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HIPERTENSIÓN Y DIABETES
Descripción
La hipertensión arterial es una enfermedad crónica en la que aumenta la presión con la que el
corazón bombea sangre a las arterias, para que circule por todo el cuerpo.
El sobrepeso y la obesidad pueden aumentar la presión arterial, sube los niveles de glucosa en la
sangre, colesterol, triglicéridos y ácido úrico, lo que dificulta que la sangre fluya por el
organismo.
A nivel mundial se estima que existen más de mil millones de personas con hipertensión. En
México, se habla de 30 millones y el IMSS se atienden 6 millones de personas que acuden
periódicamente a la consulta externa de Medicina Familiar para tratarla.
Síntomas
La mayoría de las personas que padecen de hipertensión arterial no lo saben, porque no tienen
ningún síntoma, pero hay quien puede presentar:
Dolor de cabeza intenso
Mareo
Zumbido de oídos
Sensación de ver lucecitas
Visión borrosa
Dolor en el pecho y/o lumbar
Tobillos hinchados
Tratamiento/ Recomendaciones
Después de ser diagnosticado con hipertensión arterial, se recomienda:
Tomarte la presión diariamente y apuntarla para llevar un control y poder mostrárselo al
médico
Ir a consulta de manera periódica, para que te tomen la presión y den medicamento
Llevar una alimentación baja en grasas y sal
Bajar de peso (si padeces obesidad o sobrepeso)
Caminar mínimo 30 minutos al día
Aprender a controlar el estrés
Dejar de fumar
Evitar tomar alcohol
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Para controlar la hipertensión arterial es necesario que realices cambios en tu estilo de vida, ya
que de eso dependerá que la presión se mantenga estable o controlada y se podrán evitar
complicaciones
Llevar el control de tu medicamento puede resultar un poco más fácil con el uso de un pastillero,
donde separes tus pastillas por horas y días de la semana
La hipertensión arterial forma parte del Síndrome Metabólico, junto con la diabetes mellitus tipo
2, el colesterol alto, triglicéridos altos, el ácido úrico elevado y una cintura mayor de 88 cm en
mujeres y de 102 cm en hombres
El baumanómetro es el instrumento utilizado por el médico para medir tu presión arterial.
¿Qué la ocasiona?
Algunas condiciones propias de cada persona, pueden favorecer el desarrollo de la hipertensión
arterial. A estas condiciones se les conoce como factores de riesgo.
Los factores de riesgo para desarrollar hipertensión arterial son:
Exceso de peso.
Falta de actividad física.
Consumo excesivo de sal y alcohol.
Ingesta insuficiente de potasio.
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Tabaquismo.
Estrés.
Presión arterial fronteriza (130-139/85-89 mm de Hg), antecedentes familiares de
hipertensión.
Tener más de 60 años de edad.
Las personas que presenten factores de riesgo deberán efectuar los cambios necesarios en su
estilo de vida.
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El valor de la presión arterial corresponde al promedio de dos mediciones, separadas
entre sí por dos minutos o más. Si las dos primeras lecturas difieren por más de cinco mm
de Hg, se realizarán otras dos mediciones y se obtendrá el promedio.
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la presión arterial debe estar basada en el promedio de por lo menos dos mediciones, tomadas al
menos en dos visitas posteriores a la detección inicial y confirmarse a través de un seguimiento
adecuado de cada caso particular. La confirmación diagnóstica se efectuará durante un periodo
de vigilancia conveniente. Los criterios señalados a continuación, son complementarios a los
criterios diagnósticos y deberán aplicarse rutinariamente inclusive para evaluar el tratamiento. Si
la presión sistólica y diastólica pertenecen a diferentes categorías, se aplicará la recomendación
de vigilancia de la clasificación superior. Es conveniente modificar la recomendación si se
cuenta con información confiable sobre mediciones de presión sanguínea anteriores o bien si
existen antecedentes de otros factores de riesgo cardiovascular o de trastornos de órganos blanco:
Cerebro, corazón, riñón, ojo.
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Otras metas complementarias para la salud cardiovascular son mantener el colesterol (sustancia
blanda y grasosa que se encuentra en los tejidos corporales) por debajo de 200 mg/dl, mantener
un peso adecuado, no fumar (éste hábito es uno de los principales factores que predisponen un
ataque cardíaco) y evitar el consumo de alcohol.
Tratamiento farmacológico
Tratamiento no farmacológico
En la hipertensión arterial, etapas 1 y 2, el manejo inicial del paciente será de carácter “no
farmacológico” durante los primeros doce y seis meses respectivamente. Este manejo incluye:
alimentación saludable, reducción de la ingesta de sal, control de peso, control de los niveles de
colesterol, disminución de la ingesta de alcohol, evitar o dejar el hábito de fumar y realizar una
actividad física constante.
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Alimentación correcta
El beneficio principal de un cambio de alimentación es la rápida disminución de la presión
arterial y el control de peso, por lo que le manejo efectivo de la hipertensión arterial no se puede
conseguir sin una apropiada alimentación. La terapia nutricional es el elemento más importante
en el tratamiento no farmacológico de los pacientes con hipertensión arterial, aunado al ejercicio,
estas son las primeras intervenciones que se requieren para controlar la enfermedad. Para lograr
con éxito la implementación del plan individual de alimentación se requiere una amplia
participación e información del paciente para modificar su comportamiento y seguimiento del
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mismo. La cantidad y tipo de comida deben tener relación con la estatura, el peso, género y la
actividad física que desarrolla la persona.
Consumo de sal
La sal es una sustancia que está compuesta por sodio y cloro, siendo el primero el que afecta la
presión arterial, por lo que el consumo de sal no debe exceder de 6 gr/día, lo que equivale a 2.4
gr de sodio.
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La sal es parte de la preparación de los alimentos para darles sabor, también es utilizada al
momento de comer y para la preservación de alimentos industrializados. (Enlatados, conservas,
jamón, queso, etc.) como conservador, aunque los alimentos sean dulces.
Control de Peso
Si tiene sobrepeso trate de no aumentarlo. Baje de peso poco a poco, pude disminuir de 200 a
400 gramos por semana hasta lograr un peso adecuado de acuerdo a su estatura. Una manera
sana de bajar de peso es comer menos grasa y calorías, comer porciones pequeñas y mantenerse
activo. También recuerde que una ingesta elevada en sodio puede hinchar sus piernas y manos.
Consuma alimentos como:
Frutas y vegetales naturales
Frijoles, arroz, tortillas de maíz y pastas
Leche descremada sin sabor
Quesos, crema agria, aderezos para ensalada y mayonesa bajos en grasa o sin grasa
Pescado y pollo o pavo sin pellejo
Carne de res sin pellejo y baja en grasa
Manténgase activo:
Realice su actividad física favorita, por lo menos 30 minutos al día.
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Consumo de alcohol
La recomendación general es evitar o en su caso, moderar el consumo de alcohol. Si se consume
de manera ocasional no deberá exceder de 30 ml de etanol (dos copas) al día; las mujeres y
hombres de talla baja deberán reducir este consumo a la mitad.
Tabaquismo
Cuando fuma, usted pone en peligro su salud y la de su familia. El cigarro contiene mas de 4000
sustancias dañinas, entre las que se encuentran la nicotina la cual crea adicción. El fumar
cigarrillo aumenta el riesgo de sufrir ataque al corazón, enfermedades pulmonares, derrame
cerebral y cáncer.
Sistema renina-angiotensina-aldosterona
El sistema renina angiotensina-aldosterona (SRAA) es uno de los sistemas fisiológicos más
importantes del cuerpo. Desempeña un papel fundamental en la regulación del volumen
sanguíneo y la resistencia vascular sistémica. Todo ello influye en el gasto cardíaco y la
presión arterial. Por ende, se dice que su función principal es la regulación de la presión
arterial.
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1. Renina
Comenzaremos con la renina, una proteína que se libera principalmente por los riñones. Su
función es regular la presión arterial en la sangre y en los tejidos.
A su vez, todo esto estimula la liberación de aldosterona. Esta última interviene en la
conservación del sodio, la secreción de potasio y el aumento de la presión sanguínea.
2. Aldosterona
La vía del sistema renina angiotensina-aldosterona no solo se regula por los mecanismos que
estimulan la liberación de renina. También está modulada por péptidos natriuréticos liberados
por el corazón. Estos actúan como un importante sistema contrarregulador, es decir, previenen o
limitan las hipoglucemias.
La hipoglucemia es la disminución de la cantidad normal de glucosa en la sangre. Esto puede
producir mareos, temblores y cefalea, entre otros síntomas.
3. Angiotensina
Su función es aumentar la presión arterial. Debido a esto, es objeto de estudio de muchos
fármacos. Lo que busca es producir el efecto contrario: disminuir la hipertensión y la
insuficiencia cardíaca.
Por ejemplo, se usa para disminuir la presión arterial, la sobrecarga ventricular, el volumen
sanguíneo y, por lo tanto, la precarga ventricular.
Además, se aplica para inhibir e invertir la hipertrofia cardíaca. Esta consiste en un aumento del
grosor del músculo cardíaco.
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Además, su liberación está influenciada por el cambio de presión.
Mácula densa
Hay un conjunto de células cuya forma es alargada y que se encuentran en el riñón. Estas células
forman la mácula densa y son sensibles al sodio.
Actúan como quimiorreceptores, los cuales trabajan también para los sentidos del gusto y del
olfato. Gracias a ellos, somos capaces de distinguir sabores y olores (captan los cambios
químicos en la naturaleza del medio).
Aparato yuxtaglomerular
Polkissen). Juntos constituyen un aparato yuxtaglomerular, del que forman parte las células de
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En el caso de que haya una disminución del volumen sanguíneo y de la presión arterial, habrá
una disminución de la filtración glomerular. Todo ello afectará al funcionamiento de los riñones.
De hecho, existe una prueba que nos puede hacer el médico llamada “tasa de
filtrado glomerular“. Su objetivo es comprobar si existe alguna enfermedad renal.
Funciones de la angiotensina II
AII tiene varias funciones muy importantes en el sistema renina angiotensina-aldosterona:
Primero, estimula los centros de sed dentro del cerebro.
Además, estimula el aumento del grosor del músculo cardíaco.
Por otra parte, restringe los vasos de resistencia aumentando la presión arterial.
También estimula el transporte de sodio (reabsorción), lo que aumenta la retención de sodio y
agua en el cuerpo.
Finalmente, actúa sobre los riñones para aumentar la retención de sodio y líquidos.
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Primero, se promueve la conservación del sodio y la reabsorción del agua.
Además, se incrementan el volumen sanguíneo y el retorno venoso.
Finalmente, se aumenta la presión arterial.
Por último, la angiotensina II actúa sobre la corteza suprarrenal de la siguiente manera:
En primer lugar, causa la liberación de aldosterona. Esta última es una hormona que hace que los
riñones retengan sodio y pierdan potasio.
En segundo lugar, aumenta el flujo simpático central la secreción de epinefrina y disminuye su
reabsorción. Esto hace que aumente la respuesta del tejido y también los receptores adrenérgicos.
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debido a que la presión arterial alta daña de manera acelerada las arterias, ocasionando diversas
alteraciones que pueden ser muy complicadas para la salud de las personas que lo sufren.
Por otra parte, los diversos deterioros provocados por la hipertensión en varias partes del cuerpo
también pueden causar distintos trastornos renales. Esto se debe a que los riñones cuentan con un
papel fundamental para mantener bajo control la presión arterial y al haber una alteración en esta
puede hacer que los vasos sanguíneos se dañen y no funcionen correctamente, dando como
consecuencia un exceso de líquido en dichos vasos que puede provocar un mayor incremento de
la presión arterial.
3. Disfunción sexual, un efecto de hipertensión arterial
Una de las mayores complicaciones que llegan a tener una gran cantidad de hombres con alta
presión arterial es la disfunción sexual. Esta complicación eréctil se presenta en uno de cada diez
pacientes de hipertensión y, si no se realiza el tratamiento correcto, puede provocar otros daños
psicológicos afectando las relaciones personales y laborales.
Esta disfunción eréctil se debe a que la hipertensión puede causar daños en las arterias y los
vasos sanguíneos, haciendo que el organismo no pueda enviar la cantidad correcta de sangre a
esta parte del cuerpo y no se logre la erección.
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Diabetes
La diabetes es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no sintetiza suficiente
insulina o cuando el organismo no es capaz de utilizar de forma efectiva la insulina sintetizada.
En nuestro entorno, la mayoría de pacientes diabéticos se identifican en controles rutinarios al
detectar valores anormalmente elevados de glucemia. El principal objetivo terapéutico es el
adecuado control de los niveles de glucemia de los pacientes, ya que existe una clara correlación
entre estos y la aparición de las complicaciones de la diabetes.
Definición
La diabetes es una enfermedad crónica que se produce bien porque el páncreas no sintetiza
suficiente insulina o esta no es utilizada de forma efectiva por el organismo. La insuficiente
actuación de la insulina, hormona responsable de regular el metabolismo de la glucosa, causa
hiperglucemia que, si no se controla, provoca a lo largo del tiempo daños en los capilares
sanguíneos y las terminaciones nerviosas que repercuten en el funcionamiento de diversos
órganos y sistemas.
La presentación clínica de la enfermedad incluye una serie de síntomas característicos:
Poliuria
Polidipsia
Polifagia
Alteración repentina del peso
Cansancio extremo
Falta de concentración
Vómitos y dolor de estómago
Cosquilleo o adormecimiento de manos y pies
Visión borrosa, infecciones frecuentes y dificultad para curar heridas
Según las estimaciones de 2014, la prevalencia mundial de la diabetes era del 9% en adultos
mayores de 18 años y la OMS prevé que será la séptima causa de mortalidad en el año 2030. En
2012 fallecieron 1,5 millones de personas como consecuencia directa de la diabetes, el 80% de
los casos localizados en países de ingresos bajos y medios. En España, según los resultados del
estudio Di@bet.es, un 13,8% de la población mayor de 18 años padece diabetes tipo 2, de los
que prácticamente la mitad (6%) desconoce que la padece. Este desconocimiento conlleva una
falta de control que implica mayor riesgo de sufrir complicaciones. Estás son menos graves
cuanto antes se inicie el tratamiento, lo que reviste una gran trascendencia si se tiene en cuenta
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que suelen verse afectados órganos importantes como los riñones, ojos, corazón y sistema
nervioso.
Tipos de diabetes
La diabetes se clasifica en 4 categorías:
• Diabetes Mellitus Tipo 1 (DM1), también conocida como insulino-dependiente o diabetes
de juventud. Se trata de una situación de hiperglucemia secundaria a un déficit absoluto
de insulina. Constituye el 5-10% de los casos de diabetes. En la mayoría de los casos se
debe a una reacción de autoinmumidad en la que se detectan anticuerpos frente a las
células β pancreáticas, productoras de insulina. Suele asociarse a otras enfermedades
autoinmunes (enfermedad de Graves, tiroiditis de Hashimoto, enfermedad de Addison,
vitíligo, enfermedad celíaca, hepatitis autoinmune, miastenia grave, anemia perniciosa)
en las que están presentes autoanticuerpos organoespecíficos.
Existe una predisposición genética, de manera que se observa mayor riesgo de
desarrollarla en familiares de personas afectadas y se han detectado varios genes cuya
presencia se asocia a un mayor riesgo de DM1
También influyen
factores dietéticos (como la exposición temprana a proteínas de la leche de vaca y a
cereales o a la deficiencia de vitamina D), obstétricos (preeclampsia, enfermedad
neonatal respiratoria y edad materna superior a 25 años incrementan el riesgo, mientras
que el bajo peso al nacer lo disminuye) y ciertas viriasis (enterovirus, coksakie).
En los pacientes en los que no se detecta la presencia de estos anticuerpos, se habla de
una DM 1 de tipo idiopático.
La prevalencia de la diabetes es mayor en varones con edades comprendidas entre 30 y
69 años y en mujeres mayores de 70 años
• Diabetes Mellitus Tipo 2 (DM2), no insulinodependiente o de comienzo en la edad
adulta. Se caracteriza por una cierta resistencia a la insulina, que puede asociarse también
a una deficiencia relativa de la misma. Dado que las células β son funcionales, en la
mayoría de estos pacientes no es necesario administrar insulina exógena y pueden
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utilizarse en su lugar los antidiabéticos orales. Representa el 90-95% de los casos y es
frecuente que esté asociada a la obesidad, factor que por sí mismo causa resistencia a la
insulina. También se ha observado una relación directa con el acúmulo de grasa
abdominal, –incluso en sujetos no obesos– la edad y la falta de ejercicio. En algunos
casos, se asocia a una cierta predisposición genética no bien conocida.
• Diabetes Gestacional. Es la que se diagnostica durante el segundo o tercer trimestre del
embarazo. Suele ser asintomática aun cuando no se trate. Si bien en la mayoría de los
casos los niveles de glucemia se normalizan tras el parto, las mujeres que la han sufrido
presentan mayor riesgo de desarrollar la afección a lo largo de su vida, especialmente en
los posteriores embarazos. Afecta del 5 al 7% de todos los embarazos. Su importancia se
debe a que se aumenta el riesgo de complicaciones: sufrimiento fetal, macrosomía,
muerte intrauterina, partos por cesárea y problemas neonatales, además de un ligero
incremento de malformaciones fetales.
• Diabetes Mellitus Secundarias. Son menos frecuentes y pueden deberse a varios factores:
• Alteraciones hormonales como aumento de glucagón, catecolaminas, cortisol u
hormona del crecimiento.
• Enfermedades pancreáticas, como pancreatitis o tumores.
• Uso prolongado de fármacos como glucocorticoides, antipsicóticos u hormonas
tiroideas.
• Infecciones por virus: citomegalovirus, rubeola congénita.
• Alteraciones cromosómicas: Síndromes de Down, Klinefelter, Turner,…
Factores de riesgo
Existen una serie de situaciones asociadas al desarrollo de la diabetes, especialmente en
la DM2 y cuyo adecuado control disminuye la probabilidad de aparición de
complicaciones cardiovasculares, principal causa de morbimortalidad en estos pacientes.
• Sexo y edad: Existe una mayor prevalencia en varones entre 30 y 69 años y en
mujeres mayores de 70 años. También se produce un aumento con la edad:
mientras que en menores de 60 años la incidencia es inferior al 10%, entre
quienes tienen de 60 a 79 años es del 10-20%.
• DMG: el riesgo es mayor en mujeres que la han padecido durante el embarazo y
la probabilidad de desarrollar la DM2 es mayor durante los cinco años siguientes
al embarazo y disminuye significativamente a partir de los 10 años.
• Obesidad: es el factor de riesgo más importante. Junto con la distribución
viscero–abdominal de la grasa, que se incluyen en el denominado síndrome
metabólico, considerado como marcador de riesgo para la enfermedad
cardiovascular prematura, en especial en pacientes con DM. En general se
considera factor de riesgo el IMC ≥27 que incluye tanto a la obesidad como al
sobrepeso.
• Dislipemia: existe una clara relación entre la hipercolesterolemia y el aumento del
cLDL con la enfermedad arteriosclerótica en la población general y en especial la
diabética.
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• Hipertensión arterial: la prevalencia de HTA en pacientes diabéticos es superior al
60%. Un control adecuado de la misma permite reducir entre un 32-44% la
morbilidad cardiovascular, al referirse a las manifestaciones coronarias y las
vasculares cerebrales.
• Riesgo aterotrombótico: la diabetes en si conlleva un riesgo de
hipercoagulabilidad, por aumento de fibrinógeno, haptoglobulina y alteraciones
en la función de las plaquetas.
• Tabaco: se conoce la relación que existe entre el riesgo cardiovascular y el tabaco
y se ha observado que el abandono del tabaco mejora la glucemia y disminuye la
albuminuria.
Diagnóstico
Actualmente, en nuestro medio, muchas veces la diabetes se identifica al detectar valores
anormalmente elevados de glucemia en controles rutinarios. También puede sospecharse
que padecen diabetes los pacientes que presentan alguno de sus síntomas característicos:
• Poliuria: causada porque el exceso de glucosa en sangre, al eliminarse por la
orina, arrastra el agua
• Polidipsia: sed motivada por la pérdida de líquidos a través de la orina
• Pérdida de peso
• Aumento de apetito
• Cansancio, ya que se produce un déficit calórico al alterarse el metabolismo de la
glucosa
En el caso de DM1, también es característico el olor a acetona de orina y aliento (aliento
a frutas), ya que la ausencia de insulina impide el consumo de glucosa como fuente de
energía y el organismo utiliza las grasas con ese fin. Como consecuencia de su
metabolismo, se forman los cuerpos cetónicos (cetonas y ácidos carboxílicos), que se
acumulan en sangre (acidificándola) y orina. Las concentraciones elevadas dan lugar a
cetoacidosis, una de las complicaciones agudas de la diabetes, que puede incluso
desembocar en un coma hiperosmolar o cetoacidótico.
En la mayoría de los sistemas de salud se siguen recomendaciones similares a las
establecidas por la ADA que establecen que deben controlarse tres parámetros
principales:
a. Hemoglobina glicosilada (HbA1c). La HbA1c es un parámetro que se utiliza para
conocer si la glucemia ha estado controlada en los 2-4 meses anteriores a su
determinación. La hemoglobina, contenida en los eritrocitos, se une a la glucosa
circulante, por lo que teniendo en cuenta que la vida media de estas células sanguíneas es
de unos 120 días, existe una relación directa entre los valores de HbA1c y los niveles de
glucemia que se han alcanzado en ese tiempo.
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En el caso de DM1, también es característico el olor a acetona de orina y aliento (aliento
a frutas), ya que la ausencia de insulina impide el consumo de glucosa como fuente de
energía y el organismo utiliza las grasas con ese fin
Este valor se expresa mediante la fórmula
Glucemia plasmática media: 28,7 x HbA1c- 46,7 (expresado en mg/dl y para pasarlo a
mmol/dl se debe dividir entre 18).
La mayor parte de las asociaciones científicas recomiendan que el valor de la HbA1c esté
por debajo del 7%, ya que el riesgo de complicaciones aumenta cuando se sobrepasa
dicho umbral. Pero los objetivos a alcanzar han de individualizarse en función de las
características de los pacientes:
• <7%: pacientes diabéticos adultos, con excepción de las embarazadas.
• 7,5-8%: son valores menos estrictos que se marcan en pacientes con antecedentes
de hipoglucemias graves, de edad avanzada, con multimorbilidad o que ya
presentan algunas complicaciones, así como en quienes conseguir un control de la
glucosa es difícil y precisan pasar a una triple terapia o a la insulinización.
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• <6,5%: son valores muy estrictos que conllevan mayor riesgo de hipoglucemias,
por lo que solo suelen utilizarse para personas jóvenes con DM1, recién
diagnosticados y sin complicaciones asociadas, o en pacientes con DM2 tratadas
solo con cambios del estilo de vida acompañados o no del uso de metformina.
• <6%: en embarazadas que ya presentaban la enfermedad antes de la concepción.
Durante la etapa preconcepcional se siguen los criterios normales de adultos
(<7%) con el fin de evitar riesgos. Durante este período, la HbA1c se considera un
parámetro de medición secundario, ya que es una etapa en la que se reducen los
niveles de HbA1c debido al aumento de recambio eritrocitario. Por este motivo en
la DMG no se realizan recomendaciones generales.
b. Glucemia en ayunas (GA)o glucemia basal (GBP). Es la medida de la cantidad de
glucosa en sangre venosa después de un período de al menos 8 horas sin ingerir
alimentos. Los valores normales se consideran cuando son menores de 110 mg/ml y
existe sospecha de diabetes si es ≥126 mg/dl. Aunque la medida de la glucemia se puede
realizar también en sangre capilar o en personas que no están en ayunas, no son criterios
fiables en el diagnóstico.
Durante el embarazo, en mujeres sin antecedentes previos de diabetes, se recomienda
realizar un cribado a las 24-28 semanas de gestación
c. Glucosa plasmática a las 2h de la prueba de tolerancia de glucosa oral (PTGO) de
75 g. Se emplea sobre todo en diabetes gestacional, aunque también puede ser útil en
otros tipos de diabetes. Consiste en administrar una cantidad determinada de glucosa en
ayunas y comprobar cómo evoluciona la glucemia a lo largo de un tiempo. Esta prueba
permite conocer si la persona tiene alterados los mecanismos de metabolización de la
glucosa.
Se considera que un paciente es diabético si cumple al menos uno de los siguientes
criterios:
• Síntomas de diabetes (poliuria, polidipsia y pérdida de peso) y una glucemia
plasmática al azar (a cualquier hora del día) ≥200 mg/dl.
• Dos determinaciones de glucemia basal en plasma venoso (GBP) ≥126 mg/dl con
ausencia de ingesta calórica en las 8 horas previas.
• Dos determinaciones de HbA1c ≥6,5% (no es necesario estar en ayunas).
• Dos determinaciones de glucemia en plasma venoso ≥200 mg/dl a las 2 horas de
test de tolerancia oral a la glucosa (TTOG) con 75 g. Está indicado realizar la
curva (TTOG 75g) en caso de sospecha de DM2, cuando no se ha confirmado con
GBP o HbA1c.
Durante el embarazo, en mujeres sin antecedentes previos de diabetes, se recomienda
realizar un cribado a las 24-28 semanas de gestación, que se puede llevar a cabo
siguiendo estrategias de uno o dos pasos.
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En las mujeres en las que se detecte DMG, se les realizarán pruebas a las 6-12 semanas
del parto, para determinar si persiste la diabetes, mediante una PTGO y otros test
diagnósticos no específicos de embarazadas. Posteriormente, se recomienda realizar
pruebas de detección al menos cada 3 años para controlar el desarrollo de diabetes o
prediabetes.
Prediabetes
Se utiliza este término (o su equivalente hiperglucemia intermedia o disglucemia) para
definir una situación clínica en la que los pacientes presentan niveles elevados de glucosa
en ayunas (GBP) y/o intolerancia a la glucosa (ITG) a las 2 h del test de tolerancia oral a
la glucosa (TTOG) por carga de 75 g. La prediabetes conlleva mayor riesgo de
desarrollar DM2 y padecer complicaciones cardiovasculares.
En el estudio Di@bet realizado en España en 2012, se obtuvo como resultado que un
14,8% de los adultos estudiados padecían algún tipo de prediabetes: GAA 3,4%, ITG
9,2% y ambas, el 2,2%.
Para diagnosticar la prediabetes se emplean los valores de:
• GBP: la OMS establece este valor por encima de 110 mg/dl (6,1 mmol/l) y la
ADA entre 100 y 125 mg/dl (5,6-6,9 mmol/l).
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• ITG: se define como la obtención de un valor de glucemia entre 140 y 200 mg/dl
a las dos horas de administrar 75g de glucosa por vía oral (test de tolerancia a la
glucosa).
• HbA1c: La ADA fija los valores entre 5,7 y 6,4 % y el National Institute for
Health and Care Excellence (NICE) entre 6 y 6,4%.
También es importante controlar los factores de riesgo. Se trata de los mismos que se han
asociado a la diabetes, ya comentados anteriormente. Se recomienda prestar especial
atención al peso, presión arterial, dislipemia, tabaquismo, riesgo cardiovascular, hábitos
nutricionales y actividad física, ya que un control sobre ellos, puede retrasar o evitar la
aparición de la diabetes y otras complicaciones cardiovasculares.
Complicaciones asociadas a la diabetes
El principal objetivo terapéutico en los pacientes diabéticos es el adecuado control de los
niveles de glucemia, ya que existe una clara correlación entre éstos y la aparición de las
complicaciones de la diabetes.
Estas complicaciones se clasifican en agudas, crónicas o microvasculares
1. Agudas
Hipoglucemias. Se acepta como valor de referencia que la glucosa plasmática esté por
debajo de 70 mg/dl (3,9 mmol/l). Los síntomas que se presentan son de dos tipos:
adrenérgicos (producidos en respuesta a los bajos niveles de glucemia, cuando el
organismo sintetiza catecolaminas para contrarrestar los efectos de la insulina) y
neuroglucopénicos, que son los originados en el cerebro como consecuencia de la falta de
azúcar.
• Adrenérgicos: ansiedad, irritabilidad, palpitaciones, taquicardia, palidez,
debilidad, sudor frío, hambre, temblor, nauseas…
• Neuroglucopénicos: cefalea, lentitud, confusión mental, mareo, debilidad, visión
borrosa, sensación de frío o calor, comportamiento anormal, delirio, convulsiones,
etc.
La hipoglucemia puede ser leve, moderada o grave, en función de que el paciente que la
sufre sea capaz de autocontrolar los síntomas, necesite autotratarse o precise incluso la
asistencia de otra persona (porque se produce una pérdida de la consciencia). Una
clasificación más completa es la siguiente:
• Severa: cuando se requiere la ayuda de otra persona para la administración de
hidratos de carbono, glucagón o medidas de resucitación. Se acompaña de
síntomas graves de neuroglucopenia.
• Sintomática documentada: se presentan los síntomas típicos de hipoglucemia con
una medida de la glucemia <70 mg/dl.
• Asintomática: aunque no se acompaña de los síntomas, la medida de glucemia da
valores inferiores a 70 mg/dl.
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• Sintomática probable: cuando se produce un cuadro de hipoglucemia por los
síntomas, pero no se ha realizado una medida de la misma.
• Relativa: cuando el paciente refiere haber sufrido los síntomas típicos, pero las
mediciones dan valores por encima de 70mg/dl.
La etiología es muy variable (dosis excesiva de insulina o hipoglucemiantes orales,
disminución de la ingesta de alimentos, ejercicio intenso, consumo de alcohol elevado,
consumo concomitante de medicamentos que pueden potenciar la hipoglucemia,
disminución del filtrado glomerular,…), por lo que los pacientes han de conocer qué
situaciones aumentan el riesgo, siendo la prevención, la estrategia principal para
prevenirlas.
El tratamiento se basa en la ingestión de alimentos que contengan glucosa o hidratos de
carbono (zumo de frutas, refresco de cola, 2 sobres de azúcar). Es de elección la glucosa
pura, administrando a continuación hidratos de carbono de acción lenta. En aquellos
pacientes que no estén conscientes o no puedan tomar alimento, se utilizará glucagón
intramuscular, subcutáneo o intravenoso, para que se movilicen las reservas de glucosa
hepática.
Hiperglucemias. Representan el signo característico a la hora de definir una diabetes, y
la intensidad de las mismas está directamente relacionada con la gravedad de las
complicaciones a largo plazo. Se distinguen dos situaciones:
• Hiperglucemia hiperosmolar: la glucosa plasmática es > 600 mg/dl (>33mmol/dl)
y la osmolalidad >320 mOsmol/kg, siendo la causa subyacente un déficit relativo
de insulina acompañado de un aporte insuficiente de líquidos. Requiere
tratamiento hospitalario para compensar déficit de insulina y reponer la
homeostasis.
• Cetoacidosis diabética: asociada sobre todo a la DM1 (en su inicio). La causa es
un déficit de insulina que conduce a hiperglucemia (>250 mg/ dl) y acidosis
derivada del aumento de oxidación de ácidos grasos hacia cuerpos cetónicos.
También puede estar causada por una enfermedad interrecurrente o por
disminución inapropiada u omisión de insulina. Como resultado se produce:
hiperglucemia >300 mg/dl, diuresis osmótica (lo que puede ocasionar
deshidratación), niveles de cuerpos cetónicos >3mmol/l y acidosis metabólica
(pH<7,35). Los síntomas que presenta son: deshidratación acompañada de
hipotensión, taquicardia y signo del pliegue (al pellizcar la piel, tarda varios
segundos en recuperarse), conciencia variable, olor cetósico, vómitos, dolor
abdominal y en último lugar, coma (sobre todo en pacientes de edad avanzada con
larga evolución de la enfermedad).
2. Crónicas
Su gravedad guarda relación directa con la hiperglucemia. Sin embargo, como ya se ha
indicado, el control glucémico debe individualizarse según la esperanza de vida y la
presencia de otras complicaciones vasculares, lo que implica que en algunos casos sea
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menos intenso. Un buen control metabólico en la DM1 y en la DM2 puede retrasar el
inicio y evolución de estas complicaciones.
Dependiendo del calibre de los vasos afectados se van a clasificar en microvasculares y
macrovasculares.
El control glucémico debe individualizarse según la esperanza de vida y la presencia de
otras complicaciones vasculares, lo que implica que en algunos casos sea menos intenso
Microvasculares.
• Nefropatías: son la primera causa de insuficiencia renal en los países
desarrollados, aunque su incidencia está disminuyendo en el caso de la DM1. Se
puede llegar a producir un fallo renal, cuyo grado se evalúa mediante la
determinación de albumina en orina (≥ 30mg/g) y la medida del filtrado
glomerular. Para evitarlas se recomienda: mantener valores de HbA1c < 7%,
corregir los factores de riesgo cardiovascular, ajustar la ingesta de proteínas a
0,8g/kg/día, controlar la tensión arterial <140/90 mm Hg y evitar el consumo de
fármacos nefrotóxicos.
• Neuropatías: también se consideran microvasculares las alteraciones de las
terminaciones nerviosas, que afecta a un pequeño porcentaje de diabéticos (10-
15%). Existen tres tipos principales:
• Sensitivo–motora: comienza con pérdida de sensibilidad y percepción táctil
incorrecta, pudiendo presentarse también hiperestesia. Es la más frecuente, afecta
sobre todo a los pies y se intensifica por la noche.
• Autonómica: los nervios comprometidos son los digestivos, por lo que se
producen trastornos en la digestión o alteraciones del ritmo intestinal. Puede
afectarse también el sistema cardiovascular, provocando síncope e hipotensión.
• Mononeuropatías diabéticas: afectan de forma aislada y súbita a distintos nervios,
aunque su pronóstico es bueno y tienden a desaparecer sin dejar secuelas. Se
previenen con un buen control glucémico, y se tratan administrando analgésicos
junto con otros fármacos indicados para neuropatías (antidepresivos tricíclicos,
gabapentina, pregabalina). También puede utilizarse el TENS.
• Retinopatía severa: es una de las causas más frecuentes de ceguera en el mundo
desarrollado. Suele comenzar con pequeños trastornos de la visión pudiendo
terminar en pérdida completa de la vista, lo cual puede evitarse mediante
diagnostico precoz, control de los factores de riesgo (hiperglucemia, hipertensión
arterial, obesidad, hiperlipidemia…) y paliarse con un tratamiento adecuado
(fotocoagulación con láser y cirugía).
Macrovasculares. Se incluyen en este grupo diferentes enfermedades cardiovasculares,
como los ataques cardíacos, los accidentes cerebrovasculares y la insuficiencia
circulatoria de miembros inferiores.
• Enfermedad cardiovascular: es una de las complicaciones que con mayor
frecuencia padecen los pacientes diabéticos, siendo la mortalidad en estos,
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superior a los no diabéticos, incluso si los últimos tienen antecedentes de infartos.
Aunque las causas no están muy claras, la hiperglucemia es responsable de la
ateroesclerosis, causando dificultad de flujo sanguíneo y sus posteriores
consecuencias (infarto de miocardio, dolor en extremidades, dificultad de
curación de heridas). Por ello, se recomienda un control exhaustivo de los factores
de riesgo cardiovascular como la hiperglucemia, dislipemias, obesidad, estrés
oxidativo, hipertensión arterial y la coagulación.
• Pie diabético: es una complicación con etiología múltiple en la que intervienen la
neuropatía, la vasculopatía periférica y la infección. Se presentan lesiones o
úlceras causadas por traumatismos, con importante morbilidad, que puede incluso
hacer necesario llegar a amputaciones. Sobre su evolución, tratamiento y
prevención se tratará en otro artículo de esta serie.
Debido a que la inmunidad en pacientes diabéticos se ve comprometida, es frecuente
que aparezcan infecciones. Las más habituales se producen por hongos y suelen
localizarse en área genital, boca, pies y pliegues cutáneos
• Otras
Infecciones: debido a que la inmunidad en pacientes diabéticos se ve comprometida, es
frecuente que aparezcan infecciones. Las más habituales se producen por hongos y suelen
localizarse en área genital, boca, pies y pliegues cutáneos. Se considera a estos pacientes
como dianas en la estrategia de vacunaciones como son el neumococo y la gripe.
Fiebre: durante el proceso febril se produce un aumento del catabolismo y de la
resistencia a la insulina, con lo que puede aumentar la glucosa y causar cetonemia y
cetonuria. Por ello, es importante que mientras persista la fiebre, se controlen más
estrictamente los niveles de glucosa y de cuerpos cetónicos, teniendo en cuenta que puede
ser necesario aumentar las dosis de insulina o de antidiabéticos orales (con excepción de
la metformina, la cual deberá suspenderse porque su uso conlleva mayor riesgo de
acidosis láctica). Se recomienda aumentar la ingesta de líquidos, controlar las proteínas y
grasas, sin cambiar la cantidad de hidratos de carbono y acudir al médico si se presenta
fiebre >38º, vómitos o diarrea.
DIABETES INFANTIL Y
JUVENIL
No hay unidad de criterio en cuanto a la
denominación de la diabetes que aparece
en los distintos períodos del desarrollo
infantil. Los autores americanos
denominan diabetes infantil a la que
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aparece durante el primer año de vida, y diabetes juvenil aquélla que se manifie sta
durante la niñez y la pubertad, o sea desde los 2 hasta los 15 años de edad. En otros
países se llama diabetes infantil a la correspondiente a la primera, segunda y tercera
infancia, que incluye el período de la lactancia y de la niñez. Por diabetes juvenil
entendemos la que sobreviene durante la pubertad y la adolescencia o sea desde los ll a
16 años en la mujer y desde los 12 a los 17 en el varón. Este criterio es el aceptado por
Serantes (1960). Otros autores agrupan todas esas diabetes bajo la denominación de
infantojuvenil. Esta designación se presta a confusión, pues ella se aplica en sociología a
aquellos muchachos con problemas de conducta antisociales que constituyen en el
momento actual una seria preocupación en los grandes centros urbanos.
Frecuencia
La diabetes de la primera infancia es sumamente rara; durante la niñez, la frecuencia va en
aumento con la edad y alcanza a su máximo al acercarse a la pubertad. Coincidiendo con el
empuje del crecimiento puberal, se produce un aumento brusco de la incidencia de esta afección,
la cual decrece después de los 17 años. DIABETES MELLITUS Las estadísticas americanas
indican oue uno de cada 2.500 niños enferma de diabetes y que ésta representa el 5 R de la
morbilidad por diabetes en todas las edades.
Etiología
La herencia es el factor etiológico más importante y se señala 1 entre el 30 y el 60 % de los casos
según distintos autores. La obesidad no está vinculada a este tipo de diabetes pues, en general,
ésta no es más frecuente en los niños obesos que en los de peso normal. No hay diferencia en la
distribución sexual, siendo la frecuencia casi igual en ambos sexos. Se observa con frecuencia el
aumento de la talla y un mayor peso correlativo en los meses que preceden o siguen la aparición
de la diabetes durante la pubertad. Las infecciones propias de la infancia preceden en el 10 al 30
% de los casos al comienzo de la diabetes, aunque su influencia en su producción se limita
generalmente a actuar como un agente vulnerante.
Fisiopatología
En este tipo de diabetes la causa es una insuficiencia insulínica primitiva la cual ha sido
confirmada por: disminución del tamaño de los islotes y del número de células beta; disminución
marcada del contenido insuhnico del páncreas; disminución o ausencia de insulina en hormona
por los islotes. el plasma, índice de la poca producción de esa Es probable que el aumento de
actividad hipofisaria correspondiente al período de crecimiento puberal, estimulando la actividad
de los islotes y aumentando la demanda tisular de insulina dada la función anabólica de esta
hormon a, provoque el agotamiento de las células beta cuando éstas tienen un estado de
meiopragia orgánica y funcional hereditaria.
Sintomatología
El aumento de la sed y la poliuria son los signos habituales de comienzo. Este, generalmente, es
rápido y sorpresivo. Cuanto más pequeño es el niño, mayor es la frecuencia del comienzo agudo
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de la diabetes. Es frecuente, si la sintomatología inicial no conduce al diagnóstico, que la
diabetes queme las etapas y que el diagnóstico se realice recién con la acidosis y el coma. Los
casos con desnutrición y adelgazamiento se observan en la tercera infancia o en la edad juvenil.
Diagnóstico
Es fácil en los casos agudos, cuando se comprueban los signos clínicos patognomónicos y la
presencia de glucosa en la orina y la hiperglucemia. Cuando el comienzo es de evolución más
lenta, el trastorno metabólico se traduce por adelgazamiento, astenia, pérdida de fuerzas y
fatigab’lidad. La comprobación de una glucosuria aislada no permite afirmar la diabetes, porque
ella se observa con frecuencia en la edad infantil, por descenso del umbral renal. La
investigación de la glucemia aclara o realiza el diagnóstico definitivo. En caso de duda se puede
recurrir a la prueba de tolerancia a la glucosa, dando 2 g. de glucosa por kilo de peso. La
interpretación de esta prueba es similar a la que se realiza en el adulto.
Tratamiento
EL REGIMEN DIETETICO es tan importante en este tipo de diabetes como en la del adulto,
pero plantea problemas especiales en relación con el período de crecimiento y desarrollo en que
aparece y evoluciona la afección.
Las restricciones de ciertos alimentos apetecidos por los niños pueden tener una repercusión
desfavorable desde el punto de vista psicológico, a lo que se añade el clima de preocupación
familiar que rodea al niño. La dieta libre o normal ha sido preconizada por Lichtenstein en
Suecia (1938), por Stolte en Alemania (1939), Fanconi en Suiza (1955) y Guest en Estados
Unidos (1947).
La dieta debe estar en relación con la edad y las necesidades b:ológicas. Debe contener los
elementos energéticos, plásticos y protectores, que aseguren una nutrición y un desarrollo
normales. La dieta controlada, bien balanceada, evita los desniveles de la glucemia y las
variaciones de la glucosuria que se producen en la dieta normal o libre, a la vez que permite una
determinación más exacta del reouerimiento insulínico y la aplicación de una dosis estable de
insul;na (Saldún, 1947). Los resultados tardíos en cuanto a la producción de las complicaciones
degenerativas son muy discutidos por los partidarios de ambos sistemas.
VALOR CALORICO. Se calcula tomando como base 1.000 calorías en el primer año y
aumentando 100 calorías por año hasta el décimo. Entre los 10 y 12 años se requieren unas 2.200
calorías. Entre los 12 y 15, unas 2.500; por arriba de los 15 años unas 2.800 calorías. Si se toma
como base el peso ideal, las necesidades calóricas son de 100 calorías por kilo hasta el primer
año; 80 calorías hasta los 5 años; 60 entre los 6 y 10 años; y 50 calorías por arriba de esta edad.
DISTRIRUCION CALORICA. Alimentos glúcidos. El mínimo compatible con una actividad
normal es el 40 “/o del valor calórico total. Esa cantidad equivale al 10 7( en gramos del total de
calorías.
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A lo largo del tiempo la diabetes puede causar daño a los ojos y provocar pérdida de la
vista e, incluso, ceguera. La buena noticia es que el manejo de la diabetes y los exámenes
periódicos de la vista pueden ayudar a prevenir problemas de la vista y detenerlos antes
de que empeoren.
Las enfermedades de los ojos que pueden afectar a las personas con diabetes incluyen
retinopatía diabética, edema macular (que generalmente aparece junto a la retinopatía
diabética), cataratas y glaucoma. Todas estas pueden causar pérdida de la visión, pero el
diagnóstico y tratamiento temprano puede ayudar significativamente a protegerle la vista.
Retinopatía diabética
Esta enfermedad común de los ojos es la principal causa de ceguera en adultos en edad
laboral. Se produce la retinopatía diabética cuando los niveles altos de azúcar en la sangre
dañan los vasos sanguíneos de la retina (una capa de células sensible a la luz en la parte
de atrás del ojo). Cuando los vasos sanguíneos se dañan, pueden hincharse y dejar que
salga la sangre, lo cual causa visión borrosa o impide la circulación de la sangre. A veces
crecen vasos sanguíneos nuevos, pero no son normales y pueden causar más problemas
de visión. La retinopatía diabética suele afectar a los dos ojos.
Factores de riesgo de retinopatía diabética
Cualquier persona con
diabetes tipo 1, tipo 2
o gestacional
(diabetes en el
embarazo) puede
presentar retinopatía
diabética. Mientras
más tiempo tenga
diabetes, más altas
son las probabilidades
de que presente
retinopatía diabética.
Estos factores
también pueden aumentar el riesgo:
• Los niveles de azúcar en la sangre, presión arterial y colesterol demasiado altos.
• El tabaquismo.
• La raza o etnia: las personas afroamericanas, hispanas o latinas e indoamericanas
o nativas de Alaska tienen mayor riesgo.
Etapas de la retinopatía diabética
La retinopatía diabética se produce en 2 etapas:
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1. Etapa temprana (no proliferativa). Las paredes de los vasos sanguíneos de la
retina se debilitan y ensanchan formando sacos pequeños (usted no podrá
detectarlos, pero su médico de los ojos sí). Puede salir sangre u otros líquidos de
estos sacos, lo cual hace que se hinche una parte de la retina llamada mácula
(edema macular) y se distorsione la vista. El edema macular es la causa más
común de ceguera en las personas con retinopatía diabética. Aproximadamente la
mitad de las personas con retinopatía diabética presentarán edema macular.
2. Etapa avanzada (proliferativa). En esta etapa comienzan a crecer vasos
sanguíneos nuevos en la retina. Estos vasos sanguíneos son frágiles y a menudo
sangran hacia el cuerpo vítreo del ojo (una masa gelatinosa transparente entre el
cristalino del ojo y la retina). Si sangran mínimamente, usted verá unos puntitos
oscuros flotando en su campo visual. Si sangran mucho, la sangre puede
bloquearle la vista completamente.
En la etapa temprana puede que no note ningún síntoma. Por eso es muy importante que
se haga un examen de los ojos con dilatación (fondo de ojo) al menos una vez al año para
detectar cualquier problema de los ojos temprano, cuando el tratamiento es más eficaz.
Los síntomas de la retinopatía diabética en etapa avanzada incluyen:
• Visión borrosa.
• Puntitos o manchas oscuras en su campo visual.
• Dificultad para ver los colores.
• Áreas oscuras o vacías en su campo visual.
• Pérdida de la visión.
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• Ver destellos de luz.
• Tener puntos ciegos en su campo visual.
• Visión distorsionada.
• Dificultad para leer o hacer trabajo detallado.
Tratamiento de la retinopatía diabética
El tratamiento de la retinopatía diabética puede reparar el daño a los ojos e, incluso,
prevenir la ceguera en la mayor parte de las personas. El tratamiento puede comenzar
antes de que la retinopatía diabética le afecte la vista; esto ayuda a prevenir la pérdida de
visión. Las opciones incluyen:
• Terapia con láser (también llamada fotocoagulación). Esto crea una barrera de tejido
cicatricial que desacelera el crecimiento de vasos sanguíneos nuevos.
• Medicamentos llamados inhibidores del factor de crecimiento del endotelio vascular
(VEGF, por sus siglas en inglés).
• Cortar y extraer todo o parte del contenido de la cámara vítrea (vitrectomía).
• Reparación del desprendimiento de retina (en casos de desprendimiento de retina, una
complicación de la retinopatía diabética).
• Inyección de medicamentos llamados corticosteroides.
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