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Este trabajo pretende indagar en las claves de la riqueza del documental social
argentino de la segunda mitad del siglo XX y establecer una relación de pertenencia
entre ese patrimonio y la enseñanza del documentalismo en los centros específicos.
Introducción
El documental.
La mirada
Es justamente esta nueva Mirada la que diferencia estas dos épocas, estas dos
diferentes formas de ver. Pero no es solamente el “punto de vista” el sustento de la
identidad de estas obras. Hay en común, también, la pretensión, no siempre
lograda, de deshacerse de las formas convencionales del discurso político
panfletario, en cuanto se apela fundamentalmente a los recursos expresivos del
lenguaje cinematográfico, a la relación sensible con el espectador. La piedra
fundamental de Fernando Birri, la obra cumbre del grupo Cine Liberación, los hitos
de Raymundo Gleyzer y la producción de Jorge Prelorán son, desde distintos
abordajes metodológicos, las más representativas de esta pretensión renovadora.
Esta noción suele incluirse en el estudio del estilo. La idea de que el estilo no es
sencillamente una utilización sistemática de técnicas vacías de significado sino que
es en sí el portador del significado tiene una importancia capital”.
Lenguaje, memoria y método son los tres pilares básicos de la formación específica
del documentalista. El profundo conocimiento del lenguaje audiovisual y sus
recursos expresivos, el conocimiento de la obra de los documentalistas argentinos
históricos y la práctica de un método, conjugan una síntesis pertinente en la
formación de los nuevos documentalistas.
Cine Liberación, que también produjo “El camino hacia la muerte del viejo Reales”,
de Gerardo Vallejo, un argumental cercano al documental. En la misma época
surgía el grupo Cine de la Base, gestor de “Los traidores” (1966-1970) argumental
de creación colectiva, y “México, la revolución congelada”, de Raymundo Gleyzer.
De la obra de Gleyzer también son conocidos los documentales “Ceramiqueros de
Traslasierra”, "Pictografías del Cerro Colorado", “El ciclo”, “La tierra quema” y
“Ocurrido en Hualfín”. La obra de Prelorán es, sin dudas la más prolífica y
homogénea, contando con más de cincuenta documentales, entre los que se
destacan, a partir de 1969, “Herrnógenes Cayo”, “Araucanos de Ruca Choroy” de
1971, “Los Onas” y “Vida y muerte en Tierra del Fuego” (1973), “Cochengo
Miranda” de 1974 y “Los hijos de Zerda” de 1978
Mucho tiempo más tarde me enteré que la escuela del Litoral era nada menos que
la emblemática escuela de Birri (y me enteré quién era Birri), descubrí el cine
documental argentino a partir del grupo cine Liberación, luego descubrí que había
cine en América Latina y en Italia y en España. También descubrí con el tiempo que
la mayoría de mis preferencias estaban artificialmente elaboradas para “acercarme”
al modelo ideológico y estético que me proponían los docentes de mi facultad. En
realidad me llevó tiempo asumir sin culpas ni tapujos que mi verdadero perfil
ideológico y estético estaba más cerca del gusto popular que del “ilustrado”, es
decir que tenía que asumir ante mis pares que era un poco “mersa”. Hay que tener
en cuenta, para entender la trascendencia de estas posturas, las características de
la universidad de los años setenta y la evolución de los jóvenes en el proceso de
consolidación de su personalidad. Finalmente mi pasión por lo audiovisual adquirió
unos perfiles que no se parecían en nada a los del principio y además fueron
cambiando permanentemente.
configura, a mi criterio, el peor de los vicios en los que puede incurrir el docente
especializado, en tanto le impide al alumno desarrollar su propia mirada y su propio
superobjetivo
El mito de lo popular
En su trabajo El mito del Arte y el mito del Pueblo, Ticio Escobar reflexiona: “En
este trabajo se consideran como arte popular, en sentido amplio, las
manifestaciones particulares de los diferentes sectores subalternos en las que lo
estético formal no conforma un terreno autónomo, sino que depende de la compleja
trama de necesidades, deseos e intereses colectivos. Lo artístico expresa ciertas
realidades y crea otras desde un movimiento retórico propio, vivificando procesos
históricos plurales (socio-económicos, religiosos, políticos) con los que se enreda y
se confunde, de los que parte o en los que desemboca...
Es decir que si, a los efectos de las cuestiones que acá tratamos, entendemos lo
popular a partir de la situación objetiva de una comunidad (la subordinación), y lo
cultural popular desde la particular elaboración simbólica que hace internamente
esa comunidad de tal situación, consideramos como arte popular al conjunto de las
formas sensibles, las expresiones estéticas de esa cultura en cuanto sean capaces
de revelar verdades suyas, aunque estén profundamente conectadas con todas las
otras formas y cargadas de diversas funciones, usos y valores sociales, y aunque
carezcan de los requisitos de unicidad y genialidad que, característicos del arte
moderno, han sido convertidos en paradigmas de valor universal.”
Conclusiones
Bibliografía citada
AA.VV. - Hacia una teoría americana del Arte. 1991 - Buenos Aires - Ed. Del sol
Bibliografía consultada
Muñoz Razo, Carlos - Cómo elaborar y asesorar una investigación de tesis. 1998 -
México - Prentice Hall.
Toledo, Teresa - Miradas: el cine argentino de los noventa. 2000 - Madrid - Ed.
Agencia Española de Cooperación Internacional.
AA.VV. - Mirada de tres mundos. 1990 - Cuba - Ed. Escuela Internacional de Cine y
TV.