No reconoce sus errores: no está dispuesto a reconocer que está equivocado por parte de sus empleados. Apropiarse de los méritos ajenos: Los empleados quieren ser reconocidos, y después recibir nuevas metas para motivarse. Si se dan cuenta de que no obtendrán reconocimiento o de que se lo robarán perderán su motivación. Falta de objetivos: cuando los jefes son malos comunicadores es que no son capaces de trasladar a sus trabajadores los objetivos y las metas de la compañía, así como los pasos necesarios para completar una tarea. Es rápido para culparte por los errores, pero rara vez expresa gratitud cuando tienes éxito: no dejar que el jefe lo enfrente a uno delante de los otros trabajadores, puesto que si se deja que pase una vez, seguirá pasando. Demasiado control: otro de las prácticas de los jefes que acaba con la motivación de los empleados es el exceso de control y de órdenes, acabando con la libertad y la creatividad de los trabajadores.