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Un abrazo

sanador

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“No es mi mente la que pide
abrazarte; es mi alma la que lo
exige.”

— Patrizio Mazzeo

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En nuestro mundo posmoderno hemos perdido el sentido
de comunidad. Al mismo tiempo, el deseo de pertenencia se
ha vuelto más intenso, más urgente, especialmente
después del aislamiento forzado por la pandemia del
Covid-19. El consumismo y el temor nos impulsan hacia
una existencia cada vez más solitaria y aislada. Aun
cuando la tecnología pretenda unirnos, lo único que ofrece
la mayoría de las veces son imágenes simuladas que nos
alejan de nuestras vidas. Vivimos realmente en una
pandemia de miedo por separación, falta de pertenencia,
pérdida de comunicación y aislamiento, entre otras
amenazas. En suma, temor por la pérdida de nuestra
salud e integridad. En esta crisis planetaria
comenzamos a sentir los estragos que está ocasionando
la disociación naturaleza-alma-cuerpo. ¿Cuántas
enfermedades se están originando lentamente por el miedo,
el aislamiento y la desinfección?

La pérdida de conexión y comunidad le cambia a una persona


la percepción del mundo. La naturaleza misma se percibe
como una intimidación constante. Las almas aisladas que
experimentan una soledad crónica desconfían de los demás, lo
que activa un mecanismo biológico de defensa. Así lo
advierte el doctor Steve Cole, director del Laboratorio
Central de Genómica Social de la Universidad de California
en Los Ángeles (UCLA). Su investigación está orientada a
comprender las vías fisiológicas de la soledad (las diferentes
formas en que esta repercute en el funcionamiento de la
mente y el cuerpo). “La soledad actúa como un abono para
todas las enfermedades”, apunta Cole. “La biología de la
soledad puede acelerar la acumulación
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de placas en las arterias, ayudar a que las células cancerosas
crezcan y se propaguen, y promover la inflamación en el cere-
bro que conduce a la enfermedad de Alzheimer”.

El doctor John Cacioppo, del Centro de Neurociencia Cogniti-


va y Social de la Universidad de Chicago, es otro experto de los
efectos físicos que resultan de la desconexión social sobre los
mecanismos celulares. Ha publicado distintos artículos científi-
cos al respecto, así como el libro Loneliness: Human Nature
and the Need for Social Connection , una mezcla de ciencia
biológica y social. Este autor demuestra que, como individuos y
sociedad, tenemos todo que ganar y perder, dependiendo de
cómo gestionemos nuestros vínculos sociales. Él y Cole se
asociaron para estudiar la variación de la expresión genética
entre las personas que se sienten solas, versus las que no.
“Descubrimos que la respuesta antiviral clave impulsada por las
llamadas moléculas de interferón de tipo 1 estaba
profundamente suprimida en las personas solitarias en relación
con las no solitarias”, concluyeron.

Cacioppo hizo la distinción entre estar solo y la soledad. Son dos


cosas diferentes, aunque están interrelacionadas. El aislamiento
social es la separación física objetiva de otras personas (vivir
solo), mientras que la soledad es la sensación subjetiva de an-
gustia por estar solo o separado. Es posible sentirse solo mien-
tras se está entre otras personas, e igualmente posible es estar
solo y no sentirlo.

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El dolor, la depresión y la fatiga funcionan como un conjunto de
síntomas y, por tanto, pueden compartir algunos factores de
riesgo. Las relaciones interpersonales influyen claramente en la
salud, lo que sugiere que la soledad puede promover el
desarrollo de dicho conjunto de síntomas.
La doctora Naomi Eisenberger, también de la UCLA,
ha demostrado que las mismas áreas de nuestro sistema
nervioso central que rigen el dolor físico interpretan la soledad:
“Creemos que por eso la gente habla del rechazo como
algo que literalmente duele, porque el cerebro procesa
el dolor emocional de forma similar al dolor físico. Dado
que estar conectados es tan importante para nosotros
como especie, los investigadores creen que el sistema
de pertenencia puede haberse unido al sistema de dolor
físico a lo largo de nuestra historia evolutiva, tomando
prestada la señal de dolor para resaltar cuando
estamos socialmente desconectados”¹.
Por su parte, Caccioppo apunta: “El nivel de toxicidad de la
soledad es impresionante”. Y ejemplifica con esta proporción
sorprendente: la tasa de mortalidad por contaminación atmos-
férica es de 5%, en tanto que por soledad es de 25%².
En contraste, las investigaciones realizadas por el doctor Cole
y otros autores, han demostrado que tener un sentido de
misión y propósito en la vida está relacionado con unas células
inmunitarias más sanas.

¹ “The neural bases of social pain: evidence for shared representations with physical pain”, Psychosom Med. 2012 Feb; 74(2): 126–135.

https://www.youtube.com/watch?v=xvIZjGEBvI8
² https://www.youtube.com/watch?v=xvIZjGEBvI8

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Abrazo, antídoto para
la desesperanza
“Cuando has sido fuerte durante demasiado tiempo sólo quieres
una persona con la que la única fuerza que tengas que usar
sea la de sostenerla en tus brazos.”
—Anónimo

El abrazo es uno de los regalos más hermosos


del mundo. Ayuda a superar un umbral que, de otro
modo, nunca habríamos cruzado por nosotros mismos.
¡Cuánto valor, consuelo y medicina hay en el abrazo!

“En el abrazo, lo que era un borde, una línea rota, una maraña,
vuelve a convertirse milagrosamente en un círculo perfecto.”
—Fabrizio Caramagna

En todos los años de consulta no he visto nada


más transformador en mis pacientes que un abrazo
fuerte y cordial.

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Cuando nos abrazamos, las palabras se vuelven innecesarias;
las terapias psicológicas y los medicamentos se convierten en
as-pectos secundarios. Con el abrazo genuino se abre un
espacio sagrado y silencioso capaz de ordenar nuestro campo
magnéti-co, el cual precede a la bioquímica y tiene el potencial
de dirigir al individuo a un nuevo equilibrio.

Un verdadero abrazo penetra en todas las fibras de nuestro


ser. Ya no nos miramos el uno al otro desde la distancia; ahora,
en cambio, nos permitimos sentir. Emisor y receptor se unen
en una comunión, una participación común, una verdadera
comunicación preverbal. En ese momento de unión vivimos al
ritmo de la respiración.

La separación se desvanece, pero el alma permanece abrazan-


do al cuerpo. Al retirarnos, podemos contemplar la bella trans-
formación en la luz de la mirada. La distancia ahora parece
otra, el corazón late diferente, y ambas partes, enriquecidas
por la unión, retomarán la vida de una forma muy distinta, con
menos temor y más confianza.

Decía hermosamente Friedrich Nietzsche que el lenguaje del


amor es un lenguaje secreto, cuya máxima expresión es un
abrazo. Abrazar es un gesto de afirmación, aprecio y
reconocimiento. ¡Cuánto anhelamos esa sensación de
reconexión en nuestra vida! ¿Qué sucede en nuestra fisiología
cuando alguien nos abraza? ¿Cómo afecta un abrazo a nuestra
mente, nuestro corazón y nuestra fisiología? ¿Qué sabe la
ciencia moderna sobre el abrazo?

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La biología detrás del abrazo
“Abraza la periferia; deja que otros prueben las profundidades”.
—Virgilio

En cada persona habita una nube microbiana/viral que le


es característica. Alrededor de 30% del genoma humano
está formado por ADN bacteriano, mientras que
aproximadamente 8% del material genético humano
procede de los virus y no de nuestros antepasados.

Una baja diversidad de microorganismos se asocia con una


plétora de enfermedades, como alergias, diabetes,
obesidad, artritis, padecimientos inflamatorios del intestino e,
incluso, trastornos neuropsiquiátricos. Por lo tanto, para
tener un cuerpo sano se requiere una interacción de los
microorganismos con el sistema inmunitario del huésped. La
exposición a los microorganismos desde el momento en que
nacemos y la inoculación adecuada del microbioma durante la
infancia son esenciales para establecer un sistema inmunitario
activo, necesario para prevenir enfermedades más adelante
en la vida².

² Cancer Research. 2017 Apr 15; 77(8): 1783-1812

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A medida que se ha ido ampliando nuestro conocimiento sobre la
estructura y dinámica del microbioma intestinal ha aumentado
nuestra comprensión acerca de las implicaciones para la
fisiología del huésped en la salud y la enfermedad. Uno de los
aspectos más sorprendentes de este diálogo entre huésped y
microbiota es el de las complejas interacciones que se
manifiestan como alteraciones del cerebro y la conducta.
Además, la naturaleza bidireccional de esta conversación debe
considerarse en el contexto de las alteraciones de la función
del sistema nervioso central, que pueden expresarse como
alteraciones de la composición y funcionamiento del
microbioma en el tracto gastrointestinal. Estos aspectos del
diálogo entre el huésped y el microbioma son importantes
para la medicina, debido al impacto de los estados
conductuales que repercuten ampliamente y/o reflejan el
funcionamiento y la progresión de los procesos patógenos
y su tratamiento.

Según una investigación publicada en la revista de acceso abierto


Microbiome , hasta 80 millones de bacterias se transfieren en un
beso con duración de 10 segundos. Al abrazarnos compartimos
también millones de bacterias de nuestra biología, y este acto en-
riquece el sistema inmunológico. Entre mayor diversidad bacte-
riana, mayor resiliencia y salud. Este dato difiere sustancialmente
de lo que la ciencia señalaba hace unos años: las bacterias son
peligrosas y hay que exterminarlas³.

³ Microbiome, 2014, 2:41.

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Los abrazos también pueden dar un impulso saludable a dicho
sistema. La idea de que un abrazo puede aliviar los síntomas del
resfriado común puede parecer completamente absurda, pero
algunas investigaciones sugieren lo contrario. Un estudio de Dr.
Murphy y sus colegas de la Universidad Carnegie Mellon
examinó cómo el estrés y el apoyo social influyen en la
inmunidad y la susceptibilidad a las enfermedades
infecciosas. Los participantes del estudio se expusieron a un
virus de resfriado común, luego de lo cual se controlaron en
cuarentena para evaluar los signos de la enfermedad. Se
descubrió que quienes se sentían socialmente apoyados y
eran abrazados con más frecuencia también
experimentaban signos menos graves de la enfermedad⁴.

Asimismo, los abrazos pueden aminorar el ritmo cardíaco y la


presión arterial. La Universidad de Carolina del Norte llevó a
cabo un estudio con 59 mujeres, el cual arrojó algunos resulta-
dos interesantes. Tras una breve serie de preguntas y una
charla general sobre su vida en pareja, algunas participantes
terminaban cada sesión con un abrazo de su pareja durante
20 segundos. Las mujeres que así procedieron tuvieron una
presión arterial y una frecuencia cardíaca más bajas durante
las sesiones estresantes de la prueba. Los investigadores creen
que la oxitocina (la hormona del amor que aminora el estrés y
potencia la salud del corazón) podría explicar su mejor salud
cardíaca⁵.

⁴ https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/0956797614559284
https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/0956797614559284

⁵ DOI: 10.1016/j.biopsycho.2004.11.002

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Es muy probable que todos estemos de acuerdo en que a
veces no hay nada como un abrazo cuando nos sentimos
tristes. En una residencia de ancianos de Nueva York se
decidió llevar a cabo un programa llamado “Embraceable
You”. La idea era fomentar un mayor contacto entre los
residentes mayores y los miembros del personal para mejorar
el bienestar de los primeros. Resultó que los residentes que
recibían tres o más abrazos al día se sentían menos deprimidos,
tenían más energía, podían concentrarse más fácilmente y
dormían mejor.
Según los científicos, los beneficios de los abrazos van más
allá de la sensación de calidez que se experimenta al tener a
alguien en los brazos.
Si se aumenta la proporción de abrazos, disminuyen la presión
arterial y el cortisol, se acelera la curación y mejora la inmuni-
dad. Finalmente, abrazando a un recién nacido contribuimos a
aumentar su peso y mejorar su desarrollo en general. Numero-
sas investigaciones han demostrado que el contacto piel con
piel, como un abrazo entre la madre y el recién nacido,
produce importantes beneficios físicos y psicológicos para el
niño, tales como los siguientes:

· Menos llanto
· Mejor sueño
· Sentido de propiedad del cuerpo
· Menos ansiedad
· Correcto funcionamiento de la hormona del crecimiento,
lo que conlleva a un adecuado desarrollo físico
· Más empatía con los demás

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¿Cuántos abrazos
necesitamos?

“Los abrazos son un lugar perfecto para vivir”.


—Anónimo

De acuerdo con la terapeuta familiar Virginia Satir, diariamente


necesitamos cuatro abrazos para sobrevivir, ocho abrazos
para mantenernos y 12 abrazos para crecer.

¡Pongamos a prueba la dosis de 12 abrazos diarios y


miremos atentamente cómo cambia nuestra vida y la de los
demás!

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