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Reli~óny Ciencia:

¿Todavíaenconflicto?
GerardoAnayaDuarte,S.I.

CUADERNOS DE FE y CULTURA
2

Gerardo Anaya Duarte, S.I.

Religión y Ciencia:
¿Todavía en Conflicto?

CUADERNOS DE FE y CULTURA
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER ClAVIGERO
CENTRO DE INFORMACIÓN ACADÉMICA

Anaya Duarte Gerardo

Religión y ciencia: ¿Todavía en conflicto?

1. Religión y ciencia 2. Teología natural I.t. 11serie

Bl 245.A53 1996

Norma Patiño Domínguez


Diseño de colección

Gerardo Anaya Duartc, 5.1.


José Rafael de Regil Veléz
Cuidado de la ediciÓn

la. Edición, 1996


@ Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de
Occidente
@ Universidad Iberoamericana Plantel Golfo-Centro
@ Universidad Iberoamericana Plantel Laguna
@ Universidad Iberoamericana Plantel León
@ Universidad Iberoamericana Plantel Noroeste
@ Universidad Iberoamericana Plantel Santa Fe
Prol. Paseo de la Reforma 880
Col. Lomas de Santa Fe
01210 México, O.F.

Ilustración de portada:
San Jerónimo en su estudio/grabado de Ourero, 15]4
ISBN 968-859-251-X

Impreso y hecho en México


Printed and made irl Mexico
Tal como sucede con los meridianos a
medida que se acercan al polo, la Ciencia, la
Filosofía y la Religión convergen necesaria-
mente al aproximarse al Todo.

PierreTeilharddeChardin1

1 El fenómeno humano, Ed. Taurus, Madrid, 197P, p. 40


Índice

1. Introducción 7
2. Presupuestos 9
3. Ámbitos de la ciencia y de la religión 13
4. Relación de razón y fe 19
5. ¿La religión (o la filosofía)están más allá de
la ciencia? 25
6. La ciencia en una cosmovisión cristiana 31
7. La ética de la ciencia 35
8. Cultura científica y religión 39
Apéndice 1: El problema de la acción de Dios
en la realidad del mundo 47
Apéndice 2: Los milagros 51
Bibliografía recomendada 55
1. Introducción

Los conflictos entre ciencia y religión han tenido gran


resonancia histórica y,no sólo han hecho correr mucha tinta,2
sino que, todavía hoy, en la mentalidad de mucha gente, hay
afirmaciones de uno y otro lado que se contradicen.3 Los ca-
sos de Galileo y de Darwin son ejemplos muy significativos.
Respecto al primero, es bien conocido que en 1633 la
Inquisición lo obligó a retractarse de sus afirmaciones respec-
to a la teoría copernicana del heliocentrismo. Durante mu-
chos años su obra permanecióen el Índicede libros prohibi-
dos y el geocentrismo siguió enseñándose en los países católi-
cos hasta fines del siglo XVIII.

Laapariciónen 1859de El origen delasespeciesde Char-


les Darwin, produjo un fuerte rechazo (que su autor parece
que ya se esperaba) por parte de las diversas iglesias cristia-
nas. Ellibro(ydespués,con mayorrazón, Elorigendelhombre)
fue tambiénpuesto en el Índicepor las autoridades de la Igle-
sia Católica. La teoría de Darwin causó una revolución in-
mensa, incluso más allá del campo de la biología. Aunque

2 Entre otras obras al respecto se destaca la de WHITE, Andrew D., La lucM


entre el dogmatismo y la ciencia en el seno de la cristiandad, Ed. Siglo XXI,
México, 1972, que enlista cientos de conflictos.
3 Una encuesta realizada entre universitarios del Plantel Santa Fe de la Uni-
versidad Iberoamericana reveló en 1990 que un 86.8% de los estudiantes
pensaba que había discrepancias, al menos en algunas cuestiones, entre
afirmaciones de la ciencia y enseñanzas de la religión. Cfr. LUENGO, En-
rique, La religión y los jóvenes de México, ¿el desgastede una relación?, Uni-
versidad Iberoamericana, México, 1993, p. 215.
8 Gerardo Anaya Duarte, SJ.

Marx ya tenía muy redondeado su pensamiento, encontró en


el evolucionismo un paralelismo favorable. Spencer plantea-
ría su sociología también en términos evolutivos. El relato bí-
blico de la creación y el dogma del pecado original4quedaban
en entredicho, como veremos adelante.

Estos son conflictos famosos, pero ha habido muchos


más y de ámbitos científicos diferentes. Por ejemplo, en eco-
nomía ¿no se ha criticado que el Papa se ocupe de ella?5¿Son
la ciencia y la religión dos realidades que pueden entrar en
conflicto? ¿Qué pensar cuando esto sucede? En definitiva
¿qué relación hay entre ellas? ¿Puede hablarse de relaciones
positivas? El hombre que se ha formado científicamente ¿pue-
de ser auténticamente religioso, e incluso integrar en su vida
ambos aspectos? ¿Qué pensar, por ejemplo, de los milagros?A
estas interrogantes y otras derivadas de ellas pretende res-
ponder este escrito.

4 Veradelante, nota 14.


5 Cfr., por ejemplo, PATERNOf,Jacques y VERALDI,Gabriel, ¿EstáDios
contra la economfa? Carta a Juan Pablo 1I, Ed. Planeta, 1991. Independiente-
mente de que yo no comparta la opinión de los autores, es cierto que la
pregunta de la que parten es válida.
.

2. Presupuestos

Ante todo es necesario plantearse con claridad algunas


cuestiones implicadas en este ensayo, empezando por definir
los principales conceptos. Por religión entiendo, con Enrique
M. Ureña:

El conjunto de creencias de los miembros de una detenni-


nada sociedad que garantiza al individuo el sentido úl-
timo de su vida y le proporciona la esperanza de alcanzar
la plenitud Yla liberación definitiva de todas las miserias
de este mundo más allá de la muerte. Estas creencias reli-
giosas incluyen una interpretación global del universo y
del puesto que le corresponde al hombre en él, incluyendo
una cosmovisión.'

Esto supone el reconocimiento de una realidad trascen-


dente al hombre, sin la cual nos encontramos solamente con
fenomenología de la religión, pero no con la esencia del hecho
religioso.

A este respecto señalo que suele haber ambigüedad en


el sentido que se da al término religión en escritos que relacio-
nan a ésta con la ciencia, con la filosofía o con la cultura. No
pocas veces se entiende más en el sentido de un conjunto de
afirmaciones que nos dan a conocer algo sobre Dios, es decir
lo que solemosentender por teologfa;ésta, más propiamente,
es una ciencia que estudia a Dios a través de lo que él nos ha

6 UREfilA, Enrique M., El mito de un cristianismo' socilllisfll,Madrid, Unión


Editorial, 1981, p. 39.
~
I

10 Gerardo Anaya Duarte, S.I.

revelado¡ así como las realidades (hombre y mundo) a la luz


de esa revelación. También puede referirse a la fe religiosa¡
como actitud del creyente ante Dios. En este sentido tendría-
mos que aclarar que no debemos confundir el saber de la fe
con lo que solemos entender por creencias.La teología¡ que
profundiza en el contenido de la fe¡y la fe misma¡ son un sa-
ber¡como lo es el de las ciencias.7

Puede pensarse que¡ en lo que sigue¡ mantengo esta


ambigüedad de los tres términos (religión¡ teología y fe). No
es así y espero que los diversos contextos expliquen a qué me
refiero¡sobre todo porque son conceptos inseparables¡ que se
suponen el uno al otro.

También es necesario aclarar a qué religión¡ a qué teolo-


gía me voy referir. Aquí es necesario ser muy claro. Me es evi-
dente que sólo puedo referirme al cristianismo. Por un lado
(con la excepción posible¡ en algunos aspectos¡ del judaísmo)
ninguna religión ofrece elementos que la validen como
dialogante de la ciencia como la entendemos y como en segui-
da explicitaré. No es de valde que la ciencia haya nacido en
un ámbito cristiano y Barbour ha recordado que finalmente
fue la teología medieval el antecedente necesario para ese na-
cimiento.sSolamente el cristianismo ha apreciado tanto la rea-
lidad de nuestro mundo como para poder referirse con acier-
to y justicia a la ciencia que estudia esa realidad. En ninguna
religión¡ como ha sucedido en el cristianismo¡ se han elabora-

7 Fe, ciencia y religi6n. Antología, Universidad Iberoamericana, México, 1984,


p.167.
8 BARBOUR, Ian G., Problemassobre religión y ciencia, Ed. Sal Teme,
Santander, 1971, pp. 61-64. Ver también UDtAS Vallina, Agustín, Conflicto
y diálogo entre ciencia y religi6n, Ed. Sal Teme, Santander, 1993, p. 4, que
cita varios autores en esta línea, empezando por A.N. Whitehead.
Religión y Ciencia ¿Todavía en Conflicto? 11 ..

do construcciones racionales a partir del dato revelado, de


manera que puedan apoyar una cosmovisión racional y
complexiva de la realidad y, por eso, establecer posibles refe-
rencias con la ciencia, producto tan depurado de la racionali-
dad humana.
.
.-

Por lo que respecta a la ciencia, también es necesario


aclarar en qué sentido empleo la palabra. Por ella entiendo la
actividad racional humana que nos lleva a conocer la realidad
del mundo de manera que podamos formular leyes que des-
criban su comportamiento e incluso predigan sucesos, tanto
naturales, como humanos y sociales. Porque no me restringiré
a referirme en mi estudio solamente a las ciencias llamadas de
la naturaleza (física,química, biología, etcétera). Cierto que es
en este campo en el que se han dado históricamente los más
sonados conflictos. Pero la aparición y el desarrollo de las
ciencias humanas y sociales (psicología y sociología, por
~jemplo) han entrado también en conflicto con afirmaciones
hechas desde el ámbito de la religión. Sobre todo, no es posi-
ble quedamos con una visión positivista del conocimiento de
nuestra realidad. Aunque es necesario determinar bien el
campo del quehacer de cada científico y utilizar el método
que le es propio, es evidente que mantenerlas en completa se-
paración no conduce a un verdadero conocimiento de la reali-
dad, sino al de una realidad fragmentada. El quehacer cientí-
fico, corno tendré oportunidad más adelante de señalar con
amplitud, nunca es un quehacer absolutamente puro. Las
ciencias avanzan hacia donde las coyunturas, las ideologías o
los intereses, permiten o imponen. Esto me lleva a añadir que
así se han producido muchas desviaciones y daños, pues la
ciencia debe ser en forma incuestionable para el hombre y
no siempre ha sido así.
3. Ámbitos de la ciencia y de la religión

Respondiendo a una pregunta que en la Introducción


propuse -si son inevitables algunos conflictos entre ciencia y
religión- no nos puede quedar duda al respecto: los saberE:3
respectivos de la ciencia y de la fe son de niveles diferentes y
no puede haber contradicción entre uno y otro. Con mucha
claridad lo expone así el padre Knauer al establecer las dife-
rencias y relaciones entre fe y razón: IIPorrazón[ámbito de la
ciencia] entiendo el percibir de una forma exacta y reflexionar
concienzudamente la realidad del mundo. La razón es nues-
tra capacidad de conocimiento naturalque nace ya con nues-
tro ser humano mismo.1I9

En cambio lilafe se refiere a la Palabra de Dios; viene de


Dios y es sobrenatural.lIlo
El objeto de la fe no puede ser alcan-
zado por la razón en sí misma, sino que proviene de la revela-
ción del mismo Dios y nos es trasmitida por testimonios hu-
manos. Claro que con la razón podemos esclarecer mejor el
contenido del mensaje revelado, así como constatar su pre-
sencia en la historia, y también con ella podemos entender
mejor las consecuencias de dicho mensaje. La teología, en sus
diversas ramas, es una ciencia y,por ello, necesita de la razón.
Pero su objeto, la Palabra de Dios en sí misma, no pertenece a
la realidad del mundo; esa Palabra no podemos deducirla por

9 KNAUER, Peter, Cómoentendernuestrafe, Universidad Iberoamericana,


México, 1989, p. 248.
10Ibid.
14 Gerardo Anaya Duarte, S.I.

ninguno de los caminos de la investigación científica. Sí per-


tE'necena la realidad los textos que nos trasmiten la Palabra
fn palabras humanas. La exégesis es una ciencia que busca la
mterpretación adecuada de los textos revelados, pero que nos
ayudaa ir a una realidadno aprehensiblepor ningunaciencia.u

Teniendo, pues, campos diferentes del saber, no es posi-


ble'que haya oposición entre afirmaciones de la ciencia y afir-
maciones de la fe. Ahora es muy fácil decir esto, pero no lo era
en tiempos de Galileo ni de Darwin; y aun mucho más cerca a
nosotros, no lo era claro en 1950para Pío XII en la encíclica
HumaniGeneris.Ya mi modo de ver,tanto a algunoscientífi-
cos (aunque mucho más con respecto a la filosofía que a la
teología), como a no pocos hombres de Iglesia, aún les resulta
difícil definir los límites.

Hemos de señalar que solamente en 1992 fue oficial-


mente reivindicado Galileo por el papa Juan Pablo II,después
de un exhaustivo estudio del caso por la Pontificia Academia
de las Ciencias.12El mismo Galileo había visto la cortedad de
visión de los hombres de Iglesia, que confundían el mensaje
revelado de la Biblia con el saber de la ciencia y, con mucha

11 Vale la pena señalar que hay diversas formas de conocimiento: el sensible,


el racional, que incluye el sentido común, la ciencia y la filosofía,el cono-
cimiento por connaturalidad, dentro del que se ubican el amor, el arte y la
mística; en éste último ubico la recepción de la palabra de Dios, que a su
vez es estudiada por la teología, la que por ello tiene su método propio, y
que es ayudada por la filosofía y diversas ciencias. Es, por lo tanto, en el
terreno de la mística en el que se ubica la fe.
12JacobBronowski presenta en forma amena y documentada el caso de
Galileo. Hasta indica la posibilidad de un manejo fraudulento de docu-
mentos por parte de la Inquisición. Cfr. El ascensodelhombre,Fondo Edu-
cativo Interamericano, 1979,pp. 198-218.
Religión y Ciencia ¿Todavía en Conflicto? 15

claridad, expuso, ya en 1615, la diferencia del saber de la fe


con respecto al de la ciencia.13

El relato bíblico de la creación, tomado literalmente, se


oponía radicalmente a la teoría de Darwin, además de que
entraba en juego el dogma del pecado original.14 Científicos
cristianos que buscaban coherencia entre su fe y lo que la
ciencia afirmaba de manera muy verosímil se fueron por la lí-
nea del concordismo; los "días" sucesivos de la creación se-
gún el relato bíblico15podrían señalar un proceso evolutivo.
Pero ese camino no conducía a nada; habría que llegar a des-
pojar a la Biblia de valor científico y dejarle lo que realmente
es: testimonio de la Palabra de Dios, como lo había ya visto
Galileo hace cerca de 400años, quien decía que la Sagrada Es-
critura nos dice "cómo se va al cielo, y no cómo va el cielo".16

Estos conflictos, y los muchos otros menores que se han


dado, no solamente responden a una lectura demasiado lite-
ral de la Sagrada Escritura. Agustín Udías Vallina agrupa en
cuatro tipos las causas que se han dado para dichos conflic-
toS.17Además de los problemas doctrinales, menciona los ca-
sos en que la ciencia ha pedido para ella una fe como la reli-
giosa (la ciencia como capaz de dar una explicación com-

13Cfr.su carta a Cristina de Lorena, gran Duquesa de Toscana, citada en


VOfAS Vallina, op. cit., p, 24.
14Ladoctrina del pecado original supone que en un principio el hombre fue
"perfecto", pero que por consecuencia del pecado original quedó conde-
nado al trabajo penoso, la enfermedad, el dolor y la muerte. Por el contra-
rio, la evolución presupone que el hombre proviene biológica mente de se-
res inferiores y que aparece muy imperfecto; poco a poco irá evolucionan-
do hasta alcanzar el hombre actual. Se trata de dos procesos opuestos y
por ello incompatibles.
15Gen 1.
16Cfr.nota 13.
17Cfr.VOfAS Vallina, A., op. cit., pp. 7-18.
16 Gerardo Anaya Duarte, S.I.

plexiva de todo18);igualmente se refiere a los conflictos por


las consecuencias sociales de la ciencia y de la religión, es de-
cir, cuando en las luchas contra ideas religiosas se busca el
apoyo de la ciencia. Finalmente habla de las actitudes huma-
nas que se crean por influencia del método de la ciencia y que
entran en conflicto con las maneras de proceder tan diferentes
de la práctica religiosa y de la conducción de las iglesias por
parte de sus autoridades.

¿Todo esto ya pertenece al pasado? Ahora podemos de-


cir con mucha facilidad que Laplace tenía razón cuando dijo a
Napoleón (la anécdota no ha podido ser probada, pero tam-
poco refutada) que no necesitaba, para sus afirmaciones
astronómicas, de la hipótesis de Dios.19Ya puede decirse
igualmente que Dios no puede ser hallado (ni negado) por los
caminos de la ciencia.20Y si hay teólogos que todavía tienen
tropiezo con algunas afirmaciones científicas, se trata de te-
nerles un poco de paciencia, para que se ciñan mejor al ámbi-
to que les es propio. ¿Sobra entonces el intento de establecer
nexos entre la ciencia y la religión, puesto que son dos reali-
dades diversas completamente?

De ninguna manera. Si a nivel teórico no encontramos


oposición, todavía podemos preguntamos por las posibles re-
laciones positivas en el concreto ejerciciocientífico y el ejerci-
cio teológico o en la práctica de la fe. Y es necesario revisar
cómo contribuyen juntas y apoyándose mutuamente, al cono-
cimiento de la totalidad de la realidad, desde sus respectivos

l8Tal el caso del famoso astrofísico S.W. Hawking, que cree que la ciencia
llegará a sustituir a Dios. Cfr. UDfAS Vallina, op. cit., p. 13.
19Cfr.UDfAS Vallina, op. cit. pp. 12-13. También BARBOUR, op. cit., p. 59.
20Cfr. MORENO, José Luis, Dios y la ciencia, Universidad Iberoamericana,
México, 1995, p. 32.
Religión y Ciencia ¿Todavía en Conflicto? 17

ámbitos de trabajo. Y,pues que las ciencias no son tan inocen-


tes como se las quiso presentar en el positivismo, ¿no encon-
tramos en el terreno de la ética del quehacer científico, que in-
fluye en el avance de la ciencia, un posible terreno de rela-
ción, sobre todo si del ámbito de la fe se derivan valores? ¿Y
no el mejor conocimiento del hombre y de su mundo, que nos
da la ciencia, perfila mejor,a su vez, la ética, aun la que se ubi-
ca en un horizonte religioso?A su vez, valores y conocimiento
del mundo y del hombre suponen cosmovisiones en las que
se ubican culturas; si podemos hablar de una cosmovisión
cristiana, ¿no nos es licito incluir en ella un enfoque científi-
co? Todavía más; la racionalidad científica, más allá de los
avances científicos mismos, ¿no constituye, para bien o para
mal, una característica en extremo arraigada en el hombre
medio de hoy y determina, por ello, en no poco, su postura
ante la religión?

El cuestionario es largo y complejo. Pero intentaré res-


ponder brevemente a él.
-
4. Relación de razón y fe

"La fe necesita de la razón," una razón "despierta y crí-


tica" afirma el P.Knauer.21Si bien nuestra fe no depende de la
razón, se aclara gracias a ella, tanto por una vía positiva,
como por una negativa. Positivamente la razón (las ciencias
correspondientes) colaboran, como señalé, a entender mejor
la Palabra de Dios. El exegeta que, armado de numerosas dis-
ciplinas, escudriña en la Biblia, es un ejemplo de ello, tanto
como el hombre de la calle que razona y entiende (en un pro-
ceso, que no por elemental deja de ser de carácter científico)
las palabras con las que se le da a conocer la Palabra. Si razo-
na y entiende acientíficamente, entonces seguramente defor-
mará el mensaje y caerá en la superstición.

Ahí tenemos el beneficio que negativamente ofrece la


razón a la fe con su proceder investigador de la realidad.
Cada vez que la ciencia hace una afirmación nueva en el co-
nocimiento del mundo, colabora a impedir que una falsa fe
pueda, dizque desde ella, querer abarcar ese terreno, lo que
constituye la superstición. Es decir, la ciencia purifica la fe.22
Udías Vallina,hablando de los conflictos entre ciencia y fe, se-
ñala su aspecto positivo, ya que ellos:

llevan a una purificación progresiva de la religión de los


elementos culturales que, a lo largo del tiempo, se adhie-
ren a ella inevitablemente, y se llegan a considerar como

21KNAUER, op. cit., p. 248.


22/bid.,p. 253
-
I

20 GerardoAnaya Duarte, S.l.

fundamentales e incluso como constitutivos del mismo


mensaje religioso.23

Evidentemente que a los científicos toca aceptar cuál es


su objeto de estudio y, por lo tanto, su límite. Además de que
deben reconocer la permanente provisionalidad de sus con-
clusiones, pues nuevos avances pueden afinadas, modificar-
las o incluso falsarIas. No siempre la ciencia ha reconocido
esos sus límites, sobre todo porque es natural que en el hom-
bre de ciencia broten, a partir del dato de la realidad, pregun-
tas que van más allá de ese dato.24 Esto no sólo es natural,
sino muy valioso, pero las respuestas ya no son competencia
de la ciencia.25

Por otro lado es verdad que la ciencia trata de damos una


respuesta cada vez más comprensiva de cómo es el uni-
verso, pero no puede excluir que nos hagamos otras pre-
guntas que quedan fuera de su metodología, como pue-
den ser: ¿por qué existe algo en lugar de nada?; ¿es reduci-
ble toda la existencia a lo puramente material?; ¿por qué
existe el hombre y cuál es su destino?; ¿qué valores deben
dirigir al hombre en sus comportamientos? Para algunos
estas preguntas pueden parecer sin sentido, pero nadie
puede negamos, desde la ciencia, que las podemos hacer.
Ni puede la ciencia damos una respuesta a ellas. A estas
preguntassedirige la fe religiosa.26

23uoíAS Vallina, A., op. cit., p. 9.


24Todala genial cosmovisión del padre Teilhard de Chardin brota de la re-
flexión que este insigne jesuita y científico francés hizo sobre los datos de
la ciencia, yendo primero a una "cosmología" que linda ya con los terrenos
de la filosofía, y luego a ésta por un lado y a la teología por otro.
25Yamencioné en la nota 18 el ilustrativo caso de S.W. Hawking en su pre-
tensión de una ciencia que responda a todas las preguntas.
26UDtAS Vallina, op. cit., p. 5. Se debe añadir que también (y quizá
primariamente) la filosofía tiene una parte de la respuesta a tales preguntas.
Religión y Ciencia ¿Todavía en Conflicto? 21

Señalé un poco más arriba que aún quedan, quizá, teó-


logos que no encuentran con claridad el límite entre lo que es
conocimiento de la realidad y lo que es saber acerca de la
Palabra de Dios. Que con humildad dejen a la ciencia que ha-
ble y que aprovechen sus avances para afinar las afirmaciones
teológicas y la exégesis bíblica. La historia del dogma del pe-
cado original es muy ilustrativa a este respecto. Fundándose
en él Pío XII,que se abría a la posibilidad de que el cuerpo hu-
mano fuera producto de evolución biológica, exigía que sólo
se hablara de monogenismo. La teoría del poligenismo, decía,
dejaría a un lado la afirmación de una única pareja inicial y
entonces ¿cómo explicar el pecado original? El proceder del
teólogo debe ser el contrario; dejar que la ciencia hable y to-
mar en cuenta sus datos para afinar la expresión de la doctri-
na. Son interesantes las palabras de Juan Pablo II en su discur-
so con motivo de la rehabilitación de Galileo:

Los teólogos tienen el deber de mantenerse habitualmente


informados acerca de las adquisiciones científicas para
examinar, cuando el caso lo requiera, si es oportuno o no
tomarlas en cuenta en su reflexión o realizar revisiones en
su enseñanza.27

Que esto no signifique, por parte del teólogo, ni inge-


nuidad científica ni sujeción de la fe a la verdad de la ciencia.
La ciencia, después de una época de creerse la conocedora in-
falible de la realidad, es ya la primera en ser humilde y se
sabe a sí misma en permanente avance y corrección. Volvien-
do al ejemplo de las dos posturas monogenismo-poligenismo,
ambas posibles científicamente, lo que la teología debe hacer
es suspender su juicio, por razones teológicas, a favor de una

27JUAN PABLO n, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias, sábado 31


de octubre de 1992.
22 GerardoAnaya Duarte, S.I.

o de otra y despojar de sus afinnaciones (igualmente en pro-


ceso de corrección y perfeccionamiento) todo lo que suponga
una con exclusión de otra. Es decir, debe delimitar más su
campo al terreno de la verdad revelada, que no puede, por
ello, ser objeto de las ciencias.

Pero, por desgracia, los hombres de la tcología no siem-


pre tienen respetuoso interés por los avances de la ciencia, lo
que en el terreno de la teología moral, por ejemplo, puede ser
escandalosamente grave. Bien dice Agustín Udías que:

La biología y la antropología pueden cuestionar posturas


[en el terreno de la moral] aceptadas tradicionalmente [...]
Es verdad que, como ya se ha dicho, las ciencias no pue-
den imponer los fundamentos de los principios éticos,
pero sí pueden hacer valiosas aportaciones a su desarro-
llo. Esto es verdad sobre todo en el complejo campo de la
bioética.28

Ya Galileo había señalado bien que "la teología tenía


que interpretar losdatos de la scienzay no al revés."29Esinte-
resante la opinión de un prestigiado psicólogo, en el ámbito
de su disciplina:

y si alguna vez la psicoterapia llega por su lado a probar


que el alma humana es lo que creemos que es, anima
naturaliterreligiosa, lo habrá conseguido únicamente ac-
tuando como scientianaturaliterirreligiosa,es decir, como

28UDíAS Vallina, op. cit., p. 37.


29Citado por PANIKKAR, Raimon, Pensamiento cienUficoy pensamiento cris-
tiano, Ed. Sal TemE, Santander, 1994, p. 31. Ver también lo que Juan
Martín Velasco dice de la lección que los conflictos han dejado para un
mejor entendimiento de la revelación y un mayor ahondamiento de la fe,
en, El malestar religiosode nuestra cultura, Ed. Paulinas, Madrid, 1993, p. 165.
r
Religión y Ciencia ¿Todavía en Conflicto? 23

ciencia no ligada a la religión por naturaleza,sino pura y


simplemente corno ciencia autónoma que es y quiere se-
guir siendo.30

JOFRANKL,Viktor E., La presencia ignorada de Dios, Ed. Herder, Barcelona,


lQ77,p. 85.
5. ¿La religión (o la filosofía) están más allá de
la ciencia?

El epígrafe que encabeza este escrito, del más insigne


propulsor del acercamiento de la ciencia y la fe, aunque por
caminos inéditos y todavía poco entendidos, pronostica un
futuro encuentro de la religión, la filosofía y la ciencia. ¿Cómo
entender esto? ¿Se contradice en esa afirmación lo que he sos-
tenido acerca de los campos diferentes de la fe y la ciencia?
No ciertamente.

Suele hablarse de que la investigación científica encon-


trará finalmente un límite en sus búsquedas y que ahí debe
dejar la palabra a la filosofía y/ o a la teología. De esta manera
se expresa, por ejemplo, Pío XIIen 1952:

...no hay, sin embargo, ninguna probabilidad de que ni si-


quiera el más genial investigador pueda nunca llegar a co-
nocer y menos aún a resolver todos los enigmas encerra-
dos en el universo físico. Estos piden, pues, e indican la
existencia de un Espíritu infinitamente superior, del Espí-
ritu divino, que crea, conserva, gobierna y, por cons~-
guiente, conoce y escruta, en una suprema intuición, hoy,
lo mismo que al alba del primer día de la creación, todo lo
que existe: "Spiritus Dei ferebatur super aquas" .31

Nada de eso. Con tal manera de ver todavía estamos,


sutilmente, en la postura del Dios tapa-agujeros. La ciencia

31Citado por ABELÉ, Jean, ¿El cristianismo se desinteresa de la ciencia?, Ed.


Casal i Val, Andorra, 1962, pp. 15-16.
26 Gerardo Anaya Duarte, S.I.

siempre podrá avanzar e intentar explicar la realidad hasta su


última pregunta. Lo que la historia nos enseña es que no po-
demos, desde la religión, imponer límites a la ciencia en su te-
rreno propio, ni mucho menos utilizar con este fin, como se
hizo muchas veces en el pasado, la autoridad eclesiástica.32

La ciencia no se puede topar con el acto creador; éste no


, pertenece a la realidad: "A veces se suele hablar de un primer
I instante del Mundo: ¡Expresiónfalsa y vana investigación! El
acto creador no se intercala en la cadena de antecedencias" ha
I dicho Teilhard de Chardin.33A la ciencia le toca responder a la
pregunta ¿qué es la realidad, cómo es la realidad? A la filoso-
fía y a la fe corresponde decimos por qué hay una realidad,
cuál es su sentido. Que no tema el científico proseguir su in-
dagación de los misterios del universo, de la vida o del hom-
bre y de su sociedad. Nunca, si es fiel a su objeto y a su méto-
I do, se topará con la puerta, cerrada para él, de algo que no le
corresponde decir.

I
I
Pero la ciencia es hecha por hombres y a los científicos,
precisamente por su creciente conocimiento del mundo y del
hombre en él, les puede brotar la inquietud de los por-qués y
11 de los para-qués, como ya he señalado más arriba; pueden
I ellos intentar respuestas, pero ya no lo harán como científicos,
sino como filósofos o como hombres de fe. Esto no se les pue-
.1

32VDfAS Vallina, op. cit., p. 10.


I 33TEILHARD DE CHARDIN, Pierre, "M¡ universo"(1924), en CienCÜly Cris-
I to, Ed. Taurus, Madrid, 1968, p. 100. Ver tembién la interesante opinión de
Langdon Gilkey, citada por Barbour, op. cit., p. 446, que señala que el pro-
blema de un principio del universo o del hombre es problema de la cien-
cia, que "el acontecimiento de la creación del qUé hablamos en teología no
es precisamente un acontecimiento inicial dentro de un primer momento
de tiempo, más bien nos está señalando la relación de todos los aconteci-
mientos con su fuente eterna."

-
Religión y Ciencia ¿Todavíaen Conflicto? 27

de prohibir, pero deberánserhumildes en susafirmaciones,


negándoles todo el valor que tienen derechoa exigir para las
conclusiones de sus investigacioneshechas con el debido rigo~
e inclinándose ante quienes las responden con el rigor de la fi-
losofía o de la teología, quienes, a su vez, deben tomar muy en
cuenta lo que el científicoles descubre, como ya lo señalé.

Por eso el padre Teilhardde Chardinhabla de tres sa-


beres que corren paralelos, pero en constante acercamiento
mutuo. Vale la pena repetir la cita, completándola con las si-
guientes frases:

Tal como sucede con los meridianos a medida que se acer-


can al polo, la Ciencia, la Filosofía y la Religión convergen
necesariamente al aproximarse al Todo. Convergen, digo
bien, aunque sin confundirse y sin cesar, hasta el fin, de
asediar lo Real desde ángulos y en planos diferentes.34

Lo Realde que habla es precisamente la realidad com-


pleta en cuanto percibida por el hombre, quien no puede en-
tenderse, y por esotampoco puede entender su mundo, como
un conjunto desconectadode partes. La realidad del mundo
estáahí para la permanente búsqueda de la ciencia, pero no es
ésta la que puede, aun en la más profunda interdisciplina
científica, damos la visión integrada de lo Real, empezando
porque éste es mayor que la realidad del mundo. Es necesaria
una interdisciplina más amplia, la que traspasa también nive-
les de conocimiento y no sólo límites disciplinares; ángulos y
planos diferentes, dice el padre Teilhard. Porque finalmente
no interesa al hombre el conocimiento científicoen sí, sino que
busca explicarse a sí mismo, en toda su hondura y su misterio,
como parte de una realidad que sólo es inteligible y explicable
en cuanto que es el hombre quien puede entenderla.
34 Cfr. nota 1.
28 Gerardo Annya Duarte, S.I.

Cuando, dentro de este Universo móvil en el cual acaba-


mos de despertamos, observamos las series temporales y
espaciales divergir y desenlazarse a nuestro alrededor y
hacia atrás, como las capas de un cono, quizá hagamos en-
tonces Ciencia pura. Pero cuando nos volvemos del lado
de la Cumbre, hacia la Totalidad y hacia el Futuro, nos re-
sulta también obligado el hacer Religión.

Religión y Ciencia: las dos caras o fases conjugadas de un


mismo acto de conocimiento, el único que puede abrazar,
para contemplarlos, medirlos y acabarlos, el Pasado y el
Futuro de la Evolución.35

Señalo de paso que no nos es posible olvidamos de la


filosofía en nuestra inquisición sobre lo que relaciona, separa
u opone religión y ciencia. Ella es la mediación indispensable
entre ambas. Y nos deberá seguir acompañando hasta el final
I de nuestro esbozo. "Científicos y teólogos han intentado, por
.,
lo general, relacionar directamente la ciencia con la religión,
.
. descuidando la contribución que la filosofía puede aportar
para el esclarecimiento de temas discutidos".36

De diversas maneras la filosofía establece su función


mediadora entre la ciencia y la religión o la teología. Lo hace
por medio de la epistemología, que fundamenta la filosofía
de la ciencia y permite establecer correctamente el objeto de
las ciencias y su método propio y así deslindar el trabajo de la
teología con su objeto y su método. Pero sobre todo es la me-
tafísica la que permite hallar el terreno sólido para dar una vi-
sión del mundo y señalar el entrelaza miento orgánico que

35 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre, El Fenómenohumano (1940), Ed.


Taurus, Madrid, 19715,pp. 344-345.
36BARBOUR, op.cit., p. 25. El autor añade que por su parte los filósofos suelen
estar alejados y ajenos al trabajo de la ciencia, e incluso del de la teología.

--
Religión y Ciencia ¿Todavía en Conflicto? 29

guardan entre sí los ámbitos de la ciencia y de la religión. Una


verdadera cosmovisión, asunto del que vamos en seguida a
ocupamos, supone una metafísica (que se apoya en una filo-
sofía de la naturaleza, o corre el riesgo de carecer de relación
con la realidad del mundo), y derivadas de ella una filosofía
del hombre y una filosofía de Dios.

Un problema que a este respecto no podemos soslayar,


pero que no corresponde a este ensayo tratado, es el del dios
de la filosofía. Desde Platón y Aristóteles, pasando por San
Anselmo, Santo Tomás, Descartes y Leibniz, la filosofía ha
afirmado innumerables veces la realidad de un ser supremo
trascendente e infinito. También es cierto que esa afirmación
no siempre ha coincidido con el Dios de las religiones y ha
dado origen a corrientes deístas que tendían a suplidas. Clara-
mente estamos fuera, en este trabajo, de toda "religión" deísta.

El mismo padre Teilhard de Chardin tiene su camino,


filosofando sobre el dato científico, para afirmar a Dios.37Pero
cuando identifica el omega de la evolución natural con Jesu-
cristo, el Omega cristiano, no lo hace corno quien obtiene una
conclusión científica, sin apoyado en su fe, que encuentra
compatible con los datos científicos, ya que nos hace ver de
qué manera tan extraordinaria el Cristo de san Pablo y de san
Juan, finalmente el Jesús de los evangelios, coincide con lo
que el dato científico exige como coronación natural del gi-
gantesco proceso de cosmogénesis.

Volvamos a nuestro tema de la unidad con la que el


hombre entiende y experimenta toda su realidad. Quizá es

37 Cfr. SOLACES, Bruno de, "les preuves teilhardiennes de Dieu", en


VV.AA., L'homme devant Dieu, Éd. Aubier, París, 1964, Tomo 11I,pp. 125 ss.
30 Gerardo Anaya Duarte, S.f.

precisamente la filosofía lo que más nos ayuda a impedir la


consideración compartimentada de las ciencias entre sí o de
éstas y la religión, porque ella reflexiona tanto sobre la
epistemología científica, como sobre el hombre y su posibili-
dad para acceder a la trascendencia así como también sobre la
trascendencia misma. Ella nos indica varias cosas: que es en el
hombre, y no sólo intelectualmente, que entran en contacto
ciencias y religión, pues fuera de él son mutuamente descono-
cidas. La filosofía nos dice que es en referencia a la existencia
misma del hombre que se relacionan ciencia y religión; esta
existencia supone una cosmovisión, una cultura, unos valores,
una orientación ética de la cultura. De estos temas paso a tratar.
6. La ciencia en una cosmovisión cristiana

Entiendo de una manera general por cosmovisión "la


visión unitaria del universo";38o "la vivencia de la realidad
que es propia de cada cultura; el hor~onte donde, más o me-
nos instintiva mente se sitúen todas las percepciones huma-
nas, de manera que, ahí situadas, tengan un cierto sentido o
sean, en cierta manera inteligibles."39Más en concreto, consi-
dero que toda cosmovisión parte del supuesto de que la con-
ciencia del hombre tiende a unificar la visión del todo;40se
trata, por lo tanto, de una construcción de la conciencia. Esta
construcción la tiene toda persona aunque sea de manera in-
consciente, y en sus distintas respuestas a la realidad que la
rodea parte de esa cosmovisión implícita. Es claro, sin embar-
go, que en muchos casos simplemente se absorbe sin cuestio-
narniento la cosmovisión socialmente aceptada y sólo se mo-
difica en detalles poco significativos.

Pero a lo largo de la historia ha habido pensadores que


no sólo han explicitado una cosmovisión, sino que han dota-
do a ésta de originalidad, más allá de las cosmovisiones en
uso. Platón es quizá el mejor ejemplo de la antigüedad a este
respecto. Cosmovisiones importantes de la época moderna
son las de Hegel y Marx, cada una con los respectivos aciertos
y las correspondientes fallas de sus sistemas filosóficos.

38 PANIKKAR, Raimon, "La visión cosmoteándrica: el sentido emergente


del tercer milenio», en Selecciones de Teología, 32, 125 (1993), p. 68.
39 Id., Pensamiento científico y pensamiento cristiano, cit. p. 9.
40 Id., "La visión cosmoteándrica...", cit., p. 69.
32 Gerardo Arulya Duarte, S.f.

¿Ha habido cosmovisiones cristianas? ¿Es válido que


las haya, sin desvirtuar el cristianismo mismo? La primera
pregunta es respondida en general con una afirmación. Lach~-
dad de Diosde San Agustín es, quizá, la más destacada y más
perfilada. Pero en la obra de Santo Tomás de Aquino pode-
mos encontrar una verdadera cosmovisión. Para Panikkar, el
autor que recién he citado, la Divina Comediadel Dante fue la
última cosmovisión cristiana.41Personalmente no lo creo, ya
que a la cosmovisión del padre Teilhard de Chardin (que es
cosmovisión nadie lo dudará) se le puede asignar el adjetivo
de cristiana.

Pero, yendo a la segunda cuestión, ¿puede derivarse de


la fe cristiana una cosmovisión? ¿No se ha tratado de ilícitas
I~ transposiciones que traicionarían al evangelio al intentar fijar-
'1
lo en una cierta y única visión del universo? Yocreo que sí se
puede, dejando sentado que no podemos pretender hablar de
la cosmovisión cristiana, pero sí de cosmovisiones cristianas.
Precisamente en una cosmovisión que se inspire en la fe evan-
gélica podemos encontrar las claves fundamentales para res-
ponder a cuestiones como la que nos ocupa de la relación de
la religión con la ciencia. Es bien sabido que un pensamiento
religioso puede generar valores, que a su vez influyen en las
, culturas. Muy claramente esto ha sucedido y sucede con la fe
cristiana. No es aquí el lugar para extenderse en el siempre
I
inquietante tema de los valores cristianos; simplemente reco-
nozco que existen, aun cuando los vayamos descubriendo
I
poco a poco, quizá penosamente y en el ámbito de circunstan-
cias históricas concretas.
I

Parece que nos hemos alejado mucho de nuestro tema,


I
I
pero no es así. Puesto que una cosmovisión es una visión uni-

I 41 Id., Pensamiento científico..., cit., p. 17.

-
Religión y Ciencia ¿Todavía en Conflicto? 33

ficada del universo, que pretende llegar a los por-qué y para-


qués de ese universo, que interroga desde el hombre por las
relaciones de este hombre con el cosmos y con Dios, será una
cosmovisión la que nos determine mejor, más allá de cuestio-
nes de límites de zonas de conocimiento, la vinculación orgá-
nica de la ciencia con la fe.

Desde mi punto de vista sólo la cosmovisión de


Teilhard de Chardin reúne, de entre las cosmovisiones cristia-
nas, tales características. En ella se entrelazan armoniosamen-
te los niveles del mundo material que nos rodea, que estudia
la ciencia, y el "punto omega", que coincide con el Dios de las
religiones, estudiado por la teología y hecho experiencia en la
religión y en la mística. El lazo de unión se encuentra en el
hombre mismo; y, en la perspectiva cristiana, de entre los
hombres en Cristo mismo, el Jesús de la historia.

La conciencia del hombre es una conciencia que pudié-


ramos denominar con Panikkar42de tres niveles; el que nos
relaciona con y nos ubica en el cosmos; el que se refiere a lo
específicamente humano y el que nos abre a la trascendencia
de Dios. La ciencia, por una parte; la teología, la religión y la
mística, por otra; contribuyen a esa conciencia de totalidad.
Parafraseando a Einstein podemos decir que sin la ciencia
nuestra conciencia (unificadora de toda la realidad) es ciega;
sin la religión es coja.43Entendemos a nosotros mismos en

42 Cfr. PANIKKAR,"La visión cosmoteándrica...", cit. p. 66. La palabra


"cosmoteándrica"que aparece en el título mismo es la que el autor acuña
para expresar esos tres niveles unificados en una única visión. A lo largo
de su artículo se transparenta la cosmovisión del padre Teilhard de
Chardin, que no es mencionado. Difícilmente puedo creer que el autor no
conozca su pensamiento, en todo caso esta palabra, y la idea que pretende
expresar, es central en la cosmovisión teilhardiana.
43 Es conocida la expresión de Einstein: "la ciencia sin la religión es coja, la
34 Gerardo Anaya Duarte, 5.1.

nuestro misterio y, en nuestra autocomprensión entender la


Totalidad, es tarea conjunta de ciencia y religión, con la filoso-
fía siempre mediando, especialmente por la metafísica, base
(aunque generalmente oculta y silenciosa) de cualquier cos-
movisión, corno ya señalé.

En toda cosmovisión los diversos elementos están, no


sólo orgánicamente entrelazados, sino también jerarquizados.
En Hegel todo se subordina a la idea absoluta. En Marx, a lo
económico (el acto de producción). En una cosmovisión cris-
tiana, es el Dios trascendente, que se hace inmanente en la na-
turaleza, la historia y destacadamente en el hombre Jesús,
prototipo de todo hombre, el punto nuclear organizador al
que se subordinan todos los elementos de la Totalidad. Así
pues, sin perder su autonomía, ni su importancia, la ciencia
queda subordinada al hombre, y éste en cuanto lugar de la
máxima apertura a la trascendencia. Toda ciencia que se
autoconsidere fin en sí misma es una ciencia errada. Este fue,
entre otros aspectos, unos de los errores de la soberbia cientí-
fica del pasado siglo. En el nuestro la ciencia se ha vuelto mu-
cho más humilde y no sólo porque conforme alvanza más,
más descubre su limitación, sino porque más y más se va re-
conociendo servidora del hombre:

Pero, ante todo, la ciencia manifiesta que el mundo está


referido al hombre, y por ello se revela a sí misma como
actividad referida al hombre, cuando sus resultados se
aplican para hacer útiles al hombre, el mundo y sus cosas,
en una forma nueva.44

religión sin la ciencia es ciega"y está recogida en Concepciones científicas,


morales y socialesque reúne textos diversos de Einstein. Está en la p. 29 de
la edición francesa (Paris, 1952) y la encuentro citada en ABELÉ, Jean, ¿El
cristianismo se desinteresade la ciencia?,Ed. Casal i Val, Andorra, 1962, p. 94.
44 SEMMELROTH, Otto, El mundo como creaci6n.Entre fe y ciencia, Ed. Razón

y Fe, Madrid, 1963, p. 25.


7. La ética de la ciencia

La ciencia tiene, pues, un para-qué. Como señalé, en el


pasado siglo se llenó de soberbia y pareció que lo era todo
para el porvenir feliz del hombre en la tierra. Además se pro-
clamó autónoma de todo sistema filosóficoy de todo juicio de
valor. También ahora sabemos que esto no es del todo exacto.
También la ciencia está envuelta en el mundo de los valores.
La ciencia se ha movido también por intereses e ideologías,
incluso las ciencias de la naturaleza. El científico ha sido mu-
chas veces instrumento (quizá inconsciente) de intereses eco-
nómicos o políticos. También de intereses religiosos. Galileo
lo experimentó, y no sólo por su choque con la Iglesia. "Sólo
una postura ingenua, heredada del pasado, puede sostener
hoy una pretendida neutralidad ética de la ciencia" dice
Udías Vallina,45y más adelante añade que...

la ciencia núsma, por lo tanto, está necesitada de las nor-


mas éticas que provienen del pensanúento y la inspiración
religiosa. Como afirmó Juan Pablo 11,"es un escándalo de
nuestro tiempo que muchos investigadores estén dedica-
dos a perfeccionar nuevas armas de guerra". Por el con-
trario, el científico se debe sentir impelido a esforzarse
para que "los grandes problemas del hombre moderno
-desarrollo, hambre en el mundo, justicia, paz, dignidad
para todos- seanconfrontadoscon competenciay eficacia".46

45UOtAS Vallina, op cit., p. 19.


46 Id., p. 22. La cita de Juan Pablo 11proviene de su discurso en la Universi-
dad Complutense de Madrid, 1982.Vertambién la p. 36 en la misma obra
de Udías Vallina.
36 Gerardo Anaya Duarte, 51.

Es cierto que, sobre todo ya en este siglo, los científicos


han sobresalido por su honestidad. Sin embargo la ciencia po-
sibilitó la bomba atómica, para poner solamente un caso.

Sueledecirse que es la tecnología la que estáurgida de


una ética que la oriente (lo que es cierto) y no la ciencia. Pero
¿esposible distinguir netamente ciencia y tecnología? No es
fácil hacer esadistinción. El científico trabaja mucho en fun-
ción de la tecnología, cuando no la ciencia es hecha en la ac-
ción de hacer tecnología. Los avances en la biogenética y su
aplicación en la determinación de la vida humana no son fá-
cilmente separables.La experimentación misma en estecam-
po tiene muy serios problemas éticos. Udías Vallina habla de
que la "separación entre ciencia y sus aplicaciones tecnológi-
cas se ha ido haciendo cada vez más borrosa."47 En el ámbito
de las ciencias del hombre y de la sociedad, el problema de la
ética de la ciencia es aún más evidente. La Doctrina Social
Cristiana no sólo señala la dignidad de la persona y la exigen-
cia para ella de una sociedad solidaria y justa, sino que exige
a sociólogos, politólogos y economistasa encaminar su traba-
jo científico para ayudar a solucionar los problemas existentes
y no para que de sus resultados se beneficien minorías o se
establezcan estructuras inhumanas. Ya transcribí líneas arriba
palabras de Juan Pablo TIa este respecto y me permito aportar
otro texto suyo:

La ciencia, como consecuencia de las opciones políticas


que deciden su dirección de investigación y sus aplicacio-
nes, se usa a menudo contra su significado original, la
promoción de la persona humana. Se hace pues necesario
recuperar por parte de todos la conciencia de la primacía
de los valores morales, que son los valores de la persona

47 VOtAS Vallina, op. cit., p. 4.

.L
Religión y Ciencia ¿Todavía en Conflicto? 37

humana en cuanto tal. Volvera comprender el sentido úl-


timo de la vida y de sus valores fundamentales es el gran e
importante cometido que se impone hoy día para la reno-
vación de la sociedad. Sólo la concienciade la primacía de
éstos permite un uso de la inmensas posibilidades, pues-
tas en manos del hombre por la ciencia;un uso verdadera-
mente orientado como fin a la promoción de la persona
humana en toda su verdad, en su libertad y dignidad. La
ciencia está llamada a ser aliada de la sabiduría.48

La fe religiosa es fuente, juntamente con la antropología


filosófica, de valores que a su vez generan normas éticas. En
la perspectiva de una cosmovisión, postura en la que me he
colocado, y habiendo concluido en ella que la ciencia tiene un
para-qué, es necesario coincidir con Einstein en que la ciencia
necesita de la religión para orientarse, para no ser coja.49Po-
dríamos decir que ella, la ciencia, tiene como ley fundamental
la de apoyar a la persona para que sea más persona, a enri-
quecer la sociedad en que vive, a liberarla de esclavitudes de
modo que pueda ser más consciente y más libre, etcétera; y,
como aspecto más alto de esa ley, el de permitirle abrirse a la
contemplación de Dios al señalar, por una parte, que la reali-
dad que investiga cuidadosamente no es adorable, pero que,
por otra parte, en ella está la.huella del verdadero Dios.

Por supuesto está el aspecto negativo de la ley ética de


la ciencia: no contribuyas a disminuir al hombre; no contribu-
yas a alejarlo del obrar en el amor; no provoques la desunión;
no te hagas cómplice de la adoración del dinero, la sensuali-
dad o el poder.

48Familiaris Consortio, # 8.
49 Cfr. nota 43.
38 Gerardo Anaya Duarte, S.I.

¿La ciencia? ¿o los hombres de la ciencia? Evidentemen-


te que estos, pero la ciencia no es sino una actividad del hom-
bre. No se debe separar la ética por la que el científico rija su
vida, en cuanto vida humana, del quehacer estrictamente
científico que desempeña. No creo que sea tan cierto decir
que, superadas las discriminaciones que sufrían los científi-
cos creyentes por parte de los científicos no creyentes, ahora
puedan unos y otros contribuir por igual al avance de la cien-
cia. Se espera que el creyente, por muchas razones que se tras-
lucen en lo que llevo dicho, esté más comprometido en una
ciencia para el hombre.
-
8. Cultura científica y religión I

Queda aún por hablar del "espíritu" cientificista de la


modernidad y su contraparte en la postmodernidad, tal como
existe en el hombre de la calle.

La modernidad suele ser definida por dos elementos


que corresponden precisamente a los dos ámbitos que son ob-
jeto de este estudio. Por una parte la modernidad es la época
del triunfo de la racionalidad y de la visión optimista del
mundo propia del dominio del hombre a través de la ciencia.
Por otra parte es también la época caracterizada por un proce-
so de secularización. Es muy frecuente, además, encontrar un
nexo causal entre ambas características: la secularización se-
ria una consecuencia de la racionalidad científica. Según esto,
hubiera sido la ciencia la que despojara al hombre moderno
de la fe religiosa en Dios.

Esto hubiera sido preparado por la ilustración y su re-


duccióndeísta de Diosa un deusotiosusy hechorealidadtotal
por el positivismo que llegó a constituir, por obra de su pro-
pio fundador, Comte, una religión de la ciencia. Es de honesti-
dad elemental reconocer que en tal realidad no fueron los
científicos principalmente, y casi de ninguna manera, quienes
arrojaran a Dios del modo de ser moderno;5°esto fue sobre
todo obra de filósofos y pensadores. Pero a lo que sí contribu-

soCfr. EYMIEU, Antonin, Los creyentes y los progresos de la ciencia, Ed. Jus,
México, 1949.
40 Gerardo Anaya Duarte, S.I.

yeron unos y otros fue a dar a la manera de pensar del hom-


bre moderno las características tan agudas de racionalidad y
de fragmentación que son propias del positivismo.

A esta racionalidad no escapó ni el pensamiento religio-


so, especialmente en el ámbito protestante, pero, más sutil-
mente, también alcanzó al pensamiento católico, y se tradujo
en relativización de la fe (y casi racionalización de ella), apego
a las fórmulas, declive de la mística, ética formalista, etcéte-
ra.slTambién tuvo sus ventajas, por ejemplo la aplicación mu-
cho más científica del trabajo de la exégesis. Pero dio origen a
la perniciosa separación de 10religioso de toda otra realidad
de la vida personal, aun alcanzando incongruencias que ra-
yan en la esquizofrenia y que ahora nos son difíciles de enten-
der. El hombre de hoy ha crecido y ya no acepta tan fácilmen-
te incongruencias en su realidad existenciat pero la parte que
ha salido perdiendo en él ha sido generalmente la religiosa,
máxime que la reducción de ésta al ámbito de 10privado faci-
lita el proceso.

Simplificando mucho podemos decir que el hombre de


hoy (especialmente en los países de la esfera cristianat forma-
do fuertemente por el espíritu científico,se caracteriza por la

51 Un ejemplo de esta racionalización es el "modernismo", que el Diccionario


de religionesde Royston Pike, en su adaptación castellana, describe así:
"Movimiento o tendencia del cristianismo hacia la reinterpretación y re-
afirmación de las creencias y doctrinas tradicionales, de acuerdo con los
hallazgos de la exégesis y de las investigaciones históricas más recientes.
El "modemismo"nació en la Iglesia católica a fines del siglo pasado, du-
rante el pontificado de León XIII, como una manifestación del
racionalismo. En 1907,Pío Xcondenó en la encíclicaPascendilas doctrinas
modernistas [...] Tyrrell [una de las principales cabezas] definía así al
¡ modernista: un hombre que cree en la posibilidad de una síntesis entre los
dogmas de su religión y las verdades de la ciencia moderna", Fondo de
Cultura Económica,México,19962,p. 323.
I

i
Religióny Ciencia¿Todavíaen Conflicto? 41

tendencia a fundar toda verdad sólo en la razón, 10que a su


vez proviene de una desmesurada fe en los alcances de la
ciencia; por un materialismo práctico fomentado por la tecno-
logía, derivación natural de la ciencia; por el pragmatismo
que de ahí brota; por valorar con criterios inmediatistas el éxi-
to de las acciones; en fin, por una vida cosificada. En un am-
biente como éste, tiene poca cabida una auténtica actitud reli-
giosa, a menos que se trate de una pseudo religión utilitaria
reservada a tranquilizar los impulsos innatl.>sde algo más,
como se puede ver en algunos ámbitos neoconservadores.
Desaf.ortunadamente las confesiones cristianas, como conse-
cuencia de todo este proceso histórico, todavía no han conse-
guido dar respuestasadecuadasal hombre moderno,o fueron
víctimas ellas mismas de la modernidad con su exceso de ra-
cionalidad y su secularismo, o quedaron al margen de la vida
humana intramundana.

Quienes crecimos y nos formamos cristianamente antes


del Concilio Vaticano II podemos ahora reconocer la baja cali-
dad de la vida cristiana que entonces practicábamos. Una reli-
giosidad despegada de este mundo al que sólo se miraba a
través de una moral más de prohibición que de compromiso.
Por una parte se seguía teniendo sospecha del avance de la
ciencia, pero, por otra, la religión se había esclerotizado, pre-
cisamente por un aspecto del espíritu científico, porque había
caído en su trampa. Si bien unos pudimos superar tal forma
de religión y encontramos en el Concilio Vaticano II y en lo
que alrededor de él se dio un ya indispensable aire nuevo,
otros acabaron abandonando la fe y cayendo, primero en un
ateísmo práctico, y luego en un indiferentismo religioso in-
édito hasta ahora en la historia del hombre.

Pero, se podría argumentar, la modernidad ha entrado


en crisis, precisamente cuestionando la racionalidad, porque
42 GerardoAnayaDuarte, 5.1.

se empieza a descubrir que ella no ha cumplido sus promesas


de bienestar y progreso para todos. La postrnodernidad ha
aparecido y amenaza con dejar pronto en el pasado al espíritu
moderno con sus riquezas y sus deficiencias.

Personalmente creo que de ninguna manera encontrará


por ahí la humanidad una salida que permita, entre otras co-
sas, asegurar que el hombre de la calle reencuentre una reli-
gión auténtica. Ciertamente la postrnodernidad nos da bue-
nas lecciones que no debemos dejar pasar: regreso al sentido
del misterio, revaloración de los signos y de las realidades
materiales, más espontaneidad en la expresión personal, etcé-
tera. Pero no podemos ocultar que no resulta un camino apto
para construir un ambiente religioso que respete la autono-
mía de la ciencia y de la racionalidad en general, pero que no
se deje marginar o absorber por el espíritu cientificista. Pri-
mero porque la postmodernidad, por ser precisamente un
movimientode reacción,nosesaledelosmarcosmodernos. La
postrnodernidad no es sino el negativo de la modernidad. Al
racionalismo opondrá un antiracionalismo, pero no una
relativización de la razón; a la fragmentación positivista res-
ponderá sólo con una confusa mezcla de cualquier cosa y no
con una visión unificada del cosmos, del hombre y de Dios;
ante el espíritu científico propondrá solamente una
pseudociencia acomodada al sentimiento individual; a los
impulsosde algomásdará las másambiguasrespuestasdesde
el ámbito del ocultismo, la astrología o cualquier cosa pareci-
da, pero no una auténtica mística, que necesita de la razón
para poder descubrir verdades que están más allá de ella; no
encontraremos una religión de exigencia ante la miseria y el
dolor, de sentido integral de la vida y de esperanza en un más
allá que también sea un aquí, sino sólo confusas creencias
!
para satisfacciones individualistas, pragmáticas e inmedia-
I

1
Religión y CienCÚl¿TodavíaenConflicto? 43

tistas.52El hombre postmoderno sólo exacerba las característi-


cas del hombre moderno que arriba ennumeré.

Pero, además, la modernidad no desaparecerá por este


camino. La ciencia no se acabará; la exigencia de orden social
o de racionalidad económica no retrocederá. La postmoderni-
dad, puesto que es una reacción, será efímera y sólo contri-
buirá, al destacar los errores ciertos del pasado, a una crisis
necesaria para que el hombre pueda dar un paso más en el
avance positivo de la humanidad.

El verdadero camino para esto, me parece, sólo puede


provenir precisamente de una auténtica mística religiosa y de
una ciencia comprometida con el hombre. Es decir, de una re-
ligión comprometida aún más con este mundo. "No ya sola-
mente una religión de los individuos y del Cielo, sino una re-
ligión de la Humanidad y de la Tierra: esto es lo que espera-
mos, como un oxígeno indispensable, en este momento."53

La palabra mística podría inducir a engaño. Místicas


hay muchas. Cada religión tiene la suya, y comparte sus ca-
racterísticas. Hay también místicas no religiosas. Hay místi-
cas de evasión (con respecto a este mundo); las hay de
inmersión en la realidad. Las hay de unión con un ser supre-
mo, pero también las que sólo buscan traspasar umbrales de
la conciencia en viaje hacia adentro de la persona. Por supues-
to aquí hablo de la mística cristiana y la defino con
Tresmontant como una forma de conocimiento, pero cuyo ob-

52 El movimiento llamado New Age parece ser la expresión (pseudo) religio-


sa de la postmodernidad. En él cabe todo y de la manera más fácil. Ver a
este respecto: Cardenal DANNEELS, Godfried, Cristo o Acuario. Carta
pastoral de Navidad (1990).
53TEILHARD DE CHARDIN, Pierre, "El gusto de vivir"(1950), en La activa-
ción de la energía, Ed. Taurus, Madrid, 19672.
44 Gerardo Anaya Duarte, 5.1.

jeto no es la realidad del mundo, sino "la causa de la creación,


de su principio, de su razón de ser, de su sentido, de su último
fin;es el conocimientodel alphay del omegade la creación."54
No puedo aquí extenderme más sobre ella, pero no dejo de
señalar que no se trata de algo para algunos hombres o muje-
res especialmente favorecidos por Dios, sino de algo al alcan-
ce de toda persona humana.

Ciencias de la realidad del mundo y ciencia mística; he


ahí el camino por el que la conciencia puede tener una visión
unificada de la totalidad. La filosofíasigue apareciendo como
mediación que entrelaza ambos conocimientos, pero ella mis-
ma no es portadora de soluciones originales para el hombre
del futuro. El pensamiento filosófico,sin negar las intuiciones
geniales de los grandes pensadores, brota de una honesta re-
lación con la naturaleza (terreno de la ciencia)o de la experien-
cia religiosa del hombre. O de ambas cosas simultáneamente.55

Pierre Teilhard de Chardin vio claramente el problema


de la mutua imbricación de ciencia y fe:

Nuestra generación y las dos precedentes no han oído ha-


blar casi más que de un conflicto entre Fe y Ciencia. [...]
Ahora bien: a medida que la tensión va prolongándose,
parece ser que el conflicto debe resolverse visiblemente
bajo una forma de equilibrio muy diferente; no por elimi-

54 TRESMONTANT,Claude, La m(sticacristianay el porvenirdel hombre,Ed.


Herder, Barcelona, 1980, p. 11.
55 Respecto a la importancia de la cienciacomo punto de partida para la filo-
sofía, Claude Tresmontant dice: "Pero la cuestión radica entonces, como
siempre, en saber de qué modo hay que filosofar y razonar: ¿a partir de lo
que nos ofrece la experiencia o bien a partir de una serie de imaginaciones
que ningún físico podría explicar ni hacer inteligibles actualmente, aun-
que solamente fuera a título de meras hipótesis?", Ciencias del universo y
problemas metafísicos, Ed. Herder, Barcelona, 1978, p. 60.
Religióny Ciencia¿Todavíaen Conflicto? 45

nación, ni por dualidad, sino por síntesis. Después de casi


dos siglos de luchas apasionadas, ni la Ciencia ni la Fe pu-
dieron llegar a disminuirse mutuamente; por el contrario,
se hace bien manifiesto ahora que no podrían desarrollar-
se normalmente la una sin la otra, y ello por la simple ra-
zón de que ambas están animadas por una misma vida.
En efecto, ni en su impulso ni en sus construcciones, la
Ciencia no puede traspasar sus propios límites sin colo-
rearse de mística y cargarse de Fe.56

Para crecer más y entender mejor al hombre de hoy y


sus aspiraciones, la fe y la teología necesitan de la ciencia. Y
ésta, para ubicarse correctamente en una visión complexiva,
necesita de la fe.

Termino estas ideas reforzando mi voto a favor de la


mística corno único camino para que el hombre salga de su
actual crisis y crezca más corno ser unificado libre y conscien-
te. Hace más de 450 años Ignacio de Loyola tuvo un~ fuerte
experiencia mística a orillas del río Cardoner que lo dejó mar-
cado para toda la vida.

Estando allí sentado -dice el santo en su autobiografía-,


se le empezaron a abrir los ojos del entendimiento; y no
que viese alguna visión, sino entendiendo y conociendo
muchas cosas, tanto de cosas espirituales como de cosas
de la fe y de las letras;57y esto con una ilustración tan
grande, que le parecían todas las cosas nuevas.58

Es muy probable que el origen remoto de !a Contempla-


ciónparaalcanzaramor,piezaquecierralos EjerciciosEspirituales,

56 TEILHARD DE CHARDIN, Pierre, El Fenómeno humano, op. cit., p. 343.


" En el siglo XVI el conocimiento
de las letrasequivalía a lo que ahora sencilla-
mente llamamosciencia,es decir,su visiónmísticafueuna cosmovisiónmística.
58Autobiografía, 30.
46 Gerardo Anaya Duarte, S.I.

se encuentre en esa experiencia del Cardoner. Esta contem-


plación nos ofrece, a mi entender, una respuesta fundamental
al problema que en este ensayo he desarrollado. Tomo como
ejemplo el tercer punto de la contemplación (pero lo mismo se
puede encontrar de una u otra forma en los otros tres) que
dice así:

Considerar cómo Dios trabaja y labora por mí en todas co-


sas criadas sobre la haz de la tierra, id est, habet se ad
modum laborantis. Así como en los cielos, elementos, plan-
tas, fructos, ganados, etc. dando ser, conservando,
vejetando y sensando, etc.S9

El místico descubre a Dios inmanente en la realidad; ac-


tivo para poner toda ella al servicio del hombre. No da con
eso ninguna respuesta al científico que busca el origen natu-
ral y la constitución de tal realidad, ni expresa el trabajo del
tecnólogo que, tomando materia prima de la naturaleza, pone
a ésta al servicio de la humanidad. Pero señala la unidad de
acción y de visión de las que es sujeto y centro el hombre.
Desde la visión mística, la ciencia y la técnica adquieren para
el hombre y su conciencia cosmoteándrica,60una mayor rele-
vancia que la que su antiguo orgullo propio les atribuía.

Desgraciadamente la racionalización de la fe y de su
ciencia, la teología, que ya señalé como consecuencia del espí-
ritu científico, han dejado a la mística en un papel insignifi-
cante junto a la teología dogmática, tan enormemente
conceptualizada, y junto a la moral legalista de los últimos si-
glos. El futuro del hombre, incluido el de la fe, depende de la
mística: una mística de unificación del mundo, no de huida
de él, como lo es la verdadera mística cristiana.

59 Ejercicios Espirituales, 236.


60Vuelvo a tomar prestado el término de R. Panikkar, cfr. nota 42.
APÉNDICE 1

El problema de la acción de Dios


en la realidad del mundo.

Un problema entre ciencia y religión, que no suele ser


mencionado como tal, es el que se deriva de la adopción, por
parte de la teología, de un lenguaje que ha tenido en sus acep-
ciones ordinarias cambios históricos. Más adelante, ya en la
época moderna, esto llegó a producir conceptualizaciones
teológicas que se habían contaminado fuertemente del ámbi-
to de las ciencias e incluso una visión teológica que cosificaba
las realidades del ámbito de la fe. Así se explica la dificultad
en expresar adecuadamente las diferencias y relaciones entre
naturaleza y gracia, o en entender mejor la presencia real de
Jesucristo en la Eucaristía. Igualmente creo encontrar ahí los
problemas de entender adecuadamente la obra creadora de
Dios y de distinguirla de 10correspondiente al origen del uni-
verso y a la realidad del cosmos en evolución.

Ya antes, en el texto, aclaré que la ciencia nunca se va a


topar con un acto creador divino. Ahora quiero abundar en 10
que suele llamarse ProvidenciadeDios,y que prefiero designar
como la accióncreadoracontinuade Dios, para abarcar 10que
suele imaginarse como un acto creador origina1.61

Primero que nada señalo que tal acto creador original es


difícil de sostener, pues nos remite a la categoría de tiempo,
categoría que pertenece a la realidad del mundo y, por 10 tan-

61 Cfr. para este tema ACUILAR Sahagún, Luis Armando, ¿Un universo sin
creador? , México, Libr. Parroquial de Clavería, 1991.
48 GerardoAnaya Duarte, S.I.

to, al ámbito de las ciencias y de la razón. Ciertamente la ra-


zón es capaz de afirmar un agente externo al mundo que ex-
plique su existencia, es decir, puede plantearse la pregunta
"¿por qué existe el mundo?" y responder que no puede existir
por sí mismo; puede llegar, pues, a postular la acción creado-
ra divina y esto sin salirse de su preguntar por el mundo.62La
fe nos habla del Dios creador y del sentido que en él tiene
nuestro mundo. En todo esto no es necesario afirmar ese acto
creador original; más aún, tanto a la fe corno a la razón dicha
afirmación les presenta más dificultades que ayudas. Un
"momento" inicial del universo, si se dio, es una pregunta
para la ciencia. La fe queda más clara si hablamos de un Dios
que crea globalmente y de las formas de inmanencia que tiene
en el mundo creado por él.

Preferible, en todo caso (aunque todavía tiene connota-


ciones temporales, pero más explicables por la inmanencia
antes aludida), es hablar de creación continuada de Dios. Así
quedan zanjadas algunas dificultades que todavía podría te-
ner para el teólogo la teoría de la evolución del cosmos. El
problema, sin embargo, está en cómo entender esta acción; es
decir, cómo en los mecanismos naturales está presente tam-
bién la acción divina. La teología escolástica profundizó este
asunto hablando de causa primera y causas segundas. Tal
enfoque ya no nos convence,pues pareceestablecerun víncu-
lo directo entre ambas al colocarlas aparentemente en un mis-
mo plano.

En realidad las potencias activas de Dios no están objeti-


vamente frente a las de la creación. La acción de Dios no
permanece extrínseca a la creación, corno cuando dos

62 Cfr. KNAUER, Peter, op.cit., pp. 28 ss.


I

Religión y Ciencia ¿Todavía en Conflicto? 49

hombres unen su actuación o bien la potencia activa de


dos máquinas se acumula, de manera que el afecto es cier-
tamente común a las dos, pero, sin embargo, las fuerzas
aplicadas permanecen separadas. El llamado cooperar de
Dios con las fuerzas de la creación que existe y se desarro-
lla no está aliado de estas fuerzas desarrolladoras, sino
que las penetra, fundándolas en su ser.63

Mejor hablar de dos causalidades de tipo totalmente di-


ferente. Por un lado la acción eterna (y por ello pennanente)
por la que el ser de todas las cosas encuentra su indispensable
fundamento y razón. Estas cosas, por su parte, tienen su com-
portamiento específico que la ciencia investiga y trata de ex-
presar en leyes. La acción de Dios es, mutatis mutandis,seme-
jante a la inspiración del artista que no causalos movimientos
de éste al ejecutar su obra, pero que sin embargo está presente
y les da sentido. No son dos fuerzas, una junto a otra o una
detrás de otra, sino que, por ser de orden diferente, una está
en otra, sin manipulada, sino fundamentándola. En toda la
realidad del mundo está presente la mano de Dios (tradicio-
nalmente se la llamaba Providencia, sobre todo cuando la ac-
ción creadora sólo se pensaba como de algo único aborigine)y
en toda la realidad del mundo están presentes los dinamis-
mos propios de él, cognosci~les por la razón.

Tampoco, por lo tanto, se puede hablar de constantes


intervenciones divinas para llevar adelante la marcha del
mundo. Basta la unitaria y eterna voluntad divina para que
todo lo que es, sea, y se desarrolle como se desarrolla, según
las leyes que nuestra razón descubre.

63 SEMMELROfH, Dtto, op. cit., p. 60


APÉNDICE 2

Los milagros

Torno este terna en el punto en el que dejé mi reflexión


en el Apéndice anterior. Muchos que tratan de explicar la ac-
ción creadora corno una acción continuada, pero en la postura
de las dos causas consecutivas, una primera y una segunda y
que por lo tanto hablan de intervenciones constantes de Dios
que permiten que cada realidad concreta del mundo se dé, se-
ñalan/ para explicar el milagro, que habría entre ellas algunas
intervenciones especiales que no concordarían con las leyes
del universo, que las violaríanpor la potestad divina; esos se-
rían los milagros. Aceptar una tal explicación del milagro se-
ría aceptar la acción divina en el mismo plano que las leyes
del universo y todo lo señalado antes quedaría en entredicho.
Creo que no es lícito ese camino para explicar el milagro.

Los milagros han sido ciertamente piedra de toque en el


diálogo de la fe con las ciencias. Se han intentado diversas ex-
plicaciones de ellos, de las que la más fuerte, y ciertamente
largamente prevaleciente entre nuestros teólogos y/ en forma
simplificada, entre todo el pueblo cristiano, es la expuesta en
el párrafo anterior: Dios puede violar las leyes naturales que
él mismo estableció. Yaseñalé que resulta insuficiente tal ex-
plicación/ a menos que demos a la palabra violar un sentido
que no reconocerían quienes la han mantenido.

Otros han hablado de fenómenos de percepción


paranormal que la ciencia todavía no conoce bien; estos se da-
rían en la persona beneficiada por el milagro, o en quienes lo
~

52 Gerardo Anaya Duarte, 51.

constatan y luego dan a conocer. Esto último pierde toda fuer-


za si se trata de milagros recientes, como los que se han dado
en Lourdes y que han sido minuciosamente estudiados por
un equipo médico.

Sedice también (y estepunto de vista esmás verosímil)


que la acción de Dios no viola las leyes naturales, sino que
trabaja dentro de ellas mismas, pero no por los caminos acos-
tumbrados y esto como efecto de la inmanencia misma de
Dios. De hecho nunca se ha podido hablar con seriedad de un
milagro que produzca realidades no naturales, por ejemplo
dotar a una persona de tres ojos o cosa parecida. Obran siem-
pre en los caminos de lo que esmejor desde el punto de vista
de la naturaleza del hombre (esmejor ver que estar ciego, por
ejemplo). Aquí entraría la posibilidad de que Dios obre con
tal fuerza en la persona que en ella se produzca un sorpren-
dente mejoramiento corporal.del que la persona misma sería
el agente directo (cuando he dicho que Dios no actúa junto
con las causasnaturales en el mismoplano, la experienciade
Dios no queda negada; el hombre, como ser espiritual, puede
tener experiencia de Dios que obra en él).

Cercano a este sentido Romano Guardini tiene un inte-


resante punto de vista. Coincide con los científicos a quienes
cuesta trabajo aceptar una violación arbitraria de las leyes na-
turales. Pero señala que en el milagro bien podría tratarse de
una acción que responde a posibilidades más altas de la reali-
dad, todavía escasamente presentes. No se violarían leyes na-
turales, así como la planta que crece hacia arriba no viola la
ley de la gravedad, sino que cuenta con ella. El hombre es una
realidad más elevada que la materia y que la vida vegetal o
animal.64Pero el mismo Guardini insiste en que lo importante
del milagro no radica en el fenómeno sorprendente, sino en
Religión y Ciencia¿TodavíaenConflicto? 53

que él es solamente signo de una realidad espiritual que es la


que se produce.

El padre Teilhard de Chardin, después de comentar que


la apologética clásica se ha apoyado principalmente en los
milagros, señala que:

Sin negar, sino todo 10contrario, la posibilidad, o incluso


la verosimilitud en las cercanías de la verdaderaReligión
de un suavizamiento inesperado de los determinismos,
debido a cierta sobreanimación de la Naturaleza, bajo la
influencia de una irradiación divina, tenemos que recono-
cer que la consideración del milagro ha dejado de operar
eficazmente sobre nuestros espíritus. Su constatación sus-
cita tantas dificultades físicas e históricas que probable-
mente hay muchos cristianos, en los momentos actuales,
que siguen siendo creyentes, no a causa,sino a pesarde los
prodigios relatados en la Escritura.65

Adviértanse, por una parte, dos términos importantes:


suavizamiento y sobreanimación dela Naturaleza.El padre tiene
cuidado de no hablar de violación. Una arbitrariedad así, aun
proveniente de Dios, sería inadmisible en su muy coherente
pensamiento.Quizála palabra suavizamiento le ayude mejora
expresar algo que dejaría intacta la ley de la naturaleza. Pero,
me parece,el término clavees el de sobreanimación. Sabemos
cómo se ha comportado la naturaleza hasta hoy (y todavía
con serias lagunas). Pero debemos pensar que eso que cono-
cemos no agota sus posibilidades. El milagro sería, entonces,
en lo que respecta al fenómeno que se presenta ante nuestros

64GUARDINI, Romano, Los sentidos y el conocimiento religioso,Ed. Cristian-


dad, Madrid, 1%5, pp. 117 ss.
6STEILHARD DE CHARDIN, Pierre, "El cristianismo en el mundo"(1933),
en Ciencia y Cristo, Ed. Taurus, Madrid, 1968.
54 Gerardo Anaya Duarte, S.I.

ojos, una posibilidad de la naturaleza que no conocemos, o no


conocemos bien, pero que en nada estaría contra lo que la
ciencia ha afirmado hasta el día de hoy; simplemente sus afir-
maciones no lo abarcan todavía.

Mi propia postura, en un terreno tan difícil de aprehen-


der, va en la línea de Guardini y de Teilhard, sin ignorar, por
ejemplo, para muchos milagros del evangelio, el lenguaje
propio de ét que es de testimonio y no de crónica.66

Precisamente los milagros del evangelio nos dan la ver-


dadera pista para entenderlos y no enredamos en lo que pue-
dan tener de fenómeno extraordinario. Los milagros son sig-
nos. Juan es al respecto el más explícito de los evangelistas.
Signos de la obra de Dios en el hombre, la obra de la gracia, es
decir, de su presencia amorosa. Un milagro es ante todo una
auto comunicación de Dios en la historia, es un asunto del ám-
bito de la fe. Por ello en el milagro de poco sirve analizar si
contradice o no la razón. Por ahí no llegaremos a desentrañar-
lo. Es un asunto de la fe. Lástima que muchos cristianos en-
cuentren más fácilmente a Dios por una aparente arbitraria
violación de las leyes de la naturaleza, que no por la experien-
cia interna, vivida en la fe, a que nos quiere conducir el signo
externo, sorprendente o no.

y volviendo al aparente conflicto con la ciencia, en reali-


dad toca a ella explicar los efectos sorprendentes de la
autocomunicación divina, sean físicos,biológicos o psicológi-
cos. La ciencia no reta a los milagros y en ellos a la fe, sino al
revés: los milagros retan a la ciencia.

66 Cfr. KNAUER, Peter, op. cit., "Los verdaderos milagros"(pp. 189-200)

L
Bibliografía Recomendada

ABELÉ, Jean, S.1.,¿El cristianismo se desinteresa de la cien-


cia?, Ed. Casal y Val, Andorra, 1962.
Esta obra tiene las evidentes deficiencias de la época en
que fue escrita. Sin embargo presenta un enfoque positivo del
problema y en un breve (y muy parcial) recorrido histórico, pre-
senta interesantes datos de la relación entre ciencia y religión.

AGUILAR Sahagún, Luis Armando, ¿Un universo sin


creador?,Librería Parroquial de Clavería, México, 1991.
Interesante obra que desarrolla los actuales avances de
la ciencia con respecto al origen del universo y así plantea el
problema de la necesidad de un creador.

AUBERT,lean-Marie,Investigación científicay fe cristia-


na,Trad. Ildefonso Gómez, Ed. Casal i Val,Andorra, 1965.
El autor profundiza sobre todo en lo que enriquece al
científico cristiano su fe religiosa. Lejosde ser para él un pro-
blema de dualismo, en su persona fe y ciencia se unen armo-
niosamente. Adolesce de la teología propia del tiempo en que
el libro fue escrito.

BARBOUR,Ian G., Problemas sobrereligióny ciencia,Ed.


Sal Terrae, Santander, 1971.
Obra de grandes dimensiones y que analiza los proble-
mas con gran profundidad. Su autor es un físico norteameri-
cano, perteneciente al protestantismo liberal. A esto añade
una gran erudición y un criterio de juicio muy sólido. TIene
una primera parte con un recorrido histórico muy interesante.
56 Gerardo Anaya Duarte, 5.1.

una primera parte con un recorrido histórico muy interesante.


No siempre sus juicios merecen adhesión, pero siempre son
interesantes. Sus enfoques son ciertamente parciales (en parte
por su óptica muy centrada en el protestantismo liberal), pero
no equívocos.

EYMIEU,Antonin,Loscreyentes y losprogresosdela cien-


ciaenelsigloXIX, Ed.Jus,México,1949.
Es un interesante libro, minuciosamente documentado,
que se interroga acerca de la fe religiosa de los principales re-
presentantes de la ciencia en el siglo XIX.Independientemen-
te de cierto chovinismo francófilo que muestra en la lista de
más 200 científicos estudiados, hemos de notar que la obra no
trata, sino indirectamente, de la relación ciencia-fey que tiene
en su objetivo una clara óptica apologética (triunfalista) que
incluye, obviamente, el estilo mismo. Pese a esto resulta de
gran interés.

KNAUER,Peter, Para comprendernuestrafe, Universi-


dad Iberoamericana, México, 1989.
Para este tema, el último capítulo ("Fe y razón") tiene
especial importancia. El autor establece con claridad cómo se
ubican la una respecto de la otra, la fe y la razón. El lenguaje
es relativamente sencillo y pedagógico.

MONTENAT,Christian,et a1.,Paraleerla creaciónenla


evolución,Ed.VerboDivino,Estella,1992.
Muy serio esfuerzo por deslindar los campos de la cien-
cia y de la fe cristiana en orden a la creación y existencia del
hombre y del universo. Los autores son especialistas y abor-
dan los diversos capítulos con claridad y seriedad. La presen-
tación es ágil. Obra indispensable.
Religión y Ciencia ¿Todavía en Conflicto? 57

MORENO Aranda, José Luis, Diosy la ciencia,Universi-


dad Iberoamericana México, 1995.
Una de las líneas fundamentales del autor es establecer
si la ciencia puede hablar de Dios. La desarrolla con gran cla-
ridad. El libro toca temas del universo y del hombre aportan-
do datos de la ciencia más actual.

PANIKKAR,Raimon, Pensamientocientíficoy pensamien-


to cristiano, Sal Terrae, Santander, 1994.
La obra presenta ideas valiosas, en una línea de pensa-
miento muy actual. El lenguaje es profundo aunque un poco
sofisticado.

SEMMELROTH,O., El mundocomocreación.Fey ciencia,


Madrid, Ed. Razón y Fe, 1965.
Estudio teológico profundo, pero que depende de la teo-
logía postconciliar del momento. De aquí que encontremos al-
gunas ideas ya superadas. Pero aporta otras muy valiosas.

TEILHARDDE CHARDIN, Pierre, Obras.


El conjunto del pensamiento del P. Teilhard de Chardin
es fundamental para este tema, pero no tiene un escrito espe-
cÍficamente dedicado a él y sí muchas alusiones directas o in-
directas en varios de ellos. La obra fundamental para conocer
su pensamientoes El Fenómeno humano,Ed. Taurus,Madrid.
Pero recomiendo de una manera especial el breve escrito de
1949:"Elcorazóndel problema"que se encuentraen Elporve-
nir delhombre,Madrid,pp. 321-332.En él se habla de dos ca-
minos que se abren al hombre, aparentemente opuestos e irre-
conciliables, el de la fe y el del progreso, y cómo ve él su con-
ciliación.
58 Gerardo Anaya Duarte, 51.

UOÍAS Vallina, Agustín, Conflicto y diálogoentrecienciay


religión, Ed. Sal Terrae, Salamanca, 1993.
Obra muy completa y actual. Hay mucha claridad en
las tesis básicas, que son de gran importancia.

WHITE, Andrew Oickson, La lucha entre el dogmatismo y


la ciencia en el senode la cristiandad, Ed. Siglo XXI, México, 1972.
Esta obra fue escrita a fines del siglo pasado y con una
ideología poco favorable para el cristianismo. Pero muestra
amplísimamente, por los cientos de casos recogidos en forma
muy documentada, las características del conflicto fe-ciencia.
Títulos publicados:
1. Dr. José María Mardones, ¿Haciadóndeva la religión?
2. Arq. Gerardo Anaya Duarte, S.L, Religión y Ciencia:
¿ Todavía en Conflicto?
Títulos publicados:
1. Dr.JoséMaríaMardones,¿Haciadóndevala religión?
2. Arq. Gerardo Anaya Duarte, S.I.,Religióny Ciencia:
¿ Todavía en Conflicto?
:JIIII"

Este libro se terminó


de imprimir en el mes de enero,
en Impresora Multiple S.A de c.v.
Sara toga No. 909 Col. Portales
México 03300 D.F.
TIraje 2,000 ejemplares.

Cd. de México, 1997.


Los Cuadernos de Fe y Cultura son una contribución al
fomento del diálogo entre los valores evangélicos y la
cultura actual en toda su complejidad. Pretenden, por
tanto, ofrecer una visión cristiana de nuestra realidad
que oriente a los lectores y a los estudiosos de los
diferentes ámbitos de ella.
La serie núm. 1, Ciencia y Tecnología aborda temas
relacionados con los avances de las ciencias que
estudian nuestra realidad física. A pesar de que la abierta
oposición que hubo años atrás entre ciencia y religión
está muy disminuida, todavía hay que precisar mejor
las relaciones entre ambas, además de que no dejan
de surgir cuestiones fronterizas entre ellas.

Gerardo Anaya Duarte es jesuita, académico de


la Universidad Iberoamericana, Plantel Sta. Fe, y
ha dedicado parte de sus esfuerzos a avanzar en
el diálogo de la fe con las ciencias. Es amplio
conocedor del padre Teilhardde Chardin y en este
ámbito ha publicado El pensamiento ético de
Teilhard de Chardin, además de varios artículos.
En este ensayo el padre Gerardo Anaya parte de
los conflictos que se han sucitado entre la ciencia
y la fe, para encontrar el enfoque que permite no
caer en inútiles oposiciones entre dogmas y
ciencia. Pero avanza más y plantea otros aspectos
en los que es necesario considerar las precisas y
necesarias relaciones entre la actividad científica
y el cristianismo. En dos apéndices aborda nuevos
puntos de vista en dos cuestiones concretas y
conflictivas.

ISBN 96S-SS9-2S1-X

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