“Hemos olvidado que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno” (Jacques Cousteau)
En marzo de 2020 llegó a Ecuador un virus mortal
llamada COVID-19 con el que empezó la cuarentena, recibe este nombre porque es un aislamiento que se realiza hasta que finalice una enfermedad o virus y luego se comienza la fase de recuperación, donde la persona pueden regresar a su vida estable. El confinamiento ayudó principalmente a algunos animales a vivir en armonía en sus propios ecosistemas y sobre todo a aquellos que se creían extintos que aparecieron nuevamente con crías como: pantera nebulosa, lobo gris y perro cantor de Nueva Guinea.
Otro impacto positivo es que los gases
contaminantes disminuyeron mucho con la cuarentena, ya que no hay vehículos y aviones en funcionamiento, pero lamentablemente el desecho no adecuado de las mascarillas que han sido arrojadas a los mares, ríos y lagunas, afecta tanto a la fauna como a los seres humanos. Si bien es cierto, las mascarillas nos ayudaron a protegernos de este virus; sin embargo, hay que darle el correcto uso.
“Esto es excepcional, nunca habíamos encontrado un
guante o un cubre bocas en el océano, pero es una realidad desde que la gente comenzó a salir de sus casas portando mascarillas, las cuales tiran al piso” lo refirió Lurent Lombard de la Asociación Operación Mar Limpio.