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EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO ILUSTRADO

La Edad Moderna se extendió de 1453 a 1789, período en el cual


predominó el régimen absolutista que concentraba el poder en el
clero y en la nobleza.
La Revolución francesa dio fin a esa situación. Ella ya estaba
presente en el discurso de los grandes pensadores e intelectuales de
la época, llamados "ilustrados" por el apego a la racionalidad y a la
luch!l en favor de las libertades individuales, contra el oscurantismo
de la Iglesia y la prepotencia de los gobernantes. Esos filósofos tam­
bién eran llamados "enciclopedistas" por ser partidarios de las ideas
liberales expuestas en la obra monumental publicada bajo la direc­
ción de Diderot y D'Alembert con el nombre de La enciclopedia.
Entre los ilustrados, se destaca Jean-Jacques Rousseau (1712­
1778) que inauguró una nueva historia de la educación. Él se consti­
tuyó en el marco que divide la antigua y la nueva escuela. Sus obras,
con gran actualidad, son leídas hasta la fecha. Entre ellas citamos:
Sobre la desigualdad entre los hombres, El contrato social y Emilio. Rousseau
rescata primordialmente la relación entre la educación y la política.
Por primera vez, centraliza el tema de la infancia en la educación. A
partir de él, el niño ya no sería considerado un adulto en miniatura:
el niño vive en un mundo propio que es necesario comprender; para
educar, el educador debe hacerse educando de su educando; el niño
nace bueno, el adulto, con su falsa concepción de la vida, es quien lo
pervierte.
El siglo XVIII es político-pedagógico por excelencia. Las clases
populares reivindican ostentosamente más el saber y la educación
pública. Por primera vez un Estado instituyó la obligatoriedad esco­
lar (Prusia, 1717). La intervención del Estado en la educación crece
sobre todo en Alemania, creando escuelas normales, principios y
planes que desembocan en la gran revolución pedagógica nacional fran­
cesa de finales de siglo. NUnca antes se había discutido tanto la for­
mación del ciudadano a través de las escuelas ,como durante los seis
años de vida de la Revolución francesa. La escuela pública es hija de

[82]
EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO ILUSTRADO 83

esa revolución burguesa. Los grandes teóricos ilustrados predicaban


una educación cívica y patriótica inspirada en los principios de la
democracia, una educación laica, ofrecida gratuitamente para todos por el
Estado. Se inicia con ella la idea de la'unificación de la enseñanza públi­
ca en todos los grados. Pero aún era elitista: sólo los más capaces
podían proseguir hasta la universidad.
La Ilustración buscó liberar al pensamiento de la represión de
los monarcas terrenales y del despotismo sobrenatural del clero.
Acentuó el movimiento por la libertad individual iniciado en el pe­
ríodo anterior y buscó refugio en la naturaleza: el ideal de vida era
el "buen salvaje", libre de todos los condicionamientos sociales. Es evi­
dente que esa libertad sólo podía ser practicada por unos cuantos, aque­
llos que, de hecho, libres del trabajo material, tenían su sobrevivencia
garantizada por un régimen económico de explotación del trabajo.
La idea del regreso al estado natural del hombre se demuestra por
el espacio que Rousseau dedica a la descripción imaginaria de la
sociedad existente entre los hombres primitivos. Daba como ejem­
plo a los indios que vivían en América. Y su Emilio, un personaje
también, se educa sin ningún contacto con otros hombres, ni con
religión alguna: solamente por el convivio con la naturaleza. Priva­
do del contacto de sus padres y de la escuela, Emilio permaneció en
las manos de un preceptor ideal, el mismo Rousseau.
La educación no debería instruir únicamente, sino permitir que
la naturaleza floreciera en el niño; no debería reprimir o modelar.
Basado en la teoría de la bondad natural del hombre, Rousseau sus­
tentaba que sólo los instintos y los intereses naturales deberían diri­
gir. Acababa siendo una educación racionalista y negativa, es decir,
de restricción de la experiencia.
Rousseau es el precursor de la escuela nueva, que comienza en
el siglo XIX y tuvo gran éxito en la primera mitad del siglo XX, sien­
do hasta la fecha muy viva. Sus doctrinas tuvieron mucha influencia
sobre educadores de la época, como Pestalozzi, Herbart y Froebel.
Rousseau divide la educación en tres momentos: el de la infan­
cia, la adolescencia y la madurez. Solamente en la adolescencia debería
haber un desarrollo científico más amplio y establecimiento de vida
social.
A la primera fase él la llama edad de la naturaleza (hasta los 12
años); a la segunda, edad de la fuerza, de la razón y de las pasiones (de
los 12 a los 20) y a la tercera la denomina edad de la sabiduría y del
casamiento (de los 20 a los 25 años).
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A través de Rousseau, podemos percibir que el siglo XVIIf realiza


la transición del control de la educación de la Iglesia al Estado. En
esa época se desarrolló el esfuerzo de la burguesía para establecer el
a
control civil (no religioso) de la educación través de la institución
de la enseñanza pública nacional. Así, el control de la Iglesia sobre la
educación y los gobiernos civiles fue decayendo poco a poco con el
creciente poder de la sociedad económica.
La Revolución francesa se basó también en las exigencias popu­
lares de un sistema educativo. La Asamblea Constituyente de 1789
elaboró varios proyectos de reforma escolar y de educación nacio­
nal. El más importante es el proyecto de Condorcet (1743-1794) que
propuso la enseñanza universal como medio para eliminar la des­
igualdad. '
Sin embargo, la educación propuesta no era exactamente la mis­
ma para todos, pues se admitía la desigualdad natural entre los hom­
bres. Condorcet reconoció que los cambios políticos necesitan estar
acompañados por reformas educacionales. Fue partidario de la au­
tonomía de la enseñanza: cada individuo debería conducirse por sí
mismo. Demostró ser ferviente defensor de la educación femenina
para que las futuras madres pudieran educar a sus hijos. Él conside­
raba a las mujeres maestras naturales.
Las ideas revolucionarias tuvieron gran influencia en el pensa­
miento pedagógico de otros países, principalmente en Alemania e
Inglaterra, que crearon sus sistemas nacionales de educación, y en Amé­
rica del Norte que expandió mucho la participa.ción del Estado en la
educación.
La Revolución francesa intentó plasmar al educando a partir de la
conciencia de clase que era el centro del contenido programático.
La burguesía tenía claridad de lo que quería de la educación: traba­
jadores con formación de ciudadanos partícipes de una nueva socie­
dad liberal y democrática. Los pedagogos revolucionarios fueron los
primeros políticos de la educación. Algunos, como Lepelletier (1760­
1793), pretendieron que ningún niño recibiera otra formación que
no fuera la revolucionaria, a través de internados obligatorios, gra­
tuitos y sostenidos por las clases dirigentes. Sin embargo, esa idea
no tuvo éxito. Su autor murió en la guillotina. Al final, la misma
revolución rechazó el programa educativo de universalización de la
educación creado por ella misma.
Froebel (1782-1852) fue el idealizador de los jardines de niños.
Consideraba que el desarrollo del niño dependía de una actividad
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espontánea (el juego), una actividad constructiva (el trabajo manual) y


un estudio de la naturaleza. Daba valor a la expresión corporal, al ges­
to, al dibujo, al juguete, al canto y al lenguaje. Para él la actividad
representaba la base y el método de toda la instrucción. Como
Herbart, estimaba los intereses naturales del niño. Veía al lenguaje
como la primera forma de expresión social y al juguete como una
forma de expresión.
Después de Froebel, los jardines de niños se multiplicaron inclu­
so fuera de Europa y llegaron principalmente a Estados U nidos. Sus
ideas sobrepasaron la educación infantil. Los fabricantes de jugue­
tes, juegos, libros, material recreativo y periódicos para niños fueron
influidos por las ideas de Froebel. En él se inspiró John Dewey, uno
de los fundadores del pensamiento de la Escuela Nueva.
La ilustración educacional representó el fundamento de la pe­
dagogía burguesa, que hasta hoy insiste predominantemente en la
transmisión de contenidos y en la formación social individualista.
La burguesía percibió la necesidad de ofrecer instrucción, mínima,
para la masa trabajadora. Por eso, la educación se dirigió a la forma­
ción del ciudadano disciplinado. El surgimiento de los sistemas na­
cionales de educación, en el siglo XIX, es el resultado y la expresión
de la importancia que la burguesía, como clase ascendente, conce­
dió a la educación.
Además de Rousseau, otro gran teórico se destaca en ese perío­
do: es el alemán Emanuel Kant (1724-1804). Descartes sostenía que
todo conocimiento era innato y Locke que todo saber era adquirido
por la experiencia. Kant supera esa contradicción: incluso negando
la teoría platónico-cartesiana de las ideas innatas, mostró que algu­
nas cosas eran innatas como la noción de espacio y de tiempo, que
no existen como realidades fuera,de la mente, sino sólo como for­
mas para pensar las cosas presentadas por los sentidos. Por otro lado,
sostuvo que el conocimiento del mundo exterior proviene de la ex­
periencia sensible de las cosas. Como admirador de Rousseau, Kant
creía que el hombre es lo que la educación hace de él a través de la disci­
plina, de la didáctica, de la formación moral y de la cultura.
Para Kant, espacio, tiempo, causalidad y otras relaciones, no eran
realidades exteriores. Esa afirmación fue acentuada por otros filóso­
fos alemanes, entre ellos, Fichte (1762-1814) Y Hegel (1770-1831),
que terminaron negando la existencia de cualquier objeto fuera de
la mente: es el idealismo subjetivo y absoluto que más tarde será reba­
tido por Karl Marx.
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Lo que la moderna ciencia de la educación, en la definición de


sus conceptos básicos, llama "aculturación", "socialización" y
"personalización", representa algunos de los descubrimientos de
Kant. Para él, el educando necesita realizar esos actos: es el sujeto
que "tiene que cultivarse, civilizarse, para así corresponder a la natu­
raleza. De esa forma, el verdadero objetivo del hombre es que" desa­
rrolle completamente, por sí mismo, todo lo que está por encima
del orden mecánico de su existencia animal y no participe de ningu­
na otra felicidad y perfección que no haya sido creada por él mismo,
libre del instinto, por medio de su propia razón". 1
El hombre, para alcanzar la perfección, requiere de la disciplina,
que domina las tendencias instintivas, de la formación cultural, de la
moralización, que forma la conciencia del deber, y de la civilización
como seguridad social.
Menos optimista que Rousseau, Kant sostenía que el hombre no
puede ser considerado totalmente bueno, pero es capaz de superar­
se mediante el esfuerzo intelectual continuo y el respeto a las leyes
morales.
Los grandes pedagogos del siglo XVIII que siguieron las ideas de
Rousseau y Kant fueron: Pestalozzi, Herbart y Froebel.
Pestalozzi (1746-1827) quería la reforma de la sociedad a través
de la educación de las clases populares. Él mismo se puso al servicio
de sus ideas creando un instituto para niños huérfanos de las clases
populares, donde impartía una educación en contacto con el am­
biente inmediato, siguiendo objetiva, progresiva y gradualmente un
método natural y armonioso. El objetivo se constituía menos en la
adquisición de conocimientos y más en el desarrollo psíquico del
niño. Sostenía que la educación general debía preceder a la profe­
sional, que los poderes infantiles brotaban .desde dentro y que el
desarrollo necesitaba ser armonioso. En la práctica, Pestalozzi fraca­
só en su intento. No obtuvo los resultados esperados, pero sus ideas
son debatidas hasta hoy y algunas fueron incorporadas a la pedago­
gía contemporánea.
Ya Herbart (1776-1841) fue profesor universitario. Más teórico
que práctico, es considerado uno de los pioneros de la psicología
científica. Para él, el proceso de enseñanza debía seguir cuatro pasos
formales:

I Fritz Marz, Grandes educadores, Sáo Paulo, HU, 1987, p. 82.


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1] claridad en la presentación del contenido (etapa de la de­


mostración del objeto);
asociación de un contenido con otro asimilado anteriormen­
te por el alumno (etapa de la comparación);
3] ordenación y sistematización de los contenidos (etapa de la·
generalización);
4] aplicación a situaciones concretas de los conocimientos ad­
quiridos (etapa de la aplicación).

Los objetos debían ser presentados mediante los intereses de los


alumnos y de acuerdo con sus diferencias individuales, por eso serían
múltiples y variados.
La doctrina burguesa ascendió con los ideales de la libertad, o
liberalismo, en el período de transición del feudalismo hacia el
capitalismo. Impulsada por la Reforma protestante, que incentivaba
el libre pensamiento en el sector religioso, se unió al movimiento
racionalista, que admitía que cada individuo fuase sus normas de
conducta en lugar de seguir las de la Iglesia.
Pero para la burguesía naciente la libertad servía para otro fin:
la acumulación de la riqueza. Para eso, el hombre debería actuar
solo. Por un lado, los intelectuales ilustrados fundamentaban la no­
ción de libertad en la misma esencia del hombre. Por el otro, la
burguesía la interpretaba como libertad en relación con los otros
hombres. Y sabemos que la libertad individual implica la posibili­
dad de explotación económica, es decir, la obtención de una posi­
ción social ventajosa en relación con los demás. De ahí que la llamada
"libre iniciativa" siempre asocie la idea de libertad, en el sentido libe­
ral, con la idea de prOPiedad. Para los liberales basta tener talento y
aptitud, asociados al trabajo individual, para adquirir propiedad y
riqueza. Por eso, de acuerdo con esa doctrina, como los hombres no
son individualmente iguales, no pueden ser iguales en riquezas.
La igualdad social sería nociva pues provocaría la estandarización.
La uniformidad entre los individuos era considerada una falta de
respeto a la individualidad. Con ese discurso, que defendía una edu­
cación no sometida a ninguna clase, a ningún privilegio de herencia
o dinero, a ningún credo religioso o político, que defendía que la
educación de cada uno debería estar sujeta sólo al ideal de la huma­
nidad, del hombre total, la burguesía, como clase dominante, pre­
sentaba sus intereses como los intereses generales de toda la sociedad.
Después de tantos siglos de sujeción féudal a la Iglesia, la burguesía
88 EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO ILUSTRADO

estaba arrancando de aquélla el monopolio de la educación. Presen­


taba una teoría educacional nueva, revolucionaria, que afirmaba los
derechos del individuo. Hablaba de "humanidad", "cultura", "ra­
zón", "luces" ... , categorías de la nueva pedagogía. En aquel primer
momento de triunfo, la burguesía asumió de hecho el papel de de­
fensora de los derechos de todos los hombres, afirmando el ideal de
igualdad y fraternidad.
Sin embargo, la nueva clase mostró muy temprano -al apagar­
se las "luces" de la Revolución de 1789-, que no estaba del todo en
su proyecto la igualdad de los hombres en la sociedad yen la educa­
ción. Unos acabaron recibiendo más educación que los otros. Adam
Smith (1723-1790), economista político burgués, diría que era nece­
sario impartir educación a los trabajadores sólo con cuentagotas. La
educación popular debería hacer que los pobres aceptaran de buen
grado la pobreza, como lo había afirmado el propio Pestalozzi. Ese
gran educador acababa de enunciar el principio fundamental de
educación burguesa que impartió una educación diferente para cada
clase: para la clase dirigente' la instrucción para gobernar y para
la clase trabajadora la educación para el trabajo. Esa concepción
dualista de la educación deberá ser sistematizada en el siglo XIX por
el pensamiento pedagógico positivista.

1 ROUSSEAU: EL HOMBRE NACE BUENO


Y LA SOCIEDAD LO PERVIERTE

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), una pedagogía de la existencia. La


filósofo y escritor, nació en GÚlebra, obra Emilio de Rousseau se convir­
Suiza, y murió en Francia. Nació pro­ tió en el manifiesto del nuevo pen­
testante, se hizo católico y después samiento pedagógico y permaneció
regresó al protestantismo. así hasta nuestros días. Con ella el
Según Suchdolski (1907-1992), autor pretendió probar que "es bue­
la pedagogía de Rousseau repre­ no todo lo que sale de las manos
sentó el primer intento radical y del creador de la Naturaleza y todo
apasionado de oposición funda­ se degenera en las manos del hom­
mental a la pedagogía de la esencia bre". 2 Por consiguiente, predicó que
y de creación de perspectivas para sería conveniente dar al niño la po-

Rousseau, Émile mi de l'edncation, París, Garnier-Flammarion,


1966, p. 35 red. esp., Emilio, o de la educación, Madrid"Alianza, 1990].
ROUSSEAU 89

sibilidad de un desarrollo libre yes­ sólo por él que es el objeto de la


pontáneo. El primer libro de lectu­ educación -lo que la pedagogía de
ra debería ser el Robínson Crusoe la esencia también se disponía a
{escrito por Daniel Defoe, en 1719}, hacer- sino porque el niño repre­
que el filósofo consideraba un tra­ senta la propia fuente de la educa­
tado de educación natural. ción.
La educación, según él, no de­ Las aventuras amorosas de
bía tener por objetivo la preparación Rousseau siempre terminaban mal.
del niño con miras al futuro ni al Tuvo cinco hijos que confió a un in­
modelado de él para determinados ternado, terminando por no encon­
fines: debía ser la propia vida del trarse con ellos nunca más. Al final
niño. Por ende, se mostraba contra­ de su vida, el dolor del abandono lo
rio a la educación precoz. Era nece­ llevó a un delirio de persecución y
sario tener en cuenta al niño, no a la locura.

EMILIO O DE LA EDUCACIÓN

Todo lo que sale de las manos del Autor de las cosas es cierto, todo
se degenera en las manos del hombre. Él obliga a la tierra a nutrir
las producciones de otra tierra, a un árbol a dar frutos de otro; mez­
cla y altera los climas, las estaciones; mutila a su perro, a su caballo,
a su esclavo; trastorna todo, desfigura todo; ama la deformidad, los
monstruos; no quiere nada como lo hizo la naturaleza, ni siquiera al
hombre; tiene que adiestrário para sí mismo, como un caballo de
picadero; tiene que moldeado a su manera como un árbol de su

Sin eso, todo iría de mal en peor y nuestra especie no debe de


ser formada sólo a medias. En el estado en que ya se encuentran las
cosas, un hombre abandonado a sí mismo, desde su nacimiento, entre
los demás, sería el más desfigurado de todos. Los prejuicios, la auto­
ridad, la necesidad, el ejemplo, todas las instituciones sociales en
que nos encontramos sometidos, asfixiarían en él la naturaleza y no
pondrían nada en su lugar. Ella sería como un arbusto que la casua­
lidad hizo nacer en medio del camino y que los paseantes luego
matarán, golpeándolo por todos lados y doblándolo en todos los
sentidos. [... J
Nacemos débiles, necesitamos nacemos desprovistos de
todo, necesitamos protección; nacemos estúpidos, necesitamos ser
90 EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO ILUSTRADO

juiciosos. Tedo lo que no tenemos al nacer y que necesitamos como


adultos, la educación nos lo da.
Esa educación proviene de la naturaleza, o de los hombres o de
las cosas. El desarrollo interno de nuestras facultades y de nuestros
órganos es la educación de la naturaleza; el uso que nos enseñan a
hacer de ese desarrollo es la educación de los hombres; y las ganan­
cias de nuestra propia experiencia sobre los objetos que nos afectan
es la educación de las cosas.
Por consiguiente, cada uno de nosotros es formado por tres es­
pecies de maestros. El alumno, en quien se contradicen las diversas
lecciones de esos maestros, está mal educado y nunca estará de acuerdo
consigo mismo; aquel alumno en quien todas las lecciones tienen por
objeto los mismos puntos y tienden hacia los mismos fines, va solo al
objetivo y consecuentemente lo vive. Solamente ése está bien educado.
Pero, de esas tres diferentes educaciones, la de la naturaleza no
depende de nosotros; la de las cosas depende sólo en ciertos aspec­
tos: La de los hombres es la única de la que somos realmente señores
y aun así solamente lo somos por suposición, pues ¿quién puede
esperar dirigir completamente las palabras y las acciones de todos
los que rodean a un niño?
Nacemos sensibles y desde nuestro nacimiento los objetos que
nos rodean nos incomodan de diversas formas. Apenas tomamos,
por así decirlo, conciencia de nuestras sensaciones y ya nos dispone­
mos a buscar los objetos que las producen o a huir de ellos, primero
si las sensaciones son agradables o desagradables para nosotros,
después de acuerdo con la conveniencia o la inconveniencia que
encontramos entre esos objetos y nosotros, y, finalmente, según los
juicios que hacemos de ellos en relación con la idea de felicidad o de
perfección que la razón nos da. Esas disposiciones se extienden y se
afirman en la medida en que nos hacemos más sensibles y más lúci­
dos; pero, apenados por nuestros hábitos, ellas se alteran más o menos
bajo la influencia de nuestras opiniones. Antes de esa alteración,
ellas son en nosotros aquello que llamo la naturaleza.
Así pues, todo debería referirse a esas disposiciones primitivas; y
eso sería posible si nuestras tres educaciones fueran tan sólo dife­
rentes: ¿pero qué hacer cuando son opuestas. Cuando, en vez de
educar a un hombre para sí mismo se quiere educarlo para otros?
Entonces el acierto resulta imposible. Forzado a combatir la natura­
leza o las instituciones, es necesario optar entre hacer un hombre o
un ciudadano, pues no se puede hacer uno y otro al mismo tiempo.
ROUSSEAU 91

Toda sociedad parcial, cuando está restringida y bien unida, la


grande la enajena. Todo patriota es duro con los extranjeros: son
solamente hombres, no son nada bajo sus ojos. Tal inconveniente es
inevitable, pero es débil. Lo esencial es ser bueno con la gente con la
que se vive. Con los de fuera el espartano era ambicioso, avaro, in­
justo; pero el desinterés, la equidad, la concordia reinaban dentro
de los muros de su ciudad. Desconfiad de esos cosmopolitas que van
a buscar en sus libros los deberes que desdeñan cumplir en relación
con los suyos. Talo cual filósofo ama a los tártaros, para ser discul­
pado de amar a sus vecinos.
El hombre natural es todo para él; es la unidad numérica, es el
absoluto total, que no tiene otra relación que no sea consigo mismo
o con su semejante. El hombre civil no pasa de una unidad
fraccionaria unida al denominador y cuyo valor está en relación con
el todo, que es el cuerpo social. Las buenas instituciones sociales son
las que más bien saben desnaturalizar al hombre, quitarle su exis~
tencia absoluta para darle otra relativa y colocar el yo en la unidad
común, de modo que cada particular no se considere más ser uno,
que se sienta una parte de la unidad, y sólo sea sen!'¡ible al todo. Un
ciudadano de Roma no era ni Cayo, ni Lucio, era un romano; amaba
realmente una patria exclusivamente suya. Régulo pretendía ser
cartaginés, como si se hubiera convertido en propiedad de sus seño­
res. En su calidad de extraftiero, rechazaba ocupar un lugar en el
senado de Roma; fue necesario que un cartaginés lo ordenara. Lo
indignaba que le quisieran salvar la vida. Venció y regresó triunfante
para morir en el suplicio. Me parece que eso no tiene mucha rela­
ción con los hombres que conocemos.
Queda en fin la educación doméstica o de la naturaleza, pero
¿qué será para los demás un hombre únicamente educado para sí
mismo? Si el doble objetivo que se propone, por ventura pudiera
reunirse en uno solo, eliminando las contradicciones del hombre, se
eliminaría un gran obstáculo para su felicidad. Para juzgar, ha sido
necesario verlo completamente formado; ha sido necesario haber
observado sus tendencias y visto sus progresos, acompañando su evo­
lución; en pocas palabras, ha sido necesario conocer al hombre na­
tural. Creo que algunos pasos se habrán dado en esas investigaciones
al leer este libro.
Para formar a ese hombre raro ¿qué debemos hacer? Mucho, sin
duda: impedir que no se haga nada. Cuando sólo se trata de ir con­
tra el viento, se bordea, pero si el mar está agitado y no se quiere
92 EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO ILUSTRADO

salir del lugar, basta arrojar el ancla. Ten cuidado joven piloto, para
que el cabo no se pierda o que tu ancla no se arrastre a fin de que el
barco no vaya a la deriva antes de.que te des cuenta.
En el orden social en que todos los lugares están marcados, cada
uno debe de ser educado para el suyo. Si un individuo, formado
para el suyo, sale de él, no sirve para otra cosa. La educación sólo es
útil en la medida en que su carrera esté de acuerdo con la vocación
de los padres; en cualquier otro caso ella es nociva para el alumno,
aunque sea sólo en virtud de los prejuicios que le da. En Egipto,
donde el hijo era obligado a seguir la profesión del padre, la educa­
ción tenía, por lo menos, un fin verdadero. Pero, entre nosotros,
cuando las situaciones solamente existen y los hombres cambian sin
cesar de estado, nadie sabe si educando al hijo para lo suyo, no tra­
b'tia contra él.
En el orden natural, al ser todos los hombres iguales, su voca­
ción común es el estado de hombre; y quien quiera que sea bien
educado para ello, no puede actuar mal con los que se relacionan
con él. Que mi alumno se dedique a la carrera militar, a la eclesiás­
tica o a la abogacía, poco me importa. Antes de la vocación de los
padres, la naturaleza lo llama para la vida humana. Vivir es el oficio
que le quiero enseñar. Saliendo de mis manos, él no será, estoy de
acuerdo, ni magistrado, ni soldado, ni cura; primeramente será un
hombre. Todo lo que un hombre debe ser, él lo sabrá si es necesario,
tan bien como lo desee quien quiera, y por más que el destino lo
haga cambiar de situación él siempre estará en su lugar. Occupavi te,
Fortuna, atque cepi; omnesque aditus tuos interclusi, ut ad me aspirare non
posses.
Nuestro verdadero estudio es el de la condición humana. Quien
entre nosotros mejor sabe soportar los bienes y los males de esta
vida es, a mi ver, el más bien educado; de ahí proviene que la verda­
dera educación consista menos en preceptos que en ejercicios. Em­
pezamos a instruimos al empezar a vivir; nuestra educación empieza
con nosotros; nuestro primer preceptor es nuestra nana. Por eso,
esta palabra educación tenía, entre los antiguos, un sentido diferen­
te al que hoy le damos: significaba alimento. Educit obstetrix, dice
Varrón; educat nutrix, instituit pedagogus, docet magister. Así, la educa­
ción, la institución, la instrucción son tres cosas tan diferentes en su
objeto -cuanto al gobernante, al preceptor y al maestro. Pero tales
distinciones son mal comprendidas y para que el niño sea bien orien­
tado debe seguir a un solo guía.
ROUSSEAU 93

Por lo tanto, es necesario generalizar nuestros puntos de vista y


considerar en nuestro alumno el hombre abstracto, el hombre ex­
puesto a todos los accidentes de la vida humana. Si los hombres
nacieran arraigados al suelo de un país, si la misma estación durara
todo el año, si cada cual se aferrara a su destino de manera que
nunca pudiera cambiar, la práctica establecida sería buena hasta cierto
punto; el niño educado para su condición, que no salga nunca de
ella, no podría ser expuesto a los inconvenientes de otra. Pero, dada
la movilidad de las cosas humanas, dado el espíritu inquieto y agita­
do de este siglo que transforma todo a cada generación, ¿se podrá
concebir un método más insensato que el de educar a un niño no
dejándolo salir nunca de su cuarto y estando rodeado siempre de los
suyos? Si el infeliz da un solo paso en la tierra, si baja sólo un escalón
está perdido. Eso no es enseñarle a soportar el dolor, es ejercitarlo a
sentirlo.
Sólo se piensa en conservar al niño; no basta; se le debe enseñar
a conservarse siendo un hombre, a soportar los golpes de suerte, a
enfrentar la opulencia y la miseria, a vivir, si es necesario, en los
hielos de Islandia o en el risco escaldante de Malta. Por más precau­
ciones que toméis para que no muera, sin embargo tendrá que mo­
rir. Y aunque su muerte no fuera obra de vuestros cuidados, aun así
éstos serían mal entendidos. Se trata menos de impedir que muera
que de hacerlo vivir. Vivir no es respirar, es actuar; es hacer uso de
nuestros órganos, de nuestros sentidos, de nuestras facultades, de todas
las partes de nosotros mismos que nos dan el sentimiento de nuestra
existencia. El hombre que más vive no es aquel que tiene más años
sino el que más siente la vida.

Rousseau,]ean-]acques, Emílio ou da educafiio, Sáo Paulo, Difusáo Européia do


Livro, 1968 ledo esp., Emilio, o de la educación, Madrid, Alianza, 1990].

ANÁLISIS Y REFLEXIÓN

l. Anote los principales conceptos observados por usted en los tex­


tos de Rousseau.
2. ¿Ve usted posibilidad de aplicación práctica de las teorías peda­
gógicas de Rousseau? Escriba sobre ello.
94 EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO ILUSTRADO

2 PESTALOZZI: NATURALEZA y FUNCIÓN


DE LA EDUCACIÓN POPULAR

Johann Heinrich Pestalozzi (1746­ tado durante sus veinte años de fun­
1827), educador suizo, nació en cionamiento por estudiantes de to­
Zurich. Desde sus tiempos de estu­ dos los países de Europa. El
diante participó en movimientos de currículo adoptado ponía énfasis en
reforma política y social. En 1774 la actividad de los alumnos: al ini­
fundó un orfanato donde intentó cio se presentaban objetos simples
enseñar rudimentos de agricultura para llegar a los más complejos; se
y de comercio, iniciativa que fraca­ partía de lo conocido a lo descono­
só años después. _ cido, de lo concreto a lo abstracto,
Publicó una novela en cuatro de lo particular a lo general. Por eso
volúmenes, bastante leída en esa las actividades más estimuladas en
época, intitulada Leonardo y Yverdon eran dibujo, escritura, can­
Gertrudis, en la cual delineaba sus to, educación física, modelado, car­
ideas sobre reforma política. moral tografía y excursiones al aire libre.
y social. Cuando la ciudad de Stans Educadores de todo el mundo
fue sitiada durante la invasión adoptaron el método de Pestalozzi
napoleónica de 1798, Pestalozzi re­ y difundieron sus ideas en Europa
unió a algunos niños abandonados yen América. Froebel y Herbart es­
y se dedicó a cuidarlos en las más tudiaron la obra de Pestalozzi, cuya
difíciles condiciones. influencia sobre la educación
En 1805, fundó elfamoso Inter­ prusiana fue grande.. Pestalozzi fa­
nado de Yverdon, que fue frecuen­ lleció en Suiza.

SIGNIFICADO Y NATURALEZA DE LA EDUCACIÓN

Para mí una educación perfecta es simbolizada por un árbol planta­


do cerca de aguas fertilizantes. Una pequeña semilla que contiene el
germen del árbol, su forma y sus propiedades es colocada en la tie­
rra. El árbol completo es una cadena ininterrumpida de partes or­
gánicas, cuyo plan existía en la semilla y en la raíz. El hombre es
como el árbol. En el niño recién nacido están ocultas las fucultades
que se desarrollarán a lo largo de su vida; los órganos de su ser se
forman gradualmente, al unísono, y construyen la humanidad a
imagen de Dios. La educación del hombre es un resultado pura­
mente moral. No es el educador quien le da nuevos poderes y facul­
tades, pero le proporciona aliento y vida. Él cuidará solamente que
ninguna influencia desagradable traiga disturbios a la marcha del
desarrollo de la naturaleza. Los poderes morales, intelectuales y prác­
ticos del hombre deben ser alimentados y desarrollados en sí mismo
y no por sucedáneos artificiales. De este modo, la fe debe ser cultiva­
da por nuestro propio acto de creencia, y no con argumentos con
respecto a la fe; el amor por el propio acto de pensar, no por la mera
apropiación de los pensamientos de otros hombres, y el conocimiento,
por nuestra propia investigación, no por discursos interminables
sobre los resultados del arte y de la ciencia.

Pestalozzi, J. H., Cama Gertrudes ensina a seusfilhos, en Francisco Larrollo, História


Geral da pedagogía, tomo 11, Sáo Paulo, Mestre Jou, 1974 [ed. esp., Cómo Gertrudis
enseña a sus hijos, México, POfIúa].

ANÁLISIS Y REFLEXIÓN

l. Explique las siguientes afirmaciones de Pestalozzi:


a] "El educador cuidará solamente que ninguna influencia des­
agradable traiga disturbios a la marcha del desarrollo de la
naturaleza (del hombre)."
b] "Los poderes morales, intelectuales yp,rácticos del hombre
deben ser alimentados y desarrollados en sí mismos y no
por sucedáneos artificiales."
2. Escriba sobre la importancia que el Internado de Yverdon tuvo
en el siglo XIX.

3 HERBART: LA PRÁCTICA DE LA REFLEXIÓN METÓDICA

Johann Friedrich Herbart (1776- señó filosofía y pedagogia en la Uni­


1841), filósofo, teórico de la educa­ versidad de KOnigsberg.
ción y psicólogo alemán, estudió en Para Herbart, la filosofía repre­
la Universidad de Jena, donde fue sentó la elaboración y el análisis de
discípulo de Fichte. En 1797 estuvo la experiencia. La lógica tenía por
en Suiza y visitó la escuela dirigida objeto la clasificación de los con­
por Pestalozzi. A partir de 1809, en- ceptos, mientras que la metafísica
96 EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO JWSTRADO

y la estética se referían al contenído el educador brasileño Lourenc;:o Filho


del pensamiento. El análisis lógico propone una enseñanza que, a tra­
revelaba las contradicciones de los vés de situaciones sucesivas y bien
conceptos que la metodología inten­ f4'iguladas por el maestro, fortalece la
ta resolver. inteligencia y, por el cultivo de ella,
Como teórico de la educación, forma la voluntad de carácter. Her­
defendió la idea de que el objetivo de bart sugirió que cada lección obede­
la pedagogía es el desarrollo del ca­ ciera a fases establecidas o a pasos
rácter moral. La enseñanza debe fun­ formales. Ellos serian: el de claridad
damentarse en la aplicación de los de la presentación de los elementos
conocimientos de la psicología. Creó sensibles de cada asunto; el de aso­
el sistema que denominó "instruc­ ciación, el de sistematización, y, I?or
ción educativa". Ese sistema, según fin, el de aplioación.

SOBRE EL MÉTODO DE ENSEÑANZA

Hay maestros que atribuyen el mayor valor al análisis minucioso de


lo pequeño y de lo mínimo, que hacen que los alumnos repitan
de igual modo aquello .que dijeron. Otros prefieren enseñar en for- .
ma de conversación y conceden también a sus discípulos mucha li­
bertad en la expresión. Hay otros todavía que exigen sobre todo los
pensamientos capitales y con una precisión completa y una conexión
prescrita.
Por último, algunos se ejercitan autónomamente en la reflexión
ordenada.
De esto pueden nacer formas de enseñanza diferentes; pero no
es necesario que predominen, como es costumbre, unas y se exclu­
yan las otras; lo que se debe preguntar es si cada una presta algún
servicio a la educación múltiple. Pues cuando se tiene que aprender
mucho es necesario el análisis para no caer en la confusión. Ésta
puede empezar por la conversación, proseguir resaltando los pensa­
mientos principales y concluir con una autorreflexión ordenada.
Claridad, asociación, sistema, método. .
En un estudio más detenido se ve que estas formas de ense­
ñanza no deben excluirse mutuamente, y si seguirse unas a otras
en cada círculo de objetos de enseñanza mayor o menor, en el
orden indicado. Porque: en primer lugar el principiante sólo pue­
de avanzar lentamente; los pasos menores son para él los más
HERBART 97

seguros; ha de detenerse en cada punto lo necesario para com­


prender justamente 10 particular, y durante esa parada debe diri­
gir, completamente, a este realce sus pensamientos. Por eso, al
inido el arte de enseñar depende, sobre todo, de que el maestro
sepa descomponer el objeto en sus partes menores, para no dar
saltos inconscientemente.
En un segundo momento, en lo referente a la asociación, ésta,
principalmente al inicio, no puede realizarse simplemente de un
modo sistemático.
En el sistema cada punto tiene su lugar determinado; en este
lugar está unido a los otros puntos próximos y separados de otros
puntos alejados a los cuales se une por puntos intermedios; la forma
de unión tampoco es siempre la misma. Además de eso, un sistema
no debe ser simplemente aprendido, sino también empleado, apli­
cado y muchas veces completado con nuevas adiciones que deben
ser introducidas en los lugares correspondientes. Esto exige habili­
dad para activar las ideas partiendo de un punto a otro. Por eso, un
sistema debe ser en parte preparado y en parte ejercitado. La pre­
paración reside en la asociación, a ésta tiene que seguir el ejercicio
de reflexión metódica.
Al principio -mientras el problema principal sea la claridad de
lo particular- convienen las palabras breves y lo más inteligibles
posible; y será oportuno hacer que algunos alumnos (no todos) las
repitan con frecuencia después de haberlas pronunciado (la pro­
nunciación simultánea rítmica de todos los alumnos, ya conoci­
da, fue intentada con éxito en algunas escuelas y puede convenir'
de vez en cuando en los primeros grados de la instrucción de los
niños pequeños).
Para la asociación, el mejor medio es la conversación libre, por­
que con ella el alumno encuentra la oportunidad de investigar, mo­
dificar y multiplicar los enlaces casuales de las ideas, en la forma
más cómoda y más fácil para él, y de apropiarse, a su manera, de lo
ya aprendido.
Con esto se evita el cansancio que se origina del simple apren­
der sistemático.
Por el contrario, el sistema exige una exposición más coherente,
y en él se ha de separar cuidadosamente el tiempo de la exposición
del de la repetición. Resaltando los pensamientos capitales, el siste­
ma revelará las ventajas del conocimiento ordenado y aumentará
ampliamente la suma de los conocimientos.
98 EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO ILUSTRADO

Los alumnos no saben apreciar ninguna de las dos cosas cuando


se inicia prematuramente la exposición Sistemática.
Ellos adquirirán la práctica de la reflexión metódica.

En Luzuriaga, Lorenzo (sel. y prólogo), Antología de Herbart, Buenos Aires,


Losada, 1946.

ANÁLISIS Y REFLEXIÓN

l. ¿Qué pensaba Herbart sobre la diversidad de los métodos de


enseñanza?
2. ¿Qué pasos deben darse en la presentación de un objeto de es­
tudio?
3. ¿Qué dice Herbart sobre el vocabulario que utilizará el maestro?

4 LA REVOLUCIÓN FRANCESA: EL PLAN NACIONAL


DE EDUCACIÓN

Avances tan considerables en la caso del Plan Nacional de Educa­


teoría y en la práctica de la educa­ ción, aprobado por la Asamblea
ción, como los que sucedieron en el Nacional Constituyente en 1793 y
siglo XVIII, no podrían dejar de ser concebido por LepelIetier (1760­
transformados en norma jurídica. 1793), del que presentaremos en
La educación propuesta por la Re­ seguida algunas partes.
volución francesa debería ser trans­ Inspirado en Rousseau, el tex­
formada en derecho de todos y to de Lepelletier sintetiza las aspi­
deber del Estado. raciones frustradas de unidad entre
La Convertción3 elaboró varios la educación y la política y de de­
decretos, expandiendo por Francia fensa de la enseñanza pública, gra­
la enseñanza obligatoria sin mucho tuita, obligatoria e igual para todos
éxito. Desde aquella época los pla­ hasta que el niño cumpla doce años.
nes educacionales parecían más La cuestión de la intervención
avanzados que la práctica. Fue el del Estado en la educación ya venía

s Asamblea extraordinaria reunida durante la Revolución francesa, de 1792 a


1795, con la finalidad de modificar la Constitución y aprobar nuevas leyes de reorga­
nización del país.
LA REVOLUCIÓN FRANCESA 99

siendo. debatida desde Lutero. niños tendría un profesor que sería


Montesquieu (1689-1755) le dedicó auxiliado por los alumnos con ma­
un capítulo de su obra El espíritu yor -experiencia.
de las leyes, publicada en 1748, de­ Si el hombre es naturalmente
fendiendo la necesidad de crear le­ bueno, como Rousseau quería, no
yes para la educación para que hay necesidad de religión; la cien­
cada familia pudiera educar a sus cia basta para formar al hombre.
hijos de acuerdo con las leyes de la El Estado sólo ofrecería unifor­
sociedad. Danton (1759-1794) llegó mes y alimentación, ésta estaría
a afirmar que "los hijos pertenecen a condicionada a la realización de ta­
la República antes de pertenecer reas diarias. Para los profesores, un
a los padres".4 salario fijo. Los gastos de la educa­
El texto de Lepelletier se nutrió ción se cobrarían a todos los ciuda­
de todo ese debate: defendió el danos, y los ricos pagarían cuotas
principio de igualdad efectiva y más altas.
el derecho al saber para todo ciu­ El Plan Nacional de Educación
dadano, sea cual sea su profesión. no se ·llevó a la práctica. Su autor
Inspirado en Platón, pretendía que fue asesinado en 1793. Pero, sus
los niños a los cinco años de edad ideas inspiradas en el liberalismo
fueran educados en campamentos del siglo XVIII tuvieron notable in­
del Estado ("casa de educación na­ fluencia en los sistemas nacionales
cional"). Cada grupo de cincuenta de educación creados en el siglo XIX.

PROYECTO DE LEY DE LEPELLETIER

Artículos generales

Toda la educación de la niñez estará a cargo de la República, desde


los cinco hasta los doce años para los niños y desde los cinco años
hasta los once para las niñas.

II

La educación será igual para todos; todos recibirán la misma ali­


mentación, las mismas vestimentas, la misma instrucción y los mis­
mos cuidados.
4 Lorenzo luzuriaga, Histária da educafiio púhlica, Sao Paulo, Nacional, 1959, p. 49.

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