La Banda Puerto "El Puerto Colonial de Montevideo"
El Puerto Colonial de Montevideo
En la historia colonial de la Banda Oriental, uno de los temas que marca un
distanciamiento entre la historiografía tradicional y las revisiones basadas en investigaciones más recientes, es el referente al desarrollo del puerto colonial de Montevideo. La cuestión se centra en sí ese crecimiento mercantil fue en detrimento del puerto de Buenos Aires, que había articulado el comercio con el Atlántico y entre las provincias del interior. Durante la colonia, el puerto bonaerense había servido de extracción para la plata alto-peruana, y la creación a mediados del siglo XVIII, de Montevideo significó, para la historiografía tradicional, el comienzo de la llamada “lucha de puertos”, pero más importante aun, esta competencia portuaria representa el primer momento en la configuración de una conciencia autonómica por parte de Montevideo, signo de un primitivo rasgo nacionalista. Entre los historiadores más destacados que conforman esta posición se encuentran Pablo Blanco Acevedo y Juan Pivel Devoto. Pero el estudio de nuevos documentos, y la revisión de la tesis nacionalista han dado a luz nuevas interpretaciones en torno al desarrollo del puerto colonial de Montevideo, destacándose entre otros el trabajo de Arturo Bentancur. Antes de entrar en el desarrollo de la historiografía, señalaremos algunos hechos importantes en cuanto al comercio entre España y sus colonias. Tras la muerte del último de los Habsburgo, Carlos II en 1700, la corona española sin derecho de sucesión pasa a estar en manos de Luis Felipe de Anjou, miembro de la familia de los Borbones que reinaba Francia. Ante el peligro que Inglaterra ve en una unificación de los dos reinos que aumentan el potencial francés tanto en el continente como en América, declara la guerra utilizando como escusa la pretensión del archiduque Carlos de Austria al trono español. Inglaterra aliada de Portugal, después de más de diez años de conflicto bélico logra establecer la paz de Utrecht en 1713. Una serie de tratados firmados entre Inglaterra, Francia y España lograrán darle mayor estabilidad y potencial a los ingleses por el resto del siglo. En primer lugar, consiguen que el monarca francés Luis XIV renuncie a sus pretensiones al trono español, a cambio del reconocimiento de los británicos del derecho de Felipe a ser rey de España, pero algunos historiadores señalan que los Tratados de Utrecht son el acta de nacimiento del Imperio inglés. Esto es debido a los objetivos tanto políticos como comerciales que perseguían los ingleses en estos acuerdos. El equilibrio de poderes entre las potencias europeas, el control de territorios ultramarinos claves en la geopolítica (Canadá, India), el acceso comercial al imperio colonial español y el fomento del contrabando entre las misiones coloniales, son los fines perseguidos por Gran Bretaña que indefectiblemente le darán al cabo del siglo la hegemonía tanto en Europa como en el resto del mundo. En el viejo continente, Inglaterra consigue el estrecho de Gibraltar (llave en la entrada y salida del Mediterráneo), las islas Baleares, Menorca, Malta, y las Cícladas completarán el cuadro de posesiones inglesas que en definitiva le darán e control sobre el comercio del Mediterráneo así como el pasaje al estrecho del Mar Negro. En América, la costa de Canadá, las islas de Terranova, Bahía de Hudson y la Bahía de San Cristóbal, en manos británicas son un duro golpe a las pretensiones coloniales francesas, y un gran triunfo de la diplomacia inglesa que de esta manera accede al tan ansiado comercio de pieles del Norte de América. Finalmente, en lo referente al sur del continente, Inglaterra obtiene una serie de derechos comerciales que condicionarán la política económica de España y las colonias durante todo el siglo XVIII. El asiento negrero, es decir el monopolio durante 30 años al tráfico de esclavos negros en la América española introducidos anualmente 144 mil piezas, y el Navío de permiso es decir el derecho a desembarcar 500 toneladas de mercadería en las ferias de Portobelo y Veracruz. De esta manera, comienza a resquebrajarse el monopolio español con sus colonias, quiénes a su vez, tienen contacto con las manufacturas traídas de los talleres británicos. La aparición en El Plata de un nuevo puerto traerá los efectos sus efectos a la hora del intercambio comercial. El comercio negrero también tendrá en Montevideo un enclave importante, en 1841 se autoriza al puerto de esa ciudad a recibir negros esclavos, que luego eran revendidos en el interior del territorio, más precisamente Chile y el Alto Perú. Las luchas entre españoles y portugueses para definir una frontera, llevo a los primeros a la creación de Montevideo en la década del '20. Bentancur señala que ya desde sus comienzos, la condición portuaria de este poblada dio vida a un centro económico que con los años iría creciendo, así como también significó un polo de atracción inmigratorio. Todos los autores uruguayos coinciden en las ventajas naturales que tiene el puerto montevideano a diferencia de su par bonaerense. Entre estas cualidades, Bentancur señala la carencia de temporales, la facilidad para su salida, su amplitud y la suficiencia del fondo. Entre sus defectos podríamos señalar los accidentes en el acceso (Banco Inglés) y la carencia de las condiciones mínimas para realizar las transacciones comerciales. Dos fechas son caves para entender el desarrollo del puerto colonial de Montevideo; 1767-69 y 1778. El primer año señala la apertura del tráfico regular de buques de correo y en 1769 Montevideo se convierte en la sede del apostadero naval en Sudamérica, estos dos decretos le comienzan a dar un perfil propio al nuevo puerto. Pero más importante aún es el Reglamento de Libre Comercio de 1778, que se inscribe dentro del aperturismo provocado por las reformas Borbónicas. La liberación del comercio implicaba la habilitación de nuevos puertos tanto en la península como en América para comerciar. Esta apertura se venía dando desde 1765 cuando un Real decreto concluyó con el régimen de puerto único en España habilitando otros nuevos puertos y cinco en el Caribe. Las concesiones se extendieron hasta el Río de la Plata en 1768. El Reglamento de Libre Comercio del 78, confirma aquel Real Decreto habilitando otros cuatro puertos en España y diecisiete en América, entre Ellos Montevideo y Buenos Aires. El segundo lugar, el Reglamento, eliminaba ocho impuestos dejando solo el de Almojarifazgo (Impuesto al valor de las mercaderías, usualmente entre un 5% y un 2,5%) y el del Alcabala (Impuesto sobre las transacciones comerciales). Se eliminaron por diez años dos tributos a varios productores peninsulares, se suprimieron contribuciones a productos americanos al ingresar a España, los derechos de los metales preciosos fueron moderados. Por ultimo se dispuso la rebaja de 1/3 a los propietarios de barcos españoles que los cargasen en totalidad con productos de ese país. Una vez comenzado a regir el nuevo reglamento, estallaba la guerra con Inglaterra que durará hasta el 83. Esto provocó un estancamiento de las exportaciones peninsulares y americanas, debido al bloqueo naval establecido por los ingleses. Aún así, las rentas aduaneras bonaerense aumentan entre el 78 y el 80, por lo que evidencia un crecimiento en el nivel de las transacciones comerciales en el Río de la Plata. En el período entre el 81 y el 83, Bentancur señala la presencia de naves lusitanas (en un 43%). El período de paz (1783-1793) fue propicio para el desarrollo comercial de la región. Aún así, se observa la saturación en el mercado de productos ibéricos, y la baja en los precios de los vinos y textiles exteriores. Es también importante señalar, que el reglamento organizaba el comercio libre sin restricciones en el interior del imperio español. Se permitía así el comercio inter-colonial de productos coloniales pero no la reexpedición de las manufacturas extranjeras.
Ahora bien, la “llamada lucha de puerto” ¿Cómo empezó y por qué?
Para Pablo Blanco Acevedo, la aspiración del predominó comercial rioplatense
separa a Montevideo de Buenos Aires. La fecha clave es 1778, es decir, la expedición del Reglamento de Libre Comercio en España que exteriorizó los conflictos anteriores. Blanco Acevedo señala “todas las disposiciones a partir de 1778 fueron dictadas a favor de Montevideo”. Y en gran parte esto se debía a las condiciones geográficas que favorecían al puerto de Montevideano. A partir de allí, el gran comercio entre España y Perú tendrá como intercambio al puerto de Montevideo. Como antecedentes a estas medidas el autor señala la habilitación de la correspondencia naviera con la Coruña (1770), recalar en este puerto en los viajes de vuelta (1776) y el registro aquí del cargamento en viaje al Pacífico (1776). A partir del reglamento del 78, se produce el auge del comercio en la Banda Oriental, como signo de ellos es la creación de la Aduana en febrero del 78. Más adelante, en 1791 la habilitación del puerto único para la introducción de esclavos acentúa la preferencia de las autoridades regias hacia esta zona el Plata. La posición de Buenos Aires, ante este crecimiento no fue pasiva. La corporación Consular de Asuntos Comerciales en la entonces capital del virreinato, buscó impedir el desarrollo montevideano y reconquistar para Buenos Aires el carácter de puerto único. Entre las medidas que llevó a cabo este organismo estuvieron: la modificación de la Real Cédula de los correos, el establecimiento del impuesto de avería “que debía ser abonado por los buques que fondeasen en Montevideo y permaneciesen en su puerto”, y cuya recaudación quedaba en Buenos Aires, y por último creó una contribución obligatoria para ayudar a España en la guerra contra la Francia revolucionaria, a cargo de Montevideo y abonada por sus comerciantes. La expresión de lucha de puertos del otro lado del Plata, se reflejó en la creación de la junta de comerciantes en protesta ante la imposición de dicha contribución (febrero de 1795). Los rumores de la llegada de un buque de bandera inglesa motivó la resolución de armar navíos para defenderse, y el consulado porteño pidió una nueva contribución a Montevideo consistente en 1/4 a las importaciones, un 2% a las exportaciones y 4 reales por cada tonelada de buque ingresado. La Junta reaccionó, negándose a contribuir y envío a Juan José Martínez al Virrey. Pero Buenos Aires, sabía que su suerte no dependía únicamente de las medidas que podían afectar a su par en Montevideo, sino que debía construir un puerto. Para ello, solicitó la habilitación del puerto de la Ensenada en 1801. Para Blanco Acevedo, esta lucha de puertos se vio materializada en la polémica suscitada en El Telégrafo Mercantil entre el Prego de Oiver y Labardén. En Montevideo, el gobernador Bustamante y Guerra comienza a recolectar fondo para la construcción del puerto y la instalación de un faro en el Cerro. Además en síndico procurador Parodi pide la abolición de los impuestos de avería y almojarifazgo cuya recaudación quedaba en Buenos Aires. Los objetivos de Montevideo según el historiador eran: la independencia económica, fijar sus propios procedimientos en el cobro de impuestos, recaudar lo que se cobra aquí, y la facultad de determinar las cuestiones que pudieran favorecer su comercio. En 1802, se ordena detener la construcción del puerto de Ensenada. Las invasiones inglesas entre 1806-07, determinarán un nuevo capítulo en la lucha de puertos para Acevedo. En la misma linea de predeterminación, nacionalista Juan Pivel Devoto, sostiene que la creación del Virreinato del Río de la Plata y el Reglamento de Libre Comercio significaron el punto de partida en el desarrollo económico de la ciudad y de la campaña. Señala la importancia que el grupo de hacendados fue adquiriendo en este proceso, debido a que desde 1971 con la habilitación de Montevideo como puerto único para la introducción de esclavos, se permitía a los buques llevar a su regreso cueros de la campaña, que se encontraban depositados en los alrededores del puerto prontos para ser embarcados (aproximadamente un millón y medio de cueros). Le da también importancia a la concesión a la Compañía de Filipinas para introducir negros en 1787. para ello, podían utilizar barcos armados en puertos ingleses, pero al ingresar a América debían hacerlo con bandera española. Así, para Pivel Devoto el comercio de esclavos significó un elemento importante para el desarrollo de la economía oriental. Cuando en 1795, la corona autorizó el comercio entre colonias extranjeras se decidió que las embarcaciones que volvieran al Río de la Plata debían dirigirse a Montevideo y no a Buenos Aires. En agosto del 98, el consulado protestó por esta medida. El historiador afirma: “El comercio de ensayo se convirtió en clandestino al variarse el género de los cargamentos. Las embarcaciones salían del Río de la Plata con cargamentos reducidos que no alcanzaban a cubrir los fletes y los gastos de navegación, al llegar a Brasil sus fletadores pocos frutos pero una buena cantidad de pesos fuertes con la que adquirían productos portugueses que eran vendidos en Montevideo y Buenos Aires como si procedieran de España”. Esta situación vino a beneficiar a los comerciantes montevideanos que se enriquecieron en el comercio con las colonias extranjeras, mientras que el comercio con la metrópolis iba en decadencia. En 1797, y ante la circunstancia de la guerra con Inglaterra, España autorizó el comercio con buques de bandera neutral, pero sirvió para la extracción en grandes cantidades de plata, por lo que dos años más tarde se abolió dicha medida. Aún así, Pivel señala que en 1802 ya terminada la guerra, continuaban arribando buques de bandera extranjera. Al igual que Blanco Acevedo, el comercio de esclavatura y el comercio de ensayo, impulsó el desarrollo del puerto de Montevideo y suscitó la rivalidad con su vecino. Según Pivel, Montevideo nació con la crisis del régimen monopolista, considera que el contrabando fue el factor preponderante en el desarrollo de la riqueza, que los conflictos con el Consulado dieron al cuerpo de comerciantes la característica de ser un organismo permanente y que el cuerpo de hacendados asumió un carácter igualmente influyente. Lucia Sala y su equipo nos muestra que el derrumbe del sistema monopolista a principios del siglo XIX. Recomenzada la guerra con Inglaterra y luego de la derrota de Trafalgar, comienza con una crisis que socavaría los cimientos del sistema comercial hispánico. En 1806 se reducen las exportaciones en general hacia la metrópoli, y el comercio se orientó hacia los países neutrales y las colonias extranjeras. “La amplitud de las autorizaciones y la filtración del comercio inglés, determinaron, de hecho, la implantación del comercio libre”. Ahora bien, la visión de Arturo Bentancur sobre la lucha de puertos y del crecimiento del comercio montevideano nos interesa para contrastar con la tesis nacionalista. Para empezar, porque como bien señala el autor existió una ideologización del tema que muchas veces nubló con el sesgo nacionalista a los historiadores uruguayos. Si bien afirma que hubo una puja por la condición portuaria entre Buenos Aires centro económico político de la región y Montevideo cuyo desarrollo se explica por su condición portuaria, hay que matizar esta lucha de puertos, y agregar nuevos elementos al análisis del por qué el crecimiento económico. Lo que él llama el “complejo Montevideo” se basa en el patrón empresarial expuesto por Real de Azúa: estancia – saladero – muelle y flota. A esto, agrega el mostrador montevideano, que conformaba entonces la organización especial en torno al recinto portuario. Esta organización espacial estaba conformada por la ciudad (mostrador y mercado), su cinturón industrial y la pradera (proveedor de frutos exportables o transformables). Estas operaciones en ese conjunto espacial estaban a cargo el comerciante–estanciero (Masini, Joanicó, Magariños, etc.). Hacia 1790 el desarrollo comercial favorece a comerciantes que extendieron su protagonismo al terreno político al conformar una élite dirigente con un proyecto autonómico para Montevideo. Para Buenos Aires, nunca dejó de ejercer su predominio. Había pulperias en Montevideo a cargo de porteños que llevaban su dinero a la capital virreinal. La dinámica mercantil continuaba siendo referencia en Buenos Aires, el trasbordo a esta ciudad de todos los desembarcos montevideanos era obligatorio. Además, el interior era exclusivo de Bs. As. Matiza el hecho de la lucha de puertos en la siguiente afirmación: “Durante las últimas cuatro décadas de pertenencia al Imperio español, Montevideo funcionó como puerto de Buenos Aires, primero con carácter exclusivo, y luego mayoritariamente”. ¿En qué se basaba para realizar esta afirmación? Bentancur alega varias veces que se escucharon referencias de que ambos puertos constituían uno mismo, y a la Contaduría General de las Indias, así las consideraba en 1803. Es decir, la integración predominó en las relaciones entre los dos centros. Incluso Elío atribuye a esta realidad la negación del Cabildo de Montevideo por asaltar Buenos Aires una vez consumada la Revolución del 10. En definitiva, no podía existir una lucha de puertos si los comerciantes eran los mismos en ambas márgenes del Plata. Así ocurre con Milá de la Roca, quién tenía la doble residencia. En caso de que no fuera así, los comerciantes instalados en Bs. As., enviaban emisarios de su confianza a realizar las transacciones en Montevideo y luego embarcar la mercadería rumbo a la capital del Virreinato. Bentancur introduce las explicaciones sobre el crecimiento económico de Montevideo a fines de siglo. Entre estos elementos, la flexibilización del comercio otorgó a esta plaza ampliar el espectro de mostradores, el aumento de la afluencia de transporte marítimo y el crecimiento de la salazón de carnes. Atribuye importancia a las sociedades colectivas que se desarrollaron compañías mercantiles, en las que se conjugaban el capital y el trabajo. Las nuevas necesidades de la ciudad, hicieron que Montevideo también se desarrollara como plaza financiera, “apéndice auxiliar de la actividad mercantil”. A su vez, se desarrollaron pequeñas industrias 8chocolates, sombreros, colchones) en los alrededores, pero la industria más importante fueron los saladeros, cuyo auge se dio entre 1796 y 1801, gracias al aporte del transporte, capital y método de Milá de la Roca. Otro elemento de crecimiento se dio al conformarse como polo migratorio tanto en la región como para los ibéricos. El principal origen de la región fue Buenos Aires, cuyos habitantes alternan su vida en ambas ciudades. Desde la península la procedencia canaria es el más abundante. Desde otros puntos de nuestro continente, paraguayos llegan dispuestos a realizar labores de servicio en las estancias. Por último el denominado “camino de la libertad” de los esclavos fugados desde el Brasil o Colonia fue otro de los elementos nucleares de población en Montevideo. Los quince años que van desde 1791 hasta 1806, son los de mayor crecimiento económico del puerto de Montevideo. Esta plaza aprovechó las flexibilizaciones provocadas por el reformismo borbónico. El comercio libre de esclavos, el tráfico de ensayo con colonias extranjeras primero y luego con buques neutrales fueron oportunidades que la periferia aprovechó para crecer. Permitió a hacendados y comerciantes dar salida a los productos locales, enriquecerse y comenzar a formar una élite dirigente. El tráfico de esclavos evidenció el fracaso de España traer directamente los negros de África por su desconocimiento del negocio y por la carencia de productos de interés en la transacción. Montevideo se vio notoriamente beneficiado por esta exclusividad, debido a que como decíamos anteriormente pudo sacar los productos del país, a los barcos portugueses y norteamericanos que en última instancia fueron los que se ocuparon de este negocio. Los primeros trayendo negros del Brasil, , los segundos de África. Los comerciantes montevideanos fueron intermediados. El tráfico negrero generó ganancias para esta ciudad, demostró que la vía brasileña era la mejor alternativa comercial, se estrecharon relaciones con norteamericanos, y la comercialización de productos ilegales (o no) enriqueció a comerciantes orientales. Por último el comercio de ensayo abrió importantes perspectivas para el puerto. Legitimó la antigua corriente integradora con el Brasil, permitió sacar nuevos frutos del país e introducir otros. Bentancur señala además que este fue el comienzo de la ruptura de dependencia con Buenos Aires. La guerra con Inglaterra interrumpió el tráfico ultramarino, pero la debilidad evidente del imperio español fue aprovechada por los comerciantes montevideanos.
El fracaso de la liberación del comercio para España se dio por la incapacidad
industrial de los españoles, la producción a costos más altos que los extranjeros, y porque Cádiz re-exportaba mercaderías de Francia, Holanda o Inglaterra.