1. Conceptos basicos
«Hay vicios y locuras inherentes a poblaciones y épocas enferas. Los
hombres se asemejan a sus contempordneos mds ain que a sus
progenitores».
Ralph Waldo Emerson, The Uses of Great Men
Cuatro conceptos son basicos para la Terapia Estructural
Intensiva. El primero es que se produce un cambio terapéutico
potente si se trabaja con el contexto contempordneo: las perso-
nas que son partes clave del medio social actual del paciente
individualizado y las fuerzas sociales que representan. El con-
texto social que hace intrusién en la familia nuclear puede in-
cluir, y por lo comin incluye, a personas y fuerzas muy dis-
tantes de las fronteras familiares. Para abordar plenamente las
necesidades de la familia moderna, debemos esforzarnos en
trasformar esas fuerzas sociales externas no menos que las
fuerzas internas de la familia.
El segundo concepto basico es que ciertas pautas estructu-
rales disfuncionales pueden ser isomorfas para diversos con-
textos del paciente. Dicho de otro modo, pautas de conducta
interiores a Ja familia pueden repetirse en las relaciones extra-
familiares del paciente. Individualizar estructuras isomorfas
permite al clinico organizar intervenciones coherentes a través
de los contextos en que se inserta la familia.
El concepto del mantenedor homeostatico esta intima-
mente ligado a los dos conceptos anteriores. En sistemas dis-
funcionales, algunos individuos y fuerzas sociales, que ope-
yan segtin ciertas pautas interaccionales, cumplen la funci6én
de mantener la homeostasis disfuncional del sistema. Indivi-
dualizar mantenedores homeostaticos es clave para el trata-
miento incisivo que caracteriza a la TEI. En primer lugar, orga-
27niza y orienta el tratamiento porque indica el punto donde se
requiere intervencién. En segundo lugar, permite al clinico
hacer seguimiento de las pautas de interacci6n isomorfas
como marcadores de la eficacia del tratamiento.
El ultimo concepto es que induccion de crisis puede ser un
poderoso instrumento terapéutico en terapia breve. Es bien
sabido que los sistemas se trasforman en tiempos de crisis
(Minuchin y Fishman, 1981). Por el recurso de inducir estas
implosiones, el terapeuta facilita considerablemente en la TEI
el proceso de cambio. En casos en que no hace falta la implo-
sién, se emplean medios mas suaves para aplicar el cambio.
En el resto del capitulo, examinaremos con mayor dete-
nimiento estos cuatro conceptos basicos y el reflejo que ellos
tienen en situaciones terapéuticas reales.
Para trabajar con el contexto contemporaneo
El concepto en el que Ja mayor parte de la terapia familiar
se basa es que el problema es mantenido por el contexto con-
tempordneo y que, en consecuencia, el blanco mas viable para
nuestras intervenciones terapéuticas es ese contexto. Esta idea
contrasta marcadamente con el abordaje psicoanalitico que
orienta el tratamiento hacia los motivos y los supuestos ocul-
tos del individuo. Esto no significa que el clinico no se intere-
se en este modelo por el propio-ser interior del cliente; por el
contrario, el terapeuta se atiene a las experiencias del indi-
viduo mientras trabaja en trasformar su contexto. La diferen-
cia esta en que en terapia familiar el terapeuta supone que el
contexto mas potente disponible para trasformar el problema
presente y medir el cambio es el contempordneo.
Lo que distingue a la TEI no es que sefiale la importancia
del contexto mas amplio; casi todos los modelos consideran
de algiin modo este aspecto del sistema de la familia. Lo que
distingue a la terapia familiar estructural es que ofrece un mo-
do claro y util de evaluar y tratar organizaciones en que se in-
serten las interacciones. Lo que singulariza a este abordaje es
la descripcion de intervenciones especificas para trabajar con
el contexto extenso. Ademis, el concepto de recontextualizar la
familia —explicitamente tomado, en no pequefia medida, de
nuestros colegas del trabajo social— es diferente. Por ultimo,
28el uso del concepto del mantenedor homeostatico, que nos
permite trabajar eficazmente con un sistema amplio sin sen-
tirnos paralizados por el mero numero, ni perdidos cuando no
disponemos de subsistemas clave, contribuye a hacer de ella
un modelo singular.
La idea de trabajar con el contexto contempordneo no es
nueva. George Herbert Mead (1934) y Harry Stack Sullivan
(1953) fueron dos de sus sostenedores mds influyentes. La
adopcion inicial por la terapia familiar de esta idea es asun-
to muy controvertido. La obra inicial de Nathan Ackerman
(1958) dio origen a buena parte del pensamiento sobre fami-
lias en psiquiatria. Durante una exposicién ante la Confe-
rencia de Asistentes de Redes en Terapia Familiar, de marzo
de 1998, Salvador Minuchin sefialé que el primer nexo entre el
contexto contemporaneo, la interaccion familiar y la enferme-
dad mental habia sido publicado por Gregory Bateson, Don
Jackson, Jay Haley y John Weakland en su ensayo de 1956
«Towards a theory of schizophrenia» [Hacia una teorfa de la
esquizofrenia]. Segtin Minuchin, este trabajo marcé un impor-
tante paso inicial para la terapia familiar porque era la prime-
ta vez que clinicos veian los problemas de un individuo en
tanto insertos en interacciones. Después, los trabajos de Na-
than Ackerman (1958), Don Jackson (1957), Virginia Satir
(1967) y otros empezaron a fundar las bases de la disciplina.
Un importante estudio inicial de Donald G. Langsley y
Daniel M. Kaplan (1968) cuestiono el modelo de terapia indi-
vidual que intentaba descubrir conflictos infantiles para que el
paciente pudiera diferenciarlos de sus problemas presentes y
comenzara a elaborar soluciones adultas. Abogaron por una
terapia familiar intensiva y externa en vez del tratamiento
psiquiatrico tradicional con internaci6n que, a su juicio, eludia
la realidad del presente y omitia los problemas de vida real
del campo social del paciente.
Gregory Bateson (1972) ha sido uno de los principales sos-
tenedores del uso del contexto social contempordneo como
terreno para la intervencién terapéutica. Su concepto de espi-
ritu como inmanente en el campo social fue germinal para la
elaboracién de una teoria de terapia familiar. El opina que no
existe una frontera clara entre el individuo y el contexto social:
«Si interrogan a cualquier persona acerca de la localizacion y
las fronteras del self, estas confusiones se manifiestan de inme-
29diato. O piensen en un ciego con su bastén. gDénde empieza
el self del ciego? gEn la punta del bast6n, en su pufio o en al-
gan punto intermedio? Estas preguntas carecen de sentido
porque el bastén es un itinerario por el que se trasmiten dife-
rencias en trasformaci6n, de modo que trazar una linea des-
lindante que atraviese este itinerario equivale a interrumpir
una parte del circuito sistémico que determina la locomoci6n
del ciego» (pag. 318).
Otros extienden este concepto y creen que una persona de-
sarrolla su sentir de propio-ser a consecuencia de interactuar
con la gente y los objetos en un medio mds 0 menos constante
(Minuchin y Fishman, 1979). Las transacciones con otros sig-
nificativos suscitan aquellos aspectos de caracter y personali-
dad apropiados al contexto. E] repertorio de pensamientos,
sentimientos y conductas mds o menos formulados por el
propio-ser representa el propio-ser polifacético de la persona.
El propio-ser se asemeja, pues, a un diamante muy face-
tado. Si dirigimos hacia él un rayo luminoso, se veran algunas
facetas, segtin la direcci6n, la intensidad y la calidad de la luz.
Si cambiamos la luz, diferentes facetas del diamante se refle-
jaran. El contexto de personas, sistemas y relaciones que rodea
al propio-ser polifacético es como la Juz que ilumina al dia-
mante. Este contexto es el que trae a luz ciertas facetas del
propio-ser y no otras; se expresaran otras facetas del propio-
ser si el contexto cambia. En los clientes que los terapeutas
familiares vemos, algunas de las facetas son problematicas.
Por lo tanto, cuando queremos provocar un cambio en nues-
tros clientes debemos trasformar su contexto contemporaneo
de manera que sus facetas mas funcionales sean traidas a la
luz. Esto es cierto hasta en los problemas intrapersonales mas
encapsulados, como la afeccién de personalidad miltiple o la
de tensi6n pos-traumatica.
Desde este punto de vista, esta claro por qué es indispen-
sable incorporar a las sesiones a todos los miembros del con-
texto contemporaneo que mantienen el problema. Sdlo pode-
mos producir cambios terapéuticos, y producirlos tales que
sean duraderos si no permanentes, si todos los miembros del
contexto cambian y se mantienen reciprocamente en la nueva
posicién. Miembros no incluidos en Ia terapia son mucho més
proclives a socavar los cambios en el contexto que han hecho
emerger el propio-ser mas funcional del paciente.
30Es claro que a medida que los terapeutas formulabamos
nuestros conceptos sobre el propio-ser y su relacién con el
contexto, en cierto modo nos vimos simplemente capturados
por los principios fundamentales del trabajo social. Por ejem-
plo, Herman Stein (1960) destacaba que los trabajadores socia-
les debian interesarse por todas las personas significativas en
la familia del cliente y prestar mas atencién a las presiones del
medio social. Una meta importante para cualquier clinico, sea
terapeuta o trabajador social, es lograr que las estructuras de
organizaci6n y otras instituciones asistenciales respondan con
la mayor sensibilidad posible a las necesidades de la gente.
Carel Germain y Alex Gitterman (1980) expusieron lo que
denominaron la «perspectiva ecol6gica» de la asistencia so-
cial, o sea, la idea de que los problemas de los individuos se
basan en sus transacciones con su medio. El abordaje de Ger-
main y Gitterman, en muchos sentidos una versi6n refina-
da de las ensefianzas clasicas del trabajo social, interpreta el
propésito de la intervencién terapéutica de los servicios socia-
Jes como «la conjuncién de las capacidades adaptativas de las
personas y las propiedades del medio para producir transac-
ciones que maximicen el crecimiento y el desarrollo y mejoren
los ambientes» (pag. 1).
El modelo de la TEI se asemeja bastante a trabajo social so-
cial mas refinado en que no slo trata el contexto extrafamiliar
sino, ademés, los problemas estructurales internos del sis-
tema. Por ejemplo, en el tratamiento de una familia que viva
en una comunidad donde los progenitores son desocupados
crénicos, el terapeuta de sensibilidad ecolégica no se limitara
a observar los problemas econémicos de la familia sino que
buscar pautas disfuncionales en el interior del sistema, tales
como una escisién profunda entre los progenitores, con un pa-
dre excesivamente conectado a su madre.
Cada vez que considero lo indispensable que resulta tra-
bajar con el contexto contempordneo, me viene a la memoria
cierta familia a la que traté hace unos afios. Dorothy, de cua-
renta y dos afios, habia sido anoréxica durante mds de veinte.
(Expuse su caso con detalle en otro lugar: Fishman, 1988.)
Ella consumia a diario enormes cantidades de laxantes («una
caja por vez») que le habian provocado por lo menos cuatro
episodios de alteracion metabdlica grave, durante los cuales
habja caido en estado de coma y debi6 ser hospitalizada de
urgencia.
31La familia de Dorothy incluia a su esposo, Herb; a sus pa-
dres y a sus dos hijos adolescentes. Era un clasico sistema de
familia psicosomatica, con grados extremos de enmarafia-
miento, evitacién y difusién de conflictos, funcionamiento
triddico, rigidez excesiva y sobreproteccién. Dorothy estaba
profundamente involucrada en mediar entre sus padres, y sus
padres eran intrusivos en extremo en su familia, sobre todo en
el espacio personal de Dorothy.
El tratamiento llev6 a trabajar con tres subsistemas. En pri-
mer lugar, en el subsistema de Dorothy y sus padres, habia
que crear fronteras para reducir la intrusividad. Todos los do-
mingos, los padres venian a compartir el desayuno con ellos.
Esto habia constituido un importante motivo de disputas por-
que nunca avisaban la hora a que Ilegarian y era casi impre-
decible, pero Dorothy y su familia siempre los esperaban.
Con ayuda terapéutica, Dorothy pudo declarar a sus padres el
hecho de que los domingos ella y su familia se sentian como
rehenes. Se elaboraron nuevos arreglos que dieron a la familia
nuclear libertad para trazar sus propios planes. En el lapso de
dos semanas, los padres cambiaron su pauta de visita.
El segundo foco de la terapia fue el subsistema de Dorothy
y sus hijos. Vivian atados a su madre por su temor a que su-
friera otra alteracién metabdlica y muriera si no la hospitali-
zaban a tiempo. Nunca se alejaban del hogar y se cercioraban
de que uno de ellos la acompafiara en todo momento. Se con-
centraban tanto en cuidar a su madre que ello coartaba su de-
sarrollo adolescente. Por eso se mantuvieron sesiones tera-
péuticas destinadas a crear una frontera conveniente; los hijos
fueron alentados por sus padres a salir mas con sus amigos.
Desde luego, este cambio ejercié una presi6n adicional so-
bre el matrimonio. Al invitar a sus hijos a salir mas, Herb se
comprometia implicitamente a desempefiar el rol de cuidador
de su esposa. Estar mas tiempo juntos oblig6 a los conyuges a
abordar sus problemas, incluido el muy grave problema de
evitaci6n de conflictos que saturaba todo el sistema y lo man-
tenia paralizado. Cuando la pareja termin6 su tratamiento,
Dorothy pudo cuestionar a su marido y a sus padres en vez de
volverse sintomatica, y Herb, por su parte, pudo cuestionar a
Dorothy en lugar de limitarse a evitar conflictos.
Asi habia emergido una estructura nueva en este sistema
trasformado. Ahora existfa una distancia conveniente entre
jas generaciones. El conflicto se podfa abordar de manera di-
32recta; Dorothy ya no tenia que sofocar su indignaci6n virtuosa
y volverse sintomatica a causa de ello. En una sesion de se-
guimiento hecha dos afios y medio después, fue evidente que
los cambios se habian mantenido. Dorothy habia aumentado
su peso de 31,780 a 52 kg y ya no tenia periodos de tomar la-
xantes. Ensefiaba calistenia en un centro de atencién de dia.
Sus padres ya no se presentaban sin aviso, pero al mismo
tiempo Dorothy tenfa una buena relacién con ellos. Segtin Do-
rothy, sus padres eran ahora mas felices que nunca. Los hijos
estaban bien y se desarrollaban de manera normal. Mas re-
cientemente supe que Dorothy y Herb pondrian un negocio
juntos. Esto me parecié extremadamente positivo; el sistema
organizado durante tantos afios en torno de Dorothy en su
calidad de paciente y de miembro subalterno de la familia se
habia trasformado por completo en otro basado en Ja igual-
dad. Marido y esposa eran verdaderos socios, no sélo en el
hogar sino también en el lugar de trabajo.
En el caso de Dorothy, la terapia qued6 contenida dentro
de la familia extensa. La evaluaci6n inicial indicé que el pro-
blema era mantenido por las interacciones entre las tres gene-
raciones. Pero, en muchos casos, fuerzas sociales situadas fue-
ra de los limites de la familia desempefan roles clave para
mantener a la familia atascada en sus pautas disfuncionales.
Curiosamente, a menudo sucede que un sistema que intenta
asistir al paciente individualizado y a Ja familia sin advertirlo
se convierta en parte para mantener el problema.
El caso que expondré en detalle en el préximo capitulo es
ilustrativo. Michelle era una nifia de trece afios fuera de con-
trol. Se habia fugado. del hogar por lo menos quince veces,
habia sido hospitalizada en tres ocasiones y tenia un juicio
pendiente. Los servicios sociales habian intervenido durante
cuatro afios. Entre las trabajadoras sociales, el terapeuta de
Michelle, el personal hospitalario y el judicial, habia muchi-
simas fuerzas sociales en conflicto que hacian intrusién en la
familia, que en muchos casos se neutralizaban unas a otras y
acababan por restar toda autoridad a la familia. Los padres se
sentian impotentes y habjan abandonado sus intentos de rete-
ner el control, mientras que Michelle habia aprendido a ma-
nipular en provecho propio las diversas instituciones exter-
nas. La meta de Ja terapia en un caso asi es devolver autoridad
a la familia, hacer que esta retome la responsabilidad por sus
miembros.
33Involucrar al contexto. mas amplio en terapia puede de
hecho operar de diferentes maneras. Puede, como en el caso
de Dorothy, revelar en el interior del sistema problemas es-
tructurales graves abordables en terapia. Puede poner al des-
cubierto una necesidad de mejor coordinaci6n entre fuerzas
externas que tratan de ayudar a la familia. Y por fin, puede
sumar al proceso terapéutico a personas que no son parte del
problema pero son potencialmente parte de su solucién; pro-
cedimiento este al que denomino «recontextualizaci6én». En
los casos descritos a lo largo del libro, se hallaran ejemplos de
todas estas tres funciones.
Pautas isomorfas
Isomorfismo es un concepto esencial para el terapeuta que
trabaja con el contexto contemporaneo del paciente. Por el he-
cho de poner de manifiesto la existencia de pautas interaccio-
nales que han sido trasladadas de un subsistema a otro, este
concepto unifica el trabajo terapéutico con los diferentes con-
textos del medio en que est el paciente.
Isomorfismo significa, simplemente, similitud de forma. Dos
o més estructuras complejas pueden ser trazadas en super-
posicién, de manera que cada parte de una estructura tenga
una parte correspondiente en la otra, una parte que desem-
pefie un papel similar en esa estructura.
La nocién de pautas de consecuencia y el paradigma sis-
témico que subtiende a este concepto han sido uno de los
principios basicos de la terapia familiar. (En el capitulo 2,
abordaremos las pautas disfuncionales mds importantes.)
Pero se ha insistido mucho en el sistema global y su homeos-
tasis, y no en las pautas fundamentales que lo organizan. El
concepto de isomorfismo ayuda al clinico a percibir las simili-
tudes estructurales entre estas pautas fundamentales en los
diferentes contextos en que opera cierta persona. Desde esta
perspectiva, puede observar que una pauta de conducta en el
interior de Ja familia se reproduce con otros en las mas dispa-
res situaciones externas a la familia.
Jay Haley (comunicacién personal, 1975) cuenta Ja historia
de un joven paciente esquizofrénico internado en un hospital
donde existia un serio conflicto entre Ja jefa de enfermeras y el
34psiquiatra residente. Asi como los sintomas de este joven di-
fundian el conflicto entre sus padres en el hogar, lo propio
hacian en el hospital. Cada vez que profesionales y pacientes
que entraban y salian de una junta médica ponjan en eviden-
cia que en ella reinaba un clima muy tenso, este paciente se
introducia tranquilamente en la sala de conferencias, distraia
a los clinicos y difundia la tensi6n.
Hubo en terapia familiar una idea casi romantica de que en.
todo el sistema existe un isomorfismo casi perfecto; se creia
que la pauta de relacién con nuestros padres era invariable-
mente isomorfa segan las pautas de relacién con nuestros
abuelos, nuestros condiscipulos y, después, con nuestro jefe.
Esa idea se ha modificado algo, y hoy la mayorfa de la gente
cree que la familia nuclear puede tener pautas que no nece-
sariamente se reproduzcan en otros contextos. Por ejemplo,
el concepto de bilateralidad de Lyman Wynne (1988) es que
pautas multiples existen de manera concurrente en sistemas y
que mientras algunas pautas pueden ser isomorfas, existe una
gran probabilidad de que otras sean no isomorfas.
El de isomorfismo sigue siendo sin embargo un concepto
potente, y muy util, porque cuanto mds disfuncional sea un
sistema tanto mas probabilidad habra de que isomorfos inva-
dan otros contextos. Esto es esencial para este modelo de tera-
pia porque podemos observar las pautas en las transacciones
que ocurren en el consultorio y luego conceptualizarlas y tra-
zar mapas de ellas en otros contextos.
En el examen de pautas isomorfas en este capitulo y en
otros capitulos, haremos foco principalmente sobre pautas
que generan y mantienen conductas problemiticas. Pero cabe
sefialar que pautas isomorfas pueden ser negativas o positi-
vas. También en familias disfuncionales, las pautas reprodu-
cidas dentro de su ambito o fuera de é] pueden incluir algu-
nas productivas y otras contraproducentes. En algunos de los
casos que expondremos en los capitulos 5 a 11, veremos que el
terapeuta puede aprovechar los isomorfos positivos en tera-
pia con varios subsistemas.
La presencia de pautas isomorfas qued6 evidenciada en el
caso de Tony, un hombre de treinta y cinco afios, que desde su
adolescencia era adicto a drogas, altimamente, cocaina; acu-
di6 a nuestra clinica en busca de tratamiento después que su
esposa, Joy, amenaz6 con abandonarlo, advirtiéndole que
«esta vez hablaba en serio».
35El contexto de Tony estaba organizado en pautas isomor-
fas de sobreproteccién que lo rodeaban. Su esposa, por demas
sufrida, se habfa separado de él en dos ocasiones, pero cada
vez regres6 ante su promesa de reformarse y se qued6 cuando
su resolucin flaque6. Sus hijos, de quince y doce aiios, habian
socorrido a su padre desde que tenian memoria. Si necesitaba
dinero, le daban Io poco que tuvieran. Si volvia a casa dro-
gado, lo acostaban. Hasta en el consultorio, cuando el terapeu-
ta cuestionaba a Tony, Joy se apoyaba contra él como si qui-
siera escudarlo con su cuerpo.
Esta pauta de protecci6n se reproducia en contextos extra-
familiares de Tony. El mismo tribunal hacia esfuerzos contem-
plativos. Si no se presentaba a una entrevista, su veedor judi-
cial Jo llamaba por teléfono para fijar nueva fecha; su irrespon-
sabilidad no le traia consecuencia alguna. Durante una sesi6n
de terapia en la que participé el juez por teléfono con parlante,
Tony logré convencerlo de que sus responsabilidades labora-
Jes Je habian impedido asistir a cierta reunién a pesar de no
haber Iamado por teléfono con anticipacién para explicarlo.
Otros servicios terapéuticos se habian amoldado de ma-
nera similar. Tony solfa faltar a las sesiones, conseguia que los
doctores le dieran certificados para faltar al trabajo y usaba la
autoridad del terapeuta para bloquear los intentos de su fa-
milia de exigirle responsabilidad. Cuando le pedian explica-
ciones, solfa responder: «Sé que me apoderé del auto y que no
tengo registro de conductor, pero estoy enfermo. No soy res-
ponsable».
{Como se trasladan estas pautas isomorfas del contexto fa-
miliar inmediato a contextos extrafamiliares? Para compren-
der el proceso, conviene examinar primero familias mas fun-
cionales. Toda familia tiene pautas interaccionales; Salvador
Minuchin (comunicacién personal, 1974) habla de la «danza
de la familia». En una familia funcional, las pautas son rela-
tivamente flexibles. Hay un margen de libertad considerable
que permite el desarrollo de formas nuevas, adecuadas a las
necesidades del momento, en un proceso constante de adap-
tacion. La familia disfuncional carece de esta flexibilidad y
adaptabilidad; sus pautas se repiten simplemente hasta ha-
cerse rigidas.
En ambos casos, es de esperar que un miembro de la fami-
lia trasporte conductas de las pautas familiares a contextos
extrafamiliares. En un sistema familiar flexible y adaptable,
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sus miembros aprenden a adaptarse al cambio. Cuando uno
de ellos entra en un contexto diferente, las reglas del sistema
familiar ceden; se desdibujan las diferencias entre la conducta
esperada dentro de la familia y la prevista en el nuevo con-
texto; la persona es inducida hacia las reglas del nuevo siste-
ma y aceptada en el nuevo contexto.
Pero en una familia disfuncional como la de Tony, esta
adaptabilidad no se desarrolla. Si el nuevo sistema es mas fle-
xible que el sistema familiar, quiza las reglas del nuevo siste-
ma dejen paso a las reglas de la familia. Dentro de la familia
sobreprotectora de Tony, su conducta irresponsable era con-
gruente con su contexto sobreprotector y evitador de conflic-
tos; por eso no experimentaba las consecuencias necesarias
para cambiar su conducta. En el contexto mas amplio, su con-
ducta era incongruente pero, en vez de adaptarse a él, Tony
conseguia inducir al contexto externo a amoldarse a su modo
de ser.
En muchas familias, a medida que los hijos se desarrollan
y maduran, gradualmente se fusionan las reglas de los dife-
rentes sistemas, El contexto de cada hijo se expande hacia el
mundo extrafamiliar y 6] se convierte en una fuerza de cam-
bio en la familia. También sucede lo inverso: a medida que
aumenta la gama de conductas de que disponen sus miem-
bros, la familia estimula al hijo —y este a aquella— a probar
alternativas. Las reglas de los diversos sistemas no se vuelven
idénticas, pero si se combinan lo suficiente para que él hijo
pueda responder adecuadamente en otros contextos. En cam-
bio, en sistemas disfuncionales, como el de Tony, los contextos
rara vez se fusionan para dar sitio a la expansién de alterna-
tivas. Se permite una menor fusion de reglas. E] miembro
problema tiende a inducir al contexto, pero el proceso es uni-
direccional: la persona no resulta inducida a entrar en el con-
texto.
Este proceso no debe confundirse con una distorsién per-
ceptual en la que el individuo percibe mal el nuevo contexto.
Si este fuera el caso, el nuevo contexto sdlo se asemejaria a la
familia. En contraste con nociones clasicas sobre trasferencia,
lo que quiero significar es que la persona cambia el nuevo sis-
tema para obedecer a las reglas de la pauta familiar, de mane-
ra que la gente se comporte realmente conforme a las reglas
familiares. El nuevo contexto es trasformado para que espeje
al antiguo.
37Este razonamiento nos permite describir cémo un indi-
viduo que provenga de un sistema disfuncional se compor-
tara en otros contextos. De hecho, gracias al concepto de iso-
morfismo, podemos predecir que el nuevo contexto sera indu-
cido por el individuo a volverse semejante al sistema familiar.
Por supuesto, contextos nuevos incluyen Ja terapia, Compren-
der el proceso de induccién permite al terapeuta mantenerse
alerta sobre modos en que las reglas familiares puedan in-
ducirlo a él. Tal induccién es un gaje del oficio al que todo
terapeuta tiene que oponer continua resistencia.
La utilidad clinica del concepto de isomorfos deberia ser
evidente. Considerar la posibilidad de que pautas de inter-
accién sean isomorfas y buscar su reproduccién en diferentes
contextos del paciente puede resultar un paso valioso en el
diagndstico; una vez que ha reconocido una pauta, el tera-
peuta puede tratar de ver cémo el paciente induce esa pauta.
Los clinicos pueden reconocer pautas isomorfas de diversos
modos: si detectan una pauta familiar en otro contexto, si sien-
ten la traccién de ser inducidos hacia el interior del sistema y
si comparan las pautas interaccionales con Ja normalidad.
Para definir una pauta como desviada, debemos tener una
idea clara sobre lo que constituye la normalidad. Toda pauta
ha de ser juzgada comparandola con un modelo de estructura
funcional y conveniencia evolutiva. Por ejemplo, debemos
tener cierta nocién sobre lo que se entiende por una bue-
na crianza de los hijos o sobre el tipo de crianza que reduce
al minimo las conductas de alto riesgo. El contraste con la
normalidad plantea, ademis, la cuestion de saber si los iso-
morfos estan ligados a la cultura 0 algunos son considerados
universalmente disfuncionales. Una familia tradicional de
ascendencia siciliana tal vez justifique su intrusividad en la
vida de una hija apelando a una pauta cultural de intimidad y
protecciOn intrafamiliares. Braulio Montalvo y Manuel Gu-
tierrez (1983) nos previenen contra los peligros que supone
hacer foco sobre las particularidades de Jas pautas culturales
con desdén de las pautas procesales soterradas. Sefialan que el
terapeuta demasiado familiarizado con una cultura es asi-
milado y manipulado mis facilmente por una familia que la
utilice como medio de defensa, y apuntan que los terapeutas
deben mantenerse muy atentos a pautas més amplias que casi
todo el mundo considera desviadas (p.ej., la pérdida de auto-
nomia).
38Dentro de cualquier cultura, el terapeuta busca pautas que
no funcionen bien: pautas que coartan la creatividad, el desa-
trollo de la personalidad y el funcionamiento. Cuando vemos
al paciente individualizado en varios subsistemas, nos pre-
guntamos : «;Cémo coarta este grupo a esta persona?», y lue-
go, «{Cémo ayuda esta persona a que el grupo la coarte?».
Tras esto, buscamos pautas de interaccién que impregnen los
diferentes contextos.
Una cuesti6n interesante viene a la mente cuando se con-
sidera que las pautas isomorfas expuestas hasta aqui tienden
a ser muy estables. Los clinicos ven una y otra vez las mismas
en Jas familias que tratan, y en muchos casos parecen ser con-
sistentes de generaci6n en generacién. Mas aun, se han des-
crito pautas similares aun en culturas antiguas. {Podria atri-
buirse esto a la existencia de «estructuras profundas» interper-
sonales, como las estructuras profundas de la mente descritas
por Claude Lévi-Strauss y Noam Chomsky? ¢Podrian las «fi-
guras» psicologicas postuladas por Carl Jung —el amigo, la
sombra, el anima y el animus, etc., que representan diversos
niveles o profundidades de experiencia psiquica— estar orga-
nizadas en pautas arquetfpicas?
Mi tesis es que las constelaciones familiares manifiestan
figuras psicolégicas similares y que estas permean los diferen-
tes contextos, de manera tal que el terapeuta avezado puede
reconocer prontamente la figura como una guestalt familiar.
En vez de pugnar por individualizarla, el terapeuta puede
centrar su atencién en averiguar de qué modo la figura y la
familia pueden cambiar pronta y armoniosamente.
4Cémo rompemos, pues, pautas isomorfas? Podria decirse
que el arte de la terapia consiste en hacer que la gente procure
zafarse de pautas existentes. En sistemas muy rigidos, tal vez
cueste lograrlo porque los umbrales del cambio son mis altos
que en otros sistemas menos petrificados. El clinico puede
ayudar a trasponer ese umbral homeostatico induciendo una
crisis terapéutica. La induccién de tales crisis sera el tema de
la Ultima seccién de este capitulo. Antes examinemos mas
detenidamente el concepto de homeostasis y el de quién o qué
mantiene el umbral homeostatico.
39El mantenedor homeostatico
El término homeostasis fue utilizado por primera vez en
biologia para describir la tendencia de un organismo a man-
tenerse en un estado relativamente estable y retornar a élo a
otro estado similar cuando este ha sido perturbado. El ejem-
plo clasico de mecanismo homeostatico es el sistema termo-
tactico del cuerpo humano, que acttta a modo de regulador
para mantener el calor corporal a una temperatura constante a
fin de maximizar la eficiencia en Ja reproduccién celular y la
interacci6n con el medio. Pero en tiempos de crisis (p.ej., en
caso de herida o infecci6n) su funcién decisiva es elevar la tem-
peratura del cuerpo con el objeto de incrementar la produc-
cién de glébulos blancos y destruir agentes infecciosos. La
meta global de la temperatura elevada es mejorar la protec-
cin corporal, pero si este exceso de calor se mantiene por un
periodo demasiado prolongado —si pasa a ser un nuevo statu
quo— pueden surgir efectos colaterales nocivos. Por consi-
guiente, el sistema homeostatico resulta ora una fuerza po-
sitiva, ora una fuerza negativa.
En 1932, Walter Cannon propuso la idea de que si mecanis-
mos homeostaticos describian efectivamente una regulacién
biolégica, quiza sirvieran para describir una conducta huma-
na. Don Jackson (1957) extendié el término al de homeostasis
familiar para describir una constancia relativa del medio fami-
liar en que la terapia de un miembro de la familia puede pro-
vocar cambios en otros miembros. Mientras el paciente me-
jora, por ejemplo, otra persona se vuelve sintomatica.
Jay Haley (1962) y Virginia Satir (1967) infundieron mas
sustancia a esta nocién cuando expusieron circunstancia-
damente pautas interaccionales de la familia y mostraron el
modo en que ellas actaan para mantener intacto el nivel de
conducta familiar preestablecido. Haley definio a la familia
como un «sistema autocorrectivo en accién» (1962, pag. 277).
Si uno de sus miembros excede el nivel de conducta tolerado
por los otros, estos reaccionarén procurando corregir la con-
ducta extrema y restaurar el equilibrio familiar. La gama de
conductas de cada familia esta determinada por un conjun-
to de cédigos privados o reglas encubiertas especificas que
conforman un proceso familiar inconciente y colectivo (Haley,
1962; Satir, 1967; Jackson, 1965). La adhesién a estas reglas
mantiene el statu quo y protege la supervivencia de la familia;
40cualquier amenaza contra ellas es inaceptable y cuestionada
por los miembros de la familia.
Volviendo a la analogia con el sistema termotactico hu-
mano, cuando Ja supervivencia de la familia se ve amenazada
por presiones evolutivas u otras tensiones, su temperatura so-
cial se eleva para hacer frente a la crisis. Pasada esta, la tempe-
ratura se normaliza y retorna a su funcionamiento productivo
cotidiano.
En el uso de estos y de otros tedricos, homeostasis no sig-
nifica un estado totalmente estatico, carente de crecimiento y
desarrollo, sino mas bien un estado consistente y constante
que todo ser vivo debe tener para existir. En la familia que
funciona bien, el proceso es fluido y dindmico y por su misma
naturaleza incorpora un cambio evolutivo al propio tiempo
que ofrece estabilidad (Ebert, 1978). La familia evoluciona y
cambia, como el cuerpo humano cuya temperatura vuelve ala
normalidad tras una crisis.
El concepto del mantenedor homeostatico adquiere im-
portancia en terapia familiar cuando los mecanismos homeos-
taticos mantienen a la familia en una homeostasis disfun-
cional. Mientras algunas fuerzas internas de la familia pugnan
por adaptarse a presiones evolutivas u otras tensiones, otra u
otras tratan de mantenerla atascada: incapaz de efectuar los
cambios evolutivos apropiados. Durante la terapia con una fa-
milia en crisis, descubrir quién o qué funciona para mantener
el statu quo es clave para un cambio terapéutico eficiente. Por
Jo general, el procedimiento es sencillo. Primero se reine a to-
dos los presuntos mantenedores homeostaticos. Después, el
terapeuta altera el equilibrio del sistema familiar y observa
quién actta para restaurarlo. En el capitulo 3, abundo sobre
este concepto y sobre el modo en que se operacionaliza, y hay
muchos ejemplos de su uso en los casos descritos en el libro.
A pesar de su utilidad como instrumento clinico, el con-
cepto de homeostasis familiar dista de ser universalmente
aceptado por los terapeutas familiares. Paul Dell (1982) y otros
(Brodey, 1968; Speer, 1970; Hoffman, 1980; Bogdan, 1984;
Wynne, 1988) le han encontrado defectos epistemolégicos y
han propuesto otros conceptos alternativos, como el de cohe-
rencia (Dell, 1982). Aunque por momentos estos autores argu-
mentan con buen raciocinio y de manera persuasiva, en la ma-
yoria de los casos no he encontrado que traigan consecuencias
importantes para la practica clinica.
41A mi juicio, la Gnica critica significativa que se le puede
hacer desde el punto de vista clinico es que el concepto opaca
la influencia del contexto ambiental mas amplio. Lyman Wyn-
ne (1988), en particular, ha sugerido que por insistir en la ho-
meostasis los terapeutas e investigadores han desatendido los
aportes que a la disfuncién de la familia hacen otros factores
etiolégicos ajenos a esta. Pero si ello ha sucedido realmente,
no debemos imputarlo al concepto en si sino a una interpreta-
cion miope de él. La idea de homeostasis no depende de que
se limite el foco a la familia nuclear ni aun a la familia nuclear
mis la familia extensa.
A decir verdad, Wynne pasa por alto una funcién impor-
tantisima para los terapeutas: la de facilitar nexos en las in-
terfases entre la familia y sus sistemas circundantes. Si usa el
contexto mas amplio, el terapeuta puede trasformar el funcio-
namiento interno disfuncional de la familia para desmantelar
el sintoma. En un desarrollo normal, el organismo familiar no
sdlo reacciona a las presiones externas: también incorpora el
mundo exterior. Por consiguiente, en el modelo de la TEI en-
tendemos que un tratamiento eficaz copia a la naturaleza en
tanto ayuda a la familia a incorporar el contexto mas amplio y,
con ello, a desarrollarse.
Otro aspecto controvertido de la homeostasis es la acusa-
cién de que el concepto es irrespetuoso hacia las familias por-
que «homeostasis» implica que son tercas, reacias e inmu-
tables. Cuando uso este concepto, no insintio nada negativo
acerca de las familias.
Descubro que el examen de un corte trasversal cronolégico
permite descubrir en familias pautas de organizacion estable-
cidas, como sucede en el interior de otros sistemas vivientes.
Si interviene en este punto en la vida de una familia, el clinico
puede identificar con precision las fuerzas mantenedoras del
statu quo.
Homeostasis no es sélo negativa. Tras averiguar las fuer-
zas que mantienen el statu quo, el clinico debe determinar si
estas sustentan pautas inadaptadas o si en alguna medida
sustentan pautas adaptativas y positivas. Homeostasis es el
marco de que se vale el clinico: es la aliada de fuerzas tera-
péuticas cuando se aplica a los esfuerzos de la familia por
mantener o proteger cambios positivos en su vida, 0 por pro-
teger cambios que hagan posible el funcionamiento mas ade-
cuado de sus miembros.El clinico ve homeostasis como un término no valorativo
que puede ser positivo o negativo. Cuando la perturba, inten-
ta introducir entropfa para que el sistema se mueva hacia el
cambio porque la salud del sistema global reclama un cambio.
Una vez que el sistema ha producido el cambio, ha terminado
su viaje y se ha reorganizado, el sistema confia en la homeos-
tasis para proteger y estabilizar el cambio. En este sentido, el
clinico que trabaja por mantener y proteger el cambio acttia
més bien como un amigo de la homeostasis, y la ve al servicio
de una pauta muy positiva y adaptativa.
Siempre necesitamos y requerimos homeostasis en algin
punto. Es parte de lo que mantiene la estabilidad, pero quere-
mos que esta sea dominada cuando la familia ya haya logrado
establecer ciertas pautas o un respeto reciproco en el manejo
de conflictos en vez de evitacién de conflictos; cuando la rigi-
dez y la cerrazén hayan dejado paso a una mayor apertura al
mundo exterior; cuando el sistema fomente pautas vitalizan-
tes en vez de bloquear a los participantes o cerrar Ja avenida
de libertad.
Ningun sistema puede sobrevivir en un fluir total en me-
dio de una entropia. Necesitamos cierto principio de orden
que estabilice al sistema mientras contintia en fluir. Ese es el
misterio de los sistemas vivos: fluir al mismo tiempo que son
estables y contenidos. El clinico acicatea esas fuerzas, hacién-
dolas mas entrépicas para que se produzca la reorganizacién.
No obstante, una vez atravesada Ja crisis, cuando las personas
se reorganizan y movilizan sus respuestas apropiadas, todos
recurrimos a la ayuda de la homeostasis para estabilizar las
cosas y hacer prescindible al clinico. No debemos quedarnos
para guiar el cambio a perpetuidad, porque entonces los indi-
viduos tenderfan a asentarse y aceptar las nuevas pautas del
mismo modo como aceptaron el statu quo anterior.
Homeostasis no es un rasgo més de las familias: es un ras-
go dindmico y global de los sistemas vivos. Si una familia se
obstina en defender a una hija de un mundo de drogas y sexo
desenfrenado, ,eso es terquedad? Es fortaleza. Quienquiera
que se ocupe de ciencias biolégicas y estudie las enzimas ad-
vertird que esto no es un insulto sino una caracteristica de
todo sistema.
A veces, el clinico altera la homeostasis y la convierte en
sujeto de una induccién de crisis; en otros puntos, acaso la
emplee en proteger cambios producidos mas adaptativos y
43saludables para la familia. En algan momento, contaré con
ella para proteger a las personas; otras veces, comprendera
que pudiera ser esta la misma fuerza que impide el cambio.
Miconcepto de homeostasis es amplio y toma en cuenta la
accién de sistemas externos como reforzadores, sostenedores
o modificadores del proceso homeostatico interno. En varios
de los casos citados en este libro, se descubrié que en efecto
fuerzas sociales extrafamiliares actuaban como mantenedoras
homeostaticas (p.ej., despojaban de autoridad a los padres y
les impedian hacerse responsables de sus propios hijos). El
reconocimiento de los roles que sistemas externos pueden de-
sempefiar nos permite elaborar intervenciones en las inter-
fases entre la familia y los sistemas circundantes, que libren a
Ja familia de una homeostasis disfuncional.
El terapeuta puede usar el concepto de homeostasis no
s6lo para neutralizar las fuerzas homeostaticas negativas en el
contexto externo, sino también para activar la influencia posi-
tiva de los sistemas externos y generar el cambio. En un caso
que expondré en el capitulo 4, la terapia de un nifio de siete
afios afectado de mutismo electivo (hablaba en el hogar pero
no en la escuela) incluy6 la convocatoria a los padres y al per-
sonal escolar para abordar el problema juntos. La escuela ha-
bia recurrido a todos los medios a su alcance para inducirlo a
participar y habia pensado en trasferirlo a una escuela espe-
cia]. Obrar asi habria equivalido a un fracaso para todos los
involucrados y, simplemente, habria reforzado la homeostasis
en cada uno de los sectores. En cambio de eso, movilizamos a
las autoridades escolares para que autorizaran a los padres a
concurrir diariamente a la escuela, donde aportarian su pre-
sencia fisica y ayudarian a los maestros con su hijo. Por el re-
curso de establecer este nuevo nivel de colaboracién, la tera-
pia hizo posible que cada sistema —el de la familia y el de la
escuela— incorporara al otro y resultara afectado por el otro.
Vemos, pues, que los conceptos de homeostasis y de man-
tenedor homeostatico siguen siendo explicativos cuando reco-
nocemos que la funcién de mantener la homeostasis no se
limita a los miembros de la familia nuclear. El mantenedor ho-
meostatico puede ser un miembro de la familia extensa, una
persona 0 grupo ajenos a la familia, un servicio social, una ins-
tituci6n o incluso una amplia fuerza social, como la pobreza.
Tal como se lo utiliza en Terapia Estructural Intensiva, este
concepto es la clave de muchas intervenciones logradas, por-
44que funda nuestra teoria en observaciones. Ross Speck y Ca-
rolyn Attneave (1973) lograron un adelanto importante en su
teorfa de redes cuando intentaron reproducir el sistema social
en el consultorio con la esperanza de provocar asi alguna tras-
formaci6n. La TEI sobrepasa ese método para hacer foco en el
modo en que los diversos vinculos se articulan y para indivi-
dualizar las estructuras resultantes, que después se puedan
cambiar en el sistema observable.
Induccion de crisis
La palabra china para crisis significa «peligro y oportuni
dad». En puntos de crisis en el caso de sistemas, cada cr:
suele anunciar un cambio; el resultado puede ser positivo o
negativo.
Una familia con la que trabajé recientemente no parecia ira
ninguna parte en su terapia. Tras afios de querellas en su ma-
trimonio que llevaba treinta afios, los padres estaban al borde
del divorcio. Su hijo adulto, delincuente crénico, cuya confu-
sién encarnaba el matrimonio disfuncional de ellos, no daba
la menor sefial de enmendarse. La pareja se presento a la tl-
tima sesién repentinamente trasformada: marido y mujer se
sentaron juntos, y se apoyaron el uno al otro en vez de contra-
decirse. La tensi6n conyugal habia desaparecido.
Pregunté qué habia ocurrido. ;Qué habia originado esa
armonia repentina, cuando la terapia habia estado relativa-
mente engrillada? Me contaron que una noche de la semana
anterior, al regresar del trabajo en su automévil, el marido
habia encontrado un coche desbarrancado en un terrapién. Lo
ocupaban dos hombres sumidos en el suefio de las drogas.
Apenas habia logrado sacarlos a rastras cuando el auto estallo.
Los tres resultaron quemados, aunque levemente.
‘Tras este episodio, la actitud del marido hacia su esposa y
su matrimonio cambio por completo. De pronto, sus resenti-
mientos de los ultimos diez afios le parecieron triviales; lo
tinico importante en su vida era estar junto a su esposa, la ma-
dre de sus hijos. ¢La crisis trasformé el sistema? Creo que si.
¢Durara el cambio? Quiero esperar y ver.
En la TEI, la induccion de crisis se usa para abrir el sistema
al cambio. Sobre todo al comienzo del tratamiento, y en par-
45ticular cuando los miembros destacados del sistema estan pre-
sentes, producir una crisis terapéutica aumenta las posibilida-
des de generar un cambio. Mas avanzada la terapia, todos ten-
demos a ser inducidos por el sistema y nos encontramos obe-
deciendo a sus reglas. En ese punto, resulta mucho mas dificil
provocar una crisis. Parte de la potencia de inducir una crisis
se sittia en que demuestra que el terapeuta no ha sido induci-
do por el sistema y espera que esas reglas cambien.
Los trabajos sobre la teoria de las catastrofes constituyen
una importante base conceptual para la terapia por induccién
de crisis. El matematico francés René Thom (Zeeman, 1976)
dedujo un modelo para comprender los cambios en la natura-
leza que representa un nuevo modo de pensar sobre el cam-
bio. A diferencia del cambio continuo descrito por el calculo
de Newton y Leibniz, que permite predecir un cambio gra-
dual, como el del movimiento de los cuerpos celestes y las
méaquinas mecanicas, la teorfa de las catastrofes describe cam-
bios stbitos y discontinuos provocados por la interaccién de
dos o mas fuerzas independientes (p.ej., los cambios repenti-
nos producidos durante terremotos). En cualquier interacci6n,
mientras mas fuerzas entren en conflicto, tanto mas compleja
sera la catastrofe y mas imprevisible su resultado.
El concepto de catastrofe se funda en la nocién de que un
sistema puede tener mas de un estado de homeostasis 0 ca-
mino estable de cambio. «La catastrofe es el “salto” de un esta-
do o camino a otro (...) Aqui la transicién es discontinua, no
por falta de estados o caminos intervinientes, sino porque nin-
guno de ellos es estable; la transicién del estado 0 camino
iniciales al estado o camino finales probablemente sea bre-
ve comparada con el tiempo trascurrido en estados estables»
(Woodcock y Davis, 1978, pag. 32).
El proceso de cambio es poco comprendido en terapia fa-
miliar. Tendemos a pensar en términos de comparaciones, de
condiciones anteriores y posteriores al cambio; apenas comen-
zamos a pensar seriamente en el proceso mismo. Desde luego
que esta deficiencia en nuestra comprensi6n limita nuestra ca-
pacidad de facilitar el cambio.
La teoria de las catastrofes puede sernos util de dos mane-
ras. En primer lugar, confirma un fenémeno observado con
frecuencia en terapia familiar: cuando se los perturba, los sis-
temas pueden manifestar un cambio discontinuo y producir
nuevas organizaciones. En segundo lugar, proporciona un
46modelo para conceptualizar un sistema dindmico basado en
las fuerzas que operan en su interior. Producir un conflicto
entre esas fuerzas puede generar un cambio discontinuo;
mientras mds numerosas sean las fuerzas en conflicto en un
contexto dado, tantas mas probabilidades habra de que ocurra
un cambio discontinuo.
En consecuencia, la teoria de las catdstrofes corrobora la
importancia del uso de un sistema de intervencién mas am-
plio. Mientras mas fuerzas choquen en el consultorio del tera-
peuta, tanto mas potente seré el tratamiento y mas probable la
trasformaci6n del sistema.
Desde luego, y como ya hemos sefialado, cuanto mds com-
pleja sea la catdstrofe, tanto mds dificil sera predecir su resul-
tado. En el mundo fisico es posible desarrollar complicadas
mediciones y calculos matemiaticos para reducir el elemento
de imprevisibilidad. En terapia familiar no poseemos los da-
tos precisos y cuantificados que nos permitirian hacer tales
predicciones o aun trazar la progresién del cambio en siste-
mas. Con todo, en muchos sentidos, la evolucién de Ia crisis
terapéutica condensa simplemente la de la familia. Introduce
en el presente la crisis que la familia acaso sufra en afios veni-
deros, con el consiguiente cambio en el sistema. Al inducirla
en el consultorio, el terapeuta puede observar y regular el sis-
tema en momentos en que la familia pugna por recuperar el
equilibrio, y asegurarse de que las nuevas estructuras que
emergen sean positivas.
La inducci6n de crisis result6 invalorable en el tratamiento
de la familia de una muchacha de dieciséis afios, anoréxica
desde hacia seis meses. Organicé una sesién con almuerzo a la
que asistieron Bonnie, la paciente individualizada; su padre,
oficinista en una fabrica; su madre, que, como jefa de oficina
en un estudio juridico, habia obtenido mucho mis éxito profe-
sional que el padre; la hermana de Bonnie y su abuela ma-
terna.
Hay quienes critican las sesiones con almuerzo por consi-
derarlas excesivamente confrontadoras e intrusivas. Sin em-
bargo, en los casos graves de anorexia, las alternativas son la
alimentacién por sonda y la nutricién parenteral, dos inter-
venciones a mi juicio igualmente intrusivas. Ademas, las ad-
ministran personas extrafias en cambio de familiares cari-
flosos, y ejercen escaso influjo sobre el sistema mantenedor del
problema. Las sesiones con almuerzo ofrecen una oportuni-
47dad de trasformar el sistema, en especial cuando asisten am-
bos padres.
La madre trajo el almuerzo para su familia. Es ilustrativo
del modo en que el sistema se amoldaba a la inanicién volun-
taria de la hija esta respuesta de la madre cuando le pregunté
dénde estaba el sandwich de Bonnie: «No trajimos ninguno
porque, de todos modos, ella no come». No obstante, habia
traido uno para el terapeuta. Lo doné a la causa; asi Bonnie
tendria su propio sandwich.
Ambos padres se alternaron en presionarla para que co-
miera, pero Bonnie se rehus6 tercamente. Trascurridos ya dos
tercios de la sesién, ocurrié un episodio que indicaba la dis-
tancia existente entre los conyuges. El padre traté de inducir a
Bonnie a beber un poco de café negro. La madre se volvié en-
tonces contra él, diciendo: «No necesita el café, necesita comer
esto». En ese momento, la negativa de Bonnie se intensificé
notablemente.
Era evidente que el presente proceso de cambio era lento 0
se habia atascado, y decidi acelerar el paso y crear un ambien-
te suficientemente intenso para provocar un cambio disconti-
nuo. Las cuatro fuerzas convergentes dentro del consultorio
eran Bonnie, su madre, su padre y yo; la meta era generar una
crisis que hiciera chocar esas fuerzas y trasformara el sistema.
En ese punto de la sesién, los miembros de la familia esta-
ban sentados en un circulo muy abierto. Bonnie habia cruzado
los brazos y las piernas en la postura patognomonica de una
adolescente aburrida e irritada. Empecé a tratar de generar la
intensidad necesaria comunicandoles un mensaje ominoso:
«Su hija se esta dejando morir de hambre. Su responsabilidad,
como padres, es hacer que coma. Los ha derrotado a ambos.
jHagan cualquier cosa, pero no dejen morir a su hija!». Bonnie
siguié discutiendo con sus padres; saltaba a la vista que sabia
paralizarlos manipulando habilmente proximidad y distan-
cia. Con sus pautas de irritabilidad e intimidacién, mantenia
el abismo entre la madre y el padre. Era imprescindible que
ellos se unieran y enviaran un mensaje claro a su hija: «Noso-
tros no toleraremos que te dejes morir de hambre. jEsta con-
ducta debe terminar!», La meta era comprimir en unos minu-
tos el cambio evolutivo en el ciclo vital de la familia que daria
autonomia a la muchacha y a sus padres. El cambio sdlo se
produciria cuando la madre y el padre se unieran y Bonnie
quedara liberada de la triangulacién.Por lo tanto, los reubiqué en un grupo apretado con Bonnie
en el centro. Asi flanqueada por sus padres, que se inclinaban
sobre ella instandola resuelta e insistentemente a comer, Bon-
nie empez6 a mordisquear su sandwich. En un momento, su
padre le sostuvo suavemente las manos, mientras la madre le
sujetaba el sandwich. Comié los dos ultimos bocados con sus
padres inclinados sobre ella, rodeandola cada uno con un bra-
zo de manera tal que los tres se tocaban. Habfa empezado el
cambio discontinuo. Apenas si era un comienzo. Quedaba
mucho trabajo terapéutico por hacer antes de que la trasfor-
maci6n fuera completa y duradera, pero el problema, que ha-
‘bia sido visto como algo puramente personal que sélo existia
dentro de la adolescente, fue trasformado en un problema in-
teraccional de la familia.
Traté a esta familia hace ya muchos afios. Hoy involucraria
en la terapia a otros miembros y a su contexto. Nunca vi a
ninguno de sus otros hijos. Nunca vi a Bonnie acompariada de
sus amigos; quizés habria podido ayudarlos a apoyarla en sus
intentos de diferenciarse. Ahora trabajaria con vinculos entre
hermanos procurando que ellos se ayudaran mutuamente en
sus tareas evolutivas. La crisis no es més que la contextua-
lizaci6n del sistema; en otras palabras, los miembros de la fa-
milia se dan cuenta de que todos desempefian un papel. Tras
esto, el terapeuta debe trabajar con los diversos subsistemas
para estabilizar al sistema en el nuevo statu quo.
La crisis inducida en la TEI no es necesariamente un epi-
sodio estridente y desequilibrador, como lo fue en este ejem-
plo, pero siempre es intenso. Puede haber una intensidad mo-
derada pero que se viva como tensionante, o la intensidad
puede ser generada por duracién a medida que el terapeuta
pone en marcha una nueva secuencia que cambie gradual-
mente el sistema. Yo Ilamo a esta tltima «la crisis de la que-
madura de sol»: no la sentimos en el momento de experimen-
tarla, pero sus efectos se manifiestan después.
Sea cual fuere el modo en que se genere Ia intensidad, el
factor clave en la inducci6n de crisis esta en que el episodio
sea decisivo. El sistema es perturbado, la estructura es cues-
tionada y emergen nuevas pautas. No existe una técnica Gni-
ca; el cuestionamiento puede Ilevarse a cabo recurriendo a di-
versas técnicas, como desequilibramiento, reencuadramien-
to, o aun paradoja. Lo que importa es el resultado: el sistema
cambia.
49Algunos terapeutas creen que las personas muy angustia-
das no pueden razonar ni comunicarse. Por consiguiente, ha-
blan a sus clientes uno por uno para calmarlos. Aunque a ve-
ces esto es desde luego esencial, los terapeutas no deben de-
jarse paralizar por esa circunstancia. El terapeuta de la TEI
observa y regula atentamente la realimentacién surgida du-
rante la sesi6n, e impele al sistema hacia la trasformacién. Este
proceso fue espléndidamente descrito hace muchos afios por
un ex docente: el doctor en medicina Robert Pottash (comuni-
cacién personal, 1973). El decia que la psicoterapia consistia
en alternar «cola» ~hablar a las personas de un material neu-
tral— y «solvente» —trabajar para provocar crisis—. El clinico
agrega «cola» cuando los individuos se desorganizan y luego
afade «solvente», magnificando la intensidad para impeler al
sistema hacia el cambio.
La inducci6n de crisis durante la sesion de terapia tiene,
pues, una ventaja a la que he denominado el Factor Missouri,
enalusiona la muletilla «muéstrame» que caracteriza a los na-
turales de ese estado. Cuando provocamos una crisis, vemos
trasformarse las pautas interaccionales ante nuestros propios
ojos. Hay una confirmacién tangible de que Ja intervencién ha
tenido éxito 0, por el contrario, de que no se ha producido un
cambio de rumbo y es preciso aplicar otra abordaje.
De nifios, mi hermano Loren M. Fishman (psiquiatra en
Nueva York) y yo soliamos bromear acerca de situaciones en
que la gente parecia atascarse en cuestiones aparentemente
triviales. «No salen de la parte mas profunda de la piscina,
sino de Ja menos profunda», decia mi hermano.
Lo mismo ocurre con muchas de las familias con las que
trabajamos. Coquetean con fuerzas que les dificultan sobre-
manera el cambio. A menudo me impresiona lo dificil que les
resulta mantener el cambio tras ensayar una pauta nueva de
interaccién o una nueva manera de ser. Mucho depende del
refuerzo y apoyo que reciban de instituciones extrafamiliares
(el maestro, el juez, el amigo) y de la familia extensa. En los
capitulos siguientes, explicaré en detalle el modo en que po-
demos aplicar los principios expuestos en este capitulo para
movilizar esas fuerzas externas y ayudar a las familias en pe-
ligro a desprenderse de viejas pautas, mantener el cambio y
evitar no s6lo la parte mas profunda, sino también la menos
profunda, mas ubicua y, a veces, mas insidiosa.