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Introducción a la oratoria

Podemos recordar que, a lo largo de nuestra vida, vimos y escuchamos distintos


oradores: un profesor dictando una clase, un político exponiendo su discurso, un cura
brindando misa, un conferencista ofreciendo una charla, etc. De todos ellos, unos
nos emocionaron, otros nos enseñaron, varios nos informaron, otros simplemente
nos aburrieron y hasta nos hicieron sentir una molestia. A estos últimos, les faltó
algo. No se desenvolvieron eficientemente, no pudieron demostrar sus
conocimientos y capacidades. No comunicarse correctamente influye
negativamente en el interlocutor y nos imposibilita conseguir los objetivos deseados.
Por ello la importancia de conocer la oratoria para comunicarnos correctamente,
poder convencer a los demás y proyectar una imagen positiva.

La capacidad para hablar en público ¿es innata o adquirida?

El poder de la palabra

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

La capacidad para hablar en público ¿es innata o


adquirida?

Si bien esta es una cuestión que antes se discutía, hoy es considerada una
controversia no significativa. Durante muchas décadas, muchos
consideraron que era una cualidad innata, que “se nace orador”, como en
cierto modo lo expresa una frase tantas veces repetida: “Fulano tiene un pico
de oro”. Otros han sostenido lo contrario: la capacidad para hablar en público
es algo que se adquiere. Quienes defendían esta postura recurrían al ejemplo
de Demóstenes (381-322), quien, a pesar de que su voz carecía de vigor y
energía, y que además era tartamudo, llegó a ser uno de los grandes
oradores de la Antigua Grecia. Según la tradición, para superar sus
limitaciones, llenaba su boca de guijarros e iba a ensayar sus discursos a
orillas del mar. Con ello, desapareció su tartamudez y su voz se hizo
vigorosa. En la actualidad, son pocos los que sostienen que se nace orador,
que las cualidades oratorias son innatas. Y, por el contrario, casi nadie afirma
que se llega a serlo con solo capacitarse. 

Existe un acuerdo bastante generalizado que establece que la


capacidad para hablar en público es una combinación de lo
innato y de lo adquirido; es un don y es una conquista.

Es un don, porque no se puede negar que ciertas cualidades o


dones naturales predisponen a determinadas personas a la
palabra pública. La seguridad en sí mismo, rasgos más o menos
simpáticos, el timbre o potencia de la voz, la prestancia del
cuerpo, el aplomo o audacia y, sobre todo, la vitalidad y el
entusiasmo son cualidades que ayudan a transformarse en un
buen orador (…).

Y es una conquista, porque si bien ciertas cualidades son


necesarias no son suficientes por sí mismas: hay que “hacerse
orador”. En ninguna persona existen condiciones innatas para la
oratoria solo sujetas a maduración. Por muy destacadas que
sean esas cualidades, siempre es necesario hacer un esfuerzo
para prepararse y mejorarlas. (Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 23-
24).

 Una situación que se ve normalmente en la vida diaria: María y


Paula son dos estudiantes de 3.º año de abogacía de la UE Siglo
21. Las dos tienen muy buenas notas, su carrera al día, tienen
casi la misma edad, manejan muy bien la tecnología y ninguna
tiene experiencia profesional. Las dos se presentaron por un
aviso que publicó la universidad sobre la búsqueda de una
secretaria para un estudio jurídico muy importante de la ciudad.
Paula fue beneficiada y consiguió el ansiado puesto. María se
quedó un poco angustiada, pero se quedó reflexionando sobre
por qué Paula consiguió el empleo y ella no. Pensó que su
compañera era más extrovertida, siempre participaba en clase,
era muy clara al hablar, a diferencia de ella, que era más bien
tímida y tenía un poco de vergüenza al comunicarse.

Le podemos decir a María que a hablar en público se aprende, como se


aprenden muchas cosas en la vida. Esta capacidad para hablar en público
(que algunos llaman elocuencia) tiene mucho arte, entendiendo por este una
manera de hacer conforme a una regla, pero advirtiendo que el solo
conocimiento de las reglas no asegura el buen hacer. Lo importante es que,
como todo arte, puede enseñarse y aprenderse, beneficiándose de las
cualidades naturales que se puedan tener. 

Hay dos condiciones fundamentales para forjarse como orador, para llegar a
ser un buen conferenciante:

Tener una personalidad madura, activa y productiva, capaz de


autoexpresarse; esto supone confianza en uno mismo y la
adquisición de determinadas destrezas o habilidades.

Tener algo que decir acerca de un tema, con el cual se está


compenetrado; esto exige dominar el tema sobre el que se va a
hablar y tener un compromiso efectivo con las ideas y las
propuestas que se harán.

Luego, hay que conseguir una forma de presentar aquello que se quiere
transmitir; saber cómo decirlo, pero para ello hay que prepararse.

La oratoria: concepto

La oratoria es el conjunto de principios y técnicas que permiten


expresarnos con claridad, desenvoltura y sin desconfianza ante
un público, con el propósito de narrar un determinado mensaje. 

Según la Real Academia Española, la oratoria es la habilidad de


hablar con elocuencia, de deleitar, convencer y conmover por
medio de la palabra. Se llama oratoria al arte de hablar con
elocuencia. La oratoria también es un género literario formado
por el discurso, la disertación, el sermón, el panegírico, entre
otras varias. 

Este segundo sentido más amplio se aplica a todos los procesos


literarios que están planteados con intención persuasiva, tales
como la conferencia, la charla o las exposiciones. Esta finalidad
de persuadir al receptor es la que diferencia a la oratoria de
otros procesos comunicativos orales. Asimismo, la finalidad de
la didáctica es enseñar y la de la poética deleitar, lo que procura
la oratoria es convencer de algo. La persuasión consiste en que,
con las razones que uno expresa oralmente, se induce, mueve u
obliga a otro a creer o hacer una cosa. Ahora bien, no es su única
finalidad. La intención de la oratoria pública puede ser desde
transmitir información a motivar a la gente para que actúe o,
sencillamente, relatar una historia. Los buenos oradores
deberían ser capaces de modificar las emociones de sus
espectadores y no solo informarlos. (Introducción. La oratoria, s.
f., https://bit.ly/3dIa0rx).

Breve reseña histórica

Se dice que “la ciencia de hablar en público” tiene su origen en Siracusa


(Sicilia, Italia), en torno al siglo V a. C., donde sus ciudadanos, tras haber
derrocado a los tiranos que gobernaban, establecieron un gran número de
procesos civiles con el fin de recuperar las tierras que les habían sido
arrebatadas por el régimen. De Sicilia pasó años más tarde a Atenas, a
través del recién llegado embajador (en el 427 a. C.) al hogar de Atenea,
Gorgias, quien se consagró a la enseñanza de la retórica. Era el nacimiento
de la disciplina que más tarde Aristóteles denominó “el arte capaz de extraer
de todo asunto el grado de persuasión que comporta”. (Fernández, 2015,
https://bit.ly/31rJVdO).
[La oratoria] se desarrolló fundamentalmente en Grecia, donde fue
considerada un instrumento para alcanzar prestigio y poder político. Había
unos profesionales llamados logógrafos que se encargaban de redactar
discursos para los tribunales. 

El más famoso de estos logógrafos fue Lisias. Sin embargo, Sócrates creó
una afamada escuela de oratoria en Atenas que tenía un concepto más
amplio y patriótico de la misión del orador, que debía ser un hombre instruido
y movido por altos ideales éticos a fin de garantizar el progreso del estado.
En este tipo de oratoria, llegó a considerarse el mejor en su arte a
Demóstenes. 

De Grecia la oratoria pasó a la República romana, donde Marco Tulio Cicerón


lo perfeccionó. Sus discursos y tratados de oratoria nos han llegado casi
completos. Durante el imperio, sin embargo, la oratoria entró en crisis habida
cuenta de su poca utilidad política en un entorno dominado por el emperador,
aunque todavía se encontraron grandes expertos en ese arte como Marco
Fabio Quintiliano; los doce libros de su Institutio oratoria se consideran la
cumbre en cuanto a la teoría del género. Sin embargo, como ha demostrado
Ernst Robert Curtius en su Literatura europea y Edad Media, la oratoria influyó
en el campo de la poesía y la literatura pasándole parte de sus recursos
expresivos y retorizándola en exceso. (Historia de la oratoria, s. f.,
https://bit.ly/3dQgEw8)

Figura 1. Cuadro del pintor neorrenacentista y escultor Cesare Maccari.


Cicerón pronuncia su discurso contra Catilina
Fuente: (Historia de la oratoria, s. f., https://bit.ly/3dQgEw8)

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 3

El poder de la palabra

Piense por un instante en su familia, en su equipo de trabajo, en sus


amigos… ¿Confían en su palabra?

La palabra cumple un rol fundamental desde el origen de los


tiempos. Quizá por eso, cuando en la antigüedad alguien decía
«me dio su palabra», eso era suficiente como garantía de
consumación. Remontándonos a la Biblia, en el inicio del
Génesis leemos que en el principio fue el Verbo, y que Dios dijo:
«Que haya luz» y hubo luz. Sin embargo, como postula Rafael
Echeverría, durante siglos los seres humanos hemos vivido con
muy poca conciencia sobre el poder de la palabra, por seguir la
lógica planteada por Descartes —«pienso luego existo»—, que
venía ya de la antigua Grecia. Como bien lo explica Echeverría,
durante veinticinco siglos la tradición destacó a la razón como el
elemento distintivo del ser humano. Así hicimos de la razón un
dios y empezamos a buscar respuestas a las preguntas
fundamentales de la vida, hasta convencernos de que existía
una respuesta correcta para cada buena pregunta planteada.
Una lógica que entendía el lenguaje como meramente
descriptivo: el mundo es de una determinada manera y el
lenguaje se limita a describirlo. Y fuimos aún más lejos, hasta
convencernos de que cada persona es de una determinada
manera, tiene una forma de ser inmutable y, a través de la razón,
podemos conocer su manera de ser. Aunque esa lógica de
pensamiento sigue latente en nuestra vida diaria, está naciendo
una nueva concepción.

El nuevo paradigma, sobre el que se fundamenta el coaching,


postula que los seres humanos no somos de determinada
manera, sino que estamos siendo y que siempre podemos
cambiar. La nueva visión sostiene también que el lenguaje, lejos
de ser un mero instrumento pasivo que se limita a describir al
mundo, en verdad, puede crearlo. «Al postular que el lenguaje es
generativo, estamos sosteniendo que el lenguaje es acción… A
través del lenguaje no solo hablamos de las cosas, sino que
alteramos el curso espontáneo de los acontecimientos:
hacemos que las cosas ocurran. Por ejemplo, al proponerle algo
a alguien o al decirle “sí”, “no”, “basta”, intervenimos en el curso
de los acontecimientos. Basta pensar en las infinitas
oportunidades en las que una persona, un grupo y un país
cambiaron de dirección porque alguien dijo lo que dijo», explica
Echeverría.

El lenguaje crea realidades. A través de lo que decimos y de


cómo lo decimos; por aquello que callamos, por lo que opinamos
y por las intenciones que subyacen a nuestras palabras,
podemos crear una realidad para nosotros y para quienes nos
rodean. Hay palabras que abren posibilidades y palabras que las
cierran, hay conversaciones creativas y otras destructivas,
también hay declaraciones que pueden cambiar el mundo.
Nuestras palabras pueden crear confianza o desconfianza…
Aunque no seamos plenamente conscientes de ello, muchos
seguimos con patrones de pensamiento y una visión del ser y
del lenguaje de la época cartesiana. Por eso muchas veces
creemos que existe una sola verdad frente a los
acontecimientos, que las cosas son de determinada manera y
que cada ser humano es de una forma inmutable. Entonces
resulta vital aprender nuevas habilidades y desaprender ciertas
formas muy arraigadas, así como cuestionar lo aprendido, para
renovar nuestra mirada sobre lo que ya sabemos. Como
asegura Alvin Toffler, «los analfabetos del futuro no serán los
que no sepan leer y escribir, sino los que no sepan aprender,
desaprender y reaprender».

Y a propósito del uso que hacemos de las palabras, cuenta la


leyenda que un maestro zen recibió en su casa a un prestigioso
profesor universitario que fue a su encuentro para aprender
sobre el camino zen. Mientras conversaban, el maestro le
ofreció un té al visitante y comenzó a llenar su taza. En un
aparente gesto de distracción, conversaba y miraba al profesor
mientras vertía el líquido, de manera que, una vez que la taza
estuvo colmada, siguió sirviéndole té hasta rebalsarla y empezar
a volcarse el líquido por el plato, por la mesa… hasta derramarse
en el piso. Aun así, no se detuvo. El visitante lo miró confundido y
le dijo: «Maestro, la taza está llena, ¡no cabe ni una gota más!».
El maestro lo miró sonriente y le respondió: «Al igual que esta
taza, usted está lleno de sus opiniones… ¿Cómo podría yo
mostrarle algo sobre el camino zen si no tiene más lugar en su
taza?». (De Andrés y Andrés, 2010).

Los cinco principios para activar el poder de las palabras

Usamos las palabras todos los días, de manera oral y escrita. Mantenemos
conversaciones, escribimos correos electrónicos, negociamos, debatimos,
preguntamos, respondemos… Sin embargo, muchas veces hablamos sin ser
plenamente conscientes del efecto que las palabras tienen en nosotros y en
los otros.

Don Miguel Ruiz, médico cirujano, heredero de la sabiduría tolteca, en su libro


Los cuatro acuerdos transmite valiosas enseñanzas acerca del uso de la
palabra. Sus sugerencias son que seamos impecables con nuestras
palabras, que no hagamos suposiciones, que no tomemos nada de manera
personal y que hagamos siempre lo máximo que podamos.

Aquí ofrecemos cinco principios para activar el poder de las palabras,


potenciando las conversaciones que tenemos en todos los contextos:
1 Crear confianza con palabras íntegras.

2 Dar y recibir opiniones con sabiduría.

3 Evitar las conclusiones apresuradas.

4 Entregar lo mejor de uno mismo, con alegría y flexibilidad.

5 Activar el poder del reconocimiento (De Andrés y Andrés, 2010).

Crear confianza con palabras íntegras

La impecabilidad está relacionada con la integridad. Como ya


señalamos, la integridad genera confianza. Se trata de que
nuestras palabras estén alineadas con nuestros pensamientos y
con nuestras intenciones, y de decir solo aquello en lo que de
verdad creemos; de eliminar las mentiras, pues la mentira
erosiona nuestra autoestima y la imagen que los demás se
hacen de nosotros, y también nos quita energía mantener la
verdad oculta o fingir, porque eso desgasta. Tomando
conciencia de que nuestras palabras tienen poder y pueden
generar inclusión o separación, la impecabilidad también implica
dejar de lado las habladurías. A veces puede resultar un desafío
apartarse de los rumores y de las palabras que provienen del
paradigma del miedo… En este sentido, hay un relato muy
revelador, que solemos contar cuando encaramos este tema. Un
joven discípulo llegó a la casa de su maestro, un sabio filósofo, y
le dijo:

 —Vengo a decirte algo importante, que no puedo callar, pues un


amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…

—¡Espera! —lo interrumpió el filósofo—. ¿Hiciste pasar por las


tres rejas lo que vas a contarme?

—¿Las tres rejas? —preguntó el discípulo.

—Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que


quieres contarme es absolutamente cierto?

—No. Lo oí comentar a unos vecinos…

—Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, la


bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?

—No, en realidad no. Al contrario…

—La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber


esto que tanto te inquieta?
—A decir verdad, no.

—Entonces —dijo el sabio con una sonrisa franca—, si no es


verdad, ni es bueno, ni es necesario, sepultémoslo en el olvido.
(De Andrés y Andrés, 2010).

Dar y recibir opiniones con sabiduría

Las opiniones o los juicios pueden ser una fuente de gran sufrimiento.
Acostumbrados a confundir hechos con juicios, solemos expresar nuestras
opiniones como si fuesen descripciones de la realidad, dando por sentado
que los demás ven lo mismo que nosotros y anulando la posibilidad de que
opinen diferente. De la misma manera, a veces tomamos por irrefutables las
opiniones que otras personas dan sobre nosotros. Cuando escuchemos un
comentario de alguien que nos hiere, pensemos si se trata de un hecho o de
una opinión. Si es un hecho, revisemos si hay algo en nuestra manera de
actuar que es factible de ser corregido, ya que puede ser un feedback válido
que nos puede ayudar a cambiar. Si es una opinión, lo primero que podemos
recordar es que los juicios hablan mucho más de la persona que los emite
que de quien los recibe. A su vez, hay algunas opiniones que son válidas y
pueden ayudarnos a crecer.

No podemos evitar que los demás opinen sobre nosotros. Lo que sí podemos
evitar es que esas opiniones se encarnen en nuestro ser hasta lastimarnos o
convencernos de que, en efecto, eso somos. Es importante hacer, en ese
momento, un trabajo interno para recordar que tenemos un valor intrínseco
que no depende de lo que los demás opinen de nosotros. Una de las técnicas
que pueden ayudar es que, frente a la opinión desfavorable o
malintencionada de otra persona, repitamos internamente: «Sin importar lo
que pienses de mí o me digas, yo sigo siendo una persona valiosa». 

A su vez, cuidemos nosotros nuestras palabras al emitir juicios. Como


explica Echeverría, a diferencia de un hecho, una opinión no puede ser
verdadera o falsa, sino fundada o infundada. Y, de acuerdo con la intención
con la que se dice, también puede ser constructiva o destructiva. 

Aprender a expresar una opinión como tal, en lugar de verbalizarla como si


fuera un hecho, es una habilidad clave para una comunicación efectiva, ya
que las opiniones personales dichas como verdades generan tensión, no dan
lugar al entendimiento y producen rigidez en quien escucha. Si alguien dice:
«Este lugar no sirve para tener una reunión», no deja abierta la posibilidad de
que otro piense diferente, está dando su opinión como una verdad
irrefutable, lo cual genera un natural rechazo en quien lo escucha, en especial
si la otra persona piensa distinto. En cambio, si dice: «Desde mi punto de
vista, este lugar no es el más adecuado para tener una reunión», está
expresando la misma idea, pero se está adueñando de su opinión sin impedir
que otro manifieste una diferente, lo cual contribuye a establecer una mejor
comunicación.

Expresar opiniones como hechos, además, suele generar en el otro una


reacción defensiva, que puede orientar la conversación hacia demostrar
quién tiene la razón. Para evitar eso, alcanza con agregar, antes de emitir
cualquier opinión: «Yo creo que…», «Yo opino que…», «Yo pienso que…»,
«Desde mi punto de vista…». Este modo de expresarse armoniza el diálogo. 

Es interesante, en este sentido, recordar el inicio de la carrera artística de


Fred Astaire. Tras su primera audición, el director de MGM escribió un
informe que decía: «No sabe cantar. No sabe actuar. Apenas sabe bailar un
poco». Sin embargo, Astaire hizo que su propia voz y su convicción fuesen
más fuertes que ese demoledor juicio: después de ese comentario que
podría haber desalentado a muchos, fue considerado unánimemente como
el mejor bailarín del siglo XX y una de las personalidades artísticas más
influyentes de los musicales de cine y de televisión. ¿Qué hubiera pasado si
Fred Astaire tomaba esa opinión como un hecho? ¿Qué nos pasa a nosotros
cuando tomamos la opinión que otros tienen sobre nosotros, nuestras
habilidades, talento o trabajo como un hecho?

Hay otra historia muy elocuente, cuyos protagonistas son dos empleados de
una fábrica de zapatillas que viajan a una región del África para abrir nuevos
mercados. A su regreso, uno de ellos comenta:

  —Imposible, no es un mercado para nosotros, allí nadie usa zapatillas, la


gente anda descalza, así que nunca comprarán zapatillas.

Pero el segundo opina:


—Es la mejor oportunidad de negocios que he visto en mi vida: nadie tiene
zapatillas… ¡Todos van a querer comprar zapatillas!

Ambos fueron al mismo lugar y observaron lo mismo. Sin embargo, emitieron


juicios diametralmente opuestos. ¿Quién tenía razón? No lo sabemos. Pero
¿cuál de los dos juicios abría, en verdad, nuevas posibilidades?

Frente al mismo hecho, las personas pueden tener diferentes


interpretaciones y opiniones. El secreto está en elegir aquellas que abren
posibilidades y descartar las que nos cierran los caminos. (De Andrés y
Andrés, 2010).

Evitar las conclusiones apresuradas

Muchas veces los pensamientos nos tienden trampas. Una de


ellas es la de «lectura de la mente», esa tendencia a creer que
sabemos lo que las otras personas piensan y sienten. Son
suposiciones que tomamos como verdades y que tiñen nuestras
percepciones y nuestras acciones. No hacer suposiciones
también implica hablar con claridad, sin rodeos; no dar por obvio
que los demás entendieron aquello que dijimos, pues hablar y
escuchar son dos fenómenos completamente diferentes. (De
Andrés y Andrés, 2010).
 En una sesión de coaching, un cliente presentó la siguiente
situación: dijo que no estaba muy contento con los resultados de
su equipo. Se le preguntó si les había manifestado a todos su
disconformidad con los resultados y dijo que sí, que, incluso, lo
había hecho por escrito. Se le pidió entonces que enviará al
profesor los mensajes que había entre él y su equipo como para
tener más elementos de análisis. Al leer los correos electrónicos
que él le había enviado, costó comprender cuál era el problema y
no se pudo ver claramente qué les había querido decir. Cuando él
les señalaba algo para mejorar, revestía los hechos de muchas
palabras innecesarias, suavizaba con eufemismos las cosas con
las que no estaba de acuerdo y daba tantas vueltas al asunto que,
al llegar al final del mensaje, quedaba muy confuso y se tenía que
empezar a leer nuevamente. En el siguiente encuentro de coaching
se sostuvo este diálogo:

—Daniel, ¿qué fue concretamente lo que te disgustó?

  —Estoy disconforme con la forma en que están tratando a los


nuevos clientes. Veo que ponen dedicación y cuidado en los
detalles con los clientes de siempre, pero que a los nuevos casi no
les dan importancia —respondió. 

—¿Por qué no se los dijiste con claridad? 

—Porque tuve miedo de ofenderlos. Yo sé que ponen un gran


empeño en el trabajo que realizan y no quise que pensaran que no
me doy cuenta de eso. Además, me parece que es obvio que hay
que tratar bien a los nuevos clientes. Es algo que yo les transmito
siempre. 
Hablar con claridad significa no dar cosas por sentadas ni
suponer que el otro ya sabe cuáles son nuestros estándares de
trabajo. Hablar claro no es andar con rodeos y eufemismos,
escondiendo nuestros deseos detrás de mil velos. Hablar con
claridad no es decir pocas palabras fuera de contexto, hirientes
o despiadadas. Hablar claro es no confundir a la persona con la
acción; decir «Eres un descuidado con los clientes nuevos» no es
lo mismo que decir «No estás cuidando a los clientes nuevos».
Porque la acción de descuidar se puede cambiar fácilmente,
pero acusar de «ser» a una persona descuidada toca la esencia
del otro, lo rótula de esa manera y lo lastima. (De Andrés y
Andrés, 2010).

Entregar lo mejor de uno mismo con alegría y flexibilidad

Este principio es una invitación a entregar, en todas las


circunstancias de la vida, lo mejor que tengamos, evitando
mostrarnos duros con nosotros mismos y con los demás. Nos
volvemos rígidos cuando nos aferramos a nuestras opiniones,
intentando tener la razón. Nos mostramos duros cuando
tomamos los errores como signos de fracaso. Nos volvemos
intolerantes cuando confundimos la excelencia con la
perfección. Podemos ser excelentes con la palabra, dar lo mejor
de nosotros mismos cada vez que expresamos una opinión y
preguntarnos, antes de hablar, si aquello que vamos a decir es
para algo bueno, necesario, y si es verdadero. (De Andrés y
Andrés, 2010).

Activar el poder del reconocimiento

Las palabras de reconocimiento tienen un impacto altamente


positivo en las personas; sin embargo, muchas veces
desconocemos cuán poderoso es detenerse a reconocer a los
demás.

El reconocimiento efectivo del que estamos hablando va más


allá del dinero, que también es importante; es una expresión
auténtica de agradecimiento por una labor bien realizada. Jack
Canfield en Los principios del éxito cuenta que para saber qué es
lo que motiva a los empleados, una empresa de asesoramiento
empresarial realiza, todos los años, un estudio entre 200
empresas. Les dan a los empleados una lista con 10 puntos —
entre los cuales está el buen sueldo y el reconocimiento—, y se
les pide que puntúen de 1 a 10 qué es lo más importante para
ellos, lo que más los motiva a trabajar. La misma lista se les
entrega a los gerentes y a los directores de las empresas,
pidiéndoles que puntúen, según su opinión, qué es lo que creen
que más motiva a sus empleados a trabajar allí. Si bien los
resultados varían de año a año, hay algo que siempre
permanece igual: lo que los empleados eligen como primer
factor de motivación. Uno diría que los empleados pondrían el
buen sueldo en primer lugar. Sin embargo, los empleados
siempre ponen el reconocimiento en primer lugar, mientras que
directivos y jefes lo colocan en el octavo puesto. Los tres
primeros puntos privilegiados por los empleados son de tipo
actitudinal, ¡y no tienen costo alguno! (…).

El reconocimiento es algo que todos los seres humanos


necesitamos. Es una manera de ayudarnos a recordar quiénes
somos y una de las mejores formas de construir nuestra
confianza. Es también una forma de estrechar vínculos con las
personas que nos rodean —en nuestro ambiente de trabajo, en
nuestra familia, en nuestro círculo de amistades—. Cuando el
reconocimiento es genuino, puede tener efectos sorprendentes
y puede transformar la vida de quien lo da y de quien lo recibe.
He tenido el privilegio de presenciar momentos de verdadera
transformación en nuestros seminarios, cuando trabajamos
sobre el reconocimiento. En una actividad que llamamos «la
actitud de la gratitud», he escuchado a varias personas decir en
voz alta: «Hace años que no me detenía a pensar en lo mucho
que tengo para agradecerle y reconocerle a mi marido», «¡Nunca
consideré lo importante que esto podía ser y lo bien que me
haría sentir!» (…).
El reconocimiento es poderoso: energiza tanto al que lo expresa
como al que lo recibe. Nos completa: hay cosas que no sabemos
de nosotros mismos, a menos que alguien nos lo diga. El
reconocimiento nos equilibra: como estamos acostumbrados a
centrarnos en lo malo, lo bueno lo damos por sentado. Un buen
reconocimiento es un gesto de gratitud muy valorado. Como dijo
Gertrude Stein, a nadie le sirve de mucho la gratitud silenciosa.
Sin embargo, no solemos reconocernos a nosotros mismos.
Desde que empezamos a formar parte del sistema educativo,
hay un énfasis mucho mayor en destacar los errores que los
aciertos. ¿Será por eso que también nos cuesta reconocer a los
demás? (De Andrés y Andrés, 2010).

Conversaciones efectivas

Sin duda, una buena conversación depende tanto del que habla
(el emisor) como del que escucha (el receptor). Una buena
comunicación deriva del buen desarrollo de las habilidades de
hablar y de escuchar que tengan ambos. Comencemos por la
escucha, que suele ser la habilidad menos trabajada. A menos
que tengamos una discapacidad, quienes podemos oír bien
solemos pensar que eso nos habilita para escuchar a los otros
de manera óptima. Y esto no siempre es así. (De Andrés y
Andrés, 2010).
La escucha efectiva

“¿Qué es la escucha? A diferencia del oír, que es un acto biológico,


escuchar es un acto interpretativo. Ilustremos la diferencia” (De Andrés
y Andrés, 2010).

 En compañía de alguien, por un instante, cierren los ojos y presten


atención a los sonidos ambientales. Luego abran los ojos y
escríbanlos en un papel, y comparen las respectivas notas. Con
seguridad verán que, aunque no hayan oído exactamente los
mismos sonidos, la mayoría sí serán los mismos. Ahora les
propongo que escuchen un diálogo en la radio o en la televisión, y
luego pongan por escrito las principales cosas que se dijeron.
Verán que, en este caso, hay muchas más diferencias de opinión.
«Eso no se dijo», «Yo eso no lo escuché», «Yo escuché otra cosa».
¿Por qué sucede esta disparidad? Porque el escuchar es un acto
donde interviene la interpretación, escuchamos lo que, de alguna
manera, estamos predispuestos a escuchar, y esto es personal.
Saberlo nos sirve para darnos cuenta, como dijimos al inicio, de
que escuchar es más que oír, y escuchar es una habilidad que
necesita y merece ser desarrollada.
¿Qué hace falta para tener una buena escucha? En primer lugar,
hace falta tener una buena predisposición, una apertura física,
mental y emocional. Los expertos en comunicación señalan que
tener una distancia equivalente al largo de un brazo sería lo más
favorable. También aseguran que la apertura mental se puede
lograr manteniendo una postura corporal abierta, es decir, evitar
tener los brazos o las piernas cruzadas. Y, en lo posible, estar en
un lugar que favorezca la conversación. También hace falta
tener una actitud de respeto mutuo para reconocer y aceptar las
diferencias. Rafael Echeverría explica que una de las grandes
dificultades de la escucha es que damos por sentado que lo que
escuchamos es lo que se dijo, y suponemos que lo que decimos
es lo que las personas van a escuchar. Lo que hace falta
entonces es tener en claro, desde el inicio, que la escucha no
termina en el acto de oír, sino que a eso se agrega la
interpretación personal, origen de muchas de nuestras
diferencias y malentendidos.

Detengámonos en algunos otros factores que favorecen la


escucha:

Hacer preguntas, formular preguntas sobre lo dicho: «¿Qué quiere decir que será un año difícil?
¿Me podrías dar un ejemplo?»

Verificar con preguntas para entender mejor, para aclarar supuestos: «¿Lo que has dicho quiere
decir que…?», «¿Lo que estoy escuchando implica que…?» 
Observar los mensajes verbales y los no verbales, y estar atento tanto a las palabras como a la
actitud corporal de la otra persona. El lenguaje de los gestos puede decir más que las
palabras. 

Escuchar con empatía, poder ponerse en el lugar del otro, para comprender mejor su punto de
vista.

Escuchar con paciencia. Hay personas que tardan más que otras en elaborar sus
pensamientos y expresarlos en forma oral. Darles tiempo, evitar completar la frase por el otro.

Ir al encuentro con ganas de aprender del otro y evitar cualquier pensamiento descalificador.

Evitar pensar que ya sabemos todo lo que el otro nos va a decir. ¡En verdad no lo sabemos!

Y, de igual manera, evitar estar ensayando mentalmente la conversación que tendremos, las
posibles respuestas, pues eso nos aleja de la persona y nos impide vivir ese momento con
plenitud.

Tal vez, una de las cosas que más ayude a la escucha efectiva
sea ir al encuentro sabiendo que es un momento único, que no
se repetirá. Estar presentes, conectados, interesados en lo que
el otro tiene para decirme. Como dijo Martin Buber, «pese a
todas las similitudes, cada situación de la vida es como el recién
nacido, tiene un nuevo rostro que no había aparecido ni volverá a
aparecer jamás. Exige, pues, una manera de actuar que no
puede preverse de antemano». La escucha requiere de una
intención auténtica para generar confianza. Escuchar a otros no
es simplemente permanecer en silencio, sino poder volver sobre
lo que la otra persona dijo, y tomar acciones que reflejen que
hemos escuchado de verdad. Esto construye la confianza.
Cuando, por el contrario, percibimos que alguien pareciera estar
escuchándonos, pero no lo está, la confianza cae. (De Andrés y
Andrés, 2010).

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 3

Referencias

Ander-Egg, E. y Aguilar, M. (2006). Cómo aprender a hablar en público. Buenos Aires, AR: Lumen.

Andrés, Verónica de. Andrés Florencia (2011). Confianza total. Buenos Aires, AR: Planeta.

Expresión oral blogspot. (2016). La oratoria. Recuperado de https://bit.ly/3eKHCq9 

Fernández, B. (2015). Orígenes de la oratoria: Cicerón. Recuperado de https://bit.ly/31rJVdO 

C O NT I NU A R
La producción de la voz

Tu voz es el vehículo que comunica las palabras de su discurso al público. La manera


en la que hablamos puede resaltar el significado, complementarlo y, a veces, incluso
contradecir lo que expresa. Como resultado, la forma en que usas tu voz marca la
diferencia entre el éxito o el fracaso de su discurso. Para usar bien tu voz, es
importante comprender cómo funciona. 
 
Un discurso dicho exactamente con las mismas palabras puede ser muy entretenido
o muy aburrido, de acuerdo con el ritmo, las pausas, los silencios y las entonaciones
que le imprima el orador.

La voz

¿Cómo respiramos?

Usos y cuidados de la voz

Referencias

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LECCIÓN 1 de 5

La voz

Para comenzar, vamos a conocer el caso de Analía. Ella es una estudiante de


Relaciones Públicas que está muy próxima a recibirse, pero está muy
preocupada, ya que no tiene muy claro si va a poder ejercer su profesión, ya
que no sabe expresarse de manera fluida y, cuando lo intenta, normalmente,
tiene que repetir las cosas varias veces. Cree que habla muy rápido, con una
voz muy bajita y se pone muy nerviosa porque muchas veces no sabe qué
decir. Por este tema, muchas veces se cierra y evita relacionarse con
personas que no sean de su círculo interno.

Como le sucede a Analía, les pasa a muchas personas que tienen algún problema de comunicación y aquí la
voz desempeña un papel fundamental.

La voz tiene especial significación en la oratoria. Una buena voz facilita la tarea del orador y
le da un apoyo firme para lograr una expresión, intensidad y ritmo adecuados para una
buena comunicación. Si la voz que uno posee no es la más idónea para la oratoria,
debemos tener en cuenta esta limitación, ya que constituye un obstáculo que puede
superarse con el ejercicio. Lo que aquí nos interesa destacar es que la voz es un
instrumento del que el conferenciante debe aprender a servirse con flexibilidad y
seguridad. (Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 111).

 
La voz es un sonido producido en la laringe por las cuerdas vocales durante la espiración del aire. Posee
cualidades como la intensidad, el tono y el timbre. La intensidad varía con la presión que ejerce el aire
espirado para vencer la resistencia que ejercen las cuerdas vocales: a mayor cantidad de aire espirado y
mayor presión, el sonido va a ser más intenso. El tono varía con la tensión del cierre de las cuerdas vocales:
a mayor tensión, más agudo es el sonido; a menor tensión, este es más grave. El timbre depende de las
cavidades de resonancia.

A) El tono: dimensión de las cuerdas vocales



El tono es el modo de decir. Juega un papel fundamental en todo tipo de comunicación oral, mucho mayor
todavía cuando se trata de un discurso. El tono “reviste” lo que decimos; a veces, expresa mejor los
sentimientos que las mismas palabras.
 
Una regla básica para la buena comunicación oral es la de cambiar el tono de la voz; esto es difícil y no
todos los oradores saben practicarlo. Sin embargo, esta cualidad es absolutamente necesaria para lograr y
desarrollar la capacidad de comunicación en la oratoria.
 
Si comenzamos una conferencia en un tono y seguimos en el mismo tono, quienes nos escuchan dejarán
de estar atentos al poco tiempo.
 
La monotonía es uno de los más graves defectos de un conferenciante. El tono debe ser adecuado a lo que
se va diciendo: subirlo cuando se quiere recalcar una afirmación; bajarlo cuando se quiere hacer una
especie de confidencia al público. Esto da una variación, como la que solemos tener en una conversación,
pero con algo más de fuerza. (Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 111).

B) La intensidad: fuerza de emisión de la voz, el volumen sonoro



Mientras el tono depende de la dimensión de las cuerdas vocales, la intensidad tiene por origen la
capacidad de inspiración de aire en la caja torácica, de la presión del aire que emitimos y del número de
vibraciones vocales.
 
Algunas sugerencias prácticas pueden ser útiles en este punto:

Utilizar la respiración diafragmática, con el fin de aprovechar de manera óptima la capacidad


pulmonar, tanto para disponer de aire suficiente para la emisión de la voz, como para lograr una buena
oxigenación del cerebro.
Dosificar la presión del aire para obtener un sonido puro, claro y neto, emitido con facilidad y sin
esfuerzo.

La intensidad de la voz que debe utilizar un conferenciante u orador depende de la distancia física que
media entre el emisor y los receptores, de la acústica de la sala, de los ruidos ambientales y de los
medios técnicos (micrófonos y amplificador) de que se disponga.

Es conveniente no hablar demasiado alto; el orador se cansa y cansa a los que escuchan.

Ni tampoco hablar demasiado bajo; para saber si la intensidad de la voz es adecuada, basta con
observar la expresión de los oyentes más alejados, o por lo menos analizar su actitud general (es fácil
darse cuenta cuando una persona está forzando su oído para escuchar).

No comenzar jamás un discurso con gritos; hablar más bien en voz un poco más baja que lo normal
durante unos minutos, con el fin de obligar al auditorio a concentrar su atención; este es un viejo truco
conocido por los profesores. Mejor aún, pronunciar con más intensidad las primeras palabras del
discurso: “Señoras, señores, amigos…”, y hacer una breve pausa. Luego, volver a tomar la palabra con
voz más baja. Con esto se pretende producir en la mente de los oyentes una ruptura con el contexto
psicológico y concentrar su atención sobre un nuevo foco.

Que la intensidad de la voz vaya siempre de acuerdo con el pensamiento: no murmurar ni pronunciar
siquiera con una intensidad mediana.

C) El timbre: matiz personal de la voz



Cada persona tiene su timbre particular, y sus características dependen casi exclusivamente del grado de
aproximación de las cuerdas vocales, propiedad fisiológica en buena parte constitucional. Tener un buen
timbre de voz es un don muy preciado para todo orador. Digamos que el timbre en las voces cantadas
puede clasificarse de acuerdo con diferentes criterios, según:

El color: voces claras y oscuras

El grueso: voces delgadas y espesas

La mordiente de la voz (brillo): voces bien timbradas (netas, armoniosas) y voces sin timbre (blandas,
reducidas casi a lo fundamental). (Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 111-112).
Sistemas de producción de la voz

En la producción de la voz, intervienen cinco sistemas: el sistema respiratorio, el fonatorio, el de articulación


y resonancia, el sistema postural y el nervioso. 

A continuación, se describirá cada uno y los elementos que los componen. 

Sistema respiratorio

Está constituido por el sistema broncopulmonar y la caja torácica. Al sistema broncopulmonar lo componen
los pulmones, los bronquios y los alvéolos pulmonares. La caja torácica es la unidad donde se alojan los
pulmones y está delimitada por las costillas; hacia atrás, tenemos la columna vertebral y, hacia delante, el
esternón. 

Por debajo de los pulmones y por encima de las vísceras, se encuentra alojado el diafragma, que es el
músculo respiratorio por excelencia.

Figura 1. Sistema respiratorio


Fuente: [Imagen sin título sobre órganos del sistema respiratorio], s. f., https://goo.gl/CcafXK

La respiración tiene por objeto otorgar el oxígeno indispensable para nuestra vida. Está ligada a todas las
funciones fundamentales, vitales, y desempeña un papel tan importante que se la considera indispensable
para vivir. 

El sistema fonatorio

Está compuesto por la laringe, situada debajo de la faringe y encima de la tráquea; en ella se encuentran las
cuerdas vocales; es el órgano productor del sonido. Cuando respiramos, las cuerdas vocales permanecen
separadas para que el aire pase libremente entre ellas. Al acercarse el espacio que queda, se estrecha y se
produce el sonido.

Figura 2. El sistema fonatorio


Fuente: [Imagen sin título sobre cuerdas vocales], s. f., https://goo.gl/eIK5sj

Sistema de resonancia y articulación

El sonido que generan las cuerdas vocales sería inaudible sin las cavidades de resonancia; los resonadores
son los cuerpos vibrantes que refuerzan un sonido. El sistema de resonancia está compuesto por dos
partes: las fijas y las móviles. Las primeras son el maxilar superior, los huesos de las fosas nasales, los
senos paranasales y el paladar.

Figura 3. Sistema de resonancia y articulación


Fuente: [Imagen sin título sobre partes del sistema de resonancia y articulación], s. f.,
https://goo.gl/9WJtrh

Las partes móviles son la faringe, el velo del paladar, la lengua, las mejillas y los labios. El sonido generado
por las cuerdas vocales es llamado tono fundamental, el cual sube hacia las cavidades de resonancia
enriqueciéndose de armónicos. Si esto no sucediera, sería inaudible. Los armónicos son los que dan el
timbre característico de la voz a cada una de las personas. 

La impostación vocal consiste en lograr un mayor rendimiento de la voz con el mínimo esfuerzo de las
cuerdas vocales. La articulación es una serie de movimientos que realizan las partes móviles de las
cavidades de resonancia, a través de los cuales el sonido es transformado con sus respectivas
adecuaciones en las distintas letras. La articulación correcta es la que da claridad y nitidez a la palabra. 

Los moldes posturales consisten en la movilización de los órganos y paredes de la caja de resonancia vocal.
Su finalidad es obtener mayor resonancia, de manera que intensifique el caudal de voz.

S I S T E M A N E RV I O S O S I S T E M A PO S T U RA L
Para poder realizar y sincronizar los múltiples movimientos musculares que producen el sonido, su
resonancia y la articulación en la palabra, es necesaria la compleja actividad del sistema nervioso, tanto la
voluntaria como la involuntaria. 
 
El cerebro dirige todos los movimientos voluntarios del cuerpo y, por ende, el funcionamiento de los actos
musculares necesarios para la emisión vocal, ya que en él se generan los impulsos nerviosos para que los
músculos se contraigan y cumplan el movimiento. 

S I S T E M A N E RV I O S O S I S T E M A PO S T U RA L

Es de suma importancia, para que la producción de la voz sea clara y tenga una buena proyección, la postura
que adoptamos para hablar en las diferentes situaciones y el grado de tensión que tenga nuestro cuerpo. 
 
Algunas de las causas que pueden provocar tensión pueden ser la falta de sueño, el esfuerzo muscular
intenso o situaciones de estrés, entre otras. La manera orgánica de manifestar este aumento del tono
muscular es a través del dolor de cuello, de espalda o de pecho. Para aliviar este tipo de molestias, existen
diferentes tipos de relajaciones que se pueden utilizar ante estas circunstancias. 

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 5

¿Cómo respiramos?

El aire es inspirado por la nariz, que lo adecua a nuestro organismo otorgándole la fuerza, la humedad y la
temperatura necesarias.

Al entrar en nuestros pulmones, el aire que inhalamos entra en contacto con la sangre venosa a través de los
alveolos y produce su oxigenación transformándola en sangre arterial. A mayor cantidad de aire inhalado,
mayor cantidad de oxígeno, es decir, vida.

A todo esto, es el cerebro, nuestro órgano principal, el que más necesita estar oxigenado para poder
funcionar a pleno, sin duda y sin trabas. Entonces, el aire y la respiración son una prioridad. 

Recordemos que nuestros pulmones tienen mayor capacidad en la base que en el vértice, debido a su
formato casi triangular. Por lo tanto, es por la base que debemos empezar a llenarlos. Nuestra estructura
ósea, en lo que el tórax se refiere, también coincide en su forma con los pulmones, ya que su base, además
de ancha, abierta por sus costillas falsas o flotantes, deja libre de todo impedimento la expansión total de
nuestros pulmones. Este tipo de respiración se denomina costodiafragmática, puesto que el diafragma se
expande permitiendo así mayor entrada de aire. Esta forma de respirar se logra inhalando aire en forma lenta
y progresiva, tratando de enviarlo hacia el estómago (diafragma). Al principio, no es sencillo debido a que
nuestra tendencia es inhalar con fuerza y hacia la parte superior, o sea, levantando los hombros y el pecho.
Los pulmones tienen dos movimientos: la inspiración, que consiste en la absorción de aire, y la espiración,
que es su expulsión. La fonación se realiza en este segundo movimiento, que es más largo que el primero.
En la espiración, el aire contenido en los pulmones sale de ellos y, a través de los bronquios y de la tráquea,
llega a la laringe. 

La espiración es el elemento indispensable para la emisión de la voz; sin ella, no hay sonido laríngeo. Debe
hacerse de manera lenta y continua, pero variable en velocidad y en fuerza, según la necesidad del discurso,
la acción refleja de los órganos de articulación y las exigencias de las modulaciones y acentuaciones
vocales. 

Una vez que nuestros pulmones están llenos de aire, procederemos a


la exhalación, que hará que nuestras cuerdas vocales vibren y emitan
el sonido: la voz.

En cuanto a los órganos de fonación, la cavidad laríngea contiene las cuerdas vocales que son el elemento
clave del aparato fonador. Estas consisten en dos pequeños músculos elásticos que se abren y se recogen
a los lados dejando pasar el aire. Eso es la respiración. Si, por el contrario, se juntan, el aire choca con ellas,
produciendo el sonido que denominamos voz. 

Ejercicios de relajación y respiración

Visualización activa: la cámara de video



Realiza las siguientes acciones, una a una, lentamente. 

Adopta una postura cómoda y cierra los ojos. 

Respira tres veces lenta y profundamente, concentrándote en el movimiento del abdomen y


observando cómo sube a medida que el aire entra en los pulmones. 

Mantén ese aire sin realizar ningún movimiento y, tras unos segundos, desaloja de nuevo el aire.
Repite la respiración. 

Intenta abandonar las preocupaciones o tensiones acumuladas durante el día. 

Imagina ahora que eres una cámara de video y te dispones a rodar un pequeño cortometraje de tu
cuerpo. Vas a realizar un recorrido, una exploración visual desde los pies a la cabeza, despacio,
tranquilamente, observando zona por zona de tu cuerpo a través de la cámara. Fíjate en la forma, el
tamaño y la textura de cada parte que estés filmando e intenta captar el mayor número de detalles
posibles. Percibe la longitud de cada dedo de tus pies, el espacio entre ellos, el empeine, la planta, el
talón, los tobillos y poco a poco sube: pantorrillas, rodillas, muslos. No te olvides filmar por detrás:
espalda, nuca, etc. 

Una vez que hayas finalizado esta toma general, concéntrate en la zona de mayor tensión e intenta
obtener un primer plano de ella. Aproxímate todo lo que puedas con la cámara y mira decididamente,
fijándote bien, pon mucha atención. Esa zona es la estrella de tu película, la protagonista. Trata de
entender sus nervios y pídele que se relaje, que se tranquilice. Haz que se sienta importante y querida.
Cuando percibas que ya no está tan tensa, dirige la cámara a tu rostro. Contempla la expresión que
tiene. Observa tu frente despejada, tersa, sin arrugas; los ojos tranquilamente cerrados; los labios
entreabiertos, sin tensión en la mandíbula. Observa la serenidad de tu rostro y el estado de
tranquilidad en que reposa ahora tu cuerpo. Observa ahora como entra y sale suavemente el aire por
la nariz haciendo que todas tus células se oxigenen y recarguen de energía. 

Quédate ahí, saboreando la experiencia durante unos minutos y, cuando quieras, respira
profundamente un par de veces, estírate y antes de abrir de nuevo tus ojos, busca un título para tu
película. 

Sentir el aroma de una flor y apagar una vela



A continuación, tres ejercicios para mejorar tu respiración. Antes de comenzar cualquiera de ellos, controla
la mente. Serénate. Olvida ahora tus preocupaciones. Poco a poco, irás sintiendo que los músculos se
aflojan. Ahora puedes comenzar los ejercicios.

Inspira lentamente por la nariz, como si estuvieras disfrutando el perfume de una bella flor. A
continuación, expulsa el aire por la boca como quien apaga una vela. Siente el aire recorriendo todo tu
organismo, siente cómo se relaja cada músculo de tu cuerpo a medida que vas respirando de esta
forma. 

Este ejercicio te permitirá administrar mejor tu reserva de aire para poder colocar la voz para terminar con
buen volumen cada frase.

Acuéstate en el piso bocarriba, con la columna recta, colocando un libro sobre el vientre. En esa
posición, respira por la nariz, tratando de subir el libro lo más posible. Luego, bota el aire por la boca,
poco a poco, contando mentalmente, hasta que el libro vuelva a su nivel inicial. Sigue inspirando y
espirando, subiendo y bajando el libro, aumentando la cuenta lo más que puedas. Respira así unos
minutos. Repite este ejercicio un par de veces al día. 

Te fortalecerá los músculos abdominales para controlar mejor la respiración.


De pie, inspira y espira muy lentamente. Al ritmo con que vas respirando, levanta los brazos al nivel de
los hombros. Bájalos lentamente a medida que botas el aire. Siente como si fueras volando. Cierra
los ojos, concéntrate. Vuela con la imaginación. Emplea cinco minutos en esta práctica. 

Además de ser muy relajantes, estos ejercicios nos ayudan a colocar la voz y a mejorar la voz. (Aspirar una
flor y soplar una vela, 2001, https://bit.ly/3gbjP30).
 

Encontrar el nivel apropiado de fuerza vocal

C O LO C A R LA V O Z LA I M PO S TA C I Ó N D E LA V O Z

Este es un primer trabajo indispensable para todo el que pretenda ser un buen orador: aprender a colocar la
voz, no desde el punto de vista musical, sino desde el punto de vista de la oratoria. Es decir, encontrar el nivel
apropiado de fuerza vocal y desarrollar la resonancia vocal adecuada.
 
Dentro de la jerarquía de los sonidos, hay que cultivar la nota en la cual la propia voz suena mejor y en la que
se puede permanecer el mayor tiempo con el mínimo de fatiga. La ronquera de la mayoría de los oradores
se debe a que fuerzan constantemente su voz por encima de su tesitura; en otros casos, se quedan
afónicos.
 
Para que la manera de hablar atraiga al auditorio, hay que variar en la forma de hablar, en el registro de la voz,
en el tono y en el ritmo. Y, para conseguir esto, hay que mejorar la variabilidad de la entonación y fuerza, lo
que permite expresar significados y sentimientos con más efectividad.

C O LO C A R LA V O Z LA I M PO S TA C I Ó N D E LA V O Z
Esta acción consiste en lograr que el aire salga de los pulmones de la manera más correcta, cómoda y
rentable. Normalmente, se realiza para cantar y declamar, pero también constituye un requisito
indispensable para toda oratoria; solo estando bien impostada se aprovechan al máximo las condiciones
fisiológicas del aparato de fonación y la voz va clara y nítida al auditorio. Una voz no impostada carece de
vibración, es opaca y, a poco de estar hablando, el orador sentirá molestias en la garganta y concluirá
poniéndose ronco.
 
La voz es un elemento importantísimo en la oratoria, una voz agradable ayuda a la comunicación. Sin
embargo, aunque no todos poseen este tipo de voz, es posible cultivarla, extender su registro, desarrollarla,
dulcificar asperezas, darle brillo y finalmente “construirla” a fuerza de estudio y práctica constantes. (Ander-
Egg y Aguilar, 2006, p. 116).

Video 1: Persuade con tu voz. Estrategias para sonar creíble

Persuade con tu voz. Estrategias para sonar creíble. | Em…


Fuente: Tedx Talks. (2018). Persuade con tu voz. Estrategias para sonar creíble. | Emma Rodero | TEDxMalagueta

[Video de YouTube]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=YlI-e4QJWG0

La voz tiene una poderosa influencia. En esta didáctica charla, Emma nos muestra las claves
de cómo usar nuestra voz para ser más persuasivos. Estas claves las extrae de las últimas
investigaciones hechas por ella misma. Emma lleva más de 20 años investigando y
enseñando cómo utilizar la voz para hablar en público. Es periodista y profesora titular en el
Departamento de Comunicación de la UPF, doctora en Comunicación y doctora en Psicología.
Es autora de más de 12 libros y 70 artículos científicos sobre la voz y el habla, y tiene una
dilatada experiencia trabajando en la radio. (Tedx Talks, 2018,
https://www.ted.com/tedx/events/22668).

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 5

Usos y cuidados de la voz

Uso incorrecto de la voz

Muchas veces, en situaciones habituales, el uso incorrecto de la voz puede ocasionarnos perjuicios a
nuestra salud; algunos ejemplos son: 

Hablar cuando presentamos disfonía o hacerlo en exceso cuando existe algún tipo de alergia
respiratoria.

Gritar produce un cierre brusco de las cuerdas vocales, lo cual ocasiona irritación laríngea.

Hablar excesivamente sin una adecuada técnica vocal trae como consecuencia los síntomas
vistos en la fonastenia.

Excesivo aclaramiento de la garganta y demasiada tos.

Cantar con una técnica vocal inapropiada o en malas condiciones ambientales.

Cuidados de la voz
Es importante utilizar la voz adecuadamente, ya que es una de las principales herramientas que tenemos
para comunicarnos. Algunas sugerencias para su cuidado son las siguientes: 

Tomar abundante agua antes, durante y después de usar la voz.

Utilizar un volumen moderado de la voz en todas las situaciones del día.

No hablar en sitios excesivamente ruidosos, como en fábricas o edificios en construcción.

No competir con la conversación en voz alta en fiestas, reuniones o conferencias.

No hablar en presencia de música elevada.

No gritar en situaciones como partidos de fútbol, en la escuela, con los miembros de la familia
o durante actividades de entrenamiento.

Tratar de reducir al mínimo la tos y carraspera. Sustituir estos malos hábitos por un sorbo de
agua ante la molestia.

Restringir al máximo el hábito de fumar y tomar alcohol, ya que irritan la mucosa de la laringe.

Usar la voz en períodos cortos durante el transcurso del día.

No usar ropa que presione el abdomen o el cuello, ya que deberemos forzar la respiración y
fonación.

Comer poco y lentamente para realizar una buena digestión y evitar el endurecimiento del
abdomen, que impide realizar correctamente la respiración costo-diafragmática-abdominal.

Dormir ocho horas por día.

Calefaccionar con agua humeante para humedecer el ambiente.

Evitar someterse a cambios bruscos de temperatura.


Evitar ingerir bebidas muy frías o muy calientes para no irritar la mucosa laríngea.

Prestar atención al estrés (físico y mental). La voz se relaciona con las emociones. Los
métodos fisioterápicos (masaje, baño de vapor y la gimnasia de relajación) son ayudas
corporales para equilibrar los excesos musculares.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 4 de 5

Referencias

Ander Egg, E. y Aguilar, M. (2006). Como aprender a hablar en público. Buenos Aires, AR: Lumen. 

Aspirar una flor y soplar una vela. (2001). Recuperado de https://bit.ly/3gbjP30

[Imagen sin título sobre órganos del sistema respiratorio]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/CcafXK

[Imagen sin título sobre cuerdas vocales]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/eIK5sj

[Imagen sin título sobre partes del sistema de resonancia y articulación]. (s. f.). Recuperado de
https://goo.gl/9WJtrh

Tedx Talks. (2018). Persuade con tu voz. Estrategias para sonar creíble. | Emma Rodero | TEDxMalagueta
[Video de YouTube]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=YlI-e4QJWG0

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LECCIÓN 5 de 5

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La pronunciación

Hay que aprender a articular bien; es una necesidad absoluta para el que quiere
hablar en público. La ciencia de la articulación comprende el estudio de todos los
elementos del lenguaje hablado. 

Como vimos en la lectura 1, Demóstenes colocaba en su boca piedras y pronunciaba


seguidamente arengas y discursos con el fin de entrenarse con las mayores
dificultades. 

Es la articulación, y la articulación solamente, la que da a la palabra claridad y nitidez.


La buena articulación resalta todas las cualidades de la voz. Ella es la que da al
orador la fuerza, la pasión, la energía y la vida.

La dicción

Defectos de pronunciación

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

La dicción

Mientras el término “elocución” se aplica a la palabra en general,


el vocablo “dicción” significa “el arte de decir”. Es más, se dice
que un orador tiene “una gran facilidad de elocución” y “una
excelente dicción”. La dicción está al servicio de la elocución [y
se divide en dos partes principales:]

La articulación: articular bien es pronunciar distintamente todas


las consonantes, con el fin de darles claridad y nitidez a las
palabras. Ello depende de la abertura de la boca; no hay que
abrirla excesivamente, pero tampoco mascullar entre los
dientes.

La vocalización: es el sonido que se da a las vocales. Cada


región bucal tiene preferencia por una vocal determinada que
pone en primer lugar. (Ander-Egg, 2006, p. 117).

Para una buena dicción, hay que hablar por dónde se debe hablar: la boca,
abriéndola bien y respirando correctamente. No se debe hablar con la nariz,
ni con el pecho, ni con el fondo de la garganta, ni con la punta de los labios.
Veamos el caso de Pablo:

Pablo está en el último año de su carrera, a punto de recibirse, y hace


mucho está preparando su tesis. No se pone nervioso al hablar frente al
público y muchos le dicen que tiene un gran carisma, pero le preocupa
porque sabe que su dicción no es muy buena. Desde niño siempre tuvo
problemas con la pronunciación de la R, tal él es el caso que incluso llegó a
tener faltas de ortografías poniendo una D donde iba una R. Habla
demasiado rápido y algunas palabras le cuesta mucho pronunciarlas
correctamente y, para no caer en ridículo, trata de evitarlas usando otros
sinónimos o, sencillamente, excluyéndolas del texto que tiene que hablar o
leer. Por ejemplo, cuando dice “el Ministerio de Relaciones Exteriores”. Al
hablar rápido, le cuesta decir la primera sílaba de la palabra relaciones y,
como sabe que podría trabarse, solo dice “el Ministerio de Exteriores”.

¿Cómo podrá Pablo mejorar su pronunciación?

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 3

Defectos de pronunciación

Pueden ser defectos grandes o menores: en algunos casos, por la extrema


deficiencia en la lectura o en la improvisación, los defectos menores pueden
existir involuntariamente, aún en los profesionales más trajinados. Es segura
la elocución cuando la pronunciación es clara, diáfana, completa; cuando no
se suprime, sustituye, quiebra o se atropellan letras, sílabas o palabras.

Principales defectos de pronunciación

Supresión de letras, sílabas o


palabras y tendencia a dar
Asimilación 
mucho acercamiento a las
palabras.
Tabla 1. Ejemplos 

Incorrectas Correctas

Vamosalmorzar Vamos a almorzar

Este libro es del Este libro es de él

Val cerro Va al cerro

Yo nunquintento eso Yo nunca intento eso

Fui alaHabanauna vez Fui a La Habana una vez

Cantantinternacional Cantante internacional

Dentrun rato Dentro de un rato

Cuandundolor Cuando un dolor

Fuente: elaboración propia a partir de búsqueda en Google.

Recomendación para corregir el defecto: evita omitir las s finales de cada


palabra. En caso de vocales semejantes, estas se pronuncian completas,
pero sin pausa. Ejemplo: “Puerto Ordaz”, no “Puerto-Ordaz”.
Metátesis y disimulación 

Consiste en la transposición de letras, sílabas, palabras o actos fallidos. Es el más tonto, pero el más común
y obedece a trastornos psicoverbales y a fallas de la mecánica articulada. Suele suceder por la falta de
atención en lo que estamos diciendo y exige gran serenidad por parte de quien lo comete; de lo contrario, se
desataría una racha de mentiras y engaños.

Tabla 2. Ejemplos 

Expresión dicha Expresión que se quería decir

La banda manca de leche. La banda blanda de leche.

Rinde como uno y cuesta como Rinde como dos y cuesta como
dos. uno.

El presidente se reunió con los El presidente se reunió con los


usureros. usuarios.

Fuente: elaboración propia a partir de búsqueda en Google.

La recomendación para corregir el defecto es establecer enlaces y tener la


seguridad necesaria y la suficiente agilidad mental para no titubear y poder
hallar la fórmula adecuada en caso de olvidarnos de una palabra.
Es común sustituir las
Sustitución de letras  consonantes d, p, c y s al final
o a la mitad de la palabra.

Tabla 3. Ejemplos 

Incorrecto Correcto

Calidac Calidad

Octurador Obturador

Señorajiseñores Señoras y señores

Sepcional Seccional

Ocjeto Objeto

Correpto Correcto

Fuente: elaboración propia a partir de búsqueda en Google.


Recomendación para corregir el defecto: practicar los ejercicios generales de
articulación.

Lambacismo Cambio de la letra r por la l.

Tabla 4. Ejemplos

Incorrecto Correcto

Amol Amor

Muelto Muerto

Hacel Hacer
Incorrecto Correcto

Miral Mirar

Fuente: elaboración propia a partir de búsqueda en Google.

Rotacismo  Conversión de la letra l en r.

Tabla 5. Ejemplos 

Incorrecto Correcto

Argunos Algunos

Er barco El barco

Mir Mil
Fuente: elaboración propia a partir de búsqueda en Google.

Uso exagerado de la y las en el


Laísmos  dativo como en el acusativo
del pronombre.

Ultracorrección 

Hay que evitar el refinamiento exagerado del lenguaje y evitar formas


falsamente correctas, que pueden ocurrir inconscientemente cuando se
quiere ser muy fino.

Tabla 6. Ejemplos 

Incorrecto Correcto
Incorrecto Correcto

Chacado Achacado

Vacido Vacío

Fuente: elaboración propia a partir de búsqueda en Google.

Palabras extranjeras o préstamos lingüísticos

Lo más recomendable es tacharlas y escribir su traducción fonética, debajo o


encima del texto: full  (lleno), ok (está bien), watchman o guachimán
(vigilante), software (programa).

Atropello articulativo de las letras 

D ebemos tener cuidado con las frases donde se presenten los siguientes
casos:

Cacofonía: secuencia de sonidos desagradables o de articulación


difícil. Los trabalenguas se basan en la cacofonía. Por ejemplo:
“Lala le da las lilas a la niña”.
Aliteración: figura que consiste en la repetición notoria del mismo o
de los mismos sonidos, sobre todo consonánticos, en una palabra o
frase. Por ejemplo: “El ruido con rueda la ronca tempestad”.

Paranomasia:  semejanza entre dos o más vocablos que no se


diferencian, sino por la vocal tónica en cada uno de ellos. Por
ejemplo: “En el lago estuvo el lego lugo”.

Recomendación para corregir el defecto: prestar atención en lo que se lee o


se dice.  

Norma general: pronuncia todas las letras de cada sílaba y todas las sílabas
de cada palabra correctamente. Es peligroso omitir letras: destruye todo,
hasta los esfuerzos que se hicieron para perfeccionar la elocución.

Sonidos vocálicos y sonidos consonánticos

La distinción entre vocales y consonantes se basa en criterios fonéticos


(articulatorios y acústicos) y en criterios funcionales.

Criterios fonéticos 

Al emitir los sonidos vocálicos, el aire no encuentra obstáculos en


su salida. En los sonidos consonánticos, existe cierre o
estrechamiento de los órganos articulatorios.

En los sonidos vocálicos, la lengua no llega a tocar ningún punto de


la boca, la mandíbula inferior desciende y la cavidad bucal presenta
una mayor apertura. Los sonidos consonánticos son más cerrados
que los vocálicos.

Mientras todas las vocales son sonoras, existen consonantes


sonoras y consonantes sordas. Comparando las consonantes
sonoras y las vocales, se ha observado que en las vocales hay una
mayor tensión y frecuencia vibratoria de las cuerdas vocales que
en las consonantes. Esto provoca que las vocales sean más
perceptibles.

El aire de la fonación sale por la cavidad bucal (sonidos orales) o por la


cavidad nasal (sonidos nasales). En las vocales nasalizadas, el aire sale por
la cavidad nasal y la bucal (sonidos oronasales).

Criterios funcionales

Las vocales pueden formar sílabas; las consonantes, no. Puede


haber sílabas con solo vocales, pero no existen sílabas solo con
consonantes: “ai-re”, “o-jo”, “buey”.

Las vocales pueden formar palabras; las consonantes, no: e, o, u, y,


¡ay!, ha, he, ¡eh!, ¡oh!, hoy... (tengamos presente que la grafía h no
representa ningún sonido).

El núcleo silábico es siempre una vocal.

El acento, tanto el prosódico como el ortográfico, recae siempre


sobre vocales, nunca sobre consonantes.

Criterios para clasificar los sonidos

Aunque existen diversos factores que podrían incluirse en la clasificación de


los sonidos, tendremos en cuenta, ante todo, los siguientes criterios:

Modo de articulación. Es la posición que adoptan los órganos articulatorios, es decir, si existe
una mayor o menor apertura de estos a la salida del aire.

Lugar o punto de articulación. Es el lugar de la cavidad bucal en el


que actúan los órganos articulatorios para producir el sonido.

Acción de las cuerdas vocales. Si las cuerdas vocales oscilan,


vibran, se producen sonidos sonoros; si no vibran, se desarrollan los
sonidos sordos.

Intervención de la cavidad nasal. Si el conducto nasal está cerrado,


porque el velo del paladar se ha retraído, el aire sale por la cavidad
bucal y se producen los sonidos orales; si, por el contrario, el
conducto nasal está abierto, se producen los sonidos nasales.
Los fonemas vocálicos

En castellano existen cinco fonemas vocálicos: /a/, /e/, /i/, /o/ y /u/.

Figura 1. Aparato fonador

Fuente: [Imagen sin título sobre fonemas vocálicos], s. f., https://goo.gl/pz0nxY

Articulación
El lenguaje articulado nos proporciona la facultad de expresar y comunicar a
los demás nuestros pensamientos e ideas por intermedio de la palabra. Los
órganos de la articulación se dividen en activos y pasivos.

Figura 2. Articulación

Fuente: elaboración propia.

Es imprescindible aprender a articular bien. Por lo tanto, para que cada palabra tenga claridad y nitidez, es
necesario practicar ejercicios específicos de los órganos activos de la articulación. Estos ejercicios
desarrollan la musculatura de los labios, lengua, velo del paladar y maxilar inferior, y les da soltura,
comodidad y facilidad. Gracias a esos ejercicios practicados con método, la articulación se vuelve clara,
firme y precisa.

Ejercicios
De labios

Abrir y cerrar la boca.

Pronunciar: “u-i” en forma exagerada.

Fruncir los labios y moverlos de un lado al otro.

Pronunciar: 

                        a-o-u-o-a
                        a-e-i-e-a
                        ua—ee—oo
                        a—o—e—o

Masticar con exageración.

Vibración de los labios imitando un camión.

De lengua

Sacarla y entrarla.

Tratar de tocar la nariz con la punta.

Tratar de tocar el mentón con la punta. 

Moverla por fuera y dentro de la boca de un lado al otro. 

Hacerla girar por fuera y dentro de la boca como las agujas del reloj y
luego en sentido contrario. 
Hacer el cucurucho con la lengua.

Hacer una cuchara con la lengua.

Vibración de la lengua dentro y fuera de la boca.

Del velo del paladar


Bostezar

Carraspear

Toser

Simular gargarismos

Pronunciar: ding – dong

Labiolectura

Hacerse entender solo por el movimiento de los labios.

Destrabalenguas

D ecir
correctamente, primero lento y luego con más velocidad, distintos
trabalenguas. 
Ejemplos: 
Erre con erre cigarro; erre con erre barril; rápido ruedan los carros cargados de
azúcar del ferrocarril.
 
Si Sansón no sazona su salsa con sal, le sale sosa; le sale sosa su salsa a
Sansón si la sazona sin sal.
 
Buscaba en el bosque Francisco a un vasco bizco tan brusco, que al verlo le
dijo un chusco: “¡Qué vasco bizco tan brusco!”.
 
¿Cuánta madera roería un roedor si los roedores royeran madera?
 
El cielo está enladrillado, quién lo desenladrillará. El desenladrillador que lo
desenladrille, buen desenladrillador será.

Del maxilar inferior


Abrir la boca lentamente y cerrar rápidamente.

Abrir la boca rápidamente y cerrar lentamente.

Mover el maxilar de un lado a otro.

Mover el maxilar de adentro hacia afuera.

Dejarlo que cuelgue con flojedad.

Muletillas
Las muletillas son los sonidos o palabras que surgen, en una presentación
oral, cuando estamos pensando y expresan duda. Entre las más frecuentes
encontramos: eh, este, digamos, o sea, así que, y, nada, no, no sé, bueno,
entre otras. Estas palabras son muletillas cuando se utilizan a repetición y su
uso no tiene que ver con el sentido de la oración. Se utilizan sin ningún
significado. Estas reiteraciones provocan en el receptor una interferencia no
deseada y el uso excesivo de estas produce un rechazo al discurso. Es por
ello por lo que deben ser eliminadas del vocabulario del orador. Además,
existe otra forma de vocalización incorrecta que es estirar la última letra de
una palabra, por ejemplo: queeeeeee. Esto también causa una interferencia y
expresa duda.

Un ejercicio conveniente para eliminar las muletillas es grabarse de tres a


cinco minutos diciendo un discurso que no haya practicado y tampoco sea
leído. Puede ser una historia, un cuento, una anécdota u otros. Luego, debe
escucharse y tratar de detectar qué muletillas tuvo. También puede pedirle a
alguien que lo escuche y cuente las muletillas que dijo. El primer paso para
eliminarlas es saber que uno las tiene. Luego, a lo largo de la práctica, deberá
hacer conciencia sobre cuándo las usa y de esta manera ir evitándolas. Cabe
destacar que cuando uno más seguro se encuentra respecto a lo que va a
decir, menos muletillas aparecen.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 3

Referencias

Ander Egg, E. y Aguilar, M. (2006). Como aprender a hablar en público. Buenos Aires, AR: Lumen. Recursos
fonéticos. 

[Imagen sin título sobre fonemas vocálicos]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/pz0nxY

C O NT I NU A R
Los componentes del discurso oral

Un discurso, conferencia, clase, etc., ha sido preparado para comunicarse y darse a


conocer a un público. La cuestión que se plantea es: ¿cómo comunicarlo al público?
Y cuando decimos “comunicarlo” no solo hacemos referencia al hecho de “decirlo”,
sino también de llegar al público. Para ello, no basta con saber bien el tema que se
va a desarrollar. En lo posible hay que sintonizar con el auditorio. De lo que se trata
es de hacerse oír, de que la gente escuche con interés y, si es posible, lo haga con
agrado. Y que este oír y escuchar sirva para que la gente comprenda el mensaje y lo
reciba. 

Los componentes del discurso oral

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Referencias

Revisión del módulo


LECCIÓN 1 de 4

Los componentes del discurso oral

Uno de los mayores desafíos que afronta un conferenciante es el de


mantener la atención del auditorio durante todo el tiempo que dura el
discurso. Es bien sabido que casi todas las conferencias se convocan
después de una jornada de trabajo. Esta circunstancia supone un doble reto
para el conferenciante:

Por una parte, debe despertar el interés de los asistentes con el


tema de la conferencia.

Por otro lado, debe mantener la atención durante todo el tiempo


que dura la conferencia; esto se logra con la combinación que se
hace del estilo hablado, los ingredientes del estilo y la
gesticulación.

Sobre este tema se puso a pensar Diego, ya que durante el día trabaja en una
empresa, un trabajo de oficina durante nueve horas, y a la noche dicta clases
en la universidad. La docencia es una actividad que lo apasiona, pero se da
cuenta de que le resulta complicado mantener la atención de sus alumnos, ya
que la mayoría asiste a clases luego de trabajar, en horario nocturno, por lo
cual están cansados. Siente que por momentos es bastante monótono y un
poco aburrido, pero no sabe cómo manejarlo y mejorarlo. 

Esto es una problemática que afecta a muchos que tienen que hablar frente
al público, ya que una presentación debe hacerse de tal manera que se
consiga, en mayor o menor medida, que la gente quite de su mente las ideas
parásitas (preocupaciones, problemas, sufrimientos, inquietudes, etc.) que le
dificulten concentrarse en lo que se está tratando en la conferencia.

También ayuda a mantener la atención personalizar el discurso. Esto supone


sintonizar con el auditorio, conectando lo que se dice con los intereses,
problemas y necesidades de la gente que participa en la conferencia.

El discurso oral tiene una serie de componentes que lo hacen más o menos
interesante, más o menos claro. Piensa en algún discurso que te haya
emocionado: además del contenido, ¿qué cosas te llegaron? Ahora piensa en
un discurso muy aburrido, que te haya provocado sueño y ganas de irte. En
cada uno hay características diferentes en cuanto a velocidad, ritmo,
volumen y proyección, intención y énfasis. 

 A continuación, se describirán los componentes del discurso.

Velocidad y articulación
A la hora de expresarse oralmente, cada persona tiene una velocidad para
hablar, la cual depende de la personalidad, del lugar de procedencia o de la
edad, entre otros. A su vez, cada individuo tiene una determinada
articulación, correcta o incorrecta. 

En el caso de los adolescentes, hay una tendencia a hablar muy rápido y con
deficiencias en la articulación; un ejemplo es que suelen unir las sílabas, lo
que provoca que entre las palabras no haya un silencio natural y que dos
parezcan una. Así, en vez de decir “¿Cómo andas?”, dicen “¿Moanda?”. En
algunos casos, también debido a la rápida velocidad y a la mala articulación,
no abren la boca lo suficiente, por lo que producen una pérdida de claridad;
un ejemplo es cuando no pronuncian la última letra de la palabra, que puede
ser una s, una r o una vocal. 

La velocidad con la que se enuncia el discurso también tiene que ver con los
estados de ánimo, ya que no vamos a tener la misma velocidad para hablar
cuando estamos aburridos que cuando estamos ansiosos por contarle a
alguien algo importante que nos pasó.

Ritmos y silencios

Pensemos en el discurso como en una melodía: para que sea interesante,


debe poseer distintos acordes, silencios y velocidades; si una melodía es
monótona, aburre. Sucede lo mismo con el discurso: si el orador habla
siempre con el mismo ritmo y no deja silencios o deja muchos silencios o no
marca transiciones cuando pasa de un momento a otro, el discurso se vuelve
monótono y aburrido. 

El interés que el discurso suscite tiene que ver con el contenido en sí, con la
elección del tema adecuado al público, con la velocidad, la entonación y,
sobre todo, con los ritmos y silencios que el orador utilice.

Volumen

Las personas tienen un determinado volumen de acuerdo con ciertas


características físicas o con la situación, según sea intimidante o no. Por
ejemplo, algunas personas en sus casas o con sus amigos hablan mucho, de
un modo muy desinhibido y en un volumen altísimo, y, ante situaciones que
son incómodas, bajan notablemente el volumen de la voz, aspecto
fundamental para ser escuchadas y entendidas por el auditorio.

El estilo

En una comunicación entre un individuo y grandes grupos, los recursos


expresivos (no verbales o extralingüísticos) son aquellos que imprimen vida y
colorido emocional a lo que se dice. 
No basta con tener buenas ideas y haber preparado bien el tema. Si el orador
no utiliza recursos expresivos, llega un momento de la conferencia en el que
el público se desconecta o se descuelga. Si esto ocurre, casi todo lo que se
dice no sirve para nada, a no ser para hacer sufrir a un grupo de personas,
destinadas a aguantar a un conferenciante. 

Ander-Egg, en su libro Cómo aprender a hablar en público, distingue, dentro


de los recursos expresivos, al estilo. Acerca del estilo o, mejor, de las
cualidades del estilo oral, el autor dice que hay que recordar una verdad
inicial, a menudo olvidada: existe un lenguaje hablado diferente del lenguaje
escrito. No se habla como se escribe; la palabra hablada está, por naturaleza,
sujeta a condiciones distintas que aquellas a las que está sujeta la palabra
escrita. Lo que es bueno para una puede ser pésimo para la otra. 

Mientras el lenguaje escrito se dirige a los ojos, el lenguaje hablado lo hace a


los oídos. Ander-Egg cita a Folliet, quien nos lo advierte: “El género literario de
la elocuencia posee sus leyes propias, como la poesía lírica o el teatro
cómico. No cometamos el error de confundir los géneros” (Folliet, como se
cita en Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 94).

La lengua hablada tiene sus propias leyes, que no son las mismas que las de
la lengua escrita. El lenguaje oral permite y, más aún, necesita repeticiones,
suspensos, interrogaciones, exclamaciones y toda una serie de
procedimientos que son bastante desaconsejables en la composición
escrita. Ander-Egg afirma que, si hablamos del estilo, hemos de recordar que
este no es algo accesorio; en el fondo, es una expresión de uno mismo. Sería
enfermizo o ridículo estar totalmente pendiente de las triquiñuelas de la
oratoria para lograr un estilo. Ander-Egg cita a Georgin, que afirma: “El estilo,
en definitiva, es la mejor manera personal de expresarse” (Georgin, como se
cita en Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 96). 

Esa “manera personal” para expresar lo que queremos comunicar podría


compararse con el sistema de huellas digitales: cada persona tiene las
propias. Consecuentemente, cada persona debe hablar conforme a su estilo
personal. 

Lo que interesa analizar aquí no es el estilo en el sentido amplio del término,


sino el estilo del lenguaje hablado (o estilo oratorio, si se quiere) que mejor
sirve para comunicarse con grandes grupos. 

Hemos de comenzar por una afirmación negativa de lo que no debe ser el


lenguaje oratorio. Ander-Egg afirma que, para un auditorio moderno, o sea,
con la sensibilidad actual, sean treinta alumnos en un aula o miles de obreros
en un acto sindical, las formas o modos retóricos o el floreo verbal, que antes
parecía indispensable, ahora no suele ser tolerado. La gente no quiere que el
orador haga rodeos vanos, sino que prefiere un modo de hablar en el que se
alivie todo lastre inútil. 

Para ello, el lenguaje ha de ser preciso, concreto, de tono natural, con calor y
vida. Ander-Egg se apoya en Folliet para hacer algunas consideraciones
acerca del estilo que más conviene a los discursos o conferencias. El estilo
debe poseer las siguientes características:
Claro

Fuerte

Variado

Ritmado

Adaptado

Directo

A continuación, se tomará de Ander-Egg la explicación de las características


del estilo.

Un estilo claro

Un discurso claro tiene más posibilidades de comunicar un mensaje y de


enseñar, persuadir o convencer que un discurso poco comprendido a causa
de su falta de claridad. Esto es absolutamente necesario para que el
mensaje llegue al receptor y pueda ser entendido e interpretado sin gran
esfuerzo. Por ello, todo orador debe esmerarse y trabajar duro en beneficio
de la claridad. 
Por otra parte, si aspiramos a establecer una buena comunicación y ser
comprendidos, no basta con utilizar una lengua conocida: es preciso usar el
lenguaje que es mejor conocido y comprendido por quienes escuchan. “Este
requisito (ser claro) se apoya en el más elemental sentido común: hablamos
para comunicarnos con los otros y esta comunicación se dificulta si no nos
expresamos con claridad” (Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 71). 

Quien no se expresa con claridad no lo hace porque sus ideas no están


claras; la claridad de expresión equivale a claridad de pensamiento, pues no
es posible expresar claramente lo que se entiende en forma confusa. Para
lograr que el estilo sea claro, es necesario cumplir ciertos requisitos:

Ante todo, y como primera cualidad, tenemos que vocalizar para


expresarnos con nitidez.

También es necesario hablar con simplicidad, rehuyendo de todo lo


rebuscado. Las palabras poco usuales o que conducen a una
interpretación equívoca o ambigua son un obstáculo para la
comunicación (…).

Hay que hacer resaltar la articulación del pensamiento, pero sin


abusar de los “primero”, “segundo”, “tercero”, etcétera.

Las transiciones deben ser vigorosas, de modo que el auditorio


sepa cuándo se pasa de un tema a otro. Para ello, el
conferenciante hará referencia a la parte del discurso en que se
encuentra o la que va a comenzar a considerar.
Utilizar ejemplos y casos concretos; esto ilustra y convence. Pero,
si se hace referencia a un hecho histórico, a un personaje o país
poco conocido, conviene hacer algunas precisiones, sin perderse
en detalles. No hay que proceder como si la gente conociese al
personaje o al país.

Admitiendo que la repetición es inherente al arte oratorio, como a


las técnicas pedagógicas, no se ha de vacilar en reiterar un mismo
razonamiento, siempre que se haga bajo formas diferentes; la
repetición pura y simple puede engendrar aburrimiento y fastidiar a
la gente. Se ha dicho y con razón, que ser un buen conferenciante y
un buen profesor implica ser un buen parafraseador (explica,
comenta, interpreta), que ilumina una realidad o problema desde
diversos ángulos. La repetición, ya sea como finalidad pedagógica
o como efecto estilístico, sirve para aclarar, resaltar o profundizar
en determinadas ideas.

Para una mayor claridad en la exposición o presentación del


tema, aunque esto no hace al estilo oratorio, conviene recurrir a
las ayudas visuales.

Por último, dos advertencias acerca de la claridad en el estilo: no


hay que confundir la claridad con el habla vulgar, insípida y
elemental. Una cosa es decir pensamientos profundos con
sencillez y otra muy distinta es decir necedades de forma
también sencilla. La otra cuestión es que la claridad, dice Coll-
Vinent, es compatible, por ejemplo, con la monotonía y la aridez,
incluso con el aburrimiento. Se puede expresar con claridad una
serie de ideas y no obtener, en cambio, ni siquiera una atención
mínima. Además de la claridad, es indispensable que el estilo
reúna otras cualidades. (Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 98).

Un estilo fuerte 

Si un discurso reúne la cualidad de la claridad, pero carece de vigor, el


auditorio, casi inevitablemente, tenderá hacia la somnolencia colectiva o a la
dispersión en pequeños grupos. Cuando se habla en público, se ha de partir
del supuesto de que los oyentes, en su gran mayoría, siguen la conferencia
con cierta propensión a la distracción. El conferenciante u orador ha de tener
en cuenta todo esto, procurando captar con fuerza y energía la atención de
los oyentes. 

  No hay que confundir hablar con fuerza con hablar alto. La energía y la
vivacidad se imponen no tanto por el volumen de la voz, sino por el estilo y el
dinamismo, expresados por la totalidad de la persona que habla. Y esto va
desde la inflexión de la voz hasta los gestos que utiliza. 

¿En qué consisten la fuerza y la vitalidad del estilo? Simplemente, en


transmitir vida. La vitalidad, la vivacidad, el calor, la energía y el entusiasmo
son virtudes fundamentales de la oratoria. Hay que hablar con vida y con
bríos, irradiar vitalidad y animación. Si en este punto hubiera que dar un
consejo, podría resumirse en lo siguiente: sé entusiasta y muéstralo.

Cuando no se pone entusiasmo, el discurso se hace pálido, mortecino, sin


dinamismo, frío, sin pasión ni sentimiento; es más difícil llegar al público. Por
el contrario, animación y buen humor siempre logran resultados más
positivos que presentarse con cara austera, fría, desagradable y hastiada. 

El “tono existencial” de un discurso transmite una energía que se hace


tangible; por eso, el buen orador no se limita a exhibir un pensamiento, sino
su existencia.  

Lo sustancial de la fuerza y vitalidad del estilo está en lo que acabamos de


señalar, en el tono existencial; pero, además, para que el estilo sea fuerte y
vigoroso, pueden ser útiles las siguientes recomendaciones: 

Ante todo, evitar el lenguaje aséptico, incoloro, lánguido, neutro y


mojigato; hablar de esa manera, “despegado” de lo que se está
diciendo, oculta y apaga la potencia energética del ser humano en
su expresión oral.

Escoger palabras dotadas de fuerza, que despierten interés o que


muevan a la acción; evitar, por el contrario, el uso y, sobre todo, el
abuso de términos demasiado intelectuales o abstractos.

No usar frases largas; se pierde fuerza. Solo como excepción usar


frases de más de 25 palabras.
La estructura sintáctica debe ser sencilla.

En algunas ocasiones, conviene empezar una serie de frases con la


misma palabra o expresión o bien repetir un sustantivo cada vez
con un adjetivo diferente.

Expresarse en términos pictóricos, porque a la impresión auditiva


se añade una impresión visual. Retratar y visualizar ideas es útil,
pero no hay que abusar de las comparaciones y las imágenes,
puesto que se malogran unas a otras por su proximidad.

Todo lo anterior abarca aspectos del estilo que ayudan a dar fuerza, pero lo
esencial de un discurso se centra en el modo de decir quizás más que en el
contenido. Hemos de tener en cuenta, también, que los discursos
especulativos y las divagaciones sutiles no sirven para dar fuerza a un
discurso; todo lo contrario. Lo que de verdad da fuerza al estilo son los
oradores existenciales, que contienen vida, que transmiten vida, que
infunden vida. (Ander-Egg y Aguilar, 2006, pp. 97-99).

Un estilo variado 

A la claridad y vigor del estilo tenemos que unir la vivacidad. Esto se logra por
la variación. Hacerse entender y llamar la atención del auditorio no basta. A
la atención hay que retenerla, cuidarla y recrearla. Para ello, lo que hay que
evitar a toda costa es la monotonía, y esto se logra alternando el ritmo,
cambiando el registro de la voz y, sobre todo, usando un tono que dé colorido
al discurso. 

  He aquí algunas sugerencias que pueden ayudar a la variación del estilo


oratorio:

Variar la intensidad y entonación de la voz, haciendo inflexiones de


acuerdo con lo que estamos diciendo: hablar pausado cuando
hacemos una reflexión; fuerte, cuando se dice algo con
vehemencia; bajar el tono de voz cuando queremos expresar
sentimientos tranquilos o decir algo confidencial; imprimir
velocidad cuando queremos impulsar, animar y exhortar.

Liberarse de las manías, de los vicios de dicción, intercalando con


demasiada frecuencia expresiones que son coletillas, como “este”,
“se entiende”, “entonces”, “me explico”, “yo diría”, “en suma”,
“bueno”, “¿verdad?”, “¿no?”, “pues” y otras de parecida índole.

Lo que hay que evitar a toda costa es la monotonía y esto se logra alternando
el ritmo, cambiando el registro de la voz y, sobre todo, usando un tono que dé
colorido al discurso. 

Las muletillas, que nada significan, atentan contra la armonía del lenguaje y
el oído del auditorio, además de evidenciar nuestra falta de fluidez en el
manejo de la lengua. 
Al respecto, se sugiere:

No utilizar palabras suplentes o “tapagujeros”. Hay que designar


con precisión aquello a lo que nos referimos. Existe una tendencia
generalizada a utilizar palabras suplentes; una de las más
empleadas es cosa. Tenemos que esforzarnos para encontrar las
palabras precisas; de lo contrario, ponemos de manifiesto nuestra
pobreza de expresión.

Es útil relatar algunas anécdotas o historias (esto ameniza la


comunicación) y ayuda más todavía evocar hechos conocidos por
el auditorio. Las anécdotas y las historias que se cuentan para
ilustrar la conferencia deben ser apropiadas a ella y servir para
ilustrar algún punto.

Hay que saber bromear con la mayor naturalidad posible, pero sin
ser groseros y vulgares. Como dice Coll-Vinent, los chistes son una
variedad más jocosa y ligera que la anécdota, ayudan más que ella
a distender psicológicamente al que escucha y, contados con
oportunidad, amenizan en gran manera cualquier tipo de
comunicación sin afectar su seriedad.

Un estilo ritmado

Variación y ritmo del estilo son dos recursos expresivos


estrechamente ligados entre sí. Ambos son medios eficaces
para evitar la monotonía, que es el peor enemigo de la oratoria. 
¿Cómo dar ritmo o cadencia a un discurso? Toda palabra toma
su ritmo o cadencia tanto de la inflexión o modulación de la voz
como del acento y la velocidad. Esto es lo que da movimiento a
la frase, lo que a su vez el cambio de tono y ritmo. (Ander-Egg y
Aguilar, 2006, p. 101).

Ahora bien, para dar un ritmo al contenido del discurso o conferencia, es


necesario lo siguiente:

Saber respirar para no cortar el ritmo de las palabras y de las ideas.


Para ello, debe procurarse la concordancia entre la respiración y la
palabra.

No hablar con frases demasiado breves o con ritmo entrecortado:


produciría un efecto cómico o ridículo.

Tampoco debemos hablar con frases demasiado largas: las


parrafadas muy extensas hacen difícil captar el meollo de la
cuestión y vuelven pesado el discurso. 

Cuidar la puntuación mediante pausas adecuadas, pero sin


producir un ritmo que se vuelva estereotipado por ser esclavo de la
frase o el texto. Si es posible, debemos respetar los matices de las
comas y de los dos puntos.
Evitar las pausas vocalizadas, que son muletillas que se expresan
en una letra: “Eeee”, “Mmmmmm”, y que suelen utilizarse como
transiciones entre frases.

Hay que desechar las frases en las que los incisos y proposiciones
subordinadas se encadenan unas con otras; ello produce
dificultades de comprensión y monotonía. (Ander-Egg y Aguilar,
2006, p. 100-101).

Un estilo adaptado 

Cuando hablamos de adaptación del estilo, hacemos referencia a dos


cuestiones: la adaptación al tema y la adaptación al auditorio.

Adaptación al tema 

Como recuerda Folliet, “cada género tiene su ley”, y el orador la debe respetar
bajo pena de incurrir en uno de los peores castigos que pueden afligirlo: el
ridículo. Es obvio que el estilo será diferente si se trata de una oración
fúnebre o de un brindis; si se habla de un héroe muerto o de un vencedor
deportivo. Y, dentro del desarrollo del tema, hay que ir adaptándose a lo que
se va diciendo.

Adaptación al auditorio 
No se le habla a un conjunto impersonal, anónimo, sino a un conjunto
concreto de personas. No hay que perder el tiempo deplorando la falta de
formación e información de un auditorio. Hay que tomarlo como es, hacerse
comprender y llevarlo más adelante. De ahí la necesidad de preparar cada
charla o discurso en función del público concreto al que habrá de dirigirse y
las situaciones concretas que habrá que confrontar. 

 El discurso o conferencia también se adaptará al número de personas que lo


van a escuchar: 

En una charla íntima, el estilo debe ser simple, familiar, sin afección
y sin adornos. Se acerca a lo que es el lenguaje coloquial, tiene una
cierta semejanza a una charla amena, solo que no hay respuesta
(como en una conversación), aunque en algunos casos la misma
índole de la exposición y su modalidad permitan la participación del
auditorio.

En una conferencia, ante un público de entre cincuenta y


doscientas personas, el estilo permanecerá simple, pero se hará
más sostenido, más preciso y riguroso.

En un discurso, el estilo es más solemne, pero sin llegar a ser


ampuloso; ya lo dijimos: “lo barroco” es todo lo contrario del estilo
moderno.
Cuando se habla ante un auditorio de campesinos, por ejemplo, se ha de
tener en cuenta que la gente del campo es la que más se resiste a los
razonamientos abstractos; tienen un gran sentido de lo concreto. Hay que
plantear las cosas desde lo que ellos conocen: sus campos, sus viñedos, sus
animales; si se hacen comparaciones, habrá que extraerlas de la vida rural.

Un estilo directo

En determinados momentos del discurso, el estilo debe hacerse


directo, como si se hablase de persona a persona, aun cuando
se trate de un público amplio. 

Para lograr un estilo con estas características, mencionamos


algunas sugerencias que pueden ser útiles: 

Hacer un llamamiento personal acerca de una experiencia


común (que se ha vivido, se está viviendo o se piensa vivir).

En determinados momentos, dirigirse al público interrogándolo,


haciendo alguna pregunta y contestando como se presume o
supone que la gente respondería. 

Prever objeciones, exponerlas y refutarlas por adelantado. La


forma clásica de hacerlo, es decir: “Ustedes pensarán que” o
“Ustedes me dirán que...”; se dice la presunta objeción y se
responde a ella. 

Interpelar a algunas personas del público: “Aquellos de entre


ustedes que han sufrido la persecución política” o “Aquellos de
entre ustedes que han conocido la miseria o el desempleo”;
estas interpelaciones aluden a las personas que escuchan y
ayudan a que estas se sientan involucradas con lo que se está
tratando. 

Apelar a los buenos sentimientos de la gente, a su generosidad,


a su solidaridad, pero evitando con sumo cuidado valerse de
ellos para intereses personales. 

Insistir en la responsabilidad del público, hacer con el análisis de


situaciones, autocrítica, reflexionar juntos sobre determinados
problemas, buscar soluciones conjuntamente. En este caso,
nunca hablar de ustedes sino de nosotros. 

Cuando más directo sea el estilo, más dará la impresión de ser


una persona que le habla humana y fraternalmente a otras y
mejor ocasión tendrá que las palabras sean eficaces. 

Características de la oratoria moderna; el lenguaje dinámico: 

Frases cortas

Vocabulario sencillo

Sentido de lo práctico

Reflexión personal. (Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 103-104).

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 4

Video conceptual

La voz y su conexión con el discurso

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 4

Referencias

Ander-Egg, E. y Aguilar, M. (2006). Como aprender a hablar en público. Buenos Aires, AR: Lumen.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 4 de 4

Revisión del módulo

Hasta acá aprendimos

Introducción a la oratoria

La oratoria nació en Sicilia en el siglo V a.c, y tuvo grandes oradores en la
antigüedad, como Demóstenes y Marco Tulio Cicerón. Desde entonces el
poder de la palabra ha tenido un rol fundamental para la comunicación como
la escucha efectiva.

La producción de la voz

La voz se produce por la vibración de las cuerdas vocales, e intervienen varios
sistemas. Es importante conocer y ejercitar la correcta respiración costo-
diafragmática, y los cuidados de la voz para un buen y adecuado uso de la
misma.

La pronunciación

Cuando hablamos frente al público es fundamental tener claridad y nitidez en
las palabras, para ello debemos tener una buena dicción y evitar las
muletillas. La articulación se mejora mediante ejercicios de boca, lengua, y
labios.

Los componentes del discurso oral



El discurso oral tiene una serie de componentes que lo hacen más o menos
interesante, más o menos claro. En cada uno hay características diferentes
en cuanto a velocidad, ritmo, volumen y proyección, intención y énfasis.

C O NT I NU A R
Comunicación no verbal

Introducción

Comunicación no verbal

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

Introducción

Una buena práctica antes de hablar frente a un público es realizar una


cuidadosa inspección del espacio y resolver cuál es el mejor lugar para
pararse. La luz debe darnos sobre la cara, el público quiere ver bien al orador
y si es posible de cuerpo entero. Las alteraciones que se producen en
nuestro rostro cuando hablamos son una parte muy importante del proceso
de expresión. Sin lugar a dudas, la parte visible de un mensaje es, por lo
menos, tan importante como la audible. La comunicación no verbal es más
que un simple sistema de señales emocionales y no puede separarse de la
comunicación verbal. Ambas tienen una vinculación estrecha. La vista y el
oído están integrados en el mensaje que quiere transmitirse, y quien lo
recibe, consciente o inconscientemente, integra las sensaciones y las
interpreta mediante lo que se ha dado en llamar un "sexto sentido".

Figura 1. Comunicación no verbal 


Fuente: [imagen sin título sobre comunicación no verbal], 2017, https://bit.ly/386Q822

Si retomamos la situación problemática de la lectura n.° 1 del módulo


anterior, recordaremos que María y Paula se presentaron a una entrevista de
trabajo sobre la búsqueda de secretaria para un estudio jurídico muy
importante de la ciudad. 

Como sabemos, Paula fue beneficiada y consiguió el ansiado puesto. Una


particularidad que tuvo María es que pestañeaba constantemente, daba
vueltas a su anillo y se tocaba seguido el pelo. Seguramente estos pequeños
gestos pudieron influir en la decisión de la persona que las entrevisto, ya que
tu cuerpo no puede dejar de comunicarse.
Introducción a la comunicación no verbal

Los gestos, las posturas, las miradas, los tonos de voz y otros
signos y señales no-verbales constituyen un lenguaje
complementario al de las palabras, con el que nos comunicamos
en forma constante. El conjunto de estos elementos –y también
la disciplina que los estudia– reciben el nombre de
comunicación no-verbal (CNV).  

En cualquier encuentro y conversación la CNV expresa el


complejo mundo afectivo compuesto por emociones,
sentimientos y estados de ánimo. Refleja cómo se sienten las
personas y también manifiesta la marcha de los procesos
cognitivos relacionados con la atención, la memoria y la
imaginación. A través de los actos no-verbales se evidencian las
valoraciones positivas o negativas que experimentamos hacia
otras personas. Por otro lado, la CNV exterioriza las intenciones,
como la sinceridad y el engaño; así como el estado biofísico, es
decir, el cansancio o la vitalidad, la salud o la enfermedad.  

Las investigaciones han demostrado que la CNV tiene más


influencia que las palabras en las reacciones que nos
provocamos mutuamente. Sin embargo, le prestamos poca o
ninguna atención, pues la CNV está relacionada con procesos
inconscientes. Por esta razón, tiene un alto poder retórico sobre
las mentes individuales, tanto como sobre la mente colectiva.  

La CNV ocupa un lugar central en todos los tipos de interacción


cara a cara, mientras que la ejecución precisa de movimientos,
ademanes y emblemas específicos es fundamental para la
adecuada representación de los rituales de la religión, la política
y la comunicación masiva. Las personas adoptan diferentes
estilos de CNV, compuestos por patrones habituales de
comportamiento gestual y postural, debido a su identidad
colectiva y carácter individual. Los estilos de CNV implican
pautas culturales que establecen los códigos protocolares de las
relaciones interpersonales en las actividades sociales y
laborales de la vida cotidiana. Por ejemplo, en la CNV se hallan
codificadas las normas sociales que regulan las relaciones
jerárquicas y las del trabajo en equipo. La habilidad en el manejo
de la CNV constituye el fundamento tácito de la empatía y el
comportamiento asertivo, el carisma, la persuasión y el
liderazgo.  

El estudio de la CNV es una ciencia que aporta nuevas ideas


acerca de la comunicación humana. Tiene antecedentes en la
obra de Charles Darwin, quien con su libro de 1872 La expresión
de las emociones en el hombre y los animales inauguró la
preocupación científica acerca del lenguaje del cuerpo. Desde
mediados del siglo XX este campo comenzó a ser explorado
sistemáticamente. A partir de entonces, las investigaciones
empezaron a multiplicarse y a revelar dimensiones de la cultura
y la comunicación que hasta entonces habían permanecido
ignoradas. (Rulikci y Cherny, 2007, pp.13-14)

Figura 2. La comunicación y los gestos

Fuente: Agencia Sinc, 2020, https://bit.ly/3f87vl2.


¿Son aleatorios la mayoría de nuestros gestos y movimientos
corporales, o poseen significados específicos que pueden ser
decodificados? ¿Existen gestos universales, comunes a todo el
género humano? ¿La CNV tiene influencias específicas sobre los
resultados de una conversación? ¿Qué implicancias tienen los
diferentes estilos de CNV en la comunicación intercultural,
incluyendo la diplomacia y los negocios internacionales? ¿Hay
gestos que delaten la mentira? ¿Es posible utilizar los
descubrimientos realizados en esta esfera para mejorar la
educación de los niños? 

Estas y otras preguntas llevaron a los científicos a producir


notables avances en la comprensión de las relaciones humanas,
la resolución de conflictos y el desarrollo de novedosas
aplicaciones para sus descubrimientos. El adelanto más
reciente atañe al área de la realidad virtual, la animación
computarizada y la robótica, dado que la interacción con
agentes humanos intangibles, robots y personajes animados,
resulta más creíble cuando representan fielmente los patrones
de la CNV, sobre todo aquellos que expresan las emociones.
Este campo académico, que atrae un número creciente de
investigadores y estudiantes, tiene la particularidad de despertar
la curiosidad y la atención del público en general, y desde el
inicio de su divulgación, en la década de 1970, la CNV ha
alcanzado una amplia difusión en los países desarrollados,
sobre todo en los Estados Unidos. Curiosamente, ha sido un
científico argentino, el Dr. David Efron, quien en la década de
1940 inauguró los conceptos y métodos modernos de la CNV,
con su tesis doctoral “Gesto, raza y cultura”.  

La CNV es un campo interdisciplinario en el que confluyen la


antropología, la psicología y la semiología. Nuestro enfoque
sobre la CNV pone el énfasis en su aplicación al desarrollo de la
empatía y la asertividad, como fundamentos naturales de la
comunicación auténtica y persuasiva.  

La CNV integra en la mente un cuadro mucho más completo de


nuestras interacciones. A través del conocimiento de estos
códigos y sus significados, comenzamos a vernos a nosotros
mismos y a los demás con un enfoque revelador. La CNV
favorece una percepción más lúcida y totalizadora de los
procesos comunicativos y, por ende, de las relaciones humanas.
Con la práctica, el conocimiento de la CNV se transforma en un
tipo especial de inteligencia. Su empleo en la vida cotidiana
acrecienta la capacidad de prestar atención y de reconocer lo
que sucede más allá de las palabras. Gracias a ello podemos
poner en escena las estrategias más adecuadas. Esta
“inteligencia no-verbal” es un tipo especial de inteligencia
emocional, pues previene y resuelve conflictos que no pueden
abordarse de ninguna otra manera, dado que su causa se
encuentra en patrones no-verbales de comportamiento
emocional inconsciente. La comunicación verbal y la no-verbal
tienen su propia y particular importancia; sin embargo, la
comunicación verbal ha recibido mucha mayor atención y
estudio científico. (Rulikci y Cherny, 2007, pp.15-16)

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 3

Comunicación no verbal

La comunicación no verbal engloba un sinfín de signos y


sistemas no lingüísticos que comunican o se utilizan con esta
finalidad. Dentro de este ámbito es necesario distinguir entre
dos grandes bloques que son los que en definitiva forman la
comunicación no verbal. El primero de ellos ya lo hemos definido
anteriormente, pues forman parte del conjunto de símbolos que
hacen referencia a las costumbres y hábitos dentro de una
comunidad cultural y el segundo de ellos es el que vamos a
pasar a analizar a continuación. En este punto tratamos de
estudiar la comunicación no verbal, basándonos única y
exclusivamente en su ámbito de estudio. Las disciplinas de las
cuales haremos referencia son tres: Kinésica, Proxémica, y el
Paralenguaje. Todos ellos son los tres principales sistemas de
comunicación no verbal reconocidos hasta el momento. 

Para conocer un poco más sobre esta faceta, añadiremos que la


Kinésica y el Paralenguaje, uno fónico y otro corporal, están
considerados como sistemas primarios por su implicación
directa en cualquier acto que implique el desarrollo de la
comunicación humana. La Proxémica está definida como un
segundo nivel, puesto que con frecuencia actúa modificando o
reforzando el significado de los elementos inmersos en el
sistema primario ofreciendo al mismo tiempo una mayor
cobertura informativa y social. (Domínguez Lázaro, 2009,
https://bit.ly/2I5Lne4)

Kinésica

La Kinésica es el estudio sistemático que hace referencia a los


movimientos corporales no orales, de percepción visual y
aquellas posiciones del cuerpo, ya sea de forma consciente o no,
que poseen un valor comunicativo clave en el proceso de la
comunicación no verbal combinado con la estructura lingüístico-
paralingüística del hombre.

Dentro de dicha doctrina analizaremos cuatro puntos que la


forman: la postura corporal, la gesticulación, la expresión facial y
por último la mirada.

La postura que el individuo adopte en cada proceso


comunicativo es de suma importancia para el espectador. A
través de los símbolos que desarrolle estará dotando a la
imagen de un significado u otro.   (Domínguez Lázaro, 2009,
https://bit.ly/2I5Lne4)

Figura 3. Posición corporal

Fuente: [imagen sin título sobre posición corporal], 2016, https://bit.ly/34Uis60

La posición corporal y sus partes se definen por la disposición


que tome el cuerpo del sujeto hacia otro individuo. En la
interacción la relación entre ambos factores terminará por
interpretar las diversas señales que forman parte del proceso
kinésico. (Domínguez Lázaro, 2009, https://bit.ly/2I5Lne4)

En este sentido, 
es difícil observar el desarrollo de la postura corporal única y
exclusivamente compuesto por un solo elemento, lo usual es la
combinación de varios elementos que interactúen en el proceso
comunicativo. Cualquier acto discursivo oral conlleva la
colaboración de la gesticulación facial. 

La gesticulación está formada por los gestos. Dichos elementos


son el movimiento corporal que se desarrolla a través de las
articulaciones, las más habituales suelen realizarse mediante
los brazos, manos y, por último, la cabeza. Paul Ekman y Wallace
Friesen están considerados en la actualidad como las máximas
autoridades en el estudio de la expresión de emociones.
Representan la cima en esta disciplina, especialmente a raíz del
trabajo publicado en la revista Semiótica en 1969 (Ekman y
Friesen. 1969: 49-98). Dicha participación ha sentado las bases
más sólidas de las taxonomías científicas de la comunicación no
verbal. 

En este sentido se diferencian cinco tipos de actos no verbales


que son esenciales y participan en el proceso de la
comunicación no verbal: emblemas, ilustradores, reguladores,
adaptadores y expresiones emocionales. 

Los emblemas son actos no verbales que presentan una


traducción no verbal directa y pueden ser en algunas ocasiones
sustituidos por palabras, puesto que con frecuencia suelen ser
señales que participan en determinados actos verbales. Se
originan en base a un aprendizaje social concreto y su
significado es conocido por los miembros de un determinado
entorno cultural. 

Dicho elemento, suele estar muy influenciado por los niveles


culturales de la sociedad, puesto que no solo hace referencia a
los países, sino que dentro del ámbito de las comunidades
culturales también se observa un procedimiento desigual. 

Los actos ilustradores son movimientos asociados al lenguaje


verbal y que exponen su utilidad en ilustrar todo aquello que se
verbaliza. Son gestos que se encuentran ligados al lenguaje,
pero a diferencia de los emblemas, estos no poseen un
significado que se pueda traducir, ya que la palabra a la que van
unidas no les aporta un significado concreto. Su principal
característica como elemento del proceso no verbal es la
capacidad que muestra para recalcar o imponer un ritmo
específico a la narración que se practica. 

Debemos tener en cuenta que, cualquier tipo de movimiento


corporal que desempeña un papel de ayuda en la faceta de la
comunicación no verbal es un ilustrador. 

Los reguladores son actos no verbales que se utilizan para


regular el flujo de conversación que puede llegar a producirse
entre un emisor y un receptor. Se caracterizan porque son
específicos según la cultura del individuo y además, suelen ser
señales sutiles tales como el contacto ocular, movimientos de
cabeza o modificación en la postura corporal. 

Debido a la sutileza de sus características pueden llegar a


provocar confusiones o malas interpretaciones por parte del
interlocutor y como consecuencia originar una serie de errores
en el proceso comunicativo. 

El ritmo que se imprime en cada elemento que se desarrolle


dentro de este acto no verbal puede dar lugar a una larga lista de
significados. Un ritmo rápido hará entender al receptor que el
emisor se siente incómodo con la exposición y desea que
finalice cuanto antes, mientras que un ritmo pausado viene a
significar que el interlocutor indica al oyente que le parece
interesante y le agrada. 

Los actos adaptadores suelen aparecer en muy pocas


ocasiones en el proceso comunicacional. Son manipulaciones
que el individuo efectúa con algún tipo de objeto o parte del
cuerpo, para satisfacer alguna necesidad específica. Cuando
surgen circunstancias que se asemejan a la que
desencadenaron originalmente el adaptador, el individuo puede
volver a utilizarlo de forma compatible con su entorno social. 
Este tipo de actos no verbales tienen su origen ante
circunstancias desagradables, especialmente cuando surge un
sentimiento de insatisfacción por parte del interlocutor, pero se
produce una sensación de incapacidad a la hora de expresarlo. 

Ante esto, el individuo y de forma totalmente inconsciente, crea


un gesto que funciona como una barrera ante el hecho que nos
incomoda y ayuda al sujeto a encontrar el modo de adaptarnos a
dicha situación. 

Por último, las expresiones emocionales constituyen un papel


primordial en la vida del ser humano e incluso llega a
establecerse como un lenguaje universal. Según las
circunstancias que rodeen al sujeto, las emociones se expresan
mediante la aparición y el desarrollo de gestos faciales que en
muchas ocasiones tienden a ser confundidos con los actos
ilustradores, puesto que poseen unas características similares
con respecto a que acompañan a la palabra y le confieren un
mayor dinamismo. 

La diferencia radica en que este tipo de gestos revela el estado


anímico de la persona, mientras que los actos ilustradores
desde un punto de vista eminentemente emocional, es neutro y
no demuestra ningún tipo de entusiasmo al respecto. 
Independientemente de la clasificación de actos no verbales
que hemos analizado anteriormente, es necesario hacer
mención a la importancia de los dos últimos elementos que
forman parte de la Kinésica, la expresión facial y la mirada.
Podemos decir, que los estudios que se han realizado con el
transcurso del tiempo han indicado que la expresión facial es el
medio más rico e importante para expresar emociones, junto
con la colaboración de la mirada. 

Dentro del ámbito de la expresión se hace necesario distinguir


que dos finalidades pretenden conseguir dicha disciplina. Por un
lado, sirve para regular la interacción entre varios sujetos,
principalmente entre dos, y por otro de un modo muy diverso
trata de reforzar la figura del receptor. 

Debemos comentar que no todas las emociones que se


traducen a través de la expresión facial son traducibles por parte
de nuestro receptor, sin embargo, toma relevancia el hecho de
que las impresiones que obtenemos en cada acción están
influidas por el movimiento verbal de dicho sujeto. 

De esta forma, observamos que tiene la misma importancia la


observación de movimientos faciales perceptibles tales como
cambio de posición de cejas o de los músculos faciales, como
aquellos que son invisibles para el ojo humano como puede ser
la contracción de la pupila o un exceso de sudoración. Dicho
esto, es obligatorio añadir que estos últimos son movimientos
muy difíciles de controlar. 

Los diversos estudios realizados con respecto a esta materia


han dejado en su desarrollo un vacío considerable en
comparación con otros elementos que forman parte de la
disciplina Kinésica. En cualquier caso, estos análisis han
centrado su hábito de estudio en los rasgos fisonómicos de
algunas emociones en concreto. El padre por excelencia de esta
categoría que pertenece a la comunicación no verbal ha sido sin
lugar a duda el antropólogo Ray Birdwhistell. El desarrollo de su
ámbito de estudio se ha centrado en diversos campos tales
como la etología, psicología, semiótica o antropología cultural.

Según este teórico, la cara de un ser humano puede llegar


producir hasta 250.000 expresiones distintas. Para demostrarlo,
en su obra culmen, Kinesics and Context expone un experimento
que llevó a cabo mediante la figura de un sargento americano en
el preciso momento del saludo (llevar la mano a la gorra del
uniforme) y observó que con dicho gesto pudo ejercer varias
funciones como complementar la información con diferentes
expresiones de su rostro y comunicar gestos tan variados como:
seducir, ridiculizar, insultar, agredir, manifestar patriotismo,
energía e incluso pereza.
Los análisis que se han realizado con el transcurso del tiempo
no han podido corroborar que exista un patrón idéntico para
todas y cada una de las expresiones faciales, pero sí han puesto
en entredicho una serie de cuestiones tales como: un mismo
gesto facial, se desarrolla a través de infinitas formas de
interpretación que cuentan con un significado coherente.

En segundo lugar, si el hombre intentara encontrar un significado


a las expresiones faciales como puede hacerlo mediante la
búsqueda del significado de las palabras que componen un
diccionario, llegarían a la conclusión de que encontrar algunas
definiciones sería una tarea sencilla, frente a otras que lo
convertiría en una labor ardua.

En tercer lugar, existen en el ser humano un número limitado de


emociones que se supeditan a una expresión facial específica y
que se posiciona como fácilmente reconocible por parte de
cualquier individuo. Estas tres premisas se guiarán mediante el
ambiente y el contexto en el que se produzcan.

Es evidente que la principal función de la expresión facial es el


desarrollo de las emociones, pero lo que no conoce todo el
mundo es que además de transmitir dicha información también
ofrecemos algún que otro dato, sobre la intensidad de las
mismas. El deseo de comunicarse, iniciar una interacción o
quizás la intensidad en el grado de expresividad durante el
proceso comunicativo, son factores que inciden de manera
directa en la comunicación no verbal.

Por su parte, debemos comentar que la complejidad del rostro


también ha llegado a sucumbir la mente de muchos analistas
sobre el tema de las expresiones faciales. Para tratar dicha
premisa, nos referimos a lo que los psicólogos Ernest Haggard y
Kenneth Isaacs definieron como “expresiones faciales
micromomentáneas”. Ambos teóricos mientras investigaban en
busca de indicaciones que hicieran referencia a la comunicación
no verbal entre terapeutas y pacientes, proyectaron un film a
cámara lenta y observaron que las expresiones de la cara del
paciente cambiaban drásticamente.

En tan solo una fracción de segundo del fotograma, ambos


investigadores descubrieron con esta técnica, que se podía
llegar a reflejar los verdaderos sentimientos de una persona y,
por lo tanto, serviría como material pionero para futuras
investigaciones.

La mirada es otro elemento que se incluye dentro de la disciplina


de la Kinésica. Podríamos comentar que dicho mecanismo ha
sido estudiado con menos atención que el resto de los
componentes definidos con anterioridad, aunque con el paso del
tiempo, dicho proceso está obteniendo casi los mismos estudios
que el resto de los elementos que forman la ciencia Kinésica.
Se trata de un elemento primordial dentro del ámbito expresivo
y sobre todo hace mención a la expresión facial, por la
importancia que tiene para el proceso de la comunicación no
verbal y las aportaciones que conlleva a la faceta perceptiva del
ser humano.  (Domínguez Lázaro, 2009, https://bit.ly/2I5Lne4)

La mirada

se caracteriza por una serie de funciones que cumple dentro del


ámbito expresivo. La primera de ellas se destaca por regular el
acto comunicativo. A través de ella, el individuo puede indicar
que le agrada un proceso de interacción, consiguiendo de esta
forma evadir al silencio. En segundo lugar, comentar que en
numerosas circunstancias se establece como la principal fuente
por la que se transmite la información y a través de la cual
también se puede obtener, sin obviar el hecho de que
complementa la información auditiva.

Por último, añadir que también es una de las principales vías de


comunicación dentro de una relación interpersonal, por ejemplo,
al producirse un cruce de miradas entre dos personas, ambas
partes ya conocen que tipo de relación mantienen y las
intenciones que cada sujeto pretende desarrollar o alcanzar
durante la interacción.

Este último hecho es de vital importancia para la comunicación


no verbal. Asimismo, es necesario diferenciar dos aspectos más
sobre la mirada. El ser humano tiene la potestad de emitir
señales visuales en función de la dirección y la forma mediante
la cual la ejercite, pudiendo comunicar una gran diversidad de
expresiones emocionales. (Domínguez Lázaro, 2009,
https://bit.ly/2I5Lne4) 

Proxémica

La Proxémica es la ciencia que estudia el conjunto de


comportamientos no verbales que hacen referencia a la
organización del espacio y se encarga de analizar el valor
expresivo que el ser humano le confiere a dicho dominio. Dentro
de este ámbito de estudio podemos distinguir entre dos tipos de
espacios. Por un lado, encontramos el espacio físico o territorial
y en segundo lugar, el espacio psicológico o personal.
(Domínguez Lázaro, 2009, https://bit.ly/2I5Lne4)
Figura 4. Proxémica

Fuente: [imagen sin título sobre proxémica], 2011, https://bit.ly/383jcaS

El primero de ellos se caracteriza porque concede importancia al


espacio social o público y la clave primordial de dicho espacio es
que en cada cultura obtiene una concepción distinta. Por
ejemplo, cuando un turista viaja al extranjero suele tener más
dificultades que otro habitante que no haya viajado con
frecuencia. Esto que padece viene a denominarse “el choque
cultural”. Dicho fenómeno se produce cuando el individuo
aprecia que se ha producido un desplazamiento de las normas
que ha seguido en su país y las ha visto sustituida por otras, que
siguen un patrón de conducta ajena. La mayor parte de cómo se
organice ese nuevo espacio puede ayudar a los teóricos a
encontrar el motivo por el cual, se produce dicho choque
cultural. 

Según las características que posean las pautas del espacio en


cada cultura, pueden producirse diversos niveles de importancia
y complejidad. El individuo creará su propio espacio en función
de un parámetro que nos guía mediante números. 

Asimismo, el concepto de territorialidad en el espacio determina


las actuaciones en la vida del hombre. El término hace
referencia a un área determinada que se posiciona como una
propiedad del ser humano e indica la defensa del territorio frente
a todos aquellos entes que pueden llegar a invadirlo. Diversos
investigadores han tratado de buscar una correlación de este
tipo de comportamiento, que solo han relacionado con el
comportamiento animal. (…)

En otro orden, el espacio psicológico o personal otorga


importancia al contexto íntimo de la persona, puesto que
delimita el espacio que posee. El antropólogo Edward T. Hall
aportó amplios conocimientos sobre el manejo de la distancia
que ejercitan los humanos durante cualquier proceso
comunicativo no verbal. 
Este teórico sostiene que el espacio que delimita el ser humano
no es fruto de la voluntariedad, sino que su aparición tiene lugar
de forma totalmente inconsciente. Hall basó su ámbito de
estudio en el manejo que las personas hacen de los espacios a
través del desarrollo de los órganos visuales, auditivo, olfativo y
táctil. En este sentido, argumenta que cada individuo está
compuesto por una cápsula protectora invisible o un círculo
imaginario que protege el espacio vital de la persona. En el
supuesto de que algún ente no autorizado por el individuo
quisiese formar parte de ella sin su pleno consentimiento, este
se vería obligado a tomar medidas al respecto alegando que el
sentido humano del espacio es únicamente de relevancia
personal. 

Edward T. Hall estableció una clasificación mediante la cual


situó cada espacio personal en cuatro subcategorías, según la
distancia a la que se producía dicha interacción. De acuerdo con
el análisis de este investigador, la distancia íntima está definida
como la relación que mayor carga emocional soporta y estima
desde el primer contacto físico hasta 45 centímetros. La
distancia personal que se suele utilizar con cualquier grupo de
amigo se desarrolla desde los 40 centímetros hasta 1,20
metros. La distancia social es aquella que se mantiene ante
cualquier extraño, abarca desde el metro veinte hasta 270
centímetros y finalmente, la distancia pública es aquella
mediante la cual se desarrollan conversaciones oficiales y
comprende más allá de 270 centímetros. (Domínguez Lázaro,
2009, https://bit.ly/2I5Lne4)

Paralenguaje 

En la comunicación no verbal, el Paralenguaje es una disciplina


que estudia desde el punto de vista fónico, las cualidades de la
voz y sus posibles modificaciones. Además, también analiza los
diferenciadores emocionales, las pausas y los silencios. En este
sentido, podríamos decir que todo el peso recae en no aquello
que digamos, sino la forma que utilizaremos para expresar lo
que queremos decir. (Domínguez Lázaro, 2009,
https://bit.ly/2I5Lne4)

En este sentido, 

el Paralenguaje es una doctrina que posibilita que el ser humano


pueda ser testigo de cómo se desarrollan estudios cada vez
más frecuentes, con el objetivo de conseguir una
especialización de esta materia e implantarla en los quehaceres
cotidianos del individuo. El Paralenguaje ha sido decisivo en
numerosas investigaciones. En gran medida, es un elemento
determinante que nos permite identificar a una persona y nos
posibilita memorizar diferentes voces y matices. La única
dificultad reside en que son muchas las personas que
comparten un tono de voz parecido, lo que puede acarrearnos
alguna que otra confusión.

Sin embargo, el Paralenguaje no solo se utiliza en la vida diaria,


sino que además se ha establecido como una importantísima
herramienta de diagnóstico.   (Domínguez Lázaro, 2009,
https://bit.ly/2I5Lne4)

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 3

Referencias

[Imagen sin título sobre comunicación no verbal], (2017). Recuperado de ,


https://lateoriadelamente.com/cerca-30-la-poblacion-se-muerde-las-unas/

[Imagen sin título sobre posición corporal], (2016). Recuperado de


https://slideplayer.com/slide/10381035/

[Imagen sin título sobre proxémica], (2011). Recuperado de


https://eco5150.wordpress.com/2011/11/20/proxemica/

Agencia Sinc [Usuario de Twitter]. (2020). #TalDiaComoHoy. Recuperado de


https://twitter.com/agencia_sinc/status/1282967823841726464/photo/1

Domínguez Lázaro, M. R. (2009). La importancia de la comunicación no


verbal en el desarrollo cultural de las sociedades. En Razón y Palabra, 14(70).
Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/1995/199520478047.pdf

Rulikci, S.; y Cherny, M. (2007). Comunicación no verbal. Cómo la inteligencia


emocional se expresa a través de los gestos. Buenos Aires, Argentina:
Granica.
Lenguaje corporal

El orador o conferenciante no solo interviene con la palabra; todo su ser físico y psicológico está implicado en el acto de la
comunicación; habla con todo su cuerpo. Y esto por una razón muy simple sobre la que no suele prestarse atención:  el
orador no solo habla, actúa, es escuchado, pero también es visto.

Un orador sin gestos, por buenas que sean sus ideas y la claridad y profundidad de su pensamiento, es como una obra de
arte inconclusa. Todo buen orador refuerza su mensaje con los gestos, ya que el gesto es un vehículo comunicativo
primordial, dependiente o independiente del lenguaje oral, simultáneo, alternativo o conjugado con él. No se puede estar
movilizado como estatua, si además de transmitir ideas se quiere mover la voluntad de los oyentes (Ander-Egg y Aguilar
Idáñez, 2006, p. 165).

Los gestos

Referencias
LECCIÓN 1 de 2

Los gestos

Ander-Egg y Aguilar Idáñez (2006) explican:

Todos los seres humanos poseemos no solo un lenguaje hablado, sino también otro de naturaleza no
verbal, cuyas formas de expresión son emitidas por medio del cuerpo humano. Esto significa, visto el
hecho desde el auditorio, que las personas no solo escuchan lo que alguien dice, sino que escuchan a la
persona que lo dice. De ahí lo referente a los gestos o, dicho en sentido más amplio, todo lo referente al
lenguaje somático. Para comprender el significado del lenguaje somático o de expresión de lo corporal,
debemos tener en cuenta los diversos aspectos a través de los cuales se manifiesta:

El gesto, o movimiento del cuerpo en general, que puede actuar dependiente o independiente de la palabra, y de manera simultáneamente o
alternada con ella.

La mímica en cuanto movimiento de los músculos faciales, especialmente, los labios, las cejas y la boca; el rostro como espejo del
pensamiento también es parte del lenguaje somático.

Las posturas como posición significativa del cuerpo en general, que se conserva durante un cierto tiempo.

La fisonomía o expresión de la cara; esta posición marcada, fija y significativa de los músculos faciales es la dimensión estática de la mímica
(pp. 162-163).

Además, los autores agregan que:

Cuando se habla del gesto o la gesticulación en oratoria, la expresión se utiliza en el sentido amplio,
como “actitud toda del cuerpo”. En un sentido práctico […] debemos tener en cuenta las siguientes
cuestiones:

1 El físico.

2 La vestimenta.

3 El rostro y los gestos faciales.


4 La mirada o contacto visual.

5 Los ademanes.

6 La postura o posición general del cuerpo (Ander-Egg y Aguilar Idáñez, 2006, p. 167).

El físico del orador

Cada uno tiene el físico con que vino al mundo; podemos mejorarlo, pero no cambiarlo. Con el paso del
tiempo, el físico adquiere también determinadas características. Lo que importa, como dice Mario
Benedetti, es asumir la identidad de nuestro cuerpo, “es tener conciencia de ser bajo o alto, gordo o
flaco, calvo o peludo, fuerte o débil. Es un modo elemental, de asunción, pero tal vez sea una condición
sine qua non para asumirse como ser humano”.

Así asumidos, tenemos que saber que nuestro cuerpo comunica, y a través de él también nos
comunicamos cuando hablamos en público. Lo que puede recomendarse en este aspecto es que
cuando hablemos en público debemos evitar dos cosas: no impresionar desagradablemente ni llamar
demasiado la atención por el atractivo físico. Esto último a veces se logra con el arreglo y la vestimenta.

[…]

Hay que procurar que el físico sea agradable/simpático. Para ello, hay que presentarse con simplicidad,
libre de tiesuras y ostentaciones, pero con dignidad y seguridad. Si se es apuesto tanto mejor, pero no
alardee de su físico; si se es de baja estatura, no se achique psicológicamente: demuestre aplomo y
dominio de sí mismo, y la altura no va a influir (Ander-Egg y Aguilar Idáñez, 2006, pp. 168-169).

La vestimenta

No hay una vestimenta para hablar en público, como existen vestimentas apropiadas para una fiesta,
para practicar determinados deportes. Sin embargo, la vestimenta juega un papel importante en el acto
de la comunicación.

[…]

No hay que pensar que, si uno se disfraza de albañil o de mecánico, tendrá éxito cuando habla ante un
auditorio de gente del pueblo, tampoco creer que el éxito se asegura porque se ha puesto ropas
excéntricas (un chaleco rojo o una corbata insólita). Hay que ser siempre natural, auténtico, sin
afectación. Vestir con simplicidad y con toda sencillez. 

Y… asegúrate antes de hablar de que estás presentable: que no estás desgarbado, que tienes los
botones abrochados, que la ropa no tiene agujeros, que el cuello está en su lugar, que los cordones de
los zapatos no están desatados, que tienes la cara y las manos limpias (Ander-Egg y Aguilar Idáñez,
2006, pp. 169-170).

El rostro y los gestos faciales

Cuando se trata de una conferencia o discurso donde el auditorio puede ver el rostro del
conferenciante, puede decirse que la gente está oyendo el rostro y la palabra. El movimiento de los
músculos faciales, expresando alegría y otras emociones, tiene un efecto comunicativo y contagioso. 

[…]

Sin embargo, hemos de advertir que los movimientos significativos de la cara solo adquieren
importancia en la comunicación a corta distancia.

[…]

Cuando se está hablando, el rostro debe adaptarse a las palabras de tal modo que en las expresiones
faciales se lean los sentimientos, como si el rostro fuese un libro abierto. Si algo ha de recomendarse a
un conferenciante u orador, es que su cara sea expresiva. No hay que tener un rostro de madera o
mármol, que transmite frialdad y lejanía. Tampoco el rostro debe contorsionarse como una escultura de
gelatina haciendo muecas permanentemente. Para mayor claridad en lo que se dice y como exigencia
de una adecuada vocalización, es bueno abrir la boca, pero no abrirla tanto como para evocar una
caverna. Tampoco hay que torcerla, porque es desagradable. Respecto a los labios, hay que estar
atento para no morderlos o lamerlos (Ander-Egg y Aguilar Idáñez, 2006, pp. 170-171).

Figura 1. Gestos faciales


Fuente: [imagen sin título sobre gestos faciales], 2019, https://bit.ly/2U9dlsp

Es necesario saber sonreír y, cuando se dicen cosas graciosas, expresarlo en el rostro, ya que la risa y la
sonrisa son comunicativas. Y, cuando se dicen [cosas que no son graciosas], hay que saber ponerse
grave, endurecer los músculos faciales, afirmar con la expresión una negativa o una voluntad, pero sin
llegar a la exageración que, al hacer ridícula la expresión, le hace perder significado (Ander-Egg y
Aguilar Idáñez, 2006, pp. 171-172).

La mirada o contacto visual

Si unas personas hablan entre sí y no se miran, la comunicación y las relaciones quedan afectadas.
Esto no solo es válido para las relaciones interpersonales, en donde el hecho es más evidente, también
tiene gran importancia en un discurso público: el orador habla a un auditorio y tiene que mirarlo. 

Cuando más profunda y personal es una comunicación, más intenso es el contacto visual. En una
conferencia, también es necesario mirar al público, ya que la falta de contacto visual “desconecta” al
orador del público y al público del orador. Por ello, un orador o conferenciante que no mira al auditorio
nunca logra una buena comunicación. Cuando los ojos vagan por la ventana, las paredes o el techo, o
no los levanta de sus papeles, el intercambio comunicativo sufre un serio deterioro, pues se prescinde
de ese vehículo que es la mirada. En esos casos, el auditorio siente lejano al conferenciante (Ander-Egg
y Aguilar Idáñez, 2006, p. 172).
Figura 2. La mirada

Fuente: [imagen sin título sobre la mirada], 2012, http://dailym.ai/3lcRmMW

¿Pero en qué consiste el saber mirar? Simplemente, en mirar a las personas del auditorio, mirar sus
rostros más que sus ojos o, mejor, mirar como rozando por encima de las cabezas del público,
procurando que la mirada alcance a todo el auditorio. Para ello, no hay que mirar al fondo del salón o a
los oyentes de primera fila. Según sea la forma de la sala y la disposición del auditorio, hay que tomar a
algunas personas como referencia, y desde allí hacer que la vista cubra a todos, mirando con sencillez y
normalidad. 

Solo mirando al auditorio se puede observar que efecto produce lo que se dice, captar la intensidad de
la atención y, a veces, también su calidad (Ander-Egg y Aguilar Idáñez, 2006, p. 173).

Los ademanes (el uso de los brazos y de las manos)

Los ademanes, que se expresan fundamentalmente a través de un movimiento corporal significativo


de los brazos y de las manos, constituyen sin lugar a dudas los accesorios principales de la
gesticulación dentro de la oratoria. Esta es la razón por la cual hay que vigilar y adiestrar su uso (Ander-
Egg y Aguilar Idáñez, 2006, p. 175).
Figura 3. Ademanes

Fuente: [imagen sin título sobre ademanes], s.f., https://bit.ly/38rDkDE

Principios básicos generales en el uso de los ademanes

Los ademanes […] deben ser espontáneos y naturales. El buen ademán surge, de una manera casi
imperceptible, como expresión de un estado interno. De ahí que todo cuanto aquí se dice sobre los
ademanes no debe atentar contra la espontaneidad, ni contra la naturalidad, que son también
exigencias de una correcta expresión hablada. Las palabras deben ser acompañadas con el gesto
que mejor expresa los sentimientos y emociones; los ademanes no deben ser artificiales ni
mecánicos.

Los ademanes, en última instancia, son individuales y expresan la propia personalidad. Su uso
correcto depende en buena medida de las costumbres, ya que la gesticulación también se diferencia
de cultura a cultura. De ahí algunas recomendaciones prácticas que pueden ser útiles, se trata de lo
que debe evitarse en el uso de los ademanes.

Ante todo, hay que evitar los gestos y actividades sin sentido y objetivo, como movimientos de brazo
o de cabeza que no se corresponden con lo que se está diciendo. 

Nada de ademanes angulosos, que harían con tus brazos gestos simétricos o de armonía
geométrica; esto resultaría chocante.

Tampoco hay que hacer ademanes demasiados rápidos ni demasiado multiplicados, ni gesticulando
exageradamente; parecerían simiescos.
No hagas ademanes imprudentes: no vuelques la jarra o el vaso de agua en un movimiento de elocuencia, ni
metas el dedo dentro del ojo de la señora o el señor que está en la primera fila o a tu lado. 

No realices ademanes demasiados nerviosos; el nerviosismo es comunicativo y se transmite al auditorio. 

Nada de ademanes estereotipados, repetidos incansablemente a lo largo del discurso; eso cansa y fastidia. 

Si tienes la costumbre de hacer ciertos movimientos mientras hablan, como jugar con un lápiz, entretenerse
con los botones de la chaqueta, o cualquier otro tipo de movimientos inconsciente e irrelevante, procura
vigilarlos, pues distraen al público.  

Y… No olvidar que la mitad del poder expresivo está en las manos; las manos hablan, ellas son importantes
transmisoras de mensaje (Ander-Egg y Aguilar Idáñez, 2006, pp. 176-177).

La postura

 ¿Qué significa estar en el eje?  

Significa que el cuerpo está centrado, derecho; que el peso del cuerpo no se fue hacia un costado u otro y que no
esté apoyado en una pierna. El cuerpo en el eje da una sensación de seguridad, manejo y autoridad.  Ander Egg y
Agilar Idáñez (2006) explican que los oradores inexpertos se balancean, se apoyan alternativamente en un pie y
luego en el otro, en forma interminable y constante. También suelen oscilar de atrás hacia delante, poniéndose en
puntas de pie.

Figura 4. Postura

Fuente: [Imagen sin título sobre postura corporal], s.f., https://bit.ly/3f9FTfs


El orador debe estar derecho, con la cabeza mirando hacia delante y con el pecho orientado al público.    

Figura 5. Eje del cuerpo

Fuente: [imagen sin título sobre eje del cuerpo], s.f., https://bit.ly/3eDC0Pa

Muletillas corporales 

Son movimiento de manos, zapatos u ojos. También, son consideradas muletillas corporales el tocarse la cara, pelo
o anillo. Estas no aportan nada al discurso, son a repetición y distraen la atención del público. En este sentido, frente
a un público, es importante cuidar los tics nerviosos musculares. Por ejemplo, evitar comerse las uñas, rascarse la
cabeza, tocarse la cara, oreja o nariz, tocarse la corbata, etc.

Las expresiones y las emociones

Paul Ekman es un psicólogo que ha sido pionero dentro del estudio de las emociones, y la relación de
este con las expresiones faciales. Siendo Ekman un docente de psicología en el departamento de
Psiquiatría de la Universidad de California de la Escuela de Medicina en San Francisco, Estados Unidos,
se ha catalogado como un gran experto dentro de las expresiones y la psicología de la emoción. De
esta manera, ha podido recibir muchos premios, entre los más destacados se encuentra el Premio por
Contribución Científica de la Asociación de Psicología Americana. Además, es autor de trece libros,
incluido el titulado Telling Lies.

Ekman afirma contundentemente que las emociones juegan un papel crucial dentro de la detección del
engaño, por lo que se ha insertado de una manera fenomenal en este campo de la mentira. Con la
ayuda de diversas investigaciones y su cámara fotográfica, ha registrado los rostros de las personas de
una tribu de Papúa, en Nueva Guinea. En este lugar trabajó arduamente elaborando una lista de
emociones básicas que pueden mostrar personas aborígenes de una tribu con escaso contacto de la
civilización moderna, en la que además confirman que entre ellos pueden reconocer las emociones que
comunican al mirar los rostros.

Investigación de Ekman 

Al empezar con su investigación de campo en Nueva Guinea, y contrario a la creencia de que las
emociones son determinadas por la cultura, como lo creían algunos antropólogos culturales como
Margaret Mead, Ekman encontró que las emociones se expresan a través del cuerpo. Estas
expresiones no son determinadas culturalmente; más bien son universales. Por consiguiente, tienen un
origen biológico, tal y como planteaba la hipótesis de Charles Darwin.

Con esto, Ekman indagó más en las investigaciones que se daban de la mano tanto la psicología como
la antropología, en las que resurgía el interés de estas dos ramas por evidenciar la universalidad de las
expresiones faciales. Esto junto a la conjetura de Tomkins, que proponía una teoría racional para el
estudio de la cara como medio para conocer la personalidad y la emoción. Ekman no solamente se
encontraba de acuerdo con esta teoría, sino con el interés que surge en las diferentes aplicaciones de
conceptos y métodos etológicos al estudio de la conducta humana. Según Ekman y Oster, los etólogos
humanos proporcionaron los primeros catálogos detallados que describen la conducta facial en
situaciones naturales. Por lo que sostienen la universalidad de las emociones al tener una base
biológica y que se representa en la comunicación muscular del rostro.

Entre las expresiones que él clasificó como universales se encuentran aquellas que expresan la ira, la
repugnancia, el miedo, la alegría, la tristeza y la sorpresa. En cuanto al desprecio, o desdén, es menos
claro, aunque hay evidencia preliminar en el sentido de que esta emoción y su expresión pueden
reconocerse universalmente. Acorde con las investigaciones, Ekman clasificó las emociones básicas
estudiando cada parte del rostro con las que se ejecutaba cada emoción, por lo que dentro de estas
existían combinaciones para poder tener una lista de más de 3000 expresiones que el ser humano
puede dar inconscientemente al momento de expresar o tratar de ocultar alguna expresión. Esto último
es sumamente difícil, le resulta complicado al ser humano poder ocultar las emociones, que son
externalizadas por los músculos de la cara que se fijan por menos de una fracción de segundo
mostrando instantáneamente una emoción en una expresión, a esto Ekman los denominó
microexpresiones.
Microexpresiones 

Ekman explica que las microexpresiones son muy difíciles de percibir, pero que con entrenamiento se
las puede distinguir fácilmente. Es por esto que, si una persona está tratando de eliminar cualquier
signo de la emoción, eso puede también dar como resultado una microexpresión, en la que la expresión
se muestra muy brevemente, típicamente por solo un quinto de segundo o menos. 

Las microexpresiones ocurren cuando una persona trata conscientemente de ocultar todos los signos
de cómo se siente; es decir, que la persona sabe cómo se siente, pero no quiere que ninguna otra
persona lo sepa. Así también, las microexpresiones pueden ocurrir cuando la inhibición de la expresión
ocurre fuera de la conciencia, cuando la persona no sabe conscientemente cómo se siente. 

Las microexpresiones pueden ser expresiones completas muy breves o pueden ser expresiones breves
parciales y / o leves. La combinación de todo tres-micro (muy breve), parcial (solo registrado en un
área) y leve (no mucha contracción muscular) son los más difíciles de reconocer; pero con el sistema
que Ekman inventó se puede dar entrenamiento personalizado para poder reconocer este tipo de
expresiones. El software de entrenamiento puede modificarse en la velocidad en la que el ejemplo de
expresión facial emocional puede cambiar de neutro a una emoción, desde un segundo hasta una
velocidad de 0.05 microsegundos.

Debido a este impresionante estudio, Ekman creó un sistema en el que muestra cómo estas
expresiones se manifiestan en el rostro. Lo denominó Sistema de Codificación de Acción Facial, que
con su nombre original en inglés se denomina Facial Action Coding System (FACS). Este sistema sirve
para dar una gran clasificación a lo que se refiere con las expresiones faciales en las personas
(Mallitasig Arellano, 2018, https://bit.ly/35auF6L). 

Figura 6. Microexpresiones
Fuente: [imagen sin título sobre microexpresiones], s.f., https://confilegal.com/wp-content/uploads/2017/08/MI%C3%89NTEME-FINAL.jpg

El estudio del Paul Ekman ha llenado de grandes gratificaciones al campo de la psicología,


especialmente en el área de la detección de mentiras que está incrustado con el lenguaje corporal para
una buena comprensión de las verdaderas emociones que el individuo desea expresar de manera no
verbal (Mallitasig Arellano, 2018, https://bit.ly/35auF6L). 

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 2

Referencias

[Imagen sin título sobre ademanes],  (s.f.). Recuperado de https://profesorviaweb.com/interpretacion-gestos-


lenguaje-corporal/

[Imagen sin título sobre eje del cuerpo], (s.f.). Recuperado de https://doblementesaludable.com/c-mejorar-la-
salud/habitos-de-higiene-2/

[Imagen sin título sobre gestos faciales], (2019). Recuperado de http://strangersincentive.com/fe7z3jk2mt?


key=0f22c1fd609f13cb7947c8cabfe1a90d&submetric=15118467

[Imagen sin título sobre la mirada], (2012). Recuperado de https://www.dailymail.co.uk/femail/article-


2115808/The-look-love-How-womans-glance-tell-man-shes-interested-walk-away-now.html

[Imagen sin título sobre microexpresiones], (s.f.). Recuperado de https://confilegal.com/wp-


content/uploads/2017/08/MI%C3%89NTEME-FINAL.jpg

[Imagen sin título sobre postura corporal], (s.f). Recuperado de [Imagen sobre postura corporal], s.f.,
https://bit.ly/3f9FTfs

Ander Egg, E. y Aguilar Idáñez, M. (2006). Cómo aprender a hablar en público. Buenos Aires, Argentina: Grupo
Editorial Lumen 

Mallitasig Arellano, H.W. (2018). Paul Ekman y las microexpresiones faciales de las emociones. Ecuador: Pontificia
Universidad Católica del Ecuador. Recuperado de
https://repositorio.pucesa.edu.ec/bitstream/123456789/2691/1/Microexpresiones%20faciales.pdf

C O NT I NU A R
Improvisación

Como dice Mark Twain, “lleva tres semanas preparar un buen discurso
improvisado”, pero hay veces que no disponemos de tanto tiempo, ya
que nos pueden pedir hablar de repente en un acto social o una reunión
de trabajo. De pronto, todas las miradas se centran en nosotros y se
hace un terrible silencio que debemos llenar (Gómez del Pozuelo, 2011,
https://bit.ly/36ejwRD).

Si nos pidiesen ahora mismo que presentemos un discurso sobre determinado tema,
¿podríamos hacerlo? 

A diario, nos vemos bombardeados con preguntas, peticiones,


argumentos y reproches que requieren de nosotros, no solo una mínima
riqueza de vocabulario para poder contestar, sino también de la
capacidad de pensar en frío y al instante de una manera rápida y
organizada que nos permita responder inteligentemente (Lora, s.f.,
https://bit.ly/3pc5wk3). 

Técnica de improvisación

Referencias
LECCIÓN 1 de 2

Técnica de improvisación

La improvisación en sí tiene características que le son propias y


su estilo reconoce prolongados esfuerzos de formación, práctica
y tenacidad. A la palabra espontánea, deshilvanada, sin una idea
central, la llaman improvisación solo quienes no saben nada de
oratoria. No basta ponerse de pie y llenar los minutos con frases
sin sentido o con deshilvanados lugares comunes: "aunque esto
me toma por sorpresa..."; "no estoy preparado..."; "no pensé que
sería yo el encargado de hablar...". Esto último tampoco es
demasiado cierto. En la mayoría de los casos, la persona
señalada tiene sobrados motivos para sospechar que va a ser la
indicada para hablar y en este caso debió haber pensado lo que
va a decir. Pero puede ocurrir y ocurre a veces, que el orador es
tomado desprevenido. Y en este caso, ¿qué hacer?, ¿cómo
organizarse?, ¿de qué manera afrontar el compromiso?  (Di
Bartolo, 1998, https://bit.ly/357yXvr). 

Figura 1. Improvisación
Fuente: elaboración propia.

Siéntete señalado. Alguien con la mejor intención de distinguirte,


te llama por tu nombre. Se te pide que hables en la ocasión. Una
rápida descarga de adrenalina te pone alerta. Debes afrontar la
emergencia. Trata de mantenerte sereno. No te apures. Nunca
te excuses. Usa el silencio inicial buscando la idea madre sobre
la que quieres fundamentar tus palabras. La idea puede ser
amistad, amor, felicidad, evocación, libertad o cualquier otra en
general abstracta y significativa para la ocasión. Ya está, esa es
la idea central. A su alrededor tres o más ideas distribuidas en la
introducción o en la conclusión, harán del discurso improvisado
una estructura coherente, en la cual se dijo algo que uno siente.
Y […], si uno siente que tiene algo que decir, seguro que es
elocuente (Di Bartolo, 1998, https://bit.ly/357yXvr).

Elige como idea central, eso que sientes 

Ahora es fácil. Faltan los ingredientes que le darán forma a tu


idea. Esos largos minutos nos serán pocos si procedemos con
calma. Comenzaremos nuestra improvisación de modo humilde,
recordando todas nuestras premisas estudiadas. De pie, bien a
la vista del público, usando el silencio inicial para serenarnos y
organizarnos. Con la idea central en nuestra mente, sigamos un
consejo de Dale Carnegie:

Habla de una experiencia de tu vida 

De ese modo te verás libre de pensar tu próxima frase, ya que


las experiencias se relatan con facilidad. Superarás de este
modo también el natural nerviosismo inicial y atraerás la
atención del auditorio, siempre receptivo frente a un relato vívido
y real. La comunicación, de esta forma, estará establecida. Tu
público te escucha con atención, y ese será tu mejor estímulo
para dar a tus palabras ánimo y vigor. Después del relato vivido,
o en vez de él si no viene al caso o no encuentras en tu rápida
revista algo que pueda vincularse con la idea central, lo mejor
que puedes hacer es tratar de relacionar tus palabras lo más
estrechamente posible con la gente que asiste a la reunión. Es
natural que el auditorio se interese por sí mismo y por el motivo
que los reúne. Sobre esta base proponemos tres fuentes de
inspiración, tres ideas accesorias que acompañarán a nuestra
idea central, dándole sentido y unidad a nuestras palabras.
Habla de tu auditorio, sobre lo que son, sobre lo que hacen. Si
cabe, personaliza y señala algunos de los que lo componen,
ejemplificando sus palabras. También puedes referirte a la
ocasión por la que están reunidos. Si es una despedida, un
aniversario, un homenaje, jerarquiza el acontecimiento. Suma tu
emoción al motivo que los une, haciéndolo importante y común
con tu auditorio. Si hubo un orador anterior, refiérete a sus
palabras. Demuestra el agrado de haberlo escuchado con
atención, recalcando los conceptos principales de su idea
central.

Busca las ideas accesorias en el auditorio mismo, la ocasión y el orador


anterior

Cumpliendo estos tres postulados, adaptarás tus palabras a la


ocasión, como un guante a la mano.  Tus palabras son para este
auditorio, para él, su respeto y preocupación. Por él su emoción,
que no debe pretender ocultarse. No puedes fracasar. El que
habla es un hombre honesto, emotivo, sincero (Di Bartolo, 1998,
https://bit.ly/357yXvr). 

Ignacio Di Bartolo, en su libro Oratoria Contemporánea, nos cuenta esta


situación problemática:

En el año 1986 dicté un curso de oratoria en el Colegio de


Abogados del Departamento Judicial de San Isidro. Cuando
llegamos al tema “improvisación”, describí la técnica como
acabo de hacerlo y solicité un voluntario para ponerlo en
práctica. Los abogados presentes, con rapidez invirtieron los
términos, y me pidieron que yo mismo la pusiera en práctica.
Acepto, les dije: “elijan el tema y denme quince segundos para
organizarme". “Hable del divorcio” - dijo uno de los presentes. 

Mi mente se puso rápidamente en funcionamiento. El estrés


favorecía la alerta de mis neuronas. Tengo que buscar la idea
central con que relacionar divorcio. Allí está: amor. El divorcio no
es más que el capítulo final de algo que alguna vez fue amor. 
En la descripción de la técnica dije que una vez que tenemos la
idea central, conviene comenzar nuestra improvisación,
hablando de una experiencia en nuestra vida.

Mi experiencia en el tema es mucha y penosa. Mi juicio de


divorcio duró cinco años. Cinco terribles años en los que se
pusieron en juego valores mucho más importantes que los
patrimoniales. La familia, los amigos, los recuerdos… Uno a uno
fueron desfilando por esos pasillos inhóspitos, por esos
despachos fríos.

Uno a uno fueron escuchados por esos empleados y


dactilógrafas distantes e insensibles a todo lo que, con tanto
pudor, con tanta pena, con tanto esfuerzo relataban los testigos.
La rutina, mil veces repetida, había transformado en fríos
autómatas eficientes a los que tomaban nuestras
declaraciones.

Cuando llegó el momento del alegato final y contra la opinión de


mi abogado y muy querido amigo, yo mismo quise escribirlo. Me
pareció que nadie podía describir mi frustración, el desengaño, la
desesperación. Quién si no yo podía decirle al juez cuántas
ilusiones había sepultado, cuántas esperanzas habían sido
defraudadas, de qué modo nuestra vida carecía de sentido de
continuar juntos. En el alegato hablé con todo respeto del amor.
Del amor al margen de los papeles y las obligaciones. Del amor
que no hay quien lo encierre, lo limite o lo imponga por decreto.
Del amor a los hijos, que no solo pertenecen a su madre. 

No sé cuántas cosas más aparecían en mi mente mientras


improvisaba esa noche en el Colegio de Abogados. Solo sé que
volví a vivir mi experiencia. Que sentí profundamente cada una
de las ideas que expresaba. Que mi voz tembló por una
auténtica e íntima emoción. 

Terminé exhortando a los abogados allí presentes a olvidarse de


los "casos", a no pensar en "Ios expedientes", sino a descubrir en
esos fríos papeles al individuo que palpita en su interior, que
necesita que lo escuchen, que merece todo el respeto de un ser
humano en crisis que está implorando comprensión y justicia.
Los minutos fueron cortos.   Casi sin darme cuenta había
cumplido con todos los postulados de una correcta
improvisación. Comprendí al finalizar que en el silencio de la
sala, los presentes compartían mi emoción (Di Bartolo, 1998,
https://bit.ly/357yXvr).

En el siguiente video, Ariel Goldvarg (2017), autor del libro Oratoria


Consciente, explica en qué consiste el arte de improvisar. El salto radica en
saber pasar de la incertidumbre de venir de la nada, a la incertidumbre de ir
hacia la nada. La improvisación como respuesta y como propuesta. Una
técnica simple de tres pasos para improvisar. 
Video 1. Oratoria Consciente - Improvisación

Oratoria Consciente - Improvisación - Ariel E Goldvarg

Fuente: Ariel Goldvarg [Ariel Goldvarg]. (5 de septiembre de 2017).   Oratoria Consciente - Improvisación - Ariel E

Goldvarg [YouTube]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=uODx8eRx2mk

Ensayo

En toda actuación frente a un público, es necesaria una preparación


adecuada, ya que no se puede dejar nada librado al azar. La regla
fundamental es ensayar, ensayar y ensayar. 
Ensayar a conciencia permite llegar a dominar la actuación que se va a
realizar, lo que contribuye a aumentar la autoconfianza y reducir la tensión
típica de los días previos a la presentación. Para ensayar, es necesario
disponer de tiempo, ya que implica, previa preparación del discurso, exponer
el discurso varias veces, preferiblemente frente a un espejo del tamaño del
cuerpo, hasta familiarizarse con él, sin aprenderlo de memoria. Se debe
pautar el uso de la voz y las manos, silencios, miradas, movimientos, gestos
de la cara, etc.

Figura 2. Ensayo 

Fuente: [imagen sin título sobre ensayo], s.f., https://bit.ly/32r6oHx


Además, filmarse es muy útil para poder autoevaluar tus fortalezas y
debilidades e ir corrigiéndolas. También es muy útil ensayar con público,
frente a familiares o amigos que puedan analizar críticamente la
presentación. Es necesario ensayar incluso si se pretende improvisar el
discurso, ya que solo dominándolo podrás realizar una buena improvisación.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 2

Referencias

[Imagen sin título sobre ensayo],  (s.f.). Recuperado de


https://www.arablog.co/como-dar-un-buen-discurso-en-una-boda/hablar-
frente-al-espejo/

Ariel Goldvarg [Ariel Goldvarg]. (5 de septiembre de 2017).   Oratoria


Consciente - Improvisación - Ariel E Goldvarg [YouTube]. Recuperado de
https://www.youtube.com/ watch?v=uODx8eRx2mk

Di Bartolo, I. (1998). Cómo hablar en público. Manual de oratoria


contemporánea. Buenos Aires, Argentina: Corregidor. Recuperado de
https://machete2000.files.wordpress.com/ 2014/08/04-cc3b3mo-hablar-en-
pc3bablico-cap1.pdf

Goldvarg, A.E. (2017). Oratoria consciente: cómo lograr presentaciones orales


que sorprendan. Buenos Aires, Argentina: Granica

Gómez del Pozuelo, N. (2011). Cómo improvisar un discurso en 9 sencillos


pasos. Recuperado de https://nataliagomezdelpozuelo.com/como-
improvisar-un-buen-discurso-en-9-sencillos-pasos/
El miedo oratorio

¿Tienes miedo de hablar en público? ¿Te produce ansiedad tener que enfrentarte a un auditorio? Si respondes afirmativamente, no te
sorprendas. Esto no tiene nada de especial; lo extraño sería lo contrario. Normalmente, la mayoría de las personas sienten miedo, temor
o ansiedad cuando tienen que hablar en público.

Hace siglos que Cicerón lo consideraba no solo natural, sino necesario: “A mis ojos -decía- el orador, incluso el mejor, el que
tiene la comunicación más fácil y mejor adornada, si no se intimida en el momento de tomar la palabra es un
desvergonzado o poco menos”. (Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 37)

¿Qué nos pasa cuando tenemos miedo?

Miedo oratorio

Video conceptual

Referencias

Revisión del módulo


LECCIÓN 1 de 5

¿Qué nos pasa cuando tenemos miedo?

El miedo es una de las emociones básicas que desencadena un mecanismo de supervivencia para que
podamos responder a situaciones adversas rápidamente. Cuando sentimos miedo, se producen
cambios fisiológicos de inmediato. Se cierran todos los circuitos neuronales que no sean esenciales a la
supervivencia, la parte pensante del cerebro reduce su actividad y comienzan a funcionar las
respuestas autónomas que no dependen de nuestra voluntad: se dilatan nuestras pupilas para que
podamos ver más; la sangre fluye con mucha rapidez hacia los músculos grandes para que podamos
huir o luchar; el corazón se acelera y bombea sangre a toda velocidad para llevar las hormonas a las
células, especialmente la adrenalina y la noradrenalina y cortisol, que son las llamadas hormonas del
estrés. 

Este mecanismo de supervivencia es importante, ya que nos ayuda a responder si estamos frente a un
peligro real. El problema es que muchas veces nuestros miedos son imaginarios, y están asociados a
recuerdos emocionales traumáticos. Sin embargo, aunque sean ilusorios, igual se produce la descarga
hormonal que, a la larga, puede dañar nuestra salud: por ejemplo, el exceso de cortisol en el sistema
reduce nuestra inmunología y hasta puede afectar nuestra memoria; el exceso de adrenalina puede
dejarnos toda una noche en vela. (Marin, 2018, https://bit.ly/38euTLQ)

Las hormonas del estrés tardan horas en reabsorberse y estas descargas pueden producirse simplemente por una
preocupación relacionada con el futuro.

El doctor Robert Sapolsky, neurólogo de la Universidad de Stanford, experto en el tema del estrés,
explica que a los seres humanos nos basta con imaginar que vamos a vivir una mala experiencia para
realmente pasarla mal, pues la descarga de hormonas del estrés en el cuerpo es la misma, tanto si
vemos un león real o si solo lo imaginamos. Al ser entrevistado por Eduardo Punset, el destacado
escritor y periodista científico, creador del programa Redes, Sapolsky expresó sobre este tema: «Para
un mamífero cualquiera, el estrés significa que algo está muy centrado en devorarte en los siguientes
dos minutos, o que uno está muy decidido a comerse a otro en los próximos dos minutos, y en este
lapso el cuerpo hace exactamente lo que debe hacer: utilizar toda la energía almacenada para activar
los músculos apropiados, aumentar la tensión arterial para que la energía fluya más de prisa, y
desactivar todo tipo de proyectos a largo plazo. Si te persigue un león, escoges otro día para ovular,
retrasas la pubertad, ni se te ocurre crecer, ya digerirás más tarde, pospones la fabricación de
anticuerpos para la noche, si todavía estás vivo… Se trata de eliminar todo lo que no es esencial. Y,
claro, el problema es que nosotros, como primates muy sofisticados que somos, podemos iniciar
exactamente el mismo proceso de respuesta al estrés a raíz de un estado psicológico, de un recuerdo,
una experiencia, una emoción, pensando en algo que puede ocurrir dentro de treinta años o que tal vez
no ocurra nunca, pero iniciamos la misma respuesta al estrés. El meollo de la cuestión es que
desencadenar este proceso durante tres minutos para salvar la vida es perfecto, pero si lo haces de
forma sistemática, por razones psicológicas, aumenta las posibilidades de enfermar». (Santana
Naranjo, s. f., https://bit.ly/366j2g3)

Visualicemos esta situación

Juan fue alumno de un curso de oratoria. Se presentó el primer día diciendo: “A mí no me resultan cómodos estos
temas sobre las emociones, los miedos… Soy contador, hace años que trabajo en una multinacional, siempre trabajé
con números y no me siento muy cómodo interactuando con la gente… y si llego a tener que hablar en público me da
pánico”. Mientras hablaba, dirigía su mirada al suelo y, cuando intentaba hacer contacto visual, se ruborizaba. Unas
semanas después, como cierre del curso, los participantes tenían que presentar, por equipos, un producto que
resumiera los contenidos de las clases. El equipo de Juan hizo una exposición grupal excelente. Lo sorprendente
fue que ese día Juan no solo se animó a hablar frente al público, sino que fue uno de los oradores más carismáticos
y cautivó a la audiencia. Juan ciertamente parecía otra persona, pero no lo era. Era el mismo, después de haberse
animado a atravesar lo que para él era un gran desafío. 

¿Cómo hizo para vencer el miedo a hablar en público y a transformar lo que él consideraba una debilidad en una
fortaleza? Se valió de muchas de las herramientas que iremos presentando en el texto.  Al igual que Juan, cada vez
que nosotros nos atrevemos a salir de nuestra zona de confort —en eso consisten los desafíos—, nos damos un
mensaje muy importante a nosotros mismos: nos recordamos que somos capaces de enfrentar la incertidumbre,
que somos capaces de intentar algo, aunque no lo sepamos hacer, que el miedo a fracasar puede sobrevolar por
nuestra cabeza, pero no detenernos.

Estrategias para superar el miedo

¿Cómo podemos acercarnos a lo que queremos en lugar de utilizar nuestro valioso tiempo en quedar
capturados en aquello que tememos? Cuando a Miguel Ángel le preguntaban cómo hacía para esculpir
sus obras de una manera tan magnífica, él decía que primero visualizaba en la roca la imagen de lo que
quería lograr, y luego sacaba lo que sobraba. Muchas veces el miedo aparece cuando tenemos que
atravesar una crisis o se nos presenta un desafío. Sin ser conscientes de ello, nuestra mente comienza
a proyectar las imágenes temidas en lugar de las deseadas. En ese instante se inicia un autoboicot
involuntario, a nivel inconsciente, con proyecciones negativas que socavan nuestra confianza y hacen
que la prueba a superar sea mucho más dura. (Andrés y de Andrés, 2010, p.49). 

Es verdad que ante lo nuevo podemos asustarnos y volvernos temerosos, pero también es cierto que existen
estrategias para hacerle frente a este tipo de emoción.

El poder de la visualización: imaginar lo que quieres en lugar de lo que temes

Para contrarrestar el miedo, podemos usar una estrategia poderosa, llamada visualización. ¿Qué es la
visualización? Es una técnica que consiste en entrenar nuestra mente para ver en detalle imágenes con
las escenas exactas de aquello que queremos lograr, practicando con la mente los pasos, los
movimientos, las acciones necesarias para alcanzar un objetivo. Los atletas olímpicos fueron los
primeros en utilizar esta técnica que, como tantos otros descubrimientos, sucedió por casualidad. 

Jean Claude Killy, varias veces campeón olímpico, fue un esquiador muy famoso en la década del
sesenta. En una oportunidad se lastimó una pierna justo antes de una carrera muy importante que le
impidió practicar en la pista. Sin embargo, llegó el día de la carrera y, sin entrenamiento físico previo,
Killy ganó. Cuando le preguntaron cómo lo había logrado, él respondió que, como no le quedaba otra
opción, lo único que hizo fue visualizar con detalle cada centímetro de la bajada. De esa manera ensayó
cada uno de los movimientos en su mente, una y otra vez… ¡Y ganó la competencia! Si bien la
visualización suele asociarse al deporte, en realidad se usa en todos los ámbitos y puede traer
resultados extraordinarios no solo para deportistas, artistas o inventores. Visualizar la situación
deseada en lugar de la temida es un excelente ejercicio para hacer antes de tener una conversación
difícil con alguien; previo a una negociación; antes de una reunión, de un examen, de una competencia…
Antes de cualquier situación que plantee algún tipo de desafío. (Andrés y de Andrés, 2011,
https://bit.ly/3hhiJ9y).

Las tres A: ¡Admítelo, Atiéndelo y Atrévete!


Otra estrategia para atravesar el miedo consiste en seguir tres pasos muy fáciles de recordar: admítelo,
atiéndelo, atrévete. La primera etapa o el primer paso es admitirlo. La nueva cima está frente a ti, el
nuevo proyecto se presenta, el nuevo desafío comienza… Estás en la etapa de la incertidumbre. No
sabes lo que puede suceder, y eso, la mayoría de las veces, genera miedo. ¿Cómo me irá? ¿Tendré
éxito? ¿Les gustará mi idea? ¿Aprobaré el examen? ¿Me dirá que sí? En esa etapa, lo importante es
admitir que tenemos miedo, ya que en la mente los miedos se acrecientan, pero cuando son
expresados oralmente, automáticamente disminuyen. El segundo paso consiste en atenderlo. Es el
momento de escuchar lo que el miedo te quiere decir. Como dijimos antes, no todos los miedos son
negativos; el «miedo sano» puede estar anunciándote que actúes con cautela, pues hay algún peligro
real. El miedo también puede estar diciéndote que te prepares adecuadamente para enfrentar el
desafío que tienes por delante. Que hagas tus previsiones de tiempo, que reúnas los recursos
necesarios, que aprendas nuevas habilidades o desarrolles nuevas actitudes, que te ocupes de los
detalles. Una vez que has atravesado esta etapa, de alguna manera ya estás preparado para pasar a la
próxima, pues ya comienzas a sentir que el miedo se va transformando en entusiasmo. El paso número
tres consiste precisamente en atreverse. Esto significa comprometerse a realizarlo. El compromiso se
traduce en acción. Cuando nos comprometemos, sucede algo muy especial; como dice Goethe, es
como si todo el universo se pusiera de nuestro lado, para que podamos alcanzar nuestra meta. Hasta
que no nos comprometemos, hay vacilación; existe la posibilidad de retroceder; nos domina la
inefectividad. Muchas veces la ayuda vendrá de lo inesperado, pero solo si estamos comprometidos.
Cuando hay dudas, es difícil estar dispuestos a recibir. Cuando hay fe y compromiso, tarde o temprano
la ayuda llega, pues quiere decir que estamos preparados para aceptarla. (Andrés y de Andrés, 2011,
https://bit.ly/3hhiJ9y).

La reinterpretación de los fracasos

Hoy se habla mucho de la importancia de fomentar la cultura emprendedora como una salida a la crisis.
Sin embargo, todavía advertimos que son pocos los jóvenes que se animan a emprender su propio
proyecto; la mayoría todavía prefiere trabajar en una empresa establecida. Y aquellos pocos que lo
intentan, según indican las estadísticas, suelen abandonar sus proyectos a los pocos años de haber
comenzado. ¿Qué es lo que impide que los jóvenes se atrevan a ser emprendedores? La respuesta es
compleja, y puede tener muchos ángulos. Sin embargo, podemos identificar algunos factores que
provienen del paradigma del miedo, como lo es la actitud frente al fracaso. La mayoría de las personas
no se animan a innovar por miedo a fracasar; y quienes sí se atreven suelen tener pocas habilidades
para reinterpretar y capitalizar sus mal llamados «fracasos».
¿Cómo hacer para reinterpretar el fracaso? Tomando conciencia de que a veces los resultados toman
más tiempo del que quisiéramos y que no todo depende de nosotros; aprendiendo a pedir ayuda —
recursos, ideas, apoyo— a los demás, sabiendo que los mayores aprendizajes ocurren fuera de nuestra
zona de confort; teniendo confianza y convicción en nuestra visión y sosteniendo un diálogo interno que
invite a la reinterpretación de lo sucedido: ¿fue un fracaso o un aprendizaje? Necesitamos, sobre todas
las cosas, entender que no hay fracasos sino oportunidades de aprendizaje y que, el único fracaso es
no intentarlo. (Andrés y de Andrés, 2010, https://bit.ly/3hhiJ9y)

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 5

Miedo oratorio

Normalmente, la mayoría de las personas sienten miedo o temor de hablar en público. Quisiéramos
hablar de dos tipos de miedos ante un auditorio. Uno es el miedo normal y el otro es el miedo
paralizante. Toda persona, cuando tiene que enfrentar a un auditorio, si posee un cierto grado de
responsabilidad, ha de tener alguna ansiedad o temor. Esto es natural y necesario. Este tipo de miedo
es saludable, ya que estimula el cerebro y nos hace más agudos y más despiertos. 

Pero si esta ansiedad se transforma en miedo y temor, con síntomas paralizantes en lo físico y en lo
psíquico, es necesario superarla. 

Cuando tenemos miedo, nuestro cerebro ordena a la glándula suprarrenal que comience a secretar
adrenalina a la corriente sanguínea, y esto produce una serie de reacciones físicas específicas:
nuestras glándulas salivales no secretan lo suficiente, se seca la boca y la garganta, y cuando es
mucho el temor la boca se vuelve pastosa y en ocasiones se traba la lengua. Los músculos del rostro
quedan bloqueados, los movimientos del cuerpo, de los brazos y de las piernas se vuelven torpes, se
produce transpiración, se traban las articulaciones y la voz. Y, lo que es peor, se obnubila la mente y la
persona se siente invadida por una sensación de vacío cerebral y aturdimiento, lo que hace difícil
razonar, memorizar, coordinar las ideas y la afluencia natural de las palabras. O sea: el miedo se
transforma en un fenómeno psíquico paralizante. (Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 38)

Algunas sugerencias para superar el miedo frente a un auditorio

En su libro Cómo aprender a hablar en público Ander-Egg y Aguilar (2006) proponen algunas sugerencias para
enfrentar el miedo que genera estar frente a un auditorio.

a. Saber bien el tema que uno va a desarrollar y estar compenetrado con él. Solo hay que hablar de los temas pertenecientes al propio ámbito
de conocimiento o experiencia y que, además, han sido suficientemente preparados para desarrollarlos en una conferencia o discurso. 

b. Lograr una decontracción/relajación.

Ejercicios de rotación completa de cuello (todos 2 veces para cada lado): la cabeza gira en redondo sobre su base, luego cabeza adelante y
atrás, mentón con hombro, oreja con hombro, mentón con hombro. 
Ejercicios de hombro (primero uno, luego el otro, después los dos): elevación, rotación hacia adelante y hacia atrás, cabeza adelante y rotación
de hombros hacia atrás, cabeza atrás y rotación de hombros hacia adelante. 

Además, es beneficioso caminar, dar una vuelta a la manzana, o recorrer pasillos, antes de una conferencia, pues facilita la circulación de la
sangre y elimina el exceso de nerviosismo (caminar 15 minutos). (Moreau, 2007, https://bit.ly/2I3Monv)

Ejercicios de respiración abdominal. (15 a 20 veces).

c.  Desarrollar actitudes mentales de sostén. Proceder con confianza en uno mismo. La inseguridad personal es un obstáculo para la
comunicación. Por el contrario, la confianza en uno mismo crea una disposición mental que ayuda a superar el miedo.

d. Respirar adecuadamente. Una buena oxigenación del cerebro facilita la reflexión y la memoria, al mismo tiempo que calma la tensión y
atempera la excitación. La falta de aire puede resultar desastrosa, sobre todo si el conferenciante comienza a tartamudear.

e. Procurar asumir posturas y comportamientos extrovertidos. La introversión, cuanto repliegue sobre uno mismo, manifestada en una forma
“encogida” de presentarse en público, no es un factor favorable para la comunicación con los otros; cuando estamos frente a un auditorio, el
asumir posturas y comportamientos extrovertidos, que revelan vigor, entusiasmo y salud, ayuda a la buena comunicación.

f. No hable de posibles problemas (pensamiento y-si): 

Si antes de exponer comenta con amigos: “y si comienzo a tartamudear”; “y si me mareo apenas comienzo a hablar”, “y si me
olvido de algunas partes del discurso”, es posible que suceda, porque estas ideas de negativismo, pesimismo y
preocupación se anclarán en el inconsciente. (Moreau, 2007, https://bit.ly/2I3Monv)

g. No pretenda satisfacer a todos. Es muy difícil gustar a todos. Los angustiados crónicos tienden a confundir la responsabilidad lógica que
implica su exposición con el hecho de hacerse cargo de los sentimientos, frustraciones y actos ajenos (pulsiones neuróticas). Es imposible
satisfacer las expectativas de cada asistente.

Viendo las sugerencias que nos brindan Ander-Egg y Aguilar (2006) para superar el miedo oratorio, podemos
profundizar en un ítem muy importante para trabajar y desarrollar, y uno de los principales problemas en el
momento de hablar frente al público, esto es la confianza en uno mismo.

La confianza

Los seres humanos nacemos llenos de confianza, sin miedo; por eso, durante los dos primeros años de
vida, podemos aprender las cosas más importantes que necesitamos: ponernos de pie, nombrar el
mundo, relacionarnos de formas diversas con las personas… ¡Hasta aprender a hablar en cinco idiomas
sin una enseñanza formal! ¿Por qué ocurre esto? Porque la confianza es innata, está en nuestro interior
desde pequeños y, por lo tanto, es posible recuperarla cuando la perdemos, es una cualidad que
siempre puede desarrollarse. Decimos que la confianza es la autopista que conecta un sueño con una
meta y es la energía misma que nos sostiene para llegar a buen término. Es lo que nos mantiene en pie
aun cuando la situación es adversa. Sin confianza no hay sueños.

La confianza impacta en todos los órdenes de la vida, desde nuestra capacidad para aprender hasta
nuestras relaciones. Es el vínculo más importante entre las personas, tanto si consideramos a los
miembros de una familia como a los de una empresa. Es el motor de un equipo de trabajo, un elemento
clave de la economía.

La pérdida de la confianza puede suceder por múltiples factores, entre muchos otros, por experiencias
traumáticas vividas en la infancia o por recibir reiterados comentarios descalificadores de nuestros
seres significativos. De adultos, lo que más socava nuestra confianza y nos aleja de esa imagen
armoniosa y entregada que éramos al nacer son ciertas actitudes que se traducen en hábitos.

La confianza entre las personas se sustenta a partir del cumplimiento de las promesas, del soporte de
la integridad individual y del nivel de responsabilidad con el que se asumen los vínculos. (Andrés y de
Andrés, 2011,  https://bit.ly/3hhiJ9y)

La autoestima: el cimiento de la confianza

Nathaniel Branden, una de las mayores autoridades en este tema, explica que la autoestima tiene que
ver con sentirnos competentes, conscientes de nuestra eficacia, es decir: poseedores de una confianza
muy profunda, que va más allá de cuánto sabemos, cuánto poseemos o cuánto hemos logrado.
Branden asegura que la autoestima es una confianza que no se puede fingir.

La autoestima, ese sentimiento de valoración que hacemos sobre nosotros mismos, impacta en todos
los órdenes de nuestra vida. Determina la persona que elegimos como pareja, la carrera que
estudiamos, el trabajo que conseguimos, los amigos que frecuentamos, los proyectos que
emprendemos. Cuando miramos hacia nuestro interior, todos tenemos una imagen particular de
nosotros mismos. La autoestima es, precisamente, cómo nos sentimos con respecto a esa imagen.
(Andrés y de Andrés, 2011,  https://bit.ly/3hhiJ9y)

¿Cómo puedo hacer para construir o reforzar mi autoestima?


Nuestra autoestima comienza el día en que decidimos aceptarnos tal cual somos, cuando elegimos ser
nosotros mismos con el propósito de tomar nuestra vida en nuestras manos. Construir nuestra
autoestima es nada más, y nada menos, que abarcar y aceptar todos nuestros aspectos —nuestra luz y
nuestra sombra—; por eso reforzamos nuestra autoestima el día que empezamos a reconocer y usar
nuestros talentos.

El secreto de poder experimentar esta metamorfosis, que nos lleva a construir nuestra autoestima, esa
confianza auténtica que no se puede fingir, es precisamente tratarnos a nosotros mismos con cariño.
(Andrés y de Andrés, 2011,  https://bit.ly/3hhiJ9y)

Síntesis de los principios importantes para construir la autoestima

Adueñarnos de nuestra vida: sentirnos responsables. 

Saber que somos seres únicos e irrepetibles: dejar de compararnos.

Reconocer nuestros talentos y usarlos.

Identificar nuestras áreas de mejora.

Observarnos: conservar lo bueno y descartar lo inapropiado.

Inventar algo nuevo que supla lo descartado.

Tratarnos con cariño, siempre.

La imagen de uno mismo: el amor empieza contigo

La imagen de sí es la representación interna que nos hacemos de nosotros mismos, la que define cómo nos vemos
y cómo pensamos que nos ven los demás.

La mirada y las palabras de los otros

Nacemos llenos de confianza, sin miedo, y con disposición para realizar cualquier aprendizaje. Sin
embargo, a medida que crecemos, podemos comenzar a recibir comentarios negativos acerca de
nosotros mismos: «Qué tonto que eres»; «Eres un inútil, deja que lo hago yo»; «No eres bueno para los
números»; «No tienes oído para los idiomas»; «Eres un idiota»; «¿Por qué eres tan malo?»; «No sirves
para nada». Los descubrimientos de una investigación de la que informa Jack Canfield demostraron
que los niños reciben, como término promedio, 460 comentarios negativos o críticos al día y solamente
75 positivos. Estos comentarios, por lo general, provienen primero de los padres; luego, al iniciarse la
escolaridad, de los maestros, y finalmente de los pares en la adolescencia: los tres espejos en los
cuales nos miramos en la infancia y en la juventud para ir formando la imagen de quiénes somos.

Las frases repetidas con insistencia por aquellas personas que son significativas en la vida de un niño o
de un joven ayudarán a modelar la representación interna que tiene de sí. Las palabras no son
inocentes ni se las lleva el viento. (Andrés y de Andrés, 2011,  https://bit.ly/3hhiJ9y).

 No te preocupes por eliminar completamente el miedo de hablar en público, lo que debemos


suprimir es el miedo o la timidez que dificulta, paraliza u obstaculiza para hablar frente a un
auditorio. Es lo que se llama “miedo escénico”. Si te sirve de consuelo y de aliento, la historia nos
revela que la timidez ha sido el “talón de Aquiles” de grandes personajes históricos, y que buena
parte de los grandes oradores han sido personas tímidas. No te desalientes ni desanimes si eres
tímido. De una cosa por lo menos podemos estar seguros:  de que el adiestramiento y la
ejercitación harán desvanecer el temor al auditorio, instalándonos por siempre confianza en
nosotros mismos y valor.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 5

Video conceptual

C O NT I NU A R
LECCIÓN 4 de 5

Referencias

Ander-Egg, E.; y Aguilar, M. (2006). Cómo aprender a hablar en público. Buenos Aires, Argentina: Lumen. 

De Andrés, V.; y Andrés, F. (2010). Confianza Total. Buenos Aires, Argentina: Grupo Editorial Planeta.

De Andrés, V.; y Andrés, F. (2011). Confianza Total. Buenos Aires, Argentina: Grupo Editorial Planeta. Recuperado de
https://www.academia.edu/32835219/Confianza_Total

Marin, C. (2018). Señales de que el miedo está dominando tu vida. Recuperado de


http://www.coachcarlamarin.cl/blog/senales-de-que-el-miedo-esta-dominando-tu-vida/

Moreau, A. (2007). La problemática del tema. Recuperado de https://oratoriaparatodos.blogspot.com/

Santana Naranjo, P. (s. f.). Efecto del estrés. Recuperado de http://bodyworklaspalmas.com/blog/

C O NT I NU A R
LECCIÓN 5 de 5

Revisión del módulo

Hasta acá aprendimos

Comunicación no verbal

La comunicación no verbal engloba un sinfín de signos y sistemas no lingüísticos que comunican o se utilizan con esta finalidad.
Los tres principales sistemas de comunicación no verbal: kinésica, proxémica, y el paralenguaje.

Lenguaje corporal

Los componentes del lenguaje corporal son los movimientos de manos y brazos, la postura corporal, el desplazamiento, la mirada
y las expresiones del rostro. Cómo influyen las emociones en los gestos de las microexpresiones del rostro.

Improvisación

El arte de improvisar implica una preparación adecuada. Para ello debemos tener en cuenta elegir una idea central, hablar de una
experiencia de vida, y buscar ideas accesorias. Es necesario ensayar para realizar una buena improvisación.

El miedo oratorio

Normalmente, la mayoría de las personas sienten miedo o temor de hablar en público.   Para ello, podemos seguir unas
sugerencias y suprimir ese miedo o la timidez que dificulta, paraliza u obstaculiza hablar frente a un auditorio.

C O NT I NU A R
El discurso

Introducción

La elaboración del discurso y la conferencia o la preparación de la intervención pública

Cómo preparar el discurso, conferencia o debate

Referencias
LECCIÓN 1 de 4

Introducción

Muchos de nosotros estamos expuestos a numerosas presiones y


ansiedades. Esta época desafía nuestra velocidad para procesar la
información proveniente de múltiples ángulos; estímulos de diferentes
tenores; tensiones que nos exponen y presionan cada vez más, y la
sensación de que todo ocurre muy rápido. A este tipo de público es al que le
hablamos cuando hacemos una presentación. 

Esta es una época en la cual la retórica, los juegos dialécticos y los discursos
declamatorios han perdido el impacto y el poder que tuvieron en la historia.
Por eso, necesitamos presentaciones orales que resulten ágiles, porque, de
otra manera, nos dormimos, nos distraemos o simplemente dejamos que
nuestra atención se dirija a cualquiera de los otros estímulos a los que
estamos expuestos sin cesar.

Figura 1. Presentaciones orales


Fuente: [imagen sin título sobre presentaciones orales], s. f., https://bit.ly/2I5ZMXG

Muchas veces, hemos asistido a una charla, conferencia, presentación, etc.


en la cual el orador está realizando su presentación y, de repente, termina… el
público no sabe si aplaudir o no… se produce un bache, un silencio
incómodo… pasan unos segundos, que al orador le parecen eternos, y,
entonces, el orador dice: “eso es todo”.

¿Por qué crees que ocurre esto? ¿Por qué el público no aplaudió
enseguida cuando el orador terminó su charla?
Lo más probable es que el orador no haya realizado un buen cierre, entonces,
el público no comprendió que había terminado. Por ese motivo, en esta
lectura, intentaremos mostrarte cómo se estructura un discurso y la
importancia de cada una de sus partes.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 4

La elaboración del discurso y la conferencia o la


preparación de la intervención pública

Necesitamos presentaciones orales que resulten ágiles, porque de otra


manera nos aburrimos, nos dispersamos. También, necesitamos que nos
inspiren, es decir, que nos lleven a realizar nuestra propia búsqueda y nos
incentiven a recorrer nuestro propio camino. 

Asimismo, buscamos que nos sorprendan, para movernos fuera de nuestra


zona de confort e ir más allá de las típicas preguntas conservadoras: ¿para
qué cambiar, si lo que vemos o escuchamos no nos aporta algo que valga la
pena? ¿Para qué mejorar, si con lo que ya tenemos es suficiente? ¿Para qué
aprender, si en diez minutos ese concepto será obsoleto? Y una extensa lista
de “para qué…”. La idea es provocar curiosidad y mantener un interés
genuino en la audiencia. 

Por último, esperamos que nos ilustren, que nos dejen un aprendizaje, algún
recurso o herramienta para lidiar con nuestras inquietudes, con el vértigo de
la actualidad o con nuestros temores.

El tema
Cuando hablamos del tema, hacemos referencia al mensaje que se quiere
comunicar. Lo que aquí nos proponemos es presentar algunos consejos
útiles y sugerencias prácticas sobre la preparación de una charla,
conferencia, discurso o intervención pública.

¿Para qué hablar?

Cuando se pronuncia una conferencia o discurso, se puede tomar la palabra


con propósitos muy diferentes; es de suponer que siempre se habla para
algo. Desde Cicerón se viene diciendo que los fines de un discurso hablado
pueden reducirse a cuatro: deleitar la imaginación, ilustrar el conocimiento,
influir sobre la voluntad y mover las pasiones. Tenemos que tener claro, en
primer lugar, para qué vamos a hablar y cuál es el propósito de esta
conferencia en concreto. Dicho propósito se refiere siempre a lo que
queremos que el público sepa, comprenda, haga, disfrute, sienta o aquello
que lo movilice. 

Se suelen distinguir cuatro tipos de intenciones en una disertación,


conferencia o charla:

I N FO RM A R E N T RE T E N E R C ONV E NC E R PE RS U A D I R
Se trata de dar a conocer, lo más objetivamente posible, una serie de datos, información y hechos referentes
a una cuestión que es el tema central de la conferencia o intervención.

I N FO RM A R E N T RE T E N E R C ONV E NC E R PE RS U A D I R

Cuando el orador quiere distraer, divertir o llevar a un relajamiento agradable. Generalmente, en estos casos,
el orador utilizará anécdotas y, sobre todo, una buena dosis de humor e ironía, todo ello, dicho con gracia y
vivacidad.

I N FO RM A R E N T RE T E N E R C ONV E NC E R PE RS U A D I R

En este caso, se tiene el propósito de influenciar, modificar y transformar opiniones. Para convencer, en
primer lugar, es necesario estar convencido uno mismo y ser sincero, excluir toda trampa, toda
manipulación y toda demagogia.

I N FO RM A R E N T RE T E N E R C ONV E NC E R PE RS U A D I R

En el discurso, no solo se presenta una realidad o problema, sino que también se asume una posición y se
trata de influir sobre los sentimientos, las actitudes, los comportamientos y los valores de la gente, para que
asuma determinadas posiciones. En otras palabras, se pretende influenciar fuertemente sobre las actitudes
y conductas que llevan a la acción.

A diferencia del convencimiento, que es racional, la persuasión es


básicamente emocional. Para persuadir, hay que movilizar las emociones del
auditorio. ¿Cómo? Al mostrar paralelamente las necesidades y las
posibilidades reales de satisfacerlas, demostrar sinceramente que es por su
acción por lo que pueden conseguir sus objetivos y salir de la actual situación
frustrante e injusta. En una intervención en la cual se pretende
persuadir/influir, se emplearán palabras cargadas emocionalmente, como,
por ejemplo: “libertad”, “lucha”, “justicia” y otras de índole parecida. 

Si bien hemos hecho estas distinciones, ya clásicas en la oratoria con


respecto al “para qué hablar”, cabe señalar que en buena parte de los
discursos existe una simultaneidad de propósitos: en una misma
intervención pública se suele informar, convencer y persuadir.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 4

Cómo preparar el discurso, conferencia o debate

Antes de responder o explicar la cuestión que se plantea en este párrafo,


queremos hacer énfasis en la necesidad de preparar siempre con
anterioridad las intervenciones en público. No se debe improvisar jamás. La
vieja chanza que nos recuerda Folliet, de “una improvisación largamente
preparada”, expresa una gran verdad: el orador habla sin ningún texto a la
vista, desarrolla un tema bien estructurado, aparentemente improvisado,
pero que, en realidad, es fruto de una larga preparación. 

Es una irresponsabilidad hablar en público sin prepararse. Y es, además, una


falta de respeto hacia el auditorio.

Figura 2. Cómo preparar un discurso, conferencia o debate


Fuente: elaboración propia.
Las tareas que conforman la preparación de un discurso o
conferencia

La preparación de cualquier tipo de intervención pública, una vez


determinado el tema de la conferencia, comporta cinco elementos:

a. elaboración de un esquema provisional; 

b. acopio de materiales (datos, información, hechos, ideas, etc.);

c. selección y ordenamiento de los materiales recogidos;

d. maduración y reflexión del tema;

e. organización del discurso o conferencia.

Elaboración de un esquema provisional

Antes de la recogida, la selección y el ordenamiento de los materiales


necesarios para preparar la conferencia, hay que elaborar un esquema
provisional que exprese la estructuración que se le pretende dar al discurso.
Hay que considerarlo como un primer borrador, puesto que, a medida que se
va recolectando la información, se consulta con algunos informantes clave y
se reflexiona sobre el tema, se irán introduciendo modificaciones.
Acopio de materiales

Una vez seleccionado el tema y elaborado el esquema provisional, hay que


proceder a reflexionar sobre el contenido de la conferencia, recoger
información y consultar con otras personas. Todo esto con el propósito de
preparar el discurso. 

Para ello, es bueno desplegar una especie de radar mental que nos
sensibilice y nos haga receptivos para captar un determinado tipo de
información. La tarea de acopio de material consiste en reunir todos los
datos, hechos e ideas que se consideren útiles para desarrollar el tema que
es motivo de la conferencia, discurso o debate. 

Para que el acopio de material de cara a la preparación de un discurso sea lo


más completo posible, debe realizarse a partir de tres fuentes:

la propia experiencia 

la documentación escrita: lo que se ha dicho 

lo que pueden aportar los otros: lo que se vive y se piensa 

Selección y ordenamiento de los materiales recogidos


No todo el material reunido puede y debe ser utilizado. De ahí la necesidad
de seleccionar la información y los datos recogidos. Toda tarea de selección
debe hacerse en función del tema, el tiempo disponible, la clase de auditorio,
los objetivos del discurso y el enfoque personal con el que uno piensa
desarrollarlo.

Maduración y reflexión del tema

Hay que “madurar” y “digerir” esos datos, hechos, informaciones e ideas


recogidas que estuvimos seleccionando. Aunque el discurso no se pronuncie
de memoria, hay que estudiar el texto. No está mal memorizar algunas
partes, especialmente, el esquema que constituye la estructura o el
esqueleto del discurso. Estudiarlo es asimilarlo y madurarlo. Es muy
recomendable ir haciéndolo poco a poco.

Organización del discurso o conferencia

El siguiente paso es estructurar el contenido para ir dando forma a la


presentación oral. Este es un punto determinante para el éxito de la
presentación, ya que es donde se articula la secuencia lógica de la
exposición. Antes, organizábamos el contenido de acuerdo con la
importancia de uno y otro concepto vinculándolos entre sí y destacando los
más significativos. Ahora, vamos a desplegar esos conceptos a lo largo del
tiempo, es decir, vamos a organizar la cronología de la presentación. Todo el
material y la documentación que van a ser elaborados y organizados deben
estructurarse sobre la base de la idea de que, en todo discurso o conferencia,
hay un patrón básico que consta de tres pasos o fases:

introducción o exordio, 

cuerpo o desarrollo, 

final o peroración.

Introducción o exordio

Comenzar bien es de primerísima importancia, ya que, a través de la introducción,
se entra en comunicación con el auditorio y es en ese momento en el que hay que
despertar el interés por el tema que se va a desarrollar. Decir palabras iniciales
como simple protocolo no sirve para nada. A menudo, se pierde o se gana al
auditorio en las primeras frases. 
Se puede comenzar de maneras muy diversas: con una frase interesante, una cita
famosa, un relato que llame la atención… 
Un comienzo aparentemente casual, pero referido al tema tiene gran valor. Lo
importante es que el conferenciante se gane la confianza y la atención del
auditorio. Y esto, cómo ya se dijo, depende en gran parte del modo en el que
empiece, de cómo enfoque el tema y de la actitud que adopte ante el público.
Todo esto se pone en juego desde el momento en que se inicia la comunicación
con el auditorio.
Cuando el público acude a escuchar una conferencia y conoce el título, se
pregunta; ¿cómo se va a presentar el tema? ¿Qué cuestiones se van a
considerar? Y, cuando no tiene ninguna información sobre el tema, la pregunta
inevitable será: ¿de qué se va a hablar? En la introducción, hay que responder a
estos interrogantes y, además, anunciar las grandes líneas de la disertación.
En este delicado y estratégico momento del inicio de la conferencia, la
introducción cumple un triple objetivo: 

Captar y despertar el interés por la curiosidad del auditorio o, al menos,


conseguir su atención. Para el logro de este propósito, las primeras palabras
tienen una influencia decisiva, ya que la introducción es el primer puente que
se tiende entre el orador y el público. Empezar bien, dice un proverbio,
significa estar a mitad del camino.

 Situar intelectualmente al auditorio en el tema. Esto se logra al enunciar el


tema que se quiere exponer de modo que el público, desde el primer
momento, sepa de qué se trata y cuáles son las cuestiones generales de la
conferencia.

Si fuese posible —esto supone una experiencia en el orador—, situar


psicológica y emocionalmente al auditorio en el tema. Lo corriente es que el
público, cuando comienza la conferencia, esté desambientado. Se trata,
entonces, de que las personas se aclimaten con el tema que se va a
desarrollar.

Estas primeras palabras pueden ser decisivas. Es necesario medirlas y


escogerlas con especial atención y con un criterio exigente. Un ritmo más lento
que el normal, algunas frases muy medidas y muy intencionadas ayudan a crear
el clima. Incluso hay que recurrir a la memoria. El acierto o desacierto de esta
elección puede, como consecuencia, llevar al acierto o desacierto del discurso o
conferencia. Hace dos mil años, lo recomendaba uno de los más famosos
oradores romanos, Cicerón, quien resaltaba la importancia de una buena
introducción, pero dejaba en claro que una buena introducción no es nada si no
tenemos un discurso con sustancia y contenido” (s.f.).

Cuerpo o desarrollo

Un discurso no debe ser un amontonamiento de ideas, ni pensamientos
fragmentados que se yuxtaponen. Para lograr una buena comunicación, la
presentación oral debe tener una estructuración que contenga las cuestiones que
se van a desarrollar, con divisiones, subdivisiones y una sucesión regular y
ordenada de ideas. Estos puntos principales del cuerpo de la conferencia son los
pivotes sobre los que descansa la línea discursiva que sigue el emisor y son,
además, las secciones o partes en las que se divide el discurso.
 
Para lograr la coherencia y la estructuración, el cuerpo del discurso debe cumplir
ciertas exigencias:

1. Unidad. Todo lo que se diga debe estar relacionado con el tema del discurso.
No hay que salirse del tema y hacer mezclas sin sentido de diferentes
cuestiones o parlotear de todo lo que se viene a la cabeza. 

2. Ordenlógico. En todo discurso, hay que asegurar una secuencia lógica del
pensamiento. Las ideas deben ser desarrolladas con un orden lógico y los
razonamientos han de derivarse unos de otros. 

3. Progresión.  El
conjunto del tema debe desarrollarse poco a poco, debe
marchar en forma creciente y avanzar por aproximaciones sucesivas de lo
simple a lo complejo. 

4. Transición. Debeser clara y diferenciada de un tema a otro, o de un asunto a


otro. El discurso no puede ser un simple amontonamiento de ideas,
argumentos, datos, hechos, anécdotas, etc.

Final o peroración

Denominado también conclusión, este es el punto más estratégico del discurso.
Las últimas palabras quedan sonando en los oídos del auditorio y, probablemente,
sean las más recordadas; son las que dejan el sabor más fuerte del discurso
(para bien o para mal). Por eso, se dice que el final es el momento decisivo para
poder influir sobre el público. El discurso debe ser terminado, pero con una
terminación preparada. No se debe terminar con: “esto es todo, gracias” o “he
terminado, ¿hay alguna pregunta sobre el tema?” Las formas abruptas de terminar
deben quedar totalmente desechadas.
Cuando lo sustancial ha sido anunciado en la introducción y en el cuerpo del
discurso, ¿qué queda para el final? Las sugerencias sobre este punto pueden
resumirse en lo siguiente:

Hay que resumir las grandes líneas del discurso o las cuestiones centrales
de este, se debe enfatizar lo que se cree más importante. 

Utilizar un estilo breve, enérgico y conciso que, si bien tenga una


argumentación, apele, sobre todo, a los sentimientos (que se dirija al corazón
de los oyentes).

Si la índole del discurso lo exige, la peroración puede ser una llamada a favor
de una causa o una exhortación a actuar. Esto se hace bajo la forma de una
petición directa al público que, presumiblemente, ha sido motivado,
convencido y persuadido a lo largo de la disertación.

Se puede terminar con una cita o con unos versos que resuman lo
expresado, o sea, una invitación a la reflexión y a la acción: la frase final debe
ser efectista y debe estar dirigida más al corazón que a la inteligencia.

Cuando en el final se alcanza un clímax, hay que terminar indefectiblemente.


Cualquier frase pronunciada después de que se haya alcanzado este punto
solo sirve para debilitar lo ya dicho. Hay que saber “aterrizar”. Si se alarga el
discurso al repetir varias veces “finalmente”, “para concluir” o “por último”, el
auditorio termina hartándose del conferenciante.

La forma de terminar depende de la índole del discurso: si es informativo, no


necesitamos poner mucha emoción; pero, sucede todo lo contrario si buscamos
persuadir y convencer.
Decíamos que el final es un punto estratégico del discurso. Y así es, en efecto, un
discurso muy bueno que termina mal puede causar una pésima impresión. Por el
contrario, un buen final hasta puede corregir algunos desaciertos en los que se
incurrió en el cuerpo del discurso.
Video1. Secreto para hablar en público

TED's secret to great public speaking | Chris Anderson

Fuente: TED [TED] (19 de abril del 2016). TED's secret to great public speaking | Chris Anderson.  [YouTube].

Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=-FOCpMAww28

No existe una fórmula única para dar una gran charla, pero hay un
ingrediente secreto que todos los mejores tienen en común. El presidente de
TED, Chris Anderson, comparte este secreto, junto con cuatro formas de
hacerlo funcionar para cualquiera. ¿Tienes lo que se necesita para compartir
una idea que valga la pena difundir?
Estructuras discursivas

Tener una secuencia establecida nos sirve para organizar el discurso y lograr
que sea comprensible y dinámico, además de para transmitir correctamente
nuestro objetivo. 

Todas las estructuras que presentaremos tienen un ordenamiento interno,


que respetan la introducción, el desarrollo y el final. A continuación,
analizaremos la estructura argumentativa y la narrativa, con sus ejemplos de
aplicación. Es importante saber que, en la realidad, estas estructuras no se
encuentran en estado puro, sino que están fusionadas en los discursos.

Estructura argumentativa 

Es utilizada cuando una persona quiere establecer su punto de vista sobre


algún tema y tratar de convencer a su público. Para ello, esboza un tema, su
punto de vista respecto a la cuestión, plantea argumentos y utiliza material
de refuerzo para sustentar su análisis. La orientación del discurso
argumentativo es constitutiva del discurso, en la medida en que todo
enunciado comporta una orientación interna hacia un tipo de conclusiones, y
comporta una orientación externa hacia cierto tipo de intervención en un
destinatario.
El primer momento de un discurso argumentativo es la presentación de un
tema y la toma de posición con respecto a ese tema, existe siempre una
premisa que supone lo que debería ser y puede estar explícita o no. En el
ejemplo dado más adelante, cuya temática es la televisión, se aprecia que la
premisa es que esta tendría que servir para causas nobles y la tesis es que la
televisión de hoy es de muy bajo nivel. 

Una vez explicitado el punto de vista, se deben producir argumentos que lo


sustenten, fundamentar por qué las personas que están oyendo el discurso
tendrían que creer en lo que se dice. Los argumentos deben reforzarse a
través de fuentes de la realidad, datos, reservas o preguntas retóricas. Las
fuentes de la realidad son los ejemplos de la realidad: citas textuales de
personas reconocidas, estadísticas, entre otros, que se utilizaron para apoyar
los argumentos. El refuerzo sigue la línea argumentativa, hace
generalizaciones de determinados hechos o situaciones, también, pueden
ser preguntas retóricas, su objetivo no es ser respondidas, ya que su
respuesta es obvia y sirve para reforzar la argumentación. La reserva se
utiliza para resguardarse de los posibles ataques y hacer concesiones, pero,
luego, se debe reforzar el argumento.  

Finalmente, se llega a una conclusión en la que se retoma la postura inicial


avalada por la argumentación. Como mencionamos anteriormente, también
se puede llamar a la acción o reacción del público. 

Estructura narrativa 
Su objetivo es narrar algo, contar un hecho o una historia. En la vida
cotidiana, la encontramos en cuentos, novelas y hasta en películas o series.
En las dos últimas, las historias están compuestas por miles de subconflictos
con los que se encuentran los diferentes personajes, sin embargo, si
pensamos en la totalidad de la película o serie, encontraremos un conflicto
central. La estructura narrativa consta de ciertas partes o secuencias que
son: la situación inicial, el conflicto, la acción, el desenlace y la situación final.
En la situación inicial, se presentan los personajes principales y el contexto
en que transcurre la acción. El conflicto es lo que modifica la situación
habitual, rompe la normalidad, puede ser un suceso positivo o negativo,
como un hecho de la naturaleza, la llegada de una persona inesperada, el
encuentro con alguien, etc. La acción es el comportamiento de los
personajes con respecto a ese conflicto, por ejemplo, si la situación
conflictiva es que hay un terremoto, la acción será qué hacen los personajes
ante él, salen de sus casas corriendo, se quedan inmóviles por el miedo,
hacen de cuenta que no pasa nada, etc. El desenlace es el resultado de la
acción de los personajes, por ejemplo, si la acción fue salir del edificio, el
desenlace puede ser que quedaron atrapados en el ascensor o que salieron a
la calle y esperaron que pase. Por último, la situación final está
estrechamente vinculada con la situación inicial y con la cotidianeidad de los
personajes, ¿qué pasó luego de ese suceso, siguieron con sus vidas
normales o algo cambió?

C O NT I NU A R
LECCIÓN 4 de 4

Referencias

[Imagen sin título sobre presentaciones orales], (s. f.). Recuperado de:
https://www.brainerr.com/trabajos-academicos/arte-y-
humanidades/presentacion-de-diapositivas-en-power-point/

TED. [TED] (19 de abril del 2016). TED's secret to great public speaking | Chris
Anderson.  [YouTube]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=-
FOCpMAww28

C O NT I NU A R
Storytelling y tipos de discurso

Introducción

Storytelling

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

Introducción

Continuemos desarrollando los recursos posibles para emplear en una


presentación y conectar con la audiencia. 

La narración de historia es uno de los medios más antiguos que existen para
vincularnos entre personas y también es uno de los más efectivos. Entonces,
en lugar de abordar un tema de forma directa, podemos hacerlo a través de
un relato, para que lo que queremos decir surja de la historia narrada. Al
contar una historia damos cuerpo al tema creando una atmósfera que atrae
al público y nos ayuda a acercarlo de manera amigable al núcleo del mensaje
que queremos transmitir, sin importar el tema.

Figura 1. Steve Jobs


Fuente: Mendoza, s.f., https://bit.ly/3latIkc

Vamos a comenzar leyendo y analizando el famoso discurso de Steve Jobs


en la Universidad de Stanford, en el año 2005.

Tengo el honor de estar hoy aquí con ustedes en el comienzo en


una de las mejores universidades del mundo. La verdad sea
dicha, yo nunca me gradué.

A decir verdad, esto es lo más cerca que jamás he estado de


una graduación universitaria.
Hoy les quiero contar tres historias de mi vida. Nada especial.
Solo tres historias.

La primera historia versa sobre “conectar los puntos”

Dejé la Universidad de Reed tras los seis primeros meses, pero


después seguí vagando por allí otros 18 meses, más o menos,
antes de dejarlo del todo. Entonces, ¿por qué lo dejé?

Comenzó antes de que yo naciera.

Mi madre biológica era una estudiante joven y soltera, y decidió


darme en adopción. Ella tenía muy claro que quienes me
adoptaran tendrían que ser titulados universitarios, de modo que
todo se preparó para que fuese adoptado al nacer por un
abogado y su mujer.

Solo que cuando yo nací decidieron en el último momento que lo


que de verdad querían era una niña.

Así que mis padres, que estaban en lista de espera, recibieron


una llamada a medianoche preguntando:

“Tenemos un niño esperado; ¿lo quieren?”

“Por supuesto”, dijeron ellos.


Mi madre biológica se enteró de que mi madre no tenía
titulación universitaria, y que mi padre ni siquiera había
terminado el bachillerato, así que se negó a firmar los
documentos de adopción. Solo cedió, meses más tarde, cuando
mis padres prometieron que algún día yo iría a la universidad.

Y 17 años más tarde fui a la universidad. Pero de forma


descuidada elegí una universidad que era casi tan cara como
Stanford, y todos los ahorros de mis padres, de clase
trabajadora, los estaba gastando en mi matrícula.

Después de seis meses, no le veía propósito alguno. No tenía


idea de qué quería hacer con mi vida, y menos aún de cómo la
universidad me iba a ayudar a averiguarlo.

Y me estaba gastando todos los ahorros que mis padres habían


conseguido a lo largo de su vida. Así que decidí dejarlo, y confiar
en que las cosas saldrían bien.

En su momento me dio miedo, pero en retrospectiva fue una de


las mejores decisiones que nunca haya tomado.

En el momento en que lo dejé, ya no fui más a las clases


obligatorias que no me interesaban y comencé a meterme en
las que parecían interesantes. No era idílico. No tenía dormitorio,
así que dormía en el suelo de las habitaciones de mis amigos,
devolvía botellas de Coca Cola por los 5 céntimos del envase
para conseguir dinero para comer, y caminaba más de 10 Km los
domingos por la noche para comer bien una vez por semana en
el templo de los Hare Krishna.

Me encantaba.

Y muchas cosas con las que me fui topando al seguir mi


curiosidad e intuición resultaron no tener precio más adelante.

Les daré un ejemplo.

En aquella época la Universidad de Reed ofrecía la que quizá


fuese la mejor formación en caligrafía del país. En todas partes
del campus, todos los pósteres, todas las etiquetas de todos los
cajones, estaban bellamente caligrafiadas a mano.

Como ya no estaba matriculado y no tenía clases obligatorias,


decidí atender al curso de caligrafía para aprender cómo se
hacía.

Aprendí cosas sobre el serif y tipografías sans serif, sobre los


espacios variables entre letras, sobre qué hace realmente
grande a una gran tipografía.
Era sutilmente bello, histórica y artísticamente, de una forma
que la ciencia no puede capturar, y lo encontré fascinante. Nada
de esto tenía ni la más mínima esperanza de aplicación práctica
en mi vida. Pero diez años más tarde, cuando estábamos
diseñando el primer ordenador Macintosh, todo eso volvió a mí.

Y diseñamos el Mac con eso en su esencia. Fue el primer


ordenador con tipografías bellas. Si nunca me hubiera dejado
caer por aquel curso concreto en la universidad, el Mac jamás
habría tenido múltiples tipografías, ni caracteres con espaciado
proporcional. Y como Windows no hizo más que copiar el Mac,
es probable que ningún ordenador personal los tuviera ahora. Si
nunca hubiera decidido dejarlo, no habría entrado en esa clase
de caligrafía y los ordenadores personales no tendrían la
maravillosa tipografía que poseen.

Por supuesto, era imposible conectar los puntos mirando hacia


el futuro cuando estaba en clase, pero fue muy, muy claro al
mirar atrás diez años más tarde.

Lo diré otra vez: no puedes conectar los puntos hacia adelante,


solo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tienen que confiar en
que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Tienes
que confiar en algo, tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo
que sea.
Esta forma de actuar nunca me ha dejado tirado, y ha marcado
la diferencia en mi vida.

Mi segunda historia es sobre el amor y la pérdida

Tuve suerte: supe pronto en mi vida qué era lo que más deseaba
hacer. Woz y yo creamos Apple en la cochera de mis padres
cuando tenía 20 años. Trabajamos mucho, y en diez años Apple
creció, de ser solo nosotros dos a ser una compañía valorada en
2 mil millones de dólares y 4000 empleados.

Hacía justo un año que habíamos lanzado nuestra mejor


creación — el Macintosh — un año antes, y hacía poco que había
cumplido los 30.

Y me despidieron.

¿Cómo te pueden echar de la empresa que tú has creado?

Bueno, mientras Apple crecía contratamos a alguien que yo


creía muy capacitado para llevar la compañía junto a mí, y
durante el primer año, más o menos, las cosas fueron bien. Pero
luego nuestra perspectiva del futuro comenzó a ser distinta y
finalmente nos apartamos completamente. Cuando eso pasó,
nuestra Junta Directiva se puso de su parte.
Así que a los 30 estaba fuera. Y de forma muy notoria.

Lo que había sido el centro de toda mi vida adulta se había ido y


fue devastador.

Realmente no supe qué hacer durante algunos meses. Sentía


que había dado de lado a la anterior generación de
emprendedores, que había soltado el testigo en el momento en
que me lo pasaban. Me reuní con David Packard [de HP] y Bob
Noyce [Intel], e intenté disculparme por haberlo fastidiado tanto.
Fue un fracaso muy notorio, e incluso pensé en huir del valle
[Silicon Valley].

Pero algo comenzó a abrirse paso en mí, aún amaba lo que


hacía. El resultado de los acontecimientos en Apple no había
cambiado eso ni un ápice. Había sido rechazado, pero aún
estaba enamorado. Así que decidí comenzar de nuevo.

No lo vi así entonces, pero resultó ser que el que me echaran de


Apple fue lo mejor que jamás me pudo haber pasado.

Había cambiado el peso del éxito por la ligereza de ser de nuevo


un principiante, menos seguro de las cosas. Me liberó para
entrar en uno de los periodos más creativos de mi vida. Durante
los siguientes cinco años, creé una empresa llamada NeXT, otra
llamada Pixar, y me enamoré de una mujer asombrosa que se
convertiría después en mi esposa.

Pixar llegó a crear el primer largometraje animado por


ordenador, Toy Story, y es ahora el estudio de animación más
exitoso del mundo. En un notable giro de los acontecimientos.

Apple compró NeXT, yo regresé a Apple y la tecnología que


desarrollamos en NeXT es el corazón del actual renacimiento de
Apple. Y Laurene y yo tenemos una maravillosa familia.

Estoy bastante seguro de que nada de esto habría ocurrido si no


me hubieran echado de Apple. Creo que fue una medicina
horrible, pero supongo que el paciente la necesitaba. A veces, la
vida te da en la cabeza con un ladrillo. No pierdan la fe. Estoy
convencido de que la única cosa que me mantuvo en marcha
fue mi amor por lo que hacía. Tienen que encontrar qué es lo
que aman. Y esto vale tanto para sus trabajos como para sus
amantes.

El trabajo va a llenar gran parte de sus vidas, y la única forma de


estar realmente satisfecho es hacer lo que consideren un
trabajo genial. Y la única forma de tener un trabajo genial es
amar lo que hagan. Si aún no lo han encontrado, sigan
buscando.
No se conformen.

Como en todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabrán


cuando lo hayan encontrado. Y como en todas las relaciones
geniales, las cosas mejoran y mejoran según pasan los años. Así
que sigan buscando hasta que lo encuentren.

No se conformen.

Mi tercera historia es sobre la muerte

Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía algo como: “Si vives
cada día como si fuera el último, algún día tendrás razón”. Me
marcó, y desde entonces, durante los últimos 33 años, cada
mañana me he mirado en el espejo y me he preguntado: “Si hoy
fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer
hoy?” Y si la respuesta era “No” durante demasiados días
seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo.

Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más


importante que haya encontrado para ayudarme a tomar las
grandes decisiones de mi vida.

Porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el


orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso se desvanece frente a la
muerte, dejando solo lo que es verdaderamente importante.
Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de
evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás
desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón.

Hace casi un año me diagnosticaron cáncer.

Me hicieron un chequeo a las 7:30 de la mañana, y mostraba


claramente un tumor en el páncreas. Ni siquiera sabía qué era el
páncreas. Los médicos me dijeron que era prácticamente
seguro un tipo de cáncer incurable y que mi esperanza de vida
sería de tres a seis meses. Mi médico me aconsejó que me
fuese a casa y dejara zanjados mis asuntos, forma médica de
decir: prepárate a morir.

Significa intentar decirles a tus hijos en unos pocos meses lo


que ibas a decirles en diez años. Significa asegurarte de que
todo queda atado y bien atado, para que sea tan fácil como sea
posible para tu familia. Significa decir adiós.

Viví todo un día con ese diagnóstico.

Luego, a última hora de la tarde, me hicieron una biopsia,


metiéndome un endoscopio por la garganta, a través del
estómago y el duodeno, pincharon el páncreas con una aguja
para obtener algunas células del tumor. Yo estaba sedado, pero
mi esposa, que estaba allí, me dijo que cuando vio las células al
microscopio el médico comenzó a llorar porque resultó ser una
forma muy rara de cáncer pancreático que se puede curar con
cirugía.

Me operaron, y ahora estoy bien. Esto es lo más cerca que he


estado de la muerte, y espero que sea lo más cerca que esté de
ella durante algunas décadas más. Habiendo vivido esto, ahora
les puedo decir esto con más certeza que cuando la muerte era
un concepto útil, pero puramente intelectual:

Nadie quiere morir.

Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar


allí. Y sin embargo la muerte es el destino que todos
compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y así tiene que ser,
porque la muerte es posiblemente el mejor invento de la vida. Es
el agente de cambio de la vida. 

Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo.

Ahora mismo lo nuevo son ustedes, pero dentro de no


demasiado tiempo, de forma gradual, se irán convirtiendo en lo
viejo, y serán apartados. Siento ser tan dramático, pero es
bastante cierto. Su tiempo es limitado, así que no lo gasten
viviendo la vida de otro.
No se dejen atrapar por el dogma que es vivir según los
resultados del pensamiento de otros.

No dejen que el ruido de las opiniones de los demás ahogue su


propia voz interior.

Y lo más importante, tengan el coraje de seguir a su corazón y


su intuición.

De algún modo ellos ya saben lo que tú realmente quieres ser.

Todo lo demás es secundario.

Cuando era joven, había una publicación asombrosa llamada


The Whole Earth Catalog [Catálogo de toda la Tierra], una de las
biblias de mi generación. La creó un tipo llamado Stewart Brand
no lejos de aquí, en Menlo Park y la trajo a la vida con su toque
poético. Eran los últimos años 60, antes de los ordenadores
personales y la autoedición, así que se hacía con máquinas de
escribir, tijeras, y cámaras Polaroid. Era como Google con tapas
de cartulina, 35 años de que llegara Google, era idealista, y
rebosaba de herramientas claras y grandes conceptos. Stewart
y su equipo sacaron varios números del The Whole Earth
Catalog, y cuando llegó su momento, sacaron un último número.

Fue a mediados de los 70, y yo tenía su edad.


En la contraportada de su último número había una fotografía de
una carretera por el campo a primera hora de la mañana, la
clase de carretera en la que podrías encontrarte haciendo
autoestop si son aventureros. Bajo ella estaban las palabras:

“Sigue hambriento. Sigue alocado”.

Era su último mensaje de despedida. Sigue hambriento. Sigue


alocado.

Y siempre he deseado eso para mí. Y ahora, cuando se gradúen


para comenzar de nuevo, les deseo eso a ustedes.

Sigan hambrientos. Sigan alocados.

Muchísimas gracias a todos (Jobs citado en Mendoza, s.f.,


https://bit.ly/3latIkc).

Según los tratados de oratoria, una charla gana fuerza si:  

el conferenciante no está detrás de un atril, sino que se pasea por el escenario;

no le hace falta leer; y

utiliza la mirada como forma de enganchar a la audiencia.  


Entonces, ¿por qué la conferencia de Steve Jobs engancha desde el
primer momento y tiene tanta fuerza? ¿Qué hace en realidad Steve
Jobs con esta conferencia? ¿Por qué genera emoción el storytelling?

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 3

Storytelling

Muchas veces, tendemos a reaccionar mejor a un planteo hecho


en clave narrativa que a una exposición académica. Para
amenizar la presentación, cuando contamos una historia
utilizamos elementos como la intriga o la sorpresa, que son muy
útiles para mantener la atención del público. Este recurso no
solo sirve para que la presentación resulte ágil, también es
importante a la hora de fijar conceptos, ya que las historias en sí
suelen ser uno de los aspectos más recordados por el público en
las presentaciones. Después de todo, contar historias es algo
que hacemos desde tiempos inmemoriales. Antes, los seres
humanos nos reuníamos alrededor del fuego para contar
historias. Más tarde, usamos historias de dioses, semidioses y
hombres para aprender a través de los mitos. Hoy, nos reunimos
frente a la tv o vamos al cine para conectarnos con historias de
toda índole. O las leemos en un libro. O las contamos y
compartimos en redes sociales. 

Todos somos contadores de historias, así sean las que


compartimos o que las que nos contamos a nosotros mismos en
nuestra mente. Lo hacemos constantemente, casi sin darnos
cuenta. Dicen los expertos que lo hacemos para dar sentido a lo
que nos pasa, a lo que vivimos. Por ejemplo, cuando le
contamos a un amigo algo que nos ocurrió, muchas veces lo
adornamos como si fuera toda una odisea digna de una
producción cinematográfica. Comenzamos, por ejemplo,
diciendo: “No sabes lo que me pasó” y así vamos generando
intriga y captando su atención. 

En los pasillos de las empresas contamos y escuchamos


historias de todo tipo, que no se diferencian demasiado de las
que vemos en nuestras series favoritas o en las películas que
nos atrapan. Estamos acostumbrados a esto desde niños,
cuando nos dormíamos con el cuento que nos contaban papá y
mamá. De grandes, a la noche, escuchamos las historias del
noticiero o del capítulo de una serie. Si abrimos el diario, nos
encontramos con historias variadas. Por ello, nuestro trabajo
como oradores al momento de contar historias no difiere de la
labor de un periodista cuando relata la crónica de un
acontecimiento o propone su mirada acerca de un tema. La
manera en la que cuenta la historia evidencia su estilo personal,
una línea editorial y hasta podría adivinarse el impacto del
artículo en lectores que lo siguen o los televidentes que lo
observan.

Aquí resulta importante subrayar que, pese a lo que muchos


creen, el arte de narrar puede utilizarse no solo para historias de
vida o datos testimoniales, sino también para expresar un
balance financiero o para explicar un concepto técnico de
cualquier ámbito o industria.

Cuando el público se conecta con las historias, nos da su


permiso para entrar en su mente y no regala un pequeño
espacio allí. Ese es el momento especial para presentar
nuestros mensajes. Una vez que hayamos creado un nexo con
el público a partir de una historia combinada con datos y
emociones será más fácil que la gente pueda entonces
identificarse. La comunicación se vuelve mucho más fluida y
efectiva.

La ficción como vehículo para transmitir mensajes permite


vincular a la audiencia con el contenido de un modo ágil. En este
sentido, es muy importante manejar con eficacia la
identificación. Por ejemplo, si a la hora de hacer una
presentación utilizo alguna referencia a mi infancia, como puede
ser el enorme placer que provoca tomar helado de chocolate,
estoy abriendo al público la posibilidad de que se identifique, no
necesariamente con mi experiencia, sino con la suya. Es decir,
no solo se van a identificar conmigo los que también disfrutaban
del helado de chocolate, sino todos los que recuerden el placer
de comer algo que les gustaba cuando eran niños, sin importar
que fuera. Referirse a este tipo de experiencias vitales fortalece
el proceso de identificación y sirve para generar conexiones.
Utilizar datos autobiográficos es clave para ilustrar una idea y
para darle un marco de historia que facilite la identificación del
público. Por eso es tan importante exponer algo de nosotros
mismos durante la presentación, para generar ese vínculo de
conexión, que no pase únicamente por el tema de la
presentación sino también por la dimensión humana. Es muy
valioso que el orador utilice su propia experiencia vital,
alternándola en la presentación, porque de esta manera,
además de exponer sobre un determinado tema, lo que aparece
es su propio ser.

Una de las principales críticas en las presentaciones,


especialmente las que se realizan en el ámbito empresarial, es
que muchas veces se vuelven impersonales, muy frías. El orador
allí no es más que un intermediario, un canal entre el contenido y
la gente. En cambio, si el presentador aporta algo personal, deja
de ser un intermediario distante para convertirse en un
constructor, alguien que trae elementos de su propia experiencia
para generar un vínculo personal con el tema y con el público. Lo
autobiográfico es sumamente eficaz para instruir y conectar,
pero también es muy importante para dar a la presentación un
carácter único y singular.

Ahora bien, es importante hacer una aclaración para distinguir


entre estos dos conceptos. No es lo mismo utilizar elementos
autobiográficos que convertir el relato en un recurso
autorreferencial. La diferencia es sutil, pero de gran relevancia.
Cuando hablamos de incorporar lo autobiográfico, nos referimos
a utilizar historias o datos que nos involucren para poder así
transmitir con mayor eficacia nuestro mensaje. Las historias
que aportamos se vuelven un vehículo para transmitir un
concepto, aquello que elegimos como la idea central de nuestra
presentación. El dato es una excusa, lo central es el mensaje o el
aprendizaje.

En cambio, una postura autorreferencial implica tomar el


concepto o la idea central y utilizarla como excusa para hablar
de logros personales, pero haciendo foco en lo inteligente, bellos
y exitosos que somos. O sea, para dar protagonismo a nuestro
ego. Esto no solo aburre o fastidia al público, sino que también
pone en riesgo el principio de identificación del que hablábamos
antes. Para lograr que el público se involucre con nuestras
propias experiencias de vida, es importante que se sientan
cercanos a nosotros. Una actitud autorreferencial, orientada a
exaltar los éxitos individuales del orador no necesariamente
resulta seductora. En estos tiempos, no creo en ella como para
conectar con la audiencia, salvo que lo que se busque sea la
admiración y el aplauso.

Dijimos que el papel del orador es central, pero eso no significa


que la presentación debe tenerlo a él como eje del contenido.
Por eso podemos pensar el rol del presentador como portador
de un núcleo de conexiones que se ocupa de generar una red
junto con la participación del público y que la articula para
transmitir mensajes concretos. Por ejemplo, una historia
personal que al presentarla sugiere el desafío de encarar una
conversación difícil, los miedos y las ansiedades que trae. La red
entre los presentes, entonces, empieza a tejerse cuando ellos
reconocen en la historia sus propios miedos y ansiedades. El rol
del presentador como moderador de la red estará en el modo en
que plantea esa historia para que los asistentes, al conectarse
con las sensaciones, logren vivir la experiencia. 

Cuando la gente se involucra de manera legítima, la red genera


una forma de tensión que se sostiene por sí misma en el
intercambio de unos con otros. Como el encordado de una
raqueta de tenis. El orador deja de ser el centro de atención, la
experiencia que se genera en conjunto lo supera, y su función
pasa ser la de asegurar las conexiones para darle prioridad a
algún concepto, siempre teniendo en cuenta la idea central de la
presentación. Hablemos de transmitir, compartir y generar
ideas, conceptos o experiencias dentro de esa red.

Con esta perspectiva, la diferencia entre lo autobiográfico y lo


autorreferencial se vuelve clave: evitar la autorreferencia, no
solo nos coloca en una posición de humilde frente al público,
también acelera el proceso de conexión con los demás.
Una forma muy efectiva de fortalecer el vínculo de conexión es
compartir con la audiencia errores y dificultades vividas. Si bien,
en principio, esto se puede interpretar como una señal de
debilidad, lo cierto es que compartir episodios adversos o
negativos de nuestra experiencia fortalece el vínculo que
podemos lograr con el público. Nuestros contrastes nos
humanizan. Es importante comprender que el error no es malo
en sí mismo, sino que depende de la carga simbólica que
nosotros le otorguemos. En el contexto del aprendizaje, el error
puede ser considerado un componente vital a partir del cual
maduramos y crecemos. Si aceptamos que podemos errar, que
no lo sabemos todo, estamos abriendo la puerta a ser mejores, a
comprender mejor las disciplinas de nuestro mundo y, en último
término, a conocernos mejor a nosotros mismos. De esta
manera, se convierte en un elemento de fortaleza en lugar de
ser un aspecto de debilidad o fragilidad, lo que a su vez puede
confundirse con vulnerabilidad. (Goldvarg, 2017,
https://bit.ly/3y5KJmH).

El storytelling debe: 

ser personal, original, pertinente y real;

resaltar algún valor o contener una reflexión o moraleja;


lograr que el orador se identifique con la audiencia; y 

reforzar ideas. 

Una vez recogidos los datos y la información que se estimaron


pertinentes, y elaboradas nuestras propias ideas y reflexiones
en torno al tema de la conferencia, solo nos queda una cosa:
pronunciar la conferencia o discurso. En otras palabras: todo lo
que se ha preparado ha sido para comunicarlo y darlo a conocer
a un público; la comunicación no se inicia hasta que el emisor no
comienza a hablar ante un grupo específico.

La cuestión que se plantea es cómo comunicarlo al público. Y


cuando decimos “comunicarlo” no solo hacemos referencia al
hecho de decirlo, sino también de llegar el público (Ander-Egg y
Aguilar Idáñez, 2002, pp. 109-110).

Algunas cuestiones básicas acerca de las formas de


presentación

Podemos señalar que existen varios procedimientos o formas


de presentar el tema: discurso leído, discurso memorizado,
discurso con ayuda-memoria (con el texto completo, con un
esquema o con notas) y discurso sin texto a la vista. El uso de
uno u otro procedimiento incide fuertemente en las
posibilidades de la comunicación (Ander-Egg y Aguilar Idáñez,
2002, p. 112).

Discurso leído 

Todos los oradores reconocen que, en principio, no hay que leer


nunca un discurso si se quiere lograr una buena comunicación,
ya se hable a unas pocas personas o a una multitud. La lectura
hace que el discurso sea soso y aburrido. 

Cuando se lee un texto, se interpone una especie de "muralla


invisible" entre el orador y el auditorio, se impide la
comunicación directa y ese encuentro vital que constituye la
sustancia de la elocuencia. Sobre todo, si el conferenciante lee
como si no entendiese. O, lo que es más frecuente, sin
relacionarse con lo que lee.   Además, al usar este
procedimiento, difícilmente el texto puede adecuarse a las
circunstancias concretas. 

Sin embargo, en algunos casos, la lectura del discurso puede ser


necesaria. Tratándose de personas que tienen
responsabilidades públicas (jefe de gobierno, ministros,
dirigentes políticos y sindicales, etc.), en determinadas
circunstancias, deben sopesar las ideas y las palabras, decirlas
con precisión y justeza, aún en sus matices. 

En estas circunstancias —cuando no queda otra alternativa que


leer—, para lograr una mejor comunicación conviene tener en
cuenta las siguientes sugerencias: 

Mirar lo más posible al público, de modo que se establezca una comunicación a través de la
mirada o, al menos, que la gente no se desconecte por falta de contacto visual. Si los ojos se
mantienen clavados en el papel, sin levantarlos un solo momento, falta la conexión de la
mirada, la comunicación resulta muy insuficiente y el discurso leído, que en sí es muy pesado,
se hace todavía más difícil de seguir. Un buen procedimiento para poder mirar al público
cuando se lee un discurso es aprender los finales de párrafo, de modo que se pueda mirar al
auditorio sin "desconectarse del texto".

Hay que leer bien. Esto significa leer fragmentando el texto en conjuntos flexibles, modulados,
con diferentes ritmos según lo que se dice, con carga afectiva y cuidando la velocidad de la
lectura, de modo que la gente pueda seguir tanto el contenido como los sentimientos que
expresa.

En lo posible, que no se vean las notas o los folios que contienen el texto de la conferencia (el
uso del atril es óptimo para estos propósitos). Un "montón" de hojas que han de ser leídas a la
vista del público predispone negativamente desde el primer momento.

Lo más importante es aprender a leer como si no se leyese; para ello hay que leer una frase y,
apoyado en la memoria inmediata, repetirla en voz alta. Con este procedimiento, uno queda
más libre respecto del papel y se facilita la comunicación. En algunos casos, en vez de repetir
la frase, una vez captada la idea, se procede a parafrasear o glosar lo que se ha leído.

En suma, cuando se lee un discurso, es recomendable recordar


que la gente está oyendo, no leyendo y que oír una lectura
monótona es una invitación al sueño o al menos a la
somnolencia. O lo que es lo mismo: a no enterarse de lo que se
está escuchando (Ander-Egg y Aguilar Idáñez, 2002, pp. 112-
115). 

Discurso de memoria 

Tampoco conviene pronunciar discursos aprendidos


íntegramente de memoria. Y esto por varias razones. En primer
lugar, porque el discurso da la impresión de artificialidad. Por
otra parte, subsiste "algo" entre el orador y el público, más sutil
que en el texto leído, pero no menos real. No será una "muralla
invisible", sino una "cortina de humo" que dificulta el encuentro
vivo entre el conferenciante y el público. 

Una conferencia aprendida de memoria adquiere un estilo


"cantado" o "recitado" que la vuelve insípida, falta de naturalidad
y carente de calor humano. Además, por la tensión que se tiene
frente al público, se corre el riesgo de olvidarse de algún pasaje
del texto aprendido y, como consecuencia de ello, quedarse
mudo en medio de la disertación y esto... sería desastroso
(Ander-Egg y Aguilar Idáñez, 2002, p. 115). 
Discursos con ayuda-memoria 

Las "ayuda-memorias" pueden ser de tres formas principales:


disponer de todo el texto escrito, de un esquema o boceto o bien
de solo algunas notas. 

Ayuda-memoria que dispone de todo el texto escrito. Consiste


en escribir enteramente el discurso y luego tenerlo a la vista
como "ayuda-memoria", pero sin atenerse rigurosamente al
texto. Un cierto número de conferencistas y oradores prefiere
este procedimiento, fundamentalmente porque el texto escrito
otorga seguridad intelectual y psicológica al que tiene que hablar
en público. Al mismo tiempo, este puede mantener un aceptable
contacto visual con el auditorio. 

También, en este procedimiento podemos aplicar lo que


decíamos antes, leer como si no se leyese, pero en este caso no
se trata de repetir la frase que se ha leído, lo que hay que hacer
es captar la idea y expresarla luego con las propias palabras.

Discurso con esquema o boceto. Cuando ya se tiene


experiencia, aun cuando se haya escrito todo o en parte el
discurso, el orador o conferenciante se puede limitar a preparar
cuidadosamente un esquema, boceto o guion que utilizará para
la presentación. En otros casos, solo elaborará el guion, lo
meditará y madurará largamente, buscando las fórmulas más
interesantes y originales, improvisando luego sobre los temas
así creados y enlazados. 

Lo sustancial es elaborar un esquema que contenga los puntos


esenciales del discurso, de modo que cada palabra o frase del
guion sugiera una serie de ideas y cuestiones que el orador ya
conoce. Estas se irán revistiendo de palabras a medida que se
desarrolla el discurso. Lo fundamental de este proceso consiste
en utilizar palabras que susciten ideas, y luego expresar las
ideas con las propias palabras... todo ello sin pasar por el texto
escrito. Aquí vale aquello que decía el poeta Horacio: "No
busques palabras, busca hechos y pensamientos y
atropellándose vendrán palabras sin ser buscadas." 

Este método da libertad y seguridad; al mismo tiempo, facilita


todos los arranques que lleva consigo el calor del discurso y
asegura que el pensamiento y la expresión no floten al azar. Sin
duda, es el método más recomendable, pues une al máximo de
rigor al máximo de elasticidad. El itinerario del pensamiento está
jalonado hasta el punto que el orador no puede perderse, pero al
mismo tiempo hay un gran margen de espontaneidad y
plasticidad, que es lo que da vida al discurso. 
Otra ventaja de este método es que se presta a los
requerimientos de las circunstancias y permite la adaptación a
diferentes auditorios. Mientras el esquema o guion es invariable,
el contenido se puede ampliar o reducir de acuerdo con las
circunstancias. El método goza al mismo tiempo de la gran
ventaja de que una misma conferencia, pronunciada varias
veces, nunca sea idéntica y mantenga una cierta frescura, sin
perder el rigor de un discurso bien organizado. Por otra parte,
ahorra al orador el sentimiento de ser un papagayo que repite
unas frases o ideas de manera más o menos automática. 

Discurso utilizando notas. No hay que confundir esta forma de


presentación con la preparación de un esquema o boceto; aquí
de lo que se trata es de preparar notas, preferentemente en
tarjetas, que sirven de ayuda-memoria. A veces, en las notas se
incluyen citas, datos o información que es necesario citar con
toda exactitud (Ander-Egg y Aguilar Idáñez, 2002, pp. 115-118).

Discurso sin nada escrito a la vista

Esta forma de presentación (ningún texto visible) es la más


adecuada para una mayor y más profunda comunicación con el
público. Es casi la única forma eficaz para hablar a grandes
masas (mítines, concentraciones, etc.). Para utilizar este
método, es necesario retener perfectamente en la memoria el
esquema del discurso y las ideas centrales que se quieren
expresar. Como bien se ha dicho, este procedimiento consiste
en "decir, con palabras no previstas, ideas ya previstas",
siguiendo la secuencia que se establece en el esquema. Si no
hay una secuencia en la exposición de las ideas, se corre el
riesgo de divagar (Ander-Egg y Aguilar Idáñez, 2002, p. 118).

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 3

Referencias

Ander-Egg, E., Aguilar Idáñez, M.J. (2002). Cómo aprender a hablar en


público. Buenos Aires, Argentina: Grupo Editorial Lumen

Goldvarg, A.E. (2017). Oratoria consciente: cómo lograr presentaciones orales


que sorprendan. Buenos Aires, Argentina: Granica

Mendoza, A. (s.f.). Célebre Discurso de Steve Jobs en la Universidad de


Stanford. Recuperado de https://mercadeoglobal.com/blog/textos-del-
celebre-discurso-de-steve-jobs-en-la-universidad-de-stanford/

C O NT I NU A R
Herramientas para el discurso

El dicho "una imagen vale por mil palabras" es popular por una buena razón: el cerebro humano procesa información más efectivamente
cuando está acompañada por imágenes o por enunciados cortos y fáciles de recordar. Esto significa que, cuando se usan diapositivas
simples y visuales para complementar el mensaje, la audiencia puede aprehender la información que se está comunicando. 
Las diapositivas crean una conexión positiva con la audiencia. La gente podría no recordar exactamente lo que se dijo, pero van a
recordar la imagen poderosa. Van a recordar las emociones positivas que experimentaron durante la presentación y van a comenzar a
asociar lo que se enseñó con información clara e inteligente.

Introducción a los recursos audiovisuales

Video conceptual

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

Introducción a los recursos audiovisuales

Figura 1. Conferencias

Fuente: [imagen sin título sobre conferencias], s. f., https://bit.ly/3ewn7yf

Hace mucho tiempo que Jorge está trabajando en un emprendimiento y tiene que preparar su presentación para
una incubadora de empresas, la cual es un centro de apoyo que brinda asesorías especializadas para evaluar una
idea de negocio y lograr que se convierta en una empresa formal. Se presentan diez ideas de negocios para ser
evaluadas y una será la elegida para lograr financiación. 

Jorge estuvo participando de diferentes charlas, para así poder aprender y tomar confianza cuando sea su turno de
presentar su idea. En estas charlas, pudo detectar diferentes errores que los oradores cometían. Muchos usaban
recursos audiovisuales, como PowerPoint, con muchas diapositivas, entonces, los oradores, se detenían a leerlas y
daban la espalda al público. Otros no leían las diapositivas, pero el público dejaba de prestarles atención, ya que se
complicaba poder escuchar al orador mientras leían las diapositivas. Algunos tenían diapositivas con letras muy
pequeñas, que eran imposibles de leer. Por último, otros utilizaban colores que no eran los adecuados. Entre otros,
esos fueron los diferentes errores que Jorge pudo observar. 

Jorge se dio cuenta de que no era tan sencillo y que era sumamente importante tener en cuenta varios detalles que
podrían jugar negativamente en su presentación.
También, pensó en no subestimar el tiempo para prepararla. Seguramente le llevaría días crear el contenido y los
recursos visuales. Y sobre todo y lo más importante… ¡Practicar!

Programas de presentaciones

El primer recurso probablemente sea el más tradicional a la hora de darle forma a una presentación: el
PowerPoint y las alternativas similares como Prezi, Keynote o plataformas interactivas como Google
Docs, SlideShare, entre otras. Este recurso digital llegó hace varios años para reemplazar a las clásicas
transparencias. Ofrece la posibilidad de crear ambientes estéticos atractivos y brindar visibilidad a los
contenidos de una presentación.

Si bien, durante mucho tiempo, el predominante PowerPoint tuvo una enorme utilidad en las
presentaciones, es importante decir que, si tenemos en cuenta la dinámica actual, por el estado de
ansiedad en el que vivimos y el ritmo vertiginoso al que estamos acostumbrados, este recurso nos
resulta ya poco útil, al menos empleado en la forma en la que se ha hecho en el pasado. Hoy por hoy,
someter al público a un bombardeo de diapositivas desbordantes de información resulta
contraproducente para lograr un objetivo de conexión y una experiencia ágil. Asimismo, el contexto que
produce la imagen estática en una sala en penumbra genera un clima mucho más pasivo que el que
buscamos crear, si queremos que la dinámica sea vívida y estimulante.

Según Garr Reynolds (2007), una presentación efectiva debería seguir tres principios básicos del Zen:
simplicidad, naturalidad y elegancia. Muchos de los grandes oradores de este tiempo están
empezando a desestimar el uso compulsivo del PowerPoint y aplicaciones similares o lo limitan solo a
situaciones muy puntuales dentro de su ponencia. Muchas investigaciones han demostrado que las
personas procesan con mayor dificultad un mensaje que les llega de forma escrita y oral a la vez. Lo
que conviene, entonces, es que las diapositivas sean solo un recurso al servicio del orador, y no al
revés. Recordemos que nuestro objetivo con respecto al público es mantener su atención para
compartir un mensaje, establecer una conexión y, de esa forma, cocrear una experiencia que ilustre,
inspire y sorprenda.

Lo más peligroso de las aplicaciones con presentaciones es el efecto hipnótico que producen en
quienes miran la pantalla. Muchas veces, la gente divaga en otros pensamientos al permanecer
estáticos mientras pasan las diapositivas. Al tiempo, parecen perdidos, mirando al vacío. De esta
manera, conectarse con la gente resultará muy difícil: por un lado, tenemos a un presentador que habla
sin detenerse durante un rato largo y, por el otro, a un público indolente que parece magnetizado por la
pantalla, pero con su mente en otra parte. Esto es más propio de otras épocas. Hoy, las necesidades,
las expectativas y los desafíos de atención son diferentes. Tampoco hace falta retroceder demasiado,
no más de cinco años; este es un mundo con otras características y quienes logren entender la
dinámica de esta época seguramente conseguirán conectar con su audiencia de manera mucho más
contundente.

Por otra parte, algunos oradores cometen errores en el diseño y empleo de las diapositivas. Por
ejemplo, las utilizan como una muleta para tener a mano información para que ellos mismos no la
olviden y, durante la presentación, se ubican de espaldas al público para leerla. O, peor aún, tienen su
computadora delante y, con la pantalla a sus espaldas, leen en voz alta desde la computadora y repiten
literalmente todo lo que dice el PowerPoint y se desentienden de lo que está sucediendo en la sala.
Además de perder la atención del público, lo que falla aquí, nuevamente, es la conexión que se necesita
establecer con la audiencia. Lo que pone en evidencia este tipo de errores es que el orador no se
preparó lo suficiente para la presentación y, por eso, se queda en estado de dependencia de la
información de las diapositivas para llevar adelante su tarea. Otra opción puede ser que, en realidad, sí
se preparó, pero por timidez o vergüenza se esconde detrás del texto. En definitiva, termina envuelto y
encerrado por el recurso que se convierte en un fin en sí mismo. Lamentablemente, esto los ubica en
una posición muy frágil. Si la computadora o algún otro elemento fallaran, sería una catástrofe. Por otra
parte, sin duda constituye una falta de consideración hacia el público. Por ello, la sugerencia es siempre
preparar bien los temas y ¡animarse! 

Otro error común es disminuir la intensidad de las luces de la sala y dejarla en penumbra para resaltar la
luminosidad de la pantalla. Esta decisión le confiere a la pantalla un protagonismo innecesario. Es lo
único que está claramente visible en la sala, todo lo demás queda a oscuras, con lo cual, la experiencia
que le ofrecemos al público se limita a la relación focalizada con la pantalla. En lugar de ser un recurso,
las diapositivas pasan a ser el núcleo de la presentación. Sin embargo, nuestra experiencia indica que
las presentaciones más vívidas se llevan a cabo en salas con buena luz; si es natural, mucho mejor. De
no ser posible, lo más aconsejable es tener buena iluminación en toda la sala. La situación es más
enriquecedora, ya que el público, en lugar de establecer una relación fija con la pantalla iluminada, se
enfoca en todo el espacio, también en los mensajes del orador y en sus propias experiencias. La
dinámica se vuelve más vívida, es más fácil construir una experiencia compartida. ¿Qué sentido tendría
sino trasladarse a un lugar esperando interactuar con un orador o con la sala, si toda la información
puede leerse en una serie de diapositivas? Si hay mucha luz y la pantalla no se ve bien, no importa. El
protagonismo no debe ser de la pantalla, porque, de esta forma, todos los presentes desaparecemos
de la escena. Parece preferible sacrificar un poco la legibilidad para dar mayor protagonismo a los
presentes.

Queda claro, entonces, que el centro de la presentación es la experiencia. El orador debe encargarse de
transmitir personalmente el corazón de la presentación, en lugar de delegar esa función en un
PowerPoint y debe hacerlo desde su individualidad, desde su ser único; ya hablaremos de ello más
adelante. Ningún programa de diseño de presentaciones debe sustituir las posibilidades de
comunicación y emoción que existen en cada uno de nosotros. Una parte fundamental a la hora de
conectar con el público es poder ver los rostros de todos. 
Si tomamos conciencia de que una de las claves que definen una presentación es nuestro desempeño
como oradores, podremos aprender a valernos de todos los recursos disponibles para crear
experiencias humanas que constituyan la conexión entre las personas.

Si de alguna manera resulta indispensable el uso de un PowerPoint, ya sea por las características del
público, las necesidades personales o el tema en sí, entonces, puede resultar de utilidad tener en
cuenta algunos criterios:

Oraciones breves. No es necesario, al día de hoy, incluir textos extensos. No hace falta escribir oraciones completas. Tan solo palabras clave
para que la oración completa pueda ser representada en vivo por el orador. De esta forma, también se nutre la relación y la experiencia del
participante que va construyendo en su mente la idea mientras lee y escucha.

Para el caso de citas textuales, puede representarse solo una parte o las palabras claves, si resulta muy extensa.

Cualquiera sea el caso, es importante cuidar la contaminación del texto. Cuando la diapositiva está muy cargada, pierde elegibilidad y alienta el
desinterés. El estándar general son siete palabras por línea y siete líneas por diapositivas, aproximadamente. Cualquier exceso puede abrumar.

Tamaño del texto. Es importante que la diapositiva pueda ser leída desde lejos, por lo que el tamaño de la letra es de vital importancia. Muchos
presentadores descuidan este factor y se confían en que el tamaño de la letra apropiado es el que pueden observar desde el monitor de su
computadora o diseñan una presentación como para ser vista en otra computadora. Luego, al momento de proyectarla en la pantalla, no se
puede entender lo que dice.

Cantidad de diapositivas. Como dice un antiguo refrán: “menos es más”. La función que cumplen las diapositivas es dar visibilidad a un
concepto y reafirmar o subrayar una idea. Si un concepto tiene gran complejidad o posee abundante información a transmitir, resulta de vital
importancia la síntesis, de forma tal que la información no atormente al público. Hay presentaciones que tienen cientos de diapositivas y que
incluso son presentadas a velocidades frenéticas. Es cierto que a gran velocidad puede que no aburran, pero pueden generar importantes
dosis de confusión o producir una historia incontinente en el público. El criterio a tener en cuenta es simplificar y eliminar todo lo superfluo de
cada imagen, para dar más protagonismo a la experiencia completa. Una buena estrategia para decidir si mantener o no una diapositiva es
hacerse la siguiente pregunta, ¿es realmente necesario presentar esta imagen o esta información? Si la respuesta es “no” o “no sé”, entonces,
se puede eliminar. La única respuesta válida para mantenerla es “sí, es imprescindible”. Muchas veces, pueden eliminarse imágenes que son
reemplazadas por algún relato o explicación adicional. Es importante cuidar el ritmo de la presentación a todo nivel.

Tratamiento de imágenes. Uno de los estándares más usados en estos tiempos es el empleo de imágenes de buena calidad, con buena
definición y en pantalla completa. “Una imagen vale más que mil palabras”, dice otro viejo refrán. Entonces, resulta útil encontrar imágenes que
representen aspectos o mensajes centrales de lo que se desea transmitir. Incluso, puede realizarse un montaje con un texto que luego se
desarrolle de manera oral.

Empleo de colores. Los seres humanos somos criaturas visuales, pero pocos saben cuál es el impacto que tienen los colores sobre cómo nos
sentimos y el modo en que respondemos a ellos. El color está dado por todas las radiaciones que existen en nuestro entorno y nuestro ojo
reacciona de diferentes formas a esas ondas de luz. Por eso, el uso de colores adecuados es relevante en el diseño de una presentación y va
mucho más allá de la estética. ¡Es un instrumento muy poderoso! 

Tener en cuenta el contraste implica considerar la luminosidad del color sobre el fondo que se proyecta. Existen tres grupos de colores que
responden a la sensación térmica, la experiencia psicológica que producen y la relación con el contexto. 

Los colores fríos: grises, azules, violáceos y verdes dan sensación de pulcritud y distancia. Cuanto más azul,
más frío resultará.

Los colores cálidos: anaranjados, amarillos y rojos son estimulantes. Atraen la atención, despiertan
emociones, motivan y agilizan. Generan proximidad e intimidad. Cuanto más rojo, más cálido será.

Los colores neutros: blanco y negro combinan con todo, dan sensación de fortaleza y solidez. 
Lo importante es generar armonía, equilibrio y un buen contraste. No se aconseja utilizar colores vibrantes para grandes superficies ni tampoco
mezclar en la misma pantalla más de tres colores; la idea es simplificar y limitar el uso de colores innecesarios y mantenerse lejos de los
degradados.

Diapositivas con fondo negro. A veces, durante muchas presentaciones, queda una imagen de fondo cuando el tema que se está presentando
con esa imagen ya finalizó. Así, de repente, el presentador muestra en pantalla un gráfico con la evolución de un determinado proceso. Luego,
continúa con otro aspecto del tema, pero aún sigue proyectado en la pantalla el gráfico anterior.

Para poder cubrir una experiencia completa, las imágenes de fondo siempre deben estar en sintonía con lo que se está diciendo. Si al avanzar
con un tema y pasar a otro aspecto no hay imágenes que mostrar, entonces, se puede colocar una diapositiva en negro o poner la pantalla en
negro presionando la tecla “b” o “n” del teclado. Esto contribuirá también a que la mirada de la gente no esté siempre fija en la pantalla y, al
mismo tiempo, le agrega a la experiencia una dinámica mucho más activa. Disminuir la cantidad de diapositivas e incluir algunas en negro
contribuye de manera favorable a que las imágenes en la pantalla se incorporen a la experiencia general, sin absorber todo el protagonismo de
la experiencia. Una vez más, no es necesario buscar una imagen para cada idea, sino solo para los conceptos principales. (Goldvarg, 2017,
https://bit.ly/3fpXNLd)

Videos

Otro recurso que podemos utilizar son los videos. En esta área, disponemos de un rango muy amplio.
Un vídeo renueva la escena y genera un cambio en el ambiente. Los hay de toda índole y para toda
situación. Hoy, existen plataformas como YouTube o TED, que son espacios sumamente atractivos
para encontrar vídeos de calidad para ejemplificar un tema, crear un determinado ambiente o presentar
alguna idea.

Desde vídeos inspiradores, virales de Internet, de capacitación o conceptuales, hasta documentales o


fragmentos de películas de ficción. La utilización de estos recursos audiovisuales permite interrumpir la
inercia que se genera a partir de estar exponiendo durante cierto tiempo. Volvemos a mencionar la
limitada capacidad de atención con la que, por lo general, se cuenta hoy día. Siempre es importante
renovar la fluidez de la presentación en ciclos de entre cinco y diez minutos. Tenemos que ofrecer algo
que vaya más allá de las palabras. No podemos pretender que el público mantenga su atención
ininterrumpida escuchándonos todo el tiempo, salvo que seamos expertos oradores como aquellos que
pueden hablar por largos periodos sin que la gente se canse o se distraiga. La utilización de vídeos sirve
para dar nuevos aires a la presentación, cortar la monotonía y ofrecer un medio diferente de conexión.

Al mismo tiempo, utilizar un video es de gran utilidad para que el orador pueda renovar sus energías y
prepararse mejor para lo que sigue a continuación. Recordemos que la dinámica tiene que ver con el
nivel de intensidad con el que llevamos a cabo nuestra tarea. Si nosotros, como oradores, nos
desgastamos o dispersamos, la presentación pierde fuerzas.

Por otra parte, mostrar un video en el que un especialista refuerza la legitimidad de nuestra preparación
nos permite apoyarnos en la voz de alguien que tiene conocimientos profundos sobre un tema con el
fin de robustecer nuestra propuesta. 
Lo ideal es que la extensión de los videos sea la adecuada. En una ponencia breve, uno muy extenso
puede ser inadecuado. También, es importante que los videos no terminen por distraer o por ocupar
una porción mayoritaria de la escena. Un criterio válido a emplear es que el video no supere el 20 por
ciento del tiempo total. Así, para una conferencia de una hora, el o los videos no deberían superar los 12
minutos, por ejemplo. 

La correcta elección del video incluye una verificación de sus características técnicas. Si la calidad de la
imagen o del audio es mala, puede generar malestar y dispersión. Muchas veces, elegimos videos que
nos gustan cuando los vemos en una pantalla pequeña, como la del celular o una tableta, pero tenemos
que considerar que, en el momento de la presentación, las imágenes van a reproducirse en una
pantalla mucho más grande. Esto puede hacer que el mismo video pierda calidad al ser ampliado. Para
que los recursos tengan la eficacia deseada, es preciso utilizarlo con pleno conocimiento de sus
características y de los medios a través de los cuales vamos a emplearlos, por lo tanto, siempre
conviene hacer pruebas previas a la presentación. (Goldvarg, 2017,https://bit.ly/3fpXNLd)

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 3

Video conceptual

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 3

Referencias

[Imagen sin título sobre conferencias], (s. f.). Recuperado de https://quimica.unam.mx/conferencias/

Goldvarg, A. E. (2017). Oratoria Consciente. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Granica S.A. Recuperado de
https://books.google.com.ar/books?
id=T45EDwAAQBAJ&pg=PT2&lpg=PT2&dq=oratoria+consciente+indice&source=bl&ots=4gARrlBzZH&sig=ACfU3U2
OpnnOAUyTpPz80aYmIMyUZ4kZ8A&hl=es-
419&sa=X&ved=2ahUKEwiP1rHe0PbsAhXSCtQKHewODH4Q6AEwEXoECAcQAg#v=onepage&q=tres%20pasos&f=f
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C O NT I NU A R
Oratoria participativa

Las formas de la oratoria participativa se apoyan en el intercambio de ideas y


opiniones entre los miembros participantes. El valor de la discusión bien organizada
es muy apreciado por la sociedad en su conjunto; el debate convincente logra atraer
el interés del público porque su dinámica estimula el pensamiento reflexivo.
La función protagónica del orador hace que el lenguaje sea el instrumento
vivificador, cuya calidad condiciona la calidad de la comunicación interpersonal en la
oratoria deliberativa. 

Introducción a la oratoria participativa

Formas deliberativas privadas

Referencias

Revisión del módulo


LECCIÓN 1 de 4

Introducción a la oratoria participativa

María Angélica Vilches (s.f.) hace referencias a algunas consideraciones


generales: la oratoria participativa, llamada también “oratoria grupal”, incluye
formas elocutivas en las cuales dos o más personas discuten,
alternadamente, un tema determinado.

Analicemos esta situación: cada vez que estamos próximos a una elección,
ya sea presidencial, provincial o municipal, son más frecuentes los debates
entre los candidatos.

Figura 1. Debate presidencial 2019


Fuente: [imagen sin título sobre debate presidencial 2019], 2019, https://bit.ly/34WKxJJ

“Los debates ofrecen una oportunidad a los ciudadanos de ver


una confrontación de ideas, propuestas y argumentos, en
tiempo real, y evaluar cómo los candidatos defienden sus
puntos de vista y cómo reaccionan bajo presión a ideas
antagónicas", remarca Martín D'Alessandro, presidente de la
Sociedad Argentina de Análisis Político. "Parece una obviedad,
pero es esencial como 'muestra' de la capacidad, las
convicciones y el carácter de cada candidato", explicó.
"Los debates, al igual que las conferencias de prensa, aportan
información de interés público a los ciudadanos, en un contexto
que ofrece a la sociedad la oportunidad de ver a todos los
candidatos juntos y exponiendo sobre los temas que importan",
subraya la doctora en Ciencias Sociales, profesora universitaria
e integrante del Consejo de Administración de Poder Ciudadano,
Adriana Amado, quien ve una ventaja adicional en los debates.
"Representan el único momento donde los candidatos se
mueven en un ámbito menos controlado por ellos mismos y que
al mismo tiempo existe una sincronización de la atención
pública: lo miran todos los interesados en las elecciones.
(Alconada Mon, 2019, https://bit.ly/2GrhFjm)

¿Crees que esta oratoria participativa es un aporte a la democracia? 

¿Tiene tanta influencia que puede impactar en la incidencia del voto?

La discusión puede tener diferentes propósitos:

Incrementar el conocimiento de un tema.

Analizar los distintos aspectos de un proyecto.


Resolver un problema común.

Tomar decisiones acerca de un asunto.

La discusión debe mantenerse siempre dentro de un espíritu dialógico. Se


trata de realizar en grupo una operación mental cooperativa. Cada forma
deliberativa recibe un nombre propio de acuerdo con el objetivo fijado; su
organización y coordinación es tarea de un moderador, cuya denominación
varía según la motivación del encuentro. 

Cada reunión participativa requiere una preparación muy cuidadosa. Es


necesario diseñar e instrumentar una estructura que permita desarrollar con
eficacia la sinergia del grupo. El éxito grupal se logra cuando los individuos
integrantes cumplen con las pautas fijadas. 

La interacción "cara a cara" mantenida durante la discusión ajusta el ritmo


ágil, necesario para que la reunión logre un buen resultado. La reunión es
eficaz si los intereses personales de sus miembros se integran a los del
grupo. 

Los tratadistas en dinámica de grupos han ordenado aquellas reuniones más


difundidas, en dos tipos diferentes:

Privadas (sin público)

Públicas (ante público de auditorio, de televisión, de radio)


Las del primer grupo se desarrollan en recintos cerrados, no muy amplios,
bien ambientados: oficinas, despachos, estudios, salas de reuniones, aulas,
bufetes, decanatos, etcétera. Participan en ellas grupos pequeños de
personas (no más de doce), que representan a comisiones, delegaciones,
juntas, comités, cámaras, entre otros. El objetivo fundamental de estos
encuentros es definir líneas de acción conjunta, mediante el intercambio de
ideas y opiniones acerca del tema determinado.

En general, no son reuniones improvisadas; la convocatoria se realiza con


adecuada antelación, informando con precisión lugar, fecha, hora y motivo de
la reunión. De esta manera, los participantes convocados dispondrán de
tiempo suficiente para preparar y ordenar sus ideas y el material auxiliar
necesario para argumentarlas. 

Entre las formas de oratoria privada más importantes, se mencionan las


siguientes:

Diálogo

Entrevista 

Coloquio (conversación en grupo)

Negociación 

Grupo de discusión 
Interpelación 

Tormenta de cerebros (brainstorming)

Al segundo grupo pertenecen las reuniones públicas: 

El número de participantes que integran estos equipos varía de acuerdo con


el tipo de reunión. Se realizan en recintos cerrados, amplios y confortables:
auditorios, salas magnas universitarias, sociedades, consejos, etcétera. Con
frecuencia los auditorios están equipados con los medios electrónicos
modernos y demás elementos necesarios para el uso del material auxiliar,
por ejemplo, rotafolios, pizarrones, diapositivas, videos, filminas, pantallas,
cañón de proyección, retroproyector, presentaciones en PowerPoint,
etcétera. 

La convocatoria a una reunión pública tiene como finalidad informar a la


concurrencia y actualizarla sobre los temas educativos, culturales,
científicos, artísticos, políticos, entre otros tipos, que, en general, interesan a
la sociedad. 

Las reuniones públicas son difundidas cada vez más dentro de los diferentes
sectores sociales, y su metodología es muy estimada por el público. 

La    información   es   transmitida    ordenadamente, con   criterio   docente,


dominio académico y con el deseo de compartir con los oyentes los temas
que se discuten. Por otra parte, la brevedad de tiempo que ocupa una
reunión pública (una hora y media, aproximadamente), predispone a la gente
a concurrir a la convocatoria. 

Más adelante analizaremos algunas de las formas más conocidas. 

Mesa redonda.

Simposio.

Foro.

Debate.

A continuación, se presentan las conclusiones de María Angélica Vilches con


respecto a las formas deliberativas privadas.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 4

Formas deliberativas privadas

El diálogo

Es el caso más sencillo de la comunicación oral. Se trata de un tipo de
conversación poco vigorosa. Puede ser formal o informal, según sea convenido
o casual. 

Se caracteriza por emplear un estilo llano de expresión oral, transmitido con


espontaneidad. El tono es amable, intimista: no requiere megafonía. Sin embargo,
a pesar de su sencillez, exige cierta excelencia por parte del orador, que debe
demostrar su capacidad tanto para transmitir ideas y sentimientos como para
recibir las del otro (u otros). Se puede dialogar de pie o sentado. Es una
comunicación directa y fácil, por eso su práctica ayuda a los oradores poco
entrenados a exponer opiniones ante otros interlocutores. 

La entrevista privada

Es una conversación entre dos o más personas: un entrevistador y uno o varios
entrevistados. Este encuentro consiste en un juego de preguntas y respuestas
que conduce a un fin específico. 

La reunión puede ser convenida previamente o casual, pero en cualquiera de los


casos se aplica la misma técnica. El tiempo de duración depende de muchas
circunstancias, pero nunca pasa de los sesenta minutos.  
El entrevistador maneja un único elemento para realizar su tarea: la pregunta, que
debe ser elaborada, respetuosa e imaginativa, para demostrar idoneidad. El
entrevistado, a su vez, actúa por medio de respuestas que demuestran su
habilidad dialéctica y su autoridad sobre el tema abordado. En general, conviene
definir de antemano el tema de la entrevista para adecuar los contenidos de las
preguntas y de las respuestas; de esta manera, la conversación podrá tener una
línea de pensamientos coherentes y ser interesante y dinámica. 

Por otra parte, el encuentro puede resultar también atractivo si ambos, el


entrevistador y el entrevistado, usan su poder de seducción con el fin de captar la
atención del otro. 

El entrevistador, cuya tarea es mantener el hilo de la conversación, debe


proporcionar a su entrevistado un clima agradable y psicológicamente apropiado.
En todo momento evitará expresiones que originen malestar o respuestas
cerradas, en las que se emitan solo un sí o un no. En cambio, se esforzará por
estimular respuestas abiertas que amplíen los conceptos y enriquezcan el tema
que se trata. 

El final es el gran momento del entrevistador, quien hará una síntesis de lo


expuesto para reafirmar los puntos más importantes y agradecer la presencia del
o de los entrevistados. 

El coloquio (conversación en grupo)



Esta técnica de la oratoria deliberativa es definida como un intercambio de ideas
y opiniones que se manifiestan "cara a cara", entre los miembros de grupos no
muy extensos, normalmente, entre cinco y diez personas. 

En el coloquio, la conversación debe seguir un desarrollo coherente, razonado,


sin llevar a apreciaciones personales. 
Su estructura permite debatir un tema prefijado para analizarlo, estudiarlo o tomar
una decisión, fijando una línea de acción que responda al criterio de la mayoría. La
ubicación semicircular suele ser la más conveniente, ya sea detrás de una mesa
o sin ella, pero con asientos cómodos. 

Un conductor abre la reunión, presenta el asunto y registra las distintas ideas y


tendencias, pero su función no es dirigir, sino sintetizar las opiniones vertidas por
los presentes, manteniendo en todo momento un clima ordenado y disciplinado. 

En la organización de un coloquio, puede designarse a un miembro como


colaborador o secretario, quien levantará el acta de la reunión, si así lo decide la
mayoría. 

Esta forma de oratoria privada sucede en las reuniones de comisiones, juntas,


reuniones de profesores, clubes, etcétera y se caracteriza por el tono amistoso,
cordial y amable que revelan los participantes. Cada exposición debe ajustarse a
un tiempo determinado para guardar equidad y respeto por los demás. El
conductor velará por sostener la armonía y ecuanimidad del grupo procurando
que las expresiones no sean fatigosas y que nadie intente monopolizar la palabra
hablada. 

Sin duda, el conductor del coloquio constituye una figura clave en el éxito de la
reunión, porque, aunque no domine el tema, sí debe sintetizar con precisión los
puntos de la discusión y ofrecer la información registrada con coherencia y
claridad. 

El momento más importante del coloquio se produce cuando el conductor hace


el resumen final. En él estarán incluidas las distintas opiniones de todos los
participantes y en él se destacarán los puntos en que se ha llegado a un acuerdo,
pero sin dejar de mencionar las discrepancias de las minorías.  La espontaneidad
y el dinamismo de los participantes son características del coloquio. 

La negociación

La metodología que se aplica en una negociación se caracteriza por ser una difícil
y ardua tarea entre dos o más delegaciones. Su objetivo es armonizar intereses
entre las partes. Es un encuentro entre comisiones de expertos que pretenden
acuerdos convenientes para sus respectivas propuestas. 

Cada equipo designa previamente la voz que lo representará. Del intercambio de


argumentos, entre el representante de cada delegación con los expertos que lo
acompañan, resultará la propuesta final que podrá ser aceptada, rechazada o
negociada por la parte contraria. 

Estas reuniones se desarrollan en un clima cordial pero serio, ya que se juegan


grandes intereses. Los códigos empleados deben ser elaborados y precisos.
Cada equipo pretende que su propuesta sea aceptada. 

El acuerdo final redunda en los mutuos compromisos que las partes deberán
cumplir; de ahí que el éxito de una negociación consiste en preservar la razón del
argumento inicial de la delegación que propuso el encuentro. 

La oratoria de los expositores debe distinguirse por lo convincente y cautivante,


para persuadir y obtener las mejores condiciones en la gestión.   

El jefe de la delegación, al transmitir con firmeza los argumentos válidos, será


respetado y escuchado si es creíble. En algunas ocasiones el jefe del equipo debe
hacer gala de su flexibilidad para concretar la negociación, sin dejar de sopesar la
importancia de sus argumentos. 

Muchas veces, una negociación no se cierra en un solo día de reunión, sino que
necesita de otras reuniones para seguir deliberando.   En cada una de ellas, un
secretario designado ex profeso hará firmar a los miembros de las delegaciones
participantes el acta del día, la cual formará parte del acuerdo final. 

Pasos de una negociación 

Presentación de las propuestas 

Discusión de las propuestas 

Temas de compromiso por asumir 


Primer intervalo de la reunión 

Intervención de los respectivos expertos 

Evaluación de las opiniones recibidas 

Segundo intervalo de la reunión 

Toma de decisiones. Conclusiones 

Negociación acordada/limitada/rechazada 

Lectura y firma del acta 

Grupo de discusión

Es un proceso dinámico, en el que un grupo juvenil, en general, estudiantes,
discuten un tema previsto que interesa a todos. 

Los participantes son inexpertos en trabajo grupal; necesitan practicar, lo que


significa que el grupo hay que "hacerlo". 

Se designa un instructor con función rotativa. Los miembros del grupo, en


general, son educandos, por eso es frecuente que soliciten a un coordinador que
ejerza la conducción hasta tanto los alumnos estén prácticos. 

La función del instructor es escuchar desde un lugar de autoridad y promover una


discusión dinámica. 

El instructor presenta el tema, motiva el interés de los participantes y estimula la


intervención de todos. Para facilitar la comunicación, todos deben verse cara a
cara y ubicarse en un ambiente cómodo y agradable. 

La finalidad de un grupo de discusión es adquirir más información sobre un tema


prefijado o tomar una decisión con el aporte de todos. 
El grupo establece las normas que se deberán seguir, así como el tiempo
asignado a cada participante y a la discusión en su totalidad. Nadie debe silenciar
su opinión. La discusión es un intercambio de ideas "cara a cara", que se
desarrolla en un clima democrático sin hegemonía de ninguno de los miembros. 

Dado el clima de libertad en que actúan los participantes, el instructor debe


trabajar para ser reemplazado alternativamente por los jóvenes del grupo. La
consigna de un grupo de discusión es aprender haciendo. Todos los participantes
han de ser solidarios con las conclusiones a las que se arribe, puesto que estas
han sido tomadas después de una elaboración participativa y democrática a la
vez. Un secretario elegido por el grupo registrará la información vertida. 

La interpelación

En la vida cotidiana la interpelación es una confrontación entre dos partes que
actúan desde distintas posiciones. Su técnica requiere la participación de un
interpolador que, basado en una información precisa, aborda un tema
determinado. 

En general, esta tarea se apoya en un interrogatorio preparado ex profeso dirigido


al interpelado. Este último debe exponer los descargos pertinentes a los
requerimientos sin titubeos, con claridad y precisión en las palabras. 

Muchas veces, el interpolador, haciendo gala de su información sobre el caso, se


adelanta con preguntas que el interpelado todavía no explicó; de este modo, se
deduce que el buen interpolador es aquel que se distingue más por su talento que
por su idoneidad. 

Su función consiste en registrar las explicaciones y los descargos planteados por


el interpelado, para llegar a conclusiones válidas; de esta manera cumple con su
cometido. 

El interpelado, desde su posición enfrentada, tiene que responder al interrogatorio


de su contrincante con argumentos creíbles. Su tarea no es sencilla, requiere
preparación previa o experiencia para saber exponer pruebas convincentes. De lo
contrario, si no tiene firmeza y seguridad para discernir, no logrará su propósito.

La interpelación es un acto breve que se realiza ante una situación compleja. Es


una práctica difícil de ejercer por lo fatigosa y por el esfuerzo intelectual que
exige la discusión. El arte de la elocuencia tiene un papel relevante; cada una de
las partes debe lograr expresar su verdad y justificar sus argumentos con
palabras válidas y firmes. 

Tormenta de cerebros (brainstorming)



Consiste en la aplicación de una técnica de grupo que difiere en gran parte de las
formas más conocidas. Los miembros del grupo (a lo sumo doce) actúan con
gran libertad en un clima muy informal, en busca de ideas originales, desde
razonables hasta extravagantes. Su objetivo es desarrollar y ejercitar la
imaginación creadora para encontrar propuestas útiles, pero no urgentes, que
sirvan para solucionar situaciones que requieren cambios. 

Los participantes son informados con antelación sobre el tema que se va a tratar,
con el fin de que aporten ideas creativas y nuevas. 

Se organiza la reunión conducida por un director que transmite las normas que se
van a desarrollar, designa a un secretario (exterior al grupo) encargado de
registrar las ideas que se expongan y ofrece utilizar el grabador, un pizarrón o un
rotafolio para que las propuestas se retengan en la memoria y para que, además,
se pueda volver a ellas en caso necesario. 

En un ambiente muy permisivo, despreocupado, sin críticas, el director estimula al


grupo e invita a sus miembros a que en un breve lapso (diez minutos
aproximadamente) den vuelo a la imaginación (que puede llegar hasta lo
irracional) y a exponer ideas creativas. 

Es muy importante la preparación de todos los miembros para que la lista de


ideas nuevas sea lo más larga posible; de esta manera, se facilitará la selección
final. Terminado el plazo fijado para la presentación de mociones, se analizan las
ideas más prácticas y factibles para el caso tratado. Muchas veces, las
soluciones expuestas pueden ser mejoradas combinando dos ideas o más en
una. 

Al final, el director resume las ideas expuestas por los participantes. Es una
técnica muy utilizada en publicidad y en centros de capacitación en los que la
fantasía y la creatividad ocupan un campo importante. 

Pasos de un brainstorming: 

1. Se convoca a la reunión.  

2. El director explica las pautas que se deben cumplir. 

3. Elgrupo presenta las nuevas ideas.   Todas son válidas, aun las más
extravagantes. 

4. Se analizan las propuestas en un plano de acción concreta. 

5. El director hace un resumen de las ponencias y lee las conclusiones. 

6. El director cierra la reunión agradeciendo los aportes recibidos. 

Formas deliberativas públicas

A continuación, se presentan las definiciones de María Angélica Vilches (s.f.)


con respecto a las formas deliberativas públicas.

Mesa redonda

Es una discusión ante el público, en la que participa un grupo selecto de personas
(no más de seis u ocho) para exponer sus puntos de vista acerca de un tema
determinado. 

Cada invitado conocerá de antemano el asunto por discutir, y sus opiniones


podrán o no coincidir con las ideas de los otros participantes. Por ese motivo, a
esta forma deliberativa se la llama también "discusión ante el público". La
conducción de una mesa redonda está a cargo de un coordinador. Es una forma
ampliamente difundida sobre todo por la televisión; su práctica incluye tanto a
grupos de científicos, empresarios y políticos como a gente común conocedora
del tema. 

El resultado de una mesa redonda depende de su preparación, de la tarea del


coordinador y de los integrantes de la mesa. El coordinador debe organizar un
encuentro previo a la reunión con los invitados y darles a conocer el criterio
adoptado para el desarrollo de esta. Tendrá en cuenta a la vez los antecedentes y
trayectoria de cada uno de los participantes. 

La mesa redonda, por ser una reunión pública, se desarrolla en un escenario o


estrado, donde sus integrantes se ubican alrededor de una mesa, a derecha e
izquierda del coordinador, de frente al público. Si la forma de la mesa lo permite,
los invitados se sientan formando un semicírculo, con el coordinador en el
centro, cuidando siempre de no dar la espalda al público. 

El coordinador abre la reunión y presenta el tema. Seguidamente, hace la


presentación de los integrantes de la mesa, mencionando los antecedentes y las
actuaciones de cada uno de ellos. 

Como no existen reglas fijas para el desarrollo de una mesa redonda, la discusión
puede iniciarse o bien después del primer planteo o pregunta que hace el
coordinador, o bien siguiendo las expresiones ordenadas de los expositores. Lo
importante es la participación activa de todos los miembros del grupo, en procura
de agilizar el proceso de toma de conclusiones. 
La preparación de cada orador establece el nivel de los argumentos 
No es prudente la improvisación de los mensajes, porque la reunión pierde
mucha de su potencia. El resultado de una mesa redonda se define también por la
seriedad de los aportes que se presentan y por el buen resumen de las opiniones
expuestas por el coordinador. La reunión será productiva si las ideas conducen a
concretar el objetivo de la convocatoria. Las discrepancias deben ser sostenidas
con argumentos sólidos, para que tengan validez en la decisión final. Dicho en
otros términos, los distintos conceptos emitidos sirven para concretar los puntos
de acuerdos o las áreas de desacuerdos y también para facilitar el consenso
sobre la tesis sustentada.

Tanto en una mesa redonda como en el simposio o en el debate, puede hacerse


un breve uso de material auxiliar que, bien elegido, da más precisión a la
ponencia. Existe una amplia variedad de instrumentos y de materiales que ayudan
a dar mayor relieve a la discusión. Es importante tener en cuenta que los
materiales auxiliares son solo un medio de apoyo a la ponencia; nunca
reemplazan al orador porque su aplicación solo pretende facilitar al público la
compresión del concepto emitido. 

Finalizadas las intervenciones, el coordinador expondrá las ideas principales


registradas, haciendo una síntesis de lo debatido y de las conclusiones obtenidas,
y así se dará por terminada la reunión.

La habilidad oratoria de los invitados, la capacidad de síntesis, la cortesía en la


discusión, el respeto a las diferencias de opiniones, el cumplimiento del tiempo
asignado son todos factores que colaboran para lograr el éxito de una mesa
redonda.

Figura 2. Disposición de participantes y materiales auxiliares en una mesa


redonda 
Fuente: Elaboración propia.
El simposio

Su objetivo bien definido es informar, explicar o instruir en forma ordenada sobre
diversos aspectos de un mismo asunto. Es decir, que cuando se desea obtener o
impartir información certera y variada sobre un tema determinado, se recurre a la
técnica del simposio, ya que, con la participación de expertos, permite la
comunicación rápida y organizada de un asunto. Cada experto (pueden ser tres o
seis) habla sobre un aspecto particular que responde a su especialización. Los
integrantes de la reunión exponen   individualmente   sin    discutir   en   forma  
  sucesiva (como   si   fuera     una conferencia) y a igualdad de tiempo (treinta
minutos   aproximadamente). No interesa si sus ideas coinciden o no con las de
otros expertos; lo importante es que cada uno transmita información actualizada
que, sumada al aporte de los demás, constituye un análisis total o casi total del
tema. 

Como toda reunión deliberativa pública, el simposio requiere un conductor, que,


en este caso, se llama “presidente”.   Aunque su función no implica discutir ni
opinar, es preferible que sea un gran conocedor de aquello que se va a tratar, es
decir, que tenga autoridad. De esta manera, podrá seleccionar a los participantes
con conocimiento de causa, reuniéndolos previamente y organizando un temario
coherente. Muchas veces, se les pide a los expositores una copia escrita de sus
relatos para un mejor planeamiento de la reunión. 

Los conocimientos del presidente sobre el tema en cuestión le permitirán


resolver cualquier imponderable que pudiera presentarse durante el simposio
(preguntas a destiempo, material de apoyo no conveniente o cualquier aclaración
que favorezca el mejor desarrollo del encuentro). 

Por otra parte, el organizador debe preparar el ambiente físico donde se


desarrollará el simposio y prever las necesidades del caso para que la reunión
resulte eficaz. 

Los participantes y el presidente del simposio estarán sentados sobre un estrado


o escenario alrededor de una mesa, frente al público. Algunas veces el presidente
ocupa un lugar separado, también frente al público.

Cada experto habla desde su asiento o se adelanta hacia una pequeña mesa
ubicada frente al estrado. En su conferencia, no defiende posiciones personales,
sino que aporta conocimientos propios de su especialización. El simposio no
admite discusión. 

El presidente abre la reunión, explica los objetivos y presenta, por turno, a cada
uno de los oradores. Al final, cierra el acto, resumiendo brevemente los
conceptos expuestos. 

En síntesis, la característica de un simposio es ofrecer en un tiempo


relativamente corto la actualización de un tema a cargo de un grupo de expertos. 

Figura 3. Disposición de participantes y materiales auxiliares en un simposio


Fuente: Elaboración propia.

El foro

Se llama “foro” a cualquier forma de oratoria en la que participa el auditorio.
Algunos especialistas en dinámica de grupos lo denominan también "discusión
abierta al público". La palabra "foro" recuerda las grandes asambleas romanas, en
las que el público tenía oportunidad de participar para debatir un asunto. 

Actualmente, las formas deliberativas antes analizadas, mesa redonda, simposio


y debate, pueden constituirse en foro; basta con que el coordinador explique que,
después de terminada la reunión, el público podrá participar formulando
preguntas. 

Es frecuente también abrir foro a continuación de un hecho concreto como, por


ejemplo, la proyección de una película, un suceso deportivo, un acontecimiento
comunitario, artístico o escolar. El auditorio, motivado por el conductor, podrá
formular preguntas o hacer objeciones acerca del tema tratado.

En cualquiera de las situaciones, se informa de antemano al público que podrá


participar después de la presentación del tema. 

El objetivo de un foro es permitirles a los asistentes una reunión deliberativa


pública, la libre expresión de ideas y de reflexiones, dentro de un clima informal,
siempre conducido por un moderador. 

Conducir un foro no es tarea sencilla; se requiere experiencia y habilidad para


hacer cumplir las normas exigidas por este tipo de deliberación. 

La función del moderador es motivar al auditorio para que participe en el foro,


ayudar a superar la timidez del público y crear un ámbito propicio para las
preguntas. A veces, un ayudante colabora con el moderador distribuyendo hojas
en blanco para que las preguntas sean escritas; luego, las respuestas serán
dadas por los oradores de la reunión. 

El éxito de un foro depende, en gran parte, de la capacidad y talento del


coordinador. Su función es hacer cumplir el tiempo asignado a cada expositor,
solicitar que el interrogante sea preciso y conciso, impedir (con cortesía)
exhibicionismo retórico o divagaciones de los participantes. 
Agotado el tema o cumplido el tiempo previsto, el moderador hará un resumen de
las opiniones, coincidentes o no, sin omitir las ideas fundamentales vertidas por
los participantes; agradecerá, además, la presencia del auditorio. 

En general, finalizado el foro, el público habrá logrado desarrollar su espíritu


participativo y habrá enriquecido su información acerca del tema analizado.

Figura 4. Disposición de participantes y materiales auxiliares en un foro  


Fuente: Elaboración propia.

El debate

Es una forma de oratoria deliberativa muy practicada actualmente, aunque se
difunde desde hace tiempo. Dado que se trata de un proceso rápido y
contundente, sirve para comunicar públicamente opiniones divergentes acerca de
un tema de interés notorio.
 
El debate tiene leyes propias, que lo diferencian de los otros grupos de discusión.
Es una polémica verbal que involucra el compromiso de dos sectores que
elaboran posiciones antagónicas en torno de un tema predeterminado. Son dos
voces que se enfrentan en el enunciado del asunto: una sostiene argumentos que
conducen a una posición afirmativa de la proposición mientras la otra argumenta
negativamente con un contradiscurso polémico. 

La finalidad de cada equipo es refutar la tesis del adversario por medio de


razonamientos que prueben que la posición sostenida por el otro grupo es falsa e
inconsistente. 
Cada grupo está formado por dos o tres expertos que analizan un tema debatible,
es decir, que admite tesis distintas. 

El moderador, en una reunión previa al debate, fija las pautas que requiere su
desarrollo, como así también el comportamiento ético de los participantes. La no
agresión es parte del acuerdo. El éxito de un debate depende, en gran parte, de la
imagen transmitida más que de las palabras que se expresen. 

El moderador diestro presenta a los expertos y explica al público el


procedimiento que ha de seguir la reunión. Este acto polémico se desarrolla en
una sala con estrado y platea; los oradores se ubican sobre la tarima en mesas
separadas a derecha e izquierda del moderador o en un semicírculo, pero
siempre de frente al público con el coordinador en el centro. 

El equipo de la afirmativa tiene la responsabilidad de aportar la prueba inicial de


su posición; luego, el primer orador de la negativa presenta su discurso; le sigue
el segundo expositor afirmativo, quien amplía las razones, y de la misma manera
procede el segundo de la negativa. Terminadas las pruebas de apoyo de cada
tesis, el grupo de la negativa comienza la refutación. 

En los discursos refutatorios, cada equipo puntualiza los errores y las faltas de
argumentación del otro, reforzando de esta manera la propia tesis. 

Cumplido el tiempo estipulado, el moderador da por finalizado el debate y luego


hace un breve resumen de este. Al final de la reunión, agradece la participación de
los expertos y la atención del público. 

Cabe destacar que, en algunos debates, se invita a un jurado cuya única actuación
consiste en dictaminar el resultado del encuentro, teniendo en consideración la
calidad de los discursos, la habilidad expresiva de los oradores y también el
material presentado.

Reiner Brehler, en Prácticas de Oratoria Moderna, explica los tipos de debates que
existen y los clasifica en debate abierto, debate americano, debate inglés y disputa
entre expertos. A continuación, se presentan las explicaciones del autor sobre
esta clasificación.
Tipos de debate 
No hay debate que pueda prescindir de alguien que dirija o modere el
enfrentamiento dialéctico. Esta persona tiene que tener el derecho de llamar al
orden. En ocasiones, se le concede también el papel de árbitro: concluido el
debate, se encarga de valorar los argumentos que las partes hayan lanzado a la
lid. Es costumbre útil levantar acta de los debates, puesto que uno suele ser
consecuencia del otro. Siguiendo a Brehler, podemos mencionar cuatro tipos de
debates: el debate abierto, el americano, el debate inglés y la disputa entre
expertos. 

En el debate abierto, los participantes toman la palabra según un orden de


intervención. Las excepciones las señala el moderador, que, en un momento
dado, puede creer conveniente que intervenga alguien para cerrar un punto y
pasar al siguiente. El orden de intervenciones sigue el orden en que se haya
pedido la palabra. 

Si son muchas las peticiones, se puede llegar a un consenso respecto de limitar


el tiempo de intervención. 

En el debate americano, las dos partes en litigio, formada cada una por un mismo
número de contrincantes, se encuentran sentadas cara a cara a ambos lados de
una mesa. En un extremo está sentado el moderador, en el otro, el encargado de
levantar acta. Los dos bandos se alternan en el uso de la palabra. Cada
participante puede hacer una sola vez uso de esta. Queda a discreción táctica de
las fracciones decidir cuándo uno de sus miembros toma la palabra. La suerte
decide cuál de las dos partes inicia el debate. Automáticamente, a la parte
contraria le corresponde cerrar el debate. 

El debate inglés muestra la misma distribución espacial que el debate americano.


Sin embargo, el turno de intervenciones es consecutivo según el orden de los
asientos. 

En el debate abierto, los oradores pueden intervenir varias veces y replicar a


ataques de contrincantes. En las otras dos modalidades, son los que hablan en
último lugar los oradores encargados de sintetizar y ofrecer réplica a
intervenciones anteriores. 
La disputa entre expertos es una forma especial de debate. En este caso, hay un
grupo que pregunta frente a otro que contesta. No resulta infrecuente que las
sesiones tengan lugar sin moderador. A una de las partes le está permitido
únicamente preguntar, a la otra, contestar. Las preguntas se dirigen a una persona
concreta del grupo. El orden de las preguntas y respuestas es aleatorio. 
  
Figura 5. Disposición de participantes y materiales auxiliares en un debate
Fuente: Elaboración propia.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 4

Referencias

[Imagen sin título sobre debate presidencial 2019], (2019). Recuperado de


https://news.agrofy.com.ar/noticia/183520/debate-presidencial-2019-fecha-
hora-y-temas-que-trataran-candidatos

Alconada Mon, H. (2019). Para qué sirven los debates y cuál es su verdadero
impacto. En La Nación. Recuperado de
https://www.lanacion.com.ar/politica/para-que-sirven-debates-cual-es-su-
nid2296703

C O NT I NU A R
LECCIÓN 4 de 4

Revisión del módulo

Hasta acá aprendimos

El discurso

Es importante la estructuración del discurso para lograr una presentación
efectiva y conectar con la audiencia. Cada parte del discurso, introducción,
desarrollo y cierre es muy bien pensada y tiene un objetivo específico.

Storytelling y tipos de discurso



El storytelling es el arte de contar una historia. En lugar de abordar un tema de
forma directa podemos hacerlo otra vez de un relato, para que lo que
queremos decir surja de la historia narrada. Los tipos de discurso, según su
forma de presentación.

Herramientas para el discurso



Los recursos audiovisuales son herramientas muy útiles para las
presentaciones en público. Es importante saber cómo y cuándo usarlas para
que genere un impacto positivo en el público.

Oratoria participativa

Conocimos las formas deliberativas privadas: el diálogo, la entrevista, el
coloquio, la negociación, el grupo de discusión, la interpelación, la tormenta de
cerebros. Y también las públicas: la mesa redonda, simposio, foro y el debate.

C O NT I NU A R
El público o auditorio

Todo conferenciante tiene una responsabilidad frente a su auditorio. Y, visto desde


su propio interés en cuanto al propósito que busca con la conferencia, tiene que
preocuparse por saber llegar a su público. Ahora bien, si actúa con responsabilidad y
quiere comunicarse bien con el auditorio, tiene que saber a quiénes habla. El orador
no es una grabación que dice siempre las mismas cosas, cualesquiera sean las
personas y las circunstancias. 
Si bien este texto tiene como propósito central mostrar la necesidad de conocer al
público al que se va a hablar y sintonizar con él, queremos advertir que, aun cuando
se tomen todos estos recaudos, nunca se sabe cómo va a reaccionar un auditorio. Y
eso pone una incógnita en el ánimo de quien tiene que hablar. (Ander-Egg y Aguilar,
2006, p. 191) 

Importancia del público o auditorio en el proceso comunicativo

Necesidad de informarse acerca del público

Características comunes de casi todos los públicos

Referencias
LECCIÓN 1 de 4

Importancia del público o auditorio en el proceso


comunicativo

Como lo advierte Coll-Vinent, en el proceso de comunicación, el


receptor o receptores de un mensaje (el público en el caso de la
oratoria) son tan protagonistas como el conferenciante. Es
necesario tenerlo en cuenta para que la comunicación se
produzca realmente, es decir, para que el mensaje sea recibido. 

Esta realidad (importancia del público o auditorio) es un aspecto


sustancial que hasta hace poco no había sido considerado como
algo relevante. El conferenciante u orador era tenido como el eje
y figura central, prácticamente única, como una especie de
vedette, mientras que el auditorio ocupaba un segundo lugar.
Ahora existe un enfoque nuevo y diferente del problema: se
considera que el conferenciante inicia el proceso, pero no lo
domina por entero, ni puede reservarse la última palabra en él.
Cada día se le concede más importancia al papel que juega el
público, el auditorio, en el acto de comunicación de un individuo
con los grandes grupos. 
De todo esto se deduce una cuestión de gran importancia
práctica. No basta conocer el tema y saber presentarlo
adecuadamente. Hay que conocer también a los oyentes, esto
es, al público o auditorio al que uno ha de dirigir la palabra. Se
trata del "receptor" en el lenguaje de la comunicación, es decir,
de aquellos que reciben o perciben el mensaje y que integran y
completan el proceso comunicativo. 

Un discurso, una conferencia, muy bien preparados y


concebidos, pueden ser un fracaso si no se ha tenido en cuenta
al auditorio o simplemente porque el auditorio (o parte de él) ha
estado bloqueado frente al conferenciante o ha reaccionado de
una manera que este no esperaba. 

No basta que los que forman parte del auditorio oigan (acto
pasivo, más o menos automático), es preciso que escuchen
(esto es, que presten atención, que quieran comprender). Para
ello, el emisor debe enviar un mensaje teniendo en cuenta al
receptor o receptores; en otras palabras, el orador o el
conferenciante se han de adaptar al auditorio. ¿Qué significa
este adaptarse al auditorio? Simplemente, que hay que
transmitir en la longitud de onda de los interlocutores.   (Ander-
Egg y Aguilar, 2006, pp. 192-193)

Figura 1: Dr. Alfredo Miroli


Fuente: El Santafecino, 2010, https://bit.ly/3yeiG4y

En la imagen de arriba vemos al Dr. Alfredo Miroli, médico, especialista en


inmunología clínica, alergia, y clínica científica estética y reparadora.
Además, es miembro del Consejo Asesor Honorario del Programa
Universitario para el estudio de las Adicciones (Puna), Consultor Científico de
la cátedra de Adicciones de la Facultad de Medicina de la Universidad
Nacional de Tucumán (UNT). También es autor de diversos trabajos
científicos, de piezas educativas sobre el impacto del consumo de drogas,
sobre VIH/Sida y sobre inmunología.

El Dr. Miroli hace años que viaja por todo el país realizando charlas sobre
prevención de adicciones, sobre todo a estudiantes del secundario. Un
público particular para el que tiene que buscar muchos recursos para que su
mensaje llegue.
¿Cómo se debe hablar a este tipo de público? ¿Sería la misma charla si
fuera para los padres, o para profesionales de salud? ¿Qué
información debemos tener en el momento de preparar una charla?

En estas lecturas seguro vamos a poder responder estas preguntas.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 4

Necesidad de informarse acerca del público

Antes de preparar una conferencia (o de adaptar un tema que ya


tenemos preparado), es necesario preguntarse: "¿A qué público
voy a dirigirme?" Esto significa que hay que informarse acerca
del auditorio ante el cual habrá que pronunciar la conferencia. Se
trata de saber a quién se dice lo que se dice, para saber cómo se
dice.  

Esta información previa, que debe tenerse de los destinatarios o


receptores del mensaje, es indispensable para organizar el
discurso en lo que hace al nivel de contenido (la mayor o menor
profundidad en el tratamiento de los temas y el modo de
abordarlos) y la forma de presentación.  

Cuando uno es invitado a hablar ante un grupo y, más aún,


cuando se trata de un público que puede ser más o menos
numeroso, debe obtener esa información (acerca del posible
auditorio) recabándola de aquellos que organizan la
conferencia. 
Aun a riesgo de ser reiterativos, insistimos en este punto: el
orador debe tener en cuenta, de manera muy especial, al público
al que debe dirigirse. Un mismo discurso, sobre un mismo tema,
con un mismo conferenciante, puede o, mejor dicho, debe ser
pronunciado de manera diferente según sea el público al que va
destinado. 

En cada intervención pública que se hace, uno siempre se dirige


a un público determinado, real, concreto, no a un público
abstracto. Por ello hay que conocer algo de la vida, de las
reacciones y de las aspiraciones de la gente a quienes se va a
dirigir. Y esto no se averigua en los libros. (Ander-Egg y Aguilar,
2006, pp. 194-195)

Es necesario tomarse el tiempo suficiente para informarse y, mejor todavía,


conocer acerca del auditorio que se tendrá enfrente. Sobre este punto Ander-
Egg y Aguilar (2006) dicen que hay que tener en cuenta una doble
consideración: 

¿Qué se tiene que conocer acerca del auditorio?

¿Qué tipo de análisis tenemos que hacer de nuestro público o auditorio


potencial?

¿Qué se tiene que conocer acerca del auditorio?


Como ya lo indicamos, no existe un auditorio abstracto; existe para cada
caso un auditorio concreto: tenemos que saber algo de las personas que nos
van a escuchar. En líneas generales, podemos y debemos informarnos
acerca de las siguientes cuestiones, en relación con el público al cual se
dirige el mensaje:

número de personas (tamaño de la audiencia); 

edad (casi siempre se presenta una amplia gama de edades, aunque


suele darse una tendencia a predominar gente de determinada edad); 

sexo: en los públicos suele haber gente de uno y otro sexo, pero si
predomina uno más netamente, este será un factor para considerar; 

procedencia y origen; 

condición social; 

situación económica media; 

nivel de estudios; 

profesión y ocupación de la mayoría o la que es más representativa; 

nivel cultural medio; 

religión, creencias, valores; 

pertenencia o no a asociaciones; 

costumbres y modos de vida; 

centros de interés: problemas o preocupaciones que predominan entre


quienes forman parte del auditorio; 

aficiones.   (Ander-Egg y Aguilar, 2006, pp. 195-196).


  El problema se plantea cuando no se puede saber de antemano quiénes
constituirán el público o auditorio ante el cual uno tiene que hablar. En ese
caso, antes de comenzar la conferencia hay que intentar informarse sobre
quiénes son las personas que están presentes, preguntando a los
organizadores del acto o a alguna persona que conozca a una parte
representativa de los asistentes. 

¿Qué tipo de análisis tenemos que hacer de nuestro público o


auditorio potencial?
En general, hay que hacerse algunas preguntas sobre el auditorio que uno
tendrá, pero si se trata de un discurso con un propósito de persuasión o
convencimiento, se necesita saber mucho más del público que cuando se
trata de un discurso puramente informativo. Las preguntas más pertinentes,
en cuanto guía para obtener información útil, pueden ser las siguientes: 

¿Qué interés razonable espero del auditorio ante el tema? o, para decirlo
con otras palabras, ¿por qué este público está aquí (o estará) dispuesto a
escucharme sobre este tema concreto? 

¿Qué conocimientos posee el auditorio acerca del tema de la


conferencia? 

¿Qué actitudes puedo esperar de los oyentes ante el tema del discurso y
la forma de enfocarlo (favorable, neutra, hostil)? 

¿Qué concepto o expectativas tiene el posible auditorio acerca del


conferenciante? 
La reputación del orador es un arma de doble filo: atrae positivamente a un
público, pero al mismo tiempo crea grandes expectativas que a lo mejor no
pueden satisfacerse. 

¿Qué sentimientos experimentan, unas respecto de otras, las personas


que estarán en la conferencia? 

¿Cómo es el local en que se pronunciará la conferencia (favorable o poco


favorable para la comunicación, etc.)? 

¿Qué distancia física habrá entre el orador y el auditorio?

Toda esta información tiene que servir para establecer una estrategia en el
modo de presentar el discurso, tanto en lo que hace al contenido como a la
forma. 

A pesar de toda la información que se pueda recoger, siempre quedan


algunas incógnitas acerca del modo en que reaccionara el público, pues
nunca se puede saber exactamente cuáles son sus demandas y
expectativas. Debemos informarnos tanto cuanto sea posible y saber que
nos movemos con una cierta incertidumbre en cada conferencia en concreto.
 

En algunas ocasiones, cuando se invita al público en general, uno no sabe


quiénes constituirán el auditorio, hasta momentos antes de iniciarse la
conferencia. En ese caso, según el conocimiento que tengan los
organizadores, el conferenciante obtendrá mayor o menor información sobre
el auditorio. También con conversaciones previas (momentos antes de la
conferencia) podrá obtener de manera directa alguna información
interesante acerca de quiénes constituyen su público. En caso extremo, uno
puede ir descubriendo quiénes constituyen su auditorio (en cuanto a manera
de pensar), por las reacciones que percibe después de ciertas afirmaciones.
En algunos casos, se puede "probar" con una afirmación o expresión poco
corriente o una declaración sorpresiva, frente a la cual las reacciones pueden
revelar actitudes, valores o modos de ser y de pensar de los que escuchan.
(Ander-Egg y Aguilar, 2006, pp. 197-198)

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 4

Características comunes de casi todos los públicos

Si bien hay una serie de aspectos o caracteres específicos de cada público


en concreto, otras características son comunes a todo auditorio. Pueden
resumirse en las siguientes:

Normalmente, la actitud inicial de un público es amigable,


respetuosa y expectante. Esta expectativa puede ser en relación
con el tema de la conferencia o con la personalidad del orador. Si la
gente va a una conferencia, es porque espera aprender algo de
quien va a hablar o del tema que se va a desarrollar. Excluyo aquí
las circunstancias en las que "hay que asistir" a una conferencia por
compromiso (a veces, a regañadientes).  

El público, en general, se interesa por aquellos asuntos que


conciernen o se relacionan con su vida; si el conferenciante trata
cuestiones ajenas a los intereses de su público, este comienza a
"desconectar" y puede terminar en el aburrimiento general.

Todo público reacciona como una entidad psicosocial con


modalidades propias y diferentes de los individuos que forman
parte de ese auditorio, considerados aisladamente. Cuando la
gente se congrega en grupos o asambleas, es susceptible, en gran
medida, de excitaciones emocionales y de contagio emotivo.

La gente que asiste a una conferencia tiene un sentimiento


inconsciente a reclamar por qué y con qué derecho alguien le dirige
la palabra: de algún modo, el conferenciante tiene que justificarlo.

Normalmente, la gente se resiste, consciente o inconscientemente,


a salir de su modo de pensar, sentir y querer; por eso el
conferenciante ha de tener en cuenta el nivel de conciencia y de
conocimientos en que se encuentra la gente.

Todo orador ha de tener en cuenta que entre su público habrá gente


indiferente, remisos, retrógrados y, a veces, una cierta cantidad de personas
en actitud antagónica al orador. En el desarrollo de una conferencia, es muy
probable que uno se encuentre con tres categorías de oyentes: 

Los que estarán de acuerdo con lo expuesto en la conferencia; 

Los que asumirán una actitud más o menos neutra o de


indiferencia; 

Los que no aceptarán las ideas, sugerencias o análisis


presentados; en este caso, conviene que el rechazo total o parcial
del contenido no sea rechazo del orador.
Difícilmente se puede contentar plenamente a todos, en
especial si se trata de un público muy numeroso y heterogéneo. 

El orador puede influir sobre el público, por persuasión o por


autoridad o bien por una mezcla de ambas, aunque, cuanto más
adulto y maduro sea el auditorio, menor será la influencia de
autoridad. 

Todo público merece el respeto del orador, quien de algún modo


tiene ante él una tarea pedagógica. Y esta tarea pedagógica
implica una responsabilidad, expresada fundamentalmente en
preparar bien el tema y en desarrollarlo de la mejor manera
posible.  

Sin embargo, a pesar de informarse sobre el público y de la


existencia de características comunes de todo auditorio,
siempre nos quedan, como ya se dijo, algunas incógnitas acerca
de cómo reaccionará el público. Este, en algún aspecto, se
parece al mar: nunca sabemos de antemano su
comportamiento. Pero de manera especial esta incógnita viene
dada por ciertos fenómenos de Psicología de Masas que pueden
darse en el comportamiento de un auditorio. (Ander-Egg y
Aguilar, 2006, pp. 199-201)

 Con respecto a ese tema, los autores exponen las siguientes premisas. 
El auditorio y los fenómenos de psicología de masas 
Además de todo lo que hemos indicado, el orador ha de tener
presente que las personas actúan en privado de acuerdo con
sus propios motivos, pero que en grupo, como es un auditorio,
adoptan (o pueden adoptar) formas de comportamiento
influidas por el conjunto, a veces al margen de sus intenciones y
convicciones. La Psicología de Multitudes enseña que el público
posee características nuevas y distintas de cada individuo
considerado en particular y distintas de la suma de los
caracteres individuales que lo componen. Gustave Le Bon,
precursor de los estudios sobre Psicología de Masas, ya lo decía
en el siglo XIX: en determinadas circunstancias, cuando se
forma parte de una multitud, la personalidad consciente se
esfuma y los sentimientos y las ideas de los individuos se
orientan en la misma dirección, como consecuencia de un
fenómeno de contagio colectivo.   La oratoria es un fenómeno
psicosocial que debe comprenderse como tal. Cualquiera que
sea la finalidad del discurso o conferencia (informar, distraer,
persuadir o convencer), la tarea del orador consiste en crear
estímulos en los oyentes a través de las palabras, la voz, la
acción y otros recursos específicos (ilustraciones, proyecciones
de diapositivas, etc.); estas ayudas visuales se han de utilizar
cuando la índole de la conferencia lo permita. Pero, en lo que
aquí nos interesa destacar, juega un papel decisivo el auditorio
mismo: en él y por él, se pueden crear el clima y el ambiente
para vivir determinados sentimientos. 
Por tanto, el orador debe saber que en un auditorio el
sentimiento y la emoción priman sobre la razón, ya sea que
considere al público en general o a cada oyente como individuo
en particular.

Como consecuencia de ello, las reacciones del público no se


explican solo por las palabras pronunciadas por el orador o
conferenciante: en un auditorio puede producirse un contagio
afectivo, provocando emociones que se propagan (como por
contagio) rápidamente entre el público. Y conviene tener
presente que estas emociones (que pueden llegar a tener una
elevada cuota de sugestibilidad) pueden ser favorables o
desfavorables al orador y al tema que está tratando. (Ander-Egg
y Aguilar, 2006, pp. 200-202)

El diálogo o coloquio posterior a la conferencia 


Cada vez es más frecuente abrir un coloquio o diálogo con
posterioridad a la conferencia, a fin de que el público
(asumiendo también un cierto protagonismo) tenga oportunidad
de expresar sus puntos de vista, de preguntar y también de dar
respuestas. 

Esto es muy conveniente: da oportunidad para que todos se


enriquezcan con el intercambio, se aclaren dudas, se maticen
expresiones o afirmaciones, se corrijan malas interpretaciones.
Un diálogo o coloquio posterior a la conferencia permite detectar
los resultados de la descodificación hecha por los receptores,
con lo cual el conferenciante puede corregir las distorsiones que
se han producido, ya sea por malas interpretaciones o por una
explicación insuficiente o inadecuada. 

Para el conferenciante, el coloquio posterior a la conferencia es


útil, ya que le ayuda a saber en qué medida ha abordado el tema
adaptándose al auditorio o bien si ha estado tratando cuestiones
que para nada se relacionaban con los problemas e inquietudes
de quienes escuchaban. 

Junto a las indudables ventajas y a la conveniencia de abrir el


diálogo, hay que saber que pueden presentarse algunos
problemas: la reacción de aquellos que siempre están en contra;
la actitud de los "sabiondos" o "listillos" que señalan todo lo que
faltaba por decir y los análisis que no se han hecho. Aun cuando
se sabe que en una conferencia es más lo que no se dice que lo
que se dice sobre un tema, no falta el listo a quien le gusta
"destacarse"; para ello, nada mejor que señalar lo que no se ha
dicho. A veces, con estas "observaciones" se tiene la intención
de mostrar una cierta superioridad sobre el orador. 

Habrá, también, en determinadas ocasiones, aquellos que


tienen animosidad u ojeriza al conferenciante y procurarán que
el acto termine de manera enojosa o con mal sabor. A veces, el
conferenciante se encuentra con una expresa voluntad de
boicoteo. En otras circunstancias, los que no simpatizan con el
conferenciante se limitarán a desplegar una "pantalla
emocional" que tenderá a deformar lo que se dice o a rechazarlo
sin considerarlo. 

Si la atmósfera es de confianza y comprensión, si hay actitudes


de apertura y diálogo, el coloquio posterior a la conferencia
siempre resulta enriquecedor. 

Es muy oportuno que quien preside el acto o conferencia, el


coordinador de la reunión o el conferenciante mismo, expliquen
brevemente en qué consiste el coloquio o diálogo. Con
frecuencia, se tiende a confundirlo con un debate. No es lo
mismo, ni los frutos que se pueden obtener tampoco son de la
misma índole y significación. 

En un debate se defienden tesis o posturas contrapuestas, que


sirven para el juego dialéctico, frecuentemente con más
preocupación por vencer sobre el otro, que por aclarar o
profundizar una cuestión. 

El diálogo o coloquio es una forma diferente, nueva y más


profunda de acceder a la verdad y de relacionarnos. 
A nuestro entender, es absolutamente necesario ir
reemplazando los debates por los diálogos y coloquios. No se
trata de una simple cuestión semántica; se trata de formas
diferentes de abrirse a la búsqueda de la verdad, teniendo como
punto de partida que nadie posee, ni podrá poseer, una verdad
de manera plena. 

Insistimos en este punto, que tiene una doble dimensión y su


práctica tiene una doble consecuencia:

Por una parte, es el diálogo y no el debate (en el sentido de


discusión que enfrenta a personas) lo que desarrolla una actitud
científica para el abordaje de los problemas;

por otra parte, el diálogo infunde en nosotros una actitud


existencial, expresada en conductas y modos de relacionarnos más
humanos, porque son más amistosos y fraternales.  

En lo que concierne a la forma de actuar durante el diálogo o


coloquio, conviene que el conferenciante tenga en cuenta
algunas cuestiones: 

La primera y fundamental es que esté verdaderamente abierto


al diálogo, sintiéndose con el público, de acuerdo con aquello
que decía Paulo Freire, "compañeros en la pronunciación del
mundo", como personas inconclusas en "la búsqueda
permanente del más ser".  

Esta capacidad de diálogo no se tiene por el simple hecho de ser


un buen conferenciante, sino porque se es una persona que cree
con sinceridad que puede aprender de la gente que ha tenido
circunstancialmente como público.

Cuando se dialoga, no se busca "derrotar al otro" en una


discusión, sino encontrar juntos un trocito de verdad. No habrá
dificultad, entonces, en reconocer que uno se había equivocado,
o en admitir un matiz o reajuste del propio pensamiento, gracias
a lo que ha permitido ver el otro. 

Para el diálogo debe existir una "escucha activa" por parte de


todos: cada uno debe hacer "tangible" la recepción que ha hecho
del mensaje del otro, probando que ha entendido realmente y
que ha entendido bien. 

Precisamente esta escucha activa es la que evita el "diálogo de


sordos", en el que cada uno habla sin abrirse a la realidad de los
otros; cada uno sigue con su tema sin que la intervención de los
otros modifique en nada lo que tenía propuesto expresar. 

El conferenciante debe ser el primero en esta apertura, siendo


un oyente atento, considerado y respetuoso ante las diferentes
intervenciones. Ha de tener la capacidad de ponerse en el
puesto del otro y de ver las cosas desde la perspectiva del que
está haciendo la pregunta, el comentario o la crítica. (Ander-Egg
y Aguilar, 2006, pp. 203-207)

Sintonizar con el auditorio: la retroalimentación


orador/público/orador 
Después de todo lo dicho, queda claro que, para un
conferenciante u orador no basta dominar el tema de la
conferencia; tiene que lograr sintonizar con el auditorio. Se ha
dicho que esta sintonía es saber transmitir en la longitud de
onda del o de los interlocutores. Si esto no se logra, es imposible
comunicarse realmente con el público. 

Todo el esfuerzo del conferenciante debe orientarse a hacerse


entender y comprender, adaptándose a las peculiaridades y
circunstancias concretas de su auditorio. Un grupo que
comparece ante un conferenciante no espera solo palabras:
espera una actitud empática, esto es, ponerse en lugar del otro,
saber captar las aspiraciones y necesidades, tratar cuestiones
que son de interés para la gente. 

“Para que la comunicación se realice, la persona debe salir de sí,


hacerse disponible al otro, situarse en su punto de vista,
comprenderle.” Emmanuel Mounier 
Para lograr esta sintonía, el nivel en que transmite el emisor
debe coincidir con el de los receptores. Esto es válido tanto para
las relaciones persona a persona, como para las relaciones
conferenciante-auditorio. Por eso se ha dicho (y con razón) que
es mejor bajar el nivel y ser entendido, que elevarlo y ser
admirado. Si el conferenciante "sintoniza" con el auditorio, tiene
al público "en el bolsillo"; en caso contrario, se frustran las
expectativas del público, y los resultados de la conferencia serán
más bien pobres o deficitarios, aun cuando haya estado muy
bien preparada. 

El conferenciante habla y, mientras está hablando, el público


reacciona de una determinada manera. Por lo que el que habla
debe estar atento a recibir las reacciones del público y ajustar
inmediatamente su intervención (en la medida en que pueda
hacerlo) conforme con cómo reacciona su público (o parte de
él). Tiene que darse, pues, una rápida retroalimentación
orador/público/orador. Esta es una cualidad de todos los buenos
conferenciantes, oradores y profesores: la flexibilidad, ductilidad
y rapidez para adaptar su mensaje a las reacciones del público.
(Ander-Egg y Aguilar, 2006, pp. 207-209)

En suma: si se ha logrado sintonizar con el auditorio, la comunicación


ha sido conseguida. 
 Y ahora, ¡a practicar!
Todo cuanto se ha dicho es apenas una guía. No sirve de mucho
si no se practica, si no se aprende por la acción. En el arte de
aprender a hablar en público, no existe ningún sustituto de la
práctica. Aquí hay una verdad de Perogrullo: para aprender a
hablar en público, hay que hablar en público. 

Cierto día le preguntaron a George Bernard Shaw cómo había


aprendido a hablar tan bien en público. Él respondió: "De la
misma manera en que aprendí a patinar: no me importó nada
hacer el ridículo hasta que aprendí." El herrero se hace en la forja
y el orador hablando. (Ander-Egg y Aguilar, 2006, p. 209)

Una cualidad de todos los buenos conferenciantes, oradores y profesores es


la flexibilidad, ductilidad y rapidez para adaptar su mensaje a las reacciones
del público. 

Aunque olvidemos todo cuanto hemos leído hasta aquí,


recordemos esto: el primer método, el único método, el método
que nunca falla para desarrollar la confianza en nosotros
mismos cuando hablamos en público consiste en.… hablar. Todo
el problema se reduce a un solo punto esencial: practicar,
practicar, practicar. (Carnegie citado en Ander-Egg y Aguilar,
2006, p. 209)
LECCIÓN 4 de 4

Referencias

Ander-Egg, E.; Aguilar, M. J. (2006) Cómo aprender a hablar en público.


Buenos Aires, Argentina: Lumen. 

El Santafecino (2010). Alfredo Miroli disertó para jóvenes y para padres.


Recuperado de https://elsantafesino.com/alfredo-miroli-diserto-para-
jovenes-y-para-padres/

C O NT I NU A R
Adecuación al auditorio

Muchos oradores, absortos en sus particulares intereses y sometidos


por la presión de sus propias ideas que consideran muy importantes,
olvidan que se están comunicando con personas cuyas inquietudes
pueden resultar completamente distintas de las suyas. 
Una estupenda conferencia, un discurso bien concebido, una reunión
elaborada con la mayor dedicación, pueden fracasar solo porque el
orador no haya pensado suficientemente en el destinatario del mensaje
que se pretende comunicar, su capacidad intelectual y cultural, edad,
aficiones y receptividad. En definitiva, por no haber evaluado
cuidadosamente al auditorio y las circunstancias (Di Bartolo, 2009, p.
105).

Adecuación al auditorio

Referencias
LECCIÓN 1 de 2

Adecuación al auditorio

Hay muchos aspectos a tener en cuenta sobre nuestro público, al componer


nuestro mensaje. Pensemos en estas situaciones: 

Si le hablamos a niños de un jardín de infantes, lo haremos con un ritmo


determinado, una tonalidad en la voz, usaremos determinadas palabras y los
movimientos corporales serán lentos y amplios. Distinto sería si le hablamos
a estudiantes universitarios; tampoco es lo mismo dirigirnos a estudiantes de
primer año que de quinto o alumnos de carreras vinculadas con química o
abogacía. 

El orador debe tener en cuenta, de manera muy especial, al público al que


debe dirigirse. Un mismo discurso, sobre un mismo tema, con un mismo
conferenciante, puede o, mejor dicho, debe ser pronunciado de maneras
diferentes según sea el público al que va destinado. 

Cuanto más sepa el orador de su público, mejor podrá adaptarse


el discurso a sus necesidades. Su primera fuente de información
es la persona que le pide que hable. 
El orador necesita conocer los intereses de su auditorio y saber
qué formación tiene acerca del tema. Esto es muy importante,
especialmente, cuando se trata de estudios técnicos en los
cuales se pueden utilizar palabras que no son comprensibles
para todos. 

También importa la circunstancia en que el orador va a hablar.


Un discurso en un almuerzo debe ser más informal que en un
seminario técnico, incluso puede haber más anécdotas o
historias humorísticas. En el primero lo más importante es que el
discurso sea entretenido; mientras que en el segundo lo que
más vale es la información especializada. 

Cuando el orador se encuentra frente a un público debe:

tener presente la secuencia de los oradores y escucharlos con


atención;

evitar innecesarias repeticiones;

si es un programa largo, ser breve y concreto. A veces, si el acto


se prolongó más de lo soportable, el discurso será inolvidable si
se lo reduces de veinte minutos a solo uno.

También, el orador deberá adecuar su disertación al tamaño de


la sala. Cuanto más cerca tenga a su público, más informal
podrá ser su lenguaje y mayor atención se le prestará a sus
ideas. Si el público está lejos y disperso deberá hablar en un
tono más alto, gesticular más y usar sus ojos para "acercar" a los
oyentes (Di Bartolo, 2009, pp. 105-106). 

Di Bartolo (2009) también nos dice que, en la práctica, cuando el orador es


invitado a hablar, debe tener muy claras cuáles son las preguntas que debe
hacer antes de aceptar el compromiso.  

 ¿Cuándo?

¿Dónde?

¿Cuánto tiempo?

¿Cuál es el objetivo?

¿Quiénes forman el auditorio?

¿Cuántos son?

Al respecto, el autor presenta las siguientes conclusiones: 

Con saber cuándo, veré si llego. Al preguntar dónde, veré si


debo. Si sé cuánto tiempo, veré si alcanza. Evaluando el
propósito, podré enfatizar lo que corresponde. Conociendo las
características del auditorio, adecuaré mi conferencia a esa
circunstancia. 

Aun cuando se haya tenido éxito en una conferencia, porque el


mensaje ha sido eficaz para un auditorio determinado, nunca
debe generalizarse y pensar que este método es el adecuado
para toda circunstancia. El orador debe ajustar su mensaje
adaptándolo a las particularidades del auditorio y al ambiente u
ocasión en que va a pronunciar la conferencia.  

Sintonizar con el público, vibrar en la misma longitud de onda, es


un objetivo obligado y a veces difícil, que debe imponerse a sí
mismo quien aspire a comunicar eficazmente sus ideas, planes
o sentimientos. Es mucho más fácil, da mucho menos trabajo
decir las cosas tal como uno las ha elaborado y repetirlas en
cuantas ocasiones sea necesario, pero este es un error cuyo
precio desvirtúa el objetivo final de la elocuencia: el orador no es
escuchado y por ende no es entendido. El esfuerzo del emisor
ha de orientarse a hacerse entender y no a caer en la tentación
de buscar el lucimiento personal, imposible por otra parte si el
auditorio se niega a escuchar. Todo esto sin duda es cierto y
tiene valor. Es sentido común (Di Bartolo, 2009, p. 106). 

Ignacio Di Bartolo (2009), además, comenta que: 


 

A través de estudios relacionados con psicosociología, se


estima que existe una diferencia fundamental en el receptor, en
función del número de personas que componen la audiencia.
Cuando el público se compone por cierta cantidad de personas,
las reacciones y expectativas son variables,
independientemente de las características sociales,
profesionales y culturales que hemos considerado. 

Sobre esta base, puede decirse que hay tres tipos de público: el
grupo de diez a veinte participantes, el auditorio de más de
treinta individuos y la multitud, que se considera a partir de
quinientas personas. Aunque los límites no son precisos, esta
puede ser la base de una diferenciación que es, de todos modos,
fundamental. 

El estudio de la psicología de las multitudes fue desarrollado por


el francés Gustavo Le Bon, quien a fines del siglo pasado
escribió su libro Psychologie des Foules (1895). 

A la luz del freudismo, y de investigaciones posteriores actuales,


se ha visto que en el seno de la multitud cada individuo vive
afectivamente a nivel únicamente del sentimiento colectivo, de
la relación afectiva secreta que lo une a las personas que están
cerca, y no se manifiesta en cuanto individuo. Las diferencias
individuales quedan diluidas ante los parecidos y coincidencias:
los compartimientos individuales se reducen a un denominador
común. Todos los individuos se sienten dominados por un
mismo sentimiento, tienden a arrastrarse hacia un mismo lugar,
proferir los mismos gritos y, lo que es más curioso, manifestarse
con gestos parecidos. La emoción provoca el automatismo. Los
músculos del rostro son la expresión más viva del automatismo
emotivo. 

Edouard Cuyer, en su libro Expressions de la physionomie (1895),


analizó las fisonomías de las personas que constituyen la
muchedumbre y comprobó que los músculos de la cara
funcionan en ellas al mismo tiempo. Son como autómatas con la
misma cara, impulsados por la misma emoción.

[De este modo,] la expresión de todos los individuos sometidos a


análogas emociones es la misma, a pesar de su visible
heterogeneidad. 

Esta comunión por sí misma puede conducir a un


comportamiento activo absolutamente inesperado e
incongruente; muchas veces con el proceder normal de un
individuo y otras desencadenado por un agitador o líder […] A
veces, en pequeños grupos pueden darse fenómenos
multitudinarios, pero es excepcional.
Por suerte o por desgracia, según sea para mal o para bien,
existen pocos hombres que saben arrastrar multitudes. Su falta
se hace especialmente sensible en el mundo religioso, político o
sindical. Si miramos hacia atrás, volviendo páginas de historia,
notaremos que esos hombres suelen tener características
comunes. En particular, es evidente que la mayoría tiene una
tendencia, más o menos marcada, a la paranoia y una
prodigiosa intuición para expresarse oportunamente, porque se
encuentra en contacto real con el inconsciente colectivo.

A través de una imagen gráfica, Gustavo Le Bon (1895)


manifestó que la multitud no tiene cerebro y que lo que hay que
estimular es la médula espinal. Por esta razón, cada vez que un
orador tiene que expresarse ante un público numeroso, de un
millar o más de personas, debe tomar conciencia de esa
comunicación subyacente no verbal, que existe entre él y el
auditorio: este no reacciona solo a lo que dice clara y
expresamente, sino a todo lo que se sobrentiende. 

Juan Carlos Igareta explica que, a partir de determinados


estudios psicológicos sobre multitudes, se pueden definir las
siguientes leyes: 

Ley de la unidad psicológica


Los miembros del grupo tienden a unificar sus ideas y
sentimientos. 

Ley de la disminución intelectual 

El gran público es poco propenso a razonar sutilezas o


comprender argumentos muy intelectuales. 

Ley del predominio emocional 

Los integrantes de un público grande reaccionan más con la


emoción que con el sentimiento (pp. 107-108). 

Asimismo, Di Bartolo (2009, pp. 108-109) explica que:

Si la multitud ve frustradas sus expectativas lo manifiesta sin


pudor y con violencia. Así también, si ve satisfechas sus
expectativas, el líder tendrá al público "en el bolsillo". 

Para limitarnos a consideraciones más cercanas, más próximas


a nuestras inquietudes, hay que recalcar, sin embargo, que el
orador puede encontrarse impensadamente enfrentando a
fenómenos multitudinarios, aunque sea poco frecuente, cuando
el público se compone de pocas decenas de personas. 
Pero habitualmente no es así. 

El público, en general, es una reunión de personas que


conservan su propia personalidad y espíritu crítico. La diferencia
fundamental con la multitud está dada por la actitud psicológica
con que los oyentes participan del acto.

Por esto, bien distintos deben ser también la forma y el fondo de


lo que se les diga. La palabra del orador ante un público
pensante debe ser equilibrada, meditada, inteligente.
Respetuosa del individuo que ocupa cada uno de los asientos y
consciente de que tiene ante sí una mente razonante y crítica,
con toda la autonomía suficiente para refutar, discrepar y aún
despreciar a quien pretenda ignorarlo como persona.  

En realidad, en la época actual hay muy pocas posibilidades de


tener que hablar a una multitud. Para bien o para mal, la
televisión ha cambiado las costumbres seculares. Nunca en la
historia pudo hablarse a tanta gente de la forma aparentemente
tan sencilla como se hace ahora desde un estudio de televisión. 

A continuación, presentamos las conclusiones de Di Bartolo (2009) para ser


creíble en televisión.   
Toda su expresión corporal habla: las manos, los pies, la postura,
los ojos. Hasta el diámetro de las pupilas puede verse. Todo lo
que dice debe ser cierto. Aprenda también a decir no sé. 

Comparta la calidez y la alegría que habitualmente se disfruta


en el estudio televisivo. El compromiso es grande, la tensión es
mucha y la buena onda es muy importante para conservar el
equilibrio. 

Es probable que nunca como orador nuestra audiencia haya sido


tan numerosa como cuando hablamos por televisión. Sin
embargo, el tono de nuestra palabra debe ser cuidadosamente
coloquial, con la naturalidad de estar conversando en una
reducida reunión social. Y eso es ni más ni menos lo que ocurre.
Quien detiene el control de su televisor en el canal donde usted
se encuentra, lo está invitando a sentarse en su casa, junto a su
familia o sus amigos. 

Si tuviera ahora que elegir tres cualidades esenciales para


triunfar frente a una cámara de televisión, diría sin lugar a dudas:
brevedad, cordialidad y credibilidad.

La televisión favorece al orador que sabe adecuarse a sus


características y apreciar la abismal diferencia que hay entre
una sala de conferencias y la intimidad de una pantalla en un
hogar como el suyo (pp. 109-110).
C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 2

Referencias

Di Bartolo, I., Bustamante, A., Henry, E. L., Llabrés, C. G., Malatesta, N. O., Vilches, M. A. y Di Bartolo, I. (h).
(2009). Para aprender a hablar en público. Buenos Aires, Argentina: Ed. El Corregidor.

C O NT I NU A R
El lenguaje

El lenguaje utilizado por un orador o conferenciante debe servir de real


instrumento para la comunicación; es decir, debe ser apropiado para la
gente que lo escucha. Esta es una verdad elemental y básica; y, sin
embargo, con alguna frecuencia se utiliza un lenguaje que constituye un
obstáculo para una buena comunicación, ya que resulta poco
comprensible. Se olvida una verdad de sentido común: cuando se habla,
es para darse a entender (Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002, p. 89).

Pensemos en esta situación muy común. Cada vez son más las empresas,
profesiones y ámbitos de negocio en donde se utilizan muchas palabras derivadas
del inglés. Esto es lógico, ya que estamos en un mundo globalizado, cada vez más
conectado. El problema se presenta cuando hablamos a un público, ya sea para
muchas o pocas personas, ya que creemos o pensamos que los oyentes conocen el
idioma y comprenden lo que estamos diciendo. Lo conveniente es no dejar de utilizar
estas palabras, pero sí aclararlas, por si nuestro público no conoce el significado.  

Debemos tener en cuenta que, cuando hablamos frente a un público, nuestro


objetivo es que nos entiendan y, para que la comunicación sea efectiva, tenemos
que tener en cuenta el uso de palabras en otro idioma. 

El lenguaje y el estilo de los discursos para que la comunicación sea efectiva


Ontología de lenguaje

Video conceptual

Referencias
LECCIÓN 1 de 4

El lenguaje y el estilo de los discursos para que la


comunicación sea efectiva

Frente a esta situación de incompetencia para utilizar un


lenguaje comprensible por la gente […] queremos desarrollar
algunas ideas en torno a las características de un lenguaje y de
un estilo capaz de comunicar en forma efectiva (Ander-Egg y
Aguilar Iñádez, 2002, p. 89). 

1. Brevedad
Cuando el pensamiento queda envuelto en la profusión de
palabras y en rodeos innecesarios, el derroche verbal oscurece
las ideas y dificulta la comunicación. Hay que eliminar todo lo
innecesario o superfluo.

La brevedad es uno de los rasgos distintivos de un estilo eficaz


para comunicarse con la gente. Y esto, por una razón
fundamental: las oraciones y párrafos cortos facilitan la
comprensión de lo que se escucha. Esta brevedad y concisión a
la que aludimos se ha de lograr utilizando: 
un mínimo de palabras para expresar una idea;

frases cortas; 

párrafos breves (Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002, p. 89).

a) Usar un mínimo de palabras para expresar una idea 


“Hay que ser concisos y eliminar todo lo superfluo; ir siempre “al grano”, sin
rodeos, adornos o palabras innecesarias” (Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002,
p. 89).

b) Hablar con frases cortas


Cuantas más palabras tenga una frase, más difícil será entenderla. Por el
contrario, la brevedad es una cualidad que facilita la comprensión; claro está,
sin llegar a frases tan cortas que den la sensación de un estilo asmático. Se
ha demostrado que la frase corta hace más comprensible un texto. Sin
embargo, cuando es necesario decir frases más extensas, hay que
descomponerlas en subunidades de 8 palabras cada una sin acumular ideas
en cada oración y, en lo posible, sin sobrepasar las 24 palabras. 

Quien adquiere la cualidad de ser conciso en sus intervenciones, con facilidad


sabe distinguir lo esencial de lo accesorio y corre mucho menor riesgo de
caer en el “blablismo” (Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002, p. 90).

c) Utilizar párrafos breves


No basta con que las frases sean breves; también es recomendable que los
párrafos lo sean. Cuando un párrafo tiene más de 120 palabras, comienza a
resultar difícil de comprender en su conjunto. 

Por otra parte, como ya hemos dicho, hay que evitar el “blablismo”, al que son
afectos tanto los especialistas en ciencias sociales como los políticos. Sus
ingredientes son las fórmulas huecas, las frases tópicas, los cliches y los
lugares comunes. Para practicarlo, basta con hacer una simple tarea de corte
y confección de frases, con las que se logra hablar mucho sin decir nada
(Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002, p. 91).

2. Claridad y sencillez
Este requisito —ser claro— se apoya en el más elemental sentido
común, hablamos para comunicarnos con los otros y esta
comunicación se dificulta si no nos expresamos con claridad. 

Un discurso claro tiene más posibilidades de comunicar un


mensaje y de enseñar, persuadir o convencer, que uno poco
comprensible. Hay que esmerarse en beneficio de la claridad.
Esto es absolutamente necesario para que el mensaje llegue al
receptor y pueda ser entendido e interpretado sin gran
esfuerzo. 

Para lograr claridad y sencillez en el lenguaje, hay que tener en


cuenta algunas cuestiones:
evitar el uso de una terminología especializada o técnica, que los
pedantes gustan emplear; si es necesario hacerlo, explicar el
alcance que tienen esos términos;

exponer una o dos ideas por frase;

no usar palabras rebuscadas;

procurar utilizar expresiones y palabras que emplea la gente;

utilizar adjetivos y adverbios lo menos posible;

preferir las palabras que tienen sentido concreto; 

no hacer digresiones o divagaciones que hacen perder el hilo


conductor del discurso (Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002, p.
93). 

a) Evitar el uso de una terminología especializada o técnica


En las conferencias destinadas al público en general, hay que utilizar un
lenguaje comprensible para todos. Sin embargo, para la explicación de
ciertos temas resulta inevitable emplear términos que son propios de
determinadas ciencias, artes o disciplinas. De todos modos, estas palabras
solo deben utilizarse si es absolutamente necesario. En estos casos, se debe
aclarar su significado, en cuanto pertenecen a la jerga o el lenguaje
especializado de una determinada disciplina. No solo hay que evitar el uso de
términos científicos y técnicos; cuando uno se dirige a los sectores
populares, también debe ser cuidadoso con el uso de expresiones extrañas
(Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002). 
La utilización de tecnicismos lleva siempre a oscurecer la
comprensión del mensaje, salvo que uno hable o se dirija a un
público que conoce el vocabulario peculiar de esa ciencia. Por
otra parte, suele ser una pedantería y un modo de ostentación,
que no es otra cosa que una ridícula vanidad. Casi todos los
conceptos de buena parte de las cuestiones científicas y
filosóficas pueden expresarse en un lenguaje sencillo y
asequible y resultar interesantes para el común de la gente
(Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002, p. 94). 

b) Evitar una o dos ideas por frase 


Tanto en el lenguaje escrito como en el hablado, una de las
mayores dificultades para comprender lo que se quiere decir es
exponer varias ideas en una sola frase. Lo ideal es que en cada
una no haya más que una idea. Si hay un enlace directo e
inmediato entre dos ideas, en este caso hay que incluirlas en la
misma frase (Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002, p. 95).

c) No usar palabras rebuscadas


Algunos profesionales, además de emplear términos científicos
y técnicos, tienen tendencia a utilizar palabras pretendidamente
cultas que, aparentemente, dan categoría a su discurso. Este
culteranismo, que fue un rebuscamiento en el hablar y el
describir durante el siglo XVII, sigue siendo una enfermedad de
algunos. En el fondo, las solemnes grandilocuencias y las
pedanterías no son más que pura vanidad de pavo real (Ander-
Egg y Aguilar Iñádez, 2002, p. 95).

d) Procurar utilizar expresiones y palabras que emplea la gente


Hay que emplear palabras que resulten familiares al grupo con
el que se trabaja, o que son utilizadas con frecuencia. También
ayuda a la buena y mejor comunicación el uso de refranes y
dichos populares. 

Cuando un trabajador o promotor social va a realizar actividades


con sectores con los que no ha trabajado habitualmente, es
conveniente que haga una recopilación de palabras, giros,
expresiones, refranes y dichos que utilizan más frecuentemente
(Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002, p. 96). 

e) Utilizar adjetivos y adverbios lo menos posible


No se trata de no utilizarlos, sino de emplearlos solo en casos
verdaderamente necesarios. Si algo es útil o bueno, en vez de
decir: “sin lugar a dudas es el mejor de los procedimientos…”, es
más conveniente señalar las razones por las cuales el
procedimiento es bueno (Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002, p.
96).

f) Preferir las palabras que tienen sentido concreto


Cada palabra es símbolo de un concepto y representa “algo” de
una realidad. Y en cuanto representa algo tiene el matiz de la
persona que la interpreta. De ahí que la lectura de cada palabra
despierte en el lector la imagen que corresponde a su
experiencia. 

Ahora bien, existen palabras que tienen significados concretos;


otras, en cambio, son palabras abstractas. Esta es una cuestión
muy elemental de gramática. Si hablo de río, lluvia, naranja,
automóvil… estas palabras me evocan algo muy concreto. Pero
si hablo de dignidad humana, autodeterminación
institucionalización, actitud, grandeza, estructura, coyuntura,
instancia… estoy utilizando términos que designan cualidades o
fenómenos separados o abstraídos de los objetos a los que se
refieren y que pueden ser utilizados con alcances diferentes. Por
otra parte, una misma palabra puede evocar realidades
diferentes. 

Es preciso evitar el uso de sustantivos abstractos y de adjetivos


derivados. Solo han de usarse en casos imprescindibles; en esas
situaciones, hay que procurar utilizar ejemplos concretos que
ayuden a aclarar el concepto (Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002,
p. 97). 

g) Sentido de lo práctico
Además de breve, simple y claro, el lenguaje utilizado para
comunicar mensajes, enseñar, promover, etc., debe tener
sentido de lo práctico. 

Para que el lenguaje sea práctico, es preferible: 

el verbo transitivo al intransitivo;

la frase directa a la circunlocución;

lo corto a lo largo;

transformar los sustantivos abstractos en verbos.

Los párrafos cortos, con frases breves y concretas, dividen el


tema, promueven la concentración de los pensamientos y
permiten que se entienda punto por punto lo que se quiere decir
(Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002, pp. 97-98). 

Reflexión personal
La reflexión personal se ha de entender en un doble sentido:
personal en cuanto a quien emite el mensaje y personal en
cuanto a los receptores. No es conveniente hablar de modo
impersonal o dirigirse a un público despersonalizado. Cuando
nadie se siente aludido, la comunicación resulta fría y las frases
pueden parecer vacías o secas. “La lengua no sirve solamente
para transmitir ideas, sino también para que el hombre se
exprese a sí mismo”. 
Hay que hablar como si nos estuviéramos dirigiendo a una
persona amiga o conocida, y no a una masa amorfa. Por ello, es
aconsejable usar pronombres y referencias personales:
“ustedes los…”, “su vivienda”, “nuestros problemas”.

Cuando en un discurso existen reflexiones personales, los que


asisten a la conferencia sienten que es una persona la que habla
para otras personas, y esto permite una comunicación más
profunda y eficaz (Ander-Egg y Aguilar Iñádez, 2002, p. 98).

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 4

Ontología de lenguaje

Clásicamente, al lenguaje se le atribuyó un papel secundario, pasivo. Servía


para describir la realidad del medio externo —físico — y la realidad interna —
sentimientos —. Primero, estaba la realidad y luego la palabra. Sin embargo,
esta forma de concebir el lenguaje cambió, dando lugar a lo que conocemos
como ontología de lenguaje. 

Una de sus premisas fundamentales es "los seres humanos son seres


lingüísticos" y otra, igualmente básica, es “el lenguaje crea realidad".

Si les digo a ustedes "tráiganme el bisturí de Orban que está sobre el


escritorio", salvo que alguno sea odontólogo, ninguno podrá hacerlo, aunque
el instrumento esté a la vista de todos. Pero si se los muestro y les digo: "esto
es un bisturí de Orban", este comienza a existir para ustedes. El lenguaje es,
por lo tanto, generativo.  

Un ejemplo más del poder generativo del lenguaje se observa cuando un


juez, a través de su sentencia, dice "culpable" o "inocente". Sus palabras
cambian drásticamente la vida de la persona juzgada. La culpabilidad o
inocencia no existen en el mundo real, solo en el de la palabra. 
Bustamante (2006) afirma que, a través de ese poder generativo, la palabra y
el lenguaje adquieren un papel fundamental en nuestras vidas. El autor
explica que por medio del lenguaje podremos diseñar el tipo de persona que
queremos ser o el tipo de ser en el que queremos convertirnos. Este poder
del lenguaje se desarrolla principalmente por medio de lo que se denominan
actos lingüísticos básicos. 

Los actos lingüísticos se realizan en todos los idiomas y, por lo tanto, son
inherentes al lenguaje humano. Estos actos son: 

Afirmaciones. 

Declaraciones. 

Juicios.

Promesas.

Bustamante (2006) se dedicó, principalmente, a explicar dos de estos actos:


afirmaciones y juicios. Sin embargo, también reconoce el valor del resto de
los actos.   Al respecto expone lo siguiente: 

Fue para mí muy importante diferenciar entre ambos actos


lingüísticos, ya que su cabal comprensión e introducción de ellos
en la escucha permitirá reducir la fuente de malos entendidos.  

Yo puedo decir:
“Juan es alto”

“Juan es un buen orador”.

Las dos oraciones se refieren a Juan y parecen ser cualidades


de Juan. 

Sin embargo, la primera es una afirmación y la segunda un


juicio. 

En la afirmación describimos lo que vemos y está sustentada en


el consenso social de lo que consideramos alto (por ejemplo,
entre los zulúes [Juan] no sería alto). Según se esté de acuerdo
o no con este consenso, las afirmaciones pueden ser
verdaderas o falsas. Para ser considerada verdadera debemos
poder proporcionar evidencias de su veracidad. Por ejemplo, una
tabla de las medidas promedio de las personas de nuestra
sociedad y de la medida de la altura de Juan. Así, diremos que
esa afirmación es verdadera. Con las afirmaciones no hay
posibilidad de malos entendidos.

Pero observemos ahora la otra frase: “Juan es un buen orador”.


Alguien podría no estar de acuerdo con lo que he dicho y decir "a
mí no me gusta" o "no es un buen orador". Todas ellas son
opiniones, no son ni verdad ni mentira, a lo sumo podrán ser
fundamentadas o no fundamentadas. 
Si me preguntan por qué creo que Juan es buen orador, yo
podría decir “porque lo escuché varias veces y además siempre
los comentarios fueron positivos”. He fundamentado mi juicio.
En cambio, si contestara "lo escuche una vez y me gustó", el
juicio no estaría fundamentado. 

El gran problema con los juicios estriba en el hecho de que


muchas veces son considerados afirmaciones (verdaderos o
falsos). Esta visión equivocada de los juicios es fuente de
innumerables malentendidos, enojos, peleas y discusiones entre
los hombres. 

Yo me acostumbré, a partir de reconocer estas distinciones en el


lenguaje, cuando alguien me dice "algo de alguien" a preguntar,
"por favor dime cuáles son las razones o argumentos para lo que
estás diciendo". De esta forma, evito aceptar el juicio de esa
persona como una afirmación (incurrir en errores de apreciación
de esa otra persona).

Por ejemplo, alguien dice: "Juan es un impuntual", si lo


aceptamos como una afirmación podríamos no nombrar a Juan
para un puesto en la empresa donde la puntualidad y el
cumplimiento son esenciales (hicimos extensivo el juicio
también al cumplimiento y le cerramos a Juan la oportunidad de
progresar). Pero si hubiese pedido que ese juicio se
fundamentara y la respuesta fuera "ayer teníamos que ir al cine
y llegó tarde". Y volviera a preguntar "¿siempre llega tarde a las
citas contigo?", y la respuesta fuera "no". Todo sería distinto para
Juan.  

Heidegger dice: "Los seres humanos viven enjuiciando". Los


juicios se afirman en el pasado y se extienden hasta el futuro.
Por ello se debe ser muy cauto al emitirlos. Los juicios hablan de
quien los emite. 

Los seres humanos viven enjuiciando. A mi juicio y es solo eso,


"mi juicio", el reconocimiento de las diferencias entre una
afirmación y un juicio podría ser el punto de partida para un
mejor entendimiento con nuestra pareja, con nuestros hijos, con
nuestros compañeros y con todos aquellos que comparten
nuestra vida (Bustamante, 2006). 

En esta lectura, realizamos un rápido recorrido del mundo del lenguaje, ese
mundo maravilloso, mágico, que transitamos sin enterarnos, sin darnos
cuenta.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 4

Video conceptual

C O NT I NU A R
LECCIÓN 4 de 4

Referencias

Ander-Egg, E., Aguilar Idáñez, M.J. (2002). Cómo aprender a hablar en


público. Buenos Aires, Argentina: Grupo Editorial Lumen

Di Bartolo, I.; Bustamante, A.; Henry, E.L. (2006). Para aprender a hablar en
público. Buenos Aires, Argentina: Ed. El Corregidor.

C O NT I NU A R
Consciencia del contexto

Introducción

Contexto ambiental

Referencias

Revisión del módulo


LECCIÓN 1 de 4

Introducción

Cuando se habla de contexto, se hace referencia a las circunstancias que


rodean y enmarcan la presentación, ya que esta ocurre en una determinada
atmósfera. Se pueden diferenciar dos tipos de contextos: el ambiental y el
personal. A la vez, se puede pensar en dos instancias diferentes de contexto,
en primer lugar, el contexto que se anticipa durante la etapa de preparación,
es decir, las circunstancias que reconoces de antemano; en segundo lugar, el
contexto que nosotros vamos a generar o modificar voluntariamente durante
la presentación. Esto es, el clima que vamos a crear.

Figura 1: Contexto
Fuente: [Imagen sin título sobre contexto], s.f., https://bit.ly/3tAYkid

Muchas veces tienes que enfrentarte al público y el contexto no es el mejor.


La luz de la sala no es la adecuada por lo tanto no se pueden visualizar
correctamente las diapositivas; se escuchan muchos ruidos ambientes por lo
que tienes que esforzar mucho la voz para que se escuche, si usas micrófono
y la acústica del lugar no es la mejor tampoco se escucha bien. Los recursos
tecnológicos no funcionan adecuadamente: wifi, notebook o pc, parlantes,
etc. Esto implica que toda la presentación, vídeos, música, etc. que
preparaste no pueda ser proyectada. Son varias las situaciones que pueden
llegar a perjudicar tu presentación frente al público.
Un ejemplo de una situación real, que quizás es frecuente en muchas
iglesias, es por ejemplo: una misa a la que concurrían niños de catequesis,
estos se ubicaban en las primeras filas junto al público en general, cuando el
sacerdote daba su homilía, lo hacía desde de la tercera y cuarta fila, lo que
implicaba darle la espalda a los niños. A pesar de usar un micrófono, era
sumamente complicado de entender lo que él decía, ya que, los parlantes y la
acústica del lugar no eran buenos. 

¿Crees que los niños podrían prestar atención a lo que el sacerdote les quería
comunicar? 

Teniendo parlantes de muy mala acústica, ¿llegará correctamente ese


mensaje?

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 4

Contexto ambiental

El contexto ambiental tiene que ver con todo lo que es posible definir como
externo al orador. Uno de los aspectos más determinantes de este tipo de
contexto es el público frente al cual vas a hablar. Todo público tiene
características singulares. Es muy diferente hablarle a un grupo de
ingenieros petroquímicos que a un equipo de deportistas. No vas a conseguir
emocionar o que se involucren de igual manera a unos y a otros; en cada
caso vas a tener que adaptar tu presentación para alcanzar esa conexión
que crea una experiencia compartida. Existen muchas variables que
distinguen a un público de otro: la edad, el perfil profesional, la formación
académica, el bagaje cultural, la experiencia de vida e incluso las
expectativas que puedan tener en torno a la charla, lo que pretenden obtener
de nuestra presentación. 

Para entender más claramente las características del público y sus posibles
intereses, solemos utilizar la imagen de la pirámide del psicólogo Abraham
Maslow, con la que expresa su teoría acerca de la jerarquía de las
necesidades básicas y ofrece una idea sobre el desarrollo de las personas a
medida que se avanza en el proceso de su crecimiento personal.
Según Maslow (1991), al tener satisfechas las necesidades más básicas (las
que se ubican en la parte inferior de la pirámide), las personas pueden
desarrollar, a partir de allí, necesidades más elevadas (las que se van
ubicando en las partes superiores de la pirámide). En este esquema nos sirve
para comprender qué tipo de disparadores pueden resultar efectivos con
determinado público.

Figura 2: Pirámide de Maslow

Fuente: [imagen sin título sobre pirámide de Maslow], 2007, https://bit.ly/365sC2R

Necesidades fisiológicas

Se refiere a las necesidades básicas como: alimento, vivienda y aspectos
elementales de la vida. Hablar a un público ubicado en la base de la pirámide
requiere que las ideas que se presenten cubran esos aspectos básicos. De otra
forma, es poco probable que la propuesta resulte atractiva, entonces se pierde el
interés. La oratoria debería ser clara y directa, ya que su horizonte es inmediato,
aquí y ahora. Las ideas deben ser concretas; las oraciones, breves; las palabras
simples y lenguaje llano. No existe la oportunidad de imaginar más allá de lo
inmediato. Las imágenes deben responder a los cinco sentidos. Aquello que se
exprese debe poder verse, olerse o tocarse. No hay espacio para abstracciones,
tampoco es necesaria una visión de futuro a mediano o largo plazo, por lo cual
los beneficios de aquellos que se presenten deben resolver inquietudes
inmediatas.

Necesidades de seguridad

Remite, entre muchas cuestiones, a la seguridad física, económica, laboral,
familiar y de salud. Estas necesidades buscan la estabilidad y la protección,
ausencia de miedo y caos; también la necesidad de una estructura de orden y
límites. En este estadio aquello que resulte conocido o familiar prevalecerá ante
lo desconocido.
Una presentación oral para un público que se encuentre en esta instancia ayudará
a que los argumentos planteados resulten sólidos, probados y con suficientes
fundamentos. Las ideas pueden estar acompañadas por sus correspondientes
definiciones y la eventual mención de las fuentes, autores o ámbitos queden
fehaciente prueba de la validez de lo presentado. Probablemente se trate de un
público con orientación más bien conservadora. Pretende mantener lo que está
bien y sobre esa base superar los obstáculos pero sin arrebatos innecesarios. La
osadía no es precisamente algo considerado una virtud para este público y los
procesos de toma de decisiones tal vez resulten lentos. Su creatividad estará al
servicio de los emergentes (lo que ocurre aquí y ahora) y no al servicio de
visiones más allá de lo disponible al alcance de la mano. Esto es, creatividad
práctica aplicada a temas que contribuyan a la seguridad buscada. Por ello,
resulta útil tener muy en cuenta los recursos a utilizar al momento de presentar
conceptos ante este público. Al mismo tiempo, la postura y el estilo del orador
deberán transmitir precisamente eso: seguridad. Puede ser alegre, distendido o
formal, pero debe estar seguro al cien por ciento de lo que dice, ya que, de lo
contrario, rápidamente podría perder credibilidad

Necesidades sociales (afiliación)



Maslow (1991) considera que cuando las necesidades básicas y de seguridad
están cubiertas surgirán necesidades de amor, afecto y sentido de pertenencia.
Esto es, ser parte de un ámbito social, cultural, económico, político, emocional,
etc.
Una presentación oral ante un grupo de estas características puede requerir
atención al modo en que las ideas presentadas pueden contribuir a las relaciones
interpersonales, el estatus o la visibilidad de un determinado grupo. Por ejemplo,
una presentación sobre un tema técnico puede brindar datos aparentemente
fríos, pero el uso que los participantes hagan de esa información puede estar
relacionado con el modo en que ella beneficiaria su identidad ante otros o tal vez
los habilitaría para incursionar en otros grupos o por el beneficio que el empleo
de esa información puede traer a todo un equipo, etc.

Necesidad de estima (reconocimiento)



Remite a la búsqueda de respeto, sensación de logro, prestigio, etc. Todas las
personas en mayor o menor grado buscan que otros reconozcan el fruto de su
trabajo. Incluso resulta una gratificante experiencia cuando el reconocimiento de
otros permite sentirse útil, valioso o amado. Uno de los riesgos latentes en esta
situación es caer en un círculo de vanidad o inseguridad. Esto es, ambicionar el
reconocimiento por el reconocimiento mismo, tomando como única opinión
válida la que los demás puedan tener de vos. El problema es aún mayor cuando
no tomas como válidas tus propias opiniones sobre vos mismo y solo atiendes a
las externas. Entonces, lo mejor en este sentido se da cuando existe coherencia
entre los juicios de los otros y los propios. Así, la estima estará protegida de la
exaltación del ego. 
En este escalón de la pirámide, una presentación oral dirigida a un público de
estas características tal vez puede requerir una argumentación en la cual se
manifieste algún tipo de reconocimiento a los participantes. Es importante que
ese reconocimiento sea genuino, de lo contrario podría parecer un ejercicio de
obsecuencia. Al mismo tiempo, las ideas presentadas pueden también orientarse
a ofrecer beneficios en términos de reconocimiento, como un amigo que
aconseja otro sobre cómo verse atractivo para seducir a una mujer con la cual
tendrá una cita. Entonces esa presentación debería expresar los beneficios que
brindarán al visitante lo que se está presentando.

Autorrealización

Intenta superar las propias barreras mediante el trabajo contigo mismo. Busca la
satisfacción personal, la gratificación por los propios logros. Este es un terreno
muy interesante para las presentaciones, puesto que las personas que se hallan
en este estadio pretenden trabajar consigo mismos y vencer su inercia,
superarse, conocerse. Una presentación oral ante un grupo de estas
características podría enfocarse en los beneficios de las ideas presentadas en
función del valor que reportarán para su mejora personal, su bienestar o su
satisfacción. Los ejemplos, referencias o anécdotas de quienes vencieron
barreras o lograron cosas imposibles suelen funcionar como recursos útiles
para presentaciones en este nivel. Hoy en día, las presentaciones que invitan o
provocan desafíos de autosuperación resultan atractivas a muchas poblaciones y
suelen ser muy bien recibidas, en especial porque, de una forma u otra, todos
aspiran a obtener más de sí mismos. Sin embargo, no hay que descuidar el hecho
de que no todos podrían encontrarse en este estadio, por lo que si se les propone
una idea de superación personal a un auditorio que necesita seguridad inmediata,
es poco probable que realmente se movilice, o que esa inspiración se sostenga
en el tiempo, puesto que sus prioridades van en otra dirección. Nuevamente, el
reto creativo será conectar conceptos y articularlos en esta dirección.

Ahora bien, muchos auditorios contienen tipos de públicos que pueden


pertenecer a todas las etapas o a varias de ellas. No siempre se dispone con
anterioridad de esa información para ser tenida en cuenta en el diseño de la
presentación. Por eso, tal vez una presentación completa e integral podría
ser la que de alguna forma pudiera servir a todos los estadios. De esta
manera, podrán emplearse recursos como anécdotas, actividades o
reflexiones que, en algún momento, lleguen a cada uno. Luego, con la
práctica se va desarrollando la habilidad para detectar cada vez más rápido
estos aspectos en diferentes audiencias y así, poder adecuar mejor el
discurso a la gente a quien se le habla. 

Si bien esta es una teoría más compleja y tiene numerosas implicancias, se


la propone aquí de manera sintética y adaptada al desafío de la oratoria y se
presenta a modo de referencia para dar un marco simple que brinde la
posibilidad de adecuar una presentación a diferentes públicos.

Es muy importante tomar conciencia de estas cuestiones, ya que permiten


fortalecer tu trabajo y conectarte luego de forma más directa con la
audiencia. Ser conscientes de las características del público favorece dar el
mensaje de forma adecuada para que llegue a destino y sea captado en toda
su dimensión. Las diferentes características de la audiencia te condicionan
en cuanto a los recursos y las herramientas que vas a emplear. 

Muchas veces cuando se plantea la charla, ya puedes conocer algunas de


dichas características pero otras no. En cualquiera de los casos, resulta
importante hacer una investigación al respecto. Algunas de las preguntas
centrales que puedes hacer al analizar este aspecto del contexto ambiental
son: ¿por qué estas personas van a participar de la presentación?, ¿cuáles
pueden ser sus expectativas?, ¿cuánto saben sobre el tema que
presentaremos?, ¿qué inquietudes pueden tener sobre este tema?, ¿qué
antecedentes hay sobre esta presentación?, ¿cómo es su cultura?, etcétera. 

Como se mencionó anteriormente, conocer lo máximo posible acerca de la


audiencia es uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta para el
diseño de la presentación porque nos permite comprender la manera en que
podemos acceder mejor a ese público.

Otro de los puntos que definen al contexto ambiental es el espacio físico


concreto, las condiciones técnicas y las dimensiones del lugar donde se
realizará la presentación. No es lo mismo un auditorio que tiene butacas
fijadas al piso, un escenario o una sala de reuniones con mesa, sillas y lleno
de ventanas. Tampoco es igual el aula magna de una universidad a la sala de
reuniones de una empresa. Cada espacio tiene sus características propias
que inciden de una u otra forma en la experiencia de la presentación. De igual
manera, esto también impacta en la predisposición de la audiencia. Si la
charla se da en un hotel céntrico, ubicado en medio del caos urbano, el
público va a tener una predisposición muy diferente de la que tendría si se
diera en un campo, en el marco de una jornada laboral al aire libre. 

Algunos lugares tienen muy buena acústica, en otros prácticamente tendrás


que gritar para que te escuchen. Existen sitios donde se pueden mover las
sillas para llevar a cabo una actividad, mientras que en otros no hay casi
espacio para desplazarse. Ciertos lugares cuentan con una excelente
iluminación natural, mientras que otros están equipados con luces como si
fuera un teatro. En ocasiones, al tomar conciencia de las características del
lugar en el que vamos a trabajar, puedes previamente realizar algunas
modificaciones. Por ejemplo, disponer las sillas de una forma que
consideremos más convenientes para nuestra presentación, orientándolas
hacia un pizarrón o en semicírculo. También puedes analizar la iluminación
del lugar y si es necesario, cambiar la dirección de algún foco o hasta
proponer la utilización de luces cálidas o frías según el tipo de clima que
busques generar. Incluso cuando no sea factible modificar estas
características es muy importante ser consciente de ellas para poder
aprovecharlas a favor de los objetivos de nuestra presentación. Es necesario
tener en cuenta todos estos escenarios posibles porque muchas veces se
comete el error de pensar que es algo poco importante o se supone que todo
va a estar tal cual como lo imaginamos y no siempre es así. Por ejemplo,
puedes asumir que contarás con un estrado desde donde hablar y luego
encontrarte incómodo al enfrentarte con algo muy diferente de lo previsto. O
incluso tal vez has preparado algunas actividades que, dadas las condiciones
de la sala, resultan imposibles de realizar.
También es importante analizar la relación entre las dimensiones del espacio
y la cantidad de gente que va a participar de la charla. ¿Hay suficiente
espacio y sillas para todos o algunos no van a tener donde sentarse?   ¿El
lugar desde donde voy a hablar está próximo o alejado del público? Un grupo
de gente reducido en un espacio muy amplio puede requerir que tengamos
que alzar la voz para hacernos oír. Por otra parte, un espacio reducido para
mucha gente puede dar por resultado un ambiente incómodo.

Otro factor de gran relevancia, es el momento del día durante el cual vamos a
realizar la presentación. El público está predispuesto de manera
completamente diferente si la charla es por la mañana que si es por la tarde
o por la noche.

Nuevamente se debe prestar atención a las características de la gente en


función de un determinado contexto. Si tu charla es la primera del día y
representa para ellos su primera actividad de la jornada, vas a encontrar un
público con más energía. O al menos despejado. Si, en cambio, tu charla
forma parte de un bloque de presentaciones y te toca hablar en último lugar,
puedes esperar que haya en la audiencia cierto cansancio o que las personas
estén más dispersas. En este caso, la presentación debe ser aún más
dinámica, interactiva y con múltiples recursos. La energía del orador es clave.
Todos estos factores cumplen una función estratégica al pensar y diseñar la
mecánica y la dinámica de la presentación, así como los recursos, el tiempo y
las actividades que se utilizarán.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 4

Referencias

[Imagen sin título sobre contexto]. (s.f.). https://amoleer.com/como-


aprender-leer-y-hablar/como-leer-bien-en-publico-y-sin-equivocarse-2/

[Imagen sin título sobre pirámide de Maslow], (2007). Recuperado de


https://es.wikipedia.org/wiki/Pir%C3%A1mide_de_Maslow#/media/Archivo:P
ir%C3%A1mide_de_Maslow.svg

Maslow, A. (1991) Motivación y personalidad. Madrid, España: Díaz de


Santos.

C O NT I NU A R
LECCIÓN 4 de 4

Revisión del módulo

Hasta acá aprendimos

El público o auditorio

Cuando nos disponemos a hablar en público no basta con conocer el tema y
saber presentarlo adecuadamente. Hay que conocer, también, al público o
auditorio al que dirigiremos la palabra y sintonizar con él. En la primera
lectura, analizamos qué se tiene que conocer sobre este público.

Adecuación del auditorio



El orador debe ajustar su mensaje adaptándolo a las particularidades del
auditorio y al ambiente u ocasión en que va a pronunciar la conferencia.
  Cuanto más sepa de su público, mejor podrá adaptarse el discurso a sus
necesidades.

El lenguaje

Cuando se habla en público, el discurso debe ser entendido. En este sentido,
es necesario emplear un lenguaje apropiado, en función del público. Deben
utilizarse términos y expresiones para facilitarle a la audiencia su
comprensión.

Consciencia del contexto



Cuando hablamos de contexto, nos referimos a las circunstancias que
rodean y enmarcan la presentación, tanto el contexto ambiental como
personal. El contexto ambiental tiene que ver con todo lo que podemos definir
como externo a nosotros.

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