Un ácido fuerte es aquel que se disocia rápidamente y libera grandes cantidades de H+ a la solución. Un ejemplo es el HCl. Los ácidos débiles tienen menos tendencia a disociar sus iones y, por tanto, liberan H+ con menos fuerza. Un ejemplo de estos últimos es H2CO3. Una base fuerte es la que reacciona de forma rápida y potente con H+ y, por tanto, lo elimina con rapidez de una solución. Un ejemplo típico es OH, que reacciona con H+ para formar agua (H2O). Una base débil típica es HCO3 ya que se une a H+ de forma mucho más débil de lo que lo hace OH. El pH normal de la sangre arterial es de 7,4, mientras que el pH de la sangre venosa y de los líquidos intersticiales es de alrededor de 7,35 debido a la mayor cantidad de dióxido de carbono (CO2) liberada por los tejidos para formar H2CO3 en estos líquidos. El pH de la orina puede oscilar entre 4,5 y 8 dependiendo del estado acido básico del líquido extracelular. Existen tres sistemas primarios que regulan la concentración de H+ en los líquidos orgánicos para evitar tanto la acidosis como la alcalosis: 1) los sistemas de amortiguación acido básicos químicos de los líquidos orgánicos, que se combinan de forma inmediata con un ácido o con una base para evitar cambios excesivos en la concentración de H+; 2) el centro respiratorio, que regula la eliminación de CO2 (y, por tanto, de H2CO3) del líquido extracelular, y 3) los riñones. La secreción de iones hidrógeno y la reabsorción de HCO3 – tienen lugar en casi todas las porciones de los túbulos, salvo en las ramas finas ascendente y descendente de las asas de Henle. La secreción activa secundaria de H+ está acoplada al transporte de Na + hacia el interior de la célula a través de la membrana luminal por la proteína intercambiadora de sodio-potasio, y la energía para la secreción de H+ en contra del gradiente de concentración deriva del gradiente de sodio que facilita el movimiento de Na + hacia la célula.