Que por amor se hizo humano en su hijo Jesús Regalándonos en él, el modelo de la verdadera vida: un ser humano capaz de vivir el ágape, y tiene predilección por los que el resto del mundo rechaza. Es el Dios de nuestra vida, que padeció, como todas las personas, y fue condenado a morir en una cruz porque ni las autoridades religiosas ni civiles comprendieron que el reino de Dios está en nuestras manos. Sin embargo fue fiel hasta el final, resucitó, vive en el corazón de los creyentes y nos regala el paráclito para recordarlo y guiarnos a la verdad.
Creo en la Iglesia, comunidad de fe en la que me
congrego, que es humana, frágil y pecadora, pero que también está llamada a ser signo de comunión y del reinado de Dios, es decir, de una humanidad más hermana.
Creo en la gracias de Dios que actuó y actúa en
la vida de muchas personas, -algunas recordadas y otras perdidas en el tiempo (los santos), y que revela en sus testimonios la voz del Padre.
Creo en el perdón infinito de Dios y el cambio
de vida , en la felicidad propia y en la del otro. En fin, creo en un solo Dios, que por amar lo pequeño es grande y me invita día a día a serlo como él, pero a la manera de Jesús. Amén.