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SOLEMNIDAD DE NTRA. SRA.

DE COROMOTO PATRONA DE
VENEZUELA

Antífona de entrada

Celebremos con alegría la festividad (la memoria) de María Virgen, Madre y


Patrona nuestra: de ella nació Cristo, nuestro Dios y Salvador.

Oración Colecta

Padre de misericordia,
que desde el comienzo de nuestra historia
nos has puesto bajo la maternal protección de la siempre Virgen
María, Madre de tu Hijo,
a la cual veneramos bajo la advocación de Coromoto:
concédenos por su intercesión,
vivir nuestro bautismo y hallar el progreso de nuestra patria
por caminos de justicia y de paz.
Por nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS


Señor, escucha las plegarias y recibe las ofrendas que te presentan
los fieles en honor de María siempre Virgen; que sean agradables a tus
ojos y atraigan sobre el pueblo tu protección y tu auxilio. Por Jesucristo.

PREFACIO
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
Realmente es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias, Señor,
y proclamar tus maravillas
en la perfección de tus Santos;
y, al conmemorar a la bienaventurada Virgen María
exaltar especialmente tu generosidad
inspirándonos en su mismo cántico de alabanza.

En verdad hiciste obras grandes


En favor de todos los pueblos
y has mantenido toda tu misericordia
de generación en generación,
cuando, al mirar la humillación de tu esclava
por ella nos diste al Autor de la Vida,
Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
Por Él,
los Ángeles y los Arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia;
permítenos unirnos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de Comunión Lc 1, 49

El Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo.

Oración después de la Comunión


Que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,
que hemos recibido en este Sacramento,
celebrando la memoria de María siempre Virgen,
nos ayuden a reconocernos
y amarnos todos como verdaderos hermanos.
Por Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Eclesiástico 24, 3-4.8-12.19

Yo salí de la boca del Altísimo y como niebla cubrí la tierra; habité en el


cielo con mi trono sobre columna de nubes. Entonces el Creador del
Universo me ordenó el Creador estableció mi morada: —Habita en Jacob,
sea Israel tu heredad. Desde el principio, antes de los siglos, me creó, Y no
cesaré jamás. En la santa morada, en su presencia ofrecí culto y en Sion
me estableció; en la ciudad me hizo descansar, en Jerusalén reside mi
poder. Eché raíces en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su
heredad. Venid a mí los que me amáis.

SALMO RESPONSORIAL Jdt. 13, 23bc-24a.25abc

V. Tú eres el orgullo de nuestro Pueblo

R. Tú eres el orgullo de nuestro Pueblo.

V. El Señor te ha bendecido, hija nuestra,


más que a todas las mujeres de la tierra.

R. Tú eres el orgullo de nuestro Pueblo

V. El Señor ha glorificado hoy tu nombre:

por eso, los que en adelante guarden memoria

de esta poderosa obra de Dios,

conservarán tu esperanza en el corazón.

R. Tú eres el orgullo de nuestro Pueblo.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 4,4-7

Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de


una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley,
para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios
envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba!
(Padre). Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también
heredero por voluntad de Dios.

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO

Aleluya: Dichosa eres, Virgen María,


que nos has dado el Hijo del Eterno Padre. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 2, 15b-19
En aquel tiempo, los pastores se decían unos a otros: —Vamos derechos a
Belén a ver eso que ha pasado y que nos ha comunicado el Señor. Fueron
corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre.
Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel Niño. Todos los que
oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba
todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

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