MARTÍNEZ AMADOR JESSICA LIZBETH HBT18 MATRÍCULA: 2212013184

EFECTOS INMEDIATOS DE LA INDUSTRIA MECÁNICA DEL

OBRERO. CARLOS MARX
El trabajo femenino e infantil fue, por consiguiente, la primera consigna del empleo capitalista de

maquinaria, este poderoso reemplazante de trabajo y de

obreros se convirtió en un medio de aumentar el número de

los asalariados, sometiendo todos los integrantes de la familia

obrera sin distinción de sexo ni edades, a la férula de capital.

El valor de la fuerza del trabajo no estaba determinado por el tiempo de trabajo necesario para

mantener al obrero adulto individual, sino por el necesario para mantener a la familia obrera. Para

que viva una familia, son 4 personas las que tienen que suministrar al capital no solo trabajo, sino

también plustrabajo.

La base del intercambio de mercancías tenía un primer supuesto, pues el capitalista y el obrero se

enfrentarán como personas libres, cómo propietarios independientes de mercancías: uno como

poseedor de dinero y medios de producción, el otro como poseedor de fuerza de trabajo.

Antes de esa etapa el obrero vendió su propia fuerza de trabajo de la que se ponía como persona

formalmente libre, y ahora en el capitalismo vende a su mujer e hijo, convirtiéndose en tratante

de esclavos. La revolución operada por la maquinaria en la relación jurídica entre el comprador y

el vendedor de la fuerza de trabajo, ha provocado que la transacción entera, pierda hasta la

apariencia de un contrato entre personas libres.

Los padres retiraban de las industrias reglamentadas a sus hijos para venderlos, aquellas en las

que impera todavía la "libertad del trabajo" o sea donde se obliga a niños menores de 13 años a

trabajar. Por consecuencias del capitalismo tenemos qué hay una enorme mortalidad de niños

obreros en sus primeros años de vida.

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La devastación intelectual, producida artificialmente al transformar a personas que no han

alcanzado la madurez en simple máquinas de fabricar plusvalor.

Antes que se promulgara la ley fabril revisada en 1844, era

común que los maestros o maestras firmarán con una cruz

los certificados de escolaridad, ya que ni siquiera sabían

escribir su nombre, esta ley prohibía utilizar niños

menores de 9 años para el trabajo salariado y fijaron la

jornada laboral de 8 horas para los niños con edades comprendidas entre los 9 y 13 años, y la

jornada laboral de 12 horas para aquellos entre 13 y 16 años de edad, además se estipuló

legalmente que los niños debían ir dos horas al colegio.

Según las expresiones de la ley todo niño, antes de comenzar a trabajar en una de las fábricas,

tiene que haber asistido a la escuela por lo menos 30 días y no menos de 150 horas, durante los 6

meses inmediatamente presentes al primer día de labor.

Dada una duración determinada de la jornada laboral, la explotación de un número doble de

obreros requiere, asimismo, tanto la duplicación de la parte de la capital constante invertida en

maquinaria y en edificios como la adelantada en materia prima, materiales auxiliares, entre otros.

El desarrollo de una industria fundada en la maquinaria, en efecto, fija una parte siempre

creciente del capital bajo una forma en la que, por una parte, el mismo es constante valorizable y

por otra parte pierde valor de uso y valor de cambio.

El plusvalor surge exclusivamente de la parte variable del capital y vimos ya que la masa de

aquel está determinada por dos factores, la tasa del plusvalor y el número de los obreros ocupados

simultáneamente. El empleo de la maquinaria para la producción de plusvalor implica una

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contradicción inmanente, puesto que, de los dos factores de plusvalor, suministrado por una

capital de magnitud dada, la tasa del plusvalor solo aumenta en la medida en que otro factor y el

número de obreros se reduce.

La desmesurada prolongación de la jornada laboral, provocada por la monarquía en manos del

capital. Al analizar el plusvalor absoluto tomamos en consideración la magnitud del trabajo en

cuanto a su extensión, mientras que el grado de su intensidad estaba presupuesto como dado.

La Rebeldía gradualmente más enconada de la clase obrera

oblicuo al Estado a reducir por la fuerza la jornada laboral

y a comenzar por imponer a la fábrica una jornada normal

de trabajo. A partir de este momento en que se excluía

definitivamente la posibilidad de producir plusvalor

mediante la prolongación de la jornada laboral, el capital se lanzó con todo su poder y con

conciencia plena a producir plusvalor relativo mediante el desarrollo acelerado del sistema

fundado en la maquinaria.

Sin embargo, la reducción coercitiva de la jornada laboral, con el impulso enorme que imprime el

desarrollo de la fuerza productiva y a la economización de las condiciones de producción, impone

a la vez un mayor gasto de trabajo en el mismo tiempo, una tensión acrecentada de la fuerza de

trabajo, por lo cual impone al obrero una condensación de trabajo en un grado que es solo es

alcanzable dentro de la jornada laboral reducida.

El capital cuida, por medio del método de pago, que el obrero efectivamente ponga en

movimiento más fuerza de trabajo. A partir del 20 de abril de 1844, se trabaja únicamente 11

horas diarias en vez de 12, mientras que ellos percibían el mismo salario y conquistaban una hora

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más de tiempo libre, el capitalista obtenía la misma masa de productos y ahora va el gasto de una

hora menos de Carbón, gas, etcétera.

Es de suma importancia qué las máquinas estén en perfecta construcción, ya que es necesaria

para ejercer la mayor presión sobre el obrero. La velocidad de la máquina regula la cantidad

producida, el interés de los fabricantes consiste necesariamente en que aquella funcione con el

más alto grado de velocidad compatible con las condiciones siguientes: preservar la maquinaria

de un desgaste excesivamente rápido, mantener la calidad del artículo fabricado y que el obrero

siga el movimiento sin un esfuerzo mayor que el que pueda efectuar de manera continua.

Suele ocurrir que el fabricante, en su prisa acelera excesivamente movimiento. Las rupturas y el

trabajo mal hecho, en exceso de la velocidad y el empresario se ve obligado a moderar la marcha

de la Maquinaria.

A partir del período de 1847 se inicia la implantación de una nueva ley de 10 horas en las fábricas

inglesas dedicadas elaborar algodón, lana, seda y lino. Para el año de 1856 la proporción de la

maquinaria ha provocado un decrecimiento en el número de operarios, gracias a la economía de

fuerza y a otros métodos, se impulsa un peso mayor en las máquinas, que se efectúan en una

cantidad mayor de labor a las mejoras introducidas de las máquinas de trabajo.

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