Está en la página 1de 1

La importancia de dormir.

Llevaba ya dos semanas trasnochando al transcribir entrevistas, el plazo de entrega vencía en 3


días, y los estudios, trabajo y polola me dejaban sólo las noches para avanzar y seguía hasta el
punto en que empezaba a dormitar, despertaba y el retraso causado por tener que volver la
grabación, encontrar donde quedé y limpiar errores ya no resultaran rentables e iba a dormir.

Lo bueno, es que había arraigado el reflejo de digitar cualquier cosa que cruzara por mis oídos y
tenía la casa para mí sólo por la semana, así que no habría interrupciones.

Sucede que a dos noches de la entrega, empecé a dormitar bastante, pero me forcé a seguir
porque no quería terminarlo a última hora. Cerca de las 3 de la mañana, me doy cuenta que hay
una mujer de unos veintitantos sentada en la silla de al lado. Llevábamos un rato conversando,
pero no entendía de qué hablábamos porque ella movía sus manos pero no entendía sus palabras.

Le trato de explicar a la mujer que necesito seguir transcribiendo, cuando me doy cuenta del
problema. Estoy sólo en la casa y ella no debería estar ahí. Estoy soñando, debo despertar. Abro
los ojos, maldigo un poco, porque han pasado más minutos de lo usual y me tomará un rato
encontrar donde quedé. El problema es que había escrito un párrafo mientras dormía:

“Ayúdame, no sé dónde estoy, y no sé por qué nadie me entiende. Tuve un accidente de tránsito y
necesito decirle a mi familia que estoy bien pero no logro hacer que nadie me entienda y nadie me
quiere pasar un teléfono. Déja ese tec”

Sí, leer algo así escrito por ti mismo es, inquietante. Luego de recuperar el aliento e insultar
internamente al mundo por meterme en situaciones como ésta, decidí intentar algo, me puse de
pie y dije lo siguiente en voz alta:

“Hola, no puedo oír o entenderte así que voy a necesitar que tú me escuches a mí. De verdad
lamento decirte que estás muerta, y es por eso que no te logras comunicar no nadie. Lo siento. Lo
único que te puedo aconsejar es que vayas unos 400 metros en esa dirección. Hay una iglesia,
puede que ahí encuentres a alguien con quien interactuar. Te deseo suerte.”

Lo que siguió fue una sensación de que alguien se estaba aferrando a mi brazo mientras estaba
siendo jalado, luego un frío intenso, una sensación de resentido en mis oídos, como si alguien
hubiera gritado de cerca, a pesar del silencio total, y luego, un olor a flores.

Suficiente por hoy. A dormir.

También podría gustarte