme dificultad que tuvo la Asamblea Nacional
Constituyente para entender la problemática indígena, el desconocimiento de conceptos como el de
―Plurinacionalidad‖ o ‖Interculturalidad‖, así como la renuencia a la declaración de dos lenguas
nativas como lenguas oficiales. La dificultad provenía no solamente de los sectores conservadores y
recalcitrantes, como es el caso del asambleísta manabita de filiación social cristiana Leonardo Viteri,
entre otros. También asambleístas oficialistas incurrieron en errores similares. Claro que la actuación
de los asambleístas no puede ser imputada al Presidente, pero de lo que se trata es de una debilidad
en PAIS para procesar la temática de la diferencia, por ende, de la dialéctica de la diferencia y la
igualdad. Por lo mismo, resulta complejo armonizar la estrategia de desarrollo nacional con las
aspiraciones de los indígenas.
En lo que concierne al acercamiento de la CONAIE con la Junta Cívica de Guayaquil, no
pierde actualidad la interrogación por sus trasfondos. Se trata, ciertamente, de un episodio de
―etnopopulismo‖, es decir, de la búsqueda de alianzas de la Confederación con las más variadas
fuerzas políticas. Mas en esta ocasión no se trata de una fuerza política común y corriente, sino de
una expresión autónomo-separatista de extrema derecha que ha pretendido permanentemente
desestabilizar el régimen. ¿Se trata simplemente de contrapesar la legitimidad presidencial para lograr
una negociación a su favor? ¿Cuánto gravita la propia búsqueda de autonomía en el acercamiento
con la Junta Cívica de Guayaquil? ¿Cuáles son los alcances del interés autonómico de los indígenas?
Debe aún ser esclarecido, si la opción y la exacerbación del giro etnicista, así como el reclamo de la
consulta vinculante a las poblaciones en cuyo territorio existen recursos explotables, significan un
ecologismo sincero o el interés corporativo en la modificación de las reglas del juego, para
usufructuar y administrar los recursos naturales, al margen del Estado Plurinacional en ciernes.
Máxime si existen instrumentos internacionales que asimilan la propiedad colectiva indígena a la
propiedad privada, en ausencia de definiciones legales sobre la propiedad colectiva indígena6.

6 En un documento de respuesta al Estado, en torno a la demanda de la CONAIE por la


promulgación de la Ley de Minería en el 2009, la Confederación reclama porque no se ha hecho la respectiva
consulta a las comunidades, consulta que tendría carácter vinculante de acuerdo con los instrumentos
internacionales, en este caso, el reconocimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Lo
109
¿Podemos garantizar que tales instrumentos no serán utilizados con fines separatistas? Ésta, sin duda,
es una suposición audaz y quizá temeraria, pero ¿cómo prescindir de ella, de cara a las interminables
disputas de la CONAIE con Rafael Correa?
Considero que el análisis de la dificultad del gobierno nacional para el diálogo, en este caso con
los indígenas, se debe poner en clave política, antes que explicar exclusivamente por la personalidad
de Correa. En suma, lo de fondo es que el desencuentro obedece a algo fundamental, un proyecto
nacional-desarrollista que deja fuera los intereses y los derechos de las nacionalidades indígenas;
mientras, por otro lado, desde hace tiempo se ha consolidado y tornado visible una posición que
exacerba la problemática de la diferencia, que la fetichiza. Antes de continuar, debo curarme en salud,
el Plan Nacional del Buen Vivir efectivamente contempla políticas para la Plurinacionalidad y en
general para el tratamiento de las diferencias, no obstante en la práctica política, los operadores
experimentan dificultades para superar actitudes provenientes de una institucionalidad estatal
uninacional de larga data, pero también para encontrar los mecanismos adecuados para orientar sus
acciones en una dirección desconocida. ¿Es entonces posible dialogar desde dos posiciones que
requieren realismo y desprendimiento? Confieso que solamente a la luz de la polarización de los
proyectos nacional-desarrollistas del gobierno y de los objetivos etnicistas (¿etno-nacionalistas?) de
ciertos segmentos del movimiento indígena consigo entender la exacerbación en las relaciones entre
estos dos actores de la política ecuatoriana que, en principio, carecen de fundamentos para la
oposición recíproca.

La historia nos ha mostrado que solamente en nuestros esquemas se puede hacer una
separación tajante entre los diferentes órdenes de la vida: la economía, la política, la cultura, la vida
personal y la intimidad. Probablemente, la posibilidad para armonizar la igualdad y la diferencia
radique justamente en la recuperación creativa y re-significación de la tríada: redistribución de la
riqueza social- reconocimiento de la diferencia cultural/territorialidad-defensa de la naturaleza. Para
lo cual las partes involucradas necesitan una buena dosis de generosidad y buena fe.

siguiente es parte del argumento usado por la CONAIE: ―El debate sobre la propiedad colectiva indígena […]
fue superado hace mucho tiempo en los sistemas de justicia internacional, siendo así como en los casos Awas
Tingni, Moiwana, Yakye Axe y Sawhoyamaxa la Corte Interamericana ha reconocido la doble dimensión,
individual y colectiva, del derecho a la propiedad privada del art. 21 de la Convención [Americana de los
Derechos Humanos] y ha tutelado los derechos de los indígenas (CONAIE, 2009b: 8).

110
BIBLIOGRAFÍA
 BECKER (2001). ―Coaliciones interétnicas en los años 30: Movimientos indígenas en Cayambe‖, Boletín
Instituto Científico de Culturas Indígenas ICCI RIMAI, No. 30, en
http://icci.nativeweb.org/boletin/30/becker.html
 BRETÓN SOLO DE ZALDÍVAR, Víctor (2009). ―La deriva identitaria del movimiento indígena en los
Andes ecuatorianos o los límites de la etnofagia‖, en Repensando los movimientos indígenas, compilado por
Carmen Martínez Novo, Quito, FLACSO.
 CONAIE (1988), Las nacionalidades indígenas en el Ecuador, en
http://www.conaie.org/images/stories/pdfs/libro%20nacionalidades.pdf
 ________ (1990). ―Mandato por la defensa de la vida y los derechos de las s nacionalidades indígenas‖.
Pliego de reivindicaciones, Pujilí abril de 1990, en http://www.yachana.org/earchivo/conaie/pujili.php
y/o en http://www.yachana.org/earchivo/conaie/16puntos.php
 ________ (1994). Proyecto político de la CONAIE, en
http://www.yachana.org/earchivo/conaie/proyectopolitico.pdf
 ________ (2009). ―Demanda por inconstitucionalidad de la Ley de Minería‖, publicada en el Registro
Oficial No. 517 del 29 de enero de 2009, comunicado público, en
http://www.conaie.org/images/stories/pdfs/ley_mineria/demanda_CONAIE.pdf
 ________ (2009b). ―Respuesta de la CONAIE frente a los argumentos del Ejecutivo y Legislativo sobre
la demanda a la Ley de Minería”, en
http://www.conaie.org/images/stories/pdfs/ley_mineria/Respuesta_CONAIE_al_Ejecutivo_y_legislativ
o_demanda_LM_2009-1.pdf
 ________ (s.f.), Proyecto político de la CONAIE. Declaración política, documento en proceso de reforma, en
http://www.conaie.org/images/stories/pdfs/proyecto%20poltico%20de%20la%20conaie.pdf
 GUERRERO, Andrés (2000). ―El Levantamiento Indígena Nacional de 1994: Discurso y representación
política en el Ecuador‖, en Boletín Americanista No. 50, Barcelona, Universidad de Barcelona.
 KYMLICKA, Will (1996). Ciudadanía multicultural. Una teoría liberal de los derechos de las minorías, Barcelona,
Paidós Ibérica.
 LANDA, Ladislao (2006). ―Pensamientos indígenas en Nuestra América‖, en Beigel, Fernanda et al. Crítica
y teoría en el pensamiento social latinoamericano, Buenos Aires, CLACSO.
 LARREA MALDONADO, Fernando (2010). Estado neoliberal y movimiento indígena. Neoindigenismo, biopolítica
y representación. Tesis de Maestría en Ciencias Sociales, con mención en Estudios Ecuatorianos Quito,
FLACSO
 LEÓN G., Natalia Catalina (2009). Ecuador. La cara oculta de la crisis. Ideología, identidades políticas y protesta en el
fin de siglo, Colección ―Becas de Investigación‖, Buenos Aires, CLACSO.
 RAMÍREZ GALLEGOS, Franklin (2010). ―Desencuentros, convergencias, polarización (y viceversa). El
gobierno ecuatoriano y los movimientos sociales‖, en Nueva Sociedad No. 227, mayo-junio 2010.
 TAYLOR, Charles (1993). El multiculturalismo y ―la política del reconocimiento‖, México, Fondo de Cultura
Económica.
 VITERI DÍAZ, G.: (2007). Reforma Agraria en el Ecuador, en www.eumed.net/libros/2007b/298

111
RECONOCIMIENTO Y NEGACIÓN. LA AZAROSA RELACIÓN
ENTRE EL GOBIERNO DE CORREA Y LOS MOVIMIENTOS
SOCIALES
MARIO UNDA

¿Cómo entender las vicisitudes que han marcado la azarosa relación entre el gobierno de
Correa y los movimientos sociales? ¿Cómo interpretar los acercamientos frustrados y los violentos
alejamientos? ¿Cuál es la lógica de las oposiciones que los enfrentan ahora, tres o cuatro años
después de que parecían juntos escribir una nueva Constitución que se miraba como el programa
común de las transformaciones a las que se aspiraba? Todo, finalmente, fue apenas ―una breve
eternidad‖1 que se disolvió más pronto que tarde.
El período Constituyente se llenó del reconocimiento de derechos: ―El Ecuador es un Estado
social de derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural,
plurinacional y laico‖, reza el artículo 1 de la nueva Constitución; y de ahí en adelante. Por entonces,
aún se asumía que el reconocimiento de los derechos implicaba naturalmente el reconocimiento de
los actores; y los propios actores lo sentían así, en la medida en que habían sido los portadores de
esos derechos desde las profundas demandas sociales hasta la Asamblea de Montecristi; 2 portadores,
pues, no en el sentido formal, sino en el sentido real, literal, de que cada uno de ellos había llevado
esos derechos ante los constituyentes para que éstos los reconozcan en la nueva carta magna.
Pero no mucho más tarde habría de evidenciarse que el reconocimiento de los sujetos había
sido formal: por un lado, de ocasión; por otro lado, circunscrito a las formas jurídicas, no a los
sujetos reales. En efecto, en el futuro inmediato del reconocimiento formal de los derechos ya no se
encontró su realización, sino, por el contrario, la negación de los sujetos de esos derechos.
Es que reconocimiento y negación marcan dos momentos. Aunque no sin la manifestación de
fuertes contratendencias que prefiguran conflictos venideros –¡Dayuma!3–, el reconocimiento


Investigador social del Centro de Investigaciones Ciudad, docente de la Escuela de Sociología de la
Universidad Central del Ecuador y de la Escuela de Sociología de la Pontificia Universidad Católica del
Ecuador. El artículo expresa los puntos de vista del autor y no compromete a las instituciones en las que
trabaja.
1 ―Y nuestro amor perdurará por una breve eternidad‖: Georges Moustaki: Lo Straniero.
2 Montecristi es una pequeña ciudad ubicada en la provincia de Manabí, en la costa ecuatoriana. Tiene

un fuerte valor simbólico en el imaginario social por ser el lugar de nacimiento de Eloy Alfaro, el caudillo de la
revolución liberal de 1895.
3 En noviembre de 2007, a los 11 meses de inaugurado el gobierno de la ―revolución ciudadana‖ un
paro en la parroquia de Dayuma, en la provincia de Orellana, en reclamo de recursos estatales para la
culminación de una carretera fue enfrentado por el gobierno declarando el estado de emergencia y la
militarización de la zona; el 30 de noviembre los militares ingresaron violentamente a varios domicilios,
deteniendo a unas 25 personas, que fueron maltratadas e incomunicadas (ver:
http://laalharaca.com/2007/12/08/represion-gubernamental-en-dayuma/, que recoge información de la
Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos, INREDH). Nueve personas quedaron detenidas y
fueron acusadas de terrorismo y sabotaje; más adelante, en marzo de 2008, recobraron la libertad, gracias a
112
coincide con el momento de legitimación del ―nuevo orden‖: requiere un ensanchamiento de la base de
sustentación y se expresa en discursos incluyentes, aperturas, elecciones sucesivas. La Asamblea
Constituyente (2007-2008) fue el momento de máxima apertura posible del proyecto de Alianza País.
No obstante, la nueva Constitución mostró ya algunos límites: por ejemplo, los derechos negados a
los trabajadores públicos, a quienes se les prohíbe el derecho a la huelga (art. 326, 15); o la
instauración de nuevas instituciones con elementos potencialmente disolventes de los derechos y
relaciones que se pretendía afirmar, cuando la meritocracia reemplaza la representatividad social de la
participación en el Consejo de Participación Ciudadana (arts. 207-210).
Quizás haya ocurrido que los componentes ―progresistas‖ del proyecto de la ―revolución
ciudadana‖ (cierta impugnación de la deuda externa, llamamiento a la Asamblea Constituyente, nueva
Constitución, política internacional ―soberana‖) y la disputa con la derecha haya hecho perder de
vista que desde el inicio del gobierno se produjeron ya enfrentamientos con los movimientos
sociales.
Pero, enseguida del segundo triunfo electoral (2009), el proceso va a estar marcado por la
afirmación del proyecto gubernamental. Sin embargo, tratándose de un proyecto de modernización
capitalista, sólo podía ser una afirmación derechizada, el retroceso de Montecristi a Carondelet: 4 la
Constitución no era el inicio de la transición, sino una concesión a las esperanzas difusas del cambio.5
La radicalización ofrecida por Correa el mismo día de su segunda elección 6 sólo podía ser una
radicalización de la modernización capitalista: lo que ya estaba indicado en las políticas anticrisis
(diciembre de 2008), se profundizó con motivo del conflicto alrededor de la ley de Recursos Hídricos
(abril de 2010) y encontró su expresión más acabada en el código de la Producción (octubre de

una amnistía concedida por la Asamblea Constituyente, pese a las manifiestas resistencias de Correa. (en:
http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/implicados-en-caso-dayuma-salen-libres-291450-291450.html).
4 El ―Palacio de Carondelet‖, en Quito, es la sede del gobierno. Hay una cierta distancia en lo que va
de la campaña electoral al ejercicio del gobierno, y no sólo en la visión, sino incluso en el personal
participante. Así lo describe Alexis Mera, secretario jurídico de la presidencia, y uno de los que llegó para ser
funcionario: ―Le aseguro que yo tengo más contenido político, la diferencia es que ella [Betty Amores,
asambleísta que se separó del bloque de País a causa de la consulta popular] estuvo en la campaña desde el
comienzo, recorriendo de pueblo en pueblo, yo no porque tenía que trabajar para vivir‖. ―Hubiera estado al
principio si fuera vago, pero trabajaba 14 horas en un estudio jurídico‖. Y, refiriéndose a Alberto Acosta, ex
presidente de la Asamblea Constituyente, y otros miembros del movimiento oficial que fueron paulatinamente
orillados a sus márgenes: ―Son románticos que no tienen idea de lo que se debe hacer para conducir un país‖.
Y sentencia: ― las personas que tienen ideología también deben pragmatizar su posición‖. Hoy, 21 de febrero
de 2010, en http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/lo-de-la-hija-de-carrion-es-teatro-prensa-puso-la-foto-
para-dramatizar-459882.html.
5 Hoy ya se ha olvidado que, en esos primeros días de entusiasmo, los que se consideraban cautos
hablaban de un proceso de ―transición al socialismo‖, mientras que otros soñaron por un instante en que la
nueva Constitución podría decretar un ―Estado socialista‖. Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea
Constituyente, recuerda que, en tiempos de Montecristi, Rafael Correa mostraba escepticismo frente a algunas
formulaciones recogidas en la Constitución, y que el secretario jurídico de la presidencia, Alexis Mera, ofrecía
―corregir esos excesos‖ en las leyes que se aprobarían después (entrevista personal).
6 Al declararse triunfador, el 26 de abril de 2009, Rafael Correa anunció la ―radicalización de la
revolución ciudadana‖, reavivando ilusiones en algunos sectores de izquierdas. La frase la ha utilizado luego en
otras ocasiones, por ejemplo, en enero de 2010, al festejar los 3 años de su gobierno; en abril de 2010, en
medio de un cambio de ministros; en mayo, al celebrar con Chávez y con Evo Morales, la Batalla de Pichincha
de 1822; el 10 de agosto de 2010, en su discurso de toma de posesión por segunda vez; en octubre de 2010,
tras la sublevación policial del 30 de septiembre y en su discurso ante el congreso de la Coordinadora
Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC).

113
2010). Vemos ahora a un gobierno que se esfuerza por mostrarse como representante y
administrador de los intereses conjuntos del capital, más allá de los intereses inmediatos y
coyunturales de cada grupo o fracción.
1. El reconocimiento
La nueva Constitución reconoce derechos: algunos que ya estaban presentes en la de 1998;
otros, nuevos. Podría decirse que esta ampliación de derechos es parte de un proceso de ampliación
de la democracia que venían impulsando los movimientos sociales desde tiempo atrás, y que esta
pugna por ampliar la democracia venía desarrollándose de manera paralela (si bien no siempre
coincidente) con la resistencia al neoliberalismo, emprendida desde que comenzaron a aplicarse las
políticas de ―ajuste estructural‖ en los albores de la década de 1980.
Los que llegaron a Montecristi
Quienes participaron en el proceso han resaltado la cantidad de grupos que llegaron con sus
inquietudes y con sus propuestas a Montecristi: unos más organizados que otros, unos más grandes
que otros, unos con más planteamientos que otros, unos con más claridad que otros. Lo que viene a
querer decir que la Constitución contó con una amplia participación, por lo menos en las discusiones
que precedieron a su elaboración y a su redacción. Adicionalmente, la Constitución fue sometida a
referéndum en septiembre de 2008, contando con la aprobación de más del 63% de los electores.
―Recibimos más de 150 mil personas, más de 3 mil propuestas de cambio: constituciones completas,
artículos muy específicos, ideas locas, ideas geniales…‖ (Acosta, 2010). La cifra indica el impulso
participativo que movía a la sociedad allá por 2007 y 2008.
Pero, en realidad, la efervescencia constituyente era continuidad de un largo proceso de luchas
sociales. La misma idea de una Asamblea Constituyente había sido recuperada por el movimiento
indígena en los primeros años noventa como un mecanismo para ―refundar el país‖. Y poco después,
en 1997, tuvo que ser aceptada a regañadientes por los grupos dominantes tras las gigantescas
movilizaciones sociales que echaron del poder al Abdalá Bucaram. 7
Esto modificó el sentido que en el Ecuador habían tenido las Asambleas Constituyentes:
Normalmente los procesos constituyentes respondían a los cambios de poder en las élites o en las
cúpulas elitarias, que en algún momento dado necesitaban relegitimarse o legitimarse a través de
procesos constituyentes. Este, en cambio, es un proceso [que] surge en el año 90… En todo ese
proceso los movimientos sociales fueron actores importantísimos.
...………
[Por eso], no se puede entender la convocatoria de la última Asamblea Constituyente sin la lucha de
los movimientos sociales. […] La Asamblea no habría sido posible sin los movimientos sociales, la
nueva Constitución no habría avanzado en muchos puntos sin los movimientos sociales (Acosta,
2010).
En Montecristi confluyeron, pues, expresiones sociales de diversos tipos: desde ciudadanos
―sueltos‖, pasando por grupos pequeños y poco organizados, hasta los movimientos sociales más
representativos. Puede afirmarse que fue una Constituyente ―abierta, ciudadanizada‖ 8, y así fue
sentida por los propios actores. ―Fue importantísimo porque la gente, las organizaciones, las

7 Bucaram fue derrocado en febrero de 1997 por movilizaciones en las que confluyeron tanto los

movimientos populares como sectores de los grupos de poder. Esa dualidad se expresó en la Constitución de
1998: por un lado, una ampliación hasta entonces inédita de derechos; por otro lado, la reafirmación del
modelo neoliberal.
8 Alberto Acosta, op. cit.

114
personas, tuvimos la posibilidad de llegar y presentar nuestras propuestas‖, dice Verónica Macías, de
la Asamblea Nacional Juvenil.
Así, ―La Asamblea Nacional Constituyente que se instala en Montecristi fue la posibilidad de
que las organizaciones sociales llevaran todas las propuestas, incluso los sueños inalcanzables‖
(Macías, 2010).
No podía ser de otra manera: la nueva Constitución que se estaba elaborando era entendida
―como el gran marco que iba a recoger las propuestas que se tenían desde la población‖, es decir,
como la superficie en que iban a quedar inscritas las demandas y las expectativas de los diferentes
sectores de la sociedad.
Se intentó que la Constituyente, con el tiempo, se vuelva un proceso social […] Y en el período de
Alberto Acosta se [lo estaba logrando]. […] Muchos, incluso los más izquierdosos, despreciaban [este
trámite] como un juego de ―democratismo‖; [decían] que Alberto Acosta estaba dilatando,
escuchando a todo mundo, recibiendo a todo mundo… Pero eso, justamente eso, estaba provocando
una movilización social: cada vez iban sectores sociales a decir sus cosas porque sabían que alguien les
iba a escuchar, y no sólo alguien, sino que les iba a escuchar el Presidente de la Asamblea, [que, en esa
época,] en términos de imagen general, era el segundo hombre más poderoso después de Correa
(Simbaña, 2010).
La Asamblea Constituyente era un espacio de participación; la participación era una
participación propositiva; y las propuestas encontraban canales para convertirse en realidades, por lo
menos, en el papel sobre el que se escribía la nueva Constitución. Las organizaciones estaban
presentes: viajaban a Montecristi delegaciones numerosas o reducidas, que iban y volvían en función
de los temas en debate; acampaban en las inmediaciones de la Asamblea; se instalaban en la ciudad.
Y lograron algo más: acercamientos, lugares de encuentro. Puede ser que la mayoría de
propuestas que se llevaban tuvieran un horizonte limitado, particular. No obstante, al calor de la
participación compartida fueron tejiéndose solidaridades y acuerdos. Ambientalistas, jóvenes,
indígenas, campesinos, mujeres, comenzaron a respaldarse, a construir confluencias, a alimentar las
visiones propias con las visiones y los planteamientos de los otros. Pero duró poco: no logró tener el
impulso suficiente como para traspasar el calendario de funcionamiento de la Asamblea
Constituyente y las premuras formalistas del poder constituido.
Los derechos reconocidos y los logros obtenidos
La Constitución de 2008 es un catálogo de derechos; muchos de ellos fueron obra de la
presencia y de la constancia de los movimientos sociales. ―Las personas, comunidades, pueblos,
nacionalidades y colectivos son titulares y gozarán de los derechos garantizados en la Constitución y
en los instrumentos internacionales‖, reza el artículo 10. Y el numeral 1 del artículo 11 explica que
―Los derechos se podrán ejercer, promover y exigir de forma individual y colectiva ante las
autoridades competentes; estas autoridades garantizarán su cumplimiento‖.
La Constitución reconoce derechos ―del buen vivir‖: al agua y a la alimentación, a un ambiente
sano, a la comunicación y a la información, a la cultura y a la ciencia, a la educación, al hábitat y a la
vivienda, a la salud, al trabajo y a la seguridad social. Reconoce los derechos de personas y grupos
―de atención prioritaria‖: de los adultos mayores, de los jóvenes, de los migrantes, de las mujeres
embarazadas, de los niños y adolescentes, de las personas con discapacidad y de aquellas que sufren
enfermedades catastróficas, de los privados de la libertad y de los usuarios y consumidores. La
Constitución también reconoce ―derechos de las comunidades, pueblos y nacionalidades‖, derechos
de participación, de libertad y de protección. Reconoce derechos de la naturaleza. Reconoce al
Ecuador como Estado intercultural y plurinacional. Y consagra el derecho a la resistencia: ―Los
individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a acciones u omisiones del

115
poder público o de las personas naturales o jurídicas no estatales que vulneren o puedan vulnerar sus
derechos constitucionales, y demandar el reconocimiento de nuevos derechos‖.9
Pero todo esto no habría sido posible sin la presencia de los movimientos sociales en el
período anterior como protesta, resistencia y lucha, sin su constante aspiración de participación
decisoria y propositiva, y sin su estar presente como presión, diálogo y vigilancia durante el período
que duró la Asamblea Constituyente.
Sin embargo, tan amplio reconocimiento de derechos fue un proceso conflictivo. ―Fue un
proceso complicado‖, recuerda Alberto Acosta. ―Muy enriquecedor, muy rico en términos de debate
y participación, pero muy complicado, porque ya desde esa época se comenzó a presentar la posición
del presidente Correa, temerosa al principio, después más dura, y después definitivamente en contra
de generar esos espacios de participación‖ (Acosta, 2010).
Conflictivo, entonces, por las propias contradicciones de la alianza oficialista. En momentos de
tensiones internas, el presidente Correa no se cansó de calificar de ―infiltrados‖ con ―agendas
propias‖ a aquellos de sus correligionarios que no acataban sus visiones y sus decisiones.10
Pero conflictivo también porque todo el proceso se movió en medio de un amplio
desplazamiento. Alberto Acosta señala como una paradoja el hecho de que la Constituyente no
hubiera sido posible sin los movimientos sociales y que, al mismo tiempo, los movimientos no hayan
sido ―el actor más importante‖ dentro de la Asamblea: ―Directamente, los movimientos sociales no
tenían una mayor representación‖ (Acosta, 2010).
En efecto, lo que acá ocurría era un desplazamiento de representaciones. El triunfo de Correa
y de Alianza País en los sucesivos comicios desde la segunda vuelta electoral de fines de 2006
produjeron el encumbramiento de una nueva élite política que, a nombre del pueblo (de los
―ciudadanos‖), venía a reemplazar a la antigua élite que había crecido, se había afirmado –y había
sucumbido– al fragor de la implementación del modelo neoliberal. Un doble reemplazo, pues, por un
lado, desplazaba a los antiguos ―representantes‖ y, por otro lado, desplazaba también, y en el mismo
movimiento, a los propios representados, a los que luego pugnaría por cerrarles los espacios de
autorepresentación.
2. La negación
Para comprender las lógicas de la negación, es necesario ver qué y quiénes están siendo
negados en el discurso de Rafael Correa, de los funcionarios de gobierno y de los representantes de
Alianza País.
¿Quiénes son negados? Cuando se trata de responder a esa pregunta, es indispensable volver la
mirada hacia los desplazamientos discursivos operados por Correa. Al inicio, durante la primera
campaña electoral y en los primeros meses de ejercicio gubernamental, Correa identificaba como
adversarios a la ―oligarquía‖ (sobre todo en referencia a la ―oligarquía guayaquileña‖), a la
―partidocracia‖ (en referencia a los partidos tradicionales que se repartieron su paso por los
gobiernos en el período neoliberal), a los banqueros, a los ―malos empresarios‖, a los grandes medios
de comunicación (que califica como ―prensa corrupta‖).

9 Art. 98 de la Constitución. Al comentarlo, el diario Hoy lo califica de ―ambiguo y contradictorio‖.


―Para extremar el contrasentido‖, alega en su edición del 2 de junio de 2009, ―con él hasta se abren las puertas
para reclamar nuevos derechos que ni siquiera consagra la propia Constitución‖ (¡oh, escándalo!).
10Lo hizo en 2008 con Alberto Acosta, al presionar hasta lograr su renuncia como presidente de la
Asamblea Constituyente; volvió a hacerlo en 2010 cuando forzó la renuncia del equipo negociador del
proyecto Yasuní-ITT; y más recientemente con aquellos que cuestionaron sus preguntas para la consulta
popular.

116
Son sus adversarios a la derecha, y de tanto en tanto reaparecen en su discurso. A la oligarquía
le reprocha su oposición a los cambios y su temor a ―que el pueblo se organice‖ (acá no se refiere a la
organización popular autónoma, sino a los comités ciudadanos de Alianza País, el movimiento de
gobierno); a la ―partidocracia‖, su afán desestabilizador; a los banqueros, su egoísmo frente a las
necesidades del desarrollo económico nacional; a los ―malos empresarios‖, su incumplimiento de las
leyes, básicamente tributarias y laborales; a la ―prensa corrupta‖, su papel de partido de oposición
ante la falencia de los partidos tradicionales de la derecha. En un determinado punto, todos ellos
pueden ser englobados en el genérico ―pelucón‖, que, en sí mismo, supone ya una disolución del
carácter social y político real de los oponentes (oligarquía, empresarios, banqueros…).
No obstante, paulatinamente estos primeros enemigos han ido dejando las primeras filas del
escenario, y su lugar ha sido ocupado por otros actores, adversarios y enemigos que en las primeras
épocas no eran el centro de su atención, aunque no por ello los tenía olvidados: los movimientos
sociales. Recordemos que las primeras protestas populares de importancia (los conflictos alrededor
de la minería –desde junio de 2007–11) habían sido respondidas con una represión desmedida, con
militarización y acusaciones de terrorismo y sabotaje. Luego vinieron otros conflictos: con
organizaciones ambientalistas, con los maestros, con los indígenas, con los trabajadores públicos. Y
la línea represiva se ha profundizado a medida que los movimientos populares iban siendo
convertidos en el enemigo principal. Cada vez más el ―ecologismo infantil‖, el ―indigenismo infantil‖
o el ―etnicismo infantil‖, el ―izquierdismo infantil‖, los ―sindicatos corruptos‖ o las ―élites laborales‖
que ―abusan de los recursos públicos‖ acaparan la andanada de ataques verbales del Presidente y su
empeño por enjuiciar a quienes protestan en las calles.12
Los nuevos enemigos del proyecto correísta son –oh, casualidad– los movimientos sociales y
los sectores que en los últimos años se han mostrado más organizados, con mayor capacidad de
movilización autónoma y, en cierto sentido, con mayor capacidad propositiva hacia el conjunto de la
sociedad: el movimiento indígena (especialmente la CONAIE), las organizaciones ecologistas (sobre
todo aquellas más vinculadas al movimiento indígena), la Unión Nacional de Educadores, los
sindicatos públicos (especialmente los trabajadores petroleros); aquellos, en fin, que encabezaron la
resistencia al neoliberalismo.
Este desplazamiento refleja un punto de viraje del proyecto gubernamental: su afirmación
como propuesta de modernización capitalista contra los movimientos sociales.
En una entrevista reciente a TV Sur, Rafael Correa estuvo preciso. Desestimó a la oposición de
derecha, de la cual dijo que está derrotada, sin perspectiva alguna más allá de un ―alcalde cantonal‖ [se
refiere al alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot]. Y señaló que los peligros para su ―proyecto‖ partían de
sus ―contradicciones internas‖ a las que describió como el etnicismo, el ecologismo y el izquierdismo
infantiles.
Lo de ―contradicciones internas‖ era y es una falacia destinada a los oídos de sus interlocutores
venezolanos y bolivianos. Los pueblos indios, los trabajadores, los ecologistas nunca formaron parte
del ―proyecto‖ de Alianza País: fueron siempre adversarios que progresivamente devinieron en
enemigos. Hoy, los enemigos centrales (Moreano, 2010).13

11 Pueden seguirse las vicisitudes de las movilizaciones contra la minería en gran escala en No a la
Mina, blog de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel, en http://www.noalamina.org/mineria-
latinoamerica/mineria-ecuador/blog
12 ―Bajo el argumento de que cerrar las vías puede ser sedición, se iniciaron indagaciones previas y

juicios a 12 dirigentes en Azuay, Morona Santiago e Imbabura‖. El Comercio, 2 de julio de 2010.


Alejandro Moreano comenta la situación política tras el enfrentamiento que opuso al gobierno con
13

los movimientos indígenas y campesinos con motivo de la ley de Recursos Hídricos.

117
¿Qué se niega? El discurso de Correa niega la movilización, sobre todo la movilización
independiente, la lucha social misma, la protesta. Por ejemplo, en mayo de 2010, durante uno de sus
enlaces sabatinos, Correa afirmó: ―Lo que hacen no es resistencia. Es agresión. Debemos rechazar
este tipo de manifestaciones anticonstitucionales. Como terrorismo y sabotaje se puede llamar a lo
que hacen los indígenas‖.14
Pero también se niega las propuestas diferentes a las del gobierno, las opiniones discordantes
con la visión oficial. Todo ello es rechazado bajo el membrete de ―agendas ocultas‖, de ―hacerle el
juego a la derecha‖, de ―oportunismo‖, de ―deslealtad‖ (medido todo ello según el rasero de la
persona del Presidente). Calificativos que Correa suele utilizar incluso contra sus propios coidearios,
apenas se apartan de sus indicaciones.15
La negación es expresión de la derechización del régimen; por lo tanto, viene acompañada de
(e intenta ser sustentada por) un desplazamiento ideológico: si en un principio la candidatura de
Correa se había asentado en la izquierdización de la conciencia social (y contribuyó, en cierto sentido,
a afirmarla), ahora busca que la conciencia social acompañe su desplazamiento hacia la derecha, y
procura por lo tanto hacerse fuerte en los elementos más conservadores de la conciencia social: el
racismo, el autoritarismo, el rechazo y la aversión a la organización social y a la protesta, la lectura
conservadora de la seguridad.
Se trata de un desplazamiento ideológico que comenzó a verse tempranamente, ya después del
bombardeo de Angostura en la primera madrugada de marzo de 2008 y que asume ahora una forma
más acabada en las preguntas y en el discurso para la consulta popular de 2011: incremento de penas
y recortes de derechos de los acusados como presunta solución para enfrentar la inseguridad y la
violencia, etc.
La consulta de 2011 es particularmente significativa: en todos los comicios anteriores, Correa
había convocado a los electores desde un discurso con pretensiones progresistas, en esta ocasión en
cambio los reúne bajo un discurso claramente conservador.
Si se añade el nuevo concordato,16 se termina de configurar un peculiar ―progresismo curuchupa‖ 17
como expresión de la mentalidad hoy dominante en la ―revolución ciudadana‖. La afirmación (o
―radicalización‖) del proyecto de modernización capitalista avanza por la vía conservadora.

14 Así lo dijo en mayo de 2010, durante uno de sus acostumbrados enlaces sabatinos, en
http://www4.elcomercio.com/2010-07-02/Noticias/Politica/Noticias-
Secundarias/EC100702P4INDIGENAS.aspx
15 ―El Mandatario [Rafael Correa] llamó este sábado [29 de enero de 2011] ‗traidores y oportunistas‘ a
los diputados y funcionarios que se separaron del gobierno por oponerse al referendo para reformar la justicia.
‗A los desleales, los oportunistas, los traidores, nuestro fraternal saludo y el ofrecimiento de una nueva victoria
popular‘‖. En http://www.informateypunto.com/index.php?sec=not&idnot=7636:
16 El 12 de junio de 2009, Correa firmó el decreto 1780 que ―faculta al ministro de Gobierno para que

[…] celebre un contrato‖ con ―Las misiones Capuchina-Vicariato Apostólico de Aguarico; Josefina-Vicariato
Apostólico de Napo; Dominicana-Vicariato Apostólico de Puyo; Salesiana-Vicariato Apostólico de Méndez;
Comboniana-Vicariato Apostólico de Esmeraldas; Carmelita-Vicariato Apostólico de Sucumbíos; Franciscana
de Zamora-Vicariato Apostólico de Zamora, y, Franciscana de Galápagos-Vicariato Apostólico de Galápagos,
[que] se comprometen: a) A trabajar con todo afán en pro del desarrollo, fortalecimiento de las culturas,
evangelización e incorporación a la vida socio-económica del país, de todos los grupos humanos que habitan o habitaren
dentro de la jurisdicción territorial encomendada a su cuidado, exaltando los valores de la nacionalidad
ecuatoriana‖, etc. (el énfasis es nuestro).

118
La “contrarrevolución constitucional”
Alberto Acosta habló alguna vez de una ―contrarrevolución constitucional‖ que se operaba en
la traducción de la Constitución a las leyes que le siguieron. La ley de Soberanía Alimentaria abre las
puertas a los transgénicos, que la Constitución prohíbe. La ley de Minería ―rebaja‖ la consulta previa,
permite modificar la prelación del agua para el consumo humano y desconsiderar los derechos de la
naturaleza si el Presidente considera que se trata de un proyecto estratégico para el país.
Pero, además, estos retrocesos en los derechos fueron paralelos al cierre de los espacios de
diálogo y participación que se habían abierto en el proceso constituyente.
En el último mes se frenó […] la apertura de la Asamblea Constituyente a amplios procesos de debate
ciudadano –recuerda Alberto Acosta (2010)—. Por dos razones: primero, porque a Correa y al
gobierno ya no le interesaba ese tipo de Asamblea Constituyente, demasiada democracia para ellos. Y,
segundo, porque se puso como prioritario el cumplimiento del plazo, sacrificando los contenidos en
el debate y los contenidos en el producto final: el texto constitucional […] Lo que se abre, luego
comienza a cerrarse paulatinamente.
Es la misma sensación que ha quedado en los actores sociales.
Nos dejó soñar un montón [con la Constitución], ―pongan todo lo que quieran‖; pero ya en las leyes
nos está limitando, ya no es la propuesta de la organización social […] Y eso lo refleja la movilización
indígena, la represión que ha existido, sobre todo en relación con la ley de aguas, contra el
movimiento indígena, cuando en la misma Constitución se establece que tienes derecho a la
resistencia, a la movilización. […] Hay un cambio total: la Asamblea ya no es consultiva como lo era
antes; y obviamente no es la consulta por la consulta: ya no es participativa. Realmente ya no es la
asamblea del pueblo, […] ya no es la Asamblea que tuvimos en Montecristi. Ya no es la puerta abierta
para todos, de pronto está bloqueada (Macías, 2010).
No debe ser casualidad que los derechos que más sufrieron hayan sido los derechos de la
naturaleza, la plurinacionalidad y la participación.
El diálogo imposible. La plurinacionalidad y la participación como ejemplos
¿Es una paradoja que los movimientos sociales, que estuvieron en el inicio de la posibilidad
constituyente, hayan quedado luego relegados? ¿Es una paradoja que sus demandas hayan sido
incluidas, pero ellos excluidos?
La plurinacionalidad alcanzó status constitucional; está reconocida en el artículo 1 como
carácter del Estado. ¿El más alto reconocimiento? Pero, como ha señalado Boaventura de Souza
Santos (2010), esto introdujo una contradicción en la propia Constitución, entre el principio liberal
de la ciudadanía y el principio comunitario de la plurinacionalidad. Cuando el Estado se piensa en
tanto representación, sólo le queda la representación individual del ciudadano aislado, representante
de sí mismo; ha desaparecido el principio de la representación comunitaria: así es, por ejemplo, en el
Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (aquel en un tiempo tan alabado ―quinto
poder‖).
El proceso de selección de las consejeras y consejeros [del Consejo de Participación Ciudadana] será
organizado por el Consejo Nacional Electoral, que conducirá el concurso público de oposición y
méritos correspondiente, con postulación, veeduría y derecho a impugnación ciudadana de acuerdo
con la ley. (Constitución del Ecuador, 2008: art. 207)

17 Curuchupa se les decía a los conservadores en el lenguaje popular; se afirma que proviene de la
deformación quichuizada de cura (curu, por cura=sacerdote) y del quichua chupa (=cola, rabo; zalamero), es
decir, rabo de los curas, zalamero con los curas.

119
―Concurso de oposición y méritos‖, tal y como si se tratase de nombrar a un profesor,
incluyendo un examen de conocimientos con preguntas escolares. Y el mismo criterio cuando se
trata de nombrar a los directores de instancias interculturales del Estado, como la Educación
Intercultural Bilingüe o el Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador
(Codenpe).18
El debate sobre la justicia indígena mostró las mismas aristas, más agudas aun. La Constitución
reconoce que
Las autoridades de las comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas ejercerán funciones
jurisdiccionales, con base en sus tradiciones ancestrales y su derecho propio, dentro de su ámbito
territorial, con garantía de decisión y participación de las mujeres. Las autoridades aplicarán normas y
procedimientos propios para la solución de sus conflictos internos, y que no sean contrarios a la
Constitución y a los derechos humanos reconocidos en instrumentos internacionales […] El Estado
garantizará que las decisiones de la jurisdicción indígena sean respetadas por las instituciones y
autoridades públicas, etc. (Constitución del Ecuador, 2008: art. 171).
Pero en mayo de 2010 Correa descubre que la justicia indígena es ―una monstruosidad‖, la
califica de ―tortura‖ (¿quizás comparándola con los buenos tratos que se da a los detenidos en la
justicia ordinaria?) y decide que cuando la Constitución dice ―asuntos internos‖ debe entenderse
―pleitos pequeños‖. ―Decían que con la justicia indígena ya bastamos, pero eso es una
monstruosidad. O sea, [si se trata] no [de] un robo, [sino de] un asesinato […]; obviamente ya no
caben prácticas ancestrales sino la justicia nacional‖. ―Esos espectáculos denigrantes que se han visto
a través de los medios de comunicación es una injusticia; por Dios, es una tortura, eso es barbarie‖. 19
Dicho de otro modo: se la reconoce siempre y cuando se subordine a los sentidos, las normas,
las formas y las prácticas de la sociedad dominante (de la cultura dominante); es un reconocimiento
monocultural de la plurinacionalidad (Santos, 2010). Se reconoce a las culturas indígenas, pero al
mismo tiempo se las niega como ―otros‖ legítimos.
Otro tanto termina ocurriendo con la participación. La participación transita a lo largo y ancho
de la Constitución, se ha aprobado una ley de Participación. Y, sin embargo... ¡sin embargo, una
palabra puede ser tan distinta de sí misma! La participación, como demanda social construida durante
décadas de luchas, resistencias y prácticas sociales es inseparable de la capacidad de tomar decisiones,
especialmente las decisiones fundamentales. La participación en la comprensión de Correa y del
gobierno es meramente información y consulta, pues la decisión es atribución exclusiva del Estado,
del Ejecutivo y del Presidente.
El diálogo abierto se torna diálogo imposible; expresa el choque de proyectos contradictorios:
el programa práctico de los movimientos sociales no coincide con el proyecto de modernización
capitalista que recibe el nombre de ―revolución ciudadana‖.
La desconstitución de los sujetos
Los desencuentros, los enfrentamientos y los conflictos que han marcado la relación del
gobierno de Correa con los movimientos sociales han tenido un cariz particular: los persistentes
intentos del régimen por desconstituir los movimientos. Este esfuerzo tiene varias caras.
En primer lugar, la desconstitución en el discurso oficial, en el cual los sujetos colectivos reales
resultan ―disueltos‖ en el sujeto ficticio ―ciudadanía‖. Pero esto no es suficiente, así que, en segundo

18 Consejo, además, sometido a los vaivenes de la coyuntura: el 3 de febrero de 2011, su director,

Ángel Medina, reclamaba que el presupuesto de la entidad fue reducido de 10 millones de dólares anuales a ¡0!
Ocurrió tras el distanciamiento del gobierno con el movimiento indígena, en http://www.codenpe.gob.ec
19 En http://www.vistazo.com/webpages/pais/?id=10127.

120
lugar, el gobierno procede a emprender una deslegitimación constante: Rafael Correa ha llamado a las
bases de las organizaciones a desconocer a sus dirigentes, y ha llamado a la ciudadanía a ―resistir‖
frente a las organizaciones. La deslegitimación tiene entonces dos componentes: trata de debilitar las
relaciones entre los dirigentes y los asociados, y trata de romper los vínculos espirituales que han
unido a los movimientos sociales con los sectores desorganizados.
Esto se combina, en tercer lugar, con la cooptación de dirigentes (antiguos o en funciones) que
pasan, ellos mismos o sus familiares cercanos, a ser funcionarios públicos; dependientes, por tanto,
de los intereses gubernamentales antes que de las necesidades de la comunidad y de la organización.
En cuarto lugar, se busca, desde el Estado, construir organizaciones ad hoc, que respondan más
dócilmente a las políticas gubernamentales,20 o atraer organizaciones con menor capacidad de
movilización y convocatoria, pero que disputan espacios de representación con las organizaciones a
las que se enfrenta el gobierno.
En quinto lugar, la represión y la criminalización de la protesta social. ―El movimiento indígena
maneja una lista de 189 personas que tras haber participado en protestas sociales han sido acusadas
de delitos como sabotaje y terrorismo‖ (El Universo, 13-02-2011). Terrorismo y sabotaje, como se
sabe, son formas jurídicas heredadas de la dictadura militar derechista de 1963-66 y de la ―doctrina de
seguridad nacional‖, y Correa las utiliza en el mismo sentido con que se usaban entonces (Aguilar
Andrade, 2010).21
Y, en sexto lugar, la creación de normativas jurídicas que le faciliten al Presidente decretar por
su cuenta la disolución de organizaciones.22
El Estado construye su nueva sociedad civil
¿Cómo explicar estas urgencias que muestra el gobierno de Correa? Usualmente se ha utilizado
el término ―sociedad civil‖ de un modo en realidad ambiguo, que no resulta adecuado para
comprender los procesos en curso. Su identificación, sea con aquello que se encuentra por fuera de la
órbita estatal (y eventualmente mercantil), sea con los movimientos u organizaciones sociales resulta,
hoy por hoy, más un límite que una ayuda.
La sociedad civil es aquella función del Estado que crea, recrea y hace circular la hegemonía.
En la hora actual el país vive una clara disputa por la hegemonía: el anterior bloque en el poder fue

20 ―El 15 de enero tuvimos la primera reunión y me nombraron presidente. Ahora yo soy un dirigente
nacional. En todo nos ayuda el señor Mario de la Torre, asesor de la Presidencia‖, cuenta el dirigente de una
de estas organizaciones. El Universo, 21 de marzo de 2010.
21 ―El titular del Ejecutivo considera necesario perfeccionar el instrumento heredado de la dictadura.

No otra cosa puede pensarse si se revisa el proyecto de reformas al Código Penal recientemente presentado
ante la Asamblea Nacional (oficio DPR-O-10-81 de 9 de julio de 2010, ingresado el 16 de los mismos mes y
año), cuyo artículo 3 pretende incrementar la pena por interrupción del tránsito, que de uno a tres años pasaría
a un mínimo de dos y un máximo de tres años, equiparándose así con la tortura (artículo 204) y el abigeato
(artículo 555)‖, íbid., p. 5.
22 A fines de 2010, la Secretaría de Pueblos buscaba legitimar una propuesta de reglamento para el

funcionamiento de las ―organizaciones de la sociedad civil‖; uno de sus artículos preveía que el gobierno
podría disolver aquellas organizaciones que realizaran ―proselitismo político‖. ¿Qué entender por
―proselitismo‖? Gabriela Rosero, directora ejecutiva de la Secretaría Técnica de Cooperación Internacional, lo
explicaba así en una entrevista periodística: ―Hay algunas evidencias que fueron claras en meses anteriores de
que algunas fundaciones y otras ONG que no tenían convenios, financiaban movilizaciones sociales o algunas
bases específicas en momentos en que se discutían leyes en la Asamblea.‖ Así, pues, discutir las leyes y la
Constitución es… ¡proselitismo político, y puede ser causal de disolución de una ―organización de la sociedad
civil‖! El Universo, 22 de diciembre de 2010.

121
desalojado del gobierno; pero, perdiendo poder político no ha perdido la fuente de su poder, que es
la economía, y aspira a recuperar posiciones. Su desplazamiento del poder político se produjo por un
desfondamiento de su capacidad hegemónica, lo que también deslegitimó sus instrumentos
hegemónicos y de intermediación (los partidos políticos ―tradicionales‖, los grandes medios de
comunicación); hoy se los encuentra intentando sostener la legitimidad (reducida) de aquellos menos
visiblemente ―políticos‖ (los medios) y reemplazar las herramientas de intermediación política.
Todo su aparataje había sido contestado con relativo éxito por las luchas y resistencias sociales.
Las luchas mismas y las organizaciones se fueron dotando de una red de institucionalidad popular
contrahegemónica que se expresó, mal que bien, en los movimientos sociales. Sin embargo, esta red
de prácticas, espacios y sentidos populares se encontraba debilitada al momento de las elecciones que
llevaron al gobierno a Correa. En ese ―vacío social‖ crece la candidatura de Correa y puede atraer las
expectativas sociales de cambio, organizadas e inorgánicas, que habían producido las luchas sociales.
Pero Correa y Alianza País llegan al gobierno sin instrumentos desarrollados (o directamente:
sin instrumentos) de producción y circulación de hegemonía. No obstante, llega necesitado de ellos.
Los requiere para afirmar su proyecto frente a la derecha oligárquica del antiguo bloque en el poder,
pero también frente a los movimientos sociales, porque de ello dependen sus posibilidades de
afirmarse una base social de respaldo. Así que el proyecto, tal como ha sido planteado, como una
modernización capitalista y separada de los movimientos sociales (es decir, como una reconducción
de la expectativa de cambio social para mantenerla al interior de la reproducción del sistema
capitalista), requiere objetivamente disolver la institucionalidad social contrahegemónica para
afirmar sus propios instrumentos de hegemonía. He aquí lo que se oculta detrás de la lucha enconada
del gobierno contra los movimientos sociales.

122
BIBLIOGRAFÍA
 ACOSTA, Alberto (2010). ―La Asamblea ciudadanizada‖. En Mario Unda, Los movimientos sociales y la
Asamblea Constituyente en el Ecuador de la ―revolución ciudadana‖, Quito, Ciudad (inédito).
 AGUILAR ANDRADE, Juan Pablo (2010). Entre la retórica de la participación y la práctica del silenciamiento, en
http://es.scribd.com/doc/42830282/CRIMINALIZACION-PROTESTA-JPAguilar)
 ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE (2008). Constitución de la República de Ecuador, Quito,
Tribunal Supremo Electoral.
 MACÍAS, Verónica (2010). ―Fue la consulta permanente entre la Asamblea Constituyente y las
organizaciones sociales‖. En Mario Unda, Los movimientos sociales y la Asamblea Constituyente en el Ecuador de la
―revolución ciudadana‖, Quito, Ciudad (inédito).
 MOREANO, Alejandro (2010), ―Una gran victoria‖, El Telégrafo, 14 de mayo de 2010.
 PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR (2009). Decreto 1780.
 SIMBAÑA, Floresmilo (2010). ―Empezar a confrontar modelo con modelo‖, en Mario Unda, Los
movimientos sociales y la Asamblea Constituyente en el Ecuador de la ―revolución ciudadana‖, Quito, Ciudad (inédito).

MEDIOS DE COMUNICACIÓN
 Diario El Comercio www.elcomercio.com
 Diario El Telégrafo www.eltelegrafo.com.ec
 Diario El Universo www.eluniverso.com
 Diario Hoy www.hoy.com.ec
 Revista Vistazo www.vistazo.com

SITIOS WEB
 Codenpe (www.codenpe.gob.ec)
 Ecuador inmediato (www.ecuadorinmediato.com)
 Ecuador noticias (www.ecuadornoticias.org)
 Infórmate y punto (www.informateypunto.com)
 La alharaca (http://laalharaca.com)
 No a la mina (www.noalamina.org)

CONFERENCIAS
 SANTOS, Boaventura de Souza (2010). Quito, Senplades, enero de 2010.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
 OSPINA, Pablo (2007). ―Los movimientos sociales en el Ecuador de Rafael Correa‖, Alai, en
http://alainet.org/active/23054&lang=es
 VARIOS AUTORES (2010), Los movimientos sociales y el sujeto histórico, Secretaría de Pueblos, Movimientos
Sociales y Participación Ciudadana – Ministerio de Coordinación de la Política, Quito.

123
ECUADOR: LA PARTICIPACION CIUDADANA EN EL
PROYECTO DE ESTADO DE RAFAEL CORREA1

PABLO OSPINA PERALTA


También sucede que muchos intelectuales creen que ellos son
el Estado, creencia que, dada la masa imponente de la categoría,
a veces tiene consecuencias notables, y lleva a complicaciones desagradables
para el grupo económico fundamental que realmente es el Estado.
Antonio Gramsci (1986 [1932-3]: 360)

En este artículo examinaré el significado que el gobierno ciudadano de Rafael Correa atribuye
al ―corporativismo‖, tanto en la doctrina como en su práctica de gobierno, la medida en que sus
políticas de ―descorporativización‖ lo enfrentan a las organizaciones populares y sociales del país y
concluiré con un conjunto de ideas sobre el efecto de sus políticas anti-corporativas en el diseño del
Estado ecuatoriano.
Corporativismo y revolución ciudadana: doctrina
El intelectual correísta que más y mejor ha teorizado el problema del corporativismo es
Fernando Bustamante, ex Ministro de Gobierno y actual Asambleísta Nacional. En un breve artículo
escrito antes de ser ministro de Rafael Correa, Bustamante (2006) distingue entre la función de una
organización cualquiera de la sociedad civil, que debe buscar el bienestar y velar por los intereses de
sus afiliados, y un partido político, que traicionaría su función si buscara defender los intereses de los
suyos. El partido debe buscar un interés público más amplio, mientras que los gremios nacieron para
defender particularismos. Por ello,
…un intento de cimentar la representación política de manera dominante en las OSC [Organizaciones
de la Sociedad Civil], simplemente no puede constituir una situación estatal y ciudadana. Entregar
funciones estatales a las OSC implica dos consecuencias normativamente indeseables: por una parte,
puede derivar en un pluralismo anárquico y, por otra, en un corporativismo estamental (Bustamante,
2006: 27).
Pero en otro documento escrito en colaboración con otros autores, Bustamante no se contenta
con fijar la diferencia entre particularismo y universalismo como la base del corporativismo. En esta
nueva versión, éste es considerado el primer obstáculo en la larga lista de dificultades para el
crecimiento de las propias organizaciones de la sociedad civil (y por tanto, se entiende, la
ciudadanización). Veamos por qué:
El entorno de la Sociedad Civil en el Ecuador es relativamente desfavorable para su desarrollo. Entre
los factores más nocivos que pudieron identificarse están el corporativismo que limita la voluntad de


Historiador, profesor del área de estudios sociales y globales de la Universidad Andina Simón
Bolívar e investigador del Instituto de Estudios Ecuatorianos.
1 Una versión preliminar de este artículo bajo el título ―Corporativismo, Estado y Revolución
Ciudadana. El Ecuador de Rafael Correa‖, se publicó en Christian Büschges, Olaf Kaltmeier, Sebastian Thies
y Peter Birle (eds.) 2011. Culturas políticas en los Andes. Frankfurt: Vervuert.

124
autonomía de la Sociedad Civil; un contexto legal, que si bien es permisivo y empoderante en la letra,
es en realidad de aplicación restrictiva y limitante; un débil Estado de derecho; la prevalencia de
valores culturales excluyentes y de actitudes discriminatorias, muchas veces soterradas; la extrema
desigualdad social, el pobre acceso cuantitativo y cualitativo de grandes masas de la población a bienes
básicos y derechos fundamentales; y finalmente la ineficacia estatal, la debilidad de las instituciones, la
corrupción difundida y la crisis sostenida de las instituciones democráticas (Bustamante et al, 2006: 13)
El corporativismo está, pues, asociado a la manipulación y control estatal sobre la sociedad
civil: ―el enfoque predominante de los políticos y actores estatales sigue siendo de tipo corporativista
o manipulativo‖ (Bustamante et al, 2006: 15, ver también p. 25). No sólo eso. El corporativismo
viene asociado a toda una serie de rasgos propios del antiguo régimen, opuestos a la modernidad:
está agrupado con el mismo género de males que el clientelismo, el patrimonialismo y el
prebendalismo:
Esta combinación entre la herencia familística y patrimonialista de la hacienda, el populismo clientelar
de base urbana y la matriz estatista, que buscaba dirigir desde el sector público y de manera
corporativista a los movimientos sociales, ha tenido un profundo impacto y ha dejado su huella aún
hoy en el desarrollo de la Sociedad Civil en el Ecuador. La herencia se expresa en las tendencias casi
automáticas al corporativismo estatista, a la búsqueda de soluciones particularistas y de tipo
prebendal, al poder de grandes caudillos personalistas y a la persistencia de lógicas nepotistas en todos
los ámbitos del sector público y privado (Bustamante et al, 2006: 25).
Entonces, el corporativismo pervierte a la sociedad civil. En su base está el mismo
reconocimiento estatal que otorga privilegios indebidos:
Asimismo, el corporativismo confunde el ámbito de la Sociedad Civil con el ámbito estatal, al
proporcionar a muchas Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) el estatuto de órganos
jurisdiccionales en variadas áreas de responsabilidad estatal. Esta delegación de funciones
gubernamentales e incluso reglamentarias y fiscalizadoras en las OSC‘s, las convierte en organismos
protegidos por inmunidades, preasignaciones y fueros estatales y pervierte sus funciones; limitando,
por otra parte, las libertades y derechos de aquellas personas y organizaciones que no pueden acceder
al fuero jurisdiccional de los privilegios estatutarios o los monopolios legalmente protegidos que
amparan a algunas OSC […] [así], muchas de estas organizaciones aspiran a convertirse en
corporaciones dotadas de jurisdicción semi-pública y de derechos monopólicos de representación. El
corporativismo inhibe el desarrollo de movimientos orientados a actuar desde la ciudadanía y puede
convertirse en un poderoso mecanismo para ―cooptar‖ y estatizar la acción de las OSC (Bustamante et
al, 2006: 72 y 74).
Los intereses corporativistas, en esta interpretación, han sido dominantes en Ecuador:
El problema se ve agravado por la supervivencia en el Ecuador de un sistema jurídico y de
representación de intereses marcado por el sello de fuertes rasgos corporativistas que, entre otras
cosas, debilitan o distorsionan la debida separación funcional entre interés particular y bien común
(Bustamante et al, 2006: 57; cfr. también 84)
Dos intelectuales del Partido Socialista Ecuatoriano, altos funcionarios del gobierno de la
revolución ciudadana, atribuyen parcialmente los daños que el corporativismo inflige a la democracia, a
la acción política de la izquierda. Dado que el Presidente Correa no proviene de la izquierda, su
ataque al corporativismo es más frontal (Quintero y Sylva, 2010: 13 y nota 38). El corporativismo es,
para estos autores:
…un mecanismo de representación de los intereses económicos de los grupos sociales organizados
caracterizado por: a) suplantar, o al menos, hacer prevalecer la esfera de los intereses privados por
encima de los intereses públicos o colectivos, lo que significa negar la democracia general del pueblo
como posibilidad histórica; b) expandir / conservar las ―conquistas‖ gremiales de sus ―grupos de
interés‖ ya obtenidas, conceptuadas como derecho irrenunciable; c) eludir el reconocimiento de los
derechos y obligaciones de cada ciudadano como una condición universal (de todos), por encima de

125
sus intereses, logros y conquistas gremiales; d) hacer prevalecer la representación de los gremios,
sindicatos y corporaciones en general, por encima de los partidos políticos […]. El corporativismo ha
bloqueado el desarrollo democrático del país al debilitar a los partidos políticos, convirtiéndolos en
entidades corporativas o constituyéndolos en apéndices de los gremios (Quintero y Sylva, 2010: 3)
Entonces, lo esencial del problema doctrinal con el corporativismo es doble: por un lado,
pervierte a las organizaciones por la cooptación y manipulación del Estado, y por el otro, contamina
de particularismos al Estado borrando una necesaria ―separación funcional‖ con la búsqueda del bien
común. Nótese que parecen dos consecuencias mutuamente contradictorias. O bien el Estado
manipula a las organizaciones en función de los intereses estatales, o bien las organizaciones
manipulan al Estado en función de sus intereses particulares. Supondremos que, en cualquier caso,
para los ideólogos de Alianza País el corporativismo es dañino: si no pasa lo primero, ocurre lo
segundo. Si no se pervierte a las organizaciones, se pervierte al Estado.
Corporativismo y revolución ciudadana: práctica
El ―regreso del Estado‖ es un aspecto definitorio del proyecto de Alianza País.
El regreso del Estado, ha significado dar énfasis a las políticas sociales, una mayor importancia a la
gestión pública y una diversificación de funciones con nuevos aparatos estatales, incluyendo una
renovada importancia a la planificación. Las políticas sociales, tienen como sus aspectos centrales, los
subsidios hacia los pobres urbanos y rurales, y el mejoramiento de ingresos a los sectores asalariados.
Se trata de la definición de un Estado con capacidad de intervención en la economía y la sociedad
(Ibarra, 2008).
Pero ¿de qué Estado estamos hablando? Se trata de un Estado cuyos funcionarios electos son
los representantes legítimos de la ―nación‖, definida por oposición al interés ―particular‖. Como dijo
Rafael Correa al instalar la Asamblea Constituyente en noviembre de 2007:
Nuestra visión no puede ser otra que una visión nacional e histórica. Ya no somos más los
asambleístas de Manabí, del Carchi o de Zamora, saraguros, montubios o cofanes, trabajadores,
profesionales o empresarios, somos un todo nacional (Correa, 2007).
Para garantizar esta ―visión nacional e histórica‖, el gobierno entiende que debe eliminar toda
participación sectorial o gremial en el Estado. En efecto, si la finalidad de los sindicatos, las
organizaciones indígenas o de maestros es defender sus intereses particulares, es imposible que
defiendan intereses ―nacionales‖ e ―históricos‖. Los primeros convidados a salir del comando de las
instituciones del Estado son los grupos empresariales. Un estudio realizado por la Secretaría de
Planificación mostró que de los 72 organismos con presencia ―corporativa‖ (entre consejos,
institutos, comisiones y fondos) existentes en 2007, en el 67% de los casos se trataba de la
representación de cámaras empresariales contra el 27% de los trabajadores (SENPLADES, 2009: 37).
Esta lucha contra esa representación gremial es sistemática hasta el dogmatismo.
Examinemos primero, brevemente, el desalojo de los sectores empresariales. La Ley de
Seguridad Financiera, aprobada por la Comisión Legislativa el 30 de diciembre de 2008, crea
controles y regulaciones adicionales para la fijación de las tasas de interés y de los costos de los
servicios financieros. El principal punto de controversia de la Ley fue la nueva administración del
Fondo de Liquidez que sirve como prestamista de última instancia (art. 2). Puesto que la
Constitución prohíbe explícitamente los salvatajes bancarios por parte del Estado, el Fondo
funcionará como un fideicomiso mercantil financiado con el aporte anual del 2,5 por mil de los
depósitos sujetos a encaje de los bancos privados (lo que ya venían aportando a la Agencia de
Garantía de Depósitos desde 1998) y un aporte único inicial del 3% de los depósitos sujetos a encaje
según el saldo de cada institución financiera (Asamblea Nacional. Comisión Legislativa y de
Fiscalización, 2008: art. 13, pp. 13-9). Los bancos exigían que la mayoría del consejo de
administración del Fondo de Liquidez (Ibíd.: art. 2, pp. 3-5) la tuvieran las propias instituciones

126
financieras, mientras que el gobierno y la Comisión Legislativa decidieron que debía ser administrado
con mayoría estatal puesto que no son fondos de los banqueros sino de los depositantes. Nótese que
en este caso, la discusión no fue la eliminación de la representación corporativa de la banca, sino
solamente si debían ser mayoría o no.
La ley financiera se sumaba a otras medidas que afectaban el patrimonio, las ganancias y la
libertad de movimiento de los capitales de los bancos: un nuevo impuesto sobre activos externos y el
aumento del impuesto a la salida de capitales de 0,5 al 1%. Como corolario inesperado del conflicto
con la banca, ese mismo mes de diciembre, altos directivos de tres de los más grandes bancos del
Ecuador, Abelardo Pachano (Produbanco), Antonio Acosta (Banco Pichincha) y Ricardo Cuesta
(MM Jaramillo Arteaga) enviaron una carta al Presidente del Directorio del Banco Central en la que,
al final, expresaron con ironía:
…por la forma como se construye la política económica, el gobierno muestra su afán en administrar
el sistema financiero […] Es mejor transparentar las cosas indicando que los accionistas de las
instituciones están dispuestos a conversar con las autoridades gubernamentales para negociar un
precio justo de venta de las instituciones si ese es su interés 2
La ―descorporativización‖ no consiste solamente en reducir el control empresarial sobre el
Estado, sino de cualquier gremio. En lo que sigue me concentraré en los otros grupos corporativos,
los que provienen de los sectores subalternos, tratados por la revolución ciudadana igual que la banca,
como si fueran estructuralmente similares y como si sus efectos sobre el Estado fueran los mismos.
En su cruzada contra los ―consejos‖ con representación corporativa, resalta el caso de la
eliminación del ―Consejo de Soberanía Alimentaria‖ en el veto presidencial de abril de 2009 a la Ley
de Soberanía Alimentaria. El interés de este episodio es que revela diferencias respecto a este punto
dentro del propio movimiento político del gobierno. La propuesta original presentada por los
propios comisionados de Alianza País creaba un ―Comité de Soberanía Alimentaria‖ compuesto por
cuatro representantes del sector público y siete de la sociedad civil organizada cuyas atribuciones eran
voluntariamente modestísimas: proponer leyes, sugerir políticas y organizar diálogos ciudadanos 3.
Los límites a las atribuciones de este Comité de mayoría ciudadana, proveían de una directiva estatal
clara y contundente: quien decide es el Estado y no los ―consejos‖. En la ley finalmente aprobada el
―Comité‖ mantenía su carácter meramente ―consultivo‖ pero estaba formado paritariamente por
representantes del Estado y de la sociedad civil. Estos delegados no eran ya representantes de las
organizaciones sino seleccionados por el Consejo de Participación Ciudadana, luego de un concurso de
méritos donde las organizaciones tendrían ―prioridad‖. El Consejo Consultivo podía hacer
propuestas y asesorar al presidente, y también debía emitir ―criterios‖ sobre tratados internacionales
referidos al tema4. El veto presidencial eliminó incluso este minúsculo asomo de ―consejismo‖.
Alberto Acosta (2009: 4), ex presidente de la Asamblea Constituyente, dice a propósito de esta
decisión presidencial: ―Conviene preguntarse, desde este hecho, qué tipo de régimen político se está
construyendo y si éste coincide con el anhelo del pueblo de tener voz y de que ésta sea escuchada‖.
Sin duda, uno de los principales blancos de la cruzada anti-corporativa es el conjunto de
sindicatos de trabajadores del sector público, donde subsisten varios de los más importantes rasgos
corporativistas ecuatorianos. El principal blanco de los ataques es el sistema de contratación

2 ―La banca nacional advirtió que su operación es menos sustentable‖. El Universo, 10 de diciembre de
2008.
3 De la Cruz, Pedro, Fernando Cordero y otros (2009: arts. 24 y 25). En total fueron 9 comisionados

quienes presentaron esta propuesta de ley, la mayoría de Alianza País, pero liderados por Pedro de la Cruz, ex -
presidente de la Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras, FENOCIN.
4 Asamblea Nacional. Comisión Legislativa y de Fiscalización (2009: arts. 32 y 33).

127
colectiva, herencia de las formas típicas del ―corporativismo‖ de origen norteamericano. En países de
tradiciones corporativas fuertes, se trata de una negociación entre actores gremiales por industria, por
rama de actividad o por sector. En Ecuador, como evidencia de la debilidad de su corporativismo,
sólo existen contratos colectivos por empresa, sin siquiera existir de forma más amplia en el mismo
aparato del Estado. Toda la legislación presentada por el gobierno ciudadano ha buscado limitar el
sindicalismo público, impedir la agremiación de los empleados y reducir al mínimo cualquier
posibilidad de contratación colectiva.5
Como resultado de las primeras señales de esta ofensiva, el Frente Unitario de los Trabajadores
convocó a una marcha el 15 de enero de 2009, cuando se presentaba el informe de labores
presidencial, y luego, el 22 y 23 de abril por parte de los trabajadores del sector público 6. Esa
manifestación callejera, relativamente pequeña, fue la culminación de un distanciamiento progresivo.
En noviembre, el gobierno eliminó los aportes del Estado a los fondos de jubilación y cesantía
privada de los trabajadores del sector público, especialmente en Contraloría, BCE, BNF y Finanzas 7.
Al mismo tiempo, aceleró la revisión de los contratos colectivos en PETROECUADOR, cementos
Guapán, IESS, MOP y cementos Chimborazo. La revista Vanguardia concluye: ―Es una revolución
sin antecedentes en el país y que hace apenas dos años lucía totalmente imposible‖. El movimiento
laboral no aumentaba la resistencia porque ―parte de ellos consideran a este gobierno como suyo y
nunca imaginaron que la limpieza emprendida por Rafael Correa llegara hasta sus filas‖. Pero los
sindicatos públicos giraron. Según Julio Mendoza, dirigente de los trabajadores de la salud: ―Hemos
resuelto retirar el apoyo al Presidente si decide incumplir con los trabajadores‖8. El hito más
importante de este conflicto es que se formó en noviembre de 2008 una ―Coordinadora Nacional de
Sindicatos Públicos del Ecuador‖ que agrupa a los sindicatos de la Corporación Nacional de
Telecomunicaciones, Cementos Guapán, Cementos Chimborazo, Sindicato de Trabajadores de la
EMAAP-Q, Federación de Trabajadores Libres Municipales, Federación Nacional de Obreros de los
Consejos Provinciales, FETRAPEC (Federación de Trabajadores Petroleros), Organización Sindical
Única de Trabajadores del Ministerio de la Salud, Sindicato Único de Obreros del IESS, Colegio de
Médicos, Federación de Sindicatos de Obreros de las Universidades y Escuelas Politécnicas. Es la
primera vez en Ecuador que se logra una unidad tan amplia de trabajadores del Estado9.
Sin embargo, el sindicato estatal más poderoso del país es sin duda la Unión Nacional de
Educadores (UNE), con cerca de 120.000 afiliados, todos ellos maestros de escuelas y colegios
públicos. Este gremio ha sido históricamente dominado por un partido político, el Movimiento
Popular Democrático (MPD), con quien el gobierno ha mantenido lo que podríamos llamar una
―alianza distante‖ o ―guerra fría‖10. Hacia fines de enero de 2009 ese conflicto parecía estar llevando a

Cfr. Decreto Ejecutivo 1701, 30 de abril de 2009; ver también ―Una ley del sector público, en
5

camino‖, El Comercio, 4 de julio de 2009. Dos recientes análisis de la política laboral del gobierno, desde la
Constitución de 2008 hasta inicios de 2010 son los de Angélica Porras (2010) y Diego Cano (2010).
6 ―Trabajadores, estudiantes y jubilados protestarán mañana, día en que Correa cumple 2 años de

mandato‖, El Comercio, 14 de enero de 2009; ―Servidores públicos protestan‖, El Comercio, 22 de abril de 2009.
Esta medida es correcta y pudo ser negociada con las organizaciones sindicales, como ellas mismos
7

han dicho.
4 de noviembre de 2008, Vanguardia. No. 163, 11-17 de noviembre de 2008, p. 6; el análisis sobre el
8

sindicalismo público en el No. 162, 4 – 10 de noviembre de 2009, pp. 14 y 19-20.


9 ―Coordinadora Nacional de Sindicatos Públicos del Ecuador‖, Quito, 1 de mayo de 2009, hoja
volante.
Calificada así en un reportaje de la revista Vanguardia No. 161, 28 octubre al 3 de noviembre de
10

2008, p. 18-24.

128
una verdadera fractura del gremio y posiblemente a un mayor distanciamiento entre el MPD y el
gobierno.11 Esto coincidió con las más violentas declaraciones realizadas por Correa desde que estaba
en el poder contra la UNE el día sábado 13 de diciembre de 2008. El gremio de maestros convocó a
una movilización para el 22 de enero (un día después del levantamiento de la CONAIE) que
finalmente no se realizó porque el Presidente decidió firmar el decreto de alza de sueldos el 14 de
enero.
Una nueva fase del conflicto con la UNE se prolongó desde abril hasta julio de 2009 alrededor
del sistema de evaluación docente que el gobierno impuso, en la que se vincula los resultados de las
pruebas de 2009 a la continuación de los contratos laborales a partir de 2010 12. El gobierno radicalizó
el conflicto convocando para el 28 de mayo en Guayaquil a una manifestación contra los maestros
(replicada el 5 de junio por otra manifestación callejera de los maestros de la UNE) y luego
desatando una campaña de publicidad en la que insiste en las ―mafias‖ que mantienen ―secuestrada‖
la educación y protegen la mediocridad. Esa campaña gubernamental acusa al gremio de maestros de
mantener el control de la educación pública y le asigna la principal responsabilidad en los problemas
educativos del país. Como en el caso de los indígenas, el control gremial de esta parcela del Estado es
acusado de estar en la base de la ineficiencia y el fracaso educativos.
De hecho, el caso de más prolongado conflicto ―anti-corporativo‖ es el mantenido con la
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE). La distancia del Presidente
Correa con la organización social más grande del país es antigua. Pero el conflicto por la Ley Minera
agudizó el distanciamiento entre ambos. Como culminación de este alejamiento, la CONAIE
convocó a un levantamiento el día 21 de enero de 2009 en rechazo a la Ley de Minería y en defensa
del agua13. Respecto al tema de nuestro interés, la participación de los pueblos y nacionalidades en la
administración de las políticas públicas sobre temas indígenas, la distancia política entre el gobierno y
las organizaciones es abismal. En junio de 2006, el Congreso Nacional aprobó una Ley Orgánica
sobre las instituciones indígenas en el Ecuador impulsada por iniciativa de la CONAIE y de sus
diputados. En esta ley se unificaba al Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del
Ecuador (CODENPE)14, la Dirección de Salud Indígena (llamada ahora Secretaría Nacional de Salud
Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas del Ecuador) y al FODEPI (llamado ahora
Fondo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas del Ecuador). Estas entidades
públicas eran autónomas y no estaban adscritas a ningún ministerio (Congreso Nacional, 2007). Se
trataba de organizar y unificar las instituciones nacionales dedicadas a políticas indígenas poniéndolas

11 ―La UNE enfrenta fuga de militantes‖, El Telégrafo, 27 de enero de 2009. El reportaje señalaba que

en Guayas el dirigente y asambleísta de Acuerdo País, Gustavo Darquea impulsaba las nuevas agrupaciones,
mientras que el gremio escindido, el Frente Unionista de Trabajadores de la Educación (FUTE), incluía a
militantes del Partido Socialista y la Izquierda Democrática. El reportaje estimaba que la adhesión al FUTE
podría ser de unos 40.000 maestros. Ver también ―Presidente: ―Vamos a buscar crear otra agremiación para
profesores‖, Informe Semanal de Actividades No. 99, La Libertad, 13 de diciembre de 2009, en
http://www3.presidencia.gov.ec/noticias.asp?noid=16845&hl=true. Posteriormente este tema abandonó los
medios y al momento de escribir estas líneas todavía no se produjo ninguna ruptura de consideración en la
UNE.
12 Luego, el gobierno emitió un decreto para separar del cargo a los docentes que no se presentaran a
la evaluación, cfr. Decreto Ejecutivo No. 1740, 25 de mayo de 2009.
13 Este no es lugar para desarrollar un análisis de la crisis política y organizativa en la que se encuentra

la CONAIE. Al respecto cfr. Ospina (2009a).


14 El CODENPE fue creado en el año 1998 como un organismo estatal autónomo encargado de
definir políticas para los pueblos y nacionalidades indígenas. En su directorio las organizaciones indígenas
tenían mayoría.

129
bajo la autoridad de las organizaciones. En las antípodas de esta idea, el gobierno ciudadano eliminó
la autonomía de todas las instituciones indígenas y puso todas las políticas bajo la autoridad de los
ministros respectivos. Este conflicto se acentuó a fines de enero de 2009 con el anuncio de que no se
le entregarían fondos al CODENPE (12 millones de dólares) y que se aceleraría su conversión en el
―Consejo Nacional por la Igualdad‖ previsto en los arts. 156 y 157 de la Constitución de 2008, cuyo
directorio estará formado paritariamente por representantes gubernamentales y sociales y su
presidente será el delegado del Ejecutivo (es decir, con voto dirimente).
Podría seguir extendiéndome en cómo esta concepción del Estado excluye sistemáticamente a
las organizaciones sociales y su ―corporativismo‖. No es necesario. Basta decir que se trata de una
conducta y una política sistemática. Hay que señalar que en la práctica legislativa de la revolución
ciudadana las justificaciones del cambio corren por dos senderos ligeramente diferentes a las tesis de
F. Bustamante y de Quintero y Sylva: el corporativismo es acusado de un particularismo que hace
daño al Estado y a las políticas estatales al hacerles perder su vocación nacional y de largo plazo. El
argumento se expresa así: los grupos regulados por el Estado no deben participar directamente ni en
el diseño ni en la aplicación de la regulación. Curiosísima comprensión de la democracia: la idea de
base es que los sujetos de las políticas públicas no tienen derecho a participar en las decisiones que
los afectan. Lo que ocurre en realidad es que la revolución ciudadana extiende el principio de
funcionamiento del poder judicial en el régimen liberal (la ―independencia‖ y ―neutralidad‖) a la representación
democrática como si fueran lo mismo: ¿no es precisamente el principio básico de la democracia que la
decisión pública la deben tomar precisamente los afectados por ella o sus representantes? La idea
más mistificadora del Estado liberal, neutro e independiente, velando por el interés de todos,
convertido en dogma. Las instituciones encargadas de la dirección política del Estado tratadas como
si fueran la Contraloría General del Estado15.
En la práctica política esto ha significado olvidar el otro argumento de Bustamante: que el fin de
la participación de las organizaciones sociales en las decisiones sobre la política pública es ―por su
bien‖, es decir, en beneficio de su autonomía, fortaleza y vitalidad. La práctica de la revolución
ciudadana, a contravía de la declaración de su ideólogo, no ha sido ―independizar‖ las organizaciones
de la tutela del Estado. Todo lo contrario. La revolución ciudadana ha actualizado y reforzado (en
lugar de derogar) el reglamento de 2002 que regula la aprobación y la disolución de las
organizaciones previstas en el código civil. En marzo de 2008 introdujo el ―literal b‖ en el artículo
13 como causal de disolución:
Son causales de disolución de las organizaciones constituidas bajo este régimen, a más de las
establecidas en el Estatuto Social, las siguientes:
a) Incumplir o desviar los fines para los cuales fue constituida la organización;

15 El principio de que los regulados no deben participar en los directorios de los organismos de
regulación está expresado en la Constitución de 2008, en el artículo 232. Fue utilizado para excluir a
representantes de las Universidades del organismo de dirección del sistema universitario nacional previsto en
la nueva Ley de Educación Superior (promulgada oficialmente en agosto de 2010). Curiosamente, fue
olvidado en la pregunta sobre la restructuración del Consejo de la Judicatura que el gobierno incluyó en la
consulta popular prevista para mayo de 2011: la pregunta 5 del referéndum propone un nuevo Consejo de la
Judicatura que no sea nombrado, como dice la Constitución de 2008, por concurso de méritos mediante
―comisiones ciudadanas‖ electas por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, sino constituido
por delegados de las funciones del Estado, incluyendo la propia función judicial, el fiscal y el defensor público,
directivos de funciones del Estado bajo control del Consejo de la Judicatura (Decreto Ejecutivo No. 669, 21
de febrero de 2011, pp. 12-22). El argumento constante usado a lo largo de cuatro años para justificar la salida
del Estado de todos los representantes de todos los gremios organizados, esto es, que los ―regulados‖ no
deben participar en las instancias de regulación, se viola aquí en su sede natural de aplicación: el sistema
judicial.

130
b) Comprometer la seguridad o los intereses del Estado, tal como contravenir reiteradamente
las disposiciones emanadas de los Ministerios u organismos de control y regulación […] 16
Basado precisamente en el argumento de que ―no cumplía sus fines‖, pero además, que no
había ―coordinado‖ con el Ministerio de Salud, expropiando a los propios asociados el derecho de
decidir si las organizaciones que ellos fundaron cumplen o no sus fines, en marzo de 2009 retiró la
personería jurídica de Acción Ecológica, ONG que viene acompañando las luchas anti-extractivistas
en el país. Ante el escándalo nacional e internacional, el gobierno ciudadano dio un paso atrás en la
medida17. Todos los ministerios han enviado comunicaciones a las organizaciones civiles bajo su
tutela, recordando la vigencia de los artículos citados, y dando un plazo de seis meses para el registro
de las organizaciones18. La propuesta de reformas al Decreto 982 presentada por la Secretaría de
Pueblos y Movimientos Sociales en diciembre de 2010 preserva estas causales de disolución e incluye
otra: la de realizar proselitismo político19. Como vemos, no se necesita adorar al corporativismo para
buscar el control de las organizaciones sociales y civiles desde el Estado.
Sin embargo, se presenta otro problema más espinoso. Eliminados los gremios y las
representaciones organizadas como base para la ―participación ciudadana‖, ¿qué mecanismos ha
inventado la revolución ciudadana para canalizarla? El gobierno habla constantemente de la democracia
participativa y sólo hay que hojear la Constitución de 2008 para encontrar la palabra omnipresente en
el texto de los más de 400 artículos que la componen.
Para empezar hay algo meridianamente claro en la concepción del Presidente: para realizar la
participación ciudadana no es lícito tomarse la calle. Es tajante el rechazo gubernamental a las
manifestaciones, levantamientos y huelgas. Más allá de las declaraciones constantes del Presidente
contra las manifestaciones en la calle (señal de anarquía y no de democracia), lo más llamativo ha sido
sin duda el recurso sistemático a la acusación de terrorismo y sabotaje contra quienes obstaculizan las
vías públicas. Diversas estimaciones suponen que entre 2008 y 2010 se ha procesado a cerca de 200
personas con esa acusación basada en el artículo 160,1 del código penal aprobado por la dictadura de
1964 en el marco de la doctrina de seguridad nacional20. Tanto el Presidente como sus ministros han
justificado el recurso a esta figura desproporcionada contra toda manifestación callejera de oposición,
diciendo que esa es la única figura prevista en la legislación ecuatoriana:

16 ―Reglamento para la aprobación de estatutos, reformas y codificaciones, liquidación y disolución y


registro de socios y directivas de las organizaciones previstas en el código civil y en las leyes especiales‖,
publicado en el Registro Oficial # 660 del 11 de septiembre de 2002, artículo 13; ―Reformas al Reglamento
para la aprobación de estatutos, reformas y codificaciones, liquidación y disolución y registro de socios y
directivas de las organizaciones previstas en el código civil y en las leyes especiales‖, Decreto Ejecutivo 982, 25
de marzo de 2008, art. 7.
17 Cfr. Ministerio de Salud Pública. Acuerdo Ministerial No. 00157 del 2 de marzo de 2009.
18 Cfr. por ejemplo, el Ministerio de Educación, Oficio No. 1695 – DAJ-2009, del 23 de junio de
2009.
19 Ver Secretaría de Pueblos y Movimientos Sociales 2010. ―Proyecto de reglamento de personas

jurídicas de derecho privado con finalidad social y sin fines de lucro‖. [Diciembre]. Art. 16, literal a.
20 La tipificación de ―terrorismo‖ en el código penal ecuatoriano, que usa tres ―etcéteras‖ en un
mismo artículo para definirlo, seguramente sorprenderá a cualquier abogado medianamente preocupado por
los derechos humanos: ―quienes individualmente o formando asociaciones, […] armados o no, pretextando
fines patrióticos, sociales, económicos, políticos, religiosos, revolucionarios, reivindicatorios proselitistas,
raciales, localistas, regionales, etc., cometieren delitos contra la seguridad común de las personas o de grupos
humanos de cualquiera clase o de sus bienes:....y a quienes construyeran barricadas, parapetos, trincheras,
obstáculos, etc., con el propósito de hacer frente a la fuerza pública en respaldo de sus intenciones, planes,
tesis o proclamas‖ (citado por Alberto Acosta, 2011).
131
Y cuando frente al secuestro de maquinaria, cierre de caminos, secuestro de personas etc., como
corresponde en un Estado de derecho, se quiere aplicar la ley, nos quedamos en la forma: se ha
acusado de sabotaje y terrorismo, porque así llama nuestro Código Penal a esos delitos. Y por un
nombre impreciso, pretendemos dejar todo en la impunidad. ¿Es ese país en el que queremos vivir?
(Correa, 2010)
El argumento es insólito. Es evidente que la legislación ecuatoriana tiene otras figuras legales
más proporcionales al tipo de ―delito‖ que se achaca a los manifestantes. ¿Es puramente formal
demandar judicialmente, basado en esa tipificación ―imprecisa‖, la prisión por ocho años de
luchadores sociales como el presidente de la CONAIE y de ECUARUNARI? Tan consciente es el
gobierno de que otras figuras existen, que en julio de 2010 remitió a la Asamblea Nacional un
proyecto de reformas legales que prevén el aumento de prisión de hasta cinco años a quienes cierren
las vías públicas (CEDHU y Acción Ecológica 2010: 12). Su problema es en realidad que la protesta
callejera no está considerada en las leyes ecuatorianas como un delito lo suficientemente execrable y
grave como el Presidente piensa que es.
Si las manifestaciones en la calle no son expresión de la democracia, tampoco lo es la
organización de un partido político estructurado que permita la participación de sus miembros en la
definición de las políticas públicas. Al menos Alianza País no ha sido convertido en esa organización
en sus casi cinco años de existencia. Excluidos ambos mecanismos tradicionales de participación
social ¿cómo se piensa hacerla funcionar ahora?
Aparte de los mecanismos propios del sistema liberal (votar, designar representantes y esperar
que lo hagan bien), de presentar solicitudes, de hacer pedidos y ocasionalmente de ser invitados a
talleres o reuniones convocados por las entidades de gobierno, el único mecanismo alternativo de
participación ciudadana en la toma de decisiones públicas es el inventado a propósito de la creación
del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS). Este Consejo, creado en la
Constitución de 2008, tiene a su cargo la designación de las comisiones ciudadanas que nombrarán a
los titulares de los organismos de control del Estado (a los titulares de la Defensoría Pública, de las
Superintendencias, del Consejo Nacional Electoral, del Tribunal Contencioso Electoral, de la
Procuraduría General, entre otros). Este Consejo no es nombrado por la Asamblea Nacional
(organismo de representación política en el régimen liberal) ni por delegados de organismos
gremiales o asociativos, propios del denostado corporativismo:
La selección de las consejeras y los consejeros se realizará de entre los postulantes que propongan las
organizaciones sociales y la ciudadanía. El proceso de selección será organizado por el Consejo
Nacional Electoral, que conducirá el concurso público de oposición y méritos correspondiente, con
postulación, veeduría y derecho a impugnación ciudadana, de acuerdo con la ley (Asamblea Nacional
Constituyente, 2008: art. 207)
Un ―concurso de méritos y oposición‖ que se llevó a cabo por mandato constitucional, por
primera vez, entre noviembre de 2008 y el 26 de enero de 2009 para seleccionar a un CPCCS
provisional. El concurso consistió en la presentación de currículos con sus debidas certificaciones de
estudios y trabajos, realización de exámenes de conocimientos, asignación de puntajes por méritos, y,
finalmente, recalificación de carpetas de postulantes luego del cuestionamiento del procedimiento
por el propio Presidente de la República21. Para la designación de los directivos de las instituciones de
control, el Consejo deberá nombrar ―comisiones ciudadanas‖. ¿Cómo se forman?
Para cumplir sus funciones de designación el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social
organizará comisiones ciudadanas de selección, que serán las encargadas de llevar a cabo, en los casos
que corresponda, el concurso público de oposición y méritos con postulación, veeduría y derecho a
impugnación ciudadana.

21 ―Consejeros de ‗Quinto poder‘ serán posesionados esta tarde‖, El Telégrafo, 26 de enero de 2009

132
Las comisiones ciudadanas de selección se integrarán por una delegada o delegado por cada Función
del Estado e igual número de representantes por las organizaciones sociales y la ciudadanía, escogidos
en sorteo público de entre quienes se postulen y cumplan con los requisitos que determinen el
Consejo y la ley. Las candidatas y candidatos serán sometidos a escrutinio público e impugnación
ciudadana. Las comisiones serán dirigidas por uno de los representantes de la ciudadanía, que tendrá
voto dirimente, y sus sesiones serán públicas (Asamblea Nacional Constituyente, 2008: art. 209).
Ciudadanos escogidos por sorteo que organizarán concursos de oposición y méritos y
asignarán los puntajes en los exámenes correspondientes a los candidatos para el control de las
instituciones públicas. El mismo mecanismo (concurso, méritos y veeduría, basado en currículum y
exámenes) fue propuesto, como vimos, en la Ley de Soberanía Alimentaria y aprobado para la
conformación de la representación de los jubilados al Banco del Instituto de Seguridad Social22. En
lugar de que las organizaciones de jubilados escojan su representante, éste queda al arbitrio del
Consejo de Participación Ciudadana. Si la desconfianza en las organizaciones es tan aguda, tal vez la
revolución ciudadana podría mostrar algún interés por la democracia y proponer un sistema de voto
universal entre todos los jubilados para escoger su representante. Nada de eso: concurso de
oposición basado en méritos individuales.
Esta concepción es meridianamente clara en la mente del Presidente de la República que
explícitamente opone el mérito individual y académico a la lucha callejera (calificados
despectivamente como ―tirapiedras‖). Dos botones de muestra:
…con motivo de una prueba de evaluación del rendimiento académico de colegios y escuelas del país,
el Presidente dijo que pertenecían a los estudiantes ―más bulliciosos y revoltosos, que primero
deberían hacer una revolución académica‖ (El Comercio, 4-06-2009).
Por elemental responsabilidad no puedo creer en novelerías tales como que en determinados
concursos aquellos que se autoproclamen miembros de minorías sexuales tengan puntos adicionales,
o que para conformar el Consejo de Participación Ciudadana, con todo respeto a los miembros, el
tirapiedras que empezó a los quince años tiene puntos adicionales y el abanderado no [aplausos]...
sacrificándose lo esencial, la meritocracia (Correa, 2010).
Un mecanismo similar de selección se aprobó en la nueva Ley de Educación Superior, donde
se elimina el Consejo de Universidades y Escuelas Politécnicas, dirigido por los rectores, y en su lugar
se crea una ―Secretaría‖ cuyo directorio está compuesto paritariamente por representantes del
Ejecutivo y de la ciudadanía. En lugar de los rectores, estos ―ciudadanos‖ serán escogidos por
méritos y concurso. Como dice el artículo 181 del anteproyecto de Ley, ―no podrán ser candidatos
las autoridades académicas o administrativas de los organismos o instituciones objeto del control y
regulación del sistema‖ (SENPLADES 2009a: arts. 179-184). Basados en esta peculiar concepción de
la ―democracia participativa‖, ni los rectores (que, recordémoslo, fueron nombrados en elecciones) ni
representantes de docentes, estudiantes o trabajadores, sino ―ciudadanos‖ presuntamente
independientes. Mientras tanto, el Poder Ejecutivo se reserva la mayoría en el sistema de educación
superior con el argumento de que la ―autonomía‖ universitaria se aplica a cada universidad pero no al
―sistema‖ de educación superior23.

22La ley que crea el Banco del IESS fue aprobada a inicios de abril de 2009, ―La Ley del Banco del
IESS se aprobó ayer‖, El Comercio, 7 de abril de 2009: ―El Directorio del Banco del IESS estará constituido
por cuatro miembros: dos representantes de los afiliados, uno activo y otro pasivo; el delegado del Presidente
de la República y el Presidente del directorio‖.
23 Todavía no se ha hecho público el mecanismo de participación ciudadana en el ―Consejo Nacional

de Planificación‖ previsto en el artículo 279 de la Constitución. Solo conocemos el Decreto Ejecutivo 1577
del 11 de febrero de 2009 que establece un Consejo de Planificación provisional que aprobará el Plan
Nacional de Desarrollo de los próximos cuatro años, formado exclusivamente por representantes estatales (y
133
En síntesis, ¿qué tenemos como mecanismo alternativo de participación ciudadana en lugar de
las representaciones corporativas? Los méritos individuales representados en la carpeta de
antecedentes profesionales y el puntaje de un examen de conocimientos. Los ideales de ascenso
social de los técnicos de clase media convertidos en ley de la república. No se trata de ideologías
políticas, ni de representación de grupos organizados o de representatividad social. Se trata del
―mérito‖ personal y de la ―independencia‖ frente a los intereses particulares. Una persona individual,
capaz, inteligente, exitosa, sin lazos con ningún grupo ni interés gremial, será capaz de velar por el
interés de todos. Faltó añadir que obtendrán mayor puntaje si son huérfanos y sin amigos. La
abstracción del ―ciudadano‖ que vela por el interés público, en lugar del interés particular, si tiene el
conocimiento suficiente, convertida en fórmula jurídica.
Breve historia de un intruso
¿Cómo entender esta cruzada anti-corporativa? Empecemos diciendo que los argumentos
gubernamentales para instaurar este curioso sistema de ―participación‖, dejan perplejos. El primero,
que las representaciones gremiales y corporativas son las culpables de los problemas en la calidad de
las instituciones estatales, es insólito. Si fuera cierto, las entidades no corporativizadas del Estado
como Petroecuador, las escuelas públicas manejadas por el Ministerio de Educación y los hospitales
del Ministerio de Salud deberían funcionar mucho mejor. No es ni remotamente el caso. De hecho,
funcionan igual o peor. Los hospitales del Ministerio de Salud no resisten la comparación con los
hospitales del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, institución corporativa por excelencia.
Asimismo, aunque ambas tienen estándares lamentables, las escuelas rurales de educación bilingüe
son iguales o mejores que las escuelas rurales regulares. El segundo, que la participación de grupos
corporativos en la administración de las políticas públicas ha degenerado en el control de ―mafias‖ a
favor del interés particular de tal o cual gremio (la CONAIE, la UNE o cualquier otro), no justifica
eliminarlos. En efecto, incluso si eso ha ocurrido, no es una razón suficiente para abdicar del
principio de manejo social o el co-manejo de ciertas áreas basadas en la participación de los grupos
organizados. Con el mismo argumento de la ineficiencia e ineptitud de las instituciones públicas, los
ideólogos neoliberales plantearon que debían pasar a manos privadas. No hay duda de que las
entidades públicas funcionan penosamente, pero de lo que se trata es de depurarlas y mejorarlas, no
de eliminarlas. De manera análoga, en el caso de la participación organizada en el manejo de
instituciones públicas, se trata de buscar mecanismos para asegurar una mejor participación
democrática y una mayor representatividad de las organizaciones sociales, en lugar de expropiar su
autoridad en beneficio del gobierno central. El tercero, que el mecanismo de la participación de
ciudadanos individuales, seleccionados en base a un concurso de méritos es mejor que el basado en
las organizaciones sociales, es indefendible como mecanismo para profundizar la democracia. En
efecto, ese mecanismo se desinteresa completamente por la representatividad de los delegados
ciudadanos. ¿Ante quién responden estos ciudadanos que no tienen relación con los interesados en la
política pública particular? ¿Qué mecanismos de control y consulta tienen por parte de grupos
sociales que ni siquiera los eligieron? En lugar de mejorar la representación y fortalecer la
organización social, se las elimina destruyendo todo incentivo a la asociación y la participación
organizada. En lugar de buscar ―representantes‖ de la ciudadanía, se crea un sistema de acceso a
empleos públicos temporales. A la larga, el incentivo no es para construir organizaciones
representativas sino para que cada ciudadano estudie una maestría.
En su clásico trabajo sobre la democracia y la dictadura, Barrington Moore Jr. (1976 [1966]:
145-6) hace una serie de observaciones sobre el sistema de reclutamiento de la burocracia en la China

mayoría aplastante del gobierno central) (artículo 2). Es un decreto evidentemente inconstitucional a menos
que se considere que los gobiernos locales son los representantes de la ―participación ciudadana‖.

134
de los manchúes (aunque el sistema inició con la dinastía Ming, en el siglo XVI). Escojo una de esas
observaciones al azar:
No existiendo la primogenitura, una familia acaudalada podía verse reducida a la penuria en pocas
generaciones por la división en partes iguales del patrimonio. La mejor manera de evitarlo consistía en
hacer entrar a alguien con aptitudes académicas en la burocracia […] las doctrinas confucianas y el
sistema de exámenes legitimaban, cuando menos a sus propios ojos, el estado social superior del
terrateniente y su estar exento de trabajo manual sólo con que algún miembro de la familia o un
talentoso jovencito adoptado, lograse adquirir grado.
Digamos que estamos en presencia de la forma pre-moderna del concurso de merecimientos.
Sólo que se trata de un mecanismo para reclutar a la burocracia, no para conseguir la participación
social. ¿Quién puede imaginar que el reclutamiento de jueces de las cortes superiores de justicia por
concurso de méritos es una forma de participación ciudadana? ¿Alguien imagina que la selección de
docentes en la universidad ecuatoriana por concurso, puede calificar como forma de participación
ciudadana en la universidad? ¿Acaso los superintendentes, el defensor del pueblo, el fiscal, que serán
escogidos por concurso de méritos y oposición, califican como formas de ―participación ciudadana‖
en el Estado?
El sistema inventado en la Constitución de 2008 para la conformación del Consejo de
Participación Ciudadana y Control Social, sólo por medio de un abuso del lenguaje puede ser
considerado por alguien como ―participación social‖. Es, en el Ecuador del siglo XXI, lo mismo que
en la China manchú, un mecanismo de selección de la burocracia, no un mecanismo de
democratización participativa de la sociedad y del Estado.
Así pues, si los juzgamos a partir de los fines a los que dicen aspirar, los argumentos políticos
esgrimidos por el gobierno son deleznables. ¿Qué pensar de los argumentos teóricos?
―Corporativismo‖ es una de esas malas palabras de las ciencias políticas que han inundado con fuerza
mediática los discursos políticos, como el ―clientelismo‖ o el ―populismo‖. Recojamos las dos
dimensiones del término planteadas por Fernando Bustamante. En primer lugar, como un conjunto
de demandas sociales particularistas. Éste es el principal sentido en el que Antonio Gramsci utilizaba el
término. El político italiano llamaba a la etapa en la que los grupos sociales adquirían consciencia de
su unidad y solidaridad interna en el plano exclusivamente económico y de corto plazo, la ―fase
económico-corporativa‖; mientras que la etapa en la que tomaban plena consciencia de sus intereses
de largo plazo, fue bautizada como la ―fase ético-política‖.
Pasar de una a otra no es algo mecánico. Al proletariado le correspondía una tarea gigantesca,
inédita en la historia humana: tenía que convertirse en clase dirigente de la política y del Estado sin
haber sido nunca dominante en el plano económico. Esa tarea colosal exigía un acopio de autoridad
cultural sin precedentes. Ninguna clase social en el pasado había logrado, o siquiera se había
planteado, una hazaña semejante:
…jamás en la historia se ha visto que una clase dominante [el proletariado en Rusia] estuviera en su
conjunto en condiciones de vida inferiores a las de determinados elementos y estratos de la clase
dominada y sometida. Esta contradicción inaudita es la que ha reservado la historia para el
proletariado […]. Pero el proletariado no puede llegar a ser clase dominante si no supera esa
contradicción con el sacrificio de sus intereses corporativos, no puede mantener la hegemonía y su
dictadura si no sacrifica, incluso cuando ya es dominante, esos intereses inmediatos a los intereses
generales y permanentes de clase.24

24 Esta cita es parte de una carta escrita antes de ser apresado a propósito de las divisiones en el PCUS
a nombre del Buró Político del PCI: ―Al Comité Central del Partido Comunista Soviético‖, en Gramsci (1998
[1977]: 294).

135
La dificultad es ―inaudita‖ precisamente porque la historia de las clases subalternas es
―disgregada y episódica‖ mientras que las clases dominantes encuentran su unidad histórica en el
Estado, que es la principal herramienta para trascender sus intereses más inmediatos y sus objetivos
más egoístas. A veces, el interés general y de largo plazo de la propia clase dominante no coincide
con los intereses inmediatos de los grupos que la conforman. Entonces, su interés general debe
imponerse, de ser necesario, por la fuerza y, a veces, remontando la férrea oposición de muchos de
sus miembros. Nótese que en la concepción de Gramsci, el Estado universaliza las demandas
particulares de las clases mientras que en la interpretación de Bustamante, los gremios terminan por
particularizar las políticas públicas del Estado.
¿Cómo pueden las clases subalternas lograr esa hegemonía cultural y esa conciencia que
trascienda sus intereses locales más inmediatos cuando nunca llegan a disponer de las herramientas
formidables del Estado? Gramsci estudió con detalle varios procesos históricos buscando una
respuesta a las vías de creación de esa nueva cultura. Estudió el paso del Renacimiento a la Reforma
como un momento crucial de popularización de una nueva concepción del mundo, con sus pérdidas
de refinamiento estético pero con sus formidables ganancias de movilización social. Estudió los
mecanismos mediante los cuales la Iglesia católica pudo transformar una ideología compleja y
sofisticada en un sentido común popular con el recurso a las tradiciones paganas y a la adaptación de
los saberes locales. La tarea histórica del proletariado era siempre más formidable que las que
enseñaban esas analogías históricas; y de lejos más profunda y revolucionaria. Enfrentaba obstáculos
más desafiantes. En sus abundantes y conocidas notas sobre los intelectuales, Gramsci buscaba
insistentemente una fórmula para cumplir el trabajo. Los intelectuales orgánicos, es decir, aquellos
permanentemente ligados a las clases subalternas, ocupaban la primera fila en el cumplimiento de esa
tarea gigantesca. Y a la cabeza de todos, el ―intelectual colectivo‖, el ―nuevo Príncipe‖, el partido
político.25 A contravía del pensamiento de Gramsci, los intelectuales universalizantes, según Alianza
País, deben estar desligados de los movimientos y organizaciones sociales para no contaminarse de su
particularismo26.
Sobre la base de esta primera dimensión del término, se puede concluir que todos los actores
sociales son ―corporativistas‖ en grados variados porque todos tienen intereses particulares por
defender. Como parte de su búsqueda de hegemonía, cada grupo o clase presenta su interés
particular como si fuera el interés general. La fórmula para ―trascender‖ los intereses particularistas
jamás incluyó en Gramsci desechar la ―fase corporativa‖, porque es imposible. ¿En qué lugar del
mundo habita ese ―ciudadano‖ ideal que se despoja de su ser social y se eleva sobre sus
particularismos para defender el interés público? Ese ser, el ―ciudadano‖, inexistente en la vida
práctica y la experiencia histórica, es tan sólo una mistificación del pensamiento liberal. Lo que
ocurre es que lograr la hegemonía implica considerar, aunque sea parcialmente, el interés de los demás,
porque para conseguir los intereses propios es necesario hacer alianzas, desactivar adversarios y
consolidar las propias fuerzas. El punto, entonces, no es denostar el corporativismo, que es una
condición de la existencia de las clases subalternas, sino probar las herramientas que sirven para irlo
superando en la práctica política. ¿Cómo superarlo sin la prueba de fuego de la práctica política

25 Las referencias a todos estos temas en la obra de Gramsci están dispersos a lo largo de sus Cuadernos
de la Cárcel. Las notas sobre Renacimiento y Reforma en Gramsci (1984 [1930-32]: 178-9); las notas sobre la
Iglesia y el sentido común popular en Gramsci (1986 [1932-3]: 245-61); las notas más teóricas sobre el papel
de los intelectuales y el ―nuevo Príncipe‖ se encuentran en Gramsci (1986 [1932-3]: 353-82); sobre la ―fase
económico corporativa‖ de la constitución de las clases, cfr. Gramsci (1999: 1999 [1932-34], pp. 13-8 y 32-47).
26 El esfuerzo por superar el ―particularismo militante‖ es parte de la reflexión de todos los militantes
e intelectuales ligados al trabajo de base. Ninguno de ellos, sin embargo, supone que para lograrlo hay que ser
―independientes‖ de los grupos organizados. Cfr., por ejemplo la reflexión de David Harvey (2007: 174-203)
sobre el pensamiento de Raymond Williams.

136
misma? ¿No puede ser la propia participación en el Estado, con sus exigencias de universalización,
una de las más importantes de esas herramientas? Pisamos aquí el terreno opuesto al de los teóricos
de la revolución ciudadana.
Decíamos que había una segunda forma de entender el corporativismo: como un modelo de
organización del Estado basado en representaciones gremiales. Este modelo está ligado al pensamiento
conservador por dos de sus características de nacimiento. Por un lado, su lazo con el organicismo, es
decir, con la consideración de la sociedad como un ―cuerpo‖, un todo orgánico relativamente
armónico que se opone al individualismo liberal; y, por otro lado, con las tradiciones de
representación por corporaciones del antiguo régimen: las ciudades, el clero, la nobleza.27
Durante la monumental crisis del liberalismo en las primeras décadas del siglo XX, este
pensamiento conservador se vinculó de manera sorpresiva con un conjunto de demandas de
participación de sectores sociales empobrecidos y despojados de poder político que siempre
encontraron en la organización colectiva la única forma de defender sus intereses y concretar sus
demandas. La razón por la cual pudo realizarse ese vínculo un tanto extraño fue que los grupos
conservadores percibieron la amenaza de demandas sociales crecientes que necesitaban canalizarse
políticamente. De no hacerlo, podían radicalizarse de la mano de la creciente agitación anti-capitalista
que planeaba en el horizonte. En palabras de Juan Pan-Montojo (2005: 322-3), que analiza las
vertientes y realizaciones del corporativismo español de inicios del siglo XX y que terminaría con las
instituciones del franquismo:
Las argumentaciones corporativistas fueron elaboradas como respuesta a dos problemas íntimamente
vinculados: la irrupción de las ―masas‖ en la vida política y la progresiva agudización de las tensiones
clasistas conocidas en la época como ―cuestión social‖. El corporativismo se concebía en ocasiones
como una fórmula de corrección del sistema político liberal y en otras como una vía para su
superación radical.
En un contexto de crisis en la representación y de conflicto social ascendente, muy variados
grupos y tendencias políticas esbozaron propuestas corporativistas en la España posterior al
―desastre‖ de 1898. Hubo ―católicos sociales‖ con proyectos reformistas y de organización de un
movimiento obrero y campesino católico; el ―carlismo‖, como expresión del legitimismo antiliberal,
que planteaba una cámara alta con representación de la nobleza y la iglesia, y la baja para las ciudades
y gremios; el maurismo neoconservador (de Maura); los ―institucionistas‖ que respaldaban las
reformas sociales y buscaban una combinación de instituciones corporativas con vías de
representación de los individuos vinculados primero al socialismo de cátedra y luego, y sobre todo, a
la economía social propugnada por el solidarismo francés; y, finalmente, el corporativismo de las
asociaciones profesionales y sectoriales, que desarrollaron discursos poco articulados y sin
pretensiones universales explícitas, pero que buscaban un corporativismo de conciliación social y
reformista (Pan Montojo, 2005: 308-13).
A la vista de esta amplia variedad de tendencias, reducir el corporativismo al fascismo, al
conservadurismo o a la simple cooptación olvida el elemento popular que, por vías corporativas,
llevó tanto a la política de ―conciliación‖ y ―negociación‖ de clases propugnado por el pensamiento y
la práctica de Franklin D. Roosevelt28, como a la particular apropiación que de ambos hicieron en

27 Los trabajos clásicos sobre el corporativismo y el neo-corporativismo en Europa son los de

Schmitter (1974, 1992: especialmente pp. 25-92) y Williamson (1989). Ver un cómodo resumen en Jessop
(1999 [1993]: 404-10).
28 El análisis del corporativismo como forma de Estado y su lazo con el ―fordismo‖ también fue
estudiado por Antonio Gramsci en sus notas sobre el americanismo (2000 [1934] Vol. 6: 61-95).

137
América latina variados movimientos anti-oligárquicos y de masas durante el siglo XX como el
peronismo (Argentina), el cardenismo (México) y el varguismo (Brasil).
En efecto, la sociología clásica latinoamericana suele identificar el fin del Estado oligárquico
con el surgimiento del ―populismo‖. En ocasiones con este término se designa una fase o un período
histórico. En otras, sirve para designar un tipo de movimiento político específico que a veces se
apoderó del gobierno por breves períodos o que no lo hizo en absoluto (por ejemplo el gobierno de
Gabriel Terra en Uruguay, el del primer Ibáñez en Chile o el Partido Aprista Peruano de Víctor Raúl
Haya de la Torre). En otros casos, designa una heterogénea alianza de clases que controló ciertos
gobiernos y dejó una huella profunda en los Estados y sistemas políticos como el varguismo en
Brasil, el peronismo en Argentina o el cardenismo en México. Esta alianza integraba inestablemente a
sectores populares, caudillos regionales, militares nacionalistas y sectores de la burguesía radicalizada
en variables proporciones y con distintos grados de coherencia programática. Por último, a veces se
usa el término para designar a un tipo de liderazgo caudillesco y carismático que moviliza el
entusiasmo de masas más o menos irreflexivas seducidas por un discurso maniqueo que opone la
oligarquía al pueblo.29
En realidad, hay un lazo genético entre los movimientos populistas del siglo XX y los Estados
corporativos. En los casos de movimientos populistas victoriosos fue posible fundar Estados
corporativos duraderos. Allí donde esos movimientos sufrieron derrotas, cooptación o
desintegración, sus herencias estables se perciben aquí y allá en la legislación y en las prácticas
estatales, pero no dejaron un tipo de Estado estable. El corporativismo sirvió para integrar social y
políticamente a las masas movilizadas por el desarrollo y la industrialización. Apareció como una
fórmula viable y nacionalista en todo el continente. Pero no todos los Estados latinoamericanos
hicieron de los vínculos corporativos su herramienta esencial de hegemonía.
En los Estados corporativos la relación fundamental con la sociedad civil es la que se establece
con colectivos organizados, pero dicha relación, como recuerda Fernando Bustamante, no está basada en
la independencia política sino en la búsqueda de la subordinación y una lealtad similar a la que se
reclama de los súbditos o de las clientelas. Estos colectivos fueron generalmente grandes sindicatos
de obreros urbanos, de empresas estatales, las organizaciones campesinas de base territorial y los
gremios empresariales. En los Estados corporativos la sociedad civil, el Estado y el sistema político
forman un híbrido indiferenciable. El Estado centralizó y controló una ciudadanía tutelada. ―El
sistema político se confunde con el Estado, el gran acumulador y distribuidor del producto del
trabajo social‖ (Zapata 2001: 38). Cardoso y Faletto (1969 [1967]: 155) lo expresaron mejor que
nadie, aunque lo refirieron a una época de la cual, en realidad, no alcanzaban a distinguir todavía los
perfiles: ―El Estado ejerció funciones más amplias que las de institución jurídica o expresión política
de clases organizadas; funcionó como organización política misma de las clases‖. Los ejemplos
clásicos son la subordinación del sindicalismo mexicano al PRI y del sindicalismo argentino al
Partido Justicialista. Pero esa relación no fue de subordinación absoluta, sino que exigió múltiples
negociaciones y, sobre todo, dejó como herencia una serie de poderosas organizaciones obreras y
gremiales articuladas por rama de actividad en distintos niveles territoriales.
¿Fue o es el Ecuador un ―Estado corporativo‖ en este segundo sentido del término? Es posible
proponer la existencia de cuatro mecanismos principales de comunicación entre el Estado y la

29 Algunas de estas variantes del uso del término han sido resumidas por Ibarra (2004: 129-38). La
bibliografía sobre este período y estos países es extensa, al igual que la controversia sobre las relaciones entre
los sistemas políticos y la industrialización. Cfr. Touraine (1988 [1987]: 139-70), Zapata (2001), Cardoso y
Faletto (1969 [1967]), Fausto y Devoto (2004); Thorp (1998). Guillermo O´Donnell es el trabajo clásico sobre
las alianzas sociales que subyacen al proceso de industrialización y al papel jugado por el sindicalismo en
Argentina (1976 y 2004 [1976]: 57-67).

138
sociedad. Esos mecanismos refieren tanto a la ―representación‖ política de los grupos, clases y
sectores que componen la sociedad, como a la canalización de beneficios materiales que sirven para
garantizar el apoyo político y cultural (la hegemonía). Todos ellos existen en grados variables en
todos los Estados latinoamericanos, aunque dependiendo del caso, algunos tienen más fuerza que
otros y ordenan las funciones de los demás. El primero es el modelo ―universalista‖ propio de las
doctrinas liberales clásicas (para la representación política) y de las doctrinas socialistas (para la
canalización de beneficios materiales). El segundo es el modelo ―focalizado‖ propio de la doctrinas
neoliberales (para la canalización de beneficios materiales) y de la acción afirmativa de minorías
desfavorecidas (aplicada también para la representación política de mujeres, minorías étnicas y
jóvenes). En este modelo, el mercado resuelve los problemas materiales de todos los individuos y el
Estado aparece subsidiariamente allí donde hay personas o grupos que no pueden hacerlo. El tercero
es el modelo ―corporativo‖, basado en la canalización de beneficios materiales y eventualmente
representación política a través de colectivos gremiales organizados. El cuarto es el modelo
―clientelar‖, basado la canalización de bienes y servicios a través de individuos o redes informales
(típicamente redes familiares o creadas sobre el modelo de las relaciones de parentesco) a los que se
reclama una lealtad política firme.
Todas estas herramientas están enormemente extendidas y es difícil encontrar algún país o
alguna región donde no se utilicen sistemáticamente. Lo importante es la modulación particular que
estos distintos mecanismos de extensión de la hegemonía tienen en cada Estado y en cada período.
Aunque el Ecuador, como cualquier Estado moderno, incluye algunos rasgos corporativistas en su
sistema político y en su aparato formal, al ponerlo en perspectiva latinoamericana, resulta
indefendible la tesis de que el corporativismo es uno de sus rasgos esenciales o dominantes. Ninguna
presencia remotamente parecida a la que observamos en México, Brasil o Argentina. Ni
organizaciones obreras por rama de actividad, ni manejo sindical de los fondos de pensiones, ni
aparatos organizativos institucionalizados y masivos. En su mejor momento, la tasa de sindicalización
en Ecuador llegó tal vez al 15% de la población trabajadora, y se estima que luego de las reformas
liberales de los años 1990 cayó por debajo del 5% (Ibarra, 2008: 4).
Lo que ha predominado históricamente en el país es más bien el modelo clientelar. En otros
trabajos lo he llamado ―Estado transformista‖. El origen de los vínculos privilegiados que establece
con la sociedad es también conservador y proviene de las relaciones de poder paternalistas típicas de
las haciendas pre-capitalistas. Se trata de relaciones clientelares donde el sujeto de dichas relaciones
puede ser el individuo, la familia o las asociaciones que se basan en la extensión de las relaciones de
parentesco. En cierta forma, se parece al carácter individual y atomizado del ciudadano, pero lo
transforma en algo parecido a lo que el Estado corporativo hace con los colectivos: un sujeto que
debe expresar subordinación política y lealtad en el comportamiento. Esto tiene sus raíces históricas
en el siglo XX: la modernización fue comandada por las elites tradicionales acaudilladas por José
María Velasco Ibarra, que se opuso constantemente a las soluciones corporativas y que las aceptó
sólo a regañadientes cuando no tuvo más remedio como una concesión a los grupos subalternos
movilizados.30
Las soluciones corporativas a la crisis de representación y a la necesidad de resolver la
―cuestión social‖ crecieron en Ecuador ante todo durante los gobiernos militares progresistas del
siglo XX y nunca llegaron a ser controladas por el Estado ni por un partido dominante31. Fueron, por
lo tanto, una expresión de corporativismo ―social‖ con cierto apoyo estatal. En realidad, esos rasgos

30 He tratado ya esta hipótesis con más detalle en Ospina (2005, 2006 y 2006a).
31 Valeria Coronel (2009: 323-64) ha analizado recientemente estas propuestas corporativas en los
años 1940 como fruto de alianzas inestables entre militares, intelectuales radicalizados y organizaciones
populares.

139
corporativos fueron ―clientelizados‖, es decir, informalizados, fragmentados al límite y dispersados
en redes familiares y lealtades extremadamente personalizadas. Apenas subsisten elementos
corporativos en la organización sindical del sector público, donde sobreviven los restos de los
sindicatos más importantes del país; en la Ley de Comunas de 1938, todavía vigente y que tuvo gran
importancia en la emergencia del movimiento indígena ecuatoriano; en una parte de la organización
del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS); y en la estructura institucional y empresarial de
las Fuerzas Armadas.
Ante ese panorama de relaciones primordialmente clientelares o de un corporativismo
―clientelizado‖, es posible sostener que vivimos actualmente una crisis de representación análoga a la
que se vivió en la primera mitad del siglo XX. Como hace un siglo, los partidos tradicionales no
alcanzan a expresar y representar la variedad creciente de las sociedades y las demandas acumuladas
de los nuevos actores políticos. Como ayer, esos actores, movimientos y organizaciones populares
quieren representarse directamente, sin intermediarios. No son ―corporativistas‖ por decisión
doctrinaria, sino por instinto político. La patente debilidad del corporativismo ecuatoriano no fue
sino el reflejo de la debilidad de las organizaciones populares en la coyuntura histórica de
construcción del Estado moderno durante la larga transición entre los años 1920 y 1970. En efecto,
si comparamos la situación en Estados verdaderamente corporativos, las concesiones materiales y
simbólicas a poderosos sindicatos agrarios o de rama suelen ser mayores que a las clientelas dispersas
y fragmentadas propias de un Estado transformista. La base social y material para la autonomía
política en organizaciones nacionales por sector o por regiones suele ser más favorable que en las
redes informales y familiares que han predominado en el Ecuador. Con todas sus conocidas
limitaciones, esta segunda forma de corporativismo, que no tiene por qué eliminar los mecanismos
liberales del Estado moderno, puede ofrecer una base necesaria y mejor, aunque no suficiente, para
avanzar en la superación de la primera. Los mejores ejemplos de participación ciudadana a nivel local
en el Ecuador de inicios del siglo XXI, entre ellos los del municipio de Cotacachi y de la provincia de
Tungurahua, se basan en la participación corporativa de sectores organizados32. Esa participación
organizada no es suficiente para resolver los problemas de la democracia ni de la agregación de las
demandas particulares en un proyecto común de largo plazo, pero es una condición necesaria para
hacerlo. Pero la revolución ciudadana no lo entiende así.
Como es perfectamente conocido, el neoliberalismo concibió a este corporativismo como uno
de sus principales enemigos e intentó desmontarlo en casi todos los países del continente,
provocando la ruptura de los pactos sociales que habían ligado a los Estados latinoamericanos con
las organizaciones sociales. Esto facilitó el ascenso de la contestación organizada al nuevo modelo
económico33. El gobierno de la revolución ciudadana aceleró esta reforma (neo)liberal del Estado
ecuatoriano pugnando por desmontar las frágiles relaciones corporativistas existentes. Esta vez la
reforma goza de una autoridad política mayor que la que tuvo a fines del siglo XX.
Conclusiones
Llevadas hasta sus últimas instancias epistemológicas, una diferencia crucial separa la
concepción liberal de la teoría marxista del Estado. Para la primera, el Estado es ante todo un terreno

32 Para el caso de Cotacachi, cfr. Ospina (2006b); para el caso de Tungurahua, cfr. Hernández (2009).
33 Durante el gobierno de Carlos Saúl Menem se produjo la ruptura en Argentina; durante el gobierno
de Carlos Salinas de Gortari, en México; durante la dictadura militar de 1964, en el Brasil que vio nacer el
sindicalismo autónomo entre los metalúrgicos; y durante la implantación de las políticas de erradicación de la
coca en el Chapare boliviano, con Víctor Paz Estenssoro, Bánzer y Gonzalo Sánchez de Lozada, que dio
muerte al ―pacto militar campesino‖ surgido originalmente en los años 1960. cfr. sobre Bolivia, Stefanoni y
Do Alto (2006); sobre Argentina, Levitsky (2001); sobre Brasil, Fausto y Devoto (2004); sobre México, Anna
et al. (2003 [1985]) y Dietz (2005).

140
de disputa, un árbitro más o menos neutral, un conjunto de reglas que trazan la cancha para el juego
conflictivo, pero controlado, de los actores políticos y sociales. Para la segunda, en cambio, el Estado
es, al final del día, el resultado de un pacto de dominación social al servicio de una clase que impone
sus intereses a las demás como si fueran las reglas al servicio de todos. En sus mejores momentos ni
liberales ni marxistas niegan la existencia de la dimensión estatal que resalta el otro. Pero las
consecuencias políticas divergentes de esta distinción de última instancia difícilmente pueden
exagerarse.
El gobierno de la revolución ciudadana ha apostado por construir un Estado liberal eficiente,
fuerte, con capacidad de regular la economía y de controlar el funcionamiento de la sociedad. No lo
ha logrado, por supuesto, pero el diseño de ese proyecto emerge con toda claridad de su agenda de
cuatro años. ¿Cuál es el contenido social (de clase) de ese proyecto de Estado fuerte? Los ciudadanos
que empujan este proyecto de Estado han pugnado por erradicar todas las ―mafias‖ de las
instituciones públicas y han pontificado contra todos los ―privilegios‖ de cualquier grupo particular.
En la práctica, esa erradicación ha consistido en eliminar por igual la presencia y el poder de
maestros, sindicatos de trabajadores, organizaciones indígenas, gremios de profesionales o
asociaciones empresariales. El Estado no les pertenece. Es la propiedad de ―todos‖.
Pero en una sociedad de clases, fracturada por las desigualdades y las contradicciones de
intereses opuestos, ¿qué significa eso? ¿Quiénes y cómo pueden expresar y dirimir la hegemonía
política y cultural? En una época como la actual, de aguda crisis en los sistemas de representación y
de profundo hastío frente a la participación política, el gobierno cierra las puertas del Estado a los
sectores organizados y no les ofrece nada a cambio. Ni siquiera ha construido un partido político,
que sería la alternativa liberal clásica (y marxista) a la necesidad de representación. Solamente les
promete que sus peticiones, debidamente entregadas en las secretarías de las oficinas públicas, con el
sello de la fecha y el número de trámite en la solapa, serán consideradas a su debido tiempo.
Doctrinariamente, esa política no se sostiene si de verdad interesa construir un socialismo de
cualquier siglo, pero especialmente luego de las trágicas experiencias del siglo XX. Erik Olin Wright
(2006: 92-3) ha propuesto distinguir entre el ―capitalismo‖, el ―estatismo‖ y el ―socialismo‖ como
formas alternativas de asignar, controlar y usar los recursos económicos de una sociedad. En el
primero, el control de la estructura económica está en manos de los propietarios del capital; en el
segundo, en manos del Estado; y en el tercero, en manos del ―poder social‖.
El poder social consiste en la capacidad de movilizar a la gente para realizar voluntariamente acciones
colectivas cooperativas de distinto tipo en la sociedad civil. Esto implica que la sociedad civil no se
debe entender simplemente como un campo de actividad, sociabilidad y comunicación, sino también
de poder real. El poder social se diferencia del poder económico, basado en la propiedad y control de
los recursos económicos, y del poder estatal, basado en el control de la elaboración y promulgación de
normas y en la capacidad de hacerlas cumplir en determinado territorio. La democracia, en estos
términos, puede entenderse como una forma específica de vincular el poder social y el poder estatal:
en la democracia ideal, el poder estatal está totalmente subordinado y debe rendir cuentas al poder
social. La democracia es, pues, intrínsecamente y de por sí un principio profundamente socialista. Si
por ―democracia‖ entendemos la subordinación del poder estatal al poder social, el ―socialismo‖
supondría la subordinación del poder económico al poder social
Desde una perspectiva socialista, el gobierno ciudadano debe ser apoyado en sus esfuerzos por
controlar el poder del capital sobre el sistema económico mediante la regulación estatal (la
―regulación socialdemócrata‖, en la terminología de Wright 2006: 99-100), así como en algunas de
sus aisladas iniciativas de apoyo a la economía solidaria. Pero debe ser resistido en su obstinada y
sistemática voluntad de expropiar a las organizaciones de la sociedad de las herramientas de ―poder
social‖ que pueden y deben expresarse en el Estado. Un proyecto socialista sólo puede buscar

141
mejorar, perfeccionar y desarrollar esas iniciativas en lugar de trasladarlas al Ejecutivo. Este
específico ―estatismo‖ de la revolución ciudadana, no puede ser confundido con el socialismo.
Sin embargo, no hay que otorgar a la teoría más valor del que tiene. El verdadero problema de
la revolución ciudadana no radica en la doctrina ni en la teoría subyacente del Estado ¿Dónde radica
entonces? Durante la ceremonia de entrega del proyecto de nueva Constitución al Ejecutivo el 26 de
julio de 2008, en su discurso al país, el Presidente Rafael Correa dijo:
Paradójicamente los principales peligros no han venido de una oposición que ni siquiera se cree a sí
misma, sino de nuestras propias contradicciones, de esas agendas propias que se metieron por las
trasteras, de un falso sentido de democracia que buscó los aplausos de los grupos que precisamente
debíamos combatir, de Caballos de Troya que llevaban en su vientre aspiraciones y hasta frustraciones
por las que no había votado el pueblo ecuatoriano […]. Lo dije el 29 de Noviembre del 2007, en la
inauguración de esta Asamblea: el mayor peligro para nuestro proyecto de país es el izquierdismo y el
ecologismo infantil. Temo que no me equivoqué, aunque tal vez me faltó añadir el indigenismo
infantil (Correa, 2008).
En el fondo, por supuesto, el verdadero problema del ―corporativismo‖ para la revolución
ciudadana no es doctrinario sino político. La razón del conflicto no es una diferente teoría del Estado,
sino, sencillamente, que el gobierno no está dispuesto a negociar el poder ni su proyecto con ningún
grupo social organizado. Como dijo Alexis Ponce,
Es necesario romper con el corporativismo, desde luego. Pero el riesgo de esa visión ―anti-
corporativa‖ […] es que el combate al corporativismo va acompañado de una aversión a los
movimientos sociales […]. No se confía en la participación y apertura del proceso a las fuerzas
sociales, ciudadanas y partidarias que, corporativizadas incluso, hacen parte de la tendencia, porque
aceptarlas obligaría a compartir el poder (Ponce, 2008: 8)
Mientras más fuerte sea el grupo organizado y mientras más amplio sea su campo de acción,
podría considerarse una mejor oportunidad para construir una visión más amplia y de más largo
plazo. Hace falta más de un amplio corporativismo social (en su segundo sentido) para superar las
visiones estrictamente corporativas (en su primer sentido). Pero mientras más poderosa sea la
organización, mayores concesiones deberían hacerse. Al sopesar la oportunidad y la dificultad, la
revolución ciudadana no ha dudado. Nada peor que organizaciones fuertes con agendas propias. Pero,
entonces, ¿puede llamarse socialismo un proyecto político que no construye el protagonismo
organizado de los pobres?
Alejado de los movimientos sociales heterogéneos, descentralizados y débilmente organizados
que forman el sustrato político de las clases populares en el Ecuador; afirmando con terquedad una
distancia obstinada frente a los grupos empresariales que dominaron el sistema político moribundo
que se propuso sustituir; el gobierno ciudadano parece querer sustentarse en el puñado de
intelectuales que forman su núcleo dirigente. Un núcleo cada vez más dependiente del liderazgo, la
autoridad y el apoyo electoral de la intelectual y académica figura del Presidente de la República. El
resultado inevitable es un proyecto personalista y caudillesco.
Ocurre a veces que los intelectuales se creen el Estado. Y eso causa, eventualmente,
complicaciones desagradables a los grupos económicos que en realidad son el Estado. Pero los
intelectuales son una categoría social inestable, sin poder estructural autónomo. Tarde o temprano se
verán obligados a inclinarse de algún lado. Si a la larga no se muestran dispuestos a pugnar por crear
las instituciones necesarias para sustentar un auténtico poder popular, terminarán sustentando el
poder del capital.

142
BIBLIOGRAFÍA

 ACOSTA, Alberto (2009). ―A propósito de un veto contradictorio. Sobre la ley de soberanía alimentaria‖,
Quito, 4 de mayo, inédito.
 ________ (2011). ―El uso de la justicia como mecanismo de terror‖, Quito, 4 de febrero. Inédito.
 ANNA, Timothy et al. (2003 [1985]). Historia de México, A. Solá, J. Beltrán, M. Escudero y M. Chocano
(trads.), Barcelona, Crítica.
 ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE (2008). Constitución de la República de Ecuador, Quito,
Tribunal Supremo Electoral.
 ASAMBLEA NACIONAL. Comisión Legislativa y de Fiscalización (2008). ―Ley de creación de la Red de
Seguridad Financiera‖. Quito, 30 de diciembre.
 ________ Comisión Legislativa y de Fiscalización (2009). ―Ley Orgánica del Régimen de la Soberanía
Alimentaría‖. Quito, 17 de febrero.
 BUSTAMANTE, Fernando (2006). ―Sociedad civil y partidos: más allá del corporativismo‖. En Entre
Voces. Revista del Grupo Democracia y Desarrollo Local. No. 5. Quito. Enero. pp. 25-30.
 BUSTAMANTE, Fernando; DURÁN, Lucía y ANDREETTI, Ana Cristina (2006). ―La sociedad civil en
el Ecuador. Una sociedad civil eficaz más allá de sus debilidades‖, CIVICUS. Informe Final del Índice de la
Sociedad Civil en el Ecuador, Quito, Fundación Esquel y CIVICUS –Alianza Mundial para la Participación
Ciudadana.
 CANO, Diego (2010). ―Regresión laboral en el Ecuador y sus consecuencias: gobierno de Rafael Correa‖.
En Programa Andino de Derechos Humanos (comp.). ¿Estado Constitucional de Derechos? Informe sobre derechos
humanos. Ecuador 2009, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar / Abya – Yala.
 CARDOSO, Fernando Henrique y FALETTO, Enzo (1969 [1967]). Dependencia y desarrollo en América
Latina. Ensayo de interpretación sociológica, México, Siglo XXI.
 CEDHU y ACCIÓN ECOLÓGICA (2010). Criminalización a defensores de derechos humanos y de la naturaleza,
2008-2010, Quito, Diciembre, Inédito.
 CONGRESO NACIONAL (2007). Ley orgánica de las instituciones de las nacionalidades y pueblos indígenas del
Ecuador, septiembre de 2007.
 CORONEL, Valeria (2009). ―Orígenes de una democracia corporativa: estrategias para la ciudadanización
del campesinado indígena, partidos políticos y reforma territorial en Ecuador (1925-1944)‖, en E. Kingman
(comp.), Historia social urbana. Espacios y flujos, Quito, FLACSO – Ministerio de Cultura.
 CORREA, Rafael (2007). Discurso del Presidente de la República en la ceremonia de inauguración de la Asamblea
Nacional Constituyente, Montecristi, 30 de noviembre.
 ________ (2008). ―Los que vinieron con agendas propias se equivocaron‖, Discurso de Rafael Correa ante
la Asamblea Nacional Constituyente, Montecristi, 26 de julio. Consultado en
http://www.presidencia.gov.ec
 ________ (2010). ―Lo que nos falta por hacer, es mucho más de lo que ya hemos hecho‖, Informe del
Presidente Rafael Correa a la Nación, Quito, Salón Plenario de la Asamblea Nacional, 10 de Agosto.
 DE LA CRUZ, Pedro et al. (2009). ―Proyecto de Ley de Régimen de Soberanía Alimentaria‖, 21 de enero,
10 pp.
 DIETZ, Gunther (2005). ―Del indigenismo al zapatismo: la lucha por una sociedad mexicana multi-
étnica‖. En N. Grey Postero y L. Zamosc (eds.), La lucha por los derechos indígenas en América latina. Quito,
Abya – Yala.
 FAUSTO, Boris y DEVOTO, Fernando (2004). Brasil e Argentina: Um ensaio de história comparada (1850-
2002). São Paulo, Editora 34.
 GRAMSCI, Antonio (1984 [1930-32]). Cuadernos de la Cárcel, Vol 3, Edición crítica del Instituto Gramsci a
cargo de Valentino Gerratana. A. M. Palos (trad.), México, Ediciones Era.
 ________ (1986 [1932-5]). Cuadernos de la Cárcel, Vol 4, Edición crítica del Instituto Gramsci a cargo de
Valentino Gerratana. A. M. Palos (trad.), México, Ediciones Era.
 ________ (1998 [1977]). Escritos políticos (1917 – 1933), 6ta ed., México, Siglo XXI. Cuadernos de Pasado y
Presente 54. Biblioteca Básica del Pensamiento Socialista.

143
 ________ (1999 [1932-34]). Cuadernos de la Cárcel, Vol 5, Edición crítica del Instituto Gramsci a cargo de
Valentino Gerratana. A. M. Palos (trad.), México, Ediciones Era / Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla.
 ________ (2000 [1934-35]). Cuadernos de la Cárcel, Vol 6, Edición crítica del Instituto Gramsci a cargo de
Valentino Gerratana. A. M. Palos (trad.), México, Ediciones Era / Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla.
 HARVEY, David (2007 [2001]). Espacios del capital. Hacia una geografía crítica, C. Piña A. (trad.), Madrid, Akal.
Cuestiones de antagonismo 44.
 HERNÁNDEZ, Virgilio (2009). El Nuevo Modelo de Gestión: una forma diferente de ser Gobierno Provincial.
Viviendo la Democracia, Quito, Gobierno Provincial de Tungurahua – INTERCOOPERATION –
COSUDE - PDDL.
 IBARRA, Hernán (2004). ―El populismo en la política ecuatoriana contemporánea‖. En K. Weyland, C.
De la Torre, G. Aboy Carlés y H. Ibarra. Releer los populismos, Quito, Centro Andino de Acción Popular.
Serie Diálogos.
 ________ (2008). Ecuador: los movimientos sociales y los desafíos del gobierno de Correa, Alternatives Sud.
 JESSOP, Bob (1999 [1993]). ―Corporatism and Syndicalism‖. En R. Goodin y Ph. Pettit (eds.), A
Companion to Contemporary Political Philosophy, Reimp. Oxford – Malden: Blackwell Publishers. Blackwell
Companions to Philosophy.
 LEVITSKY, Steven (2005 [2003]). La transformación del justicialismo. Del partido sindical al partido clientelista,
1983 – 1999. L. Wolfson (trad.), Buenos Aires, Siglo XXI. Historia y política 5.
 MOORE JR., Barrington (1976 [1966]). Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia. El señor y el
campesino en la formación del mundo moderno, 2da ed. J. Costa y G. Woith (trads.), Barcelona, Ediciones
península. Historia, ciencia y sociedad 95.
 O´DONNELL, Guillermo (1976). ―Sobre el ‗corporativismo‘ y la cuestión del estado‖. En Documentos
CEDES / CLACSO. No. 2. Buenos Aires.
 ________ (1998). Polyarchies and the (Un)Rule of Law in Latin America, Kellogg Institute, Working Paper No.
254, Mayo.
 ________ (2004 [1976]). ―Estado y alianzas en la Argentina, 1956-1976‖. En G. O´Donnell. Contrapuntos.
Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, 1ra reimp. Buenos Aires – México – Barcelona, PAIDOS.
 OSPINA, Pablo (2005). ―El peso de la noche: una perspectiva histórica de la crisis política en Ecuador‖.
En Ecuador Debate, No. 64. Quito, CAAP, Abril.

 ________ (2006). ―Rastros de una historia inconclusa‖. En A. Barriga (ed.). Velasco: retrato de un monarca
andino, Quito, Odisea Producciones Culturales, Municipio de Guayaquil, FONSAL, Banco del Pichincha.
 ________ (2006a). ―La crisis del clientelismo en Ecuador‖. En Ecuador Debate. No. 69, Quito: CAAP,
Diciembre.
 OSPINA, Pablo (coord.) (2006b). En las fisuras del poder. Movimiento indígena, cambio social y gobiernos locales,
Quito, Instituto de Estudios Ecuatorianos
 OSPINA, Pablo (2009). ―Nos vino un huracán político. La crisis de la CONAIE‖. En P. Ospina, Olaf
Kaltmeier y Ch. Buschges, Los Andes en movimiento. Identidad y poder en el nuevo paisaje político, Quito,
Corporación Editora Nacional – Universidad Andina Simón Bolívar – Universidad de Bielefeld.
 PAN - MONTOJO, Juan (2005). ―La crisis del Estado liberal, el corporativismo español y su impacto en
Latinoamérica‖. En M. E. Aarhus y M. Pérez Ledesma (eds.), Redes intelectuales y formación de naciones en
España y América Latina. Madrid, pp. 303-28.
 PONCE, Alexis (2008). ―Ecuador: potencialidades y encrucijadas de la Revolución Ciudadana. Análisis post-
referéndum. Versión editada‖, Quito, APDH. Inédito, 22 de octubre.
 PORRAS, Angélica (2010). ―Las reformas laborales en Ecuador‖. En Programa Andino de Derechos
Humanos (comp.). ¿Estado Constitucional de Derechos?. Informe sobre derechos humanos. Ecuador 2009. Quito:
Universidad Andina Simón Bolívar / Abya – Yala.
 QUINTERO LÓPEZ, Rafael y SYLVA CHARVET, Érika (2010). ―Ecuador: la alianza de la derecha y el
corporativismo en el ‗putch‘ del 30 de septiembre del 2010‖, Quito, 17 de octubre.

144
 ROMO, María Paula (2008). ―¿Cómo es el socialismo del siglo XXI?‖. En La Tendencia. Revista de análisis
político, No. 8. Octubre – noviembre, Quito.
 SCHMITTER, Philippe (1974). ―Still the century of corporatism?‖ En Review of Politics. No. 36. (1992)
Teoría del neocorporativismo. Ensayos de Philippe C. Schmitter, R. Morán (trad.), México, Universidad de
Guadalajara.
 SENPLADES (2009). Recuperación del Estado nacional para alcanzar el Buen Vivir. Memoria Bienal 2007-2009.
Quito, SENPLADES.
 ________ (2009ª). ―Anteproyecto de Ley Orgánica de Educación Superior‖, documento borrador para
discusión en Taller Nacional, 25 de junio.
 STEFANONI, Pablo y DO ALTO, Hervé (2006). La revolución de Evo Morales, de la coca al Palacio, Buenos
Aires, Capital Intelectual.
 THORP, Rosemary (1998). Progreso, pobreza y exclusión. Una historia económica de América Latina en el siglo XX,
Washington D.C., Banco Interamericano de Desarrollo y Unión Europea.
 TOURAINE, Alain (1988 [1987]). Actores sociales y sistemas políticos en América latina, 3ra reimp., Santiago,
PREALC.
 WILLIAMSON, P. (1989). Corporatism in Perspective, Londres, Sage.
 WRIGHT, Erik Olin (2006). ―Los puntos de la brújula. Hacia una alternativa socialista‖. En New Left
Review, No. 41, Versión en castellano, Madrid, Akal.
 ZAPATA, Francisco (2001). ―Las perspectivas de la democracia en América Latina‖. En Foro Internacional.
Revista Trimestral publicada por El Colegio de México, Vol. XLI, No. 1, enero – marzo.

145
PROTESTA SOCIAL, POSNEOLIBERALISMO Y SUMAK
KAWSAY EN ECUADOR: ALGUNAS CLAVES PARA SU
ANÁLISIS
JUAN C. PROAÑO SALGADO 

Introducción
Procurar analizar y comprender la historia reciente de América Latina implica,
fundamentalmente, desvelar el contenido estructural y coyuntural de las crisis 1 que han configurado
sus ámbitos político, social, económico, cultural y, últimamente, ambiental; es decir, abordar sin
rodeos el sustrato histórico que las han constituido: explotación, opresión, expoliación, dominación,
desigualdad, inequidad, racismo, exclusión y depredación. En suma, revelar en aquéllas el persistente
ejercicio de la violencia material y simbólica de unos pocos sobre las grandes mayorías, exacerbada
con la aplicación salvaje del capitalismo neoliberal durante los últimos treinta años en la región. En
ese marco, Ecuador no ha sido la excepción.
En efecto, el modelo de ―desarrollo‖ neoliberal, con sus teorías, prácticas y esquemas de
intervención directos y solapados, suscitó la descomunal acentuación de la injusticia social en dicho
país, pero, al mismo tiempo, incitó sin pretenderlo la emergencia de sujetos, organizaciones y
movimientos que impugnaron con sus resistencias, luchas y propuestas la estabilidad y continuidad
del cruento orden instituido.
De esta forma, el actual proceso de cambio social en el país andino se asienta, por un lado, en
múltiples y diversas luchas sociopolíticas y culturales que distintos movimientos y organizaciones
sociales han llevado adelante desde los albores de la década de los 80, en las cuales se ha destacado el
movimiento indígena; y, por otro, en la emergencia y arribo al gobierno de la Revolución Ciudadana
(RC) que manifiesta llevar adelante una ―revolución democrática‖ en Ecuador. En este sentido, la
historicidad de los procesos sociales (Izaguirre, 2004: 252) permite comprender de mejor manera el
actual momento político ligado a la RC, así como también algunas modificaciones en la correlación
de fuerzas y las relaciones de poder impuestas por el capitalismo salvaje de las décadas neoliberales.
En este contexto, el triunfo y asunción del Presidente Rafael Correa en Ecuador (2007) se
configuró como una respuesta colectiva a un fenómeno dado en varios países latinoamericanos: el
fracaso del modelo neoliberal en establecer, sin cortapisas, su dominio e imperio. Dicho modelo, en
tanto resultado de la articulación de intereses entre sectores dominantes, élites políticas y organismos
internacionales tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, propaló la
globalización o mundialización neoliberal en el marco del ―Consenso de Washington‖ en casi toda


Ecuatoriano. Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires; Magister en Estudios
Latinoamericanos por la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador; Doctorando en Ciencias Sociales
por la Universidad de Buenos Aires. Correo electrónico: juansociologo@gmail.com
1Las crisis contemporáneas son presentadas por el discurso neoliberal ―como resultado de los desvíos
respecto del modelo liberal y no como un resultado de las estructuras económicas y sociales que dicen
organizarse bajo sus principios, como es el caso del capitalismo‖ (Tapia, 2008: 12).

146
América Latina2. Éste propugnó un patrón de acumulación basado en el capital financiero
(especulativo), gestionó el desguace y privatización de los Estados, promovió la prevalencia de las
reglas del mercado sobre la sociedad y desmanteló la limitada estructura productiva de países, como
Ecuador que, de por sí, se encontraba ya condicionada a la producción de materias primas.
Como alternativa a la propuesta neoliberal, desde el inicio de su gobierno hasta la actualidad –
Asamblea Constituyente y nueva Constitución (2008) mediante— el Movimiento Alianza País (AP)
ha llevado a cabo diversas acciones jurídico-institucionales que han avanzado hacia el cumplimiento
progresivo de constituir un Estado Plurinacional e Intercultural, así como también otras de carácter
político, económico y social en aras de realizar el Sumak Kawsay o Buen Vivir en Ecuador3. De este
modo, el Estado ha retomado protagonismo debido a la repotenciación, en términos generales, de
sus capacidades de planificación, regulación, control y redistribución de la riqueza, que procurarían
desandar el proceso de privatización al que fuera sometido durante la aplicación del modelo
neoliberal. Esta ―democratización del Estado‖, tal como la denomina AP en su Plan de Gobierno y
sus dos Planes Nacionales de Desarrollo), parecería estar aún en ciernes, pero ha puesto de
manifiesto la necesidad histórica de rearticular las demandas de justicia, equidad e igualdad sociales
bajo teorías, prácticas y discursos antineoliberales e incluso –aunque menos enfáticamente—
anticapitalistas.
Sin embargo, para comprender con mayor rigor el ascenso de un gobierno que promovería una
propuesta sociopolítica posneoliberal4 y que procuraría sentar las bases para un futuro anticapitalista,
se requiere explorar su objetivo de plasmar una real alternativa contraria al neoliberalismo en el
marco de un proceso específico de construcción y ejercicio de poder delimitado por el
robustecimiento de las capacidades y funciones estatales, que llevan a considerar la tensión
permanente entre orden y conflicto en el actual contexto sociohistórico.
De esta manera, resulta pertinente realizar algunas preguntas sobre un proceso sociopolítico
autodenominado como ―revolucionario‖, en pos de reflexionar sobre los alcances, límites y
prospectiva de su proyecto en relación con la realidad compleja y, por qué no, con una
reconstrucción utópica de lo social contrapuesta al neoliberalismo. En otras palabras, consideramos

2 Cabe mencionar que fue la brutal dictadura pinochetista la que inició la experimentación neoliberal

en la región a partir de 1973 en adelante. Al respecto, Anderson nos alerta que ―[…] la democracia en sí misma
–como explicaba incansablemente Hayek– jamás había sido un valor central del neoliberalismo. La libertad y
la democracia, explicaba Hayek, podían tomarse fácilmente incompatibles, si la mayoría democrática decidiese
interferir en los derechos incondicionales de cada agente económico para disponer de su renta y sus
propiedades a su antojo. En ese sentido, Friedman y Hayek podían ver con admiración la experiencia chilena,
sin ninguna inconsistencia intelectual o compromiso de principios‖ (Anderson, 1995: 20).
3 Sin soslayar los matices alrededor de las acciones gubernamentales, cabe destacar que la inversión

realizada en áreas sociales y estratégicas durante el gobierno de Rafael Correa ha sido superlativa en
comparación con gobiernos anteriores de corte neoliberal, lo cual formaría parte de la consecución del Buen
Vivir ecuatoriano. Esto último ha sido reconocido, incluso, por algunos opositores de izquierda al gobierno.
Para profundizar en lo mencionado, confróntese SENPLADES (2011). 100 logros de la Revolución Ciudadana, en
http://www.senplades.gov.ec/c/document_library/get_file?uuid=50e4d7ce-746b-47c5-b106-
8faa5495e94a&groupId=18607
4 No desarrollaremos la discusión en torno a esta noción, donde se pueden encontrar análisis y
posturas diversas sobre lo que significa ―etiquetar‖ a procesos como el ecuatoriano bajo este término. De
todas maneras, en este trabajo se presentan, a grandes rasgos, ciertos ejes que conformarían el
posneoliberalismo ecuatoriano. Empero, al ser un proceso sociopolítico aún en disputa, cabe reconocer
rupturas y continuidades en el devenir posneoliberal respecto del anterior. Para un análisis crítico al respecto,
recomendamos el texto de Beatriz Stolowicz (2009). ―El debate actual: posliberalismo o anticapitalismo‖,
German Rodas (coord.), América Latina hoy ¿reforma o revolución?, México, Ocean Sur, 2009.

147
radical repensar constante y ampliamente las herramientas teóricas y los elementos prácticos que
componen la configuración de un nuevo orden, en este caso posneoliberal, y su incidencia en un
posible horizonte poscapitalista.
Protesta social y posneoliberalismo
No caben dudas que, en el marco de las mencionadas crisis, las protestas5 e insurgencias
colectivas6 de las últimas dos décadas han fortalecido y enriquecido la dinámica social y política de
una parte muy importante de la región latinoamericana. La acción colectiva beligerante posibilitó, en
países como Ecuador, la emergencia y visibilidad de líderes y fuerzas políticas críticas con el
neoliberalismo, su posicionamiento en la escena pública y en el gobierno y, fundamentalmente, la
redemocratización y repolitización de sus sociedades que habían sido atacadas por el influjo de las
―recetas‖ neoliberales y su lógica de disciplinamiento social. De este modo, las democratizaciones
vinieron de ―las revueltas igualitarias o de los procesos de reforma o distribución procesual del poder
político y socioeconómico en el sentido de la reducción de su carácter monopólico‖ (Tapia, 2008:
49).
Así, las protestas e insurgencias se plasmaron como un momento de acción política disruptiva
del orden social neoliberal y propositivas en dirección a su trastocamiento hacia un nuevo horizonte
político y social. Podríamos aseverar que los sectores sociales movilizados representaron democracia
en movimiento, es decir, lucha colectiva y solidaria contra el poder opresor en aras de construir una
sociedad justa e igualitaria. Fue por ellas que el lugar y el tiempo de la política y la democracia se
modificaron, en tanto la política pasó del Estado, las mediaciones institucionales y los tiempos
burocráticos a las calles y la fluidez social.
Ahora bien, tras décadas de conflicto entre el Estado y los movimientos sociales, un nuevo
ciclo político parecía vislumbrarse con la Revolución Ciudadana, que recogió una parte importante
de las reivindicaciones históricas de las nacionalidades y pueblos indios en su programa, así como de
diversas organizaciones populares. No obstante, dicho conflicto ha permanecido, entre otras
cuestiones, debido a diferencias en torno de leyes específicas recientemente promulgadas (v. gr.
Minería, Recursos Hídricos). Al respecto, la posición de ciertos sectores indígenas y otros sujetos
sociales radica y responde, por una parte, a reivindicaciones históricas que exigen una participación
real y ampliada en la toma de decisiones, fiscalización, control y ejecución de las acciones en los
asuntos públicos que los afectarían en distintos niveles; y, por otra, a una transformación radical del
modelo de ―desarrollo‖ neoliberal ya que aquél
… es la negación de la racionalidad democrática, entendida como la coexistencia de varias alternativas
de desarrollo. El neoliberalismo ha propiciado una serie de reformas de los estados, sobre todo en el

5 La protesta social se refiere a ―los acontecimientos visibles de acción pública contenciosa de un

colectivo, orientados al sostenimiento de una demanda en general con referencia directa o indirecta al Estado‖
(Schuster, 2005: 56).
6 Para Catherine Walsh ―…dentro de las búsquedas de alternativas al neoliberalismo y de las actuales

geopolíticas del poder imperial-colonial, incluyendo los campos de conocimiento, podemos presenciar la
emergencia de insurgencias que no sólo desafían sino que construyen. Hablar de insurgencias tanto políticas como
epistémicas es entonces reconocer iniciativas ofensivas que apuntan nuevos nacionalismos desde abajo, nuevas
formas de pensamiento y de autorepresentación, de cimarronaje, de gobernación, de insurrección y de
revolución, iniciativas históricas y colectivas que intentan transgredir, interrumpir, interculturalizar e incidir,
descolonizando y transformando las estructuras del poder y del saber como también a los propios sujetos con
miras hacia la edificación y realización de estructuras, instituciones, relaciones, y de saberes y seres realmente
diferentes. Obviamente estas insurgencias no se limitan a la política ni al a esfera del Estado, ni tampoco
provienen de partidos políticos. Más bien, forman parte de un nuevo ejercer político de los movimientos pero
también de otros agrupamientos y colectivos; insurgencias que atraviesan la vida‖ (Walsh, 2007: 14-15).

148
ámbito regional, pero también a escala mundial, en las que se asume una definición monolítica de la
estrategia de desarrollo económico, consistente en el desmontaje de las formas y los espacios políticos
[…] que estarían trabando la transnacionalización de los procesos de acumulación y apropiación del
plusvalor en esta fase de relanzamiento del capitalismo (Tapia, 2008: 20).
Por consiguiente, una participación activa e inclusiva de los movimientos y organizaciones en
la toma de decisiones gubernamentales que conciernen, de distintas maneras, a sus comunidades,
permitiría, en conjunto con otros elementos, el ejercicio pleno y radical de una democracia
participativa, directa y social, con sujetos que la nutren, la construyen, la amplían y la movilizan. Es
decir, una práctica democrática inversa a la neoliberal, donde se la piensa no como construcción y
aprendizaje colectivos, sino ―básicamente como competencia y negociación, […] un modo de
controlar la libertad de los otros, un modo de reducir a mercado y de delegación del potencial de
socialización que tiene su presencia en la política (Tapia, 2008: 19-20).
Adicionalmente, no es una novedad que las principales líneas programáticas del proyecto de la
RC (el Estado Plurinacional y el Sumak Kawsay), con su enfoque y recorte particulares, parten de
propuestas que han sido desarrolladas por los militantes, intelectuales, participantes, simpatizantes y
las bases de los movimientos que bregaron contra el neoliberalismo, principalmente el indígena.
Empero, el conflictivo reconocimiento a ello ha ido delineando, en el marco de una pugna política
más general, un relato político inconexo donde las luchas históricas se han difuminado en las
presentes, configurando una restringida participación de los movimientos7 en el actual proceso de
cambio que, finalmente, ha impactado negativamente en la estructuración de este último.
En relación con la participación política, las políticas públicas en el contexto posneoliberal
ecuatoriano tienen un rasgo distintivo que las diferencia de momentos anteriores: están profusamente
orientadas a recuperar la planificación para el desarrollo. Por esta razón, el gobierno de AP estableció
un Sistema Nacional de Planificación que promueve –oficialmente— una planificación participativa y
descentralizada, que tiene como eje transversal la participación ciudadana para el Sumak Kawsay o
Buen Vivir.
Vale destacar que el Buen Vivir descrito en los dos planes de desarrollo 8 se plantea como una
ruptura conceptual en relación con las premisas del Consenso de Washington y las ideas ortodoxas y
neocolonialistas en torno del concepto de desarrollo. Si la noción dominante de ―desarrollo‖ fue
concebida en términos y procesos de modernización, crecimiento económico, industrialización,
competencia, propiedad privada e individualización social como mecanismos productores de
bienestar societal, el Sumak Kawsay implica la superación del economicismo, democratización de los
medios de producción, re-distribución de la riqueza, diversificación de las formas de propiedad,
sustentabilidad económica, social y ecológica, sinergia colectiva y formas de producción,
reproducción, distribución y consumo diversos, no supeditados ineluctablemente a la lógica del
mercado. En suma, el Buen Vivir procura realizar un salto cualitativo hacia una nueva forma de
convivencia y organización social, en armonía con la naturaleza, superando al extractivismo,

7 Se podría mencionar algunos colectivos en este punto, pero fundamentalmente nos referimos a
aquellos que se aglutinan alrededor de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE),
organización histórica más representativa del movimiento indígena ecuatoriano. No obstante, cabe resaltar que
dicho movimiento se conforma de diversas organizaciones, donde también se pueden encontrar simpatizantes
o aliados al proyecto de la RC.
8 El Plan Nacional de Desarrollo 2007-2010. Planificación para la Revolución Ciudadana y el Plan Nacional Para
el Buen Vivir 2009-2013. Construyendo un Estado Plurinacional e Intercultural, no solamente proponen definir, para el
corto y mediano plazo, el quehacer gubernamental en su interrelación con la sociedad, sino que intentan
contener, sistematizar y expresar gran parte de las líneas estratégicas, programáticas e ideológicas de la
Revolución Ciudadana.

149
promoviendo la construcción de una sociedad profundamente democrática, activa y participativa,
bajo parámetros de radical igualdad social y material.
Según AP cuatro premisas orientarían lo mencionado: la recuperación y fortalecimiento de las
capacidades del Estado; la construcción de un Estado Plurinacional e Intercultural; la edificación de
un Estado policéntrico, desconcentrado y descentralizado; y, el impulso a la participación social y
ciudadana en todos los niveles de gobierno. Sobre este último punto, en su artículo 95 la nueva
Constitución manifiesta:
Las ciudadanas y ciudadanos, en forma individual y colectiva, participarán de manera protagónica en
la toma de decisiones, planificación y gestión de los asuntos públicos, y en el control popular de las
instituciones del Estado y la sociedad, y de sus representantes, en un proceso permanente de
construcción de poder ciudadano. La participación se orientará por los principios de igualdad,
autonomía, deliberación pública, respeto a la diferencia, control popular, solidaridad e
interculturalidad. La participación de la ciudadanía en todos los asuntos de interés público es un
derecho, que se ejercerá a través de los mecanismos de la democracia representativa, directa y
comunitaria (Constitución de la República del Ecuador, 2008: 61).
En la misma dirección, para el ejercicio pleno de una democracia sustantiva se plantea cardinal
motivar y generar mecanismos sociales e institucionales que posibiliten una real y efectiva
participación e incidencia de ciudadanos y colectividades (comunidades, pueblos y nacionalidades) en
la conducción política, económica y social de los asuntos públicos ―a fin de que la sociedad civil se
sitúe como el eje que orienta el desenvolvimiento del Estado y el mercado‖(Plan Nacional para el
Buen Vivir, 2009: 316). Esto es, una de las condiciones ineludibles para la democracia ecuatoriana en
el contexto posneoliberal es la construcción de poder social y la organización social autónoma que,
de abajo arriba, amplifiquen el protagonismo colectivo e impulsen procesos de reforma y revolución
para el Buen Vivir de todos y todas.
Asimismo, cinco revoluciones programáticas intentarían sostener en el tiempo la rearticulación
actual de demandas de justicia, equidad e igualdad sociales: 1. Constitucional y democrática; 2. Ética;
3. Económica productiva y agraria; 4. Social; y, 5. Por la dignidad, la soberanía e integración
latinoamericana (Plan Nacional para el Buen Vivir, 2009: 28). Dichas revoluciones constituyen el
núcleo del proyecto sociopolítico de Alianza País que se aúnan a varios desafíos urgentes que
configurarían el nuevo orden posneoliberal, a saber: disminución del desempleo; erradicación de la
pobreza; ejecución de políticas de desarrollo e inversión social; redistribución de la tierra y del agua;
redistribución de la riqueza, donde uno de los elementos clave es la consolidación de un régimen
tributario más equitativo y responsable que posibilite la reinversión en los sectores más postergados
de la sociedad; salud y educación universales, gratuitas y de calidad; seguridad social universal e
incluyente; inclusión social de los sectores más desprotegidos a través del otorgamiento del Bono de
Desarrollo Humano9 y mediante el programa de Crédito Productivo Solidario, orientado a dinamizar
la economía de los grupos vulnerables del país a partir de la incorporación de la población en
extrema pobreza a procesos productivos sustentables de naturaleza micro empresarial (Marcos, 2009:
3).
De esta forma, la edificación del actual posneoliberalismo ecuatoriano se encuadra en un
trabajo político y técnico complejo, imbricado con la necesidad de consolidar un bloque de poder
social que permita llevar adelante, en el tiempo, la propuesta programática de la RC. Esto último ha
sido, por ahora, una de sus mayores limitaciones y, aún, uno de sus mayores retos.

9 Subsidio de U$S 35 destinado a personas que se encuentran bajo la línea de pobreza, así como
también dirigido a adultos mayores y personas con discapacidad.

150
Por lo expuesto, parecería que existen –al menos en teoría— coordenadas para subsanar el
déficit de participación real en la agenda pública de una amplia gama de sujetos sociales, así como
instrumentos que volverían a tender puentes de diálogo entre fuerzas políticas divergentes. De todos
modos, una sensata lectura de las propuestas sobre participación elaboradas en algunos documentos
públicos y el establecimiento de condiciones concretas para su realización, proveerían de un marco
más acabado para la democratización del Estado y del poder político: el poder de modificar
colectivamente las trayectorias económicas, políticas y sociales que el capitalismo neoliberal
estableció. En razón de ello, comprender y reconocer las virtudes e importancia de la protesta social
y de la ―política de las calles‖ se presenta como fundamental e ineludible para el desenvolvimiento y
consolidación del proceso sociopolítico posneoliberal, así como también para una práctica
democrática opuesta a la excluyente de las décadas neoliberales.
A manera de conclusión: preguntas
Es indudable que es el momento de fortalecer el Estado10, recuperar los roles minimizados en
las últimas décadas de neoliberalismo, mejorar su funcionamiento y redistribuir sus recursos en favor
de los sectores históricamente excluidos; pero igualmente relevante es fortalecer y comprender la
dinámica de la movilización y organización social. ¿No es el poder político popular el que apuntala al
poder político institucional? ¿No es aquél la base de apoyo de este último? Hace ya un largo tiempo
que la política pasó de las instituciones a las calles, y acercarse a esta realidad nos permite enriquecer
el conocimiento e interpretación de la contienda política. Por tal motivo, estigmatizar las demandas
que parten por fuera de los canales tradicionales de intercambio político es un error, más aun por
fuera del Estado.
En el actual momento histórico es central replantear el diálogo y articulación estratégica entre
nóveles e históricos sujetos políticos que, de múltiples formas, han abierto el camino para la
construcción de una democracia plena y resistido la despolitización, inmovilismo y disciplinamiento
de la sociedad, la naturalización del orden, y, en definitiva, han luchado en distintos períodos contra
las dictaduras oligárquicas en Ecuador. ¿No es fundamental evitar que se configure nuevamente una
clase política dominante al interior del Estado? ¿Cómo impide ello que las masas movilicen sus
energías, canalicen y orienten su acción consciente como instrumento político eficaz para la
construcción de un nuevo proyecto histórico?
No se puede desconocer que los movimientos y organizaciones sociales han sido y son parte
sustantiva de una sociedad democrática abierta a la transformación y a la ampliación de la ciudadanía.
No hay que olvidar que un movimiento social
… es un sujeto político que se constituye como encarnación de una querella sobre la organización y
dirección de la sociedad. En este sentido, es una reconstitución de los sujetos gobernados que generan
un tipo de acción autónoma para reformar el gobierno, ya sea en su forma o en su contenido. […]
Son la expresión de que la vida política institucionalizada ya no basta. […] Implica pasar de las
relaciones de intermediación biunívocas entre organización corporativa o sectorial y estado a una
estrategia de generalización del conflicto a través de Movimientos sociales, movimientos societales y
los no lugares de la política, la sociedad civil, removiendo alianzas, apoyos y rechazos, y diversificando
a la vez la trama de sujetos políticos involucrados. […] Su accionar tiende a incluir ya no sólo la
protesta o la demanda, sino también la factualización de las formas alternativas de apropiación,
gestión, organización y dirección de recursos y procesos sociales y políticos (Tapia, 2008: 59-60).

10 Más allá de que gran parte de sus análisis se refieren a la sociedad norteamericana, Chomsky, en su

reflexión sobre la tensión entre metas e ideales, plantea como meta la necesidad actual de ―defender e incluso
fortalecer ciertos elementos de la autoridad estatal‖ frente a la ―tiranía privada‖ (Chomsky, 2007: 86-87).

151
De este modo, intentar normativizar, disciplinar u homogeneizar a los movimientos es un
craso error político y una lectura mínima de los procesos políticos, esto es, de la dialéctica
constitutiva de los mismos. De igual manera, clausurar la posibilidad de permear el Estado a partir de
un diálogo conflictivo con éste y, por el contrario, optar por intentos de alianza con sectores
retrógrados en pos de debilitar a un gobierno, también es un grave equívoco. En nuestra perspectiva,
son estrategias que en una disputa política terminan transfiriendo beneficios únicamente a los actores
(nacionales y foráneos) más reaccionarios y a sus proyectos de ―democracia‖ armada.
Asimismo, en un momento donde se intentan plantear cambios históricos es necesario
repensar crítica y colectivamente –desde afuera y desde adentro— distintas formas de organización
social, pero de una manera que posibilite reforzar sus aciertos y subsanar sus falencias, sin perder de
vista el proceso histórico en las que han estado inmersas, su contribución con la democracia y su
función estratégica para la consolidación de alternativas al capitalismo. Estigmatizar o criminalizar la
protesta, movilización y organización sociales, clausurar el Estado a la participación directa del
pueblo o procurar licuar la política únicamente en el ámbito institucional sin comprender la
importancia de la política ―en la calles‖, puede tender a que diversos actores –antiguos aliados y
tradicionales discrepantes— coincidan en un solo polo opositor.
Ha sido preocupante y lamentable que esto último haya ocurrido en el intento de golpe de
Estado acaecido el 30 de septiembre de 2010 en Ecuador. 11 Es menester recordar que la CONAIE y
su brazo político Pachakutik, terminaron manifestando que: ―nunca hubo ningún intento de golpe de
Estado, mucho menos un secuestro‖12, sintonizando así con el relato de diversos sectores que
conforman la derecha ecuatoriana y los grandes medios de (in)comunicación contrarios al gobierno,
quienes sostienen hasta la actualidad que la intentona golpista constituyó una ―puesta en escena‖ de
este último.
Por consiguiente, el proyecto sociopolítico de AP afronta un panorama de diversos desafíos.
¿Cómo repensar la perspectiva teórica y práctica del proyecto político de la RC en relación con los
sujetos que deben acompañarlo, apuntalarlo y conferirle legitimidad? ¿Cómo ese proyecto va a
plantear cambios estructurales para modificar patrones de poder objetivos y subjetivos, simbólicos y
materiales erigidos por el capitalismo neoliberal? ¿La opción son sólo arreglos político-institucionales
que continúen manteniendo una democracia de excluidos, de gobernantes y gobernados? ¿Es la
ampliación de los derechos el camino más idóneo o el único para ello? ¿Qué consecuencias de todo
orden puede acarrear un neodesarrollismo en el siglo XXI? ¿Cómo consolidar un proyecto más
integral y orgánico en medio de una evidente hibridación político-ideológica al interior de AP, con
consecuencias en sus acciones, y qué corolarios tiene esto para un proyecto que se presenta como
radical y de izquierda? Pero, de la misma manera, cabe preguntarse: ¿cómo condiciona la
heterogeneidad –y no la homogeneidad— político-ideológica que se ha manifestado al interior del
movimiento indígena para el proyecto sociopolítico que éste propone?

11 Al respecto, Paz y Miño se pregunta ―¿Por qué América Latina es una región en la cual todavía
algunos gobiernos están bajo el riesgo de un golpe de Estado? […] porque a los intereses de las grandes
potencias capitalistas no les ha convenido la existencia de regímenes políticos capaces de llevar adelante
programas nacionalistas y de reforma social. La historia de América Latina está plagada de intervencionismos,
particularmente norteamericanos, para interrumpir e impedir gobiernos reformistas, radicales o de ―izquierda‖.
La CIA operó en Chile contra el gobierno de Salvador Allende (1970-1973). Es sólo uno de los ejemplos que
pueden citarse […]‖ (Paz y Miño: 2011: 20).
12Cfr. CONAIE, ―El supuesto golpe de Estado, la democracia y las organizaciones indígenas‖, en
http://www.conaie.org/noticias-antiguas/260-el-supuesto-golpe-de-estado-la-democracia-y-las-
organizaciones-indigenas

152
A pesar de los límites que encuentran o practican los actuales gobiernos nominados como
posneoliberales en distintos países de América Latina a la hora de elaborar proyectos políticos y sociales
verdaderamente distintos a los discursos y prácticas del capitalismo neoliberal, se ha generado un
contexto donde el ejercicio crítico y rechazo a los mandatos de instituciones internacionales de toda
índole ha provocado el avance de sus democracias. Sin embargo, todavía no termina por dilucidarse
el verdadero y real alcance de estos proyectos políticos en beneficio de los más desposeídos en un
momento que se presenta como una
…crisis hegemónica, en la que lo viejo no se resigna a morir y lo nuevo tiene dificultades para nacer y
sustituirlo. ¿Cómo lo viejo busca sobrevivir? Sobre la base de dos ejes: las políticas internacionales de
libre comercio, con las instituciones que las multiplican, como el FMI, el Banco Mundial, la OMC. Y
dentro de cada país, con la ideología del consumo, del shopping-center, del mercado. […] La
construcción de alternativas choca así con una estructura económica, comercial y financiera global,
que reproduce el libre comercio y favorece a las políticas neoliberales, como ideologías consolidadas
que se manifiestan en las formas de comportamiento y de búsqueda y acceso a los bienes de consumo
en la vida cotidiana de las personas (Sader, 2009).
En este marco, consideramos que debe edificarse un salto cualitativo en la ―revolución‖ –más
aun en un contexto de crisis internacional integral13— en conjunto con otros países de la región que
están caminado por la misma senda de autodeterminación política, económica y social. Es un deber
histórico modificar la correlación de fuerzas a favor de un campo popular amplio y heterogéneo,
organizarlo y concienciarlo para erradicar la dimensión subjetiva y objetiva del capital. Hay que actuar
estratégicamente para desmantelar, a través del tiempo, el sistema de dominación en todas sus
formas, creando poder popular que permita evitar una contrarrevolución conservadora con
insospechadas consecuencias para la tierra y la sobrevivencia de los seres humanos. ¿Es sensato
insistir en la infinita reforma de un sistema que produce hambre para 1020 millones14 de personas
(FAO, 2009) y que, incluso, esta catástrofe humana se remite a momentos anteriores a las tan
actuales crisis alimentaria y económica? ¿Es ético continuar avalando que la riqueza de los diez
primeros magnates del mundo sea igual al Producto Interno Bruto de los 48 países más pobres del
planeta, donde habitan 540 millones de personas (Zaiat, 2006)? ¿Es sólo una cuestión de
―organizar‖ o ―regular‖ mejor al capitalismo y sus adeptos? Estas cifras, llenas de vidas y muertes
miserables, son sólo algunos ejemplos que expresan el verdadero resultado del ―capitalismo con
rostro humano‖ que muchos no ponen realmente en cuestión y, en acto de fe ciega, consideran que
se puede lograr. ¿Cuántos padecimientos más deberá soportar la mayoría de la humanidad por el
aceleramiento del cambio climático debido al sistema de producción y contaminación capitalista
incentivado?
Finalmente, sabemos que la desigualdad, explotación, dominación, expoliación y enajenación
son productos históricos enraizados en el accionar humano, el accionar de una minoría sobre la
mayoría. Al ser el resultado de procesos históricos concretos –no de designios celestiales— y estar
sujetos al movimiento de la historia, al cambio, son plausibles de supresión por la misma acción de
los seres humanos. Para la creación de un nuevo proyecto histórico que genere nuevas relaciones

13 ―Estamos en presencia de una crisis que es mucho más que una crisis económica, o financiera. Se
trata de una crisis integral de un modelo civilizatorio que es insostenible económicamente, por los estragos
que está causando; políticamente, porque requiere apelar cada vez más a la violencia en contra de los pueblos;
insustentable también ecológicamente, dada la destrucción, en algunos casos irreversible, del medio ambiente;
e insostenible socialmente, porque degrada la condición humana hasta límites inimaginables y destruye la
trama misma de la vida social‖ (Boron, 2009).
14 El informe elaborado por la FAO, señala que ―para abordar la carga de las crisis consecutivas de los
alimentos y la economía, las personas pobres reducen la diversidad de sus dietas y el gasto en necesidades
esenciales, como la educación y los cuidados sanitarios‖ (FAO, 2009: 2).

153
sociales y que elimine dichos productos históricos es imprescindible –si no radical— pensar y actuar
sobre la dimensión teórica y práctica del proyecto político que desee propugnar un cambio
revolucionario.
Por tal motivo, consideramos que si el contenido de la ―revolución‖ no es repensado,
abordado abierta y sistemáticamente, la lectura sobre la contienda política, la interpretación de la
realidad, de los hechos, de los actores inmersos en ella, los objetivos de la lucha, el para qué y para
quiénes, pueden desvirtuarse.
¿La legitimación de un gobierno revolucionario se da únicamente por vía de los incentivos
materiales? ¿Cuál es el incentivo moral que tiene este tipo de procesos para la comunidad? ¿De qué
manera se está pensando la cuestión en torno a la constitución de una nueva cultura política, de un
nuevo sentido social, las bases para la construcción de una revolución o transformación
sociocultural? ¿Dicha construcción de sentido es sólo un producto comunicacional, una mercancía
que debe ser bien dispuesta en el mercado político que proveen los medios de comunicación
masivos? ¿La sola difusión de información genera procesos de toma de conciencia concretos y de
largo plazo?
Parecería que la política por momentos se ve reducida a consignas, que a veces pueden ser
importantes, pero jamás podrán subsumir la construcción concreta de prácticas y pensamientos que
tienen implicancias objetivas y subjetivas relevantes para una sociedad. En este sentido, es imperiosa
la necesidad de llevar adelante procesos de educación política a todo nivel que permitan apuntalar,
fortalecer, sostener y radicalizar el proceso político en curso, proveyendo herramientas que refuercen
las luchas contra los dispositivos de dominación del poder tradicional, realizando así una real
autodeterminación de los pueblos.

154
BIBLIOGRAFÍA
 ANDERSON, Perry (1995). ―Neoliberalismo: un balance provisorio‖, Sader, Emir, Gentili, Pablo
(comps.), La trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social, Buenos Aires, CBC-UBA.
 BORON, Atilio (2009). ―De la guerra infinita a la crisis infinita‖, en Rebelión, URL:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=82289
 CHOMSKY, Noam (2007). Escritos libertarios: esperanza en el porvenir, Buenos Aires, Capital Intelectual.
 CONAIE, ―El supuesto golpe de Estado, la democracia y las organizaciones indígenas‖, en
http://www.conaie.org/noticias-antiguas/260-el-supuesto-golpe-de-estado-la-democracia-y-las-
organizaciones-indigenas
 CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR (2008).
 IZAGUIRRE, Inés (2004). ―Algunos ejes teórico-metodológicos en el estudio del conflicto social‖, en José
Seoane (compilador), Movimientos sociales y conflicto en América Latina, Buenos Aires, CLACSO.
 FAO (2009). El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo, FAO, Italia, 2009.
 MARCOS, Natalia (2009). Desafíos sociopolíticos del gobierno de Rafael Correa, Quito, inédito.
 PAZ Y MIÑO, Juan (2011). ―El 30-s: intento de golpe de estado en Ecuador‖, Proaño, Juan y Marcos,
Natalia (comps.), Dossier Ecuador, Buenos Aires, IEALC-UBA.
 SADER, Emir (2009). América Latina y el período histórico actual, en
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=94476
 SECRETARÍA NACIONAL DE PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO (2009). Plan Nacional Para el
Buen Vivir 2009-2013, Quito, SENPLADES.
 SCHUSTER, Federico (2005). ―Las protestas sociales y el estudio de la acción colectiva‖, Federico L.
Schuster, Francisco Naishtat y Gabriel Nardacchione (comps.), Sujetos de acción colectiva, Buenos Aires,
Prometeo.
 STOLOWICZ, Beatriz (2009). ―El debate actual: posliberalismo o anticapitalismo‖, German Rodas
(coord.), América Latina Hoy ¿reforma o revolución?, México, Ocean Sur.
 TAPIA, Luis (2008). Política salvaje, CLACSO/Muela del Diablo/Comunas, La Paz.
 ________ (2010). ―El Estado en condiciones de abigarramiento‖, Luis Tapia, Álvaro García Linera, Raúl
Prada y Oscar Vega Camacho, El Estado. Campo de lucha, La Paz, Muela Del Diablo, Comuna, CLACSO.
 WALSH, Catherine (2007). ―Insurgencias políticas epistémicas y giros de-coloniales‖ en Comentario
Internacional, Quito, Centro Andino de Estudios Internacionales (UASB)/ Corporación Editora Nacional,
N° 7.
 ZAIAT, Alfredo, ―Desigualdades‖, Página/12, 14-10-2006, en
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-74455-2006-10-14.html.

155
Camilo Egas (Quito, 1889 – Nueva York, 1962)
―Fiesta Indígena‖

Oswaldo Guayasamín (Quito, 1919 – Baltimore, 1999)


―Maternidad‖

156
T RANSFORMACIONES RECIENTES DE LA
POLÍTICA EXTERIOR ECUATORIANA

157
LA NUEVA ARQUITECTURA DE INTEGRACIÓN REGIONAL
EN LA REVOLUCIÓN CIUDADANA

NATALIA C. MARCOS RUÍZ


¡Los árboles se han de poner en fila,
para que no pase el gigante de las siete leguas!
Es la hora del recuento, y de la marcha unida,
y hemos de andar en cuadro apretado,
como la plata de las raíces de los Andes.
José Martí

Introducción
La asunción del Presidente Rafael Correa en Ecuador en enero de 2007 marcó un giro
histórico en la vida política ecuatoriana. El mandatario y el movimiento Patria Altiva i Soberana
(PAIS) ganaron las elecciones reivindicando y recogiendo gran parte de las demandas históricas de
los movimientos socio-políticos que hicieron frente a las políticas neoliberales, principalmente,
aquellas emanadas del movimiento indígena ecuatoriano. En efecto, el triunfo del proyecto político
de la Revolución Ciudadana fue, por un lado, corolario de las sucesivas crisis políticas, económicas,
sociales e institucionales que azotaron al país andino; y, por otro, producto de las demandas
históricas de los pueblos de cambio y transformación sociales en aras de sustituir el (des)orden
neoliberal.
Cabe señalar que la Revolución Ciudadana hace referencia a las cinco revoluciones que
sustentan el proyecto político y que constituyen los ―ejes programáticos para la transformación
radical del Ecuador‖, a saber: 1. La revolución constitucional y democrática; 2. La revolución ética; 3.
La revolución económica y productiva; 4. La revolución educativa y de salud; y, 5. La revolución por
la dignidad, la soberanía y la integración latinoamericana (Plan de gobierno de Alianza PAIS, 2006).
Sobre la quinta revolución, el Plan de gobierno de Alianza PAIS 2007-2011 expresa lo siguiente:
Nos pronunciamos a favor de la defensa de la dignidad de nuestra nación y de su soberanía tan
amenazadas con los chantajes imperiales y la sumisión de nuestros mandatarios, que nos han
involucrado en conflictos y agendas ajenas, que nos insertan desequilibradamente en procesos
comerciales que vulneran nuestra soberanía sobre nuestros recursos y hasta sobre nuestra política no
sólo económica sino jurídica (Plan de gobierno de Alianza PAIS, 2006: 51).
Es decir, la integración latinoamericana constituye un eje estratégico de la política interna y
externa ecuatoriana y, al estar sustentada en dos conceptos claves como el de soberanía y dignidad,
representa una evidente ruptura con la política exterior de gobiernos anteriores claramente
supeditados al hegemón norteamericano y sus intereses. Siguiendo estos planteamientos, el Plan
Nacional para el Buen Vivir 2009-2013 estipula una noción de soberanía que trasciende los límites
territoriales propios del paradigma liberal, y establece una clara relación entre dicho término, la
autodeterminación de los pueblos en diversos ámbitos y la integración latinoamericana:


Argentina residente en Ecuador. Licenciada en Sociología (UBA, Argentina). Magíster en Estudios
de la Cultura (Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador). Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA,
Argentina). Correo electrónico: nataliasociologa@gmail.com

158
El concepto de soberanía que en el Ecuador promulgamos obliga a plantear nuestra integración, con y
para los pueblos del mundo, de una manera amplia y solidaria, como la capacidad de los propios pueblos
para autodeterminarse en sus decisiones públicas, en materia política, territorial, alimentaria, energética,
económica, financiera, comercial y cultural. Ello implica rebasar la visión de soberanía que se limita al
control de las fronteras, para incorporar las dimensiones política, económica, cultural, alimentaria,
ambiental y energética (SENPLADES, 2009: 108).
Ahora bien, tras el gobierno del ex coronel Gutiérrez (2003-2005) destituido por
movilizaciones sociales y claramente subsumido a los lineamientos políticos y económicos
estadounidenses, y el gobierno de transición de Alfredo Palacio (2005-2007) sin una orientación
política clara, la actual propuesta de integración regional ha sido replanteada bajo la égida de la nueva
Constitución Política del año 2008, el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2010 y el Plan Nacional para el
Buen Vivir 2009-2013, los dos últimos elaborados por la Secretaría Nacional de Planificación y
Desarrollo (SENPLADES). Esto es, la política exterior es congruente y está íntimamente relacionada
con la política interna, ambas definidas a partir de los instrumentos programáticos y de planificación
que el Estado reasumiera con el gobierno de Correa. El primer Plan, que instituyera los principales
lineamientos políticos del primer gobierno del mandatario, establece además una estrecha relación
entre política exterior y Derechos Humanos, articulada a las mencionadas nociones de soberanía y
autodeterminación:
…afirmar la soberanía nacional requiere no sólo el desarrollo de una política exterior enmarcada en
relaciones internacionales de mutuo respeto y cooperación, consistente con los principios de la
autodeterminación de los pueblos, la no injerencia de los asuntos internos de otros países, la búsqueda
de la paz, la defensa de la soberanía nacional y el mantenimiento de relaciones amistosas y de buena
vecindad de los países limítrofes, sino que, por encima de todo, involucra el desarrollo de un marco
institucional y un entorno social que garantice el goce pleno de los derechos humanos (SENPLADES,
2007: 205).
Por su parte, la carta magna del 2008, a diferencia de la Constitución de 1998 que tenía escasos
lineamientos de política exterior y una perspectiva esencialmente neoliberal, estipula una serie de
principios de carácter social, ambiental e integracionista que recobra para el Estado premisas
fundamentales de soberanía en virtud del interés nacional. Así, el artículo 423 de la Constitución del
Ecuador propugna que la integración, especialmente con los países de Latinoamérica y el Caribe,
constituye un objetivo estratégico del Estado ecuatoriano (Constitución Política del Ecuador, 2008:
art. 423). De la misma manera, la nueva carta política fomenta políticas de compensación para
superar las asimetrías regionales; promueve el principio de ciudadanía universal y la libre movilidad
de los/as ciudadanos; preconiza la implementación de políticas que garanticen los derechos humanos
de las poblaciones de frontera y de los refugiados, amén de la protección común de los
latinoamericanos y caribeños en los países de tránsito y destino migratorio; suscita la equidad, justicia
y solidaridad en las relaciones internacionales que posibiliten complementar y armonizar la política
nacional ligada al Buen Vivir o Sumak Kawsay; e impulsa, además, una agenda de integración
respetuosa de la diversidad cultural y ambiental, entre sus puntos más importantes.
En consecuencia, el eje desde donde se plantea la integración regional no es meramente
económico sino, antes bien, multidimensional. Es decir, se apunta a la edificación de un tipo de
integración que no se restrinja al ámbito comercial y menos aun a la competencia entre naciones,
sino, por el contrario, que afiance y promueva la complementariedad y solidaridad latinoamericana y
caribeña en distintos niveles. Ello trasluce una matriz de pensamiento político-ideológica que genera
coincidencias entre los gobiernos progresistas de América Latina, quienes han criticado duramente
las consecuencias nefastas del Consenso de Washington para la región y abogan –con sus respectivos
matices y contradicciones— por la recuperación de su soberanía y por proyectos políticos nacionales,
populares, anticolonialistas y antiimperialistas en el marco de la constante ofensiva de Estados
Unidos por intentar desbaratar los avances liberadores del continente.

159
América Latina ante la injerencia norteamericana en la región
La intención de injerir económica, política, militar, social y culturalmente en América Latina y
de detener el crecimiento de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de
Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP)15, así como todo proceso de integración latinoamericano que
refrene su avanzada colonizadora, llevó nuevamente a los sectores conspirativos del Establishment
norteamericano a involucrarse en planes desestabilizadores y claramente militaristas en la región. En
este sentido, algunos de los hechos más recientes del proyecto recolonizador de Washington para
controlarla han sido el aval a la perpetración del golpe militar de Honduras de junio de 2009 (uno de
los eslabones más endebles de la ALBA), la virtual ―ocupación‖ de Haití por tropas y flota de
Estados Unidos –so pretexto de brindar ―ayuda humanitaria‖ ante la mayor tragedia natural que ha
vivido el continente en el último tiempo— y los indicios de haber coadyuvado en el golpe de Estado
fallido o putch16 en Ecuador el 30 de septiembre de 2010 (Cfr. Golinger, 2010).17 A ello se añade el
continuo avance del esquema militar estadounidense con la diseminación de bases militares
(recuérdese que en el año 2009 EE.UU. instaló 7 bases militares en Colombia, amén de las 6 ya
reconocidas), la reactivación de la Cuarta Flota, infraestructura y tropas en la nueva estrategia que
aboga por descentralizar el Comando Sur y diseminarlo a lo largo del Continente. 18 Adicionalmente,
es evidente que la militarización presente y futura de la política exterior estadounidense se diseña en
el marco de actuales y próximas crisis energéticas y alimentarias a nivel mundial. Ello motiva a
repensar una geopolítica articulada con lo ambiental y la defensa de los recursos naturales renovables
y no renovables en América Latina, puesto que la política geoestratégica norteamericana apuntaría, en
definitiva, a la apropiación de los mismos en virtud de sus déficits internos.
En relación con lo mencionado, la Declaración final de la III Cumbre de los Pueblos de
América (Mar del Plata, 2005) denunciaba la estrategia imperial, militar y recolonizadora
estadounidense a partir de su política internacional de ―seguridad‖ y de lucha contra el ―terrorismo‖:
Y si su estrategia a favor de las corporaciones norteamericanas ha venido siendo acompañada de una
creciente militarización del continente y de bases militares estadounidenses, ahora para rematar el
genocida George W. Bush ha venido a la cumbre de Mar del Plata para intentar elevar su política de
seguridad a compromiso continental con el pretexto del combate al terrorismo, cuando la mejor
forma de acabar con él sería el revertir su política intervencionista y colonialista (Declaración final de
la III Cumbre de los Pueblos de América, 2005).
En este contexto, la nueva política exterior que se encuentra llevando a cabo el gobierno de la
Revolución Ciudadana se enmarca en la crítica profunda de las consecuencias que el Consenso de

15 La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio entre los

Pueblos está conformada por los gobiernos y diversos movimientos socio-políticos de Antigua y Barbuda,
Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Honduras (antes del golpe de Estado de 2009), Nicaragua, la República
Bolivariana de Venezuela y San Vicente y las Granadinas. Cabe subrayar que Ecuador ingresó al ALBA el 24
de junio de 2009.
16 Según Érika Sylva y Rafael Quintero, se denomina ―putch‖ a un golpe de Estado fallido o abortado.

―El término proviene de la palabra alemana putsch que significa ‗empujón‘ y tiene un significado muy cercano
al de ‗golpe de Estado‘. Se popularizó como término para denominar un golpe fallido a raíz del protagonizado
por Hitler en Munich el 8 y 9 de noviembre de 1923 al que se denominó ‗Putsch de Munich‘ o ‗Putsch de la
Cervecería‘‖ (Quintero y Sylva, 2010).
17 No debe olvidarse que los intentos de golpe de Estado en Venezuela (2002) y en Bolivia (2008)

forman parte de dicha política injerencista en la región.


18 EE.UU. tiene 872 asentamientos militares fuera de su territorio. Fuente: Atilio Boron, ―La
coyuntura geopolítica de América Latina y del Caribe 2010‖, Ponencia presentada en Casa de las Américas, Cuba, 22-
24 de Noviembre 2010.

160
Washington tuviera en el país, del cual el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) fuera su
máxima expresión. El ALCA fue un acuerdo comercial promovido por Estados Unidos que
propugnaba que la liberación económica, comercial y financiera (premisas básicas del neoliberalismo)
se extienda por todo el continente americano. El ALCA promovía los intereses de las corporaciones
transnacionales más poderosas del mundo, tales como las empresas petroleras, las compañías
productoras de alimentos y los grandes bancos y establecimientos financieros internacionales, con
prescindencia absoluta de los derechos económicos, políticos, sociales, culturales y ambientales de los
pueblos de Latinoamérica y el Caribe.
Es pertinente mencionar que el estridente fracaso del ALCA coincidió con la emergencia de
nuevos procesos políticos y sociales en América Latina, en los cuales los movimientos socio-políticos
del Ecuador tuvieron un fuerte protagonismo. Por esta razón, la crítica a la globalización neoliberal –
de la cual el ALCA fuera sólo una de sus expresiones— no podía limitarse a enjuiciar sus nefastas
consecuencias, sino que debía conducir a la construcción teórica y práctica de una nueva alternativa
capaz de orientar las relaciones económicas y políticas de las repúblicas latinoamericanas y caribeñas.
La resistencia de los pueblos y movimientos socio-políticos de Nuestra América al ALCA y a la
injerencia norteamericana resultó crucial para contener la potente avanzada imperialista en la región.
No obstante, la misma hubiera resultado inocua sin el protagonismo que, desde las postrimerías del
siglo XX, tienen los gobiernos progresistas o de izquierda en Latinoamérica. Es necesario recordar
que el ex Presidente argentino Néstor Kirchner tuvo el gesto político de abrirle las puertas al
Presidente venezolano Hugo Chávez (uno de los mayores ideólogos de la ALBA) para oponerse al
ALCA en la III Cumbre de los Pueblos de América (Mar del Plata, noviembre de 2005) en el marco
de la visita del ex presidente Bush a Argentina durante la Cumbre de las Américas, gestando allí un
proyecto de integración alternativo al propuesto por la hegemonía estadounidense. En tal sentido,
Néstor Kirchner fue uno de los mentores más importantes de la unidad latinoamericana y,
particularmente, de la Unión de Naciones Suramericanas19 (UNASUR) –de la que fungiera
temporalmente como Secretario—, que fuera, a pesar de su flamante existencia, tan eficaz en las
negociaciones para restablecer la paz entre Colombia y Venezuela; tan vehemente en el rechazo al
golpe de Estado en Honduras; y, tan enérgica en la respuesta coordinada frente al intento de golpe de
Estado en Ecuador el pasado 30 de septiembre de 2010.
El gobierno de la Revolución Ciudadana, por su parte, ha sido enfático al enunciar que
mantendrá relaciones estables y de mutuo respeto con Estados Unidos, en tanto y en cuanto respete
la soberanía y dignidad del Ecuador:
No buscamos una confrontación con Estados Unidos pero sí defenderemos inclaudicablemente el
interés nacional, con una estrategia preferiblemente alineada con el resto de Sudamérica para lograr
mayor poder de negociación con equidad. Se derogará todo tratado económico o de otro tipo que sea
inconveniente al interés nacional. El Ecuador no renunciará a defender la Soberanía del Estado, no
permitirá la intervención de cortes de otros países o cortes internacionales parcializadas en asuntos de
potestad interna como el control de los impuestos, ni tolerará ninguna forma de presencia de tropas
extranjeras en su territorio (Plan de gobierno de Alianza PAIS, 2006: 51-52).
Éste es el horizonte en el cual se inscribe la lucha actual del Ecuador contra la dependencia y
neocolonización económica, política, social y cultural; disputa que resquebrajara las ataduras de las
imposiciones externas y programas económicos de organismos multilaterales tales como el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial que los antiguos gobiernos ecuatorianos aceptaron a
rajatabla. Así lo pone de manifiesto el primer Plan de Gobierno de Alianza PAIS:

19La UNASUR integra a doce países sudamericanos y su tratado constitutivo se firmó en Brasilia el
23 de mayo de 2008. Cabe señalar que la Secretaría General del organismo tendrá sede en Quito, Ecuador.

161
Las relaciones económicas internacionales tendrán como fundamento la defensa de nuestro interés
nacional y no la subordinación a políticas externas que generan más pobreza y desempleo. Como
miembro pleno de dichos organismos, el Ecuador utilizará sus foros para plantear en forma oficial y
decidida temas que coadyuven a la constitución de un nuevo orden económico y político mundial
sustentado en la solidaridad y el respeto a la libre determinación de los pueblos (Plan de gobierno de
Alianza PAIS, 2006: 52).
Igualmente, vale resaltar la dignidad y soberanía que demostró Ecuador ante la incursión
armada del gobierno colombiano de Uribe en territorio ecuatoriano (La Angostura, 2008) y frente a
la injerencia política y militar de EE.UU. en el país a partir de la recuperación de la Base Militar de
Manta20 –cedida a la fuerza aérea norteamericana en 1999 por el ex presidente ecuatoriano Jamil
Mahuad—; así como contra la intromisión estadounidense en organismos de inteligencia de las
Fuerzas Armadas y policiales ecuatorianas, con la subsiguiente expulsión de diplomáticos
norteamericanos de Ecuador. En este contexto se comprende también la remoción reciente de la ex
embajadora norteamericana en este país, quien atentara contra la soberanía ecuatoriana a través de
sus pronunciamientos revelados por los cables de Wikileaks.
La nueva política de integración ecuatoriana: alcances y desafíos
Ante la pérdida de preponderancia de antiguos organismos multilaterales de integración como
la CAN y la ALADI, los gobiernos progresistas de la región y, en particular, los gobiernos más
radicales (Venezuela, Bolivia y Ecuador) de la subregión andina, se encuentran encauzando un nuevo
proyecto de integración en ciernes basado en la solidaridad y cooperación entre los pueblos
latinoamericanos, haciendo especial hincapié en la lucha contra la pobreza y la exclusión social. La
innovación y vanguardia de la ALBA-TCP radica en que pone cuestión el culto al libre comercio que
preconizara el neoliberalismo en la región y promueve una agenda elaborada entre los Estados
soberanos, sin injerencia y participación de poderes fácticos y extranjeros tales como empresas
transnacionales y/o gobiernos imperialistas. El concepto grannacional alude, en efecto, a la
…visión bolivariana de la unión de las repúblicas latinoamericanas y caribeñas para la conformación
de la gran nación. El concepto grannacional puede asimilarse al concepto de mega Estado, en el
sentido de la definición conjunta de grandes líneas de acción política, común entre Estados que
comparten una misma visión del ejercicio de la soberanía nacional y regional, desarrollando cada uno
su propia identidad política, sin que ello implique la construcción de estructuras supranacionales
(ALBA-TCP, s/f).
De esta forma, la nueva política exterior del gobierno ecuatoriano privilegia la integración
subregional y el fortalecimiento de los mercados y alianzas Sur-Sur, logrando un giro substancial con
las relaciones internacionales Norte-Sur que primaron en este país históricamente. Tal como lo
establece el Plan Nacional para el Buen Vivir:
La mirada soberana de las relaciones internacionales busca cambiar esta historia mediante la
reestructuración del sistema de acumulación, distribución y re-distribución de la riqueza en el país, a
través del fomento de una economía terciario exportadora. En el sector externo de nuestra política,
esto implica establecer en el corto, mediano y largo plazo, un esquema de alianzas y aliados
estratégicos, alineados y armónicos a nuestros objetivos nacionales; de tal forma que podamos
fortalecer ejes alternativos de relaciones internacionales enfocados hacia el ―SUR‖, dejando atrás las
clásicas cartas de intención y las agendas condicionadas de gobiernos anteriores (SENPLADES, 2009:
108).

20 Es importante apuntar que la nueva Constitución ecuatoriana estipula, en su artículo 5, que


―Ecuador es un territorio de paz y que no se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de
instalaciones militares extranjeras con propósitos militares‖.

162
De ahí que el objetivo primordial sea priorizar la unidad latinoamericana a partir de la
convergencia de sus políticas económicas y sociales así como de la complementariedad de sus
aparatos productivos. Por tal motivo, la política de integración regional que promueve Ecuador se
encuadra en el rechazo de la hegemonía de EE.UU., en la autodeterminación de los pueblos y en el
equilibrio de las relaciones internacionales de naciones que no pretenden estar supeditadas al yugo
norteamericano, fortaleciendo una perspectiva soberana, antiimperialista y antineocolonial. Tal como
lo asegura el actual Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, Ricardo Patiño:
El Ecuador se encuentra comprometido con los procesos de integración regional, como mecanismos
de coordinación, cooperación y solidaridad entre los pueblos, hacia la construcción de un mundo
verdaderamente multipolar, que no esté dominado por un país, por una nación, sino que sea el
espacio de confluencia armónica entre pueblos y naciones (Patiño, 2008).
Es en este marco donde debe entenderse la propuesta que enarbolara el gobierno de Rafael
Correa de crear una Organización de Estados Latinoamericanos sin la presencia de EE.UU. ni de
Canadá, proyecto que se debatió en la última Cumbre de Jefes de Estado celebrada en Cancún
(febrero de 2010), que diera origen a la conformación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos
y Caribeños (CELAC).
En concordancia con lo expuesto, para el gobierno ecuatoriano el establecimiento de alianzas y
bloques latinoamericanos, alternativos y disidentes al hegemón norteamericano, constituye una
política de Estado fundamental para el afianzamiento de la integración con la mayoría de los países
de la región, más allá de las relaciones diplomáticas estables con el país del Norte. Ciertamente, la
construcción y participación de Ecuador en espacios tales como la UNASUR; la ALBA-TCP; el
Banco del Sur; el Mercado Común del Sur (MERCOSUR); el Consejo Sudamericano de Defensa; el
Grupo de Río; o la CELAC, entre otros, son cruciales para el Ecuador en aras de fortalecer su
perspectiva sobre la unidad regional y la integración latinoamericana. Dichos espacios se plantean
como ámbitos estratégicos para el Ecuador, el cual impulsa un tipo de integración que posibilite un
desarrollo endógeno compartido en ámbitos tales como: infraestructura física; soberanía alimentaria y
energética; procesos de reindustrialización y comercio justo, incorporando nuevos actores sociales en
la dinámica de una economía solidaria; nueva arquitectura financiera; mayor control a las empresas
transnacionales; políticas autónomas de seguridad y defensa que fortifiquen un bloque regional
progresista; y, espacios comunes de resolución de conflictos y controversias entre los países de la
región, entre los principales objetivos.
Por consiguiente, la integración de América Latina debe erguirse como una alternativa posible
frente a la firma de tratados de libre comercio o a los denominados, más sutilmente, ―acuerdos
comerciales para el desarrollo‖, para a partir de allí negociar en bloque –y no aisladamente— con los
grandes centros económicos mundiales como la Unión Europea (UE). En ese sentido, las actuales
negociaciones del Ecuador con la UE para la firma de un posible ―Acuerdo de Comercio para el
Desarrollo‖ ponen de manifiesto, sin embargo, las discrepancias y diversas tendencias político-
ideológicas en el seno del Gobierno, básicamente al interior de la Cancillería y el Ministerio
Coordinador de la Producción. A pesar de que Rafael Correa ha dicho que ―los acuerdos que
Ecuador suscriba con la Unión Europea no caerán en el riesgo del neocolonialismo [ya que] el país
irá al comercio internacional de forma inteligente, congruente y patriota‖ (Prensa Latina, 02-06-
2011), es factible que un tratado comercial con la UE pueda favorecer una nueva situación de
dependencia y neocolonialismo y vulnerar la opción alternativa de desarrollo trazada en la
Constitución y los planes nacionales de planificación y desarrollo, más aun si Ecuador realiza el
acuerdo de manera individual. Recuérdese que el Plan Nacional para el Buen Vivir propugna
―propiciar nuevos entendimientos de integración regional a fin de avanzar negociaciones de bloque
con la Unión Europea‖. Por tanto, el fortalecimiento de la integración regional es la única forma de
contrarrestar conciertos que no sean favorables a los intereses nacionales del Ecuador y constituye

163
un claro desafío que tiene, a pesar de sus indudables avances, el gobierno de la Revolución
Ciudadana. Habrá que ver qué postura resulta imponerse.
En conclusión, se brega por la edificación de una integración liberada de yugos e
intervenciones extranjeras. Las vías para la conformación de un sólido bloque de países de Nuestra
América están abiertas. Su afianzamiento y progreso será cuestión de tiempo y lealtad a los intereses
de los pueblos históricamente expoliados para, a la postre, llegar a los anhelados días de unión,
solidaridad y complementariedad entre las naciones nuestroamericanas, sueño que abrigaron
patriotas de la talla de Simón Bolívar, Manuela Sáenz, José de San Martín, Rosa Campuzano, José
Martí y Eloy Alfaro, por nombrar sólo algunos/as. Por ello, la integración y unidad latinoamericana
sigue siendo hoy no sólo una utopía, sino también una apremiante necesidad histórica.

164
BIBLIOGRAFÍA

 BORON, Atilio, ―La coyuntura geopolítica de América Latina y del Caribe 2010‖, Ponencia presentada en
Casa de las Américas, 22-24 de Noviembre 2010.
 CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR, 1998.
 CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR, 2008.
 GOLINGER, Eva (2010). ―Ecuador, otro golpe Made in U.S.A‖ en
http://www.centrodealerta.org/noticias/ecuador_otro_golpe_made_en_.html
 PATIÑO, Ricardo, ―Discurso de posicionamiento del Economista Ricardo Patiño como Ministro de
Relaciones Exteriores, Comercio e Integración‖, Quito, 28 de enero de 2008, en
http://www.mmrree.gov.ec/2010/discurso_posesion.asp
 PLAN DE GOBIERNO DE ALIANZA PAÍS 2007-2011, 2006.
 QUINTERO LÓPEZ, Rafael y SYLVA CHARVET, Érika, ―Ecuador: la alianza de la derecha y el
corporativismo en el ‗putch‘ del 30 de septiembre del 2010‖, Quito, ALAI, 20-10-2010.
 SENPLADES, Plan Nacional de Desarrollo 2007-2010. Planificación para la Revolución ciudadana, Quito,
SENPLADES, 2007.
 ________ Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013. Construyendo un Estado Plurinacional e Intercultural, Quito,
SENPLADES, 2009.

SITIOS WEB

 ALBA-TCP, ―Grannacionales‖, s/f, en http://www.alba-tcp.org/contenido/concepto-grannacional


 Declaración final de la III Cumbre de los Pueblos de América, 2005, en
http://www.integracionsur.com/alca/mardelplata/CumbrePueblosDeclaracionFinal.html
 Prensa Latina, ―Ecuador plantea Acuerdo Comercial para Desarrollo con UE‖, Quito, 2 de junio de 2011,
en http://www.prensalatina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=293583&Itemid=1
 UNIÓN DE NACIONES SURAMERICANAS, en http://www.pptunasur.com/

165
ECUADOR EN SU POLÍTICA EXTERIOR: El CASO DE LA
UNASUR

DANIEL KERSFFELD

Ecuador ante la mirada estadounidense


Rafael Correa llegó al gobierno el 15 de enero de 2007, entre otros objetivos, con la intención
de dar un nuevo vuelo a la política exterior del Ecuador, ceñida en gran medida a los lineamientos
trazados desde Washington. El proceso conocido como Revolución Ciudadana, al tener como
principal divisa la expresión ―Patria altiva, digna y soberana‖ debía ostentar, por tanto, su correlato
en materia de relaciones internacionales, hasta ese momento sólo dependiente de los designios de la
Casa Blanca, la que luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, únicamente tenía reservada
una agenda de seguridad hacia el área andina (Bonilla y Páez, 2006).
Hasta el inicio de la presidencia de Correa, y en la mirada de los Estados Unidos, Ecuador no
se diferenciaba demasiado del resto de los países de los Andes, marcados por la inestabilidad
institucional, una permanente crisis económica, la pobreza endémica de las masas y la protesta social
como telón de fondo de toda disputa por el poder. El terrorismo, asociado con la guerrilla y el
narcotráfico, se convertía en el enemigo, la mayor parte de las veces invisible, a ser derrotado más allá
de su ubicación y sin que importaran demasiado los límites y las fronteras (Bustamante, 2004). Así, el
conflicto siempre caliente de Colombia se ocupó de marcar el tono de la política estadounidense
hacia la región, caracterizada por un conjunto de gobernantes que debían mantenerse en equilibrio
entre las demandas cada vez más violentas de las masas precarizadas, y las exigencias de Washington
para disciplinar las economías de estos países, de paso, poniendo severos límites a las protestas por
medio de la represión.1 Ecuador no estuvo exento de las imposiciones de la Casa Blanca, las que
sobre todo fueron materializadas durante el interrumpido mandato del ex presidente Jamil Mahuad,
primero con la cesión de parte de la base militar de Manta en 1999 a las Fuerzas Armadas
estadounidenses y ya durante el siguiente año, con una política económica que llevó a reemplazar al
sucre, la moneda nacional, por el dólar. La animosidad contra la presencia norteamericana fue en
aumento, destacando en este escenario las protestas encabezadas por los grupos indígenas agrupados
en el movimiento Pachakutik y acompañados por el resto de la izquierda y de todos aquellos que
querían poner fin a la intromisión extranjera. Los meses iniciales del gobierno del coronel Lucio
Gutiérrez, en la primera mitad de 2003, fueron justamente considerados como un emergente de estas
protestas sociales: el nuevo presidente no sólo asumió un discurso antiimperialista frente a los
Estados Unidos sino que además hizo manifiesto su acercamiento a Hugo Chávez. Pronto; sin
embargo, estas expectativas en una mayor autonomía frente a Washington se derrumbarían, cayendo


Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), Quito, Ecuador. Correo electrónico:
dakersffeld@hotmail.com
1 Uno de los casos más representativos de esta etapa de la historia reciente del área andina estuvo
dado por los presidentes Hugo Banzer, Jorge Quiroga y Gonzalo Sánchez de Losada, quienes tuvieron el
firme compromiso con los Estados Unidos de eliminar las plantaciones de coca (que según el gobierno de
George Bush h. eran parte esencial del circuito económico del narcotráfico) a cambio de apoyo económico
para la realización de sus gestiones de gobierno.

166
también poco después el propio gobierno de Gutiérrez a causa de la protestas que, en su momento,
habían contribuido a elevarlo al poder.
El gobierno de Rafael Correa, máximo líder de la coalición Alianza País, se propuso desde un
inicio dar respuesta a las demandas de cambio planteadas desde amplios sectores de la ciudadanía. El
modelo neoliberal imperante en Ecuador desde el Consenso de Washington comenzó a darse por
superado a partir de un nuevo marco geoestratégico, con una fuerte impronta reformista y con una
presencia del Estado en todos los ámbitos de la economía. Mientras tanto, el ―Socialismo del Siglo
XXI‖ generado desde la Venezuela bolivariana tendría su traducción ecuatoriana a partir del
concepto quichua de Sumak Kawsay, que sería traducido como el ―Buen Vivir‖, convertido éste en la
base ideológica, doctrinaria y programática de todo el plan de gobierno.
Los lineamientos en torno a la política exterior en la presidencia de Correa estuvieron dados
por tres fuentes fundamentales. En primer lugar, el Plan Nacional de Política Exterior 2006-2020
(Planex 2020), una especie de ―libro blanco‖ coordinado por el embajador Javier Ponce Leiva entre
2005 y 2006, durante el mandato del ex presidente Alfredo Palacio, durante el cual Rafael Correa
participó como Ministro de Economía2. Asimismo, es importante destacar el papel desempeñado por
la Constitución Nacional reformada en 2008, la que proporciona un claro horizonte de acción para el
Estado en materia de relaciones internacionales. Por último, cumple también un importante papel
orientativo las premisas que en torno a las relaciones internacionales fueron planteadas en el Plan
Nacional del Buen Vivir, constituido en el núcleo programático del gobierno.
La UNASUR y el objetivo de la integración regional
El giro político hacia la izquierda que tuvo lugar en América Latina desde el acceso al poder de
Hugo Chávez en Venezuela en 1999, pero que fue acentuado durante toda la última década, reactivó
la voluntad integracionista regional. Este proceso se dio a partir del argumento de que una mayor
sintonía política e ideológica podría favorecer el acercamiento entre los distintos países y, al mismo
tiempo, eliminaría muchos de los obstáculos que impedían la puesta en práctica de políticas comunes
(Malamud y García-Calvo, 2009). Frente a la crisis en la que actualmente se encuentran el Mercosur y
la Comunidad Andina, organismos supranacionales cuya finalidad comercial no ha servido para dar
una verdadera respuesta a las demandas y necesidades de los países que los componen, en los últimos
años han surgido otros proyectos alternativos de integración regional.
Ecuador se ha constituido en uno de los más entusiastas constructores de la Unión de
Naciones del Sur (UNASUR), entidad sudamericana surgida como correlato de la Comunidad
Sudamericana de Naciones (CSN), a su vez conformada a partir de la Declaración emitida en la
ciudad peruana de Cuzco en diciembre de 2004. Asimismo, Ecuador tuvo una importante actuación
en la posterior conferencia reunida en la Isla Margarita, en abril de 2008, obteniendo el consenso
necesario para legitimar la postulación del ex presidente Rodrigo Borja como candidato único al
puesto de Secretario General de la novel organización.
Pero fue también en este contexto que se produjo la disputa entre Brasil y Venezuela por el
liderazgo sudamericano: con agendas y discursos diferentes, tanto Hugo Chávez como el ex
presidente Lula da Silva vieron en la integración regional la forma de consolidar su posición
internacional al mismo tiempo que una herramienta defensiva en cuestiones claves como son los
recursos energéticos. De acuerdo con esto, y mientras que Brasil apuntó desde un inicio a la
UNASUR, Venezuela en cambio se inclinó por la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra
América (ALBA), aunque sin por ello dejar de tener su participación en la otra entidad.

2 El Plan se encarga de recoger lo que deberían ser los consensos básicos de la política exterior, al
margen de las disputas partidistas: constituye en sí mismo una política de Estado aplicada al campo
geoestratégico.

167
Ecuador ha optado finalmente por participar en ambos proyectos, a manera de enlace y
situándose por tanto en un espacio de intersección3. El gobierno de Correa posee en este sentido dos
temáticas fundamentales: el fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur por medio de una aceleración
en las políticas de integración andina y luego sudamericana y, en segundo lugar, por la defensa de los
grupos marginados dentro del Ecuador, que desde la perspectiva de la política exterior se referencian
en aquellos afectados por las fumigaciones aéreas con glifosato en la frontera con Colombia, y los
inmigrantes legales e ilegales fundamentalmente en los países europeos (Jaramillo, 2008).
De este modo, por primera vez los Estados Unidos pasaron a un segundo lugar dentro de la
política exterior del Ecuador, incluso, en temas comerciales, para ser reemplazado por un nuevo
latinoamericanismo constituido, sobre todo, a partir de un eje sudamericano. Para el gobierno del
Presidente Correa el regionalismo del sur del continente se convierte en la mejor alternativa para la
construcción de un nuevo esquema de negociación con Washington, en el intento por revertir los
acuerdos dispares asumidos en el pasado pero también de sentar las bases de un eje sólido de
cooperación, capaz de prescindir de las instituciones financieras internacionales a corto y mediano
plazo. La reconfiguración de la agenda de política exterior del Ecuador cambió los planes estratégicos
sostenidos hasta el momento, marcando una creciente distancia con los Estados Unidos y, en
cambio, provocando un acercamiento progresivo hacia países sudamericanos como Venezuela y
Argentina, y una creciente ligazón con potencias emergentes como China y, especialmente, Irán.
Las pretensiones soberanas de independencia económica también pueden ser visualizadas en el
otro proyecto de importancia planteado desde la UNASUR: el armado de lo que se ha venido
denominando como el ―anillo energético‖ y que involucraría directamente a los gobiernos de Brasil,
Venezuela y Argentina, junto con los de Bolivia y Ecuador. Se trata básicamente de una alianza entre
Estados y compañías privadas para garantizar el abastecimiento de energía a precios preferenciales
entre los países de la región y para así ir venciendo su vulnerabilidad frente a las transnacionales
petroleras y eléctricas, asegurando además cierta estabilidad y previsibilidad frente a las fluctuaciones
del mercado internacional. En este sentido, la actual rentabilidad petrolera generada por los altos
precios le otorga a la propuesta de la UNASUR una posibilidad concreta para obtener un mayor
grado de autonomía económica frente a los Estados Unidos y a las potencias europeas.
La Constitución de 2008 y su impacto en la política exterior
La nueva Constitución aprobada en 2008 posee una importante cantidad de referencias en
torno a la política exterior que debería asumir el Estado ecuatoriano. A diferencia de su inmediata
predecesora de 1998, la nueva Carta Magna se nutre de un enfoque claramente social, y en el que
sobresale un enfoque integracionista, recuperando para el Estado un conjunto de dimensiones
básicas de soberanía en función del interés nacional. Así, y como se podrá analizar a continuación, la
actual Constitución innova al establecer el principio de ciudadanía universal, impulsando
paralelamente un nuevo sistema de comercio justo, la libre movilidad de las personas, la equidad, la
justicia y el respeto en las relaciones internacionales, y a partir de allí, la puesta práctica del objetivo
supremo de la integración latinoamericana.
Puntualmente, la Constitución promueve algunos lineamientos que resultan centrales para la
actual política exterior ecuatoriana, desarrollando para ello tres conceptos de fundamental
importancia: la ―ciudadanía universal‖, la ―defensa de la libre movilidad‖ y el progresivo fin de la
―condición del extranjero‖. En realidad, las tres ideas se encuentran íntimamente relacionadas en la

3 Con todo, la coordinación política entre tantos actores no dejó de traerle ciertas complicaciones: el
proyecto del Banco del Sur, en el que Ecuador hubiera tenido una gran implicancia, resultó finalmente
obstaculizado, por lo que Correa se vio en la necesidad de activar una política exterior cada más intensa hacia
Rusia, Irán y China.

168
intención de lograr la paulatina desaparición de la condición del extranjero, tratándose así de una
propuesta dirigida a la consecución del libre desarrollo del ciudadano universal, llamándose a la
emancipación de las personas de sus limitaciones a causa de su propia nacionalidad. Mientras tanto,
y al plantear en su artículo 171.13 que el Presidente se encarga de ―velar por el mantenimiento de la
soberanía nacional y por la defensa de la integridad e independencia del Estado‖, la Constitución se
ocupa de señalar el que de hecho se convertirá en el núcleo central de la política exterior ecuatoriana.
Sin embargo, y tal como es asumida desde el gobierno de Correa, la defensa de la soberanía
sólo podrá ser real en tanto y en cuanto se aseguren mecanismos de cooperación y de solidaridad
entre los distintos países que conforman la región. De ahí entonces que para obtener una
preservación autónoma del Estado ecuatoriano frente al actor más importante de la escena
internacional, los Estados Unidos, sea necesario pasar a un segundo momento y a la constitución de
instancias supranacionales que posibiliten el armado de un frente común con una mayor capacidad
de negociación. Podría, en consecuencia, considerarse a la integración latinoamericana expresada a
través de la participación en la creación y posterior consolidación del UNASUR como uno de los
principales objetivos de la política exterior ecuatoriana.
Dentro de la propia Constitución se exponen siete enfoques concretos en la máxima intención
de promover una América Latina unida en materia de política social, económica y cultural. Dentro
del primer enfoque, de índole ―económico, financiero y solidario‖, se plantea impulsar la integración
económica, equitativa, solidaria y complementaria, promoviendo para ello la unidad productiva,
financiera y monetaria. Se prevé asimismo la adopción de una política económica internacional
mediante la adopción de medidas de compensación para la superación de las asimetrías regionales y
del impulso al comercio regional con un especial énfasis en bienes de alto valor agregado.
El segundo enfoque, caracterizado como ―socio-ambiental‖, plantea como elementos
principales la promoción de estrategias conjuntas de manejo del patrimonio natural, así como
también la cooperación y complementación en materia energética y sustentable. La preocupación por
la conservación de la biodiversidad, los ecosistemas y el agua posibilita además una creciente
investigación en torno al desarrollo científico de estas áreas, con el subsecuente intercambio de
conocimiento y tecnología entre todos los países de América del Sur. Finalmente, y a partir de todos
los anteriores enunciados, existe el interés por la implementación de diversas estrategias, todas ellas
coordinadas en la consecución común de la soberanía alimentaria, uno de los principios elementales
de la política exterior ecuatoriana y que también apunta a constituirse en uno de los ejes
vertebradores de la UNASUR.
El enfoque jurídico destaca la imperiosa necesidad de armonizar las legislaciones de los países
sudamericanos, especialmente, en torno a los derechos y a los distintos regímenes laborales,
migratorios, fronterizos, educativos, culturales, de salud pública y en cuestiones ambientales. La
uniformidad en materia legal se presenta entonces como un andamiaje de fundamental importancia,
más allá de que se prevean distinto tipo de dificultades en la paulatina realización de este proceso.
Un nuevo enfoque, en este caso de tipo cultural, apunta a la unidad de las naciones
sudamericanas a partir de una serie de premisas entre las que se encuentran la protección y la
promoción de la diversidad cultural, así como también el ejercicio de la interculturalidad. Por otra
parte, se plantea como un horizonte la conservación en común del patrimonio cultural y, en función
de esto último, la creación de redes de comunicación y de un mercado común para las industrias
culturales. La promoción editorial, fílmica, teatral, etc. es asumida entonces como una herramienta de
importantes implicancias no sólo respecto a la publicidad o al intercambio de la producción de cada
país en particular, sino más aun como una posibilidad concreta de creación y recreación de una
identidad latinoamericana.

169
Vinculado con lo anterior se encuentra el enfoque de la identidad común, en el que se apunta a
la creación de una ciudadanía de carácter latinoamericano y caribeño, para lo que hará falta, además,
la posibilidad concreta de que las personas circulen libremente por toda la región, así como también
la implementación de diversas políticas que aseguren y garanticen el respeto a los derechos humanos
de aquellas poblaciones y grupos más vulnerables, es decir, quienes habitan en las zonas fronterizas, y
los exiliados y refugiados políticos. El propósito generativo de una ciudadanía latinoamericana deberá
pues ser concretado apelando tanto a la unidad en materia legislativa de los distintos países que
componen la región, así como también a la defensa de aquellos sectores que actualmente vienen
sufriendo la violación de sus derechos fundamentales.
Los dos últimos enfoques tienen un contenido eminentemente político apuntado a la defensa
de la soberanía de los países de la región. Así, y mientras que la perspectiva de soberanía y seguridad
se refiere al impulso de una política común útil para la consolidación de una alianza estratégica entre
todos los países del área, el último enfoque, de sentido supranacional, plantea como eje la promoción
de distintas iniciativas para la creación de organizaciones conformadas por el conjunto de los Estados
latinoamericanos y caribeños.
La unidad basada en la integración regional adquiere así un nuevo sentido y una nueva
perspectiva en el tiempo a partir de propuestas como la UNASUR, la que además de brindar un
marco identitario a partir de la unidad y las diferencias entre los países de la región, posibilita al
mismo tiempo la creación de un marco defensivo frente a la injerencia y la presión de actores
extrarregionales.
Las relaciones internacionales según el Plan Nacional para el Buen Vivir4
El enfoque de política exterior que debería regir al Ecuador también se encuentra dentro del
Plan Nacional para el Buen Vivir, en el capítulo 8 referente a la ―Estrategia territorial nacional‖. Se
afirma aquí que América del Sur está viviendo una serie de transformaciones que convierten a ésta
―en un escenario privilegiado de construcción histórica‖ gracias a la elección democrática de
coaliciones políticas de corte progresista de izquierda que ha terminado por trastocar la economía del
poder, convirtiendo a la región en un campo crítico al modelo paradigmático y hegemónico que ha
venido dominando en las relaciones internacionales en los últimos tiempos.
Esto ha conllevado que nuevas dimensiones de poder hayan adquirido relevancia planteándose,
entre otras cuestiones, las capacidades ambientales de territorios periféricos frente a los centros
industrial-financieros de poder global, o del poder cultural de las sociedades por medio de sus
saberes tradicionales y ancestrales. Así, la actualidad se encuentra atravesada por una disputa
geopolítica que deja atrás los balances tradicionales del poder y que abre espacio a un horizonte
multipolar, pero no a uno que gira en torno a potencias neocoloniales: ―Ecuador se presenta como
un actor de vanguardia en este cambio, para lo cual perfila una nueva inserción del país en la región y
en el mundo‖.
Esta inserción es estratégica porque se piensa a las relaciones internacionales y a la política
exterior conforme a los mejores intereses de la población en su conjunto, no a los de las élites o
grupos dominantes: de aquí que las relaciones con otros países pretendan ser simétricas, solidarias y
justas. Al mismo tiempo, esta inserción es soberana considerando que la soberanía radica en el
pueblo, en un intento de recuperación de las capacidades estatales como ejercicio democrático de
poder popular. De este modo, y antes que ser interpretado de modo autárquico, la soberanía resulta
un elemento clave para la integración armónica de los pueblos.

4 Todas las citas de esta sección corresponden al Plan Nacional para el Buen Vivir.

170
Es en esta línea que se debe pensar en los procesos de macro-regionalización, ya que ―la
integración de los Estados en complejos entramados supranacionales generalmente superpuestos a
divisiones geográficas continentales ha supuesto una reconceptualización de la soberanía tradicional‖.
El caso emblemático es el de la Unión Europea, en tanto que en nuestra región sobresale la situación
de la UNASUR la que, inspirada en la Carta de Jamaica de Simón Bolívar de 1815, no es otra cosa
que ―el esfuerzo colectivo que podría transformar la economía global del poder y dar a América del
Sur la presencia que legítimamente le corresponde, pero que le ha sido negada‖.
Los procesos de integración suponen reabrir debates que se pensaban ya cerrados en torno a
cuestiones como la nacionalidad, la democracia y la representación, en tanto que la construcción de
nuevos espacios de gobernanza implican fórmulas críticas a la idea consolidada del Estado-Nación.
Así, Ecuador apuesta por una integración armónica con Sudamérica en el marco del pensamiento
Sur-Sur, destacándose por su posición vanguardista al nombrar a un connacional como primer
secretario de la UNASUR, y al proponer a Quito como sede regional de esta organización. Es
necesario a partir de aquí comenzar a forjar también las bases de identidad sudamericana y de una
ciudadanía correspondiente, por lo que se debe trascender a los marcos parroquiales para construir
alianzas superadoras a nivel sudamericano, pero también latinoamericano y caribeño: ―iniciativas
como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) desempeñan un rol creativo-crítico en el
que Ecuador puede constituirse como un pivote regional‖.
La planificación territorial enfrenta, por tanto, nuevos retos, en el marco de los cuales debe ser
incentivada una economía endógena para el Buen Vivir ante perspectivas posnacionales de
integración. Teniendo en cuenta este proceso, Ecuador podrá participar globalmente desde lo local
asumiéndose como una instancia dentro de un espacio cada vez más amplio de interlocución e
integración a nivel nacional, andino, sudamericano y finalmente también latinoamericano. Éste será
entonces el elemento central que posibilitará un rol de liderazgo del Ecuador, pensando incluso en
sus amplias implicancias internacionales, más allá del ámbito regional.
Potencialidades y limitaciones
Con la nueva estructura proyectada para la UNASUR se buscó concretar un ambicioso
objetivo: reemplazar a los grandes ejes de la integración sudamericana, es decir, la Comunidad
Andina de Naciones y el Mercosur. Por otro lado, no forma parte de la voluntad con la que la nueva
entidad fue constituida la de generar únicamente un mercado común: por el contrario, y
profundizando los logros alcanzados por las otras dos entidades supranacionales, se buscó crear un
escenario de integración política que, en un mediano plazo, pudiera ser reconocido como un actor de
significativo peso en las negociaciones frente a Estados Unidos, Europa y China. Asimismo, existe la
intencionalidad política de que la UNASUR finalmente pueda plantarse frente a organismos
internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y, fundamentalmente, la
Organización Mundial de Comercio en cuestiones de fundamental importancia para los países que
componen esta entidad como la propiedad intelectual, las inversiones, las finanzas públicas y el
medio ambiente, entre otros puntos.
Con todo, conspiran contra estos planes unificacionistas dos factores: uno económico y el otro
político que, combinados, podrían hacer naufragar el proyecto de la UNASUR. La primera amenaza
tiene que ver directamente con el bajo índice de comercio intrarregional: sólo el 5% de la
exportaciones de los países de América del Sur va dirigida a estos mismos países, en tanto que más
del 70% del comercio tiene lugar con aquellos países que están fuera de la región, principalmente,
con los Estados Unidos (pese a todas las críticas, el principal socio comercial de la región) y luego
también con la Unión Europea, China y Japón. Para avanzar en el proceso de integración será
entonces de fundamental importancia aumentar los flujos comerciales entre los países
sudamericanos, aun a costa de reducir en principio el margen de ganancia obtenido por las
exportaciones e importaciones con las potencias americana, europeas y asiáticas.
171
El otro elemento que podría llegar a debilitar el proyecto, hasta el punto de provocar su
desintegración poco tiempo después de nacimiento, no es otro que las divergencias entre los
presidentes y líderes latinoamericanos. En este sentido, y más allá de las coincidencias en la creación
y participación en la UNASUR, existen disparidades, en algunos casos marcadas, en las orientaciones
políticas e ideológicas en algunos de los más destacados gobernantes de la región, como son los casos
de Hugo Chávez en Venezuela y Sebastián Piñera en Chile. En este sentido, cabe imaginar como un
riesgo potencial que el proyecto termine derrumbándose en medio de disputas regionales si antes no
termina de completar su institucionalidad para terminar de consolidarse en el tiempo.
Por su parte, y aprovechando su cercanía con Venezuela y su participación en el ALBA,
Ecuador intenta situarse en el campo internacional como toda una referencia regional: en este
sentido, la ubicación física de la sede de la UNASUR en Quito colabora con esta pretensión, en la
que se busca participar en la resolución de controversias y en la consolidación de esta organización a
largo plazo. En todo caso, no fue menor el papel de esta entidad en la defensa del gobierno de
Correa y, en general, en la promoción de los valores democráticos, a partir de los oscuros sucesos del
30 de septiembre de 2010: fue en este sentido una de las primeras reacciones políticas de esta
organización cuyo éxito en aquel momento posibilita prever un mayor protagonismo a nivel regional.

172
BIBLIOGRAFÍA
 BONILLA, Adrián (2002). ―Alcances de la autonomía y la hegemonía en la política exterior
latinoamericana‖, en Adrián Bonilla (editor), Orfeo en el infierno. Una agenda de política exterior ecuatoriana,
Quito, FLACSO-Ecuador/Corporación Andina de Fomento y Ministerio de Relaciones Exterior del
Ecuador.
 BONILLA, Adrián y PÁEZ, Alexei (2006). ―Estados Unidos y la región andina: distancia y diversidad‖,
en Nueva Sociedad N° 206, Quito, Noviembre-Diciembre.
 BUSTAMENTE, Fernando (2004). ―Los países andinos y los Estados Unidos en la primera década del
milenio‖, en Bajo la mirada del halcón: Estados Unidos - América Latina post 11, Santiago de Chile, FLACSO -
Sede Chile.
 JARAMILLO, Grace (2008). ―Escenarios Divergentes de la Inserción Ecuatoriana en el Mundo‖, Revista
CIDOB, Barcelona, Centro de Investigaciones de Relaciones Internacionales y Desarrollo.
 MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES, COMERCIO E INTEGRACIÓN (2008). La
Constitución de 2008 y las relaciones internacionales, Quito, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio e
Integración.
 MALAMUD, Carlos y GARCÍA-CALVO, Carola (2009). ―La política exterior de Ecuador: entre los
intereses presidenciales y la ideología‖, en ARI N° 61, Madrid, Real Instituto Elcano.
 MONTÚFAR, César (2008). Aproximación a la crisis diplomática entre Ecuador y Colombia, a raíz de los sucesos del
1° de marzo de 2008, Quito, Centro de Competencia en Comunicación para América Latina.
 SECRETARÍA NACIONAL DE PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO, Plan Nacional para el Buen Vivir
2009-2013 (2009). Quito, Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo-Senplades.
 PONCE LEIVA, Javier (2006). Plan Nacional de Política Exterior 2006-2020 (PLANEX 2020), Quito,
Ministerio de Relaciones Exteriores de la República del Ecuador.
 RUSSEL, Roberto y TOKATLIAN, Juan G. (2009). ―Modelos de política exterior y opciones estratégicas.
El caso de América Latina frente a Estados Unidos‖, en Revista CIDOB d’ Afers Internacionals N° 85-6,
Barcelona.
 SÁNCHEZ BARRUECO, María Luisa (2009). ―La Unión Europea y Ecuador. Prioridades de la política
exterior en ausencia de progreso en la integración regional‖, en A-Mérika Vol. 2, N° 3, Bilbao, Universidad
de Deusto.

173
Jaime Zapata (Quito, 1957)
―La Conquista‖

M. M. Toaquiza
Pintura de Tigua

174
D ILEMAS SOBRE LA CONSTRUCCIÓN
ACTUAL DEL SOCIALISMO EN ECUADOR

175
APUNTES SOBRE EL SOCIALISMO LATINOAMERICANO1
GERMÁN RODAS CHAVES

Una reflexión previa


Los aires de renovación que viven algunos países de Latinoamérica, a propósito de los triunfos
electorales que obtuvieran en el último período partidos y alianzas que se han definido como
corrientes políticas e ideológicas de izquierda, ha provocado en la región, particularmente en
Venezuela, Ecuador y Bolivia, la tesis referente a que en tales países se avanza hacia un nuevo
modelo socialista –llamado socialismo del siglo XXI—, distinto, en todo caso, de las características de
los gobiernos que en Brasil, Chile y Uruguay se instauraron con la activa participación de los partidos
socialistas del Cono Sur de Latinoamérica.
Lo señalado, adicionalmente, nos aproxima a varias reflexiones centrales: primero, a precisar si
efectivamente todos los gobiernos señalados en líneas precedentes –o algunos de ellos—
corresponden a formas de pensamiento de la izquierda, particularmente socialista; en segundo
término, a respondernos si los triunfos político-electorales alcanzados por las fuerzas políticas en
mención son o no producto de las concesiones del establishment para impedir que el modelo
económico y social prevaleciente —en el contexto de la globalización del neoliberalismo— fuese
arrasado estructuralmente toda vez que su hegemonía ha impuesto asimetrías económicas y sociales
que han fomentado respuestas contrarias al orden; o si, en tercer lugar, somos testigos del desarrollo
de un arquetipo político y económico de transición que desde posturas progresistas y nacionalistas
responde ante la crisis del último período y a la creciente movilización social que frente a los excesos
del sistema ha promovido el cambio.
En este contexto, también, es indispensable señalar que el andamiaje teórico en el que se
sustentan los procesos sociales de la renovación debe ser aprehendido con rigurosidad a fin de tener
la certeza de que no se falsifican los componentes reales del pensamiento transformador de la época,
toda vez que éste puede ser convertido en un cliché al que se le pueden asignar contenidos distintos y
antagónicos, neutralizándolo al final de cuentas o falsificándolo a partir de convertirlo tan sólo en un
discurso moral, pero no antisistema, fenómeno mediante el cual se pueden encubrir la crisis del
orden establecido.
Empero, todas estas inquietudes no pueden ser respondidas si no rescatamos, desde la historia
de las ideas, el desarrollo del socialismo latinoamericano, cuya esencia y vigencia histórica han
constituido un factor innegable precisamente para que hoy en día en nuestras sociedades emerja el
sentimiento de que es menester construir un nuevo orden, lejos de las injusticias, de toda forma de
inequidad y de los vicios antidemocráticos; aprendizajes colectivos que, de otro lado, han significado

1 Este texto, en su versión original, formó parte de un conjunto de ensayos trabajados por un núcleo
de académicos latinoamericanos y que fueron publicados en Volver al Futuro. La búsqueda de un Socialismo
Latinoamericano (Quito, Ediciones La Tierra, 2008).

Escritor e historiador ecuatoriano. Miembro de la Academia Nacional de Historia y de la Asociación
de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC). Docente Universitario. Autor de publicaciones
sobre la realidad ecuatoriana y latinoamericana. Magíster en Estudios Latinoamericanos (Universidad de la
Habana) y doctorando en Historia y Filosofía (Universidad de La Habana). Miembro del Secretariado de la
Coordinación Socialista Latinoamericana, de la que fue su Secretario General.

176
la aproximación a las realidades de nuestras sociedades y la construcción de formulaciones contrarias
al poder hegemónico, así como el enriquecimiento del pensamiento crítico contemporáneo.
Finalmente, todo este contexto –cuyo desarrollo tiene un proceso histórico acumulado que
suele ser pasado por alto— corre el riesgo, además, de ser incomprendido si no conocemos y
valoramos adecuadamente la entrega de la propia existencia de hombres y mujeres cuyo tránsito vital
contribuyó a las dinamias de cambio y a la constatación de prácticas políticas supeditadas a la máxima
martiana que asegura que ―el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado
está el deber‖. Aquel deber que supone edificar una sociedad justa y humana, profundamente
solidaria y articulada a los requerimientos unionistas, pues para favorecer su dinamia en el complejo
mundo que vivimos, debe lograr la integración de sus pueblos.
Aproximación a los factores de influencia para la articulación del pensamiento
socialista latinoamericano
No habría sido posible que se comenzara a vertebrar el pensamiento socialista latinoamericano
sin que aquellos que favorecieron tal corriente no se hubieran abrevado, inicialmente, en la ideología
radical de la Revolución Francesa y, luego, en los clásicos del socialismo científico.
Tampoco habría sido factible que la ideología socialista calara en la conciencia de importantes
sectores latinoamericanos de finales del siglo XlX y, fundamentalmente, de inicios del siglo XX, si el
incipiente capitalismo, y sus manifestaciones estructurales y supraestructurales, no hubieran
desarrollado, en el mismo periodo, las secuelas económicas y sociales que fueron estudiadas por
Marx y Engels, cuando ellos abordaron el conocimiento del proceso industrial de Europa del siglo
XlX y dieron cuenta de los componentes que traía consigo una sociedad en cuya estructura las
diferencias económicas provocan no solamente contradicciones, sino conflictos de diversa índole y,
de manera expresa, la presencia de asimetrías infranqueables en todos los órdenes, cuyas
consecuencias se expresan en la confrontación social o lucha de clases.
Lo afirmado fue evidenciándose en sociedades como en la argentina en donde el desarrollo
incipiente del capitalismo, es históricamente necesario recordarlo, que trajo consigo la presencia de
un también incipiente movimiento obrero a principios del siglo XX, se constituyó uno de los
primeros partidos socialistas del continente.
En todo caso es imperativo advertir que, a la par de las influencias ideológicas referidas, las
tendencias anarquistas, que forman parte de la historia del socialismo latinoamericano, constituyeron
a finales del siglo XlX e inicios del XX ejes conceptuales de invalorable incidencia en el pensamiento
crítico de Latinoamérica.
Aquello fue posible, como queda dicho, en Argentina y Uruguay así como en Brasil y Chile,
debido a la migración de europeos a estos territorios de América, quienes propalaron sus
concepciones –ligadas a los fenómenos de explotación obrera en la Europa de aquel período— en
los sectores en los cuales desenvolvían su trabajo e influencia y, en cuyo contexto, su voz de reclamo
frente a las condiciones de vida a las que fueron sometidos caló profundamente entre sus
compañeros, a la par que fue produciéndose la aprehensión de sus ideas en los círculos de
intelectuales que, más que con curiosidad metropolitana, inquirieron sobre la variedad de reflexiones
y análisis que les permitiera comprender y enfrentar la ascendente presencia de un modelo
explotador, contra el cual se mostraron contrarios.
En efecto, el particular e importante desarrollo económico del sur del continente americano
favoreció la presencia, entre otros2, de trabajadores europeos, entre cuya gama hubo un afluente de

2La migración europea no estuvo conformada únicamente de sectores obreros, muchos de ellos
provenían de sectores sociales económicamente altos y su inserción en las sociedades latinoamericanas estuvo
177
experiencias anarquistas (de primera generación)3 y de socialistas, presencia que al mismo tiempo se
constituyó en una de las iniciales vertientes históricas del pensamiento crítico en la región.
Tales anarquistas europeos fueron testigos privilegiados en su continente de origen de la
confrontación provocada al interior de lo que se conoció como la Primera Internacional, cuya
fundación ocurrió en 1864 y cuyo debate a su interior entre dos de sus más sobresalientes
fundadores, Carlos Marx y Mijail Bakunín, derivó en el alejamiento de este último de la Internacional
en el año de 1872 y en la conformación, bajo su liderazgo, de la corriente anarquista que luego se
difundiría con mayor empeño en España, Francia, Suiza e Italia.
Para reafirmar lo señalado, es preciso, a manera de ejemplo, recordar la figura histórica del
español Rafael Barrett (emparentado con la casa de Alba) cuya presencia en el Cono Sur, inicialmente
en Argentina (1903), luego en Paraguay (1904) y posteriormente en Uruguay (1908) marcó toda una
época alrededor del anarquismo, de lucha contra el poder omnímodo y de confrontación con una
sociedad extremadamente hostil con los intereses de los sectores populares, más allá de que el propio
Barrett desde su actividad periodística contribuyó no sólo a la defensa de los desposeídos de la época
y al cuestionamiento del sistema, sino a la configuración de un arquetipo literario comprometido con
fundamentales causas sociales.
Posteriormente, en aquello que constituyen las paralelas de influencia en la construcción del
pensamiento socialista latinoamericano, deben ser recuperadas la Revoluciones Mexicana (1910) y,
especialmente, la Soviética (1917), las cuales facilitaron, a inicios de aquel siglo, la comprensión del
rol de los grupos contestatarios y emergentes en su lucha por el poder real, así como la importancia
de los argumentos que podían movilizar a las masas para la consecución de sus aspiraciones, más allá
de la constatación de las formas insurreccionales como instrumentos válidos para confrontar al poder
constituido.
Es verdad que la lucha del pueblo mexicano tuvo adhesiones importantes en América Latina,
pero también es cierto que por sus propias características se advirtió que tal proceso estaba signado,
fundamentalmente, por reformas nacionalistas y progresistas que entusiasmaron a sus seguidores,
pero que la diferenciaron con las pretendidas modificaciones estructurales y revolucionarias que por
aquel período ya constituían los paradigmas, particularmente, de sectores obreros de la región, no
obstante las trascendentes luchas campesinas mexicanas por encontrar un proceso equitativo en la
distribución y tenencia de la tierra, cuya realidad, en todo caso, fue valorado en su auténtica
significación años más tarde.
De esta manera puedo afirmar que el proceso mexicano, que no cabe duda llamó la atención
de variados sectores de la comunidad latinoamericana, si bien contribuyó al debate y a la reflexión, así
como tuvo una influencia evidente en años posteriores en la radicalización del pensamiento crítico
respecto de nuestras sociedades, empero no tuvo la aprehensión pertinente que tal acontecimiento
debió lograr desde un inicio.
Lo afirmado tiene una explicación central: los países latinoamericanos, especialmente los del
sur, vivieron un proceso de incipiente industrialización que a su vez permitió –en unos casos más

ligada al engranaje del orden establecido local, y en más de una oportunidad al poder del asentamiento
territorial por el cual optaron.
3 Los anarquistas de segunda generación constituyeron aquellos latinoamericanos, y algunos españoles
y norteamericanos –fundamentalmente marinos— que luego de su contacto ocupacional con los trabajadores
migrantes europeos afincados en el cono sur, aprendieron de ellos sus percepciones políticas, las mismas que
se originaban en el importante nivel de desarrollo que en Europa tenían para entonces las tesis del
materialismo histórico, y quienes luego recalaban en los puertos del resto del continente (como ocurrió en el
Ecuador) difundiendo tales nuevas concepciones de tendencia socialista-libertaria.

178
que en otros— la formación de núcleos obreros que recibieron una inicial e importante influencia de
los recién formados grupos radicales de izquierda, que, a su vez, prontamente denotaron, a
contrapelo de sus posiciones, los límites y los dogmatismos de la izquierda que, a partir de los marcos
conceptuales del socialismo europeo –asimilados en más de una oportunidad de manera vertical
debido a la inflexibilidad de muchos de los anarquistas y marxistas—, no dio cuenta exacta y
oportuna de los valores revolucionarios que la rebelión mexicana entrañaba, asunto que, en lo
posterior, fue reparado, por ejemplo, en la historiografía latinoamericana, a partir del conocimiento
del formidable estudio ―La lucha de clases a través de la Historia de México‖ (1932) que fuera escrita
por el mexicano Rafael Ramos Pedrueza y difundida, luego, en el continente.
Tal circunstancia se explica, también, debido a que los países del sur del continente tuvieron
una presencia étnica indígena menor, circunstancia distinta a la realidad de los pueblos andinos que,
en su entorno étnico, evidenció siempre la presencia notable del movimiento indígena.
La izquierda latinoamericana, si bien percibió el problema social que entrañaba las injusticias
cometidas contra los sectores indígenas y no obstante se esforzó por señalar esta realidad –-al punto
que en el Ecuador el movimiento intelectual de los años de 19304, básicamente de izquierda, logró
una producción notoria en este sentido—, la carencia de una formulación teórica que diera cuenta de
la diversidad social en el proyecto de la construcción del Estado nacional y la excesiva sujeción
ideológica vanguardista respecto de la identificación de la fundamental clase revolucionaria,
impidieron la suficiente comprensión respecto de la existencia de una amplia gama social y étnica que
podía, desde entonces, constituirse en el eje de cualquier proceso de transformación social y político.
Empero, fue la Revolución Soviética (1917), conducida bajo los argumentos críticos del
desarrollo del capitalismo europeo que formularan Carlos Marx y Federico Engels y debido a la
impronta revolucionaria de Lenin, el factor determinante que contribuyó al influjo del socialismo en
Latinoamérica, tanto más que tal proceso demostró que era posible que los obreros podían hacerse
del poder y construir un régimen que atendiera sus particulares intereses, que significaban los de la
mayoría de su patria.
Tal proceso fue difundido en la región gracias a una amplia bibliografía que permitió la lectura
de Marx, Engels, Lenín, Kautsky, Bebel, Labriola, Lafarge. Además de los autores señalados, fue
evidente la influencia en Latinoamérica de la Primera Internacional Comunista (IC), Comintern o
Tercera Internacional, constituida en Rusia en 1919, cuyo desarrollo estuvo orientado a dirigir la
revolución mundial que, conforme la percepción de la IC, tendría el apoyo fundamental de los
trabajadores del mundo y, en el caso de América, del apoyo de los campesinos, sector al que se lo
consideró parte de un ―todo‖ homogéneo en el entorno de una sociedad cuyas características
estructurales estuvieron formuladas inadecuadamente desde la IC, la misma que al haber
caracterizado a Latinoamérica como sociedad colonial tampoco puso, debido a esta caracterización,
mucha atención a la realidad de nuestro continente5, a pesar de los esfuerzos para que la

4 Al grupo de intelectuales al que hago referencia se lo conoce como la ―Generación del 30‖. En todo
caso bien vale señalar que antes de la década mentada, ya aparecieron algunos escritores que, bajo la influencia
del pensamiento renovador de ese entonces, habían producido literatura de ―denuncia‖. Tal fue el caso de
Fernando Chávez, quien publicó la primera novela indigenista, Plata y Bronce (1927), más allá de que la novela
de mayor difusión, denominada Huasipungo, de Jorge Icaza, hubiera aparecido posteriormente (1934). A la
producción comentada hay que añadir los nombres de Demetrio Aguilera, Enrique Gil Gilbert, Joaquín
Gallegos, José de la Cuadra, Alfredo Pareja Diezcanseco, Adalberto Ortiz, Pedro Jorge Vera, entre otros, cuya
tarea literaria forma parte de la historia del país y demuestra su preocupación por los conflictos sociales del
Ecuador. Junto a ellos no pueden dejar de ser citados dos nombres formidables en la plática como fueron
Eduardo Kingman y Oswaldo Guayasamín, los cuales dieron cuenta del drama social del periodo.
5 El Comitern puso particular atención, en el continente americano, a los sucesos económicos
provenientes de la industrialización que entonces ocurría en los Estados Unidos de Norte América, en donde
179
circunstancia latinoamericana fuese comprendida desde otros parámetros como lo advirtiera el
dirigente de izquierda ecuatoriano Ricardo Paredes quien, en 1928 –entonces en representación del
PSE6— con oportunidad del VI Congreso de la IC, planteó la necesidad de que los países de
Latinoamérica fuesen reconocidos como ―países dependientes‖ en referencia a sus estructuras socio-
económicas.
Tal percepción de la supuesta realidad latinoamericana se expresó, por ejemplo, en las
determinación del sexto congreso de la IC, que en 1928 estableció como consigna a sus partidos
miembros de esta región que ellos construyeran los soviets, a partir de la bolchevización de los
partidos comunistas, tesis que, respecto de este asunto, enfrentó a dos importantes luchadores
sociales de Centroamérica: al Salvadoreño Farabundo Martí con el revolucionario nicaragüense César
Augusto Sandino.
En efecto, mientras Farabundo Martí puso en marcha las tesis de la IC, Sandino cuestionó las
mismas bajo la argumentación de que la realidad latinoamericana transitaba por otras paralelas a las
que avizoraban los dirigentes europeos de la IC. Lo señalado por Sandino se convirtió en tesis de
importantes sectores del pensamiento marxista latinoamericano, a tal punto que en la segunda
conferencia de los partidos comunistas de América Latina, realizada en octubre de 1934, se definió
que la revolución social en el subcontinente americano se hallaba precedida e íntimamente vinculada
a la lucha de liberación nacional y, solamente después de culminadas las transformaciones que esta
etapa revolucionaria pondría en marcha, se podría pensar en un proceso de contenido socialista que
encabezaría la clase obrera.
El concepto antes referido, que daba cuenta de una ruptura con el pensamiento inicial de la IC,
fue aprobada por ella en su séptimo congreso reunido en Moscú en julio de 1935. La circunstancia
anotada da muestra de los esfuerzos realizados en nuestra región para comprender la realidad
latinoamericana y evidencia las distorsiones de la IC respecto de las características del continente que
le impidieron la caracterización adecuada de su realidad. De esta manera, además, se evidencia los
esfuerzos aun en las estructuras dependientes de la IC para transitar conforme la realidad
latinoamericana lo cual fue, a su tiempo, advertido por los sectores comprometidos con el cambio
que habían adherido a las tesis del socialismo pero que, al mismo tiempo, intentaron una
independencia respecto de la Tercera Internacional, asunto que provocó rupturas orgánicas y
políticas en las tendencia comunista y la propiamente llamada socialista, al extremo que el
aparecimiento y diferenciación de los partidos socialistas y comunistas estuvo vinculada a la
confrontación entre los que adhirieron a la IC y aquellos que no lo hicieron.
La lógica eurocentrista comentada explica, también, el origen del aparecimiento de
movimientos como el APRA en el Perú o de la Acción Democrática de Venezuela –cuyos derroteros
siguientes no tuvieron relación alguna con la izquierda debido a los vericuetos políticos por los cuales
decurrieron en lo posterior—, pero que históricamente permiten, por ejemplo, la afirmación que el
peruano Haya de la Torre7 haya emergido para dar una respuesta propia a la situación de su país, y

la base obrera fue extensa e importante, al punto que la IC consideró que la vanguardia revolucionaria en el
hemisferio occidental debía estar dirigida por la clase obrera norteamericana.
6 Ricardo Paredes fue fundador, en 1926, del Partido Socialista Ecuatoriano, empero en 1931 fundaría
el partido Comunista del Ecuador, provocando una escisión en el PSE, asunto que denotó una confrontación
ideológica de fondo en la izquierda nacional y que estuvo configurada por la circunstancia de pertenecer o no
a la tercera Internacional Comunista, adhesión que configuró la estructura del entonces constituido Partido
Comunista del Ecuador.
7Víctor Raúl Haya de la Torre nació en Trujillo (Perú) en un hogar de sectores medios. Estudió junto
a César Vallejo el curso de literatura y posteriormente en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de
Lima. En 1919 fue elegido Presidente de la Federación de Estudiantes del Perú. Desde tal dignidad emprendió
180
aun de Latinoamérica, desde posturas nacionalistas y reformistas, que bien pudieron ser catalogadas,
en aquel entonces, como de izquierda, pero que explican la ausencia, en aquel momento, de análisis y
composturas ―casa adentro‖ que buscaran el cambio estructural de sus sociedades y que dieran
cuenta, sobre todo, de la diversidad social existente en nuestra región y la necesidad de convocarlas y
unirlas en la perspectiva de la lucha antiimperialista.
Algunos constructores del socialismo latinoamericano8
En el ámbito referido, esto es, en la búsqueda de comprender las características de la sociedad
latinoamericana, de impulsar el cambio estructural –aquel que habían logrado los marxistas en otras
latitudes hemisféricas— y de favorecer una confrontación con los intereses económicos en
expansión, particularmente el norteamericano, aparecieron pensadores que comprendieron la
necesidad de recrear el marxismo conforme la realidad de nuestras regiones y que en esa perspectiva
no se produjera, además, la intromisión de las metrópolis que habían alcanzado transformaciones
sociales y económicas.
Aquellos esfuerzos estuvieron en la visión de construir el socialismo indoamericano que se
expresó, sustantivamente, con la fundación del socialismo uruguayo en 1912, en cuya tarea Emilio
Frugoni9 cumplió una labor destacada (tanto más cuando dicha organización partidaria optó por
constituirse en partido comunista lo cual obligó a Frugoni a refundar el partido socialista) y en los
afanes unionistas de tal corriente, que se expresó, en 1919, cuando en Buenos Aires se reunieron los
socialistas de Chile (partido fundado en 1906), de Argentina y de Uruguay en el camino de la
solidaridad latinoamericana.
Como queda anotado, la cita reunió a los socialistas del cono sur precisamente en la geografía
en donde se fundó uno de los más antiguos partidos socialistas de Latinoamérica, el argentino, hecho
que ocurrió en 1896 bajo la dirección de Juan B. Justo-10

una serie de de protestas en contra del Presidente Augusto B. Leguía, quien en 1923 lo envió al exilio a
México. En 1924 fundó la Alianza Popular Revolucionaria Americana a nivel continental y el Partido Aprista a
nivel peruano. En sus orígenes, Haya de la Torre intentó construir su movimiento, con algunas orientaciones
socialistas, para que éste pudiera representar a los trabajadores manuales e intelectuales, a los obreros,
campesinos, estudiantes, profesionales y empresarios con visión nacionalista, a quienes agrupó en el frente
único de clases explotadas que fue el embrión del Partido Aprista, asunto que le significó una confrontación
intensa con los sectores comunistas que abogaban, en el subcontinente y en su patria, por la constitución de
un partido de clase única. Murió el 2 de agosto de 1979 luego de una dilatada carrera política, en la que
demostró integridad personal a toda prueba, más allá de las innúmeras vicisitudes políticas que transformaron
sus iniciales convicciones ideológicas hacia límites de lo que podría denominar formas de populismo.
8 A propósito de este acápite el autor viene trabajando en un Índice de Los Fundadores del Socialismo
Latinoamericano, en cuyo estudio se incorporará la importante, pero a veces desconocida, historia del
desarrollo del pensamiento alternativo en el Brasil, tanto más que su influencia gravita hoy en día en la región
de manera trascendente.
9 Emilio Frugoni Queirolo nació en Montevideo en 1860. Fue abogado, escritor, poeta, Decano de la

Facultad de Derecho y el primer diputado Socialista uruguayo. En 1904, Frugoni realizó su ―Profesión de fe
socialista‖ en el local del Teatro Stella d‘Italia, la cual fue publicada en el diario El Día. Fue organizador de la
corriente socialista hasta la fundación del Partido Socialista Uruguayo en 1910, partido del cual fue su primer
Secretario General. Discrepancias ideológicas con su partido lo alejaron de la militancia activa en 1963, no
obstante su intención de fundar el Movimiento Socialista, movimiento que dirigió hasta su muerte en 1966.
10 Juan B. Justo nació en Buenos Aires 1876. Fue médico cirujano que consagró su vida a la
organización del Partido Socialista el cual fundó y dirigió hasta su muerte ocurrida en 1928. Sus ideas políticas
fueron propaladas mediante el periódico que fundara y que se denominó La Vanguardia. Con entusiasmo
181
En todo caso, lo que se constata en aquel período es la intensa actividad ideológica y política
en los países del sur del continente a propósito de organizar la corriente socialista, acción que denota
las características estructurales de tales latitudes y las oportunidades históricas de estas regiones para
aplicar los conceptos fundamentales del marxismo que, con los aportes de sus propias realidades,
pudieron fructificar en los primeros años del siglo XX y en cuya tarea el pensamiento de Manuel
Ugarte11 y Alfredo Lorenzo Palacios12 en Argentina y Carlos Quijano13 en Uruguay, tuvieron una
trascendencia vivificante con sus contribuciones teóricas, que buscaron latinoamericanizar las
enseñanzas fundamentales del socialismo científico, reflexiones que, a su vez, se expandieron por
varios países de Latinoamérica y que forman parte de la construcción del socialismo en la región.
No obstante, en la historia de las ideas y de la configuración del socialismo merecen ser
señalados, además, tres forjadores de dichas ideas tanto más que dos de ellos, desde el mundo alto-
andino contribuyeron a fortalecer la construcción del socialismo conforme a la realidad de nuestras
latitudes. Me refiero a tres formidables pensadores y militantes activos de sus ideas, cuya
contribución a la reflexión del marxismo abrió las puertas de la construcción del socialismo
latinoamericano: José Carlos Mariátegui14, Aníbal Ponce15 y Manuel Agustín Aguirre16, sin que por

difundió el pensamiento marxista al punto que dedicó sus esfuerzos a la traducción de la primera parte de El
Capital, a más de tratar asuntos inherentes a la situación de su país.
11 Manuel Ugarte nació en 1875 en Buenos Aires. Tuvo una profunda vocación literaria que lo

condujo a vivir unos años en París y desde allí se constituyó en un crítico respecto de la denominada guerra
Hispano-Cubana-Norteamericana, gracias a la cual Estados Unidos de Norteamérica obtuvo la capitulación de
España respecto de sus últimas colonias en América, impidiendo la libertad de Cuba, a más de la compra que
hiciera de Las Filipinas y de la anexión de Puerto Rico a sus intereses, sin contar con la apropiación de las Islas
Guam. Vivió en EE.UU. (Nueva York) en donde desarrolló un pensamiento antiimperialista y la visión de la
unidad latinoamericana desde una perspectiva nacionalista, asuntos que lo levaron a la militancia socialista en
Argentina a su retorno en 1904. En las filas de su partido mantuvo posiciones vinculadas con las tradiciones
democráticas y revolucionarias del continente, tesis que no solamente las esgrimió en su suelo natal, sino, y de
manera sistemática e intensa, en diversos países del continente. Sus posiciones contrariaron los esquemas del
socialismo argentino del que se alejó para fundar, en 1914, la Asociación Latinoamericana, cuya activa
participación estuvo orientada en contra del intervencionismo militar de EE.UU. que afectó a México.
Permaneció algunos años fuera de su país y retornó a ella en 1946 con el triunfo del peronismo. Falleció en
1952 dejando una huella intelectual fecunda alrededor de la tesis de la unidad latinoamericana y de la
construcción de una corriente socialista que dé cuenta de la región.
12 Alfredo Lorenzo Palacios nació en Buenos Aires en 1880. Conocedor profundo del pensamiento
de Marx y de Engels, pregonó la importancia de tales ideas aplicándolas a la realidad argentina y
latinoamericana. Militó en el socialismo argentino desde 1903 y fue diputado nacional por su partido,
diputación que ha sido reconocida como la primera de un socialista en América. Fue autor de una gran parte
de la legislación laboral de Argentina. Falleció en 1965.
13 Carlos Quijano nació en marzo de 1900. Fue un periodista y ensayista de fuste que desde el
semanario ―Marcha‖, que lo fundara y dirigiera, contribuyó al desarrollo del pensamiento socialista en su país.
Se graduó de abogado y tuvo una larga estancia en París. Tuvo, allí, una activa participación en la Asociación
General de Estudiantes Latinoamericanos junto a Haya de la Torre, al cubano Mella, al guatemalteco Miguel
Ángel Asturias, entre otros, con quienes reflexionó sobre la trascendencia del pensamiento crítico
latinoamericano. Desarrolló una importante lucha antiimperialista, la misma que se tradujo en su libro
Nicaragua, un ensayo sobre el imperialismo de los Estados Unidos. Falleció en México en 1984.
14 José Carlos Mariátegui nació el 14 de junio de 1894 en el Perú. Fue periodista, literato, político,

pensador y ensayista, cuya obra más conocida Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana se convirtió en el
camino para la interpretación de la realidad de su patria, a partir de la búsqueda del autor en la construcción de
un socialismo auténticamente peruano que no fuese ―calco ni copia [del socialismo Europeo], sino
construcción heroica‖. En 1902 sufrió un accidente en la escuela que marcará el principio de su enfermedad
182
ello deje de señalar el invalorable aporte del cubano Julio Antonio Mella 17, quien habiendo optado
por su filiación comunista, que lo llevó a fundar el PC en Cuba y desde allí a enfrentar al dictador
Gerardo Machado, tuvo serias discrepancias con la IC que, entonces, se oponía a los focos rebeldes
en Latinoamérica bajo la consideración de que tales focos constituían un peligro para la
consolidación de la Unión Soviética y un desafío a los intereses norteamericanos que, debido a tales
circunstancias, podían considerar a Moscú como una amenaza, debido a lo cual, en esta fase
histórica, los comunistas latinoamericanos debían impedir sublevaciones armadas en sus respectivas
áreas de influencia.

en la pierna izquierda –que finalmente le será amputada en 1924—. Apenas pudo cursar los estudios
primarios. Viajó por Europa, particularmente residió en Italia. Colaboró con Raúl Haya de la Torre, de quien
se distanció políticamente en 1928, año en el cual fundó el Partido Socialista Peruano, del cual fue su primer
Secretario General. En 1929 fundó la Confederación General de Trabajadores del Perú. Desde 1926 dirigió la
Revista Amauta, que a partir de 1928 se convirtió en la publicación del pensamiento socialista del Perú.
Falleció el 16 de abril de 1930, dejando una huella imperecedera como uno de los cientistas sociales más
lúcidos de su tiempo.
15 Aníbal Ponce nació el 6 de junio de 1898 en Argentina. Fue un autodidacta de la sicología –no
obstante sus estudios de medicina que fueron interrumpidos abruptamente debido a la persecución que
sufriera por un profesor universitario—, docente y político. En 1918 junto a José ingenieros dirigió la revista
de Filosofía. En 1930 fundó el Colegio Libre de Estudios Superiores, en donde mantuvo abundantes
conferencias que permitieron la publicación de Educación y Lucha de Clases. Fue perseguido y debió exilarse en
México donde, a raíz de un accidente de tránsito, falleció en 1938.
16 Manuel Agustín Aguirre nació en el Ecuador el 12 de julio de 1903. Formó parte, en 1925, de una
de las primeras células socialistas del país, organizada en su ciudad natal, Loja, la que se denominó Vanguardia.
Se graduó como abogado en Quito. Luego retornó a Loja e inició su producción intelectual escribiendo
renglones cortos. Posteriormente retornó a la capital ecuatoriana, donde ejerció la cátedra secundaria y
universitaria (en estas circunstancias fundó la Facultad de Economía en 1942) así como ejerció una activa
militancia socialista que lo llevó a dirigir su Partido en varias oportunidades, a la par que escribió sobre la
teoría marxista, siendo el más importante teórico de tal corriente en el siglo XX. Su nombre está ligado a uno
de los momentos más importantes del país que se conoce como la ―Revolución de Mayo‖ de 1944, momento
histórico que se configuró luego de una tenaz oposición al Presidente Liberal Carlos Alberto Arroyo del Río,
quien persiguió políticamente a Aguirre durante su Presidencia Fue senador de la República y Vicepresidente
de la Asamblea Constituyente de 1945. Combatió, en los años siguientes, lo que él denominó ―claudicaciones
del socialismo‖ debido a sus colaboracionismos con regímenes liberales, lo cual lo llevó a fundar el Socialismo
Revolucionario en la década de los años sesenta. Su actividad militante la cumplió el resto de sus años y su
extensa producción bibliográfica está concebida en el contexto de construir un pensamiento propio, asunto
que determinó que la Primera Conferencia del Socialismo Latinoamericano, reunida en Montevideo en 1986,
lo designara como uno de sus Presidentes Honoríficos. Falleció el 15 de septiembre de 1992.
17 Julio Antonio Mella nació en Cuba en 1903. Fundó la Federación Estudiantil Universitaria. Su
actividad política lo llevó a fundar, además, la Liga Anticlerical. En 1925 creó la sección cubana de la Liga
Antimperialista de las Américas y fue uno de los fundadores del primer partido Marxista Leninista de Cuba junto
a Carlos Baliño y José Miguel Pérez, el Partido Comunista Cubano. Debido a su activismo político en contra de
Machado fue expulsado de la universidad y posteriormente se exilió en México. Allí mantuvo opiniones
contrarias a las que provenían del Comintern y que dieron cuenta de su interés por recrear la lucha
revolucionaria en Latinoamérica. Tal postura, dicha en México, en donde la confrontación Stalinista y
Trotskista tuvo mayor eco, lo pusieron en una situación difícil, pues sus observaciones a las determinaciones
de Stalin lo ubicaron, en algún momento y de manera artificial, junto a Ttrotsky, involucrándole artificialmente
entre las concepciones de la revolución de un solo país y la revolución permanente, cuando sus motivaciones
ideológicas orillaban en la necesidad de fomentar la oposición de izquierda en países que, como en Cuba,
vivían el azote de una dictadura. Mella murió asesinado por orden de Machado el 10 de enero de 1929 en la
ciudad de México.

183
Tales tesis que defendían al mismo tiempo la colaboración entre las clases, impulsadas
conforme la visión de Stalin y Bujarín, no las compartió Mella cuando estuvo en México, pues fue
defensor del principio de oposición de izquierda a los regímenes antipopulares, lo cual denota su
percepción de que en cada país era necesario articular una política de izquierda conforme los
requerimientos de cada realidad y lejos de cualquier determinación estratégica de conveniencia para
otras latitudes.
Volviendo a los otros latinoamericanos constructores del socialismo, he de afirmar que sus
figuras descollantes como iniciadores de tal corriente ideológica en Latinoamérica han tenido la
impronta de orientar el camino para la comprensión de las causas estructurales que han determinado
la realidad de nuestros pueblos y, en tal escenario, propiciar la aprehensión del cambio emergente a
propósito de reconocer las páginas de nuestra historia, las particularidades de nuestros pueblos y la
posibilidad cierta de transformar la realidad bajo las paralelas del socialismo científico que, sin
constituirse en dogma, pudiera alumbrar el camino de las modificaciones de fondo para construir
sociedades que respondan a las condiciones de sus propias circunstancias.
Otros determinantes en la construcción del socialismo latinoamericano
En el curso de la segunda mitad del siglo XX, cuando ya se vivía la estructuración del mundo
bipolar luego de la Segunda Guerra Mundial, en Latinoamérica tuvo gran significación el triunfo de la
Revolución Cubana (1959), cuyas características influenciaron notablemente a los partidos socialistas
de la región, al punto que muchos de ellos optaron, en la determinación de sus perspectivas
estratégicas, por la lucha armada como un mecanismo de consecución del poder.
Empero, las corrientes socialistas de tal periodo, que se definieron como revolucionarias, no
lograron asimilar oportunamente las circunstancias particulares que en el caso de Cuba se habían
producido para que en tal lugar pudiese favorecerse la lucha insurreccional como mecanismo válido
para construir el proyecto político emanado alrededor de las convicciones socialistas de sus actores,
asunto que reverdeció, aun en las concepciones ideológicas y doctrinarias, cuando se consolidó el
triunfo de la Revolución Nicaragüense (1979), a contrapelo de lo que ya había sido el triunfo, por la
vía del sistema democrático-electoral, del primer Presidente socialista en Chile (1970), asuntos todos
estos que abrieron un importante debate en la región respecto de las formas tácticas para la
construcción del socialismo en Latinoamérica, más allá de que estas realidades históricas
configuraron la perspectiva de que en cada país se podía construir, conforme a sus propias
características, formas particulares de arquetipos socialistas, asimismo, particulares.
De esta manera, la corriente socialista latinoamericana fue marcando claras distinciones
respecto de otras que provenían, igualmente, de las fuentes del marxismo europeo, y a la par que
tales paralelas fueron construyéndose, el socialismo de la región se preocupó de manera importante
por sus propias definiciones y requerimientos específicos.
Tanto la Revolución Cubana como el triunfo de la Unidad Popular en Chile, así como el éxito
del Sandinismo en Nicaragua, expresaron la recuperación de figuras propias de su entorno histórico,
la definición de propuestas para atender los problemas de sus países y la elaboración de un plan de
gobierno que dio cuenta de sus territorios. Dichos empeños, que tuvieron resultados distintos en el
ejercicio de sus gobiernos –y que obviamente estuvieron marcados por la impronta de los
acontecimientos globales y las contradicciones del mundo bipolar—, asumieron posturas
nacionalistas de enorme significación que favorecieron, de otro lado, la puesta en marcha de alianzas
políticas que, a su vez, denotaron la recreación del pensamiento socialista y las nuevas visiones en la
configuración de proyectos de poder alternativo.
Sus resultados finales –absolutamente diversos en cada caso y que no son motivo de análisis en
este texto—, respondieron, para decirlo de manera general, a los condicionamientos externos y
particularmente a las disputas que el poder real propició para que algunos de tales procesos tuviesen
184
tropiezos e interrupciones en cuanto al tiempo de su duración. Su mención, en todo caso, es válida
para afirmar el criterio referente a que las innovaciones teóricas en el pensamiento socialista del
subcontinente permitieron procesos distintos en muchos lugares de la región, alejados de las
fórmulas y del vademécum que se había pretendido instaurar desde las metrópolis que se
autodefinieron como socialistas y comunistas y cuya confrontación 18 –particularmente en la década
de los años sesenta del siglo anterior—, también contribuyó a la ruptura entre los partidos
comunistas y a la ratificación de la autodeterminación en los partidos de clara convicción socialista.
El fin del denominado socialismo de Europa Oriental y de la URSS, la situación del
socialismo latinoamericano y sus procesos unionistas
La Revolución de Octubre de 1917 es uno de los acontecimientos más importantes en la
historia. Aquí por vez primera –con la exclusión necesaria del episodio glorioso pero breve de la
Comuna de París—, las masas lograron derrocar al viejo régimen de esclavitud e iniciar la
transformación socialista de la sociedad.
La transformación de la Unión Soviética desde un país notoriamente atrasado hasta
constituirse en la segunda potencia del mundo, después de los Estados Unidos, es uno de los
fenómenos más extraordinarios. En las dos décadas posteriores al triunfo de la Revolución, la URSS
construyó una base industrial fuerte que le permitió un florecimiento de la enseñanza, la ciencia, la
tecnología. Los logros de este país en los campos de la salud y la medicina fueron innegables. La
Segunda Guerra Mundial demostró la enorme fortaleza de la Unión Soviética en el terreno militar.
Empero, el ascenso de la burocracia estalinista fue la consecuencia del aislamiento de la
revolución en condiciones de atraso. La derrota del ala leninista del partido bolchevique y el triunfo
de la fracción burocrática, encabezada por Stalin, fue un reflejo del cambio en la correlación de
fuerzas de clase en Rusia, lo cual dio como resultado el aislamiento que determinó que la burocracia
hegemonizara a la clase obrera y reclamara una serie de privilegios que rompieron con las tradiciones
igualitarias y democráticas de Octubre de 1917.
De esta manera, el socialismo soviético posterior a Lenin dejó de ser una alternativa válida,
articulada y viable frente al sistema predecesor, que si bien no devino en una estructura capitalista,
tampoco articuló el paradigma del socialismo sino una forma estatista y burocratizada, opuesta a la
naturaleza emancipadora del socialismo que buscó, además, expandirse hacia Europa Oriental, en
más de una oportunidad, por la vía de la fuerza, en la perspectiva de consolidar un espacio territorial
que hiciese contrapeso a las economías del resto del mundo19.
Pero las deformaciones de aquel mal llamado sistema socialista –también inadecuadamente
denominado socialismo real—, no han significado el fin de la historia ni ha invalidado los
lineamientos teóricos del marxismo y sus recreaciones a propósito de la construcción ideológica del
arquetipo socialista, conforme las cambiantes realidades del mundo y de la región.

18Me refiero a la disputa entre la entonces Unión Soviética y la República Popular China, cuyas
concepciones sobre el carácter del partido y el carácter de la revolución provocaron una escisión en el mundo
comunista internacional.
19 Todas estas conductas promovieron, entre otras cosas, por ejemplo el advenimiento de lo que
originalmente fue, en Alemania, la Escuela de Frankfurt –una variante en el enfoque de las ciencias sociales—,
que mediante la Teoría Crítica (impulsada por Theodor Adorno y Herbert Marcuse) cuestionaron, desde la
ideología, lo que ellos denominaron el totalitarismo soviético, a contrapelo de la promoción de una visión que
apoyada en la valoración cultural, espiritual y subjetiva de las manifestaciones de la vida humana, intentaba
apuntalar las transformaciones de las sociedades alejadas de los dogmas, en el entorno de lo que se definió,
para entonces, el marxismo occidental.

185
Los sucesos de la década de los años ochenta del siglo anterior dieron cuenta, eso sí, de la
fractura total de un modelo que, como he referido en líneas precedentes, respondió a una
deformación estructural frente a cuya circunstancia el colapso de ese modelo fue inminente en tanto,
a contrapelo, las desigualdades, injusticias e inequidades del sistema hegemónico que prevaleció
demandan, cada vez con mayor intensidad, la necesidad de construir un camino alternativo a la
situación prevaleciente, asunto que exige, asimismo, la recuperación teórica adecuada de los
instrumentos filosóficos e ideológicos que favorecieron el aparecimiento del socialismo y que,
irremediablemente, han de nutrirse con las nuevas circunstancias económicas y sociales
contemporáneas.
Conjuntamente con el modelo social, económico y político del campo socialista que
literalmente se desplomó, se evidenció la crisis de los partidos de corte comunista existentes en el
planeta y desde luego en Latinoamérica, que por su dependencia con la metrópolis quedaron aislados
de la praxis.
A diferencia de la realidad expresada, los partidos socialistas de la región, con profunda
vocación latinoamericanista, no obstante que tuvieron que soportar la oleada ideológica interesada en
estigmatizar al pensamiento socialista a propósito de su fracaso en Europa Oriental y en la URSS,
tuvieron el temple necesario para demostrar que su pensamiento, si bien se había nutrido de los
clásicos del marxismo, no había hipotecado la conducta de aprehensión de la realidad inmediata que
les circundaba, ni habían dejado de estudiar el hábitat político, social y económico concreto de su
entorno para modificarlo, conforme las características y particularidades que tal contexto demandaba.
Esta característica general ha permitido que en muchos países de la región el socialismo se convierta
en alternativa frente a la globalización del neoliberalismo, cuyos límites y aberraciones lo han puesto
en la orilla de la crisis y frente a cuya circunstancia la reactividad de los socialismos ha sido
modificada, en algunos casos, con menos prisa que el mundo cambiante demanda.
En efecto, la izquierda socialista –como las demás izquierdas— fue testigo de la confrontación
del mundo bipolar, circunstancia que dislocó severamente la situación económica imperial, que
provocó constantes crisis de acumulación a su interior y que determinó la búsqueda de mecanismos
para controlar a favor de sus objetivos las economías dependientes, en este caso, de Latinoamérica.
Ante un panorama de esta naturaleza, la izquierda socialista optó, como era obvio, por impulsar
mejores condiciones de vida para la población y de manera particular para los trabajadores y los
sectores populares.
No obstante, al finalizar la Guerra Fría, se abrió un nuevo panorama propuesto desde los
sectores hegemónicos. La situación de crisis estructural logró un reacomodo debido a que los
recursos económicos para la confrontación fueron destinados a otros proyectos de interés del poder
real, contextualizados en la reproducción del sistema y en la perspectiva de calmar el conflicto de
contradicciones sociales.
De otro lado, en la compleja estructuración del remozado modelo económico y social –que fue
afianzado por la ideología—, emergió el objetivo central de mundializar los íconos del neoliberalismo
y sus paradigmas, que al final de cuentas tienen que ver con el desarrollo de un proceso favorable al
capital financiero transnacional, para cuyo efecto las restricciones del Estado Nacional fueron
evidentes, como importantes fueron los intentos por desaparecer cualquier diversidad social, cultural
y aun políticas, entre otras, conforme la necesidad de obtener la transición del capitalismo
monopolista de Estado en capitalismo monopolista transnacional.
A todo lo afirmado, o mejor dicho, en un mundo contextualizado de la forma señalada, en el
cual los referentes doctrinarios fueron acosados a pretexto del fin de las ideologías, muchos de los
sujetos que habían militado en las filas de la izquierda –sin consistencias conceptuales— optaron por
el camino del onegeísmo y de la estructuración interesada de la sociedad civil, cuya funcionalidad

186
estuvo concertada a mejorar el orden establecido y a suplir la presencia de las asimetrías, muchas de
ellas socialistas, contrarias al establishment.
El socialismo de la región, por su parte, en este contexto, a partir de algunas experiencias
anteriores de convergencia en la región, a propósito de consolidar la unidad de la corriente frente a
realidades estructurales similares y a objetivos comunes, fortaleció la convicción de que era menester
auspiciar mecanismos de integración entre los socialistas latinoamericanos, entre otras cosas para
articular una respuesta colectivamente reflexionada frente a los cambios de la situación económica
del subcontinente, tarea que debe ser revitalizada una vez que muchos partidos de la corriente
forman parte de los gobiernos con prácticas y resultados distintos.
En efecto, en esta importante tarea unionista del socialismo debe recordarse que las juventudes
socialistas de algunos países latinoamericanos, particularmente de la región sur, a finales de los años
40 del siglo anterior intentaron ya construir un espacio orgánico común que se tradujo como tal en
los años 50 y que favoreció la co-fundación del Secretariado Latinoamericano de la Internacional
Socialista con sede en Montevideo. Al desaparecer este espacio político, se vivió un proceso de
aislamiento que dejó de ser tal luego del triunfo de Salvador Allende en Chile, cuyo compromiso por
desarrollar un ámbito de unidad socialista fue castrado con el golpe militar de 1973.
Sin embargo, los socialistas chilenos en el exilio, así como dirigentes de esta misma orientación
de otros países latinoamericanos que coincidían en eventos internacionales, encontraron la
oportunidad para ir estableciendo la necesidad de fortalecer un espacio común que los agrupara para
discutir los problemas fundamentales del periodo. En esta voluntad política, que como queda
demostrado ha formado parte, desde hace mucho tiempo, de las expectativas del socialismo
latinoamericano, a finales de 1980 se encomendó al Partido Socialista del Uruguay que preparara un
proyecto de seminario político de confrontación doctrinaria, seminario que finalmente se llevó a
efecto en la ciudad de Lima y que recogió cuatro tesis fundamentales de análisis: socialismo y nación;
socialismo y democracia; bloque social alternativo; y unidad latinoamericana.
Luego de este encuentro, se resolvió avanzar en una Conferencia Política más ambiciosa, tanto
más que coincidió con el retorno a la democracia en el Uruguay y con la restitución legal del Partido
Socialista (PS) en dicho país, debido a lo cual los socialistas uruguayos asumieron el encargo referido.
El PS uruguayo promovió la organización de dos encuentros de trabajo para organizar el debate en
base a las opiniones asumidas en la reunión de Lima. A partir de estas circunstancias convocó, en
enero de 1986, la Primera Conferencia Política del Socialismo Latinoamericano, que se reunió en
Montevideo, entre los días 11 y 13 de abril de 1984, estructurándose, así, la Coordinación Socialista
Latinoamericana, cuyo primer Presidente fue el Socialista uruguayo José Díaz. A la primera
Conferencia asistieron como ponentes el Partido Socialista del Uruguay, el Partido Socialista de
Chile, el Partido Socialista Revolucionario del Perú, el Movimiento Electoral del Pueblo, (MEP) de
Venezuela y el Partido Socialista Popular de Argentina. El encuentro rindió homenaje a los socialistas
latinoamericanos Salvador Allende20, Vivian Trias21 y Marcelo Quiroga Santa Cruz22. Constituyó,

20 Salvador Allende nació el 26 de junio de 1908 en Valparaíso (Chile). Fue un destacado dirigente

estudiantil. Se graduó de médico y posteriormente, en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda ocupó la Cartera
de Salubridad. Fue Senador, desde 1945 hasta 1970, en representación del socialismo chileno, partido en el
que militó toda su vida. Ejerció la Presidencia de la Cámara del Congreso entre 1966 y 1969. Fue candidato a
la Presidencia de la República en cuatro oportunidades: en 1952, en 1958, en 1964 y finalmente en 1970
cuando obtuvo una mayoría relativa que le permitió que el Congreso Nacional lo eligiera como Presidente de
Chile. Gobernó hasta el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, fecha en la cual falleció defendiendo la
Presidencia de la República frente las hordas fascistas que encabezadas por Augusto Pinochet se tomaron el
gobierno, dando al traste con el ejercicio del poder del primer presidente marxista que en la región accedió al
gobierno mediante el sistema electoral.

187
además, una Presidencia de honor integrada por socialistas de fecunda militancia: José Cardoso, de
Uruguay; Alicia M. De Justo, de Argentina; Raúl Ampuero Díaz, de Chile; Manuel Agustín Aguirre,
de Ecuador; y Gerardo Molina, de Colombia.
La segunda Conferencia de la CSL se reunió en México entre el 15 y el 17 de Mayo de 1987,
luego de dos reuniones previas del Secretariado de la CSL que se produjeron en Lima en junio y
noviembre de 1986. En la segunda Conferencia, bajo el patrocinio del naciente Partido Socialista
Mexicano, participaron dos nuevos miembros, el Movimiento Socialista Firmes de Colombia y el
Partido Socialista Ecuatoriano, a quien se le asignó una de las Vicepresidencias.
La tercera Conferencia de la CSL se reunió en Lima del 28 al 30 de octubre de 1988. En tal
encuentro se crearon las regionales del sur, del centro y del norte de Latinoamérica.
La cuarta Conferencia se reunió en Santiago de Chile entre el 26 y 28 de abril de 1980. La
quinta Conferencia ocurrió en Montevideo el 24 y 25 de mayo de 1995, mientras la sexta Conferencia
se desarrolló en Quito los días 22, 23 y 24 de mayo de 1997, en tal reunión fue designado Presidente
Marco Aurelio García del PT del Brasil y Secretario General Hernán Rivadeneira del PSE, quien al
ser designado como Ministro del Tribunal Constitucional renunció a tal Secretaría asumiendo dicha
función Germán Rodas, cuya función fue ratificada por la CSL, reunida en el entorno del Foro de
São Paulo en Managua en Febrero del 2000, responsabilidades que fueron nuevamente reafirmadas
con oportunidad de la reunión del X Foro de Sao Paulo en cuyo entorno se reunió, además, la CSL.
Posteriormente la CSL, a través de la Secretaria General, mantuvo algunas reuniones de trabajo
en Brasilia, Quito y en Montevideo, favoreciendo la articulación de un espacio de análisis de la
situación regional. En marzo del 2010, se reunió en Brasilia la séptima Conferencia de la CS, la
misma que luego de modificar sus estatutos constituyó un Secretariado como único organismo de
coordinación de las actividades de esta importante instancia socialista latinoamericana. Fueron
designados Roberto Amaral del PS del Brasil como Secretario General y Estela Molero y Germán
Rodas, de Argentina y Ecuador, como Secretarios adjuntos.
La trascendencia de la CSL, en todo caso, hace relación al denominado periodo de crisis del
Socialismo, en las décadas de los años ochenta y de los noventa, en cuyo marco la importancia de la
Coordinación Socialista Latinoamericana estuvo enmarcada en la formulación de sus tesis
latinoamericanistas, en la reflexión ideológica y doctrinaria conforme los postulados del socialismo
científico y de su recreación en el ámbito de la región, asuntos que recobran inusitada oportunidad a
propósito de los afanes de esclarecer las determinantes referenciales que deben posibilitar la
construcción del denominado Socialismo del Siglo XXI, cuyos instrumentos de análisis continúan en
construcción luego de los importantes triunfos electorales de algunas fuerzas vinculadas, en unos
casos a la CSL y, en otros, a corrientes progresistas del continente.

21 Político e historiador uruguayo, nacido en Canelones en mayo del año de 1922. Fue profesor de
filosofía y de historia en la enseñanza secundaria. Militó en las filas del partido socialista, del que fue su
Secretario General desde 1958 hasta 1963. Fue, asimismo, diputado de la República en varias oportunidades.
Lideró, al interior de su partido una corriente antiimperialista de profundo contenido socialista y
latinoamericanista constituyéndose en un referente ideológico en las filas del socialismo uruguayo. Fue uno de
los fundadores, en 1971, del Frente Amplio (que hoy cogobierna con el Socialista Tabaré Vásquez) frente
político constituido para enfrentar a la dictadura militar de aquel entonces. Falleció en noviembre de 1980.
22 Intelectual y escritor boliviano de enorme valía nacido en 1931. Estudio abogacía y ejerció la
cátedra. Fue artífice de la nacionalización de los hidrocarburos en la Presidencia de Alfredo Obando Candia.
Fue representante ante el Congreso Nacional por Cochabamba. Fundó el partido socialista del cual fue su
candidato presidencial en 1980, año en el cual se produjo el golpe de estado propiciado por Luís García Meza,
circunstancia en la cual fue apresado y asesinado cuando defendía la sede de la Central Obrera Boliviana
(COB). Tal circunstancia acaeció el 17 de julio de 1980.

188
Luego de esta reseña histórica de la CSL, vale destacar que otras organizaciones políticas de
Latinoamérica promovieron también un proceso de agrupación y reflexión de enorme expectativa, en
el cual jugó un rol importante el espacio de intercambio de experiencias y opiniones que se ha
denominado Foro de São Paulo, que fuera fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en São
Paulo en 1990 y cuya dinámica inicial estuvo vinculada alrededor del debate respecto del escenario
internacional después de la caída del Muro de Berlín y las consecuencias del neoliberalismo en los
países de Latinoamérica y el Caribe.
Los encuentros del Foro, desde entonces, han ocurrido en Ciudad de México (1991), Managua
(1992), La Habana (1993), Montevideo (1995), San Salvador (1996), Porto Alegre (1997), Ciudad de
México (1998), Managua (2000), La Habana (2001), Ciudad de Guatemala (2002), San Pablo (2005),
San Salvador (2007), Montevideo (2009) y Buenos Aires (2010).
Los ejes del debate, de manera especial en la CSL, han demostrado el afán de recuperar como
categoría del marxismo latinoamericano –aquella de la que ya dieron cuenta Mella, Mariátegui, Ponce,
entre otros—, la referente a la existencia de la diversidad en la estructuración de nuestras sociedades,
lo cual a su vez determinó la ruptura con los vanguardismos, que se nutrieron de toda forma de
sectarismo. Este salto cualitativo es de enorme trascendencia en la corriente socialista
latinoamericana, lo cual a su vez no debe ser comprendido como un intento para posponer otras
categorías del socialismo científico, sino como una aplicación creadora de tal doctrina para entender
el contexto particular de la región.
A manera de conclusión
Latinoamérica ha vivido, en el último período, un proceso de crisis estructural que ha dejado al
descubierto la ineficacia del modelo económico y social denominado como neoliberalismo, cuya
propuesta de vaciamiento del Estado nacional en beneficio de reducidos grupos de la economía
transnacional propició el desarrollo de toda forma de inequidad, que se expresan en el incremento de
la marginalidad y en la carencia de formas elementales de supervivencia de los ciudadanos.
Tal modelo, aupado mediante sistemas anacrónicos de la democracia, ha entrado en crisis y por
ello es importante reconocer los correctivos estructurales frente a la edificación de modelos de
transición; precisamente por aquello que decía al inicio de este texto que no se puede correr el riesgo
de caricaturizar, cuando no de ignorar, el momento histórico por el cual atraviesan muchos de
nuestros países latinoamericanos, cuando se habla de ellos en medio de generalizaciones ideológicas
o cuando se les endilga, sin diferenciaciones, la aprehensión de comportamientos políticos
determinados.
Frente a esta realidad (a la cual debe sumarse la circunstancia cierta de que muchos partidos de
la tendencia socialista y de larga tradición histórica se hallan en pleno ejercicio del gobierno, como
son en los casos de Brasil y del Uruguay y que otras organizaciones que presumen de igual identidad,
como en Venezuela, Ecuador y Bolivia, también forman parte de regímenes en actual vigencia), es
menester redescubrir la identidad ideológica y política del socialismo latinoamericano, sin falsificar
asimetrías regionales, sin desconocer los flujos del movimiento social y sin relativizar los contenidos
del socialismo científico, así como sin dejar de comprender la existencia de una izquierda política que
ha sido capaz de favorecer los ejes del cambio societal, a propósito de su accionar histórico y de sus
luchas acumuladas.
En este orden de apreciaciones, la primera iniciativa del socialismo latinoamericano pasa por
redescubrir sus identidades, aquellas que fueron inherentes a su desarrollo y motivo de reflexión
constante y que, en la década de los años 80 y 90 del siglo anterior, se expresó, luego de la ―caída del
muro‖, en su voluntad inequívoca de articular proyectos de poder aprehendiendo la realidad regional
y asumiendo la convicción de transformarla conforme los requerimientos de la colectividad, aquella a
la cual, desde los umbrales del siglo XX, la reconocemos como diversa y plural.
189
Por lo afirmado, los socialistas nos constituimos no sólo en una identidad frente a la inequidad,
la injusticia y la carencia de democracia, sino en un instrumento para propiciar la unidad en la
diversidad de las fuerzas políticas, económicas, sociales y culturales que anhelan una nueva estructura
en la región. En este entorno, la revalorización de la ética socialista se vuelve consustancial al
desarrollo de la tendencia, asunto que ya no puede entenderse, tan sólo, como expresión de los
intereses de clase –lo cual a su vez se vuelve una alienación, pues supone que en el interés de la clase
funciona como una autoridad externa a la cual los individuos deben someterse—, sino como
expresión de la articulación del mundo de lo ético ligada a la marcha histórica progresiva, aquel valor
que ha de permitir el desarrollo de las capacidades humanas para atender los requerimientos de la
conciencia que, en los socialistas, deviene del compromiso social, favoreciendo la articulación de
sociedades sin exclusión alguna y mediante operaciones transparentes que dan cuenta de la táctica y
la estrategia.
A los estadios dichos, debe agregarse la importancia de la ruptura con los determinismos 23,
reivindicando a la política como espacio de creación de proyectos colectivos, en cuyo contexto la
democracia radical y plena –democracia que se extiende de la política a la economía y hacia la
sociedad—, constituye el espacio donde los hombres construyen su futuro en base a sus propias
decisiones.
De esta manera, el socialismo latinoamericano, si bien tiene un largo trayecto histórico, posee
también la impronta de las utopías. Sí, las utopías que plantean la construcción de una sociedad en la
que deben superarse las desigualdades junto al desarrollo de los valores de la libertad, de la
solidaridad y del desarrollo de la individualidad humana.
Dicho todo lo anterior, hay que reconocer que no hay un modelo de socialismo acabado, no
obstante lo cual es posible, hoy por hoy, plantear un modelo de gestión para la sociedad donde prime
la lógica de promover, en todos los órdenes, al ser humano. En toda esta perspectiva, los retos del
socialismo latinoamericano se engarzan, además, con los conceptos de la integración local y regional
–lo cual también explica la necesidad de las alianzas políticas y sociales—, en la perspectiva de
garantizar los objetivos nacionales de la producción, garantizando la educación, la salud y las políticas
fiscales.
En circunstancias en que muchas fuerzas políticas vinculadas al socialismo latinoamericano
ocupan responsabilidades en el ejercicio de gobiernos locales y nacionales, es indispensable hablar del
ejercicio del poder real, como es imprescindible compartir las experiencias de tales responsabilidades
a fin de asumir colectivamente los procesos de eficacia que exige dicha realidad y que se deben
traducir en un proceso de construcción de las bases del cambio que, al final de cuentas, no permitan
la recomposición del capitalismo o el intento de anular al socialismo como una opción real.
Con la misma creatividad de Mariátegui, para citar un nombre, debemos construir las nuevas
sociedades, enraizados en el pensamiento crítico que nos legara el marxismo y con la determinación
que para lograr este objetivo es necesario reconocer la compleja heterogeneidad que el sistema
capitalista ha estructurado. De esta manera, el socialismo no sólo podrá actuar en la perspectiva de
las transiciones, sino en la organización de un nuevo orden en todos los campos de la estructura y de
las superestructuras sociales, económicas, políticas y culturales.

23 Tanto el determinismo del socialismo real como aquel que exalta las leyes del mercado no dejan
espacio para la libertad y para la creación colectiva de los seres humanos.

190
BIBLIOGRAFÍA
 AGUIRRE, Manuel Agustín (1984). ―Breves Memorias sobre la Revolución del 28 de mayo de 1944‖ en
El 28 de Mayo de 1944, testimonio, Guayaquil, Imprenta de la Universidad de Guayaquil.
 CUEVA, Agustín (1990). ―El Ecuador de 1925 a 1960‖, Nueva Historia de Ecuador, vol. 10, Quito,
Corporación Editora Nacional.
 COORDINACIÓN SOCIALISTA LATINOAMERICANA (1990). Documentos Básicos, Quito, s/e.
 ETCHEVERRI, Catriel (2007). Rafael Barret, Buenos Aires, Capital Intelectual.
 GUERRA, Sergio (2003). Cinco siglos de historiografía latinoamericana, La Habana, Editorial Félix Varela.
 LAGUARDA, Manuel (2000). El Socialismo en el Siglo XXl, Montevideo, Ediciones del Correo Socialista.
 NARANJO, Plutarco (1977). La I Internacional en Latinoamérica, Quito, Editorial Universitaria de la
Universidad Central.
 PÁEZ, Alexei (2001). Los orígenes de la Izquierda Ecuatoriana, Quito, Abya-Yala.
 RANGEL, Domingo Alberto (2001), Un Socialismo para el siglo Veintiuno, Caracas, Gráficas Tao.
 RODAS, Germán (2006), Partido Socialista (Casa Adentro), Quito, Ediciones La Tierra.

191
DEL NEOLIBERALISMO AL “SOCIALISMO DEL SIGLO XXI”
ENRIQUE AYALA MORA

Constituciones e inestabilidad
El año 2008 se aprobó en consulta popular la nueva Constitución redactada por la Asamblea
Constituyente que funcionó por ocho meses, desde diciembre de 2007. Ecuador estrenó así su Carta
Política número veinte, desde que se fundó como Estado independiente en 1830. Con semejante
número, el país tiene el récord mundial de redacción de constituciones y de reuniones de asambleas
constituyentes. Se han convocado veinticuatro y se han promulgado hasta aquí, como se anotó,
veinte constituciones. También tenemos un récord de inestabilidad de los gobiernos recientes.
Desde 1987 han caído tres presidentes de la República por golpes de Estado, que se han dado en
medio de acciones de masas, de protestas populares en las calles
Aunque no es precisamente un logro que pueda ser unánimemente reconocido, esto último, en
algún sentido, tiene su lado positivo. Estos derrocamientos vienen a ser como una forma de
revocatoria de mandato bastante expedita, rápida e incensurable. Sale la gente a la calle y con la
suficiente fuerza y persistencia se cae un gobierno impopular. Es posible hallar en estos hechos
rasgos de democracia, porque de alguna manera se puede verlos como formas directas de
participación. Hay países donde la protesta popular ha sido muy amplia y legítima, pero no ha
podido tumbar gobiernos que bien merecían que se los echara. Sin embargo, lo negativo, lo grave, es
que estos hechos y procesos han traído cada vez mayor desinstitucionalización, sin que se lograra
nada más que relevos de gobiernos, puesto que los propósitos de hacer cambios profundos y hasta
―refundar la República‖ no se han cumplido. Con el deterioro persistente de las instituciones, de la
seguridad jurídica, Ecuador debe ser el país más desinstitucionalizado de Sudamérica.
Además de esta realidad de desmoronamiento institucional, es evidente que en medio de la
inestabilidad política se han acumulado también las frustraciones colectivas. Porque refundar el país
cada dos o tres años, y hacerlo como si no hubiera pasado nada antes, o como si estuviera todo mal,
y descubrir al mes y medio, no al año y medio, que en realidad la refundación no es sino una réplica
del antiguo régimen con algunas nuevas caras y otras tantas de las antiguas, es frustrante. Por otra
parte, es también una decepción para los ciudadanos comunes que esperan mucho más de lo que
deben de una asamblea constituyente, que esos cuerpos colegiados no logren bajar el costo de la
vida, detener la inseguridad pública ni parar la corrupción.
Hace poco más de una década, entre diciembre de 1997 y junio de 1998 se reunió una
Asamblea Nacional, que redactó un nuevo texto constitucional. Apenas entró en vigencia, la gente,
más que criticar sus contenidos regresivos o aceptar sus avances jurídicos, reclamaba que no hubiera
logrado crear empleo, bajar los precios de los alimentos o meter presos a los corruptos. Ahora
mismo, a poco tiempo de la vigencia de la Carta Política aprobada en 2008, muchos aspiran a que se


Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Licenciado (1972) y Doctor (1975)
en Educación por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Estudió Derecho en la misma universidad.
Cursó la Maestría en Historia en la Universidad de Essex (1978-1979) y es Doctor (o PhD) en Historia
Moderna por la Universidad de Oxford (1979-1982), Gran Bretaña.

192
transforme en un Deus ex machina, en la receta para el ―socialismo del siglo XXI‖. Es decir que, una
vez más, piden lo imposible.
Las realidades brevemente mencionadas pueden ser estudiadas –y de hecho lo han sido— a
partir de diversos ángulos. En este trabajo, desde la perspectiva del historiador que ha trabajado en el
desarrollo de las fuerzas políticas ecuatorianas en el pasado, se insertan algunas observaciones sobre
las condiciones particulares que ha asumido en el Ecuador el evidente giro a la izquierda de la
política latinoamericana.
Neoliberalismo y crisis
Cuando en 1979 comenzó la etapa de vigencia constitucional, el auge de esa década había
pasado. Los recursos petroleros y el endeudamiento no detuvieron la crisis que se desató a inicio de
los ochenta, y se mantuvo y agravó hasta el nuevo siglo. En un marco de ―globalización‖, los
ochenta fueron para América Latina años de caída de precios de sus productos de exportación, alta
inflación, e incremento del desempleo, baja de inversiones y elevación de la deuda externa. Los
gobiernos, influenciados por el neoliberalismo, aplicaron medidas de ajuste económico, con grandes
costos sociales. El producto interno bruto decreció. Fue 6,6% en 1978, 4,9% en 1980, 1,4% en
1982; en 1983 hubo tasa negativa. Los años siguientes su promedio no rebasó el 2%. La exportación
de productos industriales descendió y, con la apertura económica, se incrementó la importación de
bienes de consumo y bajó la de bienes de capital. Las exportaciones tradicionales se recuperaron y se
sumaron otras, reactivando algunas áreas, dándose una vuelta al modelo asentado sobre exportación
de productos primarios.
Con la baja de ingresos fiscales vino una crónica crisis presupuestaria, alimentada por la
elevación del gasto público. La proporción de recursos destinados a inversión descendió de 20% en
1980 a 11,8% en 1986. En años siguientes bajó la inversión social y de capital. La educación, que a
inicios de los ochenta recibía más del 25% del presupuesto, obtuvo menos del 15% a fines de los
noventa. El déficit fiscal creció. Se planteó la privatización de las empresas públicas, eliminación de
subsidios a artículos de primera necesidad, supresión de la protección industrial y masivos despidos
de servidores públicos, para reducir el tamaño del Estado. Sin duda era necesario racionalizar las
empresas del Estado, suprimir la sobreprotección de la industria y el excesivo gasto en la burocracia,
pero las medidas debilitaron la capacidad de control del Estado sobre la economía y saquearon la
propiedad pública.
En esta etapa, una alta proporción del presupuesto se destinó al pago de deuda externa. A
fines de los noventa se canalizaba alrededor del 40% del presupuesto para el pago de deuda pública.
El Estado se endeudó con los organismos financieros internacionales para programas de desarrollo,
y con la banca privada internacional para gastos corrientes, como pago de sueldos. Desde los años
del ―endeudamiento agresivo‖ los banqueros, comerciantes y grandes propietarios adquirieron una
abultada deuda externa privada, que luego fue absorbida por el Estado y pagada con recursos
públicos. Durante los ochenta en América Latina, surgió la conciencia de que la deuda es impagable
y que la unidad de los deudores conseguiría su replanteamiento. Esta postura ganó fuerza. Inclusive,
el gobierno de Estados Unidos con el ―Plan Brady‖ propuso una reducción de la deuda, a cambio de
que los gobiernos deudores aplicaran políticas de ajuste. Los acreedores, países y banca privada,
impusieron la renegociación bilateral de la deuda, que Ecuador ha seguido, igual que el resto del
subcontinente
La inflación había sido de un 4% anual promedio en los sesenta. En los setenta se elevó al
12%. En los ochenta fue entre 50% y 100%. En años posteriores descendió, pero a base de altos
costos sociales. Los gobiernos enfrentaron la crisis con medidas de ajuste, subida de precios de
combustibles y servicios públicos, eliminación de subsidios a productos de primera necesidad, y

193
devaluaciones que llevaron al sucre de una paridad de S/. 25,25 por dólar en 1981 a más de S/. 2.000
en 1992, a un promedio de S/. 7.500, en 1999 y a S/. 25.000 el 2000, cuando se produjo la
―dolarización‖. Se liberó las importaciones y se dio grandes ventajas cambiarias a los exportadores.
Adicionalmente se impuso una creciente tendencia a desregular la economía, dejando cada vez más
áreas en manos del capital privado. Dentro del marco de las políticas del FMI se ensayaron varias
modalidades de ajuste, sin que su aplicación haya tenido continuidad para ver sus resultados. Sus
efectos en la economía popular fueron graves.
El efecto más duradero de la crisis y las políticas de ajuste fue el descenso de los niveles de
vida. Los precios se elevaron en proporciones inéditas, mientras el nivel de las remuneraciones se
mantuvo muy debajo de esas cifras. La inflación y la baja de ingresos reales lanzaron a mayor
número de ecuatorianos a la miseria y el desempleo. En 1988 la cifra estimada de pobres era de
cuatro millones. Para 1999 se había duplicado. De ellos, cuatro millones y medio vivían en la miseria.
La pobreza se extendió hasta los sectores medios. El acceso a vivienda propia, otros bienes y
servicios, y al trabajo en el sector público, descendieron. Creció también el desempleo. En 1999,
sobre una población económicamente activa de 3´773.972, había 2´147.390 (56,9%) subempleados y
543.452 (14.4%) desempleados. Esto dejaba solo 1‘083.130 ocupados plenos, el 28.7%. Entre 1998 y
1999, el desempleo creció un 32,8%. La desnutrición aumentó y surgieron enfermedades que se
consideraban erradicadas.
Pese a los sacrificios realizados, la crisis no pudo ser doblegada. Pero mientras el descenso del
nivel de vida afectó a la mayoría, se consolidaron grupos monopólicos poderosos, articulados en la
banca y el comercio. Mientras en 1990 el 20% más pobre recibía el 4,6%, en 1995 esa participación
se redujo a 4,1% y en 1999 bajó al 2,46%. De otro lado, el 20% más rico de la población acumulaba
el 52% en 1990, el 54,9% en 1995 y el 61,2% en 1999. A mediados de los noventa, seis mil personas
controlaban el 90% de las compañías mercantiles del país, y no más de doscientas personas
dominaban el sistema bancario privado. Pero, a pesar de sus posibilidades de acumulación, los
bancos enfrentaron crisis que llevaron a varios de ellos a la suspensión de pagos, quiebras dolosas y a
la liquidación. Esto se debió fundamentalmente a la concentración de crédito a sus accionistas. El
Presupuesto del Estado y el Banco Central destinaron enormes sumas de dinero público a cubrir las
obligaciones de esos bancos. Todos estos fueron antecedentes del estallido de la crisis más grande
que el país sufrió en más de un siglo.
El eje político
A las elecciones de 1978-79 con que se abrió una etapa de vigencia constitucional, antecedió
un proceso de ―retorno controlado‖ a la constitucionalidad, diverso de las convencionales formas de
antaño. El gobierno militar del ―Consejo Supremo de Gobierno‖ designó comisiones que incluían a
varios representantes de las nuevas fuerzas políticas en ascenso, a las que encargó redactar proyectos
de constitución que fueron puestos a consulta popular vía plebiscito. El proyecto considerado más
progresista fue aprobado. De este modo se estableció el voto de los analfabetos. Una de esas
comisiones preparó una Ley de Partidos que estableció el marco de funcionamiento legal de éstos,
regulando su vida orgánica y apuntando a limitar su proliferación. Tanto la Constitución como la Ley
de Partidos reflejaban los cambios operados en la sociedad y la política. Se había dado, sin duda, una
modernización en las formas de organización, en la estructuración de los propios partidos, en las
formas de movilización, propaganda, etc. Televisión, encuestas, sondeos e informática pasaron a
formar parte del arsenal de campaña. Pero, más allá de ello, se había producido un desplazamiento
del eje definitorio entre derecha e izquierda. La modernización creó nuevas fronteras y achicó las
antiguas.
La vieja polémica sobre la confesionalidad del Estado dio paso al debate sobre ―cambio
social‖, ―desarrollo‖, ―justicia económica‖. De este modo, quedó atrás el viejo enfrentamiento laico-

194
clerical de conservadores y liberales, y se estableció un eje definitorio en que lo determinante fue el
papel del Estado frente a la economía. Este esquema político duró desde fines de los setenta hasta
inicios del siglo XXI. Durante dos décadas, bajo las reglas establecidas por la Constitución de 1978 y
sus leyes conexas, se mantuvo un régimen de partidos políticos, en el que ejercieron un virtual
monopolio del ejercicio de la representación un polo de derecha y otro polo reformista.
En las décadas finales del siglo XX, el Partido Social Cristiano se consolidó como eje de la
derecha y como la organización política con el mayor respaldo electoral, obtenido en varias
elecciones sucesivas. Otros partidos de la tendencia como el Conservador y el Liberal se
marginalizaron hasta el extremo de desaparecer legalmente. Pero, pese a su gran fuerza, el PSC no
logró ejercer sino un período en el gobierno central (1984-1988). Lanzó dos veces la candidatura de
Jaime Nebot (1992 y 1996), pero fue derrotado por Durán Ballén y Bucaram. En otras ocasiones
presentó un candidato presidencial con escasas posibilidades (2002) o no lo hizo, apoyando a
terceros (1998). Pero con su predominio de gran cantidad de consejos provinciales y municipios,
sobre todo el de Guayaquil, y con su significativa cuota parlamentaria, participó en varios gobiernos
y controló importantes organismos del Estado.
En el reformismo en ascenso se definían dos polos de ―centro‖. La Izquierda Democrática
(ID), que mantuvo una política de crecimiento autónomo, participando sola en los procesos
electorales, y la Democracia Popular-Unión Demócrata Cristiana (DP), que optó por la alianza y
llegó al poder en 1979. En el espacio del ―centro‖ predominaron las dos fuerzas (ID y DP), a las que
habría que añadir el Partido Demócrata por un corto tiempo. Pero sus propuestas reformistas no
pasaron de enunciados y, cuando les tocó gobernar o actuar en el Congreso, fueron fieles ejecutores
de las medidas neoliberales, y en contraparte concertada de la derecha para mantener el régimen
político y sus bases socioeconómicas. La Democracia Cristiana (DP), al fin de la década de los
ochenta abandonó, incluso cambiando sus declaraciones programáticas, el planteamiento reformista,
para abrazar tesis neoliberales, que su máxima figura, Osvaldo Hurtado, sostuvo en la Asamblea
Constituyente, aliado al PSC. El desastroso gobierno de Mahuad (1998-2000), patentizó la
descomposición de esa fuerza política. La Izquierda Democrática mantuvo el discurso de ―centro
izquierda‖, pero su gobierno (1988-1992) contribuyó al proyecto neoliberal. Conservó un respetable
bloque parlamentario, que actuó concertadamente con el PSC en el Congreso. En el ―centro
izquierda‖ debería ubicarse también el Movimiento Nuevo País, con que Freddy Elhers lanzó su
candidatura en 1996 y 1998. Pero la organización tuvo muy poco respaldo cuando su fundador no
ha sido candidato.
Desde los setenta, la izquierda y sus ramificaciones se robustecieron junto con las
organizaciones de masas en proceso de unificación en el Frente Unitario de los Trabajadores, FUT,
que fue uno de los referentes del período. La izquierda fue de un ascenso en los ochenta a un reflujo
en los noventa, debido fundamentalmente a la crisis internacional provocada por la caída de la URSS
y la derrota ideológica de las posturas progresistas a nivel mundial, que se dio en esa década de auge
del neoliberalismo. Este reflujo de la izquierda ecuatoriana fue asimilado de diversas maneras por las
fuerzas políticas. La tendencia maoísta ha sostenido sus posturas estalinistas. Pero han logrado
conservar su electorado y sus espacios de influencia. Otros sectores han cedido a la presión por
abandonar principios revolucionarios. Por su parte, las dos vertientes históricas, el Partido Socialista
y el FADI, disminuidas a mediados de los noventa, se fusionaron buscando el replanteamiento de
sus propuestas políticas, a la luz de sus principios y de las nuevas realidades. El Partido Socialista-
Frente Amplio, como pasó a llamarse, ha recuperado alguna presencia en los frentes de masas y el
Congreso. El MPD ha presentado candidato propio en todas las elecciones, pero el 2002 apoyó a
Lucio Gutiérrez. Con su triunfo formó parte del gobierno, pero se retiró luego por discrepancias con
las políticas aplicadas.

195
Durante los años noventa, con el reflujo del movimiento de los trabajadores y el auge del
movimiento indígena, que reveló tener fuerza, iniciativas frescas, un proyecto político propio y
capacidad de enfrentar las políticas neoliberales, muchos pensaron que se debía reemplazar la
―vanguardia obrera‖ por la ―vanguardia indígena‖. Fue así como en un momento de efervescencia
confluyeron los dirigentes de las organizaciones indígenas agrupados en la CONAIE, líderes de otras
organizaciones sociales y antiguos militantes que habían abandonado la izquierda convencional y
formaron el ―Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik-Nuevo País‖, que se planteó como
un reagrupamiento amplio de una nueva izquierda. El movimiento tuvo un papel destacado en las
elecciones de 1996 y 1998, cuando apoyó a Elhers, y en 2002, cuando triunfó en alianza con Lucio
Gutiérrez. Tuvo participación importante en el gobierno, pero el presidente lo separó de él, cuando
no contó con su apoyo parlamentario para sus políticas cercanas a la derecha y al PSC. Luego de su
presencia en el gobierno, el Movimiento Pachakutik ha sufrido fuertes tensiones y divisiones
internas. Se han enfrentado en su interior los militantes ―mestizos‖ con los dirigentes indígenas, que
han ido definiendo a la organización política no como un espacio de confluencia de diversos
sectores, sino como una fuerza indígena, ―brazo político de la CONAIE‖.
La izquierda ecuatoriana en 1979 inició una etapa de participación autónoma en las elecciones.
Su mayor votación fue del 17%, sumados comunistas, socialistas y maoístas. Pero el promedio por
cada organización ha sido desde el 2% al 6% de votos a nivel nacional y un número proporcional de
representación en el Parlamento. En muy escasas oportunidades tuvo la izquierda presencia
definitoria. La política general de los partidos de izquierda ha sido no desarrollar una alianza
permanente entre ellos, como se ha dado en otros lugares de América Latina, sino mas bien ensayar
en cada elección una alianza coyuntural con el populismo o con otros partidos de centro para llegar
como aliados al poder. Así efectivamente ha sucedido.
Una característica fundamental del sistema político ecuatoriano desde el fin de los años setenta
es la persistencia del populismo. Una vez que triunfó Jaime Roldós se dio la división. Pocos años
después Abdalá Bucaram fundó el ―Partido Roldosista Ecuatoriano‖ (PRE), que se consolidó como
la continuidad política de CFP, antigua fuerza populista, que llegó a ser marginal. Esta continuidad
CFP-PRE probó una vez más que estas fuerzas eran diversas al velasquismo, que no sobrevivió a su
caudillo Velasco Ibarra. En los años subsiguientes se formarían otras fuerzas políticas con perfiles
populistas que han tenido incidencia en el Ecuador de fines del siglo XX e inicios del presente.
Abdalá Bucaram sostuvo al PRE con un estilo autoritario. Fue su candidato en 1988, 1992 y 1996,
cuando triunfó ante Jaime Nebot. Luego de su conflictivo gobierno y su derrocamiento fue
enjuiciado y tuvo que dejar el país para instalarse en Panamá, desde donde dirigió su partido e
influyó en la política nacional. Álvaro Noboa, magnate guayaquileño que fue candidato del PRE en
1998, fundó su propio partido, el PRIAN, en 2002 y participó en la elección de ese año. Su línea
política ha sido la defensa de sus intereses económicos con actitudes populistas que le permitieron
mantener una cuota del electorado. El ―Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero‖ (PSP) fue fundado
por el coronel Lucio Gutiérrez luego de su actuación en la caída de Mahuad el año 2000. Sus
planteamientos combinaban declaraciones de izquierda con ofertas populistas. Triunfó en las
elecciones del 2002. En el gobierno se reveló que su radicalidad era retórica electoral. Asumió
posturas pronorteamericanas, desarrolló políticas clientelares y se ha debatido en enfrentamientos
internos entre los militares retirados que llenan sus filas, familiares del líder y militantes venidos de la
disidencia de otros partidos. Conserva, sin embargo, una fuerte base electoral.
Sociedad y política
A inicios de la etapa de vigencia constitucional, el ascenso del reformismo llegó a su límite,
frente a la iniciativa política e ideológica de la derecha y su programa neoliberal. En medio de la
crisis económica, la protesta social, y en un marco internacional dominado por el neoliberalismo, los

196
sectores reformistas de ―centro‖ fueron forzados a renunciar a sus propuestas. Los gobiernos de la
DP (1981-1984) e ID (1988-1992) patentizaron el agotamiento del reformismo. Por su lado, el poder
económico rehízo un frente político de derecha, agrupando a los representantes del empresariado y
el capital extranjero, que frente al empobrecimiento general y las presiones regionales, articularon un
discurso y una práctica de corte populista. La Costa y Guayaquil se tornaron en campo de
enfrentamiento del PSC y el PRE.
El escenario político ecuatoriano se volvió predominantemente urbano y secular. Los partidos
afrontaban nuevos desafíos de organización. Sus componentes sociales se habían ampliado y se
había modificado el discurso prevaleciente. La modernización trajo nuevas formas de organización y
propaganda. Pero sería un error pensar que la modernización arrasó formas tradicionales de
participación política de corte clientelista y gamonal. Éstas, manteniendo su vigencia, se han
articulado a las nuevas realidades.
En las últimas décadas se ha mantenido el régimen constitucional. Se ha ampliado la
ciudadanía, con mayor tolerancia y derechos personales y colectivos que cubren, al menos en su
enunciado, a toda la comunidad. En la sociedad se han desarrollado tendencias democráticas y
participativas. En Ecuador hay un sistema electoral desarrollado, donde no hay violencia y se
garantiza el sufragio. Esto es, de todas maneras, una conquista en un país en donde el fraude fue una
realidad hasta hace poco más de medio siglo. Adicionalmente, se ha logrado el establecimiento de un
intrincado sistema de garantías ciudadanas que están enunciadas en la Constitución, algunas de las
cuales se ejercen con cierta eficiencia como el amparo constitucional. Se han consagrado también los
derechos colectivos indígenas y afroecuatorianos, así como garantías para el medio ambiente y los
consumidores. Pero la pobreza y las diferencias sociales se han mantenido y aun incrementado, y el
sistema político sigue cuestionado no sólo porque no ha cambiado la desigualdad económica y
social, sino por su escasa representatividad. Estamos transitando a una sociedad distinta en el marco
de una transformación mundial. La ―globalización‖ es un fenómeno en que crecen el intercambio, la
comunicación y el acceso al conocimiento, pero también se acentúan las desigualdades y peligran las
identidades. En medio de la crisis se abre paso un nuevo proyecto nacional que integra la diversidad
y la unidad del país.
Desde el fin de los setenta se robustecieron las estructuras partidarias, pero se profundizó el
divorcio del sistema político y la sociedad civil. Se redujo la representatividad de las instituciones. El
enfrentamiento del Congreso con el Ejecutivo limitó sus competencias. Pero mantuvo el acuerdo de
efectivo co-gobierno de la derecha y los llamados partidos de ―centro‖. Este acuerdo se denominó
en la jerga política del país como ―febresborjismo‖. Mientras más se ha regulado a los partidos
políticos, mayor ha sido la brecha de representatividad que existe entre ellos y la sociedad. No se ha
logrado consolidar una vigencia de la democracia participativa y la ciudadanía como base de la vida
pública.
En varios ámbitos, sobre todo en los medios de comunicación, se repite que la responsable de
este divorcio es la ―partidocracia‖, o sea, todo el sistema político. Lo mismo repitieron los
propulsores del ―Movimiento País‖. Pero la verdad es que no todos han dirigido el poder político.
Los que sí lo han hecho son los que los especialistas en Ciencia Política llaman ―partidos de Estado‖.
Estos son el PSC y la ID, a los que se suman la DP-UDC, PRE y otras fuerzas aparecidas los años
recientes. Esos partidos son aparatos políticos asentados en redes de clientela, con intereses
fundamentalmente burocráticos, pero en su acción parlamentaria y de administración han
representado al gran poder económico y han mantenido un cuasi monopolio de la representación,
mediante el manejo del sistema electoral.
Otras organizaciones políticas, fuertemente vinculadas con el movimiento social, no pueden
calificarse como parte de la ―partidocracia‖. Las organizaciones de izquierda, por ejemplo, han

197
luchado años por el cambio y lo siguen haciendo. Cortas alianzas con los regímenes pasados pueden
ser consideradas como errores o fallas de la dirigencia, pero eso no cambia su carácter, ni los vuelve
parte del esquema oligárquico del poder. Ese es, por ejemplo, el caso del Movimiento Pachakutik y
su colaboración con Lucio Gutiérrez. El Partido Socialista-Frente Amplio, por su parte, ha sido un
fuerte crítico del ―febresborjismo‖ y de la acción de los partidos de Estado en los últimos años. Una
revisión de sus posturas políticas en el último tiempo no permitiría ubicarlo en la ―partidocracia‖. Lo
que puede decirse del conjunto de la izquierda y sus diversas organizaciones es que, en buena parte
debido a su crónica división, no han logrado plantear una línea propia y se ha enredado en las
disputas parlamentarias de los partidos de Estado que han dominado la escena del poder.
Como un intento por superar esta situación, han surgido múltiples formas de expresión
política, como movimientos regionales, movimientos de carácter étnico, de ciudadanos locales que
han intentado, desde esa perspectiva, remplazar a los partidos de Estado. Los llamados
―movimientos sociales‖ y las nuevas organizaciones políticas ―ciudadanas‖ han mantenido los
mismos mecanismos de clientela de la vieja ―partidocracia‖, o no se ha logrado niveles de
representatividad real siquiera iguales a ella. Han surgido ciertas formas de ruptura, pero no han sido
otra cosa, como la que derrocó al presidente Gutiérrez, que momentáneas irrupciones de sectores
medios radicalizados más bien de tendencia de derecha, que han querido demoler el sistema político
como única solución, sin tener desde luego una alternativa para remplazarlo.
Durante los setenta y ochenta, los protagonistas de la protesta fueron los trabajadores,
organizados en el FUT. Su impulso decreció en años posteriores, en que se dio un crecimiento de la
organización indígena, que logró el reconocimiento de sus derechos colectivos y enfrentó las
medidas de ajuste económico y la privatización de las empresas públicas. A fines del siglo anterior e
inicios del presente, la presencia de los sectores medios en varios movimientos sociales y en la
protesta movilizada, aunque no estructurada, ha crecido. Junto al desenvolvimiento de las fuerzas
políticas convencionales, en el país surgieron varios movimientos sociales, como los de las mujeres,
que han logrado algunas conquistas en el campo electoral, aunque ninguno en las garantías del
trabajo femenino. Los movimientos ambientalistas han tenido creciente impacto en la sociedad
ecuatoriana en la medida que el problema ambiental se ha vuelto una cuestión mundial que nos
compete y nos toca a todos Hay otros movimientos, como el de las minorías sexuales, por ejemplo,
que también tienen cierta presencia, no definitoria por supuesto. Su impacto ha sido desigual, pero
todos han coadyuvado al desarrollo de la conciencia de la diversidad, que es uno de los elementos
básicos que conformaron a la sociedad ecuatoriana actual.
En la historia del Ecuador, el hecho regional ha sido determinante. En todos los conflictos y
en la formulación y vigencia del proyecto nacional debemos reconocer la presencia e incidencia
fundamental de la diversidad regional como una constante de la vida del país. En los últimos años se
ha dado un proceso de robustecimiento de lo local y regional. El quiebre del Estado central, de las
instituciones centralistas, trajo consigo un éxito de los municipios, y una demanda de autonomías
que obviamente es un elemento fundamental en el escenario actual. Sin embargo, es preciso destacar
que la consigna de reducir el aparato del Estado que tuvieron los gobiernos de derecha y populistas
que se sucedieron en las décadas anteriores, trajeron un enorme crecimiento de ese aparato a nivel
de los municipios y los consejos provinciales, que tenían dinero y recursos y ninguna restricción para
hacer crecer a sus funcionarios.
Hay otros actores de nuestra vida política, pero no cabe duda de que uno de los más
destacados ha sido la fuerza armada. Pese a una más que centenaria tradición de presencia activa en
la lucha por el poder, nuestras constituciones han determinado que las Fuerzas Armadas son
obedientes, no deliberantes. En la anterior, se las declaró, además, ―garantes‖ del sistema
constitucional. Esto es un contrasentido, pero es un dato de la realidad. Además de su función de

198
defensa internacional, las Fuerzas Armadas han sido árbitros de la política. Con un sistema político
débil y poco representativo, los militares tomaron el poder directamente varias veces con un
proyecto de orden y reformas. Cuando lo dejaron, conservaron gran influencia. Su agenda, aunque
contradictoria, revela sus múltiples ligámenes con el resto de la sociedad. Para el Ecuador el
conflicto con el Perú, hasta 1998, fue uno de los temas determinantes y permitió que enormes
cantidades del excedente petrolero fueran destinadas, al margen del presupuesto del Estado, a la
compra de armamento y reposición de equipo. Luego, sus preocupaciones se han trasladado al norte.
Ahora se consumen enormes recursos, que podrían tener un fin social, en la movilización a la
frontera colombiana.
Son los militares quienes han mantenido o depuesto presidentes en los últimos años. Esto
decepcionará a quienes creen que a Bucaram y a Mahuad los derrocaron las movilizaciones
indígenas, o que al coronel Gutiérrez lo echó abajo un movimiento ciudadano, pero es verdad.
Desde luego que las caídas no se han dado ―en frío‖, sino cuando se ha generado la protesta social y
la movilización. Entonces los militares han actuado. En unos casos, han reprimido a las masas y han
logrado mantener al presidente. En otros han resuelto ―retirar el apoyo‖ al gobernante y lo han
embarcado bajo su custodia fuera del país. En el Ecuador, las tres caídas de los presidentes en 1997,
2000 y 2005, han sido golpes militares, que revelaron a las Fuerzas Armadas como árbitro del poder
político. Esto no quiere decir que los soldados pudieran sacar del poder a una persona cuando
desearan. Lo que pasa es que en coyunturas de desestabilización y protesta, han terminado por
decidir quién se queda y quién se va del gobierno.
El triunfo de Rafael Correa
Ecuador llegó a las elecciones generales de 2006 luego de haber experimentado reiteradas
frustraciones en las propuestas de superar el pasado y ―refundar el país‖. Había un generalizado
rechazo a las fuerzas políticas de Estado que predominaron en las décadas pasadas y la voluntad
mayoritaria de superar el modelo económico prevaleciente, aunque no aparecía una alternativa clara.
En un reciente libro, Víctor Granda establece la situación con gran precisión:
El triunfo electoral a finales del 2006 y el ascenso al poder de Rafael Correa en enero de 2007
se produjo en circunstancias muy especiales de la historia nacional: un enorme desgaste de las
fuerzas políticas tradicionales; una dispersión ideológica y organizativa de las fuerzas sociales y
políticas alternativas; una creciente crisis e insatisfacción frente al modelo económico especulativo y
rentista, impuesto en los últimos años por los organismos financieros internacionales en asocio con
los grupos de poder económico nacionales y sus secuelas de pobreza, desocupación y migración; un
incremento significativo de las rentas del país como resultado de la expansión de los precios
internacionales del petróleo y una creciente conciencia antiimperialista de la población, expresada en
el rechazo mayoritario a las pretensiones norteamericanas de incorporar al Ecuador y a los países de
la región a su economía y a sus intereses, por medio de los Tratados de Libre Comercio y, por sobre
todo, por su estrategia militar en el conflicto colombiano, orientada principalmente a proteger sus
fronteras y sus fuentes de abastecimiento de recursos naturales.
Al inicio de la campaña electoral se destacaba un evidente favorito para el triunfo, León
Roldós. Había tenido una gran votación en 2004 y sus antecedentes de posturas progresistas y
vinculación al socialismo, lo potenciaban como un candidato alternativo. Pero, para asegurarse una
clientela electoral, pactó con el partido Izquierda Democrática y designó binomio vicepresidencial a
Ramiro González, uno de sus dirigentes, que representaba nítidamente a los partidos de Estado que
habían controlado el poder por dos décadas, o sea el ―febresborjismo‖ predominante. Roldós fue el
candidato oficial del establishment y en la campaña sólo perdió espacio, hasta que en la elección quedó
en cuarto lugar. Otro aspirante con grandes expectativas fue el magnate Álvaro Noboa que, pese a
una inversión fabulosa, fue derrotado ampliamente en la segunda vuelta por Correa. La sorpresa fue

199
el tercer lugar del candidato de Sociedad Patriótica, el hermano de Lucio Gutiérrez, a quien los
observadores oficiales consideraban marginal, luego de su derrocamiento.
Como candidato, Rafael Correa había irrumpido en la política poco antes de la campaña
electoral como Ministro de Economía del gobierno de Palacio, luego de haber sido por algunos años
profesor universitario. Con un discurso contestatario contra la ―partidocracia‖ y el neoliberalismo,
logró el apoyo de varios sectores medios inconformes y de militantes de izquierda que habían
abandonado sus partidos. También logró el apoyo temprano del Partido Socialista y de varias
organizaciones populares afines como la FENOCIN; pero no consiguió apoyo de otras fuerzas
como Pachakutik, el MPD y agrupaciones menores progresistas y de izquierda, que no creyeron que
tenía posibilidades de triunfo. Sin embargo, la propuesta radical anti-sistema le dio un enorme
respaldo popular.
Correa no era un ―outsider‖ sin más. Su triunfo no fue una casualidad o una coincidencia.
Tenía condiciones para impactar en el electorado y encontró una coyuntura oportuna, sin duda, pero
fue beneficiario de un acumulado histórico de la lucha de la izquierda y las organizaciones sociales de
muchos años, y especialmente de las tres últimas décadas, contra los regímenes neoliberales. Aunque
no lo reconozca, para su triunfo fue vital haber dado continuidad a posturas de izquierda anti-
capitalistas y anti-imperialistas, y haber recibido el apoyo socialista. Su propuesta de campaña, cuyo
eslogan fue la ―revolución ciudadana‖, era sencillo: desmantelar el poder de los partidos políticos
con la disolución del Congreso y la convocatoria a una Asamblea Constituyente, que emitiría una
nueva Carta Política para cambiar al país radicalmente. Los cambios ofrecidos eran, por una parte,
renovar la forma de nominación y funciones de los tribunales constitucional y electoral; defender la
soberanía nacional recobrando control sobre los recursos naturales y la base de Manta; privilegiar la
inversión pública y la ampliación de algunos subsidios. La reivindicación del sentido patriótico era
fundamental.
De constitución en constitución
A lo largo de las pasadas décadas, la reforma socioeconómica fue bloqueada por los grandes
poderes del país, que mantuvieron tercamente vigente un esquema neoliberal que ha depredado a la
mayoría de la población. La reforma política fue impedida por el Congreso Nacional y los partidos
políticos que lo controlaban (Partido Social Cristiano, Izquierda Democrática, Unión Demócrata
Cristiana –antes denominada Democracia Popular— PRE y luego también por fuerzas de corte
caudillista y populista como el PRIAN y Sociedad Patriótica). Frente a ello, en algunos sectores
indígenas, disidentes de la izquierda y personeros de ONGs, desde 1996 plantearon la necesidad de
una Asamblea Constituyente, que al fin fue convocada en 1997. Una vez más se planteó como una
salida global a los problemas nacionales.
La Asamblea fue electa a fines de 1997, trabajó en los primeros meses de 1998. Concluyó sus
funciones en junio de ese año. Se convocó y funcionó en el marco de un régimen de derecho. Pero
eso no fue óbice para que, una vez instalada, se autodefiniera como ―constituyente‖ con todos los
poderes, aunque no los ejerció, limitándose a redactar la Constitución. En realidad, no expidió una
nueva Constitución, sino una reforma integral y codificada a la de 1978. Funcionó ―itinerante‖ en
varias ciudades y locales. Pero tuvo un proceso muy organizado de debate y elaboración del texto
constitucional. Al mismo tiempo, estuvo abierta a la presencia de delegaciones de sectores
organizados del país, que presentaron numerosas demandas, sobre todo en lo que a los derechos
hacía relación. Sin embargo, aunque muchas de esas demandas fueron atendidas en la parte
dogmática, en la parte orgánica primaron las posturas de la derecha, que tuvo mayoría en el
organismo.

200
Con mayoría de derecha (PSC, DP, FRA), en la Asamblea se redactó un texto bastante
organizado y claro. Pero produjo un retroceso en cuestiones fundamentales. Cambió lo dispuesto en
la Constitución de 1978, implantando una relación Estado-economía de corte privatizador y limitó la
representación política. Eliminó disposiciones que establecían el control del Estado sobre los
principales recursos naturales y servicios. De otro lado, reconoció la diversidad del país, los derechos
indígenas y negros, de las mujeres, niños y otros sectores sociales; amplió la ciudadanía a todos los
ecuatorianos; reformó el Congreso, la aprobación del presupuesto del Estado, educación y seguridad
social. Pero algunos temas quedaron pendientes. Uno de ellos fue el de la descentralización, que
aparte de haberse creado las juntas parroquiales como gobiernos seccionales electos, no logró
avanzar ni en la redefinición de la división territorial, ni en el ámbito de los organismos seccionales.
La cuestión de las autonomías quedó irresoluta. Otro asunto que la Asamblea no resolvió fue la
reforma de los tribunales (el Supremo Electoral y el Constitucional) que no pudieron ser
transformados en cortes de Derecho porque los partidos que estaban en mayoría no tuvieron
voluntad política de hacerlo, ya que perderían el control sobre esos organismos. La Constitución así
aprobada entró en vigencia el 10 de agosto de 1998.
La nueva constitución, como era de esperarse, no cambió al país. Bajo su vigencia se agudizó
la situación económica y política, hasta que entre los años 1999 y 2000 estalló la crisis más profunda
que el Ecuador había soportado en décadas. Las recetas neoliberales sólo agudizaron la situación. En
varios sectores del país se planteó una nueva reforma constitucional, especialmente de la estructura
política. Pero esa reforma fue bloqueada sistemáticamente en el Congreso. Entonces se habló de
llegar a ella sin que la tramitara el Congreso. Se plantearon dos alternativas. Una, la convocatoria a
una consulta popular en la que se propondría a los electores los textos que deberían ser
reemplazados en la Constitución, entre los cuales debería plantearse una ampliación de lo público, la
reorganización del sistema electoral y de control constitucional, y la posibilidad de que el Presidente
de la República pudiera disolver el Congreso por una vez durante su mandato. Si en la consulta
ganaba, las reformas entrarían de inmediato en vigencia. La otra, era la convocatoria a una nueva
asamblea constituyente, que debía ser aprobada también por una consulta popular previa a su
reunión. De este modo se instalaría un organismo legislativo con plenos poderes que redactaría una
nueva constitución para ―refundar el país‖.
La idea de que una constituyente con plenos poderes sería la solución, al menos el principio de
la solución para el Ecuador fue asumida por varios sectores, que comenzaron a presionar por ella,
aunque la propuesta no dejó de ser polémica. Las fuerzas de izquierda y las organizaciones sociales
fueron de las más entusiastas. Se aferraron, una vez más, a la expectativa de que un cambio jurídico
podría cambiar la realidad. Los argumentos progresistas contra una nueva constituyente no fueron
entendidos. En algunos casos terminaron siendo tergiversados, como si dieran la razón a la derecha
que defendía el status quo. En la campaña electoral de 2005, Rafael Correa asumió la propuesta de
una Asamblea Constituyente y la presentó con fuerza. Con su triunfo, la Asamblea se transformó en
un mandato y, venciendo la resistencia de los partidos de Estado que tenían mayoría en el Congreso,
el gobierno logró convocar a una consulta popular en la que el electorado se pronunció masivamente
por la constituyente. En pocos meses se realizó la elección, en la que el ―Movimiento País‖ logró
una holgada mayoría absoluta frente a una oposición dispersa y sin propuesta alternativa.
La Asamblea Constituyente se reunió en Montecristi, como homenaje a Eloy Alfaro entre
2007 y 2008, y como signo de su compromiso por realizar un cambio radical. Discutió y aprobó un
extenso y poco articulado documento. La inmensa mayoría de los miembros de la Asamblea carecían
de los conocimientos y experiencia para realizar el trabajo legislativo. Por ello, la preparación del
texto constitucional se hizo en forma desorganizada y atropellada, con largas discusiones
inconducentes y desechando la necesaria organización técnico-constitucional. La Asamblea no

201
adoptó un sistema adecuado de discusión y sistematización del contenido de la nueva Carta
Fundamental. El organismo tuvo un rígido límite de tiempo de seis meses para su cometida. Luego
de que sus ―mesas‖ o comisiones habían perdido el tiempo en debates vacíos, se vio que el plazo se
vencía sin que se hubiera avanzado, o a veces ni iniciado, el debate constitucional. La prevista
prórroga de dos meses no cambió la realidad. Al final, Alberto Acosta, presidente de la Asamblea,
cedió a las presiones de la derecha y los medios de comunicación e intentó establecer una nueva
prórroga, argumentando que hacía falta más discusión. El presidente Correa estuvo en contra y por
ello Acosta debió forzadamente retirarse de la dirección de la Asamblea.
Debiendo expedir la nueva Constitución dentro del plazo máximo fijado por la consulta
popular, la Constituyente realizó una aprobación de apuro, por grandes bloques del articulado, con
un debate muy pobre, atropellado y virtualmente inexistente. Varios funcionarios del Ejecutivo
intervinieron personalmente en la redacción de acápites importantes. Pocos días antes de que
venciera el plazo para la emisión de la Constitución, una comisión externa encargada de la
codificación y redacción final, que tuvo virtualmente sólo horas para cumplir su cometido, formuló
el texto que se consideró definitivo. En la Constitución se fijó un procedimiento de transición para
la vigencia de las nuevas instituciones. Se eligió, entre sus miembros, una ―comisión legislativa‖, para
que funcionara con las atribuciones de la Asamblea Nacional, que era el nombre que se adoptó para
la legislatura.
La Constituyente generó como nunca antes expectativas sobre la participación ciudadana en la
redacción de la nueva Carta Política. Pero no se cumplieron, porque más allá de demostraciones
masivas y desorganizadas de partidarios del movimiento oficial, más bien limitó la posibilidad de que
hubiera discrepancias en temas fundamentales. Hubo mucha movilización de personas afines al
gobierno, pero muy escaso debate. En los aspectos considerados de fondo, el texto constitucional
recogió las posturas del gobierno, pero no sin conflictos. Hubo casos en que el Presidente de la
República tuvo que trasladarse a Montecristi para lograr la aprobación de una iniciativa oficial. Pero
en muchos aspectos, el texto constitucional reflejó la heterogeneidad del Movimiento País y sus
fuertes tensiones internas. No en todos los casos se impuso el criterio de Correa. Varias de las
disposiciones constitucionales de corte fundamentalista se aprobaron por presión de grupos
marginales, más allá de las tesis del gobierno.
Tal como fue hecha, la Constitución terminó siendo un texto enorme, farragoso y
contradictorio; con artículos declarativos, definiciones inapropiadas, errores y ambigüedades.
Muchas de sus disposiciones se introdujeron por motivaciones coyunturales. En realidad, desde el
punto de vista de los sectores de izquierda que luchan por el socialismo, se perdió la oportunidad de
contar con una constitución clara, corta, concisa, que pudiera ser la base de un proyecto progresista
de largo plazo. Los redactores de la Constitución no sólo le proporcionaron a la derecha una carga
de argumentos con la deplorable estructura y redacción del documento, sino que le privaron al país
de una Carta Política que pudo ser el referente de las instituciones del siglo XXI. No se parece en
nada a la Constitución alfarista de 1906, que se supone fue su modelo. Para sólo mencionar un
punto, basta considerar que se crearon dos poderes del Estado adicionales a los tres convencionales,
que no tienen base jurídica ni necesidad real. Sobre todo el llamado ―de transparencia y control
social‖, cuyo ―Consejo‖, que no es electo democráticamente, pero tiene atribuciones mal definidas y
tan amplias que podrían constituir una cuasi dictadura sobre otras funciones y organismos del
Estado.
Dejar de mencionar las limitaciones de la Constitución aprobada en Montecristi hubiera sido
no sólo incorrecto, sino también estéril, porque son inocultables. Pero la nueva Carta Política
contiene también importantes avances y disposiciones de corte progresista que hay que destacar. La
Constitución robusteció el papel del Estado, sobre todo en la economía y, en general, amplió el

202
ámbito de lo público. Ésta es una necesaria medida frente al predominio neoliberal que había
desmantelado, en el Ecuador como en el resto de América Latina y del mundo, instituciones
estatales de gran importancia, para promover la concentración de riqueza en pocas manos y el
empobrecimiento de la mayoría. La Constitución, además, extendió las garantías y derechos
ciudadanos, creando instituciones de protección. Como ya se mencionó, elevó a cinco los poderes
del Estado. Enfrentó la cuestión regional y modificó algunos aspectos del régimen seccional, aunque
estableció algunos aspectos de centralización y control del Ejecutivo.
Uno de los ejes de la Constitución es la búsqueda del ―buen vivir‖. Sobre el tema ha habido
algún alboroto y muy poco debate. A muchos, inclusive miembros de la Constituyente, les parece un
mero enunciado o una novelería. Pero se trata, en realidad, de una cuestión seria. En las sociedades
latinoamericanas se ha impuesto la idea de que debemos esforzarnos por ―vivir mejor‖, esto es,
conseguir los estándares de bienestar de que gozan los países capitalistas avanzados. Esto implica,
sin embargo, que sigamos el ritmo abuso y desperdicio de los recursos, depredación del ambiente, y
un estilo de vida marcado por la competencia y la falta de solidaridad. Así, aceleraremos la
destrucción del planeta, y perpetuaremos el predominio del capitalismo y sus injusticias.
En las raíces de nuestras tradiciones andinas, empero, hay otra forma de concebir la vida. No
se trata de ―vivir mejor‖ con relación a culturas de desperdicio y sobre explotación de los recursos
que, pese a ello, no traen felicidad; sino de ―vivir bien‖, es decir, llevar una existencia digna, exenta
de miseria, ejerciendo los derechos fundamentales, sin opulencia, sin angustias por la acumulación o
la competencia. En otras palabras, buscar un estilo de vida sencillo y solidario en que se cubran las
necesidades, sin tener como modelo lograr aquello que tienen las grandes potencias.
La Constitución establece el ―buen vivir‖ con los derechos e instituciones que permiten a los
habitantes del Ecuador gozar efectivamente de los derechos humanos, vivir en armonía con sus
semejantes y con la naturaleza, para que ésta sea el hábitat de las presentes y futuras generaciones. Se
trata de una visión global, en la que hay una relación directa entre los derechos y el modelo de
desarrollo. El conjunto de derechos e instituciones constan en la parte dogmática de la Constitución.
En la parte orgánica, para garantizar su ejercicio y goce efectivo, se establecen mecanismos
específicos.
El texto constitucional fue sometido a consulta popular y logró un respaldo mayoritario muy
amplio en el electorado, a pesar de una cerrada campaña en contra, desatada por la derecha aliada al
sector más reaccionario del clero católico. La oposición casi no mencionó las grandes limitaciones de
estructura de la Constitución. Centró sus objeciones precisamente en los aspectos progresistas del
texto aprobado. Llevó adelante un furioso operativo reaccionario en que deformó y tergiversó
normas constitucionales sobre la familia, la propiedad y otros aspectos. La gran mayoría de los
ecuatorianos, en buena parte como respuesta a esas actitudes, votó a favor, más que del texto
constitucional que casi no conoció, de la tendencia que éste representaba. El triunfo fue una gran
prueba de confianza ciudadana en el Presidente Correa.
Puesta en vigencia la Constitución tenemos la obligación de respetarla y defenderla. Es nuestra
Ley Fundamental. Debemos también comprometernos a desarrollarla con la legislación necesaria
que quedó pendiente. Pero, hay que insistirlo nuevamente, la cuestión de mayor envergadura es
llevar adelante en el país un cambio integral y radical, que tenga su base en la dimensión
socioeconómica. Por ello no debe reducirse a unas cuantas trasformaciones políticas. La reforma
política no puede suplantar al poder popular y al cambio social y económico. Este cambio implica,
por ejemplo, una reforma agraria radical, cambios que incidan en la propiedad y un impulso de la
manufactura nacional. Se equivocan quienes hablan de transformaciones en nombre de la ciudadanía
y los reducen a aplicar las fórmulas constitucionales. Mucho más allá de las constituciones está la
voluntad política de avanzar en un verdadero proceso de cambio integral.

203
“Socialismo del Siglo XXI”
Una vez en el poder, el Presidente Correa y algunos de sus colaboradores plantearon de nuevo
un enunciado de campaña, en el sentido de que se proponen instaurar un ―socialismo del siglo
XXI‖. Esta propuesta, según el propio Correa, no está del todo definida. Así lo declaró
expresamente: ―creemos en el gobierno que falta racionalizar aún mucho esta noción –porque
todavía está a nivel de noción— del Socialismo del siglo XXI, falta empaquetarlo, falta darle fuerza
conceptual, teórica…‖ Esta idea la ha repetido varias veces en diversas circunstancias: ―el socialismo
del siglo XXI no sólo que está en construcción, sino que nunca dejará de estarlo‖. Se trata de una
aspiración de generar algo distinto y diferenciable, más bien que de una propuesta desarrollada. Pero
un elemento que sí está claro para Correa, es que tiene sus propias características, como un
―pensamiento propio‖. Ésta es una idea acertada, pero ciertamente no original. Por años, el
socialismo ecuatoriano ha propuesto un pensamiento propio, ecuatoriano y latinoamericano; aun
más, lo ha generado, como ninguna otra fuerza política en nuestra historia. Desde su primer
manifiesto se planteó este eje central y fue un elemento definitorio en su constitución inicial. El
carácter nacional y original del Partido Socialista ha sido reiteradamente planteado por más de
ochenta años.
A lo largo de su extensa trayectoria, el Partido Socialista no asumió posturas dogmáticas y
desarrolló una amplia crítica de las desviaciones que se daban en las tendencias de izquierda en el
país y el mundo. Fue la primera organización de izquierda que asumió críticamente la crisis
internacional del socialismo a fines de los años ochenta e inicios de los noventa. Y también la
primera que se planteó una radical renovación muy temprano en los noventa. Luego de un activo
debate, apenas se inició el nuevo siglo, el año 2003, renovó sus propuestas con en el documento:
―Socialismo para el Ecuador del siglo XXI - Manifiesto al país del Partido Socialista-Frente Amplio‖,
que precisamente reivindicaba las raíces nacionales del socialismo ecuatoriano:
Los socialistas ecuatorianos sabemos que el subdesarrollo y pobreza del país son producto de
una larga historia de dependencia, explotación y despojo. Por ello valoramos las raíces de nuestra
identidad: la organización comunitaria indígena y su resistencia a la conquista y el coloniaje; la lucha
de los patriotas por la Independencia; las luchas de los esclavos negros por su libertad; la acción de
los revolucionarios alfaristas; la organización popular y los enfrentamientos sociales del siglo XX; el
compromiso de generaciones de militantes de izquierda y de cristianos comprometidos con la
liberación de nuestro pueblo. No ha sido, pues, Rafael Correa quien ha planteado por primera vez
un socialismo de raíz nacional, con pensamiento propio. Pero pretende asentar la originalidad de su
propuesta afirmando que su socialismo, el del siglo XXI, es nuevo, con algunos elementos comunes
con el ―socialismo clásico‖, así como también varias diferencias. Al tratar de definir la naturaleza de
sus planteamientos socialistas, Correa ha enfatizado que existen ―muchos socialismos‖:
Cuando hablamos del Socialismo tenemos que hablar en plural, porque ha habido varias vertientes,
varias contribuciones y eso es importante considerar en el momento de construir el Socialismo del
siglo XXI, entre ellos: obviamente el socialismo clásico, ortodoxo, tradicional, socialismo científico
de Marx y Engels, con todos sus postulados, materialismo dialéctico, etc.; el socialismo utópico con
las tesis de las comunas de Robert Owen; el socialismo andino y aquí vemos ya intentos de adaptar
el socialismo a las especificidades de la región andina, pregonados por José Carlos Mariátegui, que
llegó a cuestionar el sometimiento de una lectura fundamentalista, que quería un socialismo más
flexible, más adaptable a las realidades de cada región; un socialismo cristiano propugnado por la
teología de la liberación, no solamente de teólogos de otros países, aquí también tuvimos grandes
practicantes y pensadores de la teología de la liberación como Monseñor Leonidas Proaño que
aportaron importantes ideas; el socialismo autogestionario de los anarquistas, en la Guerra civil
española; el socialismo en la Revolución Cubana, con una interpretación martiana y marxista de

204
Fidel y del Che Guevara, el hombre nuevo, etcétera; y también en nuestra Patria, en Ecuador,
surgieron lecturas y acciones singulares, como el socialismo poético de Jorge Carrera Andrade, el
socialismo agrarista de Pío Jaramillo Alvarado, el socialismo revolucionario de Manuel Agustín
Aguirre o el socialismo crítico, a partir de la América Latina, de Agustín Cueva.
Sin duda que hay gran diversidad de posturas socialistas, pero en el país todas ellas se han
expresado en el Partido Socialista. Jorge Carrera Andrade era un gran poeta y fue el presidente de la
Asamblea Constituyente del PSE y su primer secretario general en 1926. Manuel Agustín Aguirre fue
también secretario general e ideólogo del partido por muchos años. La diversidad se ha dado dentro
de una matriz. Rafael Correa, sin embargo, subraya la diversidad existente de socialismos y trata de
impulsar uno que corresponda a nuestro presente y a nuestra realidad ecuatoriana, sin dogmatismos,
con mucha participación de la base. Desde su postura, una coincidencia con el ―socialismo clásico‖
es ―una característica fundamental y diferencia enorme con el capitalismo y con la tragedia que ha
vivido América Latina en los últimos veinte años con el neoliberalismo, es la supremacía del trabajo
humano sobre el capital. […] Lo que hemos vivido es el sometimiento total, absoluto del trabajo
humano a las necesidades de acumulación del capital, bajo diversas etiquetas…‖ Otra coincidencia
es ―la acción colectiva para el desarrollo‖. La importancia del mercado es indiscutible, pero eso no
excluye la importancia de la acción colectiva. La importancia de ponernos de acuerdo para dominar
ese mercado. El mercado es un excelente siervo, pero un pésimo amo. Los amos son las sociedades.
Y la acción colectiva a nivel social se ejecuta a través del Estado. El representante institucionalizado
de la sociedad.
Con muy poca precisión, Correa ha hablado de instaurar una ―nueva economía que compense
la generación de valores de uso y exclusivamente la generación de valores de cambio, es decir, las
cosas que tienen precio.‖ Ha enfatizado también que ―otro aspecto fundamental del socialismo del
siglo XXI, coincidente con el socialismo clásico, es el énfasis en la justicia social.‖ Pero aparte de
destacar que América Latina es la ―región más inequitativa del mundo‖, este concepto ha quedado
bastante oscuro y no se ha formulado una propuesta específica.
El Presidente ha destacado, por otra parte, muchas diferencias de su propuesta con el
―socialismo clásico‖. Ha repetido varias veces que ―el materialismo dialéctico, uno de los puntales de
esa ideología, está superado, que es insostenible en el siglo XXI la lucha de clases y el cambio
violento.‖ En varias ocasiones ha planteado que ―No podemos eliminar la propiedad privada y, en
su lugar, apostamos a la democratización de los medios de producción, sin descartar que el Estado
sea el propietario de sectores clave, y de formas alternativas de propiedad.‖ Correa tiene una imagen
bastante caricaturesca de la tradición socialista ecuatoriana y latinoamericana. La caracterización del
socialismo con el estatismo a ultranza, refleja un desconocimiento de propuestas de ya hace años, y
la gran capacidad de creación y originalidad de los partidos socialistas latinoamericanos y sus
intelectuales. En realidad, lo que Correa pretende presentar como una novedad, ha sido una tesis
socialista desde la fundación del Partido Socialista Ecuatoriano en 1926.
Uno de los énfasis fundamentales de Correa ha sido mantener lo que considera los principios
fundamentales de la tradición socialista, pero superar los ―modelos‖ de socialismo que han
fracasado, en buena parte, porque no superaron una noción única de desarrollo. ―Uno de los
grandes errores, en mi criterio -dice— del socialismo clásico fue que no se diferenció absolutamente
en nada de la noción del desarrollo del capitalismo. Ambos buscaban la industrialización como
sinónimo de desarrollo.‖ De allí que una de sus propuestas insistentes haya sido: ―El socialismo del
siglo XXI, participativo, radicalmente democrático, tiene como gran reto presentar una nueva
concepción del desarrollo, en la que se busque vivir bien, no vivir mejor, para lo que hay que
incorporar cuestiones como la equidad de género, regional o étnica además de la armonía con la
naturaleza.‖

205
Esta propuesta del ―buen vivir‖ como una alternativa de raíz andina al ideal capitalista de vivir
mejor a costa de depredar los recursos del planeta, ha sido uno de los ejes de la propuesta del
Movimiento País que, como se comentó ya, se plasmó en la nueva Constitución. Se trata de un
enfoque novedoso, que recoge una postura alternativa desarrollada por los pueblos originarios de
América Andina. El Presidente Correa y su movimiento no han ocultado su intención de recobrar
las raíces propias del país como una de sus ideas-fuerza. Por ello, una de sus tesis fundamentales ha
sido su insistencia en recobrar la dignidad del Ecuador y la soberanía nacional. ―Volver a tener
patria‖, una antigua consigna de la tradición socialista ecuatoriana, ha sido uno de sus eslóganes
desde la campaña. Consecuente con ello, ha enfatizado también en la necesidad de impulsar una
integración sudamericana y latinoamericana ―diferente‖ a la que trató de imponer el neoliberalismo.
Pero, si bien su discurso es radical, prefiere no identificarlo con el anti-imperialismo.
El ejercicio del gobierno
Los planteamientos de Rafael Correa, aun aquellos más moderados, han encontrado una tenaz
resistencia en las fuerzas de la derecha y el poder económico. Y esto parecería esperable. Pero
también han recibido críticas, a veces fuertes, de sectores de izquierda. No es éste el espacio para
comentarlas, pero cabe al respecto hacer dos consideraciones. La primera es que una postura de
izquierda que entienda la situación del Ecuador y de América Latina no puede hacer críticas desde el
mero principismo, sin tomar en cuenta que la administración Correa, con todas sus limitaciones es,
en realidad, la alternativa más progresista que podemos tener. La segunda, en cambio, es que una
propuesta de trasformación no puede asentarse en una base ―ciudadana‖ dispersa o agrupada en
clientelas. El Presidente y sus colaboradores no creen en la organización popular. En realidad, han
dado poco o ningún espacio a las organizaciones sociales, tratando de cooptarlas o de manejarlas
electoralmente, sin tratar de asentar el régimen sobre la base, como se manifiesta en el discurso.
En su administración, Rafael Correa ha llevado adelante varias acciones de gobierno que han
resultado altamente polémicas. Pero, justo es reconocerlo, en primer lugar, que éste es un Presidente
que, a los muchos años, hace en el poder, al menos parte, de lo que prometió en campaña. Ésto
contrasta con varios de sus antecesores. Sin embargo, así como hay indefiniciones, algunas de ellas
buscadas, en el planteamiento del ―socialismo del siglo XXI‖, entre los funcionarios convocados por
Correa hay gente progresista, sin duda, pero también antiguos colaboradores de la derecha, el
―febresborjismo‖ o disidentes del populismo. El resultado es que hay varias incoherencias entre los
niveles de la administración, y también contradicciones entre dependencias, a veces causadas por
diferencias profundas de concepción y de ideología.
Además de haber llevado adelante la disolución del Congreso y la convocatoria a la Asamblea
Constituyente, quebrando de esta forma el poder político tradicional, la tónica general del gobierno
ha sido la ampliación del espacio público y un esfuerzo de redistribución de los recursos estatales. Se
ha elevado la participación del Estado en las rentas petroleras, enfrentando a las poderosas
compañías extranjeras; se han incrementado los bonos de apoyo a la pobreza y los créditos para los
pequeños productores; se han reducido tarifas eléctricas. Se han establecido un diario y una
televisora estatales. Esto se ha dado en medio de una fuerte confrontación verbal con las fuerzas que
representan a la oligarquía tradicional. En algunos casos, ese enfrentamiento ha ido más allá de las
palabras, cuando se limitó las elevadas ganancias de la banca, aunque no se tomaron medidas más
radicales. En un momento se profundizó la política respecto de la banca, cuando la Agencia de
Garantía de Depósitos (AGD) resolvió incautar los bienes de la familia Isaías (dos de cuyos
miembros viven en Estados Unidos evitando una orden de prisión), para compensar a los
depositantes y al Estado por los malos manejos y el cierre del Filanbanco, que era su propiedad.
Entre esos bienes están tres canales nacionales de televisión y varias radiodifusoras. Esta medida, sin
duda radical, se ha visto como un paso serio en el enfrentamiento del poder bancario.

206
Pese a todo ello, los cambios se han limitado a la esfera del Estado, sin que se descubriera el
propósito de emprender en una transformación social que, como no puede ser de otra manera,
tendría fuertes resistencias en el poder económico y requeriría, al mismo tiempo, un respaldo muy
activo del movimiento social y de otros sectores organizados del país. Se debe observar, desde luego,
que quizá no ha sido posible enfrentar reformas conflictivas con una sucesión de campañas
electorales por delante, pero de todas maneras, hay que constatar la realidad como lo hace Víctor
Granda: Todas estas medidas democráticas, parcialmente redistributivas, no implican, sin embargo,
el cambio de estructuras y peor del modelo económico y social al que todos aspiramos y por el que
han luchado, desde hace décadas, los sectores sociales organizados, la izquierda revolucionaria y
muchos hombres y mujeres que incluso han entregado su vida por la transformación real del
Ecuador. No se advierte todavía en el actual régimen medidas de fondo en áreas claves que afecten
el poder real de los grupos económicos que han gobernado tradicionalmente al país.
La política agraria del gobierno no se ha orientado ni de lejos a una reforma radical. Más bien
ha mantenido el status quo, con una débil postura productivista. Tampoco se ha planteado una
reforma urbana que enfrente la acumulación de propiedad y el uso privatizado de los servicios
públicos. Las políticas sobre recursos naturales son ambiguas y en algunos casos no se ponen en
práctica. Hay poco control sobre la contratación pública, realizada a base de declaratorias de
―emergencia‖.
El Presidente ha gobernado el país con una tónica de enfrentamiento permanente que lo ha
mantenido con altos índices de popularidad, que han llegado al 80% y no han bajado del 60%. Al
mismo tiempo, ha sostenido un eje de acción coordinada con los gobiernos de Chávez en Venezuela
y Morales en Bolivia. Ha mantenido también relación especial con otros gobiernos progresistas de
América Latina como los de Nicaragua, Brasil y Chile. Con el gobierno venezolano ha emprendido
una política de colaboración petrolera, que se ha concretado en varios proyectos comunes,
especialmente en la construcción de una refinería en la costa ecuatoriana. De todas maneras, ha
mantenido una relación fluida con el gobierno de Estados Unidos, particularmente porque, pese a
varios estridentes conflictos con el gobierno colombiano, ha incrementado notoriamente la
presencia militar en la frontera norte, lo cual es uno de los ejes de apoyo de la aplicación del ―Plan
Colombia‖.
Hay una seria omisión, si no lamentable error, cuando el gobierno no sólo que no ha
priorizado la integración andina, sino que la ha congelado y hasta ha amenazado con dejarla. Varios
voceros del gobierno, con el Presidente de la República a la cabeza, han repetido que el Ecuador se
retiraría de la CAN. Desde luego que el Ecuador tiene motivos para buscar una alternativa frente la
imposibilidad de aplicar medidas monetarias ante la crisis, que le ha puesto en clara inferioridad de
condiciones, cuando sus vecinos pueden devaluar sus monedas como medidas de protección de sus
exportaciones. Pero, hay que decirlo con claridad, la causa de esa situación desfavorable no es la
integración, sino la dolarización, adoptada como panacea, pero que a la larga ya se revela como una
carga que cada vez muestra sus aspectos más desfavorables.
La dolarización nos dejó sin los recursos para enfrentar la crisis que sí tienen otros países,
entre ellos los vecinos. Pero la salida a esta situación no es terminar con un proceso de integración
necesario que ya lleva cuarenta años, sino negociar en el marco de los organismos establecidos para
el efecto. En los procesos integrativos siempre hay diferencias y conflictos entre los socios, pero
éstos no se solucionan con amenazas, o abandonándolos, sino con la negociación madura y
sistemática. Entre los países de la Unión Europea han existido y aún existen grandes
enfrentamientos de intereses. Pero a nadie se le ocurre irse de la UE como solución. Nuestro deber
es negociar con nuestros vecinos, sabiendo que siempre será el bien mayor la integración el que debe
prevalecer. Fue el gran proyecto de los libertadores, que se ha mantenido vivo por más de siglo y

207
medio, no sólo por tradición bolivariana, sino por necesidad del presente y el futuro. Claro que hay
situaciones desfavorables en la coyuntura frente a Colombia y Perú. Pero los grandes temas de la
integración no pueden resolverse con cálculos de tendero: tanto gano ahora, tanto pierdo. Deben ser
enfrentados con una visión estratégica, de largo plazo. Renunciar a la integración andina sería una
enorme pérdida, entre otras cosas porque es nuestra única integración posible.
Hay quienes piensan que la adhesión del Ecuador a la ―Alternativa Bolivariana para las
Américas‖, ALBA, sustituye a la presencia del país en la CAN, pero están equivocados. Desde luego
que no se trata aquí de sostener que no debía el Ecuador entrar en ese grupo, sino de aclarar que se
trata de dos cosas del todo distintas. El gobierno ha sostenido que este paso consolida una postura
independiente del país en el ámbito latinoamericano y mundial, que existen reales posibilidades de
integración entre los miembros, y que se abren espacios de colaboración concretos en el campo
financiero y energético, entre otros. Frente a ello, digamos en primer lugar que oponerse a una
iniciativa de ampliación de nuestras relaciones internacionales por prejuicios ideológicos es
incorrecto. Si con nuestra presencia en ALBA consolidamos relaciones con países con problemas y
posibilidades de colaboración comunes, por más pequeños que sean, no podemos sino pensar que el
paso es positivo. Participar en un organismo en que coincidiremos con otros países que tienen
gobiernos progresistas, especialmente si está inspirado en los ideales del Libertador, está muy bien,
ya que de este modo tendremos, aunque fuera en forma limitada, una posibilidad de equilibrar la
influencia regional de los grandes poderes de la tierra, y de emprender en proyectos de común
beneficio. Pero creer que ALBA es un proceso de integración, más aun que puede remplazar a la
Comunidad Andina, es un grave error. La integración es un mecanismo complejo de agrupamiento
de países que tienen fronteras comunes, que pueden formar un bloque económico y desarrollar una
unión aduanera y un mercado común, entre otras cosas. ALBA puede ser un gran espacio de
cooperación internacional, pero nuestro destino de integración está vinculado a nuestros socios
andinos y sudamericanos.
Están errados quienes, argumentado que la integración andina está en crisis, sostienen que
debe ser desmantelada para optar por la UNASUR. En verdad, ya la CAN no es un objetivo final.
Nuestro horizonte integracionista debe ser toda Sudamérica. Pero eso no significa que debamos
abandonar cuarenta años de experiencia y de avances para comenzar desde cero la integración
subcontinental.
Germánico Salgado, hay que repetirlo, dijo ya hace doce años que la integración andina es un
eslabón para la integración sudamericana. Debemos potenciar los avances de la CAN y acercarla al
MERCOSUR en el marco de un sistema sudamericano, que sólo puede surgir de la integración
actual y no de un esfuerzo paralelo, que nos haría perder tiempo y recursos. Ecuador necesita
cumplir su vocación integracionista. Los bolivarianos deben serlo en la práctica y defender la
integración como un objetivo histórico. Pinochet sacó a Chile de la integración andina. No entiendo
a un mandatario progresista o socialista haciendo lo mismo.
Los límites futuros
Uno de los puntos centrales del plan de gobierno fue la convocatoria a la Asamblea
Constituyente. Una vez que ésta concluyó y la Constitución entró en vigencia, se realizó la elección
general, con un triunfo amplio de Rafael Correa, pero sólo con mayoría relativa en la Asamblea
Nacional. Quizá sólo en el nuevo período podremos determinar el carácter del gobierno, que tiene
ante sí dos alternativas: por un lado, profundizar su línea de transformaciones y acercarse de esa
manera a su ideal socialista, o consolidarse como administrador de un Estado, cuya estructura y la de
la sociedad no van a cambiar. Resulta muy importante tomar en cuenta esta reflexión: ¿Los cambios
y transformaciones que requiere el Ecuador de hoy pueden ser ejecutados sólo con la acción
extraordinaria de dirigentes y líderes respaldados fundamentalmente con un mayoritario pero difuso

208
respaldo electoral coyuntural y con sólo efectos mediáticos? Nos parece que no es suficiente; sin
duda la legitimidad electoral puede constituir un punto de partida, de arranque o de aceleración de
los cambios, pero éstos no serán sostenibles si no se desarrolla la conciencia y la organización social
y política del pueblo, que finalmente es el actor de las transformaciones que se han dado en la
historia. Si los dirigentes no toman conciencia de esa realidad, estamos caminando hacia una
decepción colectiva, a una involución histórica o a una claudicación frente a los dominadores de
siempre.
Como lo hemos observado ya, una ―revolución ciudadana‖ es quizá buena como eslogan
publicitario, pero no es una propuesta de transformación consistente. Un cambio social y político,
aunque fuera limitado, sólo será posible si el ―socialismo del siglo XXI‖ se asienta en la participación
–no el uso clientelar— de las organizaciones sociales. Esto, empero, está por verse. Aquí me parece
que podría insertar ciertas observaciones sobre los principales problemas que, en mi opinión,
afrontará el Presidente en los años subsiguientes, cualquiera fuera su plan político, bien sea que
resolviera profundizar los cambios en la línea socialista, o mantuviera solamente las reformas del
Estado.
En primer lugar, es preocupante el crecimiento del Estado y el costo que ello implica. En una
coyuntura de inédita elevación de los precios del petróleo, el fisco recibió enormes cantidades de
ingresos públicos. El gobierno, en vez de canalizarlos al pago de deuda pública o a apuntalar la
acumulación de los grandes grupos económicos, como han planteado los ideólogos del
neoliberalismo, los ha usado para inversiones públicas, para incrementar bonos y subsidios, para
crear nuevas dependencias burocráticas y nuevos cargos. Luego de los recortes y privatizaciones
neoliberales estaba bien una ampliación del espacio público, pero el crecimiento que se registra es a
todas luces excesivo. Traerá como resultado un inmenso incremento de los gastos fijos del
Presupuesto del Estado y, sobre todo, cuando las rentas petroleras pueden disminuir con un
decrecimiento sensible de los fondos que pueden ser destinados a la inversión.
En segundo lugar, el peso del conflicto colombiano y sus consecuencias representa un serio
problema para el país en los meses y años futuros. Como ya lo indiqué, el Ecuador ha venido
destinando creciente número de soldados y volumen de recursos materiales para mantener presencia
en la frontera norte, donde el ejército colombiano empuja a las fuerzas insurgentes, en especial a las
FARC, contra nuestras fuerzas ubicadas del lado ecuatoriano del límite internacional. De haber
movilizado a las guarniciones fronterizas cuatro mil soldados, pasamos a siete mil y ahora se indica
que la cifra es once mil o más. Todo ello sin que Colombia y Estados Unidos, los promotores del
plan, entreguen ningún apoyo al Ecuador. Hay el peligro de que nuestro país se vuelva la Honduras
o la Camboya de este conflicto.
Por otra parte, aunque en su respuesta enérgica a la violación de nuestro territorio por parte de
las fuerzas del gobierno colombiano Rafael Correa ha recibido apoyo en diversos sectores del país, el
Ecuador ha terminado más comprometido para realizar tareas previstas en el Plan Colombia. Se ha
creado una presión internacional para que así suceda. Manipulando información, el gobierno de
Uribe ha salido ganando en esto. Pese a ello, las relaciones con el vecino del norte empeoran. La
necesaria ruptura de relaciones con Colombia que se produjo luego de la violación territorial, se
prolonga demasiado y amenaza con estropear en forma irreversible una necesaria buena relación con
un vecino y socio de la Comunidad Andina.
En tercer lugar, el gobierno tiene que afrontar un tema muy grave, que es el alza del costo de
vida. Este es un hecho que tiene una raíz o al menos una causa coadyuvante internacional. No es
culpa de Correa el alza de los precios de los alimentos. Al menos no es su culpa del todo. Pero el
hecho es que la gente no distingue y ha comenzado a reaccionar reclamando al gobierno por las
grandes alzas de precios, que se producen, para agravarlas, en una economía dolarizada desde hace

209
ocho años. Varias de las administraciones de las últimas décadas han tenido que afrontar la protesta
popular por el costo de la vida, que ha devenido algunas veces en conflictos violentos y
derrocamientos de gobiernos. Aquí podría estar en serio riesgo la popularidad de Correa y su
dificultad para mantener su plan gubernamental en marcha.
En cuarto lugar, las situaciones creadas por un crecimiento muy poco controlado de la
contratación pública, y las irregularidades consiguientes, han hecho mella en la credibilidad del
gobierno. El caso más grave es, quizá, el que el hermano mayor del Presidente hubiera realizado
contratos por alrededor de ochenta millones del dólares con el Estado, a través de empresas
domiciliadas en paraísos fiscales, lo cual le permite argumentar que, formalmente, no tiene relación
económica con el gobierno.
Por lo demás, está claro que la lucha por el socialismo es una tarea mucho más ambiciosa que
el combate contra el neoliberalismo y la ―partidocracia‖. El socialismo no es fruto de reformas, sino
de un radical esfuerzo por instaurar un sistema social distinto y superior al capitalismo. Cambiar las
instituciones políticas no es suficiente, tanto más que está claro que la ―partidocracia‖ no es sólo un
conjunto de rótulos, sino también de prácticas. Y son ésas las que hay que suprimir y evitar que se
repitan. Para ello hay que ir hacia un sistema de representación asentado en la organización social y
no mantener, o aun refinar, manejos de clientela, típicos de la ―partidocracia‖ y el ―febresborjismo‖.
Es preocupante que el gobierno pretenda hacer la ―revolución ciudadana‖ con figuras de los
antiguos partidos de Estado, que han manejado sus pactos políticos y sus redes burocráticas.
El futuro del país en el contexto latinoamericano ofrece grandes expectativas y perplejidades.
Frente a ello, una posibilidad es ver una transición del pasado neoliberal a un futuro en que el
socialismo sea el referente de un cambio radical. Otra es que vayamos a una nueva frustración. Éste
no es el momento para intentar predecir el futuro, sino para confiar que avanzará nuestro proyecto
nacional democrático.

210
M EDIOS DE
DEMOCRACIA EN ECUADOR
COMUNICACIÓN Y

211
ARRIESGAR LO IMPOSIBLE PARA UNA COMUNICACIÓN
DEL SIGLO XXI

ORLANDO PÉREZ

Ecuador apenas hace tres años cuenta con medios públicos. Y sobre ellos pesan dos presiones
vitales: desmarcarse del estigma de oficialistas y construirse como medios de comunicación al
servicio de la sociedad, por encima de todos los poderes. Y esa presión encuadra en otra mayor: la
crisis de credibilidad de la prensa, que se refleja en: baja de circulación de los periódicos; la
―omnipresencia‖ de las redes sociales; la demanda de mayor calidad y menor partidismo; incremento
de medios comunitarios y locales.
Históricamente, la realidad siempre ha sido compleja y no siempre bien reflejada por la prensa.
La diferencia en este nuevo siglo es que esa misma realidad es observada y mediada por múltiples y
diversos actores sociales, políticos, culturales y económicos, pero sobre todo por unos actores
mediáticos, en toda su complejidad y variedad. La realidad nos llega desde los ángulos, miradas y
percepciones culturales para unas audiencias cada vez, también, más complejas y cada día mejor
informadas y educadas. Y por tanto, las miradas y respuestas demandan un periodismo responsable,
mucho más responsable.
Ahora, además, tenemos múltiples actores de la comunicación y hasta un ciudadano común y
corriente se convierte en ―periodista‖ al usar las nuevas tecnologías y poner en la escena pública su
―noticia‖. En la última década han ocurrido una serie de acontecimientos donde la prensa tradicional
ya no es la única fuente de información o la única emisora de noticias. Se multiplican las voces de los
actores sociales y políticos y muchos de ellos no necesitan de los medios de comunicación para ser
oídos o vistos. Basta un blog, el Facebook, el You Tube o el Twitter para poner sobre la escena mediática
mi punto de vista, mi comentario, mi foto, mi canción o mi actividad diaria para que ―medio
mundo‖ sepa qué pienso.
Esa proliferación de mensajes y de contenidos en los ―nuevos medios‖ aparentemente ha
democratizado la comunicación. Pero todavía en los grandes medios y en la prensa tradicional
subsisten problemas que ni todas las tecnologías ni las nuevas formas de comunicar han calado. Por
eso subsisten la exclusión y la marginalidad. No desaparece el racismo y la homofobia. Los Estados
siguen entregando frecuencias de radio y televisión como mercancías: al mejor postor. En el
Ecuador, con la llegada del Gobierno de la Revolución Ciudadana algo ha cambiado y, lo más
significativo, ha sido la entrega de frecuencias a las 14 nacionalidades indígenas para que ellas
desarrollen sus programaciones y estaciones de radio como parte de su vida cotidiana. La nueva
Constitución define unos principios para desarrollar, promover y estimular los medios comunitarios,
públicos y privados. Sin embargo, la disputa con los grupos de presión económica, muchos de ellos
propietarios de grandes medios de comunicación, ha puesto sobre el tapete la discusión polarizada


Subdirector del diario El Telégrafo. Premio Nacional de Periodismo 2008. Editorialista de varios
medios de comunicación. Corresponsal de la revista mexicana Proceso. Secretario de Prensa de la Asamblea
Constituyente y Vice Ministro de la Secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación Ciudadana
del Ecuador.

212
de la libertad de expresión frente a los derechos a la comunicación, como contrapuestos y
divergentes.
En esa disputa, lo que no reclaman esos sectores es la presencia de la diversidad, la
concurrencia de los actores plurales de la comunicación y sostienen todavía prácticas y procesos de
exclusión, racismo, sexismo y homofobia sin pudor. Como todavía son los que imponen la agenda
mediática, esos medios de prensa tradicionales han convertido su negocio en la bandera de la
libertad de expresión y ocultan al flamearla los verdaderos atentados contra las libertades de
expresión de la ciudadanía. Por eso, ventajosamente, los grupos étnicos, de género, culturales y hasta
deportivos han ido creando sus propios espacios y canales de comunicación directos con sus
audiencias. Al hacerlo han diversificado las formas de comunicar y hemos revelado la potencialidad
de esos actores para generar otros contenidos, otros formatos y también otros relatos. De hecho,
gracias a eso surgen y proliferan artistas y comunicadores que son tachados de ―cursis‖ por la gran
prensa. La hegemonía cultural, esa prevalida de posicionar sus visiones y productos mercantiles,
debe atender esas nuevas expresiones y darles cabida para garantizar atención de los anunciantes.
Caso contrario, queda fuera del pastel publicitario porque esas audiencias ―consumirían‖ otras
ofertas.
El reto es otro entonces: los nuevos actores sociales y mediáticos están obligados a competir
con las grandes empresas de comunicación para visibilizarse y ya no como empresas en búsqueda de
rating, anuncios comerciales o sintonía bajo la lógica del mercado, sino como una necesidad de
proponer otros sentidos a la comunicación tradicional. Las universidades y facultades de
comunicación deben imaginar cómo se prepara a los nuevos profesionales para atender a nuevas
audiencias y a otros sectores sociales que no pueden ni aceptan los tradicionales moldes de
comunicación. Más allá de la inmediatez y la instantaneidad con la que las noticias ahogan la realidad
de nuestros pueblos y comunidades, los nuevos medios y las nuevas generaciones de periodistas
están obligados a inventarse toda clase de propuestas conceptuales y formales para atender a sus
propias audiencias y generar atención de las otras.
Por eso el rol de los medios en el siglo XXI adquiere un peso gravitante en el relacionamiento
social, en la circulación de ideas y en la misma construcción democrática de las naciones. Sin
embargo, hay un indicio de alerta y llamado de atención: los periódicos van a desaparecer. No sólo
van a dejar de existir físicamente, que es un tema que está en discusión por la reducción acelerada de
la circulación de periódicos en las principales ciudades del mundo, aunque en localidades pequeñas
aumenta la creación de periódicos territoriales, sino que en el concepto clásico de su existencia ya no
serán más como antes. O sea: esa estructura ideológica y operativa de los periódicos ya no tiene
sentido cuando las noticias ya no se leen al otro día, sino al instante, en tiempo real. Las redacciones
no trabajarán ya para buscar noticias por todas partes, pues los múltiples medios de comunicación
digital y electrónica nos dan a cada minuto noticias de todas partes. De hecho, ahora los actores
políticos, sociales, económicos y culturales tienen sus propios medios de comunicación, si
consideramos como tales a las páginas web de cada institución y a los blogs personales.
A la vez, las audiencias ya no se relacionan del mismo modo con la prensa tradicional: están
mucho mejor entrenadas para leer críticamente lo que ella produce, tienen múltiples fuentes
informativas y cercanas como para no asumir como una verdad absoluta lo que un canal de
televisión, un periódico o una emisora emite a diario. En las nuevas generaciones hay un
―entrenamiento‖ vertiginoso, que empieza prácticamente en la cuna, sobre las nuevas herramientas
tecnológicas de comunicación, que alejan al tradicional uso del periódico de papel o a la búsqueda de
información en la prensa tradicional.
Entonces, hay un desafío en los periódicos: convertirse en espacio para la discusión,
contextualización y profundización de las noticias. Su reto mayor es explicar los acontecimientos,

213
reflejar mejor la realidad en toda su complejidad. Y eso impone otras características para sus
redactores, reporteros, editores, diseñadores y jefes de redacción. No pueden seguir detrás de los
acontecimientos, sino que tienen que convertirse en, prácticamente, historiadores del presente. Y
eso, para más, obliga a otras formas y contenidos de formación profesional.
Lo más sorprendente, desde la mirada de los grupos económicos, es que los periódicos ya no
son el depositario de una oferta comercial más que de una propuesta editorial. En otras palabras: los
periódicos dejan de ser una bolsa de productos, una mirada del mundo, una visión de la realidad y
hasta una propuesta política unificadora de su entorno. Al perder circulación y presencia ―social‖,
por la reducción acelerada de circulación y por la preeminencia de la televisión como el medio a
través del cual se informa la gente, su hegemonía está en riesgo. Los estudios que cada país tiene
sobre este fenómeno coinciden en algo: la autoridad mediática de los periódicos está en crisis.
Aunque es necesario reconocer que han migrado a las webs, no deja de sentirse el impacto en la
influencia en la opinión pública: ya no son la norma, sino la excepción para posicionar tesis y temas.
Con todo, el mayor reto social y democrático de las sociedades contemporáneas es construir
sujetos críticos a partir de que en sus entrañas existen nuevas memorias desde que se incorporan
otros contenidos a su presente inmediato. Asimismo, hay unas búsquedas distintas en cada sociedad,
de acuerdo a sus propias culturas, quizá porque proliferan las demandas de placeres, hedonismo,
espiritualidad, reconocimiento a las diversidades, tolerancias para las opciones individuales y también
otros paradigmas. Para el caso ecuatoriano, el paradigma contemplado en su nueva Constitución, el
del Buen Vivir, plantea otras conductas hasta con la naturaleza y con la misma humanidad para
imaginar otros modelos de desarrollo o quizá una búsqueda de bienestar no basado en la explotación
excesiva y caótica de los recursos naturales. En ese mismo sentido, hay decisiones múltiples que se
deben armonizar para una convivencia pacífica y tolerante. Esas decisiones parten de que las
soberanías nacionales y personales adquieren más peso y se incorporan como parte de la
construcción de los derechos humanos a nivel planetario.
Por eso es importante, en esta complejidad, el rol de los medios de comunicación: servir a las
audiencias para que puedan tomar decisiones responsables e informadas. Un reto de esta magnitud
adquiere toda su trascendencia cuando observamos cómo las crisis económicas, alimentaria, militar y
de paradigmas confrontan los modelos tradicionales y las teorías clásicas. Mientras más compleja se
vuelve la sociedad, más intensa la necesidad de contar con medios de comunicación a la altura de sus
audiencias. Si no contribuyen a la construcción de sujetos críticos, su rol democrático pierde sentido.
Por ahora, la banalidad y la superficialidad con la que trabajan, además colonizadamente, impide
tener esperanzas renovadoras de que algo va a cambiar en el corto plazo.
En ese sentido, ya no como parte del nuevo escenario de los medios sino de las mismas
sociedades, es urgente repolitizar la política. No podemos seguir imaginando sociedades donde la
ciudadanía no participa y tampoco interviene en la toma de decisiones. La política tiene que bajar de
ser el escenario de la disputa de los grupos de poder para pasar al de la solución de los problemas
básicos de la gente: la pobreza, la educación, la violencia intrafamiliar, el abuso sexual, la inseguridad,
la intolerancia racial y sexual. De nuevo la política debe colocarse en el sitial de prestigio para las
sociedades y las nuevas generaciones. Ello, por lo pronto por lo que vivimos en el Ecuador con la
Revolución Ciudadana, implica también ciudadanizar la política y politizar a la ciudadanía. Dos
asuntos que están en constante tensión en la vida cotidiana del ejercicio gubernamental y de la
construcción democrática. Los políticos quieren reemplazar a la ciudadanía y no convertirse en los
delegados de sus demandas. Los mandantes delegan sin beneficio de inventario la representación y,
cuando los mandatarios no satisfacen sus expectativas, ocurren las revueltas provocadas desde los
grupos de presión o de interés. Los movimientos sociales deben dejar de ser operadores políticos y
plataformas personales de sus dirigentes para pasar a ser verdaderos organismos sociales de lucha,

214
laboratorios de soluciones colectivas y locales, generadores de opinión y solución de problemas
trascendentes.
Eso significa también que hay que repensar la democracia en sus modelos clásicos tomando en
cuenta las nuevas condiciones de las sociedades. Si seguimos con los modelos heredados de la
Revolución Francesa y no asumimos nuestras particularidades, seguiremos pensando que no hay otra
vía posible y las que ―inventamos‖ desde nuestras condiciones y memorias siempre serán malditas o
tachadas de totalitarismos. Por eso es urgente recuperar la utopía, la que nos convoque a todos y
todas, respetando las particularidades de cada región o nación. Una utopía para imaginar sociedades
alegres y con bienestar, no con lujos y derroches, menos con consumismo y banalidad, sólo la que
sea capaz de darnos la idea de un sueño posible.
Quisiera acotar aquí que una debilidad notable de los medios tradicionales ha sido su
impotencia para poder relatar, construir relatos, de los nuevos momentos, acciones y miradas de las
actuales generaciones, de las propuestas teóricas de los filósofos contemporáneos y los avances
tecnológicos para mejorar la calidad de vida de las sociedades. Por esa incapacidad siguen relatando
desde los patrones culturales que están en crisis como las únicas columnas donde arrimarse para
sostener el statu quo. El relato de la contemporaneidad demanda una construcción teórica para el
periodismo, en general, que sintonice las nuevas sensibilidades y las gestaciones culturales que se
representan en múltiples expresiones artísticas y políticas de las nuevas generaciones. Una canción de
Calle 13 no puede ser vetada en una radio o un canal porque use frases, supuestamente, salidas de
tono. Lo que importa es por qué Calle 13 expresa, contestatariamente, lo que los jóvenes sienten.
Este grupo da continuidad a la canción protesta con otras letras, relatos y contenidos. Pero los
medios no entienden que ahí hay una prueba de otras concepciones en gestación que pueden llevar a
otras demandas democráticas. Igual pasa con las novelas y poemas que se expresan más allá de los
cánones y bucean en la interioridad de personajes en una constante búsqueda de identidad, afecto,
ternura y, por qué no, un lugar en la sociedad. Del mismo modo, son ajenos a las expresiones
estéticas y conceptuales del cine asiático, que superan por belleza y ―mensaje‖ a lo que ya es
considerado estereotipo en Hollywood.
Por eso ahora se requiere de un mejor debate para entender por qué la hegemonía política, en
países como los de América Latina, se intenta ejercer desde algunos medios que reemplazan a los
partidos políticos y a los movimientos sociales. Como algunos medios gozan de la credibilidad y
prestigio social, los actores políticos han ―delegado‖ a ellos la oposición, el activismo y hasta la
generación de ideas para los debates democráticos cotidianos. Si por mucho tiempo los medios
obtuvieron niveles altos de credibilidad y confianza, los políticos en desprestigio han dejado que sea
a través de ellos que se geste la acción política. Por ello la respuesta de algunos gobiernos y
militantes del cambio cuando abren sus propios espacios de comunicación y la confrontación
permanente con los medios tradicionales de prensa, que generalmente han estado ligados a grupos
económicos, bancarios recurrentemente, para imponer su agenda política y mediática.
Ahora bien, si creemos firmemente que sin los medios de comunicación tradicionales no
puede subsistir la democracia, entonces estos medios deben reinventarse. No creo que se pueda
perder la democracia si la prensa clásica deja de circular. Quizá en un segmento pequeño eso
importe algo, pero la mayoría de las sociedades y de las nuevas generaciones está ligada,
íntimamente, a matrices, modelos y patrones de comunicación que se imponen desde You Tube,
Facebook y Twitter por mencionar los masivos y recurrentes. Son, por ahora, los escenarios de un
modo de comunicación que supera lo interpersonal, donde caben todos los formatos y todos los
relatos posibles. Constituyen el medio para relacionarse, mirar, buscar, encontrar, revelar y hasta
dudar de la condición íntima e individual, así como para la protesta social transnacional. Todo ello
sin contar con los millones de blogs que hacen de cada persona un vocero y un actor mediático, tanto

215
que algunos medios siguen con cuidado y a diario lo que publican algunas personas en sus blogs
como parte de su agenda noticiosa. Y menos dejar de contar con que las webs institucionales
adquieren mayor presencia en las audiencias para dejar de lado a los intermediarios, la prensa
tradicional. Por eso cabe la pregunta urgente y provocadora de si ya los medios de comunicación son
indispensables en este siglo para tener información de primera mano. ¿Son necesarios como fuente
de información y relacionamiento social de primer orden?
La experiencia de la página web de la Asamblea Constituyente del Ecuador, durante el año
2008, demostró que más de cinco millones de personas participaron de ese proceso a través de esa
herramienta. La diferencia fue que un proceso político trascendente fue visto en línea, al instante y
en tiempo real por el sitio www.asambleaconstituyente.gob.ec dando paso a una interacción política
y ciudadana en la construcción de una Constitución. Bajo el Principio de Publicidad, que toda
sociedad democrática debe preservar y estimular, todo lo que ocurría en esa Asamblea se conoció
por el respaldo documental, la transmisión en vivo de las sesiones y porque los asambleístas tenían
sus respectivos blogs para interactuar con la ciudadanía, de todo el mundo. Pudimos ―revolucionar‖
la comunicación de un hecho de esa naturaleza porque asumimos que nada se podía ocultar, editar,
retacear o mucho menos ignorar. Y eso sirvió para que los medios, incluso, ahorraran recursos en
sus coberturas y tuvieran de primera mano todo lo necesario para informar. Claro que los
tradicionales hicieron de ese evento un show y jamás entendieron la dimensión de lo que se gestaba
por el prejuicio ideológico de que ahí se iban a generar ―las bases del socialismo totalitario ‖. La
prueba de lo contario está a la vista de los resultados electorales donde la ciudadanía ecuatoriana
apoya abrumadoramente los cambios operados desde la vigencia de la nueva Constitución.
Por tal motivo es imperativo ―ampliar el campo de lo posible‖ en todos los aspectos de la
comunicación si queremos politizar la política, repensar la democracia y recuperar la utopía. No
podemos relatar del mismo modo y con las mismas herramientas. Los lenguajes escritos y
audiovisuales deben recrearse y reinventarse. Nos corresponde ―arriesgar lo imposible‖: tenemos un
siglo por delante para asegurar un periodismo radicalmente novedoso, siempre. Todas las
herramientas tecnológicas sólo sirven para comunicar mejor y relatar la realidad en su complejidad y
con ello podemos imaginar un medio de comunicación para el siglo XXI y una comunicación
responsable para todas las sociedades.

216
Logotipo de la Asamblea Nacional Constituyente de Ecuador de 2007

217
MAESTRÍA EN ESTUDIOS SOCIALES LATINOAMERICANOS

Por Resolución CS N° 2060/2011, el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires creó la


Maestría en Estudios Sociales Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Sociales, la cual se
pondrá en marcha en los próximos meses, una vez designadas las autoridades responsables de
la misma y conformado el cuerpo docente.
La estructura curricular de la Maestría comprende dos (2) ciclos, doce (12) cursos –
diez (10) obligatorios y dos (2) optativos-, un (1) taller de tesis, más la realización de una
(1) Tesis de Maestría y la acreditación de una segunda lengua. La extensión de la
escolaridad es de cuatro (4) cuatrimestres académicos. El total de horas presenciales es de
752, equivalentes a 47 créditos, incluyendo el trabajo para la Tesis. Ésta deberá ser
presentada en un tiempo adicional, cuya extensión máxima es fijada por el específico
Reglamento de Tesis de la Facultad de Ciencias Sociales.
CICLO I. INTRODUCTORIO
Las Ciencias Sociales Latinoamericanas
El Método Comparativo en las Ciencias Sociales

CICLO II. ANÁLISIS SOCIO-HISTÓRICO, POLÍTICO Y CULTURAL


América Latina en la Formación del Mundo Moderno

Sociología Histórica de América Latina


Estructura Social y Movimientos Sociales de América Latina (siglos XX y XXI)
Economías de los países latinoamericanos
Sistemas Políticos y Procesos Políticos Contemporáneos. Revoluciones sociales

latinoamericanas
Los Procesos de Integración en América Latina
Historia de las Ideas y el Pensamiento Latinoamericanos
Arte, Culturas y Sociedades en América Latina

Dos materias optativas


Dos Talleres de Tesis
ACREDITACIÓN DE SEGUNDO IDIOMA
La misma puede hacerse efectiva en el momento de la inscripción o en cualquiera del
desarrollo de los cursos. Es una condición sine qua non para la aprobación de los estudios
de Maestría.
TÍTULO
Los estudiantes que cursen y aprueben todas las asignaturas y talleres y presenten y
aprueben la tesis, obtendrán el título de Magister en Estudios Sociales Latinoamericanos .

218

También podría gustarte