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Danza para la salud

Esta semana, apreciarás manifestaciones artístico-culturales para analizarlas de manera crítica con el propósito de reflexionar desde tu
experiencia sobre cómo la danza mejora la salud física y mental, y comentar sobre ello a través de un texto escrito.
La exploración corporal a través de la danza es un modo de apreciar nuestro cuerpo, de sentirnos bien y de mantener nuestra salud. Estimula
la alimentación sana, la dedicación de un tiempo de sueño adecuado y nos genera alegría.

La danza de las tijeras es una expresión cultural del ancestral culto a los apus o wamanis que los habitantes de Ayacucho, Huancavelica,
Apurímac y parte de Arequipa practican hasta el día de hoy.
Los orígenes de esta danza se remontan a la época prehispánica y se conoce que en el siglo XIX era ejecutada en Ayacucho. Se practicó
como una forma de resistencia religiosa frente al mundo colonial y para ello tuvo que adecuarse al catolicismo, por lo que generalmente se
ejecuta durante las fiestas religiosas: Santos Patronos, Semana Santa, Fiesta de las Cruces, Corpus Christie, Navidad, Fiesta de Reyes,
entre otras.
Según la tradición, mediante un “contrato” o “pacto” con el espíritu de los cerros apus o  wamanis, “serena”  o encanto, el danzante que se
prepara adquiere el poder de estas deidades andinas. Los pactos se realizan en la media noche de los viernes y martes en los lugares
sagrados. Para dicha ocasión llevan a manera de ofrenda quinua o achita, granos de maíz cocido y piel de gato o perro.
Cada año en Viernes Santo en una cueva o al pie de una catarata se realiza el “ensayo ceremonial” de la danza y la música para que los
ejecutantes sean mejores que sus contrincantes. 
La danza de las tijeras tiene varias etapas vinculadas a la estructura de la festividad religiosa de turno. Para el caso ayacuchano se
presentan las siguientes: anticipa, víspera, día central, cabildo, despacho y convido.
Una cuadrilla se compone de un danzante, un violinista y un arpista, quienes, al ritmo del arpa, el violín y las tijeras se enfrentan en una
competencia o contrapunto denominado, en Ayacucho, atipanakuy, en Huancavelica, hapinakuy y en Apurímac, tarinakuy. Se hacen pruebas de
resistencia al dolor clavándose espinas, agujas y otros objetos punzantes, acrobacias sobre una soga templada, sobre la torre o campanario
de la iglesia, actos de magia haciendo aparecer objetos o animales, tragar sapos y culebras, bailar encima del arpa, etc.
Según las zonas, la danza varía en cuanto a la vestimenta, las etapas, la coreografía y la música. En cuanto al traje las variantes se dan en
algunos elementos, pero coinciden en el colorido y lo recargado de adornos bordados, flecos y espejos. El danzante usa tres trajes. El traje
regular que se emplea el primer y segundo día de la fiesta, el nuevo que es para el día central y el viejo que se usa para el quinto o sexto día
en que se comienza a ejecutar las pruebas.
Una pieza primordial de la danza son las tijeras hechas de acero y afinadas en las aguas de los manantiales. Éstas son consideradas objetos
mágicos que recuerdan el sonido de las caídas del agua.
Los pasos y movimientos coreográficos de la danza se relacionan con las actividades del ciclo productivo agrícola.
La música se clasifica según su tono: el mayor se toca con tonadas alegres en el día y el menor para la noche con tonadas tristes. 
En Lima el contenido mágico religioso de esta danza se pierde, debido a su descontextualización de un ámbito festivo y sagrado a otro de
espectáculo artístico. Se abandona el ambiente relacionado con el trabajo agrícola y por tanto los rituales y creencias vinculados a ésta.

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