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Andres Bello
Andres Bello
Antonio José de Sucre fue uno de los héroes de la independencia latinoamericana más laureados y
admirados. Se destacó como militar en las numerosas victorias que logró en los campos de batalla
evidenciando su talento innato para dirigir tropas. De esta manera consiguió triunfos fundamentales
para liberar al continente del dominio español, siendo la batalla Ayacucho su mayor obra bélica. Como
político ejerció la presidencia de Bolivia y se preocupó por los servicios públicos y el correcto
funcionamiento de la administración pública. Fue riguroso en el cumplimiento de las penas por crímenes
o hechos de corrupción pero fue piadoso y justo con los vencidos.
También impulsó causas relacionadas con la abolición de la esclavitud y un mejor trato hacia los
indígenas. Además resaltó como diplomático a la hora de participar activamente en el Armisticio de
1820. Fue una de las figuras más completas de la época independentista.
En 1812 fue ascendido a teniente bajo el mando de Francisco de Miranda, sirviendo con distinción en las
campañas contra los realistas. Al caer la primera república emigró a Trinidad, de donde regresó en 1813,
bajo las órdenes de Santiago Mariño. Durante ese periodo contribuyó a organizar el Ejército de Oriente
siendo ascendió al rango de teniente coronel. Para el año siguiente presenció la unión de las fuerzas de
Occidente y Oriente en los valles de Aragua. No obstante su ejército fue derrotado y debió exiliarse en
las Antillas. Regresó para proseguir con los esfuerzos de la causa de la Independencia y para 1815 pasó a
combatir en Guayana y El Orinoco. Posteriormente fue designado Comandante de la provincia de
Cumaná. En 1817 fue nombrado Coronel por parte de Simón Bolívar y en 1818 se dirigió a Angostura,
donde El Libertador emplazó su Cuartel General y ofreció su Discurso de Angostura. Allí se convirtió en
uno de los mejores y más cercanos lugartenientes de Bolívar, iniciándose entre ellos una duradera
amistad. Prosiguió su ascenso militar y para 1819 fue designado General de Brigada por Francisco Zea,
presidente del congreso venezolano, y ratificado un año después en su cargo por El Libertador.
Fue el primer presidente vitalicio de Bolivia, cargo que ocupó por dos años. Desde allí promovió varias
políticas: entre ellas la libertad de los esclavos y el reparto de tierras a los indios. No obstante, ante la
presión de los peruanos, que se oponían a la independencia boliviana, y a los varios motines que se
sucedieron a continuación, el Gran Mariscal de Ayacucho decidió renunciar a la presidencia en 1828.
Se retiró de la vida pública partiendo a Ecuador acompañado de su hija y de su esposa, Mariana Carcelén
de Guevara, marquesa de Solanda. Sin embargo ese mismo año la república peruana y la colombiana se
enfrentaron por disputas territoriales y, esta última, solicitó nuevamente la ayuda de Sucre. Fue así
como en 1829, y a la cabeza de los ejércitos grancolombinos, derrotó a las fuerzas peruanas en la batalla
de Tarqui.
Como lo expresa muy bien el historiador Tomás Polanco Alcántara, "el símbolo de la continuidad de
Bolívar era Antonio José de Sucre. Paulatinamente, por su talento personal, por sus dotes intelectuales y
por su espíritu altivo, digno y limpio, Sucre se fue convirtiendo en el complemento indispensable de
Simón Bolívar. [...] Respetado por los argentinos, los chilenos y los peruanos, admirado por los
bolivianos y quiteños, sin enemigos en Venezuela y en la Nueva Granada y con todos sus antecedentes,
Sucre estaba destinado a ser el natural sucesor de Bolívar".