Está en la página 1de 1

MI TESTIMONIO DE FE

Soy Luis Enrique Quispe Sulca, tengo 14 años y vivo en un pequeño pueblo de la
provincia de Víctor Fajardo. Desde que nací me he criado en un ambiente cristiano, en
donde la fe es algo que me han inculcado mis padres desde pequeño y ahora sin duda es
el mejor regalo que me han podido ofrecer tanto a mí como a mis hermanos, ya que la fe
es lo que nos mantiene y nos hace poder levantarnos cada día con más ganas y más ilusión
de vivir la vida y darnos a los demás, porque pienso que esa es la clave de la felicidad.
Cuando alejas de ti el ego y el orgullo, dejas de mirarte como si fueses el ombligo del
mundo, empiezas a mirar más allá y comprendes que todos estamos llamados a la vida
eterna y que, mientras tanto, somos instrumentos de Dios llamados a una misma vocación,
la de amar incondicionalmente, y a la misión de hacer que muchos se enamoren del Amor
y Éste pueda llegar hasta la última alma de Dios, encontrando así la felicidad.

Sin embargo, ubo un tiempo en donde mi fe y mi espiritualidad se vio prácticamente


destrozada, por la muerte de mi abuela, quien era para mi la mejor persona del mundo.
Ello me afecto tanto llegando a creer que Dios era una mentira, y que solo era un invento
creado para dominar al mundo. Mi conducta era muy negativa, no me importaba lo que
pasaba a mi alrededor, sentía que mi vida había acabado, me sentía tan solo y triste, que
parecía que nada y nadie podría ayudarme a sobrellevar esa situación. Pero de un
momento a otro empecé a recordar lo que se sentía el tener fe en Dios, lo cual se vio
fortalecido al leer un versículo de la biblia, que dice lo siguiente: No temas, porque yo
estoy contigo, no te inquietes, porque yo soy tu Dios; yo te fortalezco y te ayudo, yo te
sostengo con mi mano victoriosa (Isaías 41:10). Lo cual me hizo ver que mi fe en Dios
estaría conmigo en los buenos y malos momentos, generando así en mí una gran felicidad,
por saber que no estaba solo en este lamento, por la muerte de mi abuelita. Después de
ello, mi fe y mi espiritualidad se vio fortalecida, sintiendo así una gran felicidad,
mejorando mi relación con las personas y sobre todo con Dios.

La fe es un regalo que Dios nos da, no sólo para quedárnosla nosotros sino para
compartirla y hacer que otros puedan abrir los ojos a la verdad y al amor. Cuando uno
tiene fe y espiritualidad su vida cambia por completo, te diviertes el doble y disfrutas al
máximo ya que lo que para un ateo puede ser un problema para el cristiano es una
circunstancia más porque todos los problemas tienen un peso menor. Apostar por Dios
siempre va a ser tu mejor elección.

También podría gustarte