El derecho es una manifestación de la cultura, entendiéndose ésta como la
aportación inteligente y razonada a la humanidad por la humanidad. El concepto de cultura ha sido básico para la antropología desde hace mucho tiempo. La cultura se aprende, La facilidad con la que los niños absorben cualquier tradición cultural descansa en la capacidad de aprendizaje, especialmente elaborada entre los humanos. También es simbólica, esto es: originar y conferir significado a una cosa o evento y, en consecuencia, a asimilar y apreciar tales significados. Un símbolo es algo, verbal o no verbal, dentro de un lenguaje o cultura particular, que representa algo más. La cultura se comparte y se transmite en sociedad, es un atributo de los individuos como miembros de grupos. La cultura toma en cuenta las necesidades biológicas naturales que compartimos con otros animales y enseña cómo expresarlas en formas particulares. La gente debe comer, pero la cultura enseña qué, cuándo y cómo. La cultura está integrada, no son colecciones fortuitas de costumbres y creencias; son sistemas integrados y con patrones. Si una parte del sistema cambia, otras partes también se transforman. La cultura puede ser adaptativa e inadaptativa, los humanos poseen formas, tanto biológicas como culturales, para enfrentar las presiones ambientales. La capacidad humana para la cultura tiene una base evolutiva que se remonta al menos a 2.6 millones de años atrás, en la época de los primeros fabricantes de herramientas, cuyas piezas sobreviven en el registro arqueológico. Las similitudes entre humanos y simios, nuestros parientes más cercanos, son evidentes en anatomía, estructura cerebral, genética y bioquímica. Como los monos y simios, los humanos también poseen excelente visión de profundidad y cromática, confiere una tremenda ventaja para manipular objetos y es esencia de un rasgo adaptativo fundamental de los humanos: la fabricación de herramientas.