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La fase γ es más compacta que la α, por lo que al producirse la transformación α->γ el hierro se contrae,
debido a que un mismo nº de átomos se reordenan de manera que ocupan un volumen menor. La
transformación γ-> δ va acompañada de una dilatación de la pieza de hierro.
A presiones muy elevadas, aparece una nueva fase alotrópica, denominada fase épsilon (ε), que
presenta una red hexagonal. Esta fase puede conseguirse a la presión atmosférica añadiendo al hierro
una importante cantidad de Mn.
La comprensión de los tamaños relativos de los huecos que existen en las redes cristalinas de las fases
alfa y gamma del hierro resulta de gran importancia a la hora de explicar el comportamiento del
carbono en los aceros.
Como puede comprobarse, los huecos de mayor tamaño son los huecos octaédricos de fase gamma. El
diámetro del átomo de carbono es 0,07 nm, y por tanto mayor que le tamaño de cualquiera de los
huecos de las redes del hierro.
El carbono se disolverá en cierta proporción en la fase gamma, colocándose en sus huecos octaédricos.
Dado que el tamaño de los huecos de fase alfa es mucho menor que el del carbono, la introducción de
átomos de carbono generará una gran distorsión de la red cristalina.
Dentro de la red BCC de la fase alfa, el carbono se sitúa en los huecos octaédricos, porque la distorsión
total es menor.
Diagrama Hierro-Carbono
Si se añade una cierta cantidad de carbono al hierro en estado líquido, y después se deja que la aleación
evolucione hasta su estructura de máximo equilibrio, se comprueba que, a temperatura ambiente,
ambos elementos no interaccionan entre sí sino que forman cristales por separado, es decir, que el
hierro cristaliza como fase alfa mientras que el C forma cristales de grafito.
En este diagrama, las fases alfa, gamma y delta son soluciones sólidas, porque existe en ellas una
cantidad mayor o menor de átomos de C disueltos de forma intersticial. Se denomina ferrita a la
solución sólida de C en la red alfa de Fe. Se conoce como austenita la solución sólida de C en la red
gamma del Fe. Finalmente, se habla de ferrita para designar a la solución sólida de C en la red delta del
Fe.
La máxima solubilidad del C en la ferrita se tiene a 727ºC y es únicamente del 0,022% de C en peso.
Al constituyente producto de la reacción eutéctica, compuesto por una mezcla de austenita y cementita,
se le denomina ledeburita. El constituyente eutectoide, mezcla de ferrita y cementita, recibe el nombre
de perlita. Generalmente, la perlita del diagrama Fe-C forma granos con una estructura interna de
láminas alternas de ferrita y cementita.
Es habitual dividir el diagrama Fe-C en dos regiones, correspondientes a los dos tipos básicos de
aleaciones:
Las temperaturas A1,A3 y Acm son las temperaturas a las que se producen estas transformaciones, para
calentamientos o enfriamientos extraordinariamente lentos. Esas condiciones no se presentan
generalmente en la práctica industrial, por lo que las temperaturas de esos puntos varían según la
velocidad de calentamiento o enfriamiento. Así, las temperaturas en calentamiento son mayores que las
de equilibrio mientras que las obtenidas en enfriamiento son menores que las
de equilibrio.
Los aceros hipoeutectoides con estructura de equilibrio estarán constituidos a temperatura ambiente
por una mezcla de granos de ferrita y perlita. Cuanto mayor sea la cantidad de C, mayor es la cantidad
de perlita, como se comprueba aplicando la regla de la palanca. Su dureza será superior a la de la ferrita.
Entonces, cuanto más C, mayor será la dureza, límite elástico y resistencia a tracción, aunque menos
plasticidad y tenacidad.
Los aceros eutectoides estarán constituidos por granos de perlita y por ello serán más duros pero
menos plásticos que los anteriores.
Los aceros hipereutectoides tienen una microestructura de equilibrio formada por granos de cementita
y de perlita, por lo que serán aceros que tendrán mayor dureza pero también mayor fragilidad.
Tratamiento de Austenización
Una vez conseguida la estructura austenítica, esta se transformará durante el enfriamiento posterior en
otras fases, según sea la velocidad a la que se enfríe.
La transformación Martensítica
Si, desde la región austenítica, se enfría muy lentamente el acero, la austenita se irá transformando
progresivamente en los constituyentes que le corresponda según el diagrama. Si, por el contrario, se
aplica una gran velocidad de enfriamiento, no se podrán realizar las transformaciones del diagrama, ya
que todas ellas son transformaciones de tipo térmico, que implican difusión y, por tanto, tiempo para
que los átomos se vayan moviendo por la red cristalina.
Con altas velocidades de enfriamiento no puede ocurrir ninguna transformación térmica y por tanto, la
austenita recurrirá a una transformación de tipo atérmico. De hecho, la austenita se transforma en otra
fase, inexistente en el diagrama de equilibrio Fe-C, denominada martensita. Este presenta las siguientes
características:
A mayor cantidad de carbono, mayor será la distorsión de la red de la martensita, y más difícil les será a
las dislocaciones moverse por ella, por lo que mayores serán la dureza y el límite elástico del acero. Sin
embargo, la presencia de otros aleantes prácticamente no afecta a la dureza de esta fase. Puede
considerarse que la dureza de la martensita depende casi exclusivamente del contenido en C.
Dado que esta transformación es de tipo atérmico, no aumentará la cantidad de fase transformada por
permanencia de tiempo a una determinada temperatura. Al contrario, para que avance la
transformación habrá que ir disminuyendo continuamente la temperatura del acero.
Para que comience la formación de martensita, se precisa enfriar el acero con estructura austenítica,
por debajo de una determinada temperatura, denominada Ms. Al seguir enfriando el acero por debajo
de ese valor, irá aumentando la cantidad de austenita transformada en martensita, hasta que, al llegar a
la temperatura denominada Mf se habrá completado la transformación. Denominamos, a su vez, Mx
como la temperatura a la que se ha producido la formación de un X% de martensita.
Los valores de Ms y Mf dependen de la composición del acero. Cuanto mayor es la cantidad de C, más
bajas son esas temperaturas. La presencia de elementos aleantes también las modifican, haciéndolas
descender en la mayoría de los casos.
La transformación Bainítica
Existen condiciones de enfriamiento que son excesivamente rápidas para que puedan nuclearse las
fases de equilibrio, y sin embargo son demasiado lentas para que se produzca la reacción martensítica.
En esas situaciones, existe en la austenita una cierta capacidad de difusión atómica, pero no se alcanzan
las condiciones para que se nucleen las fases de equilibrio. En tales casos, la austenita va a optar por
generar un nuevo tipo de transformación, también de tipo térmico, denominada transformación
bainítica.
Las bainitas son unos constituyentes con una estructura interna no homogénea, sino formada por una
matriz de ferrita y un disperso de cementita. Al microscopio, tienen generalmente forma acicular,
creciendo según determinados planos y direcciones de los cristales de austenita dentro de los cuales se
forman. Su microestructura interna depende de las posibilidades de difusión del C dentro de la
austenita, y por tanto de la temperatura a la que se forman.
Las propiedades mecánicas de la estructura bainítica son intermedias entre las de una estructura
ferrítico-perlítica y las de la martensita. Distinguimos entre:
Los diagramas TTT indican la evolución de la descomposición de la austenita. Existen dos tipos
diferentes de diagramas:
La adición al acero de ciertos elementos de aleación modifica de manera significativa tanto el diagrama
Fe-C como los diagramas TTT. Desde el punto de vista de su acción sobre las transformaciones, estos
elementos aleantes pueden dividirse en dos grupos:
Todos ellos disueltos en la ferrita, la endurecen, mejorando el límite elástico y la resistencia del acero.
Un tamaño pequeño de los granos de austenita permite una nucleación más rápida de las nuevas fases y
las curvas de los diagramas TTT se desplazarán hacia la izquierda.
Se define el temple de un acero como aquel tratamiento que busca obtener en la pieza una dureza
elevada, favoreciendo la formación en la misma de una estructura martensítica. El tratamiento
completo consistirá por tanto en un calentamiento a temperatura elevada, para conseguir una
estructura austenítica, seguido de un enfriamiento suficientemente brusco para impedir el desarrollo de
cualquier transformación de tipo térmico.
Como medio de enfriamiento, deberá elegirse un medio que asegure el templado completo de la pieza.
A mayor velocidad de enfriamiento aplicada se originan en la pieza mayores tensiones y deformaciones,
con riesgo incluso de agrietamiento.
• Debe ser suficientemente rápido para evitar las transformaciones perlítica y bainítica.
• Debe ser lo más lento posible, para minimizar las tensiones internas y el peligro de rotura de la
pieza.
Donde M es un parámetro denominado coeficiente de película, que indica la eficacia del medio en la
evacuación de calor de la pieza, y que depende de la composición del medio, su calor específico,
viscosidad, temperatura, agitación y otras variables.
Hay que tener en cuenta, además, que en el momento en el que la pieza, a gran temperatura, se
introduce en un medio líquido, el líquido inmediatamente en contacto con la pieza puede pasar a fase
vapor, lo que implica una extracción de calor más lenta.
A efectos de valorar y comparar la eficacia de las diferentes formas de enfriar, se define un nuevo
parámetro, la severidad de temple: H = M / 2K .Donde K es la conductividad térmica del acero.
Cuanto mayor sea el valor de H adjudicado a un medio de temple, mayor es su agresividad, o sea más
rápidamente enfría a la pieza en cuestión. En la práctica industrial resulta muy difícil conseguir
enfriamientos con H mayor que 2.
Sin embargo, podría imaginarse un medio teórico ideal al que le correspondería lógicamente una
severidad de temple, H, infinita. Una pieza introducida en ese medio ideal de temple, sufriría un
enfriamiento inmediato de su superficie hasta la temperatura del fluido.
Si se supone una pieza de forma cilíndrica y diámetro D, los gradientes de temperatura que se generan
en la misma entre su centro y la superficie durante el enfriamiento dependen de la severidad de temple
del medio, concretamente, son proporcionales a H·D, de manera que se tendrán grandes gradientes
cuando se templen piezas gruesas en medios muy agresivos. Cuanto mayores son estos agrietamientos
térmicos, mayores tensiones se generan en la pieza y mayor será el riesgo de agrietamiento. Por tanto,
deberá elegirse el más adecuado a la pieza a templar, que dependerá del acero y de la forma y tamaño
de la pieza.
El brusco enfriamiento que es preciso aplicar durante el tratamiento de temple crea importantes
diferencias de temperatura entre la superficie y el centro de las piezas a templar. Este gradiente de
temperaturas es el responsable del desarrollo de importantes tensiones internas en la pieza. La
presencia de estas tensiones internas de temple es indeseable porque pueden alcanzar valores
elevados, y se sumará a las tensiones exteriores durante el funcionamiento en servicio; pueden
distorsionar fuertemente la pieza y puede originar grietas en la pieza. Todo lo que haga aumentar este
gradiente, aumentará el nivel de tensiones internas.
En cuanto al origen de las tensiones internas de temple, hay que tener en cuenta que, cuando durante
el enfriamiento del temple la superficie llega a la temperatura Ms, empieza a formarse martensita,
aumentando la cantidad formada a medida que baja la temperatura. La formación de martensita
provoca una dilatación de la aleación.
La dilatación de la superficie se compensa con deformaciones locales del centro de la pieza, que aún
está en un estado blando, de manera que ello no genera tensiones en la pieza. La situación es muy
diferente cuando, más tarde, el centro de la pieza se enfría lo suficiente, para bajar su temperatura por
debajo de Ms. Cuando el núcleo se transforma, trata de dilatarse, pero el exterior de la pieza, ya frío y
muy duro, carece de posibilidades de deformación plástica para permitir la dilatación del centro.
En consecuencia, la imposibilidad de dilatarse del centro de la pieza provoca que quede sometido a
tensiones internas de compresión, mientras que en la superficie se desarrollan elevados niveles de
tensión de tracción, que podrían provocar el agrietamiento de la superficie.
• Por parte del acero utilizado, influyen el contenido en carbono y la temperatura Ms.
Puede definirse la templabilidad de un acero como la mayor o menor facilidad que tiene para ser
templado. Se puede relacionar con la mayor o menor velocidad de enfriamiento precisa para templarlo.
Se define la velocidad crítica de temple completo como la mínima velocidad de enfriamiento que hay
que aplicar a un acero en estado austenítico para conseguir una estructura totalmente martensítica. Un
acero será muy templable si su velocidad crítica de temple es muy pequeña. La velocidad crítica de
temple es, por tanto, una forma de medir y comparar la templabilidad de los aceros.
• Su composición química.
• Del tamaño de grano de la estructura austenítica.
Los elementos aleantes desplazan hacia la derecha las transformaciones perlítica y bainítica en los
diagramas TTT por lo que la presencia de estos elementos aleantes
aumentará la templabilidad.
Los aceros con mayor templabilidad pueden ser enfriados más lentamente durante el temple, lo que
disminuye las tensiones que se forman y el riesgo de agrietamiento.
Diámetros Críticos
Los diámetros críticos pueden definirse como los diámetros de barra para los que, al ser enfriados en un
medio de temple elegido previamente, se tiene en el centro de la barra una velocidad de enfriamiento
igual a la crítica para obtener la estructura deseada. También se define como el diámetro de barra de un
acero que, enfriado en un determinado medio de severidad de temple H, consigue en el centro de la
barra la microestructura que se desea.
Para un determinado acero, hay una infinidad de diámetros críticos, en función del medio elegido para
el enfriamiento y de la microestructura a conseguir en el centro de la barra.
Ejemplo: el diámetro crítico para 50% de martensita (DM50), es el diámetro de barra que, templado en el
medio elegido, consigue en el centro una estructura del 50% de martensita, siendo el 50% restante otros
constituyentes.
Los valores de todos los diámetros críticos van aumentando para un mismo acero, al ir eligiendo formas
más severas de enfriamiento (mayores valores de H).
Definimos el diámetro crítico para temple completo o diámetro crítico para 99% de martensita (DM99),
como el máximo diámetro de barra del acero que, enfriado en un cierto medio, permite el temple
completo de toda la barra.
• Diámetro crítico de perlita 99 (DP99): diámetro para el que se consigue en el centro de la barra
un 1% de perlita.
• Diámetro crítico de perlita 50 (DP50): diámetro para el que se consigue un 50% de perlita.
• Diámetro crítico de bainita 99 (DB99): diámetro para el que se consigue un 1% de bainita.
• Diámetro crítico de bainita 50 (DB50): diámetro para el que se consigue un 50% de bainita.
Los mayores valores de diámetros críticos se obtendrían para un medio ideal de temple (H infinita) con
lo que obtendríamos diámetros críticos ideales. Estos no se pueden determinar experimentalmente,
pero se estiman a partir de la composición química del acero. Existen además curvas y expresiones que
permite, conocido el diámetro crítico ideal del acero, calcular el diámetro crítico correspondiente a
cualquier medio de enfriamiento real.
La forma idónea para templar un acero será la más suave (lenta) capaz de obtener en el centro la
estructura deseada, y ello depende de la templabilidad del acero y de la pieza a templar. Cuanto mayor
es el espesor de la pieza, más lentamente se enfría su centro por lo que, para conseguir una misma
estructura, habrá que utilizar un medio de temple con mayor severidad H. si se precisa conocer el medio
de temple de una pieza, fabricada con un cierto acero, lo primero que se necesita es conocer su
templabilidad, o sea el diámetro crítico ideal del acero para la microestructura deseada en el centro de
la pieza.
Si la pieza a templar no tiene forma de barra, se necesita calcular para la misma lo que se denomina
diámetro equivalente, que es el diámetro de barra para el que, enfriado en el mismo medio de
enfriamiento que se va a utilizar para templar la pieza, la velocidad de enfriamiento en el centro de
dicha barra es igual a la que existe en el centro de la pieza real.
A partir del diámetro crítico ideal del acero y del diámetro equivalente de la pieza, existen gráficos y
programas de ordenador que permiten conocer la severidad de temple H que hay que utilizar para
realizar el enfriamiento. Al bajar la severidad de temple, la velocidad de enfriamiento es menor, y se
obtienen microestructuras de menor dureza.
El ensayo Jominy
Existen gráficos que relacionan las distancias Jominy con los diámetros críticos
ideales. Por ejemplo: para saber cuál es el diámetro crítico idea para 99% de
martensita, se vería en la curva Jominy anterior cuál es la máxima distancia a la
que se mantiene la dureza de temple, y con ese valor, en el gráfico, se obtiene el
valor buscado.
Temple Incompleto
Existen muchas situaciones en las que no se requiere alcanzar el máximo de propiedades en el centro de
la pieza (en muchos componentes y elementos, las mayores tensiones se aplican en la superficie).
Además, la pérdida de propiedades tras el revenido es mayor en la estructura de temple completo que
en el incompleto, por lo que si el revenido se da temperatura media o alta, se igualan propiedades entre
la superficie y el centro de la pieza.
La aplicación de un temple incompleto supone algunas ventajas. Por ejemplo, permite enfriar más
lentamente el acero, lo que hace disminuir las tensiones internas que se generen así como el riesgo de
agrietamiento durante el temple. Además, si se usa el mismo medio de enfriamiento, para fabricar la
pieza puede emplearse un acero con menos elementos aleantes, y en consecuencia, más barato.
En muchos casos se considera como temple correcto aquel que consigue en el centro de la pieza un 50%
de martensita, sobre todo si el otro 50% está constituido por bainitas.
El diámetro crítico a considerar no será el DM99 sino el DM50. Para saber si el otro 50% serán bainitas o
una mezcla de bainitas y perlita, se comparan los diámetros de DB50 y DM50. Si son iguales, la
estructura está compuesta al 50% por martensita y bainita.
Otra forma es comparar los diámetros DP99 y DB50. Si el primero es menor que el segundo, la perlita
aparece antes de que se alcance el 50% de bainita, y por tanto se incumple la condición exigida.
El que el 50% restante sean bainitas se consigue con mayor facilidad si se utilizan aceros con elementos
aleantes alfágenos.
19.5. EL REVENIDO
Definición
Tras el temple completo de un acero, este se encuentra en un estado de máxima dureza, límite elástico
y resistencia, pero con unos niveles de plasticidad y tenacidad peligrosamente bajos. A esta situación
hay que sumar la presencia de importantes niveles de tensiones internas, desarrollados en la pieza
durante el enfriamiento brusco. En consecuencia, no resulta recomendable el empleo de piezas de
responsabilidad en estado de temple debido al riesgo de rotura frágil imprevista, por lo que debe
tomarse algún tipo de medida para solucionar de alguna manera la fragilidad del acero en ese estado.
Para mitigar el problema hay que facilitar el movimiento de las dislocaciones, lo que se consigue si se
permite a los átomos de carbono salir de la red de la martensita.
En la práctica industrial no resulta rentable dar tratamientos en tiempos largos, por lo que la duración
habitual de los revenidos suele ser de 1 a 2 horas. Por ello, se juega con la temperatura a la hora de
conseguir una mayor o menor descomposición de la estructura martensítica. El enfriamiento posterior
no resulta crítico, por lo que lo más cómodo y habitual será aplicar un enfriamiento al aire, salvo algunos
casos específicos.
A temperaturas mayores a 600 ºC, la microestructura estará constituida por una matriz de ferrita con
glóbulos de cementita dispersos en ella. Al ir aumentando la temperatura de revenido, el material va
perdiendo dureza, límite elástico y resistencia a tracción, pero mejora mucho en plasticidad y tenacidad,
y se destruyen las tensiones internas del temple.
Con cantidades suficientes de elementos formadores de carburos (Cr, Mo, V, W, Ti) da lugar a una nueva
etapa en el proceso de revenido.
• Entre 450 y 650 ºC los precipitados de cementita son sustituidos por otros carburos de los
elementos aleantes, con estructura coherente y finamente dispersos. Esta nueva estructura de
precipitación frena más a las dislocaciones y recibe el nombre de dureza secundaria.
El tratamiento completo de temple más revenido recibe el nombre de bonificado, y genera en el acero
una estructura de precipitación, que es la más idónea para optimizar el conjunto de las propiedades
mecánicas, tanto de dureza y resistencia como de plasticidad y tenacidad. Proporciona además un buen
comportamiento a fatiga.
El aspecto negativo es económico ya que, según sea el espesor de la pieza puede, resultar necesario
utilizar un acero con mucha templabilidad. Además, el propio tratamiento completo es caro más
habitual que se aplica a los aceros, sino que queda reservado a aplicaciones estructurales de
responsabilidad.
Durante el revenido el acero, puede bajar la tenacidad y plasticidad sin que se mejore ninguna otra
propiedad mecánica.
Suele aparecer entre 250 y 370 ºC, con una significativa pérdida de ductilidad y tenacidad. Aparece, en
mayor o menor medida, en la mayoría de los aceros. El silicio tiene una acción favorable, ya que mitiga
su efecto y desplaza el margen en el que aparece a mayores temperaturas, permitiendo dar revenidos
en el intervalo de temperaturas potencialmente peligroso.
En el caso de roturas intercristalinas: parece deberse a la segregación de fósforo a los bordes de grano
de la austenita durante la austenización. El fósforo quedaría retenido en esas proporciones tras el
temple, y modificaría el proceso de precipitación de la cementita, favoreciendo la rotura frágil.
Fragilidad de revenido
Aparece entre 375 y 575 ºC, por permanencia dentro de ese margen de temperaturas, en el
calentamiento o enfriamiento o durante su utilización en servicio. Suele ser una fragilidad irreversible. El
material dañado puede regenerar su tenacidad por calentamiento a T > 575ºC.
Se debe a la acción de diversas impurezas (Sb, P, SN, As) que, incluso en concentraciones inferiores al
0,01%, emigran a las zonas del primitivo borde de grano austenítico durante el revenido, disminuyendo
la cohesión intregranular y facilitando la rotura frágil por esos bordes de grano.
Para que se desarrolle este tipo de fragilidad se necesita la presencia de ciertos elementos aleantes que
aceleran el movimiento de las impurezas. La presencia de elevados porcentajes de Mn y Si favorece la
segregación de impurezas y la fragilización del acero. Algo similar hace el Cr y el Ni, sobre todo si están
ambos presentes.
El Mo reacciona con el P existente formando compuestos con él, de manera que ya no quede fósforo
libre para emigrar a los bordes de grano.
En la normativa europea de aceros para temple y revenido, no hay ningún acero normalizado que tenga
solo Cr y Ni, llevan además Mo. La fragilidad de revenido aparece principialmente en aceros aleados (sin
Mo) y con una significativa cantidad de impurezas.
Recocidos
El objetivo general del recocido es obtener en el acero una estructura próxima al equilibrio, con unos
niveles de baja dureza, límite elástico y resistencia a tracción, junto a una alta plasticidad y tenacidad.
Según el objetivo concreto que se persiga, hay varios recocidos:
Es el recocido más habitual en los aceros. Su objetivo es obtener una estructura de acuerdo con el
diagrama Fe-C. En los aceros hipoeutectoides se austeniza a una temperatura ligeramente superior a A3.
El enfriamiento se produce muy lentamente (dentro del horno apagado), lo que favorece que se
desarrollen completamente las transformaciones del diagrama.
La estructura final del recocido de regeneración será ferrita y perlita. En aceros con alta templabilidad
podría formarse bainita.
Los aceros hipoeutectoides presentarán una baja dureza, límite elástico y resistencia, pero bastante
plasticidad y tenacidad.
Recocido de homogeneización
Se realiza calentando el acero muy por encima de la temperatura A3. El objetivo es favorecer la
homogeneización de la composición química en el material, eliminando en lo posible la segregación. Se
aplica por ejemplo a los lingotes del acero tras su solidificación.
Recocido globular
Si una estructura perlítica se mantiene tiempo suficiente en unas condiciones de temperatura que
favorezcan su evolución hacia el equilibrio termodinámico, se producirá una descomposición de las
placas de cementita, que serán sustituidas por una dispersión de glóbulos de carburo. Este es el objetivo
del recocido globular.
El acero con tratamiento de recocido globular presenta los menores valores posibles de dureza, límite
elástico y resistencia pero la mayor plasticidad y tenacidad.
• A partir de una estructura martensítica, aplicando un revenido a una temperatura inferior pero
muy próxima a A1 durante un tiempo suficientemente largo.
• A partir de una estructura ferrítico-perlítica mediante una larga permanencia a una
temperatura algo menor que A1 (recocido globular subcrítico).
• A partir de una estructura ferrítico-perlítica mediante un
calentamiento a una temperatura oscilante un poco por
encima y por debajo de A1 (recocido globular oscilante).
Si un acero con estructura ferrítico-perlítica se somete a una deformación plástica en frío, se producirá
un endurecimiento por acritud, alargándose los granos de ferrita y multiplicándose las dislocaciones
dentro de ésta.
Para ablandar posteriormente el material utilizaremos el recocido contra acritud, calentándolo a una
cierta temperatura durante un determinado tiempo.
Normalizado
Consiste en austenizar el acero a una temperatura por encima del punto crítico superior dejándolo
enfriar al aire en calma.
El acero normalizado tiene más dureza, límite elástico y resistencia que el recocido, junto a un poco
menos de plasticidad. La tenacidad suele ser similar, e incluso en algunos casos mayor.
A mayor cantidad de carbono, mayor dureza y resistencia pero menor plasticidad y tenacidad.
En ocasiones se aplica un normalizado a piezas tras su forja o moldeo, para producir una cierta
homogeneización de composición y un afino de grano, antes por ejemplo de un temple.
Se aplica preferentemente en aceros al carbono (no aleados) o con muy poca cantidad de elementos de
aleación.
Los aceros con gran cantidad de aleantes tendrán mucha templabilidad lo que puede hacer que, durante
el enfriamiento al aire, se puedan formar bainitas e incluso martensita, quedando una estructura
compleja y con un conjunto de propiedades no interesantes para su empleo en servicio.
Tratamientos Isotérmicos
Son tratamientos que tienen en común el que la austenita se enfría rápidamente hasta una temperatura
a la que se va a mantener durante un cierto tiempo. Para realizar estos tratamientos hay que considerar
el diagrama de transformación isotérmica del acero.
Recocido isotérmico
Se enfría rápidamente la pieza en estado austenítico, hasta una temperatura dentro de la zona ferrítico-
perlítica, manteniéndose en ella hasta cruzar la curva correspondiente al 100% de transformación. Tras
ello, la pieza se saca del horno y se enfría al aire.
Martempering
El acero se enfría rápidamente (introduciéndolo en un baño de aceite o de sales fundidas) hasta una
temperatura un poco superior a Ms. Se mantiene a esa temperatura para igualar las tempepraturas de la
superficie y el centro de la pieza. El tiempo de permanencia debe ser inferior al necesario para que se
inicie la transformación bainítica.
A continuación, se saca la pieza del baño y se deja enfriar al aire, produciéndose la transformación
martensítica.
Austempering
Se austeniza el acero, tras lo cual se enfría rápidamente por inmersión en sales fundidas hasta una
temperatura dentro de la zona bainítica del diagrama de
transformación isotérmica.
Las propiedades finales de la pieza dependerán de la temperatura elegida, ya que la estructura interna y
las propiedades de las bainitas dependen de su temperatura de formación. A menor temperatura mayor
será la dureza y menor la plasticidad.
• Para una misma resistencia y dureza, con el austempering se consigue una mayor plasticidad y
tenacidad.
• Se ahorra el revenido posterior.
• Durante la descomposición de la austenita, al hacerlo isotérmicamente, no se desarrollan
tensiones en la pieza por lo que no hay riesgo de distorsión o agrietamiento.
Entre los inconvenientes está el elevado precio de los aceros y la complejidad de su ejecución, con un
baño de sales fundidas.
Para mejorar estas dos últimas características, se precisa dar un tratamiento de revenido, a
temperaturas suficientemente altas lo que conlleva una significativa pérdida de dureza. Esta
disminución de propiedades en la superficie no es buena, puesto que es allí donde se localizan
habitualmente las mayores tensiones de trabajo, y donde se produce el contacto y rozamiento con otras
piezas.
Mediante los tratamientos de temple y revenido, no resulta fácil tener en las piezas una combinación
ideal de propiedades: alta dureza en la superficie y notable plasticidad y tenacidad del interior.
Esta combinación es especialmente interesante para elementos que trabajan preferentemente a flexión
y torsión. Se podría conseguir utilizando aceros con poca templabilidad y/o velocidades de enfriamiento
insuficientes, de manera que únicamente se templase la superficie, quedando el interior con una
estructura compleja de perlita y/o bainitas.
Existen otras alternativas. En todas ellas se va a actuar específicamente sobre la zona superficial de las
piezas:
Temple Superficial
Consiste en conseguir que únicamente se austenice la zona superficial del acero siendo en consecuencia
lo único que se endurezca tras el enfriamiento posterior.
Habrá que aplicar calor únicamente a la superficie mediante técnicas suficientemente energéticas, que
permitan calentar rápidamente la superficie a temperaturas por encima del punto crítico superior A3, sin
un calentamiento significativo del interior.
• Calentamiento a la llama: se aplica exteriormente una llama, mediante algún tipo de soplete,
alrededor de la superficie y de la manera más uniforme posible, con la potencia y tiempo
precisos en función del espesor de capa endurecida que se quiera obtener. La superficie es
posteriormente enfriada rápido, mediante chorros de agua.
• Calentamiento por inducción: la pieza se someta a la acción de un campo magnético exterior
variable, que genera, sólo en las proximidades de la superficie, unas corrientes eléctricas que
calientan esa zona por efecto Joule. Frecuencias muy elevadas generan corrientes muy intensas
concentradas en espesores muy pequeños. La pieza debe ser posteriormente enfriada
rápidamente.
• Calentamiento mediante láser o haz de electrones: son técnicas muy energéticas y permiten
austenizar capas muy delgadas, que a continuación se enfrían rápidamente por conducción
hacia el interior.
Cementación
• Hay una reacción en el ambiente, que causa la aportación de carbono a la superficie, siendo
absorbido por ésta.
• El carbono absorbido se va difundiendo hacia el interior del acero.
La evolución de la capa enriquecida será función de la capacidad del medio exterior de aportar carbono
a la superficie, y de la velocidad de difusión de éste hacia el interior. Ambas son función de la
temperatura a la que se realiza el proceso.
0.5
El espesor de la capa crece con el tiempo de acuerdo con la expresión d = k · t , donde K crece con la
temperatura.
• El gas que rodea la pieza tiene como composición una mezcla de CO, CO2, CH4, H2, H2O y N2.
• A la temperatura de proceso, se producen una serie de reacciones entre ellos, en las que se
genera carbono, que se deposita y absorbe en la superficie del acero.
• Este es el tipo de cementación más utilizado, especialmente indicado además para producción
a gran escala.
Mayores contenidos en carbono no interesan porque pueden hacer la capa demasiado frágil, y además
favorecen la presencia de austenita retenida tras el temple.
Para tener una mejor calidad de la capa cementada (mayor dureza y mejor comportamiento a fatiga) se
minimiza en lo posible la temperatura de cementación y se utilizan aceros que favorezcan la formación
de un grano austenítico fino.
Los aceros utilizados para cementar tienen, bajo contenido en carbono (0,2%). Si no hay elementos
aleantes, el núcleo quedará con una microestructura ferrítico-perlítica, blanda y tenaz.
Si se precisa un mayor nivel de propiedades en el interior, se utilizará un acero aleado, con mayor
templabilidad, que permitirá en el interior la aparición de constituyentes bainíticos e incluso algo de
martensita.
La cementación proporciona al material una capa superficial de gran dureza y resistencia a la abrasión y
al desgaste. La elevada dureza y la existencia de tensiones de compresión mejora mucho el
comportamiento a fatiga de la pieza.
En cuanto al núcleo, si se ha elegido con cuidado la composición del acero y el medio de temple, se
tendrá una estructura que proporcione una adecuada tenacidad y plasticidad.
Carbonitruración
Las capas que se consiguen con este proceso son más finas que las cementitas, porque el N interfiere el
proceso de difusión del carbono por la red de la austenita.
Nitruración
La nitruración no precisa enfriamiento rápido porque no existe ninguna reacción entre la temperatura
de nitruración y la ambiente, por tanto, no se produce distorsión de la pieza ni aparecen tensiones
adicionales por enfriamiento brusco.
Antes de la nitruración, las piezas de acero deben ser sometidas a un tratamiento de temple y un
revenido a alta temperatura, de 550 a 700ºC.
La temperatura de revenido debe ser, superior a la que se vaya a utilizar para la nitruración por lo que
esta no modificará la microestructura (ni por tanto las propiedades) del interior de la pieza.
No se nitruran habitualmente los aceros al carbono, porque la capa nitrurada resulta muy frágil, con
tendencia a desprenderse.
Resulta especialmente eficaz el Al, en torno al 1%, proporcionando una gran dureza, pero dejando una
capa con baja tenacidad. El Cr permite alcanzar menor dureza, pero hace a la capa más tenaz.
Composición Química
El fósforo se disuelve en ferrita, endureciéndola, algo en principio positivo, pero deteriora mucho la
tenacidad, haciendo al material mucho más frágil. El azufre es insoluble en la red de hierro, por lo que,
al solidificar forma sulfuros con el hierro y otros posibles elementos presentes en la aleación,
deteriorando la plasticidad y tenacidad del acero.
Aceros al Carbono
Únicamente llevan carbono como aleante. Representan un porcentaje mayoritario dentro del total de
aceros utilizados a nivel mundial. Se utilizan con estructura ferrítico-perlítica, mediante recocido o
normalizado. A mayor cantidad de carbono, subirá la dureza, límite elástico y resistencia a tracción,
disminuyendo la plasticidad y tenacidad. Tienen muy mala templabilidad.
Aceros Aleados
Los aleantes se añaden voluntariamente al acero para mejorar sus propiedades, desde algún punto de
vista. Según el efecto que producen los clasificamos en:
Algunos grupos de aceros son: aceros aleados para temple y revenido, aceros para cementación y
nitruración, aceros para herramientas, aceros de muy alta resistencia, aceros inoxidables.
Definición
Se define a los aceros inoxidables como los aceros que contienen al menos un 10,5% de cromo y un
máximo de 1,2% de carbono. Presentan un excelente comportamiento frente a diferentes tipos de
corrosión.
El diagrama Hierro-Carbono
El cromo es un aleante alfágeno cuando se disuelve en la red del hierro, que favorece que este cristalice
en la red cúbica centrada en el cuerpo, restringiendo por tanto en el diagrama la región en que existe la
austenita.
Para contenidos superiores al 13% de Cr, la estructura de la aleación es completamente ferrítica a todas
las temperaturas. Para valores inferiores a ese valor, se aprecia en el diagrama la presencia de una zona,
denominada bucle γ, en la que la fase estable es la austenita. La presencia en la aleación de Si, M o, V, Al,
Nb, Ti, W y otros elementos refuerza la acción estabilizadora de la ferrita que produce el Cr.
En la zona central del diagrama, entre 500 y 820 ºC, se forma la faseσ, la cual deteriora gravemente su
plasticidad y tenacidad. Afortunadamente, la cinética de formación de esta fase es muy lenta por lo que
sólo aparece por permanencia durante mucho tiempo en ese margen de T.
En torno a 470 ºC, aparece una transformación correspondiente a una reacción de desmezcle. En ella la
solución sólida se descompone, generando en su seno una fina precipitación de cristales (fase α', red
BCC), muy ricos en Cr y coherentes con la matriz. Estos, frenan extraordinariamente a las dislocaciones,
por lo que su presencia mejora mucho la dureza y límite elástico de la aleación. Desgraciadamente, ello
conlleva una importante disminución de la plasticidad y la tenacidad, lo que hace frágil al material. A
este perjudicial proceso se le conoce como fragilidad a los 475 ºC. Afortunadamente, también tiene una
lenta cinética de formación, por lo que únicamente se desarrolla por permanencia a temperaturas entre
400 y 600 ºC. El problema se elimina por calentamiento a temperaturas por encima de 600ºC y posterior
enfriamiento rápido.
• Influencia del carbono: influye en la posición y tamaño del bucle (a más carbono, el bucle se
hace más ancho en temperatura y se desplaza hacia mayores contenidos en Cr). La presencia
de nitrógeno produce un efecto similar.
• Influencia del níquel: este estabiliza la austenita (fase γ) del acero. Para contenidos crecientes
en níquel, se puede retener a temperatura ambiente una cierta cantidad de austenita, e
incluso, para porcentajes suficientes de níquel, se llegará a tener una estructura
completamente austenítica. El Mn, Co y Cu también tienen un efecto similar.
Para estimar el refuerzo que tienen los aleantes se calculan los porcentajes de Cr y Ni equivalentes:
Indica el tipo de microestructura presente en el acero a temperatura ambiente. Existen zonas donde la
estructura es austenítica, ferrítica o martensítica, así como regiones en que existe a temperatura
ambiente una mezcla de ellas.
Son básicamente aleaciones de Fe-Cr, en las que la única fase estable a temperatura ambiente es la
ferrita. Deben tener un mínimo de 13% de Cr. Si existe un cierto porcentaje de C, el bucle
γ se desplaza
hacia la derecha por lo que habrá que añadir más Cr.
No existe ninguna transformación, no se les puede endurecer mediante tratamientos térmicos. Las
únicas vías posibles para mejorar sus propiedades mecánicas son añadir una mayor cantidad de Cr, así
como otros elementos aleantes que se disuelvan en la ferrita, lo que dará lugar a un cierto
endurecimiento por solución sólida, o producir un endurecimiento poro acritud, deformando la aleación
en frío.
La única forma habitual de empleo de estos aceros es en estado de recocido. Por ello, la resistencia final
no es muy alta, en torno a 400 – 600 MPa.
El tamaño de grano de la ferrita influye de manera significativa sobre las propiedades. Un tamaño basto
disminuye la dureza y el límite elástico, dañando mucho la plasticidad y tenacidad.
Al tener red BCC, presentan temperatura de transición dúctil-frágil. El valor de esta temperatura
depende de la composición, del tamaño de grano y del espesor del producto.
Si el acero permanece mucho tiempo a temperatura elevada, presenta riesgo de fragilización por
formación de fase σ. La presencia de Mo, Ti y Nb favorece la aparici
ón de esta fase. Además, estos
aceros son sensibles a la fragilización de los 475 ºC.
Algunos de los aceros ferríticos llevan una cierta cantidad de Mo para mejorar el comportamiento a
corrosión en ciertos casos. Son ferromagnéticos, hasta la temperatura de Curie de la ferrita.
Son aceros en los que, mediante el adecuado tratamiento térmico, puede conseguirse una estructura
completamente martensítica. En consecuencia, se podrán alcanzar valores de dureza y resistencia muy
elevados, en torno a 1400 MPa. Resultan adecuados para aplicaciones en que se precisa esos niveles de
propiedades, junto a un buen comportamiento a corrosión. Son ferromagnéticos.
Son aleaciones Fe-Cr con una cierta cantidad de carbono. La proporción de Cr y C se ajusta de manera
que el acero se sitúe en una zona que caiga bajo el bucle
γ. Tienen baja velocidad crítica de temple lo
que evita que se desarrollen tensiones durante el temple. Tras el temple se aplica un tratamiento de
revenido, con posibilidad de dureza secundaria.
La estabilidad de los carburos precipitados permite a estos aceros trabajar en servicio a temperatura
elevada. En estos aceros suele aparece fragilidad de revenido, por lo que los revenidos deben darse por
debajo o por encima del margen entre 420 y 540 ºC.
Presentan una temperatura de transición dúctil-frágil que en ocasiones es del orden de la ambiente.
Tienen una estructura austenítica a temperatura ambiente. Al tener una red FCC, su capacidad de
deformación plástica es bastante mejor que la de los tipos anteriores. Poseen una baja resistencia
mecánica (en torno a 500 MPa). Tienen una buena plasticidad (en torno a 40%), y tenacidad, incluso a
bajas temperaturas.
No presentan temperaturas de transición dúctil-frágil, siendo por tanto los únicos utilizados sin
problemas a temperaturas criogénicas. No tienen, en principio, reacciones de precipitación que los
fragilicen por permanencia a temperatura elevada. No son ferromagnéticos. Son la familia de aceros
inoxidables más utilizada.
A algunas aleaciones se les añade una cierta cantidad de Mo lo que mejora la resistencia a la corrosión
en ciertos ambientes. No se pueden endurecer por tratamientos térmicos por lo que para mejorar sus
propiedades mecánicas haremos:
• Endurecimiento por solución sólida: aquí hay que destacar la capacidad endurecedora del
nitrógeno (que se disuelve intersticialmente).
• Endurecimiento por acritud.
Con bajo contenido en níquel existe una tendencia a la formación de martensita, si se facilita la
evolución hacia el equilibrio. Se puede conseguir bien enfriando a temperaturas por debajo de Mf o bien
deformando plásticamente el material.
Un problema importante que puede aparecer en estos aceros es lo que se denomina sensibilización.
Durante la permanencia a temperaturas entre 480 y 815 ºC se produce la precipitación de carburos de
Cr en los bordes de grano de la austenita. El C absorbe parte del Cr existente junto a los bordes de
grano.
Si las zonas anexas a los bordes de grano quedan demasiado empobrecidas en Cr, necesario para lograr
la inoxidabilidad del acero, se producirá un ataque corrosivo. Este tipo de corrosión intercristalina se da
frecuentemente en estructuras soldadas.
Para garantizar la ausencia de estos precipitados de Cr, se aplica un recocido, con calentamiento a
temperatura muy elevada seguido de enfriamiento rápido. Para evitar definitivamente el problema se
utilizan aceros con una cantidad de carbono muy baja (< 0,03 % de C) o se pueden añadir elementos
estabilizadores, como el Nb, Ti y Ta, que tienen gran tendencia a formar carburos y captan el C antes
que el Cr.
Aceros Austenoferríticos
Su microestructura está compuesta por una mezcla de austenita y ferrita en proporciones más o menos
similares. Dada la presencia de granos de ferrita, pueden desarrollarse procesos de fragilización.
Presentan una resistencia mayor que la de los aceros austeníticos. Su comportamiento a corrosión es
bueno en general, siendo mejor que el de los otros tipos de aceros inoxidables en algunos casos.