Florencia donde decíamos ¿cómo será llegar allá, qué
nos pondrán a hacer, seremos capaces de lograrlo? Hablábamos de cuál compañero escogeríamos para compartir la habitación y nuestros deseados turnos, ahí empezaba una nueva historia para nosotros viajamos emocionados al llegar y enfrentarnos con todo, esa primera noche fue única duramos hasta tarde hablando hasta que nos cogió sueño y nos acostamos con anhelo para la inducción y el primer turno, para algunos fue desgastante y duro pero para otros fue una experiencia divina y única. Con el pasar de los días disfrutábamos nuestro trabajo y la estadía en los hoteles que habíamos escogido. Guardaremos recuerdos particulares de algunos compañeros como el de aquel que con frecuencia llegaba tarde (ya saben quién) y además difícilmente coincidía con el uniforme que correspondía, también aquel compañero que nos sacaba canas verdes, a mí especialmente, el otro que sus ocurrencias nos hacia reír constantemente… Empezábamos a tener esa relación de compañeros valiosa e incondicional que nunca tuvimos en la escuela pero que allá aprendimos a valorar. Compartíamos el desayuno y demás comidas siempre, la puntualidad en el balcón del Golan donde hacíamos un resumen diario de la experiencia de cada uno, hablábamos de quién nos trató bien en el turno y quién no, quién era buen jefe, quién era malo, las regañadas y los errores, las escapadas del algunos, especialmente la mía cuando siri me falló y mi esposo escucho que me había volado, con eso les di paso para que me cogieran de tema principal, así trascurrieron los días hasta que llegó el día de regreso y empezamos a recibir los regaños en la escuela. Continuando tercer y último semestre programamos la que iba a ser nuestra última práctica…Fuimos a las piscinas naturales (practica de primeros auxilios) Nos reímos imparablemente de los dramatizados, disfrutamos del almuerzo, nos bañamos, algunos tomaron, recuerdo que llovió muchísimo.