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‘Las grandes definiciones de la retérica ‘Ao largo de los sigs se propusieron miltiples defi ianes dela etdrea, a vee sin nexo aparente entre st. Ellas reflejaban las preocupaciones de la época, pro también el ‘ontexto ideoldgicoenel que se inserbian, Un uso particu Tar acababa siompre por determinar el conjunt.Fuo ast eo mo la retéria reibiédefiniciones diversas, ninguna de las ‘uales results finalmente decisiva. Bs la retrica un hecho {de enguae, como solo pensaba ene siglo XX? Sin dda, po- +o noes slo eso. Puesto que permite actuar sobre los de- ‘ns, forma parte de la plitia, como sel consideraba en Ta Antigtedad? Tampoco eabe dudarlo, perolimitarse a esta visién Sera, una vez mas, reduccionista. B incluso cuando ‘6 aocia Ja retriea a clerios usos del lengua, gen que 8e festé pensando, exactamente? En la literatura, porque en ella las cosas se dicen de manera figurada ofigurativa? zO fe piensa mas en la publicidad, en la propaganda o sim- plemente en las conversaciones de la vid entidiana, en las {que a menudo se sobrentionde lo que se quiere deci? Por el Ihecho de que la literatura apele a la retriea a través del stl, jvamas a doscuidar los aspectosconflicivos y hasta juridicos que presidieron su nacimiento en Sicilia, cuando te trataba de alegar en favor de campesinos expoliados que ‘descaban recuperar sus tierras? Por otra parte, estos dos “aspects contrapuestas de la retdriea llevaron, muchas ve- ‘es, proguntarse cul pdia sor el nexoentro el debate con- ‘tradictonioal que se asiste en un juicoyla creacion esilist- ‘ea dal eseritor. Se trata realmente de ia misma prictiea? Como se advierta, es importante poner orden en todas estas concepciones,clasfcarlas, antos de aribar a una de finciin que las rena atl de principio retor. 7 1. Las definiciones centradas en el auitorio Lamas cebre de todas ela de Patn. Paral, la retri- «a juoga con las palabras, gracias a To eual see puede hacer ecir cualquier cosa cualquiera, una cosa y su opuesto, en ‘desmedeo de la verdad, que es una e indivisible o, en todo aso, univoca. La retdrca constituye una manipulacién de la verdad es preciso, pues, sustituirla por a filosaia, quo es Texpresidn de esta verdad. Sin duda, también la filosofa apela ala retérea para justifiear sus tess, pero Platn pre= flere lamarla entonces dialdtia. Sobre la eleccén de este ‘nombre planea la sombra de Sécrates, latn considera, en efecto, que la dialéetiea hace progresar la mente hacia la verdad eliminando ls tess contraditorias, en ver de jugar ‘eon ellas como To hace sein el campo en que se sttie— et retor Dialétien ysolaten se oponen como dos vertientes de Ta retiria, pero una es psitivy quiere centrarse en la ver™ dad, mientras que la otra es negativay se limita a eseoger tuna tess sein erterios de oportunidad e incluso de opor- tunisno Los filéofosrecurten ala daléctice,y los sofstas —que ‘se venden al mejor postor—ce encomiendan a una retérien era, que no repara en meio nguno para manipala as ‘mente en el sentide buscado La dalétiea quiere ser cen tific: se trata de una ascesis que da acceso aun mundo de ‘Ideas gracias ala eliminacin de ambiguedadesfalaoes ur fdas de Ins miltiples informaciones provistas por el mundo sensible. Lasofstica, en cambio, es una retéria que navegs. fen una inestable pluraldad de sensaciones eontradictorias, Y que permite afirmar Ay no-A segin convenga. Mientras Ja dialéetica busea lo verdadero, la retdrien, tal como sola entiende comtinmente, se dedica mas bien alo verosimil, Prosuponc la debiidad de hombres que escuchan a sus sen- tidos més que a suinteleto —pues los placeres que obtie~ nent ellos son més grandes, y que después incluso, pue- don tomar la direecion opuesta sin perturbarse en lo més ‘Seqrin Pati, entoncos ol halago del auditoro es lo que determina el eonjunto de Ia cadena retériea. Para mani- pularal oyente el oradorjuega con las palabras; deste mo- ‘oo seduce, lo eaptura, lo hechiza, yfinalmente consigue Ihacerocrer lo quel quiere. 18 ‘Asi conecbida, la retirca no puede sor muy positiva, y si se redujera a esto habria que apartarse de ella La vision platinica se perpetus, por otra parte, en Ia propaganda hhaste, gun algunos, on la publicidad, dende se estimulan Jas pasiones mas elementales de ls individuos a fin de ha- cerles desear mil esas que on realidad no necesitan, sta concepcion de laretérca, sin ser por eompleto falsa, es emperolimitada y restrictiva. La reorica permite tam- biéndirgise al otro con absolute baena fenofraosamente ‘para hacerle hace lo que en verdad no quiere, sino simple: ‘mente para compartir, comuniear, decidir sobre aquella que puede fundar una comunidad de personas sensatas, des- ‘inadas a vivir juntas en la Ciudad Esta visién mas enero sa.esla que va adefender Aristétles, 2, Las definiciones entradas en el lenguaje yenelestilo Para Aristtales, la rotria tone virtudespositivas gr ias« una racionalidad espoefia absolutamente notable, ‘que Plain no habia peribido. En la vida no ao se diseute sobre la verdad cientifica, irefutable y univoca, Existen también verdades miltiples, mas 0 menos probabes, a las ‘que cada cual se adapta a daro, sin plantears euestiones Pr ejemplo, es frecuente otorga natural eonfianza a aque os que saben al médico en lo que tafe ala sa, al juris- taen lo que concierne al derecho, y asi sucesivamente. Sus respuestas son aceptadas,y si hubiera que justificar esta acttud, ls argumentos propuestos serian de indole retori- 4 dai queso fundarian sonillamente on la verosmilitud ln eredbilidad de sus autores. Pero esas respucstas no re- Sultan por ello absolutamente seguras. La exigencia platé- nica de admitir slo certezas in fallas —renovada mucho después por Deseartoe—es demasindo fuerte y hasta caren: tee reaismo; en efeto, en la via cotdiana,ewando se tra- ta de enfrentar este tipo de euestones, noes prencupacion de a gonte apoyarse en verdades centifiensoindubitables Aristételes elaboro, pues, la primera verdadera teoria retériea en Occidente mostrando de qué modo el discurso 0 Tarazin —el trmino grego tanto para uno como para otra 18 es slogos— tenian en s{ recursos suficientes como para ‘ransmitir conclusionesy conducrinfereneias,permitiendo Ihaverereer para hacer actuar o simplemente, para inf a potencia del discurso y de ls razonamientas probables ‘ede tal magnitud que el orador que se somete a ellos es, en ‘el fondo, igual al auditorio que a ellos se adhere. La dis- posicién ia del orador tiene fuerza de persuasion cuando {I discurso es pronunciad de tal mod que el orador inspira ‘onflanza, pues depositamos maa rapidamente mayor tonfianza en las personas de bien respecto de toda cuestién fen general, pero en particular respecte de aquellas en las due falta precision y en las que subsiste a duda. Empero, fambign esta confianzn debe nacer del discirso Jogos) La confianza en el logos yen su raionalidad se halla en la base dd esta primera retériea Hloséfes, que tendra logo tantas Smulas, Sin embargo, Aristtcles no es tan ingenuo como ‘para pensar que alos hombres solos convence simplemente ‘través del dseurso, sn aetuar sobre sus pasiones, Fl ela- bora, pues a ipologia de estas ctimas, la primera en st séner, diciéndose que el buen orador, si no es ingenuo, sa- ‘rd apoyarse en las caractaristicas emocionales de su audi- torio. No obstante, Aristteles sigue persuadido de que slo gracias al discurse, que es racional hasta en la puesta en {Juego —calculada o no— de as pasiones tienen loshombres Ta capacidad de egar alos ctros y de movilizarios para que acken o, seneillamente, para que eambien de parecer. Tl. ‘vex manifieste de ese modo una excesivaconfianza en las Virtudes de la razén, incluso cuando intervienen la pas ‘es. Sea como fuere, su visin continda profundamente en ‘aizada en la primaeia del logos, el eual opera como medi dor entre los puntos de vista vigentas en la Ciudad —ver sim antigua dela rlacin entre las eubjtividades—. Emporo, el lagoe de Aristteles, que domina tanto a los locutores como a les intrlocutores, no e simplemente un Togas hecho de argumentosy de buenas razones para actuar fo para creer certas cosas. Bs también el ugar diferenciado fenel que se distribuyen discursos de todo tip entre ellos, la conversacién cotidiana, el elogio fenebre y hasta el estilo logantey ritmado de ls potas. En sintesis, el logos no es * Arne, Rhorgu, 1366 ef J Lawes) Age, Poke, are 8 20 ‘inicamente la forma adoptada por el razonamiento, sino la Torma a seeas, que abarca desde la expresion del poctay del prosista hasta el lenguaje de quien tiene banalmente algo ‘que deci. ‘Con el pate de los siglo, las rotdricas sucesivas optarén por una vsién més amplia del agos, en Ia que podrén co- ‘xistir las figuras de estilo y los razonamientos del jurista, sin que se sepa bien como articular formas de discurso tan diferentes y hasta opuestas. Fs compronsible Ia seduecion ‘qu leg aejreer la inguistia en el siglo XX, a presentar- 0 como el ersol de una uniicaién posible; sin embargo, Timité a reproducir ls diferencias de forma, sin explicarias, .restringida ala comprobacion de este mero vineuo de len ‘uae, no hizo mas que posponer el problema Fue surgiendo asi una multitud de enfoques dela retri- ‘eaasados en el lenguaje, cada unode os cuales sustontaba ‘un punto de vista propio que a menudo excluia los demas. Roland Barthes, por ejemplo, eoncebi la retrica como el ‘onjunto de procedimientos estilisticos mediante las cuales fl lenguaje pasa del iteral a lo fgurade. Esta rlacinen- tre lo figuradoy To iteral domina la retrica de figuras y pa- rece no tener nada en earn oon la retéria argumentativa ‘efendida en esa misma épeca por Perelman oToulmin. Bl papel del lenguajo en la coifcacién de los mensajes emana ‘los del inconscientesumaba el aura de Freud a esta orien- tacidn centrada en la figuraividad y en laimportancia del estilo, El inconsciente ent estrueturado como wn Tengaaie, decia Lacan, porque esta estructura transforma los trau ‘mas ylascontradiceiones en lenguaje figurative enigma co, destinado a protoger al sujeto de revelaciones demasiado bratales acerea de sf mismo. Hay una rtérica del incons- lente destinada a traducir a meednica de la epresion. De ‘manera paralela se elaboraron diferentes perspectivas, como, por ejemplo, la de Osvald Ducrot, para quien las fs ‘es, 9 sobre todo su entunciaién, eran la fuente de los proce iments inferenciales que conducen de lo explicto alo imn- plist, prineipalmente gracias a marcadores de lengusjeo5- peeiios. ‘Fueron muchos, pues, ls que enraizaron la retrica en logos, aun cuando esto diera lugar a teorias muy distan- tes entre si y que en algunos casos se oponian expresa- ‘mente. Sin embargo, todas se basaban en la misma idea: la 2 de que en lo dicho hay algo no dicho, y este algo es lo que se Ihallaimplicadoen el uso retrico —parque ellengusjeesre- tric, «tno por naturaleza al menoe por funcién—. Empe- 19, eon ol punto do anelaje situado en el gos, que instala & ‘radory auditorio en una misma comunién, tanto racional ‘ome emvociona, lo que cuenta es la figurative lo implic- tw sugerida la eodifieaién, mas que la elocuenciao el juego de pasiones sensibles que anteriormento constituian las claves centres de lo retérico, Por otra parte, después de Aristételes, las pasiones desaparecen de este eampo para invadirel dela teologia,y se conviertan, si no en la fuente del pecado l menos en su expresiin. Volver a hallarselas, ‘sin embargo, aunque més tarde, en psicologa. Sibien Lamy ‘habla un poco de ellas ene siglo XVII, es nico en hacor- Jo, puos ni Perelman, ni Toulmio, ni Burke, ni Habermas, ni Barthes ctorgardn alas pasiones la menor importancia® ‘Mientras que para muchos teSrios dea retdrca, tanto ntiguos eomo modernos, logos es subordinadory primor- dial, un tercer grupe de definiciones no se centran ni en el ‘auitorionien el vineulo de lenguaje oracional, sino en el. papel y las eualidades del orador. 8, Las definiciones eentradas en el orador Las retdrieas en las que el primus movens es el orador son las que vieron la uzen el mundo romano. Este universo de ponsemiente considera la vrtades de quien toma Ia pa- Tabra como modelo y fuente ejemplar dela persuasion tanto ‘en politica como en derecho, Es diffll que pueda hablar en {forma convincente de ibertad un tran, de sana getign un ‘hombre arruinado, de medicina un individuo sin formacion médica, ot Mas con la pericia no basta. Hay que ser claro, perlinente, saber ordenar bien los arguments o exhib cle- franca en el estilo. El arte oratria es defnida por Quiatii ‘o com el arte de bien decir (ars bene dicen, y esto inc ye tanto Is eapacidad de responder crrectamente a cuestio- ’es preisas como lade captar al auiario mediante el mo- * Sse oot vse MMe, Le phlophe ete panne, Hace te LeLivre de Poche it Betis 1001 7 POF, th 2 do de expresarse y de destacar lo que autorza a tomar la pa- Tara y justifiea que se To haga. La virtud del orador paso ser una nocidn muy general, abarcadora deo que mas tarde se plasmaria en la idea de hombre de bien: aquel que et ‘modelo y ejemplo para todos, y no slo expresin de idone’- dad téeniea en determinadas cuestiones Esta concepeién {el art orator fue a fuente del humanism que desde Ro ‘ma hasta nuestros dis, pasando por el Renacimicnto, sll6 la historia intelectual ya ica de Oceidente, La idea esen- cial carscteritiea de esta vision del hombre es que cada ‘uno, al dar muestras de virtud,sirve de ejemplo alos de- sas; pr otra parte, naa es mis persuasivo que la jemple dad de una conduct y de las eostumbres que ella upon. 4, {Qué tipos de retérica resultaron segiin ln dimensién privilegiada en cada caso? Cuando se examina sumsariamente Ia invencién dela re- térica enol mundo antiguo oecidental, sorprende advertir «que de los griogos a los romanos, el acento se desplazé del pathos al ethos pasando pore agos. Bn resumen, esto equi- Vale a Patén, Cicerdn y Aristételes. Cada uno de ellos cnfronté con un problema esencal, Prvilegiado el pathos por Platén, el agos por Arsttels o al ethos por Cicer, hizo necesario explicar en eada easo cémo funcionaban los stros dos componentes subordinados al escogido, Para latin, la reldriea es una manipulaci del muditorioy esto requiere la intencidn de engafar, de producir malenvendi- dos y ambiguedades, por parte dal sofista que juega con el Tenguaje. Ethos, logos y pathos pasan a ser, respectivarnen- te, intencién, sfistia y manipulacén. En Arsttees, el fo ‘208, efi como discurso de razin (ode razones), condi ‘ona la rlacion retical orador tanto coma al auditor. lentimema comple aul un papel decisive. Se trata de un razonamiento trunco, que slo mal condiucidé deja libre ‘curs la pasin del aditorio para imaginar lo que le plaz- ea. Bmpero, cuando no es ee el easo, el razanamiento condi- ‘ona tanto al radoren sus elesciones como al avditorio en ‘us reacsiones,incluyendo las pasionales, En Aristtles, ‘thos, lags y pathos se traducen en la percia del orador, 2 que puede ser puesta al servicio de causas buenas omalas,¥ ‘ene papel que cumplen las pasiones, pues ells inciden en €ljuicio que se formara el auditorio. Representan, por este motivo, la contrapartida -irracfonale del razonamiento, ‘cuando el orador se dja levar por el entusasmo y yerrael blanco. ;Contrapartca forzosamente irracional? Nada es menos seguro para Aristételes, quien considera que su ‘isin es, por el contrario, crucial. Las pasiones, en efecto, permiten corregir cl tio al hacer saber al orador que algo no tencaja ise admite que al acuerdo consiste en inducir cer taidentdad entro el ethos y el pathos, se comprenders que, ‘sgn Arstotles, a pasién puede ser sometida y domest ‘ada pore ogos; at sucede cuando el orador adapta su ha bilidad (rhos) a aquel a quien intenta convencer, ast sea ‘mediante un discursoadornadoy figurativo. Por dltimo,es- {i Cicerin, Para 6, prevalece el efos, eoeebido sobre todo come enfatizacign de las virtudes propias del orador y que son tanto sociales como morales, sega la erarquia social {ue define los deberesy las prerrogativas de cada cual has titel puntade jar lo limite del turno de habla. Blars bene dizendi, a elocuencia y las figuras de estilo, poncn en evi {encia el dominio dol tema del que debe dar muestras e1 ‘orador para obtener la convicein del auditor, ‘Todo esto se resume en el siguiente euadro sintéten ‘Cuadro 1 Bt lementa central deta detrina oparee reuadrado Pa oom | een | pec re cote | CER] ita 5. Caracteristicas comunes a los tres grandes ‘grupos de definiciones, y sus puntos débiles En tados los easos, se ponga el acento ene auditorio, en elorador oen el vineulo de lenguaie la retirica se define por una estructura tridica. Esta consta de un orador wn men= sajey un auitorio al que el orader se diige por mediacion do un Lenguaje, que por otra parte no es frzacamonte ver- ‘al. Bin estas tres grandes clases de defnicones el punta de anclajeescogido determina eusl seri el prinipio deminan- te. Siseelige el auditori como elemento crucial, los ots dos componentes dela rlacin retrica le estén subordina- os. Bsto es muy claro en Platén. En cambio, slo determi- nnante es el gos, seré est el que condicionaréel papel yet uncionamiento de as otros dos elementos. Se advierte esto con similar elaridad en Arsttces, para quien la ettrea 63 ‘una téenica de persuasién através del discurso légico © no, {que el orador debe dominar yal cual va aadberir un audite 1p eonmovido y conquistado, a menudo por buenas razones {sin ninguna manipulacién, Las pensadores latinos, por parte cargan todo el peso sobre el oradory su dominio dela ‘expresin, tanto la de sus pensamientos cme a de sus cua Tidades;convertrdn asi la retria en un lugar de exeelencia fen el que habré que inventar las formulas més sensatas cerca de Ia euestin en debate y organiza el discurso en el. ‘estilo mas acorde con la resalucién propuesta. Bl auditario ‘se rend alos argumentos del otro porque, en un sentido, ‘les igualmente ese oo, magnifcado sin duda por virtudes ‘que Ie son presentadas como puntos de referencia y como valores que es precise adoptar, dado que as valores triunfan sobre las pasiones La debilidad de esta tres perspoctivas resdo, a todas u- es en laeecein del punto de anclaje. Por qué el auditorio tha a contar mas que el mensaje, o el mensaje mas que ‘quien lo entrega? La relacin retriea descansa sobre tres ‘componentes, todos ellos indispensables; por lo tanto, no hhay ninguna razin para prvilegiar uno y subordinacle los otros das. Cuando se opta por esto, se acabe en definiciones do a retirica a menudo diferentes porosiompre parcales, ‘quo dan la improsién de una falta total de unidad e incluso 4e oposicién entre diversas coneepeiones, en tanto que la Aistplina es a misma, En conseevencia, ia tnica manera de defini correctamente la retiricaesintegrar esos tres ele- ‘mentos de base situandolos en un pie de igualdad. Conser- vvomes su nombre griogo para no privilegiar otra ve2 un ‘panto de vista particular con términoe qvedelatarian eval uier anelaje dominante. Quien se dirige a un auditoro da- 25 do recbe el nombre de ethos, este auditoroes llamado pa ‘thos, los mensajes que uno otro se dirigen son tributarios el Lagos. 6. Nuestra definicion de la retoriea Si alguien habla o scribe es porque tiene en mente una cuestin, que divide oretine alos individues que discurren a tu respecta, De Ia confrontacin a la complicidad —en la {que cada uno refuerza a opinién del otro, aprebandola— lo ‘que hay en comiin es fa cuestin situada en la base. Bila Aeorea 0 ale alos protagonstas. La retdrca es la negocia- clén de la distancia generada por un problema, y so consti- tuye en su revelador, su marca ¢ incluso, muchas veces, sa ‘medida, Bl ojeto dea dseasin se desplaza, por cuanto, en ‘easiones, lo problemétic no es tanto la cuestién exterior a Jos protayonistas, sla hay como la distancia entre ello. De ahi nuestra definicin del retérca: La retérea sla negoiacin deta distancia entre indi viduos a propésito de una euestién dada La ventaja de esta definiién reside en que sia en un pie de igualdad al looutor ethos), su auditor (pathos) yal Tenguaje dogos) mediante el cua las ds primeroa expresan. sus euestiones y sus respuestas. En cambio, el cuestiona- ‘mionta la distancia y la noién de nogociacén resultan ev- dents por simismos. A profundizar en ellos, se desplegaré fantenovotros ada la retdrie, sus prneiposy su unidad. ‘) Bata definiién se muestra neutra en cuanto a aque- lo aspestos habituales de a retérica alos que muchas ve- cas sola reduce: emacionas, convencer,razonar,eomplacer, informar,influir, hacer valer el propio punto de vista. Estos Aaspectosforman parte dea relaci ethos-pathos-logos ati tuo de casas particularesligados, como tale, a circunstan- clas especiticas. Cuando examinemos exidadosamente elo. ‘gos pathos ye ethos, veremos tazarve y desmarearse to {as estas dimensiones on euanto consecuencias posibles de ‘nuestra definicion, Observaremoeaai lo que corresponde al thos (el punto de vista expresado y los valores), al pathos 26 (da emocién la convicelén, el placer, si como el complacer ‘en general) ya agos (el razanamient el etl) {),¥ ncuestion dada? Bn principio, se apela aa et rca es porque se plantoa una euestién. Cabe entonces pre ‘guntarse por qué motivo seresponde a ela reticamente y no en forma directa. Hay cierto tipo de euestiones que re- aquleren un tratamiento rtéries? 20 lo retirico ex el trate ‘iento de las euestiones, y nolo sn estas en si misma? ‘@) Aun debemes referinos alltime punto de nuestra de- finicién que es preciso profundizar: la nocién de distancia, iQue se entiende por negectar una distancia, una diferencia ‘entre individuos? Primera evidencia: cuando ests se diri- igen la palabra, no busean nocesariamentedisminuir la dis- fancia entre elios, Puede ser que quieran afrmarlay hacer- Ja reconocer (exhibigndela, pr ejemplo: al es la funcin del ‘uniforme dela sotana, del trajedel ejcutivo, ee), e incluso Aumentarla. Tomemos el cao del insulo, que no se propone {generar una aproximacin en el otro sino, por el contraio, Ihacerle sentir qu el foso entre ellos se ha vuelto infran ‘quoable.Bsto explica,ademés, el rocurso a nombres de ani- ‘ales para gubrayar el abismo ontogieo que separa a los ‘rotagonistas. ero no todas las puesta a distancia son tan ‘adieales, También estan el menosprecio (Oye, eae proble- ‘ma no me interesae),oineluso la indifrencia(evande al- ‘guien punta sus frases con un imprecis: «Comprendos), a menos que la respuesta ote sea simplemente un sen ‘io de desinzeres. Finalmente, no sé el acuerdo entre las personas disminuye la distancia que pueda haber entre ‘llas en un momento dade; incluso hay muchos casos en ‘que, al no plantearse en sus relaciones ningin problema real no hay nada que disminuir. Se habla del tiempo, por ‘empo, slo para tratarun tema neutroinapto para moles tar razonablemente a nadie: ales el propésito de los discur- sas eonvencionales que preludian habitualmente nuestras conversaciones, Ningsin desacuerdo importante tiene ea- bida en estos dseursos, en los que eurnplen su misin fr- rules de cortesia que van del -Buenos dias» al ¢,Cémo es ts, en las que se responde asimismo con un Vt, mo andas?., sin que medie verdadera preocupacion por I tuacién del otro. Estas preguntas tionen el fin de neutral ‘zara prior el impacto del distancia que hay de hecho en- {re os individvos. ea Asi pues, el papel de la distancta en retériea es crucial pero suscita numerosas interrogaciones que merecen ser tstudiadas en profundidad. Por ejemplo, es interesante sa- ber ise trata do una distaneia sola opaenogia,o de am bas. Se la puede conceptualizar simplemente por una cuestin,o incluso por el problema que esta cucstién impli- a? {Bs la distancia entre ls individuos meramente pun ‘wal, circunstancial,oremite a una situacion de hecho —ea- si siempre afectiva preva la dscusion e independiente de esta? Sin entrar ahora en los pormenoresdelandlisis que vvames a realizar, podemes precisar ya mismo lo que debe fentendorse por negeiar la distancia: e, para los individuos por lo tant, para el ethos ye pathos, ,? y haga recaer todo el peso dela definiidn en un logos subordinan- te, loclerto es que —dice—sdlodeliberamos sobre las cues- ‘tones que pueden manifiestamente recibir dos soluciones opuestase ‘Emporo,Arstételes no poda toorizar el euestionamion- to, por euanto, ya desde ls alboresgriegos In unidad del pensamiento no reside en ln cuestin y su respuesta, sino en fa afirmacin, en el julio que las englobay que, través de tun termino Unico la proposcién, ef juicio), las vuelve in- Aistineas ‘La Razén cccidental comenss a edificarse euand Platn ‘chs sus bases como reaceién al evestionamiento radical ¢ Infinito de Sterates. Habia que responder, pero, qué es es- ponder? Todo reenvio al euestionamiento debilita las res- ‘puostas al vlverlaspotencialmente problemticas, pues de festa forma recuerda, de hecho su orign y su punto de par tida, Sérates eomprendia muy bien esto cuando, ante cada respuesta ofrecida, ponia en difcultades a sus iterlocuto- res relanzando el cuestionamiento, El mecanisino de este procedar es harta simple ytemiblemente eficz, pero vuelve {imposible cualquier respuesta. Sise progunta =iQué es X?, se estd suponiendo, evidentemente, que X es algo, «, por ! VeaseM Meyer, Dela problinetlg, Maras, 198,» PUR 2008, aprblinetlps seen PUR 209, “rate, argu, 157s fe Rae Hachete, Le Lie de “ti (rf Dour, neste punto mis exreiva Gallimard, 1998, 29 iemplo,y nob es preciso saber, en efecto sobre qué se est interrogando y no confundirlocon otra cosa, Ahora bien, cuando se dice que X esa, que X es, ya se eat expecii- ‘eando lo que se pregunta. Se gira en redondo. ¥ Socrates siompre hace notar esto asus interlocutares.Airmar Kes 42-0 -Xesbe, por ejemplo, npimpide en absoluto que alguien ‘oponga otra asereidn, otra ectura de X, como eed, que a ‘prio! tienen la misma valde; en efeeto la interrogacién Sobre o que es X no permite decdirse por mas que par 8,¢ ‘od. :Dénde detenerse, yen virtud de qué eriterio? No se puede presuponer nada sn exlui lo demas, y eomo no se ‘ispone de un arguments mds primigenio que permita deer ‘que X esa y nob oc, se tropieza de modo inevitable cone) ‘poretismo socrtico, como consecvencia del cual la cues- tin X queda sin respuesta toda respuesta tiene tan slo la Apariencia de srl, X puede ser muchas cosas, y a Sberates Te resulta fel haceriesdocr b, eo da sus interlocutores, para anular la respuesta dada iniialmente. Cuando pre- fgunta qué es X la tinea reepussta que se impone es que X fesclla misma, es deci, a euestin en juogo. Ast pues, a Sé ‘tates no le causa la menor moletia no responder nunca ni, ‘a fortor, no haber exerita nada. Todo lo que podria decir so. bro X presupondria que Xes tal o cual cosa, euando esto es precisamente aquello cuya especifieacién se pide. Ahora bien, cam no se puede decir lo que es X sn saber ya un mi- ‘ime a su respecto, no decir nada es la nica actitud cohe- rente,y esla que Stcrates adapta. No presuponer nada on {do caso exponerse a enunciar sabre X algo peoblemétic, {5a lo que se aventuran los interlocutores de Socrates, ‘quion de este modo los pone eémodamente en dificultades Mas esto mismo viene a reeultar paradjic, por euanto et propio Sérates st habla yafirma, eonsidera verdaderas de {erminadas proposicionesy falsas otras, Platén intentara superar este atalladero proponiendo una teora de las res pustas en virtud de Ia eal estas in teniendo eada vez ‘menos que ver con el hecho de ser respuesta y, por lo tanto, on el euestonamiento. El paso de las Idens ala proposiion como unidad del pensamiento Sard dado rapidamente Para coneretar esta superacin de la interrogatividad sin fi, Platin va efeetuar una verdadera revolueign en la lectura de una cuestin, en aquello que deberfa hacer posi ble la respuesta. (Cul es esta lectura nuova que él preconi 30 2a? Platn vuelve a tomar la euestién que habia sido cara a ‘Séerates: Qué es X?s. Se supone aqui sin duda que Xesal- £0, para Plan esto signifia, seneillamente, que X tiene Unser, unaesenca,oincuso una Idea, par los cuales Xes 10 ‘que es y ninguna otra cosa. De este modo, la esencia 0 la dea de X es el verdadero objeto de {Qué es Xs, y la pre- ‘gunta debo sor interpretada de la manera siguiente: +/Qué 8 X?s= En que consste el ser de X, De aqui en adelante Ihabra que considerar que al lado del mundo sensible en et ‘que hay X que pueden ser efctivamonte a,b ¢, bien otras ‘ota mas que se desvanecen oventualmente con el paso del ‘tiempo o ean sensaciones que les reconocen aspectoscari- biantes, hay un mundo de esencias que dupliean las cosas ‘X,mundo de un doble formal y abstracto, La esencia oe ser de Xeso que hace que X sea X: es, por lo tanto, su razdn Ela nos aseura lo que 61 es y, por consguiente, ella es sa identdad. Elser de X excuye ala vez la posbiidad de que sea no“, y tenemos entonee el tereer principio que rige al ‘mundo, que es mas real que lo real: el principio de no con ‘radicein, Tentidad, rin y no contradioan constituyen Jos tes grandes principios de a mente humana en su pro pésito de superacién del mundo sensible. De este modo, la toric, qu descansa empero sobre la contradicin 0, para ser més exacts, sobre la contradictoriedad —ya que losin- Alividuoe se eonsideran con derecho a oponerse y a defender ‘uno Ay el otro no-A~—, queda rlogada al puesto do los dis- cursos ilusorios, quo 6 alimentan erréneamente de las op ‘ones surgidas del mundo ansible. La verdad no padece de lternativani de ambiguedat: As Ay, por lo tant, no-A.ca- recede sentido Si alguno propane Ay oto no-A, ello signi- fea que un error o una ilusin engarian a los protagonistas, El deal del discurso verdadero es el de a certeza, pues si A 18 verdadero esto implica necesariamente que n0-A n0 10 5, esta nesesidad acegura la neceaidad de la necesidad co- ‘mo norma del diseurs; la verdad, entonces, yan puede sor ms que eerteza de verdad excuyente de cualquier alterna ‘iva posble: A exeluye no-A. Bl dseurso que transforma es- ‘idea en realidad es la ciencia, en este caso la geometria, Toeual reduce los demas tipasde discursvidad aser tan slo opiniones (daxa). ‘Lomas interesante de la eoncepcin de Platén es, para nosotres, le quella implica en materia de interrogatividad, a toda ver que Platn reivindia la herencia seratica y esta asimila la prcticaMlosifica al exestionaniento radical Pa- +8 Platén, la pregunta «(Qué ea XP, lejos de relanzar el ‘uestionamiento, lejos de abrirlo, lo cerea sobre un mundo ‘mistericeo el de las Ideas. Esta cuestion plantea o supone ‘que Xtiene un ser (on alguna partoen un mundo distinto)y ‘doe al formularse la euestén «ZQué es Xa est trad ciendo el olvido del ser de X,ignorancia surgida del contacto ‘imero con el solo munde sensible; pro, por otra part, e5- ta ignorancia va a dsiparso sol alma se aeuorda de lo que siempre mupo antes de habitar el cuerpo Hay, por To tanto, ‘algo mas primigenio que la relacién con el mundo fsio: Ia {que se tavo en sin mondo anterior y que es un mundo Falmente, meta-fsico. Una ascesis iberadora que va de 1. {sco alo metafsieo se perfil gracias ala filosfi,concebi- dda como una dialéctica que parte de cuestones es decir, de Ja gnorancia motivada por la omnipreseneia del mundo sensible, se eleva hacia el mundo de las Meas. Esta dialée ‘ea oes porque la exidad de X no se cancibe como lo propio ‘dena evestion X, sino como lamarca de su esencia. Es la, ‘enol fondo, el verdadero objeto de la interrogacién. ¥ como testa esencia es conocida desde siempre, antes de haber ten do un cuerpo, la euestin «2X? noes una verdadera interro- faciénorientada a haceraos conocer alge que inorarfames, Sino una ocasion para que resurja en nuestros recuerdos un Saber queha estado sepultado desde siempre en el alma. Se {rata do reenoontrar la respucsta sobre ose de X cuando se {nterroga aX, como sino fuera a este ultimo al que se apun- tadirectamente, sino a su esencia. Hay, pues, dos mundes, ‘un mundo sensible y un mundo de esencias, ls cuales des- oblan Ia diferencia cuestién-respuesta on dos universos ‘ontolgens distintos que existen en Ia realidad, aun euando ‘uno sea maa «verdadero que el otro. Agus, la paradoja res- de en que nunca se interoga alas cosas mismas, sino a su Sen (Bs correct decir que tenemos a nvestradispesicii las respuestas, incluso antes de formula las cuestiones que ‘permitiriantraeras de moevo ala superficie dela memera? ‘Aristételes, por su parte, lo dud. El ststene otra con- ‘epeidn del saber de a dilécticay de a retéria. La iden de base e¢ la siguiente: lo que os ne debe car forzosamente tal ‘come, sino que puede ser distinto, miltiple El sor es mil: tiple: he aqut una aflemacién contradictria, pes el ser es tuno en cuanto ser afirmar que es miltiplecontraria la ‘unidad quese acaba de afirmar-,Cémo se resulveestacon- ‘radieié?: por medio de una nueva tori, la el juico, que ‘onsta de dos partes, una para enunciar la unidad y Ia tea para caracterizar a la multipliidad de lo quel suced, gra ‘as al predcado, Elser es uno como sujto y mltiple como predicado: ha nacido lacoifieacion dela estructura de la Proposicin, Todo enunciad tendré necesariamente la for- ma Ses P. ‘Segin Aristételes, dado que el ser se dice de miltiples ‘maneras, puede haber ambiguedades en lo que se entiende por eto o por aquell; sabre todo, puede haber desacuerdo.. {Em eonfrontacin de opiniones es la diléetica, mientras que Ja porsuasién corresponde ala retrica. Una es el comple mente de nota, dice Arsttoles sin explicar realmente por ‘que. Ea todo caso, la diléstica no es elena, como sueedia en Plat, quien protendia que del jogo euesion-respuesta ‘baa salir lo que suprime esa diferencia. Desde el momento fen que ella eu punto de partida,y dado quo lo quo const faye cuestion para une nolo anstitye por fuerza para ot, cl reultado tiene que ser también euljetivos y contingen te, cosa que la verdad y la ciencia no son. Puede la verdad inaeer de un estado de ignoraneiaforzosamente variable y aleatorio? Precisamente porque Ia respuesta a esta cuestion ‘ho puede ser sine negative, Arstétles quso restituir ala iglétca su estatus do justaoratora, de postura de refuta- ‘idn,y no de constitueién de un saber nuevo. Para él, Ia ‘ialdtia es una interrogacin portadora de contradiccin, ¥ sise parte de opiniones refutables o incluso probable, so permanecerd siempre en el reno de la opinion refutable, ungue sea verosimil. No puede haber al final del proceso hingin salto cualitativo que permita transformar lo sim- plemente probable en absolutemente soguro, lo cuales, en ‘cambio, el objetivo de laciencia, La dialéeticaylaciencia ya no tienen, pues, nada que ver uns eon Ta otra Sus logos de- ben ser diferentes, aun cuando hallomos razonamionto en las dos; ademés, es muy importante singularizarlas para evita cualquier confusion. Esto conduce aAnisttees a ela- borar una teoria de Ia dialéctiea y una torsade Ia iene, Platén, en cambio, pudoaborrarae esta tarea pues amalga ‘mélas dos las calif a ambas de dialectic. Para Aristo les, Ins dos perspecivas se coneiben por separad: do wn la- 33 dota diléctica, que es un arte de a just orator, y del oro Ta eoncepeién de slogiam eientfieo, ala eval denomina ‘analtica Pose asus diferencias, dalética,retéricay igica hhacen uso, por cierto del rxzonamiento y hasta del silogis- 30. Araticles considera que la inferenca es precisamente tun silogismo: postuladas certas cosas, de ellas derivan otras, diferentes. Inferencia: logo, diferencia De las pre- ‘misas brotan las conclusiones en cienca, el pase et obi- gatorio y no esté permit ninguna eonclusin eontraria 0 ‘ifernte; en rete, seadialéctieay, por lotanto, refutato- ia, o apuate tan s6le a una conclusiin probeble, en princi: ‘io, es porble deducir consecvencias distineasy hasta opus tae, Resordemo el elsic ejemplo de silage cava conclu- 1dn es insoslayable: Todos los hombres eon mortales; S- crates os un hombre; logo, Séerates es mortals. En cambio, “sino hay nubes haré buen tempos es un silogisto im. perfecto aunque un silogisme al fin—, pues no basta eon {que no haya nubes para que de ello se pueda inferir que Inara buen temp, ‘Sein Aristteles, a dialéctica esl arte dela refutacion Formal, mientras que la retdrica es un logos ew fuerza de perauasidn es postiva y orienta al auditori hacia una nue ‘va respuesta. Para lgrarl hay que poner enejercici un si Togismo especifico, el entimoma, en el que, como bien se ha visto, Ia conelusin 6s meramente probable. Se trata, en realidad, de un silogismo trunco, dado que no todas las pre ‘misas estén explicitadas. En la vida de todos los dias no se puede ni se quiere decirio todo. La inferencia Séerates est tenferm, porque tiene ealor~ nos pone en presencia de wn tentimema, por cuanto la premisa que podria eonvertira en ‘ilogimo entific ext es, «Los individoos que tienen calor tstin enfermese, no puede ser razonablemente sostenida, Primero, porque ellos fats, ya que se puede tener calor sin estar enfermo, Después, porque es poco elegante enunciar verdes sentenciosas y goneralos eon cada afirmacion que ‘se sameta a la aprobacién de os demas en la vida eotdiana, Sien este contexto sedice que Scrates est efectivamente cenfermo ello obedece arazones de probabilidad y de veros- rilitud. Séerates ha estado hace poco con individuos eonta- Biados y es legtimo suponer que si tiene calor y su rstro std enraecido, es porque ha peseado sus mierobios. Todo fentimema se declara tribataro de cierta verosimilitud de- 4 pendionte de la crcunstancias Si ol orador nolo explicit {odo ello se debe a que las premisas, demasiado generales, serianfalsns,0 aque eemés estratégico dejar que el intrlo- «utor las infiera por si mismo. El oradortendré la impresién de que esa es su verdad, y esto dard mas fuerza persuasive al argumento. Sogun Avstteles, la vetic, contrariamien- ‘twa la diléctica en la que alguien siempre puede seialar dde manera estrictamente formal sus desacuerdos—, se ‘cupa sobre todo de cuestiones pariculares dado que solo ‘es posible abordarlas a partir de lo que se sabe espectiea- ‘mente dentro de un cantaxto precio, ‘Es posible clasficar estas cuestiones? Para Arstétles, se bubdividen en tres grandes grupos: las cuestiones polit eas, en las quo se delibera sobre lo que es itil Is euestiones pidieticas, en las que rein la desaprobacién y la alaban- 2a del orador en funclin del placer que se abtine de su dis ‘curso —es el caso de a oracién fnebre, que debe estar bien compucsta, como se lo espera en tales ereunstancias—; 3, por ultimo, las euestionesjudiials, en as que lo justo y To Injusto son objeto de un debate cuya finalidad es saber ‘qin hizo qué.cosa en un momento dado, y por qué razones. Esta triparticién resulta un tanto arbitraria, como ya lo hhabia hecho notar Quintiliano el gran tebrice romano de Jas Isttucionesoratoras. Las latinos propusieron una la sifeacin dstinta de las cuestiones que enstituyen el ebje todelaretérica, Bn la Retdrioua Herenio, au autor (durante ‘mucho tempo se creyé que lo era Cicern dstinguia cuatro ‘causas: lo honorable, lo malo, le dudasoy loinsigniicante* ‘que expresan una problematicidad erecient. Ai, cuanto rnds se apunta a lo insignificant, mas diel es alegar (en ‘su favor). Lohonorable(olo noble) genera consenso, pero es- te ttm disminuye euande a eausa es movestao insignif- canto, y se tarna feancamente dif cuando ella es dudosa u ‘oveura oesté evidentementedesprovistade pertinencia. Lo insignificante no interesa, Lo honorable easi no plantea ‘euestiones, lo dudso remite a una alternativa, y eon lo in- signfleante ni siquiera hay cuostion que plantear, pues se Ja juzga carente de interés. Tonemos asf una escala de dis- tancia respecto del auditor, Cicerén agroga wna quinta ‘asa posible, To oscuro, cuando is palabras fon ambiguas, Bieri Hen 5 (te ©. Acard, Les Beles Latte 38 ‘ast resulta la list siguiente: lo honorable (honestur), lo entraordinari admiral) lo insignificant, lo dxdoso 3 To ‘oscuro. Quntiliano sigue a Cicerdn® solamente en el néme~ ‘lo nable, lo isignificente, lo dudoso (oo ambiguo), lo ex- ‘raordinarioy lo oscuro son presentados por élen un orden diferente, Es importante advertir que ya no hay géneros rotdrows fijos, sino eausas euya diversdad se mide por Ia Gistancia respecto del auditorio. Lo honorable suseita un ‘anime propicio, mientras que este disminuye ante el aspec- tw sorprendente (admirable extraordinario) de la euestién (por ejemplo, defender una causa vergonzosa),y mas an st Ihay oscuridad y desinterés, Por lo tanto, en estos easos es més diffe convencer al suditoro. Como puede verse, en la ‘etériea latina lo primordial no es el logo ysu razonamien- ‘toformal, sino la relacién conel ethos, con el orador y con los ‘valores eomunes. E oraor debe, pues, restalecer el equi brio, en forma moderada cuando la causa es honorable, y muy fuertemente ai el auditorio se siente poco involuerado por el problema Cundro 2. Reopitalacn dels couse erdrguics sgn la dif ‘ultod para defenderto, Reareaa lowe [Gorn amon Laden torment | Laie Tincentae | Senin | Loca La concepeién del pensamiento y del lenguaje que de ‘vend elsica en Occidente naiéy se codified en Platén y Aristteles, Esta concepein instituye un modelo de raco nalidad que, pese a a opsicin entre uno ¥ tra, e impor draPhasta nuestros dias. Por nuestra part, la hemos Nama do proposicionatisme. ;Bn qué consist, ucsto qu la euestion»{Qué es X?» presupone unser de X porel ual Xeslo que es ynootra cosa, toda alternativa que * Cems, De Pine, 120 . Acard) Len Balls Late, 1904, ua, tort 1 0 fe. Cosi ese See ates 1976, 38 a instantneamente excluida. He aqu la traduccién pro- posicionalista de la interrogatividad. En conseevencia, lo {quo la ontlogia porsigue esa climinacién dela interrogati- Vidad y del euestinamient. Elser tiene esta fancin de el- minaciin a priori de la cuestin lo cual instaura el modelo, e lo resalutorio como narma del pensamienta, Per esto no ‘yaa funcionar —ya veremes por qué— y al er se convert +, con Heidegger, en el enigma de un pensamiento que ya ho pdr reducirse lo resoluorio, aunque sn desembocar por ello en el eusstionamiento que se reflexiona com tal Digimosl con earidad la respuosta quese define por laeli- minacidn dela alternativa, ose, la que dice que A excluye nosA Cl invers), se anula como respuesta debido a que su reenvio al euestionamiento es reprimido por Ia alternativa ‘liminada Ao no-A. Esta desaparicin de la cuestin va a ‘mponerse como aquelle que hace precisamente que se tenga la respuesta. Bn una respuesta que nose indica con eardctr de tal, que borra ia diferencia entre ella y as cues tlones, ya no ae tiene eiquiera respuesta, sin solamente lo que se da.en llamar una propescion. Con toda evidencia, el deslizamiento en los términos noes inoeuo, pues en tanto ‘que la idea de respuesta hace referencia al cuestionamien= 10, 1a propsicin no alude de ningtin modo a l;es como sila entidad proposicional se sostuviera por si sola y tuviera su propia neceidad, la cuales absurd. De aqut deriva el papel central y hasta fundador que Aristotees asigna al principio Ge contradiccién. Qué estipula este principio? De dos pro posiciones contraditorias, Ay no-A una sola es verdader, fen tanto que la otra es necesariament falsa La aternativa parece caer ast fuera del ags, dela Ravsn. Oponerse pasa a Sor oben ilégico, prueba de absurdidad,o bien tan soo ex- resin de ignorancia do uno de los dos oponentes. Bs a, fen realidad, como conviene ler hoy en dis este principio? {GBs verdaderamente login o imposible mantener actitue ‘des contradictorins? Lo hacemos todo el tiempo. Por consi- szuentolaleturadel principio tine que ser otra. De hecho, Toque el principio de contradicciin enuneia realmente una verdadera definicién de lo que so debe entender por el ‘oncepto de respuesta. Dado que una respuesta no es asi- ‘lable ala cucstién dela que ha surgi, es preciso que la ‘alternativa quo expreca ala sogunda desaparezca a nivel de Tnprimera. Psto no significa mas que lo siguiente: Ae lt a respuesta, no-A no puede sero, yreeiprocamente, Si tene~ mos Ay no-A, esto no puede ser una respuesta sino una ‘evestin, dado que las custiones se definen por alternati- ‘vas ¥ cuando no estamos de acuerdo con alguien acerca de luna cuestién, es normal que esta cuestiin tenga, al menos, dos vertientes, Ay n0-A: a respuesta, en cambio, no puede tenerlas, Bs asunto de defiicién, pero también de sentido ‘comin. Cuando tenemos A y no-A, estamos en el campo de Ia interrogacién, no en al de as sluciones; se trata de dos tipos diferentes de respuestas, el problematoldgico y ‘apocritco, pero la diferencia entre clos no est mareada ne- ‘tsariamente po la forma. Es mas bien el contexto dela in- terlocuci el que trazala linea divisoria entre lo apocitco ylo problematoligico. Recordemos que lo apaeriticoresuel- ‘ela cuestin, la eu, desde ese momento, Yano se plantea, Y que lo problematolégico precisamente ia expresa. En la rellexin a través del discurso, las respuestas problema tlogica y las respuestasapoertieas traducen la diferencia ‘eestin respuesta, como Ighacemos por otra parte aq El principio de contradicein sive, pues, para definc a ‘prior’ lo que se eatiende por respuesta, dado que, en térmi- ‘os proposicionales, a cuestin es una alternativa Ay novA son contradietorias silo como respuestas, dado que, en el plano de a interrogatvidad, en nada puede sorprender que tengamosAy no-Aa la ve, El hecho de que Aexclaya no-A, significa una sola cosa: que ya no estamos ene orden dela alternativa, sino en el orden de lo resolutorio. Ahora bien, ‘bunca se hizo esta lectura de un prinipio tan esencal. a 1 proposicionalismo no ay euastiones ni respuestas como tales, sine proposiciones, uci que ne hacen diferencia en ‘re cuestiones y respuestas y que suscitan su amalgama, por no deci ss confusion, pero que privlegian, no obstante, «e2mo lo sugiere el termino propoicin, el lado respuesta, «5 ‘deci la aseriGn, Esto tiene el efecto de proyectar todo pen ‘samionta hacia el orden de las «respuesta y de vedar Ta posbildad de reflexionar lo prublemtico en si, desplazan- Aoloa otres pares contrast, como lo subjetivo y lo objet vo, por ejemplo. Al mismo tiempo, dado que el principio de ho contradiecién se formula de mancra proposicional, In alternativa queda excuida; y no-A son prior’ incompati bles en cualquier pensammiento posible, y ya nose advierte dde qué modo podemes contradecirnos a nosotres mismos ni ‘oponerns uno otros. Tal vez ea peor el principio de con- tradieedn, les de definir una respuesta por oposicién luna cuestin, eleva dehechola supresin desta ultima ala ‘ondicién de norma de lo resolwtorio, y entonces la neces dad de este estado de cosas pas a ser fuente de a necesidad ‘que debe reir los juicis; leer A verdudero, no-A no puode dejar de serexcludo, debe incluso serlo necesariamente, La ‘ecesidad se impone come la norma necesaria, no so de to do discurs, sino también del sor misma. Se ha izad e zo. {Qvé hacer entonces eon ia apora siguiente? Si Aes ne- cesariamente lo que eso sea, A lo cual es necesariamente verdadero por euanto no se entiende cémo padria Ano ser ella misma, jo6mojustficar que Asea B o C,que A podria, sin embargo no ser? Sécrates no pede no ser Scrates, pero es ealvoy griego, por ejemplo, y no es nada fuera de todo lo ‘quo él es, a saber. un conjunto de propiedades contingentes, ‘Porque Sderates noes necesariamente todo lo que éle, dado {que podria no sor ealvo, no ser bajo, no ser grogo, ts Bn re- sumen, las ensas no son necesariamente lo que son: también. ‘pueden ser dstntas, como las opiniones y muchos juicios en general 2, Los grandes momentos de la retériea Heidegger devia que sl retériea noes otra cosa que la cexplicitacon del hombre en euanto ser conereta la herme ‘néutia dl ser del hombre mismo-° Esta idea controvirte todo cuanto se ha pensado siempre de la rtsrca, a saber, 4que sive simplemente para influir sobre los dems afin de Iaverlos actuar ohaceresereer, a menudo, cualquier cosa ‘Se advierte aquf muy bien que no hay redriea sin cierta ‘imagen subyacente del hombre y de as otros, y hasta dela Historia, podriamos agrogar. Pues los grandes momentas dela historia de In retdiea tienen sx rasionalidad propia, primero de ess momentos ea el de su instauracién ‘grecortomana, que culmina eon Platén, Arstteles,Ciceréa ‘la sintess que de tds ellos ace Quintiliane, Lege vie n Heieger, Graaf dr Arita Pipi 18), ‘stra 20% pa 110 39 ne a renovacin liga al Renacimiento, que desembocard ‘en una oalizacién cada vez mayor sabre el diseursofgura- ‘tivo, aunque sélo sea porque el recentramicnto teologico producido en Inglaterra y Alemania legara a monopelizar ‘| eampo de a interpretaciin. Bn Francia, aretériea oeupa ‘amas bien el espacio politic, con el juego de las pasiones y del lenguaje de corte, de os cuales el segundo es una suerte do reverso del primero pues se trata de un Tenguaje bien construido, apto para disfrazar las gracias del adulador y refrenar los arrebatos. Empero, hablar de bellosdiscursos es hablar de estilo, y la retdrica so orientara de manera crociente al estudio de a fccénliteraria, La tereeray ti ‘ma etapa se ita ene siglo XX yeorresponde al impetuoso ‘etorne dea reéric en todas sus dimensiones: lgio-argu ‘mentativa, rtérico-literaria, ético-politca, tanto en Esta dos Unidos como on Francia, y sobre todo en Bélgica, eon Perelman y el Gropo x. Reviste interés comprender por qué azn esas tres grandes priodoscorresponden a un floroc- rmiento de esta dseplina, que muestra en eada uno de ellos inflexiones nuevas Si bien se mies, son momentos en los cuales, en Europa, Historia se acelera. Ls vieos exquemas son sometidos a discusién y se tornan problematices. Las respuesta tablecidas Se derrumban o simplemente se marchitan, dan- do paso a una multiplcidad de debates y de opiniones con- {raditorias. Reaparéoe luego certo monalitismo que tiende ‘a secundarizar otra vez a la retdrica,o que, en todo caso, ‘parece esdleroserla al modo de una cocoléstien, Bs el crsta. smo el que cumple este papel, tras el considerable desae ‘lle experimentado por la disciplina durante la Antigue- ad. Con Descartes, a exigenca de univocidad y corteza pa sal primer plano. La aparicién y Ia consalidacién dela Ciencia moderna son eontempordneas de una paulatina disipacin de las identidades del Renacimiento, débiles y ‘ead magicas, on benefcio del rigor matematizador dela ‘edad elisca. Em cuanto ala época actual, nadie puede pre ‘ver qué cosa eemplazaré a nuestra sociedad, en Ia eual la ‘comunicacin suele hacer las veces de acién defn en s. Dicho esto, a etérea continda siendo una prenda de liber td tanto intelectual como moral, pace supone el derecho a expresarsey a confrontar puntos de vista diferentes. Ella susttuye a ia fuerza, que no necesita sr justificada. 40 3, Los comienzos: pilares griegos, innovaciones Lareticaexperimenta un auténtico auge durante esos ‘momentos privilegiados, aunque inquietantes, en que el pensamiento seve librado ast mismo en la ploralidad de sus puntos de anelaje. En Grecia el finde a mitologa coin- «ide con el nacimiento de la retorica pues la primera de as ‘etrieas pasa a ser ella misma mitelogia. Al perder su er

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