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Compositor, organista, maestro de capilla y compositor portugués que fungió como maestro
de capilla en las catedrales de Guatemala y Puebla. Llama la atención que un musico
portugués haya llegado a ser el maestro de capilla en distintos territorios tan alejados entre
si, sabiendo que hay una diferencia de 8 años entre sus registros como cantor en Évora contra
los escritos que lo posicionan como organista de la catedral de Guatemala en 1599. En la
actualidad, es debate de diversos estudios musicológicos comprobar que se trate del mismo
compositor.
Al respecto de esto, Morales Abril afirma que se trata de dos músicos totalmente diferentes;
el error proviene de una atribución errónea en el contrato del organista para la catedral de
Guatemala en 1599. En dicho documento, está indicado que el organista fue Fray Gaspar
Martínez, y no Gaspar Fernández. Además de esto, los registros escritos existentes ubican a
Gaspar Fernández al servicio de la catedral desde 1596, mientras que el cantor “de Évora” se
encontraba en 1599 al servicio de una catedral en Portugal.
Gabriel Ruiz de Morga llevó a Oaxaca en 1653 un cuaderno que contenía alrededor de 300
composiciones polifónicas escritas a mano. El pasar del tiempo le pasó factura, pero para
1967 dicho cuaderno aún seguía con vida útil para poder ser abordado por el musicólogo
Robert Stevenson, el cual escribiría una serie de artículos de investigación sumamente
importantes para el conocimiento de la música en la Nueva España. En años posteriores, el
musicólogo Aurelio Tello se encargaría de renovar el cuaderno convirtiéndolo en un
cancionero con la posibilidad de publicación en la que él y una buena cantidad de
colaboradores habían trabajado, transcribiendo muchas de las obras e incluso grabando varias
de ellas.
La obra está compuesta por 281 folios que comprende, sobre todo, villancicos. Sin embargo,
no es el único género que se encuentra documentado en el cancionero; varias piezas litúrgicas
como lo son dos misas y doce composiciones en texto latín, así como otras diez piezas sin
letra acompañan a los villancicos del compositor en este extenso cancionero musical. El
manuscrito fue creado en Puebla y tiene la peculiaridad de servir no como objeto de estudio
para los intérpretes de la época, sino como un cuaderno personal en el que compilaba sus
trabajos el compositor.
Justamente con esto ultimo hay un extenso debate ocurriendo en la actualidad: Es difícil
determinar algo de lo cual no se tiene registro, pero los diferentes musicólogos que se han
encargado de estudiar el vasto trabajo del compositor del virreinato sugieren que no se trata
de un cuaderno en forma de borrador en el que fuera componiendo sus obras, sino que las
obras ya compuestas las iba agregando poco a poco al cancionero. Sin embargo, hay casos
específicos en los que se evidencian correcciones en las obras al momento de ser pasadas al
cancionero, pero se sugiere que son correcciones de revisión y no de creación en el momento.
Las composiciones que integran la enorme colección del cancionero datan desde 1609 hasta
el año 1616. En palabras de Margit Frenk, la razón por la que el compositor termina su
cancionero aquí es porque el cabildo de la Catedral de Puebla le pidió en estas fechas que
entregara todo lo que había hecho hasta entonces, despojándolo de un tesoro personal el cual
no pudo recuperar en ningún momento debido al traslado del documento a Oaxaca. Es curiosa
la forma en la que dicho cancionero llega a nuestras manos.
Sin embargo, Aurelio Tello también se encargó de publicar una edición del mismo que fue
difundido por el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical
Carlos Chávez. La misma edición puede ser encontrada digitalmente en la pagina web oficial
de Instituto Nacional de Bellas Artes, en su apartado de INBA digital. Sin duda recomiendo
encarecidamente su lectura, entendiendo el valor histórico que el documento posee.
Conclusiones
Documentos y manuscritos como el que hoy tuvimos como centro de discusión son dotados
no solo de un valor adjudicado por el presente sino de una importancia cultural de suma
relevancia. Dichos manuscritos han pasado por muchas manos, han sido leídos por muchos
ojos e incluso, en este caso, han sido interpretados por infinidad de músicos. Comprender el
valor real que el Cancionero Musical de Gaspar Fernández tiene causa una impresión de
proporciones gigantescas. El compositor novohispano se encontraba, tal como yo ahora,
escribiendo en algún momento de su vida algo que pasaría para la posteridad.
La diferencia es clara: mientras que él escribía en ese mismo manuscrito que se encuentra en
Oaxaca, con una pluma de tinta negra sobre un papel que seguramente es bastante diferente
al de la actualidad, yo me encuentro escribiendo digitalmente en una computadora, hablando
de un pasado remoto en el que los músicos y compositores no podían imaginar cómo
evolucionaria su preciado arte, cómo llegaría a los hijos del futuro, y cómo me detendría yo
a hablar de ello.
Bibliografía
Morales Abril, O. Gaspar Fernandez: su vida y obras como testimonio de la cultura musical
novohispana a principios del siglo XVII. México: CIESAS. 2013
Latham, Alisson, ed., Oxford Dictionary of Music, México: Fondo de Cultura Económica.
2008