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RECOMENDACIONES DE LA OI

No siempre las recomendaciones de los organismos internacionales se


encuentran debidamente fundadas y motivadas, pues pueden llegar a sustentarse
en una argumentación oscura, vaga, imprecisa e inconexa

La injerencia o intromisión de los organismos internacionales puede llegar a ser


violatoria del principio de libre determinación y soberanía de los Estados parte, ya
que ningún precepto normativo de los tratados internacionales suscritos y
ratificados, les faculta para intervenir en los asuntos que son esencialmente de la
jurisdicción interna de los Estados. Por estas razones las recomendaciones de las
OI son de carácter propositivo y no impositivo.

CASO PETRO URREGO VS. COLOMBIA

El caso se relaciona con alegadas violaciones de derechos humanos cometidas en


el marco del proceso disciplinario que culminó con la destitución del señor
Gustavo Francisco Petro Urrego como Alcalde de Bogotá, Colombia. Se alega que
el 9 de diciembre de 2013 el Procurador General de la Nación impuso las
sanciones de destitución e inhabilitación general por el término de quince años al
señor Petro. Se argumenta que dichas sanciones habrían violado sus derechos
políticos pues, conforme a la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
ambas sanciones debieron imponerse por una autoridad judicial penal mediante
condena en firme. En este sentido, se alega que la imposición de sanciones de
este tipo por vía administrativa podría afectar el juego democrático, toda vez que,
en principio, es al electorado al que le corresponde determinar la idoneidad de los
candidatos mediante el ejercicio del sufragio pasivo.

Además, se arguye que en el marco del proceso se habría afectado la garantía de


imparcialidad en relación con el principio de presunción de inocencia, porque la
misma autoridad que formuló los cargos fue la que decidió la responsabilidad
disciplinaria. Asimismo, se alega que se habría violado el derecho a recurrir el
fallo, pues el recurso de reposición que interpuso el señor Petro, habría sido
resuelto por la misma autoridad que dictó la sanción. A su vez, que se habría
violado la garantía del plazo razonable y la protección judicial porque
aparentemente, luego de que el recurso de reposición le fuera denegado el 31 de
marzo de 2014, el señor Petro presentó una demanda de nulidad y
restablecimiento que no habría sido resuelta a la fecha de aprobación del informe
de fondo de la Comisión, es decir, transcurridos 3 años y 6 meses.
Por último, se aduce que se habría violado el derecho a la igualdad ante la ley y la
protección judicial, tomando en cuenta que en el proceso disciplinario el señor
Petro argumentó que las acciones iniciadas en su contra habrían tenido una
motivación discriminatoria, materializada con la sanción de 9 de diciembre de
2013, a pesar de lo cual se le rechazó cierta prueba ofrecida el 31 de diciembre
siguiente, al interponer el recurso de reposición para demostrar esa alegada
finalidad encubierta, bajo el argumento de que había precluido el momento
procesal para interponer prueba.

Lo que han llamado o se puede llamar- el "Caso Petro" es, en evidencia, el


resultado práctico de la falta de adecuación del sistema normativo colombiano al
sistema normativo interamericano.

La Constitución Política de 1991, así como nuestro ordenamiento jurídico, en


algunos de sus apartados no se ajusta a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos

La cuestión a analizar es si la facultad del procurador general de la nación de


destituir e inhabilitar a un funcionario público elegido popularmente a través del
voto, es o no contraria a la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Para la Procuraduría General de la Nación es una función constitucional y


convencional, que ha ejecutado en numerosas ocasiones, y además ha defendido
y argumentado en el procedimiento administrativo adelantado ante su despacho,
así como en las diferentes acciones de tutela y acciones de nulidad y
restablecimiento del derecho.

Sin embargo, es importante recordar que los derechos humanos reconocidos en


las normas internacionales se deben respetar y garantizar a los seres humanos
que estén sujetos a la jurisdicción del Estado; y que está prohibido, en principio,
tanto por la Convención de Viena como por la Convención Americana el no
cumplimiento de una obligación internacional justificándola en la aplicabilidad de
una ley interna.

"Con la demanda, Petro logra que retrocedamos significativamente en la lucha


contra la corrupción", añadió Gómez.

La Corte consideró que Colombia violó el artículo 23 de la Convención Americana


de Derechos Humanos, que establece que ningún elegido por voto popular puede
ser removido de su cargo sino por decisión de un órgano judicial.

El país es signatario y ratificó su adhesión a esa convención, y lo que había


ocurrido hasta ahora era que el Sistema Interamericano entendía que cada país,
garantizando el debido proceso y el derecho a la defensa, podía controlar y
sancionar a sus elegidos tanto en los campos penal como disciplinario y fiscal.

Ahora, acogiendo la demanda de Petro, la Corte ordenó a Colombia "adecuar su


ordenamiento interno de acuerdo a lo señalado en la sentencia, de forma tal que
los funcionarios de elección popular no puedan ser destituidos ni inhabilitados por
decisiones de autoridades administrativas".

Altas fuentes de la Procuraduría reconocieron la gravedad de la decisión, pero


señalaron que el tiempo dado por la Corte IDH -el "plazo razonable"- para
modificar el ordenamiento colombiano implicaría un reconocimiento de que las
decisiones tomadas hasta ahora son consideradas válidas por el Sistema
Interamericano.

Tan solo el año pasado la Procuraduría sancionó a 384 elegidos por voto popular.

La entidad está analizando los alcances del fallo y posibles escenarios jurídicos,
entre los que se incluye que muchas de las faltas disciplinarias que hoy no son
delito pero que afectan la función pública, se tipifiquen como tales. Esto, en todo
caso, implicaría un enorme ajuste institucional que haría mucho más compleja la
lucha contra la corrupción, consideran esas fuentes. Además señalaron que los
funcionarios de elección popular que han actuado indebidamente, defraudando al
Estado y cometiendo otras irregularidades, tienen que seguir siendo sancionados.
Y que no puede haber impunidad en la lucha contra la corrupción.

Las fuentes añadieron que el país debe hacer reformas para mejorar y no para
claudicar en la lucha contra la corrupción.

COLOMBIA VS NICARAGUA

El conflicto marítimo entre Colombia y Nicaragua se remonta a 1928, cuando


ambos países firmaron el Tratado Esguerra-Bárcenas, que establecía que la Costa
de Mosquitos y las islas de los alrededores pertenecerían al Gobierno de
Managua, mientras que el Archipiélago de San Andrés y Providencia serían de
propiedad colombiana.

Sin embargo, el límite que había tomado como referencia el meridiano 82 se


convirtió en motivo de controversia en 1980. La Junta Sandinista que gobernaba
en Nicaragua declaró nulo el acuerdo y exigió la soberanía sobre San Andrés y
Providencia, alegando que 50 años antes no estaba reconocido el derecho al mar
y que la adhesión al tratado fue bajo la intervención de los Estados Unidos en el
país.
Finalmente, en diciembre de 2001, Nicaragua presentó formalmente ante la Corte
Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, una demanda contra
Colombia por los territorios, que incluía también a Santa Catalina. Desde
Colombia, el Gobierno de Álvaro Uribe consideró que la declaración de nulidad del
pacto fue unilateral y, por lo tanto, violatoria de la legislación internacional. Sobre
este argumento presentó su apelación ante la Corte.

En 2007, se realizaron las primeras audiencias en La Haya, aunque Uribe se negó


a reconocer la competencia de la CIJ para tratar el asunto. El 20 de julio, con un
desfile militar celebrado por el presidente colombiano en San Andrés, con motivo
del Día de la Independencia, elevó la tensión a su punto máximo. El mandatario
nicaragüense Daniel Ortega lo consideró una "provocación". Al año siguiente,
ambos países romperían relaciones.

La Corte remarcó que la soberanía de las islas era colombiana, pero se declaró
competente para mediar de todas formas en el conflicto. Durante 2008 y 2009,
ambos países presentaron sus memorias y sus contra memorias sobre el litigio
marítimo ante la Corte de La Haya.

La firma del Tratado Esguerra-Bárcenas fue un avance significativo en la


consolidación de los derechos de Colombia sobre el archipiélago de San Andrés y
Providencia, sin embargo el no haber dejado expresa mención sobre la frontera
marítima entre ambos países generaría consecuencias poco deseadas por
Colombia, quien consideró que la aclaración hecha en las notas de canje del
tratado en 1930 había especificado que era el meridiano 82 la frontera marítima
que separaba los dominios de ambos países, aunque vale la pena decir que dicha
confianza se sustentaba en la costumbre internacional y en la ausencia de un
derecho internacional sistematizado para la época en la que se negoció el tratado
en cuestión.

Respecto a la decisión que tomó la Corte Internacional de Justicia en su diferendo


del 19 de noviembre de 2012 hay que anotar algunos puntos. El primer elemento
consiste en la composición de los equipos de litigio. La cualificación de los
abogados y consejeros nicaragüenses fue mucho más alta que la del equipo
colombiano.

Una vez oídos los alegatos de las partes los jueces de la Corte Internacional de
Justicia tomaron su decisión usando como puntos de análisis tres elementos
fundamentales, el primero de ellos se trató del argumento nicaragüense de la
invalidez del Tratado Esguerra-Bárcenas de 1928 tema que no fue objeto de una
profunda discusión en el diferendo
La Corte decidió a favor de Colombia al reconocer que el dominio ejercido sobre el
archipiélago de San Andrés y Providencia era legítimo, e incluso, el hecho de no
reconocer a Nicaragua la pretensión de una plataforma continental extendida
superior a las 200 millas de mar territorial podría ser tomado como una victoria,
pero pronto estas victorias parciales se tuvieron que contrastar con la definición de
la frontera marítima que hizo la Corte Internacional de Justicia.

Un segundo elemento que tuvo en cuenta la Corte fue el equitativo acceso a los
recursos naturales, y aplicando un test de proporcionalidad territorial llegó a la
conclusión de que existía una desproporcionada repartición de las áreas marítimas
y por tal razón entró a fijar una nueva área de territorio marítimo para Nicaragua
superior a 75.000 km2 ,

“La cuestión territorial con Colombia solo puede solucionarse de tres maneras:
Primera: Por arreglo directo entre ambos países, como lo hace el tratado que
conocemos, segunda: Por el arbitraje; y Tercera: Por la guerra”. Solo se sabrá en
qué terminarán cerca de doscientos años de conflicto por el territorio y las
fronteras, en la medida en la que los hechos sigan transcurriendo y continúe
desenvolviéndose esta confrontación.

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