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El Convenio Nº 182 sobre las Peores Formas de

Trabajo Infantil, 1999

Presentación del Convenio 182

El Convenio 182 fue presentado por la Organización Internacional


del Trabajo (OIT) y adoptado por unanimidad por sus miembros el
17 de junio de 1999, en Ginebra.
Orígenes del Convenio 182

La OIT estima que más de 250 millones de chicos, entre los 5 y 14


años, son forzados a trabajar para sobrevivir y mantener a sus
familias. Más del 70% lo realiza en condiciones peligrosas.
No obstante, estas estadísticas no toman en cuenta al millón de
niños trabajadores considerados como “invisibles”, que son
escondidos por sus empleadores y sometidos a condiciones
laborales cercanas a la esclavitud.
Esta alarmante situación llevó a la OIT a presentar un nuevo
convenio y una serie de planes de acción, con el objetivo de
erradicar el trabajo infantil.
El Convenio 182 sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil y la
Recomendación R190 sobre la Acción Inmediata para su
Erradicación fueron adoptados por unanimidad por los Estados
Miembros de la OIT el 17 de junio de 1999 y puestos en vigencia el
19 de noviembre de 2000.
Contenido del Convenio

El Convenio 182 destaca las cinco peores formas de trabajo que


deben erradicarse a fin de intensificar la lucha contra esta
problemática. Éstas son las siguientes:

 Esclavitud o prácticas similares, tales como la venta o trata de


niños, la servidumbre por deudas o la condición de siervo;
 Trabajo obligatorio o forzoso, incluido el reclutamiento de
niños para utilizarlos en conflictos armados;
 La contratación, utilización u oferta de niños para la
prostitución, materiales pornográficos o shows de la misma
índole;
 La contratación, utilización u oferta para actividades ilícitas, en
especial la producción o tráfico de drogas, tal como se definen
en los tratados internacionales pertinentes;
 Trabajos que, por su naturaleza o condiciones en que se
realizan, puedan poner en riesgo la salud, la seguridad o la
moralidad de los niños.

El Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil


(IPEC, por sus siglas en inglés), creado por la OIT en 1992, ayuda a
los Estados Miembros en la implementación de las medidas
necesarias para eliminar estas peores formas de trabajo. De igual
modo, el IPEC hace énfasis en los casos de trabajo infantil donde
se pueda ofrecer apoyo a los niños víctimas y proporcionar
soluciones adaptadas a cada situación

Ratificación universal, la primera de la historia, sobre


un convenio de la OIT, el 182, contrario al trabajo
infantil

Este 4 de agosto de 2020, se ha conseguido la ratificación universal,


tras 21 años, del Convenio de la OIT sobre las peores formas de
trabajo infantil. Es el convenio nº 182 de la Organización Internacional
del Trabajo y data de 1999. Tonga ha sido el último país en adherirse.

Es la primera vez en la historia de la Organización Internacional del


Trabajo que el total de los estados miembros, 187, ratifican una
convención internacional de este tipo. Ya era, además, el convenio
que había conseguido una ratificación internacional más rápida en la
historia de la OIT.

Según Guy Ryder, Director General de la OIT, “La ratificación


universal del Convenio 182 constituye un hito histórico y permitirá que
todos los niños gocen, a partir de ahora, de protección jurídica frente a
las peores formas de trabajo infantil. Ello pone de manifiesto un
compromiso a escala mundial para erradicar de nuestra sociedad las
peores formas de trabajo en la infancia, incluidas la esclavitud, la
explotación sexual y la utilización de niños en conflictos armados u
otros trabajos ilícitos o peligrosos susceptibles de menoscabar la
salud, la moral o el bienestar psicológico de los niños”.

Este hecho demuestra el bajo compromiso a escala mundial para


erradicar de nuestra sociedad la explotación infantil, y cómo normas
internacionales, en general, son cumplidas de forma muy rezagada
por las Estados miembros de la OIT.

152 millones de niños trabajan en el mundo y 73 millones


realizan trabajos peligrosos
Según datos de la OIT, se estima que unos 152 millones de niños
realizan trabajo infantil. De ellos, 73 millones realizan trabajos
peligrosos. El 70% de todo este trabajo se lleva a cabo en el sector
agrícola, y como consecuencia de situaciones de pobreza y
dificultades de los progenitores para encontrar un empleo decente.

La OIT afirma que, entre los años 2000 y 2016, la incidencia del
trabajo infantil disminuyó un 40%, pero en los últimos años ha pasado
a disminuir en menor medida. Alertan, además, de que, a
consecuencia de la pandemia del covid-19, es posible que, si no se
toman las medidas adecuadas, se experimente un retroceso con
respecto a esos avances y aumente el trabajo infantil por primera vez
en los últimos 20 años.

Tal y como reivindicamos el 12 de junio, Día Mundial contra el Trabajo


Infantil, desde USO consideramos un gran logro la ratificación
universal de este convenio, pero consideramos que se hace más
necesario que nunca el cumplimiento de lo contenido en él, así como
del cumplimiento de la meta 8.7 de los Objetivos del Desarrollo
Sostenible de Naciones Unidas. Esta exhorta a los Estados a “adoptar
medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso, poner
fin a las formas contemporáneas de esclavitud y la trata de personas -
incluido el matrimonio forzoso- y asegurar la prohibición y eliminación
de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la
utilización de niños soldados. Y, de aquí a 2025, poner fin al trabajo
infantil en todas sus formas”.

La erradicación del trabajo infantil, clave en el avance de


las sociedades
Además de este convenio nº 182, consideramos que debe ser
cumplido de forma inminente el Convenio nº 138 de la OIT sobre la
edad mínima de admisión al empleo y al trabajo. Países como Estados
Unidos, Australia o Nueva Zelanda no han ratificado su contenido.

Es muy doloroso y vergonzoso que, estando en los tiempos que


estamos, millones de niños tengan que seguir sufriendo estas
penurias en el mundo y que el ser humano no sea capaz de eliminar
estas condiciones de explotación, aun siendo las personas que la
padecen los niños y niñas, que suelen estar en la etapa de la vida que
más ablanda el corazón humano.

“Todo ser humano tiene derecho a unas condiciones dignas de vida,


pero mucho más cuando nos referimos a la infancia. La infancia es el
período más importante de nuestras vidas. De él depende nuestro
desarrollo como personas, nuestra salud y formación en la edad
adulta. Tener una infancia sana y feliz es fundamental, los cimientos
de esas personas adultas y de su sociedad. Mejorando la situación de
los niños conseguimos salvar esas generaciones y el futuro de esos
países en desarrollo”, explica Dulce María Moreno, secretaria de
Formación Sindical e Igualdad.

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