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La generosidad es el hábito de dar o compartir con los demás sin recibir nada a

cambio.
Para conseguir que los niños sean generosos, es necesario educarles en este
valor poco a poco. Si los padres aprueban sus pequeños esfuerzos, les estarán
motivando a seguir con estos actos generosos.

- Cuando nota que sus padres comparten y son generosos. De nada les sirve que
sus padres les repitan “tienes que compartir, tienes que compartir...”, una y otra
vez. El ejemplo es la mejor forma de enseñar. Los niños necesitan ver que sus
padres ayudan a otros padres y les hacen favores.

- Cuando es animado a ser correcto y dadivoso con los demás. Por ejemplo,
cuando se compra una chocolatina, es importante que los padres la dividan entre
todos de la familia. “Un trocito para papá, para mamá, para ti, para la abuela...”.

- Cuando aprende a diferenciar que hay cosas que son de todos, como
la televisión, la comida, las sillas... y que las suyas son suyas, como la cama, la
ropa… y que tienen el derecho sobre ellas. Son suyas y deben aprender a
compartirlas.

- Cuando juega con sus padres y amigos. A través del juego los niños aprenden a
ceder, a esperar la vez, a ponerse en el lugar del otro.

- Escuchando cuentos que hablan del tema. Hay cuentos e historias que hablan de
generosidad y no estaría nada mal contarles.

- Si se sienten comprendidos. Es necesario  “escuchar" los sentimientos de los


niños. Si a ellos les cuesta compartir, dile que les entiende, que es difícil pero que
compartir es bueno. Los niños deben aprender a intercambiar, pero no por
obligación o imposición"

- Regalando sonrisas y cariño. No solo el compartir cosas le hace feliz al otro. Una
demostración de afecto y de cariño también tiene sus beneficios.

- Viviendo en un ambiente de participación y servicio a los demás.


- Identificando las necesidades de los demás. Por ejemplo, si el padre necesita
escribir un mensaje pero no encuentra un lápiz o un bolígrafo para hacerlo, pedir
al niño que le deje uno. Les hará sentirse útil.

- Los niños jamás deben sentirse criticados por no conseguir compartir. Los
padres, así como los educadores, no deben recriminarles. Frases como "eres
malo", "eres egoísta"... no les ayudará a ser generoso.

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