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= — = = wa 8 oa So oo a -< Al w a 3S ~< = < wn < o 4 a Ww wn Ilustraciones de Bartolomé Segui LITERATURASM*COM Primera edicién: abril de 2002 Decimoquinta edicién: agosto de 2017 Gerencia editorial: Gabriel Brandariz Coordinacién editorial: Paloma Muifia Coordinacién grafica: Lara Peces Titulo original: Sunset of the Sabertooth Traduccién del inglés: Macarena Salas Publicado por acuerdo con Random House Children's Books, una divisién de Random House, Inc. New York, USA. Todos los derechos reservados. © del texto: Mary Pope Osborne, 1996 © de las ilustraciones: Bartolomé Seguf, 2010 © Ediciones SM, 2016 Impresores, 2 Parque Empresarial Prado del Espino 28660 Boadilla del Monte (Madrid) wwws.grupo-sm.com ATENCION AL CLIENTE Tel.: 902 121323 / 912 080 403 e-mail: clientes@grupo-sm.com ISBN: 978-84-675-8532-2 Depésito legal: M-351-2016 Impreso en la UE / Printed in EU Cualquier forma de reproduccién, distribucién, comunicactén péblica o transformacién de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacién de sus titulares, salvo excepcién prevista par (a ley. Dirfjase a CEORO (Centro Espafiol de Derechos Reprograficos, vavw.cedro.org) si necesita fotacopiar o escanear algin fragmento de este abra. Para todos los ninos que me han ayudado. PROLOGO UN DiA DE VERANO, apareci6 en el bosque de Frog Creek, Pensilvania, una misteriosa casa en lo alto de un Arbol. Jack, de ocho afios, y su hermana Annie, de siete, subieron a la casa y vieron que estaba Ilena de libros. Los nifios enseguida descubrieron que la casa del 4rbol era magica y que podia llevarlos a cual- quier sitio que apareciera dibujado en las paginas de aquellos libros, Lo Gnico que tenian que hacer era sefialar uno de los dibujos y desear estar alli. Jack y Annie visitaron la €poca de los dinosau- rios, la vieja Inglaterra, el antiguo Egipto, un bar- co pirata,a los guerreros ninjas y la selva del Ama- zonas. A lo largo de sus aventuras, descubrieron que la casa del Arbol pertenecia a Morgana, una biblio- tecaria con poderes magicos que venia de la época del rey Arturo y viajaba a través del tiempo y el espacio en busca de libros. En su quinta aventura, La noche de los guerreros ninjas, Jack y Annie encontraron un ratén en la casa del Arbol. Annie lo Ilam6 Mini. También descubrieron una nota de Morgana que decia que la habian hechizado y que, para liberarla, Jack y Annie tenian que encontrar cua- tro cosas especiales. EI primer objeto lo hallaron en el antiguo Japén, y el segundo, en la selva del Amazonas. Ahora, Jack, Annie y Mini tienen que ir en busca del tercer objeto en... Viaje a las cavernas. a Cosas CONM -VAMOS A LA CASA DEL ARBOL —propuso Annie. Annie y Jack volvian por cl bosque de Frog Creek de la piscina. Habian estado en su clase de natacion. —No. Quiero ir a casa y quitarme el bafiador —dijo Jack. —Es que vasa tardar mucho...—protest6 Annic-. ¢No quieres salvar a Morgana cuanto antes? —jPues claro! —Entonces, vamos antes de que se haga de noche —insistié la nifia, y sali disparada hacia el bosque. Su hermano suspir6. Estaba claro que no iba a poder quitarse el traje de bafio. Se colocé las ga- fas en su sitio y siguié a Annie. El aire c4lido desprendia un olor a hierba fresca. Caminaron entre las sombras y los rayos de sol, y muy pronto Ilegaron a un claro. Jack mir6é hacia arriba: ahi estaba la casa magica, en el arbol mas alto del bosque. -jCorre! —dijo Annie, y empez6 a subir la escalera de cuerda que llevaba a la casa. Jack se agarré a la escalera y subi6 detr: de ella. Nic. Habia un ratoncito sentado en la cornisa de la ventana. —jHola, Mini! -grit6 Annie. Jack le dio unas palmaditas en la cabeza. —Perdona que no hayamos venido antes —dijo la nifia-, pero teniamos que ira la piscina. Nic. —Ha pasado algo mientras no estabamos? —afia- dié mirando por toda la casa. Jack se qued6 mirando la M tallada en el suelo de madera. Encima de la M estaban la malaquita y el mango que habian encontrado en sus dos tltimos viajes. —(Sabes qué? —dijo el chico-. Malaquita y man- go empiezan por la letra M, igual que Morgana. —jEs verdad! —Seguro que las cuatro cosas que tenemos que buscar empiezan por M ~afiadié Jack. —Seguro —repitié Annie—. ;Dénde crees que en- contraremos el objeto siguiente? Los nifios empezaron a mirar las pilas de libros que habia en la casa del Arbol: libros sobre la selva del Amazonas y sobre ninjas, piratas, momias, ca balleros y dinosaurios. Todos cerrados. Menos uno, que estaba en un rincon. -Eso lo vamos a i pronto —con- test6 Jack. Se acercaron al volumen y miraron la pagina por la que estaba abierto. En el dibujo habia unas rocas y nieve. -jMira! -exclamé Annie sefialando el dibujo-. Me encanta la nieve, ojala estuviéramos ahi. —jEspera! —dijo Jack—. No estamos preparados! -y luego se dio cuenta de otra cosa—. ;Ademis, va- mos en bafiador! ;Para! —jHuy! -dijo Annie. Pero era demasiado tarde. El viento empezé a soplar y las hojas de los arboles se movieron. Luego, la casa del Arbol se puso a girar y a gi- rar y a girar. |Cada vez mas rapido! De pronto, todo se quedé en silencio. Tan si- lencioso como la nieve al ca 14 2 HUESOS Jack, ANNIE Y MINI se asomaron por la ventana. Nevaba y el cielo estaba gris. La casa estaba encima del 4rbol mas alto de un bosque de arboles pelados. Se encontraban en una Ilanura ancha y blanca, y por detras habia unos acantilados de rocas muy elevadas. ~Tengo fri... frio —dijo Annie tiritando, y se tap6 con la toalla. Nic. Parecia que Mini también tenia frio. —Pobre ratoncito. Te voy ameteren la mochila de Jack para que estés mas calentito -y la nifa in- trodujo a Mini en el bolsillo de la mochila. ~Tenemos que irnos a casa —-murmuré el chico-. Necesitamos ropa de abrigo. —No podemos. No vamos a encontrar el libro de Pensilvania hasta que no terminemos nuestra misi6n. ;No te acuerdas? Asi es como funciona la magia. -Ya...—asintié Jack. Miré alrededor y no vio ni rastro del libro de Pensilvania que siempre los llevaba de regreso a casa. Annie se volyié a asomar por la ventana. —{Dé6nde estamos? —pregunté. —Vamos a ver —Jack cogié el libro y leyé el ti- tulo: La vida en la Edad de Hielo. —jLa Edad de Hielo? Por eso hace tanto frio... —Venga, vamos a buscar la tercera cosa que em- pieza por M antes de que nos congelemos vivos -propuso el chico. —Mira -susurré su hermana sefialando a lo le- jos-, alli hay gente. 18 Jack también los vio: habia cuatro figuras en el acantilado. Dos eran grandes y dos pequefias, y todas Hevaban unas lanzas. —{Quiénes seran? —pregunté Annie. —Voy a ver en el libro. Jack encontré un dibujo en el que aparecian unas personas y leyé el texto inferior: Los primeros humanos reciben el nombre de «hombres de Cromanén». En la ultima etapa de la Edad de Hielo, en Europa, solian vivir en cuevas que habia debajo de los acantilados. —(Por qué llevan lanzas? —pregunté Annie. Jack pas6 la pagina, encontré otro dibujo y si- guid leyendo: Generalmente, los hombres de Cromanén caza- ban en familia. Para ello, cavaban unos fosos muy grandes y los cubrian con hojas. Luego, dirigian los mamuts y los renos hasta allt, y estos caian en las trampas. -Eso de hacer trampas para los animales es muy triste dijo Annie. —No, no lo es —le explicé su hermano-. Tenian que cazar para sobrevivir. En esa época no habia supermercados. Vieron cémo la familia desaparecia al otro lado del acantilado. —Vamos, que estoy helado —dijo Jack—. Tenemos que darnos prisa y encontrar esa cosa mientras los cromajiones estén cazando. —jPero es que quiero conocerlos...! —repuso Annie. —De eso nada. Ellos no tienen libros sobre nosotros. Pensaran que somos sus enemigos y nos atacaran con sus lanzas. -jQué horror! -exclamé Annie. Jack guard6 el libro. Nic. Mini asomé la cabeza por el bolsillo de la mochila. -Quédate ahi -orden6é Annie. Jack se puso la mochila y empezé a bajar por la escalera de cuerda. Su hermana le siguié. 23 Cuando Ilegaron al suelo helado, se acurruca- ron uno junto. al otro para pasar menos frio. El viento les cortaba la piel y Jack se enrollé la toalla a la cabeza. La nieve le caia sobre las gafas. —jJack, mirame! La nifia se habia puesto las gafas de nadar. —Asi puedo ver -explicé. —Buena idea —dijo Jack—. Ahora, ponte la toalla en la cabeza. Casi todo el calor del cuerpo se pierde por ahi. a 24 Annie se enrollé6 la toalla tal como le habia su- gerido su hermano. —Tenemos que buscar una cueva 0 un sitio don- de haga menos frio -indicé el nifio. —Seguro que en esas rocas hay cuevas —propuso ella. Y los dos empezarona cruzar la Ilanura blanca. La nieve no era muy profunda, pero el viento so- plaba con bastante fuerza. —{NVes? -dijo Annie sefialando un agujero que habia en las rocas—. Alli hay una cueva. co 25 Salieron corriendo hacia alli. —Tenemos que ir con cuidado —susurré Jack mientras se metian en la oscura caverna. Dentro hacia el mismo frio, pero por lo menos no soplaba el viento. Se sacudieron la nieve de las zapatillas de de- porte. Annie se quité las gafas de nadar. —Aqui huele a algo raro —dijo Jack. -Si,a perro mojado. —A ver si me entero de algo mas —comenté el chico, y sacé el libro de la Edad de Hielo. -Yo voy a echar un vistazo —dijo ella-. A lo me- jor encontramos la cosa que empieza con la letra M y nos podemos ir a casa ya... y entrar en calor. Jack se acerc6 a la entrada de la cueva para po- der leer. —Esta cueva esta Ilena de palos -dijo Annie. —{Qué? -pregunté Jack sin levantar la vista del libro. —No, espera, creo que son huesos. —{Huesos? -repitié Jack. -Si, esta todo el suelo Ileno. Jack pas6 las paginas del libro y encontré un dibujo de una cueva Ilena de huesos. —Oigo algo —avisé Annie. Jack ley6 lo que habia debajo del dibujo: Los grandes osos cavernarios de la Edad de Hielo medtan cast tres metros de altura. Eran mas grandes y peligrosos que los osos par- dos de hoy dia. Sus cuevas solian estar llenas de los huesos de sus antepasados. -jAnnie! -susurré Jack. jVuelve aqui ahora mismo! jse habian metido en la cueva de un oso caver- nario! 3 iBRRR! -j ANNIE! ~insistié Jack. No hubo respuesta. El chico metié de nuevo el libro en la mochila y se adentré en la cueva. ~jAnnie! —dijo un poco mis alto, Jack caminaba por encima de los huesos. El olor a perro mojado era cada vez mas fuerte. Siguié avanzando en la oscuridad. De pronto,chocé con algo y se qued6 sin aliento. —jJack? -dijo Annie—. ;Eres ta? — Es que no has oido que te estaba Hamando? -contesté el chico-. Tenemos que salir de aqui... -jEspera! Hay alguien durmiendo. ;No oyes los ronquidos? Jack oyé un gemido muy profundo. Primero alto, luego bajo... alto y bajo. —Eso no es una petsona —susurr6é-. jEs un oso cavernario! Un ronquido muy alto resoné en el aire. -jAy! -exclamé Annie. -jVamos, vamos! —grité Jack. Jack y Annie salieron corriendo por encima de los huesos, hasta que llegaron a la nieve. Y siguieron corriendo entre las grandes rocas que se habian desprendido de los acantilados. Al cabo de un rato, se detuvieron y miraron ha- cia atras. Solo se veia nieve, rocas... y sus propias huellas. Ni rastro del oso. —|Puf! -exclamé la nifia—. Nos hemos librado por los pelos. —Si. Aunque lo mas seguro es que ni siquiera se haya despertado... Lo que pasa es que a noso- tros nos ha dado un ataque de panico. Annie se acurrucé junto a Jack. -(Brrrr! Estoy helada. ~Yo también. El chico se quité las gafas para limpiarlas y qui- tarles la nieve. El viento gélido les golpeaba las piernas desnudas. -jAnda, mira! -dijo Annie sefialando algo que habia detras de su hermano, =(Qué? —Jack se puso las gafas y se dio la vuelta. Debajo del acantilado habia un saliente, y bajo el saliente se distinguia otra cueva. Alli dentro brillaba algo dorado, y daba la sen- sacion de que aquel lugar era mas seguro y calido. aa oa LOS NINOS CAVERNICOLAS Jack y ANNIE se arrastraron hasta la cueva y se EOE ieee MC Reb ler eee Una llama pequeiia bailaba sobre unos carbo- Ptocm ovat evens Cerca del fuego se veian cuchillos, hachas y pie- dras con agujeros. También habia picles de anima- les apiladas cuidadosamente cerca de la pared. —Aqui deben de vivir personas ~susurré Annie. —A lo mejor es donde viven los cromafiones que hemos visto antes —dijo Jack mirando a su al- rededor. —Entremos a calentarnos —propuso la nifia. Los dos hermanos corrieron hacia el Fuego y se calentaron las manos. Sus sombras bailaban en las paredes de piedra. Jack sacé el libro de la Edad de Hielo, encon- tr6 el dibujo de una cueva y oY (os Los hombres de Cromanon fabricaban a RCO tA Len y los animales que cazaban. Con los huesos Cl OMT LOOMIS SRL cales parecidos a las flautas. DE ee Ce RL aR ON CUR ee ea con piedras a pulian. Jack sacé su cuaderno y su lapiz y empez6 a ha- cer una lista: Los hombres de Cromann hactan: Flautas de hueso. Cuerdas con plantas. Hachas y cuchilles de piedra. -jTachaaan! —dijo Annie. Jack la miré. Se habia puesto un abrigo que tenia una capucha y las mangas largas. Le llegaba hasta los pies. —jDe dénde has sacado eso? —De ese montén de pieles —Annie sefialé con el dedo-. Debe de ser la ropa que usan los croma- fiones. A lo mejor la tienen ahi para remendarla. Cogié otro abrigo y se lo pasé a Jack. —Péntelo. ;Es muy calentito! El chico dejé la mochila y la toalla en el suelo sucio y se puso el abrigo. Calentaba bastante, y era muy suave. —Parecemos nifios cavernicolas -comenté Annie. Nic. Mini se asom6 por el bolsillo de la mochila que estaba en el suelo. —T quédate ahi, que no hay abrigos para ti —le dijo la nifia. El ratén se volvié a meter en la mochila. —Cémo harAn estos abrigos? —pregunté Jack. Cogié el libro y lo empez6 a hojear hasta que encontré un dibujo en el que salian unas mujeres de Cromafién cosiendo. Leyé: Para que las pieles de los renos quedaran sua- ves, los hombres y mujeres de Cromanién Jas frotaban con unas piedras muy duras. Luego, las cosian con unas agujas hechas de hueso, y ast se hacian la ropa. Jack afiadié a su lis Ropa de piel dé reno —Espero que a las personas que viven en esta cueva no les importe que nos hayamos puesto sus abrigos —comenté el nifio. —Para agradecérselo, podriamos darles nuestras toallas -propuso su hermana. -jBuena idea! -Y mis gafas, también —afiadi6 Annie. Dejaron sus regalos encima del montén de pieles. —Vamos a explorar la cueva antes de que re- gresen —dijo Jack. -El fondo esta demasiado oscuro —murmuré Annie—. No vamos a ver nada. ué harian los cromafiones para ver en la oscuridad?», se pregunté el chico. Abrié el libro de la Edad de Hielo y encontré el dibujo de unos cavernicolas con unas lampa- ras muy raras. El nifio leyé en voz alta: Los hombres de Cromanén confeccionaban lamparas de piedra, En el centro de la piedra hacian un agujero, lo rellenaban con grasa ani- mal y luego quemaban la mecha, que fabricaban con musgo. 41 -jMira! -exclamé Annie sefialando dos pie- dras que habia cerca del fuego. Ambas tenian un agujero relleno de una sustancia blanca y algo de musgo. —Debemos tener cuidado —dijo Jack. Cogié una de las piedras. Era mas pequefia que un bol de cereales, pero mucho mas pesada. Acerc6 la piedra al Fuego y quem6 el musgo. Luego, encen- dié la otra lampara y se la dio a su hermana. —Llévala con las dos manos —le indic6. -Ya lo sé. Jack se puso el libro bajo el brazo y los dos se dirigicron hacia el fondo de la cueva. —jAdénde llevara esto? —pregunté ella, ilumi- nando con su lampara una abertura que habia en la pared. —Voy a mirar en el libro. Jack dejé su lampara en el suelo y empezé a ho- jear el libro de la Edad de Hielo. 42 —Creo que es un tinel -dijo la nifia-. Ahora vuelvo. —Espera un minuto. Demasiado tarde. Annie habia desaparecido por aquella abertura. ~Ya estamos... —suspiré Jack. Cerré el libro y se asomé6 por el agujero. —jVen aqui! —la llamo. —No, jven ta! -contest6 Annie. La voz sonaba muy lejos—. No te lo vas a creer. Jack cogié la lampara y el libro y se introdujo en el tanel. 43 —jHala! -exclamé Annie. Jack veia la luz de Annie moviéndose al fondo. Aceleré el paso para llegar adonde estaba ella. Al final del tGnel habia una caverna gigan- tesca con el techo muy alto. Su hermana sujetaba la lampara cerca de la pared. —Mira -su voz hizo eco. En la pared habia dibujos de animales hechos con pinceladas rojas, negras y amarillas. Osos, leones, alces, renos, bisontes, rinocerontes pelu- dos y mamuts. Bajo la luz de la llama vacilante, daba la im- presi6n de que aquellos animales prehistéricos estaban vivos. 5 HUELLAS EN LA NIEVE -jINcREiBLE! ;Qué lugar sera este? —preguntd Jack. —A lo mejor es una galeria de arte. —No creo: es demasiado dificil llegar hasta aqui. Miré el libro y leyé lo que ponia sobre las pin- turas de las cuevas: Las pinturas de la Edad de Hielo se realizaron hace 25.000 anos. Los hombres de Cromanién solian representar las presas que cazaban. Probable- mente pensaban que sus dibujos les otorgaban poder sobre los animales. 46 -jMira esto! -dijo Annie sefialando un dibujo que estaba a la derecha. Era una figura que tenia brazos y piernas hu- manos, cuernos de reno y cara de biho. Llevaba una flauta en la mano. Jack volvié a mirar el libro, encontré el dibujo de esa misma figura y leyé para si: Los hombres de las cuevas seguian aun hechicero o «Senor de los Animales», que Ilevaba cuernos de reno para poder correr como un reno y una mascara de bitho para poder ver como un biiho. —{Qué es eso? —pregunté Annie. —Es el Seftor de los Animales. Un hechicero. -jAh, pues claro! Eso era. -Eso era... ;qué? —se extraiié Jack. é —Eso era lo que teniamos que encontrar. —(Por qué? —Porque a lo mejor es un amigo de Morgana -concluyé Annie. 48 Jack asintié despacio. —A lo mejor... —jVamos a buscarlo! —propuso la nifia. Se volvieron a meter en el téinel y regresaron a la primera cueva. —Pongamos las lamparas donde estaban —dijo Jack. Los chicos apagaron las lamparas y las dejaron cerca del fuego. La mochila seguia en el suelo, junto a las pieles. EI nifio metié el libro de la Edad de Hielo en la mochila. 49 —Como esta Mini? —pregunté Annie. Jack miré en la mochila. —Aqui no esta. -jOh, no! -se asust6 Annie-. Habra salido mien- tras estabamos mirando las pinturas... -jMini! -grit6 Jack. -jMini! -Ham6 Annie. La nifia empez6 a buscar por toda la cueva, en- tre las sombras. El nifio miré alrededor del fuego y debajo de cada una de las pieles. —jJack, ven aqui! —grité Annie desde la entrada de la cueva. Habia dejado de nevar y se veian unas pisadas pequefiitas en la nieve. 51 6 jATRAPADOS! -SON LAS HUELLAS DE Mini —dijo Annic-. Tene- mos que encontrarla antes de que se congele. Se envolvié en su abrigo de reno y se adentr6 en la nieve. Jack se colocé la mochila y la sigui6. Las huellas del rat6n los Ilevaron entre las ro- cas desprendidas, de vuelta a la Ilanura. El viento empez6 a soplar mas fuerte. La nieve form6 remolinos en el suelo y tapé las huellas. -jYa no las veo! —grit6é Annie. Ambos hermanos se quedaron en medio de la Uanura mirando la nieve barrida por el viento. Las huellas del raton habian desaparecido. -jMadre mia! -susurr6é Annie mirando hacia arriba. Jack siguio su mirada y vio que, en uno de los acantilados, habia un tigre. Un tigre gigante con dos colmillos muy largos y afilados. —jAy, madre! —dijo Jack. —Espero que no nos vea —susurré la nifia. -Yo también. Mejor regresamos a la casa del Arbol. Jack y Annie empezaron a caminar cautelo- samente por la nieve. Jack volvié a mirar hacia el acantilado. El tigre ya no estaba. —jVaya! ;Dénde se habra metido? -jCorre a los arboles! -grité Annie. Echaron a correr sobre la Ilanura nevada en direccién a los arboles altos y pelados que ae a lo lejos. te De repente, Jack oy6un crujido. El suelo se hundié y el nifio se cayé. Annie fue detras. 55 Aterrizaron sobre un montén de ramas, niev y tierra. Con mucho esfuerzo, consiguieron ponerse de ie y Jack se colocé las gafas en su sitio. —(jEstas bien? —pregunté. —Si -contest6 su hertr iraron hai profundo. Jack solo podia se movian en el cielo. una trampa. Los cromafiones debieron de tapar este agujero con ramas. Lu gO, la nieve ha cubierto las ramas, y por eso no lo hemos Visto. —Estamos atrapados -murmuré6 Annie. ia raz6n. No podian hacer nada. El foso er: do profundo Pp aS lir trepando. —Me siento como si fuera un animal enjaulado -se quejé la nifia. ~Yo también. De pronto, oyeron un aullido en la distancia. -jEl tigre! -susurr6é Annie. Jack sacé el libro de la Edad de Hielo, buscé el dibujo de un tigre y empez6 a leer: El macairodonte era el animal més peligroso de la Edad de Hielo. Atacaba a las personas, a los mamuts peludos y a otros animales grandes. 58 —jAy, madre! —exclamé Jack. —jEscucha! —dijo la nifia sujetandolo del brazo. Jack peg6 un respingo. —(Qué? —pregunto. —Oigo miasica. El chico se qued6 escuchando, pero solo oia el viento. —{No lo oyes? —No. —Escucha con atencién. 59 El cerré los ojos y escuché atentamente. Volvié a oir el viento, pero esta vez también podia distinguir otro sonido. El sonido de una musica muy extraha y misteriosa. —jAaah! —grit6 Annie. Jack abrié los ojos. 60 Desde lo alto, una figura con cuernos de reno y una mascara de baho los estaba mirando. —El hechicero —susurr6 Jack. Ni. jMini estaba con él! 7 EL REGALO DEL HECHICERO EL HECHICERO NO Dio ni una palabra. Se limité a observarlos a través de los agujeros de la mascara de baho. —Por favor, ayadenos —dijo Annie. El hombre lanz6 una cuerda y Jack la agarré. —jQuiere subirnos! —exclam6 Annie. Jack miré hacia arriba, pero el hechicero habia desaparecido. —,Dénde se ha metido? —pregunté. —(Venga, tira de la cuerda! —dijo ella. El chico tiré de la cuerda, que se tens6, y él se dispuso a subir. -jYo primero! —dijo Annie, muy animada. —Oye, esto no es un juego —le advirtié Jack. —No te preocupes, tendré cuidado. 63 yf Jack le dio la cuerda. —Vale —concedié-, pero ag4rrate fuerte. Annie se agarr6 a la cuerda con las dos manos, y apoy6 los pies en las paredes del foso. La cuerda la elevé en el aire y ella siguié escalando con los pies hasta que Ileg6 arriba del todo. Jack vio que el hechicero habia vuelto a apare- cer y que ayudaba a su hermana a salir. Luego,am- bos desaparecieron de su vista. Estaba desconcertado. El hechicero habia usa- do las dos manos para ayudar a Annie. Entonces, ¢quién sujetaba el otro extremo de la cuerda? -jAnda! -oy6 exclamar a su hermana. «(Qué estara pasando?», se pregunté Jack. 65 El hechicero aparecié de nuevo y volvié a lan- zar la cuerda. El chico se sujeto muy fuerte para no caerse y la cuerda empez6 a subir. Le quemaban las manos y parecia que los brazos se le iban a desencajar, pero siguié agarrado a la cuerda, apoyandose con los pies en las paredes del foso. Cuando Ileg6 arriba, el hechicero le ayudé6 a po- nerse de pie sobre el suelo nevado. -Gracias —le dijo. El hombre era alto y Mevaba un abrigo largo de piel. Jack podia verle los ojos a través de la mascara. 66 —jMira! —grité Annie. Jack se dio la vuelta. Annie iba montada sobre un mamut peludo. Nic. Mini estaba sentado en la cabeza del animal. El mamut era como un elefante gigante, con el pelo rojizo y los colmillos curvos. El otro extremo de la cuerda que habia izado a los dos hermanos estaba atado a su cuello. —Luld nos ha ayudado a subir -dijo Annie. —jLula? —(No crees que tiene cara de Lula? —contest6 ella. —Si ta lo dices... -murmuré Jack. —Oye, mamut empieza por M -dijo Annie-. A lo mejor Luld es el otro objeto especial. —No creo -dijo su hermano. La gran criatura se arrodillé, como si fuera un elefante de circo. —jEh! -exclamé Annie agarrandose a sus orejas para no caerse. El hechicero ayudé6 a Jack a montarse sobre el animal. -Gracias —dijo el chico. A continuaci6on, el hombre abrié una bolsa, sac6 un hueso blanco y suave y se lo dio. El hueso estaba hueco, y tenia cuatro agujeros en un lado y dos en el otro. -jAnda, creo que esto es una flauta! —dijo Jack-. Segin el libro, hacian flautas con huesos de mamut. 69 Jack le intenté devolver la flauta al hechicero. —Muy bonita —dijo educadamente. Pero el hombre levant6é la mano. —Quiere que te quedes el hueso de mamut -ex- plicé Annie. —«Hueso de mamut» -susurré Jack—-. Oye, a lo mejor esto si es la tercera cosa. 70 EI nifio miré al hechicero. —jConoces a Morgana? —le pregunto. El hombre no contest6, pero en sus ojos habia un brillo de amabilidad. Se dio la vuelta y solté la cuerda del mamut. Luego, susurré algo en el oido del enorme animal. Cuando el mamut se levanto, Jack se tuvo que agarrar al abrigo de Annie para no caerse. Le daba la impresién de estar a kilémetros de altura. El chico se acomodé junto a Annie, en el hueco que habia entre la cabeza del mamut y su gigan- tesco cuerpo redondeado. El animal empezé6 a avanzar por la nieve; al principio, con pasos lentos y pesados, y luego, un poco mas rapido. —jAdonde vamos? —pregunté Jack moviéndose arriba y abajo. -jA la casa del arbol! —dijo la nifia. —Pero ;c6mo sabe dénde esta? —Lo sabe y ya esta. Jack miré hacia atras. El hechicero los estaba observando, en medio de la nieve. Y justo en ese momento, las nubes se abrieron y salié el sol. A Jack le cegé el reflejo de la luz solar sobre el cielo blanco. Entrecerré los ojos para ver al he- chicero, pero este habia desaparecido. 8 EL GRAN DESFILE EL MAMUT GIGANTE siguié caminando por la llanura. -jMira! -exclam6 Annie sefialando a lo lejos una manada de alces. Tenian cuernos grandes y anchos. —jAlli! -grité Jack al ver un grupo de renos que pastaban tranquilamente en la nieve. De pronto, un rinoceronte peludo se unié a ellos en la [lanura abierta, ya continuacién, jun bisonte! Los alces, los renos, el rinoceronte y el bisonte se movian a la vez que ellos en la distancia. Pare- cia que estaban acompafiando a Jack y Annie a la casa del arbol. La nieve brillaba con la luz del sol. «Esto es como un gran desfile», pens6 Jack. «jQué chulo!». Cada vez estaban mas cerca del bosque de los arboles altos. —{Lo ves? —dijo la nifia—. Lula nos esta llevando a casa. Pero, justo en ese instante, el mamut solt6 un alarido y los otros animales salicron disparados. Mini empez6 a dar chillidos. Jack miré a su alrededor. El macairodonte estaba detras de ellos, avan- zando sigilosamente por la nieve. El mamut peludo lanzé un rugido y empez6 a correr. Los dos nifios casi se caen. Jack se agarr6 a Annie, y ella y Mini se agarra- ron a los pelos del mamut, que corria estrepitosa- mente. -jAaah! -gritaron los dos hermanos. El mamut se dirigié hacia el bosque, pero el tigre habia dado un rodeo por detras de los Aarbo- les yya estaba alli, entre el Arbol mas alto y ellos. jEstaban atrapados! El macairodonte avanz6 muy despacio hacia el mamut. Este daba unos rugidos feroces, pero Jack sabia que aquella fiera era capaz de matar a cualquier animal, incluso a un mamut. El gigantesco tigre tenia la cabeza agachada y mantenia su temible mirada clavada en su ene- migo mientras sus largos colmillos brillaban con, la luz del sol. 7 9 UNA FLAUTA MAGICA EL MACAIRODONTE sigui6 avanzando. Jack estaba aterrorizado. -Toca la flauta -le susurré Annie. «jSe ha vuelto loca! », pens6 su hermano. —jInténtalo! —insistié la nifia. Jack se llevé la flauta de hueso a los labios y so- plo. El instrumento emitié un sonido extrano. EI tigre se qued6 paralizado mirando a Jack. Al nifio le temblaban las manos. El animal gruno y dio otro paso. En respuesta, el mamut rugié y golpeé el suelo. —jToca la flauta! —grit6 Annie—. ;Sigue tocandola! Jack sopl6 de nuevo. El macairodonte se volvié a quedar paralizado. Y Jack siguié tocando hasta que se qued6 sin aliento. El tigre gruio. —No pares, por favor —susurr6 Annie. Jack cerré los ojos y tomé aire. Luego sopl6 tan fuerte como pudo y durante todo el tiempo que pudo, tapando y destapando los agujeros que habia en el hueso. Sonaba una masica muy extrafia,como si fuera de otro mundo. —jSe esta marchando! -susurré la nifia. Jack abrié los ojos. El macairodonte retrocedia hacia los acantilados. -jLo hemos conseguido! —grit6 Annie. Jack bajé la flauta. Se sentia muy cansado. El mamut movia su trompa alegremente. —Lula, ja la casa del Arbol! -exclamé la chica. El mamut resopl6 y se dirigié hacia el arbol mis alto. Jack y Annie se bajaron del lomo del mamut. La nifia acaricié la oreja gigantesca del animal. —Adios, Lula. Gracias —le dijo. Se agarr6 a la escalera de cuerda y empezé a su- bir. Mini también trepé. Cuando los dos llegaron a la casa, Jack se bajé del mamut peludo. —Adiés, campeon —le dijo-. Ahora, vete a casa y ten cuidado con el tigre ese. El mamut se alej6 caminando en el atardecer. Jack lo perdié de vista y se decidié a subir por la escalera de cuerda. -jTachaaan! -grité Annie, y le dio a Jack el li- bro de Pensilvania. Su hermano sonri6. Ahora si estaba seguro de que habian encontrado la tercera cosa. Misién cumplida. —Antes de irnos, deberiamos devolver los abri- gos —dijo Annie. -Vale —acepté Jack. Se quitaron los abrigos de piel de reno y los dejaron en el suelo. -jBrrr! -la nifia se estremecié—. Espero que los hombres de Cromafi6n los encuentren. Jack se asom6 a la ventana. Queria echar un al- timo vistazo al mundo prehistérico. El sol se estaba poniendo detras de las colinas y cuatro figuras cruzaban la Ilanura nevada: era la familia de cromafiones. -jEh! -grit6é Annie. —|Sssh! —musité Jack. Los cromajiones se detuvieron y miraron hacia donde estaban ellos. -jAqui hemos dejado vuestros abrigos de piel de reno! —grit6 Annie sefalando hacia el suelo. El mas alto dio un paso hacia delante y levant6é la lanza. —Es hora de irnos —dijo Jack. Cogid el libro de Pensilvania, lo abrié por la pagina donde salia Frog Creek y la sefial6. —Ojala estuviéramos en casa. —jAdiés! Suerte! -exclamé Annie mientras se despedia con la mano. El aire empezé a moverse y las hojas de los ar- boles se agitaron. El viento soplé mas fuerte y la casa del Arbol se puso a girar y a girar.|Cada vez mas rapido! De pronto, todo volvié a la calma. Una calma absoluta. 10 EN CASA Los PAJAROS CANTABAN y cl aire era calido y suave. -Espero que los cromajiones encuentren sus abrigos —dijo Annie. ~Yo también —asintié Jack poniéndose las ga- fas en su sitio. Nic. —Oye, y ti... ;dénde has encontrado al hechi- cero? —le pregunté Annie a Mini. Nic. -Es un secreto, zno? —dijo la nifia, y se giré ha- cia Jack— ¢Donde esta la flauta? Cogié el instrumento de hueso de mamut y lo puso sobre la M tallada en el suelo, junto al mango de la selva tropical y la malaquita de la época de los ninjas. —Malaquita, mango, mamut...-dijo Annie-. Ya solo nos falta una cosa para liberar a Morgana del hechizo. 86 —Majiana —afirm6 Jack. Annie acaricié a Mini en la cabeza. —Hasta luego le dijo, y empez6 a bajar por la escalera de cuerda. Jack recogié sus cosas, se detuvo un instante y miré6 al rat6n, que le estaba observando con sus grandes ojos marrones. —Gracias por ayudarnos —afadio. Luego, bajé por la escalera. 87 Los dos hermanos corrieron por el bosque de Frog Creek hasta que Iegaron a su calle. La luz del atardecer le daba un color rosaceo. «Es genial estar de vuelta en nuestra época», pensé Jack. «Calentitos, a salvo y ya casi en casa». —Cémo me alegro de que no tengamos que ca- zar nuestra cena. -Si, eso ya lo han hecho mama y papa —dijo Annie-,en el super. —Espero que hayan cazado espaguetis con salsa de tomate —dijo Jack. —Pues yo espero que hayan atrapado una pizza... —Corre, me muero de hambre! Empezaron a correr por la acera hasta que Ile- garon a la puerta principal. —jYa estamos en casa! —grit6 Annie. — (Qué hay de cena? —pregunté Jack. InpDICE Prélogo 1 wow OmoOan anu fF wn ay o Cosas conM . Huesos ...... Los nifios cavernicolas Huellas en la nieve vo... eseeseseeeeeeees jAtrapados! ......sscereseees El regalo del hechicero El gran desfile .......... Una flauta Magica .......ccscssenesssenreseeneers EM) CASE srcvssnsevssnieraetestensrncesepsarcessonest tara Si te ha gustado este libro, visita = uteesturssm-com ~~, Alli encontraras: «Un montén de libros. « Juegos, descargables y videos. * Concursos, sorteos y propuestas de eventos. i¥ mucho mas! a Para padres y profesores * Noticias dea y suser redes sociales + Propuestas de animacian a la + Fichas de recursos didacticos y

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