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José A Cabrera Miss

Lizbeth Garrido Viveros

Derecho de las Cosas

Derecho Civil

28 de octubre de 2020
Puede ser considerado un bien todo aquello que puede ser objeto de apropiación y
en consecuencia tiene un valor económico y se encuentra dentro del comercio. El
conjunto de bienes, forma el patrimonio de las personas.

El Derecho de bienes es una de las áreas básicas del Derecho civil y tiene por
objeto, fijar o regular los bienes que integran el patrimonio de cada individuo y
determinar los poderes o facultades que el sujeto tiene sobre estos.
Existe una distinción fundamental entre los bienes muebles e inmuebles, donde los
segundos tienen una regulación especial dada su mayor relevancia económica.
Esta regulación especial se caracteriza por el hecho de que los actos y contratos
que tienen por objeto bienes inmuebles son solemnes. Además, los bienes
inmuebles están sujetos a un sistema de registro llevado a cabo por las autoridades
competentes.
Como bienes se denominan las cosas materiales o inmateriales que, desde un
punto de vista jurídico, son objetos de derecho, del mismo modo en que, desde una
perspectiva económica, son escasos, limitados y, en consecuencia, poseen un valor
que puede ser definido en términos monetarios. Como tal, la
palabra bienes proviene del latín bene, que significa ‘bien’.

Como bienes inmuebles, también denominados bienes raíces, son considerados


todos aquellos bienes que no pueden moverse del lugar donde están, como tierras,
edificios, casas, caminos, construcciones, minas, etc., juntamente con los adornos
o artefactos que tienen incorporados.

Lo que caracteriza a los bienes muebles, en comparación con los bienes inmuebles,
es su movilidad, es decir, pueden ser trasladados de un lugar a otro. Un automóvil,
una computadora, una cama o un refrigerador pueden ser considerados, en este
sentido, bienes muebles.
De acuerdo con el artículo 4 de la Ley de Patrimonio de las Administraciones
Públicas 33/2003, que expresamente derogó la ley de Patrimonio del Estado de
1962, por razón del régimen jurídico al que están sujetos, los bienes y derechos que
integran el patrimonio de las Administraciones Públicas pueden ser de dominio
público o demaniales y de dominio privado o patrimoniales.
Frente a esta definición, el artículo primero de la ya derogada Ley de Patrimonio del
Estado establecía que constituyen el mismo:
1º. Los bienes que siendo propiedad del estado se hallen afectos al uso general o a
los servicios públicos, a menos que una ley les confiera expresamente el carácter
de demaniales. Los edificios propiedad del estado en los que se alojen órganos del
mismo tendrán la consideración de demaniales.
2º. Los derechos reales y de arrendamiento de que el Estado sea titular, así como
aquellos de cualquier naturaleza que deriven del dominio de los bienes
patrimoniales.
3º. Los derechos de propiedad incorporal que pertenezcan al estado.

Pues bien, dicho esto y como ya adelantábamos, establece el artículo 4 de


la Ley de Patrimonio de las Administraciones Públicas que:
1. Son bienes y derechos de dominio privado o patrimoniales los que, siendo de
titularidad de las Administraciones públicas, no tengan el carácter de demaniales.
2. En todo caso, tendrán la consideración de patrimoniales de la Administración
General del Estado y sus organismos públicos los derechos de arrendamiento, los
valores y títulos representativos de acciones y participaciones en el capital de
sociedades mercantiles o de obligaciones emitidas por éstas, así como contratos de
futuros y opciones cuyo activo subyacente esté constituido por acciones o
participaciones en entidades mercantiles, los derechos de propiedad incorporal, y
los derechos de cualquier naturaleza que se deriven de la titularidad de los bienes
y derechos patrimoniales.
3. El régimen de adquisición, administración, defensa y enajenación de los bienes y
derechos patrimoniales será el previsto en esta ley y en las disposiciones que la
desarrollen o complementen. Supletoriamente, se aplicarán las normas del derecho
administrativo, en todas las cuestiones relativas a la competencia para adoptar los
correspondientes actos y al procedimiento que ha de seguirse para ello, y las
normas del Derecho privado en lo que afecte a los restantes aspectos de su régimen
jurídico.

Establece la Ley de Patrimonio de las Administraciones Públicas que la gestión y


administración de los bienes y derechos patrimoniales por las Administraciones
públicas se ajustarán a los siguientes principios:
a) Eficiencia y economía en su gestión.
b) Eficacia y rentabilidad en la explotación de estos bienes y derechos.
c) Publicidad, transparencia, concurrencia y objetividad en la adquisición,
explotación y enajenación de estos bienes.
d) Identificación y control a través de inventarios o registros adecuados.
e) Colaboración y coordinación entre las diferentes Administraciones públicas, con
el fin de optimizar la utilización y el rendimiento de sus bienes.
En todo caso, la gestión de los bienes patrimoniales deberá coadyuvar al desarrollo
y ejecución de las distintas políticas públicas en vigor y, en particular, al de la política
de vivienda, en coordinación con las Administraciones competentes.

La Ley de Patrimonio de las Administraciones Públicas regula detalladamente la


gestión y el aprovechamiento de los bienes patrimoniales en los siguientes términos:
1. La explotación de los bienes y derechos patrimoniales de la Administración
General del Estado que no estén destinados a ser enajenados y sean susceptibles
de aprovechamiento rentable será acordada por el Ministro de Hacienda, a
propuesta de la Dirección General del Patrimonio del Estado, cuando el plazo por el
que se concede dicha explotación sea superior a un año.
Si el plazo inicial de explotación no excede de un año, la referida competencia
corresponderá al Director General del Patrimonio del Estado.
2. Los presidentes o directores de los organismos públicos determinarán la forma
de explotación de los bienes y derechos patrimoniales que sean de la propiedad de
éstos.
3. La atribución del uso de bienes o derechos patrimoniales por plazo inferior a 30
días o para la organización de conferencias, seminarios, presentaciones u otros
eventos no se sujetará a los requisitos del presente capítulo. El órgano competente
fijará en el acto de autorización, tanto las condiciones de la utilización como la
contraprestación a satisfacer por el solicitante.
4. Las Administraciones públicas territoriales pueden instar la mejora del
aprovechamiento y explotación de los bienes y derechos patrimoniales mediante la
presentación de proyectos que afecten a estos bienes y derechos. Los proyectos
seguirán los principios a los que se refiere el artículo 8 de esta ley y los órganos
competentes estudiarán y, en su caso, resolverán las peticiones contenidas en estos
proyectos que afecten a estos bienes y derechos.
Por su parte, el artículo 106 regula los contratos para la explotación de bienes
patrimoniales señalando que la explotación de los bienes o derechos patrimoniales
podrá efectuarse a través de cualquier negocio jurídico, típico o atípico.
Añade que serán de aplicación a estos negocios las normas contenidas en el
Capítulo I del Título V de esta ley, y señala como tales contratos no podrán tener
una duración superior a 20 años, incluidas las prórrogas, salvo causas
excepcionales debidamente justificadas. Por último permite los contratos de
arrendamiento con opción de compra sobre inmuebles del Patrimonio del Estado
con sujeción a las mismas normas de competencia y procedimiento aplicables a las
enajenaciones.
El artículo 107 contiene una detallada regulación del proceso de adjudicación de los
contratos para la explotación de los bienes y derechos patrimoniales, los cuales se
adjudicarán por concurso salvo que, por las peculiaridades del bien, la limitación de
la demanda, la urgencia resultante de acontecimientos imprevisibles o la
singularidad de la operación, proceda la adjudicación directa. Las circunstancias
determinantes de la adjudicación directa deberán justificarse suficientemente en el
expediente.
Las bases del correspondiente concurso o las condiciones de la explotación de los
bienes patrimoniales se someterán a previo informe de la Abogacía del Estado o del
órgano al que corresponda el asesoramiento jurídico de las entidades públicas
vinculadas a la Administración General del Estado.
Tales contratos se formalizarán en la forma prevenida en el artículo 113 de la Ley y
se regirán por las normas de Derecho privado correspondientes a su naturaleza,
con las especialidades previstas en la propia Ley. A petición del adjudicatario podrá
prorrogarse el contrato para la explotación de bienes patrimoniales, por un plazo
que no podrá exceder de la mitad del inicial, si el resultado de la explotación hiciera
aconsejable esta medida.
Así mismo, el artículo 108 se refiere a los frutos y rentas patrimoniales de los bienes
que ahora nos ocupan en los siguientes términos:
1. Las rentas, frutos o percepciones de cualquier clase o naturaleza producidos por
los bienes patrimoniales de la Administración General del Estado se ingresarán en
el Tesoro Público con aplicación a los pertinentes conceptos del presupuesto de
ingresos, haciéndose efectivos con sujeción a las normas y procedimientos del
derecho privado.
2. Si la explotación conllevase la entrega de otros bienes, derechos o servicios,
éstos se integrarán en el patrimonio de la Administración General del Estado o del
organismo público con el carácter de patrimoniales.

Son los bienes a los que nuestro Código Civil define, por exclusión y
contraponiéndolos a los bienes de uso público, como los pertenecientes a las
provincias y pueblos. Los bienes patrimoniales de las entidades locales son objeto
del tráfico privado y las Corporaciones pueden adquirirlos no solo por atribución de
la ley, sino a título oneroso, por herencia, legado, donación, prescripción, y por
ocupación o por cualquier otro modo legítimo.
Según ha señalado nuestra jurisprudencia, la clasificación de los bienes según su
naturaleza y las personas a quienes pertenecen, es una cuestión meramente civil
que ha de resolverse aplicando, no las disposiciones administrativas, sino las del
Código Civil, en las cuales no se establece ningún dominio por parte del estado
respecto de los bienes de las provincias y los pueblos pues esto equivaldría a anular
el dominio de éstos, sin que exista incompatibilidad, por ejemplo, en que un monte
sea a la vez un bien patrimonial de un pueblo según el derecho civil, y un monte
público según el derecho administrativo( Sentencia del Tribunal Supremo de 6 de
abril de 1921).
En esta línea se ha declarado que el conjunto de usos y aprovechamientos de un
pueblo sobre un monte, consistentes en pacer, abrevar, hacer leña..., constituye un
verdadero dominio porque tal conjunto de derechos supone el poder hacer en los
montes cuanto permite la naturaleza de las cosas y las leyes que regulan la
propiedad comunal.
Clasificacion
Bienes
Los bienes pueden describirse como aquellos objetos adquiridos mediante un acto
mercantil o cuya posesión deriva de la activación de un supuesto jurídico. Es otras
palabras, se consideran bienes materiales e inmateriales aquellos que poseen
un valor económico. El término bien es utilizado para hacer referencia a cosas que
son útiles a quienes las usan o poseen. Para fines de comercio, los bienes son
cosas que pueden ser intercambiados por otros bienes, los cuales serán
aprovechados, adquiriendo los derechos de los beneficios que genere su posición.
Los bienes en general se clasifican en:

Esta distinción se hace a partir de que puedan o no trasladarse de un sitio a otro,


sin alterar su estado original. Como ejemplo de bienes muebles tenemos, un auto,
un animal o un cuadro, que son muebles por naturaleza. Son también considerados
bienes muebles los documentos donde consta la adquisición de derechos
personales, por ejemplo, un contrato de Renta, los bienes inmuebles son aquellos
que están inmovilizados desde el inicio de su existencia, sin intervención humana,
como un terreno, un río o una montaña.

Los bienes son muebles o inmuebles en razón de su naturaleza o por disposiciones


de expresa de la ley. Se consideran bienes inmuebles por su naturaleza, cuando
forman parte de la tierra o están adheridos a ella; y por disposición de la ley, cuando
en consecuencia de efectos civiles, por disposición de ley se señalan como
inmuebles. Se considera bienes muebles por su naturaleza, aquellos que se puedan
trasladar de un lugar a otro, ya sea cuenta propia o mediante fuerza exterior; y son
muebles por determinación de la ley, las obligaciones, derechos y acciones que
tienen por objeto cosas muebles o cantidades exigibles en virtud de acción personal;
asimismo, lo son todo los no comprendidos por la ley, en la clasificación de
inmuebles.
Las cosas fungibles son aquellas donde cualquier especie equivale a otra de la
misma especie en igual cantidad y calidad, el mejor ejemplo es el dinero donde un
billete o moneda equivale a otro del mismo valor y pueden sustituirse. Las no
fungibles no pueden reemplazarse, pues tienen condiciones particulares que lo
impiden, como una escultura, una pintura o cualquier otro bien al que no se le
reconozca un valor estimativo.

Este tipo de muebles tiene mucha trascendencia en materia de contratos, donde


esta clasificación cobra gran importancia, un ejemplo claro es que el contrato de
mutuo se realiza sobre cosas fungibles, y el comodato sobre cosas no fungibles.

Las cosas consumibles se agotan con el primer uso, por ejemplo, los alimentos. Las
no consumibles, pueden sufrir algún deterioro, pero se pueden seguir utilizando, por
ejemplo, una casa, un auto, la ropa etc.
Como regla general tenemos que los bienes consumibles son también fungibles, sin
embargo, es necesario tener en cuenta, que muchos bienes fungibles no son
consumibles

Como su nombre lo indica las cosas divisibles permiten ser separadas en partes sin
perder su esencia, y su valor como ejemplo tenemos, el dinero o un terreno. Las
indivisibles, al separar las partes del todo se inutilizan, por ejemplo, un animal de
granja. Un ejemplo claro de bien divisible es el dinero, el cual puede destinarse de
forma fraccionada, o la tierra que puede dividirse en lotes.

Algunos bienes requieren o no la inscripción en un registro especial. Por ejemplo,


son bienes registrables los inmuebles y los automotores.

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