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Era hijo de Jean-Pierre Lyotard, un representante de ventas, y Madeleine Cavalli.

Asistió a la escuela primaria Lycée Buffon y posteriormente al Lycée Louis le


Grand, ambos en París. De niño tuvo muchas aspiraciones, como convertirse en
artista, historiador, fraile dominico y escritor. Posteriormente, se dio por
vencido del sueño de ser escritor, cuando terminó de escribir una novela de ficción
poco exitosa a la edad de 15 años. Lyotard describió cómo se dio cuenta de que
ninguna de estas ocupaciones se había convertido en su “destino” en su
autobiografía llamada Peregrinations (1986).

Estudió filosofía en la Sorbona al final de los años 1940. Al estallar la Segunda


Guerra Mundial, Lyotard interrumpió sus estudios. Sirvió como voluntario de
primeros auxilios para el ejército francés y participó en la lucha para liberar
París en agosto de 1944. Sin duda influido por la destrucción y la devastación que
había presenciado durante la guerra y atraído por las primeras promesas del
socialismo, se convirtió en un devoto marxista en los años posteriores a la Segunda
Guerra Mundial. Por ello culminó sus estudios en 1947 con una tesis DES (diplôme d
´études supérieures) titulada La indiferencia como un concepto ético
(L'indifférence comme notion éthique), donde analizó formas de indiferencia y
desapego en el budismo zen, estoicismo, taoísmo y epicureísmo. Después de su
graduación obtuvo un puesto en el Centro Nacional para la Investigación Científica
de Francia.

Durante la primera etapa de su vida militó en grupos de izquierda, y su pensamiento


se desarrolló dentro de lo que se podría llamar el marxismo crítico. Como alumno de
Maurice Merleau-Ponty, se interesó también por la fenomenología y publicó su primer
libro sobre este tema (esencialmente divulgativo) en la colección Que sais-je,
proporcionando una visión clara y global del papel de dicha corriente filosófica en
el siglo xx.

Posteriormente, sin embargo, se alejó del marxismo e inició durante los años 1960
una evolución hacia el postmodernismo en la que se aprecia ya el desarrollo de un
pensamiento original. Se centró durante esta época en el tema del deseo como
búsqueda de lo imposible, en términos muy cercanos a los defendidos por el
psicoanálisis, especialmente dentro de la corriente psicoanalítica representada por
Jacques–Marie Émile Lacan. Con ello, el papel de la crítica y análisis del lenguaje
se hace sumamente importante en su filosofía. Por otra parte, y durante esta misma
época, realiza importantes incursiones en el ámbito de la estética, concretamente
en el análisis de la obra pictórica, a la que ve como un campo determinante en la
posición del deseo.

Destacan especialmente sus estudios de la obra de Paul Cézanne en relación con la


concepción freudiana del arte. Para Lyotard, la obra de Cézanne ejemplifica una
suerte de reinversión del sentido de dicha concepción, al producirse su pintura
desde el fluir de los impulsos inconscientes de la libido. Dicho fluir se plasma en
la capacidad de creación del pintor de espacios análogos a los del inconsciente,
que producen en el que contempla su obra estados de inquietud y de perturbación.

En 1950, Lyotard aceptó un puesto para enseñar filosofía en el Lycée de


Constantine, en Constantina, Argelia. En 1971 obtuvo un doctorado estatal con su
disertación Discurso, figura bajo la tutoría de Mikel Dufrenne, trabajo que se
publicó ese mismo año. Dedicó un periodo de su vida, tras el final de la Segunda
Guerra Mundial, a las revoluciones socialistas, cuestión que quedó de manifiesto en
sus escritos, ya que se centraron en gran medida en la política de izquierda. En
este periodo, Lyotard se interesó particularmente por la guerra de Independencia de
Argelia, que vivió en persona mientras enseñaba allí.

Se casó con Andree May en 1948, con quien tuvo dos hijos, Corinne y Laurence, y
después se casó en segundas nupcias en 1993 con Dolores Djidzek, madre de su hijo
David, nacido en 1986.
Lyotard expuso en Le Différend que el discurso humano ocurre en un variado pero
discreto número de dominios inconmesurables, ninguno de los cuales tiene el
privilegio de pasar o emitir juicios de valor sobre los otros. Siendo así, en
Economía libidinal (1974), La condición postmoderna (1979) y Au juste:
Conversations (1979) criticó teorías literarias contemporáneas e incitó a un
discurso experimental desprovisto del interés por la verdad. En este sentido, co

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