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Eeweta cris non Biblioteca E 2 sen Bolsillo Ex Se S4-5 cciunes Era, S.A. de CV: ae 1b0 México, DE :omales: Noria Roma, 06700 México, DAL hecho en México cond sade at Mexico ‘tae Moot, © Agustin Estrada porlada: Juan Carlos Olver , Alberto Castro Lefere oro no puede ser fotocopiado ni reprodacido @ parcialmente por ningtin medio o método sutorizacion por escaite del editor Tits houk may not be reproduced, in whole or in part, fe any fared, witheat written permission from the publishers wa n.cdicionescra.com. 10x, indice Presentacién 1. Definicién de la modernidad 2. “Renta tecnolégica” y “devaluacién” de la naturaleza , Acepciones de la Hustraci6n Imagenes de la dlanguitud La modernidad “americana” (claves para su comprensién) . De la Academia a la bohemia y mas alla . Arte y utopia . Sartre a lo lejos . eDénde queda ta “izquierda”? 10. Meditaciones sobre el barroquismo 11. £] 68 mexicano y su ciudad 12. La modernidad y la antimodernidad de los mexicanos OL HS Ge Orn © 9 35 43 57 87 115 135 157 177 183 209 231 Presentaci6n, “Lo humano sélo existe como tal si se realiza en la pluralidad de sus versiones concretas, cada una de ellas distinta de las otras, cada una sui generis, Anular esa diversidad equivaldria a la muerte de lo humano. Felizmente, esa homogencizacién ¢s imposible: el mapa de la diversidad humana nunca perderé la infinita multiplicidad de su colorido. La diferencia es inevita- ble. No hay fuerza que pueda uniformar el panorama abi- garrado de las identidades humanas Esta es la confianza que subyace bajo toda accién ejecutada y toda palabra dicha des- de Ia admiracion por lo humano en medio del universo y con el orgulio de pertenecer a uma especie que, pese a su presencia devastadora en el planeta, parece todavia ser capaz de rencau- zar su historia y encontrar para si misma modos de vida que dejen de implicar su autoanulacién y la anulacién de lo otro como condiciones permanentes de su reproduccién. Le huma- no se juega en Ja afirmacion de su diversidad, en la resistencia _ ‘Vel cortraataque ala dindamica imparable den que necesita consoliday a todos Tos humanos en una m diente, mientras mas homogénea, mas | décil a, las exigencias, del orden social actual y su sorda pero mpla able voluntad de catastrofe.. Al parecer serian dos las garantias que sostienen esta con- fianza humanisia: la primera, proveniente del pasado que se- guiria activo en el presente y, la segunda, de un futuro que apenas comenzaria a eshovarse en el presente, La identdad tradicional, cayas formas singulares se docu- mmentan innumerahlemente en las lenguas natucales, en bos ‘uses y Costambres cotidianos y en las cultaras que tas coltivan criticamente, proviene de un proceso de disefo cuyo origen se hunde en la noche de los tiempos, dotandola asi de un nt- cleo inexpugnable, pucsto a prueba mil veces, capaz de repe- 9 tirse a si mismo bajo las mas variadas metamorfosis. Nada po- dria alterarla realmente, ni la prepotencia conquistadora que ta aqueja en sus épocas de auge y la lleva a sobresaturarse de elementos identitarios ajenos ni la sumisidn a otras identida- des en tiempos de penuria, cuando los humanos a los que identifica se avergiienzan de ella, la deforman y¥ mialtratan, ¥ creen poder repudiarla, Transformada, sin duda, pero intacta en el fondo, reapareceria Siempre Ci “h ode intento de subsumirla en una identidad global y uniforme. Por otro lado, también el aparécimiénto de nuevos individuos colectivos de todo orden, sintoma de la transformacién civili-_ zatoria de nuestros dias, implica una proliferacién de iden- tidades desconocidas hasta ahora, dotadas cada una de mayor o menor fuerza ¥ permanencia; proliferacion que podria ofr e cer una resistencia al totalitarismo de la uniformacion ident taria impuesta por el funcionamiento dél aparato productivo disefiado en la modernidad capitalista. La argumentacién principal de los textos reunidos en el pre- sente volumen intenta problematizar la confianza humanista en estas dos aparentes garantias de la pluralidad indispensa- ble de lo humano, averiguar los mecanismos que llevan a ese poderoso impulso homogeneizador a esquivar, cuando no in- tegrar, las resistencias que le presentan las identidades natura- les ~sean éstas tradicionales 0 inéditas-. a imponerse sobre la tendencia centrifuga y multiplicadora que ellas traen consigo. La blanguitud —que no la blancura— es la consistencia identi- taria pseudoconcreta destinada a llenar Ja ausencia de concre- ci6n real que caracteriza a la identidad adjudicada al ser humano por la modernidad establecida. La maquinaria aparentemente perfecta de la produccién de la riqueza social, que en la modernidad se configura como un proceso de acumulacion de capital, tiene sin embargo un defecto de estructura; descansa en un parasitismo muy espe- cial: esta disefiada de tal modo que en ella el huésped, que ha subordinado completamente al anfitrién, debe cuidar ahora de que este Glimo no se extinga. El aparato productivo mo- derno es un cyborg invertido, en el que la parte mecanica no 1) cisamente la blanguitud. un tipo de ser humana.pertenecien| viene a completar sino que es completada por la ca, sin la cual no obstante le seria imposible func’ pital necesita que los agentes de su acumulacién. el y el capitalista, que en principio podrian ser robots ¢ voluntad propia, posean y reproduzcan al menos «: mo de esa facultad exclusiva de los humanos, puest: el fondo es la succién que hace de ella lo que a él le =: = ne en vida. ¢Gg@mo.construir.yna identidad humana en !: 2 huntad libre y ntanea se encuentre confundida ¢ : u cia irrefrénable a la valorizacién ¢ propio valor econémico, que laic en él con la fuerza de oluntad césica”, artificial? La solucion a problema s-. pudo ofreceria un tipo de ser humano cuya identidad <> una, historia particular.ya.centenaria pero que en ¢ amenaza con.extenderse por todo el plane ho es en principio una identidad de orden racial; la pseude 16n del homo capitalisticus incluye sin duca, por nece sidades de “coyuntura hist6rica, ciertos rasgos étmicos de | blancura del “hombre blanco’, pero sélo en tanto que enca: naciones ‘de otros rasgos mas décisivos, que son de orde €tico, que caracterizan a un cierto tipo de comportamient humano, a una estrategia de vida o de sobrevivencia. Una ciert apariencia “blanca”, que puede Hegar'a mostrarse de manera extremamente quintaesenciadas, es requerida, por ejemplc para definir la identidad ideal del ser humano moderno y ci pitalista, que serfa en principio una identidad indiferente los colores: para construir su blanquitud. Una apariencia qu no elude ningtin desfiguro, ninguna distorsién de Ja blanct ra, siempre que ellos contribuyan a demostrar a escala glob: la intercambiabilidad impecable de la voluntad libre del se humano con la “voluntad” automatica del capital y su valo gue se autovaloriza. Los cinco primeros capitulos del presente volumen prepara' y ponen a prucba este concepto de blanguitud. Los tres wt mos, en cambio, estan dedicados al tratamiento de una ide: tidad moderna completamente diferente, la identidad barre. frecuet en México tacio mos odo en la América Latina y particularmente zolémica con Edmundo O’Gorman, Jas medi- suitre ¢. barroquismo que se incluyen aqui intentan ar que e] “nuevo Adan”, el cricllo iberoamericano exal- tade per ei autor de las “Meditaciones sobre el criollismo”, le- jos de ser el sujeto de la historia det mestizaje, solo es una respuesta a una “sejetidad” que comienza a esbozarse en la pe- culiar manera que “se inventa” la poblacién indigena vencida de sodrevivir a la gran devastacion. Entre los dos grupos de ca- pftulos, el libro contiene ademas dos excursos conectados con ja historia de la modernidad: uno que aborda e! destino del arte en la “€poca de la actualidad de la revolucién”, donde se examina el aparecimiento de las vanguardias artisticas en la anterior vuelta de siglo y se comenta la tesis de W. Benjamin sobre la obra de arte “post-aurdtica”, y otro que reexamina el concepto de izquierda politica ala luz de una relectura del exis- tencialismo de Jean-Paul Sartre.’ | El autor quiere dejar constancia de la importancia que ha tenido el “Seminario universitario sobre la modernidad” en 1a gestacidn de los textos reunidos en este libro. Sin este espacio de reflexién, abierto generosamente por la Universidad Nacional Auténoma de México y funcionarios de ella como el rector José Narro y el secretario gencral Enrique del Val, la problemati- zacion pitblica de temas aparentcmente algjades de las urgencias inmedia- las de la vida, como los que se abordan aqui, resultaria extremadamente dificil, sino es que imposible 12 1. Definicién de la modernidad Dies Werben um den Kosmos, dieser Ver such zu neuer, nie erhdrter Vermihlung mit den hosmischen Gewalten, vollzog sich im Geiste der Technik. Weil aber die Profil- gier der herrschenden Klasse an ihr tiven Willen su biifen gedachie, hat die Technik die Menschheit verraten und das Breutla- ger in ein Blutmeer verwandelt! Walter Benjamin, Einbuhnstrape La novedad de lo moderno Considero que podriamos partir de lo que es mas evidente: la modernidad es la caracteristica determinante de un conjunto de comportamientos que aparecen desde hace ya varios sk glos por todas partes en la vida social y que el entendimiento comtin reconoce como discontinuos e incluso contrapuestos —ésa es su percepcién— a la constimicién tradicional de esa vir da, comportamientos a los que precisamente llama “moder- nos”, S¢ wata ademas de un conjunto de comportamientos que estarfa en proceso de sustituir esa constitucion tradicio- nal, después de ponerla en evidencia como obsoleta, es decir, como inconsistente e meficaz. Puede ser vista también, desde otro dngulo, como un conjunto de hechos objetivos que resul- tan tajantemente incompatibles con la configuracién estableci- da del mundo de la vida y que se afirman como innovaciones “Este cortejar al cosmos, este intento de un matrimonio nuevo, inau- dito, con las potencias cdsmicas, se cumplié en el espiritu de la técnica. Pe- ro como la avidez de ganancia de la clase dominante pretendié calmar con ella su ambicién, la técnica traicioné a la humanidad ¢ hizo del lecho nup- cial un mar de sangre.” 13 substanciales Wamadas a satistacer una necesidad de transfor- macion surgida en el propio seno de ese mundo. Tomados asi, como un conjunto en el que todos ellos se complementan y fortalecen enue si, ya de entrada estos fend- menos modernes presentan su modernidad como una ten- dencia civilizatoria dotada de un nuevo principio unitario de coherencia o estructuracion de la vida social dvilizada y del mundo correspondiente a esa vida, de una nueva “1égica” que se encontraria en proceso de sustituir al principio organiza- dor ancestral, al que ella designa como “tradicional”. Para precisar un poco mas el asunto voy a mencionar al azar ares fendémenos en los que se manifiesta esta caracteristica de lo moderno o en los que se muestra en accién esta “légica” nuc- va, moderna. Quisiera mencionar primero el fenédmeno moderno que es Jal vez el principal de todos ellos: me reficro al aparecimiento _de una confianza practica en la “dimensién” puramente “fisk ca” ~es decir, no “metafisica”— de la capacidad técnica del s humano; Ja confianza en la técnica basada en eluso de una ra- z6n que se protege del delirio mediante un autocontrol de consistencia matematica, y que atiende asi de manera pre- ferente o exclusiva al funcionamiento profane o no sagrado de la naturaleza y el mundo. Lo central en este primer fené- meno moderno esta en la confianza, que se presenta en el comportamiento cotidiano, en la capacidad del ser humano de aproximarse o enfreniarse a la naturaleza en términos pu- ramente mundanos y de alcanzar, mediante una accién pro- gramada y calculada a partir del conacimiento matematizado de la misma, efectos mas favorables para él que los que podia garantizar la aproximacion tradicional a lo otro, que cra una aproximacién de orden magico. En la confianza en una téc- nica eficientista inmedita (“terrenal”), desentendida de cual- quier implicacién mediata (“celestial”) que no sea inteligible en términos de una causalidad racional-matematica. Se trata de una confianza que se amplia y complementa con otros fendémenos igualmente modernos, como seria, por ejem- plo, la experiencia “progresista” de Ja temporalidad de la vida 14 _yel mundo; la conviccir mpirica de que el ser h taria sobre la Gerra para dominar sobre ella, ejeice 7 quistadora de manera creciente, aamen extendiendo su dominio con el tiempo, siguiendo una temporal recta y ascendente que es la Jinea del progreso. L= version espacial o geografica de este progresismo es a dada otro fenémeno moderne que consiste en lo que puede lla se la determimacién citadina del lugar propio de lo humar< De acuerdo con esta practica, ese lugar habria dejado de ser el campo, el orbe rural, y habria pasado a concentrarse Justa- mente en el sitio del progreso técnico; alli donde se asienta. s¢ desarrolla y se aprovecha de manera mercantil la aplicacion técnica de la razin matematizante. Como se ve, estamos ante una confianza practica nueva que se impone sobre la confianza técnica ancestral —a la que se contrapone- en Ia capacidad magica del ser humano de pro- yocar la intervencién en su vida de fuerzas sobrenaturales benévolas, de dar lugar ala accion favorable de los dioses o in- cluso, ya en ultima instancia, del propio Creador. Este fendmeno moderno central implica un_atefsmo. en. ¢l plano del iscurso reflexive, el_descreimiento en. in: lancias “metafisicas magicas; trae consigo todo aquello que Js deJacmn de Dios” del,desencantamiento” (Entzauberung) del. mundo segrin Max Weber, 0 de la “di esdeificacion” (Enigétterung) , segar Heidegger Fs un fenémeno que consiste €n una sustitucidr radical de la fuente del saber humano. La sabiduria revelad: es dejada de lado en calidad de “supersticién” y en lugar de ella aparece como sabiduria aquello de Jo que es capaz de en terarnos la razén que matematiza la naturaleza, el “mundc fisico”. Por sobre la confianza practica en Ja temporalidad ci clica del “eterno retorne” aparece entonces esta mueya con fianza, que consiste en contar. con.que tavida humana, y * historia estan lanzadas hacia arriba y hacia delante, en ¢l s¢: tido del mejoramiento que yiene con. el ‘tiempo. Y apar también el adiés a la vida agricola como la vida auténtica ser humano —con su promesa de paraisos tolstoianos—. lac mos de Ja literatura, sobre la modernidad ace. signa de que “el aire de la ciudad libera”, el elogio de la vida en la Gran Ciudad. Un segundo fenémeno mayor que se puede mencionar co- mo lpicamente moderno tiene que ver con algo que podria Namarse la “secularizaci6n de lo politico” o el “materialismo politico”, es decir, el he che de que en la vi na primacia de la “politica econdmica” sobre todo otro tipo ‘politicas” que uno pueda imaginar 0, puesto en otros ; Ja primacia de la “sociedad civil” 6 “burguesa” en la de- finicidn de los asuntos del Estado. Esto es lo moderno; es algo nuevo que rompe con el pasado, puesto que se impone sobre la tradicién del “espiritualismo” politico, es decir, sobre una practica de lo politico en la que lo fundamental es lo religio- so o en Ja que lo politico tiene primaria vy fundamentalmente que ver con Io cultural, es decir, con Ia reproduccién identi- taria de la sociedad. El materialismo politico, la secularizacién. de la politica, implicaria entonces la conversion de la institu- cién estatal en una “supraestructura” de esa “base bur; guesa” o “material” en que la sociedad funciona como una lucha de propietarios privados por defender cada uno los intereses de sus respectivas empresas econémicas Esto es lo determi, nante en la vida del Estado moderno; lo otro, cl | aspecto mds bien comunitario, cultural, de reproduccién ¢ de la identidad colectiva, pasa a un segundo plano. ~ Pensemos ahora, en tercer lugar, en el individualism, enel__ compo! jento social practico que presupone que el] Atomo de la realidad humana es el individuo singular. Se trata de un fendémeno caracteristicamente moderno que implica, por ejem- plo, el igualitarismo, la conviccién de que ninguna persona es superior o inferior a otra; que implica también el recurso al contrato, primero privado y después publico, como la esencia de cualquier relaci6n que se establezca entre los individuos singular es 0 colectivos;, quc implica fmalmente Ja conviccion democratica de que, si es necesario un gobierno republicano, 1€ ser una gestion consentida y decidida por todos los iguales. Es un fenémeno moderno que se encuentra siem- pre en proceso de imponerse sobre Ja tradicin ancestral del Ester 16 comunitarismo, es decir, sobre la conyiccién de que el dtomo de la saciedad no es el individuo si ingular mo un conjunto de individuos, un individuo colectivo, una comunidad, por mini- ma que ésta sea: una familia, por ejemplo; siempre en. proce- so de éliminar la diferenciacion j detarquizante que se genera cspontancainente entre los individues que componen una co- munidad, di desconocer la adjudicacién, que se hace en estas sociedades tradi modernas, de compromisos so- ciales innatés ‘al individuo singular y y¥ que Io trascienden. El individualismo se contrapone a todo esto: al autoritarismo na- tural que esta en la vida publica tradicional, a que haya una je- rarquia social natural, al hecho de que los vicjos 0 los sabios, por ejemplo, tengan mayor valia en ciertos aspectos que los jovenes, go bien de que los sefiores, los duetios de la tierra, sean mas im- portantes o tengan mds capacidad de decisién que los demas ciudadanos. EL. individ alismo_es asi u de Jos fenémenos modernos mayores; introduce una forma la oposicién entre ine "Estos son tres ejemplos de ese conjunto de fenémenos mo- dermos cuya modernidad consiste en afirmarse a sf mismos como radicalmente discontinuos Pespecto de una estructura tradicional del mundo social y como “llamados” a vencerla ya sustituirla. En referencia a esos fenémenos quisiera Hamar la atencién brevemente sobre dos datos peculiares que ilustran el cardcter problematico de esta presencia efectiva de la modernidad co- mo una discontinuidad radicalmente innovadora respecto ci la tradicién. Lo primero que habria que advertir sobre la modernid: como princi io estructurador de la modernizacién “realmen- ‘te existénte” dé Ta Vida Tiiiana es que se trata de una moda- lidad ‘civilizatoria que domina en términos reales sobre otros principios estructuradores no modernos 0 pre-modermos con los que se topa, pero que esta lejos de haberlos anulado, en- terrado ¥ sustituido; es decir, la modernidad se presenta com: 6 ue intento que esta siempre en trance de vencer sobre ¢1l < 4 af pero como un intento que no llega a cumphi eplenamente. que debe mantenerse en cuanto tal y que tiene. por tanto que coexistir.con_las cstructuraciones tradicionales de ese Tmunde social. En este sentido, mas que en el de Habermas, sf puede decirse que la modernidad que conocemos hasta ahora es “un proyecto inacabado”, siempre incompleto; es como si algo en ella la ineapacitara, para ser jo que pretende ser: una alterna- tiva civilizatoria “superior” a la ancestral o tradicional. Este es un primer dato peculiar que a mi parecer hay que tener en cuenia en Jo que toca a estos fendmenos modernos y su mo- dernidad. Lo segundo que Slama Ja atencidn, desde mi punto de vis- la modernidad establecida es siempre ambigua y s empre dé manera ambivalente respecto deta bis queda que hacen los individuos sociales de una mejor dispo- | sicién, de satisfactores y de una mayor libertad de accion. E: decir, la modernidad que existe de hecho es siempre positiva, pero es al inismo tiempo siempre negativa. En efecto, si la mo- dernidad se presenta como una ruptura o discontinuidad ne- cesaria frente a lo tradicional es sin duda porque permite a los individuos singulares la disposicién de mayor y mejor canu- dad de satisfactores y el disfrute de una mayor libertad de ac- cién. Ahora bien, lo interesante esta en que la experiencia de esta “superioridad” resulta ser una experiencia ambivalente, puesto que si bien es positiva respecto de estas dos necesida- des a Jas que pretende estar respondiendo, resulta al mismo tiempo negativa en lo que toca a la calidad de esos satisfacto- res y de esa libertad: algo de lo viejo, alguna dimension, algtin sentido de lo ancestral y tradicional queda siempre como in- superable, como preterible en comparacién con lo moderno, La ambigiiedad y la ambivalencia de los fendmenos modernos y su modeynidad son datos que no deberian dejarse de lado en el examen de los mismos. La modernidad y el “desafio” de la. “neotécnica” Quisiera pasar ahora a un segundo punto en estas reilex! > sobre el concepto de modernidad. Tal vez lo mas conve para describir en qué consiste la modernidad sea relata: d6nde proviene, cudl es su origen, cudl es su base o {un mento, es decir, datar aunque sea de una manera genera aproximada su aparecimiento hist6rico. ‘Tal vez asi pueda pe cibirse o definirse mejor en qué consiste la modernidad de ¢+- tos fenédmenos modernos. Hay que decir, en primer Ingar, que en Ia historia det trata- miento de la modernidad se ha detectado una buena cantidad de fenémenos que pueden lamarse “temprano-modernos” 0 proto-modernos en €pocas muy anteriores al siglo XIX, el “si- glo moderno” por antonomasia. Y esto no s6lo en Jos tiempos en los que suele ubicarse el inicio histérico de la moderni- dad, entre el sigio XV y el XVI. En el Renacimiento, segtin unos, con el surgimiento del “hombre nuevo” -respecto del “viejo” ser humano de la época medieval-, de ese hombre bur- gues que cree poder “hacerse a si mismo” saliendo de la nada, reconquistar premeditadamente la densidad cualitativa de una identidad humana concreta que habia sido sacrificada por los evangelizadores de Europa y su cristianismo radical, despreciativo del “mundo terrenal” y sus cualidades. Otros ven coincidir este aparecimiento de la modernidad con el descu- brimiento de América, puesto que seria a partir de él que ¢l mundo deja de ser un universe cerrado y se abre hacia las fronteras infinitas, como dice Koyré. Hay quienes ubican ese comienzo mucho més aca en la historia y sostienen que la mo- dernidad comienza verdaderamente con la Revolucién indus- trial del siglo XVII y que corresponde propiamente al siglo XIX, a la consolidacién de la Gran Ciudad que tiene lugar entonces. Pero ~y esto es sumamente interesante— hay tam bién autores, como Horkheimer y Adorno en su Dialéctica de la Ilustracién, que Megan incluso a detectar una modernidad en ciernes ya en la época antigua de Occidente, subrayando 1 asi el caracter occidental de la modernidad en general. Se ha- bla por ejemplo de la presencia, dentro de la tradicién que arranca de la mitologia griega, de una figura como Prometeo, cl titan que entrega el fuego a los hombres, que rompe el do- minio monopélico ancestral de Ja casta sacerdotal sobre este medio de produccién y la administraciOn de su uso, “desper- tando asi en el corazén de los mortales la esperanza” de que “las cosas cambien”, la miseria se mitigue; de que el tiempo de- je de ser el tiempo siempre repetidor, ciclico, del “eterno retormno”. Al abrir nuevas posibilidades de uso para el fuego, Prometeo despierta la idea de una temporalidad que deja de ser cerrada y se abre hacia el futuro, inaugurando asi un ele- mento esencial de los fen6menos modernos y de su moderni- dad. O bien se destaca, como lo hacen Horkheimer y Adorno, la protomodernidad de una figura homérica como Odiseo, el héroe que hace ya un uso distanciado o “ilustrado” de la mi- tologia arcaica y que es capaz de desdoblar su yo y ser un su- jeto que dispone de si mismo como objeto; que puede hablar consigo mismo de si mismo como si fuera con otro y de otro, y de manipular de esta manera e] momento conquistador de la naturaleza que hay en la renuncia (“Entsagung’) o posposi- cién productivista del placer, en el autosacrificio de los in- dividuos singulares. Para ellos, en el personaje Odiseo estaria ya el primer esbozo de un nuevo tipo de ser humano, un pro- to-burgués, un individuo identificable ya como modemo. Otros mas hablan de Ia éejné griega que se autopresenta mi- ticamente en la figura de Dédalo, el artifice, ci inventor por excelencia, el que, por ejemplo, entre tantas otras cosas, se in- genia un simnulacro de vaca para que la reina Pasifac pueda enganar a la naturaleza y gozar del toro maravilloso regalado por Neptuno a Minos, su marido; el que sugiere el hilo guia para que Ariadna y Teseo escapen del laberinto después de matar al Minotauro; cl que confecciona un par de alas, con la eficacia de las de un pajaro, para huir, volando por los aires, de {fa isla de Minos convertida en prisién. Es también cl arti ta que rompe con el hieratismo canénico en las formas plasti- cas al hacer visible en elas su causa eficiente. Con la figura de 20 Dédalo aparece el primer hombre netamente “técn'- que se propone, inventa, calcula y disefia nuevos instru imitando desde la perspectiva humana y para las dimensic’ de lo humane Ja eficacia del comportamiento de la natura’: za. Conectada intimamente con la figura de Dédalo esta, en ¢ relato mitico, la de Teseo, ei héroe fundador para los griegos atenienses —asesino involuntario de Egeo, su padre, cl rev sagrado, y vencedor de Minos, garante de esa sacralidad a cambio de sangre de jévenes griegos- el descubridor de la Je- gitimidad profana del poder politico; el instaurador de la so- berania y autonomia de la polis por encima de la soberania tradicional y divina de los reyes. En fin, no faltan indicios fas cinantes que apuntan al hecho de que la modernidad de los fendémenos modernos se muestra ya en destellos en la época de los griegos. Sin desechar Jos plantearmicntos anteriores, me parece, sin embargo, que resulta mds explicativo de la madernidad reco- nocer st origen y fundamento en un momento histérico dife- rente, muy posterior al del aparecimiento de los fenémenos de la protomodernidad griega. Me refiero a un momento en la historia de la técnica que se ubicaria alrededor del siglo X de nuestra era y que ha sido puesto de relieve por Lewis Mum- ford en su obra Técnica y civilizacion, siguiendo la tradicién de Patrick Geddes y en concordancia con Marc Bloch, Fernand Braudel y otros estudiosos de la tecnologia medieval, como Lynn White, por ejemplo. Dicho entre paréntesis, seria ese momento histérico que queda presupuesto en el ensayo de W. Benjamin sobre la nueva obra de arte, cuando habla de una “segunda técnica” o una “técnica lidica”. Se trata del mo- mento histérico de una “revolucién tecnolégica”, como le Lla- man estos autores, que se esboza ya en torno a ese siglo X, durante lo que Mumford llama la “fase eotécnica” en Ja historia de Ia técnica moderna, anterior a las fases “paleo-técniica” v “neo-técnica” reconocidas por su maestro Geddes. Una revo- hucidn tecnoldgica que seria tan radical, tan fuerte v decisiva to que alcanza a penetrar hasta las mismas fuentes de energia v la propia consistencia material (fisico-quimica) del campo insuumental- que podria equipararse a la Jlamada “re- volucién neolitica”. Se tata de un giro radical que implica reubicar la clave de la productividad del abajo humano, si- tuarla en la capacidad de decidir sobre la introduccién de nuevos medios de produccién, de promover la wansformacion de Ja estructura técnica del aparataje instrumental. Con este giro, el secreto de la productiv idad del trabajo humano va a dejar de residir, como venia sucediendo en toda la era neoli- tica, en el descubrimiento fortuito o esponténeo de nuevos instrumentos copiados de la naturaleza y en el uso de los mis- mos, y va a comenzar a residir en la capacidad de emprender premeditadamente la invenci6n de esos instrumentos nucvos y de las correspondientes nuevas técnicas de produccion. Este seria entonces el momento de la revolucidn de la “eotécnica”, la “edad ‘auroral” —dice Mumford- de la técnica moderna. Lo principal de este recentramiento tecnaldgico esta, des- de mi punto de vista, en que con él se inaugura [a posibilidad de que la sociedad humana pueda construir su vida civilizada so- bre una base por completo diferente de intcraccién entre lo humano y lo natural, sobre una interaccién que parte de una escasez sélo relativa de la riqueza natural, y no como debieron hacerlo tradicionalmente las sociedades arcaicas, sobre una interaccién que se movia en medio de la escasez absoluta de la riqueza natural o de Ja reticencia absoluta de la naturale- za ante el escéndalo que trafa consigo la humanizacion de la animalidad. A diferencia de la construccién arcaica de Ja vida civilizada, en la que prevalecia la necesidad de tratar a la na- turaleza ~lo otro, lo extrahumano- como 4 un enemigo ame- nazante al que hay que vencer y dominar, esa construcci6n puede ahora, basada en esta nueva técnica, tratarla mas bien como a un contrincante/colaborador, comprometido en un enriquecimiento mutuo. La conversién narcisista que defiende Ja “mismidad” amenazada del ser humano mediante la con- versidn de lo otro amenazante, la “Naturaleza”, cn un pure ob- jeto que sdlo existe para servir de espejo a la auloproeyeccién 22 ser humano gracias a la revolucién ecto imiciada <2. momento “eotécnico” de la historia tecnolégica al que ° referencia Mumford. | (ad de que Ja interaccién del ser humano y lo otro.no esté ‘dirigida a la eliminacién de uno de los dos sino a la colabora- cién entre ambos para inventar o crear precisamente dentro de lo otro formas hasta entonces inexistentes en a él. La posibi- lidad de que el trabaj ma para dominar a la nauuraleza en € propio cuerpo humano y €n Ta realidad exterior, de’ qué Ta sujetidad humana no im- plique la anulacién di de Ja sujétidad —inevitablemente misterto- sa— de lo otro. El transito a la neotécnica implica la “muerte del Dios numi- noso”, el posibilitador de la técnica magica 0 neolitica; muerte que viene a sumarse a la “agonia” del “Dios religioso”, el pro- tector de la comunidad politica ancestral, una agonfa que venia aconteciendo al menos por dos mil afios con la mercantifica- cidn creciente de la vida social, es decir, con el sometimiento de las comunidades humanas a la capacidad de la “mano invisible del mercado” de conducir sus asuntos terrenales. En una primera definicién aproximada se podria decir que la modernidad consiste en la respuesta o re-accién aquiescente y constructiva de la vida civilizada al desafio que aparece en la historia de las fuerzas productivas con la revoluci6n neotécni- ca gestada en los tiempos medievales. Seria el intento que la vida civilizada hace de integrar y asi promover esa neotécnica (ia “técnica segunda” o “Iidica” presupuesia por W. Benjamin' lo mismo en su propio funcionamiento que en la reproduc- cién del mundo que ha levantado para cllo. La modernidad seria esta respuesta positiva de la vida civilizada a un hecho ¢ tes desconocido que la practica productiva reconoce cuané: “ogo re” en la practica que la clave de la productividad del kumano ha dejado de estar en el mejoramiento o uso o de la tecnologia heredada y ha pasado a centrarse nyencion de nuevas tecnologias; es decir, no en el per- enamiento casual de los mismos instrumentos sino en la oduecién planificada de instrumentos mucvos. Cuando Dé dalo reaparece, pero ya no como la figura esporadica de una :” . en cl Ambito del trabajo y Jas artes, sino como la fi condicién misma de su realizaci6n plena. » yan cle decir entonces que la modernidad no es la caracte- ristica de un mundo civilizado que se encuentre ya reconstitu: do en concordancia con Ja revolucién tecnolégica post-neolitica, sino la de una civilizacién que se encuentra comprometida en um contradictorio, largo y dificil proceso de reconstitucién ua proceso histérico de “muy larga duracién” -usando un térmi- no de Braudel- que de ninguna manera tiene asegurado el. cumplimiento de su meta. Ya desde el primer siglo del segun- do milenio se gesta y comienza a prevalecer algo que ~exage- rando la formula de Freud- podriamos Hamar “un malestar en la civilizacion”, una Stinunung o “estado de dnimo” que pa- rece caracterizar a toda la vida civilizada del Occidente euro- peo. Un “malestar” que la afecta primero débilmente, pero después, a partir del siglo XVI o del siglo XVIII, de manera ca- da vez mas aguda, hasta convertirse desde finales del siglo XIX en un borizonte animico verdaderamente determinante de la experiencia cotidiana. Yes_que la expe cia practica que se expresa.cn.este “malestar” es la de una forma social o una ‘estructura institucional que se reproduce tradicionalmente porque sigue. siendo indispensable para la vida, pero cuyo contenido se enrarece crecienteménté, convirticndola en una especie de simple simulacro 0 imi dé To que ella misma fue en el ‘pasado. Tal seria el caso, por ejemplo, del cristianis- mo, un rasgo esencial de la civilizacion occidental pre-capita- lista al que el Occidente moderne recurrié en sus primeros pasos -y al que sigue recurriendo hasta nuestros dias, aunque sea en una version ya caricaturesca~ para ocultar, tras su en- raizamiento en Ios usos y costumbres tradicionales, ¢l hecho 24 de que la “escasez absoluta” de la que él parte para justiZicar su morai ha dejade de ser “natural” con la neotécnica y se ? vuelto artificial, reproducida solamente para efectos de la acu- mulacién capitalista. Este “malestar en la civilizacién” consiste en la experiencia practi : gue sin las f s tra dicionales ‘po sé puede llevar una vida civilizada, pero que ellas mismas se han vaciado de contenido, han pasado a ser una mera ¢ ueca.., E] contenido de la forma socia} consiste en la necesidad de la comunidad, transmitida a todos los miembros singulares de ella, de contribuir con el sacrificio de una parte de si mis- mos a la lucha colectiva por afirmar la mismidad de la comu- nidad en el enfrentamiento a lo otro, a la naturaleza {y a los otros, los “naturales”). Las formas sociales no son otra cosa que érganos o medios de sublimacién de un autosacrificio, de una represién productivista que en principio ha perdido ya su razon de ser. Para precisar la idea de esta relacién entre la forma y el con- tenido de las realidades institucionales tradicionales resulta util observar, por ejemplo, aunque sea de paso, lo que se festeja ac- tualmente en las ceremonias nupciales. En estas ceremonias se festeja el sacrificio que la comunidad social hace del polimor fismo sexual de sus individuos singulares, la forma que adopta la represién de la libertad de identificacién sexual; un sacrifi- cio que. siendo necesario solo en las condiciones arcaicas de la construccién social, es atin consagrado y encomiado por ellas en los tiempos modernos como naturalmente necesario e in- cluso como deseable por parte de todos los que se van a some: ter a él. Por ejemplo, la condena impuesta sobre el varén de guerrear y producir “como hombre” o la condena impuesta so- bre la hembra, de procrear y admimistrar fa casa “como mujer” esta doble condena que excluye {y castiga) otras opciones de identificacién sexual o “de gender” seria el contenido de la for ma institucional del matrimonio, una forma que presenta 12 pérdida ontologica de esos varones y hembras “proto-huma nos”, de esos jévenes de identidad sexual indecisa, como < fuera cl ascenso a la “plena humanidad”, a esa humanidad < sabria sido creada por Dios para ser sexualmente bipartita. El matrimonio como fundacién de a familia, que es el dtomo de las sociedades tradicionales, es una forma institucional del apa- reamiento humano que debe disimular el vaciamiento de su contenido en los tiempos modernos, lo deleznable que se vuel- ve cada vez mds la necesidad de sacrificar el polimorfismo sexual, y que se ayuda para ese disimulo precisamente con el festejo de esa necesidad en la ceremonia nupcial. La experien- ca del cardcter insostenible y al mismo tiempo indispensable que adquieren las formas arcaicas del apareamiento humano en los tiempos modernos es sélo un ejemplo de ese ya casi mi- lenario “malestar en la civilizact6n”. El “malestar en la civilizaci6n” muestra que la necesidad del sacrificio, sin haber desaparecido como corresponderia a una vida propiamente moderna, si se ha debilitado; que la forma civilizatoria ancestral, aunque no esté atin deslegitimada pile- namente, se ha vuelto ya profundamenie cuestionable. Sugiere que la modernidad efectiva o realmente existente no acaba de aceptar o simplemente no puede aceptar su propia base, es decir, no termina de integrar la neotécnica —la “técnica se- gunda” o “lidica”-, con los efectos de abundancia y cmanci- pacién que ello traeria consigo; que no acaba de afirmarse plenamente sobre ella en lugar de seguir sustentandose sobre la técnica arcaica, neolitica o de conquista de la naturaleza. De esta inconsistencia de la modernidad realmente existente —obstaculizar la tendencia de aquello que la desperté—saldria precisamente la capacidad de supervivencia que tienen las for- mias sociales arcaicas o tradicionales. La modernidad, el capitalismo y Europa Pienso que si se quiere encontrar una explicacion de esta in- Sistencia de la modernidad historicamente establecida, hay que buscarla en la zona de encuentro de la modernidad con el capitalismo. Para ello creo que es importante tener en cuenta una distincién que se remonia a la filosofia de Aristo- 26 teles v que nos permite hablar de una “modernidad potenc o esencial, opuesta a la modernidad efectiva 0 realmente ex? tente, a la que tanto mencionamos. Se podria decir que aparecimiento de la neotécnica, de esta revoluciOn tecnol gica que arranca del siglo X, Uae consigo algo asic “desafio” que es echado sobre 1 vida civilizada, el de acer: algo con ella: det rechazarla de plano o ° de ace] tarta, Ristierdose asi a Tas alteraciones que € ello ra aeheais c en rel “PROVES Avilizatorio qué la anima en cada caso reto ° Que en efecto se*trata de un desafio se compruel a por el sinndmero de transformaciones en el proceso de trabajo que se registran em csa €poca a todo lo ancho del plancta y que pa- recerian ser distintas reacciones que se dan en Ia vida civilizada a la transformacién técnica espontanea de las fuerzas produc- tivas. Los historiadores de [a técnica relatan que son muchas las civilizaciones, en Oriente primero y después también en Occidente, que van a responder al desafio de la neotécnica, que van a actualizar la esencia de la modernidad, a hacer de ésta una modcrnidad realmente existente, y ello de maneras muy diferentes. Hay sin embargo, entre todas ellas, una qu concentra en el} aSpeclo_ ale de lan ANEva PLODUCH manera mas absiracta y univers: portable”; mas evidente« vert ef pi en _términos historico4 pragmiatico: Seri precis ae este “éxito historico” de la respuesta occidental el que hara del Oc- cidente romano cristiano un Occidente ya propiamente eurc- peo y capiralista. Lugar de origen y centro de irradiacion de la modernidad capitalista, la Europa “histdrica” se identifica cor, lo moderno y lo capitalista; no hay que olvidar, sin embarg:: que, aparte de ella, ha habido y hay otras Europas “perdec-.- ras”, minoritarias, clandestinas 0 incluso inconscientes, dispuic~ tas a intentar otras actualizaciones de lo moderno. Ahora bien, la clave de este éxito de la respuesta p: vista abstracta del Occidente cristiano al desafio de nica esta —siguiendo el plantcamiento de Fernand Brandel- en el encuentro fortuito de dos hechos de diferente orden, que se da en Europa y no en otros lugares de] planeta. El primero es el de las dimensiones reducidas del mundo civilizado dentro del que se experimenta en la practica Ja presencia de la revo- lucién neotécnica; las dimensiones del “pequeno continente europeo”, como lo llama Braudel, facilitan la interconexién de los brotes de neotécnica que aparecen, en un espacio geogra- fico “manejable”. Se trata ademas de un escenario practico di- namizado —como dice el mismo Braudel- por una “dialéctica” muy peculiar, ta “dialéctica norte-sur” —“de amor-odio”— entre la Europa mediterranea y la del Mar del Norte. La aceptacién del reto neotécnico por parte del Occidente romano cristiano a partir de este movimiento que unifica los medios de produccién del “pequefio continente europeo” me- diante la peculiar dindmica de la “dialéctica norte-sur” contri- buye detérminantemente a que ella resulte mas efectiva o mds prometedora en el plano pragmatico. E] otro hecho que converge fortuitamente en la explica- cién del éxito histérico pragmatico de la respuesta occidental al impacto de Ja neotécnica seria la presencia ya considerable para entonces de] comportamiento capitalista en su economia mercantil. De acuerdo no sdlo a Braudel sino sobre todo a Marx, cuando habla de Jas “formas antediluvianas del capital”, el comportamiento capitalista ‘existe ya en el orbe mediterra-_ neo desde la época homérica. Ya desde entonces el capitali mo sé encuentra determinando, si se quiere sdlo des e- afuera, desde el comercio y la usura, el proceso de produccién y consumo de jas sociedades europeas, imponiendo su im- pronta en ellas, convirtiéndolas a una fe productivista que ellas no conocian. Asi, pues, la coincidencia de estas dos cosas, Ja dinamica au- tomotivada de unas fucrzas productivas de dimensiones rela- tivamente menores y por ello faciles de interconectar, por un lado, y la accion ya determinante del capitalismo primitivo en la economia mercantil, por otro, daria razén de que la re-ac- cién del Occidente romano cristiano al aparecimiento de la 28 neotécnica haya llegado a ser la actualizacién de ia m dad que encontr6 las mayores posibilidades de desarm. términos pragmaticos. En _Occidente, Ja neotécnicaes.convertide mento excepcional de |. 1 5 “présa_privada que Mleva a la consecuc’ cién de "una ganancla ©x- traordinaria, 1 un ee de ganas que, como lo explica Maz igmatica mas que mere: antl dispone de una n la base o garantiza | 0g rar malmente los otros emp tas” O=, COT. que compite. La neotéc nee cibida asi desde una perspec- tiva en la que clla no es otra cosa que el secreto de la conse- cuci6n de una ganancia extraordinaria, la clave de un triunto en la competencia mercantil que s6lo podra ser superado por un nuevo uso de esa misma clave. Es importante: sabrayar que a partir de este peculiar eiireg nivel épu ‘glo XVUL Se trata de una simbiosis que se, venia rante un largo tiempo, madurando s1 u organi al fin, cn el stando do fabio io que I Te lanza el ap: aparecimiento de las ‘dela ncotécnic a, manera. Tatada en Occidente. ‘aLméi todo con alli se ‘formulé esa respnesta, Queda atada al 6rgano de. potenciar exitosamente el aspecto multiplicador nic: queda confundida con el apitalismo. El ca- sme sé transforma en un “serve padroné’ de la modernidad: © por ella a ser su instrumento de respuesta al revolt miento de la neotécnica, se convierte en su amo, en el senor de la modernidad. Se puede decir entonces que, a par- ur de cse siglo, la modernidad “realmente existente”, primero en Europa “y después cn el mundo entero”, es una actualiza- cuin de la esencia de la modernidad a la que esta justificado ilamar “modernidad capitalista” El método capitalista discrimina y escoge entre fas. posibili- dades que ofrece la neotécnica, y sélo actualiza o realiza aque- Tias que } prometen ser funcionales con la meta que persigue, .que es la acumulaci6n de capital. Al hacerlo demuestra que solo es Capaz de fomentar € integrar la neotécnica de una ma: nera unilateral y empobrecedora; la trata, en efecto, como st fuera. ja misma vieja técnica neolitica, solo que potenciada U mente. En este sentido, recurrir a él implica no so- lo dejar de lacto sino ‘incluso reprimir sistematicamente el mo. mo- mento cualitativo que hay en Ja neotéenica, el desafio que esta dirigido a la wansformacién de Ia “forma natural” -como_la llamaba Marx-— o correspondiente al “valor de uso” del proceso de reproducci6n de Ja riqueza objetiva de la sociedad. Implica también, por lo tanto, reprimir todo lo que atane ala posibi lidad de un nuevo trato de lo humano con lo otro, lo extra- humano o la naturaleza. La neotécnica esta siendo vista como una técnica de apropiacién, como una técnica actualizada por él como un instrumento mds potente de conquista y dominio sobre la naturaleza, cuando —como vefamos-— lo que ella posi- bilita es justamente la eliminacién de todo tipo de relaciones que sean de dominio y de poder. Puede decirse entonces que, en su versién capitalista —que es la que, proveniente de Europa, se ha impuesto en el pla- neta-, la modernidad, esto es, la revolucién civilizatoria cn la que se encuentra empefiada la humanidad durante esta ya lar- ga historia, sigue una via que pareciera haberla imstalado en un regodeo perverso en lo contraproducente, en un juego ab- 30 -rdo que, de no ser por la profusién de sangre y lagrimas que costado, la llevarfa, como en una pelicula de Chaplin. a 3u por una escalera mecdnica que funciona en modo de des nso (y que es mas rapida que ella). iz esencia de la modernidad y la modernidad “realmente existente~ veamos esto un poco més de cerca. La reproduccién del mun- de de la vida, la produccion/« consumo de valores de use Uso, ¢ abe: etre dece a una logica © un principio ) Cualitativo que €s. pre ella como mmo ealizacion de una, comunidad conereta, de, Ahora bien, el modo capitalista de reproduccién de la vi- social implica un estado de subordinacién o subsuncion | principio de la “forma natural” de esa reproduccién bajo 1 principio de la autovalorizacién mercantil os vada e determma finalmente la respuesta ¢ ade lac civilizacion occi- ental al reto lanzado.por el aparecimiento de la neotécnica. eriorizada y promovida con este sentido en la vida practica de Accidente, la técnica nueva ~esa técnica segunda, ltidica de la sue hablaba Walter Benjamin- mira cOmo su tendencia in- scinseca a la abundancia resulta reducida y disminuida, y como > tendencia intrinséca ala emancipacidn resulta tergiversada = invertida. En primer lugar, la modernidad capitalista genera justo To mtrario de aquello que se anunciaba con la neaté acumulaciOn capitalista se sirve de ella, no para establece: < srundo de la abundancia o Ja escasez relativas, sino pb producir artificialmente la escasez absoluta, la condicién de esa “ley de la acumulacion capitalista” seguin la cual el creci- muento de la masa de explotados y marginados es conditio sine qua non de la creacién de la riqueza y de los deslumbrantes logros det progreso. Y en segundy lugar, la realizacion 0 efec- tuacion capitalista de 1a modernidad.culmina en el “fenémeno de la enajenacién”, descrito por Marx y.después por Lukacs. EJ ser humano de la modermmidad capitalista se encuentra so- metido —“esclavizado”, diria Marx— bajo una versién meta: morfoseada de si mismo en la que él mismo existe, pero. o valor econémico que se autovaloriza. El ser humano se enajena como valor mereantil capitalista y se esclaviza bajo esa meta- morfosis sustitutiva de si mismo en la que se ha auto-endiosado camo sujeto absolute y cuya voluntad incuestionable obedecce mismo religiosamente. La promesa de emancipacion del dividuo sin gular, que se Sugeria como Tespucsta posible: a. Ja eneluso de la libertad como Sinserumentte de una constriccién totalitaria del horizonte de la vida para todos y cada une dé los seres humanos. ™ Si cl mundo de ta vida moderna es ambivalente, como _ha- biamos iéticionado al principio, ello se debe a que la sujet dad —el cardcter de sujeto del ser humano- sélo parece poder ‘Téalizarse en ella como una sujetidad enajenada, es decir, en ella la sujetidad de Jo humano se autoafirma, pero sdlo ha-_ cerlo en la medida en que, paraddjicamente, se anula a, si_ misma. La inedernidad capitalista es una actualizacién de Ja tendencia de Ja modernidad a la abundancia y la emancipa= s af mismo tiempo un “autosabotaje” de esa ac- “tualizaci6n, que termina por descalificarla en cuanto tal. Este seria el secreto de ja ambivalencia del mundo moderno, dela consistencia totalmente inestable, al mismo tiempo fascinan- te y abominable, de todos los hechos quc:son. propios dela ociedad moderna. W. Benjamin tenia razén acerca de la mo- dernidad capitalista y su historia: tode “documento de cultara” es también, simultaneamente, un “documento de barbarie”. Para coneluir, conviene dejar claro en todo esto un punto 32 ce especial importancia: la efectuacidn o realizacion ca; ca de la modernidad se queda corta respecto de la moderrir potencial, no es capaz de agotar su esencia como respuesta « lizatoria al reto lanzado por la neotécnica, como realizaci’ 4e la posibilidad de abundacia y emancipacidén que ella abr sara la vida humana y su relacién con lo otro. Es innegable sue en la experiencia practica de todo orden se hace vigente 4n conato, una tension y una tendencia espontaneos, dirigi- Gas hacia una efectuacion de la esencia de la modernidad que sea diferente de su efectuacién actual, capitalista, hacia una actualizaciOn no-capitalista de esa esencia. Son exigencias que parecen remitir a esa modernidad potencial o esencial como sana entidad “denegada” en y por la modernidad “realmente sistente” —entidad virtual o supuesta, sugerida “en negativo” tentro de ésta- pero reacia a someterse a ella ya desaparece Se Plantean asi una discordancia Yun. conflicte ene ambos “Ene tivo, empiric: ° 3 > real: lpi ero, ©, siempre ins insatisfect ho, aco- sendo al segundo desde los horizontes mas amplios 0 los de- Inte mando . SlempE e les mas oumios vos de Ja vida; el ‘segundo, 1 ue no Sid aeHUB! actualizado en su actualizacién moderna capitalista. Transcipcidn de la exposicién del autor en la primera sesion del seminario modernidad: versiones y dimensiones”, 7 de febrero de 2005 yen Con- stortas, n. 11, agosto de 2008.] -afuera’, de algo diferente al si mismo, eslafuente de mor, Nada debe estar afuera; la identidad se mantiene y sal guarda creando la inmanencia.” Sédlo si e] caos que se muestra en la consistencia concreta de las cosas llegara al fin a consis- Ur plenamente en una mera proyeccién negativa del sujeto y su cosmos, a ser exclusivamente aquello “atin no” conquistade ¢ invadido por él, el temor a lo otro podria desvanecerse en el sujeto ilustrado. Sdlo que esta | acion de seguridad ante la identdad perk conservada gracias a la anulaciol Jo owe en cuanto tal seria una sensacion que careceria de sue Jeto para sentirla. Anulado Jo otro en provecho del sujeto plenamente enaje- nado, el paisaje que quedaria seria el de una dexastaci6n.to- ial: Ja WlustFacién habria completade su “dialéctica”.. Al-Hevar’a cabo sti empresa de auto-emanipacion, e] sujeto humano tomé un camino que lo ha levado paraddjicamente, de estar sometido bajo un. poder ubicado en lo otro, en el caos, cen la naturaleza salvaje, a estar sometido a un poder equiva- lente, pero ubicado ahora en éi mismo; en él, como sujeto que salvaguarda al fin plenamente su identidad al cosificarse vy ena- jenarse como valor ccondmico capitalista siempre valorizindo- se. Para dejar de sacrificar una parte de si mismo, como debia hacerlo en ticmpos pre-modernos, el sujeto, en esta dialéctica perversa, ha pasado a sacrificarse todo entero. A esta Llustracién, que persigue a toda costa la autoconser- yacién del sujeto y retrocede ante la idea de una autoafir- macién como “puesta en peligro” de si mismo, Horkheimer v Adorno le recuerdan: “Todo auto-sacrificio implica destruir ‘mas’ que lo que se salva gracias a él” [En Sophia, Revista de Filosofia, n. 1, Quito, Ecuador, 2007; v Contrahistorias. La otra mirada de Clio, n. 9, México, 2007.) 2 Thid., p. 67 2 Thid., p. 73. agenes de la blanquitud Sein Auge ist Blau er trifft dich mit bleierner Kugel er lnifft dich genau. Paul Celan, Todesfuge La palabra “espiritu” que aparece en el famoso ensayo de Max Weber sobre La ética protestante y el espiritu del capitalismo se refie- me sin duda a una especie de demanda o peticién de un cierto tp de comportamiento que la vida econédmica de una socie- a hace a sus miembros. El “espiritu” es una solicitacién o un uerimiento ético emanado de ta economia. El “espirit t funcionamiento de esa yida capitalista. Segin We eber, al ethos 1e solicita el capitalismo es un ethos “de entrega al trabajo, de cesis en el mundo, de conducta moderada y virtuosa, de ra- onalidad productiva, de busqueda de un beneficio estable y ontinuo”, en definitiva, un ¢hos de autorrepresién producti- esta del individuo singular, de entrega ga sacrificada al cuidado Tia porcidn de de riqueza que |. la vida le ha con ado. ¥ la prac- ética que mejor representa a este ethos solicitado por el ca- talismo es, para Weber, la del cristianismo protestante, yen especial fa del puritanismo o protestantismo calvinista, aquel 1e salid del centro de Europa y se extendié histéricamente a s Paises Bajos, al norte del continente europeo, a Inglaterra Analmente a Estados Unidos de América. “Su ojo es azul/te apuma con una bala de plomo/te apunta y no falla.” i En la nota preliminar a sus Artfculos escogidos de sociolagia de la religion, Max Weber dej6 planieada la idea de que la capaci- dad de corresponder a Ia solicitacién ética de la modernidad capitalista, la aptitud para asumir la practica ética del proies- tanlisma puritano, puede tener un fimdamento étnico y estar conectada con ciertas caracteristicas raciales de los individuos. Las _ceflexiones que siguen intentan problemauzar este_pl an teamiento, de Max ax Weber a partir del reconocimiento decun racismo” constitutive | de la modernidad capitalista, un “racis- mo” que exige la presencia de una blanguitud de orden € TL ético 0 civilizatorio como condicién de la humanidad moderna, pe- ro que en casos ‘extremos, como el del Estado nazi de Alema- nia, pasa a exigir la presencia de una dlancura de orden &t Emico. bioldgico y * “cultural” Se puede hablar de un “grado cero” de la identidad concre- fa del ser humano moderno, que consistiria en la pura fim cionalidad ética o civilizatoria que los individuos demuestran tener respecto de la reproducci6n de ta riqueza como un pro- ceso de acumulacién de capital. En este plano elemental, la identidad humana propuesta por la modernidad “realmente existente” consiste en el conjunto de caracteristicas que consti- tuyen a un tipo de ser humano que se ha construido para sa- tstacer al “espiritu del capitalismo” e imteriorizar plenamente la solicitud de comportamiento que viene con él. S elementos determinantes de los modos de vida tra- y_lingtiusticos ; heredados, distintosu usos ¥ “costumbres aie ™mO- dernos ° simplemente nomodernos, en pocas palabras di c ineplacablegene: énla dintiiiea del mercado a lo k largo de la historia, en e] camino qué leva a este “ pra ado cero” de la identidad humana moderna. Son pre namiento.de la. produccién capital's ‘a dies mercancias y deben ser sustituidas o reconstruidas de acucrdo con la ve -plutitana. o..“proatestante-calvinista” del, ethos hisioricw Er el contexto que nos interesa, es importante sefalar que is “santidad econémico-rcligiosa” que define a este “grado ce- mo” ce Ja identidad humana moderno-capitalista, caracteristica whe este nucvo tipo de ser humano, es una “santidad” que de- ie ser visible, manifiesta; que necesita tener una perceptibilidad sensorial, una apariencia o una imagen exterior que permita ddisnn guirla. La modernidad de un individuo, lo efective de su itmmer:orizacién del ethos puritano capitalista, es decir, su “san- ‘aintac” © el hecho de haber sido elegido por la gracia divina, es mnconocible antes que nada en el alto grado de productividad deli crabajo que le toca ejecutar. Loevidentemente productic wade su actividad ¢s lo ¢ que lo ubica sporiens encima de la lashing. que separa tajantemente a_ a los “winners” bun, adores) 0" o “sab “losers” (perdedores) 0 oF “somme ”. Pero 3 no se m: muifiesta solo en este dato estadistico: cae se muestra en la timazen que corre Santa vide do s productividad, wtttEe La apariencia { fisica de su 1 CUEFPO y¥,su_entorno, limpia y @enada, basta la propiedad de su Jenguaje, la positividad discrera d de su acotud y su mirada y la mesura y compostura de cvane ente, que | en la his: sg aun erage primero o inicia) de _a.realizacion del pr mresa compartid d Sobre la multipticidad del ethos histérico de la modernidad capitalista, ‘mat oncluria, ademés del realista, a otros tres mas: el “romantica”, el “(neo)cla- w ~~ el “barroco”, véase Bolivar Echeverria, “Modernidad y capitalismo”, Las ruc ves de da modernidad, Universidad Nacional Autonoma de México-El Equi sta. México, 1995, ses dotadas de una identidad de “c k, pero concret: onsistenc 2 ‘Ahora bien, en lo que concierne a estas reflexiones, es de observar que la identidad nacional moderna, por mas que se conforme en funcién de empresas estatales asentadas sobre so- ciedades no europeas (0 sdlo vagamente europeas) por su “color” o su “cultura”, es una identidad que no puede dejar de incluir, como rasgo esencial y distintivo suyo, un rasgo MUy especial al que podemos lamar *blanquitud”. La nacignalidad gjnoderna, cualquiera que sea, incluso. ja-de Estados de pobla- 400. no-blanica (0 del “trépico”), requiere la “blanguitud_de sus miembros. Se trata sin duda de un dato a primera vista sor. , ya que la idea de una identidad nacional pareceria xelui subsuncién de ella bajo alguna idenudad mas_gene- ral (por ejemplo, “e pe c : ! “Geterminaciones ¢tnicas particulares de la comunidad “nacio | nalizada” por el Estado capitalista, La explicacién de Sita piter- ble paradgja dé tifa nacidn “de color” y sin embargo “planca’ puede encontrarse en el hecho de que la constitucion fundan- te, es decir, primera y ejemplar, de la vida econodmica moderna fue de corte capitalista-puritano, y tuvo lugar casualmenie, coma vida concreta de una entidad politica estatal, sobre la base hu- mana de las poblaciones racial € jdentitariamente “blancas” del noroeste europeo. Se trata de un_hecho que hizo qu riencia “blanca” de esas poblaciones se milara a esa.visil dad indispensable de la “santidad” capitalista del ser humano moderno, que se confundiera con ella, La productividad del bajo como sintoma de Ta santidad moderna 3 omo “mani- festacion” del “destino” profundo de Ia afirmaci6n nacional pa- 36.4 incluir, como acompanante indispensable, a la bk v “cultural” de las masas trabajadc f rid que queremos entender por historia real, de. manera casual. itraria sobre la, base de la aparienria émica de Ja pobla- > curopea noroccidental, sobre el trasfondo de una, blan- ejal-cultural. A lo largo de tres siglos (del siglo XV al E. rasyo identitari ¢ dud” se-consolida, en. a uropea” u “occidental }, que.trascienda las esa casualidad o arbitrariedad se fue convirtiendo po- 4 poco en una necesidad y pasé a ser codeterminante de la ile n-idad moderna del ser humano come una identidad civi- iizatria capitalista, en su variante puritana o “realista”. En otras palabras, debido a su frecuencia abrumadora, ¢Lhecho de que les, “santos yisibles” fueran también. ademas de todo, “de raza_ y de usos y costumbres blancos” abandono sivf jd wi 3 CODVETUrse en una condicién imprescindible. Es gracias 383 converorse en una concicion Lmprescmeus weste guid pro quo que el ser auténticamente moderno llegé a imciuir entre sus determinaciones esenciales cl pertenecer de wiguna manera o en cierta medida a la raza blanca y conse- woe nteTnente a relegar en pringipic.aldmbito.impreciso de lo i io lo no- noderno (no humano) a todos los indiyj- e lectives, que. fueran “de.color”o.simple: mente ajenos, “no occidentales’.. Pero el proceso fue, en verdad, un tanto mas complicado. Le interesante est4.en que, durante ¢s 4 ici ito. subre O. una condicion de orden étnico se subordina- nando la incluyé como elemento del nuevo tipo de humant- la imagen de contraste o imagen de lo contramoderno, de Jo incom- ple con la blanguitud, ubica a un personaje de la novela El wltimo encuen- om. de Sandor Marai, en la de una “humanidad determinada por el trépico”: 2s de saber que todos los ingleses que han pasado cierto tiempo en el co son sospechosos en su prepio pais. Son dignos de admiracién y de jocimiento, pero son también sospechosos. En sus fichas secretas figu- “a seguramente la palabra ‘trépico' como si dijera ‘sifilis’ o ‘espionaje’. Son aspechosos aunque hayan conservado la costumbre de jugar al golf o al i 1s aunque hayan estado bebiendo whisky, aunque hayan aparecido en las ‘sesta8 del gobernador, vestidos de esmoquin o con un uniforme tleno de -decoraciones: todos ellas son sospechosos. Simplemente por haber viv . zn el trépico. Simplemente por haber sobrevivido a esa infeccién terrible ~posible de asimilar que también tiene sus atractivos, como cualquier pe- mortal. El trépico es una enfermedad. Las enfermedades tropicales “ ran con el tiempo, pero el trépico jamds” (Salamandra, Barcelona, “4, pp. 7475). 61 1 Gerard Ter Borch, La dama eseribienda una caria, 185 en »n la modernidad € pial. "io inc obtener Ja“identidad modemia sin tener que compléiamente, de que_les baste con.demosirar su blanquitud. Podemgs_ llamar blanquitud a 3a visibilidad de Ja identidad tica.capitalista en tanto. que esta sobredeterminada por Ja blan- cura racial, pero por una blancura racial que se relativ si misma al ejercer esa sobredeterminacion. ¥s Ta compostura de los personajes, una compostura que denota blanguitud, y no blancura de raza, lo que impresiona en la representacion de la nueva dignidad humana que hay en los numerosos retratos de burgueses u hombres modernos de ‘a pintura flamenca en los siglos XV y XVI [fig. |]. La dlancu- : esta alli, pero precisamente sdlo como un sobreentendido Holbein, Van Eyck, Ter Borch, etcétera). Esta observacién va- (2) Lueas Cranach, Addn y Eva, 1528 hte también para la represcntacién que se hace en esa época dit! cuerpo humano desnudo [fig. 2]. En la pintura de Lucas KGrasach, Addn y Eva son sin duda de raza blanca, pero ne es ‘m D.ancura sino la tnocencia de su sensualidad lo que el pin- wor Cire unscribe y enfatiza.- = a decir, un um Tacismo_ ‘olerante, di puesto a aceptar (condi- amente } un buen nimero de.rasgos raciales y.“culnara- " sden, “ajenos” o “extranjeros”-, es constitutive del tipo.de ~amano moderno-capitalista. Sin embargo, por mas “abier € sea, este racismo identitario-civilizatorio no deja. de mo, y puede facilmente, en situaciones de excepcidn, ».ptar un radicalismo.o fundamentalismo émico virulen- ‘mo lo veremos enseguida. [3} Franz Kari Hiemer. Friedrich Hiélderlin, V792 La intolerancia que. caracteriza.de todos modos al *racismo identitario-civilizatorio” _€8, mucho mds elaborada. que la del . racismo étnico: centra si atenc n en indicios mas sutiles que la blancura dé la’piely emo son los de la presencia de una in- teriorizacién del ethos histérico capitalista. Son éstos los que sir- ven de criterio para la inclusién o exclusién de los individuos singulares o colectivos en la sociedad moderna. Ajena al fana- tismo étnico de Ja blancura, es una intolerancia que golpea con facilidad incluso en seres humanos de impecable blancu- ra racial pero cuyo comportamiento, gestualidad o apariencia indica que han sido rechazados por el “espiritu del capitalis- mo” [fig. 3]. El “racismo” de la dlanquitud s6lo exige que la in- teriorizaciOn del ethos capitalista se haga manifiesta de alguna manera, con alguna sefal, en la apariencia exterior o corpo- ral de los mismos; los rasgos biolégicos de una blancura racial [4] Obreros blances morizaci6n, y son ademdas bastante imprecisos dentro de un wnngtio rango de variaciones. En los paises nérdicos del capi- ‘tai desarrollado, una buena pa , ay dust al” del que hablaba Karl Marx yr no. sdlo. del. “de ma’, conspuesto de desempleadgs y.marginados, sino in- del “ejército obrere en activo’-, » que era un ie indiscutiblemente “blanca”, ha frac asado s Ao de pclenzae una read Plena. Oe s, los 0 entales 2 o de i 1 Caan uainat” Tea cone. tiempo.a » tpar de la blancura, a parecer de raza blanea. Lz ' sn que Michael Jackson bit [st (61 Michacl Jackson Condoleezza Rice 7 18] Junichiro Koisumi Alejandro Toledo 56 » ic su rostro es sélo una exageracién caricaturesca de la tna :pulacién identitaria y somatica que han hecho y hacen ic sus modos de comportamiento y con su apariencia fisica ommrrs “no-blancos” atrapados en el American way of t Me refiero, por ejemplo, a aquellos negros estadounidenses gye en los afios sesenta recibian el apodo de “Uncle Toms”, a quienes hoy su blanquitud a toda prucha les ha permitido Mein far. lo mismo en la politica [Hg. 6] que en Jos negocios y wall meando del espectaculo, y cuya figura emblemiatica seria la wx secretaria de Defensa Gondoleezza Rice. Pero me refiero tum “én a tantos otros grupos “de color” cuya adopcidn de la ‘hier: citud, ceya “americanizacién” o interiorizacién del ethos owa:sta del capitalismo contribuye a que la “modcrnidad ame- niteana” pueda ostemiarse a si misma como la unica moderni- vu s

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