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NATURALEZA DE LA REALIDAD.

(Por Álvaro Villacob Ochoa).

(Filosofía de la realidad a partir de Platón, Plotino, San Agustín, Nietzsche, Marx y Engels
y mi opinión).

Desde antaño se ha creído que la existencia de la realidad obedece a dos tipos: una
realidad metafísica y una realidad física. Sin embargo, algunos pensadores en los últimos
siglos, han afirmado que solo existe una realidad, la cual es susceptible de ser
aprehendida mediante los sentidos. El positivismo de Sait - Simon y Comte, por ejemplo,
asevera que el conocimiento auténtico solo es posible si es generado por la ciencia
mediante el empleo del método científico. Cualquier otro conocimiento fuera de este
método, no puede definirse como real. Verdadero es todo aquello que es el resultado
fundamentado en los datos empíricos. En este sentido, Dios, el alma, el espíritu, el
paraíso, el más allá… no pueden ser realidades, ya que su existencia no puede ser
probada a partir de los datos de la experiencia. Tal como el positivismo, muchos
pensadores han influenciado en la negación de una realidad metafísica; como Sartre,
Camus, Heidegger, Freud, Feuerbach, Engels, Marx, entre otros; ahora, las preguntas
que de aquí surge nos ayudarán a despejar algunas dudas al respecto. Ellas son: ¿Real
es todo lo que podemos percibir con nuestros sentidos? o, ¿Real es solo el mundo
metafísico y espiritual?
En este breve estudio se hará hincapié en la naturaleza de la realidad desde su carácter
mutable, inmutable y real, a partir del pensamiento de Platón, Plotino, San Agustín,
Friedrich Nietzsche y Karl Marx y Engels en su materialismo dialéctico. Además, daré mi
opinión en varios puntos a lo largo del texto. Es de anotar, que se pondrá de relieve la
realidad en su totalidad, sin embargo, la constante será enfatizada en los valores. Al final
se hará una síntesis de lo que es la realidad en su totalidad desde mis haberes filósofos y
teológicos.

La concepción de que toda realidad es mutable, es afín al pensamiento filosófico de


Friedrich Nietzsche (valores) y del materialismo dialéctico de Karl Marx y Engels, por
mencionar dos ejemplos. Lo antagónico a este sistema de pensamiento es el idealismo
(platónico, socrático, agustiniano, plotiniano...) en el que existe un mundo más allá:
eterno, real, único, ideal, infinito y motor de todo lo existente.
El materialismo dialectico de Marx y Engels, afirma que el movimiento es la esencia o
naturaleza de la materia, por lo tanto, esta última está expuesta a la mutación constante.
Todo lo que ostenta movimiento es susceptible de transformación, de un estado a otro, es
decir, de una realidad material vieja a una realidad material nueva. Por otra parte, en lo
relativo a la realidad moral de los contrarios como "bueno" y "malo" y; "amor" y "odio”; se
considera conveniente aseverar la existencia de mutaciones en las mismas. Nietzsche
afirma que en el Superhombre se deben superar tales antagonismos, yendo más allá de
ellos; por ejemplo: en el amor se puede odiar y, en el odiar se puede amar. Se puede
odiar por amor a alcanzar una virtud superior. Odiar, por ejemplo, el nihilismo occidental,
es posible por amor a superar al hombre del rebaño. Se puede amar una verdadera vida
gracias al odio hacia todo aquello que represente decadencia de la misma.
En mi opinión, considero que la realidad moral es movimiento en la medida en que ha sido
expuesta al desnudo del tiempo. Por ejemplo, en muchas culturas, lo que antes se
consideraba bueno, hoy día se considera malo; y viceversa. El asombro hacia algunas
prácticas morales de hace veinte años, asumidas como indecentes y vulgares; hoy día
son tenidas por normales. Recordemos que Nietzsche va más allá de estos antagónicos.
La biblia da una explicación a este cambio moral: “Nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído
de oír” Eclesiastés 1:8. Podría concluirse, a partir de esta afirmación, que en el hombre
muta la moral y los valores, debido a que sus ojo y su oído siempre están ávidos de lo
novedoso (bajo el desnudo del tiempo) en el ámbito, por ejemplo, de la moda, de la
música, del sistema político, del sexo, de la mujer, de los valores, de la moral, etc. ¡Cuán
cansado el ojo de ver a la misma mujer todos los días y siempre a ella hacerle el amor!
¡Qué fatigado el ojo de ver el mismo coche durante diez años! ¡cuán cansados el ojo y el
oído de ver y oír acerca de: “esto es bueno, esto es malo, durante siglos!”. De aquí
podemos entender el cambio que sufren las sociedades al imprimirse el tiempo sobre
ellas. Ahora, ¿La moral y los valores son realidades? Según Nietzsche, los valores son
reales solo si provienen del hombre mismo, o sea, del Superhombre. Nietzsche
consideraba los valores tradicionales como ficticios, ya que fueron extraídos de un ser
imaginario. Son irreales para él, en cuanto son valores trascendentes al hombre y no
inmanentes al mismo. La filosofía de Nietzsche, como él mismo lo dijo una vez, es un
platonismo al revés. ¿Pero, por qué para este pensador, la filosofía de Platón era su
filosofía al revés? Platón, filósofo antiguo, discípulo de Sócrates, propuso la teoría de dos
mundos: el mundo sensible y el mundo inteligible. El mundo sensible es aquel que
podemos percibir mediante los sentidos, sin embargo, este mundo no es más que copia o
reflejo del mundo inteligible, por lo tanto, no es una realidad, sino solo una sombra (leer el
mito de la caverna). En cambio, que, el mundo inteligible es el mundo de las ideas, la
esencia del mundo sensible, que no tiene una naturaleza física. En este mundo se hallan
las verdades universales que no mutan. Este mundo fue creado por El Demiurgo, ser
infinito de quien provienen todas las cosas y autor del universo. Las ideas del bien, de lo
bello, de la justicia… provienen de este mundo de las ideas, por lo tanto, son valores
universalmente verdaderos e inmutables. Tal vez Platón considerara como falsos los
valores de los hombres que ignoraban el mundo inteligible, debido a su mutabilidad.
Entonces, aquí hemos visto una realidad abstracta, esto es, los valores, que se
materializan en la conducta del hombre: para Platón, eran verdaderos los valores
provenientes del mundo de las ideas y, para Nietzsche, eran verdaderos los valores
provenientes de la tierra, del mundo sensible, del hombre mismo.

Por otra parte, Plotino, como principal filosofo del neoplatonismo, desarrolló su filosofía
incorporando elementos cristianos con ideas filosóficas griegas y orientales. En él
prevalecen las ideas universales de los valores de platón y del cristianismo. En San
Agustín, los valores provienen solo de Dios, mediante una ley universal. Tanto para Platón
como para San Agustín y Plotino, la realidad de los valores universales es atribuida a un
mundo del más allá; no así para Nietzsche.

En mi opinión, como ya lo mencioné arriba, los valores y la moral emanados del mundo
sensible son mutables, debido a que provienen de un ser pensante mutable. Dicho de otra
manera: Los valores morales nunca serán universales y eternos, si su origen descansa en
el mundo sensible. Al igual que estos tres pensadores, también coincido en la
universalidad de los valores, porque los mismos no fueron creados por el hombre, sino
por un ser trascendente a él. No creo que de un ser meramente material y finito haya
surgido la conciencia de los valores. La materia no puede concebir conciencia moral, ni
pensamientos.
En contraposición de esto, en el materialismo dialéctico de Marx y Engels se define la
materia como el sustrato de toda realidad concreta y abstracta (el pensamiento). Sin
embargo, esta afirmación es vaga y carente de fundamento racional. Para estos
pensadores, toda realidad es movimiento y, todo movimiento es realidad. No se puede
concebir la materia sin movimiento, ni el movimiento sin materia; por lo tanto, toda
realidad es el resultado de una contradicción interna de lucha de contrarios. Por ejemplo:
"La vida se transforma en la muerte, porque la vida posee una contradicción interna,
porque es la lucha diaria contra la muerte (a cada instante mueren células, las sustituyen
otras, hasta el día que la muerte prevalezca) ..." "La lucha de los contrarios se observa
como lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que muere y lo que nace, entre lo que se
extingue y lo que se desarrolla". (Curso de Filosofía - George Politzer). En esta dirección,
Marx y Engels afirman que las sociedades son materia, son movimiento, por lo tanto, son
transformables: una sociedad burguesa capitalista puede transformarse en una sociedad
comunista. De ahí que las sociedades, a través del tiempo hayan ido evolucionando:
sociedad esclavista, sociedad feudal, sociedad capitalista y sociedad socialista. Para
estos filósofos, la realidad es solo material. Si se pretende transformarla, se debe
despojar de toda creencia de realidades suprasensibles o del más allá. En este mundo no
existe más que materia, y la misma es de naturaleza mutable. No hay Dios, no hay alma,
no hay espíritu, no hay mundo de las ideas. Estas categorías no pueden ser percibidas
por la conciencia cognoscente, por lo tanto, no se puede transformar lo que no se percibe.
Si se quiere cambiar el mundo, se debe divorciar la conciencia de la idea de Dios y la
religión. En Platón, Plotino y San Agustín, Dios es motor de todo lo que existe, movimiento
de todo lo que se mueve y se transforma. Para Marx y Engels, el movimiento inherente a
la materia no es el resultado de un motor invisible que lo gobierna todo según su
beneplácito.
Ahora, por un lado, tenemos a Platón, Plotino y San Agustín, quienes abogan por un
mundo suprasensible, perfecto, inmutable, universal y motor de todo lo que existe. Ese
mundo, es el mundo invisible, que se halla fuera de las dimensiones tangibles. Del otro
lado tenemos a Nietzsche, Marx y Engels, quienes abogan por un único mundo, el mundo
en el que habitamos, esto es, la realidad sensible, donde la misma tierra creó al hombre a
su imagen y semejanza. Para ellos no existe un mundo del más allá, sino un mundo del
más acá. Todo lo que pueden concebir es esta realidad y, sobre ella, sentar su
pensamiento materialista. Nietzsche dijo: “No hay el más allá” y, “Dios ha muerto", esto
último, para referirse a la muerte de todos los valores metafísicos de la filosofía occidental
y del cristianismo. Para él, los conceptos del bien, de la justicia, de la verdad, de lo bello,
de lo compasivo... no son más que valores ficticios. Estos valores y conceptos son para
Nietzsche la decadencia de las sociedades, debido a la creencia en lo inexistente
(Nihilismo). Para el primer grupo, en oposición a las afirmaciones de Nietzsche, las ideas
del bien y del mal son universales e inmutables solo si provienen del mundo
suprasensible. En el mundo suprasensible de Platón, San Agustín y Plotino, podemos
hallar la idea de valores con una realidad inmutable y universal. Esta idea de la
universalidad de los valores, podemos encontrarla también en el idealismo de Immanuel
Kant en “Critica de la razón práctica”
(Opinión personal).

Desde mi haber filosófico y teológico, considero que el mundo inteligible o de las ideas,
del que hace alusión Platón en el más allá, es la realidad invisible y eterna del Dios
judeocristiano (aunque para él sea el Demiurgo) y, la caverna, es este mundo que
habitamos (copia o sombra del mundo de las ideas). El mundo suprasensible es
inmutable, eterno y universal, como dijo Pablo: “Porque las cosas invisibles de Él, su
eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo” –
Romanos 1:21-22. El Apóstol Pablo sugiere que las ideas eternas e inmutables pueden
ser al menos innegables desde la contemplación de la creación (mundo sensible). Platón
afirma que para poder acceder al mundo de las ideas eternas y universales, se debe
hacer uso del órgano más excelente del alma llamado "la razón”, por lo tanto, es menester
el estudio de esas ideas de forma jerarquizada, así: primero, las ideas del bien, segundo,
las ideas de los objetos éticos y estéticos; tercero, las ideas de los objetos matemáticos y,
por último, las ideas de las cosas. Solo de esta forma se podrá, según Platón, acceder al
mundo real de las ideas. En Plotino, “La parte racional de nuestra alma es alimentada e
iluminada constantemente desde arriba. Esta idea es recogida y modificada en sentido
cristiano por San Agustín. El Dios personal del cristianismo ocupa el lugar del Nus. Las
ideas se convierten en las ideas creatrices de Dios. El conocimiento real tiene lugar
siendo el espíritu humano iluminado por Dios. Las verdades y los conceptos son
irradiados a nuestro espíritu” (Teoría del conocimiento de J. Hessen). Es de notar que la
filosofía de Plotino y de San Agustín, son nuevas formas de platonismo, sin embargo, es
entre el plotinianismo y el agustinianismo donde se hayan los afines más matizados en lo
relativo a la forma de manifestación del conocimiento de la realidad suprasensible. En
Plotino es el Nus, en San Agustín es (El Dios judeo-cristiano), la revelación divina (la
palabra de Dios) y en Platón, el mundo de las ideas del Demiurgo.
Tal como lo asume el materialismo dialéctico, considero que esta realidad material es
mutable, transformable, perecedera, inmóvil y cognoscible. Pero también, tal como Platón,
Plotino y San Agustín, creo que existe un mundo de atributos antagónicos al anterior.
Para Platón era el mundo de las ideas, para Plotino, el Nus cósmico y, para San Agustín,
Dios mismo, su poder, su deidad, su palabra, su trono. A los dos primeros, tal
conocimiento nunca les fue revelado de parte del Dios de la biblia, pero dentro de sus
almas siempre ardió y se proyectó la imagen de un Dios eterno, único, inmutable y
poderoso; creador y originador de todo lo que existe. Ellos nunca tuvieron la certeza de la
naturaleza y revelación del SER invisible detrás de todo aquello que sus sentidos podían
percibir (mundo material). Por lo cual, este Dios desconocido por ausencia de revelación,
pero conocido por la presencia de la actividad de la razón, fue para ellos el Demiurgo y el
Nus cósmico.

En mis términos, la realidad sensible es tal cual lo propone el inmanentismo racionalista,


que sostiene que Dios es la causa de todas las cosas y que todo, por lo tanto, está en
Dios y nada existe fuera de ÉL. Esta realidad sensible, solo puede existir, porque Dios
está en ella (no es ella, no panteísmo), porque Dios la sostiene con su poder y ha dado
todas las condiciones para que exista. La realidad sensible no es real sino es sostenida
por la realidad suprasensible de Dios. Nada puede existir fuera de la inmanencia y
trascendencia de Dios. Dios es un ser inmanente y a la vez trascendente a la realidad
sensible. Inmanente, en cuanto Él está en ella y la sostiene. Sin Él, esta realidad sería
insostenible por sí misma, y, por lo tanto, inexistente. Y, trascendente, en cuanto Él mismo
no es la realidad sensible, sino un ser diferente a ella. En esto Platón tuvo siempre la
razón. La realidad en la que vivimos no es realidad si Dios, la realidad inmutable, eterna,
creadora, universal, real; no la sostiene: “Y Él (Jesucristo) es antes de todas las cosas, y
TODAS LAS COSAS, en Él subsisten” Colosenses 1:17”.
El día que Dios decida dejar que nuestra realidad sensible subsista en Él, esta cesará, es
decir, dejará de ser, por lo tanto, esta realidad sensible no es más que una forma material
de ver en ella la realidad inteligible de Dios. Esta realidad material es sólo eso, materia,
por lo tanto, por ser solo sombra de lo real, es perecedera.
Dios llama al ser humano a vivir en su inmanencia y trascendencia y no en la
transitoriedad de la materia. (No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín
corrompen, y donde ladronas minan y hurtan;
mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no
minan ni hurtan) Mateo 6:19-20.

Concluimos que, la transitoriedad del mundo sensible es real en la medida que subsiste
por la acción del poder de Dios (realidad de la cual se origina el universo). La exclusividad
de quienes objetan como real solo la existencia material, podrán definirla a partir de su
mutabilidad, y es todo lo que existe para ellos. En cambio, que, quienes la conciben como
la realidad en su totalidad (causa y efecto), es decir, una como el resultado de la otra; la
definirán en términos de la “inmanencia y trascendencia de Dios”. Esto concluyo, que la
realidad, en términos de su totalidad, se define a partir de la inmanencia y la
trascendencia de Dios. Fuera de esta realidad, nada es real.

Autor: Álvaro Villacob Ochoa.

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