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Cuando me muera. ¿Todavía seré yo?

Autor: Lic. Dawlin A. Ureña


(El Lic. Ureña es Pastor, y miembro de la Asociación Científica
CRS - Creation Research Society)
Muchos cristianos decimos, afirmamos y vivimos confiados de que una vez
estemos en el cielo, (y los no creyentes - en el infierno) seremos las mismas
personas que ahora somos en la tierra. Sin embargo, en mi investigación para
responder a esta interesante pregunta, encontré extremadamente pocos
argumentos que apoyaran esta casi universal creencia.

Bueno, es tiempo de que usemos las pistas que nos proporciona la Biblia para
saber si seremos las mismas personas.

Veamos algunos argumentos a favor de esta posición

1. La justicia de Dios lo hace necesario

Cuando los creyentes seamos resucitados (para salvación), al principio de la Gran


Tribulación, es necesario que seamos las mismas personas, tanto física como
intelectualmente, para que así la justicia de Dios sea puesta en evidencia cuando
comparezcamos ante el Tribunal de Cristo. Allí se nos dice que seremos
recompensados conforme a nuestras obras en la tierra durante nuestro caminar
cristiano.

"Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de


Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el
cuerpo, sea bueno o sea malo." 2 Corintios 5:10
De no ser así, ¿Cómo puede Dios mostrar su justicia si todos los comparecientes
a este juicio de recompensas no son capaces de conocer, reconocer, recordar y
admitir que lo que tal persona recibió o dejó de recibir es justo? Si fuéramos
diferentes a un grado tal que nadie nos pudiera reconocer, Dios no podría justificar
darnos nuestras coronas o diademas. Es necesario que todos digan: "Gloria a
Dios por su justicia" cuando Fulano o Mengano reciba su corona. (Romanos 8:28-
30)

"La obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la pondrá al descubierto,
pues por el fuego será revelada. La obra de cada uno, sea la que sea, el fuego la
probará. Si permanece la obra de alguno que sobreedificó, él recibirá recompensa.
Si la obra de alguno se quema, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo,
aunque así como por fuego." 1 Corintios 3:13-15

2. Cristo enseñó que seríamos los mismos que vivimos en la tierra


Jesús, que nunca mintió ni pecó, lo dijo claramente en Marcos.
"Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés
cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de
Isaac y el Dios de Jacob"? ¡Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos! Así
que vosotros mucho erráis."
Notar que explicó en términos específicos que aunque estos patriarcas se habían
muerto hacía siglos, cuando Dios le habló a Moisés, Él quiso decir que Abraham,
Isaac, y Jacob todavía existían como Abraham, Isaac, y Jacob... ¡durante los
tiempos de Moisés!

Pero aún más, la Palabra de Dios implica que estos hombres de siglos pasados
todavía mantenían sus identidades personales después de la muerte. Ellos, aún
después de la muerte, continuaban su relación personal con Dios que disfrutaron
durante su vida en la tierra. Por lo tanto, Jesús enseñó que los creyentes después
de muertos mantienen su identidad, su memoria, sus valores, de cuando estaban
vivos.

Otras instancias en que esto se puede ver es en los sucesos del Monte de la
Transfiguración (Lucas 9:29-30) y en la historia de Lázaro, el hombre rico y
Abraham.

3. Jesús, después de resucitado, muestra una evidencia adicional:

"Cuando Jesús se le apareció a sus discípulos en la noche de la resurrección,


Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las
puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de
los judíos, llegó Jesús y, puesto en medio, les dijo: --¡Paz a vosotros! Dicho esto,
les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.
Entonces Jesús les dijo otra vez: --¡Paz a vosotros! (Juan 20:19-20).
Todas estas evidencias nos muestran y deberían animar a aquellos que están
sirviendo a Cristo, así como aquellos que han perdido a alguien que sirvió al
Señor.

He escrito este artículo porque hoy perdí a un gran amigo. Mi hermano Pastor
Anibal Lara, de la iglesia de los Cacaos, San Cristóbal. Lo he hecho porque quiero
recordar a mi propia mente, a mi propio intelecto, a mi propia carne, y a todos los
que conmigo lloran por su partida en este día. Sin embargo, cuando alguien que
servía a Cristo parte, esa persona se ha graduado. Lo ha hecho porque ahora está
en un lugar a donde los que aún estamos con vida queremos llegar.

¡Pido a Dios misericordia y que siempre nos libre del Tentador para que todos
podamos alcanzar la meta que nos hemos trazado!

¡Regocíjate en tu salvación, amado amigo Anibal!


Pero aunque una noticia como esta anunciada en este artículo llena de regocijo y
esperanza a tantos millones de creyentes, también debería traer al pecador a sus
rodillas para arreglar su vida con el dador de la resurrección para salvación, no la
resurrección para condenación

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