Está en la página 1de 16

Tema47.

La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de


entreguerras. La crisis de 1929.

INTRODUCCIÓN

En este tema estudiaremos la evolución de las principales potencias mundiales en el periodo comprendido
entre 1914 y 1939. La tensión política internacional que tuvo lugar en el periodo conocido como Paz
Armada condujo al estallido de la Gran Guerra –nombre con el que, al principio, fue conocida–; un
conflicto bélico que surgió en Europa, pero que se extendió por la mayor parte del mundo (a excepción
de América del Sur); motivo por el cual fue denominada, posteriormente, Primera Guerra Mundial. La
novedad de esta guerra residió en que fue la primera en que se utilizaron elementos modernos de elevado
potencial destructor, como el uso de la aviación militar, tanques, armas químicas y ametralladoras. A su
término se formó un nuevo mapa político europeo y se emprendieron una recuperación y desarrollo
económico que duraron una década, conocida como los felices años veinte. La crisis económica de 1929
fue producto de un crecimiento económico descontrolado vinculado a la especulación financiera. Las
consecuencias de la crisis se vivieron a escala económica, social y política; tuvo una repercusión
internacional sin precedentes y afectó a todos los países desarrollados; sobre todo, a los más
industrializados. Cada país intentó salir de la Gran Depresión sin tener en consideración a los demás, lo
que derivó en un aumento de la tensión entre las principales potencias y condujo a la Segunda Guerra
Mundial.

El desarrollo de este tema seguirá el siguiente esquema:

1. La Primera Guerra Mundial


1.1. Debate historiográfico sobre las causas de la Primera Guerra Mundial. Principales factores
1.2. Dimensiones nuevas de la guerra
1.3. Etapas de la Primera Guerra Mundial: dinámica y desarrollo del conflicto
1.4. El final de la Primera Guerra Mundial: los tratados de paz y sus consecuencias
2. Las relaciones internacionales en el periodo de entreguerras
2.1. Los felices años veinte
2.2. Los tristes años treinta
3. La crisis de 1929
3.1. Interpretación histórica sobre las causas
3.2. Desarrollo de la crisis: el contagio a otros sectores de la economía y a otros países
3.3. Las diferentes políticas de recuperación
3.4. Consecuencias mundiales

A nivel curricular, los contenidos de este tema pueden ser trabajados en la asignatura de Geografía e
Historia, en 4º ESO, y en la asignatura de Historia del Mundo Contemporáneo, en 1º de Bachillerato, tal y
como establecen los siguientes currículos1:

- Para ESO, el Decreto 48/2015, de 14 de mayo.


- Para Bachillerato, el Decreto 52/2015, de 21 de mayo.

1
Ejemplo válido para la Comunidad Autónoma de Madrid. Cada opositor deberá personalizar esta introducción curricular,
adaptándola al currículo de la comunidad autónoma por la que se presente. La distribución de los contenidos de primer ciclo
de la ESO (1.º, 2.º y 3.º) varía entre comunidades autónomas.

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 1
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

1. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

1.1. DEBATE HISTORIOGRÁFICO SOBRE LAS CAUSAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.


PRINCIPALES FACTORES

Los debates académicos en torno al origen y las causas de la Primera Guerra Mundial se han polarizado,
en gran medida, entre dos tendencias diferenciadas: quienes sostienen que la guerra fue resultado de la
“vieja diplomacia” y del sistema de alianzas internacionales sustentado en acuerdos secretos; y los que –
especialmente, los historiadores alemanes después de la Segunda Guerra Mundial– apoyan la
interpretación de que la guerra fue una tentativa de los gobiernos implicados, conscientemente o no, para
distraer la atención de los problemas internos a través de una política exterior activa y un llamamiento a
la solidaridad nacional en tiempos de guerra.

En concreto, el grado de culpabilidad de Alemania en el estallido del conflicto ha sido el protagonista de


un acalorado debate que abarca desde el propio Tratado de Versalles (1919) hasta las más recientes
publicaciones. En este sentido, la historiografía revisionista defendía la no culpabilidad de Alemania y
contó, entre sus máximos representantes, con los historiadores Harry Elmer Barnes (1889-1968) y Sidney
Bradshaw Fay (1876-1967). El primero, en su obra, La génesis de la Guerra Mundial (1925), culpaba a
Serbia –por su responsabilidad en el atentado de Sarajevo–, Francia y Rusia –por su agresiva política
contra el imperialismo alemán–. Bradshaw, por su parte, planteó por primera vez, a través de la
publicación Los orígenes de la Guerra Mundial (1928), la teoría de las “responsabilidades colectivas” que,
años más tarde, recogió el británico Alan John Percivale Taylor (1906-1990).

Ambas obras provocaron la reacción de los llamados antirrevisionistas, cuya tesis principal era la
defensa de la culpabilidad alemana. Dentro de este grupo destacaron autores como el historiador de
derecho alemán, Hermann Kantorowicz (1877-1940), el francés, Pierre Renouvin (1893-1974), el
estadounidense, Bernadotte Everly Schmitt (1886-1969), o el italiano, Luigi Albertini (1871-1941). La
división de bloques durante los años de la Guerra Fría reavivó el debate, situando a los historiadores
occidentales del lado de los revisionistas.

La obra del historiador marxista alemán, Fritz Fischer (1908-1999), Hacia el poder Mundial. Los objetivos
de guerra de la Alemania Imperial (1914-1918), publicada en 1961, dio lugar a la conocida controversia
Fischer, al provocar una intensa polémica por el hecho de ser la primera obra de un historiador alemán
que, con un intensivo trabajo de campo y de archivo que lo avalaba, afirmó que Alemania fue la
responsable directa del estallido del conflicto por su deseo de convertirse en una gran potencia mundial
(Lozano, 2013). Tras su publicación, los historiadores quedaron divididos entre aquellos que se oponían a
sus tesis, como Wolfgang Mommsen (1930-2004), Jacques Droz (1909-1998) o, más recientemente,
Holger Herwig (1941), Annika Mombauer (1967) y Niall Ferguson (1964), y aquellos que las defendían;
historiadores y políticos tan reputados como Arno Mayer (1926), Henry Kissinger (1923) o Paul Kennedy
(1974).

La celebración del centenario de la Primera Guerra Mundial, en 2014, reactivó el debate sobre las
causas del conflicto. De las numerosas obras publicadas desde entonces, la del revisionista, Christopher
Clark (1960), Sonámbulos (2014), es quizá la más interesante, desde la perspectiva de la historia cultural;
el autor insiste en el carácter agresivo de la política serbia, la decadencia relativa del Imperio británico, el

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 2
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

expansionismo ruso, la política de Francia respecto al imperialismo ruso y la ineficaz política exterior de
las potencias centrales.

A modo de síntesis, los historiadores españoles Víctor Morales Lezcano e Hipólito de la Torre Gómez
ofrecen una visión multicausal al concluir que la contienda se produjo debido a un giro en las relaciones
internacionales. Para ambos, la política de Bismarck había logrado mantener la paz, a pesar de los
conflictos o roces diplomáticos entre las potencias europeas desde las décadas finales del siglo XIX. Los
sistemas bismarckianos fueron una obra maestra, pero inestable, que habían provocado la creación de
alianzas que llevaron al rearme como forma de negociación; por otro lado, la carrera colonial había
multiplicado los problemas, al introducir nuevas potencias en el conflicto europeo. En el fondo del
conflicto hay que buscar la rivalidad entre las naciones desarrolladas económicamente, que luchaban por
los mercados a la vez que decretaban medidas proteccionistas para proteger sus productos de las otras
potencias; una actitud que condujo al imperialismo (Morales et al., 2009).

En definitiva, todo apunta a que, en el estallido del conflicto, coincidieron un conjunto de causas que se
iniciaron durante la Paz Armada (1871-1914). En ese tiempo, el militarismo había sido alentado por los
intereses industriales, la industria siderúrgica apoyaba la política colonial porque intensificaba la
producción de barcos y armas, entre otros de sus productos. En los Balcanes, el nacionalismo tuvo un
enorme papel en la Gran Guerra, puesto que Austria-Hungría trataba de reprimirlo en contra de los
intereses de Serbia, que deseaba crear un estado fuerte con salida al Adriático. Otro factor que explica las
causas de fondo de la guerra se halla en las relaciones francoalemanas tras la guerra de 1870; el
sentimiento revanchista por la pérdida de Alsacia y Lorena marcó, indiscutiblemente, la actitud francesa
en el conflicto. Por su parte, Alemania trató de aprovechar la guerra para crear su ansiada Gran Alemania,
mientras otros contendientes, como Italia, menos ambiciosos, también lucharon para mejorar
territorialmente; no hay que olvidar que Italia pretendía completar su unificación con la anexión de Trieste
y Tirol, aún en manos austríacas.

1.2. DIMENSIONES NUEVAS DE LA GUERRA

Siempre se ha dicho que la Primera Guerra Mundial fue el primer conflicto importante a escala
planetaria con características semejantes a las guerras actuales. El conflicto, que en principio se creía que
duraría unas semanas, se prolongó durante cuatro años, tres meses y catorce días. Fueron muchas las
personas que participaron en esta guerra; por ejemplo, Alemania contaba con algo más de 1,9 millones
de hombres en pie de guerra; Austria con 160 000 hombres; y Rusia con más de 2 millones de soldados.
Reino Unido, que no contaba con un ejército terrestre grande, hizo uso de las tropas coloniales y desplegó
un impresionante poder naval.

Los desarrollos tecnológicos derivados de la primera y la segunda Revolución Industrial fueron aplicados
al ámbito del armamento, entrando en escena nuevas armas como el fusil de repetición y la
ametralladora, que cambiaron la guerra tal y como se conocía anteriormente. El uso de la caballería dejó
de ser importante y se crearon nuevos esquemas organizativos –como la sección y el pelotón– y nuevas
formas de ataque y defensa –guerra de trincheras–. El empleo del carro de combate inició la guerra
acorazada, y la artillería multiplicó calibres, aumentó alcances y mejoró los métodos de corrección. Desde
1915 empezaron a emplearse gases asfixiantes, iniciándose la guerra biológica y química. La aviación de
guerra libró batallas aéreas independientes y empezaron a realizarse bombarderos aéreos y a usarse

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 3
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

portaviones. En cuanto a la guerra marítima, la flota británica era la más potente, seguida de la alemana.
El empleo de submarinos por parte de la armada alemana contra los convoyes británicos en el océano
Atlántico y en el mar del Norte ocasionó la destrucción de numerosas embarcaciones.

Otra de las novedades de la Primera Guerra Mundial fue la participación de un gran número de naciones.
El asesinato del archiduque de Austria-Hungría provocó una reacción en cadena, al ponerse en marcha
los sistemas de alianzas establecidos en los años previos al conflicto, a lo que se sumó el empleo de los
recursos coloniales y la participación de nuevas potencias como EE. UU. y Japón. Por último, vale la pena
destacar el importante papel que jugaron las mujeres, haciendo trabajos hasta entonces considerados
exclusivamente masculinos; mientras los hombres combatían en el frente, las mujeres se incorporaron a
las fábricas, manejaron camiones, ensamblaron armas y sirvieron en los hospitales militares. Todo ello
favoreció la aparición de novedades legislativas que, lentamente, fueron conquistando las mujeres, entre
ellas, el derecho al voto.

1.3. ETAPAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: DINÁMICA Y DESARROLLO DEL


CONFLICTO

El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando de Habsburgo (1863-1914), heredero de


Austria-Hungría, fue asesinado en Sarajevo junto a su esposa. La reacción inmediata de las potencias
estuvo determinada por los problemas acontecidos a lo largo de los diez años anteriores. El gobierno
austrohúngaro, impaciente desde hacía tiempo por atacar a Serbia –hasta entonces estaba retenido por
Alemania– trató de aprovechar el incidente para hundir al país vecino. Desde Viena se veía la posibilidad
de una guerra con Rusia y, por ello, se necesitaba contar con el apoyo de Alemania; apoyo que fue
prometido por Berlín. El 23 de julio, Austria envía un ultimátum a Serbia con unas exigencias
deliberadamente inaceptables, cuyo rechazo provoca, cinco días después, la declaración de la guerra.
Rusia, por su parte, había advertido que no permanecería neutral en caso de conflicto, por lo que, el 29
de julio, el gobierno de Moscú procede a la movilización de sus tropas. Francia y Reino Unido también
advirtieron a Berlín que no serían neutrales. El día 30 del mismo mes, Rusia moviliza su ejército en la
frontera contra Austria-Hungría y Alemania. El 1 de agosto, Guillermo II de Alemania [reinado 1888-1918]
declara la guerra a Rusia, y el 3 de agosto, a Francia; al día siguiente, Alemania invade Bélgica y el Reino
Unido entra en el conflicto.

 Guerra de movimientos (1914)

En el frente occidental, la ofensiva alemana se organizó de acuerdo con el Plan Schlieffen, que daba
prioridad a un rápido ataque sobre Francia esperando que la movilización de Rusia se iniciara con mayor
lentitud, debido a la ausencia de buenas infraestructuras en este país y a la menor preparación del ejército
ruso. Francia no esperaba un ataque sobre el norte, porque Bélgica era neutral, de modo que el avance
alemán fue rápido. El 2 de septiembre, los alemanes se situaron a las puertas de París y el gobierno francés
abandonó la capital; el mariscal Joseph Joffre (1852-1931) asumió la dirección de la guerra y frenó a los
alemanes en el río Marne. A partir de ese momento se puso fin a la guerra de movimientos y se inició la
guerra de trincheras. Ante la imposibilidad de avanzar con rapidez, Alemania respondió por el mar con la
toma de Brujas, Gante y otros puertos. El frente occidental se estabilizó.

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 4
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

En el frente oriental, los alemanes vencieron a los rusos en Tannenberg y Lagos Masurianos (1914). El
ejército ruso, aunque muy numeroso, no podía competir con la tecnología alemana, pero sí avanzó sobre
los austriacos en los Balcanes –cuyo ejército era de similares características al ruso–. La llegada de
refuerzos alemanes a los Balcanes frenó el avance eslavo.

 Guerra de posiciones (1915-1916)

El peso equilibrado de los contendientes hizo que la guerra no se decidiera y que, al llegar el invierno
de 1914, los ejércitos tuvieran que replegarse buscando refugio en las trincheras. En esta fase de la guerra,
los tanques entraron por primera vez en combate, al igual que las primeras armas químicas y la aviación.
Los demás países fueron solicitados por los dos bandos, y esperaron un momento propicio para decidirse.
A finales de 1914, el Imperio otomano quedó alineado junto a Alemania –por temor a Rusia–, y Japón lo
hizo a favor de los aliados, conquistando las islas alemanas del Pacífico. Los aliados iniciaron la ofensiva
de Champagne, que fue incapaz de romper el frente occidental. En el frente oriental, Alemania lanzó un
ataque sobre Lituania y llevó a cabo la ofensiva del Vístula, que obligó a Rusia a una retirada. A lo largo de
1915, entraron en guerra nuevas naciones: Italia abandonó la Triple Alianza y se alineó con la Entente;
Bulgaria se puso del lado de Alemania, por su condición antiserbia. En ese mismo año tuvo lugar el
desembarco anglo-francés en Gallipoli, que tenía como fin acabar con el Imperio otomano, pero terminó
en fracaso. Alemania decidió concentrar todas sus fuerzas en un solo punto del frente occidental –
Verdún– y en 1916 inició una ofensiva sin precedentes hasta entonces. El mariscal Philippe Pétain (1856-
1951) resistió, y aunque la ofensiva duró varios meses, Alemania no logró romper el frente occidental. Los
aliados respondieron –intentando una vía de penetración en el Somme–, pero tampoco lograron sus
objetivos. Las consecuencias de estas batallas fue un aumento del desgaste en ambos bandos. Rumanía
participó, a partir de 1916, a favor de la Entente, por ser contraria a Bulgaria.

 El año clave de la guerra (1917)

Hasta 1917, el frente occidental se había alterado solamente unos pocos kilómetros, situación que llevó
a Alemania a intensificar la guerra submarina, a sabiendas de la posibilidad de la intervención americana.
El plan alemán tenía como fin cortar los suministros aliados y ganar la guerra antes de la llegada de las
tropas estadounidenses a Europa. Esto hizo de los océanos el nuevo escenario de conflicto. Se
intensificaron los combates en las áreas coloniales. La flota submarina alemana interceptó, desde 1917,
cualquier convoy en el Atlántico que sirviera para avituallar a los aliados.

Hasta el 2 de abril de 1917, los Estados Unidos, bajo la presidencia de Woodrow Wilson [gobierno 1913-
1921], permanecieron neutrales. El hundimiento, en 1915, del Lusitania –un barco de pasajeros en el que
viajaban estadounidenses y que, clandestinamente, transportaba material bélico–, agrió la relación con
Alemania. En enero de 1917, el ministro alemán de Exteriores, Arthur Zimmermann (1864-1940), envió
un telegrama a su embajador en México con indicaciones para convencer al presidente mexicano,
Venustiano Carranza [gobierno 1917-1920], de que México entrase a la guerra del lado de los imperios
centrales, prometiendo a este país la restitución de los territorios anexionados por Estados Unidos en la
guerra méxico-americana de 1846-1848. El telegrama fue interceptado por las fuerzas de inteligencia
británicas, lo que provocó la entrada de Estados Unidos en la guerra. Aunque esta fue la causa coyuntural,
existieron otros motivos que explican su intervención; en particular, la alteración del comercio
norteamericano en el Atlántico Norte, muy relacionado con Reino Unido, que anhelaba que los Estados

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 5
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

Unidos entraran en guerra. Su intervención significó el inicio del colapso alemán; la industria
norteamericana y su potencial humano llegaron para revitalizar el agotamiento de las potencias aliadas.

Ese mismo año, Rusia decidió salir del conflicto; el principal motivo fue el inicio de la Revolución rusa –
fenómeno muy relacionado con la guerra, por el desabastecimiento de las tropas y las pérdidas humanas–
. Tras la Revolución de febrero de 1917, la tensión social en Rusia siguió en aumento; estas noticias
llegaron al extranjero, donde se encontraba exiliado Vladimir Lenin (1870-1924), que quiso regresar; pero
Europa estaba en guerra y para llegar a Rusia era preciso pasar por Alemania. Este país prestó su
conformidad a dejar pasar a Lenin, a cambio de la condición de que, una vez Lenin hubiese conseguido el
poder, sacase a Rusia de la guerra; Alemania lo necesitaba y Lenin sabía que la revolución solo triunfaría
si se ponía fin a la guerra. Tras el triunfo de la Revolución de octubre, de 1917, León Trotski (1879-1940)
firmó el armisticio con Alemania, en diciembre, y en marzo de 1918, se firmó el Tratado de Brest-Litovsk,
por el que la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFS) renunciaba a Finlandia, Estonia,
Letonia, Lituania, Polonia, Ucrania, Besarabia, Batumi, Kars y Ardahan.

 La última fase de la guerra en 1918

La salida de Rusia fue aprovechada por el general alemán Erich Ludendorff (1865-1937) para concentrar
todas sus tropas e iniciar una potente ofensiva, en marzo de 1918, sobre la Picardía francesa; este ataque
rompió el frente de trincheras y colocó a los aliados en una difícil situación. El mando aliado se unificó en
torno al mariscal francés Ferdinand Foch (1851-1929), que tampoco pudo detener una segunda ofensiva
alemana. Sin embargo, los alemanes, como consecuencia del deterioro económico, no pudieron abastecer
el avance de sus tropas, y su avance quedó bloqueado en la primavera de 1918. A partir de este momento,
el declive bélico de Alemania era ya evidente. En junio, los aliados iniciaron una ofensiva definitiva,
apoyada por el potencial americano, y el frente alemán se hundió. Ese mismo mes, las tropas austriacas
lanzaron un ataque sobre Italia, que acabó en derrota el otoño de aquel año y con la rendición del ejército
austriaco. En octubre, los turcos se rindieron ante los aliados. Alemania capituló en noviembre, tras la
abdicación de Guillermo II [1888-1918]; hecho que fue seguido por la abdicación del último emperador,
Carlos I de Austria y IV de Hungría [1916-1918].

1.4. EL FINAL DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: LOS TRATADOS DE PAZ Y SUS


CONSECUENCIAS

La gestión de los acuerdos de paz dio comienzo en marzo de 1919, en París, con la representación de
treinta países, y con la ausencia de los vencidos. El peso de las negociaciones recayó en el Consejo de los
cuatro líderes de las principales potencias victoriosas: EE. UU., Reino Unido, Francia e Italia. El conjunto
de tratados de Versalles, Saint-Germain y Neuilly (1919), y Trianon y Sèvres (1920) pretendía articular un
nuevo orden en Europa, pero la disparidad de sus propuestas quedó patente; pues mientras los
norteamericanos y los británicos buscaban acuerdos dirigidos a garantizar la paz en el futuro, los italianos
y los franceses insistían en aprobar medidas que repararan económica y territorialmente el daño
ocasionado, y, por tanto, el debilitamiento de Alemania (Ruiz, 2017). El punto de partida de los tratados
de paz fueron los 14 puntos que el presidente norteamericano, Wilson, había hecho públicos en enero de
1918, y cuyos objetivos prioritarios eran la democratización de la diplomacia (punto primero) y la creación
de una Sociedad de Naciones destinada a velar por la seguridad del sistema internacional (punto catorce).

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 6
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

Los otros puntos del programa trataban sobre la libertad de los mares, el desarme, los reajustes
territoriales y la cuestión colonial.

 Los vencedores

Francia recuperó Alsacia y Lorena, y recibió Togo y Camerún. El Imperio británico recibió Tanganica y
África Occidental Alemana –para la Unión Sudafricana–; no obstante, inició su decadencia, a causa del
gasto de la guerra y de la competencia económica norteamericana, lo que le llevó a asentar las bases de
la Commonwealth. Estados Unidos se convirtió en la primera potencia económica del mundo, y bajo sus
auspicios se creó la Sociedad de Naciones. Rumanía se vio engrandecida con Transilvania, Besarabia,
Bukovina y Banato. Italia se hizo con Trieste, Istria, Dalmacia y el valle del Alto Adigio. Grecia obtuvo
Esmirna y Tracia. Serbia vio satisfechos sus anhelos imperialistas con la creación del reino de Yugoslavia,
que integraba a serbios, croatas y eslovenos. Japón se quedó con las posesiones alemanas en China y en
el Pacífico (islas Marianas, islas Carolinas, islas Marshall, islas Salomón y parte de Nueva Guinea).

 Los vencidos

En el ámbito territorial, el Imperio alemán perdió, en su zona oriental, parte de Silesia, y quedó dividida
en dos –Prusia oriental y occidental– conectadas por el corredor de Dantzig (ciudad internacional); en su
zona septentrional, tuvo que renunciar a unos ducados, que pasaron a formar parte de Dinamarca; en
occidente, perdió Alsacia y Lorena; y también perdió todas sus colonias, que fueron repartidas entre las
potencias vencedoras. Además, la nación fue obligada a pagar unas fuertes indemnizaciones de guerra –
las llamadas reparaciones–, y se produjo el desarme del país, que acabó convirtiéndose en una República
con capital en Weimar. El Imperio austrohúngaro se desmembró en Austria, Hungría, Checoslovaquia y
Yugoslavia. El Imperio otomano quedó completamente mermado; en él se asentaron las bases para su
transformación en la república de Turquía con Mustafá Kemal como presidente desde 1923; los canales
del Bósforo y Dardanelos se internacionalizaron. Bulgaria fue desarmada y sufrió considerables pérdidas
territoriales.

Como resultado de la guerra nació, en 1922, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS) –fusión
de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, la República Federal Socialista Soviética de
Transcaucasia, la República Socialista Soviética de Ucrania y la República Socialista Soviética de
Bielorrusia–. Por otra parte, el conflicto trajo consigo la pérdida de más de 10 millones de vidas humanas
y cerca de 30 millones de heridos, y supuso el inicio del declive de las potencias europeas sobre el mundo.
Las duras condiciones impuestas a los vencidos significaron la antelación de la Segunda Guerra Mundial
(De La Torre, 2014).

2. LAS RELACIONES INTERNACIONALES EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS

2.1. LOS FELICES AÑOS VEINTE

La guerra dio al traste con el próspero orden económico de la Europa anterior a 1914. Entre 1919 y 1929
se vivieron los años de la posguerra, que terminó cuando la producción económica consiguió recuperar
los niveles anteriores al conflicto. En estos años se manifestó un evidente declive europeo, que contrasta
con el gran desarrollo de los Estados Unidos y de Japón –en parte, porque para EE. UU. no era conveniente

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 7
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

que Europa se recuperase del todo de la crisis–. En la Conferencia de Washington (1921-1922) se llegó a
un acuerdo sobre la proporción entre las flotas de guerra de los principales países, de la que salieron
beneficiados EE. UU. y Reino Unido. Alemania y la RSFS arreglaron sus diferencias en el Tratado de Rapallo
(1922), por el que renunciaban a sus mutuas deudas de guerra. Reino Unido cubrió la mitad de sus gastos
militares mediante el aumento de las contribuciones económicas en su imperio, mientras que los
restantes países recurrieron al crédito estadounidense. Francia se encontró con que el nuevo régimen
soviético había renunciado a la deuda pública zarista, con lo que perdió sus inversiones en Rusia –lo que
provocó un distanciamiento entre la URSS y los países occidentales de economía capitalista–. Alemania
se vio obligada a pagar las reparaciones de guerra que debían ayudar a la recuperación de los países
vencedores. Los elevados costes económicos de esta exigencia llevaron al país a una situación de
hiperinflación a comienzos de los años veinte, que acabó con la clase media alemana. La tesis franco-
británica pretendía unir ambas cuestiones y aplazar el pago de su deuda con los Estados Unidos hasta que
Alemania hiciera efectivo el pago de las reparaciones. En 1923, el retraso en este pago a Francia acabó
con la anexión del Ruhr.

El gobierno alemán solicitó una investigación sobre la economía de su país, a lo que EE. UU. respondió
mediante la ejecución del Plan Dawes, en abril de 1924. El banquero estadounidense recomendó que la
cantidad anual que Alemania debía pagar se fijase en 2,5 millones de marcos-oro y que se concediese a
Alemania una cuantiosa cantidad en créditos. El plan logró sus objetivos: la economía alemana inició su
recuperación y el Estado pudo empezar a pagar las anualidades acordadas; Francia retiró sus tropas del
Ruhr, en 1925. A partir del Plan Dawes empezó a germinar un nuevo clima internacional favorable a la
cooperación multilateral y a la solución pacífica de conflictos y tensiones, a pesar de la escasa operatividad
de la Sociedad de Naciones. La prosperidad general que se empezó a disfrutar entonces en todo el mundo
ayudó a superar el trauma de la Gran Guerra y facilitó la reconciliación entre los pueblos.

El 1 de diciembre de 1925 se firmaron los Tratados de Locarno, auspiciados por Reino Unido, Francia y
Alemania. El principal de ellos, suscrito por Francia, Bélgica y Alemania, y garantizado por Reino Unido e
Italia, confirmó la fijación de las fronteras alemanas con Bélgica y Francia y la desmilitarización del Rin.
Por último, Alemania era admitida en la Sociedad de Naciones, en 1926. Un nuevo espíritu empezó a
reinar en Europa –el espíritu de Locarno– en el que el entendimiento parecía asegurado y todo el mundo
tenía ansia de paz y buena voluntad. En aquel ambiente de distensión general, se llevaron a cabo
diferentes iniciativas en busca de una fórmula permanente y segura de paz. Así, en agosto de 1928, Reino
Unido, Francia, EE. UU., Alemania, Italia y Japón firmaron, en París, el llamado Pacto Briand-Kellog –a
propuesta del ministro francés de Exteriores, Aristide Briand (1862-1932), y del Secretario de Estado
norteamericano, Frank Billings Kellog (1877-1937)– por el que los países firmantes renunciaban a la guerra
como medio de resolver los conflictos. En ese clima, el Plan Dawes fue revisado y sustituido por otro
mejor, el Plan Young (febrero de 1929), por el cual la deuda de guerra alemana fue reducida en un 75 %,
además de ampliarse el número de plazos para su pago. La gran depresión económica de octubre de 1929
destruyó este espíritu de Locarno y propició que la inseguridad, la violencia y la tensión volvieran a
caracterizar las relaciones internacionales a lo largo de los años treinta. De los felices años veinte se pasó
a los tristes años treinta, una década en la que cada país tendió a su supervivencia individual sin tener en
consideración a los demás.

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 8
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

2.2. LOS TRISTES AÑOS TREINTA

La crisis de 1929 trajo paro, pobreza, exaltación del nacionalismo, desprestigio del sistema democrático
y, lo que es peor, el ascenso del nazismo al poder, con su política exterior agresiva, revanchista y
expansionista. La llegada de Adolf Hitler [gobierno 1933-1945) al poder en Alemania, en 1933,
desestabilizó el frágil equilibrio europeo. Hitler significaba la renuncia del Tratado de Versalles, el rearme
alemán, la idea de la unión con Austria, una amenaza cierta sobre los Sudetes –enclave alemán en
Checoslovaquia– y sobre Dantzig –ciudad autónoma dentro de territorio polaco–, y la posibilidad de que
Alemania buscase para sí un “espacio vital” en las regiones eslavas del este de Europa. La comunidad
internacional no supo reaccionar con firmeza. Francia, dividida y debilitada por sus propios problemas
internos a consecuencia de la crisis del 29, y Reino Unido, que creía que una política de concesiones a
Alemania haría entrar en razón a Hitler, optaron por una política de apaciguamiento. Ese mismo año, el
dictador alemán anunció su retirada de la Sociedad de Naciones.

Ante la pasividad occidental, EE. UU. estaba también instalado en un decidido aislacionismo, que
contaba con un mayoritario respaldo popular. En 1936, Italia y Alemania proclamaron el Eje Berlín-Roma
–que tres años más tarde se convirtió en una alianza formal denominada el Pacto de Acero, al cual se
incorporó Japón al año siguiente–. En marzo de 1936, las tropas alemanas ocuparon, entre el entusiasmo
de la población, la zona desmilitarizada del Rin; este acto destruía literalmente el sistema de Versalles.
Simultáneamente, se desarrollaba la Guerra Civil Española (1936-1939), ante la que Reino Unido y Francia
sostuvieron una política de neutralidad y de no intervención–con el objeto de que la guerra española no
desembocara en una conflagración europea–; mientras Alemania e Italia sí intervenían, enviando armas,
soldados y asesores al general sublevado Francisco Franco [dictadura 1939-1975].

La amenaza de una nueva guerra mundial era cada vez mayor. En marzo de 1938, el ejército alemán
cruzó la frontera de Austria y, tras un plebiscito, se unió pacíficamente a ella; proceso conocido como
Anschluss –que en alemán significa unión o anexión–. Ese mismo año tuvo lugar la crisis de
Checoslovaquia; el pretexto de intervención lo proporcionó la campaña separatista llevada a cabo contra
el gobierno checo por la población alemana de la región de los Sudetes. Reino Unido y Francia, temerosas
de una guerra –las fronteras checas estaban garantizadas por los tratados de Locarno–, entraron en
contacto con Benito Mussolini [gobierno 1922-1933], quien sugirió a Hitler la celebración de una
conferencia que resolviera el conflicto. La reunión entre los cuatro grandes de la política europea –Reino
Unido, Alemania, Italia y Francia– se celebró el 29 de septiembre de 1938, en Múnich, y dio lugar a los
Tratados de Múnich, por los cuales Édouard Daladier [gobierno 1938-1940], por Francia, y Neville
Chamberlain [gobierno 1937-1940], por Reino Unido, cedieron ante las exigencias de Hitler, creyendo que
serían las últimas; se acordó transferir los Sudetes a Alemania, parte de Rutenia a Hungría y Teschen a
Polonia, a cambio de la garantía de los cuatro a la independencia de Checoslovaquia. Sin embargo, en
marzo de 1939, Hitler entró con sus ejércitos en Praga y declaró que Bohemia y Moravia formaban parte
del espacio vital alemán (lebensraum), convirtiendo al resto del Estado checo en protectorado alemán.

Las democracias europeas sentían cada vez más cerca el peligro de la guerra, pero se resistían a creer
en la posibilidad de un nuevo conflicto bélico. Para hacer frente a las fuerzas del Eje hubiera sido necesaria
una alianza con la URSS, pero Francia y Reino Unido no se decidían a aliarse con un Estado comunista –
porque no se fiaban ni de su sinceridad pacifista ni de su solidez militar–; además, la URSS estaba molesta
con la intervención aliada en su guerra civil. Ante el estupor de las democracias occidentales, en agosto

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 9
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

de 1939, Hitler y Stalin firmaron el Pacto germano-soviético de no agresión. De esta manera, Hitler
conseguía la neutralidad soviética ante la inminente invasión nazi de Polonia, mientras que la URSS
aseguraba su zona de influencia en las repúblicas bálticas y en la parte oriental de Polonia. Francia y Reino
Unido anunciaron que se opondrían a ello con las armas. Pocos días después se produjo la invasión y el
avance alemán en Polonia, que se realizó según los planes de la llamada guerra relámpago –en alemán,
blitzkrieg– culminando la ocupación en tan solo cuatro semanas. Dos días después de la invasión, el 3 de
septiembre de 1939, Inglaterra y Francia declaraban la guerra a Alemania.

3. LA CRISIS DE 1929

3.1. INTERPRETACIÓN HISTÓRICA SOBRE LAS CAUSAS

Superados los primeros años de la posguerra, en los que la economía mundial sufrió los efectos
desencadenados de la Primera Guerra Mundial, la economía parecía vivir en un ambiente de optimismo
apoyado sobre dos procesos: la superproducción y la especulación. La superproducción ha sido
considerada, de forma unánime, como la causante de la Gran Depresión de 1929, y afectó tanto a la
agricultura como a la industria. En la agricultura se experimentó, a partir de 1925, tras una serie de años
de cosechas excepcionales; inicialmente, los precios pudieron sostenerse por medio de acuerdos
internacionales, pero la crisis financiera provocó la ruptura de gran parte de estos convenios y que
afluyeran a los mercados los stocks acumulados, lo que produjo un hundimiento de los precios. En la
industria, la suma de la producción industrial europea y la de los países de ultramar, que habían
desarrollado ciertos sectores durante la guerra para suplir las importaciones, tuvo como consecuencia un
aumento continuo de stocks.

Por otra parte, tal y como afirma el historiador francés Jacques Neré (1917-2000), la crisis fue más de
subconsumo que de superproducción; en su germen se encuentra una mala distribución de la renta, por
lo que sus orígenes serían más sociales que económicos (Neré, 1986). A pesar de este desfase entre la
producción y el consumo, las cotizaciones no dejaron de subir; esa situación solo se explica por la inflación
del crédito, ya que los costes de la producción se afrontaban con créditos bancarios. De ahí que,
tradicionalmente, se haya culpado al sistema bancario de la depresión, ya que este orientaba sus fondos
a respaldar a los especuladores, en lugar de invertir en sectores altamente productivos. La
responsabilidad del crecimiento desmesurado de la bolsa norteamericana también hay que buscarla en
el funcionamiento incorrecto del Sistema de la Reserva Federal de los EE. UU., que permitió la concesión
de créditos baratos que muchos inversores utilizaban para especular en el mercado de valores.

3.2. DESARROLLO DE LA CRISIS: EL CONTAGIO A OTROS SECTORES DE LA ECONOMÍA Y A


OTROS PAÍSES

Cuando en octubre de 1929 quebró el fabricante de las máquinas Photomaton, quedó al descubierto la
inestabilidad del sistema; una gran cantidad de inversores trataron de trasladar sus opciones de negocio
a Londres, lo que sembró el pánico y el derrumbe inmediato de la Bolsa de Nueva York, cuando los
especuladores intentaron liquidar todos sus títulos. Quedó en evidencia que el sistema norteamericano
no descansaba sobre unas bases firmes, pues la caída de un banco arrastró a otros y quedaron afectados
una enorme cantidad de pequeños ahorradores. La intervención de los principales bancos del país –que
tenían que haber comprado para paralizar la bajada–, fue tardía y no logró detener el pánico. La caída de

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 10
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

la bolsa el llamado Jueves Negro –24 de octubre de 1929– abrió un periodo de recesión económica sin
precedentes en la historia de la humanidad, que conocemos como Gran Depresión. En un mes, el índice
de la Bolsa de Nueva York (Down Jones) bajó en un 40 %. En los primeros momentos, los americanos no
fueron conscientes del alcance de la quiebra de la Bolsa de Nueva York, ni siquiera los expertos, ni el
propio presidente Herbert Hoover [gobierno 1929-1933].

La crisis se generalizó; para aumentar la liquidez, los bancos restringieron los créditos a las industrias –
lo que provocó un aumento del paro y una disminución del consumo que, a su vez, retroalimentaba el
desempleo–. Desde el verano de 1930 hasta la primavera de 1932 descendieron los precios, la producción
industrial y los salarios, y se incrementó alarmantemente el paro. La contracción de la producción
industrial fue más violenta en los países más industrializados; por ejemplo, EE. UU. perdió un 45 % de su
producción y Alemania un 12 %.

En la agricultura la crisis fue menos significativa. Se manifestó mediante una disminución de los precios
agrícolas –como resultado de la contracción del poder adquisitivo de la población– que afectó
especialmente a los países exportadores de productos alimenticios como Canadá o Argentina, pero
también a otros países industrializados, porque la pérdida del poder adquisitivo de los agricultores incidió
en una menor demanda de productos industriales. Esta situación agravaba el paro obrero, lo cual
retroalimentaba la crisis agrícola, por la consecuente bajada de los precios.

Como exportador de capital, Estados Unidos contagió su crisis a Europa, dado que el viejo continente
dependía de sus créditos para su desarrollo económico. El sector financiero se vio profundamente
afectado; la crisis puso fin a las inversiones de capital en países extranjeros, de modo que los capitales se
repatriaron y los Estados deudores –como Alemania, los países de Europa central y oriental y, en
particular, América Latina–, no pudieron hacer frente a las deudas contraídas, por lo que se vieron
obligados a continuas devaluaciones monetarias, con las cuales los países acreedores, a su vez, perdieron
miles de millones.

Las perturbaciones de los sistemas monetarios provocaron el hundimiento del sistema de comercio
mundial. La lucha de cada uno contra todos por la conquista de los mercados se tradujo en un abandono
del librecambio por el proteccionismo y la firma de acuerdos bilaterales. Las autoridades económicas de
los países afectados reaccionaron con un intento de reactivar sus exportaciones y reducir las
importaciones, lo que endureció las relaciones internacionales y explica, en parte, que fracasaran las
iniciativas de cooperación internacional. Los países intentaron defender su mercado interior con medidas
proteccionistas, como el incremento de sus tasas aduaneras frente a las importaciones extranjeras. Por
otro lado, algunas naciones suscribieron acuerdos económicos donde se discriminaba claramente a
terceros.

El aspecto más significativo de la crisis fue el número de parados que generó. En 1929 había,
aproximadamente, diez millones de parados a escala mundial y, tres años después, cuarenta millones; de
los cuales, seis millones se encontraban en Alemania, tres en Reino Unido y doce en los Estados Unidos
(Galbraith, 2000). El empleo, además, fue cada vez más precario. Gran cantidad de obreros trabajaba a
tiempo partido o por horas. Ante el aumento de la oferta de mano de obra, los salarios disminuyeron
considerablemente y tardaron mucho tiempo en recuperarse.

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 11
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

Mientras que en los Estados Unidos la situación económica llegó a su punto más crítico en 1932, en el
resto de los países fue más tardío. Reino Unido, Alemania, Suecia y Canadá lo alcanzaron en 1933; Bélgica
y Holanda en 1934; y Francia en 1935. América Latina sufrió severamente el impacto de la crisis, porque
los países del área eran proveedores de materias primas para las grandes potencias industriales y de
alimentos. La reducción de la producción industrial hizo que bajaran bruscamente las compras de
productos básicos, provocando la quiebra de las economías latinoamericanas, fundamentalmente
exportadoras, lo que significó un estancamiento económico y la agudización de la miseria entre las masas
populares (Gómez et al., 2008).

3.3. LAS DIFERENTES POLÍTICAS DE RECUPERACIÓN

A partir de 1933, la crisis tocó fondo. Primero en EE. UU. y luego en Europa, iniciándose un cambio de
tendencia que se acompañaría, en todos los casos, de una modificación de la política económica. Los
diferentes Estados se vieron obligados a intervenir en su economía. Estos Estados intervencionistas
también pretendieron marcar los límites de la propia recuperación económica. En líneas generales, la casi
totalidad de los países capitalistas, liderados por EE. UU. –con Franklin D. Roosevelt [gobierno 1933-1945]
a la cabeza de su programa New Deal–, pusieron en práctica una política económica cuyo fin último fue
la consecución del fomento del consumo interior.

Para conseguir la revitalización de la economía a través del aumento del consumo, la mayor parte de
los países adoptaron una política deflacionista, es decir, la bajada generalizada de los precios; fenómeno
que denota la descomposición del aparato productivo. Los Estados no tuvieron otra opción que aumentar
la capacidad industrial, financiando grandes proyectos de obras públicas, y luchar contra el desempleo.
Las naciones más afectadas se vieron obligadas a dirigir e intervenir, cada vez más, en la vida económica,
estableciendo un proteccionismo comercial y bajando los tipos de interés. Todas estas medidas
supusieron un aumento de la deuda pública.

3.4. CONSECUENCIAS MUNDIALES

Además de las evidentes consecuencias económicas –como la crisis generalizada y la intervención de los
Estados en la economía– también produjo consecuencias sociales. El rápido crecimiento de la población
se detuvo: la crisis provocó un descenso del índice de natalidad y un aumento de la mortalidad infantil, a
causa de la pobreza de las familias desempleadas. Mientras en los países democráticos el crecimiento
demográfico se ralentizaba, en los países totalitarios se estimularon los nacimientos mediante políticas
de corte pronatalista.

Los movimientos demográficos también se vieron afectados. La emigración del campo a la ciudad se
detuvo porque la industria en crisis no podía absorber la mano de obra. Los Estados tradicionalmente
receptores de emigrantes, como los países de América Latina, empezaron a poner trabas a la emigración.

Se acentuó la desigualdad social. El descenso de los precios aumentó la capacidad adquisitiva de los
grupos que mantenían su nivel de ingresos, como los funcionarios; pero las clases medias se
empobrecieron y los obreros vivieron la angustia del desempleo y el descenso drástico de los salarios.

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 12
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

En el plano político, la crisis de 1929 alimentó el nacimiento y expansión de los movimientos fascistas:
se relacionó la crisis con las sociedades capitalistas y las políticas democráticas. El crecimiento del
desempleo aumentó peligrosamente en los países europeos. En algunos de ellos –como los italianos y los
alemanes–, el temor entre los grandes empresarios a la expansión del comunismo entre las masas de
parados provocó que entregaran grandes cantidades de dinero a los partidos de corte fascista, que a partir
de entonces empezaron a cosechar sus primeros éxitos electorales. Sirvan de ejemplo las elecciones al
Reichstag en Alemania, en 1930, en las cuales el Partido Obrero Alemán Nacional Socialista (NSDAP)
conoció un importante ascenso.

CONCLUSIÓN

El origen de la Primera Guerra Mundial hay que buscarlo en el periodo denominado Paz Armada, que vivió
Europa entre 1871 y 1914. La Gran Guerra señaló el fin de la hegemonía mundial europea y la derrota de
las potencias centrales dio paso a la configuración de un nuevo mapa político continental, más semejante
al actual. Los felices años veinte registraron un crecimiento económico continuo, acompañado de un
conjunto de acuerdos políticos internacionales orientados a salvaguardar la paz mundial. La crisis
económica de 1929, iniciada en EE. UU., se extendió por el resto del mundo y, en particular, por los países
más industrializados. Trajo consigo la descomposición del aparato financiero y productivo, un aumento
del desempleo, la bajada de los precios, el descrédito internacional de los sistemas políticos de corte
liberal y el aumento de los totalitarismos. Contra ella se utilizaron diferentes medidas de recuperación,
en ocasiones basadas en el proteccionismo, que provocaron un aumento de la tensión internacional
durante el periodo de entreguerras, en los tristes años treinta. Las duras condiciones impuestas a los
vencidos al término de la Primera Guerra Mundial, la crisis económica de 1929, el ascenso de los
totalitarismos y la expansión del comunismo son consideradas las causas fundamentales del estallido de
la Segunda Guerra Mundial.

BIBLIOGRAFÍA

 Casassas, J. (Coord.) (2013). La construcción del presente. El mundo desde 1848 hasta nuestros días.
Barcelona, España: Ariel.
 De La Torre, H. (coord.) (2014). Historia Contemporánea (1914-1989). Madrid, España: Universitaria
Ramón Areces.
 Duroselle, J. B. (1991). Europa de 1815 a nuestros días. Vida política y relaciones internacionales.
Barcelona, España: Labor.
 Galbraith, J. K. (2013). El crac del 29. Barcelona, España: Ariel.
 Garrett, G., Rodríguez, B. C., y Vidal, C. A. (2016). La burbuja que quebró el mundo. Madrid, España:
Unión Editorial.
 Gómez-Navarro, J. L. et al. (2008). Historia universal. México D.F., México: Pearson Educación.
 Lario, A. (coord.) (2010). Historia Contemporánea Universal. Del surgimiento del Estado
Contemporáneo a la Primera Guerra Mundial. Madrid, España: Alianza.
 Lozano, A. (2013). La Alemania Nazi (1933-1945). Madrid, España: Marcial Pons Ediciones Historia.
 Morales, V. y De La Torre, H. (coord.) (2009). Historia Universal Contemporánea. Madrid, España:
CEURA.
 Neré, J. (Dir.) (1986). Historia Contemporánea. Barcelona, España: Labor.
 Niveau, M. (1989). Historia de los hechos económicos contemporáneos. Barcelona, España: Ariel.

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 13
Tema47. La Primera Guerra Mundial y las relaciones internacionales en el periodo de
entreguerras. La crisis de 1929.

 Palmer, R. y Colton, J. (1990). Historia Contemporánea. Madrid, España: Akal.


 Rey, R. F., Álvarez, T. M., y Casquete, J. (2017). Políticas del odio: violencia y crisis de las democracias
en el mundo de entreguerras. Madrid, España: Tecnos.
 Ruiz, F. R. (2017). Las guerras mundiales en sus contextos históricos. Madrid, España: Paraninfo
Universidad.
 Sainz, M. O. (2019). Breve historia de entreguerras. Madrid, España: Ediciones Nowtilus.
 Stevenson, D. (2015). 1914-1918: Historia de la Primera Guerra Mundial. Barcelona, España:
Debolsillo.
 VV. AA. (2008). Historia del Mundo Contemporáneo. De la revolución a la globalización. Valencia,
España: Tirant Lo Blanch.

Copyright © 2019 - Academia Montes S.L. – CIF: B-87214748


Inscrita en el Registro Mercantil de Madrid, tomo 33164, folio 140, hoja M-596782
ISBN: 978-84-09-06021-4 14

También podría gustarte