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Alfredo Ríos Galeana, 

(Arenal de Álvarez, Guerrero, México; 28 de octubre de 1950-


Oaxaca, 4 de diciembre de 2019)12 fue un militar, policía, cantante de rancheras, asaltabancos
y secuestrador, declarado enemigo público número uno de México en los años 80.3

Biografía[editar]
Hijo de Sabino Ríos y María Damiana Galeana, nació en Arenal de Álvarez, Municipio de
Benito Juárez, Guerrero, el 28 de octubre de 1950.4 Ingresó en el Ejército Mexicano a los 18
años de edad,5 alcanzando el grado de sargento segundo en la Brigada de Fusileros
Paracaidistas,6 del cual desertó tiempo después para iniciar una carrera criminal. En 1974 fue
capturado,5 fichado por delitos menores,7 y liberado el 4 de diciembre de 1976,4 aun así
ingresó a una corporación dedicada a la vigilancia de la banca,6 el Batallón de Radio Patrullas
del Estado de México (Barapem) en 1978,4 en la cual alcanzó el rango de comandante.5
En 1978, siendo elemento perteneciente al Barapem cometió su primer asalto bancario.7
Aparentemente se vio obligado a empezar a delinquir debido a que sus jefes de policía le
pedían cuotas, que al no poderlas cubrir, tenían que solventarlas con su salario y esto pasaba
con todos los miembros de la corporación.6
Debido a que el Barapem fue eliminado por decreto al volverse en contra de los fines por los
cuales fue conformado,6 y gracias a los conocimientos que adquirió mientras servía a la
corporación custodiando bancos, para la década de los ochentas comenzó y dirigió una banda
de asaltabancos,5En 1981 fue capturado e ingresado a prisión en el estado de Hidalgo,5 cárcel
de la cual se fugó el 18 de diciembre de 1982,8 un año después en 1984 fue nuevamente
arrestado e ingresado al penal de Santa Martha Acatitla, de donde nuevamente se fugó del
reclusorio con ayuda de custodios de este y policías auxiliares,8 y volviendo a ser recapturado
en 1986 después de un enfrentamiento con policías judiciales en la colonia Aragón,7 y llevado
al Reclusorio Sur.5
El 22 de noviembre de 1986,8 en una audiencia en el juzgado 33, fue sustraído por diez
personas logrando rescatarlo de las autoridades que lo custodiaban, finalmente 12 de
julio de 2005 fue recapturado por las autoridades federales estadounidenses en South
Gate, California,5 bajo el nombre de Arturo Montoya después de 19 años prófugo de la justicia
y a punto de prescribir sus delitos, 6 cuando intentaba tramitar su licencia de conducir,5 las
autoridades encontraron que coincidían con el exmilitar y expolicía con quince delitos que ya
habían prescritos,9 condenado por el delito de homicidio calificado a veinticinco años de
prisión, en el penal de máxima seguridad La Palma.6
Se sometió a tres cirugías plásticas para cambiar su identidad, compró un título de ingeniero
civil de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),5 grabó un LP y tres sencillos.8
Cuando lo capturaron en 1986 mencionó a los policías judiciales que para calmar los nervios
antes de atracar un banco primero robaba alguna casa habitación cercana a la institución
bancaria que asaltarían.7 Se comporta como un hombre extremadamente religioso, y dice de
sí mismo que "Dios ha perdonado todos sus pecados".10
Ríos Galeana fue un hombre bastante presumido, cuando fue presentado a la prensa en 1985
dijo «soy muy inteligente y mi captura no fue por error, sino por un chivatazo de uno de los
elementos de mi banda. Cuando salga de la cárcel creo que continuaré con mis actividades
delictivas. Soy el único hombre que ha cometido más asaltos en la república y en el mundo
entero». Pero a pesar de ser tan jactancioso reconoció al comandante José Luis Aranda
Zorrivas como el único causante de su aprehensión «soy muy inteligente, pero él lo fue más
que yo, y eso hay que reconocerlo. Nadie debe pararse el cuello con mi detención; el
comandante Aranda tuvo perseverancia, destejió la madeja y llegó a mí».11
Se calcula que Ríos Galeana y sus cómplices llegaron a cometer más de cien asaltos
bancarios entre 1978 y 1986.

Alfredo Ríos

Información personal

Nombre de
Alfredo Ríos Galeana
nacimiento

Apodo El Charro Misterioso


El Feyo
El hermano Arturo

Otros nombres Luis Fernando Gutiérrez Martínez


Luis Fernando Berber Ocampo
Alfredo del Río
Arturo Montoya

Nacimiento 28 de octubre de 1950
Arenal de Álvarez, Municipio de Benito
Juárez, Guerrero

Fallecimiento 4 de diciembre de 2019 (69 años)


Centro Federal de Readaptación Social
número 13, CPS-Oaxaca

Nacionalidad Mexicana

Religión Cristiana

Lengua
Español 
materna

Familia
Padres Sabino Ríos
María Damiana Galeana

Cónyuge Yadira Berber Ocampo

Información profesional

Ocupación Criminal

Conocido por Criminal N.º 1 de México.

Seudónimo El Charro Misterioso, El Feyo y El hermano


Arturo 

Género Ranchera 

Instrumento Voz 

Sangre, desesperación y crisis: los peores crímenes de los años ochenta


 La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
BERTHA HERNÁNDEZ
22/06/2019 08:09

Era inevitable que el agobio económico también influyera en el


modo en que la violencia, la criminalidad y la muerte se filtraron en
la vida pública del México de los ochenta. La corrupción soterrada,
de baja intensidad, que menudeaba en forma de “mordidas” de poca
monta, nacida al calor de las pequeñas ilegalidades —pasarse los
altos, soltar “una lana” para no pisar el Torito, robarse una
chuchería en un supermercado— seguía ahí, pero hubo quien
aprendió, de las escaramuzas de la guerrilla urbana de los 70, que
los asaltos bancarios eran, cuando tenían éxito, sinónimo de dinero
rápido. Solamente se necesitaba afinar los procedimientos. Así
surgió un personaje petulante, habilidoso en lo suyo, casi casi un
favorito de la prensa policiaca del México ochentero que vio con
cierto asombro las hazañas delicitivas de Alfredo Ríos Galeana.

El personaje impresiona por la petulancia que exhibe en sus


sucesivas capturas. Llama tanto la atención que el análisis de su
personalidad es publicado por la prensa, y no precisamente por los
pasquines policiacos: hasta la culta audiencia del Unomasuno se
interesa por saber quién es este hombre, treintón en 1981,
guerrerense, que a los 17 años se va a la capital, escapando de un
hogar miserable.

Como además Ríos Galeana es muy dado a las fabulaciones, su


biografía tiene aires de novela picaresca. Afirma que estuvo en el
Ejército, que llegó a sargento segundo; dice, en una de sus capturas,
que estudió ingeniería civil, y hasta exhibe un título, que está a
nombre de un tal Luis Fernando Gutiérrez Martínez. En otro
interrogatorio declara que solamente llegó a quinto semestre de
ingeniería. Los sicólogos que lo evalúan concluyen que a partir de
sus días en el Ejército, “fue adquiriendo un desarrollo ascendente
para el rompimiento de la norma”. De ahí a hacer carrera
delincuencial, es la reflexión de aquellos días, no hay mucha
distancia.

Con ese análisis y con el currículum que sí puede probarse de Ríos


Galeana, se empieza a pintar parte de la trama oscura de la década.
Los archivos policiacos consignan que por algún delito menor,
estaba fichado desde 1974, pero algún conveniente olvido le
permite ingresar, nada menos, que al Batallón de Radio Patrullas del
Estado de México, el tristemente célebre Barapem. Allí se convierte
en personaje destacado que presumía ser un “modelo” de las
corporaciones policiacas. En esa agrupación, que presume de
eficacia, Ríos Galeana destaca: es hábil y eficaz, e imparte clases de
tiro, de defensa personal y de educación física.

Hasta ahí todo suena muy bien. Pero al cabo de un año, el Barapem
es sinónimo de deshonestidad, de miedo, de corrupción.

Los integrantes del afamado cuerpo policiaco se convierten en la


amenaza del Estado de México: hacen redadas, secuestran gente
adinerada, asaltan autobuses y uno de sus pasatiempos preferidos es
cazar a los obreros y albañiles el día de pago. Si se resisten, los
golpean, los torturan y los amenazan con sembrarles droga. La
impunidad con la que operan los integrantes del Barapem detona el
escándalo: Fidel Velázquez, ese líder del sector obrero, tan longevo
que parece eterno, se sale de la institucionalidad y amenaza con
marchas y manifestaciones de protesta en Toluca. Es tal la presión,
que en septiembre de 1981 el Barapem desaparece. Pero Alfredo
Ríos Galeana contempla de lejos esa historia. Dejó el empleo en
1978 por dos razones: una, el bajo salario. La segunda, en los
primeros días de enero de ese año, comete su primer robo en serio.
¿Por qué quedarse en las ligas menores? Los asaltos bancarios son
su fuerte y en eso se concentra.
México comienza a saber del asaltante Ríos Galeana y de su banda
en septiembre de 1979, cuando atraca una sucursal de Bancomer en
Hidalgo. En la persecución, protagonizada por los delincuentes y la
Policía Federal de Caminos, quedan muertos oficiales, taxistas y
agricultores que se han resistido a ceder sus automóviles.

Cuando es apresado, en 1981, la historia de la corrupción policiaca


sale a flote. Asombra a las autoridades: Ríos Galeana monitorea los
movimientos policiacos —tiene una radiopatrulla— conoce las
claves de comunicación y tiene numerosos amigos y cómplices en
los cuerpos de policía. Asegura que reparte mucho dinero —cinco
millones de pesos al mes— porque lo dejen “trabajar”. Fanfarronea:
si está tras las rejas, es porque alguien de muy arriba pidió mucho
más dinero.

En 1981, los reporteros sacan cuentas: entre 1978 y 1981, Ríos


Galeana y su banda —a la que gusta encabezar en los asaltos— son
los responsables de 26 asaltos bancarios, 50 robos a casa habitación,
6 asesinatos, robos a 17 negocios 10 tiendas de abarrotes, oficinas
de Telégrafos de México, y numerosos almacenes de la empresa
gubernamental que vende alimentos a precios subsidiados: la
Conasupo.

El país se asombra con este expolicía que, no contento con


dedicarse a los asaltos muy sonados, le da por cantar. De hecho,
cuando lo capturan, gracias al soplo de un cómplice, la policía se
encuentra con que Ríos Galeana se ha operado la nariz tres veces
para no ser reconocido y, en sus ratos de ocio, se presenta en los
palenques y algunos cabarets de bajo nivel, como Luis Fernando, El
Charro Cantor, que tiene en su haber un LP y tres discos sencillos.
Sorprendido cuando se dispone a iniciar su show en un palenque
clandestino, intercambia disparos con la policía. Cuando se queda
sin balas, se rinde, y, después, ante la prensa, promete fugarse antes
de un año. Lo cumple.

Escapa de una prisión en Pachuca; en 1982, del penal de Barrientos,


en Tlalnepantla. Se vuelve personaje de leyenda: puede aparecer en
cualquier parte. En 1983 se lleva 200 millones de pesos de un banco
poblano. Una docena de miembros de la banda caen presos, y se
evaden. En 1984, vestido con elegancia, entra al Banco de Cédulas
Hipotecarias y le abre camino a sus hombres. El botín, 236 millones
de pesos.

Así pasan un par de años. Es detenido después de una persecución


que inicia en una casa en las cercanías de Plaza Aragón, y en la que
Ríos Galeana usa un camión de pasajeros que asalta y abandona, y
un auto compacto a cuyo propietario le dice que lo persiguen para
asaltarlo. Cercado por patrullas del Estado de México y una nube de
judiciales, no le queda otra que rendirse, no sin rezongar: “al correr
por primera vez se me cayeron 4 cargadores y no pude disparar
más; de no ser así, me agarraban madres”.

Las declaraciones del asaltabancos son la delicia de la fuente


policiaca: al detenerlo se recuperan 100 millones de pesos y muchas
armas; en sus siete años de actividad, dicen los acuciosos, ha dado,
por lo menos, un golpe grande al mes y ha robado unos mil
millones de pesos. Han sido sus víctimas todas las instituciones
bancarias, supermercados, el mismísimo Instituto de Cardiología.

Sin duda, es el delincuente del momento, tiene algo de superestrella


y los periódicos vespertinos viven pendientes de lo que declare:
“soy muy inteligente, y mi captura no fue por un error sino por un
chivatazo”. Lo envían al Reclusorio Sur.

Allí, se supone, deberá cumplir una condena de 40 años. Apenas ha


cumplido 22 meses cuando se fuga por todo lo alto: Kaplan se
queda pequeño. Es noviembre de 1986. Un grupo de hombres y
mujeres entran al Reclusorio por los juzgados. Con una granada
siembran el pánico y llegan hasta la celda de Ríos. Con la
complicidad de un custodio, ganan la entrada principal y se roban
los autos que encuentran ahí. Los testimonios dicen que Alfredo
Ríos Galeana se marcha al volante de un Mustang rojo.

Se habla de corrupción, de sobornos al director del penal, que van


de los 70 a los 200 millones de pesos. Pero a Ríos Galeana nadie lo
vuelve a ver. Ya se iba a retirar del robo, dijo al ser capturado. Si
sigue con vida, donde esté, apenas va a cumplir 70 años.

CRONICA

Checar esto
https://www.youtube.com/watch?v=efunbpRchFo
Aquí su récord jurídico:
Juzgado 29 penal
Expediente 16/85 (vigente)
• Robo
• Asociación delictuosa
• Daño en propiedad ajena

Expediente 32/85 (vigente)


• Asociación delictuosa
• Robo
• Homicidio
• Lesiones
• Disparo de arma de fuego contra agentes de la autoridad
• Daño en propiedad ajena

Juzgado 3o de Distrito
• Expediente 187/85 (libertad por falta de pruebas)
• Falsificación de documentos

Juzgado 4o de Distrito
Expediente 20/85 (pendiente de ejecutar)
• Asociación delictuosa
• Robo
• Daño en propiedad ajena
• Portación de arma de fuego para uso exclusivo del Ejército
• Acopio de armas

Expediente 129/83 (pendiente de ejecutar)


• Homicidio
• Asociación delictuosa
• Robo
• Lesiones
• Portación de arma de fuego para uso exclusivo del Ejército

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