En segundo lugar, tenemos a Juan el Bautista. Su ayuno, su ascetismo
y su oración en el desierto son un estímulo para los que quieren acoger al Dios que viene. Por estas razones encarna bien el espíritu del Adviento. Muchos escucharon su predicación y se convirtieron ante la inminente llegada del Reino.
Supo reconocer al Mesías y dio testimonio de Él derramando su
sangre. Mateo 14,3-12 ( leer que sucede a San Juan Bautista)
Con su martirio se convirtió en figura de
Jesús, que nos salva por medio del abajamiento y del don total de sí.
El Adviento de Dios sigue aconteciendo en
humildad, sigue viniendo a los corazones de los hombres que están abiertos a la eterna novedad de Dios, que hace todas las cosas nuevas. POR FAVOR MEDITA EN ESTE TEXTO Y COMPARTELO TAMBIÉN EN CLASE: Mateo 3, 1-12 la misión de Juan el Bautista BENDICIONES