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UNTREF LA NEUTRALIDAD EN INTERNET

La neutralidad de la red
El derecho internacional viene trabajando desde hace tiempo en
principios y regulaciones que puedan acompañar el avance tecnológico
suscitado en las últimas décadas. Este cambio viene de la mano del
avance de internet y el desarrollo de la telefonía móvil, los cuales
generaron nuevas formas empresarias y de “hacer negocios” que
requieren un marco regulatorio acorde.
 
Ahora bien, el concepto de neutralidad de red ha sido objeto de variadas
discusiones, ya que involucra no solo cuestiones legales sino también
económicas y de competencia. En este objetivo, la innovación, el
emprendedorismo, la inversión y el desarrollo tecnológico, se consideran
pilares fundamentales que se deben proteger e incentivar a partir de la
creación de un marco jurídico adecuado.
 
A los fines de entender el concepto de neutralidad de la red, podría
decirse que es el principio que busca regular o limitar la capacidad de los
proveedores de Servicios de Internet de llegar a acuerdos con
determinados agentes que comercializan aplicaciones o contenido para, a
cambio de un precio o tarifa preferencial, privilegiar el tráfico de estos por
sobre el de otros. Por tanto, su aplicación implica limitar la habilidad de
las empresas que proveen servicios de banda ancha o de acceso a
internet de gestionar de acuerdo a sus intereses los distintos paquetes de
datos que circulan a través de la red.
 
El principio de la neutralidad de red nació con el surgimiento de la
internet comercial como industria emergente, y la aparición de las
primeras compañías proveedoras de internet. Este desarrollo se dio
primero en los Estados Unidos, donde a raíz de la masificación del uso de
internet para comunicarse y enviar documentos, fue necesario regular
estas actividades, que en principio eran provistas por los operadores de
telefonía de cable.
 
Así, si en esta nueva era digital los proveedores de servicios de telefonía
e internet tradicionales y los sectores de las nuevas tecnologías, se
enfrentan en lugar de complementarse, esto solo resultaría en un
perjuicio para los consumidores y para la sociedad en general. En este
desafío, el principio de neutralidad de red resulta hoy un pilar clave a los
fines de lograr una valoración de la internet desde el punto de vista
regulatorio, y su análisis permite entender la manera en que las distintas
facetas de internet influyen directamente en algunos de nuestros
derechos constitucionales elementales, tales como el derecho a recibir

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información, a la libertad de expresión, y a la libre competencia, entre


otros.
 
En la Argentina, si bien al momento no existe una ley convergente entre
las industrias de telecomunicaciones y la audiovisual, la Ley 27.078
“Argentina Digital” (en adelante denominada, “LAD”) que regula la
industria de tecnología de información y comunicaciones, consagra la
neutralidad de la red en sus artículos 56 y 57.
 
En su artículo 56, la LAD ratifica la responsabilidad otorgada al Estado de
garantizar a todos los usuarios su derecho al acceso, uso, envío, recoger
o dar cualquier contenido, servicio, aplicación, por medio de Internet sin
ninguna clase de limitación, distinción, discriminación, bloqueo o
interferencia.
 
Por su parte, el Articulo 57 indica de forma taxativa las conductas
prohibidas para los prestadores de servicios y que puede resumirse en la
inclusión de los siguientes tres pilares: (i) no bloqueo arbitrario de
contenidos, (ii) no discriminación arbitraria de contenidosy (iii) libre uso
de redes, equipos y contenidos.
 
Vale remarcar que la LAD excluye toda reglamentación sobre contenidos,
de los cuales en la actualidad se ocupa la Ley 26.522 de servicios de
comunicación audiovisual.
 
En otro orden, en Estados Unidos el servicio de internet era prestado
inicialmente por compañías operadoras de telefonía de cable, que
argumentaban que no era un servicio de telecomunicaciones, por lo que
en 2002 el ente regulador de las Telecomunicaciones en los Estados
Unidos, la Comisión Federal de Comunicaciones (“FCC”) clasifico a las
empresas que brindaban servicios de internet como proveedores de
servicios de información y, por lo tanto, no sujetas a las normas que
regulaban  los servicios de telecomunicaciones.
 
Luego, ante abusos por parte de las empresas, los consumidores
comenzaron a organizarse mediante acciones colectivas contra diferentes
empresas de telefonía por romper la neutralidad de la red arbitrariamente
en perjuicio de sus usuarios. En un caso paradigmático del año 2007, la
compañía de cable estadounidense Comcast fue demandada por
suscriptores que tomaron conocimiento que eran interferidos en las

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aplicaciones denominadas peer to peer (que permiten el intercambio de


archivos entre usuarios) por la violación del derecho de los consumidores
del acceso a contenido legal a través de internet (bloqueo de ciertas
conexiones). En este caso, al quedar manifiesto el propósito de Comcast
de afectar a empresas de la competencia, la FCC le ordeno cesar en su
bloqueo fundamentándose en reglas de neutralidad de la red derivadas de
la Ley de Comunicaciones de los Estados Unidos.
 
Ahora bien, como los servicios de internet no eran calificados como
servicios de telecomunicaciones, Comcast apelo esta decisión ante la
Corte del Distrito de Columbia, que fallo a su favor indicando que la FCC
no contaba con facultades que permitan regular a los proveedores de
internet. Esto luego daría pie a más demandas de Comcast contra la FCC
por causas similares.
 
Luego de esto, la FCC en el año 2010 aprobó un nuevo reglamento de
neutralidad denominado “Open Internet Order” -que contaba con el apoyo
del entonces presidente Barack Obama y de los principales proveedores
de contenidos y servicios-, y que, pese a numerosos reclamos que
pretendían invalidar las nuevas normativas hasta prohibir a la FCC dictar
cualquier tipo de regulación relativa a la internet, la justicia le otorgo
autoridad para reclasificar la Internet de banda ancha bajo las normas de
telecomunicaciones.
 
Sin embargo, a partir de 2018 y con la llegada de Donald Trump a la
presidencia de los Estados Unidos, esta directiva fue revocada generando
hasta el día de hoy un conflicto de larga data en ese país y que posee
muchos intereses en pugna.
 
En síntesis, en una legislación sin neutralidad de la red, las empresas
proveedoras de servicios de internet podrían: (i) establecer un costo
adicional concreto para el acceso a diferentes tipos de contenidos, no
teniendo el consumidor la posibilidad acceder por una misma tarifa a toda
la red (p.ej. debería pagar un paquete de datos específicos para ingresar a
Netflix a una velocidad adecuada) y (ii) comerciar una “internet de dos
velocidades”, en el cual el consumidor debería pagar un fee diferenciado
para acceder de manera óptima a determinado tipo de servicios en la red,
mientras en otros servicios su experiencia será a una velocidad de
navegación comparativamente limitada.
 

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Como resultado de esta discusión, se presentan dos intereses


corporativos claramente opuestos, el de los proveedores de internet que
buscan evitar toda regulación sobre neutralidad de la red para poder
realizar las prácticas mencionadas, argumentando que el cobro de tarifas
diferenciadas de mayor velocidad resulta necesario para su reinversión
en infraestructura y, en contraposición, el de los emprendedores y los
proveedores de contenidos o servicios, que buscan reglamentar el
principio de neutralidad de la red para garantizar un correcto
funcionamiento en los servicios que ofrecen, promoviendo la
competencia y evitando barreras económicas de entrada a la industria.
 
Como conclusión, entendiendo a la neutralidad de la red como principio
rector que se encuentra estrechamente vinculado con el acceso universal
a la información y también con el derecho a la libertad de expresión, se
considera que su correcta aplicación en un sistema jurídico debería
garantizar: (i) el acceso igualitario para todos los usuarios de internet -
independientemente de quién produzca los contenidos o de la cantidad
de usuarios que accedan a aquellos- y; (ii) que los emprendedores que
ingresen a un mercado nuevo puedan competir con grandes empresas
que se encuentren instaladas y en funcionamiento.
 
En definitiva, es razonable considerar que, más allá de los principios
propuestos en la LAD, resulta necesaria en nuestro país una ley integral
que abarque situaciones concretas y delimite prácticas a sancionar,
complementada por una regulación que defina un procedimiento de
protección claro y explícito en favor de los usuarios de internet. Todo ello,
teniendo presente que lograr una regulación de convergencia no implica
únicamente unir marcos normativos divergentes, sino también consolidar
los derechos consagrados en nuestra Constitución Nacional, como el
derecho a recibir información, a la libertad de expresión, y a la libre
competencia, entre otros.

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