Está en la página 1de 2

Palestina y fui a Constantinopla, y cada vez sonaba

más fuerte en mi mente la pregunta sin contesta-


ción, y mi alma se perturbaba grandemente por
mis pecados.
«Cierta noche al ir caminando por una calle an-
gosta de esa cuidad, vi un letrero que decía acerca
de cultos para judíos. La curiosidad me hizo que
abriera la puerta y entrara. Justo cuando me sentaba
escuché a un hombre decir, “Y la sangre de Jesu-
cristo Su Hijo nos limpia de todo pecado” (1ª Juan
1:7). Aquello fue lo que me introdujo al cristianismo.
Yo escuchaba conteniendo mi aliento mientras el
orador decía cómo Dios había declarado que “sin
derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Hebreos 9:22), pero que Él había dado a Su único
Hijo, el Cordero de Dios, para que muriera, y todos
aquellos que confiaran en Su sangre sus iniquidades
serían perdonadas. Este era el Mesías de Isaías 53;
este era el Sufriente del Salmo 22. Oh, mis herma-
nos, por fin había encontrado la sangre de la expia-
ción. Confié en ella, y ahora me encanta leer el
Nuevo Testamento y ver como todas las sombras de
la ley se cumplen en Jesús. Su sangre ha sido derra-
mada por los pecadores. Ha satisfecho a Dios, y es el
único medio de salvación para los judíos o gentiles.»
¿Ha encontrado Ud. la sangre de la expiación?
“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo” (Juan 1:29). Dios dice, “Y veré la sangre
y pasaré de vosotros” (Éxodo 12:13).

Palestina y fui a Constantinopla, y cada vez sonaba


más fuerte en mi mente la pregunta sin contesta-
ción, y mi alma se perturbaba grandemente por
mis pecados.
«Cierta noche al ir caminando por una calle an-
gosta de esa cuidad, vi un letrero que decía acerca
de cultos para judíos. La curiosidad me hizo que
abriera la puerta y entrara. Justo cuando me sentaba
escuché a un hombre decir, “Y la sangre de Jesu-
cristo Su Hijo nos limpia de todo pecado” (1ª Juan
1:7). Aquello fue lo que me introdujo al cristianismo.
Yo escuchaba conteniendo mi aliento mientras el
orador decía cómo Dios había declarado que “sin
derramamiento de sangre no se hace remisión”
(Hebreos 9:22), pero que Él había dado a Su único
Hijo, el Cordero de Dios, para que muriera, y todos
aquellos que confiaran en Su sangre sus iniquidades
serían perdonadas. Este era el Mesías de Isaías 53;
este era el Sufriente del Salmo 22. Oh, mis herma-
nos, por fin había encontrado la sangre de la expia-
ción. Confié en ella, y ahora me encanta leer el
Nuevo Testamento y ver como todas las sombras de
la ley se cumplen en Jesús. Su sangre ha sido derra-
mada por los pecadores. Ha satisfecho a Dios, y es el
único medio de salvación para los judíos o gentiles.»
¿Ha encontrado Ud. la sangre de la expiación?
“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo” (Juan 1:29). Dios dice, “Y veré la sangre
y pasaré de vosotros” (Éxodo 12:13).
U n judío dijo: «Ésta es la semana de Pascuas, mis
hermanos judíos, y al estar sentado aquí, me
puse a pensar en cómo la observarán. Ustedes guar-
ppur, y el lugar que la sangre ocupaba allí. Día y no-
che un versículo sonaba en mis oídos. “La sangre . . .
está para hacer expiación . . . por vuestras almas”
darán por un tiempo la levadura; comerán “mot- (Levítico 17:11). Yo sabía que había quebrantado la
sah” (galletas sin levadura) y el becerro asado. ley. Necesitaba de la expiación. Año tras año, en ese
Asistirán a los servicios de la sinagoga, y cumplirán día, me golpeaba el pecho al confesar mi necesidad
los rituales e instrucciones del Talmud, pero olvi- de ella, pero debía ser por medio de la sangre, ¡y allí
dan, mis hermanos, que tienen todo menos lo que no había sangre!
Jehová pide. Él no dijo, “Cuando hayan guardado la «En mi desesperación, por fin, le abrí mi corazón
levadura, o cuando coman el motsah, o el becerro, o a un venerable y bien educado rabí. Me dijo que
vayan a la sinagoga,” sino que Sus palabras fueron: Dios estaba enojado con Su pueblo. Jerusalén estaba
“Veré la sangre y pasaré de vosotros” (Éxodo 12:13). en manos de los gentiles, el templo estaba destruido,
Oh, mis hermanos, no puede haber sustituto por y en su lugar estaba la mezquita de los musulmanes.
esto. ¡Deben tener la sangre, sangre, SANGRE!» El único lugar en la Tierra en donde se atrevía a de-
Al repetir estas palabras con un énfasis creciente, rramar la sangre del sacrificio, de acuerdo a Deute-
sus ojos negros brillaban. ronomio 12 y Levítico 17, estaba profanado, y nues-
«Sangre.» Es una palabra temible y reverenciable tra nación esparcida. Por eso es que no había sangre.
para alguien que venera el oráculo antiguo, y que no Dios mismo había cerrado el camino para llevar a
tiene sacrificio. En cualquier lugar aparece en cabo el servicio solemne del gran Día de la
el Libro la sangre, pero no se la puede encon- Expiación. Es por ello que ahora debíamos
trar en el judaísmo del presente. de mirar al Talmud, y el resto de sus ins-
Después de pausar unos momentos, el trucciones, y confiar en la misericordia de
patriarca anciano continuó más o menos Dios y los méritos de nuestros padres.
así: «Nací en Palestina, hace casi setenta «Quise estar satisfecho, pero no podía.
años. Siendo niño, me enseñaron a leer la Algo parecía decir que la ley estaba inal-
Ley, los Salmos, y los Profetas. Asistía en terada, aun si nuestro templo estaba des-
mi niñez a la sinagoga y aprendí hebreo de truido. Nada aparte de la sangre podía
los rabinos. Al principio creía lo que se me decía, hacer la expiación por el alma. No nos atrevíamos a
que nuestra religión era la única y verdadera, pero derramar la sangre excepto en el lugar que el Señor
al ir creciendo y al estudiar la Ley con más interés, había escogido. ¿Entonces habíamos quedado com-
me impactó el lugar que la sangre tenía en todas las pletamente sin expiación?
ceremonias, y la absoluta ausencia en los rituales en «Este pensamiento me horrorizaba. En mi deses-
los cuales había crecido. peración consulté a muchos otros rabinos. Yo sola-
«Vez tras vez, leía Éxodo 12 y Levítico 16-17, y es- mente tenía una pregunta: ¿Dónde puedo encontrar
tos últimos capítulos en especial me hacían temblar, la sangre de expiación?
al pensar en el gran Día de la Expiación, Yom Ki- «Tenía más de treinta años de edad cuando dejé

U n judío dijo: «Ésta es la semana de Pascuas, mis


hermanos judíos, y al estar sentado aquí, me
puse a pensar en cómo la observarán. Ustedes guar-
ppur, y el lugar que la sangre ocupaba allí. Día y no-
che un versículo sonaba en mis oídos. “La sangre . . .
está para hacer expiación . . . por vuestras almas”
darán por un tiempo la levadura; comerán “mot- (Levítico 17:11). Yo sabía que había quebrantado la
sah” (galletas sin levadura) y el becerro asado. ley. Necesitaba de la expiación. Año tras año, en ese
Asistirán a los servicios de la sinagoga, y cumplirán día, me golpeaba el pecho al confesar mi necesidad
los rituales e instrucciones del Talmud, pero olvi- de ella, pero debía ser por medio de la sangre, ¡y allí
dan, mis hermanos, que tienen todo menos lo que no había sangre!
Jehová pide. Él no dijo, “Cuando hayan guardado la «En mi desesperación, por fin, le abrí mi corazón
levadura, o cuando coman el motsah, o el becerro, o a un venerable y bien educado rabí. Me dijo que
vayan a la sinagoga,” sino que Sus palabras fueron: Dios estaba enojado con Su pueblo. Jerusalén estaba
“Veré la sangre y pasaré de vosotros” (Éxodo 12:13). en manos de los gentiles, el templo estaba destruido,
Oh, mis hermanos, no puede haber sustituto por y en su lugar estaba la mezquita de los musulmanes.
esto. ¡Deben tener la sangre, sangre, SANGRE!» El único lugar en la Tierra en donde se atrevía a de-
Al repetir estas palabras con un énfasis creciente, rramar la sangre del sacrificio, de acuerdo a Deute-
sus ojos negros brillaban. ronomio 12 y Levítico 17, estaba profanado, y nues-
«Sangre.» Es una palabra temible y reverenciable tra nación esparcida. Por eso es que no había sangre.
para alguien que venera el oráculo antiguo, y que no Dios mismo había cerrado el camino para llevar a
tiene sacrificio. En cualquier lugar aparece en cabo el servicio solemne del gran Día de la
el Libro la sangre, pero no se la puede encon- Expiación. Es por ello que ahora debíamos
trar en el judaísmo del presente. de mirar al Talmud, y el resto de sus ins-
Después de pausar unos momentos, el trucciones, y confiar en la misericordia de
patriarca anciano continuó más o menos Dios y los méritos de nuestros padres.
así: «Nací en Palestina, hace casi setenta «Quise estar satisfecho, pero no podía.
años. Siendo niño, me enseñaron a leer la Algo parecía decir que la ley estaba inal-
Ley, los Salmos, y los Profetas. Asistía en terada, aun si nuestro templo estaba des-
mi niñez a la sinagoga y aprendí hebreo de truido. Nada aparte de la sangre podía
los rabinos. Al principio creía lo que se me decía, hacer la expiación por el alma. No nos atrevíamos a
que nuestra religión era la única y verdadera, pero derramar la sangre excepto en el lugar que el Señor
al ir creciendo y al estudiar la Ley con más interés, había escogido. ¿Entonces habíamos quedado com-
me impactó el lugar que la sangre tenía en todas las pletamente sin expiación?
ceremonias, y la absoluta ausencia en los rituales en «Este pensamiento me horrorizaba. En mi deses-
los cuales había crecido. peración consulté a muchos otros rabinos. Yo sola-
«Vez tras vez, leía Éxodo 12 y Levítico 16-17, y es- mente tenía una pregunta: ¿Dónde puedo encontrar
tos últimos capítulos en especial me hacían temblar, la sangre de expiación?
al pensar en el gran Día de la Expiación, Yom Ki- «Tenía más de treinta años de edad cuando dejé

También podría gustarte